You are on page 1of 130

Híades 9

Revista de Historia de la Enfermería

Historia de la Cultura Escrita


Escritura y lectura entre los enfermeros españoles
(siglos XV-XVIII). Un proyecto de investigación

175Aniversariodel nacimiento
del Dr. FedericoRubioyGalí.
Fundador delaprimera
EscueladeEnfermeríaenEspaña

A lcaládeGuadaíra
http://www.portalhiades.com
Híades
Revista de Historia de la Enfermería

EDITA
Qalat Chábir, A. C.
Alcalá de Guadaíra
Híades
Revista de Historia de la Enfermería
2.ª ETAPA

Año IX - Número 9 - Junio de 2004

Directores
Manuel Jesús García Martínez
Antonio Claret García Martínez

CONSEJO DE REDACCIÓN CONSEJO ASESOR

Francisco de Llanos Peña José Sánchez Herrero


José Siles González Mercedes Borrero Fernández
Francisco Herrera Rodríguez José Luis Álvarez Gómez
Francisca J. Hernández Martín Mercedes Lomas Campos
Amparo Nogales Espert Elena E. Rodríguez Díaz
Almudena Delgado Marchante Manuel Amezcua Martínez
Francisco Ventosa Esquinaldo
Cecilio Eseverri Chaverri
Carmen Salado Coutiño
Concepción Fernández Mérida
Carmen Chamizo Vega

SECRETARÍA Y ADMINISTRACIÓN
María Isabel García Martínez

INFORMACIÓN Y PEDIDOS
Híades. Revista de Historia de la Enfermería
C/ Bailén, 88
41500 - Alcalá de Guadaíra (Sevilla).
Tlfno.: 627 886 199
E-Mail: hiades@arrakis.es
WEB: http://www.portalhiades.com

Híades. Revista de Historia de la Enfermería no comparte necesariamente las opi-


niones expresadas en los diferentes trabajos, siendo la responsabilidad de los mis-
mos exclusiva de sus autores.
3

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, es un proyecto de investigación que tiene


como finalidad la conservación de la memoria histórica de la Enfermería Española, a tra-
vés de la recuperación de su patrimonio documental y bibliográfico (localización, estudio
y edición de las fuentes escritas), la difusión de la investigación de la historia de la Enfer-
mería y la creación de un espacio de reflexión que permita el conocimiento de las aporta-
ciones que los profesionales de la Enfermería han realizado a lo largo de los siglos para
la mejora de la salud y calidad de vida de los ciudadanos.

PROGRAMA ICONOGRÁFICO

PORTADA:
• Sello conmemorativo del 175 aniversario del nacimiento del Dr. D.Federico
Rubio y Galí, fundador de la primera Escuela de Enfermería de España.
• Escena de escritura del siglo XVII que representa la redacción de una carta
en un patio de vecinos (mural pintado en el Hotel Carlos V de Toledo).

PORTADILLAS:
• Durero.Estudios de perspectiva. 8 x 22 cm. Graphische Sammlung Albertina,
Viena.
• Durero: El astrónomo (1500). British Museum, Londres.
• Durero.S. Jerómimo (1492). 190 x 133 mm. Kupferstichkabinett, Öffentliche
Kunstsammlung, Basilea.
• Durero.La revelación de San Juan (1497-98). 398 x 289 mm. Staatliche Kunsthalle,
Karlsruhe.
• Durero.La Última Cena (1510). 39 x 28 cm. Graphische Sammlung Albertina, Viena.
• Durero.Revelación de Santa Birgitte (1500). British Museum, Londres.
• Durero.El baño de los hombres (c. 1497). British Museum, Londres.
• Durero.El Nacimiento de la Virgen María (1503). Staatliche Graphische Sammlung,
Munich.
• Durero:El maestro de escuela (1510). British Museum, Londres.

© Qalat Chábir, A.C.


© Los autores.
ISSN:1134-5160
Dep. Legal: SE-1542-94
Impreso en España - Printed in Spain
Imprime: Tecnographics S. L.
Polígono Industrial Calonge
C/ A. Parcela 12, Nave 2.
41007 - Sevilla.
4

ÍNDICE

• Editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . 11

METODOLOGÍA, EPISTEMOLOGÍA E INVESTIGACIÓN EN HISTORIA DE LA ENFERMERÍA


• ¿Es esto, mist Florence? Anotaciones al margen en “Notas sobre enfermería”,
José Manuel de los Santos Alfonso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

HISTORIA DE LA ENFERMERÍA Y NUEVAS TECNOLOGÍAS


• Del CD-ROM a Internet. Los nuevos soportes para la investigación histórica,
Antonio Claret García Martínez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43

FICHAS BIBLIOGRÁFICAS PARA LA HISTORIA DE LA ENFERMERÍA


• Ficha n.º 15.“Preceptos higiénicos que debe observar la mujer durante el
embarazo, parto y puerperio. Manual de la comadre y del estudiante en
Medicina” (1900), Manuel Jesús García Martínez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
• Ficha n.º 16.“Manual de partos ó maniobra de los partos preternaturales,
reducida a su mayor sencillez, precedida del mecanismo del parto natural”
(1829), José Eugenio Guerra González . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
• Ficha n.º 17. “Instrucción del Practicante ó Resúmen de conocimientos útiles
para la buena asistencia inmediata de los enfermos; y compendio de las
operaciones de cirugía menor, arte del dentista y del callista” (1870),
Manuel Jesús García Martínez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
• Ficha n.º 18. “Curso Teórico de la Dama Enfermera” (1920),
Antonio Galindo Casero et alii . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
• Ficha n.º 19. “Carrera de Practicante” (1916), Raúl Expósito González . . . . . . 97

ANTROPOLOGÍA HISTÓRICA DE LOS CUIDADOS E HISTORIA DE LA ENFERMERÍA


• Vida y muerte en los hospitales castellanos (siglos XVI-XVII): la ayuda a bien
morir, una función de los enfermeros Obregones, Manuel J. García Martínez . . 109
• Fuentes documentales y etnográficas para la historia de los hospitales,
Juan Salvador López Galán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155
• Desarrollo histórico del turismo de salud, Manuel López Morales. . . . . . . . . . . . 189

INFORME
“ENFERMERÍA Y ALIMENTACIÓN. PERSPECTIVA HISTÓRICA”
• El aceite y otros productos del olivo en la Grecia y Roma antiguas (parte I).
Usos en los cuidados y la higiene del cuerpo, Francisco Javier Barbancho
Cisneros et alii . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219
• El aceite y otros productos del olivo en la Grecia y Roma antiguas (parte II).
Usos alimenticios, Francisco Javier Barbancho Cisneros et alii . . . . . . . . . . . . . . 233

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


5 ÍNDICE 5

• El aceite y otros productos del olivo en la Grecia y Roma antiguas (parte III).
Usos dietéticos y terapéuticos, Francisco Javier Barbancho Cisneros et alii . . . . . 251
• Historia de la alimentación. Algunas consideraciones desde la Historia
de la Enfermería, María Luz Fernández Fernández y José Luis Callejo Arenal . . 263
• Un paseo histórico por la lactancia materna, Rosario Gil Sacaluga . . . . . . . . . . . 293

MISCELÁNEA DE ESTUDIOS
• Los baños árabes y la salud pública en el Islam, Daniel Lerma García y
Marcelina Arrazola Saniger . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 307
• Cuidados hospitalarios en la ciudad de Burgos (1085-1645), María Soledad
Saiz Puente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 327
• Enfermería vallisoletana. Siglo XVI, antes y después. Hospital “Río Hortega”.
Valladolid, Cecilio Eseverri Chaverri . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 345
• Una botica sevillana del primer tercio del siglo XVI, Silvia M.ª Pérez González . 353
• Cuidados enfermeros en el Badajoz del XVII, Miguel Pérez Luna y
Francisco Martínez Bruque . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 371
• Una contribución española a la Enfermería y Pedagogía en la América hispana
del siglo XVII: el canario Pedro de Betancur, María Garbayo Sandino y Manuel
Ferraz Lorenzo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 379
• Análisis de la Enfermería en España desde finales del siglo XIX hasta su
integración en la Universidad, Josefa Parrilla Saldaña y Concepción García
González . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 407
• Evolución histórica de los cuidados desde el siglo XIX hasta nuestros días,
Diego J. Feria Lorenzo et alii. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 425
• E.U.E. Virgen del Rocío. Adaptación y cambio a las demandas sociales y de
formación: tres décadas de historia y una de proyectos, Amalia Pérez Morales . 453
• La Enfermería en la Filatelia, Salvador Luna Gálvez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 465
• Sobre la definición de “Enfermería” en el Diccionario de la Real Academia
Española, Esperanza Cachón Rodríguez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 501

HISTORIA ABIERTA
Libros llegados a la Redacción:
• Directorio de Enfermeros. Antonio C. García y Manuel J. García (2001). . . . . 515
• Juan de Dios el de Granada. Cecilio Eseverri (2001) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 517
• Medicina y Cultura. E. Perdiguero y J. M.ª Comelles (eds.) (2000) . . . . . . . . . 519
• Actas del IV Congreso Nacional de Historia de la Enfermería.
Manuel J. García y Antonio C. García (coords.) (2001) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 520
• Conmemoración de los XX años de la Enfermería Universitaria.
Francisco Herrera y Francisco J. Gala (coords.) (1998) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 522
• El Hospital General de Madrid en el siglo XVIII. J. M. Núñez (1999) . . . . . . . 523
• Historia de una iniciativa humanitaria de la Cruz Roja
Española (1918-1997). Josep Carles Clemente (1999) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 524
• Religión y Cultura. Salvador Rodríguez Becerra (coord.) (1999) . . . . . . . . . . . 526
• Textos sobre un cuidador. Alejandro Buendía et alii (2001) . . . . . . . . . . . . . . . 527
• Historia de la Enfermería Militar Española. Jerónimo González (2003) . . . . . 529

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


6 ÍNDICE

• El Excmo. Colegio Oficial de Médicos de la Provincia de Cádiz en el


siglo XX. Juan R. Cabrera y Francisco Herrera (dirs.) (2001) . . . . . . . . . . . . . . 531
• Memoria histórica de la E. U. de Enfermería de Plasencia. Francisco Tirado y
Luis M. Hernández (coords.) (2000) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 532
• La Enfermería Sevillana. El Colegio y su Historia (1961/1990). Carmelo
Gallardo y Vicente Villa (2002) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 533
• Formación enfermera y mercado de trabajo. Asociación Española de
Enfermería Docente (ed.) (2002) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 534
• La Enfermería en la Almería de los siglos XVIII y XIX. Alejandro Buendía e
Inmaculada García (2003). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 536
• Manual de Sugerencias sobre Internet dirigido a Enfermería. Sociedad
Española de Enfermería Informática e Internet (2002) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 538
• Código Enfermero Español. Siglo XX. Carlos C. Álvarez (2002) . . . . . . . . . . . 539

Noticias sobre Historia de la Enfermería:


• Presentado elHimno de la Enfermería Española (2002). . . . . . . . . . . . . . . . . . 541
• Biblioteca de Clásicos de la Enfermería Española (2001) . . . . . . . . . . . . . . . . 547
• II Jornadas Internacionales de Cultura de los Cuidados (Alicante, 2002) . . . 548
• Inauguración del Museo Municipal de Herrera sobre Medicina Antigua y
el Arte de Curar (2002) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 549
• Emisión de un sello de correos representativo de la Enfermería española . . . . 552
• Conclusiones delV Congreso Nacional de Historia de la Enfermería
(Sevilla, 2001) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 554
• Canonización de Pedro J. de Betancur (2002) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 556
• Hallada el Acta fundacional del primitivo Colegio de Sangradores y
Practicantes de Sevilla (2002) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 558
• Fallecimiento de D.ª María Abaurrea S( alus Infirmorum. Cádiz, 2002) . . . . . . 559
• CD-ROM sobre Historia de la Enfermería Española (Colegio Oficial de
Enfermería de Cádiz, 2000) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 560
• Presentación de laAsociación Nacional de Investigadores de la Historia
de la Enfermería (Alcalá de Henares, 2003) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 562
• Celebrado elVI Congreso Nacional y I Internacional de Historia de la
Enfermería (Alcalá de Henares, 2003) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 564
• Presentación de laFundación María Teresa Miralles Sangro (Alcalá de
Henares, 2003) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 567
• II Reunión sobre Enfermería Basada en la Evidencia y I Conferencia Ibero-
americana de Editores de Revistas de Enfermería y Afines (Granada, 2003). . 568
• Celebración del VII Congreso Nacional y II Congreso Internacional de
Historia de la Enfermería (Granada, 2004) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 571

HOMENAJE A LAS VICTIMAS DEL 11-M


• La Número 186, Cecilio Eseverri Chaverri. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 575

LAS MATRONAS EN SU HISTORIA


• Las funciones asistencial y docente de la partera en los siglos XVI y XVII. Su

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ÍNDICE 7

reflejo en el tratado “Libro del parto humano”, Manuel J. García Martínez y


Antonio C. García Martínez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 581
• Mujer y Asociacionismo profesional. El Colegio de Matronas de Sevilla y su labor
en la defensa del colectivo durante el primer tercio del siglo XX,
Manuel Jesús García Martínez y Antonio Claret García Martínez. . . . . . . . . . . . . 607
• Unidad Docente de Matrona. Perspectivas de futuro, Carmen Navarro Jiménez,
Rosa-Blanca Avellaned y M.ª Dolores Espina Gutiérrez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 625

HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA.


ESCRITURA Y LECTURA EN LOS ENFERMEROS ESPAÑOLES (SS. XV-XVIII).
UN PROYECTO DE INVESTIGACIÓN
• Presentación del Proyecto de Historia de la Cultura Escrita,
Antonio Claret García Martínez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 643
• La Enfermería franciscana en el siglo XVIII: Recetario Medicinal Espagírico
(1713), de Diego Bercebal. Estudio y edición, Antonio Claret García Martínez . 655

Colaboran en Híades 9 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 775


Normas para la publicación en Híades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 778
Suscripciones, pedidos e intercambios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 781

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


Editorial

Desde la aparición del último número de Híades. Revista de Historia de la


Enfermería han sido diversos los acontecimientos que han acaecido en torno a la
Historia de la profesión enfermera: congresos, publicaciones, celebraciones de
centenarios y un largo etcétera. Híades, fiel a la cita con sus lectores, recoge un
amplio muestrario de todo ello y una vez más vuelve a incrementar sus páginas,
que se aproximan a las ochocientas para este número 9.
Asimismo, el avance de la investigación en historia de la Enfermería sigue
abriendo nuevas líneas de investigación y ofreciendo páginas desconocidas de la
profesión enfermera, que ve avanzar el conocimiento de su pasado y ampliar con-
tinuamente su patrimonio documental y bibliográfico, soporte fundamental para
el desarrollo de la investigación histórica. Todo ello redunda en la necesidad de
adaptación que toda publicación debe experimentar en el inicio de una nueva
etapa, si desea adecuarse a la realidad cambiante de la sociedad y de sus lectores.
Así, se han incluido en este número nuevas secciones, que responden a esas líne-
as de investigación y reflexión que se van abriendo; abarca nuevos espacios geo-
gráficos, consecuencia de la incorporación de investigadores de toda la geografía
nacional, y renueva sus Consejos de asesoramiento, ante la necesidad constante
de orientaciones y consejos, a los que todo proyecto debe estar abierto con la idea
de mejorar sus resultados.
El espíritu con el que nació Híades. Revista de Historia de la Enfermería
sigue plenamente vigente: la apuesta por la formación humanística de los profe-
sionales enfermeros a través de la investigación histórica de su profesión, lo cual
redunda necesariamente en el desarrollo de una serie de valores completamente
necesarios en todo profesional que se entrega al desarrollo de su trabajo. Desde
este punto de partida, el conocimiento de la historia de la Enfermería contribuye
a un mejor conocimiento de la historia de la Sanidad en nuestro país y de las apor-
taciones que este grupo profesional, los enfermeros, han realizado a la mejora de
la calidad de vida de los españoles. En los diez años que lleva Híades publicán-
dose se ha volcado intensamente en la consecución de estos objetivos, y si ello
está siendo posible, lo es en la medida en que nuestros lectores y colaboradores
siguen fieles al proyecto. Desde aquí, una vez más, nuestro agradecimiento.

La Dirección
La Enfermería franciscana
en el siglo XVIII: Recetario Medicinal
Espagírico (1713), de Diego Bercebal
(estudio introductorio y edición de la obra)

ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ


Área de Ciencias y Técnicas Historiográficas
Universidad de Huelva

ESTUDIO INTRODUCTORIO

LA ENFERMERÍA ESPAÑOLA Y SUS LIBROS.

E l Recetario Medicinal Espagírico es la obra póstuma de Fr. Diego


Bercebal, Enfermero Mayor que fue del Real Convento de S. Fran-
cisco de Zaragoza, y la dedicó el mismo autor a los enfermos. La edición de
la obra corrió a cargo de D. Miguel Pascual, Síndico del mismo convento,
y fue impresa por Diego de Larumbe en Zaragoza en el año 1713, en la
calle de San Pedro.
Es el Recetario una obra más que viene a enriquecer el panorama, hasta
hace pocos años bastante desconocido, que constituye el Patrimonio docu-
mental y bibliográfico de la Enfermería Española (proyecto de recupera-
ción de la memoria escrita de los enfermeros españoles en el que estamos
trabajando desde hace ya más de una década), y una tesela más del mosai-
co que representa la cultura escrita de este grupo profesional. Con esta
obra, la Enfermería española recupera una página más de su Historia y pone
en manos de los investigadores, profesionales de la docencia e interesados
en general un texto completo del siglo XVIII que le ayudará a comprender
el trabajo enfermero de la época.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2002


656 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

FR. DIEGO BERCEBAL, EL AUTOR.

Pocos años después de la muerte de su autor, fray Diego Bercebal, ve la


imprenta la obra que presentamos, Recetario Medicinal Espagírico. Esca-
sas son las noticias que poseemos sobre la vida de este fraile franciscano,
Enfermero Mayor del Convento de San Francisco de Zaragoza. En una de
las aprobaciones que introduce la obra, la debida al R. P. Fr. Joseph Anto-
nio de Hebrera, Predicador General, Ex-secretario General de la Orden y
Cronista de la Provincia aragonesa, se hace una breve reseña de la vida de
fr. Diego, que nos ayuda a situar al autor.
Nace en Zaragoza, lugar donde cursa las primeras letras, destacando
como un buen estudiante. Estudia Filosofía en la Universidad zaragozana y,
posteriormente, con 24 años de edad, ingresa en el ejército y es destinado al
Regimiento de Aragón. Tras una breve estancia en Barcelona, entra en com-
bate contra los franceses y participa posteriormente en la guerra contra
Hungría, donde demuestra gran valor e iniciativa, logrando el grado de
coronel. Con el paso del tiempo, y tras sucesivos desengaños, regresa a su
tierra, donde ingresa como fraile lego en la Orden franciscana. Destacó por
su gran caridad hacía los pobres y enfermos en los conventos en los que
estivo destinado, en los que ejerció como enfermero. Para mejorar la cali-
dad de la asistencia adquirió una notable formación en materias como quí-
mica y medicina: «En todos se aplicó tan llenamente a la mayor satisfac-
ción de esta obediencia que, como de propósito, se puso a estudiar la Quí-
mica y la Medicina con tanto consuelo de los religiosos enfermos, y aun de
los seglares devotos, que se tenían por prodigiosos los efectos de las medi-
cinas y remedios que con aprobación de grandes médicos aplicava [...]»1.
Sus grandes conocimientos en esos campos y su dedicación durante
varias décadas al ejercicio de la enfermería, hicieron que sus superiores le
encargasen la redacción de su Recetario Medicinal, el cual no pudo ver
impreso por haber fallecido unos años antes, octubre de 1707 —la primera
edición de su obra esta fechada en 1713—.
Por último, Fr. José Antonio de Hebrera señala que la preocupación de
fray Diego por los enfermos fue tal que llegó a preparar distintos medica-
mentos para aliviarles las dolencias y sufrimientos y, además, «no bien
satisfecho con todo esto, hizo una larga instrucción para los enfermeros,
que si se aplican a estudiarla no ay duda en que será de notable consuelo

1. Bercebal, D. (1713): Recetario Medicinal Espagírico. Zaragoza. “Aprobación del R.


P. Fr. Joseph Antonio de Hebrera”.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 657

para los enfermos, y aun de los enfermeros mismos, por la mayor satisfac-
ción de su obediencia y oficina»2.
El censor y escoliador del Recetario Medicinal, D. Atilano Thomás
Manente, recoge en sus Notas o Advertencias a la presente obra, que fray
Diego era «[ ...] Estudiante ingenioso, discreto, fuerte, valeroso y militar
con señalados créditos en Cataluña, en la Armada Real de España y en la
Hungría»3. Continúa diciendo que tras su ingreso en la Orden franciscana
como religioso lego, fray Diego comienza su formación en las materias quí-
mica y médica en la ciudad de Huesca, en la Casa de los señores Lastano-
sas, donde tuvo oportunidad de contactar con gente formada en esos temas.
Cuando regresa a Tarazona fue enviado por sus superiores al Real Conven-
to de San Francisco, donde ejercería hasta su muerte el empleo de Enfer-
mero Mayor.

LA OBRA, RECETARIO MEDICINAL ESPAGÍRICO. ESTRUCTURA Y CONTENIDO.

Dos son las ediciones que conocemos del Recetario Medicinal Espagí-
rico4, ambas realizadas en Zaragoza, separadas por 21 años. La primera de
ellas data de 1713 y fue impresa por Diego de Larumbe en la calle zarago-
zana de San Pedro5; la segunda, de 1734, sale de los talleres del impresor de
la Universidad Luis de Cueto, sin ninguna modificación con respecto a la
anterior. El hecho de realizarse dos ediciones de la obra en un período de
tiempo relativamente corto hace pensar en la utilidad y uso de la misma,
tanto para los enfermeros religiosos, como para los seglares.
En la portada se resalta la circunstancia de tratarse de una obra póstuma

2. Ibídem.
3. Ibídem, “Notas, o Advertencias a la presente Obra, hechas con singular reflexión, por
el inteligentíssimo Maestro D. Atilano Thomas Manente, ciudadano de Tarazona”.
4. Hace alusión a la Espagírica o arte de depurar los metales; medicamentos preparados
con substancias minerales. El espagirismo fue una doctrina médica, muy en boga en el siglo
XVI, que trataba de explicar las alteraciones o cambios del cuerpo humano lo mismo que los
químicos explicaban los de los cuerpos inorgánicos. El vocablo “espagiria” se atribuye a
Paracelso. Enciclopedia Universal Sopena. Editorial Ramon Sopena, S. A. Barcelona, 1967,
p. 3.231.
5. Esta es la edición que reproducimos transcrita íntegramente en el presente trabajo.
Puede localizarse un ejemplar en la Biblioteca Nacional (Madrid), con la signatura R
3/48100, y otro en la Biblioteca del Archivo Municipal de Zaragoza, con la signatura A-596.
En el Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico Español esta identificada con el
número de control CCPB 000401996. Con respecto a la edición de 1734, identificada con el
número de control CCPB 00023 0963, encontramos un ejemplar en la Biblioteca de la
Excma. Diputación Provincial de Zaragoza, con la signatura D-3126, y otro en la Biblioteca
de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia, identificado con la signatura D-
268.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


658 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

Portada de la obra Recetario Medicinal Espagírico, editada en Zaragoza, 1713

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 659

del autor y que fue sacada a la luz gracias a la intervención del síndico del
Real Convento de San Francisco, D. Miguel Pascual.
La obra está impresa en formato de octava y se estructura en diez capí-
tulos y éstos en diversas secciones, con un total de 178 páginas de texto,
antecedidos de una introducción, dedicatoria, aprobaciones, notas del cen-
sor e índice, que suman 85 páginas más (conformando la obra un total de
263 páginas impresas).
Comienza con la Dedicatoria «A los enfermos de este Convento de San
Francisco de Zaragoza», con una extensión de siete páginas. El autor, cons-
ciente de su cercana muerte, expone la necesidad de enfermerías y de medi-
cinas para la asistencia de los enfermos, animando a éstos a sobrellevar las
dolencias y enfermedades y a confiar en Dios, además de en los médicos y
enfermeros:

«[ ...] pero en la enfermedad obra Dios, con ella nos busca o enmen-
dados o perfectos y preponderan sus misericordias a los dolores en los
enfermos que se dexan hallar de la consolación y paz interior; ésta es un
bálsamo de los Cielos, especial y especioso para las llagas mas doloro-
sas de los justos»6. «[ ...] Tendremos fee en los Médicos y Enfermeros de
la Comunidad, y los tendremos gratos, porque se compone mal con lo
austero y lo pobre, lo delicado y lo melindroso»7.

