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Cómo diferenciar los trabajos con sustento académico de los

silbidos de los niños en la oscuridad

Por Irene V. Intebi


“Ante el horror de lo que escapa a todo control, ante la irrupción de lo que
apenas comprendemos y no podemos reparar, los humanos parloteamos análisis y
dicterios como los niños silban en la oscuridad para espantar su miedo.”
Fernando Savater, “Armagedón”
(artículo publicado en el matutino “Clarín” de Buenos Aires,
el 16 de septiembre de 2001)

Introducción
Fernando Savater escribió las líneas que encabezan este capítulo para comentar
los efectos que la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York habían provocado
entre nosotros, los que no habíamos sido directamente afectados.
Cuando las leí, pensé cuán aplicables eran ante la irrupción de otras catástrofes -
menos visibles y, en apariencia, de mucha menor escala-, que también escapan a todo
control, nos resultan difíciles de comprender y creemos que no se pueden reparar: los
abusos sexuales infantiles.
En un trabajo anterior1 me ocupé de examinar algunos de los análisis y dicterios
que ciertos humanos suelen parlotear para espantar su miedo ante los abusos sexuales en
la infancia: entre otros, que se trata de hechos excepcionales y aislados; que son
perpetrados por “personajes” muy distintos al común de la gente y fácilmente
identificables; que, por lo general, no dejan secuelas en las víctimas; que, con
frecuencia, las madres son cómplices o responsables.
Estos preconceptos funcionan no sólo como defensas ante una realidad difícil de
aceptar. Se transforman en anteojeras que impiden apreciar las peculiaridades y la
complejidad ímplicitos en la dinámica intra y extrafamiliar de los abusos contra los
niños y las niñas.
En el tiempo transcurrido entre el trabajo mencionado y el día de hoy han
surgido nuevos análisis y dicterios -para seguir espantando el miedo en el mejor de los


Psiquiatra infantojuvenil, Lic. en Psicología, Coordinadora del Área Maltrato Infantil de la Dirección
General de la Mujer (G.C.B.A.), Vicepresidente de ASAPMI (Asociación Argentina para la Prevención
del Maltrato Infantojuvenil)
1
Intebi, I. (1998). Abuso sexual infantil: En las mejores familias. Buenos Aires: Editorial Granica.

1
casos o para defender intereses y posturas ideológicas, en el peor-, de los que ha llegado
el momento de ocuparnos.
Esta vez, los análisis y dicterios encierran un grave peligro: el de presentar
ciertos prejuicios como hechos contundentes, recubiertos de una pátina científica.
Afirmaciones no corroboradas por la realidad, colocan a los niños, a las niñas y a los y
las adolescentes en una situación de importante desprotección y, como sociedad, nos
exponen a la posibilidad de retroceder en los logros conseguidos en los últimos años en
materia de derechos de los niños en nuestro país.

 Las falsas denuncias son altamente frecuentes


La comprensión de la dinámica y los factores que llevan a que se cometan
abusos sexuales contra niños y niñas requiere de una mirada abarcativa ya que se trata
de situaciones de gran complejidad que se apartan de las consideraciones “lógicas”
habituales y de las pautas de comportamiento -sobre todo del cuidado que los adultos
deben brindar a los más pequeños- que nuestra cultura da por descontadas.
Desde el inicio lleva la impronta de la interdisciplina pues la detección y la
validación de los abusos sexuales infantiles se basan en elementos clínicos (indicadores
físicos y conductuales con distinto grado de especificidad) que, en la mayoría de los
países occidentales, hacen necesaria la intervención de la Justicia. Ésta a su vez necesita
la presencia de ciertos elementos en condiciones determinadas para poder tomar
resoluciones.
Cuando hago referencia a la base clínica de una sospecha o de una validación de
abuso sexual quiero destacar el hecho de que el paradigma en que se basan los
profesionales intervinientes es el del campo de la salud, donde no existen certezas
absolutas al 100% y donde lo que predominan son las zonas grises, frente a la tajante
división de blancos y negros. Sin embargo, un alto grado de sospecha o una validación
de un abuso sexual no se funda en un solo elemento clínico, sino en la combinación de
un grupo de ellos, como también ocurre con algunas enfermedades que suelen
diagnosticarse por el conjunto de “huellas” biológicas que deja en quienes las
padecieron.
La Justicia, por otro lado, utiliza otra “vara” para evaluar los hechos. Necesita
pruebas que se definen por el blanco o por el negro.


Utilizo la palabra “niños” para connotar también a las niñas; simplemente para evitar la reiteración de
términos.

