You are on page 1of 12

7 SF FM D D - FS D F D M D D

- FS D F D M (V M S

. M
M

M .F SD M FS FD FM F V
VF F G VF P S P P P S
P PP D D - FS D F D M (V M S

SFDD F CMF

V SP P P V SP S P DDF
C FS V S P S S PS P P V P P S S V
SP V S S SV S S V P S P SP S C P
I XXX PS
Mesoamerica y la perspectiva del sistema-mundo: nuevos enfoques.
Introducción
La reciente aplicación de la perspectiva del sistema-mundo al análisis de sociedades
precapitalistas, producto de una epistemología interna, ha señalado el potencial (y los límites
disciplinarios) para el análisis integral a nivel micro y macro-regional. No obstante los
modelos explicativos económicos, los antropólogos y los arqueólogos ponderan interrogantes
más allá de la insistencia a la interdependencia sistémica basada en el intercambio de bienes
de bulto. Los bienes de prestigio, los ritos, y el intercambio de información se consideran en
la investigación antropológica como factores de la estructuración del sistema y de
reproducción social. En este trabajo se pretende precisar los cambios conceptuales sobre la
lógica del sistema, las propiedades sistémicas de centralidad y periferialidad, y la
caracterización de la periferia como un espacio que pueda generar procesos de cambio. Se
explorarán las dimensiones epistemológicas de esta perspectiva recurriendo a casos
específicos de la época prehispánica en Mesoamerica dentro de un marco explícitamente
comparativo.
Precisiones teóricas
El prestigio y la legitimación del estatus han sido siempre de mucha importancia en las
sociedades precapitalistas. La perspectiva de los sistemas-mundo es uno de los modelos
predominantes en la sociología actual y está estrechamente ligada con las teorias de la
globalización. En la prehistoria humana tenemos varios ejemplos del auge y ocaso de
civilizaciones como el Imperio de Alejandro de Macedona, las ciudades de Ur, Babilonia,
Roma y Londres entre otros. En los estudios de las sociedades prehispánicas, la perspectiva
del sistema-mundo no ha sido aplicada como en otras áreas culturales por los prejuicios
culturales y las fuertes divisiones disciplinarias que existen en las ciencias sociales
(Wallerstein 2002:453).
Wallerstein (1974) sostiene que varias unidades políticas autónomas se integran en una
unidad más grande, el sistema, a través de la interdependencia económica. Los estados del
centro, sensu Wallerstein, tienden a dominar por la explotación de recursos a las periferias
menos privilegiadas. Jane Schneider (1977:21) cuestionó el enfoque de Wallerstein sobre los
productos de bulto y aplicó la teoría de sistemas-mundo en la economía-mundo
precapitalista, un tipo de economía mundial que se basaba principalmente en el intercambio
de bienes de prestigio, cuya función principal es la legitimación de las elites locales. Los
productos de prestigio tienen propiedades sistémicas puesto que se pueden concebirse como
capital político o recursos utilizados para la implementación de estrategias políticas. Gills y

