You are on page 1of 8

Seminario de Introducción a la

Problemática Pedagógica

Módulo 1:
“La educación como
construcción social y objeto
de problematización”

Docente titular: Lic. Matias Fernández

Material de lectura
Pensar en Problemáticas Pedagógicas debe remitirnos, en primera instancia, a
procurar establecer algunas definiciones acerca de la Pedagogía y su objeto de estudio.
Por ese motivo, se propone para el primer módulo de nuestra asignatura dirigir la
mirada hacia la educación como construcción social y objeto de problematización”.

En este contexto, definiremos algunas líneas para re-pensar la pedagogía, recorriendo


ciertas discusiones en torno a las nociones de educación, pedagogía y teorías de la
educación. Este módulo sostiene dos supuestos fundantes que nos permitirán, en el
recorrido de la cátedra en su totalidad, transitar un campo que abre itinerarios o
caminos para pensar. Ellos son:

a) Problematizar el conocimiento sobre un objeto de estudio. Es decir, entenderemos a


la Pedagogía como un saber crítico, reflexivo “en” y “sobre” un campo tan complejo y
multidimensional como la educación, y por lo mismo, se trata de conocimiento.

b) El estado actual del conocimiento pedagógico. El “como” transcurre en tiempo


histórico una categoría atravesada por el devenir del pensamiento del siglo XX, y que
en el transcurso fue construyendo “miradas pedagógicas” que desde diferentes
posicionamientos éticos, filosóficos, políticos y estéticos, plantearon cómo se produce
ese conocimiento, cómo se transmite y cuáles son sus formas de apropiación.

Desde estos supuestos, proponemos pensar la Pedagogía desde las siguientes


hipótesis:

1. Para hacer educación hay que “pensar pedagógicamente”.

2. Para hacer un ejercicio de la educación hay que “actuar pedagógicamente”.

3. Para hacer un ejercicio responsable de la educación hay que desplegar una


“responsabilidad pedagógica”. Entendida esta última, como anterior al “pensar” y al
“actuar”.

Estas hipótesis se traducen entonces en el siguiente interrogante:

¿Qué significa pensar la educación, actuar en educación y responsabilizarse en la


educación?

En el entrecruzamiento de estas tres categorías podemos pensar un interrogante más


que amplía y profundiza: ¿Qué es la Pedagogía?.

a) Pensar la educación: Por lo pronto – señala Cullen -, animarnos a dejar que


“acontezca, sin pretender anular la experiencia de pensamiento, dejando que la
educación se libere del discurso dominante y transcurra en la genuina voluntad de
poder transformar. A la mirada pedagógica le subyace un genuino deseo de saber, y no

2
voluntad de dominio. Esto requiere atención constante sabiendo que la mirada
pedagógica se define, en este sentido, como abierta a lo nuevo, explorando sentidos
que remiten a otros sentidos, sin pretender situarse en ningún lugar de pretendido
pensamiento único. Entonces: ¿Cómo hacer que la educación devenga
transformadora?, ¿transformadora de qué y para qué?, ¿qué sentidos nuevos explorar
y por qué?, ¿Qué nuevas categorías deberían ser convocadas para pensar la
educación?

b) Actuar en educación: “Actuar” en educación es un acto político porque – por


definición – pone en juego lo público como espacio de legitimación de lo que se
enseña y se aprende, como medio donde se construye subjetividad social, donde se da
y se toma la palabra (Arendt, H, 2000). En este sentido, la educación es un campo de
luchas, confrontaciones y disputas, no por el poder y lo que el mismo implica en su
valor negativo, sino como la posibilidad concreta y a veces utópica, de que el hombre
se constituya en lo social a través de consensos. Actuar en educación es entonces,
estar siempre dispuestos a dialogar y dar razones. Esto es así porque a la mirada
pedagógica le subyace siempre la acción comunicativa y el interés emancipador del
conocimiento, y nos permite situarnos de otra manera en nuestra condición de
hombres sociales, políticos, parentales y fundamentalmente humanos. Es aquí donde
consideramos que radica lo más profundo de la relación entre la teoría y la práctica,
que por cierto, no se trata de una aplicación de lo primero a lo segundo, ni el
despliegue de prácticas, siempre iguales a sí mismas. El actuar remite a interrogantes
para pensar (nos) y pensar la educación: ¿Actuamos desde las prácticas y lo que la
experiencia les aporta?, ¿actuamos desde las teorías una práctica pedagógica?, ¿ Cómo
pensar una práctica iluminada por la teoría?, ¿Cómo pensamos una articulación
posible?, ¿Con qué recursos y/ estrategias?, ¿Qué tenemos en cuenta para que una
“actuación” sostenga un correlato sostenido con un intencionalidad formativa?

