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Profesora: Eliana Iturrioz

3° año 16

Género policial
Unidad III
EL GÉNERO POLICIAL

El cuento policial refiere la historia de un crimen cometido por un autor desconocido en circunstancias misteriosas. El
relato cuenta el procedimiento deductivo que, a partir de la observación y la interpretación de una serie de indicios,
lleva adelante un personaje (generalmente un detective) para desenmascarar al culpable y explicar sus móviles.

Este tipo de narraciones se inició a partir del auge del cientificismo y la consolidación del modo de vida propio de las
ciudades multitudinarias a mediados del siglo XIX. El escritor estadounidense Edgar Allan Poe (1809-1849) fue el primer
exponente, con el relato “Los crímenes de la calle Morgue”. A partir de este cuento, donde la aplicación de las nuevas
teorías científicas y el gran poder de observación del detective resuelven un misterio de difícil explicación, surgió el
género policial que se desarrolló, principalmente, en Inglaterra y Francia.

Algunos de los autores más reconocidos dentro de la corriente inglesa son Arthur Conan Doyle (1859-1930), creador de
Sherlock Holmes; Gilbert K. Chesterton (1874-1936), cuyo investigador era el Padre Brown; y Agatha Christie (1890-
1976), creadora del sagaz Hercule Poirot. Los autores franceses más destacados fueron Emile Gaboriau (1832-1873) y
Gastón Leroux (1868-1927).

La clasificación de los relatos policiales

Los textos policiales se dividen en dos clases, según el tipo de crimen y las características del detective que intenta
resolverlo: el policial de enigma y el policial negro.

El policial de enigma presenta un crimen que constituye un misterio aparentemente irresoluble que sólo la inteligencia
superior del detective puede develar. A este tipo de relato corresponden los de la primera etapa del policial y los de los
autores ya mencionados.

El policial de acción, negro o duro, en cambio, es un texto sumamente violento, en el que se representan los bajos
fondos urbanos, la corrupción de las instituciones y la acción de las mafias. Los detectives que lo protagonizan ya no son
razonadores puros, sino que luchan físicamente para resolver sus casos. Este tipo de relatos se desarrolló,
principalmente, en los Estados Unidos a partir de la década de 1920. Los autores más destacados son los
norteamericanos Dashiell Hammett (1894-1961), creador del detective Sam Spade; Raymond Chandler (1888-1959), con
el personaje de Philip Marlowey y el belga Georges Simenon (1903-1989).

Policial inglés, clásico o de enigma Policial de acción, duro o negro

 Surge a mediados del siglo XIX en Estados  Surge en Estados Unidos alrededor de 1940,
Unidos con Edgar Allan Poe, pero la mayoría época de los gánsteres y del contrabando de
de los autores más importantes del género son alcohol que se produjo por la prohibición de su
ingleses, por ejemplo Conan Doyle, quien creó consumo (ley seca).
a Sherlock Holmes; y G. K. Chesterton, que dio
vida al ingenioso Padre Brown.

 El delito está separado de su motivación social.  El delito pone de manifiesto un problema social.

 El detective es un defensor de la ley que  El detective es un profesional que trabaja por


investiga por amor a la verdad y colabora con una paga y que no tiene buenas relaciones con
la policía. la policía.

 El detective es un razonador puro.  Si es necesario, el detective apela a la violencia


o a métodos poco lícitos para hallar al culpable.

 Se evita todo tipo de violencia.  Son frecuentes la violencia física y verbal, así
como el derramamiento de sangre.

Características

* Estructura. Habitualmente es un relato que se hace al revés de la narrativa tradicional. Al comienzo se presenta el
enigma, que debe ser resuelto al final. El tiempo para aclarar el misterio procede en dos sentidos: mientras avanza la
investigación, futuro; se revela el enigma, pasado.

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Pero hay que tener en cuenta que a este relato precede una etapa previa de organización: cuando el escritor imagina o
fragua esa historia sigue un orden cronológico o lineal (comienzo, desarrollo y desenlace). Al escribirla invierte los
resultados y lo presenta al comienzo.

* Ambiente. Por lo general es urbano. En los primeros relatos el crimen ocurría en espacios interiores, en cuartos
cerrados y en lugares apartados o aislados de la civilización. En la actualidad la violencia se desata en las calles, ante la
sorpresa o indiferencia de los posibles testigos.

* Trama. La acción brinda el mayor suspenso. Deja siempre un hilo o eslabón por resolver. Con rigor deductivo, el
investigador y el lector desentrañan el enigma, al reunir esos hilos en el desenlace.

Al principio se proponen varias soluciones fáciles, a primera vista tentadoras, que sin embargo resultan falsas. Hay una
solución inesperada, a la cual sólo se llega al final. Para la solución del enigma se desecha todo elemento sobrenatural o
inexplicable. Es un relato hecho para que el lector participe en desentrañar el misterio; ingresa en el mismo como un
investigador más.

* Personajes. Se presentan en una perspectiva antitética: el policía, el detective, el inspector, el asesino y el espía; es
decir, los buenos y los malos. Por lo general son tipos; tienen caracteres bien definidos y no evolucionan a lo largo del
relato.

Corpus:

Emma Zunz ( Jorge Luis Borges)

El catorce de enero de 1922, Emma Zunz, al volver de la fábrica de tejidos Tarbuch y Loewenthal, halló en el fondo del
zaguán una carta, fechada en el Brasil, por la que supo que su padre había muerto. La engañaron, a primera vista, el sello
y el sobre; luego, la inquietó la letra desconocida. Nueve ,diez líneas borroneadas querían colmar la hoja; Emma leyó que
el señor Maier había ingerido por error una fuerte dosis de veronal y había fallecido el tres del corriente en el hospital de
Bagé. Un compañero de pensión de su padre firmaba la noticia, un tal Feino Fain, de Río Grande, que no podía saber que
se dirigía a la hija del muerto.

Emma dejó caer el papel. Su primera impresión fue de malestar en el vientre y en las rodillas; luego de ciega culpa, de
irrealidad, de frío, de temor; luego, quiso ya estar en el día siguiente. Acto continuo comprendió que esa voluntad era
inútil porque la muerte de su padre era lo único que había sucedido en el mundo, y seguiría sucediendo sin fin. Recogió
el papel y se fue a su cuarto. Furtivamente lo guardó en un cajón, como si de algún modo ya conociera los hechos
ulteriores. Ya había empezado a vislumbrarlos, tal vez; ya era la que sería.

En la creciente oscuridad, Emma lloró hasta el fin de aquel día del suicidio de Manuel Maier, que en los antiguos días
felices fue Emanuel Zunz. Recordó veraneos en una chacra, cerca de Gualeguay, recordó (trató de recordar) a su madre,
recordó la casita de Lanús que les remataron, recordó los amarillos losanges de una ventana, recordó el auto de prisión,
el oprobio, recordó los anónimos con el suelto sobre «el desfalco del cajero», recordó (pero eso jamás lo olvidaba) que
su padre, la última noche, le había jurado que el ladrón era Loewenthal. Loewenthal, Aarón Loewenthal, antes gerente
de la fábrica y ahora uno de los dueños. Emma, desde 1916, guardaba el secreto. A nadie se lo había revelado, ni siquiera
a su mejor amiga, Elsa Urstein. Quizá rehuía la profana incredulidad; quizá creía que el secreto era un vínculo entre ella y
el ausente. Loewenthal no sabía que ella sabía; Emma Zunz derivaba de ese hecho ínfimo un sentimiento de poder.

