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Lección 1

La gran comisión

Textos bíblicos: Mateo 28: 16-20


Marcos 16: 9-20
Lucas 24: 36-53

Objetivo: Que los niños entiendan la importancia que tiene para nuestra esperanza, la
resurrección del Señor Jesús y la misión que nos dejó.

Introducción: En esta clase, se presentará como introducción una actividad que consistirá en que
uno de los maestros salga de la clase con alguna excusa y mientras está afuera el otro maestro les
contará un cuento corto. Al volver, los niños deberán contarle el cuento escuchado al maestro que
se había retirado.
_Hoy, vamos a aprender una lección que se encuentra en la Biblia, en la que Jesús les pide a sus
discípulos algo parecido. (El cuento se elegirá de acuerdo a la edad de los alumnos. Puede ser el
libro sin palabras).

Contenido de la lección: Jesús, nuestro amado Señor, fue crucificado; Él murió en una cruz por
amor a vos y a mí; para perdonar todos nuestros pecados.
Pero lo maravilloso es que esta historia no terminó allí. Ese fue sólo el comienzo. ¡Jesucristo
resucitó; está vivo!
El domingo muy temprano, después de que Jesús resucitó, se le apareció a María Magdalena.
Mientras los discípulos estaban tristes y llorando por la muerte de Jesús, llegó ella y les contó que
Jesús estaba vivo. Pero ellos no creyeron que Jesús estuviera vivo ni que María lo hubiera visto.
Después se les apareció a dos discípulos que iban por el campo. Estos dos discípulos fueron y les
avisaron a los demás, pero tampoco les creyeron.
Luego Jesús se les apareció a los once discípulos mientras ellos comían. Los reprendió por su falta
de confianza y por su terquedad; ellos no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Es
más, todos se asustaron muchísimo porque creyeron que era un fantasma. Pero Jesús les dijo
“¿Por qué están tan asustados? ¿Por qué les cuesta tanto creer? ¡Miren mis manos y mis pies!
¡Tóquenme! ¡Mírenme! ¡Soy yo!
Entonces, Él se acercó y les dijo: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id
y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del
Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy
con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Cuando el Señor Jesús terminó de hablar con
sus discípulos, Dios lo subió al cielo. Allí, Jesús se sentó en el lugar de honor, al lado derecho de
Dios. Y los discípulos, por su parte, salieron a anunciar por todas partes las buenas noticias del
reino. El Señor Jesús los acompañaba y los ayudaba por medio de señales milagrosas, y así Dios
demostraba que los discípulos predicaban el mensaje verdadero.
El mensaje de Cristo es un mensaje de amor y de perdón que debe anunciarse por todo el mundo.
Dios quiere que todo el mundo oiga las buenas nuevas de salvación.
Jesús dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio”. Que todos sepan que Él ya pagó el
castigo por el pecado y que todos los que crean en Él recibirán el perdón y la vida eterna.
Debemos hacer discípulos y enseñarles que deben bautizare. Es importante saber que no es el
agua del bautismo lo que salve, sino la gracia de Dios a través de Jesús. El bautismo es una señal
externa de la fe interna: morimos a una vida si Jesús y nacemos a una nueva vida con Cristo.
Él resucitó y nos da vida con Cristo. La resurrección es la base del testimonio de la Iglesia al
mundo. Jesús es más que un líder humano; Él es el Hijo de Dios.
Sus últimas palabras fueron muy importantes; les dejó a sus discípulos estas últimas instrucciones:
estaban bajo su autoridad, debían hacer más discípulos bautizarlos y enseñarles que hay que
obedecerlo a Él; Él estaría con ellos siempre.
Antes Jesús había dicho a sus discípulos que fueran sólo a los judíos, a partir de este momento su
misión tendría alcances mundiales. Jesús es Señor de la tierra y murió por los pecados de toda la
humanidad.
Debemos salir y hacer discípulos. No es una opción. Es un mandato de Dios. Y hay que obedecerlo.
Jesús ascendió en el aire y pronto desapareció en el cielo ante los ojos de sus discípulos. Es la
consumación de su obra, su autoridad como Dios y su coronación como rey.
Este mismo Jesús, que vivió con los discípulos, que murió y resucitó de entre los muertos, nos ama
y ha prometido estar con nosotros siempre, hasta el fin del mundo. Hoy, la obra de salvación de
Jesús está consumada y Él está sentado a la diestra de Dios donde posee toda autoridad, en el
cielo y en la tierra. Y ese Jesús está contigo, para ayudarte, consolarte, guiarte y para darte la
unción y autoridad para hacer su voluntad.

Desarrollo de la lección:
Nivel 1: A Jesús lo mataron en la cruz, Él sufrió mucho, y lo hizo para perdonarnos todas las cosas
malas que hacemos. Pero después de tres días de estar muerto no se imaginan lo que pasó.
¡Resucitó! Sí, volvió a vivir. Porque es muy poderoso resucitó y fue a ver a sus discípulos y amigos y
les contó que había resucitado porque Él puede hacer todas las cosas. Después de unos días subió
al cielo y allí nos está esperando.
¡Qué bueno es tener un Dios tan poderoso!
Pero antes de subir al cielo les dijo a los discípulos que estaban con él que les cuenten a todas las
personas las cosas que Jesús les había enseñado, para que todos puedan ir a vivir al cielo con Él.
Nosotros les tenemos que contar a nuestros compañeros de la escuela, a nuestros amigos y a los
familiares que no vienen a la Iglesia que Jesús es muy bueno, y es tan bueno que murió por
nosotros para perdonarnos y ahora nos está esperando en el cielo.

Nivel 2: Jesús, nuestro amado Señor, fue crucificado; Él murió en una cruz por amor a vos y a mí;
para perdonar todos nuestros pecados:
Pero lo maravilloso es que esta historia no terminó allí. Ese fue sólo el comienzo. ¡Jesucristo
resucitó; está vivo!
El domingo muy temprano, después de que Jesús resucitó, se le apareció a María Magdalena.
Mientras los discípulos estaban tristes y llorando por la muerte de Jesús, llegó ella y les contó que
Jesús estaba vivo. Pero ellos no creyeron que Jesús estuviera vivo ni que María lo hubiera visto.
Después se les apareció a dos discípulos que iban por el campo. Estos dos discípulos fueron y les
avisaron a los demás, pero tampoco les creyeron.
Luego Jesús se les apareció a los once discípulos mientras ellos comían. Es más, todos se asustaron
muchísimo porque creyeron que era un fantasma. Pero Jesús les dijo “¿Por qué están tan
asustados? ¿Por qué les cuesta tanto creer? ¡Miren mis manos y mis pies! ¡Tóquenme! ¡Mírenme!
¡Soy yo!
Entonces, Él se acercó y les dijo: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id
y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del
Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy
con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”. Cuando el Señor Jesús terminó de hablar con
sus discípulos, Dios lo subió al cielo. Allí, Jesús se sentó en el lugar de honor, al lado derecho de
Dios. Y los discípulos, por su parte, salieron a contar todas las cosas que Jesús les había enseñado.
El Señor Jesús los acompañaba y los ayudaba por medio de señales milagrosas, y así Dios
demostraba que los discípulos predicaban el mensaje verdadero.
Jesús les dejó una tarea muy importante, y era la de predicarle a todas las personas. Jesús quiere
que todas las personas crean en Él y conozcan lo bueno que es. Él quiere que todos sepan cuánto
amor él siente por nosotros y se arrepientan de sus pecados, para que pueda perdonarlos. Y
además vamos a poder vivir con Él para siempre en el cielo, donde nos está esperando.
Debemos hacer discípulos y enseñarles que deben bautizare. Es muy importante bautizarse
porque es una orden que nos deja Jesús. Lo tenemos que hacer para que todos sepan que
creemos en Él, y que vamos a obedecer todo lo que Él nos pide.
Sus últimas palabras fueron muy importantes; les dejó a sus discípulos estas últimas instrucciones:
debían hacer más discípulos, bautizarlos y enseñarles que hay que obedecerlo a Él; Él estaría con
ellos siempre.
Antes Jesús había dicho que predicaran solo a los judíos, pero en ese momento les dijo que tenían
que predicarle a las personas de todo el mundo.
Debemos salir y hacer discípulos. No es una opción. Es un mandato de Dios. Y hay que obedecerlo.
Jesús ascendió en el aire y pronto desapareció en el cielo ante los ojos de sus discípulos. Es la
consumación de su obra, su autoridad como Dios y su coronación como rey.
Este mismo Jesús, que vivió con los discípulos, que murió y resucitó de entre los muertos, nos ama
y ha prometido estar con nosotros siempre, hasta el fin del mundo. Hoy, la obra de salvación de
Jesús está consumada y Él está sentado a la diestra de Dios donde posee toda autoridad, en el
cielo y en la tierra. Y ese Jesús está con vos, para ayudarte, consolarte, guiarte y para darte todo lo
que necesitás para hacer su voluntad.