1
Frank (1991:85) concurren con Schneider que el intercambio en bienes de prestigo puede ser
aún más importante que el de bienes de bulto en la estructuración de relaciones sistémicas.
Es fundamental señalar que la perspectiva del sistema mundo se ha reelaborado durante la
última década con un posicionamiento teórico más desarrollado. En el presente trabajo
adopto la definición de Chase-Dunn y Hall (1997:28): “Los sistemas mundiales son redes
intersocietales dentro de las cuales las interacciones (por ejemplo comercio, guerra,
intermatrimonio, información) son importantes para la reproducción de las estructuras
internas de las unidades constitutivas y afectan de manera importante los cambios que
ocurren en estas estructuras locales.” El sistema es inherentemente espacial, de múltiples
niveles y evolucionario (Peregrine 1996:1-2). Las condiciones bajo las cuales se manifiestan
las relaciones tipo centro/periferia son las siguientes: a) El centro controla todas las
exportaciones y la distribución de importaciones dentro de la esfera de interacción; b) Las
tecnologías de producción y transporte se controlan por el centro y c) La amenaza militar de
parte del centro es eficaz sobre áreas extensas (Schortman y Urban 1994: 403).
Aparentemente la unidad de análisis es el concepto clave que hace a la perspectiva de
sistema-mundo potencialmente útil, moviendo nuestro enfoque de la sociedad a unidades de
análisis más amplias. Es precisamente la unidad de análisis que diferencia el sistema-mundo
de cualquier otro (Hall y Chase-Dunn 1996:11-12; Peregrine 1996:2). La interdependecia
económica, en los términos de Wallerstein, es el concepto clave para la estructuración del
sistema. Chase-Dunn y Hall (1997:52), consideran que los sistemas mundo están compuestos
por cuatro unidades interactivas espacialmente distintas: a) red de bienes de bulto [bulk-
goods network (BGN)], b) red político/militar [political/military network (PMN)], c) red de
bienes de prestigio [prestige goods network (PGN)], y d) red de información [information
network (IN)]. La distinción mencionada es muy útil puesto que no asume que un tipo de
interacción es “causalmente más importante para el cambio social.”
El intercambio de información (en su amplio sentido incluyendo la transmisión de ideas, la
transferencia de conocimientos tecnológicos, y migraciones entre otros) puede crear un
sistema mundo con implicaciones económicas concomitantes, pero esa posibilidad no ha sido
explorada hasta la fecha. De hecho, la caracterización del mundo mesoamericano como una
unidad coherente se basa sobre todo en el compartimiento de elementos culturales (por
ejemplo, Kirchhoff 1943, Carmack et al. 1996). En este sentido, esta perspectiva brinda un
marco comparativo explícito tanto espacial como temporalmente ya que la arqueología
tradicionalmente se ha basado en el recurso de periodizaciones cronológicas de ciclos largos
como los que se han sugerido para explicar por ejemplo, el fenómeno Teotihuacan. Las

2
periferias habitualmente se definen como dependientes de los centros por la necesidad de
procurar objetos simbólicos con valor de legitimación política. Pero el centro, en algún
momento también depende de un número de recursos de la periferia. Friedman y Rowlands
(1977) han postulado que las relaciones centro/periferia que se basan solamente en
economías de artículos de prestigio son inestables y efímeras (véase también Hall y Chase
Dunn 1996:18; Saitta 1999:136; Fotiades 1999:392).
La extensión del sistema
Es importante considerar cómo se delimita el sistema-mundo. La definición de unidades
espaciales y temporales es siempre esencial pero a veces olvidada (Kohl 1989:17). La
aplicación de modelos sistema mundo implica precisamente que estamos tratando con un
fenómeno multidimensional donde importantes relaciones sistémicas transcienden las
fronteras regionales, capitales y políticas (Feinman 1996:117). Pese a las variaciones
terminológicas, coincido con Hall (1999) en que la unidad de análisis es el sistema mismo
puesto que los cambios en los niveles micro y macro pueden entenderse solo con referencias
al sistema en su totalidad. Por lo tanto, las “sociedades” no son unidades fundamentales de
organización social, sino “cristalizaciones de relaciones sistémicas” (Hall 1999:7).
Centralidad y periferialidad
El hecho de que el desarrollo y/o transformación de una sociedad en un centro se condicione
por la existencia de una periferia, se ha menospreciado en los estudios de interdependencia
sistémica. El concepto de la periferia como una entidad sin agencia es una equivocación
conceptual relacionada con el difusionismo tradicional, que impide la interpretación de áreas
culturales como producto de interacción sistémica (Feinman 1996:117; Schortman y Urban
1994:402).
Una unidad espacial distinta es la semiperiferia, que yace en alguna parte entre centros y
periferias con un sistema político menos complejo y más centralizado que las periferias. La
semiperiferia se caracteriza por una forma de organización política con características tanto
del centro como de la periferia, y precisamente su posición espacial le adscribe un papel
económico neutro que “estabiliza y perpetúa el sistema en su totalidad” (Stein 1999:11). Hall
(1999:8), basándose en la distinción entre centros, periferias, semiperiferias, y lógica del
sistema, es decir el modo de acumulación de bienes, ha establecido una tipología de
sistemas-mundo: a) sistemas de parentesco, b) tributarios y estados, muchos de los cuales
son imperios mundiales, y c) sistemas-mundo capitalistas.
La cualidad dinámica inherente de los sistemas mundo implica que tanto centralidad como
periferialidad no son valores estáticos sino sujetos a cambio. Ambos requieren una

