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CAPITULO Vi LA ILUSTRACION Y SU POTENCIAL CRITICO 1. TRES NOTAS DE LA ILUSTRACION La reflexi6n critica de Berlin sobre la racionalidad moderna empieza con su andlisis de la Tlustracién. Esta inicia un lenguaje y un saber liberadores: un discurso auténomo y controlado empiricamente, que marca la separaci6n de una razén sustancial; pero la Tustracién articula el nuevo saber sobre supuestos y expectativas monistas que afectarén no slo al discurso sino a toda actividad, porque llegan a disefiar un ideal de vida y de cooperacién interhumana. La Hustracién inaugura, pues, las ilusiones monistas que son propias de la racionalidad moderna, Pero en la llustracién, Berlin detecta también un potencial critico que la hace reflexionar sobre s{ misma y disolver Ja absolutizacién de sus supuestos. Estos aspectos -discurso liberador y aut6nomo, monismo y autorreflexién- son el legado de la Tlustracién al ejercicio de la racionalidad modema. El texto més sugerente de Berlin sobre la llustracién es "The Age of Enlightenment”, escrito en 1956, una antologfa de textos de Locke, Voltaire, Berkeley, Hume (que ocupa casi una tercera parte del libro), Reid, Condillac, La Mettrie, Hamann y Lichtenberg. Pese a su aspecto de divulgacién académica, encierra un punto de vista te6rico concreto y valioso. Mas cconocidos son los textos sobre Montesquieu y sobre Hume y los irracionalis- tas alemanes. Junto a ellos hay numerosos esbozos, generalmente criticos, en diversos ensayos de historia de las ideas y muchas y variadas alusiones de interés en sus escritos filos6ficos. A partir de ellos desarrollaré la que creo es su tesis central, enunciada en el pérrafo anterior, prolongando sus consecuen- cias a su critica de la noci6n ilustrada de representacién. Esta critica nos levaré a su visién de Kant y del prerromanticismo, Juan Bosco Diaz 136 ee Urmeneta Maing 2, LAS NUEVAS EXPECTATIVAS DEL SABER La inpracién secular dela Tustacén estéprofundamente consi a os resultados del métodocientfic. Sabemos que Berlin, vinula emp y liberaciony lo ace aif, donde la reflexiOn kantiana precisa que ning objeto puede imponers alos hombres con la fuerza de lo existent oly na sin contar con la disciplina de a prueba. El empisismo y su recepcin por Tlustracin francesa arrancan de un nexo menos elaborado: ven en el discurs, cientfico un lenguaje de Jos hombres, sin interferencia de *autoridadey" tradicién o dogma, en el que “toda afirmacién que pretende ser verdad debe ser publica, comunicable, comprobable, capaz de verificaciOn 0 falsificacién por métodos abiertos a, y aceptados por cualquier investigador racional"!. Es un saber que se expresa con lenguaje propio de los hombres, que éstos pueden ajustar, establecer y compartir sin recurso a entidades trascendentes; un lenguaje secular que viene sancionado por el avance sin precedentes de la fisica y las mateméticas durante el siglo anterior, lo que abriga esperanzas de generalizacién a todo el campo del saber: "La aplicacién de técnicas y lenguaje mateméticos a las propiedades mensurables de Io que los sentidos revelan, se convirtié en tinico método verdadero de descubrimiento y exposicién"?. La ingenua confianza en la ciencia forma ya parte de nuestra mentalidad y ello nos impide sentir 1a novedad de aquella actitud. Berlin insiste en ella: las posibilidades del nuevo saber se viven como ruptura con el pasado, los hombres del s. XVII "crefan vivir en el umbral de una nueva era, a la vista de un desenlace ideal"®; se disolvia el vinculo con la tradicién filoséfica y teolégica e incluso con las ideas renacentistas que sonaban "lejanas, fantdsticas e ininteligibles" y, a la vez, se crefa poseer la promesa del futuro con una intensidad que no ha vuelto a sentirse en la historia. Esta conciencia de novedad lo es de poseer un mundo propio: los objetos pierden su misterio, pues las leyes naturales ya enunciadas y las que, ' Berlin, 154, 166, 1991, 163, [*53, 234]. * Berlin, 62, 1979, 15. Berlin, 58, 166, 1991, 136 [*18, 205}, * Berlin, 62, 1979, 15 tp. Individuo y racionalidad moderna 137 se piensa, Hegarén a descubrirse, dicen lo suficiente sobre los objetos, que ya no han de explicarse por recurso al componente teleolégico de la esencia, ni entenderlos por referencia a un proyecto universal que los trasciende. Si esta sitima idea permanece, como en ciertos deismos, se desarrollard desde leyes naturales positivas sin que el proyecto trascendente influya en la conceptuali- zacion de la realidad? Esta conciencia de un lenguaje y saber propios se concreta en el método. Este, al asociar con gran exactitud fendmenos aparentemente distintos, ofreefa una visién racional y secular de las cosas y, al ser aplicable a todo el émbito de la naturaleza, prometia, dada la generalidad del objeto que en su interior se iba constituyendo, un saber y liberaciOn igualmente generales. Las tensiones de la formacién del estado absolutista y los fana- tismos religiosos encontraban un contraste critico en esta promesa, pues si se consideraba que los seres humanos eran seres naturales, nada impedia confiar la solucién de sus problemas al nuevo saber “El hombre es un objeto en la naturaleza y el alma humana, como sustancia material, ni sufre influencia sobrenatural alguna ni posee propiedades ocultas; todo su comportamiento puede explicarse mediante hip6tesis fisicas verificables"®, Se establece asf que el método cientifico es generalizable a los mas diversos émbitos de la vida individual y social. Y se hace con un énimo ctitico respecto a los saberes establecidos que rigen tanto dmbitos de la vida como del saber. Este talante se establece buscando una nueva visién del saber y del pensamiento. "A science of nature had been created; a science of mind had yet to be made"’. Si se esclarecen las facultades del pensamiento y en general, del conocimiento humano, se puede legar a desenmarafiar los diversos modos de saber, las fuentes y Imites de cada uno de ellos, su interrelaci6n. Pero junto a este objetivo, hay también un propésito de cambio ‘encia no s6lo significa descripci6n y sistematizaci6n, sino reglas précticas disefiadas para mejorar las cosas por los medios més répidos y directos"®, * Berlin, 56, 157, 1980, 84 [*13, 177}, * Berlin, 24, ed. de 1963, 49; Berlin, 24, ed. de 1939, 44, 7 Berlin, 62, 1979, 16. * Berlin, 58, 166, 1991, 145, {*18, 215). 138 Suan Bosco Disz-Urmenetg oF thon Billo hace que el nuevo saber, pese a ser critico, se vaya eley, rango de saber alternativo. La influencia del método cientticg nto indagacién epistemol6gica consste, més que en buscar un discemimee™ la verdad -que tal vez, como discernimiento de la ignorancia Gee presente en los escépticos-, en un deseo de encontrar leyes Benerales sot Ya conocimiento. Esta forma de concebir el conocimiento tendré importer dl consecuencias. Al aspirar a ser "saber alternativo", ile,, completo y ded capacidad para determinar toda identidad, se asimila a las ontologiaa tradicionales alas que intentaba desplazar y pone las bases del monisme de la ustraci6n. Asf, observa Berlin: "el método cienifico es seguramente Ia negacién misma de la especulacign metafisica, pero hist6ricamente est4 estrechamente trabado a é sta Y mues profundas afinidades con ella". fe 3. MONISMO El monismo, para Berlin, més que una forma de pensamiento, es una visi6n de la vida y un talante vital. En su ensayo "La Zorra y el Erizo", nos presenta a un Tolstoi con una indudable capacidad de intuir y acufiar lo individual y, sin embargo, preso de la pasién monista, del afén de una Perspectiva tinica que abarque todas las cosas. Esta pasi6n inspira la cultura occidental. En su cimiento esté la nocién de ens perfectissimum, con sus atributos de bien, verdad, belleza y unidad y la idea de Razén como iluminacién de aquél: es "el nticleo central de la tradicién intelectual de Occidente"!®, Berlin sintetiza la actitud monista en tres supuestos. De sus enunciaciones elijo las que aparecen en "Decline of the Utopian Ideas in the West"!!, acaso las més equilibradas y completas, El primer supuesto dice asf: "para toda pregunta genuina s6lo puede haber una respuesta correcta, y son incorrectas todas las demés. Si no hay una respuesta correcta, no puede tratarse de una pregunta genuina. Cualquier pregunta que lo sea, debe, al ‘menos en principio, tener una respuesta posible y si esto es asf, s6lo una res- ° Berlin, 54, 112, 1984, 56, [*12, 122]. ‘° Berlin, 143, 199, 1990, 209. " Berlin, 159, 199, 1990, 24 ss. tndividvo y rcionlidad modem 139 puesta debe ser correcta, Ninguna pregunta, si esté bien plantenda, puede tener dos respuestas que sean diferentes y sean, sin embargo, ambas correctas. El fundamento de las respuestas correctas debe ser verdadero; todas las demés respuestas posibles deben encamar falsedad o descansar sobre ésta que tiene muchos aspectos ..." La aspiracién monista lo es a un saber completo, capaz de encontrar respuesta a cualquier pregunta, y con plena capacidad de determinacién, capaz de resolver toda ambivalencia. Estas cualidades se vuelven notas a priori, porque determinan el saber hasta el punto de negar validez a las preguntas que o carezcan de respuesta o de respuesta determinada. La raz6n que subyace a tal saber es, por tant6, omnicomprensiva en extensién y, en jptensién, omnideterminativa, Tal razén, correlativamente, dota al saber del atributo de la verdad, la unicidad, en oposicién al error que es siempre miltiple. Estas ideas de razén y saber son coextensivas con su propia realizacién incluso la encierran. Es el segundo supuesto de Berlin: “existe un método para descubrir estas respuestas correctas. Que un hombre lo conozca 0 pueda de hecho conocerlo es otra cuestién, pero debe, al menos cen principio, ser cognoscible siempre que se pongan los procedimientos adecuados para establecerlo ..." Esta concepcién del método se apoya en un supuesto teleolégico, de inteligibilidad de la realidad, que se hace