c) Responsabilizarse en educación: La mirada pedagógica está siempre interpelada por


el rostro del otro. Esto significa que la pedagogía como saber y como acción no puede
sustraerse a la interpelación ética del otro en cuanto otro, es decir, a la noción de
justicia plena que el otro me demanda en el acto pedagógico. Se trata, en realidad, de
acoger al otro, recibirlo, preparar su bienvenida, con “hospitalidad” en palabras de
Derrida. Sólo así se justifica el saber y el actuar de la mirada pedagógica. ¿Cómo
recibimos al que viene, al que acogemos en el espacio del aula, al “otro” que no soy yo
ni tiene que ver con mi mismidad?, ¿Cuáles son mis umbrales de recepción del que
llega? (traducido esto en reconocimiento, apertura, respeto, acogida de filiación,
empatía, etc. o el valor negativo de la acogida vinculado a la discriminación, a la
xenofobia, la intolerancia, el (des)conocimiento del sujeto que tenga frente a mí, sus

3
problemas, sus circunstancias, su contemporaneidad, su imagen corporal, etc). En fin,
¿cómo cuidamos el espacio entre el que enseña (yo) y el que aprende (el otro)?

Pensar, actuar y responsabilizarse inscriben el pensamiento pedagógico en una


extensa tradición de coordenadas espacio – temporales en las que cada una de estas
categorías se significó de diferentes maneras y por cierto, sostuvieron efectos en las
prácticas concretas de la educación. Es decir, concebimos a la educación como el
objeto de estudio de la pedagogía y esto no deja de situar una posición epistémica que
traza una clara distinción entre Educación y Pedagogía.

Al respecto, Ricardo Nasiff en su Pedagogía General expresa: “no solo lógica sino
cronológicamente la realidad educativa precede a la pedagogía. La reflexión y la
sistematización han llegado tardíamente con respecto al hecho educativo, tan antiguo
como el hombre. Pero se han constituido sobre él, pues la práctica alimenta a la teoría
y la teoría debe volverse sobre la práctica para enriquecerla”. Históricamente, quienes
se ocuparon del tratamiento de la educación en la etapa previa a la aparición de la
pedagogía fueron los filósofos griegos (siglo IV – A.C); fuente de conocimiento de
donde emana la tradición intelectual occidental. Durante este período surge la palabra
pedagogía. Etimológicamente deriva del griego paidós: “niño” y “agogía”: conducción.
El concepto primitivo hace alusión al esclavo que cuidaba de los niños y los
acompañaba a la escuela. Es decir, que en su origen el significado de Pedagogía esta
indirectamente relacionado con el de educación y distante del concepto actual del
término. Asumimos entonces que la educación es una práctica social e histórica
particular en proceso de construcción permanente. Como un hacer educativo – no
neutro -, realizado en situaciones pedagógicas concretas que tiene diferentes objetivos
entre los cuales se espera que forme sujetos sociales capaces de transformar la
realidad, actores comprometidos conscientemente con el camino de su emancipación
colectiva e individual para la transformación y humanización de las sociedades

Así, la Pedagogía es entendida como la disciplina que aborda de manera crítica el


pensamiento disponible sobre la “práctica educativa”. Queda claro entonces que si
hablamos de la educación como una práctica socio – histórica, aludimos a las
diferentes expresiones educativas existentes desde su origen y fundamentalmente a la
“escuela” o a los procesos de escolarización que se construyen en la Modernidad. Las
conceptualizaciones que vamos desplegando suponen asumir una posición
determinada en un campo de discusión epistemológico que aún suscita muchas
polémicas. Así como no se puede hablar de educación sin hablar de conocimiento, por
cuanto educar es impartir conocimiento, tampoco es posible omitir explicar que no
siempre se comprendió el conocimiento de la misma manera. Por tanto, tampoco se
concibió, ni se concibe a la educación, a la escuela y a la pedagogía del mismo modo.
Históricamente hubo momentos claves y argumentos sostenidos por posturas

4
diferentes de reconocimientos y desconocimientos de la cientificidad de la pedagogía
como campo de estudio de la educación.

Campo de conocimientos y objeto de estudio

La construcción científica del campo de la Pedagogía, históricamente puede y debe


rescatarse, ya que su presente está atravesado por aspectos que han reforzado la idea
de su existencia, su especificidad y de su complejidad. Nos interesa mostrar al menos
algunos momentos claves en el devenir de la Pedagogía que tuvieron notable
incidencia en las concepciones educativas que circularon y circulan en los ámbitos
educativos. Situándonos en un eje histórico se considera que, aun cuando la escuela
como expresión educativa se remonta al siglo XVII, el nacimiento de la Pedagogía como
conocimiento autónomo y sistematizado recién se lo identifica a fines del siglo XVIII y
comienzos del siglo XIX. Es decir, primero “el hacer” y luego “la reflexión y estudio
sobre este hacer”.