3
examinación empírica puesto que las interacciones entre centro y periferia varian con en el
tiempo y así sus atributos (Feinman 1996:117). Por ejemplo, Teotihuacan monopolizaba los
yacimientos de obsidiana verde en Pachuca, Hidalgo, posiblemente por la alta demanda de
los sitios en las periferias (Spence 1981, 1987). Durante el siguiente periodo, el epiclásico,
hubo una demanda más alta para la obsidiana gris de la mina de Ucareo en Michoacán, y la
producción de las navajas de obsidiana verde desminuyó (Healan 1997, 1998). Y eso en
resumen, pudiera explicar el colapso de Teotihuacan como un centro en el sistema mundo
mesoamericano. La confusión de jerarquías de escala con jerarquías de control es una falacia
conceptual común entre los investigadores e impide el estudio de relaciones que son por
supuesto complejas pero no necesariamente jerárquicas (Crumley 1995:2-3). Abu-Lughod
(1989:364-65) demuestra exitosamente que el sistema mundo del siglo XIII no era jerárquico
y tampoco existía una sola hegemonía, sino un número de centros coexistentes que “a través
de relaciones tanto conflictivas como cooperativas llegó a ser cada vez más integrado.” Por
ende centralidad y periferialidad son conceptos identificadores sólo cuando es posible
explicar las dinámicas del cambio social y demonstrar cómo los cambios de poder pueden
transformar un centro en periferia y vice versa.
Sería erróneo postular que hay un solo centro que determina las relaciones religiosas,
sociales, económicas y políticas. Una entidad puede ser el centro para una serie de
relaciones, por ejemplo las religiosas, mientras un grupo distinto el centro para otro tipo de
relaciones, como las económicas. Las relaciones entre centros y periferias (o sea entre sitios
al nivel inter y supraregional) son fenómenos dinámicos y cambian a través del tiempo, aún
esta dimensión de cambio raras veces se investiga en Mesoamerica. De hecho, la periferia ha
recibido menos interés que el centro puesto que el centro es más potente; pero la periferia en
su totalidad puede ser más significativa que el centro y efectuar cambios profundos en el
centro (Chase Dunn 1992:316, Edens 1992:121, Hall 1999:5). Según los intereses
específicos de los actores, la periferialidad adquiere un valor negociable (Kardulias 1999;
Kohl 1987:16). En un marco hipotético de un sistema de múltiples-centros, la periferia no
dependería de un solo centro y pudiera aprovecharse de la competencia entre múltiples
centros a tal grado de determinar las condiciones del intercambio (Schortman y Urban
1994:403).
La estructuración de relaciones centro/periferia
Hall y Chase Dunn (1996:18) conciben la diferenciación y la jerarquización como conceptos
clave para la organización de relaciones entre centro y periferia, y a pesar de que sociedades
semejantes no tengan una diferenciación centro-periferia, pueden tener una jerarquización