componente ut6pico 0 promesa de descubrimiento. Cuando ésta se concreta suele entrafiar la reducci6n de Io metodolégico a una metédica en la que la reflexi6n limita su funcién a adecuar el pensamiento al método; aquella reduccién Wega a limitar la subjetividad a las exigencias de un método que se ha convertido en ontologia. Este segundo supuesto es mucho menos humilde de lo que sugiere una propuesta de método: en él resucita el argumento ontolégico. Quizds el tercero sea el supuesto més importante: “que todas las respuestas correctas deben ser mfnimamente compatibles entre si. Eso se sigue de una verdad légica simple: una verdad no puede ser incompatible con otra; todas las respuestas correctas encaman o descansan en la verdad; por tanto, ninguna de las respuestas correctas, sean éstas a pre~ guntas acerca de Jo que hay en el mundo o acerca de 1o que los hombres deberian ser o hacer - .. nunca podrin entrar en conflicto mutuo” ... "En el ‘mejor de los casos estas verdades se implicarén mutuamente en un todo tinico, sistemético e interconectado ... en el peor, serdn consistentes unas con otras Juan Bosco Di 140 Me Urmeete Micg serf una suerte de esquema de la suma del fe a ae Tlegar a la vida perfecta 0 casi perfecta.” “MIEN uy EI monismo no ha de identificarse necesariamente con un sig puede establecer una conexién ene verum y unum de modo ques consistencia I6gica suponga fundamento suficiente para las interconexi "i que se postulaban en el primer supuesto entre saber completo y determinatiy, y de éste con el fundamento de verdad que dictamina lo que no cabe en saber. Pero ademés de este papel de la Idgica, hay que destacar la relacign entre la verdad y el bonum, esencial para la nocién de monismo en Berti, porque es éste un saber que se introduce en la vida y la regula y determing, En el texto citado este paso se realiza sobre una noci6n sustantiva de raz6n, una idea de la unidad de la experiencia. En los textos en los que trata més de cerca a la Ilustraci6n, suele establecerse un nexo més formal: la creencia en a universalizabilidad del método'?, En cualquier caso, lo importante es que la consistencia I6gica se transfiere a la esfera vital y se convierte en disciplinaria, Estos supuestos establecen la inteligibilidad completa y univoca de la realidad y lo hacen desde una idea de conocimiento en la que necesidad l6gica ¢ identidad unifican vida, existencia, realidad y saber. El método garantiza 0 promete este objetivo ya sea por su universalizabilidad y consistencia, ya sea mediante la restriccién de la identidad y la unificacién de la experiencia. 4, LOS LIMITES DE LA RACIONALIDAD ILUSTRADA Si la Hustracién abandona los conceptos teleoldgicos parece dificil que pueda aceptar estos supuestos, pero ocurre que el concepto de naturaleza que subyace a la prictica de su investigacién esté incorporado a un concepto te6rico, segin Berlin, el de natura rerum, “que el investigador calificado podria ver y estudiar"', Esta nocién oculta y revela, bajo las leyes cientificas, dos atribuciones esenciales a la naturaleza: la regularidad y la armonia, Las leyes naturales rechazan un entendimiento teleolégico, pero su bGsqueda est4 animada por el descubrimiento de un orden natural y la indagacién misma queda inscrita en el circulo de la identidad: la naturaleza ¢s inteligible bajo la universalidad y la carencia de contradicciones. °? Berlin, 139, 166, 1991, 80-81, (*49, 144-5]. '° Berlin, 103, 1983, 11. Individvo y rectonalidad modema 141 La idea de orden natural es unificadora, ademés, en otro sentido complementario al anterior: si los seres humanos son también seres naturales, su comportamiento estard sujeto a leyes y no a las propiedades misteriosas del alma. Descubrir esas leyes es sobre todo una tarea. Pero esta tarea est alentada por la creencia en la bondad y sabiduria naturales" de la estirpe humana, To que permite esperar una comprensién racional de las exigencias de la naturaleza en el ser humano. Con ello, la inicial identidad entre los dos conceptos de naturaleza se consuma en la garantfa de la iluminacién de la raz6n sobre ambas. Enel primer sentido el supuesto de un orden natural encajaba al nuevo enguaje en el marco de una razén, desde luego secular, pero que, al saber univoco que propugnaban las nuevas leyes, afiadfa el saber completo como caracteristica propia. En el segundo, promete a los hombres una identidad acorde a aquellos modos seculares de ser y saber, una razén a la altura de su realidad. Que la naturaleza, pues, es una estructura desconocida pero plenamente inteligible, es un supuesto ontolégico, coextensivo a la autotransparencia del hombre en cuanto que éste forme parte de la naturaleza. Por ello puede decirse del consenso ilustrado que: “descansaba en la aceptaciGnde de lo que era. una versiGn secular de la vieja octrina del derecho natural de acuerdo con la cual la naturaleza de las cosas posefa una estructura inalterable, permanente y las diferencias y los cambios en el mundo estaban sujetos a leyes universales ¢ inmutables. Estas leyes eran descubribles en principio por el uso de la razon y de la observacién controla- da, de la que los métodos de las ciencias naturales constituian la aplicacién de mayor éxito." 5, El alcance de esta identidad entre los dos conceptos de naturaleza y la raz6n es tal que, pese al carfcter positivo del nuevo saber, a visiones reflexivas, como la del mundo civil por Hobbes, y a resultados heterogéneos de la observacién, como los de Voltaire en su "Histoire de Moeurs”, se piensa que tal identidad inspirard el comportamiento de los hombres e interviene asf en la esfera del bonum: “La naturaleza era un cosmos: en ella no podfa haber falta de armonfa y Puesto que preguntas tales como qué hacer, c6mo vivir, qué haria a los Ju 142 an Bosco Diaz-Urmeneta i on hombres justo, o racionsles o fice eran cuestonesfécticas, a verdaderas a cada una de ellas no podtan ser entre si incompatbies te" En estos nexos esenciales,-el método cientifico desempeiia un pa decisivo: al ser la garantfa de elucidaciGn de la naturaleza, se conn efiterio de la nueva manera de ser raconal; su extensiGn, ademas, ese definiciGn, ilimitada y su capacidad de determinacién intensional viene ga por su estructura logico-matemética. E] método parece, asi, generalizable oe “ta nocién de que todo Jo que existe es necesariamente un objeto en |g naturaleza material y susceptible, por tanto, de explicaciGn por leyey cientificas"™”, Esto implica, dada la naturaleza del método, una comprensién de Io existente en términos de determinacién causal -de una relacién determinable mateméticamente, constante, medible y externa- y, de otro lado, una visién de las cosas que sélo tiene en cuenta los aspectos mensurables 0, al menos, describibles mediante correlaciones matematicas. La simplificacién que ello pueda suponer se contrarresta por la solvencia demostrada por el método que hace recorrer el corto espacio que separa lo metodolégicamente relevante de Jo ontol6gicamente establecible. “como ha ocurrido con frecuencia desde entonces, el precepto metodolégico, +s6lo las propiedades mecénicas mensurables de la materia son validas para formular leyes cientificas”, se convirtié en la proposicién metafisica ‘s6lo las propiedades mecénicas mensurables de la materia son reales* "!®. La ontologizacién del método confiere a este racionalismo una nota propia: la identificacién entre naturaleza y raz6n se prolonga a una asimilacién de la raz6n a la raz6n positiva. No se confia en una racionalidad que trabaje con conceptos vacios o formas generales, lo decisivo es la visién de la naturaleza y la correlacién légica entre lo percibido. Esto tiene una considerable importancia. Dijimos antes que relevancia ¥ determinaci6n eran externas al objeto; al incorporar el método a la realidad inteligible, no s6lo se media el saber por la identidad entre raz6n y naturaleza, sino por la identidad de ambas con una racionalidad positiva que es externa 5 Bertin, 62, 1979, 27. 17 Berlin, 54, 112, 1984, $6, (#12, 122}, "* Berlin, 62, 1979, 47. Individuo y racionalidad moderna 143 ala reflexion. Con ello, la comprensi6n de la naturaleza, la que los seres humanos tienen de sf mismos y la que puedan Ilegar a tener de su racionalidad esté mediada por esta exterioridad. Cuéles son las cosas que merecen conocerse, cules las determinaciones de la realidad, se confian a la visién y a la adecuacién légica y se desautorizan las cuestiones que no alcanzan respuesta desde tales supuestos. La comprensi6n del ser humano esté, pues, mediada por algo que le es externo: esta es la base de la construccién de la “science of mind’, la teoria del conocimiento ilustrada. El lector de las primeras pdginas del Leviathan hobbesiano advierte el inicial potencial secular y liberador del nuevo conocimiento que los seres humanos buscan sobre s{ mismos: hasta ahora se entendfan mediante una identidad impuesta; el nuevo saber del hombre busca su identidad en algo cuya materia y artifice es el set humano mismo. Este saber y conciencia aut6noma conecta universalidad racional y naturaleza, pero en unos términos alos que no falta inspiracién reflexiva: “por la semejanza de los pensamientos y de las pasiones de un hombre con los pensamientos y pasiones de otro, quien se mire a sf mismo y considere lo que hace cuando piensa, opina, razona, espera, teme ... y por qué razones, odré leer y saber, por consiguiente, cudles son los pensamientos y pasiones de los demés hombres en ocasiones parecidas ... me refiero a la similitud de las pasiones ... no a la semejanza entre sus objetos"!?, No obstante, ya en las sitimas Iineas de la introduccién, el acceso a la realidad se confia a la introspecciGn, paralela a la visiOn sensible a la que, en las primeras Iineas, se otorgaba el acceso a la naturaleza, Esta inspiraci6n positiva se consolidaré, en el desarrollo del nuevo saber, mediante el rechazo de principios e ideas generales, tanto en lo que se refiere al