2
Cuando se utiliza el término “falsas denuncias”, a mi entender, se hace
referencia a presentaciones a la instancia judicial que no son verdaderas. No queda claro
si la falsedad es intencional, si se trata de una error en la evaluación de observaciones, si
son denuncias que no se corroboran a posteriori, o cualquier otra posibilidad.
John Myers es abogado, profesor de Leyes en la Facultad de Derecho
McGeorge de la Universidad del Pacífico (California, EEUU). Es también un
especialista ampliamente reconocido y citado en la fundamentación de sentencias
judiciales -más de 140-, incluyendo algunas de la Corte Suprema de los EEUU y autor
de libros y artículos sobre aspectos legales del maltrato infantil.
En uno de sus trabajos2, Myers advierte acerca de la necesidad de ser más
precisos con los términos que se emplean para referirse a lo que en la bibliografía
habitualmente se conoce como “falsos alegatos” de abuso sexual, con frecuencia
calificados como falsos, fabricados, infundados y no corroborados. Afirma que la
carencia de consenso en cuanto a las definiciones acarrea cierta confusión.
Propone evitar el uso del término “falso alegato” porque considera que el
adjetivo “falso” resulta ambiguo ya que no queda claro, como mencioné en párrafos
anteriores, si se refiere, entre otras posibilidades, a una mentira deliberada o a un
informe realizado en buena fe pero que resulta no ser cierto. Comenta que “la categoría
ampliamente definida como ‘falsos alegatos’ incluye casi cualquier situación en que la
notificación de abuso no puede ser corroborada con lo cual el término no sirve para
diferenciar situaciones de falsedad intencional de otras en que prima una mala
interpretación o donde ha habido información inadecuada que determina la naturaleza
verdadera o falsa del informe.”3
Recomienda, entonces, que se deje de lado el calificativo “falso”y se intente
acotar las distintas posibilidades que pueden ocurrir frente a la sospecha o a un relato
sugerente de abusos sexuales contra un niño o una niña.
En este punto, vale la pena aclarar que, desde que profesionales de distintas
disciplinas comenzaron a ocuparse de esta faceta del maltrato infantil, se tuvo presente
la posibilidad de que los relatos realizados por los niños y/o sus cuidadores carecieran
de sustento.

2
Myers, J.E.B. (1998). Legal issues in child abuse and neglect practice, 2da Edición. Thousand Oaks
(CA): Sage.
3
Sink (1988) citado por Myers, J.E.B. (1998): op. cit.

3
Sugiere denominar “informe fabricado” a aquél informe o acusación de abuso
que es deliberada e intencionalmente falso y que puede haber sido presentado por un
adulto o por un niño, aunque las investigaciones sugieren que la mayoría de este tipo de
alegatos provienen de adultos y adolescentes no de niños pequeños.4
De un estudio publicado por Jones y McGraw, en 1987, que abarca un número
importante de casos, surge que las falsas acusaciones ocurren en determinados contextos
tales como los juicios de divorcio y de tenencia controvertidos. En su muestra
encontraron un 8% de falsas acusaciones: el 6% correspondía a relatos sobre abuso
sexual infantil presentados por adultos, sólo el 2% de los falsos relatos había sido
efectuado por los mismos niños. En otra parte del estudio, Jones y McGraw analizan
717 casos atendidos en el Centro Nacional Kempe (EEUU) entre 1983 y 1985. Sólo el
3% del total (21 casos) podía ser considerado falsa acusación, en el 1,3% (9 casos) la
acusación había sido realizada por un adulto; en el 1% (7 casos), no se podía determinar
si el relato se había originado en el niño o en el adulto y el 0,79% (5 casos) correspondía
a falsos relatos hechos directamente por los niños.
Myers propone utilizar los términos “infundados” o “no corroborados” como
sinónimos. Y considera que un informe de abuso no es corroborado cuando se notifica a
los servicios de protección a la infancia o a la policía, se lleva a cabo una investigación
pero no se llega a ninguna conclusión. En su opinión, en esta categoría se ubica un
significativo porcentaje de casos. A veces porque la investigación ha sido inadecuada;
otras veces, la investigación es adecuada pero no se encuentran pruebas suficientes para
llegar a una conclusión; algunos otros son indudablemente fabricados. De cualquier
modo, estima que es muy probable que la mayoría de los informes no corroborados
estén hechos en buena fe, más allá de que sean correctos o no.
La confusión surge, entonces, cuando algunas personas equiparan
equivocadamente los informes infundados con los informes fabricados. Y, afirma Myers
que sobre esta base errónea, estas personas llegan a la conclusión de que el país (los
EEUU) se encuentra sumergido en una ola de informes fabricados de abuso infantil.
Myers asevera que “el abuso sexual infantil es una grave trasgresión a las
responsabilidades parentales”, que, sin embargo, “es extremadamente difícil de probar
en un juicio y, si la acusación no se prueba, en lo que respecta a la ley, el abuso no
ocurrió. Puede ser un hecho objetivo verdadero que un/a niño/a haya sido abusado/a

4
Jones, D.P. y McGraw, M.J. (1987). Reliable and fictitious accounts of sexual abuse to children.
Journal of Interpersonal Violence, 2, 27-45.

