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La evolucin Dreyfusiana ues & socinles — George Sorel, Pats, 1900 Copyright © de la traduccion: David Lara Miguez {© 202 Hipérbola Janus - Todos los derechos reservados (f wwr biperbolajanus.com = infothiperbolajamus.com © t.ne/hiperbolajanus y cilsperbolaJanus DiiperbolaJanus Primern edicion: junio 2022 ISBN-13: 979-8895449711 Dinecisn editorial: Angel Ferninder Ferndndes | Revision y maquetaciéu: Angel Femandez Feradndez y Miguel Angel Sanchez Lépez | Diseio de portada: Miguel Angel Stocher Lopez Ejemplar impreso bajo demands. su ineorporacion a forma o por cualquier por grabacién w otros rlares del copyright. ;odos, sin el permiso previo y por escrito de iamente las opiniones vertidas por el autor Hipérbola Janus no comparte neces ‘que, pese a ser habituales en Este libro se he deserrollado integramente con software libre de cbdigo abierto. Indice general Prélogo Por David Lara Miguez La revolucién dreyfusiana I Prefacio Il Composicién general de las revoluciones politicas. Los golpes de estado. ~ Fase de resultados. Teorfas que sirven para justificarlos II Motivos declarados y motivos reales ~ Francis de Pressensé ~ Gente de mundo, sabios y hombres de letras — Las razones de Zola culo en las revoluciones ~ Exceso de ridfculo en el caso Dreyfus ~ Zola como representante de la farsa dreyfusarda V___ Desafio que entusiasma al ministerio de ‘Waldeck-Rousseau - Compromiso que le conviene aceptar ~ La corrupcién universal y los preparativos electorales m 25 33 Indice general v fas ~ ltades que creé el caso Drey! : Fe aanevaciones para el indulto ~ Reanudacién del cane en 1903 ~ Degradacién de la magistratura. Sentencia de 12 de julio de 1906. 0 VII Papel de los catélicos en el asunto Dreyfus ~ Razén de su hostilidad a la revision ~ Mied inspirado por las congregaciones ~ Aplicacién de la Ley de 1901 - Combes y su corte 49 ‘VIII La aristocracia republicana ~ Orgullo de las grandes familias ~ Scheurer-Kestner - Rebelign de la democracia contra la aristocracia republicana 57 ‘Apéndice: La correspondencia de George Sorel 67 IX _Introduccién 67 X Cartas a Eduard Bernstein, 1898-1901 69 XI Cartas a Edouard Berth, 1904-1908 93. XII Cartas a Edouard Berth, 1909-1910 5 XIII Cartas a Edouard Berth, 1911-1912 133 Biografia de Georges Sorel wt Prélogo Por David Lara Miguez resto voce afos ax Asano desde que Sore a embarcare en cl atrevido proyecto que compone la parte esencial y veintiséis han sido los aiios desde que, de manera oft por zanjado el caso Dreyfus y se exculpase, de manera del ‘que en su dfa fuera condenado por alta traicién en un proceso que fa todas las fuerzas vivas de la Francia de finales del Un caso que, al contrario de lo que la mayorfa suele afirmar, no dividi6 a la sociedad francesa. Esta ya se encontraba dividida, fragmentada y no precisamente en dos bandos antagénicos. Esa visién simplista e interesadamente mani expresién la complejidad de una nacién como la Francia de finales del siglo XIX hasta el punto que impide apreciar los posicionamientos, as{ como la evolucién de los mismos, respecto a la culpabilidad o inocencia de Alfred Dreyfus. De igual modo es necesario desechar el tan socorrido epiteto del «conti 10» por el ms correcto anti-judaismo, pues semitas son tambien los étabes y el odio o la aversién hacia los primeros no tiene Por qué implicar ese mismo sentimiento hacia los segundos. Pero jera realmente Francia un pafs anti-judfo?. v vI Pr6logy Si repasamos las posiciones privilegiadas, personajes sefieros 5 prebendas de dicha comunidad frente a otras, nos encontramg, con que Francia fue el primer pafs de Europa en integrar a dich comunidad como una parte més de la nacién desde 1791, en pleng revolucién francesa. En 1808, Napole6n Bonaparte crea el Consistoine josos como peticione, etc, especificas de dicha comunidad a través de ung ie de «delegaciones regionales». Esto supuso una incorporacigy total de la comunidad hebrea, de manera que pudieran ser asimilados ‘en igualdad de condiciones a la comunidad catélica y la protestante hasta el punto que, en 1831, los rabinos pasarfan a convertirse en funcionarios pagados por el estado francés. [Afios més tarde, en 1870, se promulgé el Decreto Crémicur (en honor a su autor, Adolphe Crémicux, ministro de justicia de origen jndio) por el cual se concedta la ciudadanta francesa a la poblacién judia en la Argelia francesa mientras que a los nativos bereberes y a Jos musulmanes se les mantuvo la condicién de indgenas establecida en el Code de Undigénat. del siglo XIX nos toparemos con una multitud de miembros de esta comunidad destacando en todos los émbitos: el econdmico, el cultural, el politico.. De entre todos ellos merece una mencién especial James Mayer de Rothschild quien, si bien no era de origen francés, fue enviado a Paris por su padre con una de las ramas de la familia Rothschild. Una vez el banco De Rothschild Fréres en 1817 y se convertiria nada menos que en consejero y prestamista de los gobiernos de Luis Felipe III y Napoleén III, ademas de impulsor del ferrocarr No menos importantes fueron: Joseph Rein: gonistas de la politica de la época tanto a nivel politico (diputado por los Bajos Alpes y secretario de Gambetta) como literario (autor de Histoire de Vaffaire Dreyfus que seré citado por Sorel en pigi- has sucesivas) y periodistico (editor de La République francaise); ademés, ahondamos en los personajes relevantes de la Francia | vn su hermano el helenista, polttico y fundador de la Union Libérale Israélite Théodore Reinach; el afamado socislogo Emile Durkheim; el nacionalizado Aaron Alexandre que emigrarta p: Francia por la tolerancia hacia los hebreos; el premio Nobel Henti Ja famostsima actriz Sarah Bernhardt; el banquero Albert dramaturgo y novelista Ludovic Halévy entre otros muchos ‘que junto al propio Alfred Dreyfus son un ejemplo de lo integrada ‘que estaba la comunidad judfa en la Francia decimonénica. iQuiere esto decir que no habia actitudes o grupos contrarios 1 los judios? Pues los mismos que contra la Iglesia, la monarquia, la repiblica, el ejército, el movimiento obrero, la masoneria... tal y como podré comprobar el lector a lo largo de esta interesante y esclarecedora obra, pues el valor e intencién inherentes a esta no es la culpabilidad o inocencia de Alfred Dreyfus per se, sino toda la serie de acont Y es que la intencién de Sorel fue la de plasmar hasta qué punto los procesos histéricos en épocas convulsas son mucho menos roménticos, simples y espontéineos de lo que la mayorfa suele creer, Reflejando c6mo pueden llegar a ser repulsivamente despiadadas las luchas por el poder, la prostitucién de las instituciones y, sobre todo, el modo en que los vencedores construyen un relato completamente distorsionado a expensas no sélo de la verdad, sino de todo aquello que dicen honrar y defender. Sin embargo, tanto por deferencia hacia el lector