4
centro-periferia. Especialmente importante es la consideración de las redes de información
como mecanismos de vinculación que pueden existir independientemente de otras redes
(Hall y Chase-Dunn 1996:14; Stein 1999:37). ¿Si las fronteras de distintas redes de
interacción no coinciden (Hall 1999:7), cuáles son las fronteras que definen el “sistema-
mundo” como tal? Más bien, ¿Es posible aislar el componente ideológico de una sociedad
del económico y/o político? Una sociedad periférica, según sus intereses, puede participar
en más de un sistema-mundo (unidades espaciales distintas), la primera basándose en
relaciones económicas, la segunda en religiosas. El valor de la perspectiva del sistema
mundo yace en el hecho de que permite el estudio de las conexiones entre diferentes partes
del sistema porque son las conexiones que mantienen el sistema; con la debilitación de las
conexiones, el sistema se contraerá.
Teotihuacan, centro del sistema mundo prehispánico: 200-650 d.n.e.
Durante 200-650 d.n.e. el sitio arqueológico de Teotihuacan en México Central, a unos 50
kms al noreste de la ciudad de México, fue el centro urbano más grande en Mesoamerica. El
sistema teotihuacano de intercambio se ha caracterizado como un sistema mundo sensu
Wallerstein (1974). Extendida sobre un área de 20km2, Teotihuacan se caracterizaba por
tener un centro ceremonial monumental, plataformas, conjuntos habitacionales, alta densidad
poblacional (circa 200,000 habitantes), especialización de artesanías e intercambio (Price
1983, Millon 1988, Spence 1987, Pasztory 1997, Cowgill 2003). Basándose en la presencia
de artefactos teotihuacanos en sitios tan lejanos como en Guatemala y Belize, los
arqueólogos han designado Teotihuacan como ‘centro’ y los sitios que interactuaban con ella
como ‘periferia’, porque tanto las ideas como los productos de estas ideas aparentemente se
originaron en el centro (Hassig 1992; Joyce 1993; Blanton y otros 1984, 1992, Diehl 1989;
Santley y Alexander 1996). El sistema teotihuacano de intercambio se basaba principal
aunque no únicamente en bienes de prestigio que en ciertos casos lograron afectar las
estructuras políticas regionales, conduciendo al incremento de centralización y/o
fragmentación interna. Teotihuacan mantuvo el control de las fuentes de obsidiana en el
centro de México y desde 300 d.n.e. interactuaba con sitios como Monte Alban en Oaxaca,
Copán en Honduras, Tikal y Kaminaljuyu en Guatemala entre otros. Un papel dominante se
puede asumir para Teotihuacan puesto que monopolizaba el control de rutas de intercambio
durante el periodo clásico y además, ejerció su papel como agente civilizatorio sobre su
periferia subdesarrollada. Sin embargo, esta postura teórica implica un estatus subordinado
para los sitios en la periferia, impidiendo el entendimiento de la naturaleza de los contactos
establecidos entre Teotihuacan y las regiones lejanas.

5
Sostengo, que el sistema-mundo teotihuacano, no fue un sistema-mundo sensu Wallerstein.
La caracterización de Teotihuacan como un centro durante el período clásico no se ha
demostrado todavía empíricamente y paradójicamente todavía ignoramos la naturaleza
propia del estado teotihuacano. El desarrollo del estado teotihuacano se ha atribuido a un
cierto número de factores endógeneos como el crecimiento poblacional, la irrigación y el
intercambio, actividades que requieren de una autoridad centralizada. No obstante, no hay
todavía un consenso en lo que se refiere a la evolución de la complejidad sociopolítica y
económica en Teotihuacan. Según Millon (1981) y Blanton et al. (1996), el comercio de
artefactos de prestigio entre las elites de la periferia impulsó la formación del estado
teotihuacano.
La ideología y la religión pudieran haber servido otro tipo de economía como la economía
ritual. Un estado jerárquico como Teotihuacan utilizó el simbolismo ritual y militar de una
manera muy sistemática1. La santificación del poder político a través de ritos organizados,
por ejemplo el sacrificio, fue una necesidad para la visión expansionista del macroestado
teotihuacano (Demarest 1984:235). Puesto que Teotihuacan había establecido relaciones con
diversas regiones a una escala tan amplia, la perspectiva de sistema-mundo permite entender
de una manera explícitamente transcultural la manifestación variable de estas relaciones. Sin
embargo, el análisis debe proceder fuera del marco centro-periferia sin asumir ninguna
dependencia económica de la periferia. Una herramienta metodológica importante para
entender los procesos del cambio a nivel macroregional es el estudio de la difusión de los
símbolos de índole ideológica y su integración en el tejido local. La distribución de los
altamente estandarizados kouros en Grecia antigua, por ejemplo, ilustra el alto grado de
interacción entre las ciudades-estado del siglo VI a.n.e. (Renfrew 1996:131). En
Mesoamerica, el grado de interacción entre Teotihuacan y áreas lejanas se determina también
por la distribución de artefactos relacionados con Teotihuacan que reflejan un sistema-
mundo eminentemente asimétrico como se evidencia por la manifestación diferencial de los
conjuntos de artefactos. Por ende, la manipulación de los símbolos durante la época clásica
se asociaba estrictamente con las dinámicas de relaciones de poder. El acceso a recursos
simbólicos tuvo una importancia equivalente al acceso a recursos materiales (bienes y modos
de producción). Chase (1999:40) postula que la creación de la cultura simbólica facilita la

1
“El sistema-mundo mesoamericano no se relacionaba con el capitalismo.y, pese su importancia, tampoco la
economía, ni los conflictos de clase son las bases de las relaciones internacionales. Considero al estado un
actor intencional con sus propios intereses y metas y no solo una superestructura ideológica para un sistema
económico dominado por una clase explotadora’ (Hassig 1992:181, note 3).