No durmió aquella noche, y cuando la primera luz definió el rectángulo de la ventana, ya estaba perfecto su plan.
Procuró que ese día, que le pareció interminable, fuera como los otros. Había en la fábrica rumores de huelga; Emma se
declaró, como siempre, contra toda violencia. A las seis, concluido el trabajo, fue con Elsa a un club de mujeres, que
tiene gimnasio y pileta. Se inscribieron; tuvo que repetir y deletrear su nombre y su apellido, tuvo que festejar las
bromas vulgares que comentan la revisación. Con Elsa y con la menor de las Kronfuss discutió a qué cinematógrafo irían
el domingo a la tarde. Luego, se habló de novios y nadie esperó que Emma hablara. En abril cumpliría diecinueve años,
pero los hombres le inspiraban, aún, un temor casi patológico… De vuelta, preparó una sopa de tapioca y unas
legumbres, comió temprano, se acostó y se obligó a dormir. Así, laborioso y trivial, pasó el viernes quince, la víspera.

El sábado, la impaciencia la despertó. La impaciencia, no la inquietud, y el singular alivio de estar en aquel día, por fin. Ya
no tenía que tramar y que imaginar; dentro de algunas horas alcanzaría la simplicidad de los hechos. Leyó en La Prensa
que el Nordstjärnan, de Malmö, zarparía esa noche del dique 3; llamó por teléfono a Loewenthal, insinuó que deseaba
comunicar, sin que lo supieran las otras, algo sobre la huelga y prometió pasar por el escritorio, al oscurecer. Le temblaba
la voz; el temblor convenía a una delatora. Ningún otro hecho memorable ocurrió esa mañana. Emma trabajó hasta las
doce y fijó con Elsa y con Perla Kronfuss los pormenores del paseo del domingo. Se acostó después de almorzar y
recapituló, cerrados los ojos, el plan que había tramado. Pensó que la etapa final sería menos horrible que la primera y
que le depararía, sin duda, el sabor de la victoria y de la justicia. De pronto, alarmada, se levantó y corrió al cajón de la
cómoda. Lo abrió; debajo del retrato de Milton Sills, donde la había dejado la antenoche, estaba la carta de Fain. Nadie
podía haberla visto; la empezó a leer y la rompió.

Referir con alguna realidad los hechos de esa tarde sería difícil y quizá improcedente. Un atributo de lo infernal es la
irrealidad, un atributo que parece mitigar sus terrores y que los agrava tal vez. ¿Cómo hacer verosímil una acción en la

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que casi no creyó quien la ejecutaba, cómo recuperar ese breve caos que hoy la memoria de Emma Zunz repudia y
confunde? Emma vivía por Almagro, en la calle Liniers; nos consta que esa tarde fue al puerto. Acaso en el infame Paseo
de Julio se vio multiplicada en espejos, publicada por luces y desnudada por los ojos hambrientos, pero más razonable es
conjeturar que al principio erró, inadvertida, por la indiferente recova… Entró en dos o tres bares, vio la rutina o los
manejos de otras mujeres. Dio al fin con hombres del Nordstjärnan. De uno, muy joven, temió que le inspirara alguna
ternura y optó por otro, quizá más bajo que ella y grosero, para que la pureza del horror no fuera mitigada. El hombre la
condujo a una puerta y después a un turbio zaguán y después a una escalera tortuosa y después a un vestíbulo (en el que
había una vidriera con losanges idénticos a los de la casa en Lanús) y después a un pasillo y después a una puerta que se
cerró. Los hechos graves están fuera del tiempo, ya porque en ellos el pasado inmediato queda como tronchado del
porvenir, ya porque no parecen consecutivas las partes que los forman.

¿En aquel tiempo fuera del tiempo, en aquel desorden perplejo de sensaciones inconexas y atroces, pensó Emma Zunz
una sola vez en el muerto que motivaba el sacrificio? Yo tengo para mí que pensó una vez y que en ese momento peligró
su desesperado propósito. Pensó (no pudo no pensar) que su padre le había hecho a su madre la cosa horrible que a ella
ahora le hacían. Lo pensó con débil asombro y se refugió, en seguida, en el vértigo. El hombre, sueco o finlandés, no
hablaba español; fue una herramienta para Emma como ésta lo fue para él, pero ella sirvió para el goce y él para la
justicia. Cuando se quedó sola, Emma no abrió en seguida los ojos. En la mesa de luz estaba el dinero que había dejado
el hombre: Emma se incorporó y lo rompió como antes había roto la carta. Romper dinero es una impiedad, como tirar el
pan; Emma se arrepintió, apenas lo hizo. Un acto de soberbia y en aquel día… El temor se perdió en la tristeza de su
cuerpo, en el asco. El asco y la tristeza la encadenaban, pero Emma lentamente se levantó y procedió a vestirse. En el
cuarto no quedaban colores vivos; el último crepúsculo se agravaba. Emma pudo salir sin que lo advirtieran; en la
esquina subió a un Lacroze, que iba al oeste. Eligió, conforme a su plan, el asiento más delantero, para que no le vieran la
cara. Quizá le confortó verificar, en el insípido trajín de las calles, que lo acaecido no había contaminado las cosas. Viajó
por barrios decrecientes y opacos, viéndolos y olvidándolos en el acto, y se apeó en una de las bocacalles de Warnes.
Paradójicamente su fatiga venía a ser una fuerza, pues la obligaba a concentrarse en los pormenores de la aventura y le
ocultaba el fondo y el fin.

Aarón Loewenthal era, para todos, un hombre serio; para sus pocos íntimos, un avaro. Vivía en los altos de la fábrica,
solo. Establecido en el desmantelado arrabal, temía a los ladrones; en el patio de la fábrica había un gran perro y en el
cajón de su escritorio, nadie lo ignoraba, un revólver. Había llorado con decoro, el año anterior, la inesperada muerte de
su mujer – ¡una Gauss, que le trajo una buena dote! -, pero el dinero era su verdadera pasión. Con íntimo bochorno se
sabía menos apto para ganarlo que para conservarlo. Era muy religioso; creía tener con el Señor un pacto secreto, que lo
eximía de obrar bien, a trueque de oraciones y devociones. Calvo, corpulento, enlutado, de quevedos ahumados y barba
rubia, esperaba de pie, junto a la ventana, el informe confidencial de la obrera Zunz.

La vio empujar la verja (que él había entornado a propósito) y cruzar el patio sombrío. La vio hacer un pequeño rodeo
cuando el perro atado ladró. Los labios de Emma se atareaban como los de quien reza en voz baja; cansados, repetían la
sentencia que el señor Loewenthal oiría antes de morir.

Las cosas no ocurrieron como había previsto Emma Zunz. Desde la madrugada anterior, ella se había soñado muchas
veces, dirigiendo el firme revólver, forzando al miserable a confesar la miserable culpa y exponiendo la intrépida
estratagema que permitiría a la Justicia de Dios triunfar de la justicia humana. (No por temor, sino por ser un
instrumento de la Justicia, ella no quería ser castigada.) Luego, un solo balazo en mitad del pecho rubricaría la suerte de
Loewenthal. Pero las cosas no ocurrieron así.