como para un mejor encuadre sobre el desarrollo de los acontecimientos descritos por Sorel, ¢s indispensable esbozar unas minimas pinceladas acerca del contexto, La Francia de 1804 (aiio en que comienza el proceso contra Dreyfus) fue la de la Tercera Repiiblica, nacida de las cenizas de tun Segundo Imperio sobrepasado por la derrota en la guerra franco- prusiana y 1a implantaci6n de los sistemas bismarckianos'. Una "Bueron una serie de pactos y alianzas que lograron el aislaiento y debi miento de Francia durante més de dos décades, primacte y asentamiento de vin Prologg Repitlica que durante las dos décadas siguientes a la derrota dg Sedan (1871) tuvo que hacer frente a toda clase de enemigos y dificultades tanto del exterior como de sus propios naturales ya que, si en el plano internacional la nueva potencia continental unificada Alemania) hacfa lo posible para que, tanto I inmediatos de Fr vecinios como el resto de potencias relevantes no favoreciesen a esta, el clima socio-politico de la naciente Repiiblica fue muy precario. Pensemos que entre los opositores al nuevo régimen no se en. contraban tnicamente los parlamentarios monérquicos (mayoria reprosentativa en las cémaras recién constituidas hasta 1877), el cle. +100 una parte del ejército sino también los sectores més radicales de] das como de derechas. Unos buscaban rias, mientras que otros ansiaban recuperar la hegemonfa y prestigio perdidos asi como la defensa de una visién més conservadora y, los ‘és, un posibilismo burgués con una mejora de las con: rales de vida, Todo ello con la omnipresente presencia del fantasma de la derrota frente a los alemanes. ‘Ast en el plano politico se producirian desde dimisiones de Presi- dentes de la Repsiblica (nada menos que cuatro) hasta el asesinato del presidente Sadi Carnot, precisamente en 1894, y a manos de un ‘anarquista, pasando por escéindalos como el de «las condecoraciones» el del «canal de Panama», que implicé a una mirfada de p ‘como el mismfsimo Clemenceau (quien debié abandonar la politica durante unos aiios para reaparecer oportunamente en defensa de Dreyfus hasta el punto de atribuirsee el titulo de la famosa soflama de Zola, el Yo acuso), Léon Bourgeois, Alfred Naquet (uno de los lideres de la extrema izquierda que, ademés, formaria parte del mo- Vimniento boulangista); magnates industriales (Lesseps) 0 banqueros como Jacques de Reinach (judio de origen alemén, nacionalizado francés tras servir en la defensa de Paris de 1871) principal encargado del soborno de los politicos que auspiciaron el proyecto francés del canal de Panamé que terminaré suicidéndose ante la dimensién de Jos acontecimientos. como el de! Boulangismo, que dejarén patente el carécter 1eva.repiiblica tespecto a todo lo que le supusiese una amenaza, aunque esta fuese net legal y legtima. supervivencia de este nuevo régimen primaria (tal y como Sorel) sobre todo lo demés, aunque ello supusiera una ‘contradiccién con las propias bases ideologicas del republicanismo francés. En lo econémico, estas dos décadas se caracterizaron mayoritaria- ‘mente por un fuerte proteccionismo con une fuerte crisis econémica en 1873 seguida de una crisis estructural entre 1882 y 1892. En parte se derivé de la entrega de la region de Alsacia a Alemania (importante cuenca minera). Sin embargo, la crisis estructural se debi6, en buena medida, al éxito de los sistemas bismarckianos que lograron la. pérdida de no pocos mercados externos, la continua deriva proteccionista, una crisis agraria que mermé al sector viticola y textil y la «guerra aduanera» con Italia hasta finales de siglo debido al incipiente expansionismo francés en el Norte de Africa. No obstante, ambas potencias firmarfan una serie de acuerdos secretos en pos de repartirse amplias areas comerciales del Mediterréneo. En lo referente a la geopolttica se siguieron las tesis ier- implantacién del Protectorado de Tinez asf como la expansién en el idtico (esto tiltimo serfa la causa de su calda). El enfoque de este colonialismo impulsado por Jules Ferry, primero, y Leon Gambetta, més tarde, estuvo fundamentado en una autopercepcién de superioridad étnico-moral que, como si del «destino manifiesto> se tratase, otorgaba a Francia un papel civilizador para con los pueblos que poseian una «civilizaci6n inferior» o «més atrasada», Por lo cual, las ansias imperialistas francesas, quedaban asf justficadas en base una supuesta misién civilizadore que, aunque enfocada por laicos smo, era portadora de un mesianismo nada alejado de una vision evangelizadora. Curiosamente, las autoridades francesas usaron el pretexto de x Prélogo proteger a los misioneros franceses en el Sureste de Asia como exci para su presencia en la zona al tiempo que evitaban que la Santa Sede interviniera, la Tercera Repiiblica impuls6 un fuerte pro, wediante la aprobacién de sucesivas leyes pany cexclusivo dela educacion (pudiendo formay grama de hacerse con el control vida social y politica de Francie. Asimismo y, en parte para cumplir ‘con las promesas de sus socios, algunos gobiernos sacaron adelante Jeyes que beneficaron a las clases més humildes y trabajadoras. Pese 1 Jo cual, los sectores més radicales de la izquierda, insistian en acabar con el pactismo y el posibilismo de las reformas graduales, reclamando un cambio pleno inmediato. ‘También se vio incrementada la polarizacién de los sectores catélicos y conservadores frente al papel de la masoneria en las politicas anticlericale, la reserva de los puestos militares de mayor rango para laicas y masones asf como el anti-judafsmo tras constatar el poder e influencia de personajes sefieros de dicho origen no sélo en los acontecimientos que giraron en torno al Caso Dreyfus, sino ‘también en Jos escdndalos econdmicos como el ya mencionado de Panamé Es en este sucinto contexto en el que debe situarse el lector si quiere comprender bastantes de los pormenores a los que Sorel hace referencia y que brindan al lector més que la deseripeién de un proceso vivido de primera mano por un testigo de excepcién y que, en un principio y contrariamente a lo que uno pueda extraer tras adentrarse en la obra, se posicion6 del lado de Dreyfus. De hecho, lo que sigue es una excelente sintesis de un fenémeno extrapolable a cualquier época en la que una sociedad se encuentre cn pleno proceso de cambio y sustitucion de unas élites por otras. Y cs precisamente gracias a ello que el texto puede ser enfocado desde diversos puntos de vista: el netamente hist6rico, el filos6fico, 1 sociolégico, el politico. .. bien sea a nivel profano como académico pues, en aras de complementar esta obra de Sorel, inédita hasta xt el momento en castellano, se han traducido y afiadido una serie de cartas del propio autor en las que no s6lo queda patente lo gque le supuso el publicar esta obra en términos de ostracismo por parte de ciertos personajes y sectores, sino también la evolucién