4
pero si no se lo puede probar en los tribunales, es como que nada hubiera ocurrido.
Muchas veces, hay una sustancial diferencia entre lo que es verdadero y lo que puede
probarse en un juicio.”5

 Los especialistas en maltrato infantil siempre o casi sin excepción validan la


denuncia de la niña o del niño
Hace unos años atrás una “acusación” de ese tenor se lanzó contra los equipos
especializados en maltrato infantil y contra los profesionales que los integran.6
Carecemos de datos que nos permitan evaluar el impacto que, en nuestro medio, pudo
haber tenido una afirmación de estas características tanto en la detección, en la
intervención, como en la implementación de tratamientos adecuados.
Lo que sí puedo aseverar, pues tanto el Programa de Asistencia del Maltrato
Infantil de la Dirección General de la Mujer del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
como yo personalmente estábamos mencionados en dicha publicación, es que ni el autor
del artículo ni ningún colaborador o colaboradora suyo nos consultó para conocer si
contábamos con estadística que permitiera llegar a ese tipo de conclusiones.
Para enmendar dicha omisión pasaré a comentar dos trabajos que pueden echar
cierta luz ante una aseveración tan arbitraria.
A principios de septiembre del 2000, se llevó a cabo en Durban, Sudáfrica, el
13° Congreso Internacional sobre Maltrato Infantil auspiciado por la ISPCAN
(International Society for the Prevention of Child Abuse and Neglect, organización
internacional fundada por Henry Kempe en los EEUU en 1977, con alrededor de 2000
miembros en distintos lugares del mundo).
Los profesionales del ya mencionado Programa de Asistencia del Maltrato
Infantil presentaron una ponencia acerca de “Los casos no validados de abuso sexual de
niños de un programa de tratamiento de maltrato infantil”. Para su confección se
analizaron 200 consultas recibidas en el programa entre septiembre de 1998 y mayo del
2000. Esas consultas involucraban a 226 niños y niñas con sospecha de haber padecido
abuso sexual. Del total de consultas recibidas se validaron 51 casos, que representan el
22,56%, mientras que un 6,63% (15 casos) no fue validado, aunque persistían dudas.

5
Myers, J.E.B. (1997): A mother’s nightmare - Incest. Thousand Oaks (CA): Sage.
6
Cárdenas, E.J. (2000): “Los abusos de las denuncias de abuso”, La Ley, 15 de septiembre de 2000

5
La Dra.Virginia Berlinerblau, perito del Cuerpo Médico Forense del Poder
Judicial y especialista en psiquiatría infantojuvenil -también mencionada en dicha
publicación y a quien tampoco el autor o sus colaboradores solicitaron material
estadístico-, realizó una revisión sobre una casuística de 315 niños, niñas y adolescentes
entre 3 y 18 años de edad, evaluados psiquiátricamente por sospecha de abuso sexual
entre 1994 y 2000. Dicha revisión mostró que las sospechas en estos casos examinados
por orden judicial, recaían en un 45% sobre el padre biológico; en un 15,2% sobre el
padrastro; en un 9,2% sobre otros familiares; en un 27,3% sobre conocidos y en un
2,5% sobre desconocidos. Del total, el 52,7% fue validado y el 47,3 % no fue validado.
Si se observan los casos que involucraron sospechas sobre el padre biológico (144
casos), se validó el 38,2% (55 casos) que equivale al 17,46% del total de la muestra
(N=315). Dieciseis casos correspondían a sospechas sobre padres biológicos que
atravesaban divorcios conflictivos, no necesariamente en relación a la tenencia de los
hijos, representando un 5% del total de la muestra y un 11% del total de las sospechas
que recaían sobre los padres biológicos. Se validaron 2 casos de este subgrupo, lo que
equivale al 0,63% del total de los casos estudiados (N=315) y 12,5% de los 16 casos de
divorcios conflictivos.7
En mi opinión, estos datos son más que elocuentes para poner en evidencia lo
alejada que está la afirmación que encabeza este apartado de lo que sucede en la
realidad.

 En los casos de divorcios conflictivos y de litigios en relación a la tenencia de


los/as hijos/as son habituales las denuncias de abusos sexuales
A pesar de que las partes involucrados en casos de tenencia conflictiva pueden
empujar a algunos padres a comportarse de manera deshonesta, el hecho que la
acusación de abuso sexual de un niño o de una niña surja por primera vez cuando la
familia está atravesando una ruptura, no significa que la sospecha sea falsa.8
Según Myers, no existen pruebas de que los casos de alegatos fabricados estén
desbordando los casos de tenencias. Agrega que, a pesar de que algunos casos de
informes fabricados hayan ocurrido en casos de tenencia conflictiva no se deben

7
Berlinerblau, V.: Comunicación personal (2000)
8
Corwin, D.L.; Berliner, L.; Goodman, G.; Goodwin, J. y White, S. (1987) Child sexual abuse and
custody disputes: No easy answers. Journal of Interpersonal Violence 2, 91-105, citados por Myers,
J.E.B. (1997): op. cit.