Actividades:
Clases 1 y 2: Se presentará el dibujo donde deberán pintar a las personas a quienes deben contarle
el mensaje de Jesús.
Clases 3 y 4:Hacer una lista de personas a las que les tenemos que hablar de Jesús.

Lección 1
La gran comisión

Clases 1 y 2: Pintar a las personas a quienes debemos contarles el mensaje de Jesús.


Lección 1
La gran comisión

Clases 3 y 4:Hacer una lista de personas a las que les tenemos que hablar de Jesús. Vamos a orar
por ellas durante la semana.
Lección 2
La llegada del Espíritu Santo

Texto bíblico: Hechos 2: 1-47.

Objetivo: Que los alumnos sepan que necesitamos el Espíritu Santo, que está con nosotros
siempre y nos da poder.

Introducción: En esta clase la actividad introductoria será parecida al juego Dígalo con mímica.
Uno de los maestros repentinamente comenzará a hablar en otro idioma y los alumnos tratarán de
entender lo que dice. La historia que vamos a escuchar hoy nos cuenta que hace mucho tiempo
unos hermanos sin saber hablar en otro idioma, empezaron a hacerlo.

Contenido de la lección: Jesús murió en una cruz, pero resucitó. Ascendió a los cielos frente a la
vista de sus discípulos, que miraban conmovidos. Pero antes de partir, Jesús les dijo: “Yo enviaré la
promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quédense en la ciudad de Jerusalén hasta que reciban
el poder que mi Padre les enviará” (Lucas 24:49).
El libro de los Hechos es un libro histórico, que relata la vida de la iglesia primitiva; y a través del
cual podremos conocer las obras del Espíritu Santo y cómo se formó y organizó la iglesia.
Jesús ascendió al cielo desde el Monte de los Olivos en las afueras de Jerusalén, y sus discípulos
volvieron a la ciudad para esperar la venida del Espíritu Santo. “Porque Juan ciertamente bautizó
con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días (Hechos
1: 5). Estas palabras se las dijo luego de haber sido crucificado, pues Jesús se presentó vivo ante
sus discípulos durante cuarenta días, durante los cuales demostró que realmente estaba vivo y
siguió hablándoles del Reino de Dios.
Este bautismo, les daría poder “Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu
Santo y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra”
(Hechos 1:8).
Luego de su resurrección, después de estar cuarenta días con sus discípulos, Jesús ascendió al
cielo. Dos ángeles anunciaron a los discípulos que en un día Jesús volvería de la misma forma que
se fue: corporal y visiblemente. Luego, los apóstoles regresaron de inmediato a Jerusalén y se
reunieron para orar. Jesús les dijo que el Espíritu Santo vendría sobre ellos dentro de no muchos
días, así que esperaron en oración. Todos estaban unidos en oración y ruego; sus discípulos, con
las mujeres, con María la madre de Jesús y con sus hermanos.
El día de la fiesta de Pentecostés (cincuenta días después de la Pascua, llamada también la Fiesta
de las semanas) los seguidores de Jesús estaban todos unánimes juntos. Ya eran más de ciento
veinte (Hechos 1: 15) y Matías ocupó el lugar de Judas (Hechos 1: 26). De pronto oyeron un ruido
muy fuerte que venía del cielo. Parecía el estruendo de una tormenta y retumbó por todo el salón
y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y
fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas guiados por el
Espíritu Santo.
Nota: A Jesús lo crucificaron en la Pascua y ascendió cuarenta días después de su resurrección. El
Espíritu Santo vino cincuenta días después de la resurrección, diez días después de la ascensión.
Este fue el cumplimiento de las palabras de Juan el Bautista (leer Lucas 3: 16) y también el
cumplimiento de Joel (leer Joel 2: 28-29) acerca del derramamiento del Espíritu Santo.
¡Qué momento maravilloso pudieron vivir! Dios manifestó su presencia de una forma
espectacular: Viento recio, fuego y el Espíritu Santo. Estas personas hablaron en otros idiomas, un
espectáculo milagroso para los que se reunieron en el pueblo para la fiesta. Había muchas
personas; aquí se menciona una lista de los lugares de procedencia de los judíos que vinieron a
Jerusalén. Todas las nacionalidades representadas reconocieron que su idioma se estaba
hablando. Estas personas vieron la presencia y poder del Espíritu Santo. (Hechos 2: 9-11). Pero
algunos se burlaban.
Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz con autoridad y predicó a la multitud;
les habló de Jesús, de su promesa, de la venida del Espíritu Santo y les anunció que Jesús fue
crucificado, pero que Dios lo resucitó y lo hizo Señor y Cristo.
Al oír estas palabras, muchos se entristecieron y dijeron ¿qué podemos hacer ahora? Pedro, lleno
del poder del Espíritu Santo, les dijo: “¡Arrepiéntanse, pídanle perdón a Dios, vuelvan a obedecerlo
y dejen que nosotros los bauticemos en el nombre de Jesucristo; así Dios los perdonará y les dará
el Espíritu Santo. Esta promesa es para ustedes, para sus hijos, para los que están lejos, para todos
los que Dios quiera salvar; sálvense del castigo de Dios!”. Ese día, tres mil personas creyeron en
Jesús y se bautizaron.
Pedro fue un líder inestable durante el ministerio de Jesús. Pero Cristo lo perdonó y restauró
después que lo negó. Este es un nuevo Pedro, humilde pero audaz. Su confianza vino del Espíritu
Santo, que lo transformó en un predicador enérgico.
Después del poderoso y ungido mensaje de Pedro, la gente se conmovió. Cuando Dios nos habla,
nuestro corazón se conmueve. Pedro habla de dos palabras: Arrepentimiento y bautismo.
Arrepentimiento significa cambiar la dirección de la vida del egoísmo y de la rebelión que van en
contra de las leyes de Dios. Significa volverse a Cristo, pedir su perdón y su misericordia. El
bautismo nos identifica con la obra de Cristo; es una condición para ser discípulo y un símbolo de
nuestra fe.
Todos los creyentes perseveraban en la comunión unos con otros y compartían el pan y las
oraciones; muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos estaban juntos,
unidos y compartían todas las cosas; si había algún necesitado, vendían sus propiedades y sus
bienes y lo ayudaban. Comían juntos con alegría y sencillez de corazón; y alababan a Dios.
El libro de los Hechos comienza con el derramamiento del Espíritu Santo prometido y el inicio de la
proclamación del Evangelio de Jesucristo.
La Iglesia no empezó ni creció por su poder o su entusiasmo, el Espíritu Santo dotó a los discípulos
de poder.
El Espíritu Santo es el Consolador y guía que Jesús prometió y envió al ascender al cielo.
La venida de Jesús inauguró el reino de Dios. Al ascender a los cielos, el reino de Dios
permanecería en los corazones de todos los creyentes mediante la presencia del Espíritu Santo. Él
está con nosotros y su Espíritu Santo nos llena de poder y de fortaleza. Pero el Reino de Dios no se
desarrollará por completo hasta que Jesús venga de nuevo a juzgar a todas las personas y a quitar
todo lo malo del mundo. Antes de que esto suceda, todos nosotros, los que creemos en Él,
debemos continuar el trabajo que la iglesia primitiva comenzó. A través del Espíritu Santo, Jesús
está presente en todo lugar; Dios está con sus seguidores y en ellos. El Espíritu Santo nos
reconforta y nos guía a la verdad; nos enseña su Palabra y nos llena de Poder.
Pidámosle a Jesús que nos bautice con su Espíritu Santo, que nos llene de fuego y de poder para
anunciar el evangelio y para crecer en su camino, para que cada día nos podamos parecer más a
Jesús. Su promesa es para todos los que creen en Él.

