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Luis Alberto Marta Aldana G33EZHZ3


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M Alberto Matta Aldana Estu-
I dt Derecho y Ciencias Políticas de
Fversidad Ubre de Colombia y Licen-
en Educación de la Universidad San-
de Cali en 1992. su experiencia está
a al ámbito de ta promoción y defen-
i los Derechos Humanos y de la edu-
»n popular. A finales de 1997 cursó el
Master Teorías Críticas del Derecho y la De­
mocracia en Iberoamérica, que ofrece la
Universidad Internacional de Andalucía.
A partir de 1995 hasta mediados de
1997 fue Consejero para la Paz y los Dere­
chos Humanos en el gobierno del Valle del
Cauca, región sur occidental de Colombia,
representando en ese cargo a la Unión Pa­
triótica, movimiento político de izquierda
fundado en 1985 como producto de los
acuerdos nacionales de tregua y paz fir­
mados entre el gobierno de la época y el
movimiento guerrillero de las FARC-EP.
En la actualidad adelanta una investiga­
ción en torno a la lucha por la tierra en
América Latina y sobre la Reforma Agra­
ria como perspectiva favorable para cons­
truir la paz en Colombia.
i

1
Colombia y las FARC-EP
Origen de la lucha guerrillera.
Testimonio del Comandante Jaime Guaraca
Luis Alberto Matta Aldana

Colombia y
las FARC-EP
Origen de la lucha guerrillera.
Testimonio del Comandante laime Guaraca

¡|¡|7xo/o^arta
Izenburiia: Colombia y las FARC-EP
Egilca: Luis Alberto Matta Aldana
Hitzaurrea- Carlos A. Lozano Guillén

A:ala Esteban Montorio

Argilaralzea.
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Lego gordailua
Bl 328-1999
¡[¡¡Ixqlapa^g
n-T--) 'J/
Agradecimientos
A Diana, mi compañera, con quien fiemos compartido paso a paso
este emocionante trabajo de investigación y también los momentos
de dificultad presentados-, a Milet Nielo por su incalculable ayuda-,
a Ovidio Salinas por la sencillez de sus recomendaciones-,
a los compañeros del Partido Comunista Colombiano que me cedieron
sus libros y me dejaron conocer sus opiniones-, en España a los
compañeros de SODEPAZ, OSPAAAL, e Izquierda Unida, y en el País
Vasco a Txalaparta, editorial que hace realidad este sencillo aporte a la
memoria de las luchas populares en Colombia, así como al periódico Re-
sumen Latinoamericano y Askapena; a Olga Lucía Marín de la Comi­
sión Internacional de las FARC-EP, y finalmente con especial afecto a
Daisy o Chavita compañera de Guaraca, por su paciencia y
comentarios que han ayudado a recordar momentos felices, y también
de desencanto, en la reconstrucción de esta historia.
A
A mi padre, que al contarme sus historias so­
bre la violencia, me indujo a la apasionante cos­
tumbre de reconstruir memorias. A mi hijo Jacobo
que ahora me ilumina la vida con su pequeño uni­
verso.
A los hombres y mujeres que desde la prisión,
desde el surco en la tierra, o desde sus organizacio­
nes populares, sueñan y construyen una patria
mejor. A los compañeros asesinados que jamás ol­
vidaremos.
Prólogo

Luis Alberto Matta, un hombre comprometido con la

paz y estudiante de temas sociales y de la violencia política


en Colombia, nos presenta en este libro el testimonio direc­
to de Jaime Guaraca, legendario guerrillero y uno de los fun­
dadores de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colom­
bia (FARC-EP), quien en ameno relato hace un recuento his­
tórico de los conflictos vividos en las zonas agrarias del Toli-
ma, Huila y Cauca, origen de las guerrillas liberales y comu­
nistas a mediados de siglo, de cuya base social nacen las
FARC. Describe paso a paso la histórica resistencia del cam­
pesinado y su lucha por defender la vida y la tierra, resisten­
cia que se traduce en los comandos de autodefensa de ma­
sas, fortaleciendo en ¡os núcleos campesinos una actitud in­
dependiente y unitaria, que de hecho les impulsa a plantear
en sus zonas de influencia, una verdadera reforma agraria. Es­
to provoca la ira del bipartidismo tradicional y latifundista; en
consecuencia, estas regiones son violentamente agredidas
por el militarismo, con el respaldo del imperialismo nortea­
mericano, argumentando que constituyen la base social del
comunismo; ante la agresión, el movimiento campesino en su
resistencia popular, evoluciona cualitativamente a la guerra

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de guerrillas. Es apenas una de las tantas violencias que la
clase dominante ha impuesto al pueblo, porque al fin y al ca­
bo, no ha conocido otra forma de gobernar y de atornillar el
régimen antidemocrático y despótico que le asegura lucrati­
vos ingresos a la oligarquía, beneficiaría del usufructo del po­
der.
Guaraca inicia su relato con prodigiosa memoria en los fi­
nales de la primera mitad de siglo y avanza hasta finales de la
década de los sesenta, época en que se presentan los saltos
cualitativos en la resistencia campesina y guerrillera, ante las
agresiones militares de la oligarquía colombiana empujada
por el intervencionismo norteamericano. Es entonces el ori­
gen de la etapa conocida como «violencia en Colombia», a la
que historiadores y sociólogos le adjudican tres fases: La pri­
mera desde el 9 de abril de 1.948, tras el asesinato de Jorge
Eliécer Gaitán; la segunda comienza con el golpe militar de
Gustavo Rojas Pinilla, en 1953, y se extiende hasta la caída de
la dictadura, en 1957; y la tercera y última, se inicia con el
Frente Nacional, en 1958, hasta nuestros días. Sin embargo,
bien valdría la pena que los mismos historiadores y sociólo­
gos examinaran la posibilidad de una cuarta etapa de la ac­
tual violencia, iniciada en la década de los ochenta, cuando
apareció en toda su magnitud la guerra sucia y el Estado
adoptó en definitiva formas terroristas e hizo suya la modali­
dad del conflicto de baja intensidad y del ataque al «enemi­
go interno» promovidas por el contubernio Estado (militares),
paramilitares y narcotraficantes. Es una etapa muy definida y
de características diferentes a la iniciada (la tercera) con el
Frente Nacional.
El legendario guerrillero discurre su historia en los límites
de la «actual violencia», porque Colombia ha vivido muchas
violencias, casi desde el momento mismo de la independen­
cia, aunque se podría decir que desde antes, porque al fin y
al cabo la conquista y la colonia adelantadas por el invasor
español se hicieron a sangre y fuego contra los indígenas y
patriotas. Todas las violencias siempre se han ejercido desde
el poder dominante.
Por eso en Colombia la violencia es un fenómeno históri­
co y sociopolítico, que se ha impuesto desde arriba para de­
fender privilegios e intereses políticos y económicos. El pue­
blo no ha hecho otra cosa que resistir a la violencia de los to-

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dopoderosos. Desde la resistencia indígena para impedir el
exterminio de la raza, pasando por el Ejército de patriotas en­
cabezado por Simón Bolívar, que logró la primera indepen­
dencia, hasta la resistencia agraria a los crímenes del latifun-
dismo y la reacción de los campesinos que se levantaron en
armas contra la ignominia y para conquistar un nuevo poder,
éste sí, de democracia y justicia social.
En Colombia existe un Estado violento, que nunca abrió
las puertas a la democracia por temor a que surgieran otras
fuerzas y sectores que echaran abajo el régimen restringido
bipartidista y de intereses oligárquicos. Esto es muy distinto
a que haya una suerte de «cultura de la violencia», como sue­
len decir algunos investigadores amparados en estadísticas
sobre los niveles de delincuencia y criminalidad, ciertamente
altos, pero que en todo caso guardan una relación de causa-
efecto con el fenómeno sociológico de la violencia, porque
muchas de las formas de delincuencia provienen del hambre,
la miseria y el desempleo crecientes. Esto es, de la inexora­
ble brecha del capitalismo salvaje cada vez más profunda en­
tre ricos y pobres.
La historia de jaime Guaraca se inicia en su natal Tolima,
más concretamente en Santiago Pérez, un corregimiento del
municipio de Ataco que fue epicentro de las confrontaciones
de conservadores y liberales, y también de comunistas, que
en la época constituían sus primeros núcleos en regiones
agrarias del Tolima y el Huila. En buena medida era la con­
tradicción de los latifundistas, ligados entonces al Partido
Conservador, con los colonos que urgían cada vez más la ne­
cesidad de la reforma agraria. Esa lucha por la tierra desató la
agresividad criminal del latifundismo, que no vaciló en orga­
nizar a los paramilitares de la época llamados «pájaros», para
asesinar a los luchadores agrarios.
Así se fueron conformando los primeros destacamentos
guerrilleros, cuya génesis estriba en raíces estrictamente po­
líticas, económicas y sociales. En todo caso el proceso de in­
cubación de la «violencia en Colombia», derivada de la atro­
fia del tejido político y social, tuvo momentos diferentes y ex­
periencias si se quiere coyunturales. Una fue la resistencia de
las masas a la violencia latifundista, o la resistencia campesi­
na de Marquetalia, Río Chiquito, El Pato, Villarrica y El Gua­
yabera, las mal llamadas Repúblicas Independientes, y otra

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la lucha de las FARC-EP, que desde su fundación inició el ob­
jetivo de formar un Ejército Revolucionario para la toma del
poder para el pueblo.
Entonces -y así lo demuestra la vivencia del Comandante
Guaraca- la acción armada campesina y guerrillera no fue só­
lo el instinto de conservación de las masas para defenderse
de la violencia ejercida desde el poder dominante, sino tam­
bién parte esencial de un proceso concreto y, quizás sui gene-
ris, en la lucha política colombiana, de combinación de todas
las formas de lucha de masas. Así, la lucha guerrillera se con­
virtió en parte fundamental del proceso político en Colombia.
Este trabajo de Luis Alberto Matta sin duda contribuye a
conocer una historia que tal vez no se ha contado en toda su
magnitud e implicaciones. Guaraca, «marquetaliano» y prota­
gonista singular de esta historia, muestra la etiología real del
conflicto armado, que no radica en la actitud perversa de los
revolucionarios, como predican los ideólogos de la derecha y
del sistema, sino en las profundas desigualdades del régimen
político oligárquico, vacío de democracia y humanismo.
Esta historia es muy útil en el momento actual, cuando en
el centro de la atención nacional está el tema de la paz y de
los posibles diálogos del Gobierno y la guerrilla para allanar
el camino hacia una solución política negociada del conflicto
armado y social en Colombia, donde también participan los
partidos políticos, la Iglesia, los empresarios y los gremios de
la producción. Pero el meollo del asunto está en la paz que
anhelan y pretenden unos y otros.
Una es la paz de los de «arriba», es decir, el bipartidismo
dominante con todo lo que este concepto abarca, que inclu­
ye desde los gobernantes de siempre al servicio del gran ca­
pital, hasta los representantes de la oligarquía y dueños rea­
les del poder. «Su» paz es la de los sepulcros, la pax romana
de que hablara el jurista Eduardo Umaña Luna en el sepelio
de su hijo, Eduardo Umaña Mendoza, defensor de los Dere­
chos Humanos, asesinado por el militarismo en Bogotá.
Es la paz para que nada cambie. Parte del absurdo crite­
rio de que la guerrilla en Colombia fue una acción perversa de
los revolucionarios, y que basta con la «generosidad» del sis­
tema para dar a los alzados en armas unas prebendas y unos
beneficios de reinserción. Todas son dádivas efímeras, como

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ocurrió con el M-19, el EPL, el Quintín Lame, el PRT y la CRS,
que ya no las tienen, y a sus dirigentes no les quedó otro ca­
mino para subsistir que ubicarse en el establecimiento bajo
el ala protectora del tradicionalismo liberal y conservador. En
el fondo se convirtieron en «nuevos sectores» que sólo han
apuntalado el régimen que antes combatieron con las armas
y ahora reciben de éste pequeñas migajas que con el tiempo
desaparecerán por completo.
La otra es la paz democrática con justicia social. La que
propone el movimiento popular, del cual forman parte las
FARC-EP; la paz que será consecuencia de un diálogo con par­
ticipación del pueblo. Será la paz que derivará de la nego­
ciación del conflicto con soluciones políticas, sociales y eco­
nómicas. Es la manera diferente y altruista de ubicar el tema
de la reconciliación de los colombianos.
Mientras los latifundistas, con su concepto de la pax ro­
mana o paz de los sepulcros, creen que lograrán el acuerdo
ofreciendo a los combatientes guerrilleros el 10% de sus tie­
rras, que entre otras cosas no les pertenece, lo que además
no resuelve nada pues los insurgentes plantean la reforma
agraria; asimismo, los grandes «cacaos» como gran aporte a la
paz prometen que se meterán la mano al bolsillo para arrojar
la «limosna de paz», mientras la guerrilla propone un modelo
alternativo de desarrollo distinto al capitalismo salvaje. El ré­
gimen bipartidista ofrece a los comandantes guerrilleros unas
pocas curules en el Congreso; los alzados en armas deman­
dan reformas políticas avanzadas para desmontar la demo­
cracia restringida y el sistema bipartidista y abrir el paso a un
régimen pluralista de cambios democráticos y estructurales
para la reconstrucción y reconciliación nacional.
Son las posiciones que marcan la diferencia y que natu­
ralmente dificultan el proceso de paz en Colombia. Porque no
es suficiente sentarse en una mesa a conversar de la paz, lo
esencial es que la clase dominante siempre renuente a ceder
un ápice de su poder entienda que el país debe cambiar, que
el régimen político debe ser otro, diferente al de la práctica
del terrorismo de Estado y al de la negación de la democra­
cia. De lo contrario, el conflicto se extenderá indefinidamen­
te y no por el capricho de la guerrilla, sino porque las causas
que lo originaron estarán ahí presentes. Inclusive en el su­
puesto, poco probable, de que las fuerzas militares derroten

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a las guerrillas, nada se resolverá porque, con toda certeza, al
no modificarse la estructura injusta, arbitraria y violenta del
sistema, en poco tiempo aparecerían otras organizaciones
guerrilleras, o las derrotadas surgirían de las cenizas, como el
Ave Fénix .
Estas breves y limitadas elucubraciones están demostra­
das por el relato del comandante Jaime Guaraca, testigo de
excepción de la violencia reaccionaria y de la respuesta po­
pular a la misma en esta segunda mitad del siglo XX en Co­
lombia.

Carlos A. Lozano Guillen


Abogado y periodista. Director del semanario Voz
Subsecretario nacional del Partido Comunista Colombiano
Bogotá, mayo de 1998.

16
Introducción

1 próximo 27 de mayo de 1999 se cumplen 35 años de


La fundación de las FARC, guerrilla revolucionaria que se
constituye en importante fenómeno social y político en Amé­
rica Latina; en 1964 sucedió la agresión militar del Estado con­
tra la pacífica zona campesina de Marquetalia y pese a que la
Conferencia Constitutiva de este movimiento se realizó dos
años más tarde, se toma como fecha oficial el día que se ini­
ció la resistencia. Esta trayectoria de lucha revolucionaria con­
serva una línea consecuente desde sus inicios, siempre en la
búsqueda de una salida política al conflicto social y armado
que vive Colombia.
Con el presente trabajo de investigación intento recrear
una experiencia de la lucha armada en América Latina y par­
ticularmente en Colombia, escenario social y político donde
el movimiento popular, del que son una expresión las Fuer­
zas Armadas Revolucionarias de Colombia, pone de manifies­
to la vigencia de las luchas sociales para la transformación y
derrumbamiento del sistema de relaciones económicas y po­
líticas, basado en la injusticia, que rige la humanidad.
Recuperar la memoria individual y colectiva de las luchas

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populares tiene, si persisten los idearios humanistas de cons­
truir un futuro de paz con justicia social para los pueblos, un
profundo significado político y ése es el caso del movimiento
armado que integran las FARC. Ése es el objetivo central de
este libro, que toma como referente al movimiento insurgen­
te más antiguo de América Latina; una organización político-
militar que se mantiene en los postulados marxistas, pero
desde una experiencia particular donde se mezcla el pensa­
miento indígena, negro, campesino y urbano de nuestros
días, y que incluye en su ideario la herencia del pensamien­
to Bolivariano y antiimperialista. Las FARC-EP son un Ejército
del Pueblo que se nutre de este escenario tan diverso, esta­
bleciendo nuevos paradigmas para la lucha social y política
en nuestro continente.
El Comandante guerrillero Jaime Guaraca nos entrega en
su rica narración los momentos que preceden a la fundación
de esta guerrilla; es el testimonio vivo de un capítulo de
nuestra historia, sin correcciones y en la construcción idiomá-
tica propia de un campesino al que le cabe el país en su me­
moria.
La acción de la insurgencia armada en Colombia se cons­
tituye en parte integral e histórica de las luchas sociales de
nuestro pueblo, y en ellas alcanza ribetes de leyenda un pu­
ñado de líderes agrarios convertidos luego en legendarios
guerrilleros, entre ellos Guaraca, que desde mediados de la
década de los cuarenta desafían el sistema y se alzan en ar­
mas rebelándose contra la tiranía y la injusticia.
Desde sus primeros años Guaraca conoce los estragos de
la violencia en las pacíficas zonas campesinas a las que per­
tenecían él y su familia; siendo aún un niño se integra a las
guerrillas, primero al lado de Jacobo Prias Alape o Charro Ne­
gro, formando parte de lo que se conoció como las columnas
de marcha, que movilizaron a más de doscientos mil labrie­
gos, que resistían en diversas formas la violencia conservado­
ra, en el período que comprende desde mediados de los cua­
renta hasta el golpe militar en 1953; con Isauro Yosa, conoci­
do como Líster; Manuel Marulanda Vélez, el legendario Co­
mandante Tirofijo; Isaías Pardo, Jesús Medina, Luis Salgado, Mi­
I guel Pascuas, Agustín Cifuentes, Miriam Narváez, Jaime Sali­
nas, Israel Valderrama, el Comandante Olimpo, Joselo Losa­
da, el Capitán Arrayanales, Ciro Trujillo y muchos más, desde

18
la insurgencia deciden defender sus vidas y luchar por la tie­
rra; luego, obligados por las circunstancias, evolucionan en su
resistencia y deciden presionar cambios estructurales al sis­
tema de gobierno. Para entonces, ya con la presencia de Ja-
cobo Arenas, Hernando González y un puñado de hombres y
mujeres, se encumbran definitivamente como guerrillas en
las montañas y comienzan a conspirar contra el régimen, a
conducir ideológica y militarmente una lucha contra el impla­
cable enemigo de clase, y a ser ejemplo en un ejército popu­
lar, al que le han entregado sus mejores años, cabalmente
convencidos de que más allá de esta guerra espera esa paz
con justicia social que anhelan millones de colombianos.
Este trabajo se inicia a finales de 1994, luego de un breve
encuentro en Centro América con el Comandante guerrillero.
Desde entonces, en diversos momentos, hemos continuado
el intenso recorrido por su memoria, elaborando un testimo­
nio cuyo propósito es reconstruir en forma fiel y rigurosa la
historia y los sucesos que marcan el origen de la fuerza gue­
rrillera más importante y poderosa de América Latina en la
actualidad.
Jaime Guaraca emerge como líder guerrillero al calor de
los conflictos agrarios y políticos que sacudieron a Colombia
en la primera mitad del siglo XX. Un hombre que desde niño
fue obligado por las circunstancias a abandonar sus activida­
des de labriego para empuñare! fusil, frente a la agresión la­
tifundista y sectaria de los partidos tradicionales en el poder
político de su país.
Hablar de los guerreros nunca ha sido fácil, menos aún
cuando su lucha se ha constituido en una fuente de utopías y
esperanzas. Hablar de Jaime Guaraca es adentrarse en el co­
razón de un Ejército Guerrillero, porque allí, en el interior de
este movimiento, comenzó a construir un legado histórico en
las luchas sociales de Colombia; por ello, acercarse a la gran­
deza de un revolucionario como él implica también encontrar
la razón de sus sueños y la motivación que alienta sus luchas;
en esa intención se descubren sus aciertos, sus limitaciones,
debilidades y defectos. Así son los luchadores que se han ju­
gado la vida por un pueblo; hombres y mujeres con decisión
y consecuentes con sus principios, aunque en la intimidad
sean seres tímidos y sorprendentemente sensibles, que en la
lucha, aparte de amar unos ideales, también construyen pro-

19
fundos afectos, y es así como a la vuelta de algún sendero, en
el momento más inesperado también, se embosca el amor,
convertido en mujer y compañera. En este intento de encon­
trar al hombre sencillo y estricto hallamos al hombre enamo­
rado que, así como empuña un imponente fusil, también pue­
de apreciar una flor y tallar una madera con sus manos arte-
sanas. Es el hombre humilde y de espíritu campesino endu­
recido por la guerra, de actitud serena y amable, que pese a
asumir una posición de dignidad y rebeldía, conserva la ter­
nura que comparte con sus hijos-, es el camarada y amigo. Un
hombre consecuente con sus principios.
La pretensión del trabajo que hemos titulado Colombia y
las FARC-EP. Origen de la lucha guerrillera. Testimonio del Comandan­
te Jaime Guaraca, no es otra que asumir en estricto sentido de
escribiente la autenticidad de un relato, conservando fiel­
mente lo que se constituye en una página histórica y vivencial
de las últimas cinco décadas en Colombia
Como soporte del testimonio que entrega el Comandan­
te guerrillero, y por considerar de gran utilidad su inclusión,
he compilado diversas citas textuales que reafirman la rique­
za de este extraordinario relato. Asimismo con la intención de
hacer más comprensivo el discurso o testimonio de Guaraca,
he situado los acotecimientos narrados en su contexto social
y político, conservando casi siempre una cronología reflejada
además en el título y orden de los capítulos.
Es indispensable recuperar la memoria histórica para
comprender nuestra realidad actual. Colombia es un país de
grandes tesoros naturales y de excepcional ubicación geográ­
fica-, nuestra riqueza cultural y étnica es muy variada y nues­
tro pueblo en general, exceptuando las elites tradicionales
del poder y de la oligarquía, es un pueblo amante del traba­
jo, solidario y soñador, que desafortunadamente ha estado
condenado a la represión y a la pobreza injustificada que le
impone este sistema aberrante, cuyo modelo económico de
«desarrollo» adquiere niveles cada vez más salvajes, repre­
sentados en el neoliberalismo capitalista, la internacionali­
zación desigual de los mercados, las privatizaciones a ultran­
za del patrimonio del Estado construido con el esfuerzo co­
lectivo de los trabajadores o con su explotación, el desem­
pleo creciente que aísla y niega la existencia de los indivi­
duos colectivizando la pobreza y la desesperanza, el modelo

20
antidemocrático de participación política, el narcotráfico, la
corrupción y el debilitamiento de la justicia.
Colombia por su tamaño es la cuarta nación de América
Latina; su extensión equivale a Francia y España juntas, y es
un país de fuertes y muy ricos contrastes geográficos. En la ac­
tualidad es una nación fundamentalmente urbana; un 70% de
la población habita en las ciudades, mientras en la década de
los treinta era a la inversa con una población mayoritariamen-
te rural. El desalojo brutal que ha impuesto el latifundismo ha
generado esta nueva realidad, que alcanza niveles sorpren­
dentes de desplazamiento forzado; más de un millón tres­
cientas mil personas han sido desplazadas violentamente de
sus regiones en los últimos doce años, víctimas de la contra­
rreforma agraria que adelanta la burguesía terrateniente y
que ahora ha intensificado el narcotráfico con sus ejércitos
privados de paramilitares, gozando de total impunidad por
omisión de la autoridad civil y militar, cuando no de su pro­
tección, como se ha documentado en diversos casos conoci­
dos por instancias defensoras de derechos humanos naciona­
les e internacionales. De ahí el grave error que se comete
cuando algunos sectores sociales pretenden otorgar estatus
político a los grupos paramilitares y a las llamadas «coopera­
tivas convivir», alegando su crecimiento y expansión militar.
La influencia en la población de estas redes de delincuentes,
autoras de numerosas masacres y crímenes de lesa humani­
dad, es artificial y no responde a una construcción alternativa
de cambios sociales, al contrario, han apuntalado un régimen
de terror que facilita el proyecto de contrarreforma agraria lle­
vada a cabo por el latifundio. Por lo regular estos grupos fas­
cistas operan en las zonas densamente militarizadas por el
Estado, donde grandes empresarios y terratenientes declaran
triunfales su «operación retorno», lanzando al desplazamien­
to forzado y político a los labriegos.
Más de 45 millones de hectáreas de tierra habilitada para
la agricultura, en otra época maravillosas parcelas familiares y
minifundios productivos, han sido paulatinamente arrebata­
das a los humildes campesinos en cinco décadas de despojo
latifundista, con por lo menos un millón setecientas mil fami­
lias que viven ahora en las ciudades, añorando sus tierras. En
este sentido es mucho lo que en Colombia se habla de refor­
ma agraria, pero siempre ha sido una política marginal, cuan-

21
do no un acto coyuntural y retórico para morigerar el descon­
tento popular a base de leyes que jamás se cumplen; al con­
trario, se ha promovido la colonización de nuevos territorios
en la selva y se han propagado los cultivos ilícitos, con la com­
plicidad directa e indirecta de la oligarquía, y la demanda
permanente de alucinógenos por parte de millones de con­
sumidores de los países desarrollados; también se ha privile­
giado la entrega de territorios baldíos, pero ha sido intocable
la tierra adecuada y lista para la agricultura, lo que investiga­
dores como Darío Fajardo, Alfredo Molano o Héctor Mondra-
gón llaman «la frontera agrícola», pues ésta «pertenece» aho­
ra al latifundio ganadero, o a las manos improductivas y anti­
populares de los gamonales políticos.
Colombia, cuya población se aproxima a los 37 millones
de habitantes, soporta el empobrecimiento paulatino de su
pueblo; 25 millones de personas viven en la pobreza, de los
cuales 10 millones sobreviven en la miseria total, muchas ve­
ces involucrados en interminables e intensos circuitos de vio­
lencia endémica generada por la descomposición del tejido
social. Es palpable la ausencia de una democracia real y de
garantías suficientes que faciliten la participación colectiva en
un proceso de reconstrucción nacional, situación que agudiza
la crisis; a ello se suma la violación sistemática de los dere­
chos humanos por parte de agentes del Estado, de por sí en­
frascados en graves niveles de corrupción que afecta a casi to­
das sus estructuras de poder, y fuertemente vinculados al
narcotráfico y a las redes de asesinos; de ahí la urgente e in­
dispensable depuración de las Fuerzas Militares del Estado,
para generar condiciones que favorezcan la construcción de
un clima propicio para el diálogo y posterior negociación po­
lítica del conflicto social y armado; este primer paso permiti­
ría abordar problemáticas estructurales que han alimentado
el conflicto, y de paso la multitud de violencias que azotan a
la sociedad gracias a la descomposición del tejido social y la
crisis estructural de la justicia. En un eventual diálogo se de­
be implicar al conjunto del país desde una perspectiva de in­
tervención social y de participación activa en la construcción.
de cambios democráticos que transformen el panorama polí­
tico. Para caminar en esa dirección resulta vital el reconoci­
miento efectivo de los derechos fundamentales y de las ga­
rantías que debe ofrecer un verdadero Estado social de de-

22
recho, más allá de las formulaciones y tratados a los que han
sido proclives los gobiernos del presente siglo en Colombia;
el reconocimiento e interlocución política con el poder popu­
lar e histórico que representa la guerrilla colombiana, facilita­
ría la construcción de un camino hacia la paz.
No podemos olvidar que el próximo 28 de mayo se cum­
plen 15 años desde que se firmaran los primeros acuerdos de
tregua y cese del fuego, firmados por las FARC-EP con el Go­
bierno colombiano, presidido entonces por Belisario Betan-
cur; y que dos años más tarde, producto de los acuerdos, se
fundaría la Unión Patriótica, propuesta política que pretendía
ser un oxígeno para la democracia, en su condición de movi­
miento popular que integraba la alternativa de izquierda. En
su primer examen electoral obtuvo una histórica votación, pe­
ro enseguida este movimiento político, amplio y civilista, fue
castigado por la intolerancia bipartidista y soportó el inicio de
una cruel guerra sucia que, por la vía del asesinato político de
sus dirigentes llevó a la ruptura de los acuerdos de paz. No
obstante sectores de diversas tendencias sociales y políticas
mantuvieron la presencia de la U.P. con el deseo y la terque­
dad de que echara raíces un proyecto de paz; esto desenca­
denó la rabia de sectores de la oligarquía, el narcotráfico y el
militarismo que, inmediatamente impulsaron un aterrador
genocidio político, llegando inclusive hasta el asesinato co­
lectivo de su base social, reducida a causa de pavorosas ma­
sacres, amenazas, encarcelamiento y desapariciones, que eli­
minaron la presencia política de la Unión Patriótica en zonas
como Urabá y el Magdalena Medio.
El esclarecimiento de estos asesinatos, así como el de los
defensores de los Derechos Humanos, además de nuevas y
reales garantías para los activistas en esta materia, sin duda
ayudaría a despejar caminos para la democratización de
nuestra sociedad, a construir espacios propicios para la paz.
Para que la impunidad no sea un impedimento y poder ga­
rantizar la vida de eventuales desmovilizados o integrantes
de nuevos movimientos políticos de oposición democrática,
es indispensable el esclarecimiento del genocidio contra la
Unión Patriótica, porque es un caso que conmueve a la
conciencia humana e implica la negación del derecho a la
oposición política; casi cuatromil asesinatos políticos hacen
que el caso Unión Patriótica sea, sin duda, el mayor crimen

23
cometido contra el movimiento popular y alternativo en Co­
lombia y, visto desde el ámbito internacional, de tos más gra­
ves contra un movimiento político de oposición en el llama­
do Tercer Mundo.
La actual situación y los hechos mencionados me han im­
pulsado en los últimos cinco años a trabajar con pasión en
una tarea inevitable para el movimiento popular, contribuir
en la recuperación de la memoria individual y colectiva. Esta
tarea se interrumpió temporalmente durante mi breve expe­
riencia como Consejero para la Paz y los Derechos Humanos
en el Departamento del Valle del Cauca, durante los años
1996-1997, espacio que inicialmente se creó a instancias de
un acuerdo político entre la Unión Patriótica, el Partido Co­
munista Colombiano y el gobierno regional; finalmente entre­
gamos este sencillo trabajo que despeja múltiples razones
para comprender el intenso conflicto social y armado que vi­
ve Colombia, pero sobre todo, para entender que la paz es
una construcción colectiva a partir de la justicia social, la de­
mocracia, la distribución justa de la riqueza, las oportunida­
des de participar y construir espacios políticos y alternativos,
el respeto a la diversidad cultural y el desarrollo o solución
dialéctica de los conflictos sociales. Por ese motivo la historia
política y social -ojalá contada por sus actores- como sucede
en este caso, los sucesos que marcan el surgimiento de la lu­
cha armada en Colombia, deben ser motivo de estudio y re­
flexión para las nuevas generaciones.
Las FARC-EP nacieron como respuesta a la presión contra
el pacífico campesinado marquetaliano; son el producto de la
agresión contra las mal llamadas «repúblicas independien­
tes», que sólo existían en la perversa imaginación del impe­
rialismo norteamericano y de la burguesía bipartidista colom­
biana; 16.000 soldados y la aviación de guerra, irrumpieron
violentamente contra el movimiento campesino, del que 48
hombres y mujeres asumieron la resistencia armada y hoy,
pasados 34 años de haberse cerrado las puertas a la paz, en­
treabiertas brevemente para que circularan pequeñas rejas
de luz como lo fue la Unión Patriótica, ese pequeño grupo de
rebeldes soñadores se ha constituido en un Ejército del Pue­
blo desplegado por todo el territorio patrio, sembrando sue­
ños y esperanzas a golpe de fusil porque el actual sistema,

24
como dice Guaraca, «no dejó sembrar sueños a golpe de ma­
chete, pala y azadón».
Colombia necesita una oportunidad para construir la paz.
Para esto es necesario depurar y oxigenar las costumbres po­
líticas que, desde antes de la década de los cuarenta hasta
nuestros días, han estado al servicio del latifundio y de la cla­
se política tradicional, bipartidista y excluyente, de la oligar­
quía económica que detenta los monopolios y la exclusión
social y de las Fuerzas Armadas del Estado, que fueron for­
madas en la doctrina de la «seguridad nacional» bajo la égida
de los norteamericanos y su famosa «escuela de las Améri-
cas», donde se enseñó a perseguir, torturar y asesinar a lo que
en su lenguaje antipopular llaman «el enemigo interno». Por
ello es estrictamente necesario depurar a las Fuerzas Arma­
das del Estado y reorientar en forma civilista su actuación-
que, exceptuando un breve lapso en la década de los cin­
cuenta, no ha necesitado del golpe militar para controlar los
hilos del poder.

L«ís Alberto Malta Aldatia

25
I
COMENTARIOS ACERCA DEL ORIGEN Y FORMACIÓN
DE LAS ZONAS CAMPESINAS

I campesino colombiano se ha caracterizado siempre


por ser muy trabajador y solidario. Hasta los años treinta >
cuarenta, las regiones campesinas eran todavía muy sanas .
tranquilas; la gente estaba dedicada con tesón a cultivar ’a
tierra. En su mayoría eran pequeños labriegos llenos de :
sión y de aspiraciones hacia el futuro, aunque intelectua -
mente no muy avanzados, porque la inmensa mayoría ce-
campesinado colombiano no sabía leer y escribir. Su iucha >
defensa de la tierra era muy fuerte pero pacífica, pese a a
creciente amenaza del latifundismo.
Se conservaban tradiciones, costumbres y creen ¿ as sa­
nas que permitían la convivencia en forma pacífica no obs
tante algunos conflictos, por ejemplo la Guerra de los nn o as
de comienzos de siglo, promovida por los caudillos abe-a es
y conservadores que, por intereses politiqueros. enne.'ta
ron al campesino y comenzaron a crear odios patrio. <a> \
sectarismos políticos relacionados sólo con colotes pe' ?¿o>

27
aprovechando la ignorancia o la falta de educación política en
los campesinos de entonces, víctimas del engaño y de la ma­
nipulación.'
Sin embargo, la gente se mantenía siempre dedicada al
trabajo. Tolima, una región de colonización, era un departa­
mento supremamente pacífico, aunque en el pasado hubiera
sido poblado por los indígenas Pijaos y Paeces, cuya tradición
histórica fue, como ya dije, guerrera y de defensa de sus te­
rritorios y con odio hacia la intervención extranjera. Cuando la
reconquista contra los ejércitos del español Juan de Borja, los
Pijaos, al mando de Calarcá, libraron luchas muy importantes
y hay gente que cuenta que en ese momento la lucha de los
Pijaos contra el ejército de Juan de Borja, tenía visos de gue­
rra de guerrillas.
Esa tribu, fue la primera en Colombia que capturó arca­
buces a los españoles Además cogían el arcabuz, lo cortaban
por la mitad y de ahí sacaban dos armas. Establecían una es­
pecie de zanjas, como si se tratara de fortificaciones, y las
arreglaban de tal manera, que al paso de los invasores caían
en ellas; todas esas cosas juntas hacen pensar, que con el
tiempo, con los años, con los siglos por ejemplo, ha habido
luchas en el mundo, que tienen mucho parecido con lo que
hacían los Pijaos. Por ejemplo, en la lucha del pueblo vietna­
mita contra la invasión gringa encontramos muchas trampas
similares a lo que en esa época de la llamada conquista, los
Pijaos hacían contra los españoles en las zonas de Coyaima,

I Desde antes de 1849. año en que oficialmente aparecen los partidos


Liberal y Conservador en Colombia, éstos se vienen consolidando desde
procesos violentos. El poder dominante estimula diversos conflictos arma­
dos, cuyo origen y desarrollo están marcados más por intereses económicos
que políticos-, así, desde la violencia, comienza a estructurarse el poder del
capital, y la formación de los partidos ve superado el ámbito de las ideas po­
líticas por la corrupción y el sectarismo partidario, realidad que se palpa es­
pecialmente en las zonas agrarias-, en ese marco se desarrolla la llamada
Guerra de los mil días a la que se refiere Guaraca, promovida en 1899 por los
«caudillos liberales», buscando mejorar su participación en el poder econó­
mico del país. A la mayoría de estos conflictos diversos historiadores y so­
I ciólogos los caracterizan como «guerras civiles»; no obstante ambos partidos,
desde el poder, han implementado el despojo de tierras, la violencia, el sec­
tarismo y el asesinato de los oponentes políticos, cambiando las costumbres
y la realidad cotidiana de la población. (N. del A.).

28
Natagaima, Purificación, Prado, Chaparral y todo el sur del To-
lima.
Ése es el pasado de esas zonas, pero luego viene una eta­
pa en que la gente se preocupa más por ampliar sus zonas de
cultivo, y es cuando comienza a penetrar en las estribaciones
de la cordillera central, a tumbar selva y desmontar terrenos
para cultivar, es decir, comienza la colonización.

Colonización campesina (Las Mingas)


Como le digo, esto consistía en que toda la gente se de­
dicó a desmontar la selva virgen y a crear allí su pequeña fin­
ca, para mantener su hogar. Era muy bonito y es muy bonito
recordar esa época porque los campesinos, para desarrollar
su trabajo, empleaban una cosa que se conoció como la min­
ga; ésta consistía en que se ayudaban y colaboraban unos con
otros, para la recolección de una cosecha por ejemplo; cose­
chas de maíz, que se daban con mucha abundancia por ser
una tierra tan fértil, entonces los campesinos reunían los
quince, los veinte, cincuenta campesinos en una sola finca; al
día siguiente pasaban a la otra finca y lo mismo sucedía para
levantar un rancho. Lo importante era que el dueño de la ca­
sa en construcción tuviera para hacer un buen almuerzo, o de
pronto que tuviera chicha2 y allí estaban los campesinos, o
también para hacer el desmonte de la selva, la tumba como
la llamamos nosotros, así se concentraban los campesinos e
iban de finca en finca haciendo ese trabajo.
Por esa época no circulaba mucho el dinero, los jornales
eran muy baratos; un día de trabajo podía costar en ese mo­
mento, 15, 20 centavos. Circulaba una moneda que se llama­
ba real; los campesinos se unían para arreglar los caminos,
para arreglar los puentes, para muchas cosas. No había nin­
gún tipo de reparo, todo se hacía dentro del espíritu del ve­
cino, del compadre, del familiar. Demoraban un poco en cons­
trucción pero se realizaban. Los campos en esa época esta­
ban aislados de la ciudad, casi no había comercio, por eso el
cerdo no se vendía, ni se compraba; el ganado no se vendía

2. Bebida alcohólica popularen América, hecha con maíz fermentado.

29
ni se compraba; el huevo, las gallinas, la leche, el queso, to­
do se fabricaba o se preparaba para el consumo interno de la
familia, de ahí que pudiéramos hablar de la abundancia que
había en esa época; las familias no pasaban hambre porque
tenían de todo, su casa era una casa llena de provisiones ali­
menticias y existía la solidaridad y un sentido comunitario.
Yo recuerdo que en mi casa el primer cerdo que vendió
un hermano mío, lo vendió por dos pesos, eso fue en el año
1945. Un huevo no tenía precio, un litro de leche no tenía pre­
cio, se regalaban; un litro de leche se le daba a cualquiera
que llegara, podía ser desconocido, aunque en esas zonas no
había desconocidos porque como decía eran zonas aisladas
de la ciudad, por allá no se veía un sospechoso, no se veía un
delincuente, nadie penetraba esas zonas porque eran zonas
muy, muy sanas, y nunca se conoció por ejemplo un muerto,
una persona muerta en forma violenta. Allí no eran tan comu­
nes las riñas, a pesar de que se tomaba mucha chicha y aguar­
diente del que se destilaba en el campo-, se hacían fiestas,
porque si una cosa tiene el Tolima, es que en el año hay mu­
chas celebraciones y fechas específicas. Por ejemplo en el To­
lima lo que es el 24 y el 29 de junio son fiestas, y es época de
alegría, fiestas de celebración, San Juan y San Pedro. Como
tradición en esa época todo el mundo asaba su lechona, aún
todavía, aunque han pasado los años y se han acabado mu­
cho las tradiciones, hay zonas que conservan esa tradición de
la celebración de San Juan y San Pedro. Para esos días en el
Tolima no había una casa campesina que no comiera la le­
chona asada y para esto destinaban los mejores cerdos; no
había casa donde no se comiera el tamal, el insulso plátano
maduro y muchas otras cosas que se preparaban para ese ti­
po de fiesta; claro hay otras fiestas religiosas que se celebran,
como el 24 de diciembre, el 25, pero sobre todo San Juan y
San Pedro, que son fiestas del pueblo.
En esas zonas los muchachos éramos hijos de la coloni­
zación, habíamos nacido durante esos procesos campesinos.
Yo nací en una finca colonizada por mi padre, llamada San Isi­
dro, ubicada en la vereda La Estrella; esta vereda correspon­
día al corregimiento de Santiago Pérez, municipio del Ataco.
Mi padre comenzó a colonizar en esa zona, hacia 1925, 1927,
y logró desmontar selva suficiente para hacer dos finquitas;

30
San Isidro y las Mercedes. En esas dos fincas nos criamos no­
sotros.
Fuimos ocho hijos, seis varones y dos mujeres. Nuestros
padres nos ayudaron a adquirir los conocimientos en la forma
y el estilo de educación de la época, muy distinta a la de aho­
ra. De mis padres la única que sabía leer era María Concep­
ción mi madre; mi papá no sabía leer ni escribir pues se limi­
tó a aprender a firmar y nada más; mi padre era un hombre
muy sencillo, de una educación natural porque como le digo
él no tuvo escuela, sin embargo era un hombre que sentía un
profundo amor por la paz, por la tranquilidad, y un profundo
amor por sus hijos.
En esa región el apellido Guaraca corresponde única­
mente a mi familia. Mi padre se llamaba Eliodoro Guaraca y
era de descendencia indígena; a pesar de eso fue un joven al
que le tocó pagar el servicio militar, y por lo tanto era reser­
vista de los que estuvieron en la Guerra de los mil días. Des­
pués que salió del servicio militar se encontró con mi mamá
y se casaron; formaron un hogar campesino muy bonito; él
vivió un tiempo por el Departamento del Huila, pero su ori­
gen verdadero es el Tolima; sin embargo hay que aclarar que
en esos tiempos el Tolima y el Huila eran un único Departa­
mento, que se llamaba el Tolima grande. Lo mismo era estar
en el Huila que en el Tolima y su población era casi de la mis­
ma descendencia, de la misma raza.
Después de casarse mis padres comenzaron a desmontar
la selva en la finca donde yo nací, San Isidro; mi padre fue co­
lonizador con muchas dificultades y con mucho sacrificio, era
la época en que no había vías de penetración, los recursos in­
dustriales no llegaban a esas regiones, por tanto tenían que
sobrevivir con lo que sembraban y producía la tierra; para to­
do tenían que librar una lucha muy grande; lo que era la sal
por ejemplo, mi padre nos contaba que había un sitio en la
región que se conoce como la salina, que en realidad es un
manantial de agua salada de donde los indios desde siglos
atrás, extraen la sal; ellos la purifican de ese manantial. El río
Atá tiene varios lugares donde nace agua salada, y a mi padre
le tocó hacer ese proceso para poder comer con sal: se ponía
una olla grande llena de agua a hervir o a mermar, o sea a re­
bajar agua en una paila de cobre, como quien está merman-

31
do guarapo para hacer panela, y a medida que eso va mer­
mando va espesando y cuando está bastante mermado, uno
la deja sentar y cuando esa agua se enfría, resulta que en el
fondo de la paila está el acentón de sal. No es una sal que di­
gamos muy buena, sirve para salar y rinde, pero queda con un
amargo y además es un grano grueso; desde esa época los in­
dios han conservado un lote de selva en ese pedazo de la sa­
lina, por eso allí llega muchísimo animalito -aves y roedores-
a tomar de esa agua; si querían comer con sal de la que se
consigue en el comercio, les tocaba llevar la sal, a la espalda
y a pie, desde Aipe Huila, por lo menos tres días. Lo demás,
por ejemplo el alumbrado, lo fabricaban ellos mismos; yo al­
cancé a ver cómo hacían unos mechones de tela que untaban
de cera de abeja y los torcían y con eso alumbraban; después
apareció la posibilidad de alumbrar con lámparas de petró­
leo, hay que recordar que en esa época en realidad la vida
era muy sana. Esas regiones fueron tan sanas que uno envidia
precisamente volver a esas épocas.
¿Hflbín población indígena en esas zonas de colonización campesina?
Bueno, propiamente las tribus indígenas de ahí estaban
retiradas, sin contar por ejemplo nuestra descendencia No­
sotros somos de descendencia de los Pijaos, quienes pobla­
ban muchas regiones del Tolima y del Huila y hay que tener
en cuenta que ahora, usted va a esas regiones de Natagaima,
de Coyaima, de Purificación y otras y ve la raza de los Pijaos.
Los Pijaos fue la tribu que con más desprecio se enfrentó a
los españoles, pelió bravamente en esos valles a orillas del
Magdalena hasta entrarse a las estribaciones de la cordillera
central. Eso permitió que hubiera poca mezcla. Usted puede
recorrer esa zona y ver que son casi todos parecidos entre sí,
no como sucedió en otras zonas-, yo digo que en el Tolima fue
donde menos mezcla hubo-, la hay un poco por la parte de
Santa Isabel, esa mezcla entró por el lado de Caldas, por los
españoles que venían por el lado de Antioquía, del viejo Cal­
das y parte del Valle del Cauca; no hubo mezcla con los ne­
gros que traían del África, porque allí no hubo asentamiento
de negros tampoco, allí lo que se destaca es la herencia del
Pijao.
I ¿Es el Tolima históricamente, una región de guerreros, si tenemos en
cuenta primero la resistencia indígena y luego la del movimiento campe­
sino?

32
A mí me parece que la gente ha tenido como herencia en
la sangre el desprecio por el opresor, por el explotador y por
quien humilla a otra persona; a mí me parece que eso flota en
la conciencia de la gente de esta región y eso empezó con la
demostración que dieron a los españoles, que causó el des­
precio hacia ellos y eso se ha mantenido contra los opresores;
pero en el fondo ha sido gente de paz y muy sensible. De to­
das formas siempre han buscado la forma de defenderse de
las agresiones.

Toma de tierras y Ley 200 de 1936


Por esa época se hablaba del Tolima grande, que com­
prendía los dos departamentos hoy separados como Tolima y
Huila. En el Huila, también por esos tiempos, por ser esa zo­
na muy montañosa y de buenas tierras, como era por ejemplo
a los lados de Balsillas, a los lados de Algeciras, de Gigante,
Hobo, Pitalito, estaba en efervescencia la toma de tierras, co­
mo sucedía en el Tolima por ejemplo en Chaparral, Río Blan­
co, y la Herrera; los campesinos querían escoger tierra, y los
que aspiraban a ser ya terratenientes y latifundistas querían
coger mayor cantidad de tierra. Esta gente que quería coger
mayor cantidad de tierra buscaba grandes cantidades de gen­
te, dedicados a la tumba de la selva, porque la tierra se les
respetaba según lo que se conoce como la posesión y para te­
ner una posesión, tenía que tener un trabajo concreto; enton­
ces era tumbando la selva, quien tumbara la selva, de acuer­
do a su tamaño, así mismo tenía posibilidades de apropiarse
de un terreno bastante grande; entonces los campesinos en
lucha con los terratenientes y latifundistas, se unían, tum­
baban la selva, cogían el pedazo de tierra, pero luego una ley
del gobierno por esa época dijo que era necesaria una ins­
pección, y cuando no había una mata a raíz en esa tumba,
tampoco tenía derecho a reclamarla. Entonces los campesi­
nos idearon una fórmula y la pusieron en práctica; tumbaban
la selva y en la noche, sobre todo en noches de luna, traían
las semillas y los colinos de plátano, colinos de café, inclusi­
ve café ya con fruto y lo sembraban; el plátano en colinos
grandes ya, a punto de florecer y estaban demostrando que
ya era una posesión de meses, y en esas condiciones la ley
tenía que respetarles a los campesinos su posesión; pero eso

33
fue una lucha contra los latifundistas y los terratenientes que
aseguraban ser los anteriores dueños? 4
Entonces se daba también una especie de mingas al con­
trato, pagadas por esa gente rica, en contra de los que esta­
ban haciendo realmente una minga popular para obtener la
tierra; eso se mantuvo por muchos años, yo erqo que hasta
mediados de la década de los cuarenta.
En la misma década se dieron hechos políticos con los
que comenzó a cambiar la vida del campesino; esos hechos
políticos comenzaron a darse desde que los caudillos conser­
vadores Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez tomaron el
poder en 1946. Éste es el verdadero origen del cambio políti­
co, del cambio para Colombia, para el campesino colombia­
no-, comenzó a cambiar mucho la situación: disputas políticas,
sectarismo, la ambición por el poder, por mantener el poder
en manos de los conservadores y ese sectarismo político se
fue profundizando, había por ejemplo una cédula parecida a
un librito y ésta se sellaba al votar; esa cédula sirvió para la
muerte de muchos liberales; con ella obligaban a la gente a
votar por Laureano y Ospina; si no tenía sello lo denomina­
ban collarejo, porque así llamaban a los liberales y a los co­
munistas, y ahí mismo lo decapitaban?

3. «Es conocida la importancia de la Ley 200 de 1936 como el primer in­


tento serio de realizar una reforma agraria Fue el resultado de una concerta-
ción con el movimiento campesino en auge*. Héctor Mondragón Báez, Refor­
ma Agraria y Perspectivas del Campesinado. Comisión de Reforma Agraria,
VIH Foro del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos
«Paz: Democracia, Justicia y Desarrollo», Bogotá 1996, p. 129.
4. «La lucha de los campesinos, con el apoyo de partidos de izquierda,
en diferentes sitios del país nos muestra que la Ley 200 de 1936 está prece­
dida de acciones, de movilizaciones de indígenas y campesinos, por lo tanto
no ha sido una dádiva ni un regalo del Gobierno de la Revolución en Marcha
de López Pumarejo, sino que ha sido consecuencia de la lucha aguerrida de
los colonos y campesinos, apoyados por otros sectores de la ciudad y el cam­
po, contra el modelo económico del momento. Las tomas de tierra, el no pa­
go de obligación, declarándose colonos en tierras baldías de la nación, era la
expresión de tiempos nuevos de ruptura del viejo modelo de desarrollo ha-
cendatario». Gerardo González, Eh Busca del Horizonte, Alekos publicaciones
Ltda, Bogotá 1996, p. 71.
5. «La violencia contra el pueblo, encubierta como una lucha partidista
desatada desde el Gobierno conservador contra los liberales y la minoría co­
munista, comienza a teñir de sangre los senderos de Colombia.

34
Jorge Eliécer Gaitán, el asesinato de un caudillo popular
Esa situación sigue, al punto de que florece en la vida
práctica el 9 de abril de 1948, cuando la burguesía conserva­
dora en el poder, para detener la posible candidatura y la po­
sible toma del poder por Jorge Eliécer Gaitán, prepara el ase­
sinato, lo lleva a cabo y es cuando comienza a cambiar y a mo­
dificar todo, absolutamente todo, en la vida del campo.6

Hechos que desencadena el asesinato de Gaitán


Hu&o sectores del Partido Liberal, fundamentalmente de base, que
llamaron a organizar la defensa popular-, el Partido Comunista con menos
influencia, pero con mayor claridad política, bacía lo mismo-, la derecha
conservadora, con el respaldo de los norteamericanos, organizaba mientras
tanto la IX Conferencia Panamericana, para fijar la estrategia anticomu-
nista de «defensa continental», que preconizaba Estados Unidos. ¿Se pue-

Sistemáticamente son reprimidas en las ciudades las organizaciones


sindicales de la CTC. mientras se auspicia la fundación, bajo la orientación
del clero católico, de una central paralela, la Unión de Trabajadores de Co­
lombia UTC, amiga del Gobierno conservador y de filosofía anticomunista
En los campos, las prácticas de intimidación y persecución oficial contra gen­
tes indefensas van a adquirir pronto dimensiones de barbarie.
Son clamorosas las voces, de todas las tendencias, que piden paz y ga­
rantías ciudadanas. En 1948, ungido ya como jefe único del Partido Liberal,
Gaitán congrega en la plaza de Bolívar en Bogotá una gigantesca muche­
dumbre que bate pañuelos blancos en muda condena a la política oficial. La
manifestación del silencio, como se la llamó, no consigue empero detener la ac­
ción punitiva del Gobierno, que se dirigía hacia la dictadura sin tapujos’».
Edgar Caicedo, Conflictos Sociales del Siglo XX en Colombia, Plaza y Janés, Bogotá
1976, p 36.
6 Jorge Eliécer Gaitán es asesinado el 9 de abril de 1948. Este carismá-
tico líder liberal ejerció con éxito el papel de abogado en diversas oportu­
nidades defendiendo sectores obreros y campesinos, lo que le valió el apre­
cio y la admiración de los sectores populares. En más de una ocasión justifi­
có las invasiones rurales y urbanas, explicando la naturaleza social que ori­
ginaba esta situación, a raíz del empobrecimiento y la violencia a que esta­
ba sometida la población. Su talante político comprometido con ideas so­
cialistas y sus posiciones antiimperialistas ganaban simpatizantes en el in­
terior del Partido Liberal; esto agravó el odio que hacia él sentía la oligarquía
gobernante empotrada en los partidos tradicionales; por ello el asesinato se
le atribuye a la alta dirigencia liberal y conservadora de la época. Su asesi­
nato despertó grandes protestas sociales y levantamientos armados en for­
ma dispersa por todo el país. (N. del A.J.

35
den di/erenciar dos etapas en la vida del campesino colombiano, antes y
después de estos hechos?
Cómo no. Antes de toda esta etapa era una vida, como la
que ya le he narrado, una vida tranquila, pacífica, de colabo­
ración, de optimismo y de esperanza en construir algo bueno
para la sociedad, para el campesinado-, después, empieza la
nostalgia, empieza el dolor, empieza la intranquilidad por los
odios partidistas que hábilmente llevaron los terratenientes
del Partido Liberal y del Partido Conservador a esas zonas, y
por ahí la violencia; y como empieza la violencia y empiezan
los odios, comienza a surgir la venganza y en esas condicio­
nes asesinan a Gaitán, y es entonces cuando se recrudece la
situación, con tanta violencia y con tanta crueldad, especial­
mente contra el campesinado, que fuimos los más sacrifica­
dos.
Recuerdo, por ejemplo, que mi hermano mayor cuando la
muerte de Jorge Eliécer Gaitán ya era un reservista y a los po­
cos días de haber muerto Gaitán, comenzó la desestabiliza­
ción de la casa, del hogar, porque la región fue sacudida por
la noticia y a la vez llegó una orden de los dirigentes libera­
les, citando a los reservistas a agruparse en un lugar y condu­
cirse de allí a los pueblos cercanos, para convertirse en la au­
toridad de los pueblos; a mi hermano le tocó hacer eso por
ser reservista y liberal. Todos los reservistas se fueron a los
pueblos pequeños, a las cabeceras de los municipios, y se
convirtieron en autoridades, por todo el sur del Tolima; mi
hermano fue autoridad por unas semanas y mandó a meter
presos a los conservadores.
¿Asumían el control político y militar de la zona donde vivían?
Sí. En ese caso los corregimientos y hasta el municipio; en
lo que corresponde al lugar donde yo nací, el municipio más
cercano era el Ataco Tolima, y ahí pasó eso. Los reservistas se
convertían en la autoridad de los pueblos; yo recuerdo que
en el corregimiento de Santiago Pérez había unos conserva­
dores, entre ellos algunos comerciantes, que compraban el
café y vendían algunos productos; a estos conservadores los
reservistas liberales los pusieron presos, a todos los recogie­
I ron y eligieron casas o cuartos de las casas como cárceles y los
pusieron presos, quedando presos varios días; pero de pron­
to cambia la orientación de los jefes liberales, que ya habían

36
hecho convenios entre el Partido Conservador y el Partido Li­
beral entre sus direcciones, es decir, un acuerdo entre la oli­
garquía. El Gobierno dirigido por los conservadores, en ese
caso Laureano Gómez, había prometido darle participación
en el Gobierno a los liberales y por ese medio se había arre­
glado todo. A partir de esa fecha, ya muerto Gaitán y habien­
do lo que hubo, no sólo en el Tolima sino en todo el país y en
las grandes ciudades -por ejemplo Bogotá, donde sucedie­
ron muchas cosas, muertos, disturbios, incendios-, la orienta­
ción de los caudillos liberales, en ese caso Lleras Camargo,
Carlos Lleras Restrepo, Darío Echandía, Alfonso López Puma-
rejo y Eduardo Santos, era que todo volvía a la normalidad,
de ahí en adelante no pasaba nada; entonces decidieron po­
ner en libertad a los conservadores y regresar a sus casas, a
las fincas los reservistas, y al lado de los reservistas otra gen­
te activa.

(I)
Ellos llegan a la casa, y el caso de mis dos hermanos ma­
yores Abelardo y Marco Antonio, es el índice o el patrón de lo
que ocurrió en todo el país; llegaron a la casa y ya no pudie­
ron estar tranquilos, comenzó ya la desconfianza, comenzó la
zozobra; la situación era ya distinta.7

Comenzamos a ver gente extraña y grupos que andaban


por los caminos y las veredas; eso nos puso muy intranquilos,
como previendo que algo iba a pasar. Yo veía a los de mi ca­
sa haciendo experimentos, como alistándose para algo; co­
gían por ejemplo una linterna y le acondicionaban a lo ancho
del reflector un cartoncito con dos huequitos no más, para
alumbrar de noche en los caminos y uno en la distancia veía

7. «La oligarquía liberal, pasado el 9 de abril, comparte el gobierno con


el conservadurismo, pero la revancha conservadora arrecia contra el pueblo
liberal y contra el movimiento popular en general. Los antiguos colonos son
perseguidos mucho más y los latifundistas, apoyados por las autoridades
parcializadas, se esfuerzan por apoderarse nuevamente de las tierras, con
otros argumentos, con otra forma de actuar pero en el fondo tenían el mismo
objetivo: derrotar a los colonos y volverlos nuevamente arrendatarios en sus
antiguos feudos». Gerardo González, Eh Busca del Horizonte, Alekos publicacio­
nes Ltda, Bogotá 1.996, p. 101.

37
era como un animalito de esos nocturnos que se le dicen
cucuy; los veía también tratando de inventarse un tipo de lo
que le decían en ese entonces un taco de pólvora negra; ellos
envolvían la pólvora negra en papel y le ponían cera a una
cuerda de cabuya o de fique, la untaban de cera y luego apre­
taban ese taco con esa cabuya, que al hacerlo explotar, ex­
plotaba ya bastante fuerte, la explosión era dura; bueno, los
vi haciendo todo ese tipo de preparativos. En ese momento
era un niño y no me imaginaba lo que podría acontecer des­
pués-, pronto, de un momento a otro, ellos desaparecieron de
casa, se fueron. Sabían, que por los lados de la Herrera y de
Bilbao se estaba organizando una guerrilla Liberal; al mar­
charse le dijeron a mi padre que era necesario construir un
rancho fuera de la casa; entonces mi padre eligió un lugar por
allá en la platanera, hizo el rancho, llevó para allá las cosas
más necesarias, y todo quedó a la expectativa.
Comenzaron las incursiones de la policía y los conserva­
dores armados a las veredas; a nosotros nos sucedió y fue la
primer incursión de la policía y los conservadores armados en
nuestra vereda de La Estrella. Vino luego la reacción de los
campesinos y la consecuencia fue que se dio inicio al agrupa-
miento de la gente en algunos lugares, pensando en cómo
defenderse; se tomaron medidas como la de algunas veces
tener que permanecer todas las familias escondidas en el
monte; lo primero para no caer en manos de los conservado­
res y de la policía del Gobierno y segundo porque no quedó
casa donde vivir-, todo lo quemaron los conservadores.
Con los días, tal vez semanas, volvieron mis hermanos a
la Estrella, al pueblito, vinieron con un grupo como de doce o
quince más. Por primera vez comencé a ver las guerrillas. Re­
cuerdo que allí venía Charro Negro.
Cuando vi por primera vez a Charro yo era un niño-, con
Chucho mi hermano pequeño, íbamos detrás de él para oír
qué iba a decir, bueno todas las cosas, curiosidades de mu­
chacho, de niño; se le notaba que era un líder, y lo digo sin­
ceramente, porque era un hombre muy alegre, un hombre
que despertaba y sembraba una confianza absoluta en la gen­
te, era un hombre que no se le veía temor por nada; recuer­
do que le gustaba beber licor y le gustaba el baile; bueno y
por ahí mismo por qué no decirlo, le gustaban las muchachas
y con facilidad llegaba a ellas. Le decían Charro Negro aun-

38
jorge Elíecer Gaitdn habla ante una multitudinaria manifestación en la plaza de Bo­
lívar en Bogotá.