6
formular afirmaciones sin fundamento en el sentido de que “la gran mayoría de los/as
niños/as que refieren abuso sexual, lo han fabricado.”9
Uno de los estudios más abarcativos en cuanto al número de casos analizados,
vastamente citado en la bibliografía internacional sobre el tema, fue llevado a cabo por
la Association of Family and Conciliation Courts Research Unit (Unidad de
Investigación de la Asociación de Juzgados de Familia y Conciliación) entre 1988 y
1990, conducido por Thoennes, Pearson y Tjaden10. Se consideraron 9000 casos de
divorcios con disputas acerca de la tenencia y del régimen de visitas provenientes de 12
juzgados de relaciones domésticas (domestic relations courts) con el objetivo de
determinar en cuántos de estos casos se aducían abusos sexuales de los niños.
Encontraron que las denuncias de abuso sexual estaban presentes en menos del 2% del
total (169 casos) y que las denuncias no se originaban solamente en las madres. Un
67% de las mismas eran efectuadas por las madres, los padres denunciaban en un 28% y
el resto era denunciado por terceros.
Al analizar contra quién/es iban dirigidas las acusaciones de los 169 casos
registrados, obtuvieron los siguientes resultados: el 48% consistía en denuncias de las
madres contra los padres de los niños; el 6% correspondía a acusaciones maternas
contra nuevas parejas en perjuicio de hijos de anteriores matrimonios; el 10% se trataba
de acusaciones de los padres contra nuevos compañeros de las madres y un 6% estaba
representado por denuncias contra las madres de los niños. El 20% correspondía a
acusaciones de la madre o del padre contra otros integrantes de la familia, amigos y
conocidos11.
Según las evaluaciones efectuadas por los Servicios de Protección de la Infancia
se estableció que, de esas 169 denuncias de abuso sexual infantil, el 50% era probable,
el 17%, incierto y el 33%, improbable.12

9
Gardner, R.A. (1987). The parental alienation syndrome and the differentiation between fabricated and
genuine sex abuse. Creskill, NJ: Creative Therapeutics citado por Myers, J.E.B. (1998): op. cit..
10
Thoennes, N.; Pearson, J. y Tjaden, P.G. (1988): “Allegations of sexual abuse in custody and visitation
cases: An empirical study of 169 from 12 States” – The Association of Family and Conciliation
Courts/Research Unit – Denver (EEUU)
Thoennes, N. y Tjaden, P.G. (1990): “The extent, nature, and validity of sexual abuse allegations in
custody/visitation disputes” – Child Abuse and Neglect – 14 – páginas 151- 163
11
Neustein, A. y Goetting, A. (1999): “Judicial responses to the protective parent’s complaint of child
sexual abuse” – Journal of Child Sexual Abuse – Vol. 8, N° 4 – páginas 103- 122
12
Coulborn Faller, K.; Corwin, D.L. y Olafson, E. (1997): “Research on false allegations of sexual abuse
in divorce” (páginas 199-210) en Myers, J.E.B. (1997): op. cit.

7
Investigadores y científicos con reconocimiento internacional13 afirman que “en
base a las investigaciones realizadas hasta la fecha resulta difícil respaldar la
aseveración de que existen altas tasas de falsos alegatos de abuso sexual realizados de
manera conciente por las madres que atraviesan situaciones de divorcio.” Agregan que
“si se examina las investigaciones de manera crítica, el estudio más sólido es el que
llevó a cabo la Association of Family and Conciliation Courts (Asociación de Juzgados
de Familia y Conciliación) porque se basa en una muestra amplia, tomada de diversos
lugares geográficos y que resulta aceptablemente representativa de la totalidad de los
casos de divorcio con litigios acerca de la tenencia y el régimen de visitas. Los
hallazgos de este estudio indican que existen denuncias de abuso sexual en el contexto
de divorcios pero que la inmensa mayoría (98%) de los divorcios con conflictos
acerca de la tenencia no conllevan denuncias por abuso sexual.”