6
cooperación entre distintos grupos culturales. La proyección del valor simbólico sobre un
artefacto dado es un acto político cuyo propósito principal es mediar entre los actores
partícipes en un sistema de interacción. En el sistema-mundo teotihuacano, la presencia de
un corpus selectivo de elementos simbólicos sobre un área tan extensa señala el valor
político de estos elementos para la legitimación de los líderes locales y la adopción de
distintas estrategias políticas determinadas tanto por el centro como la periferia. La
subsistencia exitosa y la posición céntrica del sistema teotihuacano durante varios siglos,
indica que Teotihuacan logró el uso eficaz del poder. La lógica de este sistema se basaba en
el intercambio de bienes de prestigio como se manifiesta en cada-literalmente-área cultural
de aquella época. Además, por la primera vez, un estado prehispánico logró expandirse sobre
un territorio tan inmenso. Los sitios que interactuaban con Teotihuacan adoptaron el
simbolismo militar teotihuacano lo que indica un tipo de intervencionismo simbólico un
“acercamiento simbólico a la gestión del poder” (Ninkovich 1994:xv). La contracción del
sistema-mundo teotihuacano en el siglo VII d.n.e. repercutió a varios de los sitios de la
periferia, demostrando una de las características de los sistemas-mundo tempranos, es decir
su naturaleza efímera (véase Friedman y Rowlands 1977), el intercambio en bienes de
prestigio disminuyo, varios de los sitios asociados con Teotihuacan se abandonaron, y en
Teotihuacan mismo la población se redujo a 35,000 habitantes aproximadamente. El ocaso
de la gran urbe puede atribuirse a la lógica misma del sistema, puesto que la acumulación de
bienes era circunstancial y no una producción basada en la división del trabajo. A manera de
conclusión, el valor heurístico de la perspectiva del sistema-mundo en el estudio de las
sociedades prehispánicas yace en la capacidad de examinar cómo la interacción cultural
atraviesa las fronteras culturales, los procesos de cambio a nivel local y supralocal, la
integración de elementos alóctonos en el tejido local y la caracterización de la naturaleza de
los cambios que estas relaciones efectúan tanto en el centro como en la periferia.
Referencias
Abu–Lughod, J. L.
1989 Before European hegemony: The world system, AD 1250–1350. New York:
Oxford University Press.
Anderson, E. N. y C. Chase-Dunn
2005 The Rise y Fall of Great Powers. En The Historical Evolution of World-Systems,
editado por C. Chase-Dunn y E. N. Anderson, 1-19. New York: Palgrave Macmillan.
Blanton, R. y G. Feinman
1984 The Mesoamerican World System. American Anthropologist 86 (3):673–682.
Blanton, R. E., Kowaleski S. A. y G. M Feinman
1992 The Mesoamerican World-System. Review XV(3):419–426.
Blanton, R. E., G. M. Feinman, S. A. Kowaleski y P. N. Peregrine