proceso cognitivo (rechazo del innatismo), como a la validez episte- mol6gica (rechazo de la intuicién intelectual), En su lugar, la génesis y el de- sarrollo del conocimiento se comprender4 cada vez més en términos andlogos a aquéllos en los que se entiende la naturaleza. La mente se concibe, en homologfa al espacio natural, como un "espacio interior”, en el que aparecen, se mueven e interactiian elementos sensibles puntuales que, forman, mediante aquellas interacciones, ideas cada vez més complejas, en un proceso que la mirada interior puede captar tan bien como los ojos el acontecer natural: " Hobbes, 1983, 26. Juan Bosco “4 Plea Urmenea Maio se considers a 1a mente como si fuera una caja que contenta en; eee partculas newtonianas, A. éstas se les ame rane Seas” eraneniades distin y aisldes, “simples, i. sin pars gn, pudieran descomponese . iteralmemt aGmicts, teian su orgen eg) ™ pate del mundo exterior, cayendo en la mente como ove tase gan in ela de ares; all, comtnuaban asada o legaban a formar compe atémicos 0 moleculares"™, Al pensamiento no le queda sino dictaminar lo ‘que aquellas ideas elaboran de modo que el proceso es exterior al propio pensamiento: 1g reflexién se limita a asentir o disentir ante las diversas representaciones cuya mutua conveniencia o desavenencia ellas mismas condensan, “La mente era un recipiente en cuyo interior Ias ideas, como cuentas, citculan y forman pautas como si estuvieran en una complicada “slot-machine"; ¢| espacio tridimensional de Newton tiene su contrapartida en el espacio interior de la mente presidido por la mirada interior (inner eye), la facultad de la reflexién’?!, La filosofia se convierte asf en ciencia, porque la exterioridad en la que se coloca al conocimiento convierte a éste en un objeto natural, La epistemologfa se asimila a Ia psicologia, puesto que el problema central del conocimiento es el de sus fuentes y el de sus nexos dilucidables segiin leyes: sin duda, es una propuesta eritica pues suprime identidades impuestas, pero entrega el potencial del conocimiento al método, que absorbe los recursos autorreflexivos o los descarta. A esta visién objetivista y naturalista, a la observacién del objeto hombre y a las generalizaciones de tipo cientifico se confia en exclusiva el camino para suprimir el dolor y la arbitrariedad. Con esta exterioridad, pues, del conocimiento, se llega a la vez a la completa hipostatizacién del método y a la creencia en su generalizacién indefinida. Asi se cumple el Ultimo supuesto monista: tanto Jo que concieme a la consistencia légica de las conclusiones de este saber, como en su aplicabilidad a la esfera del bien, a la conducta de los hombres. Todas las virtualidades del saber y método ilustrados se materializan ena figura del "experto". Es el correlato institucional de la ontologizacién del método y del primado de la exterioridad. El alcance de la experiencia individual no puede confiarse sin més al individuo; ha de estar mediada por —— 2 Berlin, 62, 1979, 18. 2 Benn 62,1998, 18. iasividoo y racionalided moderna 145 Jos distintos pasos por los que el saber se constituye y el verdadero sentido de Gstos se confia al “expert”, al conocedor de! método, de su aplicacién, akcance y posibilidades: a él se remiten problemas irresueltos, interrogantes, dodas y discusiones y a él se confia en exclusiva la educacion. Es el siministrador del método y de sus expectativas. Con ello el ejercicio de la racionalidad se burta a Ia interioridad de los individuos. Pero el corolario mds importante para Berlin del monismo ilustrado es ba nocién de sociedad ideal. No discute las distintas propuestas contractualis- tas: fo que le preocupa €s cémo el monismo ilustrado fructifica en el borizonte utdpico de la construccién de una sociedad ideal. Los nexos de la racionalidad ilustrada alientan, por una parte, la afinidad entre fin natural y bien -una afinidad que la educacién adecuada puede convertir en cocxtensividad- y por otra, la posibilidad de establecer metas universales ordenables Wégicamente -lo que podria precisarse a través de la observacin de la naturaleza humana-. La primera direccién desemboca en Ia definicién de las necesidades humanas tomadas como datos naturales; la segunda, en la precision racional de los fines; ambas direcciones se unen en la coméin pretensién de universalidad. De este modo, se piensa, podrian determinarse las necesidades de los hombres y la manera més eficaz y suave de satisfacerlas, tendiendo asi un puente entre la felicidad y la justicia”; se podrian también explicitar racionalmente los fines, unificando saber y libertad”>; la validez universal de esas posibilidades inspira la perspectiva de una sociedad ‘cosmopolita en la que se unan bien, verdad y libertad. Berlin profundiza en los nexos concretos de ésta pretensiGn. Uno de ellos es el postnlado -antitesis de la doctrina del pecado original e ignorante de toda excentricidad entre razén y voluntad- que afirma la bondad y perfectibilidad naturales del ser humano. Tal perfectibilidad se atribuia por el ‘optimismo ilustrado, al conocimiento: “si los hombres tienen una naturaleza comsin, esta naturaleza debe tener un propésito. La naturaleza de los hombres podria ser realizada s6lo si éstos llegan a conocer lo que de veras pretenden”; de ahi que “saber como orientar tus fines y no intentar hacerlo asi, es no ‘comprender tus fines", Aquellas dos caracteristicas terminan por depositar 1 disedio y la gestion de la sociedad ideal en manos del experto, cuya labor se legitima con la idea de progreso: ésta no s6lo establece la primacia del saber, sino la creencia en su avance acumulativo y en el carécter universal de 1979, 114 SiR 1 g# J, 59 5 {712, 125 5) y 73, 199, 182-183, , 28. Juan Bosco Di 146 nz Urreneta Muto, 25. Berlin sefiala que estas ideas terminan por vir asia icicle Ol ox bio naturaleza y voluniggt potencialmente racionales- y en la transparencia de la naturaleza. Desae aC solo un pequefio paso lleva a la idea de la comunicacién Universal) simbolizada y anticipada en un lenguaje ideal construido Sobre e] Saber idustrado. El cosmopolitismo de la Tlustracién se concreta asf en un lenguaje que puede prescindir de toda particularidad cultural ¥ todo vestigio arcaicg2s Esta propuesta de un lenguaje universal explicita cuanto se oculta en la idea de la sociedad ideal: no s6loes “posible trazar el perfil dela sociedad peren © del hombre perfecto"”’, sino de manera més temiblemente conereta: Ios posiles problemas entre modos de vida diferentes podian dilucidarse grace al arbitraje racional del método que, ahora, al dotarse de la dignidad det conocimiento liberador, obvia cuanto de impositivo pudiera haber en esta formas resolutivas y justfica racionalmente su dominacién, pues "si podian encontrarse respuestas objetivas a la cuestién del modo en el que habia de vivirse la vida, entonces debfa ser s6lo uno el modo de vivirla, el que fuera demostrablemente el mejor"”8, El afin monista de Ja Ilustracién tiene este estrambote trégico. Pues mucho de lo que hay de dominador en la educacién utilitaria, en las tecnologias sociales 0 en las utopias estatalistas, arranca de la creencia en la determinabilidad natural de las necesidades y en la determinabilidad racional de la ley. En ambos casos se sacrifica la propuesta de significado, la reflexion critica sobre la referencia y el trabajo de la opcién a la racionalidad abstracta, exterior, y/o a la figura del experto. Finalmente, cuando Ia racionalidad so establece de modo exclusivo sobre el supuesto de un lenguaje universal, se asienta una identidad humana extrafa a la subjetividad formada en el tiempo del simbolo, la historia, la cultura y la biografia concretas, 5. EL POTENCIAL CRITICO DE LA ILUSTRACION Berlin, entrevistado por R. Carr, afirma que no ve en los philosophes ningdin afén contrario a la libertad, pero que la mentalidad ilustrada con su “creencia exagerada en la posibilidad de gobierno de los seres humanos a la —S— ® Berlin, 139, 166, 1991, 80, (*49, 144]. % Berlin, 134, 166, 1991, 22, (*48, 82]. ” Berlin, 98, 148, 1980, 207, ™ Berlin, 73, 199, 1990, 183-4, Individuo y racionalidad modema 147 uz de los principios cientfficos, ignoré las pruebas empiricas por las que su sito debe ser guiado™®. Es la critica a la llustracién contenida en la monografia sobre Marx. ‘A diferencia de la Mlustracién continental, la briténica realiza en su interior cesta critica. Para Berlin es decisiva en este aspecto la obra de Hume, en la que se quiebran los supuestos que sustentaban el monismo ilustrado, a partir de su ctftica a las nociones de necesidad e identidad. Entraré en ella siguiendo di rastro de un concepto problemético, el de representacién. La discusién se inicia en Locke. En él, la importancia de la representacién se patentiza en la primacfa concedida al conocimiento que él lama “actual” y “real”: el que se concreta en una proposicin 1) de un objeto que estoy considerando ahora y 2) que afiade algo nuevo a mi conocimiento, iie., no es el desarrollo analitico de algo ya sabido. Presencia del objeto y novedad que trascienda al andlisis son las dos notas propias del conocimiento que la representacién empirista persigue y del alcance que ella misma se atribuye. La representacién lockeana implica ademés la coherencia légica entre representaciones simples, en lo que aparece un elemento afin al racionalismo: la importancia atribuida a la certeza™ y la consideracién de ésta como resultado de una determinacién matematico-deductiva’'. La representa- cién no busca s6lo presencia y novedad, sino que estiliza al objeto hasta transformarlo en un conjunto de notas utilizables desde un punto de vista l6gico. Esta es la determinacién de la representacién, con la que el “ojo de la mente”, “the inner eye", cuenta con un objeto preciso en un molde adecuado. ® Berlin, Carr, 1992, 124. Quiero recordar las elaboraciones de Popper al respecto: 1) la consideraci6n de ta saturaleza como texto, a la vez, sagrado y transparente para quien quisiere abrir los ojos a él: Popper, 1983, 447; Popper, 1985, a, 105. 