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Maurizio . a El coloquio relacional 2. CONCEPTOS CLAVE PARA LA COMPRENSION DEL COLOQUIO, Ea, pus, ya que a propésito de Eros me explicaste, por lo demi, espléndida y formidablemente, cémo era, dime también lo siguiente: Ze acaso Eros de tal naturaleza que debe ser amor de algo 0 de nada? Y no pregunto si es amor de una madre o de un padre —pues seria ridjcula la pregunta de si Eros es amor de madre o de padre—, sino como si acerca de la palabra misma «padre» preguntara: ces el padre padre de alguien o no? Sin duda me dirias, si qusieras responderme correctamente, que el padre es padre de un hijo o de una hija. €O no? Claro que si —dijo Agatén. [...] —Intenta, entonces —prosigui6 Sécrates—, decir lo mismo acerca del amor. Es Eros amor de algo 0 de nada? —Lo es de algo, en efecto. —Pues bien —dijo Sécrates—, guardate esto en tu mente y acuérdate de qué cosa es el amor. Pero ahora respéndeme sélo a esto: zdesea Eros aquello de lo que es amor 0 no? —Naturalmente —dijo, —c¥ desea y ama lo que desea y ama cuando lo posee, o cuan- do no lo pose? —Probablemente —dijo Agatén— cuando no lo posce. —Considera, pues —continué Sécrates—, si en lugar de pro- bablemente no es necesario que sea asi, esto es, lo que desea desea aquello de lo que esti falto y no lo desea si no esti falto de ello. A mi, en efecto, me parece extraordinario, Agatén, que necesaria- mente sea asi. gY a ti cémo te parece? —También a mi me lo parece. {...] —Examina, pues, si cuando dices «deseo lo que tengo» no quieres decir en realidad otra cosa que «quiero tener también en n EL COLOQUIO RELACIONAL 1 futuro lo que en la actualidad tengo». cAcaso no estarias de acuerdo? ‘Agatén asiente. [..] —Pero gno se ha acordado que ama aquello de lo que esti falto y no posee? —Si—dijo.- PLATON, El banguete, 199-201 Nicias: no me parece que sepas que quien se pone @ razonar con Sécrates, y entra en conversacién con él, sea cual sea el objeto de la discusidn, es arrastrado y forzado a seguir hasta que cae en la cuenta del modo en que ha transcurrido su vida, y una vez que se ha dado cuenta, Sdcrates no lo deja ya hasta que lo ha examinado cuidadosamente por todas partes. PLATON, Lagues, 187 Es evidente que el didlogo como método de indagacién no es un descubrimiento reciente. Ya Sécrates veia en et coloquio en- tre dos o mas personas, inquietas por desentraiiar un problema, por precisar los términos, por aclarar los equivocos, un potente instrumento de conocimiento, que deja espacio siempre, si se descubren nuevos argumentos, para conclusiones distintas a las alcanzadas anteriormente. Aqui, «Eros es la metafora ingeniosa del saber genuino: fic- bre por conquistar un limite que siempre estaré ahi. Curiosidad implacable» (Savino, 1987). f Partiendo de una actitud que nos parece fundamental en un | coloquio psicolégico, Socrates elude transmitir al dis : | nocimiento ya establecido, ayudandole a aclarar su propias concepciones (arte de Ia mayéuticay Su metodo era dialogico- Salisios cation ciecacges digi oTerigcmisuade personalic toe ee [De acuerdo con las nue- vas orfentaclones psiColOgicas, Scrates compartia todas las propuestas para la promocién de Ta potencialidad humana; es: taba convencido de que la ventaja derivada de la conciencia de sisemanifestaba en todas Tas actividades cotidianas. CONCEPTOS CLAVE PARA LA COMPRENSION DEL COLOQUIO. 33 Esta referencia a un pensador de la Antigtiedad de caricter propiamente filos6fico podria parecer, sino impropia, al menos superflua, No obstante, resulta sin duda coherente con un méto- do que obtiene ¢ introduce informacién significativa de un and- isis que se basa en la proliferacién de ideas, hipétesis y creacin, de nuevos nexos. ~«gCémo es Eros? ges acaso Eros de tal indole que sea amor de algo o de nada?», se preguntaba Sécrates una y otra vez... ¢No es éste un intento de compres estableciendo_ | DEFINICION DE COLOQUIO. Consultando el diccionario aprendemos que el cologuio con- siste en una conversacién, en un acuerdo fijado entre dos o mas personas para discutir e intercambiar ideas. En una palabr municar. baa ‘A partir del andlisis de esta definicién, podemos extraer los elementos constitutives de todo coloquio, incluido el psicolé- sgico-relacional. La conversacién es una de las actividades sociales mas natu- rales y cotidianas que se conocen. Se configura como el resulta- do de un entramado complejo de actividad comuni bal y exiraverba, desaiofindo por indvidios que interactien cntze Sry que construyen, mano amano, el sentido de sus accio- nes, sobre la bees Hesuiacniv0 ue Sea eee al comiin y de una dispo: nibilidad compartida, igualmenté, para la comunicacion. “Etimologicamente, comunicar significa «ponct ft Porras aS ape ree siguiente eser con, aunque manteniendo una distancia, La comunicabilidad se acomoda a las situaciones de adapta-_ cion reciproca, en las que cada participante en Ia comunicacion aprende gradualmente a ‘entrar en el sistema de referencia del otro, sin abandonar del todo el propio (Jacques, 1992). "ET termino comunicabilidad es distinto al de comunicatividad, con el que se Tidica ef sentido pasivo de Ta comunicacién, esto M EL COLOQUIO RELACIONAL es, la simple transmisién de informacién. En este caso, se trata de li cireulacién de un sentido ya instaurado, no de la innova- un staura a través de Ta construcci6n comin de los significados, tipica de la comunicabilidad. Seconsideran conversaciones aquellas que versan, bien sobre Jos sucesos comunicativos de la vida cotidiana, bien sobre aque- los sucesos que acontecen en el ejercicio de una profesién (reu- niones de trabajo, examenes, consultas, etcétera) 0 en el marco de la actividad de una organizacién o de una institucién (escue- la, hospital, tribunal, etcétera), con referencia particular a las situaciones en las que el operador esta en contacto directo con el cliente. El hecho de que las pautas de un coloquio se fijen, por lo general, con anticipacién, que exista un acuerdo sobre ¢! objeto, el ticmpo, el lugar y las condiciones particulares de actuacién (por ejemplo, el coste econémico de la sesién), introduce varia- bles que caracterizan de modo determinante el contexto de la comunicacién. De hecho, existen convenciones entre los inter- locutores, en primer lugar, de origen sociocultural, que actéan en el plano de la relacién al situarlos en posiciones distintas. La distribucién de los turnos de palabra, por ejemplo, depende de convenciones externas a Ja interaccién en curso, de la influencia que tienen las pautas sobre el desarrollo de la conversacién, sobre la modalidad de expresién, sobre la gestién del espacio interlocutorio. El coloquio se basa més que sobre episodios comunicativos individuales, sobre el proceso de interacci6n entre los interlocu- tores, que no puede prescindir de las actitudes de los protago- nistas, de sus creencias, finalidad y motivaciones individuales, que, al mismo tiempo, no hacen irrepetible su desarrollo. Para ‘Trentini (1974), el coloquio psicolégico cs una interrogacién directa para conocer los sucesos de la vida del sujeto y para una interpretacién de su comportamiento, y, ade- ‘mais, supone un contacto directo con el sujeto con miras a tener una relacin interpersonal con él. ‘CONCEPTOS CLAVE PARA LA COMPRENSION DEL COLOQUIO. 