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1. CLINICA DEL SUPERYO (1 981) Me introduje en la ensefianza del Dr. Lacan hacia 1965 y desde en- tonces permaneci al amparo de su trabajo, al igual que la mayoria de sus alumnos. Acaba de producirse, en este mes de septiembre de 1981, un corte que cierra para mi un ciclo de mas de quince afios. En mi semina- rio de esta mafiana dije que era la primera vez que hablaba en piiblico después de la muerte de Jacques Lacan y que no sabemos atin qué nos deparara esta nueva época que se inicia. Historia del superyé La eleccidn del titulo de esta conferencia se debe a que éste es el tema de trabajo que se desarrollaré, en el curso del préximo afio lectivo, en la Seccién Clinica. Jacques Lacan fund6 en 1976, en el Departamento de Psicoanilisis, la Seccién Clinica destinada a investigar las fronteras entre la psiquiatria y el psicoanilisis. Instalé esta Seccién Clinica en el Hospital Sainte-Anne, donde realiz6, durante muchos afios, su presen- tacién de enfermos. Esto no impidié que, apenas muerto Lacan, se in- tentase expulsar de Sainte-Anne a la Seccién Clinica. Por suerte, a pe- sar de los esfuerzos realizados para destruir de inmediato lo que Jacques Lacan habia fandado, logramos salvarla. _ Lacan abrié con su ensefianza algo que no se cierra, Esa ensefianza és und puesta porque no ha ganado de antemano. La Seccién Clinica se distinguis ¢n el campo psicoanalitico francés por su orientacién racionalista. Evidencia de ello es que los psicoanalistas, en su mayoria jévenes, se mostraron capaces de un trabajo colectivo que rompi el estilo de presentacién individual y lo- 86 avances en torno a ciertos problemas del psicoanilisis, como lo muestra, Piensa, el trabajo que hizo en torno a la psicosis y al caso Schreber. JACQUES-ALAIN MILLER reac aw vets aaj gan en torn cperys ym ntencién hoy es planteat cual es el punto de partida adecuado para enfocar este tema, FT superyé es un enignat en la ensefianza de Lacan, Mientras su cri- tica al yo es UN PUNO bien conocido ~que se recorre como un museo en elque encontramos el estadio del espejoy lo que le sigue-, no existe nada Ja ensehanza de Lacan acerca de la funcién del superyé. 6 hacia el tema de Ia clinica del equivalente en a No solo esta consideracién nos encaminy in primer término, el supery6 ¢s Ja palabra que falta en el titulo de «fl yoy el ello” de Freud. Sin embargo, la verdadera innovacién freu- diana introducida por esta obra, que marca la bascula de la segunda t6- pica de Freud, es la nocién de supery6. , / Dirfa que tenemos todos los testimonios de que esta innovacién fue recibida como tal por los contemporéneos de Freud: 1o nuevo de “El yoy tLello” era el supery6, Curiosamente, por una inversién historica, fue precisamente esta nocién la que se borro, se eludid, en los desarrollos de la psicologia del yo que son el fandamento de todo lo que se desarrolla en Jos Estados Unidos con el nombre de psicoanilisis. Hartmann tomé como base “El yo y el ello” para reformular Ia teoria de Freud, reformulacion donde brilla por su ausencia la instancia del supery6. No es aproximativo sino que me he sumergido en los escritos de Hartmann, lo cual exige co- raje. Pude verificar que el superyé es para la psicologéa del yo una categoria supernumeraria, por la precisa razén de que la psicologia del yo transfiere al yo (moi) las fanciones del superyé, lo vacfa de sus funciones. El articulo que Hartmann y Lowenstein en 1962 consagraron al su: peryé es un agregado tardioa su teoria; titulado “Notas sobre el supery6” (1962, en The Prycboanalytic Study of the Child, N° 16, Nueva York, In- ternational University Press), puede servirnos de punto de referencia. Pees opel ero rey eee eeey TE toria del pscoandl rate ts lo por quienes se interesan en la hi y Loewenstein se Sis. Lomis vertido de este articulo es que Hartmann fanciones, Si len or irene o ced para operar esta transferencia de cleo, podtin ver que reed mismo aula nae hake ny nando la funeién deneminads “trachea oe comenzado asig- den leer esto en “Mis alla del pnelp a a sin6nimo de superyo. Pue- transfieredicha foneién ayo, > “Places en “EL yoy el ello Hartmann y Loew: prisa en vaciar el sup: enstei a v ene detectan este cambio y se dan Ty en beneficio del yo, Se apuran, en particu- 198 CLINICS Y SUPERYO (Lont-t984) lar en transferiral yo la fneidn de “percepeidn interna de los proce sos mentales”, la funcién de autobservacion, Alli donde Freud, no sin paradojas, intentaba mantener una funcidn de exterioridad en rela- cion con el yo, de quitarle su autonomsa, Hartmann y Loewenstein ha- cen exactamente lo contrario. :Para qué necesitan un supery6 si defi- nen ante todo el yo en funcidn de sus propiedades defensivas contra las pulsiones? Como ereen que la funcién esencial del superyé es la defensa contra las pulsiones, puede decirse que ya no lo necesitan. En 1962, en sus nuevos comentarios sobre el superyd, hacen de éste una especie de reflejo débil del yo, una pieza agregada. En su teoria -que sigue siendo el fundamento del psicoandlisis en los