Ante Aarón Loeiventhal, más que la urgencia de vengar a su padre, Emma sintió la de castigar el ultraje padecido por ello.
No podía no matarlo, después de esa minuciosa deshonra. Tampoco tenía tiempo que perder en teatralerías. Sentada,
tímida, pidió excusas a Loewenthal, invocó (a fuerza delatora) las obligaciones de la lealtad, pronunció algunos nombres,
dio a entender otros y se cortó como si la venciera el temor. Logró que Loewenthal saliera a buscar una copa de agua.
Cuando éste, incrédulo de tales aspavientos, pero indulgente, volvió del comedor, Emma ya había sacado del cajón el
pesado revólver. Apretó el gatillo dos veces. El considerable cuerpo se desplomó como si los estampidos y el humo lo
hubieran roto, el vaso de agua se rompió, la cara la miró con asombro y cólera, la boca de la cara la injurió en español y
en ídisch. Las malas palabras no cesaban; Emma tuvo que hacer fuego otra vez. En el patio, el perro encadenado rompió
a ladrar, y una efusión de brusca sangre manó de los labios obscenos y manchó la barba y la ropa. Emma inició la
acusación que había preparado («He vengado a mi padre y no me podrán castigar…»), pero no la acabó, porque el señor
Loewenthal ya había muerto. No supo nunca si alcanzó a comprender.

Los ladridos tirantes le recordaron que no podía, aún, descansar. Desordenó el diván, desabrochó el saco del cadáver, le
quitó los quevedos salpicados y los dejó sobre el fichero. Luego tomó el teléfono y repitió lo que tantas veces repetiría,
con esas y con otras palabras: Ha ocurrido una cosa que es increíble… El señor Loewenthal me hizo venir con el pretexto
de la huelga… Abusó de mí, lo maté…

La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos, porque sustancialmente era cierta. Verdadero era el tono de
Emma Zunz, verdadero el pudor, verdadero el odio. Verdadero también era el ultraje que había padecido; sólo eran falsas
las circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios.

Actividad:

1) El relato comienza con una carta que recibe Emma Zunz. ¿Quién se la envía? ¿Desde dónde? ¿Qué hecho cuenta? ¿En
qué circunstancias ocurrió?
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2) Explicá –cuando hayas reunido los datos necesarios- por qué el padre de Emma tenía doble identidad.

3) ¿Quién es Aaron Loewenthal y qué papel juega en el destino de su padre?

4) ¿Qué frase del relato indica que Emma va a vengarse?

5) ¿Cómo es su vida sentimental?

6) Explicá en la relectura la frase “Leyó en ´La Prensa´ que el Nordstjarnan, de Malmó, zarparía esa noche del dique 3”.

7) ¿Con qué excusa consigue Emma una cita con Loewenthal?

8) Explicá en la relectura: “Pensó que la etapa final sería menos horrible que la primera…”

9) ¿Por qué rompe la carta?

10) ¿Con qué objeto va a al puerto? (vinculalo con 6 y con 11)

11) Explicá: “Entró en dos o tres bares, vio la rutina o los manejos de otra mujeres”.

12) ¿Es normal la actitud de Emma si consideramos los respondido en 5? ¿Qué explicación le encontrás?

13) ¿Qué defensa tenía Loewenthal contra los ladrones?

14) ¿Por qué podríamos decir que en materia de religión era un hipócrita?

15) ¿Con qué intención va Emma a ver a Loewenthal?

16) El texto insiste con la frase “las cosas no ocurrieron así”. ¿A qué se refiere?

17) ¿Por qué tiene Emma la seguridad de no ser castigada por su crimen?

18) ¿Por qué en la actualidad sería descubierta?

19) Explicá por qué podemos incluir a este texto dentro de la categoría “cuento policial” e indicá si lo podemos incluir en
alguno de los tipos de policial ya vistos.

20) Escribí la noticia que salió en el diario local al día siguiente. Imaginen las declaraciones del detective y de los testigos
citados por la policía.

Cordero asado (de Roald Dahl)

(Del libro “Relatos de lo inesperado”)

La habitación estaba limpia y acogedora, las cortinas corridas, las dos lámparas de mesa encendidas, la suya y la de la
silla vacía, frente a ella. Detrás, en el aparador, dos vasos altos de whisky. Cubos de hielo en un recipiente.

Mary Maloney estaba esperando a que su marido volviera del trabajo.

De vez en cuando echaba una mirada al reloj, pero sin preocupación, simplemente para complacerse de que cada
minuto que pasaba acercaba el momento de su llegada. Tenía un aire sonriente y optimista. Su cabeza se inclinaba hacia
la costura con entera tranquilidad. Su piel —estaba en el sexto mes del embarazo— había adquirido un maravilloso
brillo, los labios suaves y los ojos, de mirada serena, parecían más grandes y más oscuros que antes.

Cuando el reloj marcaba las cinco menos diez, empezó a escuchar, y pocos minutos más tarde, puntual como siempre,
oyó rodar los neumáticos sobre la grava y cerrarse la puerta del coche, los pasos que se acercaban, la llave dando
vueltas en la cerradura.

Dejó a un lado la costura, se levantó y fue a su encuentro para darle un beso en cuanto entrara.

—¡Hola, querido! —dijo ella.

—¡Hola! —contestó él.

Ella le colgó el abrigo en el armario. Luego volvió y preparó las bebidas, una fuerte para él y otra más floja para ella;
después se sentó de nuevo con la costura y su marido enfrente con el alto vaso de whisky entre las manos, moviéndolo
de tal forma que los cubitos de hielo golpeaban contra las paredes del vaso. Para ella ésta era una hora maravillosa del
día. Sabía que su esposo no quería hablar mucho antes de terminar la primera bebida, y a ella, por su parte, le gustaba

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sentarse silenciosamente, disfrutando de su compañía después de tantas horas de soledad. Le gustaba vivir con este
hombre y sentir —como siente un bañista al calor del sol— la influencia que él irradiaba sobre ella cuando estaban
juntos y solos. Le gustaba su manera de sentarse descuidadamente en una silla, su manera de abrir la puerta o de andar
por la habitación a grandes zancadas. Le gustaba esa intensa mirada de sus ojos al fijarse en ella y la forma graciosa de
su boca, especialmente cuando el cansancio no le dejaba hablar, hasta que el primer vaso de whisky le reanimaba un
poco.

—¿Cansado, querido?

—Sí —respondió él—, estoy cansado.

Mientras hablaba, hizo una cosa extraña. Levantó el vaso y bebió su contenido de una sola vez aunque el vaso estaba a
medio llenar.

Ella no lo vio, pero lo intuyó al oír el ruido que hacían los cubitos de hielo al volver a dejar él su vaso sobre la mesa.
Luego se levantó lentamente para servirse otro vaso.

—Yo te lo serviré —dijo ella, levantándose.

—Siéntate —dijo él secamente.

Al volver observó que el vaso estaba medio lleno de un líquido ambarino.

—Querido, ¿quieres que te traiga las zapatillas? Le observó mientras él bebía el whisky.

—Creo que es una vergüenza para un policía que se va haciendo mayor, como tú, que le hagan andar todo el día —dijo
ella.

Él no contestó; Mary Maloney inclinó la cabeza de nuevo y continuó con su costura. Cada vez que él se llevaba el vaso a
los labios se oía golpear los cubitos contra el cristal.

—Querido, ¿quieres que te traiga un poco de queso? No he hecho cena porque es jueves.