35 El autor subraya asi el aspecto de diagnéstico y el de trata- miento de esta forma de indagacién, que procede de la cercania perceptiva entre los interlocutores. El cologuzo clinico es una situacién en la que la comunicacién tiene lugar entre dos personas que se encuentran, mas o menos voluntariamente, sobre la base de una relacién experto-cliente. Su finalidad consiste en esclarecer las pautas vitales de la persona sometida a examen, de cuya claiicacién se espera un benefcio (Sullivan, 1975). Sullivan evidencia la importancia de Ja entona} cin y el ritmo en los intercambios verbales. Subraya asimismo q los actores de este intercambio solo son dos aparentemente, ya| aque, como afirma el autor, «otros imaginarios» estan muy presen: | tes, En la observacién relacional, estos «otros imaginarios» toman cuerpo y permiten la exploracién de elementos personales, inclu- so en la presencia real y participativa de mas personas significati- vas para el cliente. El coloquio se mueve asi sobre dos vias parale- | las: la de la realidad individual y la de los aspectos de relacién. Como afirma el mismo Sullivan, no es posible conocer qué es Jo que perturba la vida de una persona, sus problemas, sin tener una idea bastante clara de la persona y de los que la rodean, en pocas palabras, la modalidad tipica de relacién. Y con una con- viccion muy socritica, sostiene que el psicélogo percibe en sus clientes aspectos que permanecen inconscientes atin para ellos, Y La finalidad del coloquio se traduce en demostrar al cliente que | | sus dificultades tienen otigen en su experiencia pasada, sobre | | todo, y que afectan a todos los aspectos de sus relaciones inter- |_ personales actuales. — La importancia de los aspectos histéricos es reconocida por la psicologia relacional, en cuanto que el individuo y sus sistemas son vistos en el presente como fruto de su historia pasada y de la proyeccién hacia el futuro. Un psicélogo que tenga en cue tala dimensién temporal no puede, por consiguiente, referirse s6lo al contexto de observacién (espacio interactivo del coloquio), sino que debe tomar en cuenta también el patrimonio interactivo_ que han reunido las personas a lo largo de los afios, concediendo jportancia a los elementos subjetivos (recuerdos, expectativas, \ 36 EL COLOQUIO RELACIONAL intenciones...) del tiempo vivido, tanto individual como colecti vo. Por otra parte, el método del coloquio genera, inevitable- mente, datos subjetivos, es decir, descripciones del mundo expe- tiencial de las personas entrevistadas. La fisionomia del coloquio relacional se dibuja a través del método de conduccién del encuentro y de la unidad de observa- cién y de anilisis. Cémo conducir un coloquio es un problema fundamental para un profesional, ya que no basta con hacer pre- guntas, sino que hay que tener un criterio, ademas de ser capaz de guiar el flujo de informaciones que se van a recoger. Sin un método y sin la necesaria reflexién sobre cémo se utiliza dicho método, no se puede establecer una relacién terapéutica La metodologia relacional esta representada por todas las con- diciones que estimulan, condicionan e incentivan una relacién entre dos o més personas. Estas condiciones son las motivaciones, laimplicacién y el contexto en el que tiene lugar la comunicacién, las actitudes, las miradas, las expresiones y el lenguaje. Durante el coloquio, el psicdlogo relacional (Pr) est imbuido también de sus motivaciones personales, humanas, ligadas a sus propios intereses y a la curiosidad por los demas, quienes se han formado a través de una serie de elecciones efectuadas a lo largo del tiempo y que proporcionan al psicélogo relacional una espe- cie de sintesis operativa en ese momento. El contexto dentro del cual se desarrolla el coloquio actéia ‘como contenedor en este encuentro y da significado y sentido a Jos cambios. No es ésta una relacién que se pueda desarrollar sobre la base de una paridad emocional (Pr = C, en la que Ces el sistema cliente), puesto que en el encuentro las dos partes no cestin en el mismo plano (relacién asimétrica), sino que uno soli tay el otro responde a la solicitud. A menudo, si el Pr no se sien- te suficientemente competente, acaba por negar el hecho de que recibir una demanda presupone una posicién de guia, y prefiere ctuar como si la relaci6n se diera entre iguales. Para evitar esta situacién, es importante que el Pr se arriesgue a definir el limite “ehite lo que es personal y lo que es profesional, porque, de otro ‘corre el peligro de crear confusién, preguntando no por CONCEPTOS CLAVE PARA LA COMPRENSION DEL COLOQUIO. 37 aquello que es importante en la situacién, sino por lo que a él le preocupa mas, dado que va a tocar elementos de su experiencia personal. Asi, en virtud de la referencia continua al contexto, al marco, al ambito que circunda las propias exploraciones mentales y las propias demandas, a Pr se le permite hacer intervenciones {que no estén encuadradas en el ambito donde tienen valor. La definicion de la propia posicién relacional, es decir, la cla- rificacién de las definiciones reciprocas (saber quiénes somos mientras hablamos con el otro) y de la posicién que hay que mantener, resulta fundamental ya desde el comienzo del colo- quio, tanto para Pr como para C. Dado que el lenguaje esti constituido por todo tipo de comu- nicacién que se efectia a través de palabras, gestos, sonidos 0 sefiales en general, el Pr se dispone, «parad6jicamente», a obser- var a través de la palabra y a hablar con los ojos. Observar con las palabras es posible cuando éstas tienen la capacidad de sus- citar reacciones en el sistema familiar objeto de la observacién, que sean emotivas, comportamentales, verbales 0 no, tomadas individualmente o de forma conjunta, Ademas, se puede obser- var la palabra, es decir, su utilizacién dentro de la estructura de la frase y, sobre todo, los mensajes que circulan a través de los diversos niveles de comunicacién. Por consiguiente, la palabra es un medio para suscitar curio- sidad en los demas y en uno mismo; permite establecer nexos y niveles de comprensién mas elevados sobre lo que se observa, favoreciendo asi que se establezca la reciprocidad entre Pr y C. Hablar con los ojos, con la mirada, es igualmente posible si se considera que estos érganos expresan, quizé mas que ningin otro, sentimientos, intenciones, aspectos relacionales, como la aprobacién 0 el reproche. El acto mismo de mirar constituye una forma de contacto con el objeto de la observacisn; la des- viacién de la mirada —una interrupcién de ese contacto— puede tener muchos significados, hasta el del rechazo, que siem- pre se descubre en el marco contextual. Un psicdlogo utiliza los ojos, més que para observar, para obtener estos efectos: entrar cn relacién con las personas y salir de la relacién cuando ésta 38 EL COLOQUIO RELACIONAL resulta demasiado comprometedora, en cuyo caso es mis opor- tuno retornar a la posicién adecuada para reflexionar sobre las dinamicas que se van delineando El Pr considera también que el silencio habla y que hablar mucho no transmite nada, La palabra coloquio contiene en si misma la idea de un cambio que, procedente sobre todo del mbito verbal, parece no dejar espacio para una acepci6n positi- va del silencio, En realidad, el silencio no se caracteriza tanto por tun defecto de comunicacién verbal, como por una forma de comunicacién en la que lo no verbal, en sus aspectos mimicos, posturales y paralingiiisticos, domina sobre