La obra lleva dos Aprobaciones: una, a cargo del ya mencionado R. P. fr.


José Antonio de Hebrera, paisano y amigo de infancia del autor, y otra del
Dr. D. Nicasio Marcellán y Ordóñez, catedrático de Prima de Curso en la
Universidad de Zaragoza, el cual declara en su exposición con respecto al
libro:
«[ ...] no solamente es de mucha utilidad y provecho para socorrer y
curar los pobres y afligidos enfermos de varios accidentes, sino aún de
los más desesperados, pues en él se hallan remedios tan seguros y efica-
ces que han sacado victoriosamente de las últimas agonías a muchos
moribundos»8.

Las correcciones científicas corren a cargo de D. Atilano Thomas, que


da su parecer a cada uno de los diez capítulos y secciones, documentándo-
los muy detalladamente con citas y referencias a autores clásicos, médicos
y químicos, con un total de 48 páginas de anotaciones y sugerencias.

6. Obra citada Recetario Medicinal Espagírico, “A los enfermos de este Convento de


San Francisco de Zaragoza”, fol. 4.
7. Ibídem, fol. 4.
8. Ibídem, “Aprobación de el Dr. D. Nicasio Marcellán ...”.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


660 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

Finalmente, fray Diego Bercebal se dirige a los enfermeros en forma de


Consejos o Avisos, con un total de 30 páginas, en donde les alerta ante dis-
tintas situaciones —enfermedades infecciosas, enfermedades graves, fie-
bres, accidentes, situaciones de urgencia, etc.— y les indica la forma de
actuar. Sobre el oficio de enfermero, el autor refiere: «Él es un cargo pesa-
díssimo, de sumo cuydado y de conciencia, pero si miras a Dios, a lo que
dize N. P. S. Francisco y a lo que obliga la caridad, es un yugo muy suave
y una carga muy leve [...]»9.
Interesantes, pues, son estos 30 “Avisos”, que en sus 17 páginas recoge
lo fundamental del trabajo enfermero en el convento. Fray Diego remite al
lector interesado en adquirir los conocimientos para hacerse un buen enfer-
mero al Padre Murillo10, fraile franciscano igualmente, autor de varias obras
que vivió en el siglo XVI, y a su obra Escala Espiritual, en la cual encon-
traría más ampliamente desarrollado todo lo relativo al cargo de enfermero.
Los títulos de los diez capítulos de Recetario Medicinal Espagírico y el
número de secciones en que se estructura cada uno de ellos, son los siguien-
tes:
- Capítulo 1: “De un tesoro medicinal”. Se estructura en ocho seccio-
nes.
- Capítulo 2: “De purgantes”. Cuatro secciones.
- Capítulo 3: “De astringentes, corroborantes y resolutivos”. Dos sec-
ciones.
- Capítulo 4: “De febrífugos”. Dos secciones.
- Capítulo 5: “De anodinos”. Seis secciones.
- Capítulo 6: “De sudoríficos, aperitivos y diuréticos”. Una sola sec-
ción.
- Capítulo 7: “Medicinas de varias especies”.
- Capítulo 8: “De bálsamos, emplastros y unguentos”. Tres secciones.

9. Ibídem, “A los religiosos y caritativos enfermeros”.


10. Afirma fray Diego, al final de sus “advertencias”: «Estos 30 Avisos me han parecido
inevitables, aunque digas que son impertinentes. Mas no por esso has de omitir el ver y leer
con cuidado lo que dize nuestro Venerable Padre Murillo en su Escala Espiritual, tratando
del oficio de enfermero». El título completo de esta obra, que analizaremos con detenimien-
to y editaremos en un próximo número de Híades, es Instrucción para enseñar la virtud a
los principiantes, y escala espiritual para la perfección evangélica. Compuesta por el Padre
Fray Diego Murillo, de la Orden del Seráphico Padre San Francisco, Lector de Santa The-
ología, Predicador y Diffinidor de la Provincia de Aragón. Esta obra se imprimió en 1598
en Zaragoza, y resulta especialmente interesante para conocer la enfermería practicada por
religiosos en conventos y monasterios.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 661

- Capítulo 9: “De azeytes essenciales aromáticos”. Dos secciones.


- Capítulo 10: “De la utilidad y uso del thee, café y chocolate”. Tres
secciones.

En definitiva, Recetario Medicinal Espagírico es una obra importante


para conocer la enfermería practicada por los religiosos enfermeros, al
recoger un amplio número de compuestos medicinales y preparaciones quí-
micas, algunos de ellos debidos al propio autor —tal era el caso de una
medicina con efectos analgésicos para enfermos en situación terminal y
moribundos—. Se trata, pues, de un manual químico-farmacológico, útil
para enfermeros y cuidadores, en el que se explica no sólo la composición
del medicamento, muy pormenorizada por cierto, sino, también, y ahí radi-
ca el interés para los enfermeros, su forma de administración y posibles
efectos secundarios. Si importante es el contenido denso de sus 178 páginas
de texto, no lo es menos la información contenida en sus páginas prologa-
les sobre el trabajo, tareas y funciones, de los religiosos que se ocupan de
la enfermería.

NUESTRA EDICIÓN.

Siguiendo las pautas de anteriores números de Híades, y con objeto de


facilitar la lectura y comprensión del texto, incluimos su reproducción ínte-
gra, actualizando los signos de puntuación y acentuación. Por lo demás, se
ha respetado la grafía original, no creyéndose necesaria la introducción de
más modificaciones. La paginación original del texto se señala con una
barra (/), antecedida del número de página correspondiente.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


Edición de la obra

Recetario Medicinal Espagírico

Fr. Diego Bercebal

Zaragoza, 1713
ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 665

Recetario Medicinal Espagírico

Obra Pósthuma.

De Fr. Diego Bercebal, Enfermero Mayor del Real Convento de S.


Francisco de Zaragoça.

Dedicada por el mismo autor a los enfermos, y encomendada

a los Religiosos Enfermeros.

Sácala a luz D. Miguel Pasqval, Síndico del mismo Convento.

En Zaragoza: por Diego de Larumbe, en la Calle de San Pedro,

Año 1713

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


666 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

/A los enfermos de este Convento de San Francisco de Zaragoça.

A vuestra necessidad, como a centro (amantíssimos míos) se va este


Recetario, siendo lo natural que las medicinas se ordenen y se dedi-
quen a Enfermos.
Dize obsequio también la dedicación y la de esta obra pequeña estará
menos expuesta a desdenes ofrecida a Enfermos, a quienes solo puede ser-
vir su contenido. Dedicoosla, además de esto, a vista de mi muerte, para
satisfacer después de ella las faltas de enfermería que he cometido vivien-
do y para dexar como por testamento ordenados alivios de un Purgatorio. Y,
por último, lo hago con reflexiones de que en el opúsculo solo atiendo a
medicinar al cuerpo, pudiendo salir corta la medicina, y en esta Carta inten-
to, para sanar el cuerpo, disponeros el ánimo./ Assiento los trabajos de la
enfermedad que, o más o menos grave es, o indisposición o cessación de
todo gusto, y por essencia o por consentimiento turba, y desazona todos los
sentidos.
Esto, tan brevemente dicho, parece que expressa algo a favor de vuestro
desconsuelo, pues esto y quanto puede dezirse de la enfermedad, todo se
cifra, todo, para en no tener salud, la qual es un embeleso, aunque se tiene
por un gran bien. Dentro de la enfermedad se cauteriza para despertar a los
dormidos, y se estima y tolera como medio que nos cure, pues, ¿por qué los
embelesos de la salud no han de lograr, con mucho consuelo nuestro, el
cauterio de la enfermedad que nos salve?
Al que goza una buena salud y la arregla a la razón necessariamente ha
de costarle una batalla acerba, aunque vitoriosa, con sus sentidos, pues,
¿qué más padecerá el que está enfermo y lleva su trabajo con considera-
ción? Lo que no sabré dezir (aunque muy acostumbrado yo) es lo que pade-

* La primera parte de la obra, que recoge la Presentación, Dedicatoria, Aprobaciones


y Notas o Advertencias (85 páginas), aparece sin paginar.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 667

ce una salud / libre con los remordimientos, que es trabajo sobre toda enfer-
medad, y tanto mayor el no tenerlos como paz falsa de los prescitos. Pero
hablemos con Enfermos Religiosos y Religiosos nuestros, y veamos qué
cosa es su salud y su enfermedad brevemente.
La salud contraída a un Religioso nuestro sólo tiene de felicidad el ser
medio para seguir la vida común, componiéndose la diferencia de nuestras
Obediencias con la uniformidad de este Voto. Esta vida común es de todos
modos penal, puesto que sumamente pobre, y de la pobreza inseparable lo
incomodo; y, si alguno se distrae acia cuidar de sí, buscando en el mundo lo
que renunció, halla más sonrojos que regalos y le quedan más remordi-
mientos que gustos.
Pues, ¿qué tenemos con la salud sino los bienes y consuelos espirituales
que resultan de emplearla fielmente en servicio de Dios y de la Relión [sic],
en toda cosa austeros, en todo caso obedientes? Cierto que la salud assí /
arreglada, enfermedad es a lo temporal. La enfermedad en nosotros execu-
ta (aunque no queramos) la renunciación de gustos y elección de austerida-
des que hizimos; conque viene a sernos la enfermedad un indispensable
cumplimiento de nuestra obligación. Lo uno es penal si lo otro es penoso;
si aquí falta el gusto, allá falta el regalo, y si allá se obedece a Dios en el
Prelado, aquí se obedece inmediatamente a Dios.
A los sanos, permitiéndolo su Magestad, se les atarea muchas vezes
sobre sus fuerças, que al fin es govierno de hombres y no pueden mandar
ad pondus; pero en la enfermedad obra Dios, con ella nos busca o enmen-
dados o perfectos, y preponderan sus misericordias a los dolores en los
Enfermos que se dexan hallar de la consolación y paz interior; esta es un
bálsamo de los Cielos, especial y especioso para las llagas más dolorosas de
los Justos.
Finalmente, desde la Professión vivimos amortajados y deviéramos
vivir muertos, siendo / el mucho sentimiento de nuestros accidentes un
recuerdo importante de estar muy vivos. Si moderáremos este desorden, se
logrará la medicina en nosotros, no impedida de la turbación que causan las
desconfianças y los deseos; tendremos fee en los Médicos y Enfermeros de
la Comunidad y los tendremos gratos, porque se compone mal con lo aus-
tero y lo pobre, lo delicado y lo melindroso.
Tengo por felicíssima esta moderada assistencia de nuestras Enfermerí-
as, que parece corta a muchos, sin atender a que en todas partes, y de limos-
na, nos assisten los mejores Médicos y Cirujanos, hallamos unos Enferme-
ros deseosos y que un señor se consuela en sus dolencias de que le assista
alguno de ellos, y las Comunidades, si quiera, dan lo preciso para alimen-
tarnos y nos assisten conforme a lo que padecemos.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


668 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

No admitáis la tentación que veo en algunos con el disimulo de sernos


gravosos; que para el Enfermero Religioso solo el Enfermo que / quiere
serlo es pesado, en el supuesto que pueda serlo algunos, que como es vues-
tro Hermano y no vuestro siervo y obra con tan fuertes brazos como la Obe-
diencia y la Caridad, está interiormente fortalecido contra vuestra tenta-
ción.
Los muy achacosos o enfermos habituales suelen ser sugeridos con la
representación de no ser de servicio ni de provecho en la Comunidad y de
que se los notan y los tienen por ociosos. Esto, quando tal vez sucediera
entre tantos como vivimos juntos, ha de entenderse que es el segundo leño
de la cruz lenta de su enfermedad, y siempre deve entenderse de Religiosos
y juiziosos, que se compadecerán mucho de el que ven irse muriendo a
execuciones de un cuchillo de palo, y alguna divisa hemos de tener y dese-
ar de ser de Christo los que somos Christianos y Apostólicos, por su gran
misericordia concedida a los menos.
Concluyo rogándoos admitáis este desvelo mío, en que se hallarán no
ordinarios alivios a vuestras dolencias, y me encomendéis a Dios nuestro
Señor, pidiendo a su Magestad me perdone mis grandes pecados por esta
pequeña buena obra en que me he aplicado por amor suyo al beneficio
vuestro.
Vuestro Hermano en el Señor que os desea la verdadera salud. Fr. Diego
Bercebal.

/A los religiosos y caritativos enfermeros.

Quando me tenía mi conocimiento más confundido en lo profundo de mi


estado, me mandaron escrivir la presente Obra los que tenían derecho a
mandarme. Quedó a mi arbitrio la Dedicatoria y, como no tenía otras per-
sonas más de mi obligación que los mismos enfermos, por quien trabajava,
me pareció que les devía a ellos más que a otros dedicar estas observacio-
nes medicinales y cortíssimos desvelos. Dixéronme que este Recetario no
avía de salir nunca de nuestra enfermería y que precisamente devía andar
siempre en las manos de los enfermeros. En essa seguridad tomé la pluma
con algún consuelo, porque no han llegado mis estudios a tanto como mere-
cer salir al público. Esta es la razón que me precisa a dexarte este prólogo,
con las advertencias que verás en él, para que con reflexión las comprehen-
das y con claridad las executes, /sin que me tengas por vano, porque yo te
deseé prevenido. Ha muchos años que la santa obediencia me puso en el
oficio de enfermero y esse grande cargo me hizo observar muchas cosas

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 669

que fraternalmente te diré aora, para que tan fácilmente las sepas, como no
costarte el trabajo de adquirirlas con el afán de experimentarlas.
1. Primeramente. Quando llega un religioso (de qualquier grado que sea)
a buscar su remedio a la enfermería, deves considerar que para venir a la
Religión y professar en ella hizo una general renuncia de padre, madre, her-
manos y parientes y de todos los bienes de este mundo. Con esta reflexión
te harás cargo de que para assistirlo y consolarlo en sus dolencias y confli-
tos deves tú considerarte más que su hermano, pues has de hazer las vezes
de su padre y de su madre.
2. Al religioso que llegare sin fiebre, embestido de algún dolorcillo o
accidente menos grave, lo has de socorrer prontamente con algún remedio
casero o de aquellos que sin mucho estudio enseña la experiencia, sin lla-
mar al médico, porque en tanta variedad de genios y de complexiones halla-
rás a cada passo que no corresponde el lamento a la enfermedad.
3. Si viniere con fiebre declarada, tendrás obligación de examinarlo con
blandura y habilidad sobre algún excesso antecedente de comida, bebida o
otra cosa que pueda ser causa moviente. Sabrás fixamente el día y hora en
que se halló con la novedad y tú mismo has de hazer la relación /al médico,
porque ni el enfermo más advertido la hará quando al médico hablare con
la satisfacción y confianza que te la dirá a ti, si sabes interrogarlo.
4. Antes que el enfermo vaya a la enfermería y aya venido el médico, es
muy dable que aya tenido tres o quatro accessiones, y ellas con vómitos,
fríos, &c. y es muy importante saber las horas de la accessión, declinación
y demás accidentes, y todo esto ha de estar bien averiguado para informar
al médico tú mismo.
5. Por lo mucho que ayuda a la sanidad /la limpieza, deve ser muy gran-
de la que aya en las celdas de los enfermos, ropa, camas y vasos, cuydando
no aya mal olor, porque el ambiente infecto es otra enfermedad y contra él
ha de trabajar tu cuidado con sahumerios, ventilación y limpieza de todo,
&c.
6. Aunque la urbanidad, alago y blandura sean prendas precisas de un
enfermero, para con todos deves señalarte con ellas en el trato con médicos
y cirujanos a cuenta de nuestra pobreza y de su caridad. Para tenerlos más
gratos y para cumplir tú con tu conciencia, no has de aplicar nunca sin su
parecer ninguna medicina exquisita, ni alterar con otros ingredientes las
que ellos ordenaren. Especialmente te encargo que si hizieres alguna mani-
pulación de lo contenido en este Recetario, lo consultes con médico de tu
gran satisfacción y no te dexes engañar de tu amor proprio, porque tal vez

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


670 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

no podrás reparar el daño.


7. Mientras el médico pulsa y ve los vasos, has de informarle de las
novedades que huviere avido en aquel enfermo, procurando /que las sepa
antes de recetar por no obligarle a borrar lo escrito y porque no haze gusto
el mudar de dictamen después de aver formado concepto.
8. Procura detener un poco al médico con el enfermo, porque el que
deseó verle y oírle mucho ha de desconsolarse de lo poco. Y después de
averse desocupado de todos, has de acompañarle hasta la portería y, sin
serle impertinente, propondrásle algunas dudas sobre las horas de los
refrescos, de dar los alimentos, de dexar dormir o no, y, en fin, de otros
accidentes que te han suspendido sin saber que hazerte. Y advierte que sin
esto ni serás enfermero ni cumplirás con tu obligación, porque sucederá
tener el vaso en la mano para dar una bebida a un enfermo y averla de sus-
pender por algún accidente que, si ya lo tuvieras consultado, obrarás sin
algún estímulo.
9. Quando se sangra a algún enfermo, no se ha de permitir conversación
alguna ni palabra que arrebate la atención del sangrador, porque, de lo con-
trario, ha resultado el /errar las sangrías y exceder o faltar en la efusión de
la sangre.
10. Ni en la enfermedad ni en la convalecencia se han de permitir a los
enfermos conversaciones de cosas graves, de argumentos, disputas, ni de
discurso. Con habilidad deve el enfermero hazer estas advertencias, sosegar
los gritos y encaminar a los circunstantes a conversaciones honestas, blan-
das y religiosas, y a que no sean indiferentes. Especialmente, delante de los
médicos no se ha de dezir: Esto no es nada; Esto no es cosa de cuidado;
Esto es cosa grave, &c. Ni con los mismos enfermos a sólas se deven per-
mitir conversaciones de algunos religiosos poco cuerdos, que no sirven de
provecho alguno ni para el cuerpo ni para el alma.
11. Desde el primer día que te hagas cargo de la enfermería, lo deves
hazer de aplicarte a entender alguna cosa de pulso y fiebre, no más que para
saber con seguridad la declinación y la quietud para los refrescos y comi-
das y cenas. Este es un punto tan importante que no puedo ponderártelo
bien con palabras /y, aunque te parezca cosa muy difícil, si la caridad te
moviere, no dudes en que lo conseguirás.
12. Luego que el médico aya recetado, has de embiar las recetas al boti-
cario para dar tiempo a su operación. En las celdas de los enfermos no han
de detenerse sino para tomarse en el tiempo ordenado. Quando para ello
mostrare el enfermo grande antipatía, no le hagas mucha fuerça, sino avisar

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 671

al médico para que piense otra cosa. Después de averla tomado, deves cui-
dar de que ni coma ni beba el enfermo hasta aver abrazado bien el estóma-
go la medicina.
13. Quando la bebida medicinal amenaza bómito, es bueno dar al enfer-
mo un sorbo de agua fresca o que ponga las manos en un barreño de agua o
aplicar vinagre a las narizes y otras cosas más que sabrás con informe de
los experimentados.
14. Tomando medicamento solutivo, como una minorativa, ha de man-
tenerse desvelado el enfermo. Si tomare purga en forma, podrá dormir
luego una hora. Y no pudiendo /evacuar passado algún tiempo, ha sucedido
dexarlo dormir un buen rato y después aver tenido un efecto maravilloso.
15. Si estos medicamentos obrassen demasiado y no estuviere pronto el
médico, es bueno dar al paciente un poco de theríaca o un vizcocho empa-
pado en generoso vino, con una templanza de agua rosada. Si passado tiem-
po no obrare, se aplicarán paños calientes y serviciales comunes o con gros-
sura salada, &c. Para que estas bebidas purgantes no buelvan a la boca y
proceda vómito, entre otras muchas cosas es muy singular el mazcar una o
dos almendras amargas inmediatamente después de la purga.
16. Para las quartanas, no suele ser remedio la sangría. Ni es bueno aver
sangrado al enfermo antes de tomar el antimonio. Antes de sangrar, tenga a
mano el enfermero con qué socorrer prontamente al paciente si se desma-
yare. Después de la sangría ha de passar su tiempo antes de dar la comida.
Las mismas desgracias sucedidas te harán advertido para reconocer con
frequencia los brazos /y pies recién sangrados.
17. En orden a la comida de los enfermos, has menester grande pacien-
cia y señalada caridad, porque no hallarás otra cosa que extremos. Unos
querrán comer mucho, otros poco o nada y tal vez andarán encontrados,
deviendo detener a unos y persuadir a otros, no teniendo contento a ningu-
no, por no seguir a su apetito o inapetencia. Aquí es menester gran cordura
y cumplir con lo más conveniente al enfermo, a costa de el sufrimiento y de
la flema. Pero siendo regla general que las palabras ásperas de el enfermo
no ofenden al assistente, no es necessaria en éste ni otros casos esta pre-
vención.
18. En las enfermedades graves, sólo el médico ha de disponer la hora y
la tal o qual sustancia del alimento; más no por esso a los enfermos no gra-
ves les has de dar quanto ellos quieran. Con el curso de la enfermedad y
fatigas de los accidentes, es lo común perder el enfermo enteramente el
apetito. En este caso te deves componer con el gusto de el enfermo, cui-

