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Leyendas infantiles: El Príncipe

Cuenta la leyenda que había en un castillo un joven


príncipe que era muy holgazán, solo quería jugar, sus padres los reyes
intentaron de todo para convencerlo en hacerse cargo de sus
responsabilidades pero este joven berrinchudo no hacía caso, una de las

noches que se hartó de estar escuchando sermones, pidió y pidió ser


mayor para así poder hacer lo que él quisiera.

A la mañana siguiente se levantó y despertó como un adulto, pero se


encontró una bobina de oro, se acercó para inspeccionarla
detenidamente y esta le hablo, le dijo que la cuidara bien porque a
medida que pase el tiempo el hilo que representaba la vida de él se ira
soltando.

El joven príncipe tuvo tanta curiosidad de cómo serían sus hijos y su


esposa y como serian ellos al crecer y así poco a poco fue tirando del
hilo hasta que se observó en el espejo y se vio viejo y rápidamente
intento enrollar el hilo, pero el tiempo que le quedaba ya era casi
exclusivo para su muerte; la bobina entonces se dispuso a hablarle
nuevamente diciéndole que había gastado su vida queriendo ser grande
y que el tiempo que haló no los podrá recuperar y deberá sufrir el castigo.

El ahora rey entro en pánico, grito de manera terrible y murió, habiendo


gastado su vida en hacer nada.
Leyendas para niños: La leyenda del Maíz.

Los indios aztecas veneraban al dios Quetzalcóatl,


que significa Serpiente Emplumada.

Antes de la llegada de ese dios, los aztecas se alimentaban de raíces y


animales que cazaban, pero no podían comer maíz porque estaba
escondido detrás de las montañas.

Los antiguos dioses habían intentado tiempo atrás separar estas altas
montañas utilizando su fuerza, pero no lo consiguieron, así que los
aztecas pidieron ayuda al dios Quetzalcóatl.

Quezalcóatl no quiso emplear la fuerza, sino la inteligencia y la astucia, y


se transformó en una hormiga negra. Decidió dirigirse a las montañas
acompañado de una hormiga roja, dispuesto a conseguir el maíz para su
pueblo.

Tras mucho esfuerzo y sin perder el ánimo, Quezalcóatl subió las


montañas y cuando llegó a su destino, cogió entre sus mandíbulas un
grano maduro de maíz e inició el duro regreso. Entregó el grano a los
aztecas que plantaron la semilla, y desde entonces, tuvieron maíz para
alimentarse.

Los indios indígenas se convirtieron en un pueblo próspero y feliz para


siempre y desde entonces fueron fieles al dios Quetzalcóatl, al que jamás
dejaron de adorar por haberles ayudado cuando más lo necesitaban.
. El callejón del beso
Esta leyenda, típica de la ciudad de Guanajuato, cuenta que un padre
receloso habían separado a su hija Carmen de su enamorado. A tal
punto le disgustaba el vínculo amoroso, que le prometió casarla con otro
hombre, más rico y prestigioso, que vivía fuera de país. Antes de cumplir
con ello, encerró a la hija en una de las típicas casas de la ciudad, que se
caracterizan por encontrarse en alto y una muy cerca de la otra, divididas
únicamente por un pequeño callejón.

Para fortuna de los enamorados, la ventana de la habitación de Carmen


colindaba con la de una casa en venta, que fue rápidamente adquirida
por el enamorado, como única solución para su reencuentro. Así los
enamorados pudieron estar juntos nuevamente.

Pero, poco después, fueron descubiertos por el padre, quien presa de la


furia, clavó una navaja en el pecho de su hija. Su amado solo pudo darle
un beso de despedida. Desde entonces, este callejón ha sido bautizado
como el callejón de beso, y es tradición para las parejas que lo
atraviesan besarse ahí mismo.

4. El colibrí maya
Dicen cuando los dioses mayas crearon la tierra, a cada animal le
asignaron una tarea determinada. Pero, al terminar, se percataron de
que no había quien transportara las ideas, los pensamientos y los deseos
entre unos y otros.

Encima se habían terminado el barro y el maíz, que son los materiales


con los que habían originado el resto de las cosas. Sólo les quedaba una
pequeña piedra de jade, por lo que decidieron tallarla y crear una
pequeña flecha. Cuando finalizaron soplaron sobre ella y salió volando.
Habían creado así un nuevo ser, al que llamaron x’ts’unu’um, que
significa colibrí.