Estados Unidos- las pulsiones y el yo son primarios, respecto de ellos el supery6 es una instancia secundaria y posterior. Todo su esfuerzo tedrico consiste en mostrar que el superyé ya esta preformado en las funciones del yo. Tenemos pues, en definitiva, un supery6 definido por la negativa, por su defecto de integracién al yo. Datar el supery6, en qué momento situar su emergencia, es una prenda esencial en la historia del psicoandlisis. En la Seccién Clinica nos inte- resamos en la historia del psicoandlisis pues la prictica cotidiana de cada ‘uno no es independiente de esta historia, incluso, a menudo, es here- dera de una mezcla de cosas que se constituyeron en el transcurso de la historia del psicoanilisis. Lacan nunca la descuidé, todo lo contrario. En todos los textos —he lefdo muchos tiltimamente- lo que aparece de modo regular y sin cambios es la fOrmula de Freud “el supery6 es el heredero del complejo de Edipo”. Esta formula data en forma muy precisa el superyé, situdndolo después de la declinacién del complejo de Edipo. Esto brinda un punto de referencia como no hay muchos y los psicoanalistas posteriores a Freud repiten esta formula de modo casi sacramental, La pregunta entonces se transforma del siguiente modo: gcémo se puede acordar Ia formula de Freud con el descubrimiento de Melanie Klein de la precocidad del supery6? Este es el debate pre- sente en la historia del psicoandlisis, antes de ser obliterado el problema del superyé. Alguien se dedicé especialmente a realizar la sintesis de estas dos propuestas, que aparecen como mas bien incompatibles, ese alguien es el especialista del compromiso en la historia del ps oaniili- sis: Ernest Jones. Escribid, con veinte afios de distancia, dos articulos, uno en 1926, “Origen y estructura del superyé”, y el otro en 1947, “La juventud del supery6”. ‘Acordar dos formulas incompatibles es un ejercicio muy complejo. Por supuesto, segiin su modalidad habitual, Jones acepta la formula de -ALALN MILL JACQUE sel heredero del complejo de Edipo- pero le agrega Freud — peryo e be =p Freud -cl sup nitales que estén incorporados apresivos interhos pre fos campo ery Wefvitivo, Es decir que niniega niente tea de Freud, sino que la completa, se i dantoge I resolucign del complejo de Edipo constituye un proctse ca i ; } e el Nicene) del cual losimpulsossidicos son incorporacos: enla Saas de Superys detinitivo, reencontrando de este modo lateorfa de Hreud . Ya en 1 926 de- cia que el superyé era una nocion fundamental yen nae escribe: “He- mos perdido por completo el sentido de la importancia undamental de 1a instancia del superyé... No es exagerado decir que la vida mental del hombre esta constituida esencialmente por sus esfuerzos para escapar de las exigencias del superyé o para someterse a ellas”. Nada muestra mejor la sofocacién del sentido original del descubri- miento de Freud que este borramiento, en el que atin vivimos, de la no- cidn de superyé. Esto justifica, en mi opinién, que la Seccién Clinica se consagre a revivir las funciones de la instancia del supery6, aun cuando no lo haga forzosamente con ese nombre. Quiz nos daremos cuenta asi de todo el esfuerzo realizado por Lacan durante sus tltimos afios para reavivar esta instancia. Hartmann y Loewenstein son estructuralistas a su manera, al menos creen serlo. Oponen a la génesis, a una concepcién evolutiva como la de Klein, una concepcién del superyé como sistema, ¢ invitan a no confun- dir en la vida del nifio pequeiio los elementos que podrian ser precurso- res del superyé con el superyé como sistema o estructura. Por esta ra- 26n se oponen a que se hable de formas precoces del superyé, a las que les adjudican el estatuto de un determinante genético, empleando em- pero una vez la expresién pre-superyé para calificar la zona de investi- gacién de Melanie Klein. Pero el superyé en su teoria sdlo puede ser una amplificacién del yo. Todo su articulo se condensa en definitiva en esta proposicion, que intentaré mostrar cémo se opone a las razones ee eneenead 8 inventar esta categoria: “El establecimiento del Pad oe nd endencia del nifio”. En el momento de emer- pulsiones, 7 peryé ea mine ris sonestin del nifio en relacién con sus Podrin extrafarse de que mientras espermn soc lea Cath fe del Lacan me dediquea leer los posfcudiates, Conca erne bates pins el rxoro a Freud propuesto por Lacan pe epics der de ladoa los posfteudianes Parg es Pe Ean jams implies dejar de ® empo hasta que éstos pudieron asu- ea ate el maestro en el momento mismo 'GuNos aspectos de su sistema; este NICA VY SUPERYG (1981-1984) invento los hacfa trastabillary Freud no siempre es tenerlos. Diria que la acogida que dieron a las eategorias de Freud tam- bign forma parte de la ensefianza de éste quien, despuds de todo, se dirigia Ja gente que tenia enfrente, tal como ocurrid con Lacan. Lacan ensefia que el destinatario del discurso forma parte del mismo. Los posfreudia nos dedicaron mucho tiempo a atar los cabos sueltos, las eategorias que no encajaban entre si, tratando de armonizarlas, Gracias a este trabajo podemos