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


672 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

dando de que aquello que le /dieres sea bien sazonado y fácil de digestión.
19. Para no errar en la hora de dar el alimento, has de hazerte cargo de
las horas de las accessiones, de los fríos de tercianas y quartanas y de que
unas se adelantan y otras se retardan, y con este conocimiento has de anti-
cipar la comida como unas dos horas y que ella sea noderada. Después se
deve contar con la declinación bien segura de la fiebre para dar el alimen-
to, entreteniendo con cordura caritativa al enfermo impertinente, que con
ansias de beber dará prisa por el alimento, sin reparar en el daño que se le
sigue.
20. En el tiempo de dormir el enfermo, después de comer, ay también su
más y menos. En el tiempo del estío, ha de dormir menos que en el invier-
no. Los melancólicos en todo tiempo han de dormir quanto pudieren. La
vigilia de la noche y el día es cosa tan reparable como se dexa conocer y es
preciso consultar al médico. Tan malo es el dormir siempre y, para uno y
otro, deves estar advertido.
21. Aunque parecen remedios leves los /fomentos y las ayudas, has de
advertir que deves andar cautamente con ellos por no turbar ni encender
demasiado al enfermo, considerando que, al cuerpo agravado, qualquier
desorden o comoción lo fastidia. Quando el rigor de los dolores pide
muchas ayudas, has de cuidar que de una a otra passen (al menos) dos
horas, aunque he visto observar que passen quatro. A los que padecen fluxo
de sangre, se dan las ayudas muy tibias. En caso de no obrar, he experi-
mentado una ayuda con una libra de agua caliente con onza y media de sal
y, sobre no ser dañoso, prueba admirablemente.
22. Si la enfermedad se agravare y necessitasse de consulta con otro
médico, ha de ser con parecer y gusto del ordinario, y éste, y no el otro, ha
de llevar el govierno y curación del enfermo. Las consultas han de ser en
tiempo que aprovechen, según aquello: Principiis obsta, sero Medicina par
atur. Cun mala per longas invaluere moras. Para las consultas ha de aver
estudiado el buen enfermero todos los passages de la enfermedad, con la
novedad de los /accidentes y complexión del enfermo, y hazer relación muy
verdadera de todo en la primera consulta, por no dexarla enteramente al
médico ordinario.
23. En las enfermedades de esta gravedad, deve aver dos o tres orinales
muy limpios, porque importaría mucho tener separada la orina de antes de
la accessión, la de la accessión y la de después de ella. En el invierno, se
passa la orina más aprisa que en el verano y, para mantenerla, se ha de
poner el orinal con la orina en agua tibia que no esté muy caliente.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 673

24. Si con la fuerça de la fiebre o otro accidente cayere en delirio el


enfermo, se han de quitar de la celda cuchillos, tixeras, palos y otros ins-
trumentos, teniendo (si puede ser) bien cerradas las ventanas. Lo mismo
quando la sed del enfermo es muy grande, quitando no solamente la agua y
el vino, sino qualquier otro licor potable, hasta la misma orina. En estos
casos se aplican remedios somníferos, porque no ay cosa como el sueño
para socorrer a los sitibundos. Este es un trabajo /muy grande para un pobre
enfermo; puedes socorrerlo con gargarismos de agua tibia, para limpiar la
boca, y luego otros de agua fresca, con unas gotas de vinagre, para recrear-
lo. Assimismo, alguna ciruela passa que tendrás en agua. Algunos bocadi-
llos de limón conservados con azúcar y unas gotas de agua rosada, granada
agridulce, xulepe de agrios de limón o de cidra, o unas hojas de azederas
bañadas en agua, &c.
25. A los que padecen mal de asma, no se les permita estar en la cama
supinos, sino de un lado y, más en particular, si tienen accessiones, porque
corre gran peligro de sufocarse. Ni dexarlos dormir quando la tos es vio-
lenta y baxa de la cabeza el catarro, por el mismo riesgo. Pero quando la tos
es moderada, es remedio el dormir.
26. A los que toman el azero, no se les dexe hazer exercicio hasta aver
reposado un buen rato o aver dormido, si pudiere ser. Si se teme de vómito,
es buena precaución tomar primero una cosa ligera, como un mazapán,
pasta real o un vizcocho mojado en vino. /Sobre todo, para tomar este
remedio ha de ir bien del cuerpo y, si no fuere, es preciso advertirlo al
médico. Después de un moderado exercicio, sin sudar, ha de reposar un rato
y no tomar alimento que no ayan passado quatro o cinco horas después de
el remedio. Mientras se toma el azero, no se ha de dormir entre día ni se ha
de beber, y las cenas han de ser ligeríssimas. Y esta misma orden se ha de
guardar con los que toman sueros, leches, &c., procurando que estén ale-
gres, porque en éstos y en los que toman baños, es más nociva que en otros
la enfermedad de el ánimo. Unos y otros estarán advertidos de guardarse
del aire, de hazer moderado exercicio, de no sudar, de no adormir entredía,
de beber templado, comer de enfermos y huir de frutas y cosas verdes y
crudas.
27. En los remedios fuertes, como vexicatorios, ventosas saxadas, boto-
nes de fuego, &c., estará advertido el enfermero de las fuerças y virtud del
enfermo para proponerlo al médico, porque tal vez estos remedios passan
de inútiles a ser dañosos. /Pero si la enfermedad es somnífera o letargo, ya
es otra cosa. Las unturas, friegas, fomentos y remedios semejantes se hazen
antes de la comida y cena.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


674 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

28. En las enfermedades sospechosas de contagio, no entre el enferme-


ro estando en ayunas. Huya del aliento y maneje al enfermo sin temor, pero
lo menos que pueda sin ofensa de la caridad; use mucho del vinagre rosado
y lleve por las manos algunas confecciones odoríferas.
29. Quando la enfermedad es muy grave y passa a peligro, deves estar
muy sobre ti y sobre el enfermo, observando las mudanzas del pulso, las
respiraciones, los ojos y el semblante para informar al médico. Deves
observar los quatro tiempos del día, esto es, quando sale el sol, al medio
día, a la tarde y media noche, porque en tales horas se ven varias mutacio-
nes. En estos estrechos, no has de fatigar al enfermo con que tome alimen-
to, sino mantenerlo con cosas ligeras y frequentes.
30. En quanto a lo espiritual, no he querido /meterme sino solamente en
lo que me parece muy preciso para un buen enfermero. Porque como los
prelados y otros religiosos visitan frequentemente a los enfermos y oyen a
los médicos y enfermeros, deven hazer juizio y consulta sobre la pronta
administración de los Santos Sacramentos, del desengaño del peligro y de
los cuidados del alma. Más no por esto estarás tú fuera de esta obligación,
deviendo advertirlo quando conocieres el riesgo por los varios accidentes y
distintas especies de enfermedades.
No deseo serte molesto, sino hazerte advertido. Estos 30 Avisos me han
parecido inevitables, aunque digas que son impertinentes. Más no por esso
has de omitir el ver y leer con cuidado lo que dize nuestro Venerable Padre
Murillo en su Escala Espiritual, tratando del oficio de enfermero. Él es un
cargo pesadíssimo, de sumo cuydado y de conciencia, pero si miras a Dios,
a lo que dize N. P. S. Francisco y a lo que obliga la caridad, es un yugo muy
suave y una carga muy /leve, porque todos los trabajos de esta vida son un
breve momento en consideración del premio de gloria en la vida eterna.
Esta sola christiana reflexión podrá animarte y consolarte, porque vivirás
engañado si esperas o piensas en otra cosa. Vale.

Tu Hermano en el Señor. Fr. Diego Bercebal.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 675

/Aprobación del R. P. Fr. Joseph Antonio de Hebrera, Predicador Gene-


ral, Ex Difinidor y Chronista de la Santa Provincia de Aragón y del mismo
Reyno, Ex Secretario General de la Orden y Padre de las Provincias de
Santiago y de Aragón de la Regular Observancia de Nuestro Padre San
Francisco.

Que sea la verdadera Caridad un sacro inextinguible ardor, que no se


dexa apagar ni con la violencia de los vientos ni con los ímpetus de las
aguas, nos lo enseñan con los Santos Padres las divinas y humanas letras.
Aunque tenemos tan prácticos como milagrosos exemplares para prueba de
la vivacidad de esta amantíssima llama, bastará por aora la Obra presente,
que pocos meses antes de morir escrivió por orden superior Fr. Diego Ber-
cebal, religioso lego y enfermero mayor de este Convento de San Francis-
co de Zaragoça.
Como paisano mío y criados juntos en nuestra primera edad, condisci-
pulos de las /primeras letras, puedo dezir que salió de las aulas más que
mediano latino, con un Numen poético tan valiente como contestaron algu-
nas obras suyas quando de edad adulta, y puesto en las erudiciones de las
letras humanas. Estudió la Philosophía en la Universidad de Zaragoza y, si
no lo huviera dominado su belicoso genio, no huviera sido menos plausible
por la pluma que lo fue por la espada.
Movido del marcial impulso, quando ya tendría 24 años fue a Barcelo-
na, sirvió de aventurero en el Regimiento de Aragón y en aquella sangrien-
ta guerra contra la Francia (en el reynado de el Señor Carlos II) se adelan-
tó tanto en los combates y mayores peligros, que mereció con el común
aplauso muy especiales certificaciones de sus xefes. Sacáronlo de aquel
exército sus grandes travesuras en duelos de honra, en que siempre fue muy
afortunado. Passó a servir a la Armada Real, llamado de sus parientes,
cavalleros bizcaynos, en donde tampoco pudo mantenerse porque no tenía
condición para /sufrir la menor palabra, como imaginasse que le tocava en
el punto. Él hizo de manera que no estando seguro en los dominios de Espa-
ña, passó al Imperio, a la famosa Guerra de la Hungría y, favorecido de el

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


676 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

Marqués de Burgo Mayne, embaxador del Rey Católico en la Corte del


Señor Emperador Leopoldo, pudo mostrar su gran valor, con distinción tan
singular que mereció el noble grado de Coronel.
En la escuela de tantos y tan graves peligros, quiso nuestro Señor que
aprendiesse las eficacias del desengaño y, ya con otros impulsos, depuso el
exercicio de las armas, sacó carta del Señor Emperador para el Rey Católi-
co, no solamente para vivir con seguridad en España, sino para lograr gran-
des honores. Truxo certificaciones de sus xefes principales y cartas de
mucho aprecio de el Marqués, su valedor, para aquellos que más le podían
favorecer. Con todas estas prevenciones, vino a parar en su casa, sin pensar
en ir a la Corte, mostrar los papeles de sus servicios ni remitir ninguna carta
de aquellas que /miravan a su conveniencia y favorecían a su persona. Lo
que hizo fue llenar de assombro con su exemplaríssima mutación a los pai-
sanos, amigos y parientes, disponer las cosas de su casa, en que él era el
único, y tratar de su vocación con personas religiosas y espirituales, hasta
que bien assegurado passó a pedir el santo hábito de N. P. S. Francisco, para
religioso lego.
Dexó en la prefessión el nombre de Juan y tomó el de Diego, como
empeñándose religiosamente a imitar al glorioso San Diego, frayle lego
también en nuestra Religión. Imitó con gran fervor al Santo en sus más
señaladas virtudes y, especialmente, en la caridad con los enfermor, empleo
que siempre tuvo en los principales conventos de la Provincia. En todo se
aplicó tan llenamente a la mayor satisfacción de esta obediencia que como
de propósito se puso a estudiar la Química y la Medicina, con tanto con-
suelo de los religiosos enfermos, y aún de los seglares devotos, que se tení-
an por prodigiosos los efectos de las medicinas y remedios que con /apro-
bación de grandes médicos aplicava. Este fue el motivo de mandarle escri-
vir este Recetario Químico, quando, ya muy quebrantado de salud, porque
no se sepultassen con él sus grandes estudios, trabajos y experiencias que
en beneficio de los enfermos avía adquirido en tantos años de enfermero.
Poco después de aver concluido esta pequeña obra, con el ánimo de dexar-
la assí manuscrita, como alaja de la Enfermería, para el uso de los enfer-
meros curiosos y aplicados, murió con mucho exemplo en el año de 1707,
en el mes de octubre.
Con estas breves noticias de la vida del autor, de sus grandes talentos,
estudios químicos y médicos, fundados sobre competente latinidad y philo-
sophía, con muchos años de experiencia y de práctica, se haze muy reco-
mendable esta pequeña obra para ser más estimada de los hombres peritos
y doctos en las facultades sobre que se funda. Si la huviera escrito con la
reflexión de sacarla a luz y de imprimirla, no dudo que sería obra más

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 677

magistral y dilatada, estendiéndose a los /grandes secretos y experimentos


químicos que tenía observados. Fue, en fin, un argumento de su ardiente
caridad, probándola ser inextinguible, pues, continuamente y después de su
muerte, está assistiendo a los enfermos como si estuviera vivo. Hízoles en
la Dedicatoria un elyxir espiritualíssimo para confortarlos y consolarlos en
sus dolencias y conflictos, animándolos a la verdadera conformidad y
resignación. Dexóles para su alivio quantos remedios pudo alcanzar su
estudio y su experiencia contra varias enfermedades, con el modo y magis-
terio de extraerlos y manipularlos. No bien satisfecho con todo esto, hizo
una larga instrucción para los enfermeros, que si se aplican a estudiarla, no
ay duda en que será de notable consuelo para los enfermos y aún de los
enfermeros mismos, por la mayor satisfacción de su obediencia y oficina.
Todas esta razones movieron el ánimo de nuestro devotíssimo hermano
y síndico, D. Miguel Pasqual, para dar a la estampa este Recetario. Avrá
quien imagine que la /grande amistad que tuvo con el autor, mientras vivió
en este Convento de San Francisco, pudo moverlo para hazer la impressión.
Pero quien sepa y conozca los fondos de su devoción y afecto cordialíssi-
mo a nuestro seráfico Patriarca y a sus religiosos hijos, dirá fácilmente que
este es uno de los fervorosos primores de su piedad, pues no bien satisfecha
con lo que assiste y favorece al Convento y a los religiosos sanos, passa a
favorecer y assistir a los enfermos. Por todo lo qual, y porque no hallo en la
presente obra cosa contra nuestra Santa Fé y buenas costumbres, la juzgo
digna de la licencia que se suplica al Muy Ilustre Señor Dr. D. Félix Per-
fecto Casalete y Abos, Arcipreste del Salvador, Dignidad en la Santa Igle-
sia Metropolitana Cesaraugustana, Cathedrático de Prima de Cánones en la
Universidad de Zaragoça, Provisor y Vicario General de este Arçobispado,
&c. Assí lo siento. Salvo, &c. En este Real Convento de San Francisco de
Zaragoça, en 7 de enero de 1713.

Fr. Ioseph Antonio de Hebrera.

IMPRIMATUR.
Casalete, Vic. Gnlis.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


678 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

/Aprobación de el D[r]. D. Nicasio Marcellán y Ordóñez, cathedrático


de Prima de Curso en la Universidad de Zaragoça y socio de su Real
Colegio.

De orden del Ilustre Señor D. Francisco Aperregui, Cavallero del Hábi-


to de Santiago y Regente la Real Audiencia de Aragón, he visto el Libro
intitulado Recetario Medicinal. Su autor, Fr. Diego Bercebal, y no sola-
mente es de mucha utilidad y provecho para socorrer y curar los pobres y
afligidos enfermos de varios accidentes, sino aún de los más desesperados,
pues en él se hallan remedios tan seguros y eficaces que han sacado victo-
riosamente de las últimas agonían a muchos moribundos. Y prevengo que
no es querer ensalzar al autor (era humilde religioso) ni exagerar los reme-
dios, sino dezir la verdad, pues variaz vezes los he experimentado en casos
deplorados con felicíssimos sucessos. Y, por otra parte, no se encuentra en
él cosa que se oponga a las Regalias de su Magestad. Por lo qual se le puede
dar la licencia de imprimir. Assí lo siento. Salvo, &c. En Zaragoça, a 15 de
enero del año 1713.

D[r]. D. Nicasio Marcellán y Ordóñez.

IMPRIMATUR.
Aperregui, Reg.

/Notas o Advertencias a la presente Obra, hechas con singular


reflexión por el inteligentíssimo Maestro D. Atilano Thomás Manente, ciu-
dudano (sic) de Tarazona.

Todas las graves razones que me proponía mi insuficiencia para no


poner la mano en la presente Obra, o bien como censor o sea como escolia-
dor, se vieron vencidas por la grande autoridad de quien me mandó que la

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 679

viesse y (por lo que podía sufragar a los dolientes y enfermos) la declaras-


se en aquellos lugares que se necessitasse de más luz. Fuera de esso, me
persuadía con tierna eficacia la buena memoria del P. Fr. Diego Bercebal,
mi caríssimo amigo desde su niñez y florida mocedad y, más especialmen-
te, después que professó en la Seráfica Religión de mi Padre /San Francis-
co. Todos le conocimos seglar, estudiante, ingenioso, discreto, fuerte, vale-
roso y militar, con señalados créditos en Cataluña, en la Armada Real de
España y en la Hungría, quando en el Imperio de Leopoldo I era el famoso
y triunfante Teatro de la Guerra contra el formidable poder de los turcos.
Señalóse en todas las funciones más arriesgadas en que se halló, en tantas
y tan sangrientas Guerras, saliendo con la vida, de otros no menores peli-
gros, de duelos particulares que, en España y fuera de ella, lo hizieron tan
ruidoso. Bolvió a la Patria y, quando parecía que avía de correr con grande
altura por la carrera militar, se declaró con admiración de todos, herido su
coraçón con la flecha del santo desengaño y con los soberanos impulssos de
tomar el Hábito de Religioso Lego en la Orden de mi Padre San Francisco.
Ya professo en la Religión, lo pusieron en el oficio de enfermero en que,
sin olvidar las eficacias de su natural, mostró con la aplicación y el estudio
el cargo que se hazía /para cumplir más exactamente con su obligación.
Todo era efecto de su caridad, y, por satisfacerla más bién, començó a
comunicar y consultar remedios con aquellos maestros y personas que le
podían instruir.
Tomó su primer principio en la ciudad de Huesca, en la Casa de los
señores Lastanosas, donde se introduxo por este fin, por ser tan notoria la
afición de aquellos señores a secretos y remedios exquisitos que alcançaron
con la experiencia y comunicación de los primeros hombres en la Química
y Medicina, assí estrangeros como naturales. Allí le revelaron el espíritu
que pone en las ocho Secciones del Capítulo primero de este Recetario,
bien que aquellas noticias las amplió después mucho más, como luego diré.
Vino a Tarazon el P. Fr. Diego y comunicó conmigo lo que avía adquiri-
do en Huesca y, con ingenuidad, le dixe lo que mi cortedad alcançava sobre
aquel assumpto, y lo puse a mi modo en alguna práctica con las noticias que
yo tenía de experiencias propias. Quando más metido en estos estudios, en
/Tarazona, y muy adelantado en ellos, le mandaron sus superiores ir a San
Francisco de Zaragoça con el oficio de enfermero mayor de aquel Real
Convento. Prosiguió allí con más oportunidad con sus exercicios, consul-
tando con hombres doctos y peritos en estas facultades, y logró verdadera-
mente la ciencia y la experiencia que no han alcançado ni logrado muchos
que se tienen por maestros de esta prefessión. Quando ya muy quebrado de
salud, le mandaron escrivir la Obra presente, para consuelo y remedio de

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


680 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

los enfermos, movidos los prelados por las quasi milagrosas curaciones que
avía hecho con sus remedios en varios peligros y aprietos de desauciados
con el dictamen de los médicos.
Remitióme este Recetario (como ya dixe) para que yo lo viesse y dixes-
se alguna cosa sobre él, una persona de muy grande autoridad, a quien yo
respeto con singular veneración y huve de dar por vencidas las escusas que
me dictava mi proprio conocimiento y suma desconfianza, y tomar la
pluma para escrivir lo que se verá. Lo cierto es que estimé /mucho al P. Fr.
Diego por sus grandes virtudes y ardiente caridad con los enfermos, fuera
de la particular amistad que professamos desde la niñez y, juntando esta
razón con las que llevo dichas, tendré mayor disculpa con los que notaren
el arrojo de meter la mano en obras agenas.
Dividió su Obra en diez Capítulos y los Capítulos en varias Secciones.
Para dezir lo que entiendo con claridad, seguiré el mismo orden, comen-
çando por el primer Capítulo, cuyas ocho Secciones tiran a una misma
medicina, dividida en un espíritu y en una tierra.

Advertencias al Capítulo Primero.

Ya dixe cómo los señores Lastanosas revelaron este secreto a nuestro


autor, que lo guardava él tan inviolablemente que no me lo huviera comu-
nicado (en mi juizio) a no avérmelo oído primero y hallarme trabajando en
él por el siguiente motivo. Vi yo unas palabras de Helmontio, citadas de
Miguel /Hetmulero en el Comento de Ludovico Daniel, en la Dissertación
primera, fol. 149, que dize: Si nitrum figi, & converti in terram insipidam
possit emergere, inde egregium remedium. Confiesso se me llevó la aten-
ción solo el considerar se podía sacar un gran remedio del nitro convertido
en tierra insípida, pero me quedó la duda para qué enfermedad podía ser tan
gran socorro y, passados algunos años, hallé mi deseo en Federico Orffman,
en el Libro 3, en el Capítulo XXIII, que dize: Omne venenum pestilens
arsenicalis naturae esse, experientia constat. Iam nihil magis arsenico con-
trariatur atque nitrum, non tamen communi, sed philosophico praeparatum
modo, dum in terram convertitur albissmam, omne venenum, instar magne-
tis, in corpore humano attrahit, & expellit.
Y, como es notorio a los versados que el nitro al arcenique le destruye su
acritud, que es la causa de su veneno, y lo reduce a insípido, pude assegu-
rarme de ser medicina admirable y mayormente quando le quita lo ultima-
do del sabor acre, pues todo lo ultimado /de los sabores, según nuestro
Hipócrates, son venenos: Fortissimum est inter dulcia dulcissimum, inter

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 681

amara amarissimum, inter accida accidissimum, &c.


También nuestro Mesué, en el Canon XXIV, enseña que: Iudicia, qui-
dem, quae sunt de esse saporum, magis sunt superinvestiganda malitia &
bonitate medicinarum. Y, en el Canon siguiente, pone en primer lugar lo
acre con todas sus operaciones que son venenosas. Y en el Canon XXXV,
dize que deves saber, Quod deteriores sunt, in quibus est acuitas pura, sicut
euphorbium, & Mecereon, que éstas son venenosas.