2) la importancia de la intuici6n para el racionalismo xy el empirismo y su herencia recogida por la epistemologia del positivismo logico: compérese la ‘ritica contra la categorizacién en términos visuales de la teorizacién de Bohr, en Popper, 1985, 2, 125 con la de la intuicién intelectual que se aribuye a Descartes en Popper, 1982, a, 183. Los términos visuales de Bohr parecen ser s6lo un trasunto dela vieja idea /adquirimos conocimiento sobre el mundo abriendo los ojos y mirando 0 en general observando"/ Popper, 1982, a, 42. Ea cl racionalismo cartesiano (Popper, 1983, Introduccién; Popper, 1982, a, 79; 125 n.33), se advienten problemas y esirategias andlogas a las del empirismo: también intenta establecer un saber secular y también recurre para ello a un tipo de fundamentacién subjetiva; se remite igualmente a las fuentes del conocimieato y a una fundamentacién exterior a la propia actividad ‘de conocer a la que, en cierto sentido, restringe; por sltimo concede gran importancia a la certeza. 3) Las contradicciones del empirismo se analizan de modo sintétco en Popper, 1982, a, 124-26. > Berlin, 62, 1979, 111. Juan Bosco Dfaz- 48 *0 Dist Urmeneta Mtg Uno de los problemas que plantea esta teorfa es la reduceign, de | existencia del objeto a mera nota de lo representado™; Ia existencia eg la relacién més. Bs una incursiGn en la esfera del argumento Ontolégico, uy, efecto es encerrar a la representacién en e! mentalismo. Tal reduccign én txistencia a relacién légica no tiene una funcién deductiva, sing 7 determinacién del objeto”. La primacia del conocimiento “actual” y *reat dificilmente desborda el solipsismo, la reduccién I6gica de la existens, significa el enclaustramiento del conocimiento en a representacion y su muptura con el mundo externo: encerrado el objeto en el doble lazo de la mente puede sin duda determinarse, i.e., acomodarse a la representacién, pero a costa de romper sus vinculos con el mundo externo, La autorreflexi6n critica empirista se manifiesta en los intentos de Locke por ampliar esta solucién, combatiendo el solipsismo™. Lo intenta mediante una nocién de conocimiento como correspondencia, pero fracasa al no poder acceder a la realidad o al tener que romper la idea misma de representacién. Lo primero se manifiesta en las proposiciones formales® que para Locke son las de las mateméticas, la geometria e incluso las de la moral. Locke les da el estatuto de construccién ideal, con lo que evita la red del argumento ontol6gico, pero no logra advertir, enredado en su idea de certeza, que tales proposiciones nada dicen de la realidad. La quiebra de la representacién se da en el caso de las "ideas simples": hace corresponder a éstas -como entidades at6micas que han de combinarse en la mente- con partf- culas materiales emitidas por los cuerpos; pero, para que tal teorfa causal tenga efectividad, ha de elevar a conocimiento pleno el puro conocimiento sensitivo, la sensacién como mero hecho de conciencia, pero, al suprimir asf la exigua funcién de la reflexi6n, la nocién misma de representacién se pierde*®, En ambos casos hay interesantes relaciones con el argumento ontolégico: en el primero, al diferenciar certeza ldgica de objeto real; en el segundo, al tener que postular, desde la nocién causal de conocimiento, la substancia, El primado de la representacién implica, pues, dos problemas, el ® Berlin, 62, 1979, 105, » ver al respecto Rorty, 1983, 134-142. ™ Berlin, 62, 1979, 107. La inspiracién empirista de Locke es tan fuerte, cree Berlin, 4ue plantea el problema del acceso al mundo extemo, problema que, acaso porque su confianza cn las ideas generales era mucho mayor, no aparece en los pensadores del continente que recibieron sus planteamientos. A excepcién de Ia idea de sustancia. % Berlin, 62, 1979, 144, mtvido y reconalidad moder 49 dela ubstancia y el del alcance y sentido de las ideas generale, que parecen ipsosteibles desde los supuestos del nuevo lenguaje, Esta infraccién de los supuestos empiristas indica la debilidad reflexiva de Ia teoria de la representaciGn. La reflexién, en el marco de la visién rmecanicista de la mente, est sometida a la fuerza de la l6gica y de la sensibilidad y carece de competencia sobre los productos de aquellas instancias. Estas, en consecuencia, han de dictaminar las soluciones de unos roblemas que, sin embargo, surgen del insuficiente papel otorgado a la reflexi6n. En esta incoherencia esté la rafz de la critica de Berlin al empirismo que seiala Ia incapacidad de éste para controlar el alcance de sus propios supuestos: Ia determinacién del objeto en Ja representaciGn, al reducir el conocimiento a hecho de conciencia, impide discemir cudnto haya en éste de actividad del pensamiento y qué pueda atribuirse al objeto?” Es fécil ver, por otra parte, que el concepto que nos ocupa no es baladi. La nocién de representacién, como Berlin la explica en Locke, es coextensiva con ciertos nexos del monismo ilustrado. La estrecha relacién que mantienen en ella certeza l6gica y datos sensoriales apuntan a la doble nocién de naturaleza y a la coextensividad entre naturaleza y raz6n, El modelo mecénico de mente instala esta conexién como raz6n positiva. La primacia de la representaci6n se "inmuniza" -en términos de Popper- al neutralizar los dos polos dindmicos del arco del conocimiento: la reflexién y la presencia existencial del objeto, pues la conexién entre certeza légica y sensorialidad desplaza a la reflexiGn y la reduccién de la existencia a relacién I6gica, neutraliza la autonomia del objeto. Con ello ni hay actividad del pensamiento ni éste se expone al peso de lo existente: la representaci6n media la relacién cognoscitiva evidenciando ser el eje del método. * Berlin sefiala, en la obra de Locke, una discusién en la que sf aparece, inicialmente 1 menos, este discernimiento, Es el andlisi de las “ideas compuestas" de las ciencias empirices, 4 decr, de las proposiciones generales acerca de In natualeza -.g., "la plata es blanda’. Locke adviente que los predicados de estus proposiciones 0 son dedueibles del sujeto, en cuyo caso no ‘on un conocimiento ‘eal, 0 bien no son deducibles y entonces tales prsiciones no son posibles Berlin seRala que aqut Locke toca el problema de Ia induccién: al hacer coextensivas reflexién ¥ comsideracién del mundo exterior mis allé de lo representaciGn. Pero terminaré por solucionar ¢1 problema recurriendo a ésta dlima: aribuye 1a posbildad de aquellas afirmaciones de ta ciencin « unas condiciones hipoléticas de observacién lo suficientemente agudas que, caso de {enerlas-y no hay ninguna raz6n I6giew que impida teneras-, podriamos deducir de elas todas las propiedades de los objetos nuturales. Esto es, vuelve al planizamiento causal. 10 Juan Bosco Ditz-Umentg in or Berlin estudia la critica del problema de la sustancia generales en Berkeley. Este es consciente de la contradicci ben causal de conocimiento y la representativa; puede superarla y Techayse®™ mitologias consecuentes a la idea de comespondencia, prac Hs nominalismo™ combinado con una visi6n ocasionalista del munis extenog s6lo plausible para un creyente. Sin embargo la Solucién de Berkeley contiene un empirismo radical: el nuevo lenguaje de los hombres n, cr refrie sino a las ideas de la experiencia sensorial las posibilidades 4° lenguaje concebido de esta manera idealista son tales que conectan care modema "construccién légica” de los objetos a partir de log a sensoriales™. Esto abre, para Berlin, dos caminos historicos al Pensamiento filos6fico: uno, que ya hemos visto en el capitulo cuarto, conduce al Problema fenomenalista del significado; el otro, el que nos interesa ahora, es e] Que se abre al separar nuestras ideas formales y generales de correspondencia alguna, Los nexos conceptuales no son vélidos como producto de la intucign intelectual y, si son elaboraciones del pensamiento, la representaciGn no puede desde ella misma postular, como correlato de correspondencia, una entidad causal mondana ni de ningdin otro tipo. En esta segunda vfa se abre un interrogante, porque incluso la base teol6gica que Berkeley presta al mundo exterior desaparece. Interrogante que emerge en Hume, en lo que concieme a las ideas de necesidad natural ¢ identidad. Estas se distinguen por Hume de otras relaciones, como la de proporcionalidad, porque éstas tiltimas pueden Separarse de los objetos que relacionan y aquéllas no. Estas ofrecen una informacién por ellas mismas, aquéllas de los objetos de la experiencia, Ambas, sin embargo, subsisten en cuanto no son autocontradictorias pero mientras las segundas nos dicen algo acerca de un razonamiento, las primeras nos lo dicen del mundo empirico. Esta informacién, no obstante, al ser necesidad ¢ identidad ‘verdades de razén", no es determinable por observacién, por lo que tales ideas "no tienen lugar alguno en el dominio de las proposiciones acerca del mundo"*!, Con esto, el alcance de las ideas generales respecto al mundo exterior Y su significado en el proceso de conocimiento se esclarece, desbordando las ambigtiedades lockeanas. El andlisis humeano de la causa permanece en el i i6n entre ——————— * Berlin, 62, 1979, 141, » Berlin, 62, 1979, 146-7, “ Berlin, 62, 1979, 159, s. * Berlin, 62, 1979, 23. Individuo y racionalidad moderna 151 esricto Ambito del conocimiento como representacién pero en ésta se han giluido consecuentemente determinados nexos I6gicos y no queda lugar para ja causa, no ya como "eficacia", o "produccién’, sino como mero “nexo constant” ("constant conjunction") con carécter necesario. La representaci6n, en poridad, no llega sino a una regularidad establecida mediante procesos picol6gicos, sin fuerza logica, La consecuencia més importante para Berlin es la cafda del principio de induccién. Para Berlin, sin embargo, no es éste, "el problema de Hume" -como lo denomina Popper*., el que inaugura la filosoffa