 Los especialistas en maltrato infantil desconocen el síndrome de


alienación parental y los aportes de “uno de los mayores expertos
mundiales en divorcio”: Richard Gardner
Para comenzar, Richard Gardner no es “uno de los mayores expertos mundiales
en divorcio” como alguna vez fue definido en nuestro medio14. Es profesor de
psiquiatría infantil en la Facultad de Medicina y Cirugía (College of Physicians and
Surgeons) de la Universidad de Columbia y ejerce su práctica privada en Creskill,
Nueva Jersey (EEUU) dedicándose a la psiquiatría infantil y forense, mayormente como
perito de parte por la defensa en casos de sospecha de abusos sexuales.
Sus trabajos han sido cuestionados por colegas e investigadores debido a que sus
afirmaciones no se basan en métodos de investigación estandarizados y no han sido
sometidos a estudios empíricos, investigación o a verificación por parte de otros
especialistas. Además, sus artículos sobre el síndrome de alienación parental no han
aparecido en publicaciones científicas o médicas sujetas a revisión por otros
profesionales. Gardner publica libros a través de su propia compañía editorial: Creative
Therapeutics.
Nuevamente me permito citar a Myers, esta vez en relación al síndrome de
alienación parental: “… el síndrome es poco más que las opiniones de Richard Gardner

13
Idem anterior.

El destacado es mío.
14
Cárdenas, E.J.: op. cit.

8
basadas en su experiencia clínica. Por supuesto que el hecho de que el síndrome de
alienación parental esté basado en las experiencias de una sola persona no tiene nada de
malo. Sin embargo, queda claro que no resulta científicamente confiable para establecer
si un relato de abuso sexual es verdadero o falso. Más aún, en mi opinión, gran parte de
los escritos de Gardner, incluyendo su discusión acerca del síndrome de alienación
parental, está sesgado contra las mujeres.”15
Myers agrega: “Gardner es un crítico estridente y locuaz de ciertos aspectos del
sistema de protección a la infancia. (…) En un libro que escribió en 1991, que se llama
‘Histeria del abuso sexual: Nuevos encuentros con los juicios de las brujas de Salem’
[Sex Abuse Hysteria: Salem Witch Trials Revisited], Gardner es altamente crítico de una
parte no especificada de profesionales de la salud mental, investigadores y fiscales que
tratan de proteger a los niños. Por ejemplo, acusa a algunos fiscales de satisfacer sus
propios deseos sexuales y sus tendencias sádicas involucrándose en casos de abuso
sexual. Gardner llega incluso a decir que ‘hay algo de paidofilia en cada uno de
nosotros’.”16
Otras opiniones vertidas por Richard Gardner contribuyen a generar, como
mínimo, controversias y dudas acerca de su objetividad.
En la definición que hace del Síndrome de Alienación Parental (PAS = Parental
Alienation Syndrome) en su página de internet17, comenta que a partir de los años ’70 ha
habido un aumento en casos de disputa por tenencia de los hijos en los EEUU. Lo
atribuye a ciertas modificaciones que se produjeron, a su entender, en el campo de la
tenencia de los hijos: el reemplazo de la presunción de los primeros años a la
presunción del mejor interés de los niños18 y ante la creciente popularidad del concepto
de tenencia compartida. Estos dos cambios produjeron, siempre según su criterio, un
incremento de las disputas legales por la tenencia en virtud de que los padres varones se
vieron con mayores posibilidades de obtener la tenencia como cuidadores primarios.
Junto con este aumento manifiesta haber visto acrecentarse los casos de PAS, al
que define como un trastorno que surge mayormente en el contexto de litigios por la
tenencia de los niños. Su principal manifestación es el propósito del niño de denigrar al

15
Myers, J.E.B. (1997): op. cit.
16
Myers, J.E.B. (1997): op. cit.
17
www.rgardner.com
18
La presunción de los primeros años se basa en la suposición de que los niños y las niñas, en especial los
y las más pequeños/as, estarán mejor cuidados por sus madres.

El subrayado es mío.

Destacado del autor.

9
progenitor, designio que no está justificado. Esta manifestación es el resultado de la
combinación de un adoctrinamiento (lavado de cerebro) por un progenitor y de las
propias contribuciones del niño dirigidas a desacreditar al progenitor objeto de la
denigración. Gardner especifica que cuando ha ocurrido un maltrato y/o situaciones de
negligencia verdaderos, la animosidad del niño puede estar justificada, con lo cual la
explicación de la hostilidad del hijo debido al PAS no es aplicable.
Textualmente dice Gardner: “Lamentablemente el témino ‘síndrome de
alienación parental’ es utilizado para referirse a la animosidad que un niño puede
albergar hacia un progenitor que en verdad lo ha maltratado, en especial durante un
tiempo prolongado. El término ha sido aplicado en las categorías mayores de maltrato
parental: maltrato físico, sexual y emocional. Dicha aplicación representa una
comprensión inadecuada del PAS. El término PAS sólo es aplicable cuando el
progenitor cuestionado no ha exhibido nada parecido al grado de conducta alienante que
justifique la campaña de vilificación que presenta el niño”. Agrega Gardner: “Existen
progenitores genuinamente abusivos y/o negligentes que por cierto negarán los abusos y
racionalizarán la animosidad de sus hijos como producto de la simple programación por
parte del otro progenitor”. Es decir que, en los casos en que un/a niño/a es separado/a o
alejado/a de un progenitor que lo/a ha maltratado, no es aplicable la hipótesis del
síndrome de alienación parental.
Para aclarar este punto, Gardner señala que: “En los últimos años, algunos
evaluadores han utilizado el término PAS para referirse a falsas acusaciones de abuso
sexual en el contexto de disputas en relación a la tenencia. En algunos casos se utilizan
los términos como sinónimos. Este es un grave error de comprensión del PAS. En la
mayoría de los casos en que el PAS está presente, la acusación de abuso sexual no
ocurre. En otros casos, sin embargo, especialmente después de que han fallado otras
maniobras de exclusión, se produce la acusación de abuso sexual. Esta acusación es,
entonces, una vuelta de tuerca, un derivado del PAS pero de ninguna manera su
sinónimo. Más aún, existen situaciones de divorcio en que la acusación de abuso sexual
puede producirse sin que haya PAS preexistente. Ante tales circunstancias, por
supuesto, se le debe prestar seria atención a la posibilidad de que un verdadero
abuso sexual haya ocurrido, en especial cuando la acusación precedió a la separación
conyugal”.


