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LA ERA DEL IMPERIO, 1875-1914 721 ill ir, pues, EN UNOS cuantos ras; ic ela era del imperio? mundi rimer lugar, como hemos visto, su base geografi “que antes. El sector industrial Y en proceso de ii anplit 4 europa mediante la revolucién industrial que sg como Suecia y los Patses Bajos, crs Bese proceso, Y fuera de Europa por los acontecimientos que tenian lu- ces Norteamérica y, en cierta medida, en Japén, El mercado internacional of eras primas se amplié extraordinariamente —entre 1880 y 1913 se tri- "sel comercio internacional de esos productos—, lo cual implicé también Mpsarollo de las Zonas dedicadas a su produccién y su integracion en el alefado mundial. Canad4 se uni6 a los grandes productores de trigo del imngo a partir de 1900, pasando su cosecha de 1.891 millones de litros fajes en el decenio de 1890 a los 7.272 millones en 1910-1913 Argenti- ‘ase convirtiéen un gran exportador de trigo en la misma época, y cads ao Toningentes de trabajadores italianos, apodados golondrinas, crovaban en anbos sentidos los 16.000 km del Atléntico para recoger la cosecha, La eco. noma de la era del imperio permitfa cosas tales como que Baki y la cuenca del Donetz se integraran en la geograffa industrial, que Europa exportara pro- actos y mujeres a ciudades de nueva creacién como Johannesburgo y Bue- tos Aites, y que se erigieran teatros de Gpera sobre los huesos de indios en. terados en ciudades surgidas al socaire del auge del caucho, 1.500 km rio ariba en el Amazonas. Como ya se ha sefialado, la economia mundial era, pues, mucho més plu- ral que antes. El Reino Unido dejé de ser el tinico pais totalmente industria- lzado y la nica economfa industrial. Si consideramos en conjunto la pro- duecién industrial y minera (incluyendo la industria de la construccién) de las cuatro economias nacionales mas importantes, en 1913 los Estados Uni- dos aportaban el 46 por 100 del total de la produccién; Alemania, el 23,5 por 100; el Reino Unido, el 19,5 por 100, y Francia, el 11 por 100." Como ve- ‘emos, la era del imperio se caracteriz6 por la rivalidad entre los diferentes ¢stados. Ademés, las relaciones entre el mundo desarrollado y el sector sub- desarollado eran también mds variadas y complejas que en 1860, cuando la mitad de todas las exportaciones de Africa, Asia y América Latina conver- ian en un solo pais, Gran Bretafia. En 1900 ese porcentaje habia disminui- o hasta el 25 por 100 y las exportaciones del tercer mundo a otros pafses de ropa occidental eran ya més importantes que las que conflufan en el eae Unido (el 31 por 100). La era del imperio habia dejado de ser mo- ‘Otrica, Bos lo que fue la economia ica era mucho mas industrializacion se conocieron Rusia y apenas afectados hasta enton- hast Pluralismo creciente de In economia mundial qued6 enmascarado meng Punto por 1a dependencia que se mantuvo, ¢ incluso se incre- tg, los servicios financieros, comerciales y navieros con respecto al 722 ERIC HOBSBAWM Reino Unido. Por una parte, Ja City londinense ert mis que nunca, Reine jas transaccjones internacionales de tal forma que sus servicios merciales Y financieros obtenian ingresos suficientes como para comet el importante déficit en 1a palanza de articulos de consumo (137 millones ge Iibras frente a 142 millones en 1906-1910). Por otra parte, la enorme impor tancia de las inversi en el extranjero y su marina mercante re. forzaban aun més Ja posicion central del pais en una economia mundial aby, cada en Londres y cuya base monetaria era Ia libra esterlina. En el mereadg internacional de capitales, el Reino Unido conservaba un dominio abruma. a, los Estados Unidos, Bélgica, los Paises dor. En 1914, Francia, Alemani Ic Bajos, Suiza y Jos demds paises acumulaban, en conjunto, el 56 por 100 de las inversiones mundiales en ultramar, mientras que la participacién de] Reino Unido ascendia al 44 por 100. En 1914, Ja flota briténica de barcos de vapor