—No —dijo él.

—Si estás demasiado cansado para comer fuera —continuó ella—, no es tarde para que lo digas. Hay carne y otras cosas
en la nevera y te lo puedo servir aquí para que no tengas que moverte de la silla.

Sus ojos se volvieron hacia ella; Mary esperó una respuesta, una sonrisa, un signo de asentimiento al menos, pero él no
hizo nada de esto.

—Bueno —agregó ella—, te sacaré queso y unas galletas.

—No quiero —dijo él.

Ella se movió impaciente en la silla, mirándole con sus grandes ojos.

—Debes cenar. Yo lo puedo preparar aquí, no me molesta hacerlo. Tengo chuletas de cerdo y cordero, lo que quieras,
todo está en la nevera.

—No me apetece —dijo él.

—¡Pero querido! ¡Tienes que comer! Te lo sacaré y te lo comes, si te apetece.

Se levantó y puso la costura en la mesa, junto a la lámpara.

—Siéntate —dijo él—, siéntate sólo un momento. Desde aquel instante, ella empezó a sentirse atemorizada.

—Vamos —dijo él—, siéntate.

Se sentó de nuevo en su silla, mirándole todo el tiempo con sus grandes y asombrados ojos. El había acabado su
segundo vaso y tenía los ojos bajos.

—Tengo algo que decirte.

—¿Qué es ello, querido? ¿Qué pasa?

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El se había quedado completamente quieto y mantenía la cabeza agachada de tal forma que la luz de la lámpara le daba
en la parte alta de la cara, dejándole la barbilla y la boca en la oscuridad.

—Lo que voy a decirte te va a trastornar un poco, me temo —dijo—, pero lo he pensado bien y he decidido que lo mejor
que puedo hacer es decírtelo en seguida. Espero que no me lo reproches demasiado.

Y se lo dijo. No tardó mucho, cuatro o cinco minutos como máximo. Ella no se movió en todo el tiempo, observándolo
con una especie de terror mientras él se iba separando de ella más y más, a cada palabra.

—Eso es todo —añadió—, ya sé que es un mal momento para decírtelo, pero no hay otro modo de hacerlo.
Naturalmente, te daré dinero y procuraré que estés bien cuidada. Pero no hay necesidad de armar un escándalo. No
sería bueno para mi carrera.

Su primer impulso fue no creer una palabra de lo que él había dicho. Se le ocurrió que quizá él no había hablado, que era
ella quien se lo había imaginado todo. Quizá si continuara su trabajo como si no hubiera oído nada, luego, cuando
hubiera pasado algún tiempo, se encontraría con que nada había ocurrido.

—Prepararé la cena —dijo con voz ahogada.

Esta vez él no contestó.

Mary se levantó y cruzó la habitación. No sentía nada, excepto un poco de náuseas y mareo. Actuaba como un
autómata. Bajó hasta la bodega, encendió la luz y metió la mano en el congelador, sacando el primer objeto que
encontró. Lo sacó y lo miró. Estaba envuelto en papel, así que lo desenvolvió y lo miró de nuevo.

Era una pierna de cordero.

Muy bien, cenarían pierna de cordero. Subió con el cordero entre las manos y al entrar en el cuarto de estar encontró a
su marido de pie junto a la ventana, de espaldas a ella.

Se detuvo.

—Por el amor de Dios —dijo él al oírla, sin volverse—, no hagas cena para mí. Voy a salir.

En aquel momento, Mary Maloney se acercó a él por detrás y sin pensarlo dos veces levantó la pierna de cordero
congelada y le golpeó en la parte trasera de la cabeza tan fuerte como pudo. Fue como si le hubiera pegado con una
barra de acero. Retrocedió un paso, esperando a ver qué pasaba, y lo gracioso fue que él quedó tambaleándose unos
segundos antes de caer pesadamente en la alfombra.

La violencia del golpe, el ruido de la mesita al caer por haber sido empujada, la ayudaron a salir de su ensimismamiento.

Salió retrocediendo lentamente, sintiéndose fría y confusa, y se quedó por unos momentos mirando el cuerpo inmóvil
de su marido, apretando entre sus dedos el ridículo pedazo de carne que había empleado para matarle.

«Bien —se dijo a sí misma—, ya lo has matado.»

Era extraordinario. Ahora lo veía claro. Empezó a pensar con rapidez. Como esposa de un detective, sabía cuál sería el
castigo; de acuerdo. A ella le era indiferente. En realidad sería un descanso. Pero por otra parte. ¿Y el niño? ¿Qué decía
la ley acerca de las asesinas que iban a tener un hijo? ¿Los mataban a los dos, madre e hijo? ¿Esperaban hasta el noveno
mes? ¿Qué hacían?

Mary Maloney lo ignoraba y no estaba dispuesta a arriesgarse.

Llevó la carne a la cocina, la puso en el horno, encendió éste y la metió dentro. Luego se lavó las manos y subió a su
habitación. Se sentó delante del espejo, arregló su cara, puso un poco de rojo en los labios y polvo en las mejillas.
Intentó sonreír, pero le salió una mueca. Lo volvió a intentar.

—Hola, Sam —dijo en voz alta. La voz sonaba rara también.

—Quiero patatas, Sam, y también una lata de guisantes.

Eso estaba mejor. La sonrisa y la voz iban mejorando. Lo ensayó varias veces. Luego bajó, cogió el abrigo y salió a la calle
por la puerta trasera del jardín.

Todavía no eran las seis y diez y había luz en las tiendas de comestibles.

—Hola, Sam —dijo sonriendo ampliamente al hombre que estaba detrás del mostrador.

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—¡Oh, buenas noches, señora Maloney! ¿Cómo está?

—Muy bien, gracias. Quiero patatas, Sam, y una lata de guisantes.

El hombre se volvió de espaldas para alcanzar la lata de guisantes.

—Patrick dijo que estaba cansado y no quería cenar fuera esta noche —le dijo—. Siempre solemos salir los jueves y no
tengo verduras en casa.

—¿Quiere carne, señora Maloney?

—No, tengo carne, gracias. Hay en la nevera una pierna de cordero.

—¡Oh!

—No me gusta asarlo cuando está congelado, pero voy a probar esta vez. ¿Usted cree que saldrá bien?

—Personalmente —dijo el tendero—, no creo que haya ninguna diferencia. ¿Quiere estas patatas de Idaho?

—¡Oh, sí, muy bien! Dos de ésas.

—¿Nada más? —El tendero inclinó la cabeza, mirándola con simpatía—. ¿Y para después? ¿Qué le va a dar luego?

—Bueno. ¿Qué me sugiere, Sam?

El hombre echó una mirada a la tienda.

—¿Qué le parece una buena porción de pastel de queso? Sé que le gusta a Patrick.

—Magnífico —dijo ella—, le encanta.

Cuando todo estuvo empaquetado y pagado, sonrió agradablemente y dijo:

—Gracias, Sam. Buenas noches.

Ahora, se decía a sí misma al regresar, iba a reunirse con su marido, que la estaría esperando para cenar; y debía cocinar
bien y hacer comida sabrosa porque su marido estaría cansado; y si cuando entrara en la casa encontraba algo raro,
trágico o terrible, sería un golpe para ella y se volvería histérica de dolor y de miedo. ¿Es que no lo entienden? Ella no
esperaba encontrar nada. Simplemente era la señora Maloney que volvía a casa con las verduras un jueves por la tarde
para preparar la cena a su marido.