Desarrollo de la lección:
Nivel 1: Cuando Jesús resucitó, ¿se acuerdan? Dios lo llevó al cielo y está allí viviendo con Él y
esperándonos a nosotros. Pero sus amigos se quedaron muy tristes. Pero Jesús como sabía que
iban a estar tristes les dijo que no estén más así porque iba a venir el Espíritu Santo que iba a vivir
en sus corazones. ¡Qué alegría! Se pusieron muy contentos y se reunieron en un salón todos los
que creían en Jesús. Estaban juntos y orando. En esos días en la ciudad había una fiesta, entonces
muchas personas de otras ciudades estaban allí, y al ver que ellos estaban reunidos fueron a ver
qué les pasaba.
Ellos estaban orando y Pedro que era uno de los mejores amigos de Jesús les empezó a contar
todas las cosas que Él les había enseñado. Pero de pronto se pusieron a orar y empezaron a hablar
en otros idiomas. ¡Qué raro! Ellos nunca habían estudiado otro idioma. Y mientras hablaban en
esos idiomas se veían sobre sus cabezas como llamas de fuego, ¡y no se quemaban!
Cuando pasó esto todos los que los estaban visitando creyeron en Jesús y ellos se dieron cuenta
que de verdad el Señor les había dejado el Espíritu Santo para que viva en sus corazones.
¡Qué hermosa historia! Nosotros también si creemos en Jesús, Él va a estar siempre con nosotros
en nuestro corazón.

Nivel 2: Jesús murió en una cruz, pero resucitó. Ascendió a los cielos frente a la vista de sus
discípulos, que miraban conmovidos. Pero antes de partir, Jesús les dijo que no estuvieran tristes
porque iba a venir el Espíritu Santo que iba a vivir en sus corazones e iba a estar con ellos siempre
(Lucas 24:49).
El libro de los Hechos es un libro histórico, que relata la vida de los primeros cristianos; y leyendo y
estudiando este libro podemos conocer las obras del Espíritu Santo y cómo se formó y organizó la
iglesia.
Jesús ascendió al cielo desde el Monte de los Olivos en las afueras de Jerusalén, y sus discípulos
volvieron a la ciudad para esperar la venida del Espíritu Santo (Hechos 1: 5). Estas palabras se las
dijo luego de haber sido crucificado, pues Jesús se presentó vivo ante sus discípulos durante
cuarenta días, siguió hablándoles del Reino de Dios.
La llegada del Espíritu Santo, les daría poder: “Recibiréis poder, cuando haya venido sobre
vosotros el Espíritu Santo y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo
último de la tierra” (Hechos 1:8).
Luego de su resurrección, después de estar cuarenta días con sus discípulos, Jesús ascendió al
cielo. Dos ángeles anunciaron a los discípulos que en un día Jesús volvería de la misma forma que
se fue: corporal y visiblemente. Luego, los apóstoles regresaron de inmediato a Jerusalén y se
reunieron para orar. Jesús les dijo que el Espíritu Santo vendría sobre ellos dentro de no muchos
días, así que esperaron en oración. Todos estaban unidos en oración y ruego; sus discípulos, con
las mujeres, con María la madre de Jesús y con sus hermanos.
El día de la fiesta de Pentecostés (cincuenta días después de la Pascua, llamada también la Fiesta
de las semanas) los seguidores de Jesús estaban todos juntos. Ya eran más de ciento veinte
(Hechos 1: 15) y Matías ocupó el lugar de Judas (Hechos 1: 26). De pronto oyeron un ruido muy
fuerte que venía del cielo. Parecía el estruendo de una tormenta y retumbó por todo el salón y se
les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron
todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otros idiomas guiados por el Espíritu
Santo.
¡Qué momento maravilloso pudieron vivir! Dios manifestó su presencia de una forma
espectacular: Viento recio, fuego y el Espíritu Santo. Estas personas hablaron en otros idiomas, un
espectáculo milagroso para los que se reunieron en el pueblo para la fiesta. Había muchas
personas; todas las nacionalidades representadas reconocieron que su idioma se estaba
hablando. Estas personas vieron la presencia y poder del Espíritu Santo. (Hechos 2: 9-11). Pero
algunos se burlaban.
Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz con autoridad y predicó a la multitud;
les habló de Jesús, de su promesa, de la venida del Espíritu Santo y les anunció que Jesús fue
crucificado, pero que Dios lo resucitó y lo hizo Señor y Cristo.
Al oír estas palabras, muchos se entristecieron y dijeron ¿qué podemos hacer ahora? Pedro, lleno
del poder del Espíritu Santo, les dijo: “¡Arrepiéntanse, pídanle perdón a Dios, vuelvan a obedecerlo
y dejen que nosotros los bauticemos en el nombre de Jesucristo; así Dios los perdonará y les dará
el Espíritu Santo. Esta promesa es para ustedes, para sus hijos, para los que están lejos, para todos
los que Dios quiera salvar; sálvense del castigo de Dios!”. Ese día, tres mil personas creyeron en
Jesús y se bautizaron.
Después del poderoso y ungido mensaje de Pedro, la gente se conmovió. Cuando Dios nos habla,
nuestro corazón se conmueve. Pedro habló de dos palabras: Arrepentimiento y bautismo.
Arrepentimiento significa cambiar de actitud. Dejar de hacer todo lo que nos parece a nosotros
para hacer las cosas que Jesús quiere.
Todos los creyentes estaban juntos, unos con otros y compartían el pan y las oraciones; muchas
maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos estaban juntos, unidos y compartían
todas las cosas; si había algún necesitado, vendían sus propiedades y sus bienes y lo ayudaban.
Comían juntos con alegría y sencillez de corazón; y alababan a Dios.
El libro de los Hechos comienza con la llegada del Espíritu Santo prometido.
La Iglesia no empezó ni creció por su poder o su entusiasmo, el Espíritu Santo le dio a los discípulos
de poder.
El Espíritu Santo es el Consolador y guía que Jesús prometió y envió al ascender al cielo.
Al ascender Jesús al cielo, el reino de Dios permanecería en los corazones de todos los creyentes
mediante la presencia del Espíritu Santo. Él está con nosotros y su Espíritu Santo nos llena de
poder y de fortaleza. Pero el Reino de Dios no se desarrollará por completo hasta que Jesús venga
de nuevo a juzgar a todas las personas y a quitar todo lo malo del mundo. Antes de que esto
suceda, todos nosotros, los que creemos en Él, debemos continuar el trabajo que la iglesia
primitiva comenzó. A través del Espíritu Santo, Jesús está presente en todo lugar; Dios está con sus
seguidores y en ellos. El Espíritu Santo nos reconforta y nos guía a la verdad; nos enseña su Palabra
y nos llena de Poder.
Pidámosle a Jesús que nos bautice con su Espíritu Santo, que nos llene de fuego y de poder para
anunciar el evangelio y para crecer en su camino, para que cada día nos podamos parecer más a
Jesús. Su promesa es para todos los que creen en Él.
Tenemos que orar para que Jesús venga a nuestro corazón y seamos valientes para parecernos a
Él, hacer todo lo que Él nos enseña y para contarles a todos nuestros amigos de Jesús.