También es notorio que el arcenique es volátil, pues en el reino mineral


es único, pues no se halla otro volátil, y el nitro lo haze fixo, remedio gran-
de en los cancerosos, pues destruye todo su veneno, y el cómo es para otro
lugar.
Estos fueron los motivos que tuve para aplicarme a trabajar en el nitro
para conseguir esta tierra insípida de Helmontio, y como a estos grandes
hombres se deve atender /a su modo de hablar, que dize: Emergit, que es
sacar del agua, empeçé su obra por ella y, viendo algunos espíritus, puse
cabeza en la olla para recogerlos, y los primeros conocí en el color ser dis-
tintos que los segundos y, probando algunas dissoluciones, hallé que los
primeros eran los espíritus que dize nuestro Fr. Diego. Llevéselos y vio su
secreto ya en mi poder y, despúes de conseguir la tierra insípida, le dixe el
modo cómo se avía de hazer. Púsose en la obra y no lo pudo conseguir, pero
después la executaría en Zaragoça, según veo en su librito.
Ya se desengañó no ser lo que en Huesca le dixeron ser: el Anima
mundi, la Avícula de Hermes Trimegisto, el Alchaest, la Agua de la vida de
Alderete, el Dissolviente universal y tantos nombres como le han puesto
diferentes autores, assí antiguos como modernos, sino ser un espíritu exce-
lente a muchas enfermedades y dissolviente a sus materias homogéneas.
Siempre he dudado lo aya conseguido alguno, pues tendría una medicina
universal, y lo he tenido siempre como /primera materia del philosopho,
que todos la dan por cierta y ninguno la ha visto: Una substantia quae fun-
damentum praehet accidentibus, quae sine illa sustineri non possunt, que
tampoco, porque aunque a la razón sean ciertas, no las percibimos a nues-
tra vista.
Es, pues, este espíritu, a mi parecer, el espíritu de la sal común, pues,
aunque se extrae del nitro, éste siempre tiene mucho de sal común y,
mayormente, como lo hazía nuestro Fr. Diego, porque siempre lo sacava de
los caldos cansados de los salitreros, que abunda mucho de ella o, por lo
menos, de salitre informe, que no acabo de recibir los átomos nitrosos que
siempre volitan en el ayre para su perfección; y éstos los arrojan por inúti-
les a su obra, o porque el nitro y la sal tienen su principio de una misma tie-

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


682 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

rra, que ésta es su primera materia, con apetencia a recibir, o espíritus nitro-
sos que volitan en el ayre, o sulfúreos, que vaguean en la tierra, y éstos
constituyen o sal común o nitro, aunque a estos mixtos alguna cosa no se
les allegue de entrambos espíritus, pues al nitro, por puro que /sea, se le
hallan espíritus de sal y a la sal espíritus de nitro y, por esta razón, crepita
al fuego. Dízelo Miguel Hetmulero in dissertatione I. Commentarii Ludo-
vici Danielis, que Origo decrepitationis est, quia sali communi adheret
parum salis nitrosi; unde que madmodum nitrum quodvis strepitum edere
solet, ita & propter ejusdem annexum illud phoenomenon in sale communi
reperitur.
También lo podrá ver el artífice que abstraiga estos dos espíritus de sal
común y de nitro, porque del nitro saldrá alguna porcioncilla de los espíri-
tus de la sal, y de la sal algunas del nitro, aunque no los percibirá sacándo-
los comúnmente, sino con otro método sublimioris ordinis, y que para que
no pueda aver duda en ellos, el uno dissolverá el oro y no la plata; dissol-
verá la plata y no el oro, el otro.
Vuilis, en el Cap. X. de Fermentatione, hablando de la distilación del
nitro, dize que: Extillatur liquor acetosus corrosivus, qui metalla pleraque,
etiam aurum dissolvit. No porque dexava de saber que al oro no lo podía
/dissolver la reacción, sino la homogeneidad y espíritu que dissuelve a los
otros metales, no puede al oro, sino que sabía que el espíritu del nitro tiene
en sí algunos de la sal común que constituyen Agua Regia, dissolviente pro-
prio suyo y no de los otros. Siendo como es tan notorio a todos que sin la
Agua Regia no puede dissolverse metal tan noble, y Agua Regia es la que
tiene aderencia con los espíritus de la sal común.
Entre los espíritus de los minerales, el más noble y mejor es el de la sal
común, porque éste, para constituir este mixto, encontró con una tierra
noble y pura, y la aderencia de los otros encontró con otras que no lo eran
tanto. Véase el azufre, que la encontró pingue y oleosa, y constituye azufre,
y en esta aderencia perdió alguna cosa de lo que era. Y, si encontró algún
mineral, constituyó vitriolo, y su espíritu no es tan perfecto, porque aliquid
adhaeret del metal. Y, si encontró alguna materia faxea, hizo alún, y tam-
bién fue lo mismo.
Es, pues, este espíritu el mejor de los /minerales, y sus virtudes son
muchas y buenas, pues él es diurético perfecto, extingue la sed, refresca
universalmente y se opone a todo calor estraño, incidiendo y atenuando lo
crasso de los humores; por fi se le deve dar la primacía a todos los espíritus
áccidos minerales por su naturaleza. Y aora se resta el saber su manipula-
ción, y para passar a su tierra a dezir de ella alguna cosa de lo que es, y no
del todo, aunque se ha escrito mucho por experiencias.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 683

La materia es los caldos cansados que dizen los salitreros, que por inúti-
les los arrojan, y éstos, evaporados, como dize nuestro Fr. Diego, hasta
espisitud de miel se pondrá cabeça de vidrio, y con poco fuego irán subien-
do estos espíritus, hasta que aparezca en la cabeça de vidrio algo de color
rojo. Quita el recipiente y pon otro, y continúa el fuego quanto quieras con
más violencia y, quando no veas subir vapores rojos, aparta el recipiente y
cabeça y echa agua hirviendo a la materia; evapora y da fuego fuerte y, en
estando la materia bien calcinada, sácala de el /fuego, que después te diré
lo que deves hazer con ella.
Estos espíritus son dos y los has sacado de una misma materia. El pri-
mero es el noble, que tengo por espíritu de sal común, y el segundo por
espíritu de nitro. Guárdalos separados y haz prueba en el primero, echán-
dole dos o tres panecillos de oro y, si los dissuelve, es el espíritu que bus-
cas, sin mezcla del segundo, y úsalo en lo que tengo dicho. El segundo
también por espíritu de nitro, en las operaciones, tenlo como a tal, y vamos
al remanente.
Toma essa materia bien calcinada, muélela en el almirez o mortero y haz
polvos, y los echarás en barreños o cazuelas grandes y, sobre ellos, pon
mucha agua y rebuélvelos bien con la mano o cucharón; dexa aposar bien
la agua hasta que esté clara y sácala por decantación; buelve a echar otra,
haz lo mesmo y, en estando clara, viértela y repite esto hasta que el agua no
tenga gusto de sal; pon la materia a secar y, en estando seca, muélela y pás-
sala por cedazo de cerdas, y los polvos /ponlos en olla de tierra sin vidriar,
rodéala de carbón y, con mucho fuego, calcínala por seis o ocho horas, pues
quanto más se calcine, mucho mejor, advirtiendo que de poca calcinación
no harás medicina segura y, por mucho que sea, siempre gana para la segu-
ridad en su obra. Sácalos y lávalos otra vez sola, y ponlos a secar y, en
estando secos, muélelos y pássalos por cedazo de seda y guárdalos para el
uso.
Te advierto que dentro de una redoma se conservan mejor, por no estar
tan expuestos a recibir átomos que le buelvan a impregnar. En passando
como seis meses, puedes bolverlos a calcinar y lavar, y reducirlos a polvos,
para tenerlos con tod el seguro. Ya nuestro Fr. Diego da el modo y solo se
advierte que las calcinaciones sean grandes y de mucho tiempo, pues está la
perfección en ellas. Y también se advierte que la materia esté pura antes de
entrar a hazer los espíritus y las calcinaciones, y, con esto, te escusarás de
que aya arenas ni otra materia estraña, sino que saldrá la remanencia muy
limpia y se hará más pura la medicina.
/La dosis serán dos dragmas para los adultos y, según fuere el enfermo
en edad, quitarás a discreción, según más o menos años tuviere.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


684 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

En sus virtudes, aunque yo no tuve más experiencias que fueron en tres


enfermos; el uno, de un dolor de costado, con una fiebre maligna que en
tres vezes que los tomó se libró de todo, con una larga evacuación de orina
que passó los colchones de la cama y corrió al suelo y, aunque el paciente
tenía más de setenta años, en día y medio quedó como si no huviera tenido
tal enfermedad.
El otro, con otra fiebre maligna y delirio y, aunque se desgració, hizo la
operación tan excelente que en menos tiempo se vio con fuerças para que el
médico lo mandara sangrar, lo que no pudo ser el día antes por las pocas
fuerças que tenía, y por la noche se desangró de modo que murió luego.
El otro fue un niño del pecho con alferecía, que, dados desleidos en una
poca de leche de la madre, estuvo bueno. Pero nuestro Fr. Diego ya hizo
alguna y aora tenemos muchas /más, ya experiencias en Madrid, ya en Ita-
lia por aver traducido un librito en español de Gerónimo Chiaramonte,
médico siciliano, con el nombre de Elyxir vitae, y éste, sólo con experien-
cias suyas autenticadas con autos de escrivanos, en los hospitales de Flo-
rencia y Nápoles, y otras en Madrid por médico grande, en una Aprobación
que hizo mandado y en ella ocultó su nombre. La impressión fue el año
1706, en Madrid, y puede ser aver tenido yo parte en aver salido al público
remedio tan grande por aver tenido comunicación con Don Juan de Cabria-
da, médico de Cámara, y ver el secreto suyo revelado, que creo fue el que
lo huvo por un médico alemán, con quien tuvo estrecha amistad y no otro
ninguno. Allí se podrá ver en variedad de enfermedades que por su genera-
lidad parece medicina universal, aunque yo la tengo por una tierra virgen
desposseída de áccidos nitrosos que constituyen nitro, o sulfúreos, sal
común y, por la apetencia que tiene de bolverse a impregnar y constituirse
mixto, recibe átomos que son /causa de la enfermedad y, arrojándolos fuera,
quedan libres, y, como es axioma común en la Medicina que quitada la
causa se quita el efecto, obran con esta maravilla; pero, para mí, pure pas-
sive, por no aver en ellos sabor ninguno, ni olor, causa de virtudes activas y
por ver, que discessu temporis, que pueda recibir algunos átomos, y por ver
que la seguridad está en mucho fuego que despoje del todo los átomos que
tenía; la contemplo de esta suerte. Y, si por desgracia, no están privados de
éstos, ya por recibibar, ya por deficiencia en su manipulación, no obran con
aquella seguridad que se ha visto, echando la culpa a la Medicina, tenién-
dola quien la dispensa, y assí encargo en su reposición, sea en vidrio, que
es materia menos porosa y se podrán más tiempo conservar con perfecta
virtud; y también que el fuego y calcinaciones sean muchas, pues por él y
por ellas no se pueden empeorar, antes bien, mejorarse mucho. Contemple
el lector esta particularidad, para darle a esta tierra virgen lo que merece,

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 685

pues en los mixtos sólo el oro tiene /tan gran prerogativa, que el fuego lo
purifique, quitando lo que tiene de estraño de otros metales.
Cada qual puede a su modo llamarle como quiera, o Primer Materia, o
Álcali que aguarda la introducción del áccido para informarse, que yo sólo
digo que es una tierra despegada de los átomos que informavan a ella en
salitre o sal común y, por aquella apetencia, la llamo tierra virgen, y por la
misma se introducen los átomos del cuerpo humano, que son causa de
enfermedades pestilentes, como dize Orffman, que Omne venenum in cor-
pore humano arsenicalis naturae esse debet, experientia constat, y, intro-
ducidos en ella, dexan las partes sin el veneno que le ofendían.

Advertencias al Capítulo Segundo.

El Capítulo II. lo divide en quatro Secciones, y en la primera, que la inti-


tula de Purgantes espagíricos o químicos, pone las píldoras de ammoníaco
de Quercetano, /composición muy buena y aprobada de todos. Y, aunque es
verdad, su autor dize que la mirra se dissuelva en vino, pero tengo por
mejor que se escoja y se reduzga a polvo sutil y con el ammoníaco dissuel-
to como lo dize, y los demás polvos, se unan y forme masa de píldoras en
mortero de piedra con mano de madera. Dexo de poner la razón que para
esto ay, por no alargarme, y también el no ser composición espagírica sino
mero galénica en su práctica.
El magisterio de Escamonea lo tengo por medicamento seguríssimo y
perfecta corrección de este simple por su manipulación, porque su malicia
está en el sabor agudo y amargo que tiene, y este sabor agudo le viene de la
condición de substancia aquea, por ser zumo inspisado de yerba que da
leche, y estas yerbas que dan leche son agudas y, por esso, cáusticas y mali-
ciosas, y, después de quitado este sabor, queda en benigno medicamento al
purgar. Ya tengo citado a nuestro Mesué, y, por el dicho que los medica-
mentos que tienen el sabor agudo, son del todo malos, y /menos malos, los
que son puré amargos, y, para explicarse mejor, dize que: Acetum est facile
inflamabile, mordicativum, penetrativum, adustivum, excoriativum, &c. En
la dosis y modo de darlo, me ha parecido bien. En la práctica de hazerlo, me
parece que a la primera dissolución y precipitación, queda perfectamente
puro y benigno, por apartarse la sustancia láctea de la resinosa, la que le
haze a esta medicina ser violenta.
La Purga del Rey de Francia y Xarave incorruprible, que pone en la
misma Sección, a fol. 35., no me parece bien, por ser dissoluciones con el
espíritu de vino y no aver precipitación y quedarse dissuelto con todo lo

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


686 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

que antes tenían los mixtos.


El Régulo de Antimonio, que pone en la misma Sección, al mismo folio,
lo tengo por bueno por ser como el stellato y dezir no mueve por vómito.
El extracto de Eleboro es medicina admirable. El modo de hazerlo con
perfección es como Zuvelfero lo haze, que es del espisamento sacar la
essencia con espíritu de vino, /y, de ella, extracto, pues en estas operacio-
nes se va lo volátil, que es donde más reside su actividad y queda el extrac-
to perfecto y seguro, que yo he dado un escrúpulo en una enfermedad de
manía, con felicíssimo sucesso. Y lo que compone, con la masa de píldoras
de ammoníaco de Quercetano, dos escrúpulos, uno del extracto y tres gra-
nos del magisterio de escamonea; es compuesto de Miguel Ettmulero, pero
admirable por gran virtud y para el mismo efecto, y mayormente si tiene su
origen de alguna obstrucción en los hipocóndricos de humor melancólico.
En la tercera Sección, a fol. 46., trae el precipitado por sí; es de Zuvel-
fero en la Mantissa Spagyrica. Él trae pintada la forma del vaso y lo haze
con poco fuego, y igual, pero de muchos días, y nuestro Fr. Diego, con
mucho fuego, abrevia la obra, pero a mi parecer, aunque su efecto sea
bueno, sería mucho mejor quanto más puro pongas el mercurio en la ope-
ración, porque no se puede dudar que él se lleva consigo quanto encuentra
de minerales, y, en particular, de los /metales, por ser pariente de todos
ellos.
Aconséjase se lave muchas vezes con vinagre y sal, y, después de enju-
to, con los espíritus del vino en un barral menearlo bien o agitarlo quanto
se pueda. Pero, para mayor medicina, sublimarlo siete vezes y otras tantas
revivificarlo y, de esta forma, amalgamarlo con el oro puríssimo, y se puede
hazer la precipitación como está dicho, y quedará medicina grande, que, a
mi parecer, si passas adelante, aún hallarás más que medicina para afectos
varios.
En la Sección 4., a fol. 52., pone los Antigálicos Galénicos y administra
nuestro Fray Diego muy buenas recetas; pero las mejores son aquellas en
que la zarza y palo santo entran en polvo sin aver passado por cocimiento,
porque en él pierden mucho de su virtud contra este morbo. La razón es
porque estas dos medicinas están compuestas de unos álcalis volátiles que
pugnan con los áccidos de este morbo, y en el cocimiento se va su mayor
parte y, por esto, no obran con la valentía que los polvos por tenerlos todos.
/Está fundado con la razón y experiencia, porque a estos mixtos les da la
Naturaleza, con estos álcalis volátiles, con poca adición de áccidos que en
su incremación pugnem y per liquationem formen la sal fixa. Haz la expe-
riencia y lo verás; y hazla también de los ajenjos y verás como da mucha.
La razón que ay para esto es que los ajenjos están compuestos de álcali y

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 687

áccidos volátiles, y en su incremación per liquationem ay pugna, y de ella


resulta la sal fixa, nueva criatura que antes no estava en la planta; y de la
zarza, palo santo, eleboros y otros muchos mixtos darán muy poca, o nada,
y no es otro sino que la Naturaleza les dio muy poco de áccidos y mucho de
álcalis volátiles, y en su licuación muy poca pugna, que de ella avía de
resultar la sal fixa de entrambas sales volátiles áccidas y alcálicas. De este
parecer son Otón Taquenio, Juanini, Ludovico Daniel, médico de Saxonia,
y éste haze de todos los vegetables sales volátiles, con el sabor y olor de
ellos.
En lo común es que los vegetables dan /mucha sal fixa y nada de volá-
til, y los animales mucha sal volátil y nada de fixa; pero por la experiencia
y por la razón se ve que todos las tienen volátiles y, por no alargarme, no
puedo darles la razón, pero la podrán ver en los citados y la experiencia en
la manipulación.
Encargo mucho tomen para este accidente tan común los polvos, opiata
y confección de nuestro Fr. Diego con discreción y dispuestos, y verán su
eficacia en obrar, y también en los cocimientos su poca fuerça.
En la infusión de coloquíntidas no lo aconsejo, pues para hazer esta tin-
tura áurea no es menester más que una dragma en agua común por espacio
de dos Ave Marías y después filtrarla por papel y darla con un poco de azú-
car. La tengo de este modo por muy buena en las fiebres intermitentes para
purgas y sé que gozó de mucho aplauso con dicha purga un médico en una
epidemia de fiebres intermitentes.

Advertencias al Capítulo Tercero.

En el Cap. III. de Astringentes corroborantes y resolutivos, todo es


bueno lo de la primera Sección, solo que a fol. 60. Pone un Xarave o Elixir
corroborante y astringente y no pone licor o menstruo para sacar la essen-
cia a los simples, que sin duda fue olvido, y se deve poner algún espíritu,
como el de enebro y, más común, el de vino, y con él sacar su essencia y,
después de hecho todo lo que dize, se podrá usar.
En la segunda Sección, habla de los opiados y pone que los autores tra-
tan variamente al opio, pues unos lo precipitan y que éste obra más tardo, y
que otros lo castran, con que obra más corto; otros lo mezclan y que obra
menos libre, y que Nicolás Lemery lo purifica y, por esso, obra con el lleno
de su virtud.
Al opio, todos los autores, assí antiguos como modernos, lo han tenido
y tienen por medicamento venenoso y de los más exiciales y fuertes, y los
primeros con variedad, /atribuyendo su virtud venenosa en la qualidad

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


688 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

caliente, por su sabor amargo, pues a él se le davan. Otros por frío, por fixar
los espíritus y por esta fixación dar el sueño, que con él matava, causa de su
frialdad, por ser efecto suyo de condensar y apretar. Los químicos lo atri-
buyen a unas partículas sulfúreas fétidas volátiles, y otros a la configura-
ción de los átomos que componen al mixto y veneno; y otros han trabajado
para hazerlo benigno y suave; los unos, exalando y fixando estos átomos
sulfúreos y fétidos, y los otros invirtiéndolos a otra configuración, y con
esta inversión hazer medicina de grande utilidad. Los unos se han valido de
la obra de la fermentación, considerando aver en ella y en su movimiento
bastante fuerza para levantarlos al ayre y desvanecerlos, sacando otros
benignos que estavan ligados en el mixto, que no podían lucir, como suce-
de en el vino, pues en su fermentación se levantan unos espíritus sulfúreos,
muy parecidos a estos que llaman Gas silvestre, y otros benignos y suaves,
que llaman espíritus de vino /aqua vitae otros. Éstos estavan en el mixto,
pero implicados de modo que no se percibían, y por medio de la fermenta-
ción, referando sus materias, se exaltaron y dexaron ver.
A este modo han tratado al opio para apartarle lo venenoso y sacarle lo
balsámico, que importa a tantas enfermedades.
Otros han pensado que con la adicción de estos espíritus podían corregir
esta volatilidad, pensando que en ella consistía su malicia, y hallaron los
espíritus áccidos que se oponen y los destruyen, aunque también a la mate-
ria balsámica y, por esso, los llama Ettmulero castración de virtud.
Otros, con adicción de medicinas, que se opongan al daño que hazen, y
a éstos les llama curar su mala operación; otros, abaxando la volatilidad,
presumiendo estava en ella su condición mala, y se valían de la digestión
con las sales fixas, como de tártaro; otros con materias oleosas para embo-
tar su narcosi.
Unos y otros, a mi parecer, han adelantado mucho esta corrección tan
importante, aunque he tenido por mejor aquella que ha /procurado apartar
aquel espíritu sulfúreo fétido, que contiene el mixto, y después ponerle
medicamentos, que sus álcalis sean fixos, y para esto me he valido de la
torrefacción, no como la han hecho otros, y Zuvelfero dize que sobre una
lámina de yerro, sino en horno de arena, y en ella una vasija de tierra y con
lento fuego que caliente bien la arena; ésta calienta con moderación la vasi-
ja donde está el opio cortado, y con tiempo a tan dócil fuego va exalando
aquel azufre volátil y fétido, y retiene el opio lo perfecto, de modo que la
residencia ha de quedar, para estar bien, con un olor perfecto a violas mos-
canas, lo que antes a su lleno era sobrado horrible, indicio cierto averse des-
pojado de mucha parte dañosa, y con él sacava su essencia, mezclando en
el menstruo alguna porción de sal de tártaro, reteniendo la materia algo de

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 689

tiempo para que se reconcentrara y fuera como una fermentación.


Este ha sido el modo que he tenido para hazer esta medicina tan exce-
lente en muchos casos y que saca a tantos enfermos de los /brazos de la
muerte y a los médicos de muchos casos inopinados, pues, con su gran
dirección y prudencia les avrá sucedido, no siendo para todos el uso dél, ni
tampoco para executarlo, por ser menester artífice, que con razón siga su
práctica, no contentándose sólo con verlo hazer sino con razones que satis-
fagan a su práctica.
Zuvelfero haze su láudano opiato líquido, en nombre de essencia anodi-
na, muy celebrada de Miguel Ettmulero, pues dize que la tiene por lo más
precioso que contienen sus obras, pues cierto que bien pone reparos en la
corrección del opio y en la composición del láudano de muchos autores;
véase en su primer tomo a fol. 196.
Nuestro Fr. Diego dize bien, que hecho el extracto del opio, puro bien y
corregido, está ya hecho láudano, pues para cada afecto se le añade lo que
conviene a dicho extracto y se haze láudano, es a saber, que para cada dosis
no sea más que un grano de dicho extracto. Dízelo Ludovico Daniel y
comentándolo Miguel Ettmulero a fol. 209. /Comentarii dicti Ludovici:
Extractum opii cum aliis mixtum vocatur laudanum; sic v. g. misceatur
illud cum extracto castore, calamo aromatici, vel pulvere analeptico, vel
pulvere praecipitante, aut etiam pulvere cranii humani, cornu cerbi, uni-
cornu vero, vel etiam pro scopo pectorali, cum extracto Helenii, & Hede-
rae Terrestris, ita idem diversi mode specificari poterit.

Advertencias al Capítulo Quarto.

En el IV. Cap. y primera Sección de él, pone nuestro Fray Diego los
febrífugos y, los primeros, los de la quina quinae y, con mucha razón, han
de ser preferidos a todos, que se esmeró la naturaleza contra este veneno de
las fiebres intermitentes, más en ella que en quantos mixtos hasta oy son
descubiertos y el arte ha podido trabajar. Ricardo Morton lo dize muy bien:
Verum sicut oriente Sole stellae minores disparent; ita caetera febrifuga e
tribu amarorum, aut alia quavis petita, huic unico locum cedere oportet.
Pone en la primera Sección recetas varias de la quina quinae que reco-
gió y con su /aliño las ornó con excelencia, y en la segunda trae algunos
experimentos muy buenos y de los que ha dado el arte lo mejor. Lo que dize
a fol. 78., en donde pone observación en quanto a los febrífugos de la quina
quinae, no me contenta, porque la adicción del láudano opiato no puede dar
eficacia ni corrección en donde no ay que enmendar, y se deve dexar al
escopo del médico prudente, que sabrá el fin de su adicción.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


690 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

Advertencias al Capítulo Quinto.