«Eso es —se dijo a sí misma—, hazlo todo bien y con naturalidad. Si se hacen las cosas de esta manera, no habrá
necesidad de fingir.»

Por lo tanto, cuando entró en la cocina por la puerta trasera, iba canturreando una cancioncilla y sonriendo.

—¡Patrick! —llamó—, ¿dónde estás, querido? Puso el paquete sobre la mesa y entró en el cuarto de estar. Cuando le vio
en el suelo, con las piernas dobladas y uno de los brazos debajo del cuerpo, fue un verdadero golpe para ella.

Todo su amor y su deseo por él se despertaron en aquel momento. Corrió hacia su cuerpo, se arrodilló a su lado y
empezó a llorar amargamente. Fue fácil, no tuvo que fingir.

Unos minutos más tarde, se levantó y fue al teléfono. Sabía el número de la jefatura de Policía, y cuando le contestaron
al otro lado del hilo, ella gritó:

—¡Pronto! ¡Vengan en seguida! ¡Patrick ha muerto!

—¿Quién habla?

—La señora Maloney, la señora de Patrick Maloney.

—¿Quiere decir que Patrick Maloney ha muerto?

—Creo que sí —gimió ella—. Está tendido en el suelo y me parece que está muerto.

—Iremos en seguida —dijo el hombre.

El coche vino rápidamente. Mary abrió la puerta a los dos policías. Los reconoció a los dos en seguida —en realidad
conocía a casi todos los del distrito— y se echó en los brazos de Jack Nooan, llorando histéricamente. El la llevó con

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cuidado a una silla y luego fue a reunirse con el otro, que se llamaba O'Malley, el cual estaba arrodillado al lado del
cuerpo inmóvil.

—¿Está muerto? —preguntó ella.

—Me temo que sí... ¿qué ha ocurrido?

Brevemente, le contó que había salido a la tienda de comestibles y al volver lo encontró tirado en el suelo. Mientras ella
hablaba y lloraba, Nooan descubrió una pequeña herida de sangre cuajada en la cabeza del muerto. Se la mostró a
O'Malley y éste, levantándose, fue derecho al teléfono.

Pronto llegaron otros policías. Primero un médico, después dos detectives, a uno de los cuales conocía de nombre. Más
tarde, un fotógrafo de la Policía que tomó algunos planos y otro hombre encargado de las huellas dactilares. Se oían
cuchicheos por la habitación donde yacía el muerto y los detectives le hicieron muchas preguntas. No obstante, siempre
la trataron con amabilidad.

Volvió a contar la historia otra vez, ahora desde el principio. Cuando Patrick llegó ella estaba cosiendo, y él se sintió tan
fatigado que no quiso salir a cenar. Dijo que había puesto la carne en el horno —allí estaba, asándose— y se había
marchado a la tienda de comestibles a comprar verduras. De vuelta lo había encontrado tendido en el suelo.

—¿A qué tienda ha ido usted? —preguntó uno de los detectives.

Se lo dijo, y entonces el detective se volvió y musitó algo en voz baja al otro detective, que salió inmediatamente a la
calle.

«..., parecía normal..., muy contenta..., quería prepararle una buena cena..., guisantes..., pastel de queso..., imposible
que ella...»

Transcurrido algún tiempo el fotógrafo y el médico se marcharon y los otros dos hombres entraron y se llevaron el
cuerpo en una camilla. Después se fue el hombre de las huellas dactilares. Los dos detectives y los policías se quedaron.
Fueron muy amables con ella; Jack Nooan le preguntó si no se iba a marchar a otro sitio, a casa de su hermana, quizá, o
con su mujer, que cuidaría de ella y la acostaría.

—No —dijo ella.

No creía en la posibilidad de que pudiera moverse ni un solo metro en aquel momento. ¿Les importaría mucho que se
quedara allí hasta que se encontrase mejor? Todavía estaba bajo los efectos de la impresión sufrida.

—Pero ¿no sería mejor que se acostara un poco? —preguntó Jack Nooan.

—No —dijo ella.

Quería estar donde estaba, en esa silla. Un poco más tarde, cuando se sintiera mejor, se levantaría.

La dejaron mientras deambulaban por la casa, cumpliendo su misión. De vez en cuando uno de los detectives le hacía
una pregunta. También Jack Nooan le hablaba cuando pasaba por su lado. Su marido, le dijo, había muerto de un golpe
en la cabeza con un instrumento pesado, casi seguro una barra de hierro. Ahora buscaban el arma. El asesino podía
habérsela llevado consigo, pero también cabía la posibilidad de que la hubiera tirado o escondido en alguna parte.

—Es la vieja historia —dijo él—, encontraremos el arma y tendremos al criminal.

Más tarde, uno de los detectives entró y se sentó a su lado.

—¿Hay algo en la casa que pueda haber servido como arma homicida? —le preguntó—. ¿Le importaría echar una
mirada a ver si falta algo, un atizador, por ejemplo, o un jarrón de metal?

—No tenemos jarrones de metal —dijo ella.

—¿Y un atizador?

—No tenemos atizador, pero puede haber algo parecido en el garaje.

La búsqueda continuó.

Ella sabía que había otros policías rodeando la casa. Fuera, oía sus pisadas en la grava y a veces veía la luz de una
linterna infiltrarse por las cortinas de la ventana. Empezaba a hacerse tarde, eran cerca de las nueve en el reloj de la
repisa de la chimenea. Los cuatro hombres que buscaban por las habitaciones empezaron a sentirse fatigados.

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—Jack —dijo ella cuando el sargento Nooan pasó a su lado—, ¿me quiere servir una bebida?

—Sí, claro. ¿Quiere whisky?

—Sí, por favor, pero poco. Me hará sentir mejor. Le tendió el vaso.

—¿Por qué no se sirve usted otro? —dijo ella—; debe de estar muy cansado; por favor, hágalo, se ha portado muy bien
conmigo.

—Bueno —contestó él—, no nos está permitido, pero puedo tomar un trago para seguir trabajando.

Uno a uno, fueron llegando los otros y bebieron whisky. Estaban un poco incómodos por la presencia de ella y trataban
de consolarla con inútiles palabras.

El sargento Nooan, que rondaba por la cocina, salió y dijo:

—Oiga, señora Maloney. ¿Sabe que tiene el horno encendido y la carne dentro?

—¡Dios mío! —gritó ella—. ¡Es verdad!

—¿Quiere que vaya a apagarlo?

—¿Sería tan amable, Jack? Muchas gracias.

Cuando el sargento regresó por segunda vez lo miró con sus grandes y profundos ojos.

—Jack Nooan —dijo.

—¿Sí?

—¿Me harán un pequeño favor, usted y los otros?

—Si está en nuestras manos, señora Maloney...

—Bien —dijo ella—. Aquí están ustedes, todos buenos amigos de Patrick, tratando de encontrar al hombre que lo mató.
Deben de estar hambrientos porque hace rato que ha pasado la hora de la cena, y sé que Patrick, que en gloria esté,
nunca me perdonaría que estuviesen en su casa y no les ofreciera hospitalidad. ¿Por qué no se comen el cordero que
está en el horno? Ya estará completamente asado.

—Ni pensarlo —dijo el sargento Nooan.

