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ARTICULO QUINTO FILOSOFIA DEL TANGO § 1. Etica I. MORAL SEXUAL Y TANGO A) Nace en el fango. Los valores del tango en el campo moral fueron negativos a causa de su innoble origen, pero el tango supero la vileza formativa y luego la acanallada tematica de sus letras, para acer- carse a la relativa limpieza de hoy, de acuerdo con los postulados que se han sefialado en el final del articulo anterior. Para percibir el progreso ético basta con cotejar los elementos de sexualidad que exaltan los poetas en los afios 1910 a 1935 y los mismos, en los poetas del periodo 1935-1960. Uno de éstos, Julidn Centeya protesta por ese origen: No sé de dénde vino aquel aire de tango con una arquitectura fundamental y triste barajando cuestiones de percal y de fango, estableciendo toda la raiz que ain le asiste. Ademas los primeros manejan una materia real - a y presente y los ltimos, generalmente, elaboran evocaciones, ima; i by ‘” y genes, re de una realidad Un escritor argentino, José Sebastian Tallon, ha i n a » a esti modo particular, y con agudeza, fuerza y severidad, esti poeaconn lando en el tango su pornomania, ‘ ‘OS aspectos sefia- ; “o sea, la apetenci i , petulante, no sdlo de lo sexual”, sino también de as cone publica y maciones y estimulos, Veremos por lo tanto, sucesi pepcsror ‘ z » ivamente, imi to lupanario del tango y los diversos problemas que esto a rebel terreno de la libido. porta en el 188 0 concibe el baile de pareja agarrada; lo opone a la desunion cor- poral de las danzas criollas, “‘en vez de ser su rufién como sucede en la miisica del tango, destinada solamente a acompasar el meneo provocativo, reticencias equivocas del abrazo” y define “su verdadero cardcter”, jolo reptil de lupanar. Hace cincuenta afios Ricardo Giiiraldes, al componer su Tango lirico aprieta principalmente las teclas negras de su cordaje amargo: Hembras entregadas, en sumisién de bestia obediente. Por parecida razon Carlos de la Piia llama al tango: Pasién de grelas de abolengo bajo, E] tango posee —dice Martinez Estrada— el ritmo esti ayuntamiento. Oianse —agrega— sus acordes “a la noche, en las afue- ras de los pueblos, escapando como vaho del lupanar, por las celosias siempre cerradas; e iba a perderse en el campo o a destrozarse en las calles desiertas; llevaba un hilito tibio de pecado”. ‘Tallon afirma que el tango es consustancial con el bajo fondo y riundo del lenceinio y de la amoralidad del compadrito. Algo que, para uchos argentinos decorosos, ofendia al pueblo decente. La inmigra- ¢ién traia muchedumbre de jévenes sin cultura, pero que advenian con Ja carne huracanada de apetitos urgentes y casi sin eseripulos morales. Los suburbios vivian una época de lujuria y violencia demenciales —Heanse en la Antologia los magnificos retratos que Tallon hace de EU Givico y de su mujer, la Moreira, personajes rufianeseos y tipicos del tango originario, pero reales. El pueblo portefio yacia en aquella época en una promiscuidad os- cura con el bajo pueblo y con el hampa. Supone Tallon en el compadrito, eje humano del tango inicial, “lo sexual psicopatico, lo erético relajado, lo venéreo petulante”; era profesional de la libidine. Ferrer dice, en apoyo de lo dicho por Tallon, que el tango se con- virtié en lamador de oro para las burdeleras, que fomentaban, al calor de su misica, el desenfreno sexual y, con él, la poderosa inventiva coreo- gréfica, Opina —y nosotros con él— que es importantisimo hacerlo notar; y asi lo hemos manifestado donde convenia efectuarlo. ‘Borges postula y razona el mencionado origen, recordando informes verbales de José Saborido, Ernesto Ponzio, los hermanos de Vicente Greco, y de Nicolas Paredes, caudillo de Palermo; y niega, naturalmen- te, la historieta sentimental de haber nacido en algiin conventillo 0 en alin patio de los suburbios. Los argumentos que da son convincentes: Ja lascivia de las figuras, la connotacién evidente de ciertos titulos y el hecho de que los hombres lo bailaban entre si porque las mujeres de 189 ueblo no querian participar en lo que era, entonces, baile solo de ae autores se aprende la geografia Liao : ista; las casas de Laura, Maria la Vasca, de aquel Buenos Aires novecentista ; - T Pii@nnisca, An- Ja China Rosa, la Parda Flora, la Barquinazo, la Tero, ” tonia la Chata, etc, : 5 cs Famosa por lo bella y sefiorial fue La Rubia Mireya. aed e = puesto en duda su existencia. Pero, por