You are on page 1of 3
a | ) LA consol tA , Ae Anblista” -Beatere F13 3cp. Ror. EP Peicoand len an 2 SYlo Sorevien { Sigmund Froud ioventé al psicoanalista 1 principios da siglo, Jacques Lacan nos lo devolvis a mediados del miamo, rescatdn- doto del riesgo de quedar subsumide en la Gilao- Mis, la medicina, la psicologia o alguna otra forma terapsutica, {Qué es un psicoanalista ? Hoy daré esta respuesta: alguien a quien se consulta, Ne bra testes a quienes consultar cuando ae muy intimo nos urge, cuando ee trata de algo sc- creto 0 privacs.Pero al miamo tempo todos temo” e7eto 0 prvvado, Pero al mismo tiempo todos tene- ios Ti CEparteMGia cotidiana de recurrir a algu- os que, gencralmente, sabemos de antemano lo que vaa a coatestarnos Lo cual tiene una initil Yeataja: nos sharra Ia progunts; es la mejor for- ma de no llegar # enterarnos de Jo que e2n pre- gunta representa pera nasotres. Preguntamos al que suporemes nos responderd Jo que queremos 0 podemos escuchar, es nuestro htbito eatidiano de sofocar interrogantes, Por eso hablé el afio pasa- do del signo de pregunta. Es cierto que a veces te- nemos momentos mas auténticos, fugaces mo- mentos que noa dan Ja idea, Ia senseeion, la in- quietante convicciéa de un registro diferente que ze abre a lo desconocido, donde no podemos anti- cipar la respuesta, ni encontrar el confort de Li- quider esa pregunta. \y Consultar entonces es dirigir una Pregunta, we quiero hoy subrayar con el término lo radical de un acto donde atin no eS pacieate, Pero sf enalista. Dehe haber analis- —fa_pam que all pusda-adeenir un paciente. No es simétrico, {Cémo Hamar pl que consulta? Es mi propues- ts do hoyCimpaciente) Quien consulta es un impaciente y el analista debe estar preparado para captar exe tmpacencia. Que daverga paciente ... jde qué depende? Do mu- chos factores, sin dude, pero aobre todo de quien escucha, de quien recepta ona Srna [ead 28 Flsdo eoperar de ly pulley oe anal 1Qu6 diferencias hay entre otras consultas y Ins que 50 hacen a los anolistas? {Las hay? Quicn tiens una pregunta angusticnte « plantear no tjene pacion- ‘propjas de-caile cual_pem debesios saber que To _ Urge su pregunta, aun cusndo nos la presente con ti asibles para encubrirla. E) paicoanaliste tiene allf algo que ofrecer bien dife- Gin. Mal puede ser pacienta A medida gua transes- rra esta reunién, les aseguro que el pa dente les Iré pareciendo cada vex mAs inapropists Les invite a que analicemes, que descompon- gamos en us partes, cl titulo de hoy: La-consulta - al-anallste ‘Tiene cuatro elementos, cuatro palabras, que ‘hacen aparecer un quinta tAcito, que sostiene es- ta frase. Ea n0 ¢3 hoy el de Ia primera vex, como lo planieé el aio pasndo, sino el de cada consulta, une tres otra. Consulta es e] encuentro. Ia ata de alguien que se dirige al otro. No son dos que ce ‘Propuesto de comlin acuerdo encontrarse. Es uno que se dirige al otro est el tercer oe ming qis aecedF a Verlo y entoness, recién en- tonces, puede tener lugar La cita Eso Otro ea el ‘quien da la cita El quinto elemento no explicitado en este Utulo, pero contanido en él es. quien consulta: un imeaciente, Almuien a quici ‘Ronen gus aie misessbetican Pr 260 clogt este tftulo que me permite poner el acento en quien recibe Ja consulta. Y definir a quia consulta por ¢l acto mismo de la consulta. tQué debe saber el annlista cuando acude a ean cita? Debe anber su oficio. No puede saber las razones de la impaciencia del otro. Esas razones ‘no son nunca transparentes, inmediatas; necesi- tan tiempo y trabajo para sor develadas. Se espe a del anelista que tenga el suficiente entrena- miento como para poder captar el estado de pre- nta de quien consulta. Ignoramos Iss razones Opi er que To ‘vente # cualquier otra oferta. Y hay que decir que cuando esto se logra, loa resultados terapéuticos 00 enormes y las mejorias primeras muy rSpl- das. Ofrees su oreja. Ella es insuficiente si va s0- la; debe ir en relacién con la boca. El analista es- cucha y cuando habla, su decir apunta a producir algo imposible desde otro lugar. Es cierto que @ veces hechos simples de la vida cotidiuna, pueden producirnos inesperadamente efectos semejantes; una palabra de un libro, de una pelicula, de un amigo, que nos abron a esa dimensién deseonoci- da. Pero estoy hablando da la consulta clinica. HA * Edcadiieauy cull Vall) ‘ » El analista ext4 siempre Hamado el lugar de lo que no anda. EL alist mismo es un sintama de le-culture ecitenparinas Keune Wale Se , €on persanas que de cuene ge organs, al menos no debe hacerlo, el damini io. de quien SEE pe ue Simmarometido cn Yas razor nas de Ta impaciencia de quien tay sete THs hice paneer ea mone Se hallerias y se! Tograr que ellas dejen de dominar 2 686 sujeto, alterando de rafz Jo que causa 5u su- frimienta. Toda sn habilidad se juega en ada cA 9, da consulta. Quiero aprovechar mi titulo de hoy para