—Por favor —pidió ella—, por favor, cómanlo. Yo no voy a tocar nada de lo que había en la casa cuando él estaba aquí,
pero ustedes sí pueden hacerlo. Me harían un favor si se lo comieran. Luego, pueden continuar su trabajo.

Los policías dudaron un poco, pero tenían hambre y al final decidieron ir a la cocina y cenar. La mujer se quedó donde
estaba, oyéndolos a través de la puerta entreabierta. Hablaban entre sí a pesar de tener la boca llena de comida.

—¿Quieres más, Charlie?

—No, será mejor que no lo acabemos.

—Pero ella quiere que lo acabemos, eso fue lo que dijo. Le hacemos un favor.

—Bueno, dame un poco más.

—Debe de haber sido un instrumento terrible el que han usado para matar al pobre Patrick —decía uno de ellos—, el
doctor dijo que tenía el cráneo hecho trizas.

—Por eso debería ser fácil de encontrar.

—Eso es lo que a mí me parece.

—Quienquiera que lo hiciera no iba a llevar una cosa así, tan pesada, más tiempo del necesario. Uno de ellos eructó:

—Mi opinión es que tiene que estar aquí, en la casa.

—Probablemente bajo nuestras propias narices. ¿Qué piensas tú, Jack?

En la otra habitación, Mary Maloney empezó a reírse entre dientes.

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Consignas:

1) Al principio del cuento hay una descripción detallada del ambiente y de los personajes, ¿qué función creés que
tiene?
2) ¿Quiénes son los personajes? Describilos.
3) ¿Qué acontecimiento rompe con la cotidianeidad d elos personajes?
4) ¿Qué decisión toma Mary Maloney que cambiará su vida para siempre?
5) ¿Por qué le sirvió ser esposa de un detective?
6) ¿Cuál fue su coartada?
7) ¿Por qué nunca la descubrieron?

COHERENCIA Y COHESIÓN

Coherencia y cohesión, conectores

Coherencia: Se dice que un texto es coherente cuando todos los remas corresponden a un mismo tema. Se logra a
través de la correcta organización de la información sobre un determinado tema. Se relaciona, entonces, con el sentido.

Ej. El texto: "Este mes se llevará a cabo un encuentro de científicos argentinos. Sin embargo, el blanco y el negro se
seguirán usando. Entonces el prisma es un cuerpo." no es coherente, porque los remas ("lo que se dice de") no se
corresponde siempre al mismo tema, por lo tanto, pierde sentido. En cambio el texto "Este mes se llevará a cabo un
encuentro de científicos argentinos. Se reunirán en la ciudad de Córdoba. Pero aún no conocemos la nómina de
participantes." es coherente porque todos los remas corresponden al tema "el encuentro de científicos".

Cohesión: Es la relación de dependencia entre dos elementos de un texto que pertenecen a distintas oraciones. Para
lograrla, se utilizan distintos recursos, como ser: los conectores (ver tema siguiente), la referencia, la elipsis y la
sustitución. Se relaciona, entonces, con la organización.

Elementos (rasgos) o recursos cohesivos:

MARCADORES DISCURSIVOS.- Son elementos extraoracionales que orientan la comprensión del texto. Su función es la
de enlazar un segmento textual con el que le sigue, indicando qué tipo de relación hay entre ellos. No cumplen función
sintáctica alguna dentro de la oración, ni en el sujeto ni en el predicado, pues son elementos marginales, no están
dentro de la oración. Por ello, suelen ir separados del resto del enunciado a través de comas. Formalmente, son
unidades invariables, con forma fija (no se pueden poner en plural o cambiar de género), y pueden pertenecer a
diferentes categorías gramaticales: conjunciones, adverbios, locuciones adverbiales, etc.

Son las palabras o expresiones que van ubicando las diferentes partes que componen o en que se organiza un texto.
Dentro de los marcadores discursivos podemos mencionar:

 Presentación del tema: el fin de estas líneas, la idea de escribir este texto es…, etc.

 Comienzo del tema: primeramente, para empezar, antes que todo, etc.

 Desarrollo del tema: en primer lugar, en segundo lugar, para finalizar, etc.

 Continuación del tema: a continuación, seguidamente, siguiendo con lo anterior, etc.

 Resumen del tema: sintetizando, en resumen, en síntesis, recapitulando, etc.

 Conclusión del tema: para terminar, concluyendo, finalizando, para cerrar, etc.

 Transición del tema: por otro lado, por otra parte, viéndolo de otro modo, etc.

 Digresivos: a propósito, a todo esto, por cierto, etc.

 Espacio temporal del tema: hasta ahora, hasta el momento, hasta aquí, etc. (señala anterioridad); ahora mismo,
en este instante, mientras, etc. (señalan presente, simultaneidad); posteriormente, después de, luego que, más
adelante, próximamente, etc. (indican posterioridad)

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LA PRONOMINALIZACIÓN Es cuando se hace uso de pronombres personales, relativos y/o demostrativos, para
referirnos a palabras que están siendo partícipes en el texto, con la intención de no causar iteración en el mismo.

PRONOMBRES PERSONALES: Son los que indican las diferentes personas gramaticales, siendo el emisor el “yo” o
“nosotros” de la oración (dependiendo si el número es singular o plural), el receptor ocupa el puesto del “tú” o del
“vosotros” y el mensaje se halla en la persona de “él” o “ellos” (“ella” o “ellas”).

Persona Sujeto Pronombre Personal Pronombre


Gramatical Personal Átono

1° Singular Yo Yo, conmigo, mí Me

2° Singular Tú / Usted Tú, contigo, a ti, usted Te, le, lo, la

3° Singular Él / Ella Él , ella, a él, a ella Lo, la, le, se

1° Plural Nosotros / Nosotras Nosotros, a nosotras Nos

2° Plural Vosotros (as) / Ustedes Vosotros, para vosotras Os, se, los, las

ustedes

3° Plural Ellos / Ellas Ellos, a ellas, para ellos Los, las, les, se

PRONOMBRES DEMOSTRATIVOS: Son los pronombres que muestran y ubican en el tiempo y en el espacio en qué sitio
se encuentran los objetos o sujetos.

Singular Plural

Femenin Masculino Neutro Femenino Masculino


o

Indica algo que Ésta Éste Esto Éstas Éstos


se encuentra
cercano al
emisor

Indica lo que Ésa Ése Eso Ésas Ésos


está cercano del
que se habla

Indica lo que Aquella Aquél Aquello Aquéllas Aquéllos


está alejado

PRONOMBRES RELATIVOS. Este tipo de pronombres se utilizan para referirnos a un nombre ya mencionado (rol
anafórico) y sirven para establecer relaciones entre dos oraciones.

Femenino Masculino

Singular Plural Singular Plural

Que (la que) Que (las que) Que (el que) Que (los que)

La cual Las cuales El cual Los cuales

Quien Quienes Quien Quienes

Cuya Cuyas Cuyo Cuyos

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LOS SIGNOS DE PUNTUACIÓN. Son los elementos de expresión gráfica, es decir, las pausas o entonaciones existentes al
interior de un texto, quedan reflejados por medio de signos escritos, que son los signos de puntuación.

 Signos de Pausas: utilizados para dar descanso y coherencia al discurso, pues si no existiesen la lectura o
exposición del mismo sería una lluvia y aglutinación de ideas sin sintaxis ni semántica. Acá se hallan la coma,
los dos puntos, el punto y coma y el punto.