intelectual del mismo Sorel asf como de algunos movimientos poltticos yy petsonalidades de la época. De modo que el lector poseer un mejor enfoque de La Revolucién Dreyfusiana, la época en la que fue concebida y seré consciente del precio que muchos han pagado al haberse atrevido a tratar o resefiar ciertos temas y personas pues, tal y como sefalé en su momento Voltaire: «Para saber quién igobierna sobre ti, simplemente encuentra a quien no estés autorizado a criticar I Prefacio la Academia francesa; el alegre director de la 1 habfa debutado en ra melodramética, h idamente ese género tan triste par précticas més mundanes. En 1889, | con estrépito el centenario de la Libertad. Ese alboroto no podia complacer més al autor de la‘: Renan fingié creerse que las pasiones revolucionarias habfan dominado una buena parte de la vida de su nuevo colega, teniendo asi un pretexto para formular observacio- nes sobre Ia Revolucién que seré siempre bueno consultar cuando queramos reflexionar acerca de los cambios politicos. i6n, decfa el orador, no debe ser juzgada por las rismas reglas que las situaciones ordinarias de la bumanidad, Consi- derada al margen de su carécter grandioso y fatal, la Revolucién no tomar parte en rensa republicana, celebraba 2Compaiia de teatro también conocida como la «Comédie». Le més antigua de Europa en su género (NaT), 0 Pradial en castellano, es el nombre del noveno mes del ealendario Instaurado por los revolucionaris franceses y que comienza el 20 0 21 de mayo >, Segtin el afio, Etimologieamente proviene de la pradera (NaT). y moral vor frances “Refort 4 Prefacig es abominable y horrible. Aparentemente es una org sin nom Los hombres, en este extrafio combate, cuentan en funcién de 4, Tos incapaces, los canallas son atraidos instintivo segin el cual el momento de resulta ado, By éxito de la Revolucién parece que se ha logrado por la colaboracign de todos los erfmenes ¥ las locuras. El desdichado que no sabe gj no matar, tiene tn brillante futuro. La muchacha de vida alegre, ly toca de Salpétriére® ahi tiene su trabajo. El momento precisaba de ‘enajenados y villanos; y le fueron servidos a placer»®. Se trat6 de una labor tan inconsciente como si un ciclén arrasage todo cuanto tiene a su alcance y ante al cual no hay escapatorig alguna, La raz6n y la justicia no suponen obstéculo para el colosa) totbellino. .. He ahi por qué los hombres de la Revolucién son objety de juicios tan contradictorios. Estos artifices de una obra de gigantes, fen sf mismos, son unos pigmeos... Vuestro Camille Desmoulins... Fue ‘realmente poca cosa: una paja elevada por el viento, un atontado, ‘un nifjo prodigio, como vosotros lo lamis, un descerebrado que Ja embriaguez del momento entrafia. La terrible gravedad de los acontecimientos convertia a hombres en genios por un aiio, tres meses, Més tarde, abandonados por e] mismo espfritu que durante un instante les habfa sostenido, estos héroes pasajeros cafan, al limite de sus fuerzas, enloquecidos, desquiciados, estupefactos, incapaces de retomar sus vidas. Napoleon, ciertamente, estuvo en lo correcto al convertirlos en expedicionarios y subalternos»” fasacres de Septiembre de 1782 cuando, en plens ‘cabo en este hospital parisino la matazza de al ernadas, Cabe destacar que, ademés de servir como inadas a enfermos mentales en las que se relua incluso a prostitutes, de abt la referencia tla amuchacha de vida alegre» (NAT), Renan 1892, pags, 242-243 ~ E126 de noviembre de 1908, Francis de Pressenst diputados,sorprendidos con esta revelacion, que el xglotioso 1d de Luli fue, de hecho, un motin de soldados depravados y desertoreso. Aunque habia, fe mundo muchos rufianes, es preciso entender por soldados depravados a Jos hombres que habfan abandonado su puesto. bd. pgs. 245-246, 5 _qLos peores enemigos de los grandes hombres de la Revolucién son por tanto aquellos que, creyendo honrarlos, les degradan a la ea- tegoria de los grandes hombres ordinarics. Fueron unos inconscientes sublimes, excusados por su juventud, su inexperiencia, su locura. No me gusta que se les haya otorgado titulos de nobleza. .. Pero, sobre todo, no me gusta que les hayan erigido estatuas. |Menudo error! jque falta de gusto! jesos hombres no fueron grandes! Simplemente fos protagonistas de un gran momento. No es preciso convertirlos en objeto de admiraci6n; quienes les imiten serén villanos»® las apoteosis; es excesivo. Una ab- solucién solemne con panegfrico®, nada més; un embalsamamiento fn el cual se envuelve al muerto en vendas, para que no resucite ya més, nos gustaria tambié ‘ontinuar siendo un acceso de locura sagrada, como solfan decir los ancianos»”. «Cuando consideramos el conjunto, —tenemos especialmente en cuenta ese gran factor de los acontecimientos humanos, la victoria, causante de multitud de iniciativas descabelladas!', deben ser juzga- das por el éxito— el fenémeno general de la Revolucién aparece como uuno de esos grandes movimientos de la historia que una voluntad superior domina y dirige... La Revolucion tuvo un genio que presidi6 diariamente sus acciones y que, en vista de su éxito, no se equivocd en absoluto»”?, Deshaciéndonos de esas formulas magnificas de las imégenes que tanto le encantaba usar a Renan cada vez que tenia que expresar sus puntos de vista sobre la marcha de los grandes acontecimien- tos, obtendremos algunas conclusiones prosaicas que se aplicarén ibid, plas. 247-248, La intenci6n irénice es evidente, el panegirico implica una fuerte dosis de false retérica 10Renan 1892, pags. 248-249. 114Fve una inluencia demencial, al estilo de los votos exballerescos de la Edad Media, El deseffo es superado por la furia, por armor, por la rebiose conviccion ibd. pg. 244) — eLograron un gran reto contra 248) ; Prefacig perfectamente al caso Dreyfus. ; ; E] historiador, llamado a estudiar los cataclismos politicos, y debe tratar de explicarlos por el genio de los hombres a los que j, opinién vulgar atribuye la gloria de haber cambiado el curso de Igy ‘acontecimientos; — existe, en efecto, una desproporcién evident, enorme, y, uno estarfa tentado en decir, escandalosa, entre el vq intelectual y moral de los revolucionarios y los resultados que ¢| tiempo ha terminado por registrar; — por lo tanto si los protagonistay son alguna vez dela sombra que tan bien se adapta a su mediocridad, debe ser para mostrar que su supuesto genio no es sino una ilusigy ‘generada por la gravedad de los problemas que les tocé ‘Los personajes del caso Dreyfus no han tenido, como sf ha ocy. rtido con casi todos los hombres més destacados de la Revolucién, — la buona fortuna de recibir la consagracién de la desgracia. Renan estaba muy en lo cierto cuando se alegraba por Camille Desmouling y por los condenados de prairial, que habrian sido ajusticiados por Ja guillotina siendo muy j6venes"*. No solamente los dreyfusardos!