precisar algunas de las fampasses en que se podia encontrar Freud. Nos ofrecen entonces una cartografia muy precisa de las dificultades de la teoria freudiana. Por ejemplo, los debates sobre la fase filica son abso- lutamente esenciales para captar las ipasses de la teorfa falica de Freud. Justamente porque Lacan comenzé leyendo a los posfreudianos pudo acentuar y dar todo su valor a Ja funcién de la castracién en Freud. Les aconsejo leer a los posfreudianos, pienso incluso que Lacan en cierto sentido es también un posfreudiano. Debemos medir el impacto de l2 novedad que introduce Freud con el superyé. En un principio casi lo con- funde con el ideal del yo, atin en “El yo y cl ello” ambos términos figu- ran como dos expresiones cquivalentes. Este problema llegé a ser un problema tradicional dentro de la teoria analitica. Se delimité asi una suerte de articulacién tradicional, que Lacan no recusa completamente, segiin la cual la diferencia entre supery6 ¢ ideal del yo estriba en que este liltimo sostiene una funcidn de idealizacién mientras que el primero sos- tiene una funcién de prohibicién. ittivo presente para sos- Referencias de Lacan Si buscamos en la obra de Lacan sus referencias al supery6, desem- bocamos sobre todo en el texto titulado “Observaciones sobre el informe de Daniel Lagache”, que data de hace veinte afios y que es realmente el “ilkimo texto de Lacan contra Hartmann. Este texto se ocupa de la se- gunda tépica en su conjunto y se opone directamente 2 la interprets cién hartmanniana de Freud. Observen que su primer capitulo se rela- ciona con la nocién de estructura, pues intenta arrancar esta nociee a los sistematicos hartmannianos, ya que Hartmann también la usa y a de ella su emblema. El segundo capitulo se refiere al ello, el terest Yo y sus ideales, y al final, como perspectiva, encontraran tan sélo Pagina de Lac. el superyé. oh tei Yen ests tac Lacan apfoc el ideal del yo a partir dela imagen, aun cuando hace de él una funcién simbélica, a partir de sus esquemas de los espejos, aun cuando el ideal del yo estésignificantizado, igual: JACQUES-ALAIN MILLER J esquema del espejo. Fl superyé en cambio a partir de un registro muy diferente, puramente simbd- al texto en este punto. La inversion total de la perspec- aprecia en Hartmann se vincula con su opinién de la autonomia del sujeto. En Freud, en cambio, pene ano de los nombres del inconsciente. Fl superys ¢s el sinente del inconsciente en Ja medida en que el sujeto se pre- aenta ante si mismo como dependiendo radiealmente del inconsciente, El supery6 no es el inconsciente como sorpresa. Conocen sin duda Ja presentacién tan seductora que hace Lacan del inconsciente en Los cua- tro conceptos fundanrentales del psicoandlisis a partir de la sorpresa que caracteriza el Japsus, el chiste o el acto fallido, que es la fuente del en- canto siempre renovado que conserva para nosotros la “Psicopatologia de la vida cotidiana”, de Freud, que es un libro sumamente entretenido. Este inconsciente cs divertido. El superyé no es el inconsciente divertido, sorpresivo; es el incons- ciente como ley. La cuestién es saber de qué ley se trata. El superyé se introduce en la teorfa porque hay que dar cuenta de la coaccién que el inconsciente ejerce sobre el sujeto, de lo que se presenta para el sujeto mismo como cuerpo extraiio en el sintoma, como la opacidad del sin- toma. En este sentido, el superyé expresa una faz de regularidad del in- consciente, no su faz irruptiva, imprevisible que Lacan acentia en Los cuatro conceptos.... No olviden que el inconsciente en Lacan no sélo es el inconsciente de lo que no anda, de lo inaprehensible, de lo huidizo. El inconsciente construido por Lacan es también el inconsciente de los pequefios signos més y menos que encuentran en su texto sobre “La carta robada”, un in- consciente cuya referencia es la memoria cibernética. Sin duda la cues- tién de la emergencia imprevista del inconsciente y de su consistencia combinatoria se plantea, En todo caso el superyé —incluso el freudiano- se wins en la segunda vertiente. hacia 1999, ve eae enka zo Hartmann que comenzé a trabajar pery6,a comienzos de los aftos veinte, gen See Ct aa Alexander -por el que Lacan siempre eaepran ces ateodore Reis a se apeionaron poral superyo acee de roe a pete ‘ que el psicoanilisis cayera frente a los embates de Hart ‘tmann, i, . ae Rel ar Hartmann. Lacan es uno de esos posfrendianos, junto _ Sin duda conocen a Ber; tiempo de moda, mente lo aborda a parttt de! es abordado lico, Los remito tiva freudiana que se gue el superys consi el supel nombre ¢1 cea is gs0n, fildsofo francés que estuvo mucho permanecerd en Ja historia por haber inspirado CLINICA Y¥ sUPERYG (ogi. 1984) caPr rai f ‘i sa Proust, Bergson erefa que cada pensador estat bitado por una intuicion kiniea que na cesaha de try eet ha 7 l creia poder identifi D Eseaés 1 tuicidn que él crefa poder identificar en sy lenguaje. F aiden rae eri sta es una ide, poco simple que procura eaptar el hecho de que cada una fen ada uno de nos esti habitado por un imposible de