En el Cap. V. y en todas sus Secciones, trae varias recetas muy buenas y


fáciles a la execución para poderse valer prontamente a algunos accidentes
sobrado penosos, pero en la tercera Sección pone los antipleuríticos y todos
muy aprobados por la experiencia, con el azeite azerado y unturas. También
trae el modo de aplicarlos, que es el todo en su buen efecto, porque si no se
aplicaran muy calientes y se cubrieran con la servilleta quatro doblada, y
muy caliente, no podrían llegar a la parte ofendida, y nótese que si el dolor
pleurítico se mudare a otra parte, síganlo con la misma untura hasta que se
/consuma todo. Ya sé que ay muchos que tienen poca fee en unturas, por
parecerles obran tarde, pero para esso con el modo dicho hazen luego su
operación y se puede dar toda fee a las experiencias de nuestro Fr. Diego; y
yo he tenido varias con el azeite y untura y, en particular, conmigo propio,
en una noche. Helmontio, para dar alguna fee a la incredulidad de algunos,
dize: Vidi enim sepius, quartanam; uteri exundationes; melancholiam;
dolores colicos, &c. solis unguentis superata.
Del azeite de calabaza, con la essencia del yerro, no se puede tener duda
en su excelente modo de obrar, sabiendo tiene el sulphur tan anodino, pues
Zuvelfero en su Pharmacopea Regia haze una composición de laudano
opiato sin opio, sólo con el sulphur Martis, más seguro que las otras com-
posiciones, según su dictamen, y también en su apéndice una essencia Mar-
tis Aperitiva, que después de puesto las limaduras de yerro con los espíritus
de nitro y vitriolo y diluir la masa antes que se ponga compacta, con la
flema de los espíritus de la sal ammónica, haze essencia roja y dize de ella:
Memini enim me tumorem /durissimum in carpo manus, quam ganglion
vocant, sola hujus essentiae applicatione abe gisse, & sanasse, y todos
saben que el Marte se opone a todos los áccidos preternaturales del cuerpo
humano que producen obstrucciones, esquirros, flemones, estagnando la
sangre, &c. y, por esto, es tan eficaz medicina a todos estos males origina-
dos de los dichos áccidos, por ser tan excelente álcali.
En el ungüento se pone el hisopo húmedo para resolver con su virtud
alcálica a los tumores que piden resolución; este es medicamento antiguo y
lo apreciaron mucho por su virtud, y aora buelve a su estimación primera
por saber ser un alcálico animal muy familiar nuestro, para oponerse a los
áccidos coagulantes que nos infestan y por obrar tan prontamente y con
tanta suavidad en la resolución. Esto lo saben por la experiencia las muge-
res, pues en los tumores que se hazen en las glándulas del cuello ponen la
lana sucia que, aunque lleva tan poca porción de la materia, han conocido

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 691

el beneficio, pues, ¿qué será donde está recogida tanta en el espisamento,


que es donde se saca de ella, apartando todo lo /que se le puede allegar de
estraño, a modo de extracto en la depuración?
Me ha parecido poner a la Sección quinta de colirios uno mío, experi-
mentado, que se compone de la agua de la cal primera, segunda y tercera
partes iguales, es, a saber, de cada una, una libra, sal ammoníaco media
onza y, después de dissuelta, echarla en una vasija de cobre por espacio de
una noche o algo más; sacarla y ponerla en vasija de vidrio. Esta es la agua
saphirina, celebrada, que a mí me ha probado también; pero mejor a la
misma cantidad de las aguas de cal y sal ammoníaco, sin ponerla en la vasi-
ja de cobre, añadirle del azúcar de Saturno y trociscos blancos de Rasis, sin
opio, de cada uno dos dragmas, de blanquete lavado y preparado en la losa
una dragma, de espíritu de vino dos onzas, de cocimiento de meliloto seis
onzas.
Esta es la que he visto grande efecto, advirtiendo se ha de echar en el ojo
de esta manera: ponerse el paciente en un assiento baxo y levantar la cabe-
ça y ponerla en las piernas de quien le ha de echar el agua y éste tener un
pañito blanco y traído, y hazer de él un coginete y ponérselo en el estremo
del ojo, al /lado del pulso y, con una vinagera, por el lagrimal echarle unas
gotas y advertirle que abra y cierre el ojo, para que se introduzga todo el
colirio dentro dél y, passado algún poco tiempo, ponerle el coginete encima
y que lo tenga buen rato.
Se puede hazer dos otres vezes cada día y, si huviere nube, se pueden
echar estos polvos; con la punta de un cuchillo o otro instrumento tomar
unos pocos de ellos y echarlos dentro, y que se tenga el coginete buen rato
y los polvos son estos. De los trociscos blancos de Rasis, sin opio, una
dragma; de blanquete lavado y preparado y azúcar de Saturno, ojos de can-
grejos, dos escrúpulos de cada uno; azúcar candí, de sal ammoníaco y
estiércol de lagarto subtilíssimo, de cada cosa otra dragma, y, si tuviere
alguna ulcerilla, poner media dragma de azíbar.
He visto hazer prodigios este colirio y polvos, que los usava un oculista
de Madrid que vino a quitar las cataratas al Señor Obispo D. Blas Serrate,
y usó de este colirio a quantos pobres vinieron y también de los polvos, y
su Ilustríssima con su gran caridad los pagó, y, si eran forasteros, se lleva-
van de éstos quantos /avían menester; vi admirables sucessos, pues oy están
con vista algunos que antes estavan ciegos, y por dezir el modo con que los
usava y ser recetas muy estimables, las añado.
En la Sección sexta de este Capítulo pone diferentes recetas para distin-
tos achaques, todos muy especiales y suaves para su aplicación y para los
accidentes; se pueden usar seguras por su experiencia y por ser todas medi-

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


692 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

cinas benignas.

Advertencias al Capítulo Sexto.

En el Cap. VI. de Sudoríficos, aperitivos y diuréticos, pone recetas


varias muy provechosas, con su práctica razonable, para poderlas executar
con facilidad, porque la tintura primera es muy excelente y sin ninguna
duda en hazerla; el aperitivo de Adriano Aminsich, que él le dio nombre de
Magisterio, muy apreciable; el diaforético que no tiene duda en hazerlo,
también razonable; vino azerado y todos los demás que a poca costa y con
poca práctica y nada dificultossos en construirlos, se hallará el alivio a
varios casos que en una enfermería pueden ocurrir y, por ello, preciosos,
para que el enfermero, a cada cosilla /no moleste los médicos; no digo para
que sin dirección suya se hagan, sino para que a pocas vistas suyas se dis-
pongan.

Advertencias al Capítulo Séptimo.

En el Cap. VII. ay muy pulidas recetas para distintas enfermedades, aun-


que en la del cáncer pone nuestro Fray Diego que se disuelva para aplicar-
lo en agua de plantaina o llantén (que son estos dos nombres una misma
cosa) y en lo que dize, que le parecía poderse fixar y dulcificar con el Arca-
no passivo del primer Cap., no lo podría conseguir por no tener acción acti-
va para oponerse a su acritud ni volatilidad, porque sólo en el nitro se halla
especificada esta contrariedad y, aunque es verdad que el Arcano es una
parte principal del nitro, pero no lo es el todo, por faltarle aquellos átomos
que se constituyen nitro y, por esso, se dize medicina passiva y obra como
tal hasta que se buelva a impregnar de nuevos átomos y, entonces, obrará
como medicina activa.
A mi parecer, quien haze fixar el Arzenique son los espíritus áccidos,
que al tiempo de la detonación se introducen en su cuerpo y, por la reacción
que ay entre ellos en essa /pugna, resulta la fixación, y mudando de contes-
tura sus átomos, ser preciso mudar de sabor por la nueva configuración.
Sucede lo mismo en las sales fixas de las plantas que per liquationem acci-
di cum alcali se hazen fixas, las que antes eran volátiles y por mudar sus

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 693

átomos de contestura mudan también de sabores, porque los sabores


dependen de la configuración de átomos, pues vemos que una misma cosa
muda de sabor, pues en los frutos se experimenta y se ve claro el mudar de
sabor en pocos días, porque en la uba en pocos días se ve esta finomena y
no es la causa otra sino mudar de configuración sus átomos, y en la miel,
que discessu temporis, se haze amarga, aviendo sido tan dulce, y la sal de
ajenjos puré salsé, siendo tan amarga.
Los áccidos no todos son unos, aunque están comprehendidos en ácci-
dos, ni los álcalis tampoco; son diversos y, por esso, no todos los álcalis
destruyen a todos los áccidos, ni tampoco todos los áccidos se oponen a
todos los álcalis, sino unos tienen conformidad con unos y otros con otros.
El álcali del Arzenique tiene conformidad o diformidad con los áccidos /del
cáncer. Esto se entiende generalmente en todos; si su obra es por ser con-
forme o disforme, se ve claro que se haze por su efecto, pero no el cómo,
porque por entrambas cosas puede consistir la curación; si, por conforme,
unidos los dos, preciso ha de ser passar a otro ente y no dañar; si, por dis-
forme, ha de ser destruyéndose los dos, y también passar a lo mismo. Lo
que vemos es que cura; pero el por qué de esta acción es dificultoso averi-
guarlo.
Lo que sabemos es que el Arzenique es el antídoto del cáncer, de cual-
quiere modo que se aplique, ya dulzorado, ya con toda su acritud, el uno
con suavidad, el otro con grave dolor; en fin, se ve la operación perfecta a
este grave daño.
Véase en los polvos con que aquel médico curava este accidente fuerte,
que le llamaron el Médico de los Cánceres, que su receta la pone Harmmo-
nio en su Práctica, que se compone de Arzenique, ollín y serpentaria, ésta
con gran dolor. Véase también a Ettmulero referir la historia de la Reyna
Madre de Francia, Madre del Esclarecido Luis XIV, que oy vive y viva
muchos años, por Juan Aliot, médico y consejero del Duque de Lotaringia,
que de el medicamento /que aplicava, dize: An phenomena carcinomata
curari possint, arcano Alchali remedio.
Tengo por muy constante que su secreto no era otra cosa que el Arzeni-
que fixo y endulçado, por aver visto curar a un hombre de un cáncer, des-
pués de avérsele comido todas las narizes, a un herbolario nación, con sólo
el Arzenique con unos polvos de azufre embueltos, por aver podido sufrir
tan excessivos dolores en las vezes que se los puso, pues ¿qué harán pues-
tos con el aliño del arte y quitado el violento modo de obrar? Y assí tengan
por gran remedio el de nuestro Fray Diego, aunque no se atienda al otro
modo de fixarlo, por idea suya, y para mí lo tengo de fee humana ser el
Arzenique fixo, por aver visto algunos autores y sacar de ellos ser el primer

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


694 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

remedio para este tan grave mal, el Arzenique fixo.


Los remedios que pone para los carbunclos en dicho Cap. los tengo por
muy violentos, por ser cáusticos y no oponerse al veneno de esta enferme-
dad, con virtud magnética, sino cauterizando al grano y a la parte. Válgan-
se, pues, del pegado magnético de Angeli Sala o de el Butiri Antimonii, que
qualquiera /de los dos los extirpa brevemente y con gran seguridad. El pri-
mero abstrahendo su veneno, el otro cauterizando sin peligro.

Advertencias al Capítulo Octavo.

En el Cap. VIII. escrive muy buenas recetas y pone algunas en práctica


con muy buen aliño, aunque en la primera sección escrive un bálsamo solu-
tivo antimaligno, que no puedo comprehender de donde le viene tal virtud,
considerando tal farrago de yervas de distintas cualidades y tan contrarias
unas de otrasm que no se podrá alcanzar por ellas su virtud. Yo creo que es
un bálsamo que en Daroca hazía un mercader, tal vez dado de alguno de los
que corren el mundo, y puesto a algunos, han podido ver algún buen efecto
a fuerça de la naturaleza y no por el medicamento, por no hallarle de donde
le pueda venir tan grande virtud, pues no tiene ni aún igualdad con el azei-
te, con ellas, para extraerles sus virtudes, tan contrarias unas de otras; valga
lo que pueda y lo advierto para el que lo haga, que sepa que los compues-
tos, especialmente cordiales, corroborantes, epilécticos, &c. son mejores
aquellos que tan /solo miran sus simples al escopo de su obra, y, por esso,
se dize bien en estos versos: Felix simplicibus novit qui tollere morbos, pro
quovis morbo est una vel herba satis; cui tamen ex uno multorum noscere
vires, concessum medicas; ille beatus homo est.
No se deve entender tan solamente numerice, sino effective, que estos
compuestos, aunque se construyan de muchos, pero que todos sean para un
mismo fin y efecto, como si son cordiales, con cordiales, si son corrobo-
rantes con corroborantes, porque sería disformidad al compuesto corrobo-
rante ponerle simples laxantes, por ser contrarios al escopo del compuesto.
Tampoco ésta es regla general en todos los compuestos, pues ay muchos
que necessitan de simples que no miren al escopo del compuesto. Pongo el
exemplo en un compuesto purgante, que en él se necessita de tener presen-
tes cinco consideraciones para que este compuesto esté perfecto: el vasis o
escopo desta obra, que es el purgar; la conservación de muchos días, que es
el azúcar; simples que dirijan a la parte donde ha de obrar, y correctivos que
quiten el daño que hazen los medicamentos purgantes, y adyuvantes, que

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 695

son simples /más válidos que ayuden a los floxos purgantes.


Estas consideraciones son muy racionales en estos compuestos, pero en
aquellos que no ay que corregir, dirigir, ni adyuvar, porque los simples que
le componen son benignos, ellos se van a la parte a donde han de obrar;
ellos tienen toda su virtud entera; no necessitan de otros simples que les
ayuden en su obra, ni quien les lleve a la parte, ni de correctivos, pues no
tienen nada que enmendar.
Advierto esto para que el enfermero no tome tanto trabajo para hazerlo
y ser de tan poco útil. De todas las otras recetas, digo que son muy buenas
y fáciles para poderse executar y, por esso, son muy útiles a los enfermeros,
que hallan en este libro lo que a su autor le costó mucho de buscarlas.

Advertencias al Capítulo Nono y Dézimo.

Los dos Capítulos IX. y X. últimos del Recetario de nuestro Fray Diego
pongo juntos por aver poco que notar en ellos, pues en el primero que pone
los Azeites essenciales son notorias sus manipulaciones a los medianos ver-
sados en el arte químico; sólo el advertir se haga a poca digestión su abs-
tracción, porque, si es larga, se sacarán pocos, por aver alguna fermenta-
ción, que con ella se reserán los azeites y passan a ser espíritus, porque
éstos son azeites reserados, que por medio de la fermentación se hazen:
véese en el espíritu del vino, que antes de ser vino fue mosto, y éste no tiene
espíritu sino azeite; y después de la fermentación que se hizo vino, se rese-
ra y se hizieron espíritus y, por /este motivo advierto sea poca su digestión
para lograr el sacar mucho, porque yo por la tarde pongo la materia y a la
mañana le doy fuego, y con esta práctica sale mucho y muy claro, mayor-
mente si la materia de que se sacan está recién cogida, sin desecación, que
de este modo se logran más diáfanos y trasparentes.
En las vayas del enebro, en las rosas y en todas las cosas que avemos de
menester espíritus, precede primero fermentación y, de esse modo, sacamos
espíritus y, si avemos de sacar azeites essenciales, leve digestión; ya nues-
tro autor lo advierte, sea luego la destilación, pero me ha parecido el poner
esto assí para que se sepa, salen los espíritus y los azeites con unos mismos
instrumentos y un mismo modo en la execución; sólo el aver diferencia en
el tiempo de la digestión o fermentación.
En la segunda Sección del Cap. IX. trae las sales y espíritus oleosos que
se hazen con estos azeites. Esta es medicina célebre y de mucha virtud, y
algunos han querido dezir ser la sal volátil de los vegetables, siendo, como

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


696 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

es, distinta, por no ser éstas otra cosa que una impregnación en la sal
ammoníaco y de tártaro, de la essencia de los vegetables, teniendo unión
con las dichas y en la sublimación, por su unión, subir todas essentificadas
con su virtud.
Es medicina apreciable, pero no es sal volátil de los vegetables, pues
ésta sólo Ludovico Daniel la hizo y prueba como éstos no tienen sal fixa,
sino que es nueva criatura que resulta de dos que tienen los /mixtos: es, a
saber, una álcali y otra áccida, entrambas volátiles y que mediante el fuego
per liquationem de entrambas resulta la sal fixa, nueva criatura.
En el Cap. X. y último, que dize de la utilidad y uso del tee, cafee y cho-
colate, no tengo nada que advertir, solo que lo común en estas bebidas
tomadas con orden y modo son muy buenas, pero con abuso pueden ser
dañosas, porque en nuestros alimentos lo vemos, que siendo como son tan
familiares nuestros, el abuso los haze malos y causan graves daños. ¿Qué
exemplares no tenemos de esta verdad y qué más de ordinario vemos en el
vino, pues siendo una bebida tan connatural y familiar nuestra, qué haze el
abuso?, ¿qué enfermedad no excita?, ¿cómo pone al que con excesso lo
toma? Es común a todos. Lo mismo digo de estas bebidas, que el abuso es
causa de muchos males, aunque ellas sean buenas. Gerónimo Pipuri Jatrias
trae el uso, el modo de hazer el chocolate y sus virtudes, con gran extensión
y son muchas, pero también pone los males que atrae el abuso dél, pues
dize que: nimia copia sumpta, multos male se habuisse. Pudiendo asegurar
que a algunas personas entregadas con abuso al chocolate, averles visto
algunos accidentes, que con la abrinencia de él y a poco remedio verse
libres, siendo tan beneficioso a nuestra naturaleza y tan proporcionado que
dize ser: sumum nutrimentum, & una medicamentum; non solum sumentes,
& qui huic potui nimis indulget, nutrit, & impinguart; sed a multismorbis
praeservat, & curat. Senibus, & decrepitis maxime proficu est; /quia vitam
prorogat, & omnes, qui hoc indico utuntur Nectare, firma fruutur valetudi-
ne, imo absque aliorum alimentorum ope, vitam incolumen prorogare pos-
sunt, ob maximum nutrimentum, quod corpori supedditat, ac exhaustas
vires reparat; que no se puede dezir más de mixto alguno en que más bene-
ficio halle nuestra naturaleza que en el chocolate.
Hasta aquí de Notas o Advertencias sobre el presente Recetario. No
dudo de maestros más inteligentes y peritos que dirían más y mejor. He
querido parecer obediente y caritativo, para que, con tan seguros Nortes,
pudiera encontrar con algún acierto. Podía dilatarme fácilmente en cada
una de las Secciones y amontonar doctrinas, prácticas y opiniones de auto-
res muy graves y de algunos pocos conocidos. Pero qué haríamos con tanta
vanidad, con la que ningún enfermo se socorre ni ninguna enfermedad se

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 697

cura. Heme ceñido precisamente a los límites de lo que he sido mandado,


quedando muy seguro de que no he errado en lo que he obedecido. Con la
misma ingenuidad que professo, devo assegurar que me ha admirado esta
obra y que la caridad de su autor solamente pudo enseñarle tanto. Ella está
muy bien fundada, contiene remedios muy seguros, sin faltarle lo exquisi-
to, lo secreto y lo experimentado. Si cayere en manos de buenos artífices,
será más beneficiosa, porque este género de medicamentos requieren sin-
gular estudio en la manipulación. Este es mi sentir. Salvo, &c. En Tarazona
a 12. de enero de 1713.

Atilano Thomás Manente.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


698 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

Recetario Medicinal Espagírico, p. 32, capítulo II. De Purgantes

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 699

1
/

Recetario medicinal

Introducción brevíssima.

Aunque ya he dicho alguna cosa (hablando con el lector) en quanto a


resolverme escrivir, y no sólo a lo mecánico, sino deteniéndome en tal o
qual obra, con uno u otro discurso, me ha parecido protestar aquí más abier-
tamente, que, como mi intención es ingenua acia manifestar lo lo oculto,
por bien común, lo es también el discurrir a mi modo práctico, sin agravio,
sino con subordinación a los especulativos, 2/ siendo el proponerles espe-
cies tales, tan natural como cierto, que la Medicina comenzó en experien-
cia. De ella resulta lo poco que yo sé y lo comunico, porque se me aconse-
ja, haziéndomelo escrúpulo, y no pienso quedar dependiente de la censura,
porque ni el desprecio ni el aplauso pueden sacarme, ni quiero que me
saquen, de la esfera de Lego.

Capítulo I
De un tesoro medicinal.

Sección I.

De el archivo donde se oculta este tesoro.

Ansia ha sido de los artífices un dissolviente universal, con el nombre de


Espíritu de los elementos de Anima mundi, de Agua de la Vida, de Alcaest,
&c. y lo buscan en varios medios y por distintos caminos, hallando 3/ en los
autores acia su fin mucho misterio y mucho más de su encanto.
Don Luis de Alderete, en Madrid, fue quien en nuestro tiempo blasonó
más de tenerle con el nombre de Agua de la Vida, y no admitiéndola los
médicos, sin que manifestasse su obra, respondió ser el Espíritu de los Ele-
mentos, atraído de el ayre por acción de el Sol, y con Magnete, a un instru-

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


700 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

mento especial de su inventiva.


Esto, demás de parecer efugio con que quiso zelar su secreto, concibo
que, necessitando de Magnete que le atraiga y absorva, de quien después
aya de separarse, no dará medicina más pura ni tan abundante como otros
medios, lo qual haremos conocer en su lugar.
Otros lo buscan en el Manná, rocío, agua, &c., pero, aunque los cuerpos
fluidos son propios para abrir y extraer de los secos las sustancias de que
estos estuvieren impregnados, pero no tienen propensión, ni desnudez para
absorver copiosamente (lo qual sólo es natural a los secos y vacíos) y, por
consiguiente, ni 4/ ser materia especial de esta extracción.
En todos los mixtos naturales ha de contemplarse esta sustancia, recebi-
da y contraída en cada uno de ellos a su modo, por lo qual no puede sepa-
rarse con facilidad, con abundancia y con indiferencia.
Yo, ni pretendo medicina universal ni universal dissolviente, pero lo que
pueda hallarse de lo uno y de lo otro pretendo tenerle en la tierra y en ella
lo busco; en ella se haze la generación de los mixtos naturales y para ello
ha de concurrir toda la naturaleza con el mayor y más universal agente.
Ella es elemento firme y fixo, donde ha de quietarse (si en alguna parte)
el Mercurio de los filósofos; es seca y mere passiva y, por ello, absorve y
retiene la virtud de los elementos activos.
Por último, es álcali y, por esso, imán de los áccidos que se le propor-
cionen, y, como elemento alcálico, ha de tener la proporción con el áccido
de los elementos. Pues, ¿para qué han de marearse los artífices ideando
materia que le atraiga e instrumentos que le reciban 5/ y retengan para con-
seguirlo, si la misma naturaleza próvida tiene ya dispuesto un elemento en
quien se reciba la virtud de los demás y de quien pueda extraerla el arte?

Sección II.

Con qué llave y cómo se abre este archivo.

Aún sería corta la Naturaleza si parara en lo dicho, pues de la tierra no


podía extraerse el espíritu sin inficionarlo in summo, como se intentará
inmediatamente.
Ya la sequedad, en que consiste su virtud de atraer el espíritu, lo inficio-
na en parte, siendo necessaria la arte que diremos para tenerle puro, y, si de
ella inmediatamente se hiziera la extracción, crecería el corrosivo con la
violencia de el fuego, passando a ser veneno la triaca. Pero la misma Natu-
raleza, en quien se halla todo, tiene prevenido otro elemento que se saque

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 701

de la tierra, facilitando y purificando la obra.