Bogotá' en liornas. Arden los tranvías el 9 de abril de 1948 después de conocerse el Ase­
sinólo de Gaitdn. El pueblo se rebela y empuña las armas.

39
que no tenía físico de mejicano, pero usaba un sombrero
alondra, un sombrero alón de pelo como de mejicano; Charro,
al verlo uno, veía el clásico indio Pijao porque él era de des­
cendencia Pijao, provenía de la tribu de los Pijaos de Nata-
gaima; su padre fue colono en las mediaciones de la Herrera
y el Cambrín, una región que se llama Horizonte, allí su padre
fundó la finca y los crió a ellos-, otra propiedad de Charro es
que era muy cariñoso con todo el mundo, y eso le permitía
llegar a la gente, porque se trataba de un buen comandante;
cuando eso Charro Negro era un comandante liberal, claro
con el tiempo yo lo conocí mejor, ya siendo en realidad jefe
porque estuve a su lado; eso fue en 1949 y en ese momento
tendría yo diez u once años
Bueno, cuando salían mis hermanos provenientes de Bil­
bao, fue cuando comenzaron a agruparse los jóvenes en la fin­
ca de los Hortas, que tiene el nombre de Caicedonia, y que
queda en la parte alta de la Estrella; así se daban inicios de
lo que sería más tarde el primer comando guerrillero en esa
región.
Luego se conoció que en el Paujil le daban también el
cuerpo y forma a un comando guerrillero y comenzaba a apa­
recer el nombre de Ciro Trujillo, un líder campesino de la zo­
na, con un don de dirigente natural que se perfilaba ya co­
mandante. Campesino nacido y criado ahí en el Paujil, los
hermanos vivían ahí mismo, yo le conocí tres hermanos, re­
cuerdo el nombre de Fabio y de Bernabé; tenían muy buenas
fincas, pero a partir de esa época que estamos narrando, se
convirtió también en guerrillero liberal, como muchos otros
que se convirtieron en guerrilleros-, ese comando de Paujil
empezó a agrupar a todos los jóvenes de esa vereda, que jun­
to a los de la vereda de La Estrella en la finca Caicedonia,
marcharíamos hacia otra región llamada San Miguel
A comienzos de los cincuenta se funda en la Estrella, en
la finca Caicedonia de la familia Horta el primer comando
guerrillero, ya en nuestra región; como le digo ya existía uno
en el Paujil, en el Tolima, que lo va liderando Ciro Trujillo; si­
multáneamente se funda por los lados de San Miguel, arriba
del pueblo de Gaitania, otro comando; entonces comienza la
gente a agruparse en esos comandos; yo que era un niño me
I iba con el otro hermanito menor al comando, únicamente por
curiosidad, porque como niño me gustaba ver a la gente cómo
se organizaba pensando en defenderse; nosotros jugábamos

40
cón caucheras persiguiendo pajaritos, hacíamos arcos para ju­
gar con flechitas, hacíamos muchas cosas relacionadas con las
peleas pero como juego de niños; pero lo que más nos des­
pertaba la curiosidad era ¡ral comando a darnos cuenta de lo
que hacían en serio. Y claro, yo veía que en el comando las
cosas eran muy buenas, porque había una amistad profunda
entre la gente, uno lo notaba por la forma en que se trataban;
se estimaban mucho, se trataban siempre de compañeros,
entre la gente de la región, especialmente entre los jóvenes.
Recuerdo que hubo una orientación que mi padre también
puso en práctica y que nos llamó la atención; hizo un rancho
por allá lejos de la casa, y eso lo hicieron coordinadamente
todas las familias que resolvieron quedarse en la región; des­
pués comprendimos que era una medida de protección, para
los pequeños y las mujeres.
Comienza a jugar un papel importante la mujer; ellas ele­
gían sitios, porque esos ranchos se iban cambiando, se iban
buscando mejores lugares, cada vez más escondidos; casi
siempre se encargaban ellas de esto; buscar el sitio más ade­
cuado para que se favorezcan de cualquier descubrimiento
por parte de la policía y de los conservadores; y a partir de
ese momento, toda la gente de la región, el campesinado de
toda la región, empezó a ver en la Policía Nacional, en el Ejér­
cito Nacional y en los Conservadores armados, al enemigo.8

La guerrilla liberal
¿Cómo era el grupo que les visitó, qué armas llevaban, cómo los reci­
bió la comunidad?
Ellos venían vestidos de civil, con su sombrero, con su
ruana y su machete; las armas que traían eran muy escasas,
por ese entonces eran escopetas de fisto, yo no recuerdo ha­
berle visto, tal vez, a Charro, una carabina 22, o sea, una cara­
bina de la «U», todavía no habían peliado con el Ejército, to­

8. La esencia del Ejército y fundamentalmente de la Policía, era de ca­


rácter partidista. La policía dependía para entonces del Ministerio de Go­
bierno, y por tanto, respondía a las consignas sectarias del presidente de
turno y su partido (gobernaba el conservador Mariano Ospina Pérez); este
Gobierno afirmó públicamente en reiteradas ocasiones que, de ser necesa­
rio, se impondría la «autoridad» a sangre y fuego. (N. del A.).

41
davía no había armas oficiales allí; esas escopetas de fisto son
una copia de lo que fue el arcabuz español. Todavía hoy al­
gunas zonas conservan esas escopetas de fisto, que no era un
arma de guerra, sino un arma para cazar, diga usted el mico
perezoso, que es el animal que menos rápido anda, porque
cargar después de haber disparado la carga que tiene, volver
a cargar tiene una demora de varios minutos, porque hay que
medir la pólvora en una medida precisa, echársela, luego ha­
cer un taquito de cabuya a la medida de la boca del calibre,
meter ese taco con una varilla y bajar el taco hasta pisarlo
muy bien, luego coger las municiones, los balines, echárselos,
hacer otro taquito y volver a pisar; se le pone el fósforo y allí
tiene que tener contacto con la pólvora, para que cuando ese
fósforo sea golpeado por el gatillo, la prenda y salga el dis­
paro-, ése era el tipo de arma en esa época; alguna gente des­
pués comenzó a conseguir otro tipo de armas, como la esco­
peta de cápsula, pero ellos en concreto, venían armados así,
El único que traía una carabina 22 era Charro Negro.
Había en la zona una juventud alegre, una juventud cari­
ñosa, así era la gente del común en el pueblito y por donde
ellos andaban la gente los recibió bien, porque se trataba de
una población de mayoría liberal y ellos eran guerrilleros li­
berales.
La situación empeoraba, a pesar de que la gente se esta­
ba organizando en esos comandos liberales. Recuerdo que
por esos días don Zoilo Murcia le dijo a mi padre que me de­
jara acompañar a uno de sus hijos para llevar unos novillos al
municipio de Planadas. Llevamos esos novillos a Planadas y
los entregamos, luego salimos a la calle y resulta que había
sucedido una riña entre dos campesinos; ésa es la primera
vez que escucho en mi vida sobre una muerte violenta de dos
personas; después de borrachos ellos se encendieron a cu­
chillo, a puñaladas y los dos murieron-, nosotros fuimos a ver
por curiosidad también, porque como repito, era la primera
vez que encontraba hechos así en mi vida. Los estaban ve­
lando en la cárcel a ambos y eran de la misma vereda, del
mismo Partido Liberal, pero por borracheras se encendieron
en riña a cuchillo y se mataron los dos a puñaladas; al día si­
i guiente era el entierro-, la costumbre para esos entierros era
que iba toda la gente a llevar el muerto al cementerio; ya es­
taba el cura párroco del pueblo hablando para darle sepultu­
ra, y cuando estaban en pleno entierro llegó un campesino,

42
que vivía muy abajo por el río Atá, y se dirigió al cura; el cura
inmediatamente suspendió el discurso de entierro y dijo,
«queridos hermanos míos, ha llegado el momento de que ca­
da uno busque a defenderse por su cuenta, yo me tengo que
retirar, porque está la chusma en la brocha». Y nadie entendía
qué era eso y comenzó el rumor; y resulta que lo que quería
decir el cura era que la chusma había salido a la Brecha, una
vereda al lado del corregimiento de Santiago Pérez, como a
dos o tres horas de ahí. A la guerrilla liberal los curas, la Poli­
cía y los conservadores le decían chusma.
Gabriel Murcia y yo estuvimos allí hasta que los familiares
le echaron el último poquito de tierra al muerto y la pisaron,
porque el cementerio era en tierra; cuando llegamos al pue­
blo vimos la cantidad de gente que estaba saliendo de las ca­
sas; el cura también arrancó y se fue; por la tardecita ya oscu­
reciendo, nosotros veíamos por los caminos de Planadas, la
gente yéndose como si debiera algo. La gente esa noche dur­
mió por allá en el campo, en los potreros; nosotros no nos fui­
mos porque no teníamos por qué irnos; ése fue un primer
episodio de dos muertos, y además de una alarma en esas
condiciones, donde la gente conservadora ya temía la reac­
ción de los liberales y sus venganzas; ya temían a lo que se
conocía como la presunta guerrilla liberal que surgía y que en
ese momento los políticos conservadores y el clero, le pusie­
ron el nombre de chusma.0

No les decían ni bandoleros, ni antisociales, ni guerrilla,


sino chusma; era un término degradante. Bueno, nosotros vol­
vimos a la Estrella después, lo que hizo posible que este
cuento fuera también a Ibagué. Ya con los conservadores en el
poder, el Gobierno propiamente, comenzó a alimentarle los
ánimos a los campesinos conservadores y les autorizó a pose­
er armas; armarse, y de pronto lo que ocurre es que por los la­
dos de Planadas se concentra una buena cantidad de conser­
vadores del Ataco, de Casa Verde, una finca ubicada entre Ca­

9 Jaime Guaraca se refiere a los levantamientos armados de sectores li­


berales que se sucedieron a lo largo y ancho del país, luego de la insurrec­
ción ciudadana en Bogotá una vez se conoció el asesinato de Gaitán. Aparte
de la región del Tolima, hubo levantamientos notorios en Antioquía, los Lla­
nos Orientales, Valle del Cauca, Boyacá y Santander. (N. del A.J.

43
sadecín y Polecito, jurisdicción del corregimiento de Santiago
Pérez, propiedad de una familia Oviedo, que se habían vuel­
to jefes conservadores, y en común con la Policía Nacional ha­
cen el primer recorrido de Planadas a la Estrella. Pasando por
allí van a dar al municipio del Ataco. Por entonces mi Padre ya
no nos dejaba dormir en la casa; tan pronto oscurecía, salía­
mos a dormir al rancho que había hecho por allá entre la pla­
tanera, y al otro día hasta que él no salía y miraba qué había
por la casa y por los alrededores, no podíamos salir; bueno,
una tarde de ésas antes de irnos, como a las cinco de la tarde,
se escucharon tres disparos de arma, la explosión era muy du­
ra-, pero como mi padre conocía ya de eso, porque había pa­
gado servicio militar, entonces nos llamó y nos dijo, «mire,
esos disparos son tiros de fusil de los que tiene el Gobierno»
y enseguida el viejo sospechó algo peligroso e inclusive nos
dijo que algo había de malo, y que precisamente los gallos es­
taban anunciando hacía días muchas cosas malas. Bueno, to­
do transcurrió así, nosotros nos fuimos con más razón a dormir
al rancho que había construido en la platanera.
Al otro día en el mañana, una vaca que mi padre tenía, que
cuando iba a dar cría ella se salía del potrero y se iba lejos, co­
mo se dice a parir en otros predios, se había salido justo ese
día. Mi padre decidió mandarme a mí y al hermanito menor
que me seguía en edad, a Chucho, a buscar la vaca-, nosotros
cogimos el camino que de la casa conduce al pueblito de la
Estrella, pasamos el sitio que se llama Cuatro Vientos, y no ha­
bía nada todavía, seguimos como rumbo a la escuela y cuando
íbamos llegando a un altico que se le conoce como la Puerta
del Cóndor, lo primero que vimos en el suelo fue unos me­
chones de cabello de cabeza y unos charcos de sangre-, bue­
no, entonces miramos hacia el lado del camino hacia la media
falda y vimos la primera persona muerta; muerto desde el día
antes cuando habían sonado los tiros. Llegamos a la Puerta del
Cóndor, y cuando la cruzamos, a los seis o siete metros, esta­
ba el otro muerto, que no pudimos reconocer, porque le ha­
bían quitado el cuero de la cara con orejas y todo.10

10. «En ese tiempo los godos a cada policía que matara liberales, según
los liberales que matara, le daban ascenso. Entonces, para probar cuántos li­
berales había matado, les quitaban las orejas a los muertos y toda persona
que se dejara coger de ellos se quedaba sin orejas...». Jackes Aprile Gniset,
«La Crónica de Villarrica», 1LSA - Revista Opción, Bogotá 1.991, p. 55.

44
Era un día invernoso. Estaba la neblina sobre la tierra y no
veíamos la escuela, cuando en un día claro se veía perfecta­
mente la escuela porque estábamos cerca, oíamos una algara­
bía de voces de personas allí, pero no sabíamos de quién era;
esa algarabía nos impulsó a volvernos, y el temor, claro, por los
dos muertos que habíamos visto y las condiciones en que es­
taban; entonces nos volvimos y le dijimos a mi padre, mire
que hay tal cosa. Mi padre se fue con mi cuñado a verificar, al
poco rato comenzamos a ver que la gente, la Policía y los con­
servadores caminaban por la zona hacia las casas y les ponían
fuego; reunían todo el ganado de los potreros y los caballos, y
se iban cogiendo rumbo por el camino real, que va a Santiago
Pérez. En eso le estoy informando que en la vereda de la Es­
trella, el pueblito, todo el pueblito, la escuela y las fincas ale­
dañas, las casas de las fincas aledañas al pueblito, hasta ese
día hubo casas, entre ésas la de nosotros, todo quedó en ce­
nizas; en los potreros no quedó una vaca, no quedó un caba­
llo y tres campesinos muertos, se trataba de Justo y Rafael Ji­
ménez, y de Baltazar Collazos. Las dos hijas de Baltazar Colla­
zos, una muchacha de dieciséis y otra de diecinueve años que
iban con él, y un hijito varón. Las dos hijas fueron violadas esa
noche por la Policía y los conservadores; la escuelita también
la quemaron, un sitio donde aprendió toda la gente de la re­
gión; en esa escuela hice yo mis dos años de primaria, y esa
escuela fue quemada; entonces, le repito, como resultado de
esa primera incursión de la Policía, y los conservadores arma­
dos por esa vereda de la Estrella, el resultado fue ése: El pue­
blo quemado, la escuela quemada y todas las casas aledañas
al pueblo y al camino real que desde la Estrella conduce a
Monte Loro y Santiago Pérez, porque era una zona totalmente
liberal; tres campesinos muertos, dos muchachas violadas y el
robo total de todos los ganados y las bestias de la región.
Recuerdo el nombre de un cura que iba con ellos, vestido
de sotana pero con carabina al hombro, y era un cura de ape­
llido Landazabal o Larrazabal, todavía vive, según dicen por
allá en el Huila. A raíz de estos hechos comenzó a profundizar­
se el sectarismo político, y ese suceso comenzó a dispersar la
venganza. La muerte de los tres campesinos y lo que hicieron
allí los conservadores y la Policía, dejó en la gente un deseo de
venganza terrible, porque en la región conocían a esos campe­
sinos como padres de familia, como dueños de finca, como tra­
bajadores, como hombres pacíficos, como gente honrada que

45

i
ejercía en su hogar costumbres sanas; entonces la gente co­
menzó a ver en este crimen un hecho supremamente grave y
que dispersó, repito, la venganza; la gente se quedaba en esos
ranchos cada vez más escondidos, para allá se iba la mujer con
sus hijos; las mujeres no salían de allí, ellas se quedaban en
esos ranchos que se comenzó a conocer como caleta; para esos
ranchos se llevaban al comienzo las gallinas, los perros, los cer­
dos, y seguían tratando de conservar allí esos animales; se to­
maban algunas medidas, por ejemplo a los perros se les hacía
bozal, para que no pudieran ladrar, a los gallos se les hacía
también un bozal para que no cantaran, pero se mantenían allí
y las mujeres vigilaban y veían por todo eso. El papel revolu­
cionario de la mujer colombiana comienza allí, porque en gran
medida se convierte en ese momento en la jefe de la familia,
en la que tenía que vigilar por sus hijos, por los animales, por­
que muchos de los padres con sus hijos mayores, se iban para
el comando y ellas quedaban allí controlando muchas cosas,
controlando el canto del gallo, el ladrido del perro, controlan­
do el grito de los muchachos, controlando el humo, que no sa­
liera mucho humo de donde estaban cocinando los alimentos,
controlando que no se pusieran a secar ropas a la vista, ha­
ciendo guardia-, el papel de la mujer es tremendo, ahí comien­
zo a hablar del papel de la mujer colombiana, el papel en el
movimiento insurgente, en la lucha revolucionaria.
Comenzaron a surgir otros grupos y comandantes, ade­
más de los ya existentes como Gerardo Loaiza, como Leopol­
do García que eran generales, como Arboleda; entonces sur­
ge Mariachi también y toman el mando de la región; yo no me
explico la intención de estos grupos, si era convertirse en cau­
dillos o defender un área o convertirse en personajes de una
vereda, pero la verdad ni estaban con Mariachi, ni estaban
con Peligro, ni estaban con Arboleda, ni estaban con el movi­
miento dirigido por el Partido Comunista y en ésas se encon­
traba mi hermano Marco-, fue un momento en que los jóvenes
por lo general participaron en las guerrillas, aún sin mucha
claridad de por qué lo hacían, sólo por sectarismo entre los
partidos y eso generaba mucha violencia. '

11 Es de importancia histórica analizar los distintos momentos de las re­


laciones entre ios partidos Liberal y Conservador, que hasta 1958 se disputa­
ron el poder marcados por el sectarismo, manteniendo, eso sí, las coinciden-

46
¿Eh su consideración eran sólo manifestaciones de poder local? ¿No
concebían movimientos de carácter regional y muchos de ellos no defen­
dían un proyecto político?
Sí, eso es lo que yo pienso; porque la idea que ellos te­
nían no era una idea nacional, no era una idea departamental,
sino una cosa como de vereda, como de región sin ninguna
perspectiva. Al mismo tiempo doy la razón porque no había
una instrucción política, y si no había una instrucción política
mucho menos un programa a realizar; lo que comprendo un
poco es ese afán de no morir fácilmente, de no ir a morir ama­
rrado, de no ir a morir arrodillados; entonces la gente se alza­
ba y formaba un grupo fundamentalmente para defenderse.
El Gobierno hablaba del bandolerismo e intentaba mezclar en ese
concepto a los comandos guerrilleros. ¿Que' diferencia había?
Uno entiende que el término de bandolero es aplicable a
quien cometa actos o actividades contra la población, activi­
dades que no son aceptables. Por ejemplo el comportamien­
to de un bandolero, persona que asalta, que mata con sevicia,
en casos por ejemplo de decapitar a una persona, que no le
importa cortarle los dedos por quitarle un anillo, es aquella
persona que incendia las casas ajenas, el hombre que viola
mujeres, que asalta un vehículo de transporte público y mata
indiscriminadamente a esas personas que van allí, despoján­
dolos de todas sus pertenencias; bueno ese comportamiento
es el que comete un bandolero o bandoleros. Pero no se le
puede aplicar a una persona que, aunque está en armas, tie­
ne una actitud defensiva; además yo diría que no es sola­
mente en la parte civil que hay bandolerismo, ahora se cono­
ce que hay bandolerismo en la parte oficial y eso no es de

cías en lo fundamental, el mantenimiento del slalu quo. No obstante, este sec­


tarismo se tradujo regularmente en hechos violentos, fundamentalmente en
las zonas rurales, mientras las dirigencias de estos partidos compartían de
fondo los privilegios del poder. Desde 1900 a 1930 el país fue administrado
por los conservadores, dispuestos siempre a no permitir que se colaran ide­
arios políticos progresistas. No obstante las ideas liberales, preñadas en oca­
siones del socialismo que tomaba fuerza en la URSS, apuraron algunos cam­
bios, fundamentalmente bajo la presión de la naciente clase obrera y de las
organizaciones de izquierda; desde 1930 a 1946 el país es administrado por
los liberales y de allí se desprenden tibios avances como la Ley 200 de 1936
que buscó apaciguar los conflictos en las zonas rurales. (N. del A ).

47
ahora-, recordando un poco, la primera actividad, o sea el pri­
mer episodio político que yo vi en mi vida, que fue lo que
sembró la desconfianza, sembró el odio y la venganza entre la
población liberal de la Estrella, fue la primera vez que llegó la
Policía allí, y los conservadores armados cometieron desde ya
un acto de bandolerismo, siendo que iba la Policía Nacional,
¿y por qué lo digo? porque ellos mataron a tres campesinos,
yo lo tengo narrado más atrás, pero repito los nombres-, los
hermanos Justo y Rafael Jiménez, dueños de la finca la Cum­
bre, y de Baltazar Collazos, dueño de una finca que colindaba
con la finca de mi papá, Las Mercedes y con la finca de mi
abuela de Juntas, en la zona de la Estrella.
El bandolerismo real u oficial, es dirigido por el Estado:
en esas zonas la gente lo llama ahora paramilitarismo; noso­
tros en ese entonces también le decíamos chulavita o pája­
ros; bueno esa estrategia la ha utilizado el Gobierno del sis­
tema capitalista desde hace muchos años atrás. Puede que
desde mucho antes del 49, porque el capitalismo trae consi­
go eso; el capital entre más se va concentrando en una per­
sona, si esa persona va adquiriendo mayor capacidad, enton­
ces va buscando una protección y esa protección es buscar un
hombre o dos para que le cuiden ese capital y lo cuiden a él;
esos hombres no van a cuidar y a defender al otro a mano lim­
pia-, tienen que comprarle arma; una vez que les compran ar­
mas ya van decididos a tener que utilizar esas armas y hay
que entender que un arma es peligrosa-, y cuando ven que
dos hombres no son suficientes van contratando otros, y ése
sí es un tipo de sueldo que toda la vida ha sido bien pagado
por los capitalistas, y van creando una mentalidad del crimi­
nal, del asesino; eso lo hacían los hacendados ganaderos, los
terratenientes desde muchos años atrás, por eso el paramili­
tarismo es producto del mismo desarrollo del capitalismo;
producto del dominio que le quieren imponer a cualquier
pueblo, hoy el paramilitarismo ha reforzado a esa Policía
guardián de los intereses de la gran burguesía y del imperia­
lismo acá en Colombia-, el mismo Ejército y la Policía, ya no
son capaces de parar, de defender, inclusive de dominar lo
que ellos mismos crearon. Ellos crearon la desconfianza en la
dirección del Estado, crearon la venganza, ellos crearon el
conflicto, ellos crearon todo. Como respuesta a ese caos y a
esa violencia paramilitar y capitalista surge el movimiento re­
volucionario y guerrillero.

48
El Gobierno se apoyó en particulares para sus acciones delictivas,
¿podemos definir a esos particulares como gamonales?
Bueno, al hablar de gamonal se entiende que es el hom­
bre que más riqueza tiene en el pueblo en pueblos peque­
ños. Puede ser un terrateniente o latifundista, pero ya el te­
rrateniente, el latifundista, tiene sus intereses en el campo, y
está muy vinculado con este tipo de acciones y muy vincula­
do con el procedimiento que el Estado, en este caso, aplica
para determinadas regiones. Aunque es muy prematuro ha­
blar de eso, hoy se siguen repitiendo hechos que se realiza­
ban en el año 49 y 50; tengo entendido que en la parte del
Cesár, en Córdoba y creo que en Sucre, en todas esas regio­
nes agrícolas de Colombia, los paramilitares han quemado
hasta los pequeños ranchos, los bohíos, a la gente; hay un
hombre que va de visita, de turismo a esas tierras que recla­
ma como suyas, es ese señor Arturo Marulanda, es el que pa­
ga todos esos matones, y le manda quemar el rancho a los
campesinos para apropiarse y ampliar su territorio; eso mis­
mo era lo que hacían en los años 49, 50 y 51, hoy se está re­
pitiendo; eso sí me parece un acto de bandolerismo, ésa es
una actitud de bandolero; y cómo, de ese señor Arturo Maru­
landa nunca se oye decir que es un bandolero.'2

Bueno, pero eso es de esta época; de la anterior, que es


la que centra esta narración, puedo decir también que hubo
muchos gamonales regionales que ayudaron, especialmente
los conservadores ayudaban, ésas son las cosas que existen
desde muchos años atrás. Hay gamonales liberales y conser­
vadores desde que la burguesía maneja esos dos partidos.
Ellos contribuían desde entonces para pagarle un sobresuel­
do al sargento o teniente de la Policía o del Ejército, además
del sueldo; los gamonales contribuyen económicamente para
aferrarlos más a ese procedimiento de bandidos, entonces
ésa es una enseñanza que viene de muy atrás, el gamonal li-

12. Guaraca se refiere al ex embajador del Gobierno colombiano ante la


Unión Europea en Bruselas, cuestionado por los organismos de Derechos Hu­
manos como patrocinador de grupos paramilitares. Sus haciendas, entre ellas
la conocida como Bellacruz, son grandes extensiones de tierra arrebatadas a
sangre y fuego a los humildes campesinos de las regiones de Córdoba y Su­
cre en Colombia. (N. del A.).

49
beral y conservador. Desde siempre apenas se diferencian.
Llega un momento en que sus intereses los une y colaboran
de igual.
La violencia oficial desatada contra los campesinos les obligó a empu­
ñar las armas para defender sus vidas y sus bienes. Una forma de orga­
nización popular en ese sentido fueron los comandos. ¿Qué es y cómo se
conformaba un comando, cómo eran las jerarquías, qué cobertura tenían
y cuáles eran los mecanismos de comunicación entre los comandos?
El comando comenzó con una organización muy débil
porque no había experiencia, la experiencia que se transmi­
tía era la que tenían los reservistas, entonces en ese momen­
to no había mucha disciplina; el comando era un ranchón don­
de dormía la gente, ponían un centinela y a la vez estaba el
oficial de servicio, que era el que dirigía todo el asunto. Te­
nían establecido el rancho para cocinar y permanecían allí;
desde ese lugar daban alguna instrucción por ejemplo de or­
den cerrado, se hacían formaciones, alineamiento, numera­
ción, todas esas cosas; el área era la vereda, por ejemplo en
la Estrella ésa era el área de ese comando; comunicaciones
casi no las había todavía, porque hay que reconocer que ca­
da región, cada vereda, hacía su comando pero no tenía co­
municación con los otros; los comandos estaban constituidos
para defenderse de las agresiones llevadas a cabo por los pá­
jaros conservadores y la Policía.” 14 y”
Según algunos documentos de la guerrilla se habla de trece coman­
dos de mayoría liberal en los comienzos de 1950.
Bueno, comandos que yo conocí, puedo comenzar a na­
rrarle los que dirigía alguna gente del Partido Comunista. Es-

13. «Un día la violencia tocó en nuestra propia casa. Los chulavitas lle­
gaban en mi busca exclusivamente porque alguna vez había hecho campaña
política a favor de Jorge Eliécer Gaitán entre mis conocidos». Ciro Trujillo, Prf-
ginas de su vida, Ediciones CE1S - Serie Historia y Testimonio, p. 16.
14. «...Doscientos y hasta quinientos hombres que de vez en cuando ha­
cían su aparición en nombre de la autoridad, de la religión, de la patria, eje­
cutaban la consigna de tierra arrasada!». Ibíd. p. 16.
15 «...Decidí plantearles una salida que había oído decir estaban po­
niendo en práctica en muchas regiones. ¡Se trataba de organizar la resisten­
cia! La gran mayoría aceptó de buen grado .. Trabajaríamos organizadamen­
te en grupos, estableceríamos vigilancia para nuestro trabajo y para garanti­
zar la seguridad de las mujeres y los niños. Así surgió más tarde nuestro pri­
mer comando». Ibíd. p. 17

50
taba por ejemplo el Davis, estaba el Saldaña, el Paujil, Calce­
donia, San Miguel, que era un comando donde al final convi­
vían liberales y comunistas, Peña Rica, eso en el sur. Pero
ellos tenían también otros comandos, por ejemplo en Calar-
ma, en Amoyá, me refiero a los que dirigían los comunistas.
Hay que aclarar que los comunistas dirigían esos grupos gue­
rrilleros bajo la clandestinidad; el Partido Comunista no esta­
ba legal en la guerrilla. Los otros comandos que conocí de los
liberales limpios estaban situados en el comando superior en
la Ocasión, pero también tenían en la Herrera, en el Horizon­
te, en la Quebrada y en Bilbao, eran los comandos de los li­
berales limpios. Había importantes diferencias entre los co­
mandos de liberales y los comandos orientados por los co­
munistas.16
Ln formación de comandos ¿fue un paso previo a la aparición de una
guerrilla organizada y móvil?
Sí, hasta cuando se estuvo en Calcedonia, de allí no salió
ningún grupo a atacar a ningún lugar; eran comandos funda­
mentalmente defensivos. La gente se trasladaba a los co­
mandos y tenía que dejar sus cosas y animales para guarecer
la vida en los comandos. Hasta entonces la gente sufría mu­
cho al dejar abandonadas sus cosas, pero les tocó hacerlo
porque era una necesidad; muchos de nosotros, inclusive yo
en ese momento, lo que cargaba era muy poca cosa, pues no
tenía fuerza para cargar ni lo mío completo, entonces todo se
fue quedando y así fue como todas las familias llegarían a San

16 «En 1949 Ospina Pérez cerró el Parlamento instaurando una dictadu­


ra contra sus opositores. Era muy difícil llevar los productos al mercado para
canjearlos por otros pues se corría el riesgo de que se los quitaran. Por en­
tonces se habían levantado en armas sectores liberales y comunistas en di­
ferentes regiones del país. El levantamiento liberal tuvo un limitante políti­
co: la motivación fundamental era la lucha contra el Gobierno conservador sin
profundizar en los problemas económicos y sociales; en cambio, el levanta­
miento de agraristas y comunistas se planteaba, además de ser contra el Go­
bierno. por una política independiente para el país, que resolviera los pro­
blemas de la población, tales como la reforma agraria democrática, desarro­
llo económico independiente, libertades políticas y paz, entre otras cosas La
mayoría de la guerrilla liberal estaba impregnada de un absurdo sectarismo
anticonservador que no le dejaba ver el conjunto de la política del país>. Ge­
rardo González, Eh busca del Horizonte, Alekos publicaciones Ltda, Bogotá 1996.
p 112.

5!
Miguel, a ese gran comando de San Miguel, y ya hubo una or­
ganización distinta, ya con carácter militar, y de allí de San Mi­
guel fue que comenzaron a salir las primeras comisiones y co­
menzó a verse una verdadera guerrilla.'7

Las columnas de marcha (Concentración en San Miguel)


Eso duró un tiempo, pero de pronto surgió una orienta­
ción que desconozco de dónde llegó, y fue la de concentrar
las familias en los comandos, y entonces comienzan a movili­
zar las familias de todas esas caletas, las fueron sacando y se
fueron concentrando en algunos lugares. En cuanto a Calce­
donia se fueron concentrando en un potrero que se llamaba
Los Monos, propiedad de una familia más o menos terrate­
niente, de apellido Londoño; la marcha hasta allí fue muy du­
ra, comienzan entonces las familias, las mujeres, a padecer, a
despojarse de las gallinas, de los cerdos, de los perros, por­
que iban quedando en esa marcha de la caleta al comando y
ya no podían llevar esas cosas y muchos objetos, todo eso iba
quedando atrás-, solamente podían llevar lo que cargaran a
cuestas, o de pronto en una muía. Comienza ya la tristeza, el
dolor, por todas esas cosas que se van perdiendo pues nos
tocó buscar la selva, buscar el monte para defendernos de la
embestida de la Policía y de los conservadores armados, ubi­
cados en diferentes lugares de esa franja que comprende ca­
si todo el sur del Tolima, pero en este caso especialmente
Paujil, La Estrella, Montalvo, Planadas, Gaitania, y Peña Rica;
fue a muchas familias que les tocó vivir esa situación; claro
que hay que explicar que no fue toda la gente la que escogió
ese camino, porque muchas familias se quedaron escondidas
en el monte por mucho tiempo-, familias enteras se quedaron
donde había selva más espesa y ahí se metieron-, otra parte
se fue para la ciudad buscando refugio, para escapar a la

17. «Inicialmente la guerrilla aparece como respuesta a la agresión ge­


nocida y destructora del Gobierno. Nace en defensa de la vida y de los bie­
nes. Se organiza para defender derechos fundamentales. Ése fue su móvil
prioritario, inmediato. También lo fue, en gran medida, vengar a Gaitán, cuya
presencia se agigantaba en la conciencia del pueblo» Germán Guzmán en.
Arturo Aloye, U¡ Paz, U Violencia. Testigos de excepción, Planeta, Tercera edición. Bo­
gotá 1.985, p. 74.

52
barbarie de la violencia que comenzó en esos territorios; fue
así como, por ejemplo de la Estrella, hubo familias como la
de don Pompilio Perdomo y Arsenio Perdomo, que se fueron
para Neiva; asimismo don Zoilo Murcia, una parte de los Qui­
lombos, los Arroyo, en fin, muchos más se fueron para Cha­
parral; de todas maneras parece ser que en ese caso los de
mayor posibilidad económica buscaban irse.
Nosotros a partir de cuando nos ubicamos en la orilla del
potrero de Los Monos en la finca del Leal, propiedad de los
Quilombos, de allí salíamos a Calcedonia que era la finca de
los Hortas, donde se estableció el primer comando en la Es­
trella. Estando en ese potrero de Los Monos de la finca del
Leal, nos llegó otra orientación, una orden nueva que prove­
nía del comando del Davis y que consistía en concentrarnos
todos en un comando superior; toda esa gente de ese sector
del Tolima, de Paujil, de Campo Hermoso, de la Estrella, se
concentró toda en el comando de San Miguel; ésa fue una
marcha muy penosa.'1*

San Miguel era como un pueblo producto del éxodo; pe­


queños ranchitos, pero eran un pueblo. Para los abuelos co­
menzó la tristeza de encontrarse a kilómetros de su finca, sin
saber qué estuviera ocurriendo allí, de encontrarse ya sin ese
derecho de opinar, ese derecho de decidir sobre las cosas,
pues la distancia trae esas consecuencias; y entonces se com­
prendió que comenzaba una etapa nueva en la vida de los co­
lombianos, esa etapa que luego han llamado los historiado­
res, la violencia.
Bueno, la violencia, ya como fenómeno generalizado,
porque le estoy hablando de una amplia geografía del Toli-
ma¡ esa situación estaba ocurriendo por Bilbao, eso estaba
ocurriendo por la Herrera, eso estaba ocurriendo por Río
Blanco, por Chaparral, estaba ocurriendo por todo el país, ése
fue el verdadero origen de la violencia y el verdadero origen
de la guerrilla liberal y de la guerrilla en general, todo a raíz

18. Guaraca se refiere en su narración a las históricas «columnas de mar­


cha», nombre que se dio a los gigantescos desplazamientos de masas cam­
pesinas, miles de familias caminaban a través de las cordilleras con el pro­
pósito de agruparse en determinadas regiones, algunas veces buscando or­
ganizarse, otras huyendo de la persecución y la violencia. (N. del A.).

53
del surgimiento de las bandas de conservadores armados, di­
rigidos y orientados por el Gobierno legalmente constituido y
amparado por el Ejército y la Policía; por eso, claro, es una cu­
ña, por eso para mí lo de los paramilitares de ahora no es
nuevo, eso viene de hace rato, con el propósito de fondo de
despojar de su tierra a los campesinos humildes y provocar el
éxodo, solo que algunos se quedan y se deciden por la lucha
armada como respuesta
¿La gente veía en la guerrilla una protección?
Claro, veían en esos grupos a los que irían a defenderlos
del peligro; inclusive allí la gente se informaba porque en la
región había mucho atraso en ese sentido; en la región había
dos radios: una radio la tenía la familia Perdomo, don Pompi-
lio y Arcenio Perdomo, padre e hijo, que eran unos terrate­
nientes medianos, y la otra radio la tenía don Zoilo Murcia, un
hombre que tenía una finca y era dueño de una casa en el
pueblo con cantina, y para la cantina tenía una vitrola con ma­
nubrio donde ponían discos-, en esas dos radios escuchaba
las noticias toda la población, siendo ésta una región tan
grande, pero dependían para informarse de esas dos radios.
En la radio de don Pompilio Perdomo escuchamos los
discursos de Gaitán, y escuchamos el anuncio de la muerte de
Gaitán; la gente se agrupaba de noche a oír la radio, a oír los
discursos que transmitían.
¿El país se estaba fraccionando?
Se estaba nucleando para el enfrentamiento; eso fue
latente en esa zona del Tolima; ejemplos como el de la zona
de Casa Verde, vereda que está ubicada entre Casadecin y
Polecito, perteneciente al municipio del Ataco, a raíz de los
ataques y los robos de la Policía y de los pájaros. Había tam­
bién una vereda totalmente conservadora; ellos se habían
agrupado allí para convertirse en pájaros o grupos de ladro­
nes y asesinos, armados con el apoyo de la Policía y del Ejér­
cito que fortificaban las fincas donde ellos se estacionaron;
eso ocurrió también en el Tolima en una región que se llama
Belú, donde había un municipio conservador y también en
una región que tiene como nombre San Antonio de los Micos-,
concentrados los conservadores allí les llegaba armamento y
les llegaban municiones con el apoyo de la Policía y el Ejérci­
to; entonces para que se dé cuenta, la muerte de Jorge Elié-

54
cer Gaitán y la política de los caudillos tanto liberales como
conservadores hizo posible el sectarismo político, lo facilitó,
hasta llegar al punto del enfrentamiento, al punto de esta­
blecer un tipo de venganza tanto de un lado como del otro.
A/ comienzo los liberales se organizaron para defenderse de los con­
servadores, pero al final también lo /tacen para atacar... ¿Se supera la au­
todefensa y se transforman en una guerrilla política?
Claro, sucede que inicialmente la gente se esconde en el
monte, la mayoría del campesinado se esconde, deja su casa,
deja su finca y se va al monte, como una manera de protección,
porque no se pensaba todavía en cosas mayores, sino en de­
fender la vida; era lo esencial, defender la vida. Todos juntos
comenzaron a pensar en la defensa colectiva, pero todavía sin
agredir a ninguno; defendían los hijos, la esposa, es decir la fa­
milia, porque las fincas quedaban abandonadas; los semo­
vientes ya se los habían llevado, no quedaba entonces sino la
vida por defender. Así era que se reunían y comenzaban por su
cuenta y riesgo a prestar sus servicios, a prestar vigilancia, has­
ta que llegó la forma de comando que fue como se organizó la
convivencia y de paso empezando a tener una organización de
carácter militar para defenderse y defender su familia; pero
eso va pasando a otro nivel, cuando se reagrupan las familias
en un sitio, eso facilita la reorganización de los jóvenes en la
guerrilla, y una parte de ellos ya se dedica a la defensa y al cui­
do de esas familias; pero queda una parte que busca la forma
inclusive de agredir. Es cuando comienzan a salir grupos y co­
misiones a determinados lugares, no sólo en busca de los
enemigos conservadores, sino también en busca de resolver
algunas necesidades de provisiones. Por ejemplo, se da el ca­
so de que comienzan los asaltos a las casas de conservadores,
asaltos a los pueblos; es cuando comienza a verse ya el en­
frentamiento directo con la Policía y el Ejército.
De ese campesinado pacífico, trabajador, tranquilo, ale­
gre que había en esa región, fueron surgiendo hombres re­
beldes, producto de la presión que imponían los conserva­
dores armados, la Policía y el Ejército. Del peligro de la des­
trucción fueron saliendo los hombres capaces de disparar un
arma. Hombres que a la postre, muchos de esta misma re­
gión, aprendieron inclusive a matar. Se le perdió el miedo a
la autoridad; no sólo a la autoridad del Gobierno legalmente

55
constituido, sino que se le pierde el miedo al disparo del fu­
sil, se le pierde el miedo al grupo de hombres armados que
viene tras de uno; eso sucede como una necesidad para de­
fender la vida y la defensa de sus hijos, de su esposa y de sus
familiares, una necesidad inminente, luchar en defensa pro­
pia, porque es un instinto defender la vida. Yo creo que en
esos casos me acojo a hechos concretos y es que el hombre
antes de morir lucha por sobrevivir, y la expresión puede ser
ésa... Empuñar un arma, empuñar un cuchillo, un machete, un
pedazo de palo o una piedra para defenderse... El mismo ma­
chete que se empuñó antes para trabajar.
Para hablar en particular, tenemos que hablar de los dos
orígenes de la guerrilla, hasta ahí, llegamos nosotros a San Mi­
guel, como liberales puramente. Como un grupo de hombres
que se unen para defenderse de su enemigo político, los con­
servadores. En el poder tenían el Ejército, tenían la Policía,
para respaldar al Partido Conservador; en consecuencia ve­
nían los campesinos conservadores armados también a elimi­
nar a los liberales. Pero resulta que en el Tolima, en una re­
gión muy específica que es Irco, los comunistas colombianos
tenían ya un trabajo desde antemano sobre esa región, que
ellos llamaban «autodefensa de masas».

El Partico Comunista y la autodefensa de masas


¿El Partido Comunista era una organización armada?
No, pero ante la ofensiva de los latifundistas y de los mi­
litares contra el campesinado, orientaba la autodefensa de
masas. Entonces en esa región de Irco Tolima, situada en el
municipio de Chaparral, donde los campesinos sufrieron la
lucha por la tierra y fueron víctimas de la violencia, se fueron
agrupando; precisamente el Partido Comunista Colombiano,
da esa orientación de crear la autodefensa de masas, para
contrarrestar la ofensiva de los latifundistas... Y en Irco pren­
dió.
En Irco surge un campesino nato, por cierto un productor
de panela, un padre de familia, un hombre que entendió esa
I orientación, que había pagado servicio militar en su juventud
y que entendía algo de estos asuntos militares. Este campe­
sino se hace al frente de la autodefensa de masas, o lo nom-

56
bran el jefe de la autodefensa; le estoy hablando de Isauro
Yosa, más conocido como Lisler-, es el primer comandante gue­
rrillero de ideología comunista que aparece en Colombia. 10

(II)
Isauro Yosa y un grupo de campesinos empiezan una mar­
cha, desplazados de su finca, dejándolo todo. Dejan en la fin­
ca, su familia, sus mujeres, sus hijos e inician una marcha ha­
cia el sur y llegan hasta un punto que se conoció como el Da-
vis.20

El comando del Davis era ya como una concentración de


guerrilleros, donde había liberales y comunistas; estaba ubi­
cado en Chaparral en el Tolima; ellos llegaron al Davis y traje­
ron la ideología del Partido Comunista y el marxismo leninis­
mo; ya habían preparado hombres y campesinos con cierto co­

19 «Isauro Yosa, conocido en las épocas de la resistencia campesina co­


mo el Comandante Lisler (en homenaje a Enrique Lister, general proletario de
la Guerra Civil española), inicialmente un humilde recolector de café a quien
su esposa enseñó a leer, estará por siempre inscrito en las páginas de la his­
toria de la lucha por la tierra y las gestas campesinas de las cuales hizo par­
te activa desde niño. Su nombre se inmortaliza junto a los de sus compañe­
ros de lucha Pedro Antonio Marín, Manuel Marulanda Vélez, Juan de la Cruz Vá­
rela, Eutiquio Leal, Comandante Olimpo, Jacobo Prias Alape, Charro Negro. Alfon­
so Castañeda y Ciro Trujillo Castaño entre otros. Yosa había nacido en Nata-
gaima el 2 de febrero de 1910
Correspondió a este luchador agrario en los años treinta enfrentar el po­
der latifundista. Por ese entonces circulaba el periódico Tierra, órgano infor­
mativo del Partido Comunista Colombiano. En sus páginas orientaba la orga­
nización campesina, denunciaba los atropellos, reseñaba las luchas agrarias
nacionalmente y explicaba que muchas de las tierras de las que decían ser
dueños terratenientes adinerados, no tenían títulos y que por lo tanto eran
del Estado. Que los campesinos, a través de la acción organizada, podrían
disponer de ellas si actuaban planificadamente». Alvaro Angarita, «En me­
moria del legendario dirigente agrario Isauro Yosa, forjado en la resistencia
campesina», en VOZ la verdad del pueblo, n° 1988, p 7, 1998
20. «El destacamento del Davis fue fundado en la cumbre de una mon­
taña que se empina partiendo de la hoya hidrográfica de la quebrada la Lin-
dosa. Hacia el sur el terreno está cortado por la profunda depresión en cuya
parte más baja se alberga el lecho del arisco río Cambrín. El sitio ya ostenta­
ba tal nombre pero sólo vino a popularizarse cuando los hombres de la gue­
rrilla lo tomaron en cuenta para establecer aquí la sede central de toda una
cadena de destacamentos». Manuel Marulanda Vélez, Cuadernos - Estudios so­
bre violencia en Colombia, Ediciones Abejón Mono, 1973, p. 41

57
nocimiento y dominio de ese tipo de ideología, del Davis em­
pezaron a desplazar cuadros, a llevar la orientación y la direc­
ción al conjunto del movimiento campesino; fue así como des­
de allí llegaron a San Miguel, donde estábamos nosotros.21
En medio de todo ese problema, y del agrupamiento de
familias hacia San Miguel formando el comando, allá llegó un
cuadro político enviado desde el Davis y desde entonces co­
mencé a oír la palabra camarada A este hombre le decían el
camarada Wilches-, también llegó un hombre con grado militar
de teniente, el Teniente Cardenal, que también llegó como
jefe militar ordenado por el Davis; ellos llegaban allí a tomar
parte de la dirección de San Miguel y a dar la orientación;
ellos comenzaron a hacer el trabajo político e ideológico en
San Miguel; sobre todo el camarada Wilches empezaba a dic­
tar conferencias, en lo que ellos llamaban «hora sabrosa»,
que era de ocho a nueve de la noche; pero a su vez empeza­
ba a organizar círculos de interés o círculos de estudio con
grupos de personas, tratando por ese medio de ir penetran­
do en la mente de algunos la idea de conformar células de
partido. En ese momento el partido estaba clandestino en la
guerrilla, el trabajo era muy paciente, muy cuidadoso, muy
delicado. Ésa era una guerrilla dirigida por los comunistas pe­
ro de manera no abierta, pues lo hacían muy reservadamente
atendiendo una orientación que venía de su dirección 22

El lenguaje utilizado era moderado, pero de comunistas,


dando una orientación precisa, concreta, pero sin mencionar
a los comunistas. De modo que eso ocurre con un sector de

21. «La gente de la columna que fundara el destacamento del Davis, y


que se engrosó considerablemente con la afluencia de refugiados que acu­
dían de todas partes, se regía por principios revolucionarios y mantenía una
elevada disciplina. El Partido Comunista era la fuerza dirigente...». Ibíd, p.
33.
22. «Contra esa política terrorista de «sangre y fuego» del Gobierno con­
servador, comienza una resistencia popular y comienza de una manera es­
pontánea. Es cierto que el Partido Comunista lanzó, desde 1949, su consig­
na de autodefensa de masas contra la violencia reaccionaria gubernamental
1 y se sostuvo la tesis abierta de que contra la violencia oficial había que res­
ponder con la violencia organizada de masas» Gilberto Vieira en, Arturo Ala-
pe, La Paz, Lu violencia: Testigos de excepción, Planeta, Tercera Edición, Bogotá
1985. p. 39.

58
Comando perteneciente al E/erato de guerrillas liberales, en 1950.

De izquierda a derecha-. Ciro Trujillo con pistola al cinto, Isauro Yosa, Lister, con som­
brero y ruana, y sentado el ¡oven dirigente guerrillero Manuel Maridando Vélez. Fotografía
tomada en los primeros años de la década de los cincuenta.

59
los campesinos en el sur, porque el otro sector se agrupa ba­
jo la dirección de los jefes liberales que surgieron en ese mo­
mento, como fue precisamente las familias de los Loaiza, los
García, los Arboleda, refinados liberales, con tendencia a ser
terratenientes.
Entonces comienza un trabajo también político e ideoló­
gico desde las directivas liberales, desde las capitales del
país y de los departamentos, para influir sobre esta gente y
mantenerlos en plena y amplia contradicción con los comu­
nistas. Llegó el caso de que las guerrillas liberales profundi­
zaron en el sectarismo político en el que los caudillos libera­
les les orientaban desde la ciudad, y que consistía en el odio
hacia los conservadores, con la tendencia y la práctica de la
venganza. En esos comandos liberales había eso de que si
matan, matamos, si revanchan, revanchamos, si queman, que­
mamos; entonces, el comportamiento de las guerrillas libera­
les fue muy distinto desde un comienzo, mientras la guerrilla
dirigida por los comunistas era lo contrario, en la guerrilla co­
munista se hacía todo un trabajo de preparación de los hom­
bres y esa preparación tenía que ver con una proyección po­
lítica, económica y social a largo plazo, se estimulaba algo
muy bello y era la solidaridad y el humanismo; desde enton­
ces comencé yo a oír que la lucha era por el poder, que la lu­
cha era por el socialismo; entonces es una diferencia que los
distancia mucho de los liberales.
Llegó un momento en que el odio que los liberales le te­
nían al comunismo era muy grande, y por eso eran utilizados
por los jefes políticos, en la propaganda que hacían contra
Moscú, contra Rusia. En eso se igualaban liberales y conser­
vadores; a propósito de eso yo recuerdo que mi padre algu­
na vez nos hablaba de Rusia, porque cuando él estaba en el
Ejército prestando el servicio militar, ya le enseñaban allí ide­
as contra el comunismo, y eso caló en los liberales limpios
que odiaban ese país a pesar de que ignoraban hasta dónde
quedaba, sólo servían para proliferar la propaganda, diciendo
que los comunistas se apropiaban de los bienes, se apropia­
ban de las mujeres así estuvieran casadas, que se apropiaban
de los niños, que mataban a los ancianos, el que ya no sirvie­
ra para trabajar lo mataban, y otra cantidad de barbaridades,
pero eso lo decían porque los políticos de la ciudad les ali­
mentaban esas tendencias y esas mentiras, con el fin de des­
prestigiar a las guerrillas comunistas. Se aprovechaban de su

60
ignorancia, pues como le digo, el mismo Peligro García, Leo­
poldo García, o sea el que luego se convirtió en el General
Peligro, perteneciente a las guerrillas liberales, no sabía leer
ni escribir, de modo que se apoyaban en esa gente ignorante
y eso hacía efectos, tanto en los jefes como en la base, por­
que no era una base politizada; andaban muchas veces con fi­
nes de aplicar la venganza contra los conservadores.
¿Eh qué zonas estaban concentradas estas familias?
Estaban casi en la misma zona, separados por comandos;
entonces se sabía que era un comando liberal, o que era un
comando de los comunes; por ejemplo, el comando principal
de los comunes era el Davis; pero el Davis estaba aquí en una
colina y pasando el río Cambrín estaba La Ocasión, que era el
comando principal de los liberales limpios.

(III)
Los comandos principales de los liberales en esa época
eran La Ocasión, La Herrera, El Agarre, Bilbao, El Horizonte,
La Quebrada, y El Socorro; éstos conformaban las guerrillas li­
berales; la guerrilla de los comunes tenía también sus co­
mandos y el principal era el Davis, luego estaba el Saldaña,
Irco, el Cambrín, Paujil, San Miguel, Peña Rica, Calarma, hacia
el norte estaba Río Blanco y otros que había en la jurisdicción
de Chaparral, éstas bajo la dirección de los comunistas. Des­
de el Davis se veían las luces del comando de la Ocasión por
la noche, porque quedaba al otro lado del Cambrín; con estos
comandos se libró una lucha por el sectarismo del Partido Li­
beral; ese sectarismo cuajó igual que el sectarismo de los
conservadores, dirigidos por los jefes Laureano, Ospina y Ur-
daneta. Estos partidos y estos políticos, iniciaron la violencia
y el sectarismo. Los intereses unen a los partidos tradiciona­
les a nivel de jefes, pero en la base sigue el sectarismo que
ellos inculcaron; los jefes unidos aprovecharon esto y de pa­
so inician otro sectarismo, y fue el dirigido contra los comu­
nistas-, para eso aplicaron mucha propaganda, inclusive in­
ventada, porque no se conocía nada sobre la realidad de Ru­
sia en esa época; pero aprovecharon a los campesinos por­
que políticamente eran ignorantes; luego buscaron cualquier
pretexto para iniciar la confrontación a tiros; eso lo atizaron
los jefes liberales y conservadores unidos en las alturas de

61
sus partidos; para ellos lo más importante era destruir la ca­
pacidad organizativa del campesinado y que los grupos se
destruyeran entre sí; de esa manera le evitaban dificultades
al Ejército y gastos al Gobierno, y de paso evitaban en el sur
del Tolima el importante avance de los comunistas.
¿Charro Negro era militante del Partido Comunista?
No, y el camarada Marulanda tampoco, ellos pertenecían
hasta ese momento a los comandos liberales. Yo les conocí
siendo liberales, por ejemplo al camarada Marulanda lo vi
por primera vez, siendo él un joven y yo un niño, él había lle­
gado al comando de San Miguel y estaba conversando con la
gente-, era un joven muy cálido y conversador, muy despierto,
hacía chistes y le caía bien a la gente. Su grupo había atacado
una comisión de Policía y les habían quitado los fusiles, prue­
ba de eso, él llevaba uno de ésos que le habían quitado a un
policía. Ver en manos de la guerrilla un fusil nuevecito, como
ése que él llevaba, que le decían fusil mejicano, un fusil lar­
go calibre siete milímetros, muy fino, para larga distancia, da­
ba mucho ánimo, porque decían que era un arma muy poten­
te, y fíjese usted que la guerrilla ya con ese tipo de armas pa­
ra enfrentarse al enemigo-, la gente comentaba muchísimo ese
caso, y además que de pronto ese grupo de Marulanda se
quedaría en el San Miguel.
Desde esa primera vez que yo lo vi, se le notaba una
perspectiva de líder, de dirigente; era un hombre capaz y va­
liente, un hombre afable, un hombre cariñoso y respetuoso
con la gente; desde que le vi en San Miguel, siendo yo un ni­
ño, comentábamos con mi hermanito menor, «que bueno, no­
sotros algún día ser soldados de este hombre». Pero resulta
que él no se quedó, estuvo unos cinco o siete días y se mar­
chó con su grupo. Recuerdo que lo acompañaban unos que
apodaban Mundo Viejo y Llave Seca, unos paisas. Ese grupo
fundó un comando en el Socorro, en un sitio muy bien esco­
gido en lo alto, y allí tenían todas las familias que los acom­
pañaban. Yo tendría entonces más o menos once años, tal vez
doce años.
Bueno pero antes de conocerlo habían pasado muchas co­
I sas porque, siguiendo con la historia, Charro y Marulanda ini­
cialmente estaban con los Loaizas, o sea con los liberales, y
usted sabe que había un enfrentamiento muy fuerte entre co-

62
muñes y liberales, un desgaste tremendo. Marulanda y Charro
se quedaron un poco a la expectativa, y más bien intentaron
acercamientos. Justamente le voy a contar una anécdota: cuan­
do todas las familias de San Miguel, por orden del Davis, mar­
chaban hacia el Davis, pasaban aquí por la cordillera, sobre la
Lindosa y el Topacio. En la parte de abajo hay una región que
se llama el Socorro y ahí en el Socorro, tenían el comando Ma­
rulanda y Charro Negro. La gente de San Miguel los conside­
raba como enemigos, además ya se estaba peliando por el
Davis con los liberales, y esa situación se reflejaba en todas
partes; entonces durante la marcha los nuestros mandaron a
buscar provisiones, me refiero a plátano, yuca, maíz y todo
eso; la comisión encargada de esto bajó, y aprovechando la
cercanía se acercaron al comando de Charro y Marulanda y co­
menzaron a dispararles, como una forma de hostigamiento.
Charro y Marulanda dijeron a su gente, «no disparen ni un tiro
contra ellos; métanse a las fortificaciones y quédense ahí
quietos, respáldense para que no vaya a haber un muerto, ni
un herido pero no respondan ni un tiro contra esta gente, por­
que a lo mejor, la gente que está disparando hacia acá, no en­
tiende que nosotros no estamos en esa contienda, no entien­
de que nosotros somos sus compañeros en esta disputa con
los conservadores; los que dirigen el Partido Comunista, no
son los enemigos nuestros»; eso dijeron ellos a su gente. Un
adelanto al aspecto político del momento, y muy profundo.
Así fue que ellos no dispararon ni un tiro; cuando la gente se
cansó de disparar allí y que no les respondían, entonces se
fueron. Más adelante Marulanda y Charro por algún medio es­
cribieron una nota y la mandaron, para que se dieran cuenta;
mandaban a decir que ellos no eran los enemigos, y que en
consecuencia querían hablar, querían conversar y pactar algo,
porque nosotros somos compañeros de ustedes.
Cuando se da el desplazamiento desde San Miguel de to­
da la gente hacia el Davis es cuando se une Charro y Maru­
landa a la gente de San Miguel y llegan al Davis todos juntos.