decir que nos hace h 7 que decir cui es Ia intuicidn central de Lacan, no ditin que os mera formulacién que acude a nuestra memoria, led esté estructurado como un lenguaje”, No | muld ba ante tardfamente en su vida Y porque hay algo que me parece mis crucial en su enfoque de las cosas. Si tuviese que decir cul e¢ Inn tuicin fundamental de Lacan, dirfa -ésta es una sim; se trata de la divisién del sujeto y, mas pr sujeto contra si mismo. Antes incluso de disponer de los conceptos freudianos, y menos atin de los suyos, su investigacin ya est habitada por Ja divisin del sujeto_ contra si mismo, vale decir por la idea de que no es ldgico suponer que el sujeto busca su propio bien. La experiencia cotidiana, no solo el psi- coanalisis, nos lo muestra. Cuando se supone que el principio del pro- pio bien vale para el sujeto, no se puede entender la pulsion de muerte. Por esta razén los psicoanalistas en general, antes de Lacan, habfan des- cartado por especulativa la pulsién de muerte.La pulsién de muerte no es més especulativa que el masoquismo primordial ni el superyé, acerca del cual dijo Edward Glover que se trataba del eoncepto mis clinico de Freud. Por esta raz6n le agregamos al término “supery6” el término “cli- nica”, podria también decirse clinica de la pulsion de muerte, aunque ésta es mds manifiesta bajo su aspecto de supery6. . Qué autorizarfa plantear que la divisién del suj ne sla intuicién esencial de Lacan? Algo muy preciso y nada especul Tea EI superyé es el primer concepto freudiano que Lacan retuvo, el co Cepto que lo enganché a la teoria freudiana. Le est Tanaanee Los remito a la tesis de psiquiatria de Lacan (De la pe a lat en sus relaciones con la personalidad), que es de 1932. Venn poet snk {a vista, que esa tesis es una contribucién a la clinica de sore eat cone Cen quizé el caso que es el centro de ese trabajo, el oo i terapeuta a cluye con una cura total, satisfactoria, que no se de® espectador. Lo Juego, que estaba, como lo sefiala Lacan anisms aie perseguidors, que cura a la paciente es lo que ella hace: ataca al se _ odiada, El ata- al ideal exteriorizado, a la imagen ideal que ae : no ataca se lo retira Que no la deja en libertad. Por lo general, cuando 1 le jejor- de circulacién y de este modo las cosas andan me} ‘05 ablar. Si tuvie Ia pri- 1 inconsciente a dirfa pues Lacan fa for- ple suposicién—que amente, de la divisién del jeto contra si mismo JACQUES-ALAIN MILLER Lacan se interroga acere de esto y formula entonces un principio no corresponde a lo que posteriormente sera su os. la cura demuestra la naturaleza de la enfer- Macadelante no dina naturaleza dos veces en una frase, ni si 4 esa palabra, ni tampoco la palabra “enferme lad”. Lo tinies es la palabra “demostrar”, que sf forma parte de su voca- Sin embargo, éste cs un principio epistemolégico suma- mente potente. gCémo, si su hipotesis es correcta, el acto de Aimée produce la reduccion inmediata de su delirio? Lacan sefiala que no es tanto el haber atacado lo que determina la curacién, sino la consecuen- cia de su acto, es decir que se la castigé por él. A Lacan le parece que e! castigo muestra cual es el resorte del delirio, la causa de su locura. Aqui encuentra nuestro psiquiatra, Lacan, su via en el psicoanilisis, que le brinda, servido en bandeja, ese concepto masivo de supery6 como fun- damento de los mecanismos autopunitivos. Inscribe entonces la paranoia de Aimée en una categoria clinica que crea: la paranoia de autopunicién, es decir, una paranoia superyoica. Suele decirse que el crimen no paga, pero para Aimée el crimen paga, porque al ser castigada se ve satisfecha, lo que Lacan califica en esa €poca como una pulsin autopunitiva, que se satisface pulsionalmente a través de la punicién. Es un invento un poco burdo pero pueden observar en élcual es el punto de entrada de Lacan en el psicoanilisis. Su primera clinica es una clinica del crimen del superyé. Si leen esa tesis, podrén apreciar cmo Lacan sefiala el impacto de la obra de Freud, “El yo y el ello”, tanto dentro como fuera de la escuela freudiana, y cémo alude a algunos de los posfreudianos, especialmente Reik y Ale- xander, que se consagraron a seguir las pistas dejadas por Freud en lo que respecta al supery6. nid jnwenta para justificar esta creacién de la paranoia de autopu- 5 pretendfa hacer su entrada en la teorfa psiquidtrica, Y ane ch reverso de ba paral reivindicatoria, una detenci6n evolutiva Darece, obvamente, ego echo ne peny Ss Feeurso Tee ee Creo justificado considcrar ent .. fr obri de Freud, como el modo en gue ne eect Pete: nelson ls la division del sujeto. Utilizo ot eae al inicio del pace casa conan dete Sees ee deseo” cuando sefiala que el ‘0 “Subversién del sujeto y dialéctica c psicoanalista estd sumergido en la eviden- cia de la divisién del sujet: ie esta es constitutiva de la expel i sujeto, que é d a i eto, q S i muy elegante, que , “a naturaleza de tilo, dice: medad”. quiera dir gue dirs luego bulario ulterior. CLINICA Y SUPERYG (1981-1984) Elsuperyé implica en psicoa valor, Ein estos términos se referian