6
/ Ya, sin dezirlo, se avrá entendido que hablo de el agua, que es llave de
la tierra. En ella sueltan los cuerpos secos las sustancias que han recibido y
atraído, sin virtud que lo resista, de suerte que pueda hazerse nuestra
extracción y lograrse el espíritu puro y arto indiferente.
Hasta poner en este estado la inteligencia de la obra, me ha parecido
obscuro el entrar en la elección de la tierra, y aora buelvo a essa y otras
especies, con deseo de que no quede razón de dudar a los artífices.
Pudiera dar por supuesto que sea más absorviente la tierra más árida y
más expuesta al ayre, de el qual en forma de átomos recibe los espíritus,
pero me ha parecido passar a dezirlo en estos términos, para dar todo el
lleno de la noticia a los versados. Quien ya no lo huviera entendido, no se
querelle de mí, sino de sus potencias.
Digo aún más, que esta tierra no ha de ser actualmente seca, sino que ha
de tener marcada su nativa sequedad con la abundancia de la impregnación.
Y, en quanto al modo, 7/ basta dezir que para nuestra obra ha de saturarse la
agua, separarse pura y sin mezcla de tierra y, con ella, proceder a la extrac-
ción.

Sección II.

De la extracción de el espíritu.

Aviendo dicho que el espíritu que buscamos es áccido, entenderán los


artífices que sale después de la flema, y, por el consiguiente, que no se
necessita de destilar, sino de evaporar hasta lo último. Assí se dispone con
más libertad la materia y se detienen mejor sus subidas que son violentas, y
removiéndola con algún bastón, para que respire y se assiente, y, por la
misma causa, ha de ponerse en muy poca cantidad.
Ya assentada, y en estado consistente, se ordenará la destilación, ponien-
do cabeça de vidrio con recipiente no unido, porque, si salieren humos, se
vayan, que serán corrosivos.
La olla ha de ser de tierra y no es preciso 8/ que tenga figura química,
porque sube menos la materia en la capacidad de las ordinarias, como sean
grandes. Ni es necessario que el cuello de la cabeça encaxe en el de la olla;
basta que assiente el relox en la boca, haziendo una congrua lectación de
arina y claras de huevos, sin paño ni papel.
La destilación ha de correr suavemente, porque la corrosión que se
aposa en lo más fixo, no se mezcle con el espíritu primero y más noble,
malogrando un trabajo grande y una medicina singular.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


702 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

He supuesto primero y último espíritu, por modo de explicarme, que es


mi fin en este discurso, sin ínfulas de magisterio, porque ni yo ni otros
muchos podemos determinar, ni aún opinar, en esta materia. Parece que ha
de ser uno sólo, al principio más suave y al fin más radicado, por ser obra
de un mismo preciso influxo, impressionado en una misma número materia
y extraído en una sóla continuada destilación. Y parece que han de ser dos,
porque el primero es más dissolviente, más suave y más medicinal, y le 9/
uso en sus casos felizmente, sin correctivo alguno.
Experimentalmente sé que la materia residente tiene mucho de saliva y
de cáustica, y que la gran dificultad de destilar la sal común se vence con la
afusión de algún corrosivo, y puede la Naturaleza como tan maestra aver
hecho la mezcla en el influxo para que tengamos un espíritu especial o filo-
sófico de sal, que sin dar señas ingenuas de él, piden los autores para dis-
solviente de el oro, lo qual haze el nuestro, pudiendo no dudarse que sea el
suyo.
Finalmente, esta destilación ha de comenzar quando despunta el áccido
y ha de correr en un grado muy lento. Nunca han de salir humos por el pico
de el alambique, ni en la cabeça se ha de ver color que passe de dorado
hasta muy rojo, porque esso señala despunte de el corrosivo por excesso de
fuego. Y, quando ya a lo último suceda, sin descuido de el artífice, cesse la
destilación, porque el químico que lo quiere todo suele perderlo todo, y será
cuerda prevención el apartar 10/ el espíritu de el recipiente de rato en rato.
Pero concluyamos la obra en la materia residente, dexando para después las
dissoluciones de este espíritu.

Sección IV.

Calcinación de la materia residente y conclusión de la obra en un


medicamento passivo.

La materia residente, a vaso abierto se le aumentará el fuego hasta que


no arroje humos y quede perfectamente blanca. La operación es fejuga,
pero ni aquí ni hasta aquí es costosa, y las cosas grandes no se logran sin
trabajo o gasto. Tenga el artífice paciencia, que a mí me ha costado mucha
el traerla a fin desde un escaso principio y se la franqueó por amor de Dios.
Después de tan calcinada, que se aya evaporado todo el último corrosi-
vo, sin quedarle a la materia más gusto que el de sal grata y de tierra calci-
nada, se sacará de el vaso, despreciando 11/ alguna porción menos dispues-
ta, porque no inficione al todo, la qual suele quedar en las paredes de la olla
de color amarillo. Herbiráse la blanca en agua común competente, hasta su

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 703

total dissolución y quedarán en términos de separación la sal y la tierra.


Assolárase alguna materia blanca en esta lexía, y se ha de cuidar de no
perderla, sino ponerla en el filtro quando se disponga la filtración, porque
es la medicina que buscamos. Pero ha de observarse que queden en el vaso
de la elexiviación las hezes térreas impuras y no calcinadas, que siempre
avrá algunas, lo qual se haze removiendo blandamente la vasija donde estu-
viere todo, para que se levante y mezcle con la lexía lo calcinado y no lo
demás, yéndolo poniendo en el colador.
De esta lexía se haze una sal muy grata, pero no es álcali de el espíritu,
ni yo he tenido ocasión de experimentarla, por ser ocurrencia reciente ni ya
me pondré en cosas nuevas por falta de salud, que aún el escrivir esto 12/ me
es de arto trabajo y me esfuerzo por caridad. Quien aya oído nombrar a la
sal de la tierra, puede discurrir sobre ésta o apurar si es sólo sal común. Y
en el filtro quedará la materia blanca, que ha de exicarse a blando fuego y
estimarse como grande arcano.

Sección V.

Virtud y uso de esta medicina.

Es poderosíssimo absorviente y precipitante radical que, eficaz y lenta-


mente, evaqua por secesso en las enfermedades horribles de infección
notrosa. Y tan singular febrífugo de esta especie de fiebres, que dándole a
un enfermo (sangrado con discreción) le dexa libre y fuera de peligro al
siguiente día, aunque esté muy peligroso, como no llegue a desauciado.
Esto es hablar de esta medicina con cordura, pero no intento que dexe de
usarse, aún en los casos de mayor 13/ fallecimiento, porque en ellos he visto
alguna resurección.
A esta medicina no le hallan los sentidos principio activo alguno, porque
ni tiene olor ni gusto, ni introducida en él ofende al oído. Obra con tanta
eficacia en las enfermedades dichas, por ser causa de ellas un corrosivo
coagulante, de la condición de aquel último espíritu de esta obra, que estu-
vo tan radicado en la materia fixa, y como la tenemos totalmente sin él, le
atrae y absorve dentro de el cuerpo humano con natural propensión, resul-
tando de la impressión de el áccido en su álcali y de la atracción de el álca-
li a su áccido un movimiento o precipitación en que salen ambos, pero muy
a pausas, por no resultar esta precipitación de fuerça purgante sino de sua-
vidad magnética.
He experimentádola en dichas fiebres inflamatorias, cuya curación con-
siste en desatar el vínculo venenoso que concretó la sangre y humores,

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


704 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

como he dicho, por lo qual es felicíssima en los dolores pleuréticos, en los


quales obra igualmente, por tener una misma 14/ causa, pero, aunque no se
me ha ofrecido el caso, espero que se logre de el mismo modo en los acci-
dentes apopléticos y otros tales, como el enfermo pueda tomarla, que puede
ser dificultoso por la privación e insensibilidad que suele acompañarlos
casi siempre.
No porque obra con lentitud se entienda que dexa de sentirse la evacua-
ción; antes bien cansa mucho, como medicina radical y purificación suma
de la sangre.
El modo de darla es desatada en un poco de agua natural a modo de
leche, o con azúcar o sin ella. El tiempo es el que pudiere elegirse más apar-
tado de la fiebre. La dosis, dos dragmas a los adultos, y, después de dos
horas, repetir la misma cantidad, y, si passadas ocho horas de la segunda
vez no ha comenzado a obrar, se dará tercera. En algunos casos bastan las
dos primeras; por lo más, se da la tercera y alguna vez se necessita de la
quarta a la mañana siguiente, como una vez sóla me ha sucedido.
La razón de esta variedad en repetir la dosis es que, assí como ha de aver
proporción 15/ de poros y puntas en los álcalis y áccidos para que se abra-
cen, la ha de aver también de cantidades en el álcali y su áccido, para que
éste quede totalmente extinto, no pudiendo atraerse mucho yerro con poco
imán ni embeberse mucho licor en poca tierra.
Los álcalis activos no pueden usarse en enfermedades de vicio alcálico,
pero de éste como de medio passivo, parece que podría usarse con alguna
abertura, porque obrará felizmente en los casos áccidos que se le propor-
cionen, y en los demás parece que no podrá dañar como cosa que no tiene
acción; con que he dicho lo que entiendo.
También me ocurre que se le podría fiar la curación de los cánceres ulce-
rados y carbunclos escarificados, &c., por su propensión de atraer venenos,
o aplicada en polvo o mezclada con nuestro ungüento de litarge, que tiene
atracción dulce y es especial en los malos granos. Póngolo en su lugar.

Sección VI.

Facultades de el espíritu.

Dióseme la primera noticia de esta medicina con el nombre de Espíritu


universal. Yo estimé la dádiva como cosa singular y en estos términos
entiendo averle proporcionado el aprecio. Ya en la primera Sección dixe de
su naturaleza lo que ha podido alcanzar mi cortedad, y aora diré (también
con ella algo de sus efectos.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 705

Este espíritu es (como dexo dicho) áccido, y assí, como la tierra álcali,
es singular auxilio en las fiebres que traen coagulación de sangre por ácci-
dos nitrosos; ha de ser éste específico para las que resultan de algún vene-
no álcali, que dissolvió la sangre o induxo podredumbre en ella. Y no queda
esto en términos de discurso, porque lo he experimentado, añadiendo unas
gotas de él a los cordiales astringentes que se ordenen a tal malignidad con
cierto efecto, y aún adextra 17/ instilado en una sangre diluida y podrida de
tal especie, la concreta.
En estos términos es regular su operación, pero lo exquisito es que algu-
na vez obre con tanta eficacia, que (como me ha sucedido) passé a trasmu-
tar la raridad en densidad de humores, y, entonces, se muda de medio, ape-
lando a la medicina de la Sección passada, con la qual mueve el morbo por
abaxo y, al segundo día, queda el enfermo sin otra necessidad que la de con-
valecer.
Un afecto de cabeça exaltado y de especie habitual curó cierto médico
pidiéndome este medio y dándole pocas vezes en caldo, pero sé el efecto y
no el motivo. Y a otro gravíssimamente enfermo le socorrí de el mismo
modo un gran dolor de cabeça y le benefició en la enfermedad, trayéndole
a estado de poder curarle una recidiba violenta.
Finalmente, un médico de crédito, en unas fiebres epidémicas que le tra-
ían confusso, apeló a este medio y, mezclándole discretamente la flor de el
azufre y sal de ajenjos, dado en agua de chicorias, curó quantas se 18/ le
ofrecieron en adelante. He traído brevemente estos exemplares para que los
médicos en sus ahogos sepan que tienen a qué apelar, echándose a una
experiencia nada indiscreta con un enfermo que conocen se les ha de morir,
pero sin esperar a que no aya naturaleza en él.
Olvidávame de dezir (y no es para escusado) que los dolores de muelas
de causa ardiente o álcali se socorren in instanti, tocándolas con el estremo
de una pluma mojada en él, y, si tal vez no sucede assí, es indicante (por lo
más) de purga, con la qual se logra vencerlo, como siempre me ha sucedi-
do.
En los accidentes de refluxo epático se consigue gran beneficio aña-
diendo este específico al agua de epática o chicorias, aunque con el oro
disuelto en él, sin trasmudarle de él, se logra más, como diremos en la Sec-
ción siguiente.

Sección VII.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


706 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

Dissoluciones de este espíritu y primera de el oro.

19
/ Espíritu universal se da en la Naturaleza, pero no se puede dar en el
arte, porque, aunque todo espíritu fue el universal, contraído en varias espe-
cies passa a ser particular en cada mixto y quien de estos u de cada uno le
extraiga, lo ha de llamar assí.
El que yo he manifestado es más indiferente porque no se extrae de
mixto, sino de elemento, y aún assí ha de saber a tierra. Dieronmele, como
he dicho, por universal, pero deduciendo este renombre de su virtud acía
dissolver muchas cosas, ya sólo, ya acompañado; yo no le tengo por tal. El
lector le llamará como quisiere, después de dezir yo las dissoluciones que
he hecho con él.
Dissuelve al oro, sin necessidad de cominuirlo, pero yo le acrisolo y tiro
a martillo para poder cortarlo con tixera, y, de este modo, le dissuelve fácil-
mente, con calor, tiñéndose ya el espíritu luego que se calienta el vaso; y,
en frío, también, hallándose ya tintura el siguiente día, pero esto último es
bueno para saber en crédito suyo que lo hize y no para gastar tiempo sin
necessidad. Ni la ay 20/ de hazerlo en vaso cerrado, porque lo que puede
vaporear en una digestión sólo llevará algún poco de flema, que no ay
inconveniente en que el licor la gaste y es enfado que la tenga el artífice sin
motivo.
Hasta aquí se me dio la dissolución de el oro y la noticia de el espíritu,
lo uno y lo otro sólo en práctica. Assí ha socorrido el oro inflamaciones
internas a punto de supuración, felicíssimamente, juntando a unas gotas de
él unos granos de piedra bezoar. Assí socorre en los síntomas nefríticos, en
austos especiales y en afectos de hígado, dado sin la piedra. Y assí quieta el
síntoma hercúleo, tocando con una pluma mojada en él la lengua y dientes,
y del mismo modo restituye en los desmayos y fallecimientos; de todo lo
qual tengo experiencia, fuera de el romper inflamaciones internas, que no
he apelado en ellas a él, sino a otros medios. Verdad es que algunas de estas
curaciones las hará el espíritu sin el oro, y es bien que demos al César lo
que es del César.
Yo, para los casos en que no tienen cabimiento 21/ los áccidos, he passa-
do adelante la obra del oro, por el modo de Adriano Aminsicht, que le tras-
muda el menstruo. Házese evaporando el espíritu hasta consistencia de la
materia áurea, en color rojo y espesez de extracto, sobre la qual se instila a
gotas un poco de azeyte essencial de canela, el qual exalta la tintura, y la
purga de las últimas y más agrias impressiones de el espíritu; y con espíri-
tu de vino muy puro se dissuelve; pónese muy poco para que salga lleno y
añádase, si fuere menester. Lógrase con calor y sin él, y se filtra.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 707

Mejor se haría la obra precipitando al oro, pero ni Adriano habla de esto,


ni yo he hallado precipitado, de que infiero quán natural sea esta dissolu-
ción, pues no suelta el espíritu al oro para abrazar álcali alguno, de modo
que se pueda separar, y, también, porque no se gasta su accididad en la
obra, en medio de ser el agente, sin que baste axioma alguno filosófico con-
tra esta evidencia.
Y, por último, prueba ser dissolviente propio el llevarse la tintura si se
evapora en 22/ mucha cantidad y no se templa el fuego mucho acia lo últi-
mo. Estése en esta noticia para governar la evaporación y en que también se
irá en humos, si tiene azogue el oro, que lo haze volátil.
Adriano atribuye una máquina de milagros a este oro suyo, en quien
podrá verlos quien tenga intención de creer largo, que yo sólo la tengo de
escrivir verdadero. Lo cierto es que el azeyte filosófico de sal (que él pide,
sin enseñarlo) es el nuestro, conocido sólo de los verdaderos químicos (que
él dize) y, si sólo los verdaderos lo conocen, yo voto he de tener por verda-
dero, aunque no por químico, y me contento con la mejor parte, bien que
dimidiado mi voto.
Estará bien comenzada la obra si el espíritu (teñido y lleno ya de oro)
tiñere la mano en color rojo exaltado, y estará bien concluyda en la trasmu-
tación de menstruo si ya no la tiñere. Quando se aya evaporado el menstruo
dissolviente, se contemplará imperfecta la dissolución si se viere el oro en
átomos, y, estará perfecta, si quedare como una 23/ goma roja, deviendo
repetirse la dissolución con el primero espíritu hasta este estado.
Haziendo la obra con el primero espíritu áccido generoso, saldrá perfec-
ta si no ocurriere alguna ignorancia u desgracia, y saldrá imperfecta si se
hiziere con el espíritu más radicado y corrosivo, el qual más devora que
disuelve, al modo de las aguas regias.
De un príncipe estrangero me dijeron que llevava un oro especialíssimo,
que le avían presentado por grande regalo, con el qual pocos días antes se
avía curado un síntoma más horrible, in instanti.
Mostré deseos de ver esta medicina y lo conseguí de su boticario, que
me permitió verle, tocarle y gustarle; era muy rojo, no teñía la mano, no le
percebí gusto espirituoso de ninguna especie y tenía cuerpo como de
extracto líquido.
Comprehendí gran proxilidad en su fábrica, pero no dissolución hecha
con el licor mismo que tenía entonces, porque un menstruo insípido hazer
tal obra, sólo parece podrá 24/ dezirlo a los autores de misterio, algún artífi-
ce de encanto.
No por esso quiero dezir que fuera el de Adriano, corriendo la obra
como yo la traigo, porque es secreto muy venerable el que acabo de referir;

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


708 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

pero, para imitarlo, aconsejo que, después de afundir en el nuestro el azey-


te essencial, se haga evaporar un poco con un dedo de espíritu de vino para
desvanecer el gusto de el azeyte y se tenga por especial medicina.
En mi experiencia, el oro de Adriano, si en vez de el azeyte de canela o
el de anís (con que yo lo suplo) se le pone poca cantidad de el de la salvia,
de suerte no pierda toda la última aspereza de el áccido y no se evapora la
virtud de dicho azeyte, sino que assí se le pone el espíritu de vino, &c.
Resulta, o da, un purgante suave y prodigioso para en casos de cirugía, que
se originan de hígado y podredumbre, pero primero deve purgarse el enfer-
mo ligeramente.
Dosis, pocas gotas en un vizcocho algunas mañanas continuas, obra por
abajo, pero más 25/ eficazmente por transpiración sensible, que sin sudor
obliga a mudar camisas.
No es el efecto muy limpio y yere en el sentido mucho, pero da tan segu-
ra curación de la causa universal que luego se ve en la úlcera un efecto casi
milagroso, que casi nunca me ha faltado. Et haec de auro.

Sección VIII.

De otras dissoluciones que se hazen con este espíritu.

Parecióme, quando huve este dissolviente, que le tenía ocioso en una


obra sóla, y le eché a otras con felicidad, entre las quales fue primera y uti-
líssima la de las perlas. Dissuélvelas, pues, co como el oro, en quien no
pierde su accididad, sino perdiéndola (si se quiere) toda, sin que quede sub-
yugada, sino extinta.
Házese, teniendo el espíritu en vaso abierto y hechándole las perlas en
frío y poco a poco, o molidas o enteras, y assí se ve dissolverlas 26/ sensi-
blemente. Si le ponen quantas puede dissolver, adquiere la medicina un
sabor ingrato, y si se cuida de cessar antes que se pierda toda la accididad,
queda de grato gusto; de ambos modos me ha probado bien, pero satisface
a la razón el primero, por más lleno de el bálsamo de las perlas y de el todo
puro de el espíritu áccido, que tienen los autores por impropio para en algu-
nas especies de fluxos.
En medio de que nuestra más preciosa margarita es la pobreza evangéli-
ca que professamos, siempre he trabajado perlas finas orientales, y las más
preciosas que he podido, sin malograr el dissolviente ni perder el tiempo en
perlas de Portugal, ni madre perla, las quales sólo tienen facultad de absor-
ver sin poder lograrse en pocas gotas, y no la balsámica que experimento en
las finas.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 709

Ni como a cosa álcali pudiera exaltar la dissolución, aviendo de gastar-


se en el menstruo áccido; mi fin y mi logro ha sido extraer la essencia de
entre las impuridades de su mixto, exaltándola y trayéndola a estado de 27/
obrar y comunicarse sin impedimento.
Su utilidad en mi experiencia es socorrer con eficacia el fluxo crudo y el
dissentérico, dando algunas gotas en algún austo especial. Quien quisiere
muchas virtudes de perlas, vea a Adriano y a Pedro Juan Fabro en las suyas,
que le llenarán los deseos, sin ser más preciosas que las nuestras.
Y el que quisiere concebir más a lo seguro, filosofee esta especie y con
un dictamen de razón que estrive en estas experiencias, que le asseguro
passé a otras, que la medicina comenzó, prosiguió y para en experiencia.
Demás de estos dos modos de dissolver, como agente que obra sin algún
coadyuvante en ambas cosas, dissuelve como auxiliar o como auxiliado,
otras cosas de que daremos exemplares arto exquisitos, con que se entra su
virtud dissolviente en los tres reynos.
Ya hemos visto en el oro y pudiéramos ver el marte que dissuelve mine-
rales, y el metal más indissoluble y perfecto, y en las perlas un semilapideo,
y aora le veremos en el 28/ ámbar dissolver un vetumen de naturaleza veje-
table, pero tan indissoluble como el oro y la piedra bezoar, que es cosa ani-
mal en su origen.
Dissuelve, pues, a estos últimos, no él sólo, ni el espíritu de vino a sólas,
pero sí el espíritu de vino animado con este dissolviente, no más que hasta
que se perciba el áccido. El modo es moler el bezoar y digerirlo en los espí-
ritus, de que resulta tintura roja; y, en frío, filtrar la tintura.
El ámbar se muele con un poco de polvo de azúcar candi, passado por
cedazo, y, con los mismos espíritus mezclados, digiriéndole en vaso cerra-
do, suelta la tintura rubra y el olor, pero ha de ser de buena elección el
ámbar, porque no puede dar olor ni tintura si no las tiene.
Su elección es que lo exterior de el grano sea de color gris o subcinerí-
ceo, y lo interior vituminoso y de el color que por esso llaman de ámbar los
tintoreros. Siendo assí, da un bálsamo o tintura preciosíssima y suavíssima,
gran corroborante, capital específico 29/ (si no se le mezcla almizcle) y que
se comunica en qualquier licor dulce, mezclado en pocas gotas a los adus-
tos convenientes en tales casos.
El mejor aderezo y muy capital de el tabaco, se haze en almirez; molido
el ámbar con el azúcar, gotear algo de la mezcla de dichos espíritus hasta
dissolverle en color rojo, que luego se consigue assí en frío, con sóla la agi-
tación de la mano de el almirez, y poniendo un poco de tabaco limpio en
ella, remoliendo hasta que se embeba en él la dissolución, queda el tabaco
con toda su virtud para aderezar mayor cantidad, según el gasto de cada

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


710 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

uno.
A mí me ha sucedido sacar de quatro granos de ámbar precioso aderezo
para más de media arroba de tabaco, y me salió más suave, más animado,
más constante, olor y gusto que quantos avía visto en muchos años, pero
nunca he tenido igual ámbar. Conviene hazerlo de este modo para el taba-
co, porque siendo tan pocos los espíritus que le dissuelven, no resaltan en
excesso, y sólo y sin impedimento, 30/ se percibe y goza el aroma.
La otra dissolución del ámbar, para tenerle en tintura líquida como
medicamento interior corroborante, se haze (como he dicho) con más can-
tidad de espíritus; se digiere y filtra, quedando pura y muy vivificante.
Compone la cabeça a los que la tienen fatigada por mucho estudio, como lo
haze también el tabaco, y socorre los fallecimientos, dada en vizcocho, cor-
dial o aguas especiales, en pocas gotas.
El bezoar dissuelto assí haze de mejor modo lo que el polvo; daráse de
diez gotas hasta veinte. Adriano trae uno de más fatiga y menos pureza, y
quiere que haga milagros, pero en mis manos no ay cosa que obre con mi
experiencia sobre lo que tengo dicho.
Tengo dedicadas todas mis tareas de enfermería a San Diego, mi espe-
cial patrono; me es de gran consuelo el esperar, que Dios se sirva de esta
obra ruda. Deseo concluir en día de este glorioso santo este especial Capí-
tulo, en que dexo manifestado lo más útil y secreto que tengo, y por lo qual
me he puesto 31/ a escrivir, aunque ya empeñado, me dilato a otras medici-
nas útiles.
Aunque sin experiencia, me ha parecido añadir a las noticias de este dis-
solviente, que hará lo que el espíritu de sal común y el de azufre en las gan-
grenas, y es estrecharlas y vencerlas, passando una pluma mojada en qual-
quiera de estos licores, por una sóla que ha de averse hecho con navaja alre-
dedor de ella, cortando sólo la piel.
Assí se va estrechando la malignidad al centro, y, en estando notable-
mente retirada de el primer círculo, ha de sajarse más a lo estrecho y bolver
a mojarse con la pluma, para estrechar más la gangrena, y, en estando muy
recogida, se cortará o se hará otra curación a juizio y discreción del artífi-
ce.
Concluyo diziendo que con los sobredichos tres modos de dissolver
puede hazer muchas pruebas el curioso, mayormente si fuere rico, con
advertencia de que no dissuelva la plata.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 711

32
/Capítulo II
De purgantes.