el aspecto lingiiistico y adquicre significado dentro de la relacién que se ha establecido entre los interlocutores. El silencio puede, por consiguiente, indi- car reflexi6n, voluntad de ocultar, de ceder el tuo, oposicién, temor, turbacién, indiferencia, desconfianza, etcétera, Resulta que el silencio «habla», en el sentido de que proporciona infor- macién que puede ser més 0 menos consciente para el que la transmite. En esencia, para un psicélogo el silencio supone lo siguiente: debe considerar que el silencio del cliente comunica; tomar conciencia de lo que esto evoca en él; utilizar pausas para aumentar o hacer disminuir la tensién con objeto de facilitar su propia reflexién y/o la del interlocutor; permitir activaciones de diadas o triadas, de las relaciones de las que trata de salir tempo- ralmente para poder observar desde fuera; proporcionar un modelo de comportamiento donde no se toleren los silencios. Si no se transmite nada significativo, es inétil hablar. Es lo que sucede cuando tan slo se busca asegurar la propia posicién (como con el uso de un lenguaje convencional); cuando, tras de un mar de palabras, se esconde la voluntad de no tocar aspectos personales mas intimos; cuando se efecttian observaciones no iptar nuevos elementos, sino para reforzar los propios ios sobre el otro. No obstante, tales estrategias también transmiten informacién. Una vez que el psicélogo ha establecido una metodologia de observacién de si mismo y de los demas, ésta sera la base sobre la gue se asentardn los hechos que se van a conocer: El Pr intenta CONCEPTOS CLAVE PARA LA COMPRENSION DEL COLOQUIO. 39 observar con mirada distante las propias implicaciones internas, que obstaculizarian la percepcién de lo que acontece. El enfoque debe ser central —Ia atencién se ditige hacia un campo determi- nado para captar aspectos concretos— y al mismo tiempo perifé- rico —la atencién se dirige al contorno para adquirir informacion de mayor complejidad—, Es como si la informacion se filtrara a través de un objetivo que permite captar lo particular, sin perder de vista lo que rodea la imagen. La capacidad dinamica de obser- var se completa con la capacidad de corregir las contaminaciones que, inevitablemente, interfieren en cada observacién participan- te, «Lo que uno ve lleva siempre la impronta del mundo en el que esti actuando en ese momento. Para ver un mundo alternativo se necesita estar dentro» (Keeney, 1983). Un objeto de observacién es el sistema familiar trigeneraci nal. En funcién del objetivo y del momento interactivo, la in- dagacién se centrard en la pareja, los hijos, los hermanos, la fa- milia de origen o las redes de relaciones extrafamiliares mas significativas. Naturalmente, el desarrollo del coloquio diferiré segiin la naturaleza de las relaciones surgidas y segin el momen- to evolutivo que atraviesan los protagonistas de estas relaciones. En su forma compleja, por tanto, el cologuio relacional pue- de considerarse una conversacién entre vatias personas, cuya fi- nalidad es alcanzar la definicion y el significado de aquello de lo que se habla, Se distingue de la conversacién informal en cuanto que aquél esta caracterizado por el contexto social como lugar de evaluacién y de cambio. El coloquio relacional es el modo de evaluuar cémo se asume un problema —el punto de eficuentro~ entre un psicdlogo y un cliente— para formula dlgnstios en una dimensién trigenéracional-evolutiva, Y este encuentro sulta fructifero porque suscita en Tos participantes aquello que les permite renovat percepciones, ideas y fantasias sobre sus sentimientos en relacién con los demas, Para lograr este fin se hacen indagaciones sobre el presente, que permiten reavivar re- cuerdos, percepciones y evoluciones respecto a otros tiempos, de forma tal que empiezan a salir a la luz aquellos «obsticulos evolutivos» que crean malestar y suftimiento, 40 EL COLOQUIO RELACIONAL BL COLOQUIO Y LA ESTRUCTURA MULTICONTEXTUAL Cada individuo se caracteriza por pertenecer a dliversos siste- mas: el microsistema familiar y el macrosistema social; el prime- fw puede subdividirse en familia nuclear y familia extensa. Estos sistemas infliyen en Ta existencia y el crecimiento del individuoy ledan significa, susuanclando of emarcos en chau vive: Desde est Optica, «[-T Ta familia nuclear no es mas que un subsistema €Motivo, que reacciona al pasado y al presente en las confronta- Goones “que Tas relaciones tienen cone! sistema trigeneracional mnis-ampliort=-}°y, ademas, «[..] no es posible reconocer auto: oma e individualidad psicol6gica al sistema familiar separade Sus Faiceso privado de sus propias perspectivas de desarrollo» (Scabini, 1990). Asi, cada persona forma parte de un sistema emotivo plurigeneracional (Carter y 1982), que miieve en et Tempo y que esti condicionado por la influestia de acontecimientos socioambientales. EI tiempo al que nos referi- mos€stn Tiempo sociocultural, es decir, un periodo hist6rico, en el que se sticeden acontecimientos choice sociales, ambienta- les y culturales. Se mueve sobre un ee vertical y un eje horizon- tal. El primero contiene los esfuerzos de lealtad verticales —los mitos, 16s tabies, Tos fantasmas...—, transmitidos de generacion gh genctacton; eI segundo se corresponde con el ciclo de vida familiar, : es decir, los estadios por Tos qué ha pasado una familia, donde concurfen tanto acontecimientos previsibles s (por ejemplo, elnacimiento de un hijo) como eventualmente imprevisibles (por ejemplo, la muerte del cényuge), junto con Tos recursos de los que puede disponer en ese momento. Sin dada, el contexto his. t6rltosocial determina Ta cultura y por &36,influye en la trans: misiOn intergeneracional de Tos modelos culturales familiares. Pongamos un ejemplo. No hace muchos afios, en la cultura familiar apenas se aceptaba la idea de una separacién conyugal, porque no estaba legalmente admitida. Como consecuencia, se {ransmitfa de padre a hijo, y de madre a hija, una imagen bien pre- cisa del matrimonio y de la vida en pareja, que excluia el divorcio 4 priori. Otto ejemplo de transmisién de modelos culturales den- CONCHPTOS CLAVE PARA LA COMPRENSION DEL COLOQUIO. 41 vo de la familia, éste més complejo, lo hallamos en el contexto de luna relacién de pareja violenta. La diferencia de género, que san- ‘eigna la cultura, adscribe roles bien precisos con relacion al sexo. De tin modo estereonpado, se atribuyen a la mujer caracteristicas. tle debilidad y fragilidad como indicativas de una feminidad real. Bin cambio, la «virilidad» exige la capacidad de reaccionar con fuerza a cada situacién. Esto hace que ciclos reiterados de violen- tla pauten la vida de la pareja cada vez que el supuesto esquema de relacién hombre-mujer de dominacién-sumisin necesite ser teafirmado, a fin de salvaguardar la identidad de los miembros del tistema, que se ve amenazado por el estado de impotencia consi- fguiente a la pérdida del poder establecido. Es como si el hombre intentara restablecer, mediante la violencia fisica, su rol de macho, que permite también a la mujer reconfirmar su propia feminidad acorde con la acepcién del mandato social (Mesterman, 1990). Como modelo de comprensién de la experiencia familiar, Carter (1992) propone la estructura multicontextual, en Ta que se integran los tres vontextos principales donde crece un individuo_ pode seme teh con. texto multigeneracional y contexto