Actividades:
Clases 1 y 2: Deberán dibujar en los globos de diálogo del dibujo lo que las personas están
diciendo en otros idiomas, luego se confeccionarán llamas de fuego (que pueden hacerse con
papel barrilete) y se pegarán sobre la cabeza de las personas.

Clases 3 y 4:Descubrir el versículo que está en letras chinas.


Solución: Hechos 2:7 y 8“Desconcertados decían: ¿No son galileos todos los que hablan? ¿Cómo
los oímos hablar en nuestra lengua?
Lección 2
La llegada del Espíritu Santo

Clases 1 y 2: Dibuja en los globos de diálogo lo que las personas están diciendo en otros idiomas
pegar llamas de fuego sobre la cabeza de las personas.
Lección 2
La llegada del Espíritu Santo

Clases 3 y 4:Descubrir el versículo que está en letras chinas.


Lección 3

Pedro Sana a un mendigo

Texto bíblico: Hechos 3: 1-9.

Objetivo: Que los niños conozcan las obras que hacían los discípulos y sean motivados en la fe
para hacer las mismas cosas.

Introducción: Se llevarán a la clase láminas que formarán un juego de correspondencias. En


algunas habrá padecimientos (dolor de cabeza, hipo, quebradura, quemadura, tos) y en otras
soluciones (pastillas para la cabeza, yeso, un susto, jarabe). Una de las láminas tendrá un
paralítico, y para esta no tendremos correspondencia. Hoy vamos a escuchar una historia donde
nos cuenta que los amigos de Jesús sí tuvieron algo para la lámina que nosotros no tuvimos.

Contenido de la lección: Pedro, en latín Petrus, en griego Petros: un trozo de roca, un canto
rodado. Cristo dio a Simón el hijo de Jonás el sobrenombre de Cefas al encontrarlo por primera
vez. Pedro, que muy probablemente era discípulo de Juan el Bautista, fue presentado a Jesús por
Andrés, hermano de Pedro que era uno de los dos discípulos de Juan el Bautista que oyeron la
aclaración de que Jesús era el Cordero de Dios, el mesías (Juan 1: 35-41).
Tuvo desde un principio, un papel destacado entre los discípulos a causa de su fervor, de su
energía e impetuosidad.
A comienzo de los Hechos, Pedro condujo a la iglesia con audacia y firmeza, guiado y fortalecido
por el Espíritu Santo.
Un día Pedro y Juan fueron juntos al Templo a la hora novena (a las tres de la tarde) la hora de la
oración. Todos los días, un hombre que era cojo de nacimiento era llevado a una de las entradas
del Templo que se llama la Hermosa y allí pedía limosna a la gente que pasaba por allí. Tan pronto
como ese hombre vio a Pedro y a Juan que estaban por entrar al Templo, les pidió dinero; les
rogaba que le diesen limosna. Ellos lo miraron fijamente y Pedro le dijo: “Presta atención”. El
mendigo los miró atentamente pensando que iban a darle algo. Sin embargo, Pedro le dijo: “No
tengo plata, ni oro, pero te voy a dar algo, en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y
anda”.
Enseguida Pedro lo tomó de la mano derecha y lo levantó. En ese mismo instante, las piernas y los
pies de aquel hombre se hicieron fuertes y de un salto se puso en pie y empezó a caminar y entró
en el Templo con Pedro y Juan caminando y saltando y alabando a Dios.
Todo el pueblo lo vio andar y alabar y se sorprendieron mucho, pues todos conocían a ese
paralítico que pedía limosna en la puerta del Templo. ¡Imagínense el asombro, la sorpresa de la
que gente al ver este milagro! La Biblia dice que algunos se espantaron… ¡Qué feliz sería este
hombre! Lo sucedido fue realmente un milagro. Él se sentaba cada día en la puerta la Hermosa,
pues esta era una de las entradas favoritas y muchas personas pasaban por allí cuando iban a
adorar. Los judíos acostumbraban orar tres veces al día: en la mañana (a las nueve), en la tarde (a
las tres) y en la noche (a la puesta del sol). El cojo mendigaba en un lugar en que la mayoría de la
gente podía verlo.
El mendigo pedía dinero, pero ese día Pedro le dio algo mejor: la posibilidad de poder caminar. No
fue algo de él, Pedro le dijo “en el nombre de Jesucristo” que significa “por la autoridad de
Jesucristo”. Los apóstoles sanaban mediante el poder del Espíritu Santo, no por ellos mismos.
En su emoción, el hombre que antes era cojo empezó a saltar y correr por los alrededores,
alabando a Dios y logrando que los demás se sorprendieran también ante el poder de Dios.
Cristo tenía el poder de sanar al enfermo que fuera; a los Apóstoles les dio el poder de sanar toda
enfermedad y toda dolencia, ordenándoles también resucitar a los muertos y limpiar a los
leprosos. Los apóstoles Pedro y Juan llevaron a cabo este milagro, pues Dios les dio el poder para
hacerlo.
En la actualidad, ningún cristiano duda que Dios pueda sanar hoy como en el pasado. El don de
sanidad figura entre los que el Señor ha dado a la Iglesia (1 Corintios 12:9-28).
El Espíritu Santo que estuvo con los apóstoles es el mismo que tenemos nosotros hoy; con el
mismo poder, poder para sanar, para transformar vidas… Poder para mostrarle al mundo que ese
mismo Jesús está aún presente entre nosotros.
Si tenés alguna necesidad orá a Dios, Pedile lo que quieras; Él puede decirte “he conseguido algo
mucho mejor para ti”, Él te va a dar lo que en verdad necesitás.

Desarrollo de la lección:
Nivel 1: Hoy vamos a escuchar una historia que está en la Biblia. Esta historia nos cuenta que había
un hombre que estaba enfermo. Tenía una enfermedad en las piernas que no lo dejaba caminar.
Como no podía trabajar porque no podía caminar, era muy pobre y no tenía plata ni para comer,
entonces tenía que ir todos los días a la puerta del Templo para pedirle a la gente que entraba que
por favor le dieran algo para comer o alguna moneda para poder comprar.
Un día cuando este hombre estaba pidiendo, vio que venían dos hombres, uno se llamaba Pedro y
otro Juan, ellos habían sido muy amigos de Jesús y ahora que Él estaba en el cielo lo tenían en el
corazón. Cuando se acercaron al hombre enfermo le dijeron que no tenían nada para darle pero
que tenían un amigo que se llamaba Jesús que era muy poderoso y lo podía sanar. Entonces
oraron por el hombre enfermo y no se imaginan lo que pasó ¡Se sanó! Sí ¡Se sanó! Se levantó y
entró con ellos al Templo, creyó en Jesús y él y todos los que lo veían se pusieron muy contentos.
¡Qué poderoso es Jesús! ¿Alguno de ustedes está enfermo, o conocen algún enfermo?
Vamos a orar para que así como Jesús sanó a este hombre de la historia sane a los enfermos que
nombramos.