* han sido colmados de honores, y aun as{ no supieron, en general, disfrutar de su triunfo con modestia alguna; no tendrén ninguna clase de leyenda; por tanto son mucho més féciles de conocer que los grandes ancestros"®. Joseph Reinach ha escrito una obra inmensa, en pos de alzar un monumento literario en memoria de las luchas civiles sostenidas con el fin de salvar a Dreyfus; ino podemos acusar a tal autor de haber querido empequefiecer a sus personajes, debido al odio que este sentirfa por la causa que ellos estaban defendiendo pero, su Histoire de Vaffaire Dreyfus nos muestra unos protagonistas muy ‘medioctes. En los primeros voliimenes, Joseph Reinach se ha visto a menudo en la obligacién de prescindir de sus compaiieros de lucha que podfen haber sido dtiles para haber llevado a buen término la Renan 1892, pags. 241-242, a ino para refeinse & todo aquel que defendi la cause de Alfred Dreyfus iT). Un conocimiento exacto de los héroes dreyfusardos permite disipar muchas ls eyes araigadas que todavia cbstcalzan el conocimiento dels heroes 93 7 segunda revisién del pero en el sexto volumen, realizado tras a sentencia del 1: de 1906, que rehabilita a Dreyfus, ha podido expresarse més libremen tor debe remitirse a esta titima parte de la obra a fin de corregir lo que con anterioridad ha sido tratado a menudo de manera muy imperfecta Picquart queda muy mal parado en los iltimos estudios de Joseph Reinach: «Este soldado, que tanto se ha alzado por la verdad, ha perdido poco a poco su nocién clara y saludable.,j derivado de su modestia no resistié las cama yenerado ni a la soledad en la que revivia aventura... Esté dominado, como lo estuvo por una mujer, (por Clemenceau), por este malabarista del pensamiento»'®, — eA’ veces pareofa querer echar a perder (en el transcurso de su declaracién ante el Tribunal de Casacién) como para complacerlo, la buena imagen que Jos acontecimientos habfan formado de él»'”, — «E] destino habfe elevado a Picquart muy por encima de su talla»'®, Jaurés no debe elogiarse por haber sido degradado al rango de representante de guardia de la Justicia: Tiene, nos dicen, «inquie- tudes de demagogo, el miedo a no ser siempre el més adelantado>; habfa sido «indulgente con Gohier de igual modo que Gohier lo habia sido con él; perdon6 a otro maestro del antipatriotismo, Hervé, quien predicaba la huelga general en tiempos de guerra asf como por la bandera»; «En el fondo, pensaba como (los ios que querfan degradar el ejército), estaba con ellos del mismo modo que un prisionero con los carceleros. La Derecha, €l Centro y numerosos radicales condicionaron que él prefiriese su extrema—izquierda, la cual tenfa el mérito de la franqueza y la logi- cay%; — «Para combatir a Guesde, a menudo rival personal, arduo y duro, pero razonable y honesto, lanza a Briand; este propone a los obreros la huelga general a modo de panacea; pero, segiin confiesa 4, esta incitacién a la revolucion no era més que una maniobra cuyo inach 1905, Vol. VI, pags. 155-156. : Prefaciy sembrar el desorden entre las flas de los adversarigg ‘manera que, podriamos decir de «Jaurés, que reprg, Senta el socialismo reformiste, alimenta al socialismo revoluciongy;, ‘mientras espera que Ca] le ante él» 7 ‘Cuando el general André organiz6 contra Dautriche y otros tra, oficiales de la antigua oficina de inteligencia, este juicio que Joseph Reinach, muy acertadamente tid de, una xparodia a la justiciay y tomé contra ellos una serie de medidas particularmente vejatorias «asélo uno de los principales promotores de la revision, Jaurés, apoys ‘Andeé, los demés callaron, culpéndolo internamente>”. Finalmente, ‘nel caso de los informantes, intervino de la manera més elocuentg y desafortunada «superando a Combes y al propio André», Esta insuficiencia de los protagonistas aparece de manera par. tioularmente Joseph Reinach, porque el propésito era consiguiente, de elevar el tono al teste modo, la miseria de las aventuras termina sobresaliendo por ol contraste que presentan frente al marco que les impone el narrador, Si no dispusiéramos del juicio emitido por Renan al respecto de la Revolucién, tendriamos muchos problemas a la hora de comprender ‘cémo nuestras instituciones pudieron ser completamente destrozadas por personajes tan mezquinos como los que vimos pulular sobre el ‘caso Dreyfus; pero sabemos por Renan que la mediocridad de los, hombres se concilia perfectamente con Ja gran importancia de los resultados. El caso Dreyfus no merece realmente ser relatado en de- talle si no a modo de folletin; pero si lo estudiamos como revolucion, se torna interesante par ‘0 de Joseph Reinach nos Guesde a le astucia campesina de Jaurés y al cinismo de Briand; este dltimo llamado por 61 un de Jaurés est reseiada en la pagina 220. gos de Herve ja través de épocas 9 cers tremendamente valioso para este trabajo; nos da a conocer jos puntos de vista de los vencedores; estos son los que el filésofo de Je historia debe conocer, pues los vencidos cuentan bien poco ante ‘sus 005: Mi folleto estaba completamente escrito cuando apareié el Pris de 'ffaire Dreyfus de Henri Dutrait-Crozon. Como mis apreciaciones no son siempre muy favorables a los dreyfusardos, dojé, en le medide de lo posible, la palabra a ‘oseph Reinach, Prefacig Il Composici6n general de las revoluciones politicas. Los golpes de estado. — Fase de resultados. Teorias que sirven para justificarlos Curnoo HABLO DE LA REVOLUCION DREYFUSIANA, no me re- fiero fnicamente a la rehabilitacion del Capitén Dreyfus, dos veces condenado por Consejos de Guerra, y que no ha podido conseguirse si no tras una fuerte sacudida de nuestras tradiciones, entrando en una nueva era, que se distingue de la anterior, por caracteris- del orden establecido desde hacia mu Repiiblica, hasta entonces, hab{a m Jas reformas, cosa que logré asustar a sus aliados temporales tras haber intimidado a los conservadores. Por lo que fue necesario tratar u sott umucho tés apasionantes 1 arte de extraer que les pern viene un perfodo de calma, de coaceién, de dictadura, en apariencia precedido, que a menudo tno jonal no se habré agotado por jos sue hacer para abolir el antiguo ma no interesan a. los narradores de grandes acontecimientos; también a los cronistas les ccuesta creer que estos tiempos puedan pertenecer al mismo grupo que los disturbios: es a estos a quienes vulgarmente se reserva el nombre de revolucién, pues s6lo ellos parecen llevar la marca del dor. logias que debemos tratar de establecer entre las diversas ‘de un modo més idealista que yo: por ejemplo, esfuerzos hacia Ia paz social» que hicieron los pibblicas (p. 429); todo es mucho més mezquino, 8 snes se refieren Gnicamente a su plan general Soames So cee eee rientas si En 1848, tod saigido de manera bastante pace si, en el ae protetariado patisino no se hubera creido lo sufcientemente fren pro paca in levar a le préctica el derecho al trabajo, algo Gee, sogin decta Tos publicists dela poco, extaba dence onvartise