7
1996 A Dual-Processual Theory for the Evolution of Mesoamerican Civilization.
Current Anthropology 37[1]: 1–85.
Carmack, R.M., Gasco, J. y G.H.Gossen
1996 The Legacy of Mesoamerica. History and Culture of a Native American
Civilization. New Jersey: Prentice Hall.
Chase, P.G.
1999 Symbolism as Reference and Symbolism as Culture. En The Evolution of Culture,
editado por R. Dunbar, C. Knight y C. Power, 34–49. Edinburgh: Edinburgh University
Press.
Chase-Dunn, C.
1992 The Comparative Study of World-Systems. Review15(3):313–333.
Chase-Dunn, C. y T. D. Hall
1997 Rise and Demise: Comparing World-Systems. Boulder: Westview Press.
Chase-Dunn y E. N. Anderson (eds.)
2005 The Historical Evolution of World-Systems. New York: Palgrave Macmillan.
Crumley, C.
1995 Heterarchy and the Analysis of Complex Societies. En Heterarchy and the
Analysis of Complex Societies, editado por R. M. Ehrenreich, C. L. Crumley y J. C.
Levy, 1–31. Archaeology Papers of the American Anthropological Association No 6.
Cowgill, G.L.
2003 Teotihuacan and the Maya. En Teotihuacan and the Maya. Reinterpreting Early
Classic Interaction, editado por G.E. Braswell, 209-221. Austin: University of Texas
Press.
Diehl, R.
1989 A Shadow of its Former Shelf: Teotihuacán during the Coyotlatelco Period. En
Mesoamerica After the Decline of Teotihuacán AD 700-900, editado por R. A. Diehl y J.
C. Berlo. Washington, D.C.: Dumbarton Oaks.
Edens, C.
1992 Dynamics of Trade in the Ancient Mesopotamian “World System”. American
Anthropologist 94:118–139.
Feinman, G. M.
1996 Conclusions. En Pre-Columbian World Systems. Monographs in World
Archaeology No. 26, editado por P .N. Peregrine y G. M. Feinman, 115–119. Madison,
Wisconsin: Prehistory Press.
Friedman, J. y M. Rowlands
1977 Notes Towards an Epigenetic Model of the Evolution of ‘Civilization’. En The
Evolution of Social Systems, editado por J. Friedman y M. Rowlands, 201–278. London:
Duckworth.
Fotiades, M.
1999 Comparability, Equivalency, and Contestation. En Material Symbols. Culture and
Economy in Prehistory, editado por J.E. Robb, 385-398. Carbondale: Southern Illinois
University.
Giddens, A.
1984 The Constitution of Society: Outline of the Theory of Structuration. Berkeley and
Los Angeles: University of California Press.
Gunder Frank, A. y B. K.Gills (eds.)
1993 The World System. Five Hundred Years or Five Thousand?, editado por A.
Gunder Frank y B. K. Gills. London: Routledge.
Hall, T. D.

8
1999 World-Systems and Evolution: An Appraisal. En World-Systems Theory in
Practice. Leadership, Production, and Exchange, editado por N. P. Kardulias, 1–23.
Lanham, Boulder, New York, Oxford: Rowman & Littlefield Publishers, Inc.
Hall, T. D. (ed.)
2000 A World-Systems Reader. New Perspectives on Gender, Urbanism, Cultures,
Indigenouseoples, and Ecology. Oxford: Rowman & Littlefield Publishers, Inc.
Hall, T. D. y C. Chase-Dunn
1996 Comparing World-Systems: Concepts and Hypotheses. En Pre-Columbian World
Systems. Monographs in World Archaeology No. 26, editado por P. N. Peregrine y G.
M. Feinman, 11–25. Madison, Wisconsin: Prehistory Press.
Hassig, R.
1992 War and Society in Ancient Mesoamerica. Berkeley, Los Angeles, Oxford:
University of California Press.
Healan, D.
1997 Pre-Hispanic Quarrying in the Ucareo-Zinapecuaro Obsidian Source Area.
Ancient Mesoamerica 8 (1):77–100.
1998 La cerámica Coyotlatelco y la exploitación del yacimiento de obsidiana de Ucareo
Zinapécuaro. En Genesis, culturas y espacios en Michoacán, editado por V. Darras, 101–
111. México: Centro de Estudios Mexicanos y de Centro América.
Joyce, A.
1993 Interregional Interaction and Social Development on the Oaxaca Coast. Ancient
Mesoamerica 4:67–84.
Kirchhoff, P.
1943 Mesoamerica. Sus límites geográficos, composición étnica y caracteres culturales.
Acta Americana 1(1):92–107.
Kardulias, N. P. (ed.)
1999 World-Systems Theory in Practice. Leadership, Production and Exchange.
Lanham, Boulder, New York, Oxford: Rowman & Littlefield Publishers, Inc.
Kohl, P.
1987 The Ancient economy, transferable technologies and the Bronze Age world-
system: a view from the northeastern frontier of the Ancient Near East. En Center and
Periphery in the Ancient World, editado por M. J. Rowlands, M. T. Larsen and K.
Kristiansen, 13–24. Cambridge: Cambridge University Press.
Millon, R.
1981 Teotihuacán: City, State, and Civilization. En Handbook of Middle American
Indians supplement vol.1 “Archaeology”, editado por J. A. Sabloff , 198–243. Austin:
University of Texas Press.
1988 The Last Years of Teotihuacán Dominance. En The Collapse of Ancient States
and Civilizations, editado por N. Yoffee and G. L. Cowgill, 102–164. Tucson: University
of Arizona Press.
Ninkovich, F.
1994 Modernity and Power. A History of the Domino Theory in the Twentieth Century.
Chicago and London: University of Chicago Press.
Pasztory, E.
1997 Teotihuacan: An Experiment in Living. Norman: Oklahoma University Press.
Peregrine, P. N.
1996 Introduction: World-Systems Theory and Archaeology. En Pre-Columbian World
Systems. Monographs in World Archaeology No. 26, editado por P. N. Peregrine y G.
M. Feinman, 1–10. Madison, Wisconsin: Prehistory Press.