los psicoanalistas, antes Hart- mann, al superyd. FL superyé euestiona la positividad del bien, ya auc enfrentamos a un sujeto que desiniente -dle manera que le revi! comprensible a él mismo- esa brisqueda del bien, 7 los filésofos no logran desembarazarse. Por esta razén, el superyé in- troduce una ética que no seria In del bien, y a eso se debe que Lacan haya dedicado un seminario a la ética del psicoanilisis. Si es necesario hacer una ética, es porque la ética del Psicoanilisis no se parece a las demis, precisamente porque toma en cuenta la existencia del superyé, una ética que no es la del bien, en la medida en que se confunde el bien con el bienestar. La paradoja del superyé reside en que el sujeto estd apegado a algo que no le hace bien, es decir a algo que no cola bora con su bienestar. El superyé debe entonces ser incluido en una serie comin con la pulsién de muerte y el masoquismo primordial, ca- tegorias ambas expulsadas de la teoria analitica por los psicoanalistas, quienes no pudieron asumirlas. EI superyé encuentra su lugar en Lacan, desde esta dptica, con el nombre de goce, del goce en tanto que éste constituye un bien para el sujeto, incluso un bien absoluto, un bien separado de su bienestar, que se traduce generalmente en el paciente en ese tan mentado malestar del que habla Freud, cuando no se confunde con el dolor. El texto en el que Lacan habla del superyé es “Kant con Sade”. Toma alli prestado de Kant la escisién entre bien y bienestar y de Sade la descripcién de la experiencia de goce como fundamental. ¢Hay acaso alguna referen- cia mejor que la kantiana para la conciencia moral, que se confunde con el superyé en la teorfa freudiana misma que considera que el su- peryé es el principio de la conciencia moral? Lacan demuestra que en Kant el principio de la conciencia moral es el goce, es decir, la pee cién entre bien y bienestar. En Kant est4 dicho con todas las lta necesario que el hombre esté apegado a algiin bien que lo separe de su comodidad para que llegue a ser moral”. Lacan demuestra que <5 Cisién es la misma que constituye al goce en la medida en que és! Se confunde con el placer. ~ hs De hecho, en la historia del psicoandlisis para poder llegar a ser el princip ello porque wri Recesario que el superyé dijese: “No hagas e510 © Agi Tivo “std mal” o “hazlo porque te conviene”. Lacan formula el i ‘erintlss el superyé de modo muy diferente. Pueden encontrar esta ilisis cl cucstionamiento del bien como ¢ axioma del cual isis la division del sujeto fue j6n o un imperativo. Se JACQUES-ALAIN MILLER seq Seminarn 20, un, que consi con a formalin delim wal Ia paradoja de este imperativo es ; At saperys como: (Gora! wactamente a una interdiccion, porque gozar, segiin la de- que equivale exactamente aun porq' : i i icion de Lacan, es imposible. finicién de Lacan, es imp ; / Esto ya fue abordado por los primero: analistas, los buenos, Reik y Ale- sander, como senumicnto inconsciente de culpa, como necesidad de pu- nicion, es decir, desde un Angulo fundamentalmente patematico. En rea- lidad, interdiccion y exhortacion son dos fases de la coacci6n inconsciente. Si quieren localizar el supery6 en Los cuatro concept0s..y donde no esta tra- tado tematicamente, lo encontraran ¢n el capitulo sobre Ja repeticion. La ley edipica es un concepto lacaniano sumamente popular, que in- cluso se ha vuelto trillado. Debernos percatarnos de que no se trata de una ley de regulacin u homeostasis, de una ley que permite que las co- sas se mantengan unidas, aunque, por supuesto, ese Jado de la ley como organizadora de compatibilidades también existe. La ley tiene también una incidencia perturbadora, y éste es el aspecto que se destaca cuando hablamos de supery6. En este punto los posfreudianos fracasaron, no podfan dar cuenta de Jo que dice Freud en “El malestar en la cultura”: “Cada remuncia ala sa-_ tisfaccién pulsional refuerza la severidad del supe 6”. En realidad, es- perarfamos mas bien que ante cada renuncia a la satisfaccién pulsional el superyé se frotase contento las manos. ‘Tengamos en cuenta que la se- gunda t6pica introduce el guignol dentro del psicoanilisis. Los psicoa- nalistas, incluso los mejores entre ellos, como por ejemplo Alexander, lo hacen. Este tiltimo considera el superyé como el jurado, el ello como eno de pasiones pulsionales y el yo como acorralado entre ambos. Por eso podemos tranquilamente suponer que el superyé se frota las manos de contento ante cada renuncia pulsional, spent syames ia ne de Freud, es porque ella nos muestra que el levision” (en Psicoundlisis, saulfontay televisén) "la hina I saperyo” frase de Froud es una paradoja a incapinamos que'cl supe supe i gee, Cede Loan Game feed pe i eee oalage radoja pues el superyé exige 7 ce apes dice: iGozal, elimina Ja pa- este enredo cuando creimos ites in OS Beleoanalisny nos perdimos en conel deseo que su fonciSnesesciul ent prchibechaeean arsenal funcién de socializacién al declinar ae prohibir el deseo, sostener una era visto entonces como una barrera pleas de Edipo. El superyo reera que se constituia