En los Capítulos siguientes traeré obras, ya químicas, ya galénicas, pero


todas selectas, muchas de mi experiencia, y, las que no, dignas de experi-
mentarse.

Sección I.

De purgantes espagíricos o químicos.

Píldoras de ammoníaco.

Toma acíbar hepático, dissuelve con zumo o infusión fuerte de flor de


violas; coagula el licor puro hasta estracción; añade a (z). Iiij. de él, de
goma ammoníaco dissuelta en vinagre scilítico colada y depurada, (z). B. y
otra tanta mirra dissuelta en vino por baño, colada y depurada, pero la cola-
tura sea caliente y la evaporación suave; de maste y de 33/ las especies de los
tres sándalos, (z). B.; de cada una de ambas cosas; de azafrán, (e). Ij.; de sal
de ajenjos, (e). Iiij.; misce y, en almirez con habilidad y suficiente cantidad
de zumo de rosas, harás masa de píldoras. Dosis de (e). j. hasta (z). B.
Es medicina antihipocondríaca y su uso en esse afecto es muy útil pre-
cediendo sueros y sucediendo marciales, pero entre estos últimos se han de
dar las píldoras quando se notare alguna indisposición ventral, que será de
obstrucciones movidas.

Magisterio de escamonea.

Toma la cantidad que quisieres, dissuélvela por digestión en espíritu de


vino, filtra, abstrae hasta película bien quaxada, precipítala en cantidad de
agua común, déxala dos días sin mover el vaso y sácala lavándola mucho
con otras aguas entre los dedos, y, en varquillos hechos de naipes limpios,
ponla a secar.
Yo suelo tenerla para los polvos cornaquinos y, según los casos, doy de
ella de cristal tártaro 34/ y antimonio diaforético iguales partes, de veinte y
quatro hasta treinta y seis granos de todo.
Para el uso de mi oficina, buelvo a dissolverla después de lavada en
espíritu de vino, poniendo de él no más que el preciso para su dissolución,
y doy de ella lo que cabe en una cuchara de plata de las más pequeñas que

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


712 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

se tienen para los niños al más robusto, poniendo esta cantidad en un viz-
cocho y disponiendo que le tomen con una xicara de chocolate no muy sus-
tantífico; assí me obra famosamente y es cosa grata.
También la doy en la misma cantidad, sin más obra que dissolverla en el
preciso espíritu de vino, y filtrar la dissolución, sin passar a la precipita-
ción, y me prueba igualmente. Estos dos modos líquidos de darla son secre-
to mío. La essencia de la escamonea sólo necessita de purificarse y no de
corregirse, siendo el purgante más suave de la medicina, aunque tantos la
han tenido por un veneno.

35
/ Purga que se discurrió en París para el Rey de Francia.

Tómese de xalapa, (z). iij.; de escamonea, (z). ij.; de anís, (z). iij.; de
canela, (z). ij.; mezcla en polvo, dissuelve en lib. ij. de espíritu de vino,
añadiendo de azúcar (z). viij.; cuela la dissolución estando aún caliente por
un paño delgado y espeso. Dosis, dos cucharadas.
Estoy cierto de esta noticia, pero no he hecho la obra, no teniendo afec-
to a la xalapa y comprehendiendo que es purga violenta.

Xarave incorruptible Panchimagogo o Universal purgante.

Toma de escamonea, (z). j. y otra de xalapa; de hojas de sena y ruibarbo


electo, â. (z). ij.; de raíz de lirios cárdenos, (z). ij.; de sándalos citrinos, 40
granos y de vaias o frutos del enebro, n. 60, estas gruessamente trituradas,
lo demás pulverizado; digiere por dos días en matraz de reencuentro con
tres 36/ libras de un muy buen aguardiente; cuela caliente con expressión;
pon el licor en cazuela vidriada con una libra de azúcar de pilón pulveriza-
do sobre un poco de fuego; en estando caliente, enciende con un papel el
aguardiente y remueve con espátula de madera, no más tiempo que el que
fuere menester para que se dissuelva el azúcar; apáguese la llama y apárte-
se de el fuego la vasija y, poco después, se añadirán de tártaro vitriolado en
polvo, (z). ij., removiendo siempre para que se comunique y, si se quiere
aromatizar, puede ponerse antes de el tártaro un poco de canela, colarle,
poner el tártaro después y, en estando frío, estará concluida la medicina.
Dosis, dos cucharadas, y dos horas después un poco de caldo, aunque esto
de dar caldo, agua o nada ha de determinarlo la discreción de el assistente
en todos los purgantes.
Purga tan benignamente, como si lo hiziera la misma naturaleza a sólas
sin estorsión ni nausia, sino es que lo traiga la enfermedad.
No tiene par en purgar la idropesía, repitiendo esta medicina según el

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 713

sugeto. Es especial 37/ para en los reumatismos, vilis, pituita y para todos los
vapores, obstrucción de bazo y, finalmente, purga con toda perfección la
melancolía o, por mejor dezir, es purgante universal.

Régulo de antimonio sin vómito.

Toma de antimonio crudo lib. j.; de azeyte de tártaro por deliquio, (z).
iij.; digiere en vaso cerrado; después lo mezclarás en almirez con (z). vj. de
sal común, quatro de miga de pan y cinco de limadura de hierro. Todo bien
mezclado se pondrá en crisol inflamado y se dexará assí, sobre tanto fuego,
que lo conserve en horno de viento hasta que muevan unas ampollas como
que yerve, quando poco a poco se le irán poniendo (z). iij. B. de salitre.
Concluida ya la calcinación, se escudillará en almirez bien caliente untado
con un poco de azeyte y moviéndolo para que se asuele el régulo; después,
quitadas las escorias, buelve a fundirse por sí sólo para hazer pastillas, y, si
se quiere vaso, se añadirá una quarta parte 38/ de su peso de plata, para que
tenga bastante fortaleza.
Dosis, de el vino infuso en el vaso o pastilla, hasta (z). iiij., si sólo él se
diere, y algo menos si se le añadiera algún purgante.
No he hecho este Régulo pero satisface la virtud de fixar su azufre vomi-
tivo que tiene el azeyte de tártaro y algunos de los otros ingredientes, sin
castrarle la de precipitar y obrar por abaxo, acia lo qual no hallo impedi-
mento sino estímulo en el azeyte de tártaro que coadyuva a los purgantes,
ni en el Marte, que tiene facultad de abrir como de corroborar.
Arto sabidas son entre los aplicados las virtudes grandes de el antimonio
y sus régulos y vidrios, pero ésta es secreta y muy apreciable el tenerle sin
las violencias de el vómito, por lo qual la pongo aquí, aunque me lleva el
afecto la escamonea y no los antimoniados ni mercuriales.

39
/ Extracto de el eleboro negro.

Toma, no el tronco de la raíz de este eleboro, sino las ramas de el tron-


co de dicha raíz; lávalas bien en agua fría; infunde en olla de tierra con
mucha agua común, que no llegue a hervir, hasta sacar toda su tintura, sin
que pueda cocerse el centro o corazón de las raízes; filtra, cuece hasta espi-
samento; dissuelve éste en espíritu de vino muy rectificado, porque no
admita feculencia, hasta sacar toda su tintura; fíltrala y evapora con un
poco de vigor, para que el espíritu se lleve lo más volátil del eleboro y lle-
gue a consistencia de extracto pilular, concluyéndolo en baño, porque no se
queme. Dosis como ocho granos por sí a sólas y, para en composición, el

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


714 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

modo siguiente.
R. Massae pilular. Ammoniaci Coercetani (e). ij.; extracti elebori nigri,
(e). j.; magisterii seamoneii, gr. vj.; misce & fiant pilulae ad magnitudinem
piperis, & exhibeantur septem pro dosi, repetendo eam aliquoties.
Cógense estas rayzes en el creciente de 40/ mayo o menguante de setiem-
bre, y mejor es lo último; es medicina insigne en toda hipocondría, pero
especial en la manía, melancolía y locura que resulten de los hipocondrios
y ayan hecho impressión en la cabeça.
He elegido esta preparación entre muchas y assí tengo su extracto por-
que el veneno de este mixto es de dos modos: el uno fixo, que se apoya en
el mucílago y opila notablemente, por lo qual se extrae lentamente la tintu-
ra con un agente tan suave como la agua y, sin hervir, para que no obre en
el centro de las raízes, y se filtra prolixamente, para que nada passe fecu-
lento, si algo huviere contraido la tintura.
El otro y especial veneno len tiene en el azufre más volátil que puede
herir la cabeça, aumentando el daño que se solicita sanar; por esso, buelve
a dissolverse el espisamento en espíritu de vino muy puro, porque (demás
de no admitir éste feculencias que no queden en el filtro) evaporando con
alguna eficacia esta segunda dissolución se lleva el espíritu de vino lo noci-
vo, por muy volátil de el 41/ eleboro, quedando en el extracto sólo la virtud
media de la planta, corregida de ambos extremos perniciosos, volátil y fixo.

Electuario Panchimagogo.

Toma de raizillas de eleboro negro, (z). j. B.; de polipodio, (z). iij.; de


ruibarbo, affaro y turbit, â. (z). j. B.; de hojas de sena, (z). ij. B.; de cremor
de tártaro, (z). j.; de cortezas de naranja recientes, (z). B., cortadas y tritu-
radas o contusas; cueze estas cosas en suficiente cantidad de agua simple,
repetidas vezes afundida y colada hasta extraer toda su virtud. Júntense
astas decocciones y clarifíquense con claras de huevos a satisfacción, y
después se evaporen hasta quedar como una libra.
A este licor o extracto líquido se añadirá otra libra de zumo de camuesas
reciente y tres de azúcar limpio. Cuezca de nuevo hasta consistencia de
gelatina o electuario, al qual, estando más templado el calor, se añadirá de
las resinas de xalapa y escamonea â. (z). j., moliéndolas primero con (z). j.
B. de almendras
42
/ dulces mondadas, y de eleosacaro de anís o canela, (z). j. B., y hága-
se electuario. Dosis de (z). ij. hasta tres o quatro.
En esta medicina se hallará toda la virtud de los holagogos, panchi-
magogos, chilagogos, &c., aunque en ellos entren los más preciosos y pri-

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 715

morosos ingredientes y aromas.

Sección II.

De purgantes galénicos.

Tintura exquisita de Sena.

Haz de hervir cinco libras de agua y, a los primeros hervores, apártala de


el fuego; en cessando de hervir, infunde en ella de hojas de sena sin palillos,
(z). j.; de corteza de limón, o verde o seca, cortada menuda, y de canela
molida, â. j.; cúbrase el puchero con una servilleta quatro doblada y un
medio ladrillo, y álzese en un armario. En enfriándose, se le pondrá media
libra de azúcar en polvo, y, en aviéndose comunicado a la tintura, se colará
por un lienzo claro sin expresión.
43
/ Tómase de esta tintura ocho onzas por la mañana y ocho por la tarde,
continuando tres días, si antes no se huviere llegado a la purgación que pre-
tende el médico. De este purgante uso en los muy llenos de excrementos, en
los estípticos y secos, y quienes caen mal los purgantes de nervio, y los
purga con seguridad y eficacia, en medio de ser una bebida tan grata que se
puede dar por chasco y no necessitarse por ella de cama, sino de buen
gobierno.

Píldoras especiales para en los vaguidos.

Toma de polvos de Hiera simple de Galeno, (z). B.; ruibarbo electo en


polvos, (e). iiij.; espica de nardo, gr. iiij.; cristal tártaro, (z). ij.; misce y, con
agua de hinojo, se formen píldoras para quatro veces, pero ha de esperarse
el efecto de las unas para dar las otras y governarlas con advertencia de que
alguna vez he visto obrar tarde y largo, y, si por no obrar el mismo día la
una dosis, se prosiguiere con la segunda y las demás, puede resultar un
estrago.

44
/ Purga uterina suave y que no parece purgante.

Toma de berdolagas y lechugas, de cada cosa, un manogito; de rosas


secas, un puñado; sabina, poca; una raíz de gramen, si ay calentura o no
tiene su costumbre la enferma; hágase cocimiento y se cuele, y a seis onzas
de él se añadan quatro gotas de azeyte esencial de salvia, incorporándola
primero en el azúcar que ha de llevar la bebida. Daráse fría cinco o seis

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


716 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

mañanas. No la he experimentado, pero por de sugeto muy seguro la pongo.

Tipsana real, universal purgante.

Toma de polipodio corcino y regaliz, â. (z). B.; de anís, (z). j.; de agua
común, lib. j. B.; infunde por quatro horas en cenizas calientes; después
añade, de hojas de sena, (z). B.; de cristal mineral, (z). j.; de azúcar candí,
(z). j. o algo más; de hojas de rosas finas, un puñado; de corteza de limón,
(z). j., y repítase 45/ la infusión caliente por otras quatro horas. Cuela al fin
y exprime. Dosis, (z). vij..

Tintura de sena, familiar para los hipocondríacos.

Toma de hojas de sena, (z). j.; infunde en (z). v. de cocimiento de raízes


de borrajas. Cuela, &c. Tómase por algún tiempo de ocho a ocho días y
prueba también como si fuera cosa mayor.

Purga en pastillas.

Toma de azúcar, lib. j.; clarifícalo con una tintura de sena extraída con
un poco de antimonio diaforético, como quatro granos de él, y (z). B. de
sena, en lib. j. B. de agua. En estando a punto de alcorzas el azúcar, añadi-
rás de resina de escamonea (z). j.; de la de xalapa, (z). ij.; mezcla bien y
escudilla, &c. Dosis de dos a tres dragmas. Es eficaz y famoso purgante.

46
/ Sección III.

Purgantes químicos antigálicos.

Mercurio precipitado por sí.

Esta obra consiste en la forma de los vasos y en la fortaleza de el fuego.


Los vasos han de ser como unos enfriadores de media libra de cabida, lla-
nos perfectamente de suelo, angosta la raíz, y origen de el cuello y metida
un dedo dentro de el cóncavo, para que respire, y no se sublime la materia,
y todo el cóncavo ha de ser muy baxo respecto de los enfriadores, aunque
más alto que la raíz de su cuello, como he dicho.
Póngase en ellos el mercurio purificado en poca cantidad, que a lo sumo
ocupe el suelo como si fuera una plancha muy delgada, y podrán acomo-
darse algunos embueltos en arena blanca molida, y enjuta, en vasija pro-

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 717

porcionada al hornillo de viento, y capaz de resistir fuego grande.


47
/ Empiézese la obra blandamente y se irán abriendo los registros de el
hornillo poco a poco hasta fuego de gran violencia, en el qual ha de con-
servarse como una semana, de día y de noche. Los vasos no han de cerrar-
se, pero se cubrirán bien de la arena, y se han de aver puesto llanos para que
no se incline o ladee el mercurio.
Assí se hallará precipitado en los ocho días, si no huviere avido incuria,
y reducido a un polvo rubicundíssimo y muy brillante. Romperánse los
vasos para sacarle, aviéndose enfriado en las arenas, y no se haga sino buél-
vase a la obra, si no se viere dicho rubor.
Después, en los cuellos, se acomodarán muy esparcidos para darles
sobre brasas la última perfección, teniéndolos sobre ellas un poco, para que
si algo huviere menos precipitado de el mercurio, se vaya, y lo que perma-
neciere en el fuego se guarde para el uso.
Los autores que hablan de este precipitado per se no dicen la forma de
los vasos, piden lento fuego y atarean para seis semanas 48/ de obra, pero,
sin los vasos que he dicho, y violentíssimo fuego de arena, no se precipita-
rá, y esto es seguro.
Tal vez aún de este modo no se hallará mucha precipitación, por descui-
do o sueño de el artífice, y, en tal caso, paciencia y repetir la operación o
dexar el oficio, que aunque pide liberalidad y entendimiento, es mecánico.
El vaso se haze mejor con el cuello postizo, ingiriendo las dos piezas
que se ayan hecho separadas, estándose en que todo el cuello sea de una, y
que no ha de baxar de el orificio de la otra pieza, sino cevar en él, y, al unir-
los, apretar un poco para que baxe más que el resto de el círculo el asiento
de el cuello.
Su eficacia es desquajante, con efectos ya purgantes por abaxo, ya dia-
foréticos. Cura de raíz la lúe venérea, mata las lombrizes y cura las fiebres
que piden tales medios. Helo hecho y administrado. El efecto es mucho, por
esso prevengo que comiençe a darse por dos granos de él, sin adición algu-
na, que a 49/ vista de su operación puede en cada sugeto aumentarse la dosis,
y, no por esto, se entienda que es peligroso, sino muy eficaz. En esta medi-
cina confiero quanto de mercurio puedo dar exquisito. Y de antimonio, ya
en la primera Sección tengo dado el régulo, que es, por sin vómito, noticia
secreta, como esta de mercurio, poco sabido el modo cierto de conseguirla.

Cítanse algunos medios antigálicos para no detenernos en lo que se


halla fácilmente en los autores.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


718 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

Sus mayores tesoros antivenéreos sacan los autores químicos de el mer-


curio y antimonio, y podrá llenarse de obras quien tuviese libros, entre los
cuales aconsejo el Curso Químico, de Nicolás Lemery, autor francés, que
ya se halla en castellano, por abundante y por verdadero. Yo, en el precipi-
tado per se, he dado lo que no se hallará en términos claros y seguros, y lo
mejor de mercurio que puede darse, y en el régulo sin 50/ vómito de antimo-
nio, lo mejor de antimonio, y más secreto. Quien quisiere abundancia bus-
que libros grandes y tendrá el aprecio de los populares y de los muchachos.
En Lemery se hallará de mercurio, el dulce, la panacea y otros, y para
apósitos en los abscessos de esta especie, los precipitados blanco y rojo,
que son muy especiales. Y de antimonio, el régulo, el vidrio, el diaforético
que obran también especialmente; pero ha de saberse, para elegir con acier-
to la curación antigálica, que el mercurio es muy descuaxante y probará
muy mal a los cuerpos muy resolubles y el antimonio, que conserva la fuer-
za emética, muy violento y no conviene a los débiles.
Yo, con esta contemplación, si me hallara en oficina donde pudieran
ocurrir tales casos, apelaría por lo más a medios galénicos, de los que trae-
ré en la Sección siguiente y perficionaría la obra, dando el Oro de Adriano
de atrás, que es especialíssimo para las últimas impresiones de este veneno
y se logra 51/ aviendo expelido lo que pertenece a cuerpo de humores.
El Arcano pasivo de el Capítulo primero, tengo por cierto que curará
radicalmente la lúe con la misma eficacia que las unciones y sin aquel ries-
go, por lo que desvenena y evacua. Y en las úlceras de esta especie lo apli-
caría sólo con la misma satisfacción, por dulce y desecante. Y los polvos
cornaquinos hechos, no con la escamonea sulfurada, sino con su resina, son
poderoso medio.

Gonorreas.

Toma de azafrán de Marte astringente, gr. viij.; de antimonio diaforético


y azúcar de Saturno, â. gr. iij.; de cánfora, gr. j.; misce y, con conserva de
rosas, haz píldoras para una vez y las darás algunas veces.

Apósito antigálico.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 719

Dissuelve el mercurio en espíritu de nitro, evapora hasta película, cris-


taliza y, de el licor que quedará (apartados los cristales) una 52/ parte y de
agua de plantaina o llantén quatro partes, harás mezcla para curar con efi-
cacia y suavidad las verrugas, higos, callosidades y úlceras de la vía, &c.,
dexando sobre ellas un algodocinto mojado en la mezcla.
El precipitado blanco de mercurio con el ungüento de cerusa es también
específico y muy dulce; mézclase (z). b. de aquél con (z). B. de éste,
aumentando el precipitado, según la necesidad y tolerancia. También se
logra con el rubro, pero no es tan benigno.

Sección IV. y última.

De antigálicos galénicos.

Polvos antigálicos.

Toma de sena, zarça y anís, â. (z). j.; pulveriza y passen por tamiz; diví-
delos en nueve porciones iguales para otras tantas mañanas continuas, pero
antes se prepare el enfermo, tomando cinco mañanas un poco de cocimien-
to de fumaria con azúcar para disponer este humor; después de tomar cada
53
/ dosis de los polvos, podrá beber un poco de caldo o vino blanco o los
polvos en él; reposará quatro horas y después podrá levantarse y passear, si
no se lo impidiere el accidente, hasta la hora de comer. Lleve buen orden y
beba sólo agua cocida con un poco de palo santo, hecho astillas pequeñas,
hasta (z). j. de él en cada cántaro, y hervores sean pocos.

Opiata.

Toma de miel de romero, lib. j.; cuezca a fuego lento con (z). iiij. hasta
la perfecta espumación; añade de sena y parrilla en polvos â. (z). ij.; de
polipodio, (z). j.; de epictimo, (z). vj.; de miel rosada alexandrina, (z). iiij.;
de ojimiel de azúcar, (z). ij. B.; mezcla para opiata. Dosis de una cuchara-
da o dos y se dará nueve veces, según el efecto. Es contra la lúe, apoplejía,
dolores articulares, gota, ciática, &c.