Tenti Fanfani (2001) reafirma esta idea cuando explica que antes de la constitución de
los sistemas públicos de educación ya existían escuelas, es decir, instituciones
especializadas en la socialización e instrucción de niños. En esta circunstancia no se
cuestiona la cientificidad de la pedagogía y su saber se encuentra subordinado a la
Filosofía.

En otro contexto, fines del siglo XIX, si bien se distingue entre Ciencias de la Educación
como saber teórico y Pedagogía como saber práctico, se subordinan las Ciencias de la
Educación a la Sociología. A principios del siglo XX, a fin de apoyar el criterio de
cientificidad de la Pedagogía surgen con mucho énfasis la Pedagogía Experimental por
influencia del positivismo – paradigma que desarrollaremos más adelante -, en esta
perspectiva se trasladan los métodos de las ciencias naturales para explicar el
conocimiento pedagógico y para orientar la práctica educativa. Por lo tanto, se
subordina este saber a la psicología experimental y al paradigma de ciencia positivista.
Los posteriores desarrollos teóricos de la pedagogía en el devenir del siglo XX,
muestran el avance de las ciencias auxiliares como son: Sociología de la Educación,
Psicología de la Educación, Filosofía de la Educación, Historia de la Educación – con
diferentes corrientes de pensamiento al interior de las mismas -, como un modo de
explicar la complejidad de lo educativo. Sin embargo, desde la perspectiva de su
estatuto científico (o teoría científica) se va produciendo un proceso de
“autonomización” de dichas ciencias auxiliares y no sólo de inter-relación de los
conocimientos que ellas mismas van produciendo. Según algunos autores esta
parcelación de los conocimientos pedagógicos para comprender la educación no
ayudaron a una revalorización del carácter científico de la Pedagogía, sino por el

5
contrario, pareciera que incidieron en una desvalorización de la Pedagogía como
disciplina, a tal punto que se comienza a hablar de “Las Ciencias de la Educación” en
vez de Pedagogia.

La Pedagogia como categoría en la coordenada histórico – social

Resulta de suma importancia (re)visitar el pensamiento de Emile Durkheim porque se


ocupó de diferenciar y de dar consistencia a términos como educación y pedagogía, en
los tiempos en que estos términos cobraron gran parte del sentido que ahora tienen.
El autor, además de ofrecer una definición de educación señala que la misma es
“acción” y desde allí distingue a la pedagogía:

Otra cosa muy distinta sucede con la pedagogía. Esta consiste no en actos sino
en teorías. Esas teorías son formas de concebir la educación, en ningún caso,
maneras de llevarla a cabo. A veces se diferencian de las prácticas de uso hasta
el extremo de entrar en franca oposición con ellas […], la educación no es más
que la materia de la Pedagogía.

Luego de esta afirmación, Durkeim inaugura los caminos y las disputas de los saberes
sobre la educación en el siglo XX: habilita y pone en circulación la necesidad de
estudiar la educación como práctica, los sistemas y lógicas que la sostienen, su
funcionamiento, y va a señalar además, que las teorías pedagógicas no van a ocuparse
de “lo que es” sino de “lo que debe ser”, enfatizando su carácter prescriptivo, para
usar sus mismos términos, como “doctrinas” pedagógicas. De allí que la Pedagogía se
conformó históricamente como un saber normativo, propositivo y emancipatorio, y
estas características la definen como tal a lo largo del siglo XX.

Podemos definirla entonces como una mirada sobre el hecho educativo, destinada a
explorarlo, describirlo, explicarlo, pero fundamentalmente a direccionarlo. La práctica
educativa formal es siempre intencional, por esta razón debe tener siempre una
dirección, un sentido, un horizonte. La Pedagogía, anticipadamente, tiene que pensar
en las consecuencias de la acción educacional y por ello, una de sus misiones más
importantes es marcar un rumbo para esa acción, en vistas de objetivos y fines de
carácter social, que van más allá de la producción de conocimiento. (Durkheim, 1950).