modema, sino el tratamiento que de sus consecuencias hace Kant‘, La importancia del pensamiento de Hume es sobre todo haber establecido que la regularidad observada no es garantia Idgica para transferir esa misma regularidad a los casos no observados: "si Hume lleg6 2 mostrar algo, esto fue que esta nocién {la de conexiones objetivas y necesarias entre acontecimientos u objetos mundanos) no es inteligible™, Con ello se rompe el nexo entre naturaleza y racionalidad y se deshace la ambigledad entre los conceptos de naturaleza. La cafda del principio de inducci6n cuestiona el marco en el que la raz6n ilustrada se ontologiza: Ia idea de una natura rerum y su contrapartida de una racionalidad humana sometida a ciertos principios universales carecen de vigencia. La solucién eseéptica con que Hume recibe tal fractura no es digna ni de ataque*S, ni de ser elevada a ascética racionalista: acaso ni siquiera sea escepticismo, pues lo ‘nico que ha ocurrido es que se ha comprobado que la induccién no puede transmutarse en algo que precisamente no es, es decir, en deduccién, Lo que se rompe no es sino el intento de disciplinar el conocimiento entre dos asentimientos, el del dato y el de la conveniencia I6gica, ambos extemos a la subjetividad y que, con su pretendida objetividad, pinzan las posibilidades reflexivas. Por eso Berlin no considera a Hume exento de culpa al intentar “ Sobre Ia paternidad del nombre, ver Popper, 1982, a, 87, 94; Popper, 1972, § 4, pg. AY I, pig. 290. © Berlin, 62, 1979, 185. “ Berlin, 62, 1979, 190. Que es lo que hace Russell en su "A History of Wester Philosophy" y es ertieado ‘or Bertin en 28, 1947, 162.3. Juan Bosco Diaz. 152 ‘Urmen, Motey salvar la creencia en el primado de is deduccién a través del hey, psicolégico, la imaginacién o el instinto™. i Abity ‘Aestas consecuencias de la critica de la necesidad han de aiiadi aque para Ia identidad de los seres humanos -y para las, expectativas rane enel hombre como objeto natural- tiene la critica de la noci6n de identiday E] problema se anticipaba ya en el mismo marco de la critica de la regularidad natural, como Berlin observaba a propésito de las sicones disposicionales en Locke"; ahora se plantea con mayor radicalidad a representaciGn parece implicar la dispersién de los objetos en “impresiones La identidad de los objetos materiales se convierte en un “acervo" que «, forma as{ y no de otra manera por razones también psicoldgicas, pero, mag concretamente, pragméticas y biolégicas, que tienen que ver con nuestras necesidades y con la facilidad para nuestro intercambio con el mundo exterior Con ello desaparece la substancia. Y de modo radical porque la critica de la identidad se exuende a la de los propios "yos" humanos*®. Con la critica de la identidad, Berlin cree que Hume acaba desde el seno del mismo lenguaje de la Ilustracién con otro mito que acercaba a esta raz6n a una visién metafisica: el efecto de su obra lag “fue desenmascarar los argumentos de aquéllos que ... buscaban un substrato ‘material por hipétesis inobservable bajo cada identidad fisica, o un yo simple, continuo, atemporal e inobservable debajo o dentro de la mente de cada persona. Hume mostré que buscar esto era no comprender lo que uno estaba buscando o buscar un imposible 1égico"®, Si en la critica humeana a Ja causacién caen los supuestos de la concepcién monista de la Hustracién, aqui lo que entra en quiebra es su “ Berlin, 62, 1979, 215-6; en Berlin, 28, 1947, 163, se califica esta “recuperacién’ de Ja inducci6n de “illicit. De todas formas hay que recordar la resistencia de! pensamiento europeo 4 aceptar las consecuencias de Ia erftica de Hume: asf, la opinién de Reichenbach citada por Popper, 1972, 28, nota 2. © Berlin, 62, 1979 pags. 109, n. 8 y 185, n. 1. “ Si bien, el Apéndice al “Treatise” (Hume, 1984-85, 884-8), hace pensar, cre Berlin, en una ambigtiedad: si la identidad la produce 1a memoria o bien ésta descubre que el "haz o coleccién' de impresiones lo son de una sola historia individual, En su recensiGn de "A History ‘of Westem Philosophy", Berlin critica a Russell por silenciar la teorizacién humeana de la ‘memoria: Berlin, 28, 1947, 163. Ms adelante puede verse la importancia que da Berlin a aquella ambigtiedad y a la propia memoria © Berlin, 62, 1979 255, cursivas mias, Individvo y ractonalided moderna 153 modelo de subjetividad. Si, en aquel caso, Berlin criticaba el escepticismo y Ia prolongacién psicologista de la regularidad (porque arranca de un falso mento de transmutar Ia induccién), en este caso, el problema de la division en Ia esfera vital sufre Hume, a juzgar por cuanto dice en la "Conclusién" el libro I del “Treatise”™, no debiera tener més altemativa que la critica de las exiguas nociones de identidad que propone Hume, Para Berlin, en lo que a los objetos materiales se refiere, el modelo humeano de identidad es excesivamente escueto “sin aplicacion, a no ser, quiz4, en mateméticas 0 en I6gica”®!: demasiado distante de la experiencia real, de aquella que tiene que vérselas con los objetos. Paralelamente, la identidad de los “yos” humanos se relaciona con esa densa experiencia, nada estilizada. Al lado de tal experiencia e identidad, las observaciones del “Apéndice” sobre la identidad individual, le parecen triviales: “fracas6 en dar cuenta de modo satisfactorio de qué es lo que, en un conjunto de impresiones e ideas, convierte esta especie de haz en lo que llamamos la historia de una sola persona y no de varias o de ninguna. {Cudl es el vinculo que unifica semejante haz?">?, El problema que resta tras la critica de la identidad por Hume es 1a insuficiencia de las estructuras conceptuales que quedan indemnes para establecer Ia identidad humana. El juego irénico de Berlin entre los términos “bundle” y “tie” (obsérvese, sin embargo, que suprime el término humeano “collection”), no se ditige a resucitar una autoconciencia racionalista -que ciitio6 en Locke y que entra en el rango de los imposibles légicos-, sino a amar la atencién de su insuficiencia cuando de lo que se trata es de la biografia de un individuo: porque parece “no tener en cuenta el hecho central de la autoconciencia, el "yo pienso” que ‘acompaiia todas nuestras representaciones, como seiiala Kant, lo que hace que mi experiencia sea mfa, especialmente en la accién y la volicién"®?, Si la identidad de un objeto ha de buscarse en la praxis -y en su consiguiente cortelato reflexivo-, la del individuo ha de responder a la complejidad de la accién y la voluntad. * Hume, 1984-5, 419, ss. * Berlin, 62, 1979, 218. ® Berlin, 62, 1979, 240-1; entrecomillado de Berlin. ® Berlin, 62, 1979, 243, cursiva mias. Juan Bosco Diaz-y, 4 Tmer 15 EL Maga, 6. HUME ¥ KANT La critica a la representacién ilustrada es una referenc andlss del racionaldad modem; osignifiativo de un autores gan contenido y perspectiva de esa critica. Un planteamiento critico econocige eld Pope. Para ln crisis humeana del rnipodeindvcn mas restauracién de la racionalidad™, porque acaba con una Rocién oe conocimiento que tiene a éste como proceso natural (de nuestra Psicologia nuestro estar en la naturaleza) y no problemético (se nos ofrece sin 2 alguna, pasivo y dependiente de instancias que le son exteriores: las "fuent de verdad” (sensorialidad y su elaboracién asociativa) y la jusificabilidad’s La vuelta a la racionalidad que anuncia Popper, una vez rota la Tepresentacién ingenua, es, sin embargo, muy caracteristica. El problema de Hume, para Popper, es el estricto de la induccién ta imposibilidad de concluir una proposicién relativa a casos inobservados de otra relativa a casos observados™- y el interés de ese problema es que obliga a restaurar la inteligibilidad dela regularidad natural, como objetivided, segin Ja pretensién de la ciencia galileana. La solucién que da Popper al problema ¢s fundamentalmente I6gica y conceptual aunque con elementos reflexivos Pragmiticos. Légica, porque, como Popper ya exponfa en 1934 y desarrollé en 1956°, la solucién se apoya en la asimetria entre verificabilidad y falsabilidad que se desprende de la relacién igualmente asimétrica entre enunciados universales y singulares: aquéllos no pueden ser deducidos de éstos pero sf contradichos por ellos. Légica, también, porque ese es el rango de la nocién de contenido l6gico y contenido informativo que permiten considerar el alcance de las teorfas®*. Conceptual, porque se niega a cualquier forma de evidencia o certeza intuitivas; el saber se articula en teorfas, enunciadas como hipétesis, seguidas de una baterfa de posibilidades empfricas que pueden falsarlas; con ello se renuncia a considerar las Proposiciones existenciales como pura intuicién® y también a la concepcién de las leyes cientificas como a prioris del conocimiento. La posibilidad de ia comin a 1982, a, 94, s Foppe 1962; gap I, § 12, a mefora del “cub Popper 1972, pag. 41 y Popper, 1985, c, 21-9. * Popper, 1985, a §7 y 1972, § 22. » Poppes, 1972; , $§ 1415. individ y rcionalided moder 155 jar una proposicién existencial supone los conceptos universales; las eyes centfias se entienden en el interior de teorfas formuladas ‘como creaciones libres de nuestras mentes, el resultado de una intuici6n casi poética, (con las que] interrogamos a ta naturaleza, como Kant nos ensetié y tratamos de obtener de ella respuestas negativas concemnientes a la verdad de nuestras teorfas"®, Este elemento conceptual remite de nuevo al componente Iégico, dado que las posibilidades creativas y modeladoras que encierra, desembocan en una noci6n objetivista de la verdad que Popper enuncia siguiendo a Tarski®!. Entiendo por componentes reflexivos ciertos conceptos basicos de la epistemologia de Popper: nociones como base empirica®, preferencia racional entre teorias 0 grados de contrastabilidad®, entre otras, suponen la consideracién reflexiva del medio de la investigacién, de su programa y objeto 0 del alcance de la teorfa; por elementos pragméticos me refiero simplemente a