Los resaltados en este párrafo son míos.

10
Afirma Gardner: “Creo que la vasta mayoría de las acusaciones de abuso
sexual incestuoso son verdaderas. (…) Es en esta categoría de las disputas por la
tenencia de los hijos en las que creo que la vasta mayoría de las acusaciones son falsas,
y existe apoyo para esta creencia en la literatura científica19. Esta categoría representa
sólo una de las muchas, y aún cuando las falsas acusaciones en los casos de disputa
sobre la tenencia son comunes, esta categoría representa sólo una pequeña fracción de
todos los grupos combinados. Cuando se combinan todos los grupos, sostengo que la
vasta mayoría de las acusaciones de abuso sexual son verdaderas”.
En escritos anteriores, ya había sostenido que “las acusaciones de abuso sexual
que surgen en una situación intrafamiliar tienen una alta probabilidad de ser válidas.
Probablemente el incesto sea muy común, especialmente entre el padre (o padrastro) y
la hija (o hijastra)”20. Pero, al mismo tiempo, en el mismo trabajo, afirma que: “la vasta
mayoría de las acusaciones en esta categoría [los casos de divorcios con conflictos en
relación a la tenencia] son falsos”.
Gardner no brinda hallazgos de investigación que corroboren sus hipótesis. Se
limita a afirmar que él está convencido de sus afirmaciones pues son fenómenos
generalizados. Algunos especialistas en maltrato infantil consideran que su actitud se ve
facilitada por el hecho de que publica sus trabajos en su propia editorial y no son
supervisados por otros profesionales. Por lo demás, Gardner sostiene que la práctica
aceptada de contar con el apoyo de -y citar- opiniones de otros profesionales constituye
“un apuntalamiento engañoso”21.
En cuanto a lo expuesto anteriormente, Gardner no parece notar la contradicción
que existe entre su postura sobre la probabilidad de que ocurran situaciones incestuosas
dentro de familias intactas y su opinión diferente acerca del mismo tema en familias
divorciadas o en vías de divorciarse. No parece tener en cuenta que una de las
reacciones posibles ante el develamiento de hechos incestuosos sea la decisión del
progenitor no ofensor de separarse22.
En 1998, Gardner responde a una crítica que se le hizo a sus trabajos, afirmando:
“Nunca dije eso [que la mayoría de los casos de síndrome de alienación parental

19
Gardner no brinda la bibliografía que, según él, sustenta sus creencias. Remito al lector a la nota 2.

Los resaltados son míos.
20
Gardner R.A. (1991): “Sex abuse hysteria: The Salem witch trials revisited” – Creative Therapeutics –
EEUU
21
Gardner R.A. (1991): op. cit.
22
Coulborn Faller, K. (1998): “The parental alienation syndrome: What is it and what data support it?” –
Child Maltreatment – Vol. 3, Nº 2 –ps. 100-115