plan- tear la consulta como momento privilegizdo de un pasible tratamiento. Cuando alguien consulta, gran parte del tra bajo de su lado est4 hecho. Si ¢] analista k enclar alli esa impscienci: le traen por un anclar el sufrimiento de quien consulta en la oferta anslisica pede Hevar unas poces consul 4.0 varios meses, ‘el caso. Una joven de veinticinco afios consulta. Dice © es una vieja, una muerte en vida,un decastre. Vive en pareja desde hace dos efios. Vive depri- mida, sin ganas de nada. Todo la desanima. Ne- 35 cesitaria trabajar, pero no lo hace: ante cade sibilidad siente miedo y se dice que noo a tor caper. Be le ocurren algunas ideas, pero 20 bases emncretariag, haterlo le da taledo, Bets code nce mada triste, rode gorda, mis peseda. Ael vo pre, senta, reiterando una y-otra vez que ella ex un desasire, AL indicarlo tsi andlisic, el nal de las entrevistas preliminares, le digo que no eres que ella sea un deéastre, pero que ya que inciste 3. ‘toen ello, hay que pensar que algin desasice hay en juego. Su entrada en andlisis va scompeneda de tox mejorfa Lerapéatien bastante inmeliata: recupera confianra en af misma y dies que ae siente més liiona. Si alguien mala en elt, dice, por algo sert. Anepta nn trabejo —ao a Aitoal: tadee—, y empiess a becer elgance planca Para su disgucto, empieza a tener conflictoa ean Su pa. reja, a quien empieza a achacarle mucho de ro propio malestar. Dice que ea un deprimido, un aplastado, un pesimista, Ella no quiere on vago al lado, No quiere eargar con ese peso. Presenta un estado de mejaria generel al poco ‘Hexpoy su angnstia cede. ‘Después de tres, cuatro meses, spsrece un te ‘Tor angustiante de que algo le suceds 2 Jos seres que ema: sa madre, sus dos hermanos, su pareja. 2Qué les podris pesar? Algo inesperedo, qua los ‘tomara por sorpress. No sabe qué haxis, no seria capaz de soportarlo. Le digo: seria un cesestre, ‘Habla entonces de la muerte de su padze, cusndo ells tenia quince afios. Su padre estaba 21 frente de una importante obra industrial, en un seci- dente que nedie pudo explicar bien, Ie cayé una maquina encime y lo maté instanténeamente. Ella cuenta que siempre Je impresionS en el rele to de su medre le referencia el dolor que él dabia haber sentido antes de morir, par ese peso enc- ma. Es harto elocuente el dolor de ella también al contarlo, ahore. La mayor de los hermanos, debié cargar real y efectivamente con ese peso, ayudar a la madre, también consolarls, mostrarse fuerte, hacer Jes tramites del entierro. No sabe ofmo lo hize. Nunca hablé de esto con nadie. Hay algo en Jo que siempre piensa, pero que niinca antes con- 16: unos minutos antes de morir, antes de irse = Ja obra, su padre el despedirse y en tono de cierta camplicidad y elogio, le habla dicho que ells era tan expaz como él. Cuento este fragmento de un andlisis para que puedan extraer de le secuencia dal discurso, Escaneado con Cam otras tantas roferencias que Fofe ye entonces pueden Parecemon significativas © no, elo por la eplice, Gién de la nsociacién libre podemos llegar a cap. tar los cireuitos de esa légica. Con los datos dados podemos decir que lo que sobre ella habia cafde ora el peso brutal de la muerte de au padre y que corrfa el riesgo de que ese peso In aniquilara, también como a ét. Ese hecho real de au historia se habfa inscripto como un mandato maldito para ella: tan ... como. Su recuperacién fue notoria, al poder elaborar eso que hab{a quedado como un agujero en su historia. Ella eolfs decir hasta entonces, cuando alguien le preguntaba, que m padre habia mauer- to, pero que ella no sabia cémo. Corto este relato acd, Mustra bien, creo, esta facilidad det neurético para quedar adherido, fija- do, apogado a eso que lo hiri6; haciendo de exe apego un destino que Freud Ilamé el retorno de Jo reprimido, Sabemos que eato es as( por estructu- ra, yes por ello que Ia clinica de 1a neurosis con- siete on gran parte en intentar despegar al neu- rético de ese gusto que se manifiesta como dis- gusto, para hacerlo asf avanzar. Por supuesto quo In identificacién de esta jo- ven a ou padre tonfa huellos mas lejanas on ‘su historia, por las quo prosiguié el tratamiento. Elegi oste breve recorte para ilustrar la subys- ceate al motive de consulta, y ala indieacién do un endlisis, El anslista no os nunca la primera estacién. Es unn ala que se arriba después de haber pasa- do por otras, Quien consulta pregunta al qua recibe la can- aulta qué le sucede, ya que él, dice, no anbe. El psiconnilizis nos ensefia que quien consulta sabe tin saber que sabe y antonces quien Jo rociba, que de eso nada puede saber, debe saber cbmo hacer para quo ese saber aflore. Esa es su funcién. Su lugar en el malentar en Ja civilizecién: preservar el lugar de lo singular del saber que sabe en cada uno sin que lo sepamos y hacerlo aflorar como respurata a la consulta, ” Escaneado con Cam

You might also like