er la base del nuevo orden. Los obreros sheumbjeneg ot Ja lucho, y 10s republicanos pensaron que era legitimo tratarlos coms qos grandes ancestros habfan tratado a la nobleza ies eroists conceden una importanciaexageadameate grande acciones violentas por las que a menudo se pone fn a pores Gil les exime de buscar las ver- daderas causas del cambio, Los vencidos denuncian, con rabia I maldad de personas codiciosas, ambiciosas y sn escripulos que han violado las leyes para satisfacer su pasion por la dominacién, Len vvencedores sostienen que han salvado el pats de terribles desastres djudicdndose alegremente cl titulo de padres de la Patria ect gamos a no comprender més el verdadero significado de los imientos. ‘Lo realmente esencial es la transformacién que se produce en el transcurso de las ideas. ;Cuéles son los hechos drazéticos del 2 de diciembre, vehementemente relatados por Vietor Hugo, jnto a este hecho sefialedo por Marx: que la burguesfa industrial y comercial estabe isitada coa los parlamentarios, quienes se suponia que representaban y que ejercian una encarnizada oposicién al presiden- tel? Este queria un gobierno fuerte que pusiera fin als intrigns estériles de todos los grupos, que la protegiese de los peligros con ue les amenazaban las sociedades secretas, y que dese un gran impulso a la construccién de vias férreas, Siempre llega un momento en que el pais deja de apasionarse K *hfarx 1900, pigs. 318-820. Marx observa que, en las ci Visitedas por et u“ Composici6n general de las revoluciones polig, por las increfbles esperanzas que habfan llenedo los corazones yg Jos primeros promotores de la revoluci6n; estas esperanzas termingy incluso siendo denunciadas, por los sabios, como peligrosas ilusiongs capaces de desviar las mentes; de las esperanzas que tenfan que yey con la regeneracion de la humanidad, pasamos a los medios prictiogs ‘adecuados para lograr resultados ventajosos muy limitados. E) gig en que un nimero considerable de los principales actores del dram ‘ucionario considere que sus intereses, sus pasiones, Sus Prejuicin ton recibido una satisfaceién razonable, todo hombre de Estado que se sienta inclinado a ejercer un poder fuerte, podré tentar a la suerte con mayores posibilidades de éxito. ‘Silos agitadores son lo suficientemente buenos nifios como parg dejarse llevar, el profesor no tendré que recurrir a métodos desing, ‘surados, E] 18 de brumario todo sucedi6 de manera casi legal; el de diciembre, se emple6 la fuerza de manera més brutal porque g| gobierno crefe que las sociedades secretas eran ms fuertes de lo que en realidad eran; prescribié medidas répidas, enérgicas y decisivas, jonarios quisieron actuar con demasiado celo y @ menudo Jos funci se excedieron con la represion; pero, en general, Melchior de Vogua no estaba muy alejado de la verdad cuando calificé este golpe de Estado como «una operacin policial algo dura»”. Generalmente, Jos vencedores busean borrar, lo inés r4pido posible, el recuerdo de :nicas medidas que tuvieron que tomar durante la crisis; esto desorden en las protestas, en los votos, en los proyectos presentados, que hubiera sido imposible saber en qué hubiesen desembocado los tiempos convulsos; los resultados obtenidos en tiempos de calma se supone que representan todo aqi i revolucionario contenfa en su esencia; que no haya teni- do éxito seré considerado como un error, una ilusién o una fantasia Bn su discurso del 25 de marzo de 1898, cuando recibié a Gabriel Hanoteux en la Académie francaise 15 dual, Segin el punto de vista que se adopte, se puede dei: 0 vamino™: ef primer, el segundo se encuentra entre ‘A menudo los autores discuten la cuestion de saber a quien corresponde el mérito de haber otorgado un nuevo régimen al pa rmentan que debemos dar las gracias a las personas gue oe mundo y que lo hubieran hecho mucho mejor eee sticesores fies hubiesemos dejado hacer. Esta disputa sera vana silos dee periodes de una revolueién no formaran un todo que el filosofo ne pudiera disociar. ‘Cuando la calma es total y el futuro esté ya asegurado, se educa ala nueva generacién en la creencia de que el nuevo régimen est pasado en teorfas de derecho piblico incuestionables. Desde tiem de Napolebn I, se trat6 de demostrar que las transformaciones lope. das eran consectencia de los prineipios la mente humana habia logrado descubrir y cuya excelencia se hizo patente en la prosperidad de los paises lo suficientemente afortuna, dos de haber practicado el derecho napolesnico. Después de 1852, hubo un enorme desarrollo de la riqueza en Fran ‘ parecia aproximarse, gr expansién de los negocios, hacia el tipo que la economfa politica de libre competencia consideraba como el mejor; durante mucho tiempo, la manera que se destacasen las conclusiones optimistas de In economfa liberal. Los dreyfusardos han tenido que elaborar gran cantidad de le- gislacién social, con el objetivo de atraer hacia su gobierno a esas clases pobres que tanto terror les inspiraban. Se ba creado une nueva ia natural, que Frédéric Masson quiere que el Consulado sea el advenimiento de Ia Revoli- ib. Ask es como, en nuestros dias, a veces hemos reclamado para los miembros 4e la Convencion une gloria que generalmente se atibuye a Napoeéa. 16 CComposicion general de las revoluciones poly, suadir a los ricos de que tienen que cumplir cop filosofia pare i: gran dcber socil, el de soportar pesadas carges para permitir que i beneficios sobre los poby Estado, surgido del Caso, extienda sus 7 esto wk rma filosofia de le solidaridad; aunque seria mas cont e nombratla filosofia de la cobardia hipécrita. Ill Motivos declarados y motivos reales — Francis de Pressensé — Gente de mundo, sabios y hombres de letras — Las razones de Zola Pana vos avanres oe Las cuniosioanes revolucionarias, el ‘caso Dreyfus constituye una experiencia histérica de valor incaleule- ble. Se reconocen, entre otras cosas, que no podemos aceptar como vélidas las razones que dan los protagonistas del drama para explicar su conducta, El manifiesto ditigido el 24 de julio de 1898 «a los trabajadores de Francia» por los guesdistas® nos proporcionardé un excelente ejemplo, Elia en que Boisdeffre declar6 al Tribunal de lo Penal, encargado de juzgar a Zola, que los generales estaban dispuestos a presentar su dimision si el jurado no confiaba en ellos, (18 de febrero de 1898), jo en los pasillos de la Cémara: «la Replica jamés se he “FL.os seguidores de las doctrines del socialsta Jules Guesde,o lo que es lo. nismo: negativa a seguir tesis socalistas reformistas 0 de connivencia con el. Pensamiento burgués, fuerte colectivismo ¢ interacionalismo (NT), W Motivos declarados y motivos realy 18 significaré que n0 sovialistas se dividieron acerca del rumbo a sey eros parlam para la causa de la refor tribuna en nombre del partido; pero Jaurés iniciativa, por micdo a disgustar a Millerand. Chauvin y Guesde pensaban lanzar un