aquellos que, oponiéndose a formas claramente convencionalistas de entender las leyes y teorfas, se esfuerzan por considerar la practica de la investigacién y su inteligibilidad™, Acéptese o no la denominacién (éstos elementos podrfan tenerse sencillamente por reflexivos), éstos dos tltimos elementos remiten as{mismo a la l6gica, como evidencia la discusiGn sobre la analiticidad de las elecciones entre teorfas®, o la refutacin de la critica de Duhem de los experimentos cruciales™, Si es verdad cuando se acaba de decir, Popper resuelve el "problema de Hume” mediante una reconstruccién de la soluci6n kantiana del mismo (no en balde llama Popper a la demarcacién "problema de Kant"®’), a la que desdobla en una construccién conceptual y un control reflexivo de la misma, determinados ambos por recurso a la Iégica. El cardcter objetivo -y el tipo de objetividad- que Popper confiere a estos enunciados refuerzan el papel de la \6gica, tanto en la correspondencia al objeto como en la medida del consenso subjetivo. “ Popper, 1983, 238. Cursivas mias, “ Popper, 1982, a, 288-306, © Popper, 1972, 106. © Popper, 1972, cap. VI, sobre todo $f 31-32. Suppe, 1979, 1 © Popper, 1982, a, capitulo IL, §24. “ Popper, 1983, 147 5, © Popper, 1972, 34. Juan Bosco 156 Plamen Mito, La critica de la representaci6n se dirige fundamentalmente, fe restaura el alcance de la misma, reconociendo Ia actividad del Ima J aus dotesreflexivas pero estableciendo un rigido control légico a ie ™0 ia determinacién del objeto, control que se extiende a la actividad de pues de aquél se espera sea Ia base exclusiva sobre la que pueda com, cualquier afirmacién como objetiva. : Berlin cuenta también, entre las consecuencias de la critica humean; 4 a necesidad,el final de un conocimientoentregado a instancias que le ont exterires. Pero sefiala que lo central de Ia erftca de Hume es haber pues fin al nexo causal -en el sentido que precisé antes: “constant conjunction’ Sintométicamente, Popper no llega tan lejos y, sobre la reconstruccién que acabo de describir, afirma que "a la luz de una conjetura podemos .. decir es qué consiste el "nexo causal necesario™ pues "dada una conjetura .. y unas condiciones iniciales que nos permitan derivar predicciones podemos llamar causa (conjeturada) a las condiciones y efecto (conjeturado) al efects predicho"®. Esto es, sobre las condiciones Idgicas que antes he descrito, se mantiene la idea de ciencia galileana, la posibilidad de una representacién objetiva de la naturaleza. No es que Berlin descarte hablar de causas 0 de leyes naturales, sino que piensa que ese nexo es propio de la ciencia natural y de su marco metodol6gico. Un objetivismo como el de Popper ve en ia lgica -0 en algunas de sus funciones- un medio en el que compartir racionalmente la realidad, mientras que para Berlin serfa un elemento metodolégico de la objetividad de la ciencia. Porque para nuestro autor hay otros conocimientos, e.g., la historia, donde la idea de causacién o determinabilidad no encajan de Ja misma forma®. Los objetos de la ciencia difieren de los de estos otros conocimientos en el nivel categorial (las categorfas son més fijas), y en el del interés cognoscitivo (dirigido a formas concretas de predicci6n). Curiosamente, Berlin, en el mismo lugar que acabamos de citar, dice que Popper, en su "Sociedad Abierta" y en la "Miseria del Historicismo", "parece subestimar Ja diferencia entre los métodos de la ciencia natural y los que emplean Ia historia o el sentido comin"”, 1 sujet Pattirse © Popper, 1982, a, 92. © En Berlin, 54, 112, 1984, 49 n [* 12, 114 n, 7], donde alude a la impropiedad que Popper demuestra de la aplicacién de esta nociéa de causa a la historia; supongo que se refiere a Popper, 1984, a, §§ 27-28. 7 La referencia es 1a nota anterior. Individoo y racionalidad moderna 157 El campo que libera Hume es més amplio que el de los objetos de la jencia y que la perspectiva de la ciencia galileana. Su amplitud resulta de coven el supvesto metafisico de la ammonia y regularidad de ta naturaleza, Ia idea de natura rerum. Kant reconstruye el concepto de naturaleza trascen- dentalmente, como dmbito de generalidades regulares, que es -como Popper reconoce en diveros lugares- el que exigia una visién critica y racional de la fisica de Newton. El mismo Popper piensa que la nocién kantiana de natura- Jeza y leyes naturales es estrecha por haberse hecho a imagen y semejanza de ese enunciado hist6rico de la fisica. Pero ¢! mismo s6lo mueve el punto de mira para dar cabida a otros enunciados hist6ricos, no para considerar otras formas de concebir la ciencia lejos del objetivismo ni para considerar objetos del conocimiento que no entran en la perspectiva de la ciencia natural. Las ciencias sociales ¢ hist6ricas quedan, al menos parcialmente, fuera de ese marco porque no se pueden determinar las condiciones del objeto de modo equivalente al de la ciencia. Y sabemos, ademés, que Berlin considera otras formas de experiencia que desbordan a ambos campos. Pero hay algo més; el terreno liberado por Hume tiene otra referencia, Ia identidad permanente de objetos y "yos". En el problema de Ia identidad del yo me parece que también Berlin desborda Ia posicién de Popper. En ella, Ja identidad es ciertamente abierta’!, situada’”, como lo muestra su teoria del aprendizaje”, pero est4 mediada por la importancia de la légica, por un supuesto de que los seres racionales asentirén a cuanto pueda o llegue a presentarse en tales moldes, una idea de consenso en cuyo correlato la identidad humana es demasiado lineal”, La critica de Berlin a la representacién ilustrada y su reconstrucci6n del conocimiento a partir de Hume es diferente. En lo que se refiere a su recepcion de Kant, ésta no es logico-conceptual, sino conceptual y reflexiva. “Las cuestiones que (Kant) indag6 y los métodos que emples (sean validos 0 10), se dirigian a analizar nuestros conceptos y categorias més generalizados. Distingui6 los tipos de proposiciones que hacemos a la luz de las clases de evidencia que requieren y las relaciones entre los concepios que presuponen"”5, ™ Popper, 1986, cap. 3 y Addenda. ” Popper. 1985, a, § 37 y Popper, 1982, a, cap. 7. ” Popper, 1982, a, cap. 3 $$ 8 y 9. ™ Habermas califica esta posicién de Popper de ilustrada ingenus: Habermas, 1987, , 308 y ss. Bertin, 62, 1979, 24, I 158 nan Bosco Diaz-Urmenets Mut El interés del trabajo de Kant es haber separado 1a Preocupa : filosica de conocimiento dela deduccin y/o dela percepcién, pane in enclanlsis de aquello que damos por conocido y de as razones poy O° Io dames, Por ese camino diferenci6, primero as referencias empiieqsy M° que no lo ern ext despues el alcance categoria yanalizs las ennag 8 8 de validez en cada caso. Pero si actividad del conocimiento y categorgn® se toman en serio, se ega a desbordar el émbito de la ciencia, pues requieren objetos de los que tenemos, iertamente, conocimiento, yao convene el andlisis categoria. Pero para dar ese paso -como Kant lo hina Ia tercera critica y sus derivaciones- hay que recurir ala reflexiGn, pues °° pueden invocarse fuera del émbito de la ciencia ls condiciones de un ohn que no se dan sino en tal émbito: es necesario ir a una empiria reflexive Cuando tratamos objetos que simulténeamente son objetivos subjetivos, no podemos encerrarlos en moldes objetivistas. La accién plane, verdaderas aporfas causales una vez que ha perdido la exclusividad de Ig inteligibilidad natural y debe entenderse desde ella misma, Al carecer de una estricta selecciGn de relevancias, por ser interactiva, puede intentarse acudir a todas las tramas causales que la preceden. Pero esto es una falacia, pues seria “colocarnos fuera de las categorias que gufan nuestra experiencia empitica”’. El recurso adecuado es la empiria reflexiva. Con ella, desde luego, 1a representacién ilustrada se deshace, pero también una representacién que bbusque determinacién légica para establecerse asf fuera de las tensiones que recorren la relacién sujeto-objeto, Una representacién de este estilo seré un instrumento de trabajo racional en el proceso y lenguaje de investigacién de un dominio del conocimiento, pero no una determinacién excluyente de lo que puede ser tenido por real. Este es el alcance de la critica de Berlin a la representacién. El problema se agudiza al llegar a la identidad. Kant, como se dijo més arriba, Ia restaur6, pero, a juicio de Berlin, vinculéndola a una densa experiencia y a lo que hacen mfas mi accién y volicién. Es un reconocimiento de Ja autonomfa y una advertencia: comprendernos s6lo desde las tramas naturales es “a miserable subterfuge"”. Pero si se quiere inscribir la nueva identidad en un molde racional, saltan chispas en la recepcién kantiana de Berlin, Porque éste piensa que el potencial reflexivo de la propuesta kantiana va més all4 que la forma racional en la que trata de incluirla. A los ojos de ™ Berlin, $4, 112, 1984, 71-72 n, [* 12, 138 nota 10]. Compérese con Ia “causalidad adecuada’ en Weber 1982. "Berlin, 112, Intr., xiv [* 39, 14]. tndividuo y raconalided moderna 19 perlin, el alcance del discurso auténomo de la Tustracién (al que a fin de cuentas animé el propio Kant), unido al pliegue de la reflexion desborda ciertos imperativos que proceden de la racionalidad kantiana. Es algo que ya hemos visto al hablar en el capitulo tercero de la imposibilidad de una discriminaci6n racional de fines y sobre lo que volveremos, Ahora s6lo me interesa traerlo a colacién para subrayar que no es posible, segin Berlin, aceptar el dictamen de un yo racional sin que la reflexién tenga clara y previa nocién del alcance de las preferencias, si no del yo empitico, sf de sus componentes reflexivamente esclarecibles’® y que el establecimiento de la racionalidad de la norma no puede legitimarse remitiéndola a una instancia racional ideal independiente de los fines individuales, sino que hay que recurrir a la capacidad de juicio”®. La recepcién de Kant por Berlin muestra que el polo subjetivo de la representacién también se rompe. Berlin sabe que es una cuestiOn més arriesgada que la anterior, tan arriesgada como la voluntad puede serlo; Berlin reconoce que Kant, "con su filosoffa moral alz6 Ja tapa de una caja de Pandora que liberé tendencias que él, antes que nadie, con total honradez y consecuencia, debia desaprobar y condenar"®®, pero acepta este reto derivado de la autorreflexién ilustrada. 