La columna de marcha hacia el Davis


Es así como más adelante se producen acercamientos y fi­
nalmente acuerdan marchar ¡untos hacia el Davis, ya con no­
sotros. Todas las familias, tanto de San Miguel como las que

63
vivíamos en todos esos lugares, marchamos hacia Peña Rica e
hicimos el paso por el río Atá, luego cogimos por la vereda
Palma Brava, hasta que subimos a un cementerio que tenían
los indígenas y volvimos a caer al cañón del río Atá; cogimos
esas travesías y subiendo hasta caer al Támaro. Todo este re­
corrido tan duro se hizo porque había una ofensiva de la Po­
licía y del Ejército hacia la región, y era una manera de prote­
ger a las familias que marchaban con nosotros; precisamente
el Ejército tomó esas regiones después de haber sido eva­
cuadas por nosotros, tomó el comando de San Miguel; allí
quemaron el comando y a la única persona que cogieron, un
hombre que se conocía con el nombre de Pepino, la asesina­
ron porque se puso a sacar sus últimas cosas y en eso llegó el
Ejército y lo cogió; nunca más se supo de él; mientras tanto
nosotros fuimos a dar al Támaro y con nosotros iban centena­
res de familias.
Estando en el Támaro, lo que hoy es Marquetalia, llegó
otra orden para las familias: debíamos continuar la marcha con
rumbo hacia el Davis.
Bajamos nuevamente por las mismas trochas que había­
mos subido; bajamos por el río Atá hacia la Bella y cogimos el
camino de los indígenas hasta las Palomas. Subiendo por esa
trocha de las Palomas, a montar la cordillera de Canoas, por la
ruta a San Miguel; de Canoas bajamos un poco, cerca de un
lugar que se llama la Lindosa, y atravesamos buscando la ru­
ta del Topacio, para volver a caer a Montalvo, por arriba de la
Trigueña, luego a la Ortiga, cogiendo la cordillera hasta llegar
a una finca que se llama la Pereza. Esta finca era de un her­
mano de Ciro Trujillo. Eran ya terrenos bajando para un co­
mando que tenían los del Davis llamado el comando del Sal-
daña.
El Saldaña era un comando de guerrilleros del Davis; un
comando como los que ya había conocido, donde estaban to­
das las familias acampadas en pequeños ranchos, casi como
un pueblito; el día que hacíamos el paso del río Saldaña por
una hamaca, o sea un puente colgante, por ese mismo mo­
mento aparecían los aviones del Gobierno, del Ejército bom-
bardiando y ametrallando; allí vimos cómo lanzaban una gra­
nada de alto poder explosivo, o sea una bomba, que al esta­
llar se dividía en partículas y a cada partícula se le quedaba
pegada una sustancia negra y espesa, que se convertía en una

64
llama. Con esto estaban acabando de quemar cuanto rancho,
cuanta casa había quedado. Al mismo tiempo incendiaban
los platanales, los potreros, los cañaduzales, en toda esa área
del margen del río Saldaña; parecía que el Ejército buscaba
un despeje de toda esa área, porque en ese momento las tro­
pas asediaban el Davis y ya estaban en la Ocasión, en el Ho­
rizonte y en la Quebrada, pero según supimos en días poste­
riores, ya tenían intención de continuar la marcha de regreso
a Chaparral y tenían temores de que la guerrilla estuviera
apostada por esos márgenes del río Saldaña, y a eso le adju­
dico yo ese bombardeo en esas condiciones, quemándolo to­
do. Y así en esa situación, llegamos nosotros al Davis.
Ese es el momento cuando Charro, Marulanda y su gente
se vinculan al movimiento, dirigido por el Partido Comunista.
Pero ellos llegan al Davis, siendo todavía liberales. Ya en el
Davis comienzan a hacer un trabajo sobre ellos. No fue duro
llevar a Marulanda a militar en el partido, ni fue duro llevar a
Charro a militar en el partido, porque era una cosa ya natural;
digo yo, era por naturaleza lo que su capacidad política y su
conciencia le dictaba; pero esa anécdota, yo la recuerdo mu­
cho, porque demostró desde el comienzo capacidad política.21
De los hechos dolorosos que me recuerdan esa travesía,
está uno que sucedió durante ese desplazamiento: al haber
abandonado el Socorro la gente de Charro y Marulanda, el
Ejército se tomó la zona y comenzó a patrullar; con el Ejérci­
to venía un hombre que había estado un tiempo en las gue­
rrillas liberales que se apodaba Pasillo; ese hombre en una
patrulla del Ejército llegó hasta una finca cerca de la Lindosa,
donde se habían quedado dieciocho niños pertenecientes a
unas familias rezagadas; los niños estaban en una casita ubi­
cada en una finca que se llama el Recreo; habían bajado a lle­
var provisión pero no llegaron hasta la Lindosa, se quedaron
en esa casa y allí les llegó el Ejército de madrugada, rodeó la
casa, y este hombre de seudónimo Pasillo, entró y mató a die­
ciséis niños, dejándolos allí decapitados a machete; ese hom­
bre yo considero que es un sicario. Entonces para que se dé

23. «Yo no podría decir que a un hombre tan inteligente como Pedro An­
tonio Marín alguien lo llevó a la militancia comunista. Él mismo se fue acer­
cando hasta que llegó a nuestro querido Partido Comunista». Ciro Trujillo, Prf-
ginas de su vida, Ediciones CEIS - Serie Historia y Testimonio, p. 26.

65
cuenta, que el criminal, que el sicario amparado por los terra­
tenientes, viene desde hace muchos años. Eso es a lo que
hoy se le llama paramilitar, porque actúa con la protección del
Ejército, que no impidió semejante crimen; al contrario, lue­
go de esa masacre, Pasillo siguió andando con ellos, como si
no pasara nada-, no había justicia. Eso forma parte del soste­
nimiento y la vida del sistema capitalista.

El Davis, la mayor concentración campesina y guerrillera


en 1950
El Davis era un comando muy organizado, tenía un siste­
ma de trabajo combinado con la actividad guerrillera, a pesar
de eso no se resolvían para tanta gente las necesidades; Isau-
ro Yosa, el Mayor Lister, estaba al frente de la dirección políti­
ca, también estaban Baltazar, Fabián, Melco y Timochenco, el
primerTimochenco; el Capitán Arrayanales, Canario, el primer
Canario y el Capitán Llanero-, ésos eran los militares que diri­
gían al Davis; estaba también un teniente Melco y el tenien­
te Roldán, un negro muy alto.
Uslcti fia utilizado términos como Teniente Cardenal, Capitán Arra­
yanales; ¿por que' esos títulos de militares?
Porque en esa época, cuando se inicia la guerrilla, se re­
tomaron los grados militares, similares a los de la Fuerzas Ar­
madas; entonces había dragoniantes, cabos segundos, cabos
primeros, sargentos segundos, sargentos primeros, subte­
nientes, tenientes, capitán y mayor. Hasta ahí había grados.
Lister era el jefe militar en el Davis y tenía grado de Mayor.
Entonces, por ejemplo en ese caso, Charro era un sargento
primero, Marulanda era un sargento en ese momento; había
otros con mando superior, por ejemplo el Capitán Arrayana­
les, el Teniente Cardenal; era la estructura orgánica que le ha­
bían dado a la columna de marcha de Irco, que llegó al Davis
dirigida por los comunistas.
Los liberales también tenían ese tipo de jerarquía; por
ejemplo, Gerardo Loaiza, el padre de los Loaiza llegó a ser
general; a él se le conoció como el General Peligro, y los cua­
tro hijos eran capitanes; en otra familia, existió posteriormen­
te el general Mariachi.
Pese a que fia transcurrido un tiempo en que usted y su familia
acompaña a la guerrilla, íiay un momento donde se alista definitivamen­
te como guerrillero y asume responsabilidades. ¿Cuándo sucede?

66
El ingreso mío se produce en el Davis y de una forma muy
sencilla, nosotros, como le contaba, éramos seis hermanos;
los tres primeros Abelardo, Marco Antonio y Nicolás fueron
guerrilleros; ellos se convirtieron en guerrilleros y comenza­
ron a andar en comisiones para un lado y otro, y mientras, yo
llegué con mi padre, mi hermana y los dos hermanos meno­
res al Davis. Aquí organizaron una cosa que se conoció como
el Batallón Sucre, que era una organización de los niños de mi
edad, donde se establecían las formaciones como si se trata­
ra de soldados; esa organización tenía un día dedicado a la
reunión de pioneros y recuerdo que estaba dirigida por la Ju­
ventud Comunista.
El Secretario General de la Juventud dirigía periódica­
mente la reunión de los sucres, y allí íbamos todos; éramos
como unos trescientos o más niños y cumplíamos algunas ta­
reas; también participábamos de las formaciones para rela­
ción en el patio. Las tareas que nosotros hacíamos eran, apar­
te de la vigilancia, recolectar leña para el casino, ir a traer pro­
visiones al campo (plátano, yuca, maíz) y de vez en cuando
las tareas de ir a limpiar una sementera. En el Davis el que
era apto para guerrillero participaba en la fila guerrillera, in­
clusive estaba formado por compañías y cada compañía tenía
setenta y cinco hombres, y había como cuatro o cinco compa­
ñías; el viejo que no podía ir a la guerrilla, entonces lo dedi­
caban a trabajo agrícola, a sembrar o desyerbar, sembrar yu­
ca, maíz, plátano en las fincas cercanas; el joven que no esta­
ba apto para desyerbar ni para ir a filas, pero que se consi­
deraba también de fila, ¡o organizaban en lo que se llamó la
comisión de construcción: era el encargado de construir casas,
ranchos, para alojar a la gente; tenía que traer la palma de te­
cho de muy lejos, entonces tenía que dedicar un personal a
eso; y los niños entre nueve y trece años al Batallón Sucre.
Bueno, en el Batallón Sucre me vinculé organizadamente des­
de que llegué al Davis; al poco tiempo, por varias circunstan­
cias, me animé a vincularme con una compañía que estaba al
mando del Capitán Arrayanales, tendría yo unos trece años
quizá. Yo le comenté que no quería ser del Batallón Sucre y
entonces me admitió en su compañía; en esa compañía yo
permanecí un tiempo largo; éramos setenta y cinco hombres
y participamos en varias comisiones; allí estaban también un
hermano y mi cuñado. Una de las misiones que recuerdo era
meternos a la región de la Guajira cerca ya del Huila, para ata-

67
car un comando conservador que estaba allí armado, al man­
do de un rico terrateniente de nombre Anatolio; este ataque
se hizo porque allí había un cuartel o un centro de concentra­
ción de los conservadores de esa vereda, armados con el per­
miso y el respaldo del Gobierno. La dirección de la guerrilla
determinó atacarlos con el fin de eliminar ese grupo; hubo
por cierto un enfrentamiento bastante duro, que hasta hubo
que lanzarle granadas dentro de la casa, pero se eliminó a to­
dos y en nuestras manos quedaron las armas que tenían.
Anatolio era el ¡efe de un grupo muy grande; concentraba
en determinados días en la finca a todos los seguidores y se
desplazaban por toda la vereda, inclusive ellos solos, sin el
respaldo de la Policía; tenían confianza en su mando y había
matado liberales, incendiado casas y robado ganado; en ese
entonces al robo de quince o veinte reses en adelante se le
llamaba revancha, o sea que él ya había revanchado ganado
por todas esas zonas. La guerrilla tomó la determinación de
quitarlo; lo quitó y se acabó el mal. Eso ocurrió en la región
de la Guajira, cerca al Huila.
Otra de mis primeras comisiones fue una que dirigió el
Teniente Antonio; esa comisión salió a tomarse un pueblito
que se llama El Polvero, cerca a Polecito-, allí había unos al­
macenes grandes propiedad de unos ricos, y la orden fue co­
ger de allí para llevar, sin importar la talla, el color o la cali­
dad; la cuestión era que en el Davis había mucha gente ne­
cesitada, yo recuerdo que me llevé dos pantalones y dos ca­
misas puestas y así mismo el que iba conmigo, Nicolás, uno
de los hermanos, y les llevamos a Chucho y a Joaquín, los her­
manos más pequeños que estaban en el comando; así hicie­
ron todos y una vez llegamos al comando, todo se distribuyó
entre la gente. En eso nos distinguíamos en el Davis de los li­
berales limpios. Los dirigentes liberales acaparaban las me­
jores cosas y las revanchas de ganado, mientras que en el Da-
vis, todo se repartía colectivamente. Era producto de la orga­
nización y de los criterios de mando con mucha justicia, pues
todo lo que llegaba allí se repartía equitativamente.
Dada la cantidad de civiles bajo la responsabilidad del
comando, no se alcanzaba a resolver todos los problemas; no
había presupuesto suficiente; todo se repartía según las con­
diciones. Por ejemplo, si se sacrificaba una res, o si llegaba la
yuca, se repartía equitativamente; pero había productos que

68
no se conseguían fácilmente, por ejemplo una camisa; no ha­
bía quien le diera una camisa a un guerrillero, o un calzado;
ya al final se organizó un taller para fabricar alpargatas, con
penca de cabuya, y en esto se trabajaba en comisiones re­
partiéndose el trabajo y la producción; de ahí el gran afán por
salir en comisión, para resolver problemas. Nuestros morra­
les eran de fique y no se nos daba ni cobijas, pues de esto
casi no había; la gente, los guerrilleros, andaban de civil, por­
que no había otra manera. A pesar de estas dificultades el
Davis fue algo tan organizado que alcanzó a tener hasta juez;
yo recuerdo lo que se llamó el frente democrático, que era
una reunión los domingos, donde iba toda la gente, militares
y civiles; allí se planteaban todas las cosas buenas o malas,
para modificar o replantear cosas; allí se nombró juez y se­
cretario; recuerdo que el juez era un viejito que lo apodaban
Martillo; Martillo era un tinterillo de Chaparral.24
También la parte militar estaba muy bien organizada y el
comando había sido fortificado a su alrededor, por los conflic­
tos que se vivía en la disputa con los liberales y conservado­
res. Ese conflicto con los liberales agregaba nuevos problemas
a los ya existentes en el comando, como era el hambre que ya
se comenzaba a sentir pese al auge de cosecha de maíz, de fri­
jol, porque todo alrededor eran fincas de campesinos y se cul­
tivaba mucho plátano, yuca, pero a medida que se iba con­
centrando semejante cantidad de gente, eso fue agotando las
provisiones. Al Davis fueron centenares y centenares de per­
sonas las que llegaron huyendo de la violencia liberal y con­
servadora, o simplemente buscando, además de protección,
facilidades para organizarse para luchar por la tierra; por eso
las columnas de marcha en su mayoría iban hacia el Davis.25

24. En algunas zonas de Colombia se les dice tinterillos a los abogados


de regular calidad; en otros casos se le llama así al que actúa como abogado
sin tener grado, pero que conoce de leyes y a menudo actúa como asesor.
Guaraca ejemplariza con Martillo este caso típico. (N. del A.)
25. « Para el historiador británico E.J. Hobsbawm, la 'violencia repre­
senta probablemente la mayor movilización armada de campesinos (ya sea
como guerrilleros, bandoleros o grupos de autodefensa) en la historia re­
ciente del hemisferio occidental». Juan Manuel Ibeas y Luis Fernando Mon­
eada, «Colombia Heterogeneidad del movimiento guerrillero, multipolari-
dad de la guerra y maraña negociadora», en Políticas, revista editada en la Uni­
versidad del Valle, volumen 6 y 7 en coedición con SODEPAZ, 1997, p. 4.

69
Allí murieron niños de hambre; el batallón Sucre enterró
niños de cuatro, cinco y seis años, también producto de la
diarrea, fiebre, desnutrición y otras enfermedades; hubo días
que llegamos a enterrar hasta siete niños y aparte de eso el
enfrentamiento militar y la defensa del comando, sumaban
muchas dificultades a la situación. El Davis se enfrentó a los
liberales limpios que comandaban principalmente los Loaiza
y los Peligro. En ese momento se habían intensificado las
venganzas entre los partidarios liberales y conservadores.
Desafortunadamente muchos de nuestros líderes murieron
en la contienda con los liberales limpios, que también per­
dieron gente, como el caso de los hijos de Gerardo Loaiza; de
los nuestros me di cuenta cómo y dónde murieron algunos en
esas peleas; por ejemplo el primer Canario, un campesino de
edad madura, que tenía una finca ahí, a un lado de la Lindo-
sa, casi frente a la explanación del Davis; este primer Canario,
murió en la pelea con los limpios, cuando éstos sitiaron al Da-
vis. Una mañana la gente hizo un avance para despejar la vía
hacia el Robla! y la Berbena, alcanzando a avanzar de las trin­
cheras del comando hasta el cementerio; pero como Canario
en plena pelea estaba gritando e insultando al enemigo, una
mañana que no había aclarado todavía y que estábamos tiro
que iba, tiro que venía, Canario gritando, insultándolos, lo
ubicaron y un tiro le entró por la boca y le salió por el hueso
occipital. El tiro le tumbó dos dientes, ese compañero murió
allá.
El primer Joselito también era otro campesino de la re­
gión y también murió en pelea con los liberales limpios. Mu­
rió en la Quebrada en un asalto de los del Davis a los libera­
les limpios en la Quebrada; y murió por la valentía: se lanzó a
coger la trinchera de los limpios y ahí lo mataron Recuerdo
que en ese mismo momento le comunica a Camargo que a su
hermano lo habían matado, entonces se lanzó contra el ene­
migo como loco y también lo mataron. El segundo Canario ya
es cuando Marquetalia-, este hombre no reivindicó el nombre
del primer Canario, pues finalizó desertando en momentos
que no lo debe de hacer nadie, en pleno combate y se fue no
se sabe para dónde, además se perdió el fusil porque se lo
llevó y lo botó en el camino. A pesar de tanta gente que se
perdió, el Davis iba tomando la delantera, porque los comu­
nistas tenían más capacidad organizativa y mejor orientación

70
política, aparte de que las gentes iban reconociendo en la
orientación de los comunistas una cosa que superaba los con­
flictos entre partidos. Y ya se hablaba de cambios sociales y
de luchar por la tierra, para mejorar las condiciones de vida.
Si los comunistas luchaban con los liberales limpios era para
defenderse, pero siempre impartían la idea de luchar unidos
contra el sistema y los ricos terratenientes.
Cuando eso sucede, que los liberales iban perdiendo
adeptos y que cedían terreno ante la contraofensiva de los
comunistas, entonces el Gobierno comprende que ya no le
son tan útiles los comandos liberales y lanza una gran ofensi­
va donde a veces también atacaba grupos liberales. Lo pri­
mero que se tomaron fue el comando liberal de la Quebrada
y luego siguieron hacia el Davis; en esa pelea del Davis con el
Ejército, murió el Teniente Roldán el Negro; el Ejército siguió
hasta el comando de la Ocasión, saliendo por ahí hasta Cha­
parral; claro, esta metida del Ejército le costó muchísimo, tan­
to en hombres como en armas.

Otra vez marchando hacia la selva


El Ejército inició un bombardeo permanente con aviones
y tiraban una bombas grandísimas, que dejaban unos huecos
enormes, como de unos ocho metros a la redonda; con los
días esas bombas produjeron una cantidad de moscas terri­
ble. Esas bombas que dejaron caer sobre el Davis, muy cerca
del comando, fueron las que produjeron esa mosca en canti­
dades; a la persona que picaban le producían una llaga o una
lora, como le dicen por ahí a esos granos en la piel; al poco
tiempo hubo gente que tenía dos y tres loras, sobre todo en
las piernas, en los brazos y la cara, porque donde picaba esa
mosca producía una infección; ese tipo de bomba traía pro­
ductos químicos, bacteriológicos, que hacía posible la apari­
ción de estas infecciones, por medio de las moscas que pro­
ducía. Con estas crueldades el Ejército buscaba doblegar la
resistencia campesina, que sufría con los desplazamientos
forzados impuestos por los bombardeos, los ataques de los
liberales limpios y el hambre.
Cuando el Ejército finalmente entró al Davis, entonces la
guerrilla del Davis empezó a sacar comisiones hacia la perife­
ria para obligar al Ejército a retirarse del Davis; en una comi-

71
sión me sacaron de la compañía del Capitán Arrayanales y me
incluyeron en una comisión con Charro Negro. Eso fue en los
primeros meses del 1953; el caso es que nosotros tuvimos va­
rias comisiones en zonas alejadas, buscando llamar la aten­
ción para que las tropas salieran del Davis; buscábamos salir-
nos a media cuesta, rumbo a Planadas, Sur de Atá y buscan­
do más bien hacia el Huila con Charro Negro.
Con la llegada del Ejército, comenzó la evacuación de las
familias; la gente se salió en comisiones; casi todas las fami­
lias fueron evacuadas a Buena Vista, un sitio arriba, en las ca­
beceras de la quebrada La Lindosa; a otros los mandaron al
Cambrín y varios centenares de familias se internaron en la
selva, buscando protección más adentro. En esos nuevos lu­
gares lo primero que hubo fue cursos políticos. A un curso po­
lítico de ésos asistió el camarada Marulanda; pienso que fue
de los primeros cursos que tomó; también asistió Charro, en­
tonces ambos sargentos, grados que otorgaban en el Davis.
En esos cursos también trabajó mi hermana, que era del co­
mité femenino; ella salió en varias ocasiones a dictar charlas.
Bueno, después de estos cursos, comenzaron a salir comisio­
nes, que enviaba Charro Negro a despejar lugares, buscando
replegar al Ejército y proteger así las familias que marchaban.
En una comisión nos tocó a media cuesta hasta bien abajo a
caer al Saldaña, rumbo ya hacia el Huila buscando la perife­
ria, tratando de abrir camino y de buscar fuerzas para sacar las
tropas del Davis. Así el conflicto se hacía cada vez más fuerte
y además otros levantamientos armados sacudían al país; la
protesta social crecía en las ciudades, uno sentía que el país
era un caos por el sectarismo y la violencia.

El golpe militar de Rojas Pinilla (13 de junio de 1953)


Cuando se escuchó la noticia de que Rojas Pinilla había
tomado el poder, comenzó la propaganda ofreciendo paz, jus­
ticia y libertad.
La noticia la escuchamos nosotros estando en una enra­
mada para el beneficiadero de café, de la finca el Dorado pro­
piedad de los señores Rodríguez. Éste era un sitio muy ade­
cuado, porque era un sitio cubierto sin posibilidades de visi­
bilidad y en medio de unos cafetales inmensos; Charro utili­
zaba mucho este lugar para descansar y hacer cursos con to­
da la gente; y allí estábamos acampados los que andábamos

72
con él, cuando se produce la noticia, pero Charro no quiso ha­
cer comentario ninguno; comenzó a preparar la marcha y so­
lamente él sabía en qué dirección íbamos a continuar. Al final
se conoció que íbamos hacia San Joaquín, una vereda que
queda pasando el río Ata, y allí fue donde llegó el camarada
Marulanda, que con el grupo que traía ya éramos como cien;
continuamos la marcha hacia los lados de Montalvo como si
fuéramos a volver al Davis. Cuando llegamos a Montalvo en­
contramos un grupo grande de guerrilleros, se trataba de la
dirección del Davis que también hacía un recorrido por esos
lados; venían con Lister, entre ellos Fabián, Melco y Timo-
chenco. Hacia Calarma había salido el Comandante Alfonso
Castañeda o sea Richard. Para Natagaima salió otro grupo y me
parece que allí iba Ave Negra.
Charro y Marulanda nos reúnen y nos plantean el tema
político; nos explican que se trata de un militar en el poder;
que Rojas Pinilla se había tomado el poder por las malas,
desplazando al presidente encargado, el conservador Urda-
neta Arbelaez, que estaba sustituyendo a Laureano Gómez,
pero que se trataba de los mismos capitalistas en el poder;
que este Gobierno militar mantenía la violencia y la persecu­
ción contra los comunistas y que ése no era el Gobierno que
necesitaban los colombianos; por eso no iban a parar la lucha,
y quienes les siguieran sería por su propia voluntad, decidi­
dos a afrontar lo que se viniera, con el agravante de que aca­
baban de informar que en el Davis la gente estaba regresan­
do a las fincas, pues tenían la gran ilusión de que con las pro­
mesas de Rojas podrían volver a trabajar y poner a producir
la tierra que habían abandonado por causa de la violencia.
Charro y Marulanda plantean que quienes quisieran re­
gresar a sus tierras debían dejar sus armas, que muchas veces
consistían máximo en escopetas de cápsula, de fisto y una
que otra carabina de la U; si tenían familias por los lados del
Davis y querían acompañarlas hasta sus fincas y luego regre­
sar, perfectamente podían hacerlo; para eso tenían hasta
veinticinco días para ir y regresar; si necesitaban más tiempo,
se otorgaba hasta mes y medio. Bueno, y los que quisieran
quedarse allí, podían dar un paso al frente. Así fue que nos
decidimos como unos diez o doce muchachos; entre ésos es­
taba Mundo Viejo; de los que se quedaron atrás estaba Mar­
co, mi hermano, Cacique o Gregorio López, cuñado y otros fa-

73
miliares; ellos quedaron en volver una vez ubicaran a mi pa­
pá y a mi hermana. Entre los que se fueron por sus familias
estaba Gasolina, hermano del camarada Marulanda y también
Chiquito o sea Isaías Pardo.
Con los que al final volvieron quedamos en total cerca de
cincuenta, y así regresamos a San Joaquín; de allí salimos a
montar otro comando en Sur de Atá, que llamamos Pescado;
lo fundamos en una finca propiedad de Medardo Parra, se
preparó todo para marchar, y todavía yo no conocía ningún
plan; los camaradas Charro y Marulanda se limitaban a decir,
que no sabían qué situación se iba a presentar. Mientras tan­
to era mucho el apogeo de propaganda en favor de Rojas Pi­
nilla, hasta en discos, pues ya sonaban en las cantinas de Pla­
nadas, Gaitania, Sur de Atá, bueno por todas partes, discos
alusivos a Rojas Pinilla. En el campamento cuidábamos las ar­
mas que teníamos; estábamos con Charro y Marulanda, que
preparaban las condiciones para una marcha, y lo primero
que hicieron fue comprar armamento y munición calibre pun­
to treinta, pues en ese grupo guerrillero había puros fusiles
siete milímetros. Recuerdo que el camarada Marulanda cogía
un casquillo o cartucho quemado de siete milímetros, le cam­
biaba el fulminante por uno nuevo, le echaba la pólvora, li­
maba una bala punto treinta y la colocaba allí, para disparar
en siete milímetros, por esa época es que mi hermano un día
me dice, «alístese que nos vamos para la finca donde está mi
papá y los otros hermanos, vamos a trabajar». Yo tenía otra
decisión y entonces le dije, «Yo decidí ya, acompañar a Cha­
rro y Marulanda hasta el fin-, de modo que yo hice ya esa pro­
mesa y no puedo echar atrás».
La situación se nos hizo a nosotros muy dura y complica­
da; Rojas Pinilla al tomar el poder fue un hombre que aplicó
una política rápida y audaz. Rojas cuando toma el poder de­
creta el indulto y la amnistía, buscando con eso desmovilizar
a las guerrillas, y según él pacificar el país; antes que todo,
Rojas Pinilla indultó a los militares y policías implicados en
hechos criminales, buscando con eso unificar a las Fuerzas Ar­
madas a su alrededor26.

i
26. Guaraca se refiere al primer Decreto Ley que firma el dictador mili­
tar, D. 2184 de agosto de 1953, donde inclusive mejora el sueldo a los milita­
res. (N. del A.).

74
Rojas inmediatamente después nombra una comisión de
paz, pero no para que esté en Bogotá, sino que la desplaza a
las zonas para buscar acuerdos con las guerrillas. Yo recuer­
do que uno de los integrantes de esa comisión de paz era el
General Duarte Blum, que primero se dirigió a los llanos a
entrevistarse con Guadalupe Salcedo; ésa era la guerrilla li­
beral más numerosa y mejor armada que había en Colombia
en 1953, pues luego del 9 de abril de 1948, cuando matan a
Gaitán, los terratenientes liberales de los llanos orientales fi­
nanciaron las guerrillas que se levantaron en protesta por es­
te asesinato y que comenzaron a combatir al Gobierno con­
servador, bajo la dirección de Eduardo Franco Isaza y Gua­
dalupe Salcedo. Estas guerrillas eran liberales y su lucha era
más partidista que social, mejor dicho, no buscaban transfor­
mar el sistema capitalista; ese General Duarte convenció a
las guerrillas de los llanos y a su Comandante Guadalupe Sal­
cedo para llegar a un acuerdo de paz, y fueron miles de gue­
rrilleros los que fueron a entregar las armas y bajaron a en­
tregarse, prácticamente a cambio de nada, porque más tar­
daron en entregar las armas que en comenzar a matarlos, y
aparte de eso el Gobierno incumplió la mayor parte de los
acuerdos.27

Algo parecido sucedió con ¡as guerrillas del medio Mag­


dalena en el departamento de Santander, comandadas por
Rafael Rangel Gómez, que inclusive había sido alcalde liberal
en Barrancabermeja, una ciudad a orillas del río Magdalena
donde las luchas obreras han sido tradicionales. Él fue alcal­
de representando a una ¡unta revolucionaria liberal, luego del
crimen contra el caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán; bueno,

27. «El acceso de Rojas al poder, el 13 de junio de 1953, generó grandes


expectativas de paz que se concentraron en una política de pacificación pen­
sada sobre la base de la recuperación para el Estado del monopolio del uso
legítimo de las armas. Para ello el General Rojas propuso y desarrolló dos
grandes objetivos, uno, cohesionar en torno suyo a las Fuerzas Armadas de
tal manera que le sirvieran como institución de apoyo a su Gobierno; y otro,
desmovilizar y desarmar cada uno de los grupos alzados en armas a través
de un proceso de diálogo y negociación con fines de reinserción». Miguel
Ángel Afanador, Amnistías e Indultos, La Historia Reciente 1948-1992, Documentos
ESAP, Bogotá 1993, p. 31 a 32.

75
pues Rafael Rangel Gómez también entrega las armas y se
desmovilizan esas guerrillas.23
La misma situación ocurrió en Urrao Antioquía, donde
también hubo mucha violencia y mucho problema con los la­
tifundistas conservadores, que acusaban a los liberales de ser
ateos. Allí surgió una guerrilla liberal, las guerrillas de Franco,
el primer Franco al que se le conocía como el Capitán Franco,
que entre otras cosas también lo mataron después de entre­
garse; todo esto pasó como a mediados del 53.29

Las guerrillas comandadas por liberales, no eran todas


iguales, pues había unas más progresistas que otras; por
ejemplo en ese caso de Guadalupe Salcedo, y quizá un poco
también las de Rafael Rangel, para mí no eran guerrillas lle­
nas de sectarismo, eran guerrillas que habían nacido y habían
crecido al calor de la necesidad de defender la vida; otra co­
sa es el engaño a que fueron sometidas por las directivas li­
berales del partido y su utilización, pero ellos se levantaron
en armas inicialmente para defender la vida.
Pero eso ocurrió también, y fue mucho más allá con las
guerrillas liberales del sur del Tolima, por ejemplo con las
guerrillas de los Loaiza a las que había pertenecido el cama-
rada Marulanda-, le ocurrió a las de los García con Leopoldo

28. «El 3 de agosto de 1953 en el sitio Mata de Plátano, en la región del


Opón, cerca de Barrancabermeja, Rafael Rangel se entregó al Capitán Cerón,
con un poco más de cien hombres. Dijo a sus guerrilleros unas frases cortas,
hubo llanto por la separación de Rangel; los guerrilleros fueron traídos a Ba-
rrancabermeja y allí se prepararon unas ollas comunes en el barrio Palmira y
vino mucha gente a conocer la guerrilla. Rangel una vez se presentó «él vino
al batallón y no pudo hablar con nadie, allá dizque le hicieron honores con el
grado de comandante...!». Alejo Vargas Velázquez, entrevista a Luisa Delia Pi­
fia, dirigente popular de Barrancabermeja, en Magdalena Medio Santandereano-
Colonización y Conflicto Armado. CINEP 1992, p. 134.
29. Guaraca se refiere al pacto de paz suscrito en los primeros días del
mes de julio de 1953, entre la dictadura de Rojas y las guerrillas en Antioquía,
recordando de paso la oleada de crímenes que se cometieron contra los gue­
rrilleros desmovilizados, incluyendo al propio Franco, luego de firmados los
acuerdos y entregadas las armas, ante la pasiva complicidad de los dirigen­
I tes liberales que en un principio les impulsaron al levantamiento armado de
carácter partidista, para luego dejarles prácticamente a la deriva, temiendo
que por su cauce se extendiera la rebelión armada y debilitara al Estado. (N.
del A.)

76
García al frente, conocido como el General Peligro; y las de Ar­
boleda, que fue de los del Davis, y que la política de los cau­
dillos liberales de Ibagué lo hicieron cambiar antes de ese
proceso, haciéndose al lado de los liberales limpios. En el sur
del Tolima estos grupos llamados los liberales limpios, ni qué
decir, ésos sí que entraron en contacto con el Gobierno, para
firmar acuerdos, y luego se salieron a los pueblos con el apo­
yo del Ejército a bloquear el trabajo de los comunistas; estos
sectores liberales algo tuvieron de auge, mientras le fueron
útiles al Gobierno.30
Por esa misma época las guerrillas del Sumapáz y lo que
se llama el Tequendama, en los departamentos de Cundina-
marca y parte del Meta, inclusive esa zona que toca parte del
sur del Tolima, también se entregaron, aunque en esa región
las condiciones fueron diferentes, porque esas guerrillas ha­
bían tenido bastante influencia de líderes comunistas que no
pensaban en la lucha partidista, sino en la lucha por la tierra.
Hubo por esos lados un gran dirigente agrario de nombre
Juan de la Cruz Varela que dejó huella en la zona. En esa re­
gión del Sumapaz, la entrega se hizo pero sin entregar armas,
es decir la gente se dedicó al trabajo agrícola, se desmovilizó
comprometiéndose a dejar las armas y dedicarse al trabajo.31
En esa región había pegado muy bien la propuesta del
Partido Comunista de crear comandos de autodefensa de ma­
sas, ante la agresión de los pájaros armados que comenzaron
a robar y matar durante el Gobierno de Laureano Gómez a co­
mienzos de los años cincuenta. Las guerrillas liberales de esa
zona ya habían alcanzado a hablar de paz con el Gobierno de

30. «...el 22 de agosto de 1953, un grupo que si bien no era muy nume­
roso -148 guerrilleros- tenía a su cabeza dos de los más influyentes jefes
guerrilleros del Tolima, el Mayor Arboleda y el General Mariachi, Jóse María
Oviedo. Se pusieron a disposición de las autoridades militares en la hacienda
Santa Ana, frente a una concurrencia de comerciantes, hacendados, cafeteros,
y corresponsales de El Tiempo y la revista Semana». Miguel Ángel Afanador,
Amnistíase Indultos, La Historia Reciente 1948-1992, Documentos ESAP, 1993, p. 45
31. El relato de Guaraca se ubica en este momento, más o menos a fina­
les de 1953, cuando se fortalece en la región un importante movimiento agra­
rio muy influenciado por el Partido Comunista, que en alianza con sectores
democráticos, fundamentalmente del Partido Liberal, fundan lo que se co­
noció en aquella época como el Frente Democrático de Liberación Nacional.
(N. del A.)

77
Laureano, porque había terratenientes tanto liberales como
conservadores, pero los que más fuerza tenían eran los co­
munistas, y por eso el acuerdo fue diferente, en todo caso
desmovilizándose.

(IV)
Con eso le estoy diciendo y justificando que no quedó
ningún grupo guerrillero con las características del nuestro, lo
que yo llamo el grupo de los treinta. Nosotros seguimos en
guerra, porque no nos convencían esas propuestas de la dic­
tadura, por eso también fuimos aislados un tiempo, y nos
quedamos algo solos. Rojas Pinilla prometió paz, justicia y li­
bertad, propuesta de la que desconfiamos y no quisimos
aceptar. Fueron dos años larguitos que se pelió, se combatió
y que nos persiguieron, nos bombardearon y nos ametralla­
ron. En ninguna otra parte del país habían guerrilleros pe-
liando.
Entonces el Gobierno tenía más posibilidades de con­
centrar fuerzas para atacarnos, eso lo primero. Lo segundo,
nuestras peleas sobre esa faja de la cordillera central, Huila,
Cauca, no se conocían; se estaba librando una lucha allí y na­
die se daba cuenta

La marcha de los treinta. (Desde el Tolima cruzando por


el Huila, en dirección a Río Chiquito en el Cauca)
Cuando por fin se organizó el grupo, desde la finca de Me­
dardo Parra, puedo plantear que en ese momento éramos los
únicos que estábamos en armas en Colombia; éramos veinti­
séis varones y cuatro mujeres. A continuación la lista que re­
cuerdo de esos treinta guerrilleros: Jacobo Prias Alape o Cha­
rro Negro, proveniente de la vereda el Horizonte, municipio de
Chaparral. Manuel Marulanda Vélez o Tiro Fijo, de Génova
Quindio. Juan Tavera o Antonio Rodríguez de la Estrella. Alberto
López o Buenu, de la Estrella. Gregorio López o Cacique, de la
Estrella. Rubén Murcia o Crucero, de la Estrella. González o Mi­
nuto, de la Estrella. Alias Ruperto del Municipio de Chaparral.
Carmelo Perdomo o Gilberto López, de la Estrella. Jesús Marín o
Gasolina, de Génova Quindio. Alias Virgen Santa, hermano de
Charro, de la Vereda Horizonte. Isaías Pardo o Chiquito, de Pla­
nadas. Luis Pardo o Tula, de Planadas. Javier Pardo o Corona,
de Planadas. Jaime Guaraca Durán, de la Estrella. Alias Darío,

78
de Chaparral. Alias Eliécer, de Chaparral. Alias Idilio, de Cha­
parral. Alias Nerón de Chaparral. David Molano o Cocona, de
Sur de Atá. Agustín Cifuentes o Azulejo, de Sur de Atá. Alias
Faenza, de Caldas. Rogelio Díaz, de Chaparral. Gustavo Mén­
dez, de Chaparral. Alias Pomponio, de Saldaña. Pablo Marín,-
padre de Marulanda, proveniente de Génova. Luz Mila, pro­
veniente del Tolima. Lucero, del Tolima. Rosa Marín, herma­
na de Marulanda, y de la misma zona del Tolima. Domitila Du-
cuara, tolimense.
Al principio, los treinta que iniciamos la marcha a finales
de 1953 quedamos aislados, tanto de la población civil como
de la dirección del Davis y al mismo tiempo de la dirección
del Partido Comunista.
Vuelvo a insistir en que, por lo menos durante dos años,
a partir de que asume el poder Rojas Pi n i lia, en Colombia hu­
bo como guerrilla móvil y activa solamente los treinta guerri­
lleros que he mencionado al mando de Charro y Marulanda;
el Davis había sido evacuado y donde solamente había que­
dado una pequeña compañía, al mando del Capitán Llanero,
fue prácticamente asesinada por el Ejército y por los liberales
limpios al mando del General Peligro, Arboleda y el General
Loaiza; al fin y al cabo no quedó nadie en el Davis. Los que
marcharon con Alfonso Castañeda conocido como Richard,
que iban hacia Calarma, al final tomaron el rumbo hacia Villa-

Em la parte superior, Juan de la Cruz Vareta, líder agrario del Sumapaz, se dirige a
una manifestación campesina en Pasca Cundinamarca en 1959.

79
rrica. Los que iban con Ave Negra se fueron para Natagaima.
El grueso de la dirección del Davis con Isauro Yosa, Lister, se
ubicaron en la Ucrania, arriba de Peña Rica y finalmente como
en cuarenta y cinco días marcharon a Villarrica. Todos ellos
terminaron en Villarrica.
¿Qué pasa con su familia durante este período?
Durante el año 55, es cuando las guerrillas resurgen en el
país por la violencia de Rojas Pinilla, mis hermanos se habían
quedado por los lados del Davis, en sus fincas trabajando, co­
mo es el caso de Abelardo y Joaquín. Ayudaban a la guerrilla
pero no eran guerrilleros, pues estaban dedicados a su tierra.
Un día cualquiera un vecino los sapió; ellos trabajaban en el
día y en la noche se iban a dormir a otro sitio; el Ejército un
día llegó, rodeó la casa y ahí los cogieron en presencia de sus
esposas y de sus hijos y se los llevaron amarrados. Con el
Ejército venían los que habían iniciado la contraguerrilla, va­
rios de ellos en el pasado guerrilleros liberales del General
Mariachi, entre ellos Hipólito Murcia, Jorge Horta y los Tama.
Enseguida comenzaron a maltratar a mis hermanos; los saca­
ron de allí por el camino que conduce a Planadas, pero a mi­
tad de camino en una finca que se llama la Trigueña, comen­
zó para ellos su último día. Los torturaron, les hicieron de to­
do, los colgaron hasta que murieron en la tortura. Después de
muertos les picaron su cuerpo, por lo que quedaron irrecono-
cibles y en eso participaron civiles, que ya nombré algunos.
Esos crímenes jamás ningún inspector de policía, ningún
juez, nadie ha dicho una palabra, porque con el hecho de que
sindicaban a mis dos hermanos de bandoleros, fue suficiente
para que quedara impune y para mejor decir, los contrague­
rrilla civiles que participaron en eso por ahí andan en Plana­
das y por Chaparral tranquilamente, y no han sido llamados
por nadie a decir una palabra; y no solamente eso, sino que
se apropiaron de la finca, como hicieron con otras fincas.
Mi otro hermano, Marco, murió también por Planadas; le
montaron una celada invitándolo a una fiesta, y cuando iba
desprevenidamente para esa fiesta, resulta que el Ejército
estaba emboscado; lo primero que hicieron fue herirlo grave­
mente, mas combatió allí hasta que lo mataron; en eso parti­
cipó otro hombre que se había convertido en contraguerrille­
ro llamado Efraín Valencia, uno de los que más adelante voy
a tener que referirme-, Efraín Valencia era un civil de Gaitania

80
El ejército guerrillero de Sumapaz, al mando de Juan de la Cruz Varela, baja a en­
tregarse durante la amnistía de 1953.

Columna de guerrilleros liberales en los llanos Orientales de Colombia, cuando se diri­


gían a entregar las armas en 1953 durante la amnistía del dictador Rojas Pinilla. La gran
mayoría fueron posteriormente asesinados por el régimen, entre ellos; el legendario Guada­
lupe Salcedo.

81
que se había ido a Planadas con el Ejército, para salir seña­
lando a la gente. Efraín Valencia desde el sitio en que cayó mi
hermano, se lo echó al hombro, vino y lo tiró al frente de la
casa donde era la fiesta y ahí es como muere mi hermano
Marco. Mi hermano menor, Chucho, fue asesinado por orden
de un capitán del Ejército; el asesinato lo llevaron a cabo dos
hermanos de apellido Bustos; lo asesinaron por la espalda
castigándole su militancia liberal.
Mi familia fue comprometida con la lucha por la tierra, por
eso fueron víctimas de la persecución, del asesinato y del
desplazamiento forzado. De mi familia, del matrimonio Gua-
raca Durán, quedo yo. Me duele la muerte de mis hermanos,
sobre todo los dos que murieron torturados y cómo quedaron
los cuerpos. Muy pronto comprendí qué era lo que sucedía en
el país; muy pronto yo comprendí que la lucha iba a ser muy
prolongada, y que en ese enfrentamiento iba a morir mucha
gente. A pesar de que me dolía la muerte de mis hermanos,
lo que hizo fue fortalecer más mi deseo de luchador; no con
venganza, porque en ese aspecto los revolucionarios no de­
bemos pensar en la venganza, sino contra la injusticia y con­
tra la impunidad, que es lo que en este país se aplica desde
el Estado. Esto fortaleció más mi espíritu y mi ánimo de con­
tinuar en el movimiento hasta ver el triunfo y sin rencor, por­
que si en mí existiera rencor yo hubiera podido hacer algo
contra la gente civil que ha participado en el asesinato de mis
hermanos, pero he esperado a que sea el conjunto del movi­
miento revolucionario el que haga justicia, y que algún día se
tendrá que hacer esa justicia, como se debe hacer, como se
debe castigar a un criminal, a un bandido, con la ley, pero no
como la ley de ahora, pues el Gobierno habla de castigar al
delincuente y llevarlo a las cárceles, pero las cárceles las usa
contra el pueblo, criminalizando la lucha popular. Años más
adelante estuve injustamente detenido cinco años y unos
meses en la isla prisión Gorgona, que tenía un régimen espe­
cial para aislar a un ser humano, o sea que conozco el tema,
conozco cómo es la prisión y se cómo se aplica el régimen
cuando es contra los luchadores populares.
Han transcurrido los años y todo está igual en ese aspec­
to de la justicia, incluso tiende a ser peor ya que la injusticia
se aplica de diversas maneras y más ahora que se autoriza la
justicia privada. Yo no comprendo cómo un Estado legaliza y
da permiso a los matones para que asesinen al que quieran;

82
y cuando hablo de eso me estoy refiriendo a la legalización
de los paramilitares en Colombia mediante decreto, con las
famosas Cooperativas Convivir. Eso es dar salvoconducto a
los matones; me parece que el país está retrocediendo y que
las leyes se olvidan, o que la historia se pone en entredicho.
Me parece un gravísimo error del sistema, y me parece un gra­
vísimo error por esta sencilla razón: Conocí por ejemplo que
cuando comenzaron a entrenar a los grupos paramilitares en
el medio Magdalena -que a esos grupos de paramilitares lle­
varon extranjeros, terroristas extranjeros, israelíes y británi­
cos, muy reconocidos y que fueron contratados y que entra­
ron al país legalmente- tenían conocimiento los altos mandos
militares, tenían conocimiento los ministros y el Presidente, y
el dinero salía de los famosos narcotraficantes de Medellín y
de Cali. Allí a ese entrenamiento llevaron y reclutaron jóve­
nes muy pobres de corta edad, fáciles de hacer con ellos un
elemento dócil al crimen; estos grupos de jóvenes entrena­
dos luego han cumplido una clara estrategia contrainsurgen­
te, y a eso es a lo que se le llama terrorismo de Estado, por­
que estos grupos se hacen conocer como gente que está can­
sada de la izquierda y de la guerrilla, y entonces encubren las
acciones criminales del Ejército.
Los terratenientes, el narcotráfico y en general grupos an­
ticomunistas, se han aprovechado de muchos jóvenes de­
sempleados y les enseñaron el arte de manejar un arma, les
enseñaron la profesión de matar, de ser asesinos, y algo peor,
muchos de los desaparecidos en Colombia fueron llevados a
esos sitios de entrenamiento para torturarlos y ponerlos en
mano de esos asesinos; se han cometido crímenes con sevi­
cia en colombianos honrados y honestos y no se han encon­
trado jamás los cuerpos; se me viene a la memoria el compa­
ñero Miguel Ángel Díaz, uno de los desaparecidos ya de esta
época, de la historia más reciente.”

32. Miguel Ángel Díaz, dirigente comunista desaparecido el 5 de octubre de


1985 durante la guerra sucia adelantada por el narcotráfico y los grupos paramili­
tares, en Puerto Boyacá, población limítrofe entre los departamentos de Antio-
quía y Boyacá. Aplicando esa estrategia intentaban el desalojo de la Unión Pa­
triótica, movimiento que adquiría fuerza social y política en la región, sitio tradi­
cionalmente conocido por ser un bastión de las luchas populares en Colombia,
hoy en manos de poderosos grupos terratenientes y ganaderos De la desapari­
ción forzada de Miguel Ángel Díaz, diversos organismos de Derechos Humanos,
señalan como cómplices a las Fuerzas Armadas del Estado. (N. del A.)

83
Pero sigamos en la época anterior, donde se centra prin­
cipalmente este relato. En esos años cincuenta, eran los mis­
mos oficiales de la Policía los que preparaban a los pájaros,
aprovechando el sectarismo partidario de la gente, sectaris­
mo que llevó al país, en la administración de Gómez y de Os-
pina, donde ellos mismos llegaron a dirigir cuadrillas de con­
servadores y entonces decían que había que matar hasta el
último liberal. En esas oleadas de crímenes también jugó un
papel importante la Iglesia, la alta jerarquía de entonces, y
por supuesto no faltaban los curas reaccionarios, porque hu­
bo curas en los pueblos que después del sermón decían que
viva Cristo Rey y mueran los cachiporras; así se referían a ios
liberales; llegaba el momento de decir una misa y luego ati­
zar ideas anticomunistas para mandar a matar liberales; por
eso era que los seguidores de Laureano Gómez, el presiden­
te conservador de la época, echaban la bendición y salían a
matar collarejos en nombre de Dios y cuando hablaban de co-
llarejos, se referían a los liberales y a los comunistas.
Bueno, volviendo al grupo de los treinta guerrilleros que
no entraron en amnistía ni dialogaron con Rojas Pinilla, quie­
ro decirle que nosotros comenzamos actividades con una sa­
lida-, esa primera salida de esas treinta personas fue muy ale­
gre, porque íbamos de marcha a conocer nuevas tierras, nue­
vos parajes y no sabíamos qué íbamos a encontrar en el ca­
mino. Al tercer día de marcha llegamos al límite entre Tolima
y Huila, subiendo por el Río Claro por las cabeceras, hasta
una región llamada Santa María.
El día que cruzamos la línea entre el Tolima y el Huila, ya
en territorio del Huila, pronto salimos a la cabecera de los po­
treros de la región del Baché; esa región estaba poblada total­
mente por conservadores; ahí nos tocaba dejar que oscurecie­
ra para poder hacer el paso por esas fincas. Mientras oscurecía
teníamos centinelas adelante y atrás; a mí me tocó adelante
viendo hacia la zona poblada de conservadores; era el turno
de dos a cuatro de la tarde y el relevante de ese turno era el
Teniente Antonio; cuando este camarada llegó a visitarme por
segunda vez, le pregunté; «¿Usted sabe de esas casas que ve­
mos desde aquí, es que vamos a atacar?»; «Por ahora nosotros
no vamos a atacar ninguna casa; nosotros vamos de marcha
porque tenemos que atravesar tres cordilleras más, de modo
que no se haga ilusión de que nos vamos a quedar por aquí.

84
Cuando el Teniente Antonio se marchó alcanzó a darme nos­
talgia pensando en mi padre y mis hermanos, porque com­
prendía que ya no había paso atrás, pero al fin y al cabo
reflexionaba sobre la determinación que había tomado y me
llenaba de ánimo nuevamente. Seguimos la marcha por la no­
che y tan pronto empezamos a pasar cerca de las casas co­
menzaron los perros a ladrar. De paso nos cogió un aguacero
que hizo crecer el río Baché, al punto de que casi no lo pode­
mos cruzar. Como yo era tan muchacho todavía, pasé en lo al­
to; una mano me la llevaba cogida Baena y la otra Cacique y así
hicimos el cruce. Como a las dos de la mañana, ya al otro lado
en la cuesta, dice Gilberto, que era el guía, «en aquella casa de
allí el hombre es amigo; yo he trabajado ahí anteriormente; va­
mos a llegar a ver si nos da posada, aunque sea mientras ama­
nece». Cuando llegamos allá y al tocar la puerta, salió el primer
hombre y lo que hizo fue disparar un revólver varias veces, y
en esos disparos hirió en una mano al Teniente Antonio. La re­
acción del grupo fue una reacción muy grande, porque hubo
que tomar a como diera lugar esa casa, pues lo que descubri­
mos allí fue un retén de conservadores.
Recuerdo que el guía que jugó un importante papel en
toda esa travesía, reservista conocedor de la zona, fue Car­
melo Perdomo, al que llamábamos Gilberto López. Ahí comen­
zaba la vida guerrillera de Gilberto López.
Los militares concentraron esfuerzos en nosotros y a par­
tir de ese momento se inicia una persecución por aire y por
tierra. Fue el único grupo guerrillero que no asistió a reunio­
nes con el Gobierno de Rojas Pinilla ni entregó armas. Fue el
único grupo guerrillero que en el movimiento revolucionario
creó un precedente de comportamiento y dignidad frente al
enemigo de clase.
Esta nueva situación nos generó problemas y en las ca­
beceras del río la Bodega en el Huila, a raíz de un asalto de
los carabineros, perdimos el primer compañero, Virgen Santa,
hermano de Charro Negro. En ese asalto yo no estaba porque
formaba parte del otro grupo que estaba con el camarada Ma-
rulanda en una misión. Nosotros no oímos ni las detonaciones
del asalto a pesar de que dispararon miles de cartuchos, se­
gún lo comprobamos en las paredes de la casa, construida en
madera cerrada, parecía un colador. Avanzamos un poco y en­
contramos cerca del camino una tumba, donde recientemen­
te habían enterrado a alguien; pronto unos compañeros se

85
pusieron a sacar tierra para ver si destapaban, cuando vimos
dos compañeros que enviaba Charro para buscarnos. Los
compañeros nos contaron lo que había pasado.
De allí nos unimos y marchamos a buscar el límite entre
el Huila y el Cauca y llegamos a un sitio que lo llamamos el
Roble, donde establecimos el campamento. Charro y Maru-
landa acordaron dejar en ese campamento al Teniente Anto­
nio al mando de la gente, y salir en una comisión nuevamen­
te hacia el Tolima por los lados del Támaro.
Yo no sabía absolutamente nada de planes de nada; pe­
ro con el tiempo comprendí que en la reunión de Charro y
Marulanda, con el grupo de Lister y la dirección del Davis en
Montalvo, se había llegado a acuerdos que consistían en que
nosotros hacíamos un recorrido hacia el Cauca, buscando a
Río Chiquito, por la vía de Belalcazar hasta la Símbula, que
Lister y la gente se subían por el margen del río Atá, buscan­
do la Bella a un punto que se llama Ucrania y por allí espera­
rían el contacto de Charro.
Nosotros al Tolima pudimos llegar a tres o cuatro casas
nada más. Recuerdo por cierto que en Nazareno llegamos a
casa de un campesino muy amigo nuestro de nombre Luis, y
las otras dos fueron arriba, nuevamente en la casa de Medar­
do Parra, gran amigo nuestro. Con lo que pudimos conseguir
en esas cuatro casas de fiambre hicimos el recorrido por el
Tolima-, pero fíjese que al paso del Baché hacia el Tolima vol­
vieron a descubrirnos los conservadores y nos metieron la Po­
licía. Cuando volvíamos otra vez del Tolima hacia el Roblal, en
el paso del Baché, volvieron otra vez a encontrarse con noso­
tros, pero en ese momento de regreso ya no íbamos sino sie­
te, porque la comisión era de nueve y cuando salimos a Na­
zareno Charro le dio permiso a Minuto y a Crucero para ir a ver
las familias a la Estrella y ninguno de los dos volvió. La paz
que ofrecía Rojas Pinilla había calado en la gente; le adjudi­
caban la violencia a los comunistas-, a Charro y Marulanda ha­
bía que acabarlos, decían los del Gobierno, por eso la gente
no quería colaborar. Regresamos siete nada más.

La fundación de Marquetalia
I
Luego de que pusieron a la población en contra nuestra,
hicimos nuevos intentos de volver al Tolima, como sondeo y

86
exploración, o sea, como a intentar una especie de recon­
quista de ese territorio. Una primera gira la hicimos los siete
de que hemos hablado, que no salimos sino a cuatro casas.
Una segunda la hizo el camarada Marulanda y ya en esa sali­
da, él y sus hombres realizaron unas peleas por el Tolima, vol­
viendo luego a Río Chiquito. Después salió Charro, hizo una
primera gira personalmente y nuevamente volvió a Río Chi­
quito y después salió de nuevo con mucho más entusiasmo,
porque había encontrado nuevas perspectivas. Del Cauca se
trajo un lote de muías y muletos para el Tolima, por la Sím-
bula arriba a caer al Támaro; Charro sale en esa vez y hace un
recorrido largo, se sale al Huila, baja por la Julia, por Órganos,
Aipe y baja a Natagaima, hace contacto con la dirección del
Partido, informa de muchas cosas, encuentra muchas pers­
pectivas, recluta gente y cuando sube, entonces llega al Tá­
maro y tengo entendido que pensaba volver hasta Río Chi­
quito, pero al final decidió quedarse en esa zona selvática y
muy estratégica conocida como el Támaro y llamar ese sitio
Marquetalia. Hizo el campamento y se estableció allí. Charro
fue quien fundó Marquetalia. Le dio el nombre de Marqueta-
lia a lo que antes fuera el Támaro; el río sigue hoy llamándo­
se Támaro. Cuando Jacobo Prias Alape, Charro Negro, funda
Marquetalia, el camarada Marulanda estaba en Río Chiquito;
esto fue como en el año 55.
Después el camarada Marulanda decide venirse de Río
Chiquito y se une a él en Marquetalia. A partir de eso, los
dos principales jefes del movimiento eran ellos; por razón
de estructura y de mando, Marquetalia se convertía enton­
ces en el comando superior. De modo que el papel de los
dos era el papel del dirigente, pues se venían destacando
así, como políticos y como militares. El camarada Marulanda
desde el principio ha sido un militar intachable, con muchos
conocimientos y estrategia, probados con el tiempo, que
hasta altos oficiales del Ejército preparados en escuelas
gringas no han podido doblegar la capacidad del camarada
Marulanda en lo militar. Charro era la máxima autoridad, era
el jefe superior, y segundo al mando el camarada Marulanda.
Desde Marquetalia se comenzó a dirigir el resto de traba­
jo, organización y orientación. Los comandos que se coordi­
naban desde allí eran Río Chiquito, la Símbula y la Troja en
Tierradentro Cauca, allá como quien va para el páramo de

87
Mora; este último era un comando conformado por indígenas.
Todos estos comandos ya eran de dirección comunista.
Estaban menos aislados que al comienzo, como sucedió
en los lugares donde se originaron, como en el caso de mi re­
gión de la Estrella. La organización era mejor, las estructuras
de mando estaban bien especificadas y se hablaba de debe­
res y de derechos, al mismo tiempo eso permitía establecer
un control en todas las cosas. La comunicación se hacía con
mensajeros o correos; un correo entre Marquetalia y Río Chi­
quito se iba en seis o siete días, por trochas y sendas conoci­
das por los guerrilleros. Para donde había poca comunicación
era para el Pato y para el Guayabero; eran comandos un poco
más independientes, con su propia dirección, pero claro, di­
rigidas por comunistas. Por esa época ya era una condición,
así no estuviera establecida como norma, que para ser man­
do debía ser militante comunista. En los primeros años de Río
Chiquito, el Partido estaba en la dirección y era el que dirigía
y orientaba, aunque lo hiciera en forma clandestina. Recuer­
do que cuando Charro Negro me lleva a mí a militar al Parti­
do en 1956, no había en Río Chiquito sino dos células y con la
que organizaron donde yo milité eran tres pero en total, el
movimiento era de orientación comunista.
Quedamos totalmente aislados. Ya por ese tiempo a me­
diados del 55 es que se resuelve mandar un compañero en
busca de contactos, y la misión recayó sobre el Teniente An­
tonio, que era muy voluntario y valiente. Él se salió por Belal­
cazar y fue a dar a Villarrica, en busca de esos contactos. En
Villarrica encontró la gente y la dirección del Davis, habló con
ellos y especialmente se encontró con Ciro Trujillo. Ya Anto­
nio había informado a Ciro de ¡a situación de río Chiquito,
cuando el Ejército lanzó la operación contra Villarrica, y eso
motivó que Ciro Trujillo se marchase para el Cauca.