sociocultural. En la figura 1 se ejemplifica esquematicamente la estructura multicontextual. Carter subraya que en el estudio de la familia y en la aproxi= macién clinica se pone siempre en evidencia la importancia de os dos primeros contextos: los modelos normativos y los recur- sos de los diversos estadios del ciclo vital familiar, y los mensajes familiares intergeneracionales. Sin embargo, se ha prestado poca atencién al tercer contexto, tanto en su esencia, como en la influencia que tiene sobre la persona, el cliente o el Pr. Y esto parece paradéjico, ya que las normas, las reglas y los valores de una familia estén determinados por la posicién que ésta ocupa cn las diversas «jerarquias sociales» (raza, etnia, clase socioeco- némica, religi6n... por citar s6lo algunas). Este es uno de los principios bisicos de la teoria sistémica, que nos informa de cémo la consideracién de los elementos fuera de su contexto produce datos fragmentarios y carentes de validez. Segin Minuchin (1985): ‘OLOQUIO RELACIONAL Figura 1, Estructura multicontextual | C3 Los contextos se insertan dentro de si mismos como si fue- ran muficcas rusas. Constituyen un sistema total que, teéricamen- } te, contiene el universo. En realidad, los profesionales y los investi- | gadores deben puntuar el universo a partir del significado de los subsistemas. De hecho, es mis facil eaptar la funcién simultinea que ejerce tun individuo como miembro de varios subsistemas, si se observa cémo interactian estos tiltimos y cémo se influyen reciproca- mente. Respecto al subsistema que engloba a hombres y mujeres, podemos referimos a la diferenciacién de los roles sexuales. Sobre la base de la diversidad fisica, se han elaborado escalas de valor, que sirven para establecer diferencias de roles, tanto en el Ambito publico como en el privado. El individuo aprende estos roles, asumiendo la caracteristica de la normalidad y de lo apropiado, Este proceso ha servido CONCEPTOS CLAVE PARA LA COMPRENSION DEL COLOQUIO. 43 ‘como justificacién de toda la trayectoria vital pautada por la tedlucacién diferenciada en la etapa infantil (los clisicos juegos jptra ehombrecitos» y para «mujercitas»), que se reproduce en la division del trabajo en funcién del sexo, en la edad adulta. Datos jprovenientes de muchos tipos de sociedades demuestran que; en realidad, no existen tareas que deban ser ejecutadas exclusiva- mente por mujeres, ni siquiera en aquellas sociedades donde hay tendencia a considerar mas prestigiosos los trabajos tradicional- mente asociados a los hombres. Segiin Orther (1974), la estimacién de la mujer est ligada al hhecho de que toda sociedad concede mayor valor a la cultura respecto a la naturaleza, porque la primera es el medio que per- mite controlar la segunda. Ahora bien, puesto que se considera {que las mujeres estin més influidas por la naturaleza que los hombres, son seres inferiores. «Procesos naturales» son los que Hlevan a la mujer a dar a luz, criar a los hijos, cuidar a los demas, consagrarse a la comprensi6n de adultos y nifios, y a soportarlos. Por otra parte, tradicionalmente se ha considerado que la mujer es mis emotiva, voluble, poco practica, en resumen, esté muy proxima a nuestro sistema limbico, la forma mas arcaica del ce- ebro humano, que predominaba en los primeros estadios de evolucién de nuestra especie, cuando ésta todavia no conocia los pprocesos intelectuales superiores, tales como los procesos racio- hales de abstraccién, objetividad y capacidad de autocontrol. Estas concepciones seculares no han hecho més que estereotipar alos individuos, que acaban siendo prisioneros inconscientes de realidades que no saben administrar de ningxin modo. Dado que los hombres, al contrario que las mujeres, dominan con objeto de basar su autoestima sobre logros de objetivos econémicos y sociales, se ban habituado a excluir, « priori, de su mundo am- plias areas de sensibilidad, tales como la entrega que supone ‘cdat» o la expresién de los propios seutimientos, pasiones y de- bilidades, en pro de la adquisicién de un comportamiento con- trolado y mesurado, que asegura el éxito en todos los campos. El hombre virl y fuerte es el hombre que no pide, al menos explici- tamente, y que recibe, en virtud de su calidad de «macho», todo 44 EL COLOQUIO RELACIONAL honor y privilegio. Estas concepciones son continuamente reba- tidas, por un lado, a nivel social, a través de mensajes ofrecidos por los medios de comunicacién, y, por otro, dentro de los sub- sistemas singulares de relaciones. atter pone un ejemplo para entender mejor qué ocurre cuando los modelos estereotipados de los roles sexuales influ- yen en el subsistema de relacién Pr-C. Consideremos el caso de una iujer enfadada. A nadie le gusta tener que soportar a tuna mujer colérica. En general se la evita, y quien ejerce el po- der 0 los hijos la ponen en su sitio. Por ef contrario, un hom- bre airado suele recibir atencién y respeto por sus quejas. Sin embargo, una mujer enfadada transgrede las reglas de com: portamiento establecidas que debe seguir una mujer, espe- cialmente ante los hombres. Una mujer que muestra su enfado con un hombre provoca resistencias defensivas por parte de éste. Clinicamente hablando, siempre son factores de este tipo los que pueden predecir el modo en que una familia 0 un individuo influyen en el problema que se presenta en ese momento, cud. les son sus recursos o su poder para hacer elecciones. He aqui por qué, durante un coloquio, es necesario tener presente la estructura multicontextual como habla de comprensién: aqué. lla permite captar mejor el poder que tienen los contextos en la determinacién de las opiniones y de los sentimientos del clien- te; asi como en los del Pr, y su influencia en el coloquio y en el resultado del encuentro entre Pr y C. Ademés, es frecuente que hho se tenga en cuenta el hecho de que las impresiones, a nivel cognitivo y emocional, emergen siempre en un contexto especi fico. Lo que Pr debe hacer es distinguir si ciertos sentimientos estin adaptados al contexto actual, o distorsionados en otros contextos, o bien si resultan desproporcionados respecto a dicho contexto. Con frecuencia, las emociones que brotan en los dlistintos contextos se ponen en juego sin que se sea cons- lente de su origen y del poder que ejercen en el coloquio. ‘ello, no resulta posible hacer lecturas y evaluaciones CONCEPTOS CLAVE PARA LA COMPRENSION DEL COLOQUIO. 