Es decir, la pedagogía es una mirada que produce saber, interpreta en un marco más
amplio el conocimiento producido por las Ciencias Sociales y de la educación, pero,
además, debe pensar en perspectiva de futuro lo que sería deseable para la sociedad
en su conjunto, y por ello, debe participar en ese debate siempre vigente que se
pregunta qué es lo que una sociedad ha de querer como estilo de vida deseable para

6
todos los hombres. Podemos decir que estos dos elementos: “lo que es” y “lo que
debe ser”, van a hacerse presentes en lo extenso del siglo XX en todas las controversias
y disputas sobre el saber pedagógico. En la práctica concreta, estuvieron, por un lado,
quienes asumieron el carácter prescriptivo de la pedagogía y sostuvieron la necesidad
que toda sociedad tiene de instituir un ideal de hombre, y en ese sentido, la pedagogía
se ocupó de dirimir los principios de este hombre ideal y la búsqueda de la eficacia
para que el ideal se aproximara lo mejor posible a la concepción de este
hombre/sujeto de aprendizaje. Por otro lado, estuvieron quienes rechazaron este
ejercicio del pensamiento pedagógico porque lo consideraban especulativo y
orientaron su ejercicio de pensamiento en una pedagogía de saberes objetivados y
legitimados, se preguntaron por las necesidades reales de una lógica científica en el
campo de lo social y orientaron su trabajo al desarrollo analítico y crítico de las
prácticas educativas. En esta disputa, muchas veces se llamó pedagogía al saber
prescriptivo y ciencia o ciencias de la educación a los saberes científicos que
mostraban cómo eran las prácticas educativas y no como deberían ser. Avanzado el
siglo XXI, este debate no reviste importancia y tiene poca vigencia si pensamos luego
en la aparición en la escena de los desarrollos de pensamiento de las pedagogías
criticas – a los que referiremos específicamente más adelanta, pero resulta de
importancia situarlo como punto de partida del pensamiento pedagógico porque el
debate ubica además, el hecho incontrastable de que el pensamiento científico poco
tiene de objetivo cuando se trata de lo social, y que por el contrario, en muchas
ocasiones guarda estrechas relaciones con el orden político y el sostenimiento de un
estado dado de cosas.

Remitirnos a la Modernidad y su mirada pedagógica, como una forma de abordar el


problema que nos permite reflexionar sobre qué tipo de saber es la pedagogía, que no
se resuelve ni en la filosofía, ni en la política, ni en las ciencias particulares, y sin
embargo mantiene con todas ellas una relación inescindible. Para buscar una
definición de Pedagogía que delimite el campo en relación a lo ya expuesto y que en
carácter recursivo muestre la complejidad de ese saber, nos remitiremos a un texto de
Durkheim, La educación moral, en el que el autor marca una delimitación fundamental
entre la pedagogía y las ciencias particulares: “La Pedagogía […]. no es arte, porque no
es un sistema de prácticas organizadas, sino de ideas relativas a esas prácticas. Es un
conjunto de teorías. Por ese lado se acerca a la ciencia. Solamente. Que mientras las
teorías científicas tienen por objeto único expresar lo real, las teorías pedagógicas
tienen por objeto inmediato guiar la conducta. Si ellas no son la acción misma, la
preparan y están muy próximas a ellas. En la acción es donde se encuentra su razón de
ser. Esta naturaleza mixta es la que trato de explicar diciendo que es una teoría
práctica.” Y agrega: “La ciencia está obligada a investigar con la mayor prudencia
posible pero no está obligada a llegar a conclusiones en un tiempo dado. La Pedagogía

7
no tiene derecho a ser tan paciente en el mismo grado, porque responde a necesidades
vitales que no pueden esperar […], todo lo que puede y debe hacer el pedagogo es
reunir, lo más concienzudamente que se pueda, todos los datos que la ciencia pone a su
disposición, para guiar la acción. No se le puede pedir más. Esto, coloca el eje de lo
pedagógico en la necesidad de guiar la acción, una necesidad práctica. Esto presupone
que la pedagogía asume un carácter de saber normativo y propositivo; y asume al
mismo tiempo una relación con la filosofía, con la teoría social y con la política.” El
autor coloca a la Pedagogía y las ciencias particulares en una “relación”, y en esa
perspectiva la pedagogía se sirve de los contenidos, procedimientos, estrategias y
objetivos a lograr.

Como recorrido, les propongo el expresado en el video introductorio:

1. En primera instancia, leer este material de lectura a modo de introducción y


orientación.
2. Después, realizar lectura de la bibliografía seleccionada para este módulo.
3. Una vez realizada la lectura, podrán realizar las actividades de aprendizaje
optativas.
4. Finalmente, deberán realizar la evaluación correspondiente a este módulo. Se
trata de un cuestionario individual de carácter obligatorio.

Sepan que estoy a disposición no sólo en las clases sincrónicas de consulta, sino
también a través del servicio de mensajería interna de la plataforma.

Les deseo un muy buen recorrido en este módulo 1.

¡Éxitos!

Prof. Matias

You might also like