Fundación del comando Río Chiquito


Luego salimos rumbo a Belalcazar en el Cauca, llegando
hasta el Venado donde encontramos un grupo de indígenas
en la finca de un señor Gabriel Restrepo, que trabajaban pa­
I ra la Policía; uno de ellos nos sapió, pues dio el parte de
nuestra presencia en la zona y a las dos de la mañana nos
asaltó el Ejército. Tuvimos heridos y perdimos tres escopetas

88
con equipos y municiones. Nosotros llegamos al Venado en
un tiempo de mucho invierno. Gabriel Restrepo tenía como
trabajadores a un grupo de indígenas; una pareja de indíge­
nas que estaban en casa eran demasiado amables y nos man­
daron a seguir, nos dieron café con leche y muy atentos; Cha­
rro comentó que nos quedaríamos ahí. Entonces nos queda­
mos y por la noche se comenzó la guardia, por cierto con una
luna muy clarita. A mí me tocó el turno de siete a nueve, de
nueve a once le tocó a Molano; por la tarde habían llegado los
indígenas que estaban trabajando y se hablaban en lengua
que no entendíamos nosotros; como a las cinco de la tarde sa­
lió la indígena, ahí en presencia nuestra, al corredor de la ca­
sa y llamó a un indígena pero lo hizo en español y lo mandó
por leña para rajar. Ese indio fue el que bajó hasta el munici­
pio de Belalcazar para informar de nuestra presencia allí. No­
sotros no sabíamos nada y nos quedamos. Toda la noche los
indígenas se quedaron haciendo envueltos de mazorca de
maíz, cocinando ovejo y dejando gran cantidad de comida
preparada. Cuando yo entrego el turno a las nueve de la no­
che, le digo a Baena que el indio que se fue por los palos de
leña no había regresado. Baena le informa a Charro y éste or­
denó que el centinela esté muy atento y que se salga al por­
tón. Desde ahí se veía la travesía allá a lo lejos y la luna no
dejaba pasar a nadie sin verlo. Cuando Faensa, otro de los
compañeros, le recibe a Molano el turno, no quiso irse al por­
tón, se quedó al pie de la puerta e inclusive se entró ahí cer­
ca del fogón donde estaban cocinando; la india lo entretuvo
dándole arepa y carne, mientras el Ejército ya estaba ahí, ca­
si en el portón mirando lo que él hacía. Cuando Faensa se dio
cuenta ya el Ejército se nos había metido.
Las casas de los indígenas son largas y tienen dos puer­
tas, una enfrente de la otra. El Ejército avanzó y se tomó la
puerta principal. En las primeras descargas mataron un indí­
gena, mientras a Charro Negro le pegaron dos tiros en la ca­
beza, pero por fortuna de resbalón. Baena fue a salir por la
puerta principal disparando con su fusil, pero le pegaron un
tiro en el brazo. En vista de esa situación y nosotros todos
adentro, Charro así como estaba herido, sacó fuerzas y de un
golpe arrancó la puerta de atrás con todo y bisagras, buscan­
do cómo salir; bueno y salimos peliando. Baena al final salió
pero no venía normal, pues se estrelló con un cerco muy du-

89
ro y cayó para atrás; entonces yo lo cogí de los pies y lo tiré
para abajo, y más adelante dijo: «Cojan este fusil porque yo
me muero, voy muy mal herido». Entonces cojo el fusil y en­
tre Molano y yo lo cogemos de un brazo para llevarlo unos
metros en el potrero para abajo, hasta que se desmayó. En­
tonces alcanzo a Charro para decirle que Baena se murió.
Cuando lo alcanzo me dice: «Corra que Gilberto también va
muy herido y lo auxilia-, además él sabe dónde están los po­
cos centavos que tenemos, y si se muere no vamos a saber
dónde están». Entonces alcanzo a Gilberto y le digo que es­
pere a Charro para hablar; cuando regreso, veo que ya vienen
Charro y Molano y seguimos para abajo los cuatro, hasta lle­
gar a una quebrada donde pudimos descansar.
Las heridas de Charro y de Gilberto no eran tan graves co­
mo para morirse-, entonces pasamos al otro lado y cuando
amaneció tratamos de ver por dónde venía el Ejército, que
por cierto amaneció por allí muy cerca, luego supimos que se
devolvieron a comer todo lo que esa familia de indígenas les
habían preparado Esa familia se fue con el Ejército llevándo­
se todo, hasta el ganado, y la finca quedó sola; cogieron rum­
bo a Belalcazar y nosotros allá al frente mirando para la casa,
cuando de pronto vimos una persona que se asomaba por el
filo, como enruanado; resolvimos mandar a Molano para que
averiguara y resulta que era Baena, que no había muerto, sólo
se había desmayado por las heridas y así fue como al final nos
volvimos a reunir. Ésas son las cosas, no muere uno por pura
de buenas, porque el Ejército había podido eliminarnos a to­
dos en esa casa.
De ahí continuamos en una situación crítica porque no te­
níamos ni buenas alpargatas, ni machetes, es decir estába­
mos desprovistos en ese momento de todo y con los tres en­
fermos y siempre graves, especialmente Baena; en esa situa­
ción una de las primeras familias que encontramos y que nos
ayudaron mucho, resultaron ser unos paisas, la familia de Mi­
guel Madrid. Recuerdo que a mí me dieron una ruana y unos
tenis.
Nosotros seguimos insistiendo en la penetración al de­
partamento del Cauca, haciendo un recorrido sobre el muni­
I cipio de Belalcazar buscando hacia la Símbula; pensábamos
que era la posible nueva vía para caer al Tolima por los lados
de Marquetalia. En río Chiquito, en algunas comunidades in-

90
digerías, había varios curanderos y brujos que tenían la idea
de no dejarnos entrar a la región, influenciados por la propa­
ganda anticomunista. Recuerdo entonces que en varios de
esos filos que nos tocaba cruzar, en los potreros encontrába­
mos una especie de cerco, donde por la noche los indígenas
habían salido a hacer ritos, dejando en el sitio coca mascada
con tabaco, escupa, tronquitos enterrados, con un cerco que
supuestamente no nos dejaría pasar; eso lo encontramos en
varias ocasiones y en varios lugares; ellos no protestaban con­
tra nosotros en otra forma, solamente así y sólo al comienzo.
Pero resulta que nosotros no le poníamos cuidado a eso; por
ejemplo en mi caso, si iba en vanguardia pasaba y luego co­
municaba lo que veía, sin ningún tipo de problemas, claro
que uno tiene en cuenta que nuestro pueblo es muy creyen­
te y en muchos casos piensa que tienen un poder sobrenatu­
ral que es aplicable en ese aspecto. Miguel Madrid y su fami­
lia nos ayudaron a ponernos en contacto con los indígenas ex­
plicándoles que éramos revolucionarios, que éramos compa­
ñeros y por ese medio se fue haciendo la confianza con ellos,
y se fue extendiendo hasta que los indígenas se hicieron al la­
do nuestro. Esas primeras entradas a río Chiquito fueron has­
ta allí no más, porque iniciamos el regreso en busca del ca­
marada Marulanda, para informarle de todo lo sucedido.
Después de regresara! campamento del camarada Maru­
landa buscamos la zona de río Negro. En ese campamento de
río Negro encontramos a la familia de Marco Medina que nos
ayudó mucho; ése fue el primer campesino que se unió a no­
sotros en el Cauca; fue quien nos contactó a la gente en la re­
gión de Mazamorra y así fuimos haciendo nuevos contactos
en el Cauca. Luego fundamos un campamento en Narvaez y
es cuando el Ejército de la base de río Negro comienza a
amenazar a los campesinos en la zona de Mazamorra, a ame­
nazarlos en el paso de la base militar, a reprimirlos por un la­
do y por otro, y entonces eso nos ayuda a que se dé la pri­
mera llegada de campesinos huyendo de! Ejército. Se vienen
algunas familias indígenas con nosotros, y de esas familias
convencimos un poco a jóvenes para comenzar a prepararlos.
Meses después hacemos el mismo intento que llevábamos
cuando nos asaltaron, y en ese intento sí se pudo penetrar
hasta la Símbula.
En la Símbula, se encontraban unos antiguos guerrilleros,

91
que es el caso de Laurentino Perdomo o Rocalloso y de Maiquí,
que resolvieron unirse a nosotros y con ellos venían sus es­
posas, Marina Ruiz y Eva Paya, esposa de Maiquí. Ése fue el
primer refuerzo que pudimos obtener, porque eran dos hom­
bres ya experimentados y que tenían dos armas y sus muje­
res, que con ellas ya el grupo de mujeres aumentaba a seis,
eso ya era un refuerzo muy bueno. Después de Mazamorra
nos vamos para río Chiquito, haciendo una entrada por el Pal­
mar, y entonces el Ejército comenzó a amenazar a toda esa
gente del Palmar, de Araujo, de la Ceja y resulta que con esa
amenaza, el Ejército nos fortalece, porque pone todo ese
campesinado de nuestra parte, ante los abusos de la fuerza
pública.
Comenzamos actividades culturales mientras los coman­
dantes Charro y Marulanda daban charlas sobre la situación;
ahí estábamos enseñando y aprendiendo. De los allí presen­
tes provenientes del Davis y con grado estaban Charro y Ma­
rulanda, que me parece eran tenientes; también Antonio y
Baena; luego seguía Cacique, quien era cabo; a partir de los
primeros reclutamientos en esa área, Charro y Marulanda de­
ciden otorgar los primeros grados militares; los primeros en
recibir grado fueron Gasolina, hermano del camarada Maru­
landa; Gilberto López, Darío e Isaías Pardo; ellos fueron ios
primeros cuatro ascendidos. La misma presión del Ejército
desplazó a los campesinos y los envió hacia nosotros-, ahí co­
menzó a crecer el movimiento; ya nos desplazamos por los al­
rededores de Río Chiquito, por el Palmar, Araujo, Bejucal; vi­
no una gran ofensiva del Ejército, entonces la gente nos bus­
có a nosotros y comenzamos a meternos más hacia la selva, y
así fue que fundamos el comando de Río Chiquito.
Más adelante nos cambiamos de campamento dejando el
Roblal y luego establecimos uno en la finca del indio Matías,
más abajo de Zaragoza, aproximándonos al río Narvaez. En
este campamento Charro y Marulanda deciden realizar una
tumba de selva para sembrar maíz, porque estaban esca­
seando en la región los productos agrícolas y había que ha­
cerlo. Como en el grupo guerrillero estábamos unos muchac­
hos que no podíamos tumbar árboles con el hacha y el ma­
chete nos seleccionaron para prestar la guardia día y noche y
I los adultos a tumbar la selva; a nosotros nos tocaba el día,
eran dos o tres puestos de vigilancia en el día; a veces le to­
caba el día completo a uno solo, de seis a seis, de seis de la

92
mañana a seis de la tarde; allá nos llevaban el desayuno y el
almuerzo. Cuando por la tarde regresábamos al rancho donde
teníamos la avanzada que era distante del campamento, ahí
nos tenían la comida; al otro día muy a las cinco y media de
la mañana volvíamos a marchar hacia el puesto de vigilancia.
De la base militar de Río Negro empezaron a llegar cartas, in­
vitando a una conversación. Los comandantes estudiaron la
carta, la respondieron y concertaron una cita. Se entrevistaron
y acordaron que de nosotros saldrían dos y que irían acom­
pañados con ocho o diez soldados que salieran a Neiva. Esos
dos compañeros llevaban la misión de hablar con el goberna­
dor del Huila y si era posible buscar un acuerdo de paz. Cuan­
do acuerdan que saldrían dos, Charro hace formar a la gente
y pide dos voluntarios para eso; se ofrecieron dos valientes,
Alberto y Gregorio López, los dos hermanos que llamábamos
Buena y Cacique.
La dirección había puesto un plazo para el regreso de los
dos compañeros; el plazo se venció, diez días y no regresa­
ron. En realidad debo reconocer que para mí fue muy doloro­
so, en ese resto de días prestar guardia allí, mirando por ese
camino a ver si los veía venir a los dos. Después del medio
día yo no quitaba la vista de ese trecho de camino, para ver­
los asomar allá; eran los dos como padres o como hermanos
para mí; había momentos que me daba una tristeza terrible-,
momentos que me estaban señalando lo que había ocurrido,
que lo comprobamos después cuando un muchacho hijo de
Marco Medina y de los primeros que se unieron a nosotros en
el Cauca nos contó que los vio llegar, porque él estaba preso
en una finca por el camino. Más adelante cuando se escapa
viene hasta el comando y nos cuenta todo, vio cómo se fue­
ron con diez soldados que iban a llevarlos a Neiva; saliendo
se encontraron con un Capitán Gil que iba en un operativo
contra nosotros y éste les preguntó que para dónde iban y de
qué se trataba. Una vez se enteró, ordenó asesinarlos; ahí
quedaron los dos guerrilleros que iban a la misión de paz. En­
tregaron su vida buscando formas de convivencia.
Una vez confirmada ya la muerte de los dos compañeros,
en el campamento de Matías se decidió cambiar de sitio y
nos fuimos a fundar un nuevo campamento a orillas de río Ne­
gro; pero hay que decir que el operativo, que iba al mando
del Capitán Gil, autor de la orden para asesinar a los dos com­
pañeros, llegó y se ubicó en Zaragoza. Inmediatamente los ca-

93
maradas Charro y Marulanda dispusieron sitiarlos por cuatro
flancos con los seis fusiles que había. Empezó a las seis de la
mañana la acción contra ellos. Cualquier soldado del Gobier­
no que daba blanco se le tiraba. Todo el día se combatió, así
que no prendieron ni candela en todo el día; de todas formas
se nos salieron por un camino de un aserrío durante la se­
gunda noche, llevando muertos y heridos con muchas dificul­
tades, antes de amanecer. Después de esas acciones nos
cambiamos de orillas de río Negro a orillas ya del Cauca e hi­
cimos un campamento allí Nosotros siempre acostumbrába­
mos a mantener un grupo retiradito del campamento a fin de
prever la presencia enemiga. Otro operativo del Ejército se
adentra por el trillo, por la trocha que nosotros teníamos pa­
ra llegar al campamento y se entabla la pelea; allí nos matan
a otro compañero a quien apodábamos Nerón. Se pelió por
ahí hasta que el Ejército se metió por ese río Negro; se pelió
en todo ese trayecto y terminó la pelea hasta los puros po­
treros de Marco Medina-, el Ejército sufrió mucho y todo lo
que llevaba de equipaje lo fue dejando tirado en el camino
porque tuvo que llevarse muchos heridos y algunos muertos,
mientras que entre nosotros no hubo ni un rasguñado.
Ese primer comando de Río Chiquito fue atacado por el
Ejército y bombardeado por la fuerza aérea, donde murió po­
blación civil, algunas mujeres y niños. Nosotros entonces nos
adentramos más en la selva y fundamos otro comando; allí fue
donde tiempo después llegó Ciro Trujillo, guiado por el Te­
niente Antonio. Para entonces ya estábamos a finales del año
1955 luego de la resistencia en Villarrica, de la que vamos a
hablar más adelante

Agresión a Villarrica y expansión de la lucha armada en 1955


Rojas Pinilla traiciona su palabra de paz, justicia y libertad
y aparte del asesinato por todas partes de guerrilleros rein­
sertados realiza una masacre de estudiantes el 8 de junio de
1954 en Bogotá, que genera muchas revueltas populares en
otras ciudades. Ya la gente le perdía el miedo y la confianza a
esa dictadura. Posteriormente Rojas Pinilla planea varias pro­
vocaciones contra el movimiento campesino de Villarrica, co­
I mo el encarcelamiento injusto de Lister, porque allí fue don­
de cayó preso Lister a finales del 54 y es llevado a los campos
de concentración de Cunday en el Tolima.

94
La dictadura militar realiza la operación militar sobre la re­
gión de Villarrica, iniciando el ataque con varios batallones y
bombardeos con la Fuerza Aérea, en junio de 1955; los anti­
guos guerrilleros que se encontraban allí desmovilizados tra­
bajando la tierra, y que también habían simulado una entrega,
retoman las armas y se enfrentan en una resistencia muy bue­
na; es histórica la resistencia que se logró en Villarrica, donde
los campesinos armados aguantaron varios meses defendien­
do el sitio, con todo tipo de armas, pero más que todo con la
decisión y la voluntad de no dejarse arrebatar la tierra.” ’4
En esas condiciones se va repartiendo la resistencia, y es
cuando yo digo que para nosotros comienza a mejorar la si­
tuación, ya que hay otros más que combaten con el Ejército,
y ya las fuerzas del Estado tienen que ponerle cuidado a eso.
Pero lo más importante del ataque a Villarrica, es que reinicia
la lucha guerrillera.

33. «Isauro Yosa (apreciado dirigente agrario de la región conocido


como Lister y otros dirigentes campesinos fueron detenidos en Villarrica (To-
lima) donde existía un fuerte movimiento campesino, altamente politizado
y encuadrado en el Partido Comunista. Las autodefensas retomando sus ar­
mas iniciaron la guerra de Villarrica que le sirvió al Gobierno de pretexto para
declarar al Sumapaz zona de operaciones militares. Para junio de 1955 el Ejército
había logrado avances significativos en Villarrica, mediante el bombardeo
sistemático de la zona, minando la capacidad de resistencia de sus habi­
tantes y obligando al éxodo campesino». Miguel Ángel Afanador, ídem,
p. 49.
34. «...Un grupo de desarrapados, contra 9 000 hombres con tanques de
artillería y aviones, inventando armas artesanales «Arma estratégica de los
campesinos era el famoso catalicón, un tubo de acueducto más o menos de
3 o 4 pulgadas, según el material que se encontraba A ese pedazo de tubo,
de uno cincuenta y hasta dos metros, se le soldaba un extremo, dejando un
hueco para introducir una mecha de dinamita. Se llenaba una parte con pól­
vora blanca o pólvora negra, de ésa de cacería, de las comunes, 3F o 2E Se le
echaba un paquete, o dos, o cinco, a ese tubo Se calzaba bien con fique, y
se trituraba todo tipo de hierro disponible, así que hubiera que partir moli­
nos, puntillas, alambre de púas recortado, hasta tener dos o tres libras de
carga, y se llenaba prácticamente. Cuando todo estaba listo, se amarraba el
tubo a un árbol y se enfocaba hacia el sitio donde se presentía que iba a lle­
gar una columna. Entonces se le metía candela Al principio fue un arma ate­
rradora para la fuerza pública porque derribaba todo, maleza y todo lo que
encontraba por delante». Nicolás Buenaventura, en el prólogo de «La Cróni­
ca de Villarrica», de Jackes Aprile - Gniset, Primer concurso nacional de me­
morialistas 1LSA - Revista Opción, 1991, p. 4.

95
Los ánimos de lucha guerrillera crecen por la presión del
Ejército, por la traición de Rojas Pinilla; esta nueva situación
afecta al Tolima. También algunos liberales limpios retoman
armas y es así como resurge Mariachi, apareciendo ya como el
General Mariachi, al lado de los liberales limpios.
Gran parte de esa resistencia campesina de Villarrica, que
al final fue derrotada, inicia una marcha, llamada la «marcha
de la cordillera oriental», donde va Alfonso Castañeda o Rí-
cftard y también Diamante, cuadros militares y políticos de ori­
gen campesino, que con un buen puñado de combatientes
inician la marcha; más adelante, en el Guayabero, se queda
Diamante con un grupo de guerrilleros, y Richard sigue hasta
llegar al Pato y entonces fundan dos comandos, uno en la zo­
na del Guayabero y otro en el Pato, aumentando el proceso
de colonización en esa zona.
El mérito de Ciro Trujillo yo lo considero, pues cuando la
operación Villarrica en 1955, Ciro no cogió hacia la cordillera
oriental, sino que cruzó el Magdalena y se dirigió hacia el sur
del Tolima arriba, hasta el Támaro, y luego tomó por la Sím-
bula hasta llegar a Río Chiquito. Ése era un gran refuerzo pa­
ra nosotros y así es como llega Ciro al Cauca; nosotros llevá­
bamos ya más de un año en esa región; con eso estoy dicien­
do que los fundadores de Río Chiquito fuimos nosotros, fun­
dadores del comando que inicialmente existió en la selva con
ese nombre.
La llegada de Ciro es importante porque significaba ma­
yor fortalecimiento. Ciro llega con tres hombres más, incluido
Antonio, que en estos casos de la lucha revolucionaria y de la
guerra resulta muy importante un refuerzo; llevaban además
tres fusiles, buenas municiones y una escopeta, que eso, y
porque además eran mandos, significaba un refuerzo impor­
tantísimo. Cuando Ciro llegó hubo alegría y en mi caso la ale­
gría fue muchísima; conocía a Ciro de mucho antes y Antonio
era de la Estrella, y volvía otra vez con nosotros.
Mientras todo esto sucedía, en 1956 aumenta la represión
y Rojas declara ilegal al Partido Comunista, y en agosto de ese
mismo año sucede una gran explosión de dinamita en Cali
perteneciente al Ejército, que produce muchos muertos civi­
les. Todo esto, más la protesta social y la lucha guerrillera que
aumentaba nuevamente, estaba debilitando a la dictadura.

96
La caída de la dictadura
El año 1957 se produce un acontecimiento en Colombia
de grandes magnitudes, en el que intervinieron todas las es­
feras políticas, económicas y sociales del país. Fue precisa­
mente ese gran movimiento de masas del 10 de mayo de
1957 que culminó con la derrota de Rojas Pinilla y su caída del
poder. Un gran paro cívico nacional lo obligó a la renuncia. Pe­
se a que esta gran protesta fue organizada por la burguesía y
desde el exterior, en España más concretamente, en la calle
participaron los sectores populares, y claro el paro afectó a to­
das las empresas más importantes porque la burguesía orde­
nó parar las fabricas de su propiedad con tal de que la gente
saliera a las calles, o sea prácticamente fue una manifestación
pagada por la burguesía. Queda el hecho importante, de ha­
ber sacado del poder a Rojas Pinilla como dictador, por eso
fue importante ese 10 de mayo de 1957.
Al frente del país quedó gobernando una Junta Militar, la
cual se comprometió a entregar el Gobierno al primer presi­
dente del Frente Nacional, que le correspondería a un liberal,
en este caso a Alberto Lleras Camargo. La Junta Militar gober­
nó un año con la complicidad y coordinación de los dirigentes
máximos del Partido liberal y del Partido Conservador. La
gran burguesía liberal y conservadora se había reunido en
Madrid y planeado la posibilidad de sacara Rojas Pinilla del
poder, pues estaba afectando a sus intereses; pero, a la vez
que planearon cómo se iba a desarrollar la campaña para po­
der aglutinar a las masas en ese gran movimiento, planearon
el famoso Frente Nacional, que consistía en alternarse el mo­
nopolio del poder durante 16 años.35

35. Guaraca se refiere al Pacto de Benidorm, firmado en Madrid (Espa­


ña) en los primeros días de marzo de 1957, en plena dictadura de Rojas, en­
tre Alberto Lleras Camargo, del Partido liberal y Laureano Gómez, del Parti­
do Conservador. Crean un frente civil de oposición al régimen militar trazan­
do dos tareas: primero derrocar a Rojas y, segundo, repartirse el poder go­
bernando el país alternadamente cuatro años cada partido, hasta completar
16 años. Inicialmente el acuerdo bipartidista había contemplado tres perío­
dos presidenciales, durante la reunión celebrada en Sitges. El Pacto de Be­
nidorm excluyó a las demás opciones políticas de oposición. (N. del A.)

97
La Junta Militar comenzó igual que cuando Rojas dio el
golpe: empieza a ofrecer amnistías y diálogo. A partir del 10
de mayo de 1957 ya con la Junta Militar, se volvió a intensifi­
car la desmovilización de la guerrilla. La guerrilla del sur del
Tolima y del Cauca, dirigida por el Partido Comunista bajo el
mando de Charro Negro y Manuel Marulanda, nuevamente no
quería entrar en esa desmovilización porque desconfiaban
de la Junta Militar y estaban pensando en el futuro del país.
Los partidos tradicionales, para aprobar esa alternancia,
del poder que llamaron Frente Nacional, se inventaron un
plebiscito que, una vez salió del poder Rojas Pinilla, se llevó
a efecto en todo el país en los primeros días de noviembre de
I957.36
Yo me encontraba en el comando de la Símbula, un co­
mando en su mayoría conformado por indígenas, dirigido en­
tonces por el Teniente Rocalloso, un viejo guerrillero cuyo
nombre real era Laurentino Perdomo; allí se hablaba el cas­
tellano y la lengua paez; yo había sido trasladado por un año
de Marquetalia a la Símbula, en el Cauca, para ayudar a diri­
gir, a enseñar, a los indígenas instrucciones militares, por eso
me encontraba allí cuando sucedió la caída de Rojas, y debo
decir en forma muy sincera que nosotros no nos informamos
a tiempo de lo que había sucedido porque no teníamos con­
tacto con la población civil; la convivencia era con la gente del
comando, no había radio, ni siquiera la radio antigua de pila
grande, porque resulta que eso no duraba mucho tiempo y
era muy costosa. Entonces no nos pudimos informar de lo que
había acontecido de inmediato. Un día llegó Ciro Trujillo, que
en ese momento comandaba a Río Chiquito, ya que Charro
Negro y Marulanda se encontraban en el Tolima desde que se
había fundado Marquetalia. Ciro llega con un personal, ha­
blan con Rocalloso, y sacan también de la Símbula a varios

36. «.. El General Rojas Pinilla dejó una Junta Militar encargada del Go­
bierno que, en lugar de llamarlo a él nuevamente a la presidencia como es­
peraba, se entendió con la clase dominante, con las directivas de los parti­
dos tradicionales y organizó el famoso plebiscito del primero de noviembre
de 1957, que estableció el bizarro sistema constitucional del Gobierno pari­
tario de los partidos Liberal y Conservador». Gilberto Vieira en, Arturo Alape,
Lu paz, Lu violencia: Testigos de excepción. Planeta, Tercera Edición, Bogotá I 985, p.
208.

98
compañeros y entre ésos me incluyeron a mí; luego nos reu­
nieron a todos y Ciro explica la misión: se trataba de bajar del
comando, aproximarse a Belalcazar, a un sitio por el río Sím-
bula abajo, a fin de tener una entrevista con representantes
del Gobierno, y especialmente autoridades del Cauca, por­
que se trataba, de que las cosas políticas a nivel de Gobier­
no habían cambiado, y en ese momento estaba dirigiendo al
país una Junta Militar, y que éstos prometían entregarle a un
civil el Gobierno, luego entonces era necesario parar también
la guerra.
Esa explicación da Ciro a la gente. Al día siguiente salimos
y en una sola jornada nos aproximamos al puente de la Sím-
bula, que de ahí a Belalcazar son aproximadamente quince
minutos en carro. Ese mismo día por la tarde comenzaron a
venir algunas gentes a hablar con Ciro y con Rocalloso, y al
otro día ya vino el alcalde de Belalcazar; por la tarde volvió el
alcalde y ya tomaron el acuerdo de entrevistarse ese mismo
día en la carretera, a un lado del puente de la Símbula; más
tarde llegaron los carros trayendo como autoridades un coro­
nel del Ejército que dirigía al batallón en Popayán, me pare­
ce que el Batallón Rifles; llegó como autoridad el gobernador
del Cauca, llegó el alcalde de Belalcazar, y un monseñor Va-
llejo; eran los encargados de la entrevista con Ciro y Rocallo­
so; esa entrevista se realiza dentro de un vehículo ahí en la
carretera; ellos hablaron mientras nosotros tuvimos que pres­
tar guardia alrededor, para evitar cualquier sorpresa; luego de
allí salimos a una casa cercana donde nos alojamos; nosotros
éramos aproximadamente dieciocho; allí a esa casa llegó co­
mida y mucha bebida toda la noche; un cura se emborrachó
hablando con Ciro y tomando aguardiente, nosotros los de
guardia no dormimos, estuvimos pendientes de la seguridad;
al otro día en la mañana, nos dice Ciro que volvíamos a bajar
al puente; llegaron tres carros, la camioneta del alcalde y dos
carros más, entonces de entrada la orden de Ciro era que nos
íbamos para Belalcazar, y así fue; nos subimos a los carros y
cogieron rumbo a Belalcazar, nosotros armados y equipados,
un poco preocupados, teniendo en cuenta que en Belalcazar
había una base militar muy poderosa y que no había sido
desmovilizada; nosotros salíamos para allá apenas con una
sola entrevista que se había tenido el día anterior.
Uno no se puede imaginar cómo se pone la persona cuan-

99
do, por ejemplo, nosotros salimos a la esquina de la plaza de
Belalcazar y los carros dan un giro hacia la izquierda allí y co­
gen haciendo una escuadra directo, como quien iba para el
propio batallón, para la propia base. De pronto giran a la de­
recha otra vez y bajan para la plaza, para colocarse frente a la
iglesia y cuando nosotros vimos ios carros derechos a la base
y esa cantidad de soldados asomados por las ventanas de la
edificación, muchos pensamos que íbamos a quedar en ma­
nos del Ejército, pero no fue así afortunadamente. Ese día nos
bajamos de los carros frente a la iglesia y se distribuyeron los
compañeros en grupos de dos y tres, pues estaba prohibido
quedarse uno sólo. A Ciro lo acompañaban tres compañeros,
a Rocalloso otros tres, para que los cuidaran, porque eran las
personas más indicadas los que buscaba la gente para con­
versar; estando en ésas comenzaron a salir a la plaza como
cuatro filas de niñas normalistas y la plaza se llenó totalmen­
te, yo no sé, ni siquiera puedo calcular cuántas niñas había,
pero de todas maneras esa plaza quedó blanquita toda de ni­
ñas normalistas, dirigidas por las monjas. Iban con el propó­
sito de vernos y supuestamente buscar nuestra salvación. En
ese momento no veía un guerrillero al otro, porque se metie­
ron en el medio y nos fueron desplazando, al punto que co­
mo digo no se veía de uno a otro. Cuando comenzaron a reti­
rarse, algo así como a los quince o veinte minutos, tenía me­
dallas en los bolsillos de la camisa, en el bolsillo del panta­
lón, escapularios colgados del fusil, y por todas partes; ésa
era una manifestación de salvación para nosotros.
Yo me pregunto ahora dónde estarán esas niñas de esa
época, qué harán, con qué concepción política pensarán las
que me echaron medallas en los bolsillos y me colocaron es­
capularios en el fusil. Pero bueno, fue una acción interesante,
porque ahí en esa normal de Belalcazar, van estudiantes de
todas las regiones de Colombia y nos conocieron de forma di­
recta; éramos hombres y mujeres, campesinos e indígenas al­
zados en armas por culpa del sistema.
Al final el alcalde dispone su camioneta y salimos nueva­
mente. Ciro iba en la cabina con el alcalde y cogemos la ca­
rretera de Belalcazar para abajo saliendo como quien va para
la Plata, pero en dirección a Valencia, por el puente del Río
Paez, que es un puente altísimo, sobre un río muy caudaloso.
Ciro habló con la gente en Valencia y organizó así, me parece
a mí que sin madurar mucho, sin mucho pensarlo, esas reu-

100
niones con la gente de la región para hablar de paz. De allí hi­
cimos un recorrido por todos esos pueblitos y fuimos a dar a
un pueblo que se llama Ricaurte, de Belalcazar para abajo. En
cada pueblo aprovechábamos el día de mercado; en Ricaurte
la gente fue toda a oír el discurso de Ciro en la plaza; luego
de estas jornadas salimos nuevamente con rumbo a Río Chi­
quito.

Se funda la población de Río Chiquito


A raíz de las conversaciones de Ciro, se tomó la decisión
de desmantelar ese comando allá en la selva y ordenar que
bajara toda la gente al plan de Río Chiquito, donde se iba a
construir el pueblo. Se veía en la gente una alegría muy gran­
de, porque la esperanza era que se salía de allí nuevamente
para las fincas a trabajar, con la esperanza de hacerlo en paz.
La gente ideó todo tipo de instrumentos improvisados para
hacer bulla con alegría; una vez abajo, nos establecimos en
pequeñas casas de campaña, mientras se medía el plan y se
ideaban las calles y se pensaba en la capacidad de la plaza, y
dónde iba cogiendo cada uno su pedazo; se eligió también el
sitio para la escuela; en esa actividad participé en Río Chi­
quito, antes de salir para el Tolima.
Estábamos trabajando en la construcción de lo que sería
el pueblo de Río Chiquito cuando llegó una orden, como a los
ocho días, y me enviaron a Marquetalia para asistirá un curso
político e ideológico, y a la vez un entrenamiento de orden
cerrado, porque parece ser que por Marquetalia no habían te­
nido ni las primeras conversaciones de paz con las autorida­
des. Al llegar a Marquetalia, por ser éste el comando mayor,
automáticamente quedamos al mando de Charro y Marulan-
da; mientras tanto Ciro quedó en Río Chiquito, en la cons­
trucción del pueblo.
Cuando a mí me envían desde Río Chiquito a Marquetalia
ya existía la programación de un curso de capacitación. Ya se
manejaba en la parte ideológica y política el lenguaje revolu­
cionario y después de esa parte venía lo militar. Sobre todo
instrucciones de orden cerrado y parte de orden abierto, que
eso lo daba el camarada Marulanda.
Terminado el curso salimos en campaña con el camarada

101
Marulanda; nos tocó transitar mucho terreno de noche, para
no dejarnos ver de la gente de la población civil, pese a que
Marquetalia tenía ya influencia sobre mucha gente y en varios
municipios como Gaitania, Natagaima, Coyaima y Ortega en el
Tolima, y por otro lado en el Huila, influencia sobre Aipe, San
Luis, La Julia y el Carmen, asimismo cerca de Palermo y Villa
vieja. Sin embargo, como las condiciones se estaban ponien­
do difíciles y se necesitaba de mucho cuidado, a nosotros nos
tocaba andar de noche. De todas maneras nos aproximamos
a un objetivo que era muy rápido: sobre la carretera central
que de Neiva conduce a Bogotá realizamos una emboscada
abajo del puente del Baché; allí nos emboscamos y quien ca­
yó en la emboscada fue un equipo campeón de tiro del Ejér­
cito.
Era un equipo de diez hombres y en la emboscada caye­
ron nueve, sólo se salvó uno porque, muy rápido, tomó carre­
tera abajo y se fue, los otros cayeron allí y nosotros recupera­
mos los nueve fusiles, por cierto muy buenos; perdimos un
hombre, que representaba para nosotros por varios hombres,
allí perdimos al hermano del camarada Marulanda, un joven
inteligente muy capaz, muy fraternal, muy audaz; allí lo mata­
ron, en esa emboscada; lo llamaban en ese momento Jarami­
llo; lo mataron en medio del compañero Gilberto López y mi
persona, nosotros en medio del tiroteo no hicimos sino co­
rrerlo un poquito de donde quedó muerto-, yo fui a avisarle al
camarada Marulanda, el camarada Marulanda no me enten­
día, porque yo no le decía directamente lo mataron, y él en­
tonces me decía, dígale a Jaramillo que coja adelante en van­
guardia, hasta que me tocó decirle, camarada pero Jaramillo
está gravemente herido; cuando él ve a su hermano caído, or­
dena levantarlo y seguimos. Eso son unos llanos donde hay
mucho ganado, y cuando nosotros nos aproximábamos a ese
ganado ya sobrevolaba sobre nosotros una avioneta y se nos
colocan dos situaciones o dos peligros, la avioneta y un toro
cebú, que se nos colocó delante a no dejar pasar la gente,
aunque una parte iba adelante; entonces llega Isaías y coge
una carabina veintidós, le disparó al toro y lo sacó corriendo,
I pero la avioneta había hecho dejar a Jaramillo tirado en el ca­
mino; los que lo llevaban lo habían dejado, cuando yo llego
ahí y lo veo, lo recojo, me lo echo al hombro y me voy con él;

102
en ésas me alcanza el camarada Marulanda y dice, «pero us­
ted por qué va con él». Entonces le contesté, «porque lo ha­
bían dejado en el camino y yo no quiero que él se quede por
ahí». Me pidió que dejara que otro lo llevara y me ordenó ir
con otros tres a tomar el camino que viene del Baché, para
que de la base militar del Baché no nos alcanzaran a atajar; yo
llevé tres guerrilleros y nos fuimos a tomar el camino que vie­
ne de la base. De todas maneras yo abandoné el camino a las
siete de la noche, y a esa hora busqué a los compañeros se­
gún las indicaciones que tenía; a eso de las nueve y media
llegué a donde ellos estaban; al otro día le dimos sepultura al
compañero y volvimos a coger rumbo hacia Marquetalia.
El Ejército se había regado por esa zona y hubo varias pe­
leas por el camino real, que de la línea baja hacia la hacienda
de la Florida, así mientras en Río Chiquito se construía ya un
Pueblito, nosotros, bajo la dirección del camarada Marulanda,
estábamos combatiendo al enemigo; se combatió desde el
Baché hasta Florida; en esa zona por los lados de Gaitania es­
taba Isaías, quien también les salió al paso a los militares, y
se combatió de punta a punta. Cuando eso ocurría, en otras
zonas las guerrillas marchaban hacia la desmovilización y al­
gunos grupos marchaban a dedicarse al trabajo agrícola. Eso
le ocurrió a la zona del Guayabero, donde había un impor­
tante movimiento agrario; también ocurrió con la mayoría de
los grupos de liberales limpios, sólo que muchas veces sin
entregar armas porque las autoridades no se las pedían, al
contrario, cuando implantan la paz del Frente Nacional, con
algunos de estos grupos el Gobierno hizo un compromiso, se­
leccionando a los más bandidos, los más antisociales y mato­
nes, como en el caso de Puñalada y Contrafuego y así por el
estilo otros, y los fueron ubicando en ios pueblitos del Toli-
ma, en grupos dizque de Policía; entonces a ellos les sumi­
nistraban las armas y las municiones y además les pagaban
un sueldo. Una parte de ellos se volvieron ricos hacendados,
conservando su actitud de matones, en este caso ya como la­
tifundistas al servicio del Gobierno, y así continuaron sus ac­
tividades criminales contra el campesinado y contra los co­
munistas.
Nosotros, ante estos sucesos, seguíamos combatiendo y
por ahí se le crearon varias bajas al Ejército, porque ellos que­
rían atajarnos del todo, sin embargo llegamos a Marquetalia.

103
Ya estábamos en los finales de 1957 y por todas partes se
escuchaba que la totalidad de las guerrillas estaban firmando
la paz y desmovilizándose; lo que hizo el Frente Nacional fue
moverle la arena a todos los movimientos guerrilleros, inclu­
sive a los que dirigía el Partido Comunista.
Es el caso de las guerrillas liberales del Tolima; Gerardo
Loaiza-, Leopoldo García, el General Peligro-, Mariachi, todos
estaban presentándose a esas conversaciones de paz; todos
estaban participando de esos procesos, por eso digo que el
Frente Nacional movió la arena de todos los movimientos
guerrilleros; no obstante con nosotros sucedió algo diferente.
Para entonces Charro ya había realizado las primeras conver­
saciones; allí había un político que lo llamábamos Arboleda,
y que no sabía nada de instrucción militar, pero en cuestión
de entrevistas con el Gobierno era muy bueno porque, eso sí,
para exponer un tema y para hablar sabía muy bien; entonces
se acordó que él presenciara con un grado de teniente todas
las entrevistas; así se comenzó el asunto mientras en el país
calaba profundamente el paso de la Junta Militar al nuevo
Presidente, que se posesionaría en 1958, y que con él iba a
comenzar el Frente Nacional.
Con nosotros hubo acuerdos de cese del fuego y acuer­
dos de no agresión; acuerdos como que las tropas del Go­
bierno se iban de esa región del sur del Tolima, de todas las
bases y retenes que tenían en esa región. En realidad la reti­
rada de tropas la cumplieron, y algunas otras cosas, por ejem­
plo la posibilidad de salir la gente a los pueblos, la posibili­
dad de ponerse a trabajar.
Esa propuesta la aceptaron entonces en el movimiento de
Marquetalia, que era el mismo movimiento de Río Chiquito y
la Símbula, porque dependíamos de una sola dirección. Rea­
lizamos una asamblea, una conferencia para estudiar la situa­
ción y oír la opinión de los guerrilleros al respecto; esa confe­
rencia llegó a la conclusión de que había que desmovilizar al
movimiento armado, pero que no se iban a entregar armas.
Acordamos también que se eliminaran todos los grados
militares o que quedaran suspendidos; que la gente se ponía
a trabajar y el que quisiera quedarse a trabajaren la región lo
podía hacer y el que quisiera irse se podía ir para su lugar de
origen; los bienes del movimiento, que estaban representa-

104
dos en un ganado y otros animales, se distribuyeron a la gen­
te; la conferencia tomó como conclusión distribuir la tierra,
porque en Marquetalia eran terrenos baldíos.

Desmovilización de la autodefensa campesina. Impulso


del movimiento agrario en Marquetalia
Había algún que otro terreno abierto y algún que otro tra­
bajo de los indígenas; la orden era que esa tierra se distribu­
yera. La conferencia acordó que se le respetaba a los indíge­
nas su derecho como resguardo indígena del río Atá hacia
arriba, y del río Atá bajando hacia la derecha nos quedamos
nosotros. Se puso la condición de que quien recibiera un pe­
dazo de terreno entregado por el movimiento y hubiera allí
un trabajo de los indígenas, tenía que llegar a un arreglo con
ellos y pagarle a como estuviera el peso de ese trabajo en
moneda corriente y legal; se acordó recoger las armas y guar­
darlas, además de un encargado de ellas para su buen man­
tenimiento, responsabilidad que recayó en Chiquito o sea
Isaías Pardo; se acordó nombrar la comisión que iba a distri­
buir la tierra, haciendo una pequeña reforma agraria, una au­
téntica reforma agraria, la primera de ese tipo en Colombia.
Para esa responsabilidad se nombró al antiguo tesorero
de la organización, que era Guillermo, le decían el gocho Gui­
llermo, y con él unos cuatro más. Tenían autonomía o autori­
dad para empezar a entregar todo lo que había alrededor de
Marquetalia, hasta San Miguel. Todo eso eran terrenos bal­
díos. O sea, que como eran terrenos baldíos tenían jurisdic­
ción respetando los trabajos que hubieran hecho los indíge­
nas, que había que pagarlos. No hubo preferencias en la dis­
tribución y menos conflictos, porque los compañeros que de­
cidieron quedarse fue voluntariamente. La gente inmedia­
tamente se fue ubicando donde ya habían visto un terreno,
por ejemplo en la finca de Peña Rica se quedaron los Gonzá­
lez; la comisión lo que hacía era oficializar la entrega.
En esta reforma agraria únicamente se entregaba y deline­
aba la tierra, porque no se podía ofrecer ningún otro tipo de
garantía; la garantía la esperábamos de parte del Gobierno se­
gún las promesas que nos hacían. Así fue como acordamos que
se conservaría nuestra forma de organización de masas, que
era la que sustituía a la organización militar, y que por enton­
ces nos llamaríamos movimiento agrario. Otras conclusiones

105
que se dieron, era que no olvidáramos la orientación política
en las áreas de influencia del movimiento, que había que se­
guir buscando el contacto permanente a fin de no perder las
masas que nos estaban apoyando. Quedó en claro en esa con­
ferencia el peligro que revestían los antiguos guerrilleros libe­
rales, y ante eso, había que mantener la guardia en alto, por­
que no podíamos pensar en qué iba a parar todo el proceso,
pues se conocía que en los guerrilleros liberales limpios exis­
tía un sectarismo terrible y era posible que ese sectarismo
fuera aprovechado por el Gobierno y el Frente Nacional. Con
base en esas orientaciones nosotros nos desmovilizamos; en­
tonces la conferencia aprobó que se debía realizar una fiesta
para la entrega de los bienes a los combatientes; se reunió el
ganado, se reunieron todos los bienes y se realizó la fiesta de
despedida, aquel 24 de diciembre de 1957.
En la fiesta hubo mucha gente que lloró la despedida;
gente que había venido por ejemplo de Antioquía, de Caldas,
de la costa, muchas delegaciones campesinas del país que
quisieron participar de esta fiesta en Marquetalia; fuimos
acompañados por mucho campesino que subió, proveniente
de distintas veredas aledañas a Gaitania, Sur de Atá y toda esa
región-, fue una fiesta muy buena-, yo conservo recuerdos y me-
morizo partes de canciones populares que inventamos allí;
por ejemplo... «El veinticuatro en Marquetalia, otra fiesta po­
pular, donde todos los campesinos, nos vienen a acompañar».
Otro pedacito de canción... «Qué orgullo haber nacido en Mar­
quetalia, luchando por la tierra, la justicia y la libertad...».
Bueno, se inventaron muchos versos y la gente cantaba
con alegría y esperanza en este proceso organizativo del
campesinado; jóvenes que oían la influencia que tenía el
movimiento guerrillero en Marquetalia, y en todo el sur del
Tolima, llegaban a pedir ingreso a nuestras filas; gente que
quería en realidad convertirse en un integrante del movi­
miento campesino por el triunfo de Colombia, porque ha­
bían vivido y sobrevivido no sólo la dictadura de Rojas Pini-
11a, sino la dictadura del Partido Conservador, durante los
años que gobernó Laureano Gómez, Ospina Pérez y Urdane-
ta¡ conocían cómo se había desarrollado desde el año 49 se­
mejante violencia en todo el país, entonces esos jóvenes lle­
I gados de todos esos lugares, del Quindio, de Caldas, del Va­
lle, del Huila, en vista de que la fiesta era para despedirnos,
les daba nostalgia esa despedida. Todo se repartió; con el

106

■■
ganado se hizo lo siguiente: Grande o pequeña se distribuía
una res para dos y se le ponía dos números, y asimismo se
hicieron las boletas y se sorteó todo el ganado, por medio de
una boleta como quien hace una rifa; al que le tocó una par­
te, entraba en negociación con la otra parte, y así se entrega­
ron ios bienes que habían sido conseguidos con el esfuerzo
de todos. La gente que quiso irse se fue, los que quisieron
quedarse se quedaron y los que quisieron tierra para traba­
jar, se les entregó la tierra para trabajar, se les deslindó; así
fue como se abrió esa zona, se desmontó la selva para colo­
nizar más territorio y se puso a producir, así se inició o se
continuó este proceso en Marquetalia.

El Frente Nacional. De la dictadura militar a la dictadura


bipartidista
Es importante recalcar que todo se distribuyó con un sen­
tido socialista; todos sentimos que se reconocía el esfuerzo
colectivo; hubo un acuerdo que consistía en dejar un lote
grande de terreno, donde había unos potreros enrastrojados;
allí dejábamos veinte novillas y dos toros, como propiedad
del Partido, eso era para el Partido Comunista. Esta finca
posteriormente se le entregó en avalúo a Isauro Yosa, para
que trabajara cuando salió de la cárcel; la ayuda de los mar-
quetalianos fue ésa, para él y para el Partido.
Llegó un momento en Marquetalia en que no quedaron
sino Gilberto López, Isaías Pardo, Tula, su hermano Luis Par­
do y Rogelio Díaz, que en compañía se habían organizado pa­
ra fundar una finca y estaban trabajando; Efraín el Patilludo,
también estaba abriendo una finca; Abraham García, Luis Ló­
pez Coralito y su hermano también. Isauro Yosa estaba dedi­
cado al trabajo en la finca que le dejó el movimiento; Alde-
mar también haciendo otra finca, bueno, fueron pocas las per­
sonas que quedaron en el puro pueblito de Marquetalia; el
resto se distribuyó hacia abajo, pero los que nos quedamos,
lo hicimos con ánimo de trabajar y lo hicimos muy duro; aquí
empezó otra etapa y fue una etapa dura, porque todo el mun­
do se dedicó al trabajo en sus tierras.
La cuestión organizativa y política prácticamente se aban­
donó por un tiempo; entonces el jefe, que era Charro Negro,
iba cada dos, tres o cuatro meses; él tenía su mujer y su casa

107
allá, pero permanecía fuera, por el Huila; en eso el Gobierno
resultó dando dizque un dinero de rehabilitación pero ese di­
nero de rehabilitación a unos les sirvió para algo a otros no
nos sirvió para nada, porque los que necesitamos para cons­
truir casa, no nos alcanzaba para construir casa, para comprar
una finca, no nos alcanzaba, entonces al fin y al cabo para na­
da; a mí por ejemplo voy a decir que todo lo que me dio la
rehabilitación fueron mil quinientos pesos-, con eso y lo que
tenían, se ponía la gente a negociar; Charro por ejemplo, com­
praba ganado, lo ponía a engordar, lo revendía, compraba
muías cerreras, las hacía amansar y las vendía; pero lo princi­
pal para él fue que compró una máquina de proyección de ci­
ne, y viajaba de pueblito en pueblito presentando películas,
haciendo ese trabajo, pero propiamente la orientación políti­
ca se había dejado.
El camarada Marulanda se ubicó como inspector y jefe de
trabajo en la carretera del Carmen a Gaitán; mantuvo allí una
posición de dirigente, tomando influencia sobre un gran nú­
mero de trabajadores de la carretera y de gente de Neiva; ese
trabajo que hizo con el tiempo nos iba a servir mucho, por la
cantidad de contactos con la población; Gilberto López tam­
bién se dedicó al trabajo, especialmente a montar una finca
en Marquetalia-, Alirio Saavedra montó una farmacia en el mu­
nicipio de Chapinero en el Huila y allí se mantuvo vendiendo
medicinas; Isaías Pardo también estaba haciendo una finca en
la zona-, yo también prácticamente me había dedicado al tra­
bajo de la tierra-, estoy hablando del año 58.
Mientras tanto en el Cauca, en Río Chiquito, todo se reor­
ganizó, y se hizo un gran trabajo de masas y los indígenas se
pusieron a trabajar muy animadamente. Una vez establecido
el pueblito, aparecieron nuevas tienditas con productos lle­
vados del Huila, principalmente de Neiva; se hicieron merca­
dos de café, de frijoles y de otros productos y se estableció
como una especie de cadena de comercio.
Al poco tiempo todo empezó a cambiar. Comenzaron las
presiones contra el movimiento agrario de Marquetalia; el
ambiente que generaban los militares y los terratenientes
contra nosotros comenzó a afectarnos, porque resulta que el
Gobierno de Alberto Lleras Camargo empezó a aplicar la po­
lítica de llamar a los que habían sido guerrilleros liberales y
les ofreció muchas cosas, hasta el punto que llegaron a hacer
acuerdos que iban contra el movimiento revolucionario y

108

Li
campesino; todos esos acuerdos iban contra Marquetalia,- fí­
jese que desde ese entonces la burguesía liberal ha sido co­
rrompida. Entre ellos mismos ya había divisiones y un sector
liberal no estaba de acuerdo en cómo estaba repartido el po­
der ni con el tratamiento de algunos problemas, y surgían al­
gunas voces que criticaban el Frente Nacional; uno de esos
grupos se llamó el MRL.17

Por otro lado estaba ya la ANAPO, un partido que había


fundado el ex dictador Rojas Pinilla y que tenía algún respal­
do, porque alguna gente estaba todavía confundida, pues la
burguesía liberal conservadora primero lo declaró como el
salvador del país cuando recién dio el golpe, y después cuan­
do lo derriban del poder para montar el Frente Nacional, mu­
chos quedaron con la duda y algunos le apoyaban.18

37. El MRL (Movimiento Revolucionario Liberal) surge a propuesta de


Alfonso López Michelsen. delfín liberal, hijo de López Pumarejo, quien había
sido presidente de Colombia entre 1934 y 1938. López Michelsen alega que
la alternación de poder es ilegal (sin mencionar su talante excluyeme). Esta
breve división tiene que ver más con la clientela política que con el progra­
ma. aunque López, en un principio, respaldaba de palabra a la Revolución
cubana y buscó algunos acuerdos de tipo electoral con el Partido Comunista
Colombiano, inclusive convocando de manera conjunta con el PCC a una gran
protesta en abril de 1961 en Bogotá, que condenaba la invasión gringa de Ba­
hía Cochinos en Cuba Más tarde, el MRL en sus contradicciones se dividiría
en varias tendencias. De este movimiento se desprenden algunos cuadros
políticos, que más tarde toman parte en la fundación de las guerrillas del
ELN (Ejército de Liberación Nacional), tema que aborda más adelante Jaime
Guaraca en su narración. (N. del A.)
38. Rojas era un militar salido de sectores sociales de clase media. Ade­
más de ello era de origen conservador y tenía algún ascendiente en la mili-
tanda de este partido, así como en sectores retrógrados de la Iglesia católi­
ca Esto le animó a lanzar una propuesta política de oposición llamada la
Alianza Nacional Popular, ANAPO. En el año 62 este movimiento alcanzó una
importante votación y el 19 de abril de 1970 pierde las elecciones presiden­
ciales en un descarado fraude del bipartidismo que monta como presidente
a Misael Pastrana Borrero, padre del actual presidente Andrés Pastrana. Las
propuestas de la ANAPO, más de carácter populista que de transformación
social, debilitan al final este movimiento y su respaldo popular decae; no
obstante, núcleos importantes de su dirigencia se desprenden de este mo­
vimiento y en la década de los setenta, formarán parte de la fundación del
movimiento 19 de abril M-19, guerrilla que introdujo en su momento ele­
mentos nacionalistas y estrategias de carácter urbano en la lucha insurgente.
Su propuesta inicial plantea el rompimiento del bipartidismo tradicional. (N.
del A.)

109
Nosotros estábamos trabajando la tierra, así como narro el
asunto, todos dedicados al trabajo, y existen suficientes prue­
bas de que estábamos dedicados pacíficamente a lo nuestro
Mientras tanto los terratenientes, el Gobierno y los militares,
planeaban cómo eliminar al movimiento campesino, un mo­
vimiento democrático y pacífico; pensaban en eliminar a su
dirección, a la antigua dirección guerrillera y a la gente que
respaldó este trabajo de formación y consolidación del movi­
miento campesino.
Entonces empezaron a preparar ciertas condiciones en la
población de Gaitania, y allí comenzaron a formar un grupo de
provocadores; ese grupo de provocadores tenía su misión
concreta, pero primero voy a dar los nombres del grupo de
provocadores: como dirigentes destacados para ese grupo
estaba Camilo Inciso, Joaquín Sánchez y otros agazapados co­
mo Alberto Días, los Avilas; también se encontraban Alirio
Salcedo, Arturo Salcedo, Luis Ángel Gallo, el Ronco Ivan, y
otro poco de sinvergüenzas que los acolitaban, pero los pro­
motores eran ésos como jefes y entre ésos se mezclaban al­
gunos que un día habían estado al lado de nosotros, pero otro
día estaban al lado de ellos, como por ejemplo los Cardona,
de modo que entonces ese grupo se encargaba de estar en
las cantinas a donde iban los campesinos a tomar unas cerve­
zas los fines de semana-, allí se hacían los provocadores para
estar insultando, provocando y humillando; lo hacían ahí en el
pueblo de Gaitania, buscando cualquier pretexto para montar
peleas e intentar por esa vía eliminar a los comunistas.
Ya habían declarado públicamente ser enemigos acérri­
mos de los comunistas. Había domingos que se formaban tri­
fulcas en la calle, porque ellos con ganas de darnos y nosotros
a no dejarnos; un día por ejemplo se lanzaron contra mí en
plena calle. Varias personas vieron cómo me tiraron machete
encima. Como yo no me dejé pegar, ya se estaban metiendo
otros que los acompañaban; Gilberto que estaba por ahí, en­
tonces se metió a ayudarme y se pudo controlar la situación.
Un domingo fue en toda la calle principal: Camilo Inciso, un
provocador de la zona, salió con un revólver e hizo unos tiros
al aire amedrentando a la gente; para esas situaciones no fun­
cionaba el inspector de Policía, no había nada en Gaitania
que pusiera orden, a pesar que había un inspector nombrado
por el Gobierno, pero no funcionaba; el inspector ignoraba

110
estos sucesos; de pronto apareció muerto un campesino de
nombre Marco Bustamante, amigo nuestro, por cierto un buen
campesino, trabajador, honrado; en sus límites había un te­
rreno de un rico, y todavía se sigue el rumor de que ese rico
pagó para que lo mataran; apareció muerto ahí al pie de Gai-
tania, en una quebrada que se llama el afiladero; ahí mismo
aprovecharon y dijeron los provocadores y los liberales lim­
pios en Planadas, que eran los comunistas los que estaban
matando liberales, así ya, para el año 59 fue peor porque se
fue agudizando la situación y aumentaron las provocaciones.
El propósito principal de los planes contra Marquetalia
era eliminar a los principales dirigentes. Había por ejemplo
un plan directamente contra Charro Negro. Como era un gran
organizador, para organizar cosas era muy especial. Charro a
su vez era de la junta de Mejoras Públicas de Gaitania; re­
cuerdo que habían organizado un reinado para recolectar fon­
dos para esa junta, y ahí llegaron los provocadores. Se metie­
ron al baile. Luis Ángel Gallo tenía un caballo muy bueno y ca­
da nada salía a Gaitania en él a cualquier hora del día o de la
noche. Los provocadores sabían que Charro Negro era un
hombre para todo, lo mismo era montarse en un caballo en el
galápago, en la montura o en el anca también, pero lo impor­
tante era estar dispuesto para todo; teniendo en cuenta eso,
hicieron el primer plan para matar a Charro. Entonces trajeron
el caballo de Luis Ángel a la escuela donde estaba la candí-
data que apoyaba Charro, con fines de brindarle el caballo
yéndose uno de ellos en la montura, y montando a Charro al
anca, con el propósito de tirarlo más adelante. Por fortuna eso
les falló.
Luego idearon otro plan para matarlo. Sabían que si había
una riña, con lo que fuera, a puños o a peinilla, Charro siem­
pre iba y se metía por medio a separar a los que peliaban, a
impedir que peliaran, porque así era Charro. Entonces hicie­
ron un plan que consistía en que uno de los Cardonas, en
pleno baile, sacara peinilla para tirarse con uno que apoda­
ban Cabezón. Bueno, llegó la fiesta y ahí estaban todos los
provocadores; se pusieron a tomar y Charro no llegó hasta
que ellos ya estaban bien tomados. Cuando Antonio Cardona
sacó la peinilla y fue a iniciar el plan, que era tirarle al Cabe­
zón, el Cabezón comenzó a defenderse; en ésas el hermano
de Antonio, Juan Cardona, vio que se tiraban peinilla y tal vez
no sabía que era un plan, y entonces sin mediar palabra in-

111

i
tervino y le pegó unos machetazos al otro en la cabeza. Ca­
bezón, al verse herido, sacó un revólver y le pegó un tiro a ca­
da uno de los hermanos Cardona. Luego se supo toda la his­
toria, por qué Charro no se había metido en la pelea: unas
muchachas sospecharon lo que se tramaba y no le dejaron
meterse.
Los intentos para eliminar a los dirigentes de Marquetalia
fueron muchos. Otro caso de provocadores es uno que suce­
dió con la muerte de un comerciante de Gaitania, un hombre
trabajador que por razones, según dicen pasionales, un día,
se puso a tomar, y después de borracho echó una botella de
aguardiente en el morral y se fue al puente de Gaitania, has­
ta que ya más borracho, se tiró al río. El cuerpo del hombre lo
encontraron río abajo, por allá cerca a sur de Atá; el cuerpo no
tenía sino los golpes que recibió contra las piedras. Ahí mis­
mo los provocadores para tratar de echarnos la gente encima
dijeron que habían sido los comunistas.
Charro y Marulanda eran de los dirigentes más visibles y
reconocibles por su labor en favor del movimiento. Pero la di­
ferencia estaba en que el camarada Marulanda casi nunca es­
taba en bailes-, era un hombre muy alegre pero muy serio. Por
ejemplo, no se metía a una cantina. Además no dormía en un
sitio sólo-, compró una casa ahí en Gaitania, pero se movía
mucho entre sus amistades-, él ha sido siempre un hombre
muy disciplinado.
En ese período de Gobierno de Alberto Lleras Camargo,
primer presidente del Frente Nacional, a nosotros nos afecta­
ba fundamentalmente la persecución de los liberales limpios;
ésa era una estrategia de ese Gobierno en el 59, justo cuando
nos habíamos dedicado al trabajo; yo en esa época no era de
la dirección y no conocía los planes de la dirección. Conocía
de las actividades ya sobre la marcha. Recuerdo que un do­
mingo por la tarde se convocó a una conferencia en la plaza
de Gaitania que iba a dictar Charro, y recuerdo que preguntó
a los asistentes que si querían desayunar con un comunista o
hablar con comunistas, pues que ahí estaban los comunistas-.
«Yo personalmente, milito en el Partido Comunista Colom­
biano, y yo, como todos los compañeros, trabajamos por la
paz y el progreso de esta región». Pero los provocadores si­
guieron la tarea de intimidar a los compañeros; una tarde sa-

112
carón a puro plan a varios compañeros, entre ésos unos sas­
tres que eran compañeros nuestros. También le dieron ma­
chete a Pedro, un médico de ¡a región y compañero nuestro.
Otro día le dieron plan a Parménides Cuenca, a Montegrana-
rio Cuenca y le pegaron a un compañero, Ezequiel Gallo,- a
otro de nombre Pablo Suaza lo corrieron del pueblo.
Un día entré a Gaitania como a las dos de la tarde, me di­
jeron a la entrada del pueblo que no entrara porque había
peligro. No hice caso y fui a la casa donde me quedaba,- de­
sensillé el caballo y lo puse a comer caña, cuando llegó uno
que se llamaba Arturo Salcedo, preguntando por mí; yo les di­
je a los de la casa que no tenía por qué esconderme; enton­
ces salí y cuando nos vimos, me dijo que fuéramos a tomar
una cerveza. Le dije que no; él insistía a que fuéramos y co­
mo yo sospechaba que era una trampa, no acepté y menos a
mitad de semana, que eso no se justificaba. Se marchó ofus­
cado y me salí al Jordán a buscar los compañeros que vivían
por allí. Les conté y discutimos el problema; la propuesta que
les hice era venirnos para Gaitania enseguida y no aceptar
que nos sacaran de allí sin decir nada. La propuesta era pa­
trullar a Gaitania por la noche en grupos de tres, para comen­
zar a poner orden y enfrentar a los provocadores.
Esa misma noche, como a las nueve, recorrimos las canti­
nas y comenzamos a prohibir a los cantineros vender trago
después de esa hora. Días antes recuerdo que nos habíamos
encontrado Ezequiel Gallo, Pablo Suaza y yo y les había pro­
puesto de que organizáramos otra célula de Partido. Pensá­
bamos en revivir las autodefensas y ellos estaban de acuer­
do. Acordamos que cuando Isauro Yosa bajara a hacer merca­
do el siguiente sábado, ese día por la noche iríamos a hablar
con él del tema. Cuando lo vimos y se lo planteamos aceptó.
Convocamos una reunión en la población del Jordán, y en esa
primera reunión reestructuramos una célula de Partido en
Gaitania.
¿Que significó para los inarquetalianos el triunfo de la Revolución
Cubana?
Ese acontecimiento se dio comenzando el año 1959. Por
estos días la gran mayoría del movimiento guerrillero en Co­
lombia se había desmovilizado; era el siguiente año de apo­
geo del Frente Nacional. Por tal motivo lo que se conocía por

113
noticias, por la radio, por la prensa, era muy poco; quizá quie­
nes más informaron fueron los comunistas. Para nosotros fue
un hecho muy importante y de gran significación el hecho de
que en Cuba hubiera triunfado una revolución, y esto nos lle­
nó de admiración por este pueblo tan pequeño en tamaño
geográfico y con tan grande triunfo y en esas condiciones.
Puesto que ése era nuestro anhelo, el triunfo revolucionario,
eso nos animó y nos hizo soñar. Pero claro, eso se da en otras
condiciones y en una forma tan distinta por lo geográfico, pe­
ro para nosotros era un paso muy adelante, un paso muy po­
sitivo en la liberación e independencia de los pueblos de
América Latina; ése para nosotros era el comienzo de una lu­
cha por una verdadera independencia de los pueblos de
América Latina?’
Nosotros continuamos nuestro proceso de organización.
En él surgían todo tipo de problemas y también cuestiones
personales; una fue la traída de un ganado de por allá del Cau­
ca para Marquetalia; lo había traído Isaías con otros compañe­
ros; hubo gente que reclamó ese ganado y entonces había que
devolverlo; en primera instancia Isaías se opuso, entonces se
le explicaron las consecuencias. No obstante Isaías explicaba
que el Gobierno no había cumplido con las promesas; que por
eso habían decomisado ese ganado a un terrateniente del
Cauca llamado Manuel Gutiérrez. Los provocadores aprove­
charon que se supo ese suceso para empezar a decir que los
comunistas estaban dedicados a robar, y claro, ésa sí era una
campaña muy fea y muy negativa para nosotros. Por eso todos
estábamos de acuerdo de devolverlo y estábamos conven­
ciendo a Isaías.
Isaías aceptó entregar el ganado y este ganado se le en­
tregó a Manuel Gutiérrez ahí en Gaitania, excepto unas vacas
que se murieron en la travesía por el páramo. Isaías era un

39. El primero de enero de 1959 triunfa la Revolución Cubana. Fidel Castro,


Ernesto Che Guevara, Camilo Cienfuegos y un numeroso grupo de guerrilleros ha­
cen su entrada triunfal en la Habana, derrocando la dictadura de Fulgencio Ba­
tista. Cuba se declara como el primer Estado Socialista de América, desatando la
ira del imperialismo norteamericano y la preocupación de las oligarquías latino­
americanas, que ven en la revolución un mal ejemplo a raíz de la explosión de
simpatías que genera este hecho social y político en el continente, especialmen­
te en los sectores campesinos que luchan por la tierra. (N. del A.)