Nivel 2:Pedro fue uno de los discípulos de Jesús que estuvo siempre más cerca de Él. Aprendió
mucho y amó mucho a Jesús. Tenía mucho entusiasmo en todo lo que hacía y era muy fuerte y
valiente.
A comienzo de los Hechos, Pedro condujo a la iglesia con audacia y firmeza, guiado y fortalecido
por el Espíritu Santo.
Un día Pedro y Juan fueron juntos al Templo a la hora novena (a las tres de la tarde) la hora de la
oración. Todos los días, un hombre que era cojo de nacimiento era llevado a una de las entradas
del Templo que se llama la Hermosa y allí pedía limosna a la gente que pasaba por allí. Tan pronto
como ese hombre vio a Pedro y a Juan que estaban por entrar al Templo, les pidió dinero; les
rogaba que le diesen limosna. Ellos lo miraron fijamente y Pedro le dijo: “Presta atención”. El
mendigo los miró atentamente pensando que iban a darle algo. Sin embargo, Pedro le dijo: “No
tengo plata, ni oro, pero te voy a dar algo, en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y
anda”.
Enseguida Pedro lo tomó de la mano derecha y lo levantó. En ese mismo instante, las piernas y los
pies de aquel hombre se hicieron fuertes y de un salto se puso en pie y empezó a caminar y entró
en el Templo con Pedro y Juan caminando y saltando y alabando a Dios.
Todo el pueblo lo vio andar y alabar y se sorprendieron mucho, pues todos conocían a ese
paralítico que pedía limosna en la puerta del Templo. ¡Imagínense el asombro, la sorpresa de la
que gente al ver este milagro! La Biblia dice que algunos se espantaron… ¡Qué feliz sería este
hombre! Lo sucedido fue realmente un milagro. Él se sentaba cada día en la puerta la Hermosa,
pues esta era una de las entradas favoritas y muchas personas pasaban por allí cuando iban a
adorar. Los judíos acostumbraban orar tres veces al día: en la mañana (a las nueve), en la tarde (a
las tres) y en la noche (a la puesta del sol). El cojo mendigaba en un lugar en que la mayoría de la
gente podía verlo.
El mendigo pedía dinero, pero ese día Pedro le dio algo mejor: la posibilidad de poder caminar. No
fue algo de él, Pedro le dijo “en el nombre de Jesucristo” que significa “por la autoridad de
Jesucristo”. Los apóstoles sanaban mediante el poder del Espíritu Santo, no por ellos mismos.
En su emoción, el hombre que antes era cojo empezó a saltar y correr por los alrededores,
alabando a Dios y logrando que los demás se sorprendieran también ante el poder de Dios.
Cristo tenía el poder de sanar al enfermo que fuera; a los Apóstoles les dio el poder de sanar toda
enfermedad y toda dolencia, ordenándoles también resucitar a los muertos y limpiar a los
leprosos. Los apóstoles Pedro y Juan llevaron a cabo este milagro, pues Dios les dio el poder para
hacerlo.
El Espíritu Santo que estuvo con los apóstoles es el mismo que tenemos nosotros hoy; con el
mismo poder, poder para sanar, para transformar vidas… Poder para mostrarle al mundo que ese
mismo Jesús está aún presente entre nosotros.
Si tenés alguna necesidad orá a Dios, pedile lo que quieras; Él puede decirte “yo tengo algo mucho
mejor para vos”, Él te va a dar lo que en verdad necesitás.

Actividades:
Clases 1 y 2: Pintamos y recortamos los dibujos y los pegamos en otra hoja en orden.

Clases 3 y 4: Dibujar la historia en forma de historieta. Pueden usarse los modelos de grillas o
utilizar otros.
Lección 3

Pedro Sana a un mendigo


Clases 1 y 2: Pintamos y recortamos los dibujos, luego los pegamos en orden.
Lección 3

Pedro Sana a un mendigo


Clases 3 y 4: Dibujar la historia en forma de historieta.
Lección 4

Ananías y Safira

Texto bíblico: Hechos 4: 32-37 y 5: 1-11

Objetivo: Que los alumnos se den cuenta que es imposible mentirle al Señor el hacerlo trae malas
consecuencias, él sabe todas las cosas.

Introducción:Para comenzar esta clase les contaremos un fábula, puede ser ilustrada,
especialmente para los más chicos.

Fábula “El pastor mentiroso”


Había una vez un pastor muy bromista y mentiroso. Todos los días, cuando regresaba a su
casa,después de haber llevado a pastar a su rebaño, entraba corriendo en el pueblo gritando:
- ¡Viene el lobo! ¡Viene el lobo!
Al oír los gritos, todos los habitantes se metían en sus casas muertos de miedo. Y allí encerradosse
quedaban hasta que oían de nuevo al pastor:
- ¡Ja, ja, ja! ¡No es verdad! ¡Sólo era una broma! ¡Tontos!
Y todos los días los habitantes del pueblo miraban malhumorados al pastor que siempre se
alejaba riéndose.
Todos los días… Hasta que… ¿Sabes qué pasó?
Un día, como tantos otros, el pastor volvió corriendo al pueblo. Gritaba tanto o más que en
otrasocasiones:
- ¡Viene el lobo! ¡Viene el lobo!
Pero esta vez corría más deprisa de lo normal y gritaba también más fuerte de lo normal.
Sinembargo, los vecinos del pueblo no le hicieron ni caso, hartos ya de que el pastor les
hubieraengañado tantas veces.
Y ¿Sabes cómo terminó todo? ¡Claro! Esta vez sí que fue verdad que venía el lobo. Y como
nadiedel pueblo le hizo caso, el pastor se quedó sin ovejas, pues el lobo se las comió todas.
Ahora vamos a escuchar una historia de verdad porque está escrita en la Biblia, que también nos
habla de lo malo que es mentir.