era un 12 por 100 mas numerosa que la flota de todos los paises europeos juntos. De hecho, ese pl mento Ja posicién cen economias en proceso cantidad de materias prim: ficit importante en su com turalismo al que hacemos referencia reforz6 por el mo- Tral del Reino Unido, En efecto, conforme las nuevas de industrializacién comenzaron a comprar mayor as en el mundo subdesarrollado, acumularon un dé- ereio con esa zona del mundo. Era el Reino Uni- do el pais que restablecia el equilibrio global importando mayor cantidad de productos mannfacturados de sus rivales, gracias también a sus exportacio- ree de productos industriales al mundo dependiente, pero, sobre todo, con sus ingentes ingresos invisibles, procedentes tanto de los servicios intemaciona- lesen el mundo de los negocios (banca, seguros, etc.) como de su condicién de principal acreedor mundial debido a sus importantisimas inversiones en el cxanjero. El relativo declive industrial del Reino Unido reforzé, pues, s» posicién financiera y su riqueza. Los intereses de la industria briténica y de Ia City, compatibles hasta entonces, comenzaron a entrar en una fase de en- frentamiento. La tercera caracteristica de la economia mundial es, a primera vista, la més obvia: la revolucion tecnolégica. Como sabemos, fue en este perfodo cuando se incorporaron a la vida moderna el teléfono y la telegrafia sin bi- fos, el fondgrafo y el cine, el automévil y el aeroplano, y cuando se aplica- ron a la vida doméstica la ciencia y Ia alta tecnologia mediante articulos ta- les como la aspiradora (1908) y el tnico medicamento universal que se ha inventado, Ia aspirina (1899). Tampoco debemos olvidar Ja que fue una de las méquinas mas extraordinarias inventadas en ese periodo, cuya contribucién @ Ja emancipacién humana fue reconocida de forma inmediata: la modesta bi- cicleta. Pero, antes de que saludemos esa serie impresionante de innovacio- paper ue «segunda revolucién industrial», no olvidemos qué esto s6lo ae Belee considera el proceso de forma retrospectiva. Para Ios con- fers ean innovaci6n consistié en actualizar la primera revolucién pony doth fe una serie de perfeccionamientos en Ja tecnologia del va" ierro por medio del acero y las turbinas. Es cierto que una serie | | | LA ERA DEL IMPERIO, 1875-1914 ia «era del ferrocarril», 1850-1880, Fran mo ‘ges Bajos duplicaron la extensién de va ‘itimo triunfo de la industria britani os: ovidn de barcos que el Reino Unido oweiguid explotando los recursos de la pri Mpamento, It nueva revoluciGn industrial Fano ya hemos visto, la cuarta caracteristica es u enlaestructura y modus operandi de la empresa capitalista. Por una parte, se yj In concentracién de capital, el crecimiento en escala que llevé a distin. puirenie «empresa y «gran empresa» (Grossindustrie, Grossbanken, grande industre...), €l retroceso del mercado de libre competencia y todos los demas fendmenos que, hacia 1900, levaron a los Observadores a buscar etiquetas globales que permitieran definir lo que parecia una nueva fase de desarrollo econdmico (véase el capitulo siguiente). Por otra parte, se llevé a cabo el in. tento sistemético de racionalizar la produccién y la gestién de la empresa, aplcando «métodos cientificos» no solo a la tecnologia, sino a la organizacién yalos célculos. La quinta caracteristica es que se produjo una extraordinaria transforma- cin del mercado de los bienes de consumo: un cambio tanto cuantitativo como cualitativo. Con el incremento de la poblacién, de la urbanizacién y de ls ingresos reales, e1 mercado de masas, limitado hasta entonces a los pro- ductos alimentarios y al vestido, es decir, a los productos basicos de subsis- tencia, comenz6 a dominar las industrias productoras de bienes de consumo. A largo plazo, este fenémeno fue ms importante que el notable incremento ‘el consumo en las clases ricas y acomodadas, cuyos esquemas de demanda to variaron sensiblemente. Fue el modelo T de Ford y no el Rolls-Royce el {we revolucioné ta industria del automdvil. Al mismo tiempo, una tecnologia ‘evolucionaria y el imperialismo contribuyeron a la aparicidn de una serie de troductos y servicios nuevos para el mercado de masas, desde las cocinas de 5 que se multiplicaron en las cocinas de las familias de clase obrera du- ‘ante este periodo, hasta la bicicleta, el cine y el modesto plétano, cuyo con- ‘imo era prdcticamente inexistente antes de 1880. Una de las consecuencias cvidentes fue la creacién de medios de comunicacién de masas que, por rmera vez, merecieron ese calificativo, Un periédico briténico alcanzé una jt de un millén de ejemplares por primera vez en 1890, mientras que en “ancia eso ocurria hacia 1900." ' . odo ello implicé ta transformacién no sélo de la produccién, mediante Comenzé a amarse «produccién masiva», sino también de la distri- cia, Alemania, Suiza, Suecia y SU tendido férreo durante esos ica, el virtual monopolio de la ‘onsolid6 entre 1870 y 1913, se ‘mera revolucién industrial. Por reforz6, mas que sustituy6, a la na doble transformacion NS ERIC HOBSBAWM 724 «gn, incluyendo la compra a crédito, fundamentalmente buco, ee gomenZ6 en el Reino Unido en 1884 la venta de gt ey Esta actividad permitirfa hacer una gran fortung que, arinos de Jos barrios obreros, en las gran, ae Se ig como sir Thomas Lipton, cuyo yate y cuyo dinero le permitieron “ des, Ja amistad del monarca Eduardo VII, que se sentia muy atraido na i tea de fs millonaros. Lipton, que no tenia establecinieny gO en 1870, posefa 500 en 1899." | leur Esto encajaba perfectamente con la sexta caracteristica de la conomy, ef importante crecimiento, tanto absoluto como relativo, del sector oon de la economia, puiblico y privado: el aumento de puestos de trabajo en ficinas, tiendas y otros servicios. Consideremos tinicamente el caso del pa to Unido, pats que en el momento de su mayor apogeo dominaba m{a mundial con un porcentaje realmente ridfculo de mano de obra dedicade las tareas administrativas: en 1851 habia 67.000 funcionarios pibjics 51.000 personas empleadas en actividades comerciales de una poblacin on pada tolal de unos nueve millones de personas. En 1881 eran ya 360.00 jg empleados en el sector comercial —casi todos ellos del sexo masculino— aunque sélo 120.000 en el sector pablico. Pero en 1911 eran ya casi 900.0% Jas personas empleadas en el comercio, siendo el 17 por 100 de elas me. res, y los puestos de trabajo del sector publico se habian triplicado. El por. centaje de mano de obra que trabajaba en el sector del comercio se habia quintuplicado desde 1851. Nos ocuparemos més adelante de las consecver cias sociales de ese gran incremento de los empleados administrativos, La tiltima caracteristica de la economia que sefialaremos es la cower gencia creciente entre la politica y la economia, es decir, el papel cada ver més importante del gobierno y del sector puiblico, o lo que los idelogos de tendencia liberal, como el abogado A. V. Dicey, consideraban como el ame- nazador avance del «colectivismo», a expensas de la tradicional empresa in- dividual o voluntaria. De hecho, era uno de los sintomas del retroceso de la economia de mercado libre competitiva que habia sido el ideal —y hasta cierto punto Ia realidad— del capitalismo de mediados de la centuria. Sea como fuere, a partir de 1875 comenz6 a extenderse el escepticismo sobre la eficacia de la economia de mercado auténoma y autocorrectora, la famost «mano oculta» de Adam Smith, sin ayuda de ningtin tipo del estado y 4 bs autoridades puiblicas, La mano era cada vez més claramente visible. __ Por una parte, como veremos (capitulo 4), la democratizacién de la pol tica impulsé a los gobiernos, muchas veces renuentes, a aplicar politicas Teforma y bienestar social, asf como a iniciar una accién politica past ha Se de los intereses econémicos de determinados grupos de votantes, CO! ara oalae y diferentes disposiciones —aunque menos ee on el econdmica, caso de Estados