114
hombre muy comprensivo; no voy a hablar mucho de él en es­
te momento, pero hay que decir que era un hombre muy va­
liente y revolucionario y un gran amigo y compañero. Se trajo
ese ganado por las necesidades que había y por los incum­
plimientos del Gobierno y con la ilusión de beneficiar al mo­
vimiento campesino. Cuando cogió un lote de tierra en Mar­
quetalia, fundó allí una muy bonita finca. Usted no se imagi­
na cómo era Isaías Pardo derribando selva, colonizando nue­
vas tierras para sembrar maíz, ése era un hombre de aspira­
ciones y sobre todo de mucho trabajo y honesto.
Con esa clase de problemas nos coge el año 60; el día 10
de enero de 1960, un domingo, teníamos que reunirnos para
tratar varias cosas que estaban pendientes, entre ésas lo del
famoso ganado. Pero el mismo Charro nos dijo, «no, hoy es
domingo, dejemos y nos reunimos mañana lunes». Ese lunes
era 11 de enero; como yo vivía a hora y media de ahí de Gai-
tania, en una finquita que tenía por esos lados, entonces fui
el domingo por la tarde, pensando en madrugar de allá para
estar temprano en Gaitania; yo tenía cuando eso una muía y
un caballo y cualquiera de los dos me servía para venir a Gai­
tania. Ese día me paré a las cinco de la mañana para alistar los
animales, pero desafortunadamente sólo a las seis de la ma­
ñana terminé de ensillar la muía luego de haberla cogido,
pues se habían salido del potrero. Ahí mismo salí rumbo pa­
ra Gaitania. Cuando salgo al camino real que de Gaitania va
para Marquetalia, por el camino del puerto vi al campesino
Antonio Cangrejo, dueño de una de las fincas de por allí, que
me sale al camino a preguntarme para dónde iba; cuando le
digo, me dice. «¿Cómo se va a meter para allá, es que usted
no sabe lo que pasó?». Como yo no sabía nada desde el día
anterior, le dije que no, y entonces me dice, «como le parece
que mataron a Charro».
Mi sorpresa fue muy grande. Luego me dijo que hacía po­
co había pasado uno de los muchachos avisando la noticia ha­
cia Marquetalia; cuando le pregunté por el resto de la gente
me dijo que no se sabía nada y que tampoco habían pasado
por allí. El campesino me advirtió que no bajara, pero yo le
expliqué que era mi deber ir hasta allá; le dije que por ahí es­
taba el camarada Marulanda y los demás compañeros, y mi
deber era estar con ellos.
Cogí el camino hacia el pueblo y al llegar al pueblito del

I 15
Jordán me encontré al camarada Marulanda que ya estaba ahí.
Para mí al principio íue mucha la tristeza con la noticia del ase­
sinato de Charro, pero encontrar bien al camarada Marulanda,
fue mucha alegría. Nos sentamos a conversar la vaina, cuando
al rato llegó Rogelio, más tarde salió Lister que estaba en el
pueblo, después salió Abanico, todos fueron saliendo a Gaita-
nia por rutas diferentes. Luego acordamos una reunión urgen­
te para ver qué se iba a hacer, «porque hay que salirle al paso
a estas cosas», dijo el camarada Marulanda. Y la propuesta fue
concreta: Primero poner en conocimiento de las autoridades
departamentales y nacionales el hecho, denunciándolo como
una provocación y un intento de dañar al movimiento campe­
sino que trabajaba pacíficamente. El camarada Marulanda de
todas maneras nos advirtió: «Estén seguros que esta zona se
la va a tomar el Ejército, con este pretexto montado por ellos
mismos: ésa va a ser la respuesta de las autoridades a nuestra
queja»; y era verdad, todo lo tenían calculado.

El asesinato de Jacobo Prias Alape, Charro Negro


Los mariachistas llegaron amaneciendo a Gaitania y se
distribuyeron en la plaza y en las calles principales; entre
ellos iban un tal Pérez, Contrafuego, Puñalada y otro poco de
criminales y matones comprobados. Eran como unos veinte,
vestidos todos con uniforme verde de la Policía Nacional.
Charro Negro, que vivía en un cuarto que le había alquilado
Francisco Zuluaga, un comerciante de Gaitania muy amigo de
él, no se había ni levantado; la puerta del cuarto era justa­
mente frente a la plaza. Ahí le llegaron los mariachistas; cuan­
do sale, se da cuenta de la cosa y ya lo estaban llamando. Sin
saludarlo ya le estaban preguntando que por qué los comu­
nistas estaban matando liberales. Y que por qué los comu­
nistas estaban robando ganado; que qué era lo que pensaban
los comunistas. Charro comenzó a explicar que nada teníamos
que ver en esas muertes. «Al contrario, estamos contribuyen­
do con el inspector en esas investigaciones; hay rumores muy
extraños por ahí y contradictorios, por eso nosotros somos los
más interesados en que se aclaren esos casos en beneficio de
la paz, que es lo que más nos interesa». Aunque ellos lo sa­
bían, Charro explicó que también había otros casos que han
sido comprobados como accidentes; estaba el caso del co­
merciante ahogado. «El asunto del ganado ya está resuelto;

116
estamos investigando para dar respuesta y solución a todos
los problemas y asuntos negativos». Todo eso les explicó.
Luego de esa discusión, Charro salió para donde Canducha,
una viejita de nombre Candelaria que tenía un pequeño res­
taurante y que era donde él comía. Canducha fue para mí en
esa época como una segunda mamá, porque me ayudó mu­
chísimo desde que estuvo refugiada en Marquetalia y luego
con la pacificación se bajó a Gaitania, por eso vivía allí. Bue­
no, Charro llegó donde ella a tomar café. Ahí en ese momen­
to estaba Listen cuando lo vieron molesto por la discusión
con los mariachistas, Canducha y Lister le dijeron que no sa­
liera más a la calle. Le insistieron y también otra gente que
estaba allí, que no saliera, que se quedara allí. Charro lo úni­
co que dijo fue que él no se iba a ocultar, que primero él te­
nía que dar respuesta a lo que preguntaban y en segundo
que no tenía miedo, porque no tenemos nada que ocultar.
«Mire que no es por miedo, es que no le conviene que salga»,
le dijo nuevamente Candelaria.
De todas formas salió y al llegar a la esquina de la plaza,
donde está Telecom, voltiando hacia la farmacia de Joaquín
Sánchez, los mismos que antes habían discutido con él y que
supuestamente ya tenían todo claro, Pérez, Puñalada, Contra­
fuego y otros, estaban en el mismo lugar, y de ahí le dispara­
ron por la espalda. Le pegaron tres tiros. Charro cayó frente a
la farmacia de Joaquín Sánchez muerto. Con los primeros tiros
salió Anatanael Vera, que había sido de la autodefensa de
Gaitania y apenas lo vieron que salió a la plaza por los lados
de Telecom, ahí le tiraron y también lo mataron. Misael Cal­
derón, otro campesino, también corrió para allá y desde ahí,
de los lados de la casa de los López, salió a mirar, pero des­
de otro lado, que él no alcanzó a darse cuenta, le dispararon
y lo hirieron gravemente de muerte cayendo más adelante
frente a la casa de Manuel Moreno. Ésos fueron los muertos
que produjo la entrada de los liberales mariachistas a Gaita­
nia aquel I I de enero de 1960. Su plan era asesinara Charro
Negro, y lo consiguieron.
Los mariachistas perseguían comunistas, pero fíjese que
resultaron además siendo comunistas las propiedades, hasta
las gallinas, porque todo se lo robaron, hasta máquinas de co­
ser, todo lo que más pudieron robar, todo se lo llevaron. Se
llevaron los caballos y otros animales. Hubo un gran saqueo
por parte de esa gente; era la más grande provocación.

I 17
Luego de la matanza que nos hicieron los liberales maria­
chistas empezaron a llegar decenas de campesinos de otros
lados, todos con la intención de quedarse con lo que les pro­
metían los jefes mariachistas; los gamonales de la región que­
rían repoblar la zona a su antojo; esos campesinos traídos de
otras partes venían con la ambición de robar.
Eso no sucedía solamente en Gaitania, también pasaba
en la región del Hueco, ahí frente a Planadas; sitios donde ha­
bía trabajo del movimiento campesino y donde Joselo tenía
su finca. Allí había una buena militancia del Partido Comunis­
ta. Allí también robaron y asesinaron-, entre otros mataron a
un compañero que era un artista, un hombre bueno y pacífi­
co, al que decíamos cariñosamente Cancionero y se llamaba
Luvín Perdomo-, las tropas militares de Gaitania lo encontra­
ron una vez en la calle y, sin más, le pegaron un tiro que le da­
ñó la pierna derecha; sufrió mucho para recuperarse, pero al
fin pudo recuperarse y andar en muletas, pero cantando y
componiendo canciones-, era un músico natural. A ese mucha­
cho, lo asesinaron después los liberales limpios.40

A las once del día siguiente de la muerte de Charro, llegó


Isaías Pardo a reforzar la resistencia contra los mariachistas
con la gente que tenía en Marquetalia. Ya con esos refuerzos
la cosa se puso dura para los limpios. Cuando el camarada
Marulanda regresa, luego de reunirse con las autoridades de-

40. «Pese al carácter pacífico de estos movimientos, los asesinatos de


dirigentes agrarios empezaron a sucederse uno tras otro. El 9 de enero de
1960, un cabo de la Policía siega la vida del ex guerrillero Silvestre Bermúdez,
Mediavida. Posteriormente cae asesinado el ex guerrillero Hermógenes Vargas,
Vencedor, el 11 de enero es ultimado en Gaitania, el gran Comandante de las
guerrillas revolucionarias, Jacobo Prias Alape, Charro Negro, muerte atribuida
a José María Oviedo, Mariachi, un guerrillero liberal amnistiado, puesto al ser­
vicio de los intereses latifundistas.
A partir de ese momento se intensificaron los hostigamientos contra la
población campesina por parte de grupos armados irregulares, promovidos
por el Ejército y guiados por antiguos guerrilleros liberales. Esta situación
condujo al incremento de la violencia en esta región y a la adopción por par­
te de los campesinos de medidas de seguridad y defensa militar, de tal mo­
do que en los años siguientes se presentaron algunos enfrentamientos ar­
mados en las poblaciones de Gaitania y Planadas». «Las FARC-EP: 30 años de
lucha por la Paz, Democracia y Soberanía», en Resistencia, suplemento infor­
mativo de la Comisión Internacional, sin fecha, p. 3.

118
nunciando estos hechos, entonces nos manda llamar y nos in­
forma que había puesto en conocimiento los hechos de Gai-
tania al batallón Tenerife, a la gobernación del Huila y tam­
bién en Ibagué a la sexta brigada. Que todos le habían dado
la misma respuesta, el único que puede entrar a mediar en
esa situación es el Ejército. En consecuencia venía el Ejército
para la zona.
El Ejército pidió un guía del Carmen para entrar las tropas
hasta Gaitania. Nosotros, pensando que en verdad iban a
ayudar, les prestamos la colaboración que pidieron, entonces
ese guía fue el camarada Joselo.
Cuando el Ejército marchaba a Gaitania por el camino del
Carmen, la Línea, Florida, y el Alto del indio, los mariachistas
se movían de Gaitania; parecía que todo estaba coordinado
para no encontrarse; ya su misión de provocadores había si­
do cumplida y, de paso, habían justificado el ingreso directo
de las tropas del Gobierno para controlar la región. El Coro­
nel Charry, que comandaba el batallón Tenerife, volaba en su
helicóptero desde donde iban marchando las tropas hasta
Gaitania, a hablar con Mariachi, y volvía donde estaban las
tropas; si las tropas avanzaban para Gaitania, entonces los li­
berales limpios se iban para Planadas; eludían unos y otros el
enfrentamiento concertadamente; nosotros confirmamos que
eran la misma fuerza. Así entraron las tropas a Gaitania.
Ya con las tropas del Gobierno en Gaitania, permaneci­
mos ahí pero sin las armas. En una casa del Jordán, dejamos
escondidas las armas y nos fuimos a Gaitania como por curio­
sidad. Al otro día de estar el Ejército en Gaitania, Francisco
Zuluaga tuvo una discusión con el coronel Charry en la plaza
principal, a un lado de las cenizas de todo lo que tenía Cha­
rro y que lo habían quemado los mariachistas después de
asesinarlo. Pacho Zuluaga le discutía al coronel y le decía:
«Éstas son las injusticias que no se pueden perdonar; un
hombre que le trajo progreso a la región, como era Charro y
vea lo que le hicieron; un hombre que pertenece a la Junta de
Mejoras Públicas y que desde allí ha luchado por el bienestar
de ¡a región, y por el sectarismo asesinarlo, cometer seme­
jante injusticia». Eso le decía Zuluaga al coronel. El militar
sólo comentaba su presencia como mediador, pero no habla­
ba de apresar a los bandidos.

119
Nosotros comenzamos a hacer unas reuniones en las ve­
redas aledañas a Gaitania, donde el camarada Marulanda era
el que le explicaba a la gente la nueva situación y las pers­
pectivas. Se hacían reuniones en el Jordán, en Nazareno, en la
zona de la Quebrada antecitos de entrar a Gaitania. En una de
esas reuniones en casa de Misael Calderón, luego de que sa­
limos, pasamos cerca del cuartel y entonces nos salió el Ma­
yor Torres y nos dijo que ellos querían hablar con nosotros
Esperamos un rato y entonces salió el Coronel Charry y dijo:
«Manuel, quiero hablar con usted unas cosas; tengo conoci­
miento de un tipo de reuniones que ustedes están haciendo
con la gente-, queremos que ustedes desistan de esas reunio­
nes-, ahora somos nosotros los que coordinamos las cosas
aquí». El camarada Marulanda le contestó que esas reuniones
se hacían porque la gente estaba pidiendo explicaciones por
la muerte de Charro y las razones de por qué el Ejército no
perseguía a los asesinos y por qué no estaban presos, «ade­
más la gente se pregunta qué ocurre y qué es lo que va a ocu­
rrir, así que estas reuniones son a petición de la gente mis­
ma». El coronel amenazó al camarada Marulanda con privarlo
de la libertad si insistía en esas reuniones
Después de ese encuentro hicimos otras reuniones, pero
diciéndole a la gente lo que pasaba y los nuevos riesgos.
Además, la gente había visto que los mariachistas venían a
Gaitania y tomaban trago en las cantinas y que el Ejército lo
sabía. El Ejército los veía armados y era como si no viera na­
da. Ahí comenzaba la amenaza contra nosotros. El camarada
Marulanda un día me dijo: «No vuelvo a entrar a Gaitania en
esas condiciones». Y no volvió. Nos fuimos bajando por el Jor­
dán y de ahí para el Puerto; luego de esa charla, fue el último
día que estuvimos en Gaitania.
El Ejército de Gaitania sigue hacia Planadas y se estable­
ce allá. Meses después la amistad entre Mariachi y el Ejérci­
to se afecta a raíz de un suceso: un día en el aeropuerto, en la
única pista que había y también el único vuelo que llegaba,
esperan al gerente local de la Caja Agraria, no recuerdo el
nombre ahora, pero era un hombre prestigioso y servidor de
la comunidad, que llevaba un dinero para la caja agraria; los
bandidos de Mariachi lo matan y se roban el maletín del di­
nero. Ese hecho desencadenó entre ellos una ola de muertes,
por la repartición de esa plata, por robarse entre ellos mis-

120
mos. El Ejército intervino y lo que recuperó fue muy poco; esa
situación puso ya mucha evidencia y entredicho entre los ma-
riachistas y el Ejército; aunque el Ejército no operó, por lo
menos sí aumentó el desprestigio, hasta verse obligado a vin­
cular de manera definitiva este grupo al Ejército, para poder
controlarlos. Bueno separaron a algunos y también esto sepa­
ró un poco a los campesinos, pues confundía mucho el que al­
gunos campesinos se llamaran mariachistas y se movieran por
zonas de trabajo y organización popular del movimiento cam­
pesino, en unidad con el Ejército.
Algunos hampones, muy pocos, quedaron por fuera de
esa alianza con el Ejército; la gran mayoría que se quedaron
por fuera de la alianza con el Ejército fueron campesinos con
ganas de trabajar y establecer una familia y muchos de ellos
ya propietarios de alguna tierrita. Pero el bandido, el propio
bandolero, fue el que se alió al Ejército colombiano y con
ellos conformaron los primeros grupos contraguerrilleros con
sueldo del Gobierno. Comenzaba a caminar muy lento, pero
en firme, una gran amenaza contra la propia Marquetalia.
Se comenzaron a restringir las salidas del movimiento
campesino hacia Gaitania, especialmente de los varones; ha­
bía que mandar las mujeres y con muchos riesgos comprar las
cosas allí del mercado. Se fue complicando la situación.
Contra Marquetalia se siguen tejiendo acusaciones, al
punto que ese mismo año el Mayor Torres, aprovechando que
Lister estaba saliendo a Gaitania, donde vendía queso y otros
productos y donde compraba su mercado, le solicita a Lister
que le colabore al Ejército, y Lister le dice que le explique en
qué le puede colaborar; entonces el Mayor comienza por re­
comendarle que diga a los muchachos de Marquetalia que se
presenten al Ejército con el ánimo de pagar servicio. Lister le
pregunta que si ha pensado en algunos y es cuando el Mayor
le pasa una lista donde estábamos Isaías Pardo, Luis Pardo,
Jaime Guaraca, Darío Lozano, Joselo, Rogelio Díaz y creo que
Germán Romero que le decíamos Palas. Lister entonces sube
y en una reunión nos informa la intención del Ejército y lo que
se estaba tramando contra nosotros. En esa reunión acorda­
mos que nadie que tenga mando se puede acercara Gaitania.
Ésa era una nueva restricción que nos imponía el Ejército.

Entonces decidimos hacer una salida para el Huila, des-

121
pués de una reunión de la dirección y de una asamblea que
realizamos en Peña Rica, en casa de los González, con toda la
gente de la región. La conclusión era que el Ejército en Gai-
tania pensaba reprimirnos. La prueba estaba en que los asal­
tantes y matones de la zona que se dedicaban al robo y que
nos habían humillado en ocasiones, andaban por ahí muy
contentos con el Ejército.
Eso lo discutimos en una asamblea con toda la gente,
pues allí iban hasta los niños a esas reuniones generales y las
decisiones eran todas colectivas. Entre las cosas que se ad­
vertían, estaba la zozobra por las noticias que subían de Gai-
tania de que los limpios iban a tomar Marquetalia. Acorda­
mos comenzar a prepararnos y estar organizados para enfren­
tarlos. Cada nada llegaban los comentarios de que iba un gran
número de mariachistas hacia donde estábamos nosotros, in­
clusive por el Cauca. Nos llegaron a decir que los limpios iban
a tomar Marquetalia, bajando el Cauca por el río Yarumales.
Otras veces que por la Herrera, que ya venían metiéndose
por allá. Era una especie de propaganda sicológica contra no­
sotros, con la intención de desesperarnos o aburrirnos; noso­
tros no le poníamos mucho cuidado a eso, pero tampoco nos
descuidábamos. Estábamos trabajando pacíficamente y sin
embargo no nos dejaban tranquilos. Nuestros productos agrí­
colas y la madera, ya no podíamos salir a venderlos; todo era
hostilidad y provocaciones.
Ahora que recuerdo, se organizó entonces un curso en
Marquetalia con la gente, un curso político y de nuevo algo de
instrucción militar para comenzar a revivir la experiencia de la
autodefensa. Vinieron dos hombres de la ciudad; uno de
ellos se le conocía con el nombre de Carlos Ruiz, luego se le
conoció como Arturo Alape. Él dictó un curso político en Mar­
quetalia en esa época y luego se marcharon nuevamente
Después nosotros hicimos otros cursos con algo de instruc­
ción militar en forma muy sencilla. Estábamos pensando en
poner a funcionar la autodefensa, teniendo en cuenta que la
posibilidad de que los Limpios tomaran Marquetalia, podía
ser realidad; se hacían prácticas nocturnas, eran especie de
maniobras con la gente. Todo esto sucedió en 1960. Después
la dirección aprobaría organizar el grupo de autodefensa re­
gular. Para eso la dirección pensó en preparar un grupo de jó­
venes, dotarlos de armas y pagarles una bonificación de cin-

122
co pesos mensuales para que vigilaran. El camarada Marulan-
da se ocupó de eso.

La autodefensa regular
Comenzamos a montar una guardia bien organizada, por­
que en verdad podían tomarnos por sorpresa; ésa es la idea
de la autodefensa regular Esta autodefensa se crea con la mi­
sión de estar patrullando entre dos y tres o cuatro compañe­
ros, previendo cualquier peligro. A la gente se le advirtió que
donde llegaran los compañeros se les debía suministrar co­
mida y posada para que pasaran la noche, porque estaban
dedicados a la vigilancia; de modo que así se creó la autode­
fensa regular, con esa misión específica; para permitirnos tra­
bajar de una manera más tranquila
Al terminar 1960 teníamos lista la autodefensa. La lista de
compañeros que integraron esa autodefensa regular fueron
Miguel Pascuas, Rigoberto Losada conocido como Joselo, Jaime
Bustos, Federico Aldana, Esaí Esquivel, Alonso Esquive!, Is­
rael Valderrama, Antonio Garzón, Pedro Ipús, Abel Vanegas,
uno que le decíamos Tarzán, José Bedoya, Luis González, Al­
fredo Tolima, Germán Pasos lentos, Alfredo Ovejo, Eliver Pa­
rra, Eliécer Charry, Vidal Charry, Ismael Sánchez, Domingo Ri­
vera que también le decíamos Perrusco y Alfio Rojas. Varios
desertaron cuando vieron lo difícil de esa tarea; algunos lo hi­
cieron y al final terminaron trabajando para los enemigos del
movimiento campesino; entre éstos hay que mencionar a
Raúl Garabato y Reinaldo Avilés. Otros desertores fueron Ras­
guño y Abraham Bejuco.
Hoy en las FARC, de aquel grupo histórico de jóvenes
que hicieron parte de la autodefensa regular, y que en este
momento continúan, están el camarada Miguel Pascuas, ac­
tual comandante del Sexto Frente, y el camarada Jaime Bus­
tos.

(V)
En ese momento estábamos muy amenazados: por un la­
do los liberales limpios decían por ahí que se iban a meter a
la región y que nos iban a matar; por otro lado le temíamos al
Ejército, del que no sabíamos con claridad en ese momento

123
qué iba a hacer. Nos habíamos quedado sin Charro Negro y
reducidos en nuestra región, sin poder siquiera salir a vender
los productos que teníamos en las fincas o para comprar en
los mercados. Teníamos el temor de que esa situación nos co­
giera así, casi desarmados, entonces comenzamos a pensar
en la compra de armas, pero con el agravante de no tener pla­
ta y tampoco quién nos las vendiera en ese momento. Orga­
nizamos salidas en busca de armas, y fue cuando se atacó a
una patrulla entre el Carmen y el Alto. Esa acción nos dio seis
fusiles, que le quitamos al Ejército peliando, y volvimos a
Marquetalia.

Alirio Salcedo y Efraín Valencia, casos de paramilitarismo


contra Marquetalia
En Gaitania, sobre todo el Mayor Torres y el Coronel Cha-
rry, estaban organizando un grupo paramilitar. Le dieron el
mando de ese grupo a Alirio Salcedo y le dieron el segundo
mando a Efraín Valencia. Nosotros ya sabíamos que el Ejérci­
to en más de una ocasión le había prestado soldados a Alirio
Salcedo para que incursionara en nuestra región, y a nosotros
nos mentían diciendo que el Ejército hacía de mediador en la
zona. El propósito de esos grupos era incursionar a robar y a
emboscarse en los caminos para matar y crear zozobra entre
la población campesina influenciada por los comunistas y de
paso, con los enfrentamientos que se presentaran, utilizar eso
como pretexto para meter al Ejército en la zona como habían
hecho en Gaitania.
Ya eran muchas las provocaciones que habían llevado a
cabo. Mucho antes, por ejemplo, habían matado unos indíge­
nas en San Miguel. Alirio Salcedo y su gente cazaban adentro
del río San Miguel y una mañana pasó un grupo de indígenas
que iba con sus perros de caza. Aprovecharon para emboscar
a los indígenas-, mataron a dos e hirieron a otros.
Como sucedió con las mujeres que tenían que salir a mer­
car, unas a Palma Brava, otras a Juntas, y así a otras regiones;
algunas no alcanzaban a llegar allá a Marquetalia y se tenían
que quedar. Un día unas compañeras se habían quedado un
domingo por la tarde en la casa de Lozano-, ya llevaban la pro­
visión para sus casas. Pues el lunes amaneció Alirio Salcedo
distribuido en dos grupos ahí, uno en el alto del cementerio

¡24
arriba de la casa de Lozano y el otro casi al frente. Los que es­
taban frente a la casa lanzaron unas granadas y los de atrás,
que venían por el lado del cementerio, lanzaron un ataque y
se tomaron la casa. Los liberales limpios le prendieron fuego
a la casa y se robaron los mercados.
Había muchos, pero muchos, testigos de que Alirio Salce­
do entraba con sus hombres al cuartel del Ejército; bueno
pues teníamos razones para haber tomado una decisión. En
una asamblea que habíamos tenido días antes en cercanías
de Peña Rica, una asamblea muy amplia, el camarada Maru-
landa dijo que ése era un peligro que teníamos y no sabía­
mos cuántos íbamos a morir en manos de Alirio Salcedo,
cuántas casas más íbamos a perder quemadas por este ban­
dido, cuántos animales más nos iban a robar, entonces que
todo el mundo opinara sobre qué hacer. Todos estuvieron de
acuerdo, y el camarada Marulanda también, de que debíamos
movilizarnos, y si algún día más volvía a aparecer, todos nos
pusiéramos a la defensiva y actuar como fuera necesario, y
perseguirlo hasta donde fuese necesario, para quitarnos ese
mal.
Pues bien, ese día, el del ataque a las mujeres, Alcio Ro-

Autodefensa Regular. La resistencia campesina retoma las armas, de izquierda a dere­


cha; Fafrían, Panquemao, Pedro Ipús, Tunan y Cartucho, portando las primeras armas re­
cuperadas del E/ército. Fotografía tomada en el Tolima en 1961.

125
jas, un campesino, nos avisó corriendo. Por donde primero
pasó fue por donde yo vivía-, esa noche se habían quedado a
dormir en mi ranchito Isaías Pardo y Agustín Cifuentes, Azule-
jo. inmediatamente nos levantamos a cumplir la tarea que ha­
bía sido asignada por la asamblea: perseguir al agresor. Di­
mos la voz de alerta y la gente dejó lo que estaba haciendo y
ahí mismo todo el que pudo arrancó y nos movilizamos. Cuan­
do llegamos a San Miguel, Alirio Salcedo todavía estaba ahí
cerquita y comenzó a disparar a la gente que venía bajando.
La gente gritaba animada con nuestra presencia, hasta que
llegamos a la casa, ya quemada, de Lozano, mientras Salcedo
cogía para la cordillera. Isaías dispuso de la gente y fue de­
jando grupos de cinco y de siete por los caminos, previendo
el paso de Salcedo, y por último avanzamos hacia el Puerto y
ese lugar lo ocupamos Isaías, Lozano, Azulejo y yo. En ese lu­
gar, llevábamos casi una hora de ventaja a Alirio Salcedo en
su retirada, que iba según nuestras cuentas con veintisiete
hombres armados. Nosotros ahí emboscados y de este pe­
queño grupo que me correspondió, los únicos con fusil éra­
mos Lozano y yo-, Azulejo tenía un revólver e Isaías tenía sólo
unas granadas, de las que fabricábamos nosotros. Justo por
ahí entró Alirio Salcedo. Iba adelante y desde que lo vi ya lo
reconocí que era él. Fue el primero que cayó, también murió
otro comandante de ellos, que venía de por allá del Socorro;
los demás, al verse perdidos por la forma de la emboscada,
salieron huyendo.
Recuperamos dos fusiles con munición nueva, y además
comprobamos que todo eso era del Ejército; después del gol­
pe que les dimos comenzó ese grupo a desbaratarse. Ésa fue
una manera de ponerle remedio a esa amenaza. Queda toda­
vía por ahí Efraín Valencia, otro paramilitar al servicio del
Ejército. Efraín Valencia decide matar a Pacho Zuluaga, uno
de nuestros más queridos compañeros-, a Pacho lo matan en
el año 61; hubo muchos testigos que vieron a Efraín en el ase­
sinato, inclusive la mujer y una nieta de Pacho vieron, y todo
eso se le contó al Ejército, pero nada hizo. Nosotros después
reunimos pruebas de que Efraín se escondió en el batallón
del Ejército y que después se fue para Planadas y allí forma­
ron una especie de cuartel general. Nadie atendió nuestras
denuncias. Se resolvió esta situación en medio de dos oficia­
les, en la plaza central de Planadas. Ahí se le señaló el casti­
go que merecía.

126
Primera Conferencia de Autodefensa reunida en abril de
1961
Por esos días se realizó una conferencia en Marquetalia
con una delegación del Partido Comunista. Vinieron compa­
ñeros campesinos de otros lugares, pues hubo delegación de
Guayabero, Natagaima, del Pato, de Neiva y había un miem­
bro del Comité Central del Partido Comunista, de nombre
Mario Lafont.
En esa conferencia se iban analizar los problemas de la
región, pero también de un llamado de atención o una crítica
al camarada Marulanda, por parte del enviado del Central,
por los hechos ocurridos en esa zona con el Ejército. Hubo
una muy amplia discusión y ayudamos a aclarar de qué se tra­
taba. Explicamos la complejidad de la situación y lo delicado
de ese momento, puesto que había planes concretos para li­
quidarnos, por parte del Ejército y los liberales limpios; ex­
plicamos que nosotros no estábamos dispuestos a dejarnos
matar. Quedó claro que si el enemigo nos obligaba a tomar de
lleno las armas, lo haríamos, puesto que el derecho a la de­
fensa lo reivindicábamos como colombianos de bien; hasta la
Constitución Nacional nos amparaba en ese caso.
Por ejemplo expusimos un caso: Lozano le solicitó a Isaías
un favor, en que le pide que le suba un trapiche desde el
Puerto; Isaías me pidió que le acompañara y yo acepté. Nos
llevamos cinco muías incluyendo la mía, para subir el trapiche
y algo de yuca y otras cosas. Cuando ya veníamos de regreso
por el camino que del Puerto conduce a Gaitania, como era
domingo, los campesinos iban en grupos, así los encontrába­
mos a todo lo largo, inclusive junto a nosotros siguiendo las
muías iban varios; yo, que avanzaba adelante llevando de ca­
bestro una muía, salí al camino real que de Gaitania conduce
a Marquetalia cuando vi el rastro que había dejado el Ejérci­
to en el camino. Cuando fui a avisarle a Isaías, alcancé a ver
un grupo de soldados que ya estaban frente a nosotros; yo
llevaba un revólver escondido pero a la mano; entre los mili­
tares iba un teniente y ahí mismo me dice: «Quiubo hermano,
pare ahí», cuando yo le vi las intenciones de atacarme, de una
vez le quemé el primer tiro; ellos contestaron abriendo fue­
go; desde otro flanco me disparó otro grupo y me dañaron el
tambor del revólver de un tiro. Ya sin arma corrí en zig-zag por
un callejón hacia abajo y de milagro no me mataron, porque

127
tenían montada ¡a emboscada para hacerlo; me quemaron
más de doscientos tiros. En todo caso corrí por el rastrojo hu­
yendo de los tiros. Ese día habían pasado muchas cosas, pues
la casa de Salvador Waltero la habían allanado y se habían lle­
vado sus dos hijos, que no se metían en nada, sólo eran cam­
pesinos. También habían amanecido al otro lado del río en la
Floresta; también en la casa de Andrés Ruiz; fue un ataque si­
multáneo contra toda esa población. De Isaías no supe más
en ese ataque porque nos separaba un trecho. Yo me bajé
por los potreros hasta un sitio que se llamaba la Palma; esta­
ba muy preocupado y un poco triste porque pensaba que a
Isaías lo habían matado en esa emboscada, en semejante
abaleo. De pronto, en la cabecera del potrero vi que asomó
una persona y por los saltos reconocí que era Isaías. Le silbé
y corrió hasta donde yo estaba y cuando llegó me dijo: «pen­
saba que te habían matado, Jaime». Yo le dije que pensaba lo
mismo de él. El caso es que perdimos las muías y el trapiche,
pero estábamos vivos.
Ésa era una de las pruebas de la persecución que está­
bamos soportando los campesinos de la zona. Otra prueba
para la conferencia fue demostrar con pruebas y testimonios
que el Ejército se subía a una loma al otro lado del río, hacia
la Floresta, y por allí instalaba unos morteros y comenzaba a
bombardear el camino y a veces las casas o sus alrededores,
era increíble que sucediera algo así, pero sucedió en esa re­
gión. Fue una de las tantas provocaciones y crímenes del Go­
bierno y sus militares contra el movimiento campesino. Lle­
garon al extremo de matar a los perros y otros animales de la
gente. Todas esas cosas se llevaron como prueba a la confe­
rencia y se les explicaron a los delegados del Partido.
La reunión terminó con un buen clima y con buenas con­
clusiones, aprobando métodos de trabajo y sin perder de vis­
ta la necesidad de seguir labrando la tierra y mejorando el ni­
vel político, es decir sin perder de vista la necesidad de se­
guir trabajando. Ése sería el lema del movimiento agrario, pe­
ro con la organización debida y con el respaldo de la autode­
fensa regular.4'

41. «La Primera Conferencia de Autodefensa tuvo justamente que res­


ponder a la ofensiva contra una región determinada con el alzamiento en ar­
mas de todas las regiones, dejando de lado su realidad concreta, sin cuidar-

128
En ese mismo año 61, a mediados, sucedió un accidente
aéreo; se cayó un avión pequeño de los que volaban para Pla­
nadas-, cuando esa avioneta se accidenta en el alto de Chapi-
nero, por esos lados estaba Isaías con un grupo pequeño de
autodefensa. De Planadas el Ejército mandó un helicóptero
con un teniente más el piloto. Cuando el helicóptero llega al
sitio del accidente, ya los compañeros de la autodefensa es­
taban allí. Los compañeros intentaron hablar con el teniente,
pero éste se ofuscó e intentó disparar con su revólver de do­
tación. Entonces los compañeros reaccionaron más rápido.
Luego vinieron dos pilotos de civil, pero el movimiento los
retuvo; la empresa de aviación rápidamente ofreció una re­
compensa para saldar el problema y bueno, la autodefensa la
recibió.
En ese mismo año 61 estando en el Hueco, una zona muy
cafetera, cerca a Gaitania, el Ejército organizó contra nosotros
una ofensiva, al punto de que cercó al Hueco por todas par-

se de asegurar el apoyo de masas por tal alzamiento, equivaldría a jugar in­


fantilmente a la guerrilla, que el enemigo sabría aprovechar política y mili­
tarmente ese paso en falso del movimiento.
Y el desarrollo de los acontecimientos ha demostrado que existen múl­
tiples formas de solidaridad elevada, sin que por ello quienes la organizan
se vean afectadas directamente, y siempre que su empleo no sea el produc­
to de la improvisación sino de la capacidad material y de la audacia para lle­
varla adelante. Tomando en cuenta las previsiones de la Conferencia pueden
desarrollarse, con arreglo a las condiciones concretas, iniciativas de solidari­
dad tales como.
1) Creación de fuerzas limitadas de apoyo que se incorporen con sus ar­
mas a la lucha guerrillera de aquellos núcleos que requieran más ayuda.
2) Creación de grupos guerrilleros ultramóviles, especialmente entrena­
dos, para que realicen labores de distracción en zonas distantes de sus luga­
res de origen
3) Creación de grupos guerrilleros del tipo del «26 de Septiembre», que
actúen dentro de una determinada área, manteniendo una absoluta movili­
dad y clandestinidad.
4) Unificación accidental de efectivos armados para desarrollar determi­
nadas campañas cortas, o golpear cierta cantidad de objetivos militares, ga­
rantizando el logro de los planes que durante esa transitoria unificación de­
ben desarrollarse.
5) Diseminación o descentralización en forma organizada de los distin­
tos grupos guerrilleros, en pequeños destacamentos, que actúen coordina­
damente en una vasta área territorial, apoyándose en las regiones atacadas»
Ciro Trujillo, ídem, p. 88 a 90.

129
tes y tuvimos que peliarnos cuatro días, hasta que el camara­
da Marulanda pensó que ya era hora de la retirada de esa zo­
na. Ésa fue una prueba de fuego para la autodefensa.
La situación a comienzos de 1962 siguió igual de difícil
porque aumentaron las provocaciones del Ejército y de los li­
berales limpios. Es en este año que el Gobierno decide rea­
lizar una ofensiva directa contra nosotros; de esa situación no­
sotros ya estábamos informados. Empezamos a tomar los ca­
minos por las tres rutas que iban a penetrar, entre ésos el ca­
mino real. Efectivamente el Ejército llegó y se comenzó a pe­
lear con ellos. Se pelió por el camino real principal; allí el
Ejército perdió hombres y armas. Se pelió por el lado de la
Suiza también. Las tropas llegaron hasta San Miguel y allí nos
tocó hacer la resistencia más dura, a base de voluntad y de
moral revolucionaria muy grande. Por esos días, y en solidari­
dad con el movimiento campesino, se produce un gran movi­
miento de masas en el país, con grandes manifestaciones en
las grandes ciudades. El peso de esa solidaridad hizo que el
Ejército detuviera sus operaciones temporalmente y se que­
dara en San Miguel, olvidándose por el momento de seguir
hacia Marquetalia. Un poco más tarde se retiró a Gaitania. No­
sotros volvimos al trabajo y al poco tiempo ya teníamos otra
vez productos del campo.
El movimiento campesino, a pesar de todo, seguía forta­
leciéndose. Entonces se comienza a hablar de que nosotros
éramos unas repúblicas independientes, según la filosofía de
Alvaro Gómez, un senador del conservadurismo hijo de Lau­
reano Gómez. En el Senado de la República comienzan a de­
batir nuestra situación y eso incrementa las provocaciones y
los señalamientos contra el campesinado.

El movimiento 26 de septiembre
En Natagaima había un regional del Partido Comunista y
tenían una autodefensa de masas. La concepción de autode­
fensa en esa época era muy amplia. Ante todo era la vigilan­
cia colectiva, previendo que no entrara gente desconocida en
la región, o por lo menos aquellos que se notaba que no eran
trabajadores o gente de bien. La autodefensa se dedicaba a
arreglar problemas personales, a arreglar problemas de lin­
deros y resolver conflictos entre la gente, buscando la convi­
vencia y la tranquilidad. Cuando la gente se organiza así, pue-

130
de haber inspector de Policía, que éste se gana el sueldo sin
hacer nada. Lo mismo que hoy día pasa en los lugares donde
existen frentes de las FARC.
En Natagaima por aquella época ocurría algo parecido;
sólo que todos esos problemas los arreglaba por concerta-
ción la dirección de Partido Comunista. Siempre buscando
los consensos y la buena relación entre la gente. Para los ene­
migos del movimiento campesino esto era una República In­
dependiente y por eso el Ejército continuó las provocacio­
nes.
La gente comenzó a alejarse, a esconderse, a tener mie­
do. Por eso es que al margen del río Anchíque, por la que­
brada la Troja, la gente se escondió por esos lados. Aunque
no era zona fértil, por lo menos protegían sus vidas. La gente
resistió lo que más pudo, pero el Ejército rodeó la zona y co­
menzó a matar. Pasan de quince los muertos inocentes en ese
lugar. En esa masacre perdieron la vida varios miembros de la
dirección comunista de Natagaima. Entre ellos recuerdo a
Plácido Aragón, uno de los dirigentes más queridos de la re­
gión. Había tenido el grado de teniente en la guerrilla y por
eso lo llamaban el Teniente Tolima. Ahí murió otro gran gue­
rrillero del Davis, valeroso y solidario, que tenía el seudóni­
mo de Ave Negra y le decían Preste. Pero hay que aclarar que
ya estaba dedicado al trabajo campesino y era militante co­
munista dedicado a la organización de masas.
Apresaron mucha gente y saquearon muchas viviendas;
de los pocos que quedaron vivos podemos contara Televisión
o Carlos Julio, un luchador de la región y militante comunista.
Ése ha sido un duro golpe para el Partido y por eso quienes
quedaron de aquel ataque reforzaron su moral de lucha, co­
mo el caso de Televisión que, en compañía de otros compa­
ñeros, se reorganizaron y después con justa razón golpearon
al Ejército, reivindicándose a partir de ese ataque como la au­
todefensa del 26 de septiembre. Ése es el origen del movi­
miento 26 de septiembre.
El 26 de septiembre, grupo guerrillero que eligió esa fe­
cha en honor de los caídos en 1962, le dio duros golpes al
Ejército, entre esas acciones está una que se realizó por la ca­
rretera que de Prado conduce a Dolores.
Nosotros previendo todos estos hechos empezamos a ar-

131

■j
marnos para enfrentar una arremetida del Gobierno. Entre la
Undosa, Aleluyas y el Carmen, le hicimos una emboscada al
Ejército en la que tomamos seis fusiles nuevecitos, como los
queríamos nosotros, y con ellos volvimos a Marquetalia. Ya
las peleas se estaban incrementando en el Tolima. Nos baja­
mos a la Vega del muerto y ahí le organizamos una embosca­
da al Ejército que patrullaba de Gaitania a Planadas ya finali­
zando el año 62. Ahí cogimos otros fusiles y, lo mejor, recupe­
ramos veinticinco muías de carga de las tropas del Gobierno;
algo curioso es que recuperamos las cinco que nos habían
quitado cuando perdimos el trapiche con Isaías.

Lista de los pobladores de Marquetalia


De los pobladores marquetalianos en ese momento po­
demos hacer una lista muy aproximada. Pobladores dueños
de parcelas o fincas estaban: Manuel Marulanda Vélez, Isauro
Yosa, Isaías Pardo, Luis Pardo, Efraín Patilludo, Luis y Andrés
López, Parménides Cuenca, Bolita, Darío Mejía, Chucho Ortíz,
Martín Cruz, Jaime Guataca Duran, Abraham García, Timbre,
Campo Elias Luna, Víctor Luna, Baudelino Cruchot, José Cru-
chot, Germán Romero, Honorio González, Jesús Medina Ló­
pez, Rogelio Días, David González, Elicerio González, Fidel
González, Teófilo Guzmán, Gabriel Hualteros, Darío Lozano el
hijo, Secundino López, Cadillo, Rigoberto Losada, Jaime Re­
yes, Jaime Salinas, Joaquín Ospina, José Peñalosa, José Ortíz,
José Colorado, Reyes Ortíz, Alirio Cortés, Elias Ortíz, Feliciano
Cruz, Agustín Cifuentes y Evaristo Losada.
Alvaro Gómez Hurtado, senador de la época, seguía insis­
tiendo, como ideólogo del régimen, en llamar a las zonas
campesinas Repúblicas Independientes. Yo creo que este po­
lítico del bipartidismo liberal y conservador, hasta en la san­
gre llevaba ese odio hacia los trabajadores y especialmente
contra el movimiento agrario, por la rebeldía y la capacidad
organizativa que había demostrado. Era un hombre que odia­
ba al campesino, de una casta de ambiciosos políticos que
sólo han deseado acaparar riqueza, acaparar la tierra y el po­
der. Para lograr sus objetivos no dudan en hacer uso de la vio­
lencia; ésa es la mentalidad de esa burguesía colombiana,
tanto de liberales como de conservadores. Este hombre, Gó­
mez Hurtado, de filiación conservadora, para asustar a los mi-

132
litares empezó a decir que las regiones campesinas eran cam­
pamentos guerrilleros y no un movimiento agrario; se dedicó
a ocultar nuestro deseo de paz y de progreso, porque nues­
tro movimiento campesino lo único que anhelaba era la paz y
la posibilidad de cultivar la tierrita para el sustento de nues­
tras familias. Esas permanentes acusaciones y persecución al
movimiento campesino tuvieron repercusiones muy hondas
en la vida de los colombianos, que en las ciudades se refle­
jaba en un gran respaldo popular al movimiento agrario.
Ese momento el camarada Gilberto Vieira, dirigente na­
cional del Partido Comunista, era representante a la Cámara.
Vieira citó a una sesión de la Cámara de Representantes al
ministro de la Defensa para que respondiera sobre la situa­
ción de agresiones y de crímenes contra el movimiento cam­
pesino; en un memorable discurso, el camarada Vieira acusó
al latifundismo bipartidista, al Gobierno, a la Policía y al Ejér­
cito, de lo que pudiera pasar en las zonas campesinas y de
sus consecuencias.
Gilberto Vieira es, hasta ahora, en Colombia uno de los
hombres que ha dedicado todo el tiempo de su vida a la de­
fensa del pueblo colombiano, y muchas de sus opiniones han
servido para el desarrollo del país. Cuando ha criticado el
atraso colonial, y las formas de esclavitud que sigue viviendo
nuestro país ha apostado para el cambio en el modo de pro­
ducción. A Gilberto Vieira, ante todo, le reconozco que ha si­
do uno de los líderes de América Latina que con más fuerza y
claridad ha interpretado el marxismo leninismo y desde la
práctica se ha comprometido a buscar la paz, enseñando que
la respuesta a los problemas sociales, económicos, políticos y
culturales, se encuentra en el marxismo.

(VI)
Cuando Gilberto Vieira plantea en la Cámara las denun­
cias, los partidos tradicionales y las Fuerzas Armadas no re­
conocen estos hechos reaccionarios y criminales. En ese mo­
mento se enfocaban hacia la misma suerte otras zonas del
país a las que también se les acusaba de repúblicas inde­
pendientes. Se referían además de Marquetalia, al Pato, a Río
Chiquito, Guayabero, Natagaima, el Ariari, Sumapaz, Viotá,
Urrao en Antioquía, Medio Magdalena, Yacopí y Cimitarra-,

133
unas zonas con más fuerza que otras, pero de todas maneras
se señalaban las áreas de influencia del movimiento campe­
sino, especialmente por ser zonas donde había influencia no
bipartidista, pues allí la influencia era de los comunistas. El
autor intelectual de esas agresiones era Alvaro Gómez Hurta­
do y además el Gobierno, al que le molestaba que hubiera
allí un principio de organización de izquierda en esos movi­
mientos. La vida comenzaba a cambiar y a veces se perdía la
esperanza y el deseo de seguir en la producción agrícola, por­
que con las amenazas no se veía el futuro muy claro.42

Hubo ofensivas militares como la contra Natagaima, que


costó vidas, y en las otras zonas había muchas provocaciones
contra el campesinado. Utilizaban a alguna gente, para que
trabajaran como pájaros, como se les conoció en la violencia
a los conservadores armados; estos pájaros comenzaban a sa­
lir y también grupos liberales al servicio del Gobierno, para
asesinar gente y entonces echarle la culpa a los colonos; esto
sucedió por ejemplo en el Pato. Esta provocación era una me­
dida de presión política para justificar la agresión del Ejérci­
to después, todo esto lo planearon con el cuento de que es­
tas zonas eran repúblicas independientes, para justificar la
operación del Gobierno que ya estaba planeada, con el pro­
pósito de reconquistar para el manejo bipartidista y para los
terratenientes esta zona del país.

(Vil)
La verdad de fondo era que allí los campesinos se habían
organizado. Los colonos de una manera propia y muy sana,
con criterios progresistas y democráticos, habían establecido
normas de convivencia pacíficas y la explotación de la tierra
se hacía con criterios de solidaridad y de trabajo colectivo. Lo

42. Desde mediados de 1961 se había intensificado el debate en torno


a la supuesta ilegalidad de las mal llamadas «repúblicas independientes»,
calificativo que asignó el senador Alvaro Gómez Hurtado a las regiones cam­
pesinas influenciadas por el Partido Comunista Colombiano Gómez preten­
día aislar y desacreditar la lucha campesina por la tierra, trasladando la dis­
cusión a la institucionalidad y basándose en una especie de histeria antico­
munista, denominándoles grupo de bandoleros a toda expresión organizati­
va de labriegos, pese a las posiciones pacifistas del movimiento campesino
que se extendía por la geografía nacional. (N. del A.)

134
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PROBLEMA^
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tierra o muerte
Bogotá fue estremecida por las marchas populares con el movimiento campesino. La fo­
tografía registra una céntrica calle de la capital a principios de 1963 donde se exige el dere­
cho a la tierra y se rechaza la intervención militar y paramilitar en las zonas campesinas

Gilberto Vieira, el entonces Secretario General del Partido Comunista Colombiano y


representante de la Cántara, conversa con el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro.

135
que más le dolía a la oligarquía era la independencia política
del campesinado frente al bipartidismo tradicional. El Go­
bierno necesitaba un pretexto para llevara cabo una ofensiva
contra esas regiones campesinas.
Estos Gobiernos y su Ejército tienen un historial muy am­
plio de agresiones contra el pueblo, principalmente contra
los movimientos campesinos que han luchado pacíficamente
por tener un pedazo de tierra donde vivir en paz. Una de las
cosas en que el Ejército ha metido mucho las manos es en tra­
tar de atraer e ilusionar, por medio de promesas y de dinero,
a los hombres que han participado en el movimiento revolu­
cionario campesino Si uno se pone a recordar lo que hicieron
con los líderes de los liberales limpios, es exactamente eso.
La terminación de esas acciones es muy mala, porque, por
ejemplo, los liberales limpios terminaron como delincuentes,
al lado del Ejército como contraguerrilleros, como paramilita­
res. Un caso concreto es el de Mariachi. Mariachi no fue origi­
nalmente de los limpios, pues era sargento en el Davis, cuan­
do el 13 de junio. Mariachi recibió el mismo curso que habían
recibido Charro y Marulanda, pero resulta que cuando Rojas
Pinilla toma el poder, Mariachi se marcha y cuando resurge
como guerrillero, lo hace por dinero al lado de los liberales
limpios y finalmente directamente comprometido con el Ejér­
cito.
Un caso especial es el de Martín Camargo, que fue un di­
rigente comunista que yo conocí en el Davis, que inclusive
creo que fue miembro del Comité Central del Partido. Camar­
go en el Davis se perfilaba como uno de los máximos cuadros,
desarrollados políticamente. En ese curso de Buena Vista fue
uno de los principales profesores-, después salió de allí con
rumbo a Villarrica, porque allá fue con toda la gente; allí for­
mo parte de la columna de marcha de Alfonso Castañeda, Ri-
cíiard. Luego llegó al Pato y trabajó un tiempo porque tenía
una finca por ahí, luego de la colonización y que se repartie­
ron esas tierras baldías. A Martín Camargo lo buscaron y lo
buscaron los políticos, hasta que lograron comprarlo y poner­
lo en contra del movimiento popular; empezó a asistir a reu­
niones y a no informar nada, más bien a generar peleas inter­
nas buscando dividir a la gente. De repente Martín Camargo
fingió una enfermedad y no cualquier enfermedad, sino locu­
ra; los compañeros, preocupados por él, lo sacaron a Neiva-,

136
estando en ese tratamiento en Neiva, de un momento a otro
se descubre que no está en el tratamiento sino que está en la
Brigada trabajando con el Ejército. Este señor hizo después
muchas acusaciones contra la gente del Pato y contra los co­
munistas en general; a base de mentiras se convirtió en un
elemento acusador y calumniador, situación que aprovecha­
ron muy bien los enemigos del movimiento campesino, cum­
pliendo órdenes del Ejército, de los latifundistas y del Go­
bierno. Cómo me duele que aparezca en libros Martín Ca­
margo, acusando al movimiento campesino.”

De modo que esa táctica la ha realizado el Gobierno en


todas las partes donde el campesinado se ha organizado. Así
mismo pasó en el Sumapaz, donde el Ejército preparó mucha
gente para ponerla en contra del movimiento del Sumapaz.
Por ejemplo uno de estos personajes fue Marco Jiménez y su
hija; en Yacopí y por toda parte, el Ejército utilizó esta ma­
niobra de traición y provocación contra el movimiento cam­
pesino, de quitarle con dinero y promesas ideología y com­
promiso a líderes y revolucionarios.

Acciones cívico militares para dividir al campesinado. Pre­


ludio de la agresión
También se utilizó, como programa del Gobierno, la ac­
ción cívico militar, con el propósito de hacer propaganda, co­
nocer la cantidad de población en la región y de paso tratar
de ganarse a la gente. Ése es un método que lo han utilizado

43. Guaraca destaca este hecho por tratarse de un ex dirigente agrario


que traicionó la causa campesina, más aún, cuando posteriormente aparece
en documentos publicados a manera de «revelación», señalando al movi­
miento campesino y al Partido Comunista como responsable de que existie­
ran «repúblicas independientes». José Jairo González, investigador del Cl-
NEP (ONG colombiana de influencia católica jesuíta), destaca una carta de
Martín Camargo en la página 131 de su libro El Estigma de las Repúblicas Inde­
pendientes editado en 1992, donde ataca al movimiento campesino. Camargo
en una de las cartas que aparecen en esta publicación acusa calumniosa­
mente al Partido Comunista de varios hechos criminales llevados a cabo por
los militares, y en actitud extraña, tilda a dirigentes populares como Jesús Vi­
llegas y Hernando Hurtado de esmeralderos que, según él, impusieron el
desplazamiento forzado al movimiento agrario del Pato, Guayabero y orien­
te del Huila. . (N. del A.)