Contenido de la lección: Todos los seguidores de Jesús tenían una misma manera de pensar y de
sentir. Todo lo que tenían lo compartían entre ellos y nadie se sentía dueño de nada. Llenos de
gran poder, los apóstoles enseñaban que Jesús había resucitado. Dios los bendecía mucho; y no les
hacía falta nada, porque los que tenían alguna casa o terreno lo vendían y entregaban el dinero a
los apóstoles. Entonces ellos lo repartían y le daban a cada uno lo que necesitaban. La unidad en
espíritu es muy importante: ser leales, entrega absoluta, amor a Dios y a su Palabra. Sin la unidad
espiritual, la iglesia no puede avanzar ni permanecer.
Estos cristianos, sintieron que lo que cada uno tenía no les pertenecía, por eso fueron capaces de
dar, de compartir, de vender loa que poseían para que no haya pobres entre ellos.
La iglesia primitiva tuvo la capacidad de compartir posesiones y propiedades como resultado de la
unidad que les dio el Espíritu Santo.
En Hechos 5: 1-11 vemos que la Iglesia enfrentaba problemas internos y fuera, la Iglesia sentía la
presión de la persecución; pero se mantenían firmes en algo: difundir el evangelio de Jesucristo.
Había un hombre llamado Ananías que tenía una esposa llamada Safira. Ellos por su propia
voluntad decidieron vender un terreno; pero se quedaron con parte del dinero de la venta. Dieron
una parte a los apóstoles y el resto se lo quedaron ellos.
Cuando Ananías entregó el dinero, Pedro le dijo “¿Por qué le hiciste caso a Satanás? Creíste que
podrías engañar al Espíritu Santo y te quedaste con parte del dinero. El terreno era tuyo y de tu
esposa; no tenían porqué entregarlo. Pero no nos has mentido a nosotros sino a Dios. Al oír estas
palabras, Ananías cayó muerto.
Al cabo de unas tres horas, llegó al lugar Safira, sin saber lo que había sucedido. Pedro le preguntó
a cuánto vendieron el terreno, y Safira le contestó mintiéndole en el precio. ¿Por qué se pusieron
de acuerdo para engañar al Espíritu del Señor? Preguntó Pedro. Mira, ahí vienen los muchachos
que acaban de enterrar a tu esposo, ahora ellos te enterrarán a ti. Al instante, ella cayó muerta.
Todos los que estaban allí y los que se enteraron de esto, sintieron mucho miedo.
El pecado de Ananías y Safira no fue la avaricia, ni retener parte del dinero. Podían decidir si
vender o no la tierra y cuánto dar. Su pecado fue mentir a Dios y a los hermanos al decir que
dieron todo. Este hecho se juzgó con dureza porque la deshonestidad y la codicia destruyen la
iglesia, impide que el Espíritu Santo obre con eficacia. Toda mentira es mala, pero cuando
mentimos tratando de engañar a Dios y a su pueblo, destruimos nuestro testimonio cristiano.
La mentira está prohibida en la Palabra de Dios (Éxodo 23:7) y aborrecida por el justo (Proverbios
13:5). El verdadero creyente se aparta de su antigua manera de vivir, debe desechar la mentira y
hablar la verdad. El origen de la mentira está en Satanás. La mentira es aborrecida por Dios y
desvía su comunión con Él.
Jesús es la Verdad, por eso aquel que tiene comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo,
exclama de corazón: “¡Aborrezco la mentira, no la soporto! Pero amo tus enseñanzas! Salmo
119:163.

Desarrollo de la lección:
Nivel 1: ¿Se acuerdan de Pedro, el que sanó al enfermo? La historia de hoy también nos cuenta
algo que pasó con Pedro y otras personas.
La iglesia de hace mucho tiempo, la que nos cuenta la Biblia, era una iglesia en la que los
hermanos estaban siempre juntos. Cuando alguien necesitaba comida, iban rápido y le daban. Si
precisaban una casa y otro tenía dos, le daba una al que no tenía. ¡Qué lindo! ¡Nadie necesitaba
nada, todos se ayudaban! Pero resulta que había un matrimonio, el hombre se llamaba Ananías y
la mujer Safira. ¡Qué nombres tan raros! Bueno, ellos tenían una casa y la quisieron vender para
dar la plata para los pobres, pero no dieron toda la plata e hicieron una trampa. Fueron a Pedro y
le dijeron que sí le habían dado toda la plata, pero ellos se guardaron una parte. ¡Qué tristeza!
¡Mintieron! No importaba si se guardaban un poco de plata porque la querían para otra cosa, pero
no tenían que mentir. A Jesús no le gustan las mentiras, no quiere que nosotros mintamos. Pedro
que tenía a Jesús en el corazón supo que mintieron y se puso muy triste. Esas personas murieron.
Esta historia nos enseña que los que tenemos a Jesús en el corazón no tenemos que mentir
porque eso a Jesús lo pone muy triste, por eso ahora vamos a pensar si alguna vez mentimos y
vamos a orar para pedirle al Señor que nos perdone y decirle que nos ayude a no mentir más.

Nivel 2: Todos los seguidores de Jesús tenían una misma manera de pensar y de sentir. Todo lo
que tenían lo compartían entre ellos y nadie se sentía dueño de nada. Llenos de gran poder, los
apóstoles enseñaban que Jesús había resucitado. Dios los bendecía mucho; y no les hacía falta
nada, porque los que tenían alguna casa o terreno lo vendían y entregaban el dinero a los
apóstoles. Entonces ellos lo repartían y le daban a cada uno lo que necesitaban. ¡Qué hermosa
iglesia, todos unidos, cuidándose y obedeciendo mucho al Señor Jesús!
Estos cristianos, sintieron que lo que cada uno tenía no les pertenecía, por eso fueron capaces de
dar, de compartir, de vender lo que poseían para que no haya pobres entre ellos.
En Hechos 5: 1-11 vemos que la Iglesia enfrentaba muchos problemas porque los perseguían, no
querían que predicaran. Pero estando juntos, unidos el Espíritu Santo los ayudaba y seguían
predicando.
Había un hombre llamado Ananías que tenía una esposa llamada Safira. Ellos por su propia
voluntad decidieron vender un terreno; pero se quedaron con parte del dinero de la venta. Dieron
una parte a los apóstoles y el resto se lo quedaron ellos.
Cuando Ananías entregó el dinero dijo que estaba entregando todo el dinero que les habían dado
por la casa, entonces Pedro le dijo “¿Por qué le hiciste caso a Satanás? Creíste que podrías
engañar al Espíritu Santo y te quedaste con parte del dinero. El terreno era tuyo y de tu esposa; no
tenían porqué entregarlo. Pero no nos has mentido a nosotros sino a Dios. Al oír estas palabras,
Ananías cayó muerto.
Al cabo de unas tres horas, llegó al lugar Safira, sin saber lo que había sucedido. Pedro le preguntó
a cuánto vendieron el terreno, y Safira le contestó mintiéndole en el precio. ¿Por qué se pusieron
de acuerdo para engañar al Espíritu del Señor? Preguntó Pedro. Mira, ahí vienen los muchachos
que acaban de enterrar a tu esposo, ahora ellos te enterrarán a ti. Al instante, ella cayó muerta.
Todos los que estaban allí y los que se enteraron de esto, sintieron mucho miedo.
El pecado de Ananías y Safira no fue la avaricia, ni retener parte del dinero. Podían decidir si
vender o no la tierra y cuánto dar. Su pecado fue mentir a Dios y a los hermanos al decir que
dieron todo. Toda mentira es mala, pero cuando mentimos tratando de engañar a Dios y a su
pueblo, destruimos nuestro testimonio cristiano.
La mentira está prohibida en la Palabra de Dios (Éxodo 23:7) y aborrecida por el justo (Proverbios
13:5). El verdadero creyente se aparta de su antigua manera de vivir, debe desechar la mentira y
hablar la verdad. El origen de la mentira está en Satanás. La mentira es aborrecida por Dios y nos
aleja de Él.
Vamos a pensar si la mentira está en nuestro corazón, vamos a pedirle perdón a Dios si mentimos
y vamos a decirle que por favor nos ayude a no mentir más y estar cada vez más cerca de él.
Actividades:
Clase 1 y 2: Hoy realizarán un dibujo libre con técnica de collage (utilizando una variedad de
materiales como crayones, papeles para pegar, témpera, fibras) sobre la historia o la fábula que
escuchamos.

Clases 3 y 4: Sopa de letras. Encuentra las palabras y márcalas.


Obediencia, dinero, verdad, engaño, pecado, Ananías, sepultura, discípulos, Safira, Pedro, mentira,
codicia, acuerdo, casa, ofrenda, donación.
Lección 4

Ananías y Safira
Clase 1 y 2: Hoy haremos un collage sobre la historia o la fábula que escuchamos.
Lección 4

Ananías y Safira
Clases 3 y 4: Sopa de letras. Encuentra las palabras y márcalas.