a partir de la enencre Lene ba- nuncia a los mismos. Considerar cin et perativo del CLINICA Y SUPERYG (9RL 1984) elsuperys, aun en fa teoria freudiana donde el concepto no esté dem rao, como articular con el goce es algo totalmente ifereme Deseo p goce son ntindmicos, ésta es una clave para Penetrar en la ensefianza de Lacan. Es cierto que el superys se opone al desea, pero tinicamente como exhortacion impel ativa al goce. No podemos im ginar una instan= cia que formulase imperativamente: ;Desea! Al contrario, efecto de lo imposible del goce. Lo que se verifica eon elp gue el goce como tal no es deseable. Lo que conocen, aquello a lo que han sido sensibles en la ensefianza de Lacan, es lo que éste delimité como Nombre-del-Padre, una instancia que, en un primer abordaje, es una instancia de normalizacién del deseo. Mientras el sujeto se enfrenta tan sélo al Deseo de la Madre como deseo sin ley, como capricho, aquelio a lo cual el deseo materno se engancha sigue siendo un enigma, una equis. Todo se aclara y se estabiliza cuando el Nombre-del-Padre metaforiza el Deseo de la Madre, y se ponen a partir de entonces las cosas en or- den, Io que hace que la funcién filica encuentre su lugar, y que de alli en més todo ande bien. O sea que después todo anda mal pero del mismo modo para todo el mundo. En Schreber todo anda bien, Schreber nada en el goce, ése es su tér- mino. Qué es el goce, y con més exactitud el goce femenino, ha sido di- cho por una mujer: esa mujer es Schreber. Lacan siempre se quejé de que las mujeres no dicen nada sobre él, pero debemos admitir que hay al menos una, la mujer de Dios, no cualquiera obviamente, que nos ex- plicé qué es el goce. Cuando el sujeto no se normaliza de esta forma, cuando el goce no se hace filico, tenemos entonces el soberbio delirio de Schreber. La ley en el sentido de Lacan es esa operacién por la cual el Nombre-del-Pa- dre viene a ordenar las cosas, coordina el goce con el falo, gracias a ello Se puede escribir, como lo hizo una vez Lacan: “El falo es el significante lel gece”. Muchas cosas interesantes ocurren cuando el falo no es el “ignificante del goce, cuando el goce carece de ese significante, Si el su- Faggbuato con la del Nombre-del-Padce, El Nombre-del-Padteesuna fineién coordinada al deseo, el superyé es una Funci6n coordinada al Tres vertientes del superys No io Piensen que el superyé puede ser considerado sdlo como ue "60. Sabemos de antemano que en la obra de Lacan debemos co el deseo es el sicoanilisis es si JA SQUES-ALAIN MILLER b ys Hans Ia aL Ane faye ven los tres registtos:imaginario, simbiico y real. «Qué Jo simbolico? Aparentemente, de entrada, no hay lugar al en lo simbilico. Si tomamos en cuenta el modo en que se pre- ne J superyd, éste podria ser una funcién eminentemente imaginaria: ane: es personaje. Lacan repite a menudo, como un sintagma O fi cona-yferoz.del supery6”. Esta ¢s una formulacién épica del superys, encarnada a veces en un personaje que existe en la his- toria del sujeto. Es muy diferente a lo que constituye la estructura misma del supery6. No podemos quedarnos tan sdlo con esa gama de persona- cos. La palabra misma “supery6” es jes que, admitimoslo, son superyor i c imposible, es cn sf misma una arlequinada, arrastra consigo la comedia del arte, cl yo con el superyé arriba. Podemos explorar las figuras super- yoicas que son siempre tan ridiculas como la palabra misma. Conocemos Iatradicin de la representacion ridicula de Ia autoridad, del Otro con que tan sujeto se confunde, y que indefectiblemente provoca el ridiculo. A mi parecer, tenemos también que tomar en cuenta la funcién del superyé en lo simbélico. Quiero hacerles notar que Lacan en el Semi- nario 1 (Los escritos técnicos de Freud) y en el Seminario 2 (El yo en Ia teoria de Freucdy en la ténica psicoanalitica) ubica el supery6 sobre todo en Jo sim- bélico, incluso hace de él el resorte mismo del orden simbdlico. Esto al- tera un poco la idea de que lo simbélico vendria a establecer la paz en- tre los hombres. Suele creerse que en lo imaginario encontramos Ja guerra, Ja guerra estipulada por el estadio del espejo, y que el superyé simbé- lico, por el contrario, permite a los individuos vivir juntos. Muchos pa- sajes de Lacan apuntan a este sentido, son pasajes de los que luego se bur- lara. El superyé ciertamente es la ley, pero no la ley pacificadora, socializante, sino la ley insensata, por cuanto entrafia un agujero, una au sencia de justificacién. Es la ley como significante unario, S, cuya signi- ficacién desconocemos, pues para conocerla serfa necesario un segundo ee 7 eae in ciiienenykaheton el primero cobra su sen- cante tinico que, por estar solo, yl baradoja que resulta de un signif Sieush enun ane Le a es insensato. Por esta causa podriamos sunta ley total del Otro puede ser pereibid eae ee la vor, insensata del ¢ percibida en su falla. En ese momento el superyé se hace escuchar por el sujeto. Es el Otro Por cuanto no hay Otro del Otro, el Otro por cuanto hace la ley pero también en la medida en que él misino no eet vegulado, El