You are on page 1of 2

Platón: el símil de la línea.

Texto producido por el profesor Marcelo A. Rock en base a la lectura de “Republica” de Platón.

El sol que sale esta mañana es muy parecido al que salió ayer. En parte es el mismo, pero en parte
es otro. Yo que hoy amanecí soy muy parecido al que ayer fui, pero no igual porque hoy soy
distinto, tengo más o menos pelo, otras emociones e ideas, me pasa hoy lo de hoy. Por ende puedo
pensar y hasta cierto punto comparar el sol de ayer con el de hoy, el peinado que tenía ayer con el
de hoy. En parte se parecen, en parte no. Hay algo de nuevo, algo que no estaba. Puedo decir aquí
hay igualdad, allí hay diferencias. “Veo” las igualdades y las diferencias. Pero lo que de ningún
modo puedo ver es la igualdad misma o la diferencia misma. Si se nos replica que es porque no
existen, diremos con Platón que no podría predicar de ninguna cosa por ejemplo la igualdad
(respecto de otra cosa) sino es apelando a “la igualdad”, a ese concepto, a esa realidad…
Fíjense que tenemos entonces dos géneros de cosas:

• Las visibles: aquellas que se pueden “ver”. Que se “ven” con los ojos, con la nariz, con las
manos, con la piel, con los oídos. Ver se usa en general. Podríamos decir “ver y tocar”.
• Las inteligibles: aquellas que no se pueden “ver.” No se pueden “ver” con los sentidos
corporales, pero si se pueden ver con los ojos del “alma”. (Según los hinduistas tenemos un tercer
ojo…)

A partir de esta distinción básica Platón construirá su célebre “símil de la línea” que corre pareja
con la alegoría de la caverna (que veremos en otra ocasión). Razón por la cual tomaremos como
referencia la ilustración basada en ambos relatos. (Figura 1 al final del texto)

Para explicar cuantas cosas hay en el mundo platón recurre a una metáfora espacial. Traza unas
líneas imaginarias como un profe sobre un pizarrón y comienza su explicación

Tenemos dos planos. Por un lado el plano de los objetos. Objeto aquí quiere decir objeto del
pensamiento, objeto de la contemplación. Este texto que estas leyendo es un objeto para vos que lo
lees y las ideas que queres entender o extraer de este texto también son objetos, objetos que tu
intelecto intenta “tomar” Los objetos están en sus respectivos “mundos”. Pero no ha de entenderse
“mundo” como un planeta o como un lugar físico sino más bien como algo del orden virtual. Como
cuando decimos el mundo del futbol, o el mundo de la moda aludiendo a cosas específicas, a
personas, circunstancias, a todo aquello que pasa “allí” y que en totalidad constituye un mundo.

Henos aquí. Tenemos ya mismo frente a nosotros, de manera inmediata el mundo o ámbito de lo
visible (o sensible también será válido llamar) y el mundo o ámbito de lo inteligible (o de lo que es
pensado). No todas las experiencias son iguales, no es lo mismo entender algo que sentir la brisa del
viento en la cara, por ejemplo.

Veo una fruta. Tengo hambre. Me acerco. La miro con deseo y satisfacción. La tomo y algo anda
mal. No es una fruta, es una pequeña réplica, de mármol. Parecía real pero no. Reflexionemos sobre
este “error”. Los sentidos me comunicaban una información en parte valida, en parte no. Las frutas
artificiales desde cierta perspectiva parecen frutas reales al ojo. Es el objeto el confuso, porque tiene
apariencia de una fruta real pero no es real, es una imitación. Luego, tenemos que concluir que la
“culpa” es compartida. Por un lado los meros ojos no me permitieron establecer la diferencia entre
lo real y lo imitado. Por otro lado la misma fruta es por así decirlo, contradictoria. En parte es real,
en parte no. Porque tiene la apariencia de realidad pero es una cosa distinta (que por supuesto es
real en tanto es esa cosa pongamos por caso una escultura pero no real como pongamos por caso
una pera). Es y no es. Es cambiante, sujeta al devenir, a la corrupción, es imperfecta.
Se verá que hay un correlato entre el tipo de objeto que se pretende conocer y la facultad que
conoce (Si yo pienso en un perfume que me gusta, o en una canción cautivante, no puedo separar ni
el perfume del olfatear ni la canción del oír. Es decir que la cosa, eso que esta ahí y que llega a mi
llega a través de un sentido, de una “facultad”, que está en mí y que está hecha para atraer aquello
que le es afín). Conocemos objetos perfectos y objetos imperfectos. De igual manera hay
conocimientos perfectos y conocimientos imperfectos. Por eso platón denomina opinión (doxa en
griego) al conocimiento del mundo visible. No puede ser perfecto, ni riguroso porque así son sus
objetos.

Llama en cambio ciencia (episteme) al conocimiento de los objetos del mundo inteligible. No
ciencia en el sentido moderno, como un saber de experimentos y de datos empíricos, sino más bien
debe entenderse ciencia como sabiduría. Como un saber verdadero de la verdad. Pues sus objetos
son las verdaderas realidades. Las cosas eminentemente reales. Las ideas.

Dentro del campo de lo inteligible (de las ideas) tenemos a su vez una distinción entre entes u
objetos matemáticos e ideas. Es decir que no todos los objetos ideales son iguales. No es lo mismo
la idea de “justicia” que el numero 3. No es lo mismo un concepto moral que un numero.

Los objetos matemáticos entran en el campo de lo inteligible pues son aprehendidos con una
facultad del alma que es el pensamiento. El pensamiento es racional, discursivo. Pero, ¿por qué los
entes de la matemática están “a parte”? ¿Por qué no forman “directamente” parte de las ideas?
Porque todavía tiene un anclaje en los sensible. Necesitan de lo empírico para hacerse valer. Por
ejemplo la idea de triangularidad difícilmente la capte sino aprendiéndola de la percepción de un
triángulo dibujado en alguna superficie, o extrayendo la forma triangular de algún objeto que tenga
esa forma. Por eso están los conceptos matemáticos ahí en el medio, como teniendo un pie en el
mundo perecedero y corruptible de lo sensible y otro en el puro mundo de las ideas.

Hemos llegado por fin al verdadero mundo, al cenit de lo real, principio de todas las realidades,
final de todas las búsquedas: las ideas eternas. Las ideas son cosas, son realidades, están ahí,
“habitando” el mundo de las ideas. No son realidades psíquicas internas, no son construcciones de
nuestras mentes. Son independientes de nuestros psiquismos y de nuestras creencias. Son. En el más
hondo sentido de la palabra. La idea de justicia, de belleza, de bondad, de igualdad. Que se captan
con lo mejor de la inteligencia, es decir con la mera razón, sin necesidad de echar mano de la
sensibilidad. Es un acto espiritual, casi místico. Ejercitar el pensar riguroso hasta llegar a captar lo
que es, a tener un contacto directo con las realidades, con las esencias. Fundirse con la realidad,

apresar lo que es Figura 1:

You might also like