137
siempre y más cuando son zonas de muchas necesidades,
que no se pueden cubrir por la organización campesina. Allí
encuentran rápidamente adeptos, gracias a las necesidades,
pues se aprovechan de la pobreza que ellos mismos crearon.
Ésa es una enfermedad muy vieja. En Marquetalia lo utiliza­
ron al comienzo de la ofensiva, con el propósito de medir la
capacidad política de los campesinos y su militancia; inclusi­
ve hasta la creencia religiosa. Así miden el camino y los posi­
bles amigos que pueden conquistar con plata y recompensas.
Esas acciones cívico-militares no le traen ningún beneficio a
la gente, porque son puras promesas y compromisos de pa­
pel. En la actualidad les llaman Zonas Especiales de Orden
Público, para no decir que es una zona que está sometida a la
represión y en permanente operativo militar. Es una estrate­
gia parecida a la de los gringos en Vietnam; algo así como las
aldeas campesinas, donde les medían los alimentos, les im­
pedían caminar por los atajos y caminos, cazar y pescar, bus­
cando la manera de concentrarlos en un solo lugar, tratando
de menguar la moral de lucha de la gente. Eso fue justamen­
te lo que hicieron en Marquetalia, intentando aniquilar el mo­
vimiento campesino. Se dieron situaciones como ésa, por
ejemplo en Gaitania: toda la gente de esa jurisdicción fue re­
cogida en Gaitania, lo mismo en Sur de Atá, igual en Planadas.
En Gaitania obligaron a los indígenas a que se concentraran al
pie del cementerio; los indios construyeron ranchos con hojas
de caña, donde muchos murieron de hambre bajo el rigor de
un toque de queda que no permitía desde las seis de la tar­
de hasta las seis de la mañana que nadie saliera de allí-, en las
calles de Gaitania no andaba ya sino el Ejército.
En esas condiciones varios indios fueron asesinados cuan­
do rompieron el toque de queda, buscando algún remedio o
comida. Ésa era una forma de zona especial de orden público
o campo de concentración; control de provisiones, de entra­
das y salidas, de caminos y muchos más abusos. Eso no es
nuevo en Colombia y siempre desde esa época se ha aplica­
do, por ejemplo, para citar hechos más recientes, entre el año
ochenta y el ochenta y uno, en la zona aledaña al Pato, el Ejér­
cito patrullaba toda la región y finalmente cercó toda la zona;
yo en ese entonces estaba allí, colaborando con el segundo
frente de las FARC. El Ejército pasaba por enfrente de la casa
de un campesino y entonces contaban los animales, ganado,
cerdos y hasta gallinas y daban instrucciones a los campesinos

138
de que si consumían un animal, debían dar aviso a la patrulla
y si no mostrar los huesos, porque según ellos, así se evitaba
que los campesinos le vendieran comida a los guerrilleros. Si
una vaca se moría, había que reportarla al puesto militar. Otras
provisiones, como la sal por ejemplo, se la medían a la gente
de acuerdo al número de personas en la familia. Todo con la
intención de forzar al guerrillero a claudicar por hambre, o que
se desespere y abandone la zona; pero resulta que eso no se
produce ni se va a producir nunca. Y eso fue lo que intentaron
hacer desde esos principios de la década del sesenta.
Son diversas las formas que el capitalismo como ideolo­
gía utiliza para penetrar las zonas campesinas; empobrecer y
dispersar a la gente para luego ponerle precio a la moral del
pueblo, intentando comprarlo y fuera de eso aparecer ayu­
dando a la población y en eso han tenido mucho cómplice. En
la época cruda de la violencia, por ejemplo, muchos curas
participaron directamente en la violencia, incitando a la po­
blación contra los liberales y comunistas; los mismos presi­
dentes, Ospina Pérez y la familia Gómez durante la década
del cincuenta, que oraban públicamente por la situación y
defendían las creencias religiosas, no se detenían después
para mandar a atropellar y asesinar a la población indefensa
que no estaba de acuerdo con ellos.
De la misma manera los Estados Unidos se amparan en
sectas religiosas para penetrar las regiones y menguar su ca­
pacidad organizativa y de lucha popular. Desde Estados Uni­
dos se manejan sectas religiosas, sectores evangélicos, testi­
gos de Jehová, cristianos, hermanos de Dios y otros grupos
protestantes que dan cursos religiosos, pero a la par dan las
orientaciones ideológicas de que la culpa de la pobreza es
del demonio y de esas ideas malas de ponerse a luchar. Esos
grupos ignoran la realidad social o la ocultan y le dicen a la
gente que hay que tener paciencia porque la recompensa es­
tá en que Dios espera en el cielo a los que no tienen nada. In­
clusive, muchas veces se ha pensado que aprovechan para
pasar informes de inteligencia cuando es el caso. En Marque-
taha hubo un caso patético, el caso de Aquilino Paya, un indí­
gena que después pasó a ser de la inteligencia del Ejército,
porque le dieron cursos como ésos y ya nos acusaba de que
esa lucha era contra Dios. Otro caso es el de Roque Góngora,
muy parecido al anterior. Nuestro movimiento ha respetado
mucho a esos curas y pastores porque son religiosos y se en-

139
tiende que el 95% del pueblo colombiano es creyente, por lo
menos el 90% es católico y el resto es de otras sectas. Como
revolucionarios colombianos respetamos esas creencias, por­
que no se le puede decir a la gente así nomás que no crea en
tal cual cosa; para eso hay que invitarlos a estudiar hasta el
origen de la filosofía, además eso hace parte de la cultura de
la gente y eso hay que respetarlo; también hay que tener en
cuenta que hay sectores buenos en esas iglesias.

Se consolida el movimiento campesino de Marquetalia


En 1963 Marquetalia fue un movimiento que llegó a tener
una influencia muy amplia en toda la región; se llegaba hasta
Aipe en el Huila, por Palermo; todos esos corregimientos en­
tre Órganos, Chapinero, San Luis, La Julia, Aipecito y El Car­
men. Además en el Tolima por Natagaima, El Patá, Monte Frío,
Balsillas, Praga, Casadecin, Santa Rita, Sur de Atá y Gaitania.
Era un área muy amplia de influencia; la gente tenía una es­
peranza muy grande en nosotros, la misma que sigue tenien­
do hoy día en el conjunto del movimiento guerrillero, confian­
za en nosotros por la forma de proceder. Marquetalia como
movimiento guerrillero y movimiento agrario tuvo mucha in­
fluencia, porque políticamente se llegó a muchos lugares. La
gente tenía tanta fe en nosotros y confiaba plenamente. Casos
como pedirle a los compañeros y no al cura, que nosotros hi­
ciéramos un matrimonio. Fueron muchos los matrimonios que
por esta vía se realizaron; asimismo el movimiento campesino
llegó a solucionar problemas de un hogar, mucho mejor que
cualquier juez. El arreglo de problemas entre vecinos, por
ejemplo que un vecino le corrió el poste del alambre unos
metros de más, entonces llegaba la comisión del movimiento
y antes de ordenar algo examinaba en colectivo la situación,
los papeles de propiedad si los había y basados en eso, se es­
tablecía el arreglo, procurando una forma amigable, quedando
los vecinos contentos y todo bien. El daño de animales ajenos
en una sementera, también se arreglaba, por ejemplo: que
unos cerdos se comieron y dañaron un yuca!, se valoraba el
daño y se orientaba un arreglo, y así otros casos.
En el 63, todavía hacíamos ese tipo de recorridos, arre­
glando problemas como los mencionados. Por ejemplo me
tocó realizar una gira que empezó por Sur de Atá, el Hueco,
Chapinero y otras zonas, acompañado de Lozano y Rogelio,

140
haciendo ese tipo de arreglos. Recuerdo que en esa gira nos
informamos de la actitud que había asumido Efraín Valencia,
que en Planadas estaba ultimando detalles y ayudando a
confeccionar mapas y rutas posibles para la entrada del Ejér­
cito a la zona de Marquetalia.
Ese año comenzamos a ver el continuo vuelo de avione­
tas que dejaban caer sobre la región millares de volantes ha­
ciendo una campaña contra nosotros; utilizando esa propa­
ganda que diseñaban los mandos militares en los batallones,
pretendían desacreditar al movimiento y restarle apoyo po­
pular. Comenzamos a entender que se nos acercaba un pro­
blema bastante grave. Ese año se orientó construir caletas en
la profundidad de la selva y almacenar allá la provisión que
más se pudiera, según las posibilidades de cada familia; pen­
sábamos que si una familia tuviera que esconderse en la sel­
va, tuviera siquiera para seis meses de sobrevivencia. Ese
año hicimos ese tipo de preparación, buscando maneras de
defender las familias, es decir a toda la población civil, po­
niendo en práctica una orientación de la Primera Conferencia
de Autodefensa, pues estábamos creando zonas de reserva.44
También nosotros nos preparábamos en otras direccio­
nes; por ejemplo a mediados del 63 la atención a la agricul­
tura fue mermando, porque comenzamos a sospechar y espe­
rar la ofensiva del Gobierno contra las zonas campesinas; pre­
sentíamos que ya el problema no iba a tener remedio o ma­
nera de atrancarlo, pues escuchábamos la radio y las noticias
insistían en la versión oficial de que nuestra región era una re­
pública independiente; agitaban la campaña de las supues­
tas repúblicas independientes, incitando a los mandos mili­
tares para que se lanzaran definitivamente sobre estas pacífi­
cas zonas campesinas.

44. Las zonas de reserva fueron pensadas y organizadas por el movi­


miento agrario de la época para la evacuación masiva de la población desar­
mada, cuando se daban las represalias militares del latifundismo bipartidis­
ta. En esos sitios, selva adentro, la comunidad seguía cultivando la tierra y
mantenía en alto sus formas organizativas de lucha. Esta orientación del Par­
tido Comunista se puso en práctica después de agotadas todas las posibili­
dades pacíficas de llegar a acuerdos con el Gobierno y evitar ataques contra
el movimiento campesino. (N. del A.)

141
Jacobo Arenas y Hernando González emisarios del PCC y la
juventud
Cuando termina el año 63 tomamos el camino, los cami­
nos reales, y amanecimos el día primero de enero de 1964 to­
mando trincheras, esperando ya la ofensiva del Ejército; nos
parecía que ya asomaban; eran muchos los comentarios de la
gente, e inclusive empezaban a decir por los alrededores que
ya comenzaba la Operación Marquetalia.
Antes de marzo, antes de la operación contra nosotros, al­
go que nos puso en expectativa y que nos llamó la atención,
fue que comenzó a sobrevolar la zona un avión que no se ha­
bía visto: el T33. Ese avión sobrevoló la zona con vuelos ra­
santes, especialmente en la zona de Gaitania y Planadas, co­
mo si fuera una exhibición, subiendo hasta Marquetalia por la
cordillera y se dejaba venir luego por todo el centro del ca­
ñón del río Atá.
Fueron muchas las veces que esos aviones pasaron casi
rozando los techos de las casas en Gaitania, haciendo volar
hasta las gallinas y asustando a la gente. Era una acción sico­
lógica para demostrar que eran una fuerza poderosa para la
guerra. Ya en marzo, antes del día quince quizá, nosotros es­
tábamos en trincheras; yo estaba al pie del Puerto en una
avanzada; eran dos avanzadas, la del Puerto por el camino re­
al por donde subíamos nosotros a Marquetalia y la Suiza que
era el camino real por la zona indígena; eran ésos los dos ca­
minos principales. Los camaradas Marulanda e Isaías estaban
ahí con nosotros. Por esos días llegaron unos compañeros, en­
tre ésos llegaron Jacobo Arenas y Hernando González, envia­
dos por el Comité Central del Partido Comunista. En principio
yo me hice a la idea de que venían a una reunión y que lue­
go se regresaban; pero a nosotros nos ordenaron salir de las
trincheras a saludarlos; nos hablaron de la situación y luego
siguieron el camino, mientras nosotros nos quedábamos en
las trincheras. Jacobo Arenas era del Comité Ejecutivo Central
y Hernando González era un dirigente de la Juventud Comu­
nista/5*’6

45. «Viaje a la montaña


En los primeros días de abril de 1964 tuvimos conocimiento de una gra­
ve decisión del Gobierno colombiano: la guerra de exterminio contra la re­
gión de Marquetalia comenzaría en la tercera semana de mayo de ese año.

142
A los pocos días citaron a una reunión de toda la direc­
ción. Teníamos que concentrarnos en San Miguel, en casa de
Lozano. Subimos a San Miguel y la reunión era para dos cosas
principales: primero, informara los recién llegados de toda la
situación en detalle; segundo, informarnos de la tarea enco­
mendada a ellos, que consistía en explicar la situación políti­
ca del momento y, cómo se veía, la esperada operación con­
tra Marquetalia. La dirección que se encontraba en ese mo­
mento en Marquetalia se había constituido varios años atrás:
Secretario general, Isauro Yosa o Listen Jefe de autodefensa, el
camarada Marulanda. Responsable de las armas, Isaías Pardo.
Tesorero, Darío Lozano y secretario de organización, Jesús
Medina López. Hacíamos parte de la dirección, Luis Pardo,
Tufa, Rogelio Díaz, Parménides Cuenca, Darío Mejía y Jaime
Guaraca. Ésa era la dirección que había allá y con esta direc­
ción es que se reúnen Jacobo Arenas y Hernando González.
Los recién llegados nos informan acerca de lo que, exte-
riormente a nuestra zona, se sabe de la operación. L¿? Opera­
ción Marquetalia está dotada de todos los elementos logísticos
que se emplean en una guerra para tiempo indefinido. Nos
informan que se saben detalles del eventual ataque a nues­
tra zona; también que los gringos están asesorando y van a
aplicar la estrategia de guerra contrainsurgente, que en ese
momento orientan los norteamericanos, con el Plan LASO.”

Contra el núcleo revolucionario de Marquetalia se emplearían a fondo


16.000 hombres del Ejército. Fuerzas combinadas de infantería, artillería,
aviación para bombardeos y aerotransporte iniciarían la agresión. Se emplea­
ría en todo su rigor la táctica del cerco y el bloqueo. Si se producía por parte
de los campesinos alguna manifestación de resistencia, serían lanzadas bac­
terias contra la población» Jacobo Arenas, ídem , p. 15
46. «La dirección central del Partido Comunista necesitaba reforzar la
presencia de sus cuadros en el teatro de sus acontecimientos futuros. A Her­
nando González y a mí nos cupo el gran honor de ser comisionados para cum­
plir esa tarea, el primero en representación de la Juventud Comunista y el se­
gundo en la del Partido». Jacobo Arenas, ídem., p. 16.
47. El Pentágono norteamericano, una de las sedes de Inteligencia Mili­
tar del imperialismo, diseñó el Plan LASO (Latin American Security Opera-
tion), con el propósito de aniquilar al movimiento social y popular en Améri­
ca Latina En el marco de esa estrategia gringa, se planeó y se llevó a cabo la
agresión militar contra las zonas agrarias en Colombia, en la primera mitad de
la década de los sesenta. (N. del A.)

143
El Ejército colombiano ha recibido instrucción para pene­
trar en cualquier parte de la selva, el llano o la montaña. La
misión específica es tomar Marquetalia, apoderarse de esta
zona y de allí seguir la persecución hacia todas las regiones, a
donde según los sectores reaccionarios y de la oligarquía co­
lombiana están las repúblicas independientes; y según los
militares y los asesores de los Estados Unidos, el foco del co­
munismo internacional.
Es así como los delegados del Comité Central del Partido
y de la Juventud Comunista, nos alertan de la dimensión que
tendrá el ataque a nuestra zona. Explican además que vienen
a quedarse con nosotros para contribuir en todo lo que fuera
necesario para el campesinado y aportar todo lo posible,
pues la situación real de la región dista mucho de los califica­
tivos que le dan los oligarcas liberales y conservadores, te­
rratenientes y militares con asesoría gringa. Nos explican que
la misma orientación de acompañar las zonas, se ha llevado a
cabo en otras regiones campesinas. Es así cómo para el Pato
se fue Ezequiel Gallo, un cuadro político; para el Guayabero
se fue otro cuadro de la Juventud Comunista, que ahora se co­
noce como Arturo Alape; para Río Chiquito se marchó otro
cuadro a contribuir con la lucha, donde estaba Ciro Trujillo, y
que ellos venían a contribuir con nosotros en Marquetalia.
Nosotros informamos a los compañeros que nuestra región ya
se venía preparando y estaba lista para la resistencia; que el
personal activo estaba distribuido en las avanzadas y en ta­
reas de patrullaje; que la población civil, mujeres y niños es­
taban entre la selva, con provisión para unos seis u ocho me­
ses en las zonas de reserva, y que se notaba una inmensa vo­
luntad entre la gente activa para hacer la resistencia; que to­
do el campesinado tenía la moral en alto y se estaba prepa­
rado para defenderse y que contábamos con las provisiones
suficientes; también les informamos que la gente activa ya en
la autodefensa no pasábamos de cuarenta y que de esos cua­
renta, armados estábamos entre veinticinco y treinta.

El secretariado para la resistencia (abril de 1964)


Hubo una segunda reunión de la dirección, en la casa de
Joselo, donde ya están integrados Jacobo Arenas y Hernando
González. Entre los objetivos de la reunión-, nombrar un se-

144
cretariado de cuatro compañeros, un secretariado para la re­
sistencia. Este secretariado recayó en los nombres de Manuel
Marulanda Vélez, Isauro Yosa, Lister, Jacobo Arenas y Hernan­
do González.
Isaías Pardo asume la responsabilidad de jefe de opera­
ciones en la resistencia. Esa reunión define tomar puestos de
avanzada claves y los puestos de observación en la región. A
partir de ese momento no hubo más relevos; esas avanzadas
serían fijas. Estábamos entre veintisiete y treinta armados y
el arma más ventajosa que teníamos allí era una carabina San
Cristóbal y el resto eran ocho fusiles MI, unos fusiles de peri­
lla y varias escopetas.
Luego de que el camarada Marulanda escuchó las inter­
venciones más las informaciones que traían Jacobo y Hernan­
do, pidió que se levantara la sesión por veinticuatro horas,
seguramente para pensaren la situación. No iban doce horas,
cuando pidió que se reanudara la reunión nuevamente con
toda la dirección, pues ya tenían elaborada una propuesta
desde el secretariado para la resistencia. Esta propuesta par­
tía del análisis de la situación, diciendo que el ataque se re­
alizaría por un Ejército de ocupación en condiciones de llegar
a todas partes y logísticamente muy preparado con la aseso­
ría norteamericana; entonces la orientación consistía en ade­
lantar una evacuación masiva de la zona, de todas las familias,
para protegerlas de la masacre que se venía. Sacar de la re­
gión a toda la población civil, para evitar que caiga en manos
del enemigo o en medio de las peleas que se van a dar en la
zona.
El camarada Marulanda dice en esa reunión, «La pobla­
ción civil no tiene por qué sufrir esas consecuencias». Se re­
fería a un prolongado sitio, donde el hambre afectaría a la po­
blación y por ello era conveniente alejarlos, evacuarlos de la
zona. La propuesta en concreto era evacuar a toda la pobla­
ción civil que no se pudiera asimilar o adaptar a la vida gue­
rrillera. La discusión se hizo debatiendo esa iniciativa y la
reunión concluyó tomando esa propuesta. Se pusieron de
plazo cuarenta y ocho horas para movilizar a las familias, por­
que eso se debía hacer muy rápido. Luego de eso se distri­
buye la dirección por grupos, unos por San Miguel, otros por
Juntas, y por el Guayabo, donde estaban agrupadas las fami­
lias para reunirse con los delegados; el propósito era el mis-

145

k
mo, explicarles la dimensión de la operación que contra ellos
se venía y hacerles conocer la decisión a la que había llegado
la dirección. Hubo discusión con algunas de las mujeres y ma­
nifestación de algunas de ellas que decían que era una estra­
tegia para dejarlas solas y con los hijos, mientras los hombres
se iban con la otra.
Al final todo quedó claro y la población comenzó su eva­
cuación; se alistaron los ganados, aunque con la ofensiva el
Ejército cogió casi todo el ganado y se lo robó. Las familias se
despedían con tristeza, pero con la firmeza de siempre-, la gen­
te comprendía quiénes eran los responsables de esa tragedia,
los que amenazaban la región, los que imponían la violencia
contra la población campesina: los mismos autores de los gru­
pos de pájaros o paramilitares, los terratenientes y oligarcas,
que odian a los sectores populares y sólo desean su tierra.
La despedida de la gente fue sobre el tiempo; los hom­
bres acompañaban a su mujer y sus hijos hasta arriba de Gai-
tania, hacia el Huila y otras regiones, y luego llegaban hasta
un punto donde se devolvían hacia el sitio que se orientó pa­
ra la concentración de los que iban a seguir como autodefen­
sa activa; para esto se dio un plazo de veinte días, y la gente
cumplió. No obstante hubo familias que se quedaron en al­
gunas zonas, familias que no entendieron la situación y que
antes habían sido guerrilleros, pero que con el Frente Na­
cional volvieron al campo ilusionados y ahora confiaban en el
Gobierno; algunas de esas familias se quedaron por más que
se les insistió para que se movieran; lo más que hicieron fue
quedarse aledaños a Sur de Atá, o bajarse a Gaitania. A estas
familias, muchas de ellas, cuando el Ejército llegó, las asesinó.
Un caso por ejemplo es el de Aldemar Medina, de Anto­
nio Narváez, para citar algunos; a Jesús Murcia, que lo mata­
ron en su finca en el Socorro, porque figuraba en una lista que
ellos traían y la orden no era detener, sino asesinar a los sos­
pechosos de pertenecer al movimiento campesino. Por ejem­
plo en Aipe sobre el río Magdalena en el Huila, a este muni­
cipio pertenece la vereda de la Cinta; allí había una familia de
apellido Mora, con cuatro hijos varones de los que mataron
tres; eran muchachos buenos, todos campesinos y con ellos
mataron a varias personas más, entre ellos a un señor Cede-
ño, y ahí mismo en la Cinta, también mataron a una familia
Castellanos.

146
En el Dorado, una finca de los Rodríguez, llevaron mucha
gente que no volvió a salir de ahí. De esa gente que llevaron
a esa finca, no se volvió a saber nada, a todos los asesinaron.
Eran órdenes que venían del Gobierno de Valencia y de los
altos mandos militares. A la gente que mataron en esas con­
diciones era porque estaban desarmados y, peor aún, confia­
dos en las políticas oficiales y con deseos de trabajar en paz
en su tierra, por eso no habían marchado con nosotros.4"

Se inicia la Operación Marquetalia


En la casa de joselo, ubicada en San Miguel, el secreta­
riado para la resistencia se reúne y acuerdan realizar una
asamblea General con toda la gente para explicar y discutir la
táctica a seguir. Estando reunidos en esta asamblea se supo
la noticia: el Gobierno había comenzado la llamada Operación
Marquetalia.
El camarada Marulanda tenía la costumbre de sintonizar
la radio Caracol, que en cada hora pasaba el reporte Esso,
que era un reporte de noticias; como a las nueve de la maña­
na del 18 de mayo de 1964 oímos un comunicado oficial del
Presidente Valencia, donde da a conocer a la opinión pública
colombiana que declaraba oficialmente la Operación Marqueta-
lia, y que estaba dispuesto un operativo en el que participa­
ban inicialmente 16.000 hombres del Ejército colombiano,
contra la que él llamaba república independiente de Mar-
quetalia. Comprendimos que era el operativo más grande mi­
litar en la historia de Colombia.

48. «Los campesinos de varias regiones también se movilizaron pidien­


do una salida distinta a la confrontación. Con todo ello el Gobierno resolvió
declarar la guerra oficialmente. Enseguida autorizó a los altos mandos milita­
res para que ocuparan la región de Marquetalia y el Pato y eliminaran a to­
dos los habitantes que no compartieran la política oficial. Y fue así, tal como
en un lugar llamado El Dorado, cerca de Planadas, donde fusilaron a cente­
nares de campesinos acusados de bandoleros, colaboradores del bandole­
rismo y del comunismo» Manuel Marulanda Vélez, (fragmento del discurso
pronunciado el 27 de mayo de 1994 ante el secretariado de las FARC-EP, la
comandancia de los bloques, miembros del Estado Mayor de los Frentes y
combatientes de los diferentes frentes de trabajo), publicado en Internet,
página WEB del Frente Internacional de las FARC, p. 2. 1996.

147
Se declaraba a la sexta brigada de Ibagué como responsa­
ble del operativo. Cuando se escucha esa noticia el camarada
Marulanda dice, «ahora sí se nos vienen para acá». Inmedia­
tamente se ordenó a la gente que se distribuyera en las avan­
zadas; a mí me correspondió en la avanzada de la Suiza. Co­
mo el día 20 o 21 nos vimos con una gente de Gaitania, entre
ésos un señor, Alberto Díaz. Cuando nos vieron allí en ese si­
tio con Lozano, a orillas del río con nuestras armas, Alberto
Díaz nos dijo, «y ustedes con esas armitas están ahí todavía»,
nosotros le contestamos que íbamos a estar allí hasta que fue­
ra necesario. Él nos explicó la forma como llegaba cantidades
de tropa a Gaitania y las armas que se les veía, y además dijo
como en plan de asustarnos o de advertirnos, que nos iban a
matara todos; nosotros no respondimos nada, pero es mucha
la ira que le da a uno cuando en esas condiciones un tipo se
atreve a decir eso. Nosotros les dijimos que íbamos a hacer la
resistencia hasta donde se pudiera.
El día 25 de mayo sube un indígena y nos dice que había
mucha tropa donde Cangrejo, y mucha más en la Floresta, si­
tio que estaba a media hora de donde estábamos nosotros.
El día 27 la tropa amaneció en las plataneras de Manuel
Moreno, como a quince minutos al frente de donde estába­
mos nosotros, ahí se habían pasado todo el día anterior y la
noche. Ese día avanzan hacia nosotros y nosotros teníamos la
orden de que, en un determinado punto del camino, si pasa­
ban, disparábamos. Y así fue como pasó; ellos que pisan ese
punto de referencia y se les quemó el primer tiro en el cañón
del río Atá; estaban conmigo como fusileros David González y
Darío Lozano. Ahí libramos el primer combate.
En total unos siete combatientes. Resistimos un rato allí y
enseguida pasamos la quebrada de San Pedro, tratando de
que nos siguieran, para ubicarlos en un terreno que estaba
preparado para una emboscada. Estábamos ahí por los lados
de la quebrada de San Pedro, cuando a eso de las dos y me­
dia de la tarde llegaron al sitio Isaías Pardo, Joselo y Luis Gon­
zález con otros compañeros. Ya nos reforzamos para quedar­
nos allí. El Ejército, apenas escuchó los primeros disparos, co­
menzó a emplear una nueva táctica que consistía en no avan­
zar más hasta que no estaban seguros, y no empleaban como
antes el camino o la carretera sino la trocha.
Nosotros nos quedamos emboscados; al día siguiente se

148
subieron por las plataneras hasta un alto que teníamos allá, y
sólo a los dos días nos dimos cuenta de que ya estaban enci­
ma de la avanzada nuestra que operaba en esa quebrada. Los
descubrimos a los dos días de no escuchar nada: me paré del
sitio donde estaba emboscado a orinar y fui a donde tenía­
mos indicado para hacer las necesidades y cuando venía de
regreso vi humo, además de sentir olor a madera quemada;
entonces le pregunté al camarada Isaías si había ordenado
encender fuego por esos lados; dice que no y enseguida man­
dó a Luis González y le dice, «suba y explore y si es necesa­
rio suba hasta el plan del cementerio, para ver qué es lo que
hay por ahí». Cuando Luis González regresó, nos contó que en
la parte alta en el lechal el Ejército había levantado carpas y
estaba acampando, y que eran cantidades de tropa.
Isaías indicó la necesidad de que saliéramos de allí, por
el temor de que el Ejército ganara el camino que bordeaba el
filo y como ya no teníamos puente, pues Isaías había manda­
do a tumbar el puente colgante sobre la quebrada para ase­
gurar el camino, ése era el sitio que teníamos para salir de
ahí. Además notamos que ya dominaban mejor visión del te­
rreno y que también quedaba al descubierto la avanzada
nuestra del otro lado del río. Apenas nos descubrieron co­
menzaron a lanzarnos morteros y bazuca desde allá. Ahí se re­
crudeció la pelea. A partir de ese momento la dirección de la
avanzada quedó en manos de Isaías, que era quien recibía las
comunicaciones y también las despachaba para el secretaria­
do. Nosotros nos quedamos emboscados ahí; a los cinco días
el Ejército se nos metió favorecido por las nubes, pues ese te­
rritorio permanece nublado, con la bruma casi al suelo; por la
noche nos salimos y ya a la madrugada Isaías me ordenó que
me quedara en un sitio que el designó, porque él con Luis
González, Lozano y otros compañeros se fueron a despertar a
los militares que estaban en la parte de arriba, en el sitio lla­
mado el cementerio.
Así fue como a las cuatro de la mañana Isaías y el grupo
que le acompañaba se subieron un poco y amaneciendo le
dieron la primera trilla al Ejército en la zona. Esa acción que
sucedió en los primeros días de junio, la comandó el camara­
da Isaías Pardo.
Después de este enfrentamiento, Isaías mandó mensajes
al resto de la cortina, que estaba compuesta de dos puestos

149
por el filo arriba, y se produce una mala comunicación y es
cuando perdemos al primer hombre, perdemos al compañe­
ro Luis Salgado, por una mala señal, pues el que lleva la co­
municación, un compañero que le decíamos Radio Roto, en
vez de dar la comunicación como se la ordenó Isaías, la trans­
mitió al contrario; Isaías había ordenado que se le dijera a los
compañeros que se tiraran hacia el camino real, que ya íba­
mos a dejar ese sitio, y Radio Roto dijo que bajaran inmedia­
tamente, y claro, al bajarse encontraron con el Ejército. A Luis
Salgado lo hirieron primero tirándole unas granadas y des­
pués lo remataron Ése fue el primer muerto de la resistencia,
es el primer y único muerto guerrillero de la resistencia hasta
septiembre de ese año.
¿Se percibía la participación de los norteamericanos en esa operación
contrainsurgenle?
Sí, en muchos de los restos de las bombas se encontraba
el letrero inade in USA, y algunos de los helicópteros jamás los
habíamos visto y de repente sobrevolaban toda la zona. Los
cascos de las bombas, como le digo, tenían referencias de los
EEUU; pero la comprobación la tuvimos después, cuando le
tomamos armas y equipos al Ejército y comprobamos no sólo
el origen sino la asesoría en el uso de esas armas.
Ésa fue una pelea muy desigual para nosotros pues no te­
níamos de esos equipos ni asesoría alguna, a pesar de que la
prensa de la oligarquía hablaba de que el comunismo ruso y
cubano estaba detrás de nosotros; pero en el fondo lo que te­
nían era que justificar nuestra resistencia con esas informa­
ciones, porque no podían aceptar que un puñado de campe­
sinos, con armas tan sencillas y con una estrategia tan simple
pero llena de valor, les estuviera resistiendo. Y es que la ex­
periencia la hicimos en la vida práctica y, cuando fue posible
y necesario, nos reunimos para hacer balance, entonces cada
guerrillero exponía su experiencia y comentarios, fuera pe­
queña o grande la experiencia, la exponía, y así luego hacía­
mos un análisis general buscando respuestas, que nos ayu­
daran a encontrar salidas contra la táctica que estaba usando
el Ejército.
Por ejemplo, nosotros empleamos el método de la corti­
na, que consistía en cubrir un terreno en pequeños grupos,
generalmente de a dos; ¡os militares en esa ofensiva ya no
andaban por los caminos, sino a campo traviesa con una dis-

150
tanda muy prudente de unos a otros; entonces nosotros ana­
lizamos eso y nos distribuíamos de dos en dos, estirando la
columna; en ese momento éramos trece personas. Había ve­
ces que los cogimos en medio, nosotros dos y dos al lado de
un sendero y ellos pasando por la mitad; muchas veces no
daba tiempo ni de disparar, porque iban muy separados; así
se fueron metiendo en la región y se la fueron tomando has­
ta llegar al alto de los Socorreños. El siguiente paso de los
militares fue el bombardeo indiscriminado. El 13 de junio es­
tábamos desde muy temprano emboscados, cuando como a
las seis y media de la mañana aparecieron los aviones; un
grupo de aviones de los llamados T33 y enseguida los heli­
cópteros artillados bombardeando durante horas y horas to­
da la zona de Marquetalia; fueron como cuatro horas de mu­
cho bombardeo, por todos los filos, por la selva, por las ca­
sas; mejor dicho le dieron una revolcada de bombas y metra­
lla a toda la zona.
A) final de la mañana de ese día, unos cinco helicópteros
empezaron a dejar tropa en la parte alta de Marquetalia; iban
y venían dejando tropa en los filos de Marquetalia; los heli­
cópteros se abastecían desde la finca de el Dorado, el sitio de
torturas y desapariciones que ya le mencioné, donde habían
concentrado toda la tropa aerotransportada; entonces los via­
jes los hacían desde el Dorado a Marquetalia, dejaban tropa
y volvían a recoger más. Cuando eso está ocurriendo nos dice
Isaías. «Esos helicópteros cuando suben van llenos de tropa
y luego bajan desocupados, se nos están metiendo». Pensa­
mos en hacer algunas descargas porque no había otra alter­
nativa; los vuelos se adentraron a dejar tropa en la hondona­
da del río y en el altiplano, y allí estaban muy distantes para
un lado como para el otro, y era muy complicado para hacer­
les fuego. En la parte alta de Marquetalia había quedado un
puesto clave; en un altiplano muy cerca de donde estaban
desembarcando estaban unos compañeros; para ese puesto
se designaron cuatro compañeros y cuando comenzó el de­
sembarco de hombres aerotransportados del Ejército, allí es­
taban Luis Pardo Tula, José Bedoya, Luis López y Andrés Ló­
pez, dos hermanos.
Su misión era la siguiente: Andrés y Luis López arriaban
una vacas para el monte, destinadas a nuestro sostenimiento
José Bedoya era el encargado de ponerle fuego a las casas,

151
por orden del camarada Marulanda. La primera casa que te­
nía que quedar en cenizas era la de Marulanda porque no iba
a permitir que el enemigo se sirviera de sus cosas; a Tula se
le encomendó la disposición de atender los primeros emba­
tes del enemigo. Eso se cumplió a cabalidad: El mismo día
por la tarde, las tropas intentaron bajar para Marquetalia, y
ahí Tula, que los estaba esperando, mató el primer soldado;
tuvo que soportar escondido tiros y granadas, hasta que se
corrió unos metros y los esperó otra vez. Cuando volvieron a
avanzar Tula los contuvo; ése era un hombre que tiro que dis­
paraba era un muerto, pues disparaba cuando los tenía a po­
cos metros de distancia.
Tula dio de baja como a unos cuatro ahí, hasta que se re­
tiró, pero antes les dificultó el desembarco de tropas. Con
eso fue suficiente para que el General Matallana dijera por la
prensa que por donde se andara esas tierras estaban mina­
das, y que Marquetalia estaba fortificada. Siempre con el áni­
mo de poner a Marquetalia como un monstruo intocable. Se­
gún él, allí había un gran Ejército de bandoleros, y le infor­
maba al país de cantidades de bandoleros que combatían.
Con este testimonio le estamos demostrando, a quien pronto
haya escrito sobre Marquetalia con otra versión, con hechos
concretos, y con nombres propios, cuántos campesinos éra­
mos los que defendíamos la zona y cómo actuamos.
Isaías nos ordena que nos desplacemos para reunirnos
con el camarada Manuel, para ver qué se pensaba hacer aho­
ra en medio de esta ofensiva. Cuando íbamos bajando me en­
contré con el Capitán Paya, el viejito capitán de los indígenas;
el viejito me saluda y me cuenta que estaba en la Ucrania
cuando las tropas bajaban allá y que había visto bajar canti­
dades y cantidades de soldados como micos por unas cuer­
das desde los helicópteros; se despidió muy triste y me insi­
nuó que no nos volveríamos a ver, pero que bueno, él quería
que nos fuera bien.
Llegamos hasta la casa de Pajarito y allí espero a que lle­
gue Isaías; llega como a eso de las cinco y media de la tarde
y nos sentamos en el filo de la montaña. De pronto vimos que
un puerco venía a la carrera por el camino; Isaías lo reconoció
como uno de los cerdos que tenía en la finca y nos dimos
cuenta que los animales a raíz de los bombardeos tomaron
los caminos reales y venían como locos, camino abajo. Isaías

152
ordenó sacrificar ese puerco, para que no se lo fuera a comer
el Ejército, como estaba haciendo con todo.
El Ejército arrasó con todo. Lo que no saquearon se lo co­
mieron, comenzando por el ganado. En Marquetalia acabaron
con el ganado, con los cerdos y las gallinas. También acabaron
con la producción agrícola; todo eso se lo comió el Ejército,
como si los productos agrícolas y los animales domésticos tu­
vieran filiación política. Uno entiende que en una guerra esas
cosas son así, pero Marquetalia no estaba en guerra, ésa era
una zona por demás pacífica, la guerra y la violencia la impu­
so el Gobierno de Guillermo León Valencia, con el respaldo-
de la Cámara de Representantes de esa época, del Congreso
de esa época; aún recordamos las posiciones de Alvaro Gó­
mez Hurtado, que instigaron para que se nos atacara de esa
forma.
Darío Mejía, Pajarito, nos dice que cojamos todas las galli­
nas que queremos, pues todo eso se lo iba a robar el Ejérci­
to; cogimos entonces cada uno de a dos gallinas y empeza­
mos a subir hacia la finca que se conoce como el Alto de Tri-
lieras, donde estaba el camarada Marulanda y ahí nos con­
centramos como unos veinticinco. Esa noche a la luz de la lu­
na estuvimos haciendo chistes mientras terminaba de estar la
comida, y el camarada Marulanda se dedicó a echar chistes y
a contar cuentos. En medio de esa situación intentaba infun­
dir tranquilidad.
Desde donde estábamos no se veía Marquetalia porque
estaba en una hondonada, pero se veía toda la región y des­
de ahí se ve hasta el río Atá muy para abajo. Veíamos las lu­
ces de bengala y de vez en cuando explosiones, tiros de fusil
y ráfagas de ametralladora que hacían los soldados para ame­
drentar; todo el tiempo así; era la primera noche que las tro­
pas del Gobierno estaban ahí a los lados de Marquetalia,
próximos a ocupar toda la región. Usted no se imagina lo que
sentíamos todos los que estábamos ahí, todos con familia,
pensando en los hijos y las esposas que habían salido prácti­
camente sin rumbo, la mayoría hacia la profundidad de la sel­
va, sin saber si nos volvíamos a ver con ellos o no. También
pensábamos en las fincas que prácticamente se habían per­
dido con todo nuestro trabajo, y que así como nos habíamos
encontrado el puerco corriendo por un camino, así andaban

153
los perros de todas las casas, por los caminos ladrando y au­
llando sin sus dueños; la situación era muy compleja.
Yo creo que el camarada Marulanda analizaba esa situa­
ción, porque él es un hombre que se ubica en los problemas
y él lo hace desde todos los ángulos y como padre de familia
más aún. Él quiso distraer la situación animándonos con sus
chistes y sus cuentos y animando a que otros también hablá­
ramos, y verdad que nos reímos a esa hora de la noche y en
medio de esa situación; después el camarada nos ordenó
acostarnos y nos dijo que ésa era la última noche que íbamos
a dormir en las cercanías de casa. Así fue como nos levanta­
mos a las cuatro de la mañana y a eso de las siete ya teníamos
señalada la trinchera de cada uno. Estábamos preparando
ese terreno para una gran pelea, dar la batalla en ese potre­
ro. Entonces nos asignaron la trinchera a cada uno y su área
con el blanco aproximado de disparar cada uno y con la mi­
sión de esperar a que cuando apareciera el Ejército, era ne­
cesario esperar a que hubieran siquiera cuatrocientos solda­
dos en ese plan, empezar a disparar, y ahí nos quedamos.

El combate en el alto de Trilleras


Teníamos a los rancheros en la casa. Ellos cocinaban y sa­
caban la comida al monte donde estábamos nosotros embos­
cados. A los dos días de estar allí me dice Isaías, «vamos al
potrero», y salimos para allá, donde tendimos una carpa; es­
tábamos ahí sentados cuando comenzamos a ver por el cami­
no a Ucrania que subía gente poco a poco; cuando vimos que
se paró la tropa muy pendiente de mirar hacia el otro lado
donde estábamos nosotros, y que se agrupaban de a dos y
tres metiéndose entre los matorrales, Isaías me ordenó que
nos quitáramos de allí y arrancó a zancada larga mientras yo
levantaba la carpa del sitio. No acabé de quitarme cuando ya
caía la primera granada en el potrero, de ésas que se lanzan
con bazuca; después le metieron un bombardeo a esa finca
desde allá, a los alrededores de esa casa, pero terrible. Como
el bombardeo continuó, esa tarde se sacaron los rancheros de
allí y nos ubicamos todos en los alrededores del potrero. Al
otro día salió la tropa al plan, confiados por el bombardeo
que habían realizado. Salieron hasta llegar a un filito, que era
toda una zona que dominábamos nosotros porque estábamos

154
atrincherados; así fueron llegando hasta la casa donde co­
menzaron a matar las gallinas y a colgárselas del cinto y no­
sotros viendo todo eso. En eso uno de nuestros compañeros
disparó un tiro; no debió haber hecho eso; fue un aviso para
ellos porque entonces el Ejército comenzó a tomar posicio­
nes y no entró entonces la cantidad de soldados que nosotros
queríamos, los cuatrocientos que queríamos. De todas mane­
ras fue una pelea larga y muy buena, tanto que todo el día tu­
vieron ellos ahí tirados sus heridos y muertos, porque no da­
ban a cómo atender la pelea y ayudarlos; no los dejábamos
asomar. La tropa que había por Ucrania comenzó a bombar­
dear con mortero y de pronto llegó la aviación y empezaron a
bombardear todo eso, ametrallaron toda la zona de una for­
ma que daba miedo.
Mientras tanto, Jacobo, Hernando y Lister estaban en el
campamento que quedaba por juntas alistando otra pelea; el
que estaba muy cerca de este choque armado era el camara­
da Marulanda, que desde un filo observaba las acciones y
también estaba preparando otra acción. Antes del ametralla-
miento de los helicópteros y de los aviones, el Ejército insis­
tió en señalar el límite de donde estábamos nosotros y don­
de estaban ellos; pero nosotros también insistimos en impe­
dírselo. Ellos querían señalar extendiendo la bandera na­
cional en el potrero y nosotros se lo impedimos hasta última
hora, muriendo varios soldados que intentaron colocar la
bandera como señal para la aviación, para que nos ametralla­
ra y bombardeara sólo a nosotros. En esos bombardeos in­
discriminados fueron asesinados un grupo de niños que esta­
ban en una casa, lejos del sitio de la pelea. Al final, por una
orden de Isaías, nos retiramos a las seis y media de la tarde,
dando la ¡dea de que huíamos. En ese Alto de Trilleras murió
una gran cantidad de tropa.
¿Hubo solidaridad del movimiento social y popular en el resto de Co­
lombia para con los campesinos de Marquetalia?
Nosotros conocimos la solidaridad a través de la informa­
ción que llegaba del Secretariado para la Resistencia. Ellos
permanecían pendientes de escuchar las noticias y la infor­
mación de radio; así fue como nos dimos cuenta que en las
ciudades, comenzando por Bogotá, se estaban gestando ma­
nifestaciones de protesta, y que por todas partes lo mismo;
inclusive detonaron petardos en Cali, Medellín y hubo mucha

155
protesta de los sectores populares y de los estudiantes seña­
lando el operativo que desarrollaba el Ejército contra los
campesinos en Marquetalia, y hacían muchas consignas y
marchas en favor nuestro.
Ese Secretariado para la Resistencia que se nombró, des­
de un comienzo empezó a escribir a todas partes, pidiendo
que se presionara para que a cambio del enfrentamiento mi­
litar se hicieran otras cosas; por ejemplo le insistimos mucho
al Gobierno del presidente Valencia, que mejor diera crédi­
tos agrarios a los campesinos, que el fondo ganadero ayuda­
ra en la zona, que la federación cafetera hiciera algo por la re­
gión en vez de meter el Ejército En ese sentido fue mucho lo
que se hizo; hubo mucha información hacia adentro y hacia
fuera; desde un comienzo nosotros denunciamos también lo
que iba a hacer el Ejército, mucho antes de que comenzara el
operativo. La gente conoció todo eso porque en esa época,
Voz Proletaria, periódico del Partido Comunista, publicaba casi
todas esas cartas que salían de allá; todo el que leyó Voz Pro­
letario se informó de nuestras quejas y propuestas; así nuestro
propio testimonio también llegó a las ciudades.

Anastasia
El día 18 de junio el Gobierno había programado un acto
propagandístico donde las Fuerzas Armadas le entregaban al
presidente Guillermo León Valencia la primera república in­
dependiente conquistada. Según ellos iban a izar bandera,
hacer discursos y una gran formación de tropas; entonces Tu­
la, en compañía de dos hombres que estaban por ahí cerca,
se aproximaron a una distancia de tiro de fusil, hacia donde
¡as tropas estaban formadas en ese valle de Marquetalia, y
cuando estaban formados, Tula les disparó hacia allá, desba­
ratándole el plan que tenían; aunque ya se habían tomado fo­
tos y habían comenzado la función, se les demostró que no
tenían ninguna zona controlada; ahí estaban en esa formación
militar el comandante de la Sexta Brigada y no estoy seguro
si también el ministro de Defensa; no pudieron hacer lo que
ellos querían hacer; de la zona no se habían ido los líderes
campesinos.
Bueno, después del combate en el Alto de Trilleras, y lue­
go del bombardeo de la aviación, les demostramos que nada

156
tenían controlado, más cuando les dañamos el acto propa­
gandístico de entrega de Marquetalia. Nosotros nos fuimos a
donde el camarada Marulanda, que desde las dos de la tarde
estaba con Isaías organizando otra emboscada; ellos acorda­
ron que ahí en ese sitio de encuentro forzáramos al Ejército
para que se nos metiera y entonces pusimos una mina gran­
de que bautizamos con el nombre de Anastasia.
Anastasia era un barril grande de acero, que antiguamente
utilizaban para guardar el azogue, una materia prima; el barril
era como una pipa con una boca chiquita; a Anastasia la llena­
mos hasta arriba de dinamita y de cosas como pedazos de
hierro, alambre y puntillas; entre Isaías y el camarada Maru­
landa acomodaron muy bien la mina, sin mucha técnica. Ahí
comimos y nos dieron la orden de emboscarnos. Al otro día
Isaías señaló los sitios precisos de la emboscada y nos distri­
buyó; la emboscada la realizábamos cinco al frente, y en total
éramos trece; el resto de los compañeros estaban en el cami­
no de para allá, esperando más ordenes. Ahí duramos cuatro
días emboscados; los que tenían que tirarle al primer hombre
eran Joselo y Lozano, pues ellos tenían trinchera en pleno ca­
mino y le tiraban a! primero; a mí me tocó a la mitad para ti­
rarle al segundo; el resto quedaban por cuenta de Isaías, que
asimismo lo dijo él. Isaías era quien daba la orden cuando lo
considerara necesario, y de paso accionaba la mina.
A los cuatro días entraron al sitio los militares; estaban a
veinte minutos, pero duraron cuatro días para llegar ahí; eso
fue como el 21 de junio, y desde la noche anterior nosotros
sentíamos que venían, porque los oíamos cuando tosían. To­
do sucedió como estaba previsto. Lozano y Joselo dispararon
primero, yo le disparé al segundo y todo quedó en silencio
por unos minutos; de repente el Ejército comenzó una alga­
rabía desde atrás, con insultos y ordenando avanzar; con in­
sultos de parte de los comandantes a la tropa de soldados
para que avanzaran; en palabras textuales, «echen palante
ifueputas no les dé miedo»; con esas órdenes comenzó el ti­
roteo con las ametralladoras que ellos traían; cuando eso ocu­
rre Isaías le metió candela a Anastasia; fue tal la explosión que
donde yo estaba tendido, pues había hecho una cajuela para
tenderme, me movió del piso y después me cayeron terro­
nes, troncos y piedras encima. Anastasia estremeció toda la
montaña. Después de la explosión me dice Lozano, «vamos a

157
ver qué pasó» y en ésas pasó Isaías disparando con la San
Cristóbal y lanzando unas granadas; entonces nosotros lo
acompañamos y nos metimos al sitio de la explosión. Ahí sí
que recuperamos armamento-, recogimos una ametralladora
M3 calibre 45 nuevecita, fusiles, bueno recuperamos mucho
armamento, yo por ejemplo recuperé una ametralladora de
cinta; fue una acción maravillosa.
Usted no se imagina lo feliz que uno se pone como gue­
rrillero después de tanto tiempo al sereno, bajo la lluvia y los
truenos, bajo el sol, bajo los bombardeos, a veces sin poder
tomar ni agua, sin poderse afeitar o lavar la cara, por causa de
un enemigo que persigue sin descanso y con una actitud tan
feroz, y después verlos ahí derrotados y poder quitarles se­
mejante armamento.
La prensa hablaba, según los informes del Ejército, de
que la guerrilla tenía armas desconocidas y traídas no sé de
dónde. Bueno después de esta acción y de la retirada, en un
campamento improvisado comenzamos a revisar los equipos
recuperados; como diez o doce equipos; en casi todos esos
equipos iba el niade in USA; en los enlatados y en algunas mo­
chilas venía el inade in USA y en algunas armas símbolos del
Ejército de los Estados Unidos. Ahí tuvimos pruebas de la
participación de Estados Unidos en la asesoría y armas que
se usaron contra las zonas campesinas.
Ese mismo día de los combates, por la noche, luego de la
comida, hubo una especie de concentración y habló el cama-
rada Marulanda; también habló Jacobo Arenas haciéndonos
un repaso de todo lo que estaba aconteciendo a nivel na­
cional; nos informaron de las protestas; el camarada Marulan­
da nos informó que en esa lucha que estábamos librando no
estábamos solos-, dijo, «hay mucha gente pendiente del re­
sultado de lo que estamos haciendo aquí, de modo que ade­
lante».
Esa llegada al campamento fue un ofrecimiento de Isaías,
pues cuando nos emboscamos en el sitio donde pusimos a
Anastasia nos dijo que, si todo salía bien, estaríamos en el
campamento por unos dos o tres días y bueno, pues se cum­
plió. Claro, lo que Isaías quería era que se peleara con funda­
mento. En ese campamento yo no duré sino un día, pues a la
mañana siguiente Isaías nos llamó a mí y a Lozano y nos dijo,
«ustedes tienen que irse con mucho cuidado a explorar, para

158
saber cuál es la posición que el enemigo tiene ahora; si pue­
den avanzar hasta donde fue la pelea de la Anastasia, vayan
hasta allá y ven las posibilidades de quedarse un grupo nue­
vamente emboscado en esa zona». No faltaba por ese lado si­
no una finca, la finca de los Cuenca, para que todas las fincas
estuvieran tomadas por el Ejército; la reacción del Ejército
luego de Anastasia fue el bombardeo indiscriminado para lim­
piar terreno; la aviación le dio una descarga de bomba y me­
tralla a toda esa zona; empezaron el bombardeo desde don­
de había sido la pelea de la Anastasia, hasta salir a la finca de
los Cuenca, ametrallando a lado y lado del camino y descar­
gando bombas en el centro. A eso de las cuatro de la tarde
suspendían el ametrallamiento y bombardeo y por ahí a la
media hora ya avanzaba el Ejército por tierra. Ese bombardeo
lo realizaron entre el 21 y el 22 de junio. Nosotros le comuni­
camos a Isaías que el Ejército había salido a la finca de los
Cuenca; Isaías bajó hasta el sitio y, adentro de un potrero, nos
emboscamos en esa finca.
Ahí permanecimos emboscados como siete días, hasta los
primeros días de julio; llevábamos cuatro días cuando una
mañana entró un perro pastor hasta ahí cerquita de nosotros;
cuando los centinelas lo vieron nosotros pensamos que ya ve­
nía el Ejército. Pero el perro se volvió y nadie vino por ese ca­
mino; luego vimos que un helicóptero nos sobrevolaba a mu­
cha altura y pasaba por enfrente de nosotros, pero a mucha
altura; después entendimos que lo que estaba era orientan­
do a la tropa para que se subieran al filo, para caminar por el
filo arriba, luego dejarse caer hasta el campamento donde es­
taba la dirección del movimiento. Esa sospecha la confirma­
mos, porque así lo hicieron.

La viruela negra
Una mañana nos disponíamos a recibir el desayuno que
nos llevaban los rancheros, cuando comenzamos a oír el ame-
trallamiento en el área donde estaban los compañeros de la
dirección; era un solo rugido. Como a los cinco minutos de
bombardeo y ametrallamiento, llegó el perro pastor que te­
nía Isaías a donde estábamos nosotros. Era como un llamado,
porque Isaías ordenó dejar todo y nos dijo que lo más impor­
tante era darnos cuenta de qué había sucedido en el campa­
mento, pues ahí estaba la dirección combatiendo. Bajamos

159

j
por la quebrada y pasamos al otro lado por el borde de la sel­
va hasta que nos aproximamos; cuando salimos al camino ya
venía Luis López con unas vaquitas que lograron echar más
para dentro del monte; ahí mismo le preguntamos por el ca­
marada Marulanda y Luis López nos dijo, «él y los compañe­
ros están atrincherados en los lados del campamento». Nos
fuimos hasta allá y los encontramos. Isaías le dijo a Marulan­
da «usted no se está aquí ni un segundo más, usted debe ir­
se, que nosotros nos quedamos aquí y preparamos la em­
boscada». Efectivamente ahí duramos diez días emboscados,
pero al sitio propiamente dicho, el Ejército nunca llegó; nos
bombardeaban con morteros desde los otros filos pero no
iban hasta ahí. Todos los días tire y tire granadas para la zona,
pero no penetraron. Pero sucedió algo extraño y es que a al­
gunos de los combatientes guerrilleros les dio una fiebre altí­
sima, mucha fiebre, y no había medicina y no había nada más
que analgésicos y algo de sulfatiasol para las infecciones; de
pronto algunos se pusieron que no podían ni levantar; a otros
se les fue ampollando la piel, con un grano que nosotros le
pusimos el nombre de viruela negra; son ampollas de pura
sangre, que salen después de tener una fiebre muy alta, al
punto que no deja ni levantarse a caminar, hasta que salen en
la piel estas ampollas o vejigas de pura sangre, que como le
digo, le pusimos viruela negra.
A otros compañeros les comenzó a salir una mancha mo­
rada en el talón de los pies-, un moradito que iba creciendo
hasta que esa coloración se hacía más grande y más fuerte,
hasta terminar convirtiéndose en un hueco en el talón del pie,
porque era una especie de pudrición en los pies; a esa enfer­
medad le llamábamos espuela de gallo; a otros se Ies torció la
mandíbula con la fiebre y fue tan fuerte la fiebre que después
se les ablandaban casi hasta caerse los dientes. Caímos en
cuenta que la zona estaba infectada y llena de enfermedades
desconocidas. El camarada Marulanda ordenó evacuar esa zo­
na de inmediato, pues lo que sucedía era muy raro, en esos
climas y en esas tierras no sucedía nunca algo así, nunca en
tantos años que llevábamos poblando esa región.
A raíz de esas enfermedades tan raras nos recogimos y co­
menzamos a trasladar nuestras provisiones; en ese traslado
es cuando muere el segundo de nuestros hombres en esos
combates. Este compañero se echó un sobrepeso, incum­
pliendo una orden del camarada Marulanda, pues la orden

160
era por ejemplo, si tocaba cargar maíz, cada hombre sólo de­
bía llevar tres arrobas y procurar hacer dos viajes; este com­
pañero en la retirada se cayó con el saco de maíz con casi seis
arrobas encima y se le partió el cuello.
El Ejército siguió bombardiando, pero casi siempre lo ha­
cía sobre fogatas que les dejábamos encendidas para enga­
ñarlos. De ahí nos trasladamos a la Hacienda,- en la Hacienda
duramos unos días, y de ahí salimos a la segunda pelea entre
Peñarrica y San Miguel. En esa concentración de la Hacienda,
llegó un momento en que estuvimos todos, los que iban por
San Miguel arriba, y los que íbamos ahí peliando por los la­
dos de juntas, y Tula salió por ahí y cayó a la Hacienda; así
que ése fue un sitio de encuentro para todos. En la Hacienda
dejamos una gente y empezamos la travesía; para nosotros
fue sorpresa porque arriba, cuando íbamos, ya venía el Ejér­
cito y entonces hubo el encontrón; ellos venían a darnos la
sorpresa en la Hacienda, cayendo por arriba y cuando noso­
tros subíamos nos los encontramos. Yo sospecho que los guió
algún civil, de los pocos que conocían esa trocha; bueno, el
encontrón fue tiro y tiro; tiro del guerrillero que iba adelante
y tiro del soldado; al guerrillero lo hirieron en la mano dere­
cha en los dedos y el soldado cayó a tierra. Bueno, nos tocó
retrocedemos un poco ese día y la pelea siguió por cinco días
entre esa selva; el Ejército a avanzar y nosotros a no dejarlo.
Nos distribuimos en cortina de dos en dos y a veces tres, a
una distancia prudente porque de todas maneras el Ejército
tenía que pasar por ahí y chocar con alguno de nuestros pues­
tos, con la consigna de que si chocaba, entonces había pelea,
retrocedíamos un poco y volvíamos a atrincherarnos. Así nos
mantuvimos cinco días.
Mientras tanto estábamos recibiendo mucha solidaridad
de la gente en las ciudades, y nos llegaban medicinas y ali­
mentos. Le quiero contar que por esos lados hubo varias pe­
leas, y le cuento de algunas, porque tuvieron sus caracterís­
ticas cada una. Por ejemplo, ésa que le digo entre San Miguel
y Peñarrica, hubo lucha hasta de cuerpo a cuerpo; un sargen­
to primero del Ejército en esa pelea, como no le pasó nada en
la emboscada, brincó y se metió debajo de unos bejucales de
frijol cacha y Joselo, que iba en su búsqueda, tuvo que liarse
a lucha de cuerpo, sin que joselo utilizara su Mausen ni el sar­
gento su M1 ¡ ese militar le arañó muy duramente la cara a jo-

161
selo y unos mordiscos casi en la vena aorta, pero al final se
impuso el compañero. En San Miguel también se produjo un
gran bombardeo a eso que nosotros llamamos la Hacienda;
nosotros, tanto los del Secretariado para la Resistencia como
los combatientes, todos estábamos felices, porque otra gen­
te estaba peliando ya por San Miguel adentro, y la resistencia
se hacía una realidad en un momento tan difícil
Fueron tres días de bombardeo, donde lanzaron grana­
das de alto poder explosivo, donde dejaron huecos hasta de
quince metros, sacando piedras del fondo muy grandes que
pesaban su tonelada-, recuerdo que una bomba de ésas esta­
lló al pie de unas bestias, lanzando una yegua, de las más
grandes, a varias cuadras toda reventada. En ese ametralla­
miento murió Georgina Ortíz atravesada por una bala.
Había un avión que lanzaba cuatro cohetes a la vez y los
ponía como a diez metros de distancia cada uno. Uno de esos
cohetes que no explotó bien, lo limpiamos bien y lo manda­
mos para Bogotá, con el ánimo de que un parlamentario de
aquella época, progresista, de nombre Hernando Garabito
Muñoz, librara un debate en la Cámara de Representantes,
demostrando qué tipo de armas y de qué procedencia eran
esas armas; en ese casco decía inade in USA, del Ejército de los
Estados Unidos de Norte América; ese casco dio y dio vueltas
y no sé, no estoy seguro de que se hubiera llevado a cabo el
debate. Parece que no se hizo el debate por que a Garabito
las corvas no le dieron para entrar a la Cámara como había­
mos pensado que pasaría.
El día que comienza el bombardeo nos íbamos a reunir, o
mejor dicho nos reunimos ahí, en el potrero de la Hacienda;
en esa reunión estuvimos el camarada Marulanda, Listen Her­
nando González, Jacobo Arenas, Isaías Pardo, Jaime Guaraca y
Darío Lozano. Al final la reunión no se pudo concluir porque
el bombardeo fue todo el tiempo y muy intenso. Al otro día
nos reunimos en un sitio cercano, pese al bombardeo, que
continuó.

Asamblea guerrillera del 20 de julio de 1964


Al tercer día de ametrallamiento, cuando sucede la muer­
te de Georgina, nos fuimos todos al entierro de la compañe­
ra, y entonces ya se estableció un nuevo campamento cerca

162
de donde ella fue enterrada. Por ese momento ya se acerca­
ba el 20 de julio, que ya le voy a hablar de la asamblea del 20
de julio; justamente cuando los bombardeos en la Hacienda,
estábamos reunidos preparando las condiciones para la
asamblea del 20 de julio.
Esa asamblea aprobó varias cosas importantes. Una de
las cosas importantes que aprobó esta asamblea fue que, co­
mo ya estaba ocupado todo el territorio de Marquetalia por
los militares, donde quiera que los campesinos habían des­
cargado sus hachas y machetes para fundar y construir un ran­
cho, toda esa zona de colonización, todo eso estaba en manos
del Ejército, entonces, en vista de que nos quedó la selva por
casa, sin la familia, sin la esposa, sin los animales, sin los pe­
rros, sin las vacas y caballos, y lo peor, sin derecho a pisar los
caminos que habíamos hecho nosotros, sin derecho a tomar
los frutos y los cultivos para venderlos en la plaza, y encima
de eso que nos estaban persiguiendo para matarnos, enton­
ces se decidió, que a partir de ese día, nuestra lucha no sería
sólo por la autodefensa: nos convertiríamos en guerrilleros re­
volucionarios. Ya no sólo por autodefensa, pues seríamos una
guerrilla móvil sino para luchar por cambios políticos, y que a
partir de ese momento teníamos que salir a rodar por muchos
sitios, y que el área para hacerlo ya no sería sólo esa zona, si­
no Colombia entera. Ésa fue de las cosas más importantes
que se aprobaron allí.
Para realizar el trabajo revolucionario, es necesario que
dispongamos de un elemento estratégico, y a eso le llama­
mos el programa agrario de los guerrilleros. Entonces se le
dio aprobación al programa agrario de los guerrilleros y fue
firmado por los combatientes, por los hombres y mujeres que
estábamos allí.
Nosotros lucharíamos porque el campesino colombiano
tenga derecho a la propiedad de la tierra; el que quisiera tra­
bajarla, tendría el derecho de propiedad; se trata de ampliar
la lucha para abolir el latifundio; para abolir las propiedades
de extranjeros y asimismo, que el campesinado fuera dotado
de herramientas, insumos, créditos baratos y por ahí mismo
dotar las zonas campesinas de escuelas y centros de salud; o
sea, realizar una infraestructura en el campo que permitiera a
ese campesinado trabajar y disfrutar de su trabajo.
Este programa agrario lo leyó a la asamblea en pleno Her-

163
nando González; la explicación más amplia la dieron los ca­
maradas Manuel Marulanda, Jacobo Arenas e Isauro Yosa, co­
nocido como Listen Esta lectura se hizo frente a la absoluta
mayoría de los que conformábamos el frente.