 Signos de Apoyo: son los que se utilizan para agregar elementos de información extra al texto, es así que
conocemos los signos de paréntesis, los guiones y asteriscos para las notas al pie.

 Signos de Entonación: estos signos dan el énfasis necesario para que una idea tenga la fuerza que requiere,
asimismo, entrega el ritmo y la entonación pertinente para la comprensión del discurso. Signos interrogativos,
exclamativos y el uso de las comillas están en este ítem.

Referencia: Es el procedimiento que nos permite sustituir una palabra por otra que se refiere a ella. Gracias a este
recurso evitamos reiteraciones que podrían confundir a quien nos escucha. Esta función es realizada por los
pronombres.

Ej. Mafalda es una niña. Su comida favorita no es precisamente la sopa.

("Su" hace referencia a "Mafalda", es un pronombre posesivo, con función de adjetivo, cuyo referente es "Mafalda")

Elipsis: Consiste en dejar un vacío en lugar del elemento a sustituir. Puede ser verbal (falta un verbo) o nominal (falta un
sustantivo)

Ej. Mafalda es una niña. Es muy graciosa.

(Delante de "es", no se repite "Mafalda")

Sustitución (o sinonimia): Consiste en sustituir una palabra por otra diferente pero que se refiere al mismo objeto,
acción o estado.

Ej. Mafalda es una niña. La jovencita odia la sopa.

("La jovencita" funciona como sinónimo de "Mafalda")

Palabra generalizadora: Sirve para reunir en un solo término (hiperónimo) otros que pueden ser abarcados por este
(hipónimos).
Ej. "En el restaurante sirven ñoquis, ravioles y sorrentinos. Estas pastas son las preferidas de los clientes".
("Estas pastas" engloba a los ñoquis, los ravioles y los sorrentinos)

Antonimia: Relacionadas por nombrar objetos, acciones o estados opuestos.


Ej. "Durante el día hace calor. La noche, en cambio, es muy fría".
(Día y noche son opuestos)

Serie ordenada: Es una enumeración ordenada de elementos, unidos por un referente común, pero que perderían
sentido fuera del texto, porque no evocan una significación determinada.

Ej. “Lloremos la familia, el vino derramado, las momias, la victoria, las plazas desoladas”.
(Si apartamos familia, vino, momias, victoria y plazas, son términos que no presentan conexión fuera del texto, se unen
en este a través del verbo "lloremos")

Cadena cohesiva: Elementos que mantienen un vínculo semántico respecto del tema. Pueden estar englobadas por un
hiperónimo.

Ej. “Este perro,/ semejante a otros perros/ y a al vez tan distinto/ a su padre,/ a su madre,/ sus hermanos,/ sus hijos […]”
(hiperónimo: familia/ hipónimos: padre, madre, etcétera. Presentan un lazo de unión fuera del texto)

Conectores: Los conectores son un amplio y variado grupo de palabras que tiene como función relacionar unas palabras
con otras dentro de la oración.
A continuación explicaremos los variados tipos de conectores:

Tipos de conectores:

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1) Aditivos: Son aquellos que sirven para sumar información. Son por ejemplo: y, ni (e), que, además, incluso, en
segundo lugar, por otra parte, asimismo, también, sumado a, paralelamente, a continuación, en otro orden de cosas, al
mismo tiempo, de la misma manera, otro caso más, etcétera.

2) De contraste o adversativos: Oponen ideas o conceptos. A veces los restringen. Son por ejemplo: pero, no obstante,
empero, contrariamente, pese a, en cambio, al contrario, por el contrario, sin embargo, mas, sino, aunque, etcétera.

3) Disyuntivos: Establecen una disyunción o separación, una opción. Son: o (u), bien, sea que, ya, etcétera.

4) Causales: Indican causa, la introducen. Son: porque, pues, ya que, dado que, a causa de, por este motivo, por esta
razón, por lo dicho, por lo cual, por lo que, debido a que, por eso, por esto, por ello, etcétera.

5) Concesivos: Establecen alguna oposición o conceden algo parcialmente. Son restrictivos. Por ejemplo: aunque, por
más que, si bien, aun cuando, pese a (que), de todas maneras, etcétera.

6) Temporales: Indican un momento en el tiempo. Hay tres clases.

a. De anterioridad: antes, hace tiempo, había una vez, al principio, al comienzo, anteriormente, previamente, tiempo
atrás, antes de que, en primer lugar, inicialmente, etcétera.

b. De simultaneidad: en este (preciso) instante, al mismo tiempo, mientras tanto, a la vez, cuando, fue entonces cuando,
mientras, simultáneamente, actualmente, etcétera.

c. De posterioridad: más tarde, luego, después, con el paso del tiempo, al día X, posteriormente, finalmente, etcétera.

7) Locativos: Hacen referencia a lugares. A veces se sustituyen. Son: aquí, ahí, allí, delante de, encima de, en este/ ese/
aquel lugar, donde, junto a (arcaísmo: cabe), al lado de, en medio de, por arriba de, por debajo de, etcétera.

8) Repetitivos o aclaratorios: Son más importantes en la lengua oral. Son: es decir, en otras palabras, mejor dicho, más
precisamente, dicho de otro modo/ otra manera, en pocas palabras, resumiendo, etcétera.

9) De precisión: En cuanto a, por una parte, respecto de, con referencia a, por otro lado, en lo que concierne a, etcétera.

10) Comparativos: Igualmente, del mismo modo/ la misma manera, en cambio, contrariamente, inversamente, etcétera.

11) Para resumir o concluir: Finalmente, en resumen, en síntesis, en definitiva, en conclusión, por último, sintetizado,
resumiendo, para concluir, etcétera.

Actividades:

1. A partir de la siguiente secuencia de oraciones construí un párrafo coherente, usando los procedimientos de
cohesión necesarios.

 Comenzó la asignatura Español.

 En Español escribirá innumerables trabajos.

 En noveno año le hicieron escribir trabajos.

 Un día, en noveno año, le hicieron escribir una descripción.

 La descripción se destacó por ser la mejor.

 La descripción fue mostrada al director.

 El director corrigió una palabra de la descripción.

 El alumno pensó que esa corrección le servía de modelo.

 Seguramente el alumno siempre recordaría esa palabra.

 No volvería a escribirla mal.

2. Explicá ahora los mecanismos de cohesión que aparecen en los siguientes ejemplos:

 Diego estudia matemáticas. Las matemáticas son su asignatura preferida.

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 Beatriz tenía un gran enfado. Su enojo no la dejaba ni respirar.

 Dos obreros de la construcción que trabajaban en un andamio, sufrieron un accidente al caerse de él. Esto
ocurrió ayer.

 Siguió el hilo de sangre en sentido contrario y, en busca de su origen, atravesó el granero, pasó por el corredor
de las begonias.

 Javier estudiaba bastante; sin embargo, no aprobaba

3. Realizá los siguientes ejercicios de simplificación:

(Se trata de reducir todas las oraciones simples a una compleja sin ninguna repetición y que incluya todos los datos o
informaciones que aportan aquellas)

a)

 Juan es mi amigo.

 Mi amigo tiene una bicicleta.

 La bicicleta de Juan tiene muchas marchas.

 Juan practica media hora de ciclismo diariamente.

b)

 Mi compañera de delante tiene el pelo rubio.

 Mi compañera tiene ojos azules.

 Mi compañera lleva gafas.