9
2000 Archaeology and World-Systems Theory. En A World-Systems Reader. New
Perspectives on Gender, Urbanism, Cultures, Indigenous Peoples and Ecology editado
por T. Hall, 59-68. Oxford:Rowmand & Littlefield Publishers, INC.
Peregrine, P. N. y G. M. Feinman (eds.)
1996 Pre-Columbian World Systems. Monographs in World Archaeology No. 26.
Madison, Wisconsin: Prehistory Press.
Price, B.
1983 Teotihuacán as World-System: concerning the applicability of Wallerstein’s
model. En Orígen y Formación del Estado en Mesoamerica, editado por A. Medina, A.
L. Austin y M. C. Serra, 169–194. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
Renfrew, C.
1996 Peer Polity Interaction and Socio-political Change. En Contemporary
Archaeology in Theory. A reader, editado por R. W. Preucel and I. Hodder, 114–142.
Oxford: Blackwell.
Saitta, D. J.
1999 Prestige, Agency, and Change in Middle-Range Societies. En Material Symbols.
Culture and Economy in Prehistory, editado por J. E. Robb, 135–149. Carbondale:
Southern Illinois University.
Santley, R. y R.Alexander
1996 Teotihuacán and Middle Classic Mesoamerica: A Precolumbian World System?
In Arqueología Mesoamericana. Homenaje a W.T. Sanders I, editado por A. G.
Mastache, J. R. Parsons, R. S. Santley y M. C. Serra Puche, 173–194. México: Instituto
Nacional de Antropología e Historia y Arqueología Mexicana.
Schneider, J.
1977 Was There a Pre-Capitalist World-System? Peasant Studies VI (1): 20–29.
Schortman, E. M. y P. A. Urban
1994 Living on the Edge. Core/Periphery Relations in Ancient Southeastern
Mesoamerica. Current Anthropology 35 (4): 401–430.
Smith, M. E. y F. F. Berdan (eds.)
2003 The Postclassic Mesoamerican World. Salt Lake City: The University of Utah
Press.
Spence, M. W.
1981 Obsidian Production and the State in Teotihuacán. American Antiquity: 46
(4):769–87.
1987 The scale and structure of obsidian production in Teotihuacán. En Teotihuacán.
Nuevos Datos, Nuevas Sintesis, Nuevos Problemas, editado por E. McClung de Tapia y E.
Childs Rattray, 429–450. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
Stein, G.
1999 Rethinking World-Systems: Power, Distance, and Diasporas in the Dynamics of
Interregional Interaction. En World-Systems Theory in Practice. Leadership, Production,
and Exchange, editado por N. P. Kardulias, 153–177. Lanham, Boulder, New York,
Oxford: Rowman & Littlefield Publishers, Inc.
Urban, P. A. y E. M. Schortman
1999 Thoughts on the Periphery: The Ideological Consequences of Core/Periphery
Relations. En World-Systems Theory in Practice.Leadership, Production, and Exchange
editado por N. P. Kardulias, 125–152. Lanham, Boulder, New York, Oxford: Rowman
& Littlefield Publishers, Inc.
Wallerstein, I.
1974 The Modern World System: Capitalist Agriculture and the Origins of European
World-Economy in the Sixteenth Century. New York: Academic Press.

10
2002 Anthropology, Sociology, and Other Dubious Disciplines. Current Anthropology
44 (4):453-465.
2004 The Uncertainties of Knowledge. Philadelphia: Temple University Press.
Wilkerson, K. y S. Jeffrey
2000 Mesoamérica aún sin Mesoamérica. Dimensión Antropológica 19, mayo-agosto.

11

You might also like