45 CONTENIDO ¥ EVOLUCION DEL COLOQUIO Segtin Jacques (1992): {J no es posible representar una interaccién como una suce- sién de comportamientos caracterizados por una reaccién de or den, ni como un simple sistema, en el que el output de un sujeto-A serviria de input a un sujeto B. Asi es como entiende la psicologia experimental el interac- cionismo. Para el autor, aiiadir circuitos de retroaccién, cons- tituidos por las expectativas y por los respectivos esfuerzos de anticipacién del comportamiento ajeno, no es suficiente. Deberia sist un shecho seasonal que regulara, desde un nivel superior, el juego de las expectativas reciprocas. Es la fe prod sclacional I que hace pose as expectatvsy anticipaciones de las reacciones del otro, Tos ajustes y las aproxi- sacle elon tls deierpretacn Porlo que larelacon desplegaria fuerzas de convergencia 0 expectativas reciprocas, ¥ no-al tevés; de otro modo, el autor no se explica como se pu «jugar» con las expectativas det parmer st ose esta ya conecta: feel et ce Mas que hablar de subordinacién de un concepto a otro, dleberiamos hablar en términos de_circularidad. Bl escenario dlonde la interaeci6n tiene sentido es el deta-relacién y To que produce de nuevo la douse recae sobre 2 a sas ando un circulo que define la influencia reciproca entre e ‘ioe dimensiones de experiencia humana, Para disinguir la ihantiene también distancia; en cambio, Iainteraccion necesita dela copresencla Fisica de los sujetos implicados. Por tanto, Ia interaccion se refiere al intercambio que tiene Tugar en «el aqui a ee rreceidn se-caratrerian tambien en fincisn sea pets nalidad‘y la subjetividad de Tor que interact la accibny estar sujet a Ta accion (Ciao, 1992). En este sentido, | 46 EL COLOQUIO RELACIONAL povdmos observa cién se une con la interacci no € directamente observable, porque sus caracteristicas Pecilres $e Feconstruyen en las telaciones expetimentalee del apowicuo, con referencia clara a las relaciones con Tas gener Giones presentes y pasadas, aunque no se diga que estas rclacios f-abuelo, puede que el primero no ha i belo, pu ya conocido al Sefundo pero sinta la influencia de su imagen, transmitida en eno de la familia. De hecho, la relacién adguiere un signif cado especifico en la transmisiGn intergeneracional de modelos valores y mitos, que orientan el dividuo entabla nuevas relaciones. 3 afirmar que la relacién sitve de base y de Taccion, actuando, en buena parte, de modo entornoespaciotemporal de la interaccién (Galimberti 1992) esta limi itado y es percibido por muchos sujetos, see au en la relicign au dteston how Tea a tras de procesos miemonicos, Ts personas puecen recupenas limites de Ta cion, cometiendo errores y relecuryo bien reeomstrijends otra mis Vetosas laciones no varian solo en cu: i- Pantes hacen juntos (contenido dele relat), sis ashen ecto emo lo hacen (cualided de la relacin), por ejemplo en la intensidad de una interacci6n, Esta tiltima depende de la e1 tividad de las relaciones que evoca en las personas implicaden oe Imanifiesta sobre todo a través de los aspectos no verbales ‘el comportamiento, y no esta intimamente implicada con la rela cion misma. Sin embargo, es cierto que las relaciones se d : soln en el tiempo (estructura temporal dela relacién): los an, Hat os partners, ve administran desde el principio el eae ee probablemente cambiarén y también ’ Elsen queue al psicélogo relacional con el sistema Alecha en dos sentidos, eS en Su a ue pued Siete | le estar representado por una ya'que ambos van uno hacia otve A D haste CONCEPTOS CLAVE PARA LA COMPRENSION DELCOLOQUIO. 47 Si consideramos a Pr y C como entidades, Pr serfa la entidad «que observa probleméticas provenientes del encuentro con otros, yC, aquel, aquella o aquellos que, de algiin modo, se encuentran on el psicélogo como suministrador de una peticién. La posibilidad de ayudar al cliente esta conectada con la rela- ei6n psicdlogo-cliente, bien porque Ia comunicacién depende dle ella, bien porque proporciona datos importantes que no se obtendrian de otro modo. De hecho, al avanzar la relacién, el eliente comunicara mas facilmente sus emociones, antes que ele- ‘mentos descriptivos de su propia historia. El coloquio es, gene- talmente, una forma de preémbulo para poner en marcha un proceso (con este término se entiende el tiempo y el desarrollo de una relacién). No se puede definir el proceso sin incorporarle el elemento temporal, en cuanto que el témino mismo contiene la idea de tuna sucesién de hechos o fenémenos, una secuencia. En este contexto, usamos el término proceso para indicar la relacién Pr que se crea dentro de un coloquio que se desarrolla en encuentros sucesivos. Los tiempos del proceso son tanto organt- zativos como internos. Los primeros estn representados por el tiempo de la sesi6n y por las pausas entre una sesi6n y otra. En este sentido, pues, el proceso es un procedimiento discontinuo, cuyo continuum viene dado por la coherencia de un método de observacién, anilisis e intervencién, Los tiempos internos se reficten al tiempo necesario que necesita cada componente de la relacién para intervenir, asimilar, elaborar... El Pr tiene en mente conceptos tales como adaptabilidad y flexibilidad, de modo que esté siempre disponible para el otro sin provocar mecanismos de defensa personal, y con la capacidad de encontrar respuestas donde no las hay aparentemente, o de saber tolerar momentos de dominacién. Debe saber adaptarse a todo tipo de represen- tacién de los hechos, acciones y relaciones que C lleva al colo- quio, de modo que consiga entrar en contacto sin destacar ni ser agresivo, ni juzgar:.. El psicdlogo presta atencién continua al proceso en curso, a sus respuestas emotivas y a sus comporta- mientas, y al modo en que el cliente se relaciona con él. Si, por 48 EL COLOQUIO RELACIONAL ejemplo, tiene dificultades para seguir lo que el cliente dice, pue- de ser indicativo de una elusién de la comunicacién por su parte © de un contacto significative con el entrevistador. Del mismo modo, una reaccién emotiva por parte de este ultimo puede informar sobre el estado de énimo del cliente. Otro elemento que caracteriza el proceso son las secuencias comunicativas, que han dado sentido al proceso mismo. Del mis- mo modo que si se suprime una vifieta de un cémic es muy pro- bable‘que no logremos comprender el sentido de la historia, en el proceso es fundamental considerar la sucesién de los aconte- cimientos. Los contenidos representan el significado de una relacién. Sin embargo, contenido y relacién no viajan sincrénicamente, Por ejemplo, no regalar nunca flores a la esposa, o tan sélo en oca- siones especiales, significa aportar contenidos y, por tanto, cali- ficar la relacién. Al mismo tiempo, no obstante, puede que la mujer no conceda al gesto un significado completo. Asi, a través del anilisis de los comportamientos, se observan los contenidos, contextualizandolos segiin las observaciones realizadas y respec- to a la subjetividad de los actores. El contenido se refiere también a las informaciones referentes ala historia del cliente y al estado emotivo en el momento actual, asi como a las intervenciones del psicélogo. Los aspectos relacionados con el contenido del coloquio se refieren més a datos anamnésicos, tales como las razones que da el cliente de sus perturbaciones presentes y pasadas y de su his- toria; los motivos que lo han llevado a buscar ayuda, asi como las soluciones eventuales y los tratamientos que ya ha experimenta- do; la historia personal de la infancia en el momento actual, con Ia exploraci6n de los acontecimientos excepcionales o traumati- cos (paranormativos); la educacién escolar y laboral; las relacio- nes familiares y sociales; las relaciones emocionales mas relevan- tes, tanto afectivas como sexuales, en los distintos periodos de la vida... Por tanto, el contenido se ocupa también de indagar en las fantasias del cliente, en su mundo de expectativas, de sus ccreencias previas respecto al modo de situarse en la relacién con CONCEPTOS CLAVE PARA LA COMPRENSION DEL COLOQUIO. 49. Jos demas. De ahi que los ambitos de exploracién del contenido se centren sobre todo en el espacio personal —Ia parte relativa- mente privada de cada uno— y el espacio interpersonal, donde se han negociado las relaciones. La indagacién cambiaré en fun- cin de la composicién del sistema cliente, que puede estar for- mado por personas unidas entre si por relaciones intergenera~ cionales (por ejemplo, padre-hijo) o transversales (por ejemplo, marido-mujer), y su calidad aumentara conforme avance la rela~ cién psicélogo-cliente. 