 Las gafas de mi compañera no le dejan mostrar su hermosa mirada.

c)

 La hija de mi hermano Raúl es mi sobrina Sofía.

 Sofía es mi sobrina preferida.

 Mi sobrina preferida es esbelta y simpática.

 Mi hermano está muy orgulloso de Sofía.

4. Localizá recursos de cohesión en este texto.

Hablaba y hablaba... (Max Aub)

Hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga hablar. Yo soy una mujer de mi casa.
Pero aquella criada gorda no hacía más que hablar, y hablar, y hablar. Estuviera yo donde estuviera, venía y empezaba a
hablar. Hablaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirla por eso? Hubiera tenido que pagarle sus tres
meses. Además hubiese sido muy capaz de echarme mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de
más allá. Le metí la toalla en la boca.

5. Corregir el siguiente texto que presenta problemas de coherencia y cohesión textual.

Sevilla, con frecuencia, esta ciudad huele a azahares. Se lo puede comprobar en su famosa catedral. Esta catedral es la
más grande del mundo después de San Pedro, en Roma, y San Pablo, en Londres. En la catedral, presumiblemente,
duerme el sueño eterno el descubridor de América. La catedral de Sevilla erigida en 1412 sobre una mezquita es el
templo gótico más grande de España. Conserva de la mezquita el Patio de los Naranjos y la Giralda. La Giralda es uno de
los iconos inconfundibles y más bellos de la ciudad. La Giralda tiene 93 metros de altura hace las veces de mirador.

Por supuesto que no se debe abandonar la capital de Andalucía sin probar sus exquisitas tapas. No se puede abandonar
sin tomar una copa de jerez o manzanilla en alguno de sus múltiples bares, o aún mejor, en un tablao flamenco. No se
puede renunciar al mantel en un buen restaurante. La cocina toma como propios ingredientes de zonas cercanas. Es el
caso del jamón, los mariscos de Cádiz y Huelva, el queso y otros platos: alcauciles salteados con habas fritas, bacalao al

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perfume de ajos confitados; una lista interminable que hace agua la boca. Estará siempre presente el aceite de oliva por
la proximidad de Sevilla con pueblos mediterráneos.

6. En los siguientes textos, coloca los conectores o marcadores adecuados.

Victoria, quien, , es la hija del campeón olímpico, tiene una lesión leve. Ayer se dedicó a darse un
buen palizón de tenis y natación. hoy tiene los ligamentos distendidos no podrá venir a la
conferencia. tendrá que ser usted quien presente al conferenciante.

La energía es un bien precioso e indispensable; se está convirtiendo en algo progresivamente


más escaso y su preció está aumentando en todo el mundo.

la clara ventaja del candidato progresista, el líder conservador prosigue su campaña con ahínco. A su último
mitin, , sólo asistió la mitad de la gente que cabía en el pabellón.

No estoy de acuerdo con el proyecto por dos motivos: nadie me puso al corriente en su
momento y, , sus costes elevan demasiado el presupuesto.

Se había preparado el examen durante semanas, al final, , no ha logrado superarlo.

El baloncesto se caracteriza por la rapidez y la eficacia, el fútbol, , depende más de la fuerza física, la
técnica y la estrategia.

Los esfuerzos realizados por la administración no han dado aún sus frutos, podemos afirmar que
es necesario seguir trabajando.

Esté tranquilo, la prueba consiste de un examen escrito y, , una prueba oral.

La falta de medios para detener la enfermedad viene a complicar aún más las cosas.

La enseñanza secundaria debe asegurar la formación integral del alumno como persona. debe
proporcionarle los conocimientos y habilidades que le permitan desarrollarse como ciudadano y labrarse un
futuro como profesional.

No estoy de acuerdo. , nadie ha demostrado que eso sea verdad y,


, siempre hay que atenerse a la presunción de inocencia.

7. 6. Localizá y clasificá los conectores o marcadores discursivos que aparezcan en el siguiente texto:

Ya se sabe que las cosas sólo existen si salen en las noticias, pero este axioma 1 mediático parece ser cada día más
verdadero. Por ejemplo, me pregunto por qué el caso de Marta del Castillo 2 se ha convertido en un acontecimiento de
semejante magnitud. Desde luego es una tragedia y, para los padres, un infierno absoluto. En su lugar, todos estaríamos
igual de convencidos de que no ha sucedido nada más atroz. Pero, por desgracia, la vida abunda en atrocidades. A juzgar
1
Premisa que, por considerarse evidente, se acepta sin demostración como punto de partida para demostrar algo.
2
Joven desaparecida y presuntamente asesinada en Sevilla el 24 de enero de 2009.
15
por los indicios, en el drama de Marta no parece haber habido el horror añadido que hubo en otras muertes, como, por
ejemplo, la de Sandra Palo.3 Quiero decir que hay demasiadas historias espantosas, adolescentes violadas y asesinadas,
mujeres apaleadas y quemadas, niños torturados hasta dejarlos inválidos, y ninguna de estas brutalidades se convierte
en un asunto de prioridad nacional ni los familiares de las víctimas son recibidos por Zapatero 4 como ocurre con Marta.
¿Qué ha pasado en esta ocasión? Puede que una pura casualidad informativa: alguien de la prensa local que se fija en el
tema, alguien de la nacional que lo recoge porque tal vez esté flojo de noticias... Así se va formando una pelota histérica.
Los medios construyendo la realidad.

Más aún: los medios suplantando nuestra vida. La británica Jade, disparatada concursante de Gran Hermano y enferma
de cáncer terminal, piensa morir ante las cámaras previo pago de un pastón 5. En esta sociedad somos capaces de
chatear en directo con Australia, pero puede que no sepamos que nuestro vecino está moribundo. Cada vez huimos más
de nuestras responsabilidades personales: nos escaqueamos 6 del cuidado de nuestros enfermos y de sus agonías. Pero
el final de Jade será contemplado por millones. Es como convertir la experiencia de la muerte en un descafeinado y
manejable Tamagotchi7 Qué mundo tan raro.

Rosa Montero, <<Los medios>>, EL PAÍS.

8. Señalá las anáforas y las catáforas que observes en el texto siguiente:

En resumen, los seriales constituyen un alivio emocional de distintas maneras: mostrando al oyente que no está solo en
sus penas y proporcionalmente un modo más consolador de verlas; presentando el sueño de la que pudo haber sido; o
la ocasión de obtener una compensación de tipo bastante complejo, que puede implicar autocastigo, agresión o una
especie de prestado prestigio.

J.T. Klapper, Efectos de las comunicaciones de masas

9. Señalá los errores de concordancia que haya en las siguientes oraciones y corregilos:

 Se trata efectivamente de derechos debilitados en la medida en que está sujetos a discrecionalidad.

 Se desprende de los datos obrantes en el expediente que tal modalidad contractual y en su consecuencias
las bonificaciones de cotización a la Seguridad Social derivadas de la misma, no era correcta.

 Para calcular lo de la plantilla año-base 1986, se computarán la totalidad de los trabajadores. (MAP, 1991:
79-80)

3
Joven española de 22 años, con discapacidad intelectual, que desapareció en 2003 y asesinada por cuatro adolescentes.
4
Presidente de España en el período 2004-2011. Hoy, consejero de Estado.
5
Regionalismo español: mucho dinero.
6
Eludir, evitar una tarea u obligación, escabullirse.
7
Mascota virtual creada en 1996.
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