11
incluía acusaciones de abuso sexual] y tampoco es lo que creo. Nunca he aportado
porcentajes en mis escritos, menos aún porcentajes de que la mayoría de los casos de
PAS ‘incluía denuncias de abuso sexual’. Mi experiencia personal es que, posiblemente,
en aproximadamente un 10 a un 15% de los casos de PAS en los que he actuado, surge
una acusación de abuso sexual”.23
Más adelante en ese mismo texto manifiesta: “No tengo problemas en considerar
dos grupos: niños que acusan de verdad y otros que lo hacen falsamente. Tampoco
tengo problemas en creer que el grupo de los niños que acusan de verdad supera
ampliamente al de los que acusan falsamente”. Este significativo cambio de enfoque en
los puntos de vista que sostenía Gardner a principios de los ’90, queda reflejado,
además, en los conceptos que, como he mencionado en este mismo apartado, pueden
consultarse en su sitio de internet, actualizado hasta la fecha24.
Los trabajos de Gardner fueron publicados a partir de 1987 y “recibieron la
consideración de los profesionales, cierto crédito en los medios de comunicación y
atención en los juzgados”25. Sin embargo, en función de lo polémico de sus
afirmaciones y a la falta de datos científicos que las sustentaran, su postura ha
evolucionado hasta llegar a describir situaciones de frecuencia mucho menor y de
aplicación bastante más acotada que la que tuvo a comienzos de los ’90.
Katherine Coulborn Faller es directora de los programas CIVITAS para los
niños y las familias, investigadora y docente en la Universidad de Michigan y directora
de un equipo interdisciplinario que diagnostica y trata casos de maltrato infantil
dependiente de la misma universidad. Comenta al respecto: “Gardner elaboró una
hipótesis acerca de las denuncias contra uno de los padres en situación de divorcio.
Después elevó esta hipótesis a la categoría de teoría, y pasó a denominarla síndrome.
(…) El escepticismo que se deriva del síndrome de alienación parental propuesto por
Gardner ha tenido consecuencias de vasto alcance para los niños y para sus padres. En
muchos casos resultó en la creencia automática de que las denuncias de abuso sexual en
situaciones de divorcio son falsas y que son producto de la alianza entre los niños y los
progenitores preocupados. Como resultado de ello, los niños pueden seguir en
situaciones de riesgo y los progenitores preocupados pueden ser castigados”. En

23
Gardner, R.A. (1998): “Letter to the editor” – Child Maltreatment – Vol. 3, N° 4 – páginas 309- 312. El
subrayado es mío.
24
Noviembre 2000.
25
Coulborn Faller, K. (1998): op. cit.

12
relación a los 8 síntomas que Gardner describe como indicativos del síndrome de
alienación parental, dice la misma autora que “pueden obedecer a una variedad de
causas, entre ellas el abuso real por parte del progenitor que ha sido separado. La
posibilidad del PAS permite comprender las características si el profesional sabe que
el abuso no existió. Su presencia no contribuye a determinar si ha habido abuso”26.
Por otro lado, también Gardner acepta que el síndrome de alienación parental
que él ha acuñado, otorgó “armas” a progenitores maltratadores para usar contra las
personas que los acusan, ya que les permite negar los malos tratos y adjudicar la
animosidad de los niños a la programación por parte del acusador aunque no se
considera responsable de la malainterpretación que hacen los maltratadores de sus
contribuciones ya que, sostiene, siempre habrá quien tuerza sus aportes para servir a sus
propios fines27.
Asimismo admite que su trabajo ha sido malinterpretado y mal aplicado por
algunos profesionales de la salud mental y del ámbito legal, con el resultado de que
algunos progenitores han sido privados de su carácter de cuidadores primarios de
manera inapropiada. Pero no se considera responsable de que los jueces de EEUU y
Canadá descrean de las madres que acusan a sus maridos de abusar sexualmente de los
niños y los dejen, por este motivo, desprotegidos frente a sus padres paidofílicos. No
cree que él solo pueda tener tan enorme influencia sobre el sistema judicial de todo un
continente.
Espero que a esta altura algo haya quedado claro: no es que desconociéramos el
síndrome de alienación parental ni a Richard Gardner. Más bien, conocíamos el carácter
polémico de sus afirmaciones y las modificaciones conceptuales que fue haciendo en el
transcurso del tiempo.

Conclusiones y recomendaciones
Al comienzo de este capítulo advertía acerca de la solapada peligrosidad que
revisten ciertas afirmaciones arbitrarias presentadas como si fueran hechos científicos.
Esta peligrosidad se acrecienta cuando aquellas personas que están en una posición de
tomar decisiones con respecto a niñas y niños victimizados se topan con estas

26
Coulborn Faller, K. (1998): “Response to Gardner” – Child Maltreatment – Vol. 3, N° 4 – páginas 312-
313. El resaltado es mío.
27
“Misperceptions versus facts about the contributions of Richard A. Gardner, M.D.” en
www.rgardner.com, actualización N°1, 8 de julio de 1999