PROGRAMA AGRARIO DE LOS GUERRILLEROS


(Proclamado el 20 de julio de 1964)
Compañeros campesinos, obreros, estudiantes, artesa­
nos, intelectuales revolucionarios, hombres y mujeres de Co­
lombia:
VÍCTIMAS DE CUATRO GUERRAS
Nosotros somos el nervio de un movimiento revolucio­
nario que viene desde 1948. Contra nosotros, campesinos re­
volucionarios del sur del Tolima, Huila, Cauca y Valle sobre el
nudo de la Cordillera Central, desde 1948 se ha lanzado la
fuerza del gran latifundio, de los grandes ganaderos, del gran
comercio, de los gamonales de la política oficial y de los co­
merciantes de la violencia Nosotros hemos sido víctimas de
la política de «sangre y fuego» preconizada y llevada a la
práctica por la oligarquía que detenta el poder
Contra nosotros se han desencadenado en el curso de 15
años cuatro guerras. Una a partir de 1948, otra a partir de
1954, otra a partir de 1962 y ésta que estamos padeciendo a
partir del 18 de mayo de 1964, cuando los mandos militares
declararon oficialmente que ese día había comenzado la Ope­
ración Marquelalia.
Hemos sido las primeras víctimas de las furias latifundis­
tas porque aquí en esta parte de Colombia predominan los
intereses de los grandes señores de la tierra, los intereses
más retardatarios del clericalismo, los intereses en cadena
de la reacción más oscurantista del país. Por eso nos ha toca­
do sufrir en la carne y en el espíritu todas las bestialidades
de un régimen podrido que se asienta sobre el monopolio la­
tifundista de la tierra, la monoproducción y la monoexporta-
ción bajo el imperio de los Estados Unidos.

UNA VÍA CERRADA


Es por eso que en esta guerra participan contra nosotros
tropas, aviones, altos militares y especialistas norteameri­
canos. Es por esto que se lanzan contra nosotros 16.000 hom­
bres provistos de las armas más modernas y destructoras, es
por eso que contra nosotros se emplean las tácticas del blo­
queo económico, del cerco de exterminio, de las acometidas
por aire y tierra y, por último, de la guerra bacteriológica. Es
por esto que el Gobierno y el imperialismo yanki emplean

164
cientos y miles de millones de pesos y dólares en armas, per­
trechos, pagos de espías y delatores. Es por eso que el Go­
bierno soborna y corrompe conciencias, mata, persigue y en­
carcela a la gente colombiana que se levanta a la lucha soli­
daria con nosotros, víctimas de una cruel e inhumana guerra
de exterminio.
Nosotros hemos llegado a todas las partes donde había
puertas para golpear en procura de auxilio para evitar que
una cruzada anticomunista, que es una cruzada antipatriótica
contra nuestro pueblo, nos llevara, y con nosotros a todo
nuestro pueblo, a una lucha larga y sangrienta. Nosotros so­
mos revolucionarios que luchamos por un cambio de régi­
men. Pero queríamos y luchábamos por ese cambio usando
la vía menos dolorosa para nuestro pueblo: La vía pacífica, la
vía de la lucha democrática de las masas, las vías legales que
la Constitución de Colombia señala. Esa vía nos fue cerrada
violentamente y como somos revolucionarios que de una u
otra manera jugaremos el papel histórico que nos correspon­
de, obligados por las circunstancias arriba anotadas, nos tocó
buscar la otra vía. La vía revolucionaria armada para la lucha
por el poder.
Desde hoy 20 de julio de 1964, somos un movimiento
guerrillero que lucha por el siguiente programa:
Primero. A la Reforma Agraria de mentiras de la burguesía
oponemos una efectiva Reforma Agraria Revolucionaria que
cambie de raíz la estructura social del campo colombiano, en­
tregando en forma completamente gratuita la tierra a los cam­
pesinos que la trabajan o quieran trabajarla, sobre la base de
la confiscación de la propiedad latifundista en beneficio de
todo el pueblo trabajador.
La Reforma Agraria Revolucionaria entregará a los cam­
pesinos las herramientas, animales de labor, equipos y cons­
trucciones para su debida explotación económica. La Refor­
ma Agraria es la condición indispensable para elevar verti­
calmente el nivel de vida material y cultural de todo el cam­
pesinado, librarlo del desempleo, del hambre y del analfa­
betismo; para liquidar las trabas del latifundismo y para im­
pulsar el desarrollo de la producción agropecuaria e indus­
trial del país. La Reforma Agraria confiscará las tierras ocupa­
das por los imperialistas yankis a cualquier título y cualquie­
ra que sea la actividad a la cual estén dedicadas.

TIERRA A QUIEN TRABAJA


Segundo. Los colonos, ocupantes, arrendatarios, aparce­
ros, terrazgueros, agregados, etc., de tierras de los latifundis­
tas o de la nación, recibirán los títulos correspondientes de

165
propiedad sobre los terrenos que exploten. Se liquidará to­
do tipo de explotación atrasada de la tierra, los sistemas de
la aparcería, el arriendo en especie o pagado en dinero por
los pequeños campesinos Se creará la unidad económica en
el campo de acuerdo con la fertilidad y ubicación de los te­
rrenos, con un mínimo para la mejor tierra de treinta hectá­
reas cuando se trata de tierras ubicadas en áreas planas y
aledañas en las otras tierras de acuerdo con su fertilidad y
red de comunicaciones. Se anularán todas las deudas contra­
ídas por los campesinos con usureros, especuladores, insti­
tuciones oficiales y semi-oficiales de crédito

DERECHO DE PROPIEDAD Y SERVICIOS


Tercero. Se respetará la propiedad de los campesinos ri­
cos que trabajen personalmente en sus tierras. Se preserva­
rán las formas industriales de trabajo en el campo. Las gran­
des explotaciones agropecuarias, que por razones de orden
social y económico deban conservarse, se destinarán al de­
sarrollo planificado de la producción nacional en beneficio
de todo el pueblo.
Cuarto. El Gobierno Revolucionario establecerá un am­
plio sistema de crédito, con las más amplias facilidades de
pago, el suministro de semillas, asistencia técnica, herra­
mientas, animales, aperos, maquinarias, etc., tanto para los
campesinos individuales como para las cooperativas de pro­
ducción que surjan en el proceso de la Reforma. Se creará un
sistema planificado de irrigación y una red de centros oficia­
les de experimentación agrotécnica. Se organizarán servicios
suficientes de sanidad para la atención completa de los pro­
blemas de la salud pública en el campo. Se atenderá el pro­
blema de educación campesina, la erradicación total del
analfabetismo y un sistema de becas para el estudio técnico
y superior de los trabajadores de la tierra Se cumplirá un
vasto plan de vivienda campesina y la construcción de vías
de comunicación a los centros rurales productivos.
Quinto. Se garantizarán precios básicos remunerativos a
los productos agropecuarios.
Sexto. Se protegerán las comunidades indígenas, otorgán­
doles tierras suficientes para su desarrollo, devolviéndoles
las que les han usurpado los latifundistas y modernizando
sus sistemas de cultivo. Las comunidades indígenas gozarán
de todos los beneficios de la Reforma Agraria Revolucionaria.
Al mismo tiempo se estabilizará la organización autónoma de
las comunidades respetando sus cabildos, su vida, su cultu­
ra, su lengua propia y su organización interna.

166
FRENTE ÚNICO DEL PUEBLO
Séptimo. La realización de este programa agrario revolu­
cionario dependerá de la alianza obrera-campesina y del
frente único de todos los colombianos en la lucha por el cam­
bio del régimen, única garantía para la destrucción de la vie­
ja estructura latifundista de Colombia. La realización de esta
Reforma Agraria Revolucionaria se apoyará en las más am­
plias masas campesinas, las cuales contribuirán decisiva­
mente a la destrucción del latifundio. Por eso este programa
se plantea como necesidad vital la lucha por la forja del más
amplio frente único de todas las fuerzas democráticas, pro­
gresistas y revolucionarias, del país para un combate perma­
nente hasta dar en tierra con este Gobierno de los imperia­
listas yanquis que impide la realización de los anhelos del
pueblo colombiano.
Por eso invitamos a todos los campesinos, a todos los
obreros, a todos los empleados, a todos los estudiantes, a to­
dos los artesanos, a los pequeños industriales, a la burguesía
nacional que esté dispuesta a combatir contra el imperialis­
mo, a los intelectuales demócratas y revolucionarios, a todos
los partidos políticos de izquierda o de centro que quieran
un cambio en sentido del progreso, a la gran lucha revolucio­
naria y patriótica por una Colombia para los colombianos, por
el triunfo de la revolución, por un Gobierno democrático de
liberación nacional.

Marquetalia, 20 de julio 1964.

Manuel Marulanda Vélez, isauro Yosa, Darío Lozano,


Isaías Pardo, Tarcicio Guaraca*, Parménides Cuenca, Roberto
López, Jesús Medina, Luis Pardo, Rigoberto Lozano, Miryam
Narváez, Judith Grizales, Jesús Ortíz, Rogelio Díaz, Miguel
Pascuas, Israel Valderrama, Federico Aldana.

(Siguen más de mil firmas de campesinos que asistie­


ron).49

¿Cual fue la reacción de la clase política y del país en general, frente


a la propuesta de un programa agrario revolucionario y especialmente
frente a un nuevo proyecto político?

49 Jacobo Arenas, Diario de la Resistencia de Marquetalia, Ediciones CEIS - Se­


rie Historia y Testimonio, Editorial Abejón Mono, 1972, p. 128 a 134.
•Nombre con el que firmaba documentos públicos Jaime Guaraca. (N.
del A.).

167
Bueno, la reacción de la clase política tradicional es la de
siempre, cuando las propuestas surgen del movimiento po­
pular. La calificaron de una estrategia del comunismo contra
la libertad. Así comenzaron su labor propagandística, des­
viando la atención del país del verdadero contenido demo­
crático de esta propuesta y ocultando la grave situación social
de los campesinos.
Dando cumplimiento a las nuevas orientaciones, enton­
ces pasamos a la ofensiva en los primeros días de agosto de
1964. En medio de esta situación, como se aproximaba el 24
de diciembre, la dirección de Río Chiquito compuesta por Ci­
ro Trujillo, Jairo Ramírez, Laurentino Perdomo, Enérgico y
otros compañeros que no recuerdo el nombre, entre ellos un
cuadro político costeño que habían mandado para allá, acor­
daron organizar un reinado, pues se acercaba el 24 de di­
ciembre y además querían reunir fondos para un objetivo.
Recuerdo que eligieron a dos muchachas, entre ésas una de
las muchachas venidas de Marquetalia y quedó como reina la
de Marquetalia; algunos de nosotros participamos en la orga­
nización. Esa actividad fue muy importante porque le volvió
la normalidad a la gente en sus preocupaciones y nos prepa­
ramos más tranquilos para el final de año.
Así comienza el año 65 y nosotros empezamos a preparar
las condiciones para salir de nuevo hacia Marquetalia; co­
menzar a preparar equipos, arreglar cartucheras y todo, y lue­
go a alistar toda la provisión, porque nos tocaba salir de los
límites del Cauca con el Huila. Nuestra primera acción fue al
pie del Carmen, en la carretera que del Carmen va a la Línea;
ahí en esa acción nos fue muy bien porque no sufrió heridas
ninguno de los nuestros y capturamos ocho fusiles, entre ésos
un fusil ametrallador y una gran cantidad de provisiones que
llevaba esa patrulla, porque según parece iban a instalar un
puesto militar; volvimos al Cauca y en esto ya se habían ace­
lerado mucho las cosas contra Río Chiquito; el General Valen­
cia Tovar no volvió a hablar con Ciro; de esos encuentros hay
muchos documentos y muchas cartas que el General Valencia
Tovar le enviaba a Ciro y Ciro respondía; en el fondo el obje­
tivo del general era neutralizar a Ciro, tratar de convencerlo y
ponerlo en contra de nosotros. Pero Ciro fue tan fiel que lo
que hablaba con el general lo comunicaba a la dirección del
movimiento y consultaba antes de hablar nuevamente, eso

168
hay que decirlo, pues todo no se puede dejar en tinieblas. La
cosa es que el general dejó de ir a Río Chiquito y ya el grupo
paramilitar que habían formado el Ejército y el clero en Náta-
ga al mando de Miguel Valencia, salió al camino que va de Río
Chiquito a Pacarní Tesalea, y en un sitio que se llama Cocuyal,
allí emboscaron a una gente que iba a hacer mercado a Nei-
va, matando a siete personas, entre ellas un hijo de Ciro Tru-
jillo, Bacú Trujillo, a Daniel Coyo, un sobrino de Ciro y otros
más. Entonces la situación fue tornándose muy grave también
en Río Chiquito, porque entró zozobra y la gente no se ani­
maba a salir a vender sus productos ni a comprar nada.
Al fin, en medio de esa situación, llegaron a un acuerdo
con el Ejército ahí en Tesalea; el acuerdo consistía en que
ellos patrullaban desde ahí de Tesalea hasta Cocuyal y de Co­
cuyal hasta Río Chiquito patrullaba la gente de Ciro Trujillo.
La propuesta de Ciro era que le colaboráramos en patrullar
esa zona. Los marquetalianos destinaron un grupo para cui­
dar y cumplir esa misión, sin que el Ejército se diera cuenta.
La situación siguió tornándose mala y mala, por ejemplo en
Belalcazar, ahí mismo en el Cauca, el Ejército y un obispo,
monseñor Vallejo, habían organizado otro grupo paramilitar al
mando de Apolinar López, también con la misma finalidad de
hostigamiento contra Río Chiquito y la Símbula arriba. Para
que usted se dé cuenta que ese método de los grupos para­
militares, lo ha utilizado el sistema político y sus gobiernos
toda la vida, generando graves daños contra los pequeños
agricultores, asesinando personas y en últimas con el propó­
sito de robarle la tierra a los campesinos. Lo que más ade­
lante se ha denominado terrorismo de Estado, llevado a cabo
por sectores dominantes.
Bueno, a Ciro le dolió mucho la muerte de su hijo, del so­
brino y de los demás compañeros, sin embargo conservó la
calma y la gente siguió trabajando la tierra. Después el movi­
miento envió otra comisión nuevamente a Marquetalia, y en
esa comisión es donde muere Luis Pardo, el hermano de Isa­
ías. Se libró un gran combate ai pie de la hacienda de San Mi­
guel y Luis Pardo, por recoger armamento, se metió mucho y
lo mataron. Esa vez no se recuperó mucho armamento; se
vuelve otra vez a los límites de Cauca con el Huila y entonces,
mientras eso ocurre, el camarada Marulanda estaba realizan­
do exploraciones sobre Jnzá en el Cauca. Se prepara una fuer-

169
za de más de cien hombres, ya con participación de una par­
te del grupo de autodefensa de Río Chiquito, y realizamos
una marcha muy larga, haciendo muchos caminos y cruces,
hasta llegar a Inzá y tomarnos Inzá.

La toma de Inzá en 1965


Este municipio lo elegimos porque condiciones geográfi­
cas, militares, políticas y económicas, favorecían esta opera­
ción y además se demostraba que los marquetalianos no es­
taban derrotados. El camarada Marulanda y Ciro Trujillo en­
viaron comisiones de observación a la zona. En primer lugar
Inzá estaba retirado del área de operaciones de Marquetalia,
y en segundo lugar la Policía que había allí era un grupo nu­
meroso que nos permitiría recuperar bastantes armas; en ter­
cer lugar tenía un banco de la Caja Agraria y unos almacenes
grandes de donde sacar muchas provisiones para nosotros; su
ubicación al borde de la cordillera central nos permitía salir
fácilmente hacia los páramos.
En general la toma de Inzá fue un éxito; lo único doloroso
fue que en esos encontrones, en el cruce de balas, murieron
unas monjas, y esto fue aprovechado por el clero y la burgue­
sía contra nosotros, sin mencionar las condiciones en que se
producen esos hechos. El plan nuestro para la toma era pasar
la carretera, una vez pasáramos el río Páez, que fue una difi­
cultad muy grande, porque tuvimos que pasar toda la gente a
piso, y pasar la carretera que de la Plata en el Huila va a Be-
lalcazar en el Cauca-, ahí cogimos la carretera que va para Inzá
y a partir de ese momento el plan era que tomábamos a la
madrugada el bus que hacía línea de Inzá a la Plata. El plan
era que el propio camarada Marulanda manejaba ese bus lle­
vando el personal dedicado a atacar el puesto de policía;
nuestra primera escuadra, que iba uniformada casi toda de
camuflado, era la encargada de parar el bus, como si fuera un
retén,- cuando el bus para, resulta que venían allí unos poli­
cías con unos presos, y uno de los policías se para en la puer­
ta del bus haciendo unos disparos con su fusil; entonces uno
de los guerrilleros, asustado, respondió el fuego con su arma
y eso acrecentó el tiroteo porque todos los policías empeza­
ron a disparar desde el bus; por fortuna no murió más gente
de civil; está claro que no se puede poner de escudo a la gen­
te como lo hizo la Policía para atacarnos.

170
Todo eso nos creó problemas y tuvimos que seguir a pie;
cerca de ¡nzá oyeron ese combate, y como los policías no se
comunicaron ni hubo mensajes porque murieron en los en­
frentamientos, el alcalde de Inzá organizó un operativo y es
así que cuando estábamos como a veinticinco minutos del
pueblo ya venía el alcalde con refuerzos de la Policía y como
veníamos subiendo, ahí mismo tuvimos otro abaleo; en el ti­
roteo murió el alcalde y varios policías y el personal armado
que venía con la Policía también; cuando llegamos al pueblo
los policías que habían quedado allí ya no resistieron y se sa­
lieron de ahí. Nosotros entramos al puesto pero a sacar armas
y lo necesario para la dotación militar, como uniformes, muni­
ción, granadas, y a la vez pusimos en libertad a todos los pre­
sos que estaban ahí.
Pese a que hicimos un comunicado y dimos las explica­
ciones necesarias, inclusive la explicación que dio Jacobo
Arenas en su discurso durante la toma en la plaza de Inzá y las
intervenciones del camarada Marulanda y de Hernando Gon­
zález, pese a todo, se nos creó un gran problema nacional con
la muerte de las monjas y se especuló demasiado, como si se
le hubiese puesto candela a un galón de gasolina. En el gru­
po donde iba el alcalde, capturamos a un policía y lo lleva­
mos a Inzá durante la toma. Al otro lado de la cuesta le hici­
mos un juicio al policía y este juicio culminó indicando la ino­
cencia del policía, entonces lo pusimos en libertad.
Nosotros seguimos y esa tarde, donde acampamos, apa­
recieron los aviones bombardeando la zona lanzando un gran
operativo militar contra nosotros. En varios sitios casi nos en­
contramos de frente con el Ejército, pero donde fue posible
retrocedimos y cambiamos de ruta hasta volvernos y pasar
por donde habían bombardeado, pues en ese momento ha­
bía una pausa de los aviones; allí la vanguardia informó que
había un avión caído, que teníamos que explorar bien para
llegar al sitio; cuando llegamos, resulta que no era un avión,
sino una bomba, pero una bomba muy grande como de unos
cuatro o cinco metros de larga y con un grosor, que para to­
carse la punta de los dedos, abrazados a ella, eran dos hom­
bres. Hernando González, que sabía un poco de inglés, leyó
los avisos y nos informó que era un arma fabricada en ¡os Es­
tados Unidos, pues tenía letreros que señalaban esto. La gen­
te cuando vio la bomba decía que era un avión, porque la par-

171
te que iba reduciendo el grosor, tenía una aleta levantada,
que parecía un avión de verdad.
Pasamos todo ese territorio, rumbo a la cordillera central,
al lomo de la cordillera central; entramos a la sabana de la
cordillera central en un tiempo muy invernal y hacía mucho
frío, recuerdo que muchos compañeros se vieron muy mal por
el frío; las nubes estaban muy tupidas; así fuimos hasta bajar
a una zona donde había vegetación alta y allí acampamos; un
indígena que iba con nosotros y que conocía eso por allá, le
comentó al camarada Marulanda que ese camino iba para una
región llamada Irlanda, o sea que habíamos cogido rumbo
otra vez hacia el Cauca
Nos tocó regresar y al fin localizamos la cabecera del río
Yarumal, y seguimos por el río a Marquetalia. Allí en Marque­
talia se pelió, porque el Ejército ya nos estaba esperando ahí;
voltiamos por encima de Marquetalia a San Miguel y ahí la di­
rección se adelantó mientras quedamos nosotros con Tula y la
demás gente; no teníamos espacio, por todas partes estaba el
Ejército. En una ocasión bajamos por un poco de maíz y el
Ejército nos atacó. Peliamos toda una tarde, recuperando al­
gunas armas, pero nos tocó movernos hacia los límites de
Huila y Cauca, allí nos dimos cuenta de que la dirección había
hecho contacto nuevamente con Ciro y, según explicó, estaba
muy delicada la situación en Río Chiquito; estaba todo suma­
mente delicado, pues había muchas provocaciones contra el
movimiento agrario de Río Chiquito, acusaciones contra Ciro
Trujillo y su relación con los marquetalianos, y ya el Ejército
había denunciado nuestra presencia en Río Chiquito.
La oligarquía terrateniente del Cauca pedía una interven­
ción militar contra la zona agraria de Río Chiquito; el camara­
da Marulanda dijo que diéramos un compás de espera para
ver qué es lo que pasaba y nos distribuyeron en puestos de
avanzadas en esa zona, pensando y alistándonos para el mo­
mento que se nos entraran a la zona; acumulamos provisiones
y todo lo necesario y se hicieron reuniones con las masas en
toda la región; con cada grupo campesino se explicó la expe­
riencia de Marquetalia y explicamos cómo operaba el Ejérci­
to, asimismo se pidió definiciones: el que no esté dispuesto
a un operativo de éstos y que no esté dispuesto o sus condi­
ciones físicas no le permitan adaptarse a ser un guerrillero y
que considere que quedarse le traerá problemas con las au-

172
toridades del Estado, entonces será mejor que evacúe para
otros lados. El que quiera quedarse en la región, puede ha­
cerlo pero les advertimos que la ofensiva va a ser muy gran­
de y muy cruel; también se les explicó que la vida en la gue­
rrilla es muy dura, que no todo el mundo puede resistirla. En
esas explicaciones y discusiones amplias que se hicieron, al­
gunas gentes dijeron que mejor se salían; otros dijeron que
se quedaban ahí trabajando en sus tierras. En Río Chiquito
era mucha la gente joven que estaba en la autodefensa de
masas y ésos quisieron quedarse e ingresar a la guerrilla mar-
quetaliana.
Comandante Guaraca, ¿qué sucedía en los centros urbanos? ¿qué
expresiones sociales y políticas, aparte de la lucha obrera y estudiantil que
impulsaban los comunistas, se daba en ese momento?
Yo pienso que lo más destacable es el Frente Unido, un
movimiento impulsado por el sacerdote Camilo Torres.50

Nosotros estuvimos esperando a Camilo Torres Restrepo.


A nosotros alguna vez se nos informó que Camilo Torres Res­
trepo nos iba a visitar en la zona campesina, inclusive desde
cuando se había ofrecido como mediador en Marquetalia,
porque él lo hizo, entre las tropas y el movimiento campesi­
no, estando de presidente Guillermo León Valencia, posibili­
dad que negó el Gobierno. Inclusive después se nos dijo que
iba a acompañarnos un tiempo a nosotros en la zona; estába­
mos contentos, porque era un personaje y había creado un

50 Guaraca se refiere a ese gran movimiento social de carácter urbano


que se constituye a finales de 1965 impulsado por Camilo Torres. El Frente
Unido tuvo gran capacidad de movilización de masas, fundamentalmente en
Bogotá y durante el Gobierno de Guillermo León Valencia, contra el que or­
ganizó importantes marchas de protesta respaldadas especialmente por los
estudiantes de la Universidad Nacional. Camilo Torres combina el marxismo
y el cristianismo, generando el camino para la llamada Teología de la Libera­
ción, que años más tarde tomó fuerza en América Latina. Pese a la fuerza del
Frente Unido, este movimiento amplio de izquierda revolucionaria práctica­
mente se acaba cuando Camilo Torres, su fundador y máximo líder, abando­
na la ciudad para integrarse a la guerrilla del naciente Ejército de Liberación
Nacional, ELN, el 19 de octubre de 1965. Camilo muere cuatro meses más tar­
de, el martes 15 de febrero de 1966 en Patio Cemento, durante un fatídico
combate, perdiéndose así una maravillosa vida que siempre estuvo al lado
de la revolución y de la causa de los pobres. (N. del A.)

173
movimiento grande en el país, aunque a nosotros como mo­
vimiento campesino nos parecía más importante que amplia­
ra la lucha en las ciudades a que se fuera con nosotros a la lu­
cha guerrillera. Nosotros le dábamos una enorme importancia
al movimiento político liderado por Camilo Torres, y que te­
nía fuerza fundamentalmente en Bogotá.
¿Para el movimiento campesino alzado en armas, qué significaba la
aparición del Ejército de Liberación Nacional, ELN en otra región de Co-
lombia?
El ELN aparece con la toma de Simacota en Santander y
por cierto que le hicieron mucha propaganda; eso fue en el
año 65; estábamos nosotros en ese momento peleando en
Marquetalia. Cuando oímos por las noticias, porque algunos
cargábamos radios transistores y entonces oíamos noticias a
determinadas horas de la noche, oímos y además la dirección
de nuestro movimiento nos informa del hecho. A nosotros nos
dio mucha alegría, porque se habría un frente de pelea, en
otro lugar distante a donde nos estaban persiguiendo para
eliminarnos, y eso significaba que el Ejército tendría que en­
viar fuerzas a ese nuevo frente de pelea. Así fuera otro grupo
guerrillero con otro programa y con otra proyección, a noso­
tros nos alegró mucho, porque era un avance de los revolu­
cionarios. Para nosotros, en medio de ese asedio y persecu­
ción por todos los lugares donde nos movíamos, la aparición
del ELN era importante.

La conferencia constitutiva del Bloque Sur


Luego de la toma de Inzá hubo varios combates con el
Ejército. Cuando nosotros decidimos levantarnos de ahí, el
Ejército ya iba acosado del hambre y dejando muertos en la
selva, porque dejaron los muertos por allá. Mataron las muías
y los caballos para comer y bueno, nosotros ya en ese mo­
mento volvimos al campamento y se comenzó a preparar una
reunión; esa reunión determinó que el Secretariado de la Re­
sistencia participara en la Conferencia constitutiva del Bloque
Sur, por ser ésta una reunión muy importante con delegacio­
nes de todas partes; venía gente del Pato, del Guayabero, de
Río Chiquito, del 26 de septiembre, de Neiva, de Popayán;
era una conferencia muy importante, y eligieron un lugar del
Cauca, para tal fin. Mientras eso se daba se creó la dirección,

174
que iba a manejar el grupo guerrillero activo que había hecho
la resistencia, y esa dirección se creó con Isaías Pardo como
comandante, con Luis Pardo Tula, con Jaime Guaraca, con Da­
río Lozano, Jesús Medina López y Parménides.
La misión para la dirección de este grupo de guerrilleros
era tomar por encima de Marquetalia a campo traviesa hasta
Yarumales, montar por encima de la Ucrania y caer buscando
la cordillera de Canoas. El objetivo de este grupo al mando
de Isaías, era tomar esa parte de Canoas, Montalvo y Bilbao,
realizando peleas por allá, con el ánimo de que nos sintieran
en esa área, y no se pensara que estábamos en Conferencia
en otro lugar. Era distraer la atención, mientras los camaradas
estaban en la Conferencia constitutiva del Bloque Sur. Para
esa misión se trató de hacer una selección de guerrilleros ac­
tivos, y el que no estaba apto para ese trajín marcharía en­
tonces con la dirección al lugar de la Conferencia, y con ellos
también alguna gente que hacía parte de la población civil,
pero gente que nunca iba a combatir, como el caso de algu­
nos adultos.
Cuando empezamos la marcha, fue una situación muy ale­
gre porque íbamos a cumplir una misión importante. En ese
grupo participaban dos mujeres, María y Judith Grisales. No­
sotros salimos a cumplir primero a la cordillera de Canoas; allí
resolvimos tomar unas vacas y meterlas a la selva por si aca­
so y, con ese ganadito, dejamos una escuadra al mando de
Luis González y Martín Cruz, dispuestos para defender el ga­
nado peliando, pues unos iban a permanecer emboscados y
otros pastando el ganado más adentro. Mientras nosotros,
con Isaías, recogíamos un maíz para guardar; pero resulta que
el día 6 de septiembre llegó el Ejército a la emboscada que
tenían montada Luis González y Martín Cruz, y ahí los compa­
ñeros realizaron una gran pelea.
Nos contaron que parecía que ese Ejército iba drogado
porque se metió el primero y cayó, se metió el segundo y
también cayó y siguieron repitiendo hasta un gran número de
muertos. Allí también se produce el primer herido de noso­
tros, porque una bala pegó en un árbol rebotando una es­
quirla y se le incrustó en el cuello a un compañero de nombre
Pedro Ipús. Nosotros el día 7 de septiembre nos enteramos
de la presencia del Ejército; estábamos preparando un al­
muerzo cerca de un rancho cuando el Ejército nos asaltó, se

175
nos metió ahí; pudo haber sido muy grave el asalto pero fui­
mos por suerte rápidos en salir a tomar posiciones y enfren­
tamos el combate; ahí estaba Isaías con nosotros y por pri­
mera vez usamos armamento capturado; le estoy hablando
por ejemplo de un lanza granadas que usó Isaías, llamado MI,
con el que lanzó granadas a donde estaba el Ejército tendido.
De todas formas ahí perdimos unos equipos, pero se pelió
hasta las seis de la tarde; a eso de las seis y media de la tar­
de nos retiramos y fuimos a descansar a un sitio, donde final­
mente algunos dormimos y desde allí alcanzábamos en el si­
lencio de la noche a oír al Ejército, oímos quejas de soldados
heridos.

La muerte de un gran compañero


El primer hombre de vanguardia era Germán Romero, al
que le decíamos Patas. Comunica que encontró el trillo de
personas que han pasado; describió el trillo como el de un
hombre que estuvo parado a orillas del camino y luego se ha
regresado; más adelante, como a ocho metros, vuelve a des­
cubrir otro trillo igual y así encontró cuatro trillos más; ahí
mandó a decir a Isaías que se nombrara otro más verraco, por­
que él no daba un paso más. Como yo iba más adelantico de
Isaías, como a unas seis personas de la vanguardia, me de­
volví hasta donde Isaías para comunicarle lo que venía anun­
ciando la vanguardia de que ese trillo era del Ejército que es­
taba por allí y entonces le dije, «a mí me parece que Patas tie­
ne razón, el Ejército está emboscado por aquí adelante, si no­
sotros nos metemos con la gente, nos van a crear serios pro­
blemas». Isaías me dio la razón; entonces llamamos a Tula pa­
ra que pasara adelante, Isaías le dice a Tula «coja usted a me­
dia cuesta con el personal y en aquel pando que hace la cor­
dillera allá, busque la trocha que va pa donde están los com­
pañeros Luis González y Martín, entonces por ahí nos espe­
ran; Lozano y Jaime, sigan este trillo del camino conmigo, va­
mos a localizarlos dando un rodeo para quemarles el culo».
Bueno los otros compañeros cogieron a media cuesta, por
cierto haciendo un ruido terrible y nosotros por el camino;
cuando nosotros arrancamos por el camino, le dije a Lozano,
«póngase mosca porque nos van a chamuscar hoy». Yo lleva­
ba ese día una San Cristóbal, Lozano llevaba un M3 de los
que habíamos capturado, Isaías llevaba un fusil MI como pa-

176
ra lanzar granadas, y cogimos el camino; Lozano por un lado y
yo por el otro con un gran cuidado; Isaías se puso a poner el
Tomblón organizando una granada para lanzarla; estamos en
eso cuando sentimos como una piedra lanzada hacia donde
iban los compañeros por la media cuesta, y como oímos el
ruido, ahí mismo sentimos cómo explotó. Detrás de esa ex­
plosión como de una granada, les hicieron una terrible des­
carga de fusilería hacia donde estaban los compañeros; cuan­
do eso ocurre, un grupo de soldados que estaba en el plan in­
tenta pasar por el camino avanzando hacia donde estábamos
Lozano y yo; entonces nosotros esperamos un poco y los co­
gimos por sorpresa con una descarga; tropa que venía por el
camino se fue a tierra; al rato Isaías ordena la retirada; cuan­
do nosotros nos retiramos, eso chispiaba bala por todas par­
tes; se puso un momento que le sacaban astillas a los árboles
y polvo a toda esa zona por allí y nosotros retrocediendo. íba­
mos retrocediendo cuando yo vi a Isaías que cayó; en medio
de ese abaleo Isaías cayó; cuando yo me le arrimo escasa­
mente Isaías me podía ver, y en la mirada le comprendí dos
cosas, que me protegiera de ese lado de donde estaban dis­
parando y que le diera la mano; yo cojo mi carabina en la ma­
no izquierda y me tiro al suelo para agarrarlo y rodarme para
un lado con él, entonces recibo también un disparo en el bra­
zo; cuando recibo el disparo, cae la carabina al suelo; intenté
coger la carabina para disparar y despejar camino, pero no
pude, pues no aguanté tenerla aquí en el hombro por el do­
lor; entonces me tocó apoyarla en un palo y dispararla desde
allí; así me mantuve en el camino mientras llegó Lozano;
cuando Lozano viene, lo venía haciendo de nalgas, arrastrán­
dose en el piso, y me preguntó por Isaías; yo le comenté que
estaba herido; él me comentó que también a él le habían par­
tido una pierna, y que ya venía herido también; así nos meti­
mos de para abajo arrastrando a Isaías hasta un punto más se­
guro donde ubicarlo, y tratando de contactar a los compañe­
ros que estaban de ahí para abajo por una cañada.
En vista de la situación yo me metí a romper monte. Es­
tando más abajo le dije a Lozano que se pusiera de pie apo­
yado en un árbol y que hiciera un esfuerzo; cuando él se pa­
ra y no se cae entonces le digo, «a usted no le han partido na­
da, usted lo que está es herido, pero no le han partido el hue­
so, haga el esfuerzo que usted puede caminar, haga un es-

177
fuerzo»; así salimos al piso donde iban los compañeros, mien­
tras seguía sonando bala en cantidad. Al primero que alcanzo
a ver es a José Peñalosa, que le decíamos Pierna de pato; en­
tonces lo llamé y le pregunté por los otros; me informó que
iban más adelante; le pedí que alcanzara a Tula y le comen­
tara que nosotros habíamos sufrido un problema muy serio,
que Lozano iba herido, que se vuelvan para este lado pero rá­
pido-, el muchacho se fue, los alcanzó y regresaron allí. Yo no
les quería decir todavía lo que había sucedido con Isaías;
cuando les dije, tanto a Tula como al hermano, me dijeron de
una vez que nos fuéramos a sacarlo, pero eso estaba que so­
naban bombas y metralla que daba miedo; a él le tiraron tan­
ta granada que lo desbarataron, pues ni el mismo Ejército, ni
los indios malos que iban con el Ejército lo conocieron, yo le
dije a Tula, «mire que no conviene ir allá, porque eso está lle­
no de Ejército y vamos a poner más muertos»; el momento era
muy duro, el Ejército ya estaba por toda la zona y la gente llo­
raba, los guerrilleros lloraban ahí, por el fracaso de Isaías.
Ese día no alcanzamos a llegar a donde estaba el otro
campamento de la escuadra-, a Lozano lo tuvimos que llevar
en una hamaca por entre la selva, sin medicinas, y hasta el
otro día no llegamos donde Martín y Luis González. Otra vez,
otra llorada de los compañeros cuando saben la noticia. Se
sentía el vacío que había dejado Isaías; se sentía la ausencia
de ese calor de hombre valiente, de ese hombre cariñoso e
inteligente, ese peleador aguerrido contra el enemigo de cla­
se; sentíamos la ausencia de Isaías en lo más profundo.
De ahí, de ese encuentro, seguimos marchando juntos; las
marchas eran muy cortas, acosados por el enemigo y bajo un
invierno muy crudo; la persecución era implacable; todos los
días se peliaba. La radio ya anunciaba que habían muerto
muchos bandoleros y decían dónde murió Isaías, pues ya co­
nocían su muerte. El parte era que en ese enfrentamiento ha­
bían muerto 25 bandoleros y que iban muchos heridos, que
la huella de sangre por la selva era mucha y que estaban a
punto de darnos captura-, ésas eran las informaciones de la ra­
dio. La verdad era que el muerto era uno y tres heridos, con
Pedro Ipús, y estaban muy lejos de podernos capturar.
Anduvimos hasta llegar a un alto. Joselo salió a hacer una
exploración hacía una finca que se llama la Holanda, en juris­
dicción de Planadas; se fue con un grupito pequeño a hacer

178
esa exploración y llegaron por allá, donde pudieron contactar
a alguna gente, y se informaron de que eso estaba lleno de
tropa y que no dejaban salir ni una libra de panela hacia la
montaña. El Ejército estaba prohibiendo todo; no se podía in­
gresar ni una medicina, ni una aspirina tan siquiera. Mientras
esa labor de Joselo se está cumpliendo, dos sinvergüenzas
que iban con nosotros, que no se fueron con la población ci­
vil, pero tampoco querían ser guerrilleros, desertaron; en ese
momento desertan. Jesús Medina quiso seguirlos y se fue
buscándoles el trillo, y lo que pasó fue que se metió en una
emboscada del Ejército y lo mataron. Todo eso nos pasó a la
vez: el acoso del hambre, la muerte de Isaías, la ausencia en
ese momento del camarada Marulanda, la muerte de Jesús
Medina, las deserciones de estos dos que menciono; todo es­
to golpeó la moral de la gente. En eso Joselo le propuso a Tu­
la que le diera dos guerrilleros para ir al Huila a buscar ayu­
da; me consultaron a mí y yo les dije que no, que nosotros no
estábamos en condiciones de dejar ir a nadie, que lo impor­
tante en ese momento era conservar el grupo, hasta tanto no
llegáramos donde estaba el camarada Marulanda.
Nos reunimos con Tula y Lozano y acordamos mandar un
correo al camarada Marulanda para informar de nuestra situa­
ción y para esa tarea propusimos a Federico con otros dos;
llamamos a Federico y le dimos la instrucción, señalando
tiempo, lugares y fechas posibles donde nos encontrara al re­
gresar; le dimos mes y medio de plazo y estábamos en sep­
tiembre. Federico viajó y encontró al camarada Marulanda y
la respuesta era que marcháramos hacia los límites de Huila
y Cauca para encontrarnos en un sitio que ya sabía Federico.
La travesía fue muy larga, muy dura, porque la gente iba
sin comer, enfermos. Después de cuatro días de marcha se­
leccionamos a la gente en tres grupos: los que más fuerza te­
nían y que más caminaban, entonces marchaban adelante; un
grupo de segundo, los que más o menos respondían, y uno
último. Tula se fue con el último y yo con el segundo grupo.
Cogimos esa trocha y caminamos alrededor de siete días,
cuando encontramos un grupo de compañeros que enviaba el
camarada Marulanda con provisiones a nuestro encuentro-,
nos llegó de lo más elemental pero muy necesario para la si­
tuación que llevábamos; recuerdo que para Tula y para mí
mandó un talegado de arepas de maíz con carne frita, trabajo

179
que había hecho su compañera. Cuando los de adelante se
encontraron con ese grupo de abastecimiento, ahí mismo pa­
raron y esperaron al siguiente grupo y nosotros lo mismo.
Pasamos la noche recuperándonos-, al día siguiente tenía­
mos que pasar el río Narváez por un puente, un árbol atrave­
sado para pasar el río de lado a lado; recuerdo que pasando
ese río boté el trapo con que había amarrado mi brazo heri­
do-, en una hora ya estuvimos en la finca donde estaba la otra
gente. Al primero que vimos esperándonos fue al camarada
Marulanda. Había hecho sacrificar una vaca y teníamos de to­
do, maíz, panela, arroz, bueno de todo, y medicinas. Nos for­
mamos, dimos el parte y entramos a descanso. Conversando
con Tula y conmigo, nos dijo estas palabras, «el hecho de que
ustedes hayan llegado ya aquí, nos prueba que podemos se­
guir luchando-, aquí vamos a estar unos ocho o diez días y des­
pués veremos qué es lo que vamos a hacer».
Bueno ya nos bañamos y cambiamos de ropa y se pudo
peluquiar a la gente. En seis días estábamos recuperados,
porque, sobre todo, se pudo comer y dormir. A los diez días
reiniciamos la marcha ya en coordinación con Ciro Trujillo,
además Ciro había planteado que nos fuéramos a una casa
nueva de teja y madera cerrada de unos campesinos que ha­
bían propuesto que el estreno lo hicieran los marquetalianos.
En esa casa había almacenado desde medicinas de todo tipo,
hasta ropa, calzado y equipo de odontología y llegó una gen­
te que nos atendió ahí.
¿Mientras ustedes hicieron ese recorrido, antes del encuentro con
Marulanda, actuaron como una guerrilla móvil para facilitar que en otro
lugar del Cauca se celebrara la Conferencia Constitutiva del Bloque Sur?
Sí. Y la Conferencia que constituyó el Bloque Sur fue muy
importante porque los marquetalianos que asistieron infor­
maron muy detalladamente del desarrollo de la Operación Mur-
quetalia, desde sus inicios, desde las acciones cívico-militares,
pasando por el acoso, hasta llegar al enfrentamiento; infor­
maron del desarrollo del enfrentamiento, el tipo de táctica
que había empleado el Ejército, de cómo se organizó la de­
fensa por parte nuestra. En esa Conferencia estuvieron repre­
sentadas todas las regiones, desde el Guayabero, el Pato... La
Conferencia ilustró cómo fue toda esa situación y lo que se
nos venía encima; se analizó y se justificó la resistencia en
Marquetalia y en consecuencia, producto de la discusión, se

180
había organizado el Bloque Sur que correspondía y se ubica­
ba ya en varias regiones entre el Tolima y Cauca. En esa Con­
ferencia se pensaba que era muy factible, tal como iban las
cosas, organizar una cosa similar al oriente del país, sobre el
Caquetá y sobre el Meta, con la gente del Pato y del Guaya­
bera. Que entonces el Bloque era un comienzo. En esa Con­
ferencia Constitutiva del Bloque Sur, todavía no se hablaba
de las FARC, ni siquiera se restablecieron los grados militares
ni los mandos, se siguió respetando, como habíamos queda­
do en la Conferencia de 1957 en Marquetalia, que abolió to­
do tipo de grado militar. Fue, eso sí, un enorme avance orga­
nizativo de los marquetalianos.
Volviendo al momento de cuando estábamos en la casa,
recuerdo que cuando llegamos estaba ahí un médico de ape­
llido López Vélez, un médico muy bueno que venía desde
Cali: Alfonso López Vélez. Recuerdo a ese médico que recetó
y vio a toda la gente. Estaba con él un odontólogo. Ése fue,
como lo denominó el camarada Marulanda, un tiempo de re­
encauche físico; después, se planteó la necesidad de una
asamblea general con toda la gente que salimos de Marque­
talia. Esa asamblea duró unos 15 a 16 días y como invitado es­
tuvo Ciro Trujillo. Los temas eran dos, específicamente, lo pri­
mero, informar a la gente del resultado de la Conferencia
Constitutiva del Bloque Sur; lo segundo, un balance de todo
lo que había hecho el grupo que cumplió la misión mientras
duraba la Conferencia.
Se dejó que todo guerrillero contara su experiencia de
una forma tranquila, sincera, con el ánimo de que, una vez re­
cogida toda esa información, se pudiera elaborar un docu­
mento que sirviera de instrucción para los mismos guerrille­
ras y así se hizo. Todos los guerrilleros informaron lo que te­
nían que informar, absolutamente todo, desde lo más senci­
llo y humano, hasta lo que consideraban más grave, y esen­
cialmente analizar la forma de operar el Ejército.
Toda esa experiencia fue muy valiosa discutirla allí, por­
que la dirección recogió todo eso por escrito y luego se eva­
luó. Detalles como algún comentario de los guerrilleros, de
que cuando el Ejército comenzó a operar era como invisible.
Discutimos sobre la preparación y entrenamiento de ese
Ejército; que la instrucción que les daban incluía también a-
prender a caminar; que ese Ejército ya no iba por los caminos
como al comienzo; que trajinaban la selva sin hacer ruido, y

181

¡
que diferenciaban muy bien los rastros en la selva. Que no­
sotros no teníamos esa experiencia; que era necesario reto­
mar esa experiencia, para utilizarla contra ellos. Otras cosas
que se analizaron fueron por ejemplo, la caída de Isaías Par­
do-, las heridas de Darío Lozano, la muerte de Jesús Medina
López y mis heridas. A partir de esa conferencia se decidió
que los mandos ya no irían en vanguardia, porque asumir el
puesto de mando podía descabezar el movimiento. Esa deci­
sión era complicada, porque teníamos la concepción de que
uno, como mando, tenía que dar ejemplo avanzando en la
vanguardia, para explorar los peligros y analizar el terreno por
donde se debía ir. Un ejemplo de ese error fue la pérdida de
un hombre insuperable. Isaías Pardo.
Esta asamblea señaló los fallos, los errores y los aciertos,
con un espíritu autocrítico; no hubo resentimiento por las dis­
cusiones, sino que se pensó en la corrección de esas situa­
ciones. Esta asamblea reelaboró nuestra táctica operativa.
Mandó continuar la lucha guerrillera desarrollando lo que ha­
bíamos aprobado el 20 de julio, que éramos guerrilleros que
luchábamos por ese programa, y que éramos una guerrilla
móvil. Que teníamos que seguir operando sobre Marquetalia
hasta que hubiera nuevas condiciones.

Agresión contra el movimiento campesino de Río Chiquito


En Río Chiquito, durante las semanas previas a la agre­
sión militar del Gobierno contra la zona campesina, se había
intensificado la presencia del Ejército realizando acciones cí­
vico-militares. Además llevaban un tiempo llamando y escri­
biendo cartas a los dirigentes agrarios, ofreciéndoles ayuda y
protección contra los bandoleros. En el fondo, lo que intenta­
ba el Ejército era dividir a la población y ganar amigos en la
zona haciendo inversiones y supuestas obras sociales. El Go­
bierno de Guillermo León Valencia había designado para
esas labores al coronel Valencia Tovar. El movimiento campe­
sino, que sospechaba las intenciones de los militares, se ve­
nía preparando. Además estaba como ejemplo lo que había
sucedido en Marquetalia; por eso el campesinado estaba
preparando las condiciones para una posible marcha por esas
cordilleras.
Por esos días entraron a la zona unos camarógrafos fran-

182
ceses, dirigidos por un periodista llamado Bruno Muel. Que­
rían hacer una película sobre la situación del campesinado y
además les interesaba cómo estaban organizados. Para esos
días el Ejército ya se estaba ubicando en el Cocuyal, frente a
Río Chiquito, observando todo; ahí ya se presentía el ingre­
so de los militares a Río Chiquito. A esos periodistas los co­
gió el enfrentamiento estando con nosotros en esa tarea de
dar a conocer nuestra experiencia como movimiento campe­
sino.
Nosotros ya teníamos avanzadas por esos lados y una de
ellas estaba emboscada a quince minutos de donde estaba el
Ejército; cuando el Ejército se metió, ahí le dieron la primera
paliza. Al día siguiente de realizado el primer combate ahí,
como a las seis de la mañana apareció la aviación bombar-
diando por toda parte, con aviones T36, con helicópteros
ametrallando por toda parte, y un avión grande que en el len­
guaje de los guerrilleros le decíamos El Marrano, que no es
muy rápido pero lleva bombas grandes y muchísima muni­
ción. Ahí se inició la operación contra Río Chiquito; eso pasó
entre el 15 y el 16 de septiembre de 1965
El inicio de esta agresión militar contra el movimiento
agrario de Río Chiquito fue en condiciones parecidas a Mar-
quetalia; se pelió por toda la región en las mismas condicio­
nes y el Ejército utilizó las mismas tácticas, como por ejemplo
no ir por los caminos sino a campo traviesa hasta que deci­
dieron desembarcar en la zona. Se ubicaron en una colina
que se empinaba bastante sobre las cabeceras de Río Chi­
quito, hasta las cabeceras de Mazamorra; Justo por los lados
de esa cordillera se fueron cantidades de familias desplaza­
das por los bombardeos, que no resistieron los ametralla-
mientos y fueron llegando a las áreas de dominio de la gue­
rrilla, haciendo camino hacia nosotros; en esa zona alta de la
cordillera se emboscó el Ejército y otra parte se bajó hasta las
goteras de Mazamorra, y se posicionan en las zonas donde
nosotros teníamos las provisiones como maíz, frijol y un ga­
nado que teníamos en esos potreros. Nos fuimos corriendo
hacia otras caletas donde teníamos cómo sobrevivir. Allí a los
nuevos sitios llegué con el personal a mi cargo, allí llegó el ca­
marada Marulanda y llegó la dirección de Río Chiquito, un
personal que estaba con Abanico, guerrillero de la zona. Ese

183
mismo día muere uno de nuestros grandes líderes. Hernando
González.

Hernando González, un ejemplo para las nuevas genera­


ciones
Los camarógrafos franceses después de varios días fil­
mando los ataques aéreos contra los campesinos de Río Chi­
quito, deciden salir y la dirección ordena acompañarlos hasta
salir. Se nombra una comisión para que los acompañe hasta
Mazamorra. Yo recuerdo que le aconsejé que no se bajaran
por el camino, pues el Ejército venía avanzando ya, y no sa­
bíamos qué posición. Hernando González, de regreso, se me­
te por el campamento que antes tuvimos, por un filo toman­
do el camino que habían hecho las familias en su marcha bus­
cándonos, huyéndole a los bombardeos; Hernando cogió ha­
cia arriba a buscar el filo, un filo que nosotros llamamos el Ru­
cio, y ahí estaba el Ejército emboscado y lo asesinan, hirien­
do a uno de los guerrilleros que lo acompañaban, pero se sal­
varon los demás. Esto sucedió el 29 de septiembre de 1965.
Los tres compañeros sobrevivientes llegaron y nos contaron
lo sucedido; la exclamación del camarada Marulanda, des­
pués de saber lo ocurrido y conocer el informe fue «me ha do­
lido hasta el corazón, que hayamos perdido un cuadro políti­
co para el futuro»?'
De modo que en esas condiciones a finales de septiem­
bre salimos de allí cargando con todo lo que pudimos, hici­
mos una travesía y alcanzamos las familias, para reunirnos con
todos ellos. Allí se les explicó nuevamente: «las familias no
pueden seguir todo el tiempo con nosotros, compañeros y
compañeras, porque no hay provisiones suficientes y el Ejér-

51. «La muerte del querido dirigente de la Juventud Comunista nos de­
jó atónitos. Ningún otro muchacho de la ciudad, hasta entonces, se había
adaptado tanto a la vida con los guerrilleros como él. En la guerrilla tuvo el
nombre de Leovigildo Rodríguez. Aunque había sido comisionado para cum­
plir labores de educación política entre los campesinos, prontamente apren­
dió el arte de la guerra y se ganó la amistad y la admiración de todos sus com­
pañeros. repitiendo en el campo lo que había sido en la ciudad, al frente del
movimiento estudiantil y juvenil». Jacobo Arenas, ídem., p. 125.

184
cito nos va a seguir persiguiendo y aumentará el peligro». No­
sotros entendíamos que esa marcha por la selva era muy du­
ra para la gente, entonces se les propuso que era mejor que
las familias se volvieran para Río Chiquito, que si retornaban
en grupo a lo mejor les respetaban y podían negociar. La in­
tención era de no ser aventureros con la vida de la gente y tra­
tar de garantizarles su integridad, al menos no arriesgarles la
vida en posibles combates. El más resuelto en ayudarnos a
convencer a la gente fue un señor, Domingo Peña, quien ex­
plicaba sobre todo el asunto de los niños, que son los que
más hambre soportan en esos cercos que acostumbra a hacer
el Ejército.

Una nueva etapa de marchas para los destacamentos


campesinos y guerrilleros
En los primeros días de octubre de 1965, luego de que
numerosas familias accedieron a quedarse o volverse, la di­
rección se reunió para discutir el qué hacer, y determinó el
acuerdo de que debíamos salir distribuidos en destacamen­
tos con áreas determinadas para cada destacamento. De allí
salen tres destacamentos: joselo sale adelante para tantear y
rastrear la situación en el Huila y el Tolima; sale de allí Darío
Lozano con el resto de los franceses que debían abandonar la
zona, para sacarlos a la carretera nacional que de Neiva va a
Bogotá; con ellos salió algo de población civil. Esa comisión
de Lozano llevaba la orden de unirse a Joselo y de operar por
los lados de Ortega en el Tolima, por los lados de Chaparral,
todo lo que se pudiera hacer por allá. Sale otra comisión al
mando de Rogelio, con Lister y Jacobo Arenas, también a
aproximarse al Tolima y por el Huila abajo. Un destacamento
al mando de Gilberto López Carmelo, que saldría a tomar co­
mo área de operaciones al Carmen, Teruel, íquira, Santa Ma­
ría y Nátaga, intentando de nuevo entrar hasta Río Chiquito.
Otro destacamento sale al mando de Ciro Trujillo con direc­
ción al Departamento del Quindío y parte de Caldas, y el otro
destacamento sale al mando del camarada Marulanda a tomar
como su área la zona de Marquetalia, Planadas, Bilbao, y la
Herrera. Ésas fueron las comisiones que salieron de allí. Con
nosotros salió un grupo de familias, salió gente de Río Chi­
quito, inclusive después con los días grupos de familias deci­
dieron seguirnos por esas trochas y nosotros no supimos qué

185
les sucedió a esas familias porque la verdad es que cuando
salimos al páramo, a una trocha que desde Marquetalia con­
duce a la Símbula, vimos trillo del Ejército por todo eso; al­
gunas de esas familias el Ejército las encontró y las mató a to­
das. Varias columnas de marcha eran familias que se queda­
ron: la movilización campesina era mucha por temor al Ejérci­
to y aún no teníamos la capacidad organizativa para proteger
toda esa gente, más bien corrían más riesgo caso de un en­
frentamiento.
El destacamento al mando de Gilberto no pudo cruzar pa­
ra su área de operaciones; el Ejército estaba concentrado so­
bre Marquetalia y sobre toda esa cordillera para Nátaga y Río
Chiquito. Ciro Trujillo tampoco pudo llegar a su área y tuvo
que dar a Vuelta del Río, en el Tolima. Nosotros penetramos
hasta el Siquila, pero contra nosotros la situación cambió
cuando caímos a Palomas, donde se presenta el primer com­
bate con el Ejército; después voltiamos por esa zona luego de
varios combates y llegamos al Siquila; el Ejército con los li­
berales limpios mariachistas se encaminaron contra nosotros
en un gran operativo y volvimos a peliar por todo eso; se pe-
lió en Montalvo y mientras el General Reveiz Pizarro anunció
que en pocas horas daría una chiva al país. Confiaba que esas
tropas iban a dar de baja al camarada Marulanda, que iba con
nosotros. El Ejército tiraba propaganda desde los helicópte­
ros, utilizó parlantes para hacer llamados a los guerrilleros a
desertar o que se entregaran, que les tenían otro porvenir, y
las hojas volantes que tiraban en esa época, por un lado te­
nían la foto del camarada Marulanda y por el otro el ofreci­
miento de cincuenta mil pesos, para el que lo entregara o lo
ayudara a capturar. Inundaban la selva con propaganda de
esa tratando de implementar la ley del sapo. Pero la voluntad
y los deseos de los campesinos por mantener su lucha en al­
to no fue menguada, al contrario, se pelió más duro. En esa
cordillera de Montalvo, nos cercaron y estuvimos en serias di­
ficultades, hubo días en que se pelió hasta cuatro veces, pe­
ro soportamos la ofensiva.
Para discutir esta situación, estábamos cercados y ya sin
provisiones suficientes, nos reunimos los tres que veníamos
ai mando de ese destacamento, el camarada Marulanda, Mi­
guel Pascuas y yo.

186
(VIH)
Acordamos salimos en tres grupos, uno con cada uno de
los tres. Pusimos tres sitios de referencia entre el Tolima y el
Huila, donde un último sitio de referencia era en las estriba­
ciones de la cordillera de Monte Frío, al pie de Natagaima;
era el último sitio de encuentro y así planeamos todo. El ca­
marada Marulanda pasaba el río Atá más arriba de Gaitania,- a
mí me tocaba pasarlo en un bajo que hay en un sitio que se
llama el Balso, abajo de Gaitania por la región del Socorro; a
Miguel Pascuas le tocaba pasar el río Atá en el bajo del Pes­
cado, abajo al Sur de Atá, por los lados de un sitio llamado la
Vega del muerto y así nos despedimos y nos lanzamos a la ta­
rea, en medio de un tiempo invernal, de mucho llover. Yo no
pude hacer el paso como estaba previsto, porque el río esta­
ba sumamente crecido y tenía conocimiento de que el puen-

Únicos supervivientes entre los iniciales fundadores de las FARC. Esta histórica foto­
grafía fue tomada en el Palmar (Meta) en el sitio conocido como La Caucha en 1983. De iz­
quierda a derecha, Manuel Marulanda Ve'lez (máximo Comandante de las FARC-EP), Jai­
me Guaraca (segundo al mando nacional entonces). Miguel Pascuas (Comandante del Sex­
to Frente).

187
I

te al Socorro lo estaba custodiando el Ejército día y noche,


pero al ver que el río estaba tan crecido, nos decidimos a pa­
sar por ese puente; nos acercamos hasta la finca de un com­
pañero, Vicente López, que tenía una molienda de caña muy
buena y sacaba panela todos los días, y cuando nos aproxi­
mamos al camino real, dejé un guardia en el camino y perso­
nalmente me acerqué; cuando le toqué y me preguntó qué
necesita, le di mi nombre y de una vez me dijo, «qué necesi­
ta», una panela, le dije, y entonces dijo, «no hay panela y a
esta hora no le abro la puerta ni a mi padre que venga».
Entonces propuse que una de las mujeres, que despierta
menos sospecha, fuera hasta el puente y lo cruzara y viera si
había tropa o trillo por los lados; debía ir en vestido, como
una civil, como una mujer de ahí mismo; si el Ejército estaba
y la paraba y le preguntaba algo, pues que corriera en direc­
ción nuestra que nosotros estamos listos para apoyarla con
fuego y que no le pase nada. Una mujer indígena se ofreció;
era una hija de Daniel Coyo, un indígena que mataron los pa­
ramilitares de Nátaga en el Quicuyal; ahí mismo dijo ella que
se ofrecía; hizo un recorrido por el puente, fue y volvió y na­
da; entonces pasamos el puente y nos ubicamos en unas pla­
taneras vecinas y de paso nos llenamos de provisión antes de
que amaneciera; a la madrugada pasó la patrulla militar con
dirección al puente, pero ya estábamos al otro lado.
Cuando seguimos avanzando nos dimos cuenta que todo
ese territorio estaba tomado por el Ejército; había cambiado
todo por allí y nuestros planes, todos nuestros planes, los si­
tios pensados para los encuentros, todo nos quedó en el ai­
re, porque todo estaba patrullado. Zonas como la región del
Hueco eran sobrevoladas por helicópteros continuamente.
Seguimos marchando y pudimos ver en la línea de límites en­
tre Tolima y Huila, sobre el Hueco, muchas carpas extendidas;
nosotros no sabíamos de qué se trataba, sin embargo toma­
mos muchas precauciones. Por esa zona me encontré con Gil­
berto, que le decíamos Carmelo; estaba con un guerrillero y
con el hijito aislado de su gente, porque en una salida a ex­
plorar el Ejército sin darse cuenta se les había metido de por
medio. Bueno, por fin llegué al sitio último, donde había po­
sibilidad de encuentro; era el tercer lugar y cuando llegué, ya
estaba Miguel Pascuas ahí con su gente. Teníamos que espe­
rar ai camarada Marulanda, pero no podíamos hacerlo porque
la persecución venía para encima y no sabíamos qué hacer;

188
Horas ñutes de firmar los acuerdos de tregua y cese del fuego en 1984, en la Uribe
(Meta). que darían origen a la Unión Patriótica De derecha a izquierda. Jaime Guaraca.
Manuel Marulanda, Raúl Reyes y Jacobo breñas.