3. EL TRIANGULO COMO UNIDAD MINIMA DE OBSERVACION LADIADA ALA TRIADA Al analizar gran parte de la literatura psicol6gica tradicional, damos cuenta de que el modelo mis usado para estudiar las es es el diddico. Con el paso a una visién compleja de las es interpersonales, e] modelo diadico resulta insuficiente, que no tiene en cuenta el vasto sistema dentro del cual se olla una relacién entre dos personas. Explicaciones causa- eales del tipo «Lucia esta ansiosa porque se lleva mal con su > no consideran, por ejemplo, la importancia que adquiere que el padre mantiene con su esposa y como puede in- festa relacién en la establecida entre hija y padre; o bien pue- Ja relacidn estrecha entre Lucia y su madre excluya al pa- cualquier nivel de confidencia con la hija, que se pone cada vez que el padre intenta acercarse a ella. etrapolando la observacién a un sistema de relaciones mas 0, sucede que no es posible usar el modelo diddico para aquél en pequeiias partes, puesto que se pierde el senti- de la relacién, la complejidad interactiva del sistema, al exclusivamente como una mera suma de diadas. Wa Bateson, en Mente e Natura (1984), afirmaba que la cantidad dos elementos no determina la estructura de un sistema y, por jente, que el sistema mismo es algo distinto de la suma de Jeeelementos que forman parte de él. Afirmar que un sistema, “gempuesto por individuos a los que llamamos familia, esta cons- 52 EL COLOQUIO RELACIONAL tituido pora +b + c+ d, no dice nada acerca de la estructura de relacién dentro del sistema, de los significados compartidos que re- gulan las relaciones ni de como éstas, aunque aparentemente di dicas, estan inevitablemente unidas a la influencia entre ellos. La necesidad de considerar los distintos elementos en juego se tra- duce en la biisqueda de una unidad de observacién capaz de tener en cuenta esta complejidad. Si, como asegura Bateson, para obtener informacién es nece- sario descubrir semejanzas y diferencias, resulta casi natural ampliar el fondo de observacién para incluir un tercer elemen- to. Muchos autores sistémicos consideran el triangulo como la unidad minima de observacién, como un esquema mental a tra- vvés del cual recogen informacion de un sistema. Haley, Caplow y Freilich han considerado los distintos tridngulos existentes en un sistema en términos de triada, entendiendo por ello una des- cripcion de tres sistemas de relaciones mutuamente influyentes (en Hoffman, 1984). Esto no explica, sin embargo, qué ocurre en términos de recorridos emotivos, pues no nos dice cual es el flujo de las tensiones. El salto cualitativo ulterior dentro del pensamiento sistémico ha sido introducido en la teoria de los sistemas familiares por Bowen. Para él, el concepto de triéngulo, entendido como ins- trumento, permite describir la naturaleza dinamica de las rela- ciones dentro de un sistema emocional, con sus tensiones y sus equilibrios, y explica el proceso dindmico interno en el seno de tun sistema emotivo. El tridngulo es un modo natural de ser. La mayor parte de las relaciones que se definen como «relaciones entre dos» no son mas que el lado tranquilo de un tridngulo que ya existe (Bowen, 1979). Cuando un individuo no consigue ver tales configuraci nes triangulares, eso se debe, en buena medida, al hecho de que no esta implicado emocionalmente; tan solo si se sittia en la posi- cién de observador lograra ver el tridngulo. A menudo, Ja familia, al presentar un problema, elabora esquemas explicativos que se enfocan hacia las diadas: «Estoy deprimida porque mi hijo no esté nunca en casa». Por contra, el EL TRIANGULO COMO UNIDAD MINIMA DE OBSERVACION 53 presupuesto sistémico segiin el cual «lo més complejo explica lo mas simple» permite disenar hipétesis que, al menos por el hecho de ser triédicas, se sian en un nivel distinto y amplian el campo del observador (Ugazio, 1984; Ricci, Selvini-Palazzoli, 1988). Supongamos que estamos viendo una pelicula: ante nosotros, el primer plano de un hombre aterrorizado, con la boca abierta. Nuestra hipétesis podria consistir en imaginar que el hombre est en una situacién de extremo peligro. Pueden aparecer otros elementos que amplien ligeramente el encuadre: dos manos fe- ‘meninas sujetan al hombre sentado en una butaca, asiéndolo por la espalda. Todavia no acabamos de comprender lo que esta pasando. ¢Quizé la mujer esta a punto de matarle? ;Ni mucho menos! Ampliando mas el marco de observacién, descubrimos, con una pizca de desilusién para los amantes del sgénero policiaco, que todo ocurre en la consulta de un dentista. El contenido emotivo (el miedo del desventurado) permanece; Jo que cambia cs el contexto en el que se expresa esa emocién. Se pasa, de esta forma, a una situacién mas compleja, que esta en condiciones de dar una explicacién posible a una simple ex- presién, uniéndola a otros elementos. La ampliacién del campo de observacién, con referencia a la complejidad de los sistemas, permite al psicélogo relacional plantearse cémo debe utilizar el esquema mental del tridngulo para recabar informacién. Lo fundamental es que el tridngulo constituye un esquema mental que se puede compartir. Gracias a él, es posible captar Jos nexos que unen los distintos elementos de tres en tres y con- frontar las entidades situadas en los vértices del triéngulo. En la trayectoria evolutiva hacia una ciencia compleja, el ele- mento fundamental pasa a ser el constructivo: la epistemologia que se basaba en la representacién del mundo es sustituida por otra que gira en torno a la construccién del mundo real, en el sentido de que el observador, con sus construcciones, constitu: ye la realidad, no la representa, y ya no cabe la posibilidad de representar de modo objetivo lo que sucede realmente. Cada uno tiene su propia realidad objetiva, elaborada a partir de una bt) EL COLOQUIO RELACIONAL seleceién de los datos de la realidad, en la que inciden tanto teo- rias precedentes como su visién particular del mundo. Existen, como consecuencia, hipotesis interpretativas diversas, distintas posibilidades en funcién de cémo se unan los hechos. ~ Lautilidad de la estructura triangular viene dada por la posibi- lidad que ofrece de unir entre si, de forma diversa, hechos ¢ infor- maciones que en cierto modo vienen presentados por la familia. La descripcién de un problema por parte de una familia es un sistema semantico que contiene una trama (qué sucede), personajes (quién) yuna situacién (dénde y cuando) (Sluzki, 1991). El coloquio se convierte en un proceso particular, en el que el psicdlogo telacional, por medio de preguntas, afitmaciones y del andlisis de otros comportamientos, trata de obtener un «cam- bio en la historia» que se traduzca en hipétesis alternativas a las de la familia; que deje abierta la posibilidad de otras explicaciones y que punt de modo diferente los acontecimientos, uniendo el aquién», el «qué», el «dénde» y el «cuando» en una narracién distinta a la que transmitié la familia, Es la introduccién de las distintas posibilidades lo que crea posibles claves interpretativas. Entender la modalidad relacional existente dentro de un sis- tema y cémo se ha organizado en la creacién de un problema, quiere