manifesto dreyfusardo en febrero cinco meses vids tarde jaconsejaban la abstencién a los trabajadores! Nadie se dé engaiiar por las vanas razones que dieron para justifcar su nora id: Joseph Reinach supone que Guesde estaba «asustado por hostiidad de la opinién» *: se ha dicho que queria obstaculizar formacién de la unidad socialista preconizada por Jaurés en ly de junio anterior; algunas personas Chauvin habfa experimentado una gran frustracién act reunién de Tiv creen todavit ‘al no haber sido capaz de obtener de los dreyfusardos los fonds, necesarios para la creaci6n de un diario; incluso es muy posible que ese manifiesto tuviese como objetivo principal debilitar el éxito de las Pruebas que Jaurés aportarfa a la Pequeia Republica’; este gran pig. 34 Ins evoluciin de las opiniones de Jaurts: uno no sabe al leer su libro, ni cudndo, i por qué motivos, Jeurés fue convencido de la inocencia de Dreyfus. De hecho, do friamente Bernard Lazare a finales de 1896 (ibtd., Vol. II, pag. autor quiere d clegidos. (ibid, Vol. II, pg. 33). SCF, El articulo de Gabriel Deville en la Petite République del 1 de tados socialistas apoyaron a Millerand: Vivi 0 Petite Répul 1 popular que jugé un importante papel n caso Dreyfus. De hecho, estaba dirigido por Alexandre Millerand, Jules Guesde, Alfred Léon Gérault-Richard y Jean Jaurés. Todos ellos socialistas (NdT). 19 legato comenz6 a aparecer el 10 de agosto, pero sees perce Ot cn ke nis bien mediocre las que motivaron este manifest, que prod Im enorme escindalo en po. [ Durante lo aos en que se prepara lacalda de un i y durante los agitados perfodos de las revoluciones, omeore ia Jaeecen ser arrastrados por algunos demonios maliccsos que i obligan a actuar de manera opuesta a lo que sus antiguos habites de vida deberfan sugerizles, los prejuicios de su educacién o sus {ntereses més evidentes. Sin embargo, los historiadores a menudo se han dejado embaucar por las razones elevadas que los aristéeratas convertidos en revolucionatis, han ofrecido para justifica sus locas ventures El caso Dreyfus es muy adecuado para demostrarnos que estas ‘lovadas razones no son si no farsas. En la historia de las revolucio. nes, hay pocos ejemplos de una conducta tan paradéjica como le de Francis de Pressensé"; en circunstancias normales, habria sido considerada como la peor forma de locura; Joseph Reinach, que ha sido testigo de tantos hechos extraordinarios, no deja de poco sorprendido. Este periodista ha sido, durante mucho tiemy tno de los oréculos de los burgueses moderados; los ministroe det Santo Evangelio no podian entender la ceguera de los ministerios WA finales del aio 1900, e de tras las duras negociaciones Adreyfusardos. La Libre Parole saber por ua guesdista aque el primer artfculo se retrasb quince dias; este peridico ha tendo, durante mucho tiempo, excelentes informantes entre los guesdistas. fue un periodista y politico francés que sirvio como cn los aiios previos al caso Dreyfus. En el punto flyido de este, se ificado con el mism{simo Dreyfus y, por ende, eseribié en favor del ruta del diseurso promunciad por este ie de 1908 sobre las relaciones franco- semanas. - Joseph Reinach admite que Francis de Pressenst «a veces ten(a la ‘informacion inexacta y la pluma desagradabler (Reinach 1905, Vol. V, pag. 138); 20 Motives declrados ¥ motives rey télicos tenfan no menos admiracién por él, desde ables ‘in panegirco tan entusiasta del cardenal Manni ra mento evlmos que se someterfa a Roma" «Habta exc 15 de febrero de 1897 que la Repiblica debfa confiar su desig, a los conjurados®, y le habia reprochado a su amigo Méling g sor demasiado «débil contra los partidos avanzados»*!. Debertamg, haber esperado encontrar a Francis de Pressensé entre los opositon a le revision; nadie podria haber escrito con una pluma més Prideny, sobre el principio de la «cosa juagada> y sobre la «majestad de jg sentenciasy2. No se sabe qué camulo de casualidades le levaron . Suponer que la sentencia de 1894 debia ser revisada, ‘En cuanto Francis de Pressensé hizo esta suposicién, no pudy admitir que no todo el mundo aceptara su forma de verlo. Lay contradicciones que encontr6 le parecieron constituir una revueltg fnerflega que marcé la hora de los cataclismos predichos por ¢ ‘Apocalipsis; la burguesfa, que se neg6 a obedecer @ un maestro hast, ‘monces tan venerado, no podfa continuar siendo la clase dirigente Francis de Pressensé se encomendé a la mision de descubrir ung nueva élite que recibiera de sus augustas manos la consagracigy imperial. «El dolor que sinti6, dice Joseph Reinach, al ver que Jas autoridades... Se aferraban a un juicio inieuo, lo proyecté al socialismo revolucionario. Adopté sus ideas bondadosas y quiméticas y los odios.. Tendié la mano no s6lo a los trabajadores, sino también ' los agitadores profesionales y a otros que eran menos purosy* We t a ‘Bes no son cualidades muy diplomstieas Bsa observacion sale a colacion de wp {Etfeulo ene cual e corone de Saxce haba sido tratado de verdugo, cuando np se escondia para apoyar Ia hipétsis de la inocencia de Dreyfus Creo que a dia de hoy es ateo, como muchos protestantes notables que pretenden estar ala cabeza de los movimientos modernos. Temen mucho la extica que les ce Joseph Reinach de ser elogicos en su libre examen (Reinech pg, 272. formula es de Brisson, que no vio ninguna raz6n, antes del suicidio del coronel Henry, para impugnar la sentencia de 1894, “*Reinach 1905, pag, 272 - Por lo tanto, no habria solo despistados, sino puede que también sinvergienzas en el caso Dreyfus. ~ Se nota In ironfa de la au inconmensurable vanidad de un mediocre esbozador de esadas, llegase, gracias a las camarillas protestant er6nie Hoa situncion que estab lejos dl aleance rea alcgnexplica pertectamente la conducta de Francis de Pressensé, En wot Sp revluciones os encontramos con esta clase deaisturtas ted _sapido orgullojuega un importante papel ests personas cay spay poderosemente arrunar les grupos que deben defender STorden establocido. ; a gente mundane que se involucra en la politica conservadora cg generalmente muy eigrosa para la causa que apoyan; acostum- 2 Eppa satisfacer 80 Caprichos con facldad, ven en los conlictes bite solo oportunidades para distinguirse, creando nichos para strsons que les parecensusceptibles de sec manipulades. Los dpa. Dos de derecha munca supieron del todo en qué conssta el asunto Dreyfus; se agitaron mucho, pero sin preocuparse amas de las con- evencias que podian tener Sus Votos; su descuido les condujo a tna ‘She de falsas maniobras que, précticamente todas, favorecieron los jntereses de sus enemigos"; cuando la sentencia de rehabiltacién fue dictada, no encontraron nada que decir para demostrar que se trataba de un desafio al sentido comin; tampoco supieron esgrimir fugumentos serios contra el proyecto que concedta a Picquart unos favores tan escandalosamente excepcionales, que no se habia