Obediencia
Dinero O B E D I E N C I A D
Verdad
D I N E R O F O V D I
Engaño
Pecado, R E G O S P E D R O S
Ananías E S A F I R A I T N C
Sepultura
U E Ñ R T E V C R A I
Discípulos
Safira C V O E A Ñ E I C C P
Pedro A M E N T I R A A I U
Mentira
C O U D M O D E S O L
Codicia
Acuerdo H A N A N I A S A N O
Casa O A P E C A D O C S S
Ofrenda
S E P U L T U R A I K
Donación
Lección 5
Hechos de los discípulos

Texto bíblico: Hechos 5: 12-41

Objetivo:Que los niños conozcan cosas qué vivieron los discípulos de Jesús y sean motivados a
seguir al Señor y obedecerlo a pesar del rechazo de las personas.

Introducción: Para la introducción de esta lección se jugará al juego: “Dígalo con mímica”. Pueden
llevarse escritas en tarjetas palabras o títulos de películas o nombres de canciones que los niños
deben representar para que los otros adivinen sin decir ninguna palabra, solo con gestos. El que
habla pierde.
Así como en este juego no podíamos hablar y si lo hacíamos perdíamos hoy vamos a escuchar una
historia donde a los discípulos de Jesús no los dejaban hablar.

Contenido de la lección: Los apóstoles de Jesús estaban llenos del Espíritu Santo y éste les
dabaGran poder y autoridad en el Nombre de Jesús. Por medio de los Apóstoles se hacían
muchasseñales y prodigios entre la gente. Todos los días, los seguidores de Jesús se reunían en el
Pórticode Salomón; todo el mundo los respetaba y hablaban bien de ellos. Pero lo más hermoso es
quetodo esto hacía que cada día se agregaban al grupo más hombres y mujeres que creían en
Jesús.La gente sacaba a los enfermos en camas y en camillas y los ponía en las calles por donde
Pedro iba a pasar, con la esperanza de que por lo menos su sombra cayera sobre alguno y lo
sanara.
Mucha gente de los pueblos cercanos a Jerusalén también llevaba enfermos y gente con
espíritusmalos, y todos eran sanados.
La fe de los apóstoles crecía a pesar de la persecución que enfrentaban por parte de los líderes
religiosos (Hechos 4: 17-19).
La iglesia primitiva atraía a los creyentes por el poder y los milagros de Dios, la generosidad,
lasinceridad, la honestidad, la unidad de los miembros y el carácter de los líderes. Dios sanaba y
mostraba su poder a través de ellos.
Mucha gente se acercaba para recibir un milagro, gente enferma, angustiada, gente atormentada
y dice “todos eran sanados”. Ahora, pensemos en esto y recordemos algo muy importante: Dios
esel mismo ayer, hoy y por los siglos” ¿El cambió?
Estas sanidades milagrosas en la Iglesia primitiva atrajeron a nuevos creyentes, confirmaron la
veracidad de la enseñanza de los apóstoles y demostraron que el poder del Cristo muerto
yresucitado estaba ahora en sus discípulos.
El jefe de los sacerdotes y todos los saduceos que lo acompañaban sintieron mucha envidia de
losapóstoles por eso mandaron que los arrestaran y los pusieron en la cárcel de la ciudad. Los
líderesreligiosos estaban celosos por el respeto que los apóstoles habían ganado en el pueblo.
Losdiscípulos de Jesús tenían poder para hacer milagros, gran audacia en la predicación y una
granpresencia de Dios en sus vidas. Sin embargo no estaban libres de recibir azotes y ser
perseguidos.
Los arrestaron, encarcelaron y azotaron.
Pero en la noche un ángel del Señor se les apareció, abrió las puertas de la cárcel y los liberó.
Luego les dijo: ¡”Vayan al templo y compartan con la gente el mensaje de salvación!”.
Escucharon esto y al amanecer los apóstoles entraron en el Templo y enseñaron a las personas el
mensaje de salvación.
Mientras tanto vinieron el Sumo Sacerdote y los que estaban con él y convocaron al concilio y
atodos los ancianos de los hijos de Israel; y enviaron a la cárcel para que fuesen traídos.
Nota: “Todos los ancianos de los hijos de Israel” se refiere a los setenta hombres del concilio
(también llamado Sanedrín) Este no iba a ser un juicio simple. Los líderes religiosos iban a hacer
cualquier cosa para detener a los apóstoles en su intento de desafiar su autoridad, amenazan
laseguridad de su posición y ponen al descubierto sus motivos hipócritas ante la gente.
Al amanecer en el Templo había mucho movimiento. Muchas personas se detenían allí para orar
yadorar y los apóstoles arriesgaron su libertad y aún sus vidas para anunciar las buenas nuevas de
vivir con Cristo Jesús.
Cuando los guardias llegaron a la cárcel, no los encontraron. Así que regresaron y dijeron “La
cárcel estaba bien cerrada, y los soldados vigilaban las entradas; pero cuando abrimos la celda
noencontramos a nadie”. Esto provocó gran asombro entre los líderes; no podían entender qué
había sucedido. De pronto llegó alguien y dijo: ¡Los hombres que ustedes encerraron en la cárcel
están frente al templo, hablándoles a la gente!
Los guardias arrestaron de nuevo a los apóstoles para traerlos ante el concilio, pero no
losmaltrataron porque le tenían miedo a la gente. El jefe de los sacerdotes les recordó que ya
habíansido advertidos que no enseñaran más de este hombre Jesús, y ellos no hacían caso, al
contrario seguían hablando. Pedro y los demás apóstoles, con gran firmeza respondieron:
Nosotros primeroobedecemos a Dios y después a los humanos. Ustedes mataron a Jesús en una
cruz, pero Dios loresucitó, lo hizo Señor y Salvador para dar a Israel arrepentimiento y perdón de
pecados.
Escucharon atentamente lo que decían y se enojaron y querían matarlos. Pero había allí, entre los
oyentes, un fariseo llamado Gamaliel, maestro de la ley y muy respetado por los judíos. El llamó
ala reflexión a los miembros del concilio y les aconsejó que piensen bien antes de tomar una
decisión contra los apóstoles. Él les aconsejó que los dejen en libertad, que no se preocupen, ya
que si lo que estaban haciendo era cosa de ellos, esto no iba a durar mucho, pero en cambio, si lo
que ellos hacían y predicaban era de Dios nada ni nadie podría detenerlos y estarían luchando
contra Dios mismo.
Todos aceptaron este consejo. Así que llamando a los apóstoles, los azotaron en la espalda con
unlátigo y los dejaron en libertad. Ellos salieron de allí gozosos porque Dios les había permitido
sufrir por obedecer a Jesús. Y no dejaban de enseñar y de anunciar el evangelio.
A Pedro y a Juan se les advirtió muchas veces para que no predicaran, pero continuaron a pesar
delas amenazas. Nosotros también debemos vivir como Cristo dice, predicar de nuestra fe.
Estatortura que soportaron fue la primera que alguno de los apóstoles sufrió por su fe.
Quizás alguna vez nos sintamos tentados a callar, a no hablar de Jesús, para evitar burlas o quenos
dejen a un lado. Pero los apóstoles, después de la amenaza, el arresto y los azotes, volvieron a
predicar. Esto era el poder de Dios obrando en estos hombres. Es el mismo poder que está en
nosotros, sus hijos, así que confiemos al hablar a otros de Cristo, porque Dios hará la obra,
Élobrará milagros.