■A,

Jaime Guaraca sentado porta una carabina MI. La fotografía fue tomada en la Vere­
da Mazamorra de la región del Cauca en 1965.

189

esos terrenos son muy destapados y no podíamos demorar­


nos en un solo sitio. En eso también se enfermó gravemente
Gilberto del estómago, una diarrea y me pidió que me hicie­
ra cargo de su gente, porque él sentía que lo iba a matar esa
enfermedad; acordamos dejar dos compañeros con él, para
que lo resguardaran, compañeros que conocían el terreno y la
compañera de él. Ya no nos quedaba sino una oportunidad
de encuentro con el Camarada, en las estribaciones de Mon­
te Frío; nosotros seguimos con Miguel Pascua hasta ese sitio
y tampoco llegó allí el Camarada.
Ya para entonces la gente iba enferma y algunos con la mo­
ral baja. Tocó licenciar alguna gente que, aunque políticamen­
te están bien, no resisten el trajín de la lucha guerrillera. El
Ejército lanzó un gran operativo contra nosotros; en esas pe­
leas nos enteramos que el camarada Marulanda estaba por los
lados del río Pata-, que alcanzó a llegar por ahí cuando venía en
busca nuestra, pero los operativos militares le impedían mo­
verse para cumplir con las citas acordadas; él y los compañe­
ros duraron casi ocho días sin comer, acorralados por el Ejérci­
to y los ametrallamientos en la zona, todo el tiempo sin comer.
Cuando pudieron salir del cerco, no fue a los sitios de encuen­
tro porque pensó que todo eso ya estaba cambiado y se lanzó
para la cordillera, hacia el Carmen en el Huila y nuevamente
desde allí, comenzó a organizar los contactos.
Bajamos un poco, y hago contacto con el movimiento 26
de septiembre, el movimiento guerrillero de Natagaima. Ahí
me informan que tengo un mensaje que consistía en que yo
asistiera al Congreso del Partido Comunista Colombiano, co­
mo delegado de Marquetalia; ahí estaba Martín Cruz, que lo
habían dejado allí para que integrara también la delegación;
íbamos ai X Congreso, que se realizó en 1966.
En vista de esa noticia ya sabíamos que Jacobo Arenas ha­
bía salido rumbo al Congreso, Lister había salido y que a mí
me tocaba ir también. Acordamos entonces comprar todo lo
necesario y también para los compañeros del grupo. Acorda­
mos con Miguel que me dejara dos compañeros para que me
acompañaran cuando yo regresara; la idea era coger la misma
ruta al regreso. Miguel Pascuas se quedó en la zona peliando;
por ahí murió un compañero que le decíamos Pedrusco, de
nombre Domingo Rivera. Miguel se sube por la cordillera y
encuentra los contactos hasta unirse nuevamente al camarada
Marulanda. En esa zona entonces se reunió un buen grupo, el

190
más grande, de combatientes, de una comisión y otra, en esa
zona del Huila, entre el Carmen, juntas, Casa Sola y todo ese
sector. Mientras, fuimos al Congreso. Fue una reunión muy im­
portante. Se informó al Partido de los acontecimientos que se
habían dado primero en Marquetalia, luego en Río Chiquito,
el Pato y lo que estaba pasando en el Guayabero.
Participaron delegados de cada zona agraria de las que le
estoy mencionando. A nosotros nos correspondió una infor­
mación muy amplia, porque allí estaba toda la representación
del Partido Comunista Colombiano, a nivel nacional.52
El X Congreso del Partido tuvo varias cosas importantes.
Después de haber sido informado por las cinco delegaciones
campesinas con el sur de Natagaima en el Tolima, el análisis
profundo que hizo el Partido de esa situación nos llevó a ver
los cambios de situación en el país. Sobre la lucha guerrillera
se analizó que ya no era esa lucha del campesino para volver
a su casa; que las condiciones nuevas y la intolerancia de los
terratenientes y del Gobierno los había convertido en guerri­
lleros antimperialistas y antilatifundistas. Eso quedaba claro
inclusive desde los documentos del 20 de julio de 1964, que
produjo la reunión de Marquetalia, donde se plantea el Pro­
grama Agrario de los campesinos. Lo más importante del Con­
greso del Partido era la orientación de cambio de línea, con la
nueva orientación de la combinación de todas las formas de
lucha de masas, por el cambio social y político. Contra la in­
justicia y por la democracia. Eso significó el visto bueno a la
resistencia guerrillera.
Durante el X Congreso de los comunistas colombianos se protocoliza
la separación de un grupo de militantes, hecho que adquiere cierta reso­
nancia histórica dado el momento histórico que vivían los comunistas en el
escenario internacional. Para los que construían un movimiento campesi­
no ij guerrillero en las montañas de Colombia, ¿que' significado tenía esta
situación?

52. El X Congreso del PCC hizo un profundo análisis de la situación po­


lítica. Este evento valoró el intenso momento de agitación social y el indis­
cutible crecimiento del movimiento armado. Los movimientos de autode­
fensa campesina, bajo la presión política del excluyente bipartidismo lati­
fundista y del cerco militar, se habían transformado en guerrillas móviles. Se
inicia con este fenómeno otra etapa de violencia social y política en Colom­
bia, en tanto que el modelo de democracia restringida agotó otros posibles
canales de expresión popular. Entonces, la lucha armada adquiere gran im­
portancia dentro del accionar social y político de las masas. (N. del A.)

191
Con el triunfo de la revolución, China comenzó a ofrecer
para América Latina cursos de preparación política e ideoló­
gica y también militares. En ese ambiente, colombianos via­
jaron a China a realizar cursos políticos; entre los que viajaron
estaban algunos miembros del Comité Central del Partido.
Cuando regresan a Colombia, llegaron con el ánimo de impo­
ner su criterio, de acuerdo a nuevas orientaciones y de acuer­
do al proceso de la Revolución china. Esta situación creó difi­
cultades y hubo división; no tanto como división, lo rectifico,
pero sí comenzaron a separarse del Partido gentes que ha­
bían hecho ya un trabajo en las bases. Comenzaron las ame­
nazas de que iban a conformar un nuevo Partido, y luego que
iban a conformar un nuevo movimiento armado, que efectiva­
mente más tarde se llamó Ejército Popular de Liberación?1
Mucha gente siguió haciéndole el juego a las propuestas
de los maoístas y el X congreso del Partido discutió en pro­
fundidad ese caso y llegó a la conclusión de expulsar a toda
esta gente de allí. Yo recuerdo entre ellos a un hombre lla­
mado Garnica, que luego entró a Marquetalia, pero en Mar-

53. El Ejército Popular de Liberación EPÍ, surge después de la ruptura


que se da en el PCC. cuando un grupo de militantes, entre los que se desta­
ca Pedro Vázquez Rendón, asume posturas guerrilleristas desconociendo el
proceso que va indicando la formación e impulso de la lucha armada El PCC
plantea que la lucha guerrillera no se puede imponer en forma artificial, sino
que es la resultante histórica de un proceso social y político, que aunque len­
to sea muy firme, en virtud de las causas que lo originan, y su fortalecimien­
to depende de la participación y solidaridad de las masas. Este proceso de
discusión viene desde junio de 1961 en el marco del IX Congreso del PCC,
momento en que se lanza la consigna «La Combinación de Todas las Formas
de Lucha», destacando la importancia de la lucha social en los centros urba­
nos, la lucha sindical, estudiantil y gremial, valorando la movilización y la pro­
testa en general. Dentro del PCC ya existía un pequeño grupo de tendencia
maoísta que criticaba esas posturas, porque según ellos, significaba un freno
a la lucha armada, y decidieron convocar una Conferencia en abril de 1964
que a la postre significó la ruptura con la dirección del PCC. Este hecho ace­
lera su expulsión de las filas del Partido durante el X Congreso. Después de
esto nace el Partido Comunista Marxista Leninista PCC-ML y se funda el EPL
como su brazo armado, retomando de todas formas la experiencia de tres dé­
cadas de lucha y resistencia popular de los comunistas colombianos agrupa­
dos en el PCC, que pese a la división, mantienen su trabajo revolucionario de
organización popular mediante estructuras y escenarios diferentes, dentro
de la estrategia de combinar todas las formas de lucha. (N. del A.)

¡92
quetalia no tuvo ninguna acogida. Allí, ninguno lo aceptamos
con su orientación ni división del movimiento campesino.
Bueno, el X Congreso del Partido Comunista Colombiano los
expulsa; recuerdo que desde esa época hubo una propuesta
de expulsión de Carlos Romero, que participaba entonces en
la Juventud Comunista y que se había dedicado a hacer pro­
paganda divisionista, pero algunas propuestas con mucha au­
toridad lo defendieron y no fue expulsado; ese compañero
me hubiera gustado que se hubiera expulsado desde esa
época, porque es gente que parece que nace así, torcida. De
modo que toda esta gente fue expulsada de nuestro Partido
porque estaban dividiendo un gran movimiento, lesionándo­
lo por dentro y haciendo daño.
El X Congreso significó un avance en la orientación políti­
ca; a su vez fortalecía la solidaridad y la lucha en los escena­
rios urbanos, como paros obreros en las ciudades, huelgas de
estudiantes, huelgas de profesores, de médicos, en fin todo
lo demás; y en ese marco la resistencia guerrillera era como
otra actividad aparte, desarrollada por otra gente, en forma
separada, pero por las mismas razones, y que mientras la si­
tuación siguiera así, la lucha guerrillera debía continuar hasta
forzar al Gobierno a que busque la Paz, pero con condiciones
de justicia.
Una vez terminado el congreso nos reunimos todos los
que estábamos como delegados y representantes de las re­
giones campesinas agredidas. Por Marquetalia estaba Jacobo
Arenas, Isauro Yosa y como delegados estábamos Martín Cruz
y Jaime Guaraca. Por Río Chiquito estuvo Ciro Trujillo y Tobías
Lemos. Por la región del Pato estuvo Ezequiel Gallo y un com­
pañero que le decían Víctor. Por la zona de Guayabero estu­
vieron dos compañeros, que ahora no recuerdo el nombre.
Por el 26 de septiembre estaban otros dos. Juan de la Cruz Vá­
rela, como un viejo dirigente guerrillero lleno de experiencia,
desde sus luchas en ¡a región del Sumapaz y otros que ahora
no recuerdo nos reunimos a estudiar un tema concreto, a par­
tir de la pregunta que se daba de la misma situación: qué íba­
mos a hacer. Los que más juntos estábamos éramos los mar-
quetalianos, los de Río Chiquito y los del 26 de septiembre.
Pero se quedaban los del Pato y los de Guayabero. Teníamos
que dar una respuesta. Se pensó en una gran reunión donde

193

*
I

si no estábamos todos, por lo menos una representación, y


para eso teníamos que hacer un gran desplazamiento, y con­
centrarnos en un lugar. Y se definió el lugar. Se decidió que
fuera en la región del Duda. Así fue como se comenzó a hablar
de la Segunda Conferencia Guerrillera del Bloque Sur.
Mientras eso ocurría y estábamos en el congreso, el ca­
marada Marulanda le dio otro golpe al Ejército allá arriba del
Carmen, donde murieron como quince soldados y se recupe­
ró muy buen armamento. En pleno congreso y nosotros escu­
chando información de las peleas allá.
Se concluyó que cada uno de los delegados debía llegar
a su lugar de origen a informar y comunicar la necesidad de
concentrarse en el lugar acordado para realizar la segunda
conferencia. En vista de esa orden yo me desplacé otra vez a
la parte plana del Tolima a buscar el lugar por donde había
salido y encontré a los dos compañeros que me había dejado
Miguel, Campo Elias y otro; preparamos y dispusimos fiambre
y marchamos a la cordillera en busca del camarada Marulan­
da. Fueron varios días de marcha, donde afortunadamente
encontré el contacto. Al primero que contacté fue a Joselo,
que estaba más abajo. Esa misma noche le dije «Joselo, es
preciso que se le mande un correo urgente al camarada Ma­
rulanda, ahora mismo porque el tiempo apremia». En lo que
había andado en esa zona me había enterado de que había
un operativo en esa zona y era preciso avisar para evitar que
nos complicaran el desplazamiento. Que se baje con toda la
gente el camarada Marulanda, que traigo datos importantes
para dárselos a conocer. A la siguiente noche el camarada Ma­
rulanda bajó y de una vez nos reunimos con él y le informé,
primero lo más que pude del congreso y después, que se
marchara hacia el área del 26 de septiembre, en jurisdicción
de Natagaima y de allí nos pondrían los contactos para hacer
el cruce del plan de la hoya del río Magdalena y ponernos en
un sitio que se llamó la Hoya de Palacios. Hasta ahí sabía yo.
Carlos Lleras Restrepo, el nuevo Presidente colombiano en 1966 lle­
gó proponiendo una reforma agraria ¿qué sucedió?
Respecto del cambio de Presidente, eso no nos sorpren­
día en nada; nosotros comprendíamos que el Frente Nacional
era una unidad de los dos partidos tradicionales durante 16
años-, eso significaba que se unían para defender sus intere-

194
ses de clase, engañando a la población colombiana y estre­
chando todas las posibilidades para impedir que surgiera una
oposición política democrática y popular en Colombia. Les in­
teresaba mantener el despojo de tierras a los pequeños cam­
pesinos, concentrar la riqueza, arrodillarse a los gringos, y ya
lo estaban haciendo, al poner en práctica la guerra contra el
movimiento campesino. Era el continuismo que consistía en
robar de manera repartida porque ambos partidos, Liberal y
Conservador, en eso son iguales, pues ambos han robado por
parejo y han sido siempre igual de corruptos; en este caso sa­
lía Guillermo León Valencia que era conservador, y entraba
Carlos Lleras Restrepo del Partido Liberal, y la situación iba a
ser la misma; y no nos equivocamos, pues el tiempo nos ha
dado la razón, estos gobiernos corruptos y antipopulares han
sido como cortados con la misma tijera.
Su propuesta de reforma agraria era la política de la za­
nahoria y el garrote, era un remedo de reforma agraria, una
falta de respeto para con el movimiento campesino; no se te­
nía en cuenta el programa agrario de los guerrilleros, ni él
mismo tenía claro qué era o qué proponía; inclusive en ellos
había dos tendencias.- la de Chicoral y otra que ahora no re­
cuerdo. En el fondo era pura demagogia para apaciguar el mo­
vimiento guerrillero y campesino?’
Esa estrategia formaba parte de la Alianza para el Progre­
so, diseñada por ios gringos. Diga usted reforma agraria, la

54. Pese a que en 1961 se había creado el INCORA, una institución en­
cargada de diseñar la política agraria, el propósito real era apaciguar el áni­
mo de protesta y movilización campesina que desbordaba y ponía en peli­
gro la estabilidad del poder gamonal y latifundista en Colombia, favorecien­
do el crecimiento de la lucha guerrillera. Por ello el Gobierno seguía insis­
tiendo en estabilizar el país con propuestas aparentemente novedosas de
reforma agraria, como sucede con Lleras Restrepo. No obstante, durante su
mandato se crea, mediante decreto de Gobierno, la ANUC (Asociación Na­
cional de Usuarios Campesinos) buscando canalizar la participación campe­
sina en un proyecto de recuperación política desde el Partido Liberal, contra
la influencia comunista. Con la ANUC el Gobierno pretendía una tibia refor­
ma agraria legitimada por los labriegos organizados bajo la influencia del Go­
bierno. Este proyecto fue desbordado por el ímpetu campesino y su deseo
de poseer las mejores tierras, chocando con los intereses de los terrate­
nientes. Al final este experimento reforzó la lucha real por la tierra, pues des­
bordó los objetivos iniciales del Gobierno. (N. del A.)

195
que estaban haciendo los cubanos en ese momento; eso sí
era reforma agraria.”
El camarada Marulanda tomó muy en serio las recomen­
daciones emanadas del Congreso y comenzamos a marchan
bajamos a la jurisdicción del 26 de septiembre. Los compa­
ñeros del 26 de septiembre nos colaboraron y pusieron guías
en esos planes y comenzamos esa travesía; recuerdo que en
Dolores casi chocamos con una patrulla del Ejército. El grue­
so de la gente la llevábamos nosotros; quedaba por fuera Ci­
ro, que estaba por allá por Vuelta Acuña, que iba con unos 13
guerrilleros. Así fue como marchamos a esa región de la Hoya
de Palacios. Llegando a esa región nos pusieron otros guías,
nos encumbraron en la cordillera oriental y nos mandaron a
esas profundidades de la región del Duda, que fue precisa­
mente donde se realizaría la Segunda Conferencia Guerrille­
ra del Bloque Sur y que sería constitutiva de las FARC.

Segunda Conferencia Guerrillera del Bloque Sur


En esta conferencia participamos todos los marquetalia-
nos, la gente que quedó de Río Chiquito, buena parte de la
gente de Guayabero, buena parte del 26 de septiembre y un
grupito muy reducido de un liberal llamado Cartagena, que
se había refugiado junto a nosotros debido a la misma opera­
ción contra Marquetalia, que fue la que lo sacó de por allá de
la Profunda. Debo anticipar que este hombre nunca dejó de

55. «El temor a una posible extensión de los bastiones de autodefensa


campesina dirigidos por los comunistas y la necesidad de reconstituir el as­
cendiente político sobre las masas acentuaban la urgencia de efectuar con­
cesiones al campesinado. Por lo tanto, el compromiso de adelantar una re­
forma agraria era un componente central dentro de un conjunto de propues­
tas programáticas que apuntaban a restablecer la armonía de las clases so­
ciales bajo la hegemonía de los mismos sectores dominantes que habían si­
do responsables de la guerra de facciones. A estos factores internos se su­
maba una buena dosis de presión externa proveniente de la nueva política
hemisférica de los Estados Unidos. Después de la Revolución cubana el Go­
bierno norteamericano pasó a presionara las clases dominantes latinoameri­
canas para que adoptaran reformas que impidieran la propagación revolu­
cionaria..^. Léon Zamosc, La cuestión Agraria y el movimiento campesino en Colom­
bia. Lucíia de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) 1967-1981, Edi­
ción del UNRISD (Instituto de Investigaciones de las Naciones Unidas para el
Desarrollo Social), Ginebra 1987, p. 62.

196
ser liberal. Salió de allá porque el Ejército siguió patrullando
y él era un campesino rico, de los que se enriquecieron en la
violencia, y estuvo en la conferencia. De ese grupo de Carta­
gena quedó gente muy buena como Granoble, el primer Gra-
noble, inclusive Mauricio, pero bueno, allí estuvo toda la di­
rección de Marquetalia. También hubo representación de al­
gunas organizaciones solidarias y también del Partido. La
conferencia fue muy importante porque unificó criterios fren­
te a la continuidad de la lucha guerrillera, pero lo más impor­
tante: unificó a todos los que nos encontrábamos desplaza­
dos de nuestros lugares de trabajo por causa del operativo
militar del Gobierno; me refiero a la gente de Marquetalia,
Río Chiquito, el Pato, Guayabero y del 26 de septiembre.
Unificó bajo una sola dirección a todo el movimiento cam­
pesino y armado para orientar al movimiento guerrillero que
seguiría dando la lucha por la tierra y por los cambios demo­
cráticos que se necesitaban. Surgieron de esa reunión muy
importantes y profundos documentos, producto de mucha
discusión Fue la primera vez que surgía en Colombia un mo­
vimiento guerrillero ya con documentos políticos precisos y
con reglamentos que rigen la vida interna del combatiente,
por eso es que aparecen unos estatutos internos, aparece un
régimen interno y aparece ratificando el programa agrario de
los guerrilleros.
Esta conferencia le dio una estructura militar y orgánica al
movimiento. Es la conferencia la que crea un tipo de grado en
el mando, pero ya no el que se venía utilizando, sino de co­
mandantes. Apareció el comandante de escuadra para dirigirá
doce hombres, el comandante de guerrilla para dirigir a vein­
ticinco, el comandante de compañía para que dirigiera cin­
cuenta, el comandante de destacamento y el comandante de
estado mayor. Cada escalón tenía su respectivo reemplazante,
con sus normas y la metodología y disciplina de dirección.
La conferencia fue instalada por Jacobo Arenas, pero ya
instalada se eligió una mesa directiva que la presidiera. Allí
estaban los miembros de dirección. Se eligieron comisiones
de trabajo que iban tomando nota de todo lo que se plantea­
ba y en eso se eligió una comisión ideológica política y mili­
tar que fue la encargada de estudiar y proponer el nombre
que se le iba a dar al movimiento y que recogiera todo el le­
gado de luchas hasta ese momento en Colombia. Encontrar el

197
nombre no era fácil, pues no se podía repetir con algún otro
movimiento existente de los que ya se mencionaban en la
prensa como grupos existentes en nuestro continente. En esa
comisión estaba yo también-, participé de la discusión y apro­
bación de las propuestas que se hicieron. La táctica emplea­
da para organizar al movimiento era ubicar o distribuir la fuer­
za por destacamentos, una cosa importante, con sitios espe­
cíficos y con áreas de acción de cada destacamento y áreas de
operación, ya con una concepción más clara de lo que era el
destacamento. Al mismo tiempo, como faltó una gente del Pa­
to, con ellos se programó una reunión para verificar también,
para conformar un destacamento en esa zona, pero vuelvo y
repito, para mí lo más importante fue haber podido unificar el
movimiento desplazado por la situación de la violencia, y
crear una sola dirección. La conferencia se realizó en mayo de
1966 en la región del Duda y en la resolución política se da a
conocer a la opinión pública las FARC.

DECLARACIÓN POLÍTICA DE LA SEGUNDA CONFERENCIA


GUERRILLERA DEL BLOQUE SUR
La Segunda Conferencia Guerrillera del Bloque Sur se ha
reunido para estudiar la situación política nacional y las pers­
pectivas de la lucha revolucionaria, frente a los planes del im­
perialismo yanqui de apoderarse definitivamente de nuestro
país, engullirse lo que queda de industria nacional, el co­
mercio y el trabajo de todos los colombianos, suprimir por la
fuerza los últimos vestigio de libertad, oprimir aún más bajo
su bota a todos los trabajadores de la ciudad y el campo, so­
meternos con mayor fuerza al hambre, a la desocupación, a la
miseria y al terror.
En nuestro país, víctima de la «alianza para el progreso»
de los imperialistas yanquis que han invertido más de un bi­
llón de dólares, según datos de la revista norteamericana For­
tune, los yanquis están instalando bases de agresión no sólo
contra nuestro pueblo sino contra todos los pueblos latinoa­
mericanos, se han apoderado recientemente de nuestros ya­
cimientos de uranio en la Macarena, han instalado allí bases
de cohetes, ocupan con sus aviones a reacción para bombar­
deo y ametrallamiento contra el movimiento guerrillero y
campesino los aeropuertos del El Dorado, Madrid, Apiay,
Germán Olano y, ahora, por medio de una ley del Congreso

198
de los Estados Unidos se han abrogado el derecho de ocupar
militarmente, cuando lo estimen conveniente, cualquier país
de América Latina, como lo están haciendo en Santo Domin­
go o como lo pretendieron en Vietnam.
Frente a la agresión en cadena de los imperialistas yan­
quis contra los pueblos de Asia, África y América Latina, se
reunió la Conferencia Tricontinental de la Habana para acor­
dar acciones solidarias del mundo democrático contra los
agresores imperialistas, para el impulso y desarrollo del mo­
vimiento revolucionario mundial, por la paz y el progreso de
las naciones.
En nuestro país, la oligarquía y el imperialismo yanqui es­
tán desencadenando una vasta ofensiva reaccionaria contra
nuestro pueblo, contra todas las organizaciones obreras, con­
tra los empleados públicos y privados, contra los maestros,
los estudiantes, los transportadores, pequeños industriales y
comerciantes, contra los campesinos productores, contra los
artesanos, contra los periódicos y periodistas independien­
tes, contra los escritores, artistas e intelectuales progresistas,
contra los hombres y mujeres de Colombia que no quieren
morir de hambre. A las huelgas y luchas reivindicativas de las
masas trabajadoras el Gobierno, fiel testaferro de los impe­
rialistas, responde con la fuerza de las armas, ocupa casas y
locales de organizaciones sindicales y gremiales, universida­
des, trata de destruir a sangre y fuego toda organización po­
pular que se alce a la lucha por mejores sueldos y salarios, sus
dirigentes son asesinados, perseguidos, apaleados o encarce­
lados, muchos condenados por consejos de guerra verbales,
los hambrientos, los sin trabajo, los sin techo, reciben descar­
gas cerradas de fusilería, en tanto el costo de la vida es ele­
vado y nuevos impuestos, nuevas alzas en las matrículas, en
los precios de textos de enseñanza, en los arrendamientos, en
los servicios públicos de luz, agua, teléfonos, correos, etc., en­
marcan un cuadro sombrío de violencia y guerra donde una
cuadrilla de bandoleros instalados en el Gobierno, en los
mandos militares, en las juntas directivas de la banca, la gran
industria, el gran comercio, la gran prensa y el capital gringo
arrancan, tinta en sangre de colombianos, fabulosas riquezas.
En los campos colombianos los imperialistas y reaccio­
narios desencadenan contra el campesinado una sucia guerra
de exterminio. Se la denomina guerra preventiva contrarre­
volucionaria bajo los lincamientos del Plan Laso inspirado en

199
I

la nueva filosofía de la guerra irregular que practica típicos


procedimientos fascistas, «acción cívica, comunal o acción cí­
vico militar», dentro de una guerra sicológica por la conquis­
ta de las masas para desarrollar, luego, la táctica de guerra de
guerrillas contraguerrillera.
Frente a todo lo anterior los destacamentos guerrilleros
del Bloque Sur nos hemos unido en esta Conferencia y cons­
tituido las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
(FARC), que iniciarán una nueva etapa de lucha y de unidad
con todos los revolucionarios de nuestro país, con todos los
obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales, con todo
nuestro pueblo, para impulsar la lucha de las grandes masas
hacia la insurrección popular y la toma del poder para el pue­
blo.
Segunda Conferencia Guerrillera del Bloque Sur, constitutiva de las
FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONARIAS DE COLOMBIA.
Abril 25 a Mayo 5 de 1966.50

56. Jacobo Arenas, Diario de la Resistencia de Marquetalia. Ediciones CEIS -


Serie Historia y Testimonio, Editorial Abejón Mono, 1972, pp. 135 a 138.

200
Epílogo

Reforma agraria: una perspectiva favorable para construir


caminos hacia ¡a paz con justicia social en Colombia

El testimonio del Comandante Jaime Guaraca, quien fue­


ra miembro del Secretariado de las FARC-EP y en su momen­
to segundo al mando de esta importante organización políti­
co militar, se constituye en una fuente de análisis para quie­
nes se interesen en las luchas del gran movimiento campesi­
no en Colombia y en las cuestiones agrarias de América Lati­
na.
El movimiento campesino y guerrillero, sus dinámicas in­
ternas que contemplan aspectos de carácter organizativo y de
proyección política, la influencia de fuerzas y movimientos
sociales exteriores al campesinado, la ideología y el saber po­
pular, son algunos de los elementos que se mezclan cons­
tantemente en esta narración. La experiencia de Guaraca, su
talante de riguroso observador y en consecuencia el realismo
de la obra que entregamos a la opinión pública, es un aporte
a quienes exploran la posibilidad de construir caminos de
paz para nuestro pueblo. El origen de la lucha guerrillera tie­
ne sus momentos específicos y razones estructurales de ca­
rácter social, económico y político en la vida nacional. La so-

201

■i
Ilición a la misma, más allá de teorías, también se debe fun­
damentar en esa realidad.
La actitud digna del campesinado colombiano en su lucha
por la tierra, su inicial pacifismo y su posterior resistencia,
constituye una respuesta populara las transformaciones rela­
cionadas con el avance del capitalismo que alteró las estruc­
turas existentes en el campo, donde los intereses terrate­
nientes provocaron la salvaje ofensiva de las clases dominan­
tes, que no contaban con la respuesta radical y finalmente re­
volucionaria del campesinado.
La historia de las FARC-EP se inscribe en ese contexto de
nuestra historia. La guerrilla es una respuesta contundente a
la injusticia social, a la democracia restringida y a la violencia
capitalista en sus diversas manifestaciones. Se equivocan los
teóricos que celebraron el final de las luchas sociales y tam­
bién del pensamiento marxista como base fundamental para
la construcción de una nueva sociedad cuando observaban el
derrumbe de los Estados Socialistas en la Europa del Este; ol­
vidan que los paradigmas varían, que los hechos sociales y el
pensamiento son dialécticos, y que la historia jamás se de­
tiene.
Para el conjunto de los pueblos y de sus luchas por cons­
truir un mundo más justo, la caída del socialismo en Europa
del Este, pese a que fue un golpe sensible, significó un res­
piro, en tanto que el imperialismo norteamericano y europeo
no puede seguir conteniendo el descontento popular y las lu­
chas sociales aplicando la fórmula del conflicto de baja inten­
sidad contra el comunismo. Se desenmascaró el verdadero
conflicto histórico que asola la humanidad, el conflicto entre
ricos y pobres, entre el Norte y el Sur.
Esta nueva situación ha significado un reencuentro más
firme con nuestra propia realidad. El reto que siempre ha es­
tado presente en nuestro movimiento social se acentúa y
ahora con más posibilidades; se trata de la construcción de un
pensamiento político propio desde la multiculturalidad de
América Latina; un pensamiento emancipador y marxista, que
recoja el legado entre otros de Bolívar y el Che. Las fuentes
ideológicas y las razones sociales están vigentes, y son éstas
las que alumbran el camino y le dan fuerza al movimiento
guerrillero en Colombia.

202
Lo anterior desborda la situación agraria, transformando
su proyecto político en una propuesta integral de transforma­
ción y reconstrucción nacional. Las conclusiones de la VIII
Conferencia Nacional de las FARC-EP celebrada en abril de
1993 y los diez puntos de su plataforma nacional, son de un
profundo contenido político que abarca, entre otros, el inte­
rés por el manejo y explotación de los recursos naturales, mo­
delo de desarrollo económico, modelo de democracia y de
participación política, relaciones internacionales y de autode­
terminación como pueblo soberano, fortalecimiento de los
instrumentos de fiscalización popular, reforma y fortaleci­
miento de la justicia y una real política agropecuaria cuyo pri­
mer paso es la reforma agraria integral.
Este último punto se constituye en uno más, pero es fun­
damental para construir alternativas de paz en Colombia, ya
que fue la causa que prendió la mecha de la lucha guerrillera
y finalmente ambientó y generó condiciones propicias para
nuevos conflictos y dinámicas sociales a raíz del desplaza­
miento forzado de masas campesinas hacia las poblaciones,
trasladando la lucha a los escenarios urbanos.
Hoy son múltiples las expresiones de descontento social
en las zonas marginales, fundamentalmente por parte de los
jóvenes a raíz del desempleo y falta de oportunidades en una
sociedad excluyente; la lucha obrera, las actividades en de­
fensa de ios Derechos Humanos, la lucha por la educación, la
vivienda y por una salud digna, son elementos que refuerzan
la naturaleza política de la guerra en Colombia.
El poder dominante, empotrado desde siempre en el Go­
bierno, tiene la oportunidad histórica de permitir una solu­
ción política a nuestro conflicto social y armado, atendiendo
el llamado del pueblo insurrecto y el clamor de la comunidad
internacional, que proclaman la necesidad de un continente
en paz.
Es necesario que la derecha norteamericana y las actitu­
des fascistas del Pentágono y la CIA, entiendan que la natu­
raleza de nuestro conflicto es política. El supuesto moralismo
antiterrorista y de lucha contra el narcotráfico de los Estados
Unidos no ocultará por siempre esta realidad, más cuando los
gobiernos injustos y las burguesías terratenientes, con el am­
paro del poderío militar de los gringos, aplican el terrorismo

203
de Estado en América Latina, y el narcotráfico se expande sin
límite alguno a través de sus propias redes de distribución,
que atiende la demanda de por lo menos 22 millones de con­
sumidores norteamericanos.
Haciendo un análisis integral, la injusticia social y las vio­
lencias que ésta genera, tienen que ver con el desarrollo des­
tructor y empobrecedor del capitalismo, y por tanto, ahí mis­
mo están las claves de la paz democrática que con sentido
humanista proclaman las FARC-EP y el conjunto del movi­
miento popular colombiano, cuando plantean cambios pro­
fundos en el modelo de desarrollo y una solución política ne­
gociada que permita construir paz con justicia social, no para
reinsertar guerrilleros como sueña la oligarquía, sino para
continuar la búsqueda de una nueva sociedad con democra­
cia y en paz, y con ella la verdadera solución al conflicto co­
lombiano.
El relato de Jaime Guaraca, que culmina en la fundación
de las FARC, nos deja esa enseñanza. De allí en adelante ha­
brá motivos de sobra para reconstruir paso a paso la historia
de este movimiento insurgente y sus perspectivas político-
militares de gran impacto en la vida nacional. Esta tarea se
viene desarrollando y adelantamos a continuación un breve
esbozo histórico para dejar planteado del trabajo.
Luego de la Conferencia Constitutiva, el movimiento ar­
mado organiza la III y IV Conferencia Nacional de guerrilleros
de las FARC, celebradas a finales de los años sesenta e inicios
de la década del setenta. Estos eventos establecieron un pro­
yecto educativo a manera de escuela nacional cuyo carácter
es la formación ideológica en el momento que se expanden
por el territorio nacional, reajustando de paso las estructuras
de mando y la distribución de los frentes guerrilleros en las
áreas de influencia. Es así como se nombra mediante méto­
dos democráticos de carácter interno una representación de­
nominada Estado Mayor y un Secretariado Central, durante el
Pleno Nacional que celebra esta agrupación guerrillera en
enero de 1973.
En 1974 se lleva a cabo la V Conferencia Nacional, en 1978
la VI y en mayo de 1982 las FARC asumen el paso a convertir­
se en un Ejército del Pueblo (se agrega a la sigla original esta

204
nueva denominación FARC-EP) decisión tomada en la Vil
Conferencia Nacional.
Cada reunión o Conferencia ha significado un balance po­
lítico de la situación social en Colombia, discutido con am­
plios sectores de la sociedad colombiana, y en un enriquece-
dor intercambio con el movimiento revolucionario han surgi­
do los ajustes dinámicos de este grupo guerrillero que agru­
pa en sus filas a una viva representación multiétnica y social
de los colombianos.
En mayo de 1984 las FARC-EP toman la decisión trascen­
dental de iniciar una tregua. Los 27 frentes que se distribu­
yen por la geografía nacional entran en un cese del fuego,
cumpliendo un acuerdo nacional firmado con el Gobierno de
Belisario Betancur en la población de Uribe en el Meta, re­
gión sur de Colombia. Producto de esta tregua y de los pos­
teriores acuerdos de paz, las FARC-EP lanzan como propues­
ta política a la Unión Patriótica. Los acuerdos de tregua y paz
se rompen por las provocaciones criminales del militarismo,
aliado del narcotráfico latifundista, que inicia el asesinato se­
lectivo de líderes de la UP y enseguida las masacres colecti­
vas de su base social. Agotadas las posibilidades de encon­
trar la paz, el movimiento guerrillero en general se expande
y se funda la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar CGSB
que agrupa al conjunto de las guerrillas, entre ellas al ELN, el
EPL, el M-19, PRT y otros pequeños grupos. Este experimen­
to unitario muestra su debilidad con la negociación por se­
parado y en forma unilateral del M-19, agrupación que se
reinserta y entra a formar parte del Gobierno de turno en su
equipo ministerial.
César Gaviria Trujilio, presidente liberal elegido en 1990,
luego del asesinato selectivo de tres candidatos presidencia­
les (Carlos Galán del Partido liberal no oficialista, Carlos Piza-
rro del M-19 y Bernardo Jaramillo de la Unión Patriótica), lan­
za el 9 de diciembre de 1990 un intenso ataque aéreo con mo­
dernos aparatos de fabricación norteamericana e israelí, se­
guido de una gran ofensiva militar por tierra, contra la sede
del Secretariado de las FARC-EP, conocida como Casa Verde
en el municipio de Uribe en el Meta, iniciando con este ata­
que lo que se conoce como «la guerra integral», cuyo propó­
sito era exterminar a la guerrilla en un período de 18 meses,
según lo explicaba el entonces ministro de Defensa, Rafael

205

I
Pardo. La resistencia guerrillera no se hace esperar y se ex­
pande por todo el territorio patrio como nunca en la historia
de Colombia.
Las guerrillas encabezadas por las FARC-EP (participa el
ELN y un sector del EPL) lanzan una contraofensiva entre fe­
brero y marzo de 1991 conocida como Campaña Comandante Jo­
robo breñas en respuesta al ataque contra Casa Verde, desple­
gando importantes acciones militares a lo largo y ancho del
país, presionando de diversas formas una nueva etapa de ne­
gociaciones políticas y no de exterminio como pretendía el
Gobierno Gaviria. En abril de 1991 se inicia la ronda de nego­
ciaciones en Caracas (Venezuela), entre el Gobierno y la CGSB.
Estas negociaciones se interrumpen temporalmente, reini­
ciando otra ronda en junio de 1992 en Tlaxcala, México.
Las negociaciones se rompen por diversos motivos inter­
nos y externos a la CGSB, situación que aprovecha el Gobier­
no de Gaviria para intensificar la «guerra integral». El movi­
miento armado afronta esta nueva etapa en dispersión, a raíz
de la poca coordinación y funcionamiento de la Coordinado­
ra. Mientras tanto, los escuadrones de la muerte actúan y su­
ceden numerosas masacres contra humildes zonas campesi­
nas acusadas de ayudar a la guerrilla, lo que intensifica el
desplazamiento forzado de miles y miles de labriegos Las
desapariciones forzadas, las ejecuciones de líderes sindica­
les, el encarcelamiento injusto de centenares de líderes po­
pulares y el asesinato generalizado contra líderes y militantes
de la Unión Patriótica en zonas de gran influencia como el
Urabá, acrecientan el terror de «la guerra integral» aplicada
por los sectores fascistas del Gobierno de Cesar Gaviria. El
conflicto se degrada paulatinamente y en ese contexto au­
menta la respuesta guerrillera, trasladándose los enfrenta­
mientos con mayor intensidad a las cercanías de las grandes
ciudades: comienzan a consolidarse grupos de milicias urba­
nas de la guerrilla.
En abril de 1993 se reúne la VIH Conferencia Nacional de
las FARC-EP en medio de una gran ofensiva militar del Esta­
do y en el marco de una nueva estrategia impulsada por sec­
tores de la ultraderecha norteamericana, aplicada por los
mandos militares colombianos, consistente en desprestigiar
la lucha guerrillera asociando sus actividades al narcotráfico,
especialmente contra las FARC-EP. Acuñan el término distrae-

206
tor de «narcoguerrilla», justificando desde ya una probable
intervención militar norteamericana, nación supuestamente
abanderada en la «lucha contra el narcotráfico».
La VIII Conferencia propone una plataforma de diez pun­
tos para alcanzar un Nuevo Gobierno de Reconstrucción y Re­
conciliación Nacional, con base en una Plataforma Democráti­
ca, Patriótica, Pluralista y de Justicia Social. Para dar a conocer
esta propuesta silenciada en los grandes medios de informa­
ción, las FARC-EP desarrollan entre julio y agosto de 1994 una
jornada nacional de acciones político militares que despiden
al Gobierno de «la guerra integral».
Durante los próximos dos años el conflicto armado se de­
sarrolla con cierta intensidad, a la par de la creciente movili­
zación popular en las ciudades y las imponentes marchas
campesinas del sur en 1996 que agruparon cerca de medio
millón de campesinos, cocaleros en su mayoría, que rechazan
la alternativa de fumigación de las plantaciones y proponen a
cambio un proceso de sustitución de cultivos sobre la base
de una profunda reforma agraria que contemple el desarrollo
del campo, vías de comunicación, escuelas, salud, emprésti­
tos y asesoría técnica para la renovación de cultivos.
Las marchas campesinas sufren la represión violenta por
parte de la Policía y el Ejército que despliega el Gobierno de
Ernesto Samper para contener la protesta social. Son asesi­
nados varios campesinos, encarcelados y amenazados otros.
En agosto de ese mismo año las FARC-EP inician una campa­
ña militar en el territorio nacional durante la cual destruyen la
base militar de las Delicias en la zona del Caguan, zona don­
de habían sido duramente golpeadas las marchas campesi­
nas, tomando como prisioneros de guerra a 60 militares per­
tenecientes a un batallón de contraguerrillas. Se inicia una
nueva etapa del conflicto armado que consiste en capturar
militares y llevarlos a las montañas; en ese marco son hechos
prisioneros de guerra otros 10 infantes de marina en la zona
del Chocó en enero de 1997, haciendo entrega ese mismo año
de los 70 militares a una importante delegación de la Cruz Ro­
ja Internacional, acudiendo como testigos un numeroso grupo
de delegados gubernamentales pertenecientes a varios paí­
ses de América y Europa; con ello las FARC-EP alcanzan un
importante nivel de reconocimiento político nacional e inter­
nacional como fuerza beligerante.

207
En lo que resta de 1997 y durante 1998, la guerrilla de las
FARC adelanta varias campañas políticas de afianzamiento en
la población, incrementando su apoyo social; ejecuta diversas
acciones militares, obteniendo resonantes avances en la gue­
rra de posiciones, y saltos cualitativos en su estrategia de lu­
cha. Acciones en diversas ciudades como Popayán, Medellín,
Bogotá y poblaciones de menor tamaño, sumado al ataque
contra convoyes militares como el de Puerres en Nariño, re­
peler y defender temporalmente un territorio frente a gran­
des ataques del Ejército y la Fuerza Aérea dotada de moder­
nos aviones y helicópteros en zonas como San Juanito en el
Meta y los Llanos del Yarí en el sur, el ataque guerrillero al ce­
rro de Patascoi en Nariño donde funcionaba un importante
centro de comunicaciones del Estado, el combate en la re­
gión del Billar en el Caquetá, donde fue desarticulado por
completo un batallón de élite contraguerrillera entrenado y
dotado con las últimas técnicas norteamericanas para conflic­
tos de carácter interno, las tomas de Miraflores en Guaviare,
Mutatá y Dabeiba en la zona de Urabá, Uribe en el Meta y Río
Sucio en el Chocó, hacen que las FARC-EP tengan un recono­
cimiento de poderío y cobertura que le permiten tener en su
poder, como prisioneros de guerra, a más de 260 militares re­
tenidos durante estos enfrentamientos. Hoy las FARC-EP
plantean el canje de militares prisioneros de guerra en las
montañas de Colombia, por guerrilleros prisioneros de guerra
en manos del Estado y confinados en las cárceles.
El presidente de los colombianos, Andrés Pastrana Aran-
go a pocos días de su posesión, en julio de 1998, realizó una
visita histórica al mando central de la guerrilla de las FARC,
entrevistándose con el Comandante Manuel Marulanda Vélez
y el popular Comandante Jorge Briceño más conocido como El
Mono jojoy. Esta reunión es un reconocimiento expreso a las
FARC-EP, en tanto que jamás un mandatario en Colombia vi­
sitó en sus campamentos a la máxima dirigencia de un grupo
guerrillero.
Con esta reunión renacen los anhelos de paz. En este en­
cuentro histórico se acuerdan entre la guerrilla y el Presiden­
te electo cinco puntos: 1. Despeje de aproximadamente
42.000 Km2, comprendidos en cinco municipios al sur del pa­
ís; 2. Desmonte de los grupos paramilitares; 3. Despenaliza-

208
ción de la protesta social; 4. Atemperar el lenguaje, eliminan­
do los calificativos de narcoguerrilla y terroristas; 5. Retirar las
recompensas por las cabezas de los jefes guerrilleros.
Esas condiciones abrirían la posibilidad de iniciar un diá­
logo y en él, con la participación de la sociedad colombiana,
y, de cara al país, debatir los temas que se plantean en la pla­
taforma de diez puntos para un Gobierno de Reconstrucción
y Reconciliación Nacional, generando el espacio propicio pa­
ra encontrar soluciones a las causas estructurales del conflic­
to social y armado.
Este breve esbozo histórico de la guerrilla marxista le­
ninista más sólida y antigua de América Latina, guerrilla que
ha soportado difíciles momentos de nuestra historia social y
política, tanto en el ámbito nacional como internacional, en­
tre otros la desmovilización de diversos grupos insurgentes
que sin duda retrasaron el proceso de luchas radicales contra
el capitalismo en el mundo, es una virtual invitación a que
nuevas generaciones de investigadores sociales, así como las
diversas expresiones del movimiento popular, estudien, re­
flexionen y pongan en práctica este legado de dignidad y lu­
cha, a favor de la causa humanista de los pueblos, por cons­
truir una sociedad más justa.
Las FARC-EP despliegan actualmente en Colombia una
fuerza compuesta por más de 10.000 hombres y mujeres, dis­
tribuidos en 7 bloques y cerca de 60 frentes; asimismo es cre­
ciente la presencia en las zonas urbanas. Este movimiento
político en armas, influye de manera determinante en gran­
des territorios y cientos de miles de personas. Su evolución
política y militar, producto de la combinación de todas las for­
mas de lucha, le pone cada vez más en disposición de com­
batir bajo ambientes favorables de apoyo popular, lo que re­
afirma en forma permanente su ideal emancipador y su pro­
yecto social y revolucionario, que contempla la toma del po­
der para el pueblo; no obstante, sus documentos y sus pro­
puestas políticas plantean la opción de buscar una salida po­
lítica y negociada para transformar el país, evitando con ello
la mayor intensificación del conflicto social y armado.
En manos de la oligarquía está la decisión que define una
u otra opción. Mientras tanto, ese pueblo trabajador y valien-

209

h
te, al que siempre se le ha negado un espacio digno de par­
ticipación social y política, hoy la reclama con autoridad des­
de la lucha callejera, las huelgas, la defensa de los derechos
humanos, las marchas campesinas, la lucha estudiantil, los
paros cívicos y las demás manifestaciones del movimiento
popular, entre éstas, la lucha armada.

210
ANEXO
Plataforma para un Gobierno
de reconstrucción y reconciliación
nacional

[.Invitamos a todos los colombianos que anhelan una pa­


tria amable, en desarrollo y en paz, a trabajar por la confor­
mación de un Gobierno nacional PLURALISTA, PATRIÓTICO Y
DEMOCRÁTICO que se comprometa a lo siguiente:
1. La solución política al grave conflicto que vive el país.
2. La doctrina militar y de Defensa Nacional del Estado,
será bolivariana. Dijo el Libertador que «El destino del Ejér­
cito es guarnecer la frontera. Dios nos preserve de que vuel­
van sus armas contra los ciudadanos». Las FF.AA. serán garan­
tes de nuestra soberanía nacional, respetuosas de los Dere­
chos Humanos y tendrán un tamaño y un presupuesto acorde
a un país que no está en guerra con sus vecinos. La Policía Na­
cional volverá a ser dependiente del Ministerio de Gobierno,
reestructurada para que cumpla su función preventiva; mora­
lizada y educada en el respeto de los derechos humanos.
3. Participación democrática nacional, regional y munici­
pal en las decisiones que comprometen el futuro de la socie­
dad. Fortalecimiento de los instrumentos de fiscalización po­
pular. La Procuraduría será rama independiente del poder
público y el Procurador general de la Nación será elegido po-

211
pularmente. El Parlamento será unicameral. La oposición y las
minorías tendrán plenos derechos políticos y sociales garan­
tizándoles el Estado su acceso a los grandes medios de co­
municación. Habrá libertad de prensa La rama electoral será
independiente. La Corte Constitucional y el Consejo Nacional
de la Judicatura serán elegidos por voto directo de todos los
Jueces y Magistrados del país. Moralización de la Administra­
ción Pública y de las instituciones militares del Estado.
4. Desarrollo y modernización económica con justicia so­
cial. El Estado debe ser el principal propietario y administra­
dor en los sectores estratégicos: En lo energético, en las co­
municaciones, servicios públicos, vías, puertos y recursos na­
turales en beneficio del desarrollo económico-social equili­
brado del país y las regiones. El énfasis de la política econó­
mica será la ampliación del mercado interno, la autosuficien­
cia alimenticia y el estímulo permanente a la PRODUCCIÓN, a
la pequeña, mediana y gran industria, a la autogestión, la mi-
croempresa y a la economía solidaria. El Estado invertirá en
áreas estratégicas de la industria nacional y desarrollará una
política proteccionista sobre las mismas. La gestión económi­
ca oficial se debe caracterizar por su eficiencia, su ética, su
productividad y su alta calidad. Habrá participación de los
gremios, las organizaciones sindicales, populares, entes aca­
démicos y científicos en la elaboración de las decisiones so­
bre la política económica, social, energética y de inversiones
estratégicas.
5. El 50% del Presupuesto Nacional será invertido en el
bienestar social, teniendo en cuenta al colombiano, su em­
pleo, su salario, salud, vivienda, educación y recreación como
centro de las políticas del Estado, apoyados en nuestras tra­
diciones culturales, democráticas y buscando el equilibrio de
la sociedad con su medio ambiente y la naturaleza. El 10% del
Presupuesto Nacional será invertido en la investigación cien­
tífica.
6. Quienes mayores riquezas posean, más altos impues­
tos aportarán para hacer efectiva la redistribución del ingre­
so. El impuesto del IVA sólo afectará bienes y servicios sun­
tuarios.
7. Política Agraria que democratice el crédito, la asisten-

212
cía técnica y el mercadeo. Estímulo total a la industria y a la
producción agropecuaria. Proteccionismo estatal frente a la
desigual competencia internacional. Cada región tendrá su
propio plan de desarrollo elaborado en conjunto con las or­
ganizaciones de la comunidad, liquidando el latifundio allí
donde subsista, redistribuyendo la tierra, definiendo una
frontera agrícola que racionalice la colonización y proteja del
arrasamiento nuestras reservas. Ayuda permanente para el
mercadeo nacional e internacional.
8. Explotación de los recursos naturales como el petróleo,
el gas, el carbón, el oro, el níquel, las esmeraldas, etc., en be­
neficio del país y de sus regiones. Renegociación de los con­
tratos con compañías multinacionales que sean lesivos para
Colombia. La Comisión Nacional de Energía, con partici­
pación del Estado, los trabajadores del sector y las regiones,
planificará la política energética. Se construirán más refinerías
y se desarrollará la industria petroquímica. El Gobierno infor­
mará a la comunidad con transparencia, los términos del con­
trato existente para la explotación de CUSIANA. Tan sólo los
5.000 millones de barriles de petróleo de reserva que posee,
a los precios de hoy y a la tasa de cambio vigente, producirán
$80 billones (80 millones de millones de pesos), es decir, más
de seis veces el presupuesto nacional de 1993. Colombia en­
tera conocerá cómo y a qué ritmo se explotará CUSIANA y có­
mo insertamos su producción en los planes generales de
nuestro desarrollo. Hay que «sembrar petróleo» para las pró­
ximas generaciones, porque el crudo es de todos los colom­
bianos y sus beneficios también.
9. Relaciones internacionales con todos los países del
mundo bajo el principio del respeto a la libre autodetermi­
nación de los pueblos y del mutuo beneficio. Priorizar tareas
por la integración regional y latinoamericana. Respeto a los
compromisos políticos del Estado con otros Estados. Revi­
sión total de los Pactos Militares y de la injerencia de las po­
tencias en nuestros asuntos internos. Renegociación de la
Deuda Externa, buscando un plazo de 10 años muertos en el
pago de los servicios.
10. Solución del fenómeno de producción, comerciali­
zación y consumo de narcóticos y alucinógenos, entendido
ante todo como un grave problema social que no puede tra-

213
tarse por la vía militar, que requiere acuerdos con la partici­
pación de la comunidad nacional e internacional y el compro­
miso de las grandes potencias como principales fuentes de la
demanda mundial de los estupefacientes.

VIH CONFERENCIA NACIONAL FARC-EP


Colombia, abril de 1993
Otros títulos de esta colección

1. Nuestra América contra el V Centenario


M. Benedetti, Roa Bastos, M. Bonasso, Casaldáliga, Noam
Chomsky, J. Petras, G. Selser, H. Dieterich, Fidel Castro,
Cardoza y Aragón, Guayasamín, Alejo Carpentiery otros.
2. Terrorismo de Estado. El papel internacional de EEUU
Noam Chomsky, M. Bonasso, J. Petras, J.M. Pieterse, W.
Schulz, E.S. Hermán.
3. PERESTRO1KA. Lri Revolución de las esperanzas
Marta Harnecker, Kiva Maidanik, Nadia Zamkova.
4. La Mujer habitada / Gioconda Belli.
5. Camilo camina en Colombia / María López Vigil.
6. MALCOLM X. Vida y voz de un hombre negro / Autobiografía.
7. Morir por Palestina / Fran^oise Kesteman.
8. Huela la libertad de Irlanda / Gerry Adams.
9. Mayombe / Pepetela.
10. El Nuevo Orden Mundial o la Conquista Interminable
Noam Chomsky, Sergio Ramírez, Tomás Borge y otros.
11. JACOB. Recuerdos de un rebelde / Bernard Thomas.
12. El día de Angelo / Frei Betto.
13. Lo memoria en donde ardía / Miguel Bonasso.

215
14. CHE GUEVARA. Grandeza y riesgo de la utopía
Roberto Massari.
15. Uh grano de maíz. Hablando con Fidel / Tomás Borge.
16. Memorias del calabozo / Mauricio Rosencof,
Eleuterio Fernández Huidobro.
17. El Salvador. De la Incita armada a la negociación / Txema García.
18. La Orquesta Roja. Tomo I / Gilíes Perrault.
19. La Orquesta Roja. Tomo 2 / Gilíes Perrault.
20. Renato Curdo. A cara descubierta / Mario Scialoja.
21. Recuerdo de la muerte / Miguel Bonasso.
22. Cactus / Sahar Khalifeh.
23. El diablo en la cruz / Ngugi Wa Thjiong'o.
24. Viaje por Sudame'rica.
Ernesto Che Guevara, Alberto Granado.
25. Perú. Los senderos posibles / Hernando Calvo, Katlijn Declercq.
26. Tierra íiumana / Pramoedya Ananta Toer.
27. La vida misma / Paco Ignacio Taibo 11.
28. Galera / Zhang Jie.
29. OLGA. La roja inolvidable / Ruth Werner.
30. Adio's prisión / Juan José Garfia.
31. El año que estuvimos en ninguna parte
Paco Ignacio Taibo 11, Froilán Escobar, Félix Guerra.
32. Cronicando / Mía Couto
33. Hijo de todos los pueblos / Pramoedya Ananta Toer
34. Desde la Galería de la muerte / Mumia Abu-Jamal
35. Canción de amor para los hombres / Ornar Cabezas
36. Nosotras que nos queremos tanto / Marcela Serrano
37. El carro dorado / Salwa Bark
38. Mafia. Historias a la sombra del Poder / Giuseppe Fava
39. Antes del amanecer / Gerry Adams
40. Haeia el mañana / Pramoedya Ananta Toer
41. Para que no me olvides / Marcela Serrano
42. Walq. Reqreso a la vida / B. Wongar
43. Las artimañas de los hombres y otras historias / Salwa Bakr

216
44. La mujer de Gilíes / Madeleine Bourdouxhe.
45. La casa de cristal / P. Ananta Toer.
46. Las (listonas prohibidas de Marta Veneranda / Sonia Rivera-Valdés.
INTIFADA. La voz del levantamiento palestino
OLP/MNU de la Intifada.
LA HONDA DE DAVID. Cuba frente al Nuevo Orden
Conversaciones con Fidel Castro.
Sofía de los presagios / Gioconda Belli.
LA HISTORIA TERMINABLE. Sobre democracia, mercado y
revolución / James Petras-Steve Vieux.
Cuba ante la razón cínica / Heinz Dieterich.
Fresa y cíiocolate / Senel Paz.
Chiapas insurgente. 5 ensayos sobre la realidad mexicana
Noam Chomsky, Sebastiao Tigüera, Roberto Díaz,
Héctor Díaz Polanco, Enrique Dussel.
Lus intenciones del Tío Sam / Noam Chomsky.
Mantener la chusma a raya / Noam Chomsky.
Gflzfl y Jericó. Pax americana / Edward W. Said.
El diosero y otros relatos indígenas / Francisco Rojas.
Sombra de la sombra / Paco Ignacio Taibo II.
Diario de Solivia / Ernesto Che Guevara.
Palestina: paz sin territorios / Edward W. Said.
Lo /{Idea Global / Noam Chomsky - Heinz Dieterich.
Ni un paso atrás / Madres de Plaza de Mayo.
Sintiendo que el campo de batalla / Pago Ignacio Taibo II.
Pasajes de la guerra revolucionaria / Ernesto Che Guevara.
Lu guerra de guerrillas / Ernesto Che Guevara.
Sacco y Vanzetti. El enemigo extranjero / Helmut Ortner.
Colombia y las FARC-EP. Origen de la lucha guerrillera. Testimonio
del Comandante Jaime Guaraca / Luis Alberto Matta Aldana.

217
Aurkeztu dizugun libu- La Editorial le quedará muy
ruaren edukia, itxura reconocida si usted le comu­
edo inprimaketari bu- nica su opinión acerca del li­
ruzko iritzirik izateko- bro que le ofrecemos, así co­
tan, bidal iezaguzu; zi- mo su presentación e impre­
nez eskertuko dizugu. sión. Le agradecemos tam­
bién cualquier otra sugeren­
cia.

EDITORIAL TXALAPARTA S.L.


Navaz y Vides kalea 1-2
78. Postakutxa
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Nafarroa
Tfnoa.: 948 703 934
Faxa: 948 704 072
txalaparta@txalaparta.com
http://www.txalaparta.com
Este libro,
Colombia y las FARC-EP.
Se terminó de imprimir en febrero de 1999,
en los talleres de Imprenta R.G.M.,
sobre papel ahuesado de 90 g./nf.
Utilizándose para su composición
la versión para fotomecánica del tipo Novarese
creado por Aldo Novarese en 1980.
Ésta es la historia acer­
ca del origen de la lucha
guerrillera en Colombia,
explicada en el conjunto de
las distintas guerrillas del
país. Testimonio de quien
fuera hasta el inicio de la
década de los noventa, el
segundo al mando en el se­
cretariado de las FARC.
Libro referencial para
quienes se interesen en la
historia política del presen­
te siglo en ese país y en la
red alternativa de tejidos
sociales que se han ido for­
mando alrededor del movi­
miento armado revolucio­
nario. El autor lo define co­
mo una sencilla aportación
a la recuperación de la me-
¡ moría colectiva de las lu­
chas populares, elemento
necesario hoy, cuando se
intenta borrar la historia y
enmudecer u opacar la
oposición política al capita­
lismo salvaje.

ISBN 84-8136-118-6

9 788481 361186

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