si alguien dudara, cae Jéuregui se lo pregunta a Juan Santa Cruz en una intervii. Puede verse en la Antologia. Después de leerlo es cuando muchos dudar4n si, en realidad, existié. En las memorias de Francisco Canaro toman una sorprendente realidad las casas de algunas ciudades y pueblos de la provincia de Buenos Aires. Existian, adem4s, segtin recuerda Casadevall, escritor de firme criterio moral, “las llamadas casas de confianza —burdeles disimulados en su mayor parte—” a las que las “bailarinas concurren para facilitar el propio comercio venéreo. Hombres de averia y mujeres de mala vida, ebrios de amor propio, alcohol y voluptuosidad, daban color y perfeccién a la novedad coreografica”. Es necesario que todo esto se sepa para juzgar los valores éticos que significa el tango y para comprender bien a éste. Tal es la impor- tancia de los aportes de Tallon y de Casadevall, a los que quisiéramos sumar una de las mds importantes razones de existencia del libro que tiene en las manos el lector. Por eso nos parece que Florencio Escardé explicarnos las razones de su juicio, exagera cuando dice, sin s de | que estimamos intempestivo, que la letra de tango no es, jam4s, procaz, ni siquiera, picaresca, que esta del todo libre del franco genitalismo que aqueja, en forma “apenas encu- bierta, a no pocas piezas del cancionero popular sudamericano jue su tema no es, de ninguna manera, ni sexual ni zafado, No es eso fal ti: de Fernando Guibert que escucha y mira a Buenos Aires fins, ojos de poeta portefio, ni el de tantos otros, ao Pueden leerse en la Antologia relatos a y otros escritores que ponen de relieve i “Gebatié la vide del tango desde su nacimsiente oes, Tealidad en que se iento a su juventud. C muchos gamberros, sdlo le Il my x - Como a a eee leg6 la hora del juicio con la época madura de le Roberto Arlt, Waldo Frank Carlos Vega hace notar que desde el princi, orientaba y hasta determinaba los pasos de la muj. jer con su mai cha, puesta, fuerte, en la cintura: “Una brillante generaci6n ar Sia peers creo el tango, en cuanto danza, en colaboracién con |; : mujeres de la noche”, Y agrega: “Yo no elogio la conducta abcial ipio de la danza el varén propulsores entre los virtuosos, porque les cerca de la independencia 190 creadora los varones descarriados que los caballeritos “morales y, no obs es Y ita y agiganta los poderes de la virtud, Gierto: se generé la reaccién. a ee BL TANGO ORTGINABION Ln geni reocupada en todo el pais por la dis ‘i6n moral que significaba el tango y el inmenso peligro que representaba para la juventud. Nuestro baile se popularizé cada vez mds y su temé- tica era un elemento de corrupcién que abria también cada vez mis las que Tallon lama “intimidades del orbe perverso y de los que en él se revoleaban”; las cuales —agrega— no eran un secreto para nadie. Y en que no fuesen un secreto radicaba, precisamente, lo horrible del problema, que era angustioso y desasosegado pr palmente para las madres. “En los hijos que volvian al amanecer, después se los sentia cargados de experiencias impidicas.” Ademis del desleimiento de las reservas morales, se apagaban las fuerzas fisicas y las de la salud a causa de los flagelos venéreos, aterra- dores en la época referida. Uno se admira de que se pudieran cargar de moralina y cursilerfa temas como el de Santa Milonguita que mostramos en la versién, discutiblemente discreta, de Roberto Valenti, Claro que, sobre un tema parecido, Leopoldo Marechal, en Addn Buenos Aires, borda un relato fino, poético, con un fondo de cristiana compasién ma- tizado con finisima ironfa, al glosar el asunto del tango Cascabel, cacabe- lito. Gache, en Baile y filosofia, retoma el argumento y pone mas amar- gura en su sdtira hecha con criterio naturalista. El Buenos Aires del tango se halla nerviosamente pintado en poco mas de veinte sustantivos, disparados sin verbo ni enlaces gramaticales en un poema de Pedro He- rreros, el famoso autor de Las trompas de Falopio... 