visto ne- da comparable desde la época en que la Restauracién recompensaba Jos servicios de los emigrantes®, ‘xpresiin eproyectarse hacia el socalismoe; nuestro autor indica dioreta, pero flaramente, que no hubo razowamiento, ~ El burgués dreyfusardo est di ‘scondescender hasta tender la mano a los obreros, pero mantiene el sent de clase. “Bn ol Socialiste del 27 de octubre de 1901, Charles Bonnier, quien es el principal tebrico guesdista, dijo encontrar en Francis de Pressensé: la insot dableignorancia que un buen protestante puede combinar con una magnifica sequridads; y se mofaba de su «estilo gris-protstante. “85s ast como obligaron a Méline a llevar a juicio a Zola, ~ Lo ms probable «= que las intrigas de gente mundana hayan sido las causantes de obligar @ Callifet a presentar su dimisin; el resultado fue entregar el ejéeito a le locura el general André. “Denys Cochin pronuncio uno de esos diseursos ingeniosos y vacis que se quela nto Motvosdelaradesy motives rag Nuestros contemporineos, que tlenen un respeto tan grande ta ciencin®, se sorprendieron sobremanera al comprobar que j? hombres de ciencia no eran capaces de ponerse de acuerdo sobr. 4 caso Dreyfus. Joseph Reinach no puede llegar a comprender ef.) Brunetiére, este poderoso a 0, tan robusto, Que penetng 6n de los temas més dif ae Téqica, st gran poder de deducci6n»®. Pero he aqu age nds curioso: Taine y Pasteur crefan ser, ante todo, hombres ¢, rigurosa metodologa; cada tna de sus families intelectuales debees haber estado unida para emitir un mismo juicio cienttficamen, razonade sobre el Caso; pero se dividieron®®. Los sabios son pésings guias!, Toda doctrina es, a sus ojos, una tesis para discusion, Gccolares; mientras que une opini6n tenga autoridades respetables dp su lado, encontraré ardientes partidarios; casi siempre los sofisma, iis atrevidos son utilizados sin pudor por los sabios en sus combates académicos: La experiencia del caso Dreyfus muestra como actiian los hombres de letras, cuyo papel es siempre tan importante en las revoluciones “Anatole France admiré mucho, una vez, el orden del dia mediante e cual el coronel del 12" regimiento de cazadores habia dictado quemar ‘sobre el estiércol todo ejemplar del Cavalier Miserey®", encontrado eq cl cuartel; en lugar de seguir defendiendo el respeto por la jerarquia se convirtié en un dreyfusardo desenfrenado™; su vanidad buscaba e adaptan perfociamente a la gente mundana. Me refiero al eérmino ciencia en el sentido ms amplio que se suele emplear hoy en di. “Reinach 1905, Vol II, pg. 535. : ag. 246, 4g, 248 - El falso Henry engaié , ela Pout in leo! Se. Zola aldo, todavia peeia aS neces as. En todo mormentocaeen lo absurdo y lo mone cuss hombre alguno he realizado un esfuerzo tan grande ~ oe a humanied... Su obra es malvada, ye to de oe sniserables de los que podemos decir que més vale que no hubiesen nacido “Anatole unca»®, El dreyfusismo cambié todas las apreciaci J France acerca de Zola: descubré grandes princpios sauce Ampquellos libros que le habian parecido tan detestabes; ante ia cieaba del novelista confesé que habia sido injusto con un hombre wie he «hontado @ le patria y al mundo mediante una enorme obra ayn gran actor. De este modo, la carta: «Yo acuso» cambiarie Jp valores de todos los escritos de Zola, y ennobl hasta las «Gedrgicas del sinvergtienza». Es realmente dificil llegar a but del piiblico con mayor descaro que el de Anatole France convirtiéndose en Dreyfusardo. Elejemplo de Zola es muy instructivo. A finales de 1897, habiendo completado la serie de las Tres ciudades, se encontraba ocios:estuvo snuy interesado por lo que aprendié de las investigaciones de Piequart yy de Scheurer-Kestner; por lo general tenia el instinto justo para reconocer el tono dramético acerea de un tema, « pesar de que era, casi siempre, incapaz en la ejecucion; primero se plantes las ‘cosas como novelista, sin tener muy claro si escribiria acerea de cllas 0 tomarfa parte en la accién; «la piedad, la fe, la pasion por a verdad y la justicia vinieron luego», aquello que 61 mismo habla escrito®®. No entendfa cémo el Caso podia ir mas allé de la critica del ‘ho; pero las relaciones sociales que todo el mundo conoce le impidieron ser antidreyfusardo, cAnatole France engrandeci6 su tono, hasta entonces indnico: Haced que sto se escuche el lenguaje de la raz6n, pero con un sonido attonador, dijo el 1 ‘iembre de 1898. (ibid., Vol. IV, pag. 393) hg. 70. u Motivos decaradon y motivo ey se le llegé a «ocurrir decir que no habia acudig, ndenado, sino del pintor Mae amente Pinto Mang” arte; de hecho, ayuda de Dreyfus, inj injustamente ignorado> . : Ta famosa carta: «Yo acuso>’” no tenfa, @ SUS ojos, Mayor inp tancia que muchos tanifiestos escandalosos que habla dirgido nao” sas contemporéneos sobre literatura. «Cada vez que lanzaba yye bombe, se sorprendia de que los heridos se atreviesen a quejarse y 0 Je dejaran sentarse tranguilamente en Su mesa para preparar otray No concebia un tema por el que le pudiesen atormentar median, juicios que trastornasen su metédica vida’ Tos hombres de letras no suelen creer en el valor inherente las ideas; s6lo aprecian el éxito que pueden obtener explotando yy preiuiio, Por eso son capaces de adoptar acitudes tan impreviay Y de alterar asi profundamente el orden pablico. Reinach 1905, Vol. IT, pS. 626. "Titulo del texto publicado por Zola en el diario L'Aurore el 13 de enero de 1898 con formato de carta cuyo supuesto destinatario serfa Felix Faure, presidente de la repiiblice francesa. En dicho articulo Zola no sélo se postala, como un ardiente defensor de Dreyfus sino que también Mega al punto de cexponer toda clase de pormenores del caso e incluso se atreve a acusar a: jute, politicos, militares, de haber permitido, e incluso promovido, la situacion de Dreyfus (NAT) **Reinach 1905, Vol IT, pags. 625-626. IV EI ridiculo en las revoluciones _ Exceso de ridiculo en el caso Dreyfus — Zola como representante de la farsa dreyfusarda Las nevouucionss se PARECEN MUCHO os dramas rom os: lo ridiculo y lo sublime estén entrelazados de una manera tan jnextricable que a menudo nos resulta embarazoso con qué criterio juzgar a los hombres que parecen ser bufones y héroes a la vez Cuando la emoci6n, propia de tiempos convulsos, comienza a remitir, al pafs siente vergiienza por haber soportado tantas cosas de cuyo absurdo no haba sospechado; horrorizado descubre que no serfa posible separar aquello que merece dnicamente burla de lo que debe provocando admiracién; la mayoria llega a creer que el ‘maravilloso revolucionario, que habfa excitado a la nacién, constituye un suefio de Don Quijote, al que solo le corresponde la piedad. La Jocura de los hombres de 1848 contribuyé mucho a la consolidacion del Segundo Imperio, porque se teria que una oposicién demasiado fuerte harfa volver los tiempos del sinsentido. 