Desarrollo de la lección:
Nivel 1: Hoy vamos a escuchar la historia de lo que le pasó a los discípulos de Jesús cuando
predicaron.
Resulta que todos los que conocieron a Jesús y sabían que él es tan lindo y tan bueno querían
contarles a todos las cosas que Jesús les había enseñado. Mucha gente iba a escucharlos y cuando
oraban algunos enfermos les pedían que oren por ellos y se sanaban. Estaban todos muy
contentos porque muchos creían en Jesús. Pero había unas personas malas que no creían en Jesús
y no quería que nadie creyera. Entonces ¿saben qué hicieron? Los metieron presos en la cárcel a
todos los que hablaban de Jesús.
Los llevaron a la cárcel, y cerraron bien todas las puertas y después unos soldados se quedaron en
la puerta para que no se vayan a escapar.
Pero a la noche pasó algo maravilloso. Vino un ángel y les dijo que salgan y sigan predicaron de
Jesús. Entonces ellos salieron.
Al día siguiente, los hombres malos mandaron que traigan a los amigos de Jesús que estaban en la
cárcel, pero cuando abrieron la puerta no estaban. ¡No lo podían creer! ¡Si estaba todo cerrado!
Entonces vino una persona y dijo que los había visto hablando de Jesús en una plaza.
Los amigos de Jesús eran muy valientes y no tenían miedo que los metan en la cárcel, ellos querían
que todos conocieran a Jesús. Nosotros también tenemos que querer mucho a Jesús y contarle a
todos nuestros amigos lo bueno que es Jesús, sin que nos de vergüenza, porque Jesús nos va a
ayudar.
Vamos a orar para que no nos de vergüenza contarles a nuestros amigos lo lindo y bueno que es
Jesús.

Nivel 2:Los apóstoles de Jesús estaban llenos del Espíritu Santo y éste les daba gran poder y
autoridad en el Nombre de Jesús. Todos los días, los seguidores de Jesús se reunían y les contaban
a las personas todo lo que Jesús les había enseñado, oraban por los enfermos y se sanaban, mucha
gente creía en Jesús y estaban muy contentos; todo el mundo los respetaba y hablaban bien de
ellos. Pero lo más hermoso es que todo esto hacía que cada día se agregaban al grupo más
hombres y mujeres que creían en Jesús. La gente sacaba a los enfermos en camas y en camillas y
los ponía en las calles por donde Pedro iba a pasar, con la esperanza de que por lo menos su
sombra cayera sobre alguno y lo sanara.
Mucha gente de los pueblos cercanos a Jerusalén también llevaba enfermos y gente con espíritus
malos, y todos eran sanados.
La fe de los apóstoles crecía a pesar de la persecución que enfrentaban por parte de los
líderesreligiosos (Hechos 4: 17-19).
La iglesia crecía por el poder y los milagros de Dios, la generosidad, la sinceridad, la honestidad, la
unidad de los miembros y el carácter de los líderes. Dios sanaba y mostraba su poder a través de
ellos.
Mucha gente se acercaba para recibir un milagro, gente enferma, angustiada, gente atormentada
y dice “todos eran sanados”. Ahora, pensemos en esto y recordemos algo muy importante: Dios
esel mismo ayer, hoy y por los siglos” ¿El cambió?...
Estas sanidades milagrosas en la Iglesia primitiva atrajeron a nuevos creyentes, confirmaron
laveracidad de la enseñanza de los apóstoles y demostraron que el poder del Cristo muerto
yresucitado estaba ahora en sus discípulos.
El jefe de los sacerdotes y todos los saduceos que lo acompañaban sintieron mucha envidia de
losapóstoles por eso mandaron que los arrestaran y los pusieron en la cárcel de la ciudad. Los
líderesreligiosos estaban celosos por el respeto que los apóstoles habían ganado en el pueblo.
Losdiscípulos de Jesús tenían poder para hacer milagros, mucha facilidad para predicar y una
granpresencia de Dios en sus vidas. Sin embargo no estaban libres de recibir azotes y ser
perseguidos.Los arrestaron, encarcelaron y azotaron.Pero en la noche un ángel del Señor se les
apareció, abrió las puertas de la cárcel y los liberó.
Luego les dijo: ¡”Vayan al templo y compartan con la gente el mensaje de salvación!”.
Escucharon esto y al amanecer los apóstoles entraron en el Templo y enseñaron a las personas
elmensaje de salvación.
Mientras tanto vinieron el Sumo Sacerdote y los que estaban con él y convocaron al concilio y
atodos los ancianos de los hijos de Israel; y enviaron a la cárcel para que fuesen traídos.
Al amanecer en el Templo había mucho movimiento. Muchas personas se detenían allí para orar
yadorar y los apóstoles arriesgaron su libertad y aún sus vidas para anunciar las buenas nuevas
devivir con Cristo Jesús.Cuando los guardias llegaron a la cárcel, no los encontraron. Así que
regresaron y dijeron “Lacárcel estaba bien cerrada, y los soldados vigilaban las entradas; pero
cuando abrimos la celda noencontramos a nadie”. Esto provocó gran asombro entre los líderes; no
podían entender qué había sucedido. De pronto llegó alguien y dijo: ¡Los hombres que ustedes
encerraron en la cárcel están frente al templo, hablándoles a la gente!
Los guardias arrestaron de nuevo a los apóstoles para traerlos ante el concilio, pero no los
maltrataron porque le tenían miedo a la gente. El jefe de los sacerdotes les recordó que ya habían
sido advertidos que no enseñaran más de este hombre Jesús, y ellos no hacían caso, al contrario
seguían hablando. Pedro y los demás apóstoles, con gran firmeza respondieron: Nosotros
primeroobedecemos a Dios y después a los humanos. Ustedes mataron a Jesús en una cruz, pero
Dios lo resucitó, lo hizo Señor y Salvador para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.
Escucharon atentamente lo que decían y se enojaron y querían matarlos. Pero había allí, entre
losoyentes, un fariseo llamado Gamaliel, maestro de la ley y muy respetado por los judíos. El llamó
a la reflexión a los miembros del concilio y les aconsejó que piensen bien antes de tomar una
decisión contra los apóstoles. Él les aconsejó que los dejen en libertad, que no se preocupen, ya
que si lo que estaban haciendo era cosa de ellos, esto no iba a durar mucho, pero en cambio, si lo
que ellos hacían y predicaban era de Dios nada ni nadie podría detenerlos y estarían
luchandocontra Dios mismo.
Todos aceptaron este consejo. Así que llamando a los apóstoles, los azotaron en la espalda con un
látigo y los dejaron en libertad. Ellos salieron de allí gozosos porque Dios les había permitido sufrir
por obedecer a Jesús. Y no dejaban de enseñar y de anunciar el evangelio.
A Pedro y a Juan se les advirtió muchas veces para que no predicaran, pero continuaron a pesar de
las amenazas. Esta tortura que soportaron fue la primera que alguno de los apóstoles sufrió por
sufe.
Nosotros que conocemos a Jesús y sabemos lo que hizo por nosotros, lo bueno y lo lindo que es
tenemos que hablar de Jesús a nuestros amigos como lo hicieron los discípulos, sin tener
vergüenza ni miedo a que se burlen.
Vamos a orar para que El Señor nos de valentía para hablar de Él.

Actividad:
Clases 1 y 2: Vamos a pintar a los discípulos y al ángel que está en la fotocopia, luego los
recortaremos y pegaremos en un palito, para que queden tipo títere.
Podemos realizar con una caja o un cartón una cárcel con los barrotes calados para de esa forma al
terminar introducir por atrás a los discípulos y al ángel simulando el momento en que salen de la
cárcel.

Clases 3 y 4: Ayuda a los discípulos a encontrarse con el ángel y salir de la cárcel.


Lección 5
Hechos de los discípulos

Clase 1 y 2: Vamos a pintar a los discípulos y al ángel que, luego los recortaremos y pegaremos en
un palito.
Lección 5
Hechos de los discípulos

Clases 3 y 4: Ayuda a los discípulos a salir de la cárcel.

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