89) LA DEFENSA DE LA SOCIBDAD. Se comprenderd ahora por qué la sociedad argentina proclamé en “defensa total” TABU al tango: por ser, como escribe Tallon, simbolo directo de la amenaga orillera, ¥ asi se comprende cudn vigilantes fueron y cudn sagaces los obis- pos de Francia que prohibieron la danza en sus didcesis, O en nuestra propia Reptblica la intensa, denodada y pertinaz resistencia que hasta hace tres décadas (o, acaso, alguna més) opusieron al tango las cofra- dias, congregacion glares y revistas religiosas y eclesidsticas. Cuando ‘uno lee a Rossi, al relatar que el Papa, al ver bailar el tango levanté la jicién que pesaba sobre él, y expresé que lo consideraba inocente el aburrimiento, no sabemos si ironiza o hace un sarcasmo, De ‘cualquier manera queremos dejar aclarado que la Iglesia no se engand ‘al reapecto de los origenes inmorales del tango, Bn general, la disciplina eclesidstica se muestra severa con los bailes, en términos generales, por ‘el grado do relajacién on que muchas danzas han caido, si bien la Iglesia jamas ha prohibido las dangas populares no erdticas y, asi, a veces se 19] idir 0 auto- algunos paises europeos presidir o au ard sas, El P. Bernar ‘i estas y decoro: Metacier rizar con su presencia danzas mania que sirven contra ac. Vaugham atacé al tango con Orzi es es mejor mantener a la na non imidad de las pareia®, Pur mismo del novelista argentino danza: la proximida‘ del fuego. Que es lo mismo de’! = raleza humana ane : “Bl tango es peligroso poraue en seguid pret ® ae "Pere hemos vist Come ad ne ar entre esos bailes. fuego”. Pero : no podia fig 308 ‘i as, el tango eee at del ode sus figuras cores viet que nunca hubo prohibieién forma unque tami ; e ese aan esicwey UME oo chaio de la informacion lena de eee ealeraelitatzolen Londres, que Ja reina ironia de Rossi, narrando el éxito del tango en Londres, que. ts rina i Jaterra resolviera no asistir a ning donde figu cho Sepungeral declarara que este baile no raran tangos, que la duquesa de Norfolk deelarara que este baile no era aceptable por ser contrario al eardcter inglés y a los ideales insles imes inici émica sobre la inconveniencia y peligro y que The Times iniciara una polémica so eligro de los bailes importados, entre los cuales se hallaba el tango en prime lugar. Decencias fueron todas éstas que las dos guerras aventaron en Inglaterra, como lo demuestran escdndalos del tipo del ministro Profumo y del ostedlogo Ward, la supresién de la legislacién sobre homosexuales y la inveneién de los hippies. Lo que rechaza muy légicamente el pundonor nacional es o era —téngase esto muy en cuenta— el hombre del tango y no el tango mis- “mo. Asi lo dice y demuestra Tallon. ha visto a los curas parrocos en B) Libidine y tango. El tan una atmésfera cargada de pecad ayuda de luces y experiencias q go es sensual y nace y se desarrolla en lo. Estudiaremos ambos aspectos con la jue aportan nuestros escritores, 1°) SENSUALIDAD Y SEXUA\I 1917, en su Raucho, hace un: tango, relatando tres noches de tango en Pa muy fina, pero no directa, encontramos éstas; tuosidad lenta [del tango] poseyéndola sumis; pasos; el compas exdtico y languido, ritmo ¢ Pausada”... El tango es “ LIDAD EN EL TANGO. Ricardo G : iiiraldes, en ‘as referencias acertadas a la sen, sualidad del Entre otras notas, alguna “El la plegaba a su volup- ‘a en la obediencia de los de una raza extrafiamente que lo baila, Enrique Larreta, en su novela En [ g : ss © pampa, tiene una pagi - pléndida, sin Par en nuestros novelj icolégi, ao i 1 istas. psicol resaltar la impureza intrinseea del tatlaoain eh ea Nar el compositor i wrattucrcs due debe desarro- on medio siglo de vida, * {¥*F*8 de la depravacion ¥ ‘SO por prime; Shloy Pero en esta ocasion abestingg me VEX en su Olivari y Eduardo Uribe versifican el tema de la carne abandonada a sus instintos. Last Reason le canta a la danza: “Se te quiso sensual y nos saliste al final sensual entre sollozos” y “El tango ha intoxicado a las parejas con su fuerte veneno de deseo sofocado y cuando callan los bando, los ojos de él y de ella, estén vagando atin en el mundo sombrio del éxtasis sensual”. “Musica hecha para la carne”, dice Juan Guijarro. Y Waldo Frank: “Es tan intensa la corriente que hay entre el hombre y la mujer, que salta de uno a otro y los posee. Esta corriente azul del sexo esté en contacto también con la miisica, que es la sustancia de la vida misma”. Acaso por esta razén quizé sea posible que Pedro Luis Larrague haya dicho la verdad al escribir que la milonguera criolla es menos lena que Ja mujer de cabaret extranjera. Martinez Estrada piensa de un modo totalmente contrario, pues tiene en cuenta que las letras canallas del tango dicen bien claro de su estirpe: “La joven mas pura tiene en su atril ese harapo que antes fue vestido de un cuerpo venal. La boca inocente canta ese lamento de la musica infame y no la redime, aunque