Unidos y Al et ake Sa Tivalidades | Politicas entre los estados y la competitive ‘eat s=eomno grupos nacionales de empresarios convergieron cont” y eremos— tanto al imperialismo como a la génesis de la pri pla de 100 gramos. inagnate de los ultram: yr LA ERA DEL IMPERIO, 1875-1914 725 mundial. Por cierto, también condujeron al desarrollo de industrias oe ge armamento, en la que el papel del gobierno era decisive, orn embargo, mientras que el papel estratégico del sector piblico podia fundamental, Su peso real en la economia siguié siendo modesto, A pe- de los cada vez mas numerosos ejemplos que hablaban en sentido con- 39 como Ia intervencién del gobierno briténico en la industria petrol satiiq1 Oriente Medio y su control de la nueva telegraffa sin hilos, ambos de icaci6n militar, la voluntad del gobierno alemén de nacionalizar geeto. qe su industria y, sobre todo, la politica sistemética de industrializacion fe ada por él gobierno ruso en 1890—, ni los gobiemnos ni la opinién con- eran al sector piblico Como otra cosa que un complemento ceconda ro gela economia privada, aun admitiendo el desarrollo que alcanzé en Europa jaadministraci6n puiblica (fundamentalmente local) en el sector de los servi- cis piblicos. Los socialistas no compartian esa conviecién de la supremacta de sector privado, aunque no se planteaban los problemas que podia susci- taruna economia socializada. Podrfan haber considerado esas iniciativas mus rcigales como «socialismo municipal», pero lo cierto es que fueron realizadas en su mayor parte por unas autoridades que no tenfan ni intenciones ni sim. patfas socialistas. Las economfas modernas, controladas, organizadas y do- rinads en gran medida por el estado, fueron producto de la primera guerra mundial. Entre 1875 y 1914 tendieron, en todo caso, a disminuir las inver. sioes pablicas en los productos nacionales en répido crecimiento, y ello a pear del importante incremento de los gastos como consecuencia de la pre- paracién para la guerra. Esta fue la forma en que crecié y se transformé la economia del mundo sdesarrollado». Pero lo que impresioné a los contempordneos en el mun. do adesarrollado» e industrial fue més que la evidente transformacién de su tconomfa, su éxito, atin mas notorio. Sin duda, estaban viviendo una época Aloreciente. Incluso las masas trabajadoras se beneficiaron de esa expansién, cuando menos porque la economfa industrial de 1875-1914 utilizaba una ‘mano de obra muy numerosa y parecfa ofrecer un ntimero casi ilimitado de puestos de trabajo de escasa cualificacién o de rapido aprendizaje para los hombres y mujeres que acudjan a la ciudad y a la industria. Esto permitié a masa de europeos que emigraron a los Estados Unidos integrarse en el Mundo de la industria. Pero si la economia oftecia puestos de trabajo, s6lo aliviaba de forma modesta, y a veces minima, la pobreza que la mayor parte la clase obrera habfa crefdo que era su destino a lo largo de la historia. En ‘a mitologta Tetrospectiva de las clases obreras, los decenios anteriores a {240 figuran como una edad de oro, como ocurre en Ta de las clases pu- ‘entes, e incluso en la de las mds modestas clases medias. Para éstas, la « (Pogue era el paraiso, que se perderia después de 1914, Para los hom- punty q.80ci0s y para los gobiernos de después de la guerra, 1913 seria el pen teferencia permanente, al que aspiraban regresar desde una era de “clones, En los afios oscuros ¢ inquietos de la posguerra, los momen- “Mteordinarios del ditimo boom de antes de la guerra aparecian en re- ERIC HOBSBAWM 726 trospectiva como la «normalidad» radiante a la que aspiraban ret mismas tendencias de la economia de los ns Com 1S anter; THO veremos, fueron las res a 1914, Y gracias a las cuales las clases medias vivieron una é ‘Poca dora. da, las que Hlevaron a la guerra mundial, a la revoluci6n y a la pe turbacign e impidieron el retorno al paraiso perdido.

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