5. La Mulata de Córdoba
La Mulata de Córdoba fue una mujer condenada a la hoguera por el
Santo Oficio, cerca de la costa al este de México. Se le atribuía el poder
de la eterna juventud y ser la abogada de los casos imposibles, como los
de obreros desempleados y mujeres solteras. Se encontraba siempre
rodeada de hombres que con facilidad se enamoraban de ella y perdían
el camino de la rectitud. Ante todo lo anterior, decían que tenía pactos
con el diablo y que incluso lo recibía en su propia casa.

Hasta que fue detenida por el Tribunal de la Santa Inquisición, siendo


acusada de practicar la brujería y de haber llegado en un barco que no
había atracado en ninguna playa. Una noche antes de cumplir su
condena y mientras se encontraba en una celda, solicitó que le llevaran
un trozo de carbón, con el que dibujó un barco y pudo volar fuera de las
rejas. Al llegar, los guardias sólo pudieron encontrar un olor a azufre,
cuya existencia se relata hasta nuestros días.

6. El callejón del muerto


Esta leyenda cuenta que en la ciudad de Oaxaca, al sur de México, un
hombre cuya tarea era encender las lámparas de aceite de la ciudad, fue
asesinado ahí mismo. Había concluido su labor, pero enseguida se
percató de que faltaba encender una, por lo que volvió justo antes de
volver a casa. Murió misteriosamente y, desde entonces, dice la leyenda
que su alma se aparece después de las 9 de la noche, para recorrer el
callejón de las lámparas de aceite.

Esta es una de las leyendas de México con unos orígenes más recientes,
pero no por eso deja de formar parte de la cultura popular de la región.

7. El nagual
Desde la época prehispánica, varios de los dioses que han formado parte
de la cultura mexicana han tenido la facultad de cambiar de la forma
humana a la de algún animal. Está facultad se trasladó después a brujos,
brujas y chamanes, quienes adquieren las habilidades del animal en el
que se transforman y lo utilizan en favor de la comunidad.

Así pues, dice la leyenda que los nahuales se aparecen constantemente


a las personas, especialmente a la media noche y tomando la forma de
animales comunes.

Esta es una de las leyendas mexicanas en las que se nota la influencia


del folclore prehispánico fundamentado en muchas creencias animistas
según las cuales objetos y animales no humanos tienen facultades
intelectuales propias de nuestra especie.

8. El callejón del diablo


Ubicado en la Ciudad de México, cuentan que en este callejón se
aparece el mismísimo diablo. Un hombre escéptico decidió comprobar
tal historia, con lo que se animó una noche a caminar por ahí. Se
trataba de un lugar sombrío donde se encontraban algunos árboles.

Cuando no llevaba ni la mitad del camino se detuvo, ya que creyó haber


visto una sombra detrás de un árbol. Enseguida continuó andando, y
cuentan que la sombra se le acercó, tomando la forma de un hombre que
reía intensamente. El hombre antes escéptico salió corriendo, pero
comenzó a sentir que el suelo se hundía y le atrapaba con fuerza para
impedir su huída.

No obstante, logró escapar y transmitir su encuentro con el diablo a


quienes se encontró por el camino. En otras versiones se cuenta que la
aparición fue hacia un hombre borracho y que, para evitarla, es necesario
depositar diariamente joyas y ofrendas bajo el árbol donde se aparece.

9. La isla de las muñecas


En Xochimilco, una de las delegaciones de la Ciudad de México donde
se encuentra un gran lago con numerosas trajineras, se cuenta que un
hombre llamado Julián Santana recolectaba muñecas abandonadas.

El hombre vivía en una de estas trajineras, y la razón por la que juntaba


las figuras era para ahuyentar a los espíritus de lago. Específicamente,
Don Julián ofrecía estas muñecas en símbolo de paz para ahuyentar el
espíritu de una niña que murió ahogada ahí mismo.

Actualmente existe una pequeña isla con las muñecas recolectadas por
Don Julián en los canales de Xochimilco, y dicen que el alma de este
hombre vuelve constantemente para cuidarlas. De sta manera, esta
leyenda mexicana ha dado paso a una leyenda urbana cuya realidad
transcurre en el tiempo presente.

10. La princesa Donají


Esta leyenda cuenta que Cosijopi, el último gobernador del Istmo de
Tehuantepec, en la zona sur de México, tuvo una hija a la que llamó
Donají. Durante una guerra entre los mixtecos y los zapotecos, Donají
fue capturada como rehén y posteriormente decapitada. A pesar de que
su cuerpo fue sepultado, nunca se dio a conocer el lugar donde yacía su
cabeza.