7. HUME Y EL IRRACIONALISMO ALEMAN Si en Berlin hay una dialéctica de la Tlustracién -y asf podrfa lamarse esta relacién entre el pensamiento moderno y sus supuestos, la autorreflexién de un pensamiento que se va descubriendo auténomo-, ésta podria describirse como Ia tensa relacién de un discurso liberador y secular con la identidad humana que él mismo favorece, identidad desde la que los hombres impugnan tal discurso. De ahf surge su critica radical a la representacién. El resultado de esta dialéctica no es una reconstruccién, desde la nueva conciencia de autonomfa de Ja accién y del cardcter irremisiblemente incompleto del conocimiento, de 1a forma ilustrada -como parece serlo en Popper-; tampoco es una deconstruccién de esa misma forma desde un sujeto que al advertir que es naturaleza y que su relacién con el objeto es multiple e hist6rica, niega la positividad y totalidad de ambas dimensiones para hacer valer los titulos del sujeto y el objeto -como ocurre en Adorno-; tampoco ™ Berlin, 71, 112, 1984, cap. III del articulo némero 71. ® Cap. $ del trabajo citado en la nota anterior. ® Berlin, 143, 199, 1990, 216. Juan Bosco Diaz-Urmeneta M luRoy 160 esta daléctica en la fjaci6n de algin momento surgi a progresivo de tal identidad para, desde él, definir la yesqe™ © nie restablecer los ideales ilustrados -como Ber}; saree del om pltado de la dialética de Betlin serie cmt W cubjetividad ¢ individualidad en Ja sociedad y en la historia, lo que lle a un despliegue de identidades, significados y fines autonomos maitipie, y plurales pero que pueden reconocerse mediante la reflexién de na rica autoconciencia. Por eso, antes de terminar este capitulo, voy a referirme a dos Iineas de pensamiento que critican la representacién de modo més radical que e| kantiano y la recomponen mediante la reflexi6n. La primera es el irracionalismo alemén y su recepcién de la critica humeana de los supuestos ilustrados. Es una reveladora alternativa a Kant y presenta un individualismo radical frente a naturalismo y racionalismo; ofrece ademés un entendimiento reflexivo del individuo y un rechazo de la sociedad ideal, del cosmopolitismo. Berlin, en 1977, describe esta recepcién de Hume. No dice que ésta sea la influencia decisiva en los iracionalistas alemanes, sino que el entusiasmo de éstos por la obra de Hume es un hecho hist6rico probado que, aunque quiz4 insignificante para los estudiosos del escocés, permite establecer Ja importancia que tuvo su critica a la Ilustraci6n para éstos que resultaron ser inspiradores del romanticismo. Hume significa, sobre todo para Hamann y Jacobi, una liberacién de Ja miediaci6n cientifico-natural y racionalista, que a ellos se les antojaba una imposici6n ficticia. Esta opinién no es sin mAs atribuible a un pensamiento reaccionario: la impronta religiosa de estos pensadores es de inspiracién pietista y se traduce, por tanto, en una experiencia radical de individualidad*'. Desde ella, el racionalismo y materialismo cientifista -y también el deismo- les parecian simplificaciones que, mediante la abs- tracci6n, renunciaban a la complejidad de tal experiencia. En la obra de Hume, en la negacién de las conexiones necesarias en la naturaleza, ven, Meinecke, 1983; Schniidelbach, 1980, Tal vez interesara comparar el alcance que Berlin atribuye al fidefsmo nominalista de Hamann con el anélisis weberiano de la ética Protestante. Brevemente diré que su recepcién del escepticismo humeano desde una mentalidad Preocupada por la accién de los hombres es semilla de secularizaciGn de ésta, secularizacién que advierte una nueva autonomia de la accién y un sentido inmanente a la misma separado de la ‘omprensién natural. Este proceso lo concluird Berlin en sus trabajos sobre Vico. Sélo destaco ahora la importancia de este trabajo de Berlin para una secularizacién de la accién que prescinde de referencias exteriores, naturales o racionales. individuo y recionalidad moderna i una ruptura del racionalismo y, en la separaci6n entre las conexiones foeicas y las del mundo real, una negacin del materialismo empirista que devuelve el esplendor a los objetos y la creatividad a la subjetividad, Pero, en su lectura de Hume, estos pensadores van més lejos: reciben con entusiasmo cuanto pueda cuestionar “la nocién {kantiana] de categorias jnalterables de la experiencia tanto como cualquier forma de dualismo"®2, En ja primera ven un trasunto del racionalismo, en la segunda, un discerni-miento previo -que Berlin califica de platénico®. entre tipos de experiencia. Para estos pensadores las cosas ocurrfan de muy distinta manera: las capacidades cognoscitivas de los seres humanos no eran ante todo analiticas Jos tractos de accién no podfan diseccionarse; lo decisivo era una ‘confrontacién directa y global con la realidad. Y esto también lo encontraban en Hume, en su recurso a la creencia (belief), una vez consumada su critica de las ideas de regularidad y causa™: la conexién entre sentimiento y mente, era més convincente para la vida cotidiana que el andlisis de la "apprehensio"; la cercania de la creencia al instinto y a la emocionalidad que comportaba un elemento de certeza especifico ~distinto del sentimiento que acompafia a la ensofiacién-, todo ello se vefa, no con la intencién naturalista de quien intentaba convertir la reflexién filos6fica en una ciencia del hombre, sino como la experiencia inmediata, irreductible al andlisis 16gico, por la que se capta la identidad personal, el sentido de la accién, de Ia libertad, del nexo con el mundo exterior. Por muy lejos que esté la creencia humeana de la Wesenheitsgefiihl de Jacobi y de la Glaube de Hamann, ambos quieren subrayar, recurriendo a aquélla, que la experiencia individualizada es algo directo, previo a cualquier racionalizacién y tiene una complejidad que desborda el andlisis. Sin las exageraciones y sin el apasionado antirracionalismo de estos autores, ésta es la experiencia bésica, segdn Berlin, que hay que recuperar para restaurar las posibilidades de la subjetividad y, en consecuencia, una rica reflexién. No es algo religioso, sino un reconocimiento del propio yo y de su mundo en confrontacién directa con el objeto, antes de la mediacién de una representaci6n no reflexiva. Su expresiGn acaso recurra a la ironia, como la observacién que Austin confié a Berlin en un aparte de las acaloradas discu- siones de los j6venes fildsofos de Oxford: © Berlin, 154, 166, 1991, 186, (*53, 258} © Para una eritica de la eternidad de las categorias de Kant desde otro punto de vista, Horkebeimer, 1966, 175. ™ Hume, 1984-5, 206-7 (SB,629); 315-6 (SB.183); 880-1 (SB,624). Juan Bosco . Pier Umer Muto, “Todos hablan de determinismo y dicen creer en él. Nunca en mi y encontrado con un determinista, quiero decir, con un hore? ™ he realmente en eso, como td y yo creemos en que los hombres go, ina, cre war"®. “say Una condicién para este econocimiento del yo, desu mundo y de comparte con otros, es que no es posible una epistemologia a prignss! ; ravionalidad se cerita a posterior el andlisis sigue al descubrimienta« | consistencia y la taxonomfa, a las pequefias y numerosas experiencias que . registran en las formas de expresiGn y comunicacién de cada dia. Bs ése terreno sobre el que puede trabajar la critica, Lo que estos pensadores ven en la fe es un miicleo sintetizado, ‘cognoscitivo, practico y vital que asegura este contacto directo con la realidad y lo reproduce desde su condicién de vinculo con ella: una suerte de sentido de la realidad. Este les mantiene en un espacio en el que hay mucho de indeterminado, en donde pueden advertir la fuerza de lo que resiste al andlisis, enel que se unen lo ponderable y lo imponderable. Sus exageraciones imracio. nalistas resultan pueriles pues, sin recurso a la razén, ese campo mismo seria indiscernible, pero indican una valiosa resistencia a absolutizar y exclusivizar Jas cuidadas construcciones racionales que, por uno u otro tipo de recurso a la representacién, ocultan o ignoran aquel espacio. Desde éste, Ia reflexién, que ha de contar necesariamente con el ejercicio de la racionalidad, puede advertir que éste crece desde tal fondo vital en el que, en términos de Jacobi, una vivencia integrada de la individualidad, como es para ellos la fe, se convierte en sentimiento (Gefiihl) y revelaci6n (Gessinungen) de la existencia. Fondo que Berlin advierte en aquella identidad subjetiva que se relaciona con Ja accién y la voluntad como decfamos antes. Al poner como cuestién central el afrontamiento directo con la realidad desde tal fondo vital, la lectura de Hume es un acicate para el individuo y lo individualizado. Toda subsuncién recorta lo individual disolviéndolo en una generalidad: eso es verdad para la naturaleza, para la identidad y los fines individuales, para las sociedades. Y ello no desde un supuesto individuum incognoscibile, sino por una hermeneusis que toma a todo ente como signo. Lo que interesa a Berlin, porque entra plenamente en la autonomfa del discurso, es la visi6n que Hamann tiene del individuo y del lenguaje. Al hacer coincidir pensamiento y lenguaje, la comprensién del individuo se invierte: no 'S Berlin, 133, 167, 1982, 115, [*47, 228] cursivas de Berlin. ™ Berlin, 154, 166, 1991, 172-73, [*53, 244]. pepraden yeaiosalntad modern 163 cq te enviende nel marco de la subsuncidn, ni en el discernimiento previo de Se enqertencias en esteras diferentes, sino desde su propia expresidn, tinicu, caus woetigie”™. Con estes pensadores, y teniendo en cuenta cuanto se dijo sees ste [a