ignora lo que expresa su palabra. Suena en su voz la humillacién de la mujer”. Pero Galvez nos habia dado, en 1925, en su bello poema Sensacién de tango, la poética nocién de la sensualidad de nuestra danza, ya libra- da de miserias antiguas. No obstante, en otro, contrasta la pureza de la noche serrana con la turpidez de un tango que la agita e inquieta. Maria Elena Ramos Mejia sitia en el Tabaris el escenario propicio para una iniciacién amorosa, en su novela Un hombre y su destino. Disolveremos las contradicciones de nuestros escritores si pensamos que el baile es sensual, pero no s6lo voluptuoso: nace en la sensualidad y esté impregnado de ella fuertemente al principio; mas otras virtudes de danza y de miisica lo levantan y le dan caracteristicas relevantes y genialidad, Pero todavia debemos examinar su pecado en las entrafias del mal. 29) PROSTITUCION. El sainete criollo, sin profundidad y con senti- mentalismo, ha tratado este infame oficio 0 condicién en sus relaciones con el tango, En una obra de Mones Ruiz y de Bassi, de 1922, se cuenta, en pobrisimo lenguaje y peor estilo, el vulgar caso de iniciacién de fale- nas por atraccién de la luz del cabaret, asunto que Saldias trata con mas gracia y técnica teatral en ;Siga el corso! y Luque Lobos en EI taita de Triunvirato. En la escenificacién de Langosta, tango de Filiberto, Enrique Gonzdles Tufién en su libro Tangos, con mejor prosa y mayor realce, insiste en el tema, acaso el mas manoseado de la literatura exi tente en torno del tango. Roberto Arlt a espetaperros, ventila tanta cur- sileria con unas rudas expresiones que son como una manga de aire fresco, En fin, es la clasica historia de arrabal, deserita por Manuel 193 si lo comparamos con otros relatos, mas Se citicatvo Camino lo resuelve —Y lo rebaja— en un breves y menos significativos. en Engatus6 a las sirvientas. i rovincianas Ferrer lo analiza sin literatura: “Muchas desdichadas P ulosos engafios de o hijas de inmigrantes eran reclutadas merced a fab ventura [mientras copiamos estas {meas pensamos que son los mismos Pp i pi engafios que ya fray Gabriel Téllez puso ee Deere ctnds, ‘tarde ples en su Don Juan hace tres siglos y medio] y pe sistaclas hasta a los mds condenables trasiegos de compra-venta Bt peas. 0 a ls el hartazgo—, expuestas a la prepotencia sexual el aes oa ae vanidad del “patotero” para quien es orgullo de dioses A Mee pe en tales mercados”. [Felizmente Hl burlador de Sevilla de a aes sélo las burlaba y no las explotaba.] Agreguemos que en ; 0" aba del tango, de Alippi y Schaeffer Gallo, hay una nota certera: consi 5 la hora en que la luz artificial se diluye vencida por las primeras c ea dades del dia para contemplar en las mujeres pintarrajeadas del cabaret, sobre todo las de cierta edad, la farsa de fingidas alegrias y el doloroso espectaculo de la juventud hecha pedazos de las lenas y la de los mozos que acuden a bailar con ellas, C) Reaccién y swperacién. Si seguimos a Tallon vemos que el tango de origen rufianesco, adensado de sensualidad, asciende del bajo fondo al cabaret, a salones dominicales, a clubes sabatinos, venciendo poco a poco los temores de las familias obreras y de la clase media y alta, es decir, de todas las personas decentes. Nuestro autor justifica la reac- cién prohibitoria, colmada de razones, de justificaciones, de un sentido moral y cultural innegable. Ferrer coincide con él: el tango —dice éste— “pasa a sus manos lentamente, con la progresiva dilucién de las orillas por la expansién de la ciudad, cuando esas clases populares toman con- ciencia de propiedad sobre su musica”. Y Zocchi agrega: “Ahora el tango alterna con las otras danzas conduciendo por la cintura a las mas vir- tuosas nifias [...] Ahora ahora el tango, también él, es baile decente 7 de prestigio internacional’, Asi es. El propio Tallon, que ha sefialado sin ambages, como hemos visto a lo largo de este articulo, todo lo nega- peioue et eee Lesa eae danza, se irrita contra los que lerable que ambas especies no con ie ivaosel “ Seen ae Peete tic. 5 sigan | lescubrir en el tango argentino N is Popular, obstinandose en no revisar su juicio. bailado en nuestros dias por las 3 est convencido que el tango uN familias no es —ahora— ij Soa Boas lo; Si asi no fuere, Gane acre pa ntre 1918 y 1925, con la desaparicién “de tros del delirio nocturno y de la efervescencia antaeaae — 194

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