Tiempo después, un pastor que pasaba por la sierra oaxaqueña arrancó


una azucena (flor silvestre también llamada lirio). Al hacer esto, encontró
bajo la tierra lo que parecía ser una cabeza humana, y al rescatarla, la
llevó a reunirse junto con su cuerpo en el templo de Cuilapam. Fue
entonces cuando el alma de la princesa Donají pudo finalmente
descansar en paz.

Este es otro de los muchos ejemplos que muestran hasta qué punto la
muerte tiene un rol relevante en las leyendas mexicanas, y casi siempre
va de la mano de elementos narrativos relacionados con el drama.

11. El árbol del vampiro de Guadalajara


Hace muchos años, un extranjero proveniente de Europa llegó a un
poblado de la zona de Guadalajara, México. Era una persona extraña y
reservada, pero su falta de interés en socializar con la gente de la región
no era lo más inquietante.

De hecho, desde la llegada de este hombre misterioso, empezaron a


aparecer primero cadáveres de animales, y luego cuerpos sin vida de
niños, todos ellos desangrados.

Una noche, las gentes del poblado decidieron buscar al extranjero para
enfrentarlo, asumiendo que él era el autor de los hechos. Esa noche lo
encontraron intentando morder a un lugareño, así que le clavaron una
estaca de madera y luego sepultaron su cuerpo bajo una pila de ladrillos.
Años después un árbol creció de entre los ladrillos a partir de la estaca
de madera, y se dice que al cortar sus ramas aparecen dentro del
corte regueros de sangre, de las víctimas del vampiro de Guadalajara.

12. La leyenda de Tepoztécatl


Tepoztécatl es un personaje de leyenda de la región mexicana de
Morelos. Se dice que fue el hijo de una princesa embarazada a través de
la magia a través de un pequeño pájaro que se posó en su hombro.
Como no estaba casada, los padres de la princesa se enfadaron con ella,
y la joven se vio forzada a separarse del bebé una vez se produjo el
nacimiento.

Y así empezó el periplo de Tepoztécatl, cuando su madre lo abandonó


en el bosque y fue recogido por una colonia de hormigas. Estos
pequeños insectos lo alimentaron cooperando con unas abejas, que
cedieron parte de su miel para que las hormigas se la llevaran al
pequeño.

Meses más tarde, las hormigas dejaron al pequeño Tepoztécatl al lado


de un agave, y este lo acogió entre sus hojas y lo alimentó con su sabia.
Pasó un tiempo, y el agave dejó a Tepoztécatl sobre unos maderos y lo
puso en el río, lugar en el que el niño viajó hasta que una pareja de
ancianos de Tepoztlán lo hallaron y lo adoptaron en su familia.

Años más tarde, cuando Tepoztécatl ya era un joven fuerte e


inteligente, un monstruo con forma de serpiente gigante llamado
Mazacóatl apareció para atemorizar a los pobladores de la región, y el
anciano que había adoptado al joven fue elegido para luchar con ella.
Como se sentía viejo y débil, su ahijado Mazacóatl lo reemplazó, y mató
a la serpiente usando un filo hecho con cristal de obsidiana.
13. Las pastoras de piedra
Esta leyenda mexicana proviene de Teloloapan. Nos cuenta que hace
muchos años, dos pastoras se unieron a un grupo de peregrinos que,
a partir de haber realizado promesas al Señor de Chalma, se
desplazaban a su hermita caminando durante varios días, para rendirle
tributo.

Pero llegado cierto punto del trayecto, las pastoras comunicaron al resto
que estaban agotadas, y que se arrepentían de haber prometido ir a
Chalma, de modo que esperarían allí a que el colectivo de peregrinos
regresase en su camino de vuelta. Sin embargo, al empezar a caminar
de nuevo, estos últimos echaron la vista atrás y en vez de divisar a las
pastoras, vieron dos rocas con forma de mujer.

14. La gruta de Xalapa


En la loma de Macuiltépetl, perteneciente a la ciudad de Xalapa, hay una
cueva en la que se dice que una vez al año aparecen montañas de
tesoros y de riquezas, visibles solo para gente en extrema necesidad.
Un día, una madre que se había gastado todo su dinero en intentar curar
a su bebé sin conseguir ningún resultado positivo, vio un reflejo dorado
dentro de la cueva, y al entrar en ella, divisó grandes montañas de oro.

Como llevaba a su bebé en brazos, lo dejó sobre un montón de monedas


y empezó a llenarse los bolsillos de riquezas, usando los dos brazos para
poder cargar más y dejarlo en las alforjas de su mula, que esperaba
afuera. Pero al volver a la cueva a buscar más oro y llevarlo a las
alforjas, vio que tanto el tesoro como el bebé habían desaparecido.

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