decir tener en cuenta las posibles alternativas a la presen- cia de determinados factores y variables. La tarea del psicdlogo en el coloquio consiste en describir y evi- denciar uniones y relaciones entre el sistema y el contexto parti- cular actual, por un lado, y, por otro, entre aquél y los diferentes contextos de significados que han tenido importancia a lo largo del tiempo, participando en la construccién, mantenimiento y evoluci6n del sintoma mismo. En definitiva, se trata de analizar la re- laci6n entre el sintoma y la organizacién actual del sistema en rela- cidn con el tiempo pasado, presente y futuro (Telfener, 1991). ‘Ya hemos dicho que, a través de la eleccion de la estructura triangular, tenemos la posibilidad de actuar confrontando la entidad situada en el vértice del tridngulo. Esta entidad puede set de cualquicr tipo; los polos de la estructura son susceptibles de estar ocupados por miembros de la familia, por entidades EL TRIANGULO COMO UNIDAD MINIMA DE OBSERVACION 55 abstractas, por personas ausentes, recuerdos y expectativas. El psicdlogo crea asi, en su mente, nexos entre entidades de cual- quier naturaleza para que estén en relacién significativa entre cllas, poniéndolas metaféricamente en los polos del triéngulo y visualizando la relacién a través de la unién con el vértice. El psicdlogo relacional, a través de sus preguntas, activa con- figuraciones triangulares (por ejemplo, madre-hijo o esposa-ma- rido-familia del marido). De este modo, tiende a crear hipétesis {que acenttian siempre los elementos de diversificacién y de es- pecificidad, con lo que la relacién se torna més compleja. Al uti- lizar preguntas relacionales que unen los elementos en triadas y al tener en cuenta el aspecto emotivo de los tridngulos, surgen hnexos significativos, que aprovechan elementos importantes de Jas respuestas y sugieren tramas alternativas respecto al «guiGn» previamente presentado por el interlocutor. EL psicdlogo puede potenciat la creacién de nexos, por ejem- plo, solicitando la opinién de un sujeto acerca de la relacién que tun segundo individuo tiene con un tercero; formulando preguntas sobre personas ausentes; captando elementos significativos comu- nes a los tres; reformulando todo esto en una pregunta que haga pensar al interlocutor... La finalidad de este «juego triangular» es evidenciar que pueden existir mas claves de lectura de la misma situacién, y que experimentar posiciones diferentes dentro de un sistema puede llevar a distintas interpretaciones de la misma situa- cién, De hecho, es esta posibilidad de verse en diversos triéngulos, ya sea pot parte de un miembro 0 de todo el sistema familiar, observandose en nuevas posiciones relacionales, lo que permitiré ‘aprender nuevos modos de ser y de relacionarse con los demés. Uno de los triingulos mas habituales es el formado por los pro- genitores y el hijo. Si existe un conflicto no explicito entre los primeros, éste puede ser desviado hacia el hijo para mantener el equilibrio del sistema, ya que un conflicto abierto entre padre y madre desestabilizaria su relacion. Un padre puede buscar el favor del hijo para establecer una coalicién frente al cGnyuge, pero este tiltimo puede intentar lo mismo. En este punto, el hijo puede quedar preso de lo que Haley llama un «conflicto de leal- 56 EL COLOQUIO RELACIONAL tad» (Haley y Hoffman, 1974). Lo que aparece es un sistema en. el que, en apariencia, no hay tensién entre los miembros de la pareja; la Gia tensién es la ligada al hijo que presenta sintomas, Cuando hablan de tridngulos, Cartwright y Haray (1956) in- dividualizan soluciones equilibradas, describiendo los distintos lados negativos (es decir, en conflicto) y los positives. En algus nas ocasiones, sin embargo, el precio que hay que pagar por un equilibrio relacional puede ser alto: puede tener como conse: cuencia la aparicién de un paciente designado para salvaguar- dar la estabilidad del sistema mas amplio. En periodos de tensi6n, no sélo los miembros de una familia pueden formar tridngulos con objeto de aliviar la situaci6n, sino también amigos, compaieros de trabajo, instituciones, eteétera, En periodos de tensién elevada, una diada puede «volcarse hacia Jo externo» y triangular a una tercera persona (Bowen, 1979). Esta tiltima esta implicada emotivamente en esta relaci6n para disminuir el nivel de ansiedad, lo que equivale a desviar la lava de un voledn por canales construidos para evitar que des- truya el pais, es deci, el sistema. Mas recientemente, Ricci y Selvini-Palazzoli (1988) afirmaban que, para comprender la comunicacién establecida entre dos personas, es necesario considerar la territorialidad de esa comu- niicacién, entendiendo por tal denominacién la cantidad de per- sonas realmente presentes en la secuencia. Para explicar esto, los autores introducen un ejemplo, ya citado en una de sus comuni- caciones precedentes (Selvini-Palazzoli y otros, 1981), en el que el presidente de una empresa importante, para convencer a un experto de que acepte el puesto que le ofrece, lo invita a nume- rosos encuentros en cuyo transcurso lo trata muy cordialmente, Una vez resuelto el asunto, empieza a tratarlo de un modo for- mal y distanciado, negindose incluso a atenderlo al teléfono. Este comportamiento pareceria irracional si solo se tuvieran en. cuenta los dos personajes, pero se comprende claramente si se introduce un tercer elemento: el vicepresidente de la sociedad, enemigo de innovaciones, habia expresado su opinién y su desa- grado por los nuevos hallazgos del presidente EL TRIANGULO COMO UNIDAD MINIMA DE OBSERVACION 57 Este ejemplo puede aplicarse a cualquier situacién aparente- eicn, a la que la introduccién de un tercer elemento permite obtener més informacion: por ejemplo, écusnta informa- tidn més podemos obtener si consideramos, ademés de a los miembros de una pareja, al padre de uno de los dos?,o gen qué me- dida puede modificarse el comportamiento iracundo de una mujer hacia su marido, si se invita a participar al coloquio a st padre? Lo que sucedera sera que la esposa mostrar comporta- fientos que estan ligados a ella en cuanto mujer (o cémo ha aprendido» este rol en su propia familia), pero también otros sociados a ella en cuanto hija y, de este modo, sera posible cap- tar semejanzas y diferencias, construir hipétesis sobre la estruc- tura de ese sistema y de su funcionamiento. Uno de los intentos que se han llevado a cabo para visualizar los vinculos a nivel triangular y el modo de utilizarlos durante el co- Joquio, lo ha realizado Matis Hubbard (1985). Baséndose en la ‘estructura tetrédica del carbono presente en las macromoléculas oninicas, este autor propone tal estructura como modelo para po- ner de manifiesto los vinculos triangulares en un sistema familiar. Geométricamente, la estructura tetrédica es una pirémide, en Ja que tanto la base como los tres lados son tridngulos equilite- tos (fig. 1). Figure 1 o A 8 © > io Evirucura totrécica ‘sida ‘abierta ORES 8 EL COLOQUIO RELACIONAL ‘Como podemos ver en las dos figuras, esta estructura no sélo permite la visualizacién de cualquier triéngulo relacional (A-Be ), sino que permite considerar el vinculo existente entre dos de los tres «éngulos» con un elemento ulterior (D) y, por tane to, poder efectuar visualmente confrontaciones con la entidad puesta en el vértice. El ejemplo siguiente representa una estructura