2 . BI ritelo en as rvotgg. lege, dice Marx al comienzo de su XVIN Brumario, se en alguna parte que todos los grandes acontecimientos, todas je grandes figuras hist6rices se producen, por ast decitlo, dos vere Se olvidé de agr imera vez, es una tragedia; la sepuny, tuna farsa. Gaussidiére est ahf para Danton, Louis Blanc pat Robespierre... La tradicién de todas las generaciones muertas es yy, pesadillaque pesa sobre las mentes de os vvos..En tiempos de cig Polucionaria (ellos), preocupados, evocan en su favor los espiiny, ‘del pasado, toman prestado su nombre, su grito de guerra, su traje para representar, bajo este dstraz de una respetable antitieded an eate lenguaje prestado, una nueva escena hist6rica». Los hombry de la Re n apelado al recuerdo de lo greco-romano em pos de tener los medios con los que elevar sus corazones al nie necesario para sostener luchas gigantescas; pero en 1848 solo hube tina significativa comedia; se habia dado la apariencia de reproduce algo de la Revoluci6n, para tener derecho a pasar el tiempo en log desfiles y evitar asf las dificultades que presentaban los problemas actuales®, Estas observaciones no son del todo correctas. La Revoluciéa esté amparada por la gloria que Francia ha adquitido en las Guerras de la Libertad, pero fue tan ridicula como su imitacion de 1848; cuando la nueva sociedad habe adquirido su constitucién definitive, los disfraces grecorromanos de los revolucionarios se consideraban completamente grotescos y los grandes hombres de la Libertad eran juzgados sin la menor indulgencia. Por otro lado, no debemos creer que las reminiscencias de 1789 y de 1793 hayan producido tinicamente la farsa en 1848, La gente de aquella época apenas conocia a los grandes antepasados, salvo 1 través de las novelas hist6ricas; querfan lograr todo aquello que les parecfa que sus modelos habrian querido hacer y Jo que habrian hecho, segtin la leyenda, si hubiesen podido ver con més claridad en medio de las intrigas que obstaculizaban su labor; educados por la experiencia del pasado, los imitadores sabrfan conducir sus vidas de tal manera que podrfan pasar directamente a la epopeya nacional, Marx 1900, pags. 191-194, a edad de ser organizados por los cronistas, Bs ate ellos un orgullo similar al que el cite dee et engendl pia generac en los grandes antepasados. De esto cigs bats eo absurd; los hombres de 1848 con iervas jo excelente Y ieron, en general tleton muchos clevero tuvieron, en general, una conducta muy digna: he rote Poven ells, sobre todo, lo que tenfan de noble al eomieny, apretgundd Imperio, no vimos més que aquello que tenfan de ri ue, Gel oro, Joseph Reinach @ menudo ha trata de oeutar le En Sie daminur la grandeza dela obra en la que a claborado que paren he conservado el recuerdo de muchas cosas graces, sn rn primer lugar, un divertido didlogo que tuvo lugar en el mo- poo en qe se negociba el indulto de Deh. , cantidad de misivas «de €8 UN auténtico panleto, y nuestro autor La jos de reconocerlo: «E! Caso no habia sido expuesto nunca dad, ante el piblic, si no en pedazos, o destgurete .- Era necesario codificar estos fragmenton da para dar a 1s files su Credo, Esta gran pégina en la que ag Maré todo el drama, tenfa.a Zola obsesionado; sera su paticipacion rea on la obra contin. Pese a su admiracién por eta eélebee re "Joseph Reinach se ve obligado a reconocer que esta contiene pide, entacion romantica, usada sin gusto ni medida; Zola acu urge de Guerra de absolver a Esterhazy por orden, diiendo ils ecusecon no era ms que une «meter indignant Renach 4905, Vol. III, pags. 224, 226-227. Bl gobierno demand6 a Zola por esta metdfora ante la Corte de Jo Penal; el novelista deseaba este juicio™; pero su decepcién fue gande cuando se dio cuenta que los juzgados estén hechos para juzgar a los criminales y no para escuchar disertaciones histéricas § titerarias; crefa que los oficiales tendrian que venir a expicare fu conducta y que la revision del juicio de 1894 se harfa bajo su direocion ‘Al principio del asunto, cuando el Presidente le seial6 que debia cumplir con los requisitos del artfculo 52 de la Ley de Prensa, Zola respondi6, con una magnifica estupidez: «No conozco la ley y no quiero conocerla>™ En la quinte audiencia, Zola si jamnfs més au ra describir a las multitudes, basta con captar fantésticas siluetas los auténticos violentos parece existir siempre timida ternura, dela ‘qe Zola carecfa totalmente. Reinach 1908, Vol. 30 ~ como si estuviese form, yrado que menospreciaba ~ como St dg — a egieeancia exstente entre él Y Sus adverg me gerieTiferentes ananeras —gritO— de servir @ Francis A tye Sr obras, la lengua francesa ha sido Hevada al mundo ‘Tengo mia victorias. Lego a la postridad o! nombre dl genera Pellieux y el de Emile Zolé el recuerdo de Zola que & ‘Antes del alegato de Jn Reinach compara con 08 ¥ soon Jieeareos que pronuncian los personajes de Vietor Hugo: «Usted, fon el coraz6n y 1a razon de Paris, de mi gran Paris, en cla ‘act, del que tras més de cuarenta afios si60 cantando... Dreyie 2 inocente, il juro!.. Por mis cuarenta afios de trabajo, juro qu, Dreyfus es inocente...;Que mis obras perezran si Dreyfus no inocente! jEs inocente!»”®, Bs una manera realmente buena de dss que la fianza no era burguesa. | iquiendo el consejo de Clemenceau y Labor, Zola se refugs, uy poco mAs tarde, en Inglaterra para dejar pasar la tormenta y esperay vn tiempo més favorable en el que se pudieran reanudar los debate, en mejores condiciones. Esta huida le fue muy reprochada; parg justifcarla, emples los argumentos més peculiares: «Zola me dijg mucho tiempo después —dice Joseph Reinach— que crey6 escuchar ‘a Dreyfus en su roca pidiéndole este supremo sactificio. Se resigns porque le parecié que allf donde habia mds sufrimiento para 4, estaba el deber»", Todo ello porque se estaba aburriendo mucho en su exilio”; simplemente no pudo hacer nada. ie Eran todos gente insignificante, esos que llaman en Florencia. populo mins Ag. 342 Ct. p. 423) tribunal de casacion para resolver un motive o In adicion a los hechos objeto del recurso de ottor n impugnada considera probados (NAT), pig. 470.472. ibaa, Vol "bid, Vol. V, pag. 40. 1 rfeulo en 18s revo, ; a 31 4s loouras no podian agradar a los que habfan con guste ethelot no haya sido un dreyfusardo, debemos tener en cuenta oe er iva que este gran erudito sentia por de Io parecta contrario al sentido de la vida comtin’®: es todo ale que Renan hubiera seguido el mismo camino que ssuy P20", La bufonada dreyfusarda fue soportada con cirta eat por Ja mayorta del pals, de manera que la transcion pos tranqullos deberia ser sen : THB esta aversion le que entcontramos en el fondo del anticaolcismo de auien no pos aceptar lo sobrenstzal feinach afirma Io contrario, pero sin prueba alguna (Reinach 1905, Vol If, pig. 245). Podriamos extraer incluso dela Obra de Renan una frtisina homilfa anti-dreyfusarda. eden om

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