superyé como ley insensata est may ccreae a lb dkecantes de que ese eveu'gen mee tang eee Nombre-del-Padre. Elsupery ne forizado ¢ incluso dominado por el 4 cerea del Deseo de la Madre como derar el supe es el superyo en! fijo: “La fi CLINICA Y SUPERYG (1981-1984) capricho sin ley, por esta raz6n se tiende , 10, como se hizo, por ejemplo, en e anto en la psicosis, Se cree que a psicosis se est dicie recurrir const antemente al caso de Schret al dest Ja madre en ndo lo contrarig can enando destaca la funcién del padre aro que al valorizar la funcidn de lam dencia traumatizante del goce puro. La tercera vertiente que estudiaremos en la Seccion Cliniea es la del supery6 como real, Existe cierta proximidad entre el significante aac, como insensato y cl objeto a como fuera de sentido, Lo que los vineula esque ambos se encuentran en dificultades en lo que respeeta al sennie aunque estas dificultades son diferentes. Lacan sefiala que en au aspecto més profundo el superyé es el objeto @ como voz. Busca para este punto sus referencias en el trabajo de Reik sobre el shofar (en Psioaniins pl cade). Debemos ubicar en la ensefianza de Lacan el superyé en las tres ver- tientes de lo imaginario, lo simbélico y lo real. En la ensefianza de Lacan debemos elegir el punto que vamos a en- fatizar; quisiera insistir sobre la situacién del supery6 en lo simbélico. El superyé es solidario de la divisién de lo simbilico mismo, porque lo simbélico no forma un todo. He intentado mostrar en mi seminario so- bre légica del significante que doy aqui por la mafiana, a partir de ejem- plos elementales, de qué modo esta divisién es estructuralmente intrin- seca al campo del significante. El supery6 como ley insensata es solidario de la separacién interna del campo del significante, del $ (A), incluso podriamos escribirlo asf: Superyé (A). : Un pasaje de Lacan, en la pagina 127 del tomo II de los Bxritos, en el que se refiere a la identificacion narcisista que Balint deseribid al fi- nal del andlisis, podria ser utilizado como objeci6n a esta Baler can dice alli: “La identificacién narcisista deja al sujeto en una oo sin medida, mas ofrecido que nunca a esa figura obscena y fore analista llama superyé y que hay que entender como la hia ee . is imaginario por todo rechazo (Verwerfung) de los manda ela palabra”, F cana de ste es un pasaje que hay que entender, pues en dl tener & con de Lacan del superyé como figura hoo ie mandamientos Tta en lo imaginario cuando hay rec! to, este pasaje ¢s Fe le la palabra, éCémo situar este pasaje? Por supues "a no es sostenido. {VO a una etapa de la ensefianza de Lacan y ev principio mismo isthe des nen acne en simbdlico es lo que él denomina ley cuperys mater se lo valoriza ber y car la funcién de ) de lo que dice La- En realidad, hay que tener acre estamos valorando la inci. unario ALAIN MILLER JACQUES: rrastre durante mucho tiempo esa palabra “reconacimiento” can arrastre dua rarect rt van M heyeliane en que hay un sujto que quiere ese termine increible de or Faparotrngorro que no lequrere reconaeeh laluchaa muerte Ftimente, cl amo y el esclavo. Fl esclavo reco. econoce al esclavo. lesclavo trabajara hasta so- yma, culininando en fa lucha de clases. Fsta es una historia increible a Ja que no podemos entender como adhirié Lacan tanto tempo. Aun después del discurso de Roma, uno de los temas esenciales de los Excritos es cl reconocimiento del deseo, que marcarfa el final del andlisis. Dirfa que la ensenanza de Lacan comienza verdadera- trente cuando deja caer ese término “reconocimicnto”. ‘Antes de hacerlo, Lacan formula en “Variantes de la cura-tipo” que cel hombre esta bisicamente subordinado a la ley del reconocimiento, que solo puede acceder a su identidad por la mediacién de otro sujeto, fun- ‘Hindose ast una dialéctica del mutuo reconocimiento. Escribe por ejem- ninguna palabra verdadera es tinicamente palabra del sujeto, puesto fundindola en la mediacién de otro sujeto como ella opera, y puesto que por ese camino esta abierta ala cadena sin fin pero sin duda Ae indefinida, puesto que se cierra~ de las palabras donde se realiza concretamente en la comunidad humana Ja dialéctica del reconocimiento”. Fete es un pasaje antilacaniano. En esta época Lacan considera que lo simbélico, la palabra, entrafia la mediacién de otro sujeto. Cuando existe forclusién de la mediacién simbolica, cuando el sujeto permanece en la relacién imaginaria de identificacién narcisista, puede Iamarse a esa hiancia supery6, es decir que el superyé es entonces un efecto de la forclusién de la ley simbélica del reconocimiento. Esto, por supuesto, nos interesa. Recordemos que dijimos que el Nom- bre-del-Padre en lo simbélico es correlativo de la apertura de la hiancia falica, La hiancia a la que alude Lacan es la de la forclusién, la hiancia en Jo imaginario de la funci6n filica, En la pagina 256 del tomo II de los Es- rite Lacan dice: “Este otro abismo, ¢se formé por el simple efecto del ee aa ae tle Oe del fal, que el sueto remitiria para resolv oie Pe ae tadio del espejo?", En ol pnt ae “visi fa