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afirmaciones y las aceptan, las repiten o las transmiten sin proceder a verificar su
validez.
En tal sentido es que me parece importante sugerir ciertos recaudos que los
profesionales que intervienen y toman decisiones en estos casos deberían tener
presentes ante todo material bibliográfico:
 Si el material se refiere concretamente a algún tema que pueda aplicarse al caso
que se está evaluando o en el que se está interviniendo y si el tema está
contextualizado de manera adecuada.
 En lo posible contar con una copia de la versión original del material, aunque
esté en otro idioma, para corroborar y contextualizar las citas, en caso de ser
necesario.
 La fecha en que el material fue redactado y si refleja una visión actualizada del
tema.
 Si la publicación fue hecha en un medio supervisado por profesionales colegas
del autor.
 Si el autor del artículo tiene buena reputación en su especialidad y si es la única
persona de la especialidad que sustenta ese punto de vista.
 Si el artículo es la producción más reciente del autor y si sus puntos de vista han
cambiado o han sido desestimados.
 Si el artículo fue aceptado o criticado por otros especialistas.28
En el apartado anterior analicé, según este modelo, la aplicabilidad de las
hipótesis de Gardner y no quisiera concluir este trabajo sin hacer mención a otro autor
seguido en nuestro medio –entre otros pocos- por Eduardo J. Cárdenas29: Ralph
Underwager.
Ralph Underwager es un psicólogo egresado de la Universidad de Minnesota,
EEUU. Junto a su esposa en ese momento, publicaba Issues in Child Abuse Accusations
(“Temas de Acusaciones de Maltrato Infantil”) y fue un apoyo importante para la
creación de la False Memory Syndrome Foundation (“Fundación del Síndrome de
Falsos Recuerdos”) en los Estados Unidos. Esta organización no tiene carácter
científico, sino que aboga a favor de personas que se consideran falsamente acusadas de
cometer abusos sexuales contra niños. Dicha Fundación posee un comité asesor

28
Stern, P. (1997): Preparing and presenting expert testimony in child abuse litigation. Thousand Oaks
(California): Sage.
29
Cárdenas, E.J.: op. cit.

14
formado por profesionales graduados en universidades reconocidas. El Dr. Underwager
formó parte del comité asesor hasta el verano (boreal) de 1993, fecha en la que renunció
debido a la atención que suscitaron declaraciones suyas a una entrevista publicada por la
revista holandesa Paidika: El Boletín de Paidofilia (Paidika: The Journal of
Paedophilia).
La entrevista se realizó en Amsterdam en 1991 y la polémica se suscitó ante la
respuesta de Underwager al preguntársele si consideraba a la paidofilia como una
elección responsable de un individuo. Dijo que: “Es [una elección] responsable, por
cierto. Lo que me ha impresionado, en la medida en que conozco más y comprendo a la
gente que ha elegido la paidofilia, es que dan demasiado lugar a ser definidos por los
demás. Ésta, por lo general, es una definición esencialmente negativa. Los paidofílicos
pierden mucho tiempo y energía en defender su elección. No pienso que un paidofílico
necesite hacer eso. Los paidofílicos pueden afirmar lo que han elegido con valentía y
coraje. Pueden decir que lo que desean es encontrar la mejor manera de amar. Yo
también soy un teólogo y como teólogo creo que es la voluntad de Dios que haya
cercanía e intimidad, unión de la carne, entre las personas. Un paidofílico puede decir:
‘Esta cercanía para mí es posible dentro de las elecciones que he realizado’. Pienso que
los paidofílicos están en condiciones de afirmar que la búsqueda de intimidad y amor es
lo que eligen. Con coraje pueden decir: ‘Creo que esto es de hecho parte de la voluntad
de Dios’”.30
Con frecuencia cita trabajos e investigaciones de manera equivocada. Dice Anne
Salter en relación a transcripciones de las declaraciones de Ralph Underwager en
juicios: “Cuando le eché una ojeada a las transcripciones, quedé horrorizada. Él hacía
mención a investigaciones y a libros que yo conocía. Él decía, por ejemplo: ‘Todas las
investigaciones de este volumen demuestran que los niños son sugestionables.’ De
hecho, el libro mencionaba algunos estudios sobre sugestibilidad. Algunos decían que
los niños eran más sugestionables que los adultos, otros que eran igual de
sugestionables. Por lo menos uno decía que los adultos eran más sugestionables. Uno de
los autores resumía: ‘Ninguna relación entre la edad y la sugestibilidad ha podido ser
documentada fehacientemente.’ Lo cual estaba en abierta oposición a lo que

30
“Interview: Hollida Wakefield and Ralph Underwager” realizada por Joseph Geraci en Amsterdam en
1991, publicada en Paidika: The Journal of Paidophilia, 3, N°1, invierno (boreal) 1993.
Los lectores interesados podrán encontrar la transcripción de la entrevista en el sitio de internet:
www.nostatusquo.com/ACLU/NudistHallofShame

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Underwager había dicho. Ahí me di cuenta de que nadie iba a controlar el sustento
académico de todo esto”.31
Es mi deseo que nosotros sepamos aprender de los errores ajenos: que podamos
discutir de manera científica con el fin de abrir nuevas perspectivas y permitir que se
realicen síntesis constructivas acerca de un tema ciertamente complejo y polémico como
es el abuso sexual infantil y que, de este modo, no tengamos que llegar a conclusiones
semejantes.

31
Citada por E. Bass y L. Davis (1994): The Courage to Heal. 3ª Edición. Nueva York: HarperPerennial

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