reflec, el papel de gsta se invierte respecto a la propuesta de Frame fa reffexidn nafs que uni dos mundos va establecidos a prior, llega a ger fy Bast desde la que es posible Ia comprensién y la autocomprensién a waves de las categorias que pueden establecerse en el lenguaje y se desde el mismo. Esto significa un vuelco en la forma de entender Ia mediacién: ésta ceri antes que forma racional o determinacién natural, experiencia inividualizads, Esto devuelve al objeto su capacidad para sorprender y al afeto el riesgo de crear y el esfuerzo de comprender abductivamente: el ccaccimiento estaré asentado sobre el supuesto de la pluralidad: las nuevas formas. tal vez sorprendentes, se entenderin desde la también nueva experiencia de ser subjetividad: la experiencia habré de entenderse situada en conformada desde la vida de una sociedad y cultura concretas y su lenguaje tist6rico, aunque con capacidad -dada Ia creatividad de los individuos- para cambiar hist6ricamente todo ello. & REFLEXION Y LIBERTAD EN MONTESQUIEU Esta Iinea de pensamiento quiebra la expectativa de la sociedad ideal. Pero también la rompe, desde otra perspectiva, un pensador ilustrado, Momtesquieu. El ensayo sobre éste, escrito en los afios cincuenta, antecede, indicativamente, en los “Collected Writings" de Berlin, al dedicado a los extrafos herederos de Hume. En ese trabajo hay andloga preocupacién por lo individual, la forma de empiria que puede comprenderlo y la voluntad de reconocerle un ambito de libertad, pero le afiade, ademés, una referencia a lo incondicionado. Las distintas formas en que se ha ido desplegando el individuo y han roto los moldes monistas, no deben olvidar el respeto a su racionalidad, que no se limita a ajustar medios a fines, ni a protegerse bajo el tribunal de ta raz6n, sino que se ejercita en la capacidad individual de Para Berlin la intenci6n de la indagacién de Montesquieu es ilustrada, Quiere establecer las leyes de las sociedades humanas y espera encontrar a su través una ciencia del hombre. No hay diferencia especial, ni en lo que espera * Wetin, 62, 1979, 273-4, d 164 tan BOs0 Dia-Urmene, — un saber sobre los hombres- ni en el medio en que es gene eee com las expectativas heredadas de los eae © eon anterior, Pero son diferentes las relevancia y el interés copnasciny tho Porque no son s6lo significative los sistemas jurdicas y n tos tpicns de Tas épocas doradas de la racionalidad. Pese a han™® 30 génesis de los sistemas legales, lo que busca es de ig “el marco institucional dentro del cual vivensociedades humanas epee no s6lo sus sistemas de derecho, sino las pautas y leyes de desarrolio, A comportamiento politico, religioso, moral, estético"®®, le sy En esta vasta y densa realidad no espera halla la transparencia de racionalidad o Ta regularidad natural, 1a norma ideal 0 las regularidag psicoldgicas, sino los modos en que las relaciones entre gobernantes y gobernados logran formas estables. Hay, asi, una diferencia conceptual entre Montesquieu y la llustracién, Las sociedades ni son productos aleatorios ni construcciones racionales: en ellas intervienen numerosos elementos y factores -s6lo determinables hasta cierto punto- y son resultado de un lento proceso similar al crecimiento biol6gico. Establece la importancia de los factores materiales, sobre todo e] clima, pero advierte que en el proceso de consolidacién de la sociedad, las influencias provenientes de la accién humana, las ideas y los factores espirituales, se hacen cada vez mAs importantes. Subraya Berlin, que Montesquieu no cae en la tentaci6n de una teorfa de la sociedad basada en una estructura propia del "ser humano”, al estilo de Ja antropologia de Kant. No hay teorfa "antropolégica” de la sociedad porque, segiin Berlin, para Montesquieu, la idea abstracta de hombre no es tan potente como para apoyarse en ella. Y no lo es porque si la sociedad se forma en las continuas y minuciosas relaciones que los hombres mantienen con el medio, con los demés, con las instituciones que crean y los pensamientos con que las definen, desarrollandose tal proceso en torno a problemas especificos de tal medio, la misma formacién de los hombres, la posibilidad de llegar a ser auténomos y racionales, es inseparable de ese medio y esa sociedad. Si Hamann identifica pensamiento y lenguaje, Montesquieu acerca el proceder humano a la sociedad: sin Iegar a dudar de la nocién de naturaleza humana, ésta le resulta demasiado vacia: % Berlin, 58, 166, 1991, 134, (*18, 203]. vido y eonaidad moderna 165 I sos hombres tienen en comin muchas propiedades mentales ... pero sus diferencias son més importantes, pues s6lo en términos de ellas pueden cexplicarse las diferencias de instituciones y perspectivas"®, Esclarecidas pues las diferencias respecto al pensamiento y las ranzas ilustradas, ha de verse ahora cémo es posible organizar una ciencia sobre tal objeto. Berlin se fija sobre todo en la peculiar nocién de empiria: no hay observacion sistema, sino una atencién a lo significativo; no hay jncardinacién de la relevancia en una generalidad previa, sino un esfuerzo por contextualizarla; a partir de ello se enuncian hip6tesis tentativas, que de nuevo se enfrentan a hechos, no con dnimo de verificacién, sino de mutua conformacién; esto, al fin, se conffa, para su solucién a la razén, que Montesquieu entiende, segiin Berlin, como capacidad de juicio -"su mejor °°. muy atenta, en su posicién de categorias, a las exigencias de ‘quel objeto -"a la manera en que el asunto mismo parece solicitarlo"!-, Berlin admite plenamente que este razonamiento tipolégico es mAs cercano a Aristételes que al pensamiento modemno y que no est4 exento de intenciones metafisicas. Pero en este modo de idear la racionalidad interior de Ja forma de la sociedad a partir de fines diferentes y encontrados, de medios naturales distintos y concepciones culturales que adecian unos y otros, la venerable doctrina de las clases naturales logra objetivos insospechados: abrir el abanico de las soluciones y necesidades humanas, alejando la nocién de necesidad del dato natural y Ia de las formas de consenso y convivencia del resultado de la pura racionalidad; debilita ademés el supuesto de una unidad racional de objetivos, metas y fines. Cierto que Montesquieu concreta la estructura social en una dynamis acentuando el temple metafisico del método empleado, pero el concepto se dirige sobre todo a fijar aquel eje en el que coincidan los especificos problemas de relacién con el entomo y sus peculiares soluciones, los fines especificamente contrapuestos de los hombres y las peculiares formas de consenso, los problemas de relaciGn hacia el exterior y los equilibrios correspondientes. Esta "fuerza interna” caracteristica de cada sociedad, como el fin inmanente del concepto tipol6gico, identifica su forma de vida con un equilibrio y no con una encamacién de la raz6n ni con una regularidad natural. ™ Bertin, $8, 166, 1991, 139, {°18, 209]. ® “their own best judgement” Berlin, 58, 166, 1991, 138, [*18, 208). "im the manner which the subject-matter itself seems to call for” ibid. Juan 166 Bosco Disz-Urmeneig Metop ue Berlin infiee de todo ello ¢s, primero, que ya n hablar: ie ceamopolitismo. No hay sociedad ideal. No hay ee act Pe ques generan por distntas sociedades en distin staciones yey en desarollos expcticns. En segundo lugar, desde esa’ emping Set conceptualmente y teflida de viejas ideas, la teorizacién de Ja soci bil esclareciminto dela prctcas sociales reposanenlaposbilidad cea? © reflerivamentea problemas y fines asta su deteminacén empiea s conviecién de que unos y otros son impredictibles. Lo primero Io oe Berlin_de un modo bastante parecido a aqul tereno de experineia ere que sefialaba en los irracionalistas de la Prusia Oriental: : a “La racionalidad no era, para (Montesquieu), s6lo el conocimiento adaptar los medios a los fines, o un adecuado dominio de la causacign histérica sino que es la comprensién de todo el campo del juego ente In naturaleza y los hombres; en la comprensién de qué deseos y actividades sox autodestructives y suicidas y cudles no lo son; en comprender la vasia variedad de los fines perseguidos por los hombres en una amplia variedad de condiciones; més atin, en descubrir cémo, si estos fines chocan entre si, odrian a veces ser reconciliados; o si no totalmente reconciliados cémo seria posible o no, lograr un acuerdo entre ellos", de c6mo En cuanto a la impredictibilidad de fines no slo es un rechazo de las ingenuas esperanzas racionalistas en su discernimiento a priori, sino una reserva frente a algo que descubrird Berlin en De Maistre: el temor ante los afanes individuales y su sometimiento implacable que estd en las raices de los autoritarismos modemos. Le parece que Ia insistencia de Montesquieu en asegurar cambios lentos, desarrollos no lineales, crecimientos semejantes al natural previene contra los peligros de la frialdad de la raz6n ingenua y de la sinraz6n atemorizada®. En tercer lugar, las causas del crecimiento o de la destruccién de una sociedad distan de ser andlogas a las naturales: las causas generales de Montesquieu son sobre todo cuadros en los que las probabilidades aumentan 0 disminuyen y que se establecen o se rompen por la accién de los miitiples elementos que venimos citando, cuadros que tienen que ver, en su mantenimiento 0 disolucién, con la accién de los hombres. De todo ello surgen dos consecuencias: la primera, sefiala los limites te6ricos y practicos de la representacién ilustrada en lo que concierne a los a ® Berlin, 58, 166, 1991, 144, (*18, 214). ” Berlin, 200, 199, epfgrafe VILL. 167 \s de las ciencias humanas y la comprensién de lo individual, En el caso de os irracionalistas, se buscaba el espacio libre de la confrontacién directa, en éste se sugieren multiples caminos de la empiria reflexiva. La segunda consecuencia es la distancia entre la sociologia de la ley en la llustracién

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