tetridica, en la que el padre, la madre y el hijo sintomitico se sittian en los dngu: los del triéngulo base, mientras que el cuarto dngulo esta ocupa- do por la abuela paterna (fig. 2). Figura 2 Abuola Hijo sintomatico Es la posibilidad de hacer preguntas que utilicen esta serie de triéngulos la que permite producir informaci6n particular en el curso del coloquio, jugando, bien con el tridngulo base (padre- madre-hijo), bien con el constituido por el padre, la madre y la abuela, 0 por el que forman padre, hijo y abuela, y asf sucesiva- mente. El hecho de situarse en posiciones relacionales diversas per- mite a los miembros del sistema salir del guidn familiar, donde cada miembro tiene un rol definido en funcién del significado que se le atribuye en la red de relaciones. EL TRIANGULO COMO UNIDAD MINIMA DE OBSERVACION 59 Si uno no adopta la posicién de observador, o si esta demasia- do implicado emotivamente, puede resultar dificil conseguir ver ‘e6mo actiian los triangulos dentro de un sistema de dimensién media. El problema, segtin Bowen (1974), es que no se pueden ver los tridngulos hasta que no se asume cierta distancia emotiva respecto a ellos. Desde que nace, toda persona forma parte, na- turalmente, de una serie de tridngulos; sdlo la posibilidad de la distancia emotiva permite ver la red en la que esté inserta y reco- nectarse con ella de un modo més favorable. En el curso del coloquio, utilizando preguntas significativas en términos de relaciones que se mueven a través de la estructura triangular, se obtiene, casi automaticamente, informacién sobre lia familia de origen. Ya en la descripcién que se recoge de un miembro de la familia, se percibe que es muy dificil permanecer cen el plano horizontal. El plano horizontal y el vertical se entre- ruzan constantemente, aunque no se haga nada para solicitarlo, Por tanto, la capacidad del psicdlogo relacional se cifra en conferir, en el transcurso del coloquio, un rol central a la cate- gorfa temporal. Sluzki (1991), al describir la transformacién te- rapéutica de la trama narrativa que actita en un coloquio, afir- ‘ma que la importancia de introducir una dimensién temporal consiste en afiadir marcos alternativos. A través de esto, se pue- de ampliar el repertorio de las posibles direcciones de un suce- $0.0 situacién, permitiendo, de este modo, la individuacién de tuna gama més vasta de modalidades, cuyos contextos pueden influir en los problemas y, a su vez, ser influidos. Introducir la dimensién dinémica temporal puede facilitar la descripcién de modelos y escenarios alternativos a los propuestos por la fami- lia. Por ejemplo, una crisis de la pareja puede suponer para los cényuges significados distintos, segiin si se verifica antes 0 des- pués del nacimiento de los hijos o si, entretanto, ha fallecido tuna persona significativa en una de las familias parentales. Para comprender qué es lo que se verifica en el interior de una relacién, hace falta saber en qué relaciones estiin implicados los individuos. Ya no es suficiente tener en cuenta lo que ocurre cen un episodio singular, sino que es necesario considerar el nivel i 60 EL COLOQUIO RELACIONAL superior, el de la relacién, que s6lo se puede construir a través de una serie de episodios, viendo repetidamente cémo interac- tian estas personas. ‘Ademés, necesitamos al menos contar con un tercer elemen- to, es decir, saber cual ha sido la clase de relacién que han man- tenido estas dos personas en el transcurso del tiempo, y para ello debemos acudir a la dimensién temporal Para disefiar hipétesis en toro a las relaciones dentro de la historia familiar, el psicdlogo relacional utiliza los esquemas de Ja interacci6n familiar. De este modo, se crea una imagen de qué tipo de relaciones tiene el cliente con la madre, el padre, el her- mano, la hermana, etcétera, En las relaciones extrafamiliares, uno de los modelos de los que se servind el individuo, o uno de Jos elementos que incidiran en la construccién de una relacién, procedera, seguramente, de esos esquemas que el individuo ha interiorizado. S Introducir la dimensién temporal supone situarse en una 6ptica trigeneracional. De hecho, los tridngulos no se limitan sélo a la segunda y tercera generacién, sino que pueden retro- traerse hasta la primera Cada lado del tringulo puede estar ocupado por la mujer, el marido y la familia de ella o lade él, Se pueden encontrar los polos de cada nivel generacional, como, por ejemplo, en un tridngulo formado por una adolescente, su madre y su abuela, Esto puede set puesto de relieve por el psicélogo, captando los nexos de algu- nos aspectos emotivos que pueden ligar entte si a las tres genera- ciones. Esta posibilidad permite confrontar, apreciando semejan- zas y diferencias, los modelos relacionales utilizados en torno a determinada funcién, como, por ejemplo, que significa ser madre. ‘Tal confrontacién actita efectuando, metaforicamente, saltos tem- porales al pasado, el presente y el futuro —representados respec- tivamente por la generacién de los abuelos, la de la pareja de pro- genitores y la de los hijos—, y creando conexiones entre estos niveles. A través del trabajo de conexién, se incrementa el nime- ro de tringulos que forma una familia hasta acabar dibujando luna especie de «tela de araiia», en la que el hilo representa los dis- EL TRIANGULO COMO UNIDAD MINIMA DE OBSERVACION 61 tintos lados del triingulo. Esta metafora evidencia, de un modo cficaz, el vinculo existente entre los miembros de la familia situa- dos en los polos; de hecho, si se toca la tela en un punto, vibrari cl resto, El intento de individuacién de una persona que se en- ‘cuentra en un polo de un tringulo, mediante una transformaci6n de su posicién dentro del sistema y, por tanto, del cambio de un tridngulo base, levara a un cambio en toda la tela. Los psicdlogos de orientacién sistémica se distinguen como grupo, sobre todo, por un postulado: para comprender al indi- viduo es necesario comprender el contexto en el que vive (Haley y Hoffman, 1974). La unidad de observacién ya no-es sélo la persona (incluso en un coloquio individual), sino el conjunto de relaciones en el que ésta se implica. IL GENOGRAMA COMO MAPA DE LOS TRIANGULOS INTERGENERACIONALES Cuando recaba informacién, el psicdlogo, a fin de crear una representacién gréfica de la estructura familiar y, sobre todo, de Jos diversos planos generacionales, puede recurrir al genograma, tuna especie de arbol genealégico donde estén representadas, al ‘menos, las tres dltimas generaciones. De la técnica que se utiliza para recopilar informacién se han ocupado varios autores, entre ellos Montagano (y otros, 1989), Andolfi (y otros, 1989a) y Mc Goldrick (y otros, 1982). Lo que nos interesa poner de manifies- to ¢s que este instrumento proporciona una suerte de esqueleto, de armazén, que facilita al psicélogo su tarea a la hora de captar hnexos significativos en las relaciones que se dan en los distintos jplanos generacionales, utilizando como unidad minima de medi- dda la estructura triangular. Para ejemplificar esto podemos des- cribir un caso referido por Bowen (1974). Se trata de la familia Wilkin; uno de sus miembros, Chuck, un adolescente de 17 afios, se habia probado en varias ocasiones la ropa de su madre. Podemos representar grificamente la familia nuclear del modo siguiente (fig. 3):

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