hiancia mortifera del es- antes, Lacan hace del superye a le “Variantes de la cura-tipo” que cité sin medida del sujeto y la amenaza que al mismo tiempo le tubes perys. A eta bestiad sin medida hoy que dale avec ote neal goon incluso el goce como goce del Otro za Hie le su nombre: es el goce, . Una sola cosa da su medida al goce, ser reconoen puro prestigie Ys alamo, quien NOt por nove Iprepasar por fir plo: que essiempre INICA Y SUPERYG (1981 -19K4) como lo sei medida algo escasa la Lacan, ese algo es om? t la funcion fi qe taupery®, pesea lo que podrfamos deducirdel eee gin tein ian imaginara, PT superyes es una facie aes ete Tada, pero como en ese momento de su enseianca In stmbolicn as r ilico es fun- cian de regulacién via el reconocimiento, y la mediacisn, Ia forma 4 tiene Lacan de refcrirse al superyé como instancia no reyulads os rat tirlo a lo imaginario. I superyé es una funcién desencadenada, «me no conoce limites y que por esa causa ha sido proscripta por los ptico aalie, tas. El deseo, en comparacidn con el goce, es extremadamente civilizado ¢s plistico al significante, esté naturalmente coordinado con él. , Desde un principio el goce no esté coordinado con el significante, Es necesario el Nombre-del-Padre para que el goce desmedido se coor- dine con lo que no es mas que su semblante, el falo. Por esta razén el texto de Schreber es apasionante, El dios de Schreber nos brinda la imagen de esa ley desencadenada, trabaja contra el orden del mundo, esta eninfraccidn respecto de dicho orden. Todo el esfuerzo de Lacan en gran parte de la década del setenta consistié de hecho en volver a cuestionar a prevalencia del Nombre-del-Padre como un artificio frendiano, arti- ficio que Freud consideraba necesario para la experiencia analitica, un atajo para que el sujeto llegue a un entendimiento soportable con su de- seo. Cuanto més cuestionaba Lacan el Nombre-del-Padre, més acen- tuaba la funcién del goce, que emana de un registro diferente del de la metéfora paterna. EI goce se refiere al deseo de la madre como funcién sin freno sim- bélico. Esta funcién nos remite a la posicién de Freud sobre el superyo femenino. Freud se preguntaba si las mujeres tenfan superyé y sostenia que, en el caso de que lo tuvieran, ese supery6 era menos severo que el de sus congéneres hombres. Iiste se volvié un tema clisico en los debs tes psicoanaliticos, Sin embargo, este problema del supery6 femenino no ¢smés que una mascara del problema esencial del goce femenina, “2 Desde este angulo podemos emprender la biisqueda de asi a Que escriba en la teorfa de Lacan el supery6. Ya propuse el S (A), PES pienso que podemos usar un significante menos utilizado que See con el que nunca se hizo nada: &». Este significante represen ie een iinsto por el flo, lo cual parece oponerse alo que dice en “Str ser leto. .” cuando escribe que el significante 4 ae one mo geccad. No considera ane Oe ge nel come Bocelli Ra fe eoicudad del some jene que lazmujer no ex pve ipa Recordemos que Lacan sostiene q) tT goce no COM gelado, no Boce filico. El falo indice cero, &s, escribe ¢! 6° ALAIN MILLER sivo del falo, Fsto concuerda muy bien con lo que en el transcurso cautivo del falo. ies hisoria se ha dicho acerea de ls mujeres: que no se someten a ag 2 historia se ha J 1 © mo se somere ip Je la palabra Los mandamientos divinos son leyes destinadas a cau. eyes de fa palabra. L leyes tivar a las mujeres en el orden de la a. No sdlo ellas no tienen su- nerve como dec ino que no les importa Ja ley del recono gata simbakieo, Por eso, en el curso de la historia In educacién de las mujeres apasiond a los hombres, quicnes se devanaban los sesos para raban que las mujeres participen aunque mds no sea un poco a Freud, ver como log : en el orden simbolico, en la regulacién fali | Los ejemplos que de ello da Lacan son para desternillarse de risa. Recordemos el “tii eres mi mujer”, que en francés es homéfono con “ma- ten a mi mujer”, que era el ejemplo que daba Lacan de la palabra verda- dera que sella el verdadero reconocimiento entre los sujetos. Lacan debe de haberse refdo mucho posteriormente de esa primera época en que crefa en el acuerdo simbélico de los sexos. La homofonia que tiene en francés esa frase indica que él mismo no lo creia. Esa homofonja nos muestra que seria erréneo imaginar que “ti eres mi mujer” es la verda- dera palabra por la que reconozco al otro sexo como otro sujeto, como si pudiese reconocer a una mujer como mi otro genérico. Si esa homo- fonia no estuviese presente, podrfamos creer que Lacan imagind fundar en esa 6poca las relaciones sexuales en la palabra de reconocimiento. Esta formula esti muy lejos del “no hay relacién sexual” que formuld mis tarde, La hiancia central no es la de lo imaginario sino la hiancia que se abre en lo simbélico mismo por la falta de relacién-proporcién sexual. Majiana, en Ia conferencia que titulé “Teoria de los goces”, prose- guiré desarrollando el tema de hoy, que, como espero habrin podido apreciar, no es otro que el goce.

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