Confección.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


720 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

Tomarás de palo santo y zarza parrilla en polvos, â. (z). j.; de polipodio,


epictimo y 54/ confección amec, â. (z). B.; de sena, (z). ij.; de anís, (z). ij.;
de xarave rosado solutivo, (z). iiij.; de los de borrajas y de fumaria simple,
de cada uno lo que fuere menester para confingir. Dosis, una cucharada por
la mañana en ayunas con un poco de vino blanco y hazer ejercicio si pudie-
re ser. Supónese para dar estos específicos alguna preparación, buen
gobierno y bebida usual de palo santo o zarza, que sería lástima malograr
un medicamento eficaz por no darle racionalmente.

Cocimiento.

Toma de zarza, (z). ij.; leño visco corcino, (z). j. B.; limadura de cuerno
de ciervo y marfil, â. (z). B.; de antimonio crudo y piedra pomes, todo en
polvo, â. iij.; de agua común, lib. vj.; infunde según arte por 24 horas; des-
pués hierva hasta consumirse la tercera parte, añadiendo a lo último de
canela molida (z). ij. Dosis, lib. B. por la mañana y por la tarde con azúcar.

55
/ Curación.

Consúltense las sangrías y después se darán los xaraves purgante y espe-


cífico, como se siguen.

Xaraves.

R. Xarave de culantrillo, violado y de chicorias, â. (z). B.; de cocimien-


to de morbo gálico, (z). iiij.; misce. Daráse cinco veces.

Purga.

R. De sena, (z). ij.; de anís y cristal tártaro, â. (z). j.; de epictimo, (z). ij.;
infunde, cuela y, en tres onzas de él, pondrás de diacatolicón y amec, â. (z).
iij.; de xarave rosado solutivo, (z). iiij.; misce.

Específico.

Toma de zarza, (z). ij.; de palo santo y raíz de china, â. (z). j.; infunde
por 24 horas en lib. xij. de agua común; cueze después hasta la mitad, pista
y vuelve a cozer un rato; 56/ añade de sena, (z). ij.; de cremor de tártaro, epi-
timo, polipodio y semilla de cártamo, â. (z). ij.; hojas de endibia, chicoria y
acedera, â. p. j.; passas, (z). B. y otras tantas ciruelas passas y se concluirá

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 721

el cocimiento según arte. Tómese de éste lib. ij. y con azúcar se haga xara-
ve largo, al qual se añadirá de ruibarbo electo infundido con sándalos citri-
nos, (z). ij., y de rosado solutivo (z). ij.; misce. Dosis, (z). v.; es eficacíssi-
mo y no espante por muy lleno, que yo he visto obrar con gran seguridad.

Infusión fácil, barata y eficacíssima para en casos casi imposibles.

Infunde en frío por espacio de 24 horas, de coloquíntidas enteras pues-


tas en una muñeca clara en (z). de vino blanco; daráslo todo al enfermo por
la mañana en ayunas y, después de horas, una taza de caldo. No se toma
más que una vez y purga eficacíssimamente toda la podredumbre gálica,
aunque suele tardar, pero no se desconfíe.

57
/ Capítulo III
De astringentes, corroborantes y resolutivos.

Sección I.

De estos medios sin opio.

Agua arterial estíptica.

Tomarás de vitriolo blanco (z). iij.; de alún crudo, (z). j. B., todo en
polvo; de agua común, lib. j. B.; agita en frío en vaso vidriado con espátu-
la de madera por una hora; filtra por dos papeles de estraza juntos y añade
al licor filtrado ocho gotas de espíritu vitriolo. Si la necesidad es interior,
pueden darse tres onzas en bebida a solas. Si exterior, se aplica en hilas y
paños con ligadura a la parte que fluye; si de narices, atáquense de las hilas
mojadas; si de meses, aplíquese una cala delgada a la parte, y si fuere
mucha, en este último caso, a más de la cala, se dará por la boca.

Para fluxo espermático.

Toma de el hueso de la sepia en polvos, (e). j.; conserva de rosas finas,


(z). ij.; misce y darás esta dosis repitiéndola algunas veces.

Xarave de canela.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


722 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

Digiere al sol en aguardiente la canela contundida; disuelve al mismo


tiempo el azúcar en agua de hinojo; junta las dos disoluciones filtradas y
evapora suavemente para xarave. Dosis, alguna cucharada. Y mejor medi-
cina tendrás dissolviendo en espíritu de vino quanta canela admita, y, fil-
trada, usarla a gotas en bebida dulce o bizcocho.

Astringente de vómitos.

Toma de aguardiente, lib. j.; evapora su tercera parte, añade de agua


rosada fina, (z). iiij., y dé un hervor; después haz xarave con 59/ lib. j. de
azúcar. Dosis, tres cucharadas antes de comer o después de aver comido.

Otro para lo mismo y es lo mejor.

Toma de zumo de limas (z). ij.; de sal de ajenjos, (e). ij.; mezcla en frío
y, en cessando de hervir, estará hecho. Dosis, una cucharada antes de comer
y seguramente siste el vómito, continuando algunas veces.

Rosoli corroborante.

Dissuelve en agua común, lib. ij., una libra de azúcar, añadiendo una
camuesa contusa y quarteada; despuma y clarifica con el blanco de un
huevo y cuela por servilleta. Dissuelve también en lib. B. de espíritu de
vino, de canela (z). ij., de nuez moscada (z). j. y de clavillos (z). B., y sea
en vaso cerrado; filtra por papel, junta las dos disoluciones y añade en frío
un poco de la esencia de ámbar gris. Su uso es gastarlo con templanza y
necesidad de corroboración.

60
/ Cordial astringente.

Toma de aguas de berdolagas y de rosas finas, â. lib. B.; de almíbar de


membrillos y xarave violado, â. (z). j. B.; marfil preparado sin fuego, (e).
ij.; confección de alchermes, (z). j., y, según el caso, pueden añadirse de
espíritu de cuerno de ciervo gut. vj., y será maravilloso con unas gotas de
nuestras perlas. Es especialíssimo en las fiebres malignas de gran podre-
dumbre y disolución de humores. Éste, o sana en estos casos, o trasmuta el
morbo de raro a denso, en el qual caso, con nuestro Arcano pasivo se con-
cluye la curación.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 723

Xarave (digo Elyxir) corroborante y astringente singularíssimo.

Toma de bálsamo en tarugo o de el líquido rojo (no de el blanco), (z). j.


B.; de menjuí y estoraque, â. (z). ij.; mirra, almástiga, succino, incienso
macho, todo bien pulverizado, â. (z). B.,; nuez moscada n. j.; clavillos, n.
xx.; almizcle y ámbar gris, â. gr. iiij.; ponlo 61/ en matrazo de reencuentro;
después digiere ocho, no poniendo carbón por las noches, y por las maña-
nas remueve el matrazo bien, y ponle carbón todo el día. Al fin dexa enfriar
y saca por inclinación el tiento.
Es grande auxilio en los fallecimientos y, en cámaras crudas, maravillo-
so. Dióseme para en toda especie de morbo, tomando unas gotas de él en
agua en los casos de calor, y en los de frialdad en huevo, caldo o a solas,
pero, en agua, ni licor aqueo, no puede darse, porque la lactea y se concre-
ta; ni yo lo uso, sino como he dicho, y sólo creo mi experiencia o algún
grande fundamento racional.

Pro coronide.

Aconsejo sobre todas cosas la disolución de las perlas que he manifesta-


do en el primer Capítulo, especialmente para en los flujos crudo y disenté-
rico. Y, porque no parezca excesso de amor propio, no la celebro más, ni
aquí, ni en su lugar, bien que allá digo lo que basta.

Sección II.

De opiados.

He usado con inclinación de el opio y, correspondiendo sus efectos al


título de este Capítulo, me ha parecido juntarle en esta Sección particular
alguna variedad de usos. Primero traeré algo de extracto sólido y líquido,
que es el positivo y el láudano, y, después, algunas composiciones acia su
uso particular.
Los autores tratan variamente al opio; unos lo precipitan, con que obra
más tardo; otros lo castran, con que obra menos libre, y Nicolás Lemery lo
purifica, con que obra con todo el lleno de su virtud. Esta preparación últi-
ma entre las demás elijo yo para el uso común de él, pero traeré después
una esencia de él en que, perdido lo narcótico, se logra sólo lo anodino, que
es de Zubelfero, y todos los autores de después de él la admiten y la cele-
bran.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


724 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

63
/ Zubelfero precipita al opio assí, y ésta no es su esencia.

Dissuelve el opio en agua de canela y precipita con azeyte de tártaro;


quita la agua o licor y evapora para extracto. Assí le solicita alguna fijación,
temiendo sus vuelos. No he hecho esta obra, pero dudo la precipitación, no
contemplando en el agua de canela accididad, que pare recibir al álcali de
de el tártaro, suelte al opio.

Castración de el opio de Boile.

Muchos, y con ellos Adriano, lo torrefacen, temiéndole mucho; pero


Boile lo trae assí.
R. De opio, (z). j.; de espíritu de vino, (z). iij.; de espíritu vitriolo, y
mejor de él de sal, (z). j.
No advierte Emulcro, de donde le tomé, si ha de quedar líquido o sóli-
do, y la accididad destruye al opio, con que este modo no puede ser útil,
porque, quedando líquido, ha de serle 64/ el áccido de grande impedimento
al láudano, y queriéndole sólido, o ha de dexarle corrosivo el último ácci-
do, que quanto más evaporado se exalta más o ha de quemarse la medicina
para evaporar totalmente un espíritu que tanto se radica en la materia.

Láudano opiato, hecho por la addición de muchas especies.

De un Don Nadal Varonio Veneciano, que fue quien dexó el dissolvien-


te de el oro a Don Vicencio Lastanosa, tengo la preparación siguiente.
R. De opio tebaico, (z). iij.; de zumo de veleño cogido en tiempo y espe-
sado al sol, (z). j. B.; polvos de diambra y confección de amusco, disponja-
dos, â. (z). ij.; de mumia transmarina, (z). B.; sal de perlas y corales, â. (z).
iij.; licor de succino blanco, huesso de corazón de ciervo, piedra de bezoar,
â. (z). j.; unicornio animal o mineral, (z). j.; almizcle y ámbar, â. (e). j.; oro
potable, azeyte anacardino y de naranjas, cidras, clavillos, canela y nuez
moscada, 65/ â. gr. xij., y de tierra sellada, (z). j.
Fuera de el hueso de el corazón de ciervo, unicornio, bezoar, almizcle,
ámbar, oro y tierra sellada, lo demás todo lo juntarás, digerirás y evapora-
rás lentamente, y, estando en buena consistencia o mediocre, añadirás las
demás cosas y proseguirás para extracto.
En casa de Lastanosa he alcanzado algo de este láudano, hecho por
mano de dicho Don Nadal, y le vi obrar bien. Pero no satisface una obra
prolixa, costosa, en que entra sin purificación el opio y donde se juntan tan-
tos cordiales opuestos, unos volátiles y aromáticos, otros fixos y lapídeos

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 725

que han de embarazrse; sólo la práctica común de las confecciones puede


responder como ejemplar de otra escuela, sin satisfacer a los primores quí-
micos. Yo, si al láudano de Lemery pusiera los cordiales fixos de esta rece-
ta, entendería tener mejor láudano.

Extracto de opio en que nada se le añade y sólo se le quita lo impuro.

Dissuelve (z). iiij. en lib. j. de agua de lluvia destilada 66/ o filtrada en


matrazo de reencuentro; hierva dos horas, removiendo alguna vez, cuela y
guarda la disolución. Enjuga en calor suave la materia residente, saca su
tintura con muy buen espíritu de vino, también en vaso cerrado, que lo con-
seguirás en un día; cuela la disolución por papel y tenla aparte.
Evapora las dos divididas a fuego manso, hasta consistencia de miel
líquida; júntalas en este estado y prosigue hasta extracto sólido o pilular. Es
el de Lemery, y pone por dosis de medio grano hasta tres, pero no puede lle-
garse a dos.
Assí se logran la virtud fixa y la volátil de el opio, deteniendo la fixa a
la volátil, en que está lo narcótico, y moviendo la volátil a la fixa, en que
está lo anodino, sin que se necesite de añadir otra corrección que la de darle
en poca cantidad. Y assí se tiene el mejor positivo para varias composicio-
nes o mixtiones, según los distintos y muchos casos a que se ordena el láu-
dano, de que daré algún ejemplar después de la siguiente, segura y celebra-
da esencia anodina.

67
/ Esencia anodina de Zubelfero.

R. De opio tebaico, (z). j.; digiérele menudo en agua láctea de canela


destilada con vino; añade de sal tártaro blanco (z). j., poco a poco, y filtra..
Pon en la essencia filtrada (z). ij.; de sal ammoníaco sublimada con Marte,
de extracto de azafrán, (z). B.; de essencias líquidas de cortezas de naranja
y lima, â. (z). B.; digiere de nuevo por tres días en vaso cerrado, filtra y
guarda. Su autor le da virtud para en quartanas y tercianas, dada después de
el paroxismo y en la epilepsia de niños y adultos, dolores cólicos y disente-
rías, y en el fluxo de vientre inmoderado. Dosis de (z). j. hasta (z). ij. A mí
me prueba bien en varios casos a que se ordena el opio, pero no lo he pro-
bado en epilepsias ni fiebres intermitentes.

Para afectos de cabeza por causa uterina.

R. De fécula de Brionia gr. viij.; de castóreo en polvo, gr. iiij.; de láuda-

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


726 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

no opiato de Lemery, de medio grano a uno, o de otro láudano, gr. j. B.;


misce y daráslo un rato largo después de cenar.

Para destilaciones fuertes.

R. De castóreo y incienso macho en polvo y de succino preparado, â. gr.


iiij.; de láudano opiato, como arriba, misce en píldoras con mucílago de
tragacanto o algún xarave especial, y también las de arriba.
En Adriano se hallarán muchas mixtiones de opio para varios casos, y el
médico puede idearlas también, que esso es ser racional, bien que el láuda-
no por sí sólo alcanza mucho y los añadidos, siendo él bien indicado, pue-
den impedirle en vez de regularle la virtud, si no fueren muy específicos al
accidente, lo qual importa más que el que sean especiosos y lo prevengo,
porque aún en la Medicina suele gritarse la preciosidad más que la propor-
ción.

69
/ Xarave opiado para destilación y licuación de la cabeza.

En un comentador de Adriano vi esta receta y, porque la mixtión es pro-


pia al efecto, la comunico. En quanto al modo, diré el suyo y el que yo ten-
dría puesto a trabajarle, y según su noticia o numen, podrá governarse cada
uno.
R. De succino blanco, lib. j.; licuale al fuego en vaso vidriado a quedar
como pez líquida; añade de opio gruesamente cortado, (z). iij.; consúman-
se mezclados hasta polvo; toma (z). ij. de la materia, hierva en lib. ij. de
agua de betónica hasta la mitad; filtra y con azúcar haz xarave. Dosis (z). j.
con agua de ninfea o cocimiento de china, daráse mucho después de la
cena.
Esta medicina siste las destilaciones tenues, acres saladas, que se deri-
van de la cabeza hiriendo la áspera arteria, exulcerando los pulmones, &c.,
passando a excitarse fiebre habitual y a tocar en las fibras de los nervios.
70
/ Yo no traería a polvo los ingredientes porque tienen su mayor virtud
en el gluten y han de perderla. Concibo que, quando se discurrió esta obra,
era aún más temido que conocido el opio, de el qual ya se usa con libertad
y sin torrefacción.

Capítulo IV

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 727

De febrífugos.

Sección I.

De los de quina quinae y modos de usarla.

La quina quinae ha merecido alzarse con el renombre y tener la antono-


masia de febrífugo, o por más universal, o por más antigua, o por más cono-
cida, o por más febrífuga. Por esso dedico la primer Sección de este Capí-
tulo a sus preparados, que son muchos, y los que traeré muy escogidos y de
segura experiencia.

71
/ R. De xarave de adormideras blancas, (z).j.; de quina quinae, (e). ij.;
de sal de ajenjos y sal ammoníaco, â. gr. x.; de agua láctea de canela, (z). j.;
de agua de hinojo, (z). iij.; misce para una dosis.
R. De quina quinae en polvo, (z). j. B.; de antimonio diaforético y dia-
forético marcial, â. (e). j.; de sales de ajenjos y de centaura menor, â. (e). j.;
de xarave de ababol, (z). j.; de confección de jacintos, (e). j.; de cocimien-
to de pentasilón, (z). vj. Dosis toda la cantidad en la perfecta declinación;
los días intermedios por la mañana y a la otra declinación o a la hora de el
primer síntoma, si no repitiere la cuartana hasta ella, y ha de repetirse hasta
ocho veces, de cualquier modo que se diere la quina, para asegurar la cura-
ción, aunque falten las accesiones.
R. De quina en polvo, (z). j.; sales de ajenjos y de centaura, â. (e). B.;
espíritus de tártaro y de sal ammoníaco, â. gut. viij.; misce y con mucílago
de tragacanto se formen píldoras para cada dosis.
R. De quina, gr. xv.; de antimonio diaforético, 72/ gr. vij.; de coral prepa-
rado, gr.vij.; de láudano opiato, gr. j.; fórmense pídoras para cada dosis y
tómense diez días continuos. Este es febrífugo para los últimos residuos de
fiebre en las enfermedades.

Purga para antes de dar la quina quinae.

R. De hojas de sen, (z). iij.; de centaura menor, (z). ij.; de sal de ajenjos
y cristal tártaro, â. (e). ij.; de anís y canela, â. (z). B.; hágase cocimiento que
quede en (z). iiij. B. y añádese de xarave mercurial (z). iij. B.; misce y des-
pués se tomará la siguiente quina o qualquiera que al médico pareciere,
según el caso.
R. De quina, (z). j.; de sal de ajenjos o tártaro, (z). ij.; de vino blanco,
(z). vj.; infunde por una noche y guarda juntos el licor y el polvo. Toma

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


728 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

para cada vez de este vino y polvos, removiendo la redoma, (z). j.; de xara-
ve de cinco raízes, (z). j., y de agua de hinojo, (z). ij.; daráse esta cantidad
como hemos dicho para los demás preparados; sólo los días libres 73/ se ha
de dar, de más a más por la tarde, tardando tres horas a cenar.
La siguiente es muy semejante y segura, pero la huve de un artífice fran-
cés y gasta mucho vino.
R. De quina, (z). vj.; de sales de ajenjos y de centaura, (z). ij.; de sal
ammoníaco, (z). B.; infunde por 24 horas en cinco libras de vino blanco a
fuego suave. Dosis, (z). de el vino y polvo mezclados.

Tintura antifebril.

R. De espíritu de tártaro, lib. j.; de triaca magna, (z). ij.; de grana, quina
quinae, canela, nuez moscada, clavillos, centaura menor, jenciana, cardo
santo y vayas de enebro, â. (z). j. B.; extrae la tintura según arte; filtra y
guarda para darla hasta (z). ij., y, en las pídoras y pócimas dichas para exal-
tarlas según el caso con algunas gotas, es cosa singular.

Superior preparación de la quina.

R. De ella escogida lib. vj.; de serpentaria, virginiana y diafóretico mar-


cial 74/ blanquíssimo, â. lib.j.; mezcla y añade de espíritu de vino acuido con
sal ammoníaco hasta que bien humedecida la materia sobrenade tres dedos;
digiere tres días, dexa insolar, decanta y guarda la tintura aparte.
La materia residente impregnada con dicho espíritu se divida y una parte
se traiga a forma de lectuario con el competente roob de enebro, añadién-
dole un poco se su azeyte esencial, y la otra se enjugue y seque a la sombra,
y todo dividido se guarde en vasos cerrados. Es obra célebre de Mangeto y
este autor prolijo en el modo de decir su uso; quien le quisiere ver a lo
largo, váyase a él y, quien no le tanga, puede condiscreción usar de la tin-
tura eficacíssima por sí (esto es an algún austo especial) y de el electuario
y polvos de el mismo modo, o animar éstos con la tintura, observando de
todos modos menos dosis (fuera de los polvos), por ser las otras medicinas
exaltadas.

75
/ Sección II.

De febrífugos sin quina.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 729

Arcano duplicado.

R. El caput mortuum o materia de vitriolo y nitro de que se aya sacado


el agua fuerte, calcínala hasta suma blancura, sin que le quede corrosivo
alguno; lo qual puede conseguirse de una vez, aunque Adriano (que es su
autor) pide tres; después sacarás su sal, que es el Arcano. Dosis de (e). j.
hasta (e). ij. y le trae, y otros muchos lo tienen por remedio en la melanco-
lía, insania, peste, epidemias, quartanas, y dicen que obra con variedad, ya
por sudor, ya por seceso, y que de por medio haga también dormir. Es
remedio grande, aunque su autor ponderativo.

Sal antifebril.

R. De sal ammoníaco, algunas veces sublimada, de nitro preparado, de


sales de cardo santo, de ajenjos y de centaura menor, 76/ â.; disuelve en agua
de chicorias y según arte extrae la sal cristalina. Dosis de (z). B. hasta (z).
j. en toda fiebre, especialmente en las intermitentes.
Espíritu de sal ammoníaco.

Éste se tiene por grande y anticuártico, febrífugo, dando de él hasta (z).


B. Aplicado a las narices socorre la sufocación uterina. Canforado es sin-
gularíssimo contra el dolor de gota por untura. Para sacar tinturas de la
quina quinae y para exaltarla, quando se da en sustancia, es especial en
pocas gotas.

Otro.

R. De sal de ajenjos, (z). B.; de agua de chicorias, (z). v.; de espíritu de


vitriolo gut. Iiij.; daráse al principio de el frío, después de preparado el
enfermo.

Espíritu de víboras y su sal volátil.

Daráse de el espíritu de diez hasta treinta gotas, y de su sal volátil (que


es más eficaz), 77/ de seis hasta veinte granos. Es singular curativo de fie-
bres malignas y de las intermitentes, administrándoles en licores propios.
También son especiales en las viruelas, apoplejía, perlesía, males istéricos
y mordeduras venenosas.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


730 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

Sal diurético.

Dissuelve el caput mortuum de la sublimación de el sal ammoníaco en


agua caliente, filtra y coagula. Es especial en las fiebres intermitentes.
Dosis de (e). B. hasta (e). j., y en la ictericia, escorbuto, hidropesía y cua-
lesquiera obstrucciones.

Sal de las ostras.

Házese de las testas de las ostras limpias y calcinadas hasta suma blan-
cura, dissolviéndolas después y sacando su sal. Dosis (z). j.. antes de el
paroxismo.

78
/ El de Estuczel.

R. De nitro fixo mineral, lib. j.; de jengibre y canela, â. (z). ij.; mezcla y
haz polvos. Dosis de (z). B. hasta (z). j. en vino o agua simple. Es prodi-
gioso en la cuartana, caquexia e hidropesía.

Arcano pasivo.

Nuestro Arcano pasivo es bien que cierre la materia de febrífugos quí-


micos. Véase en el Capítulo primero y échese también a fiebres intermiten-
tes.

Observación en quanto a los febrífugos de quina quinae.

Sea regla general que a éstos, quando se ordenan a fiebres lentas, si se


les añadiere un grano de láudano opiato, les darán corrección y eficacia, y
si a fiebres intermitentes, se exaltarán añadiendo un poco de purgante. 79/ Y
pasaremos a otros febrífugos de menos fábrica, aunque exquisitos.
El emplastro o cataplasma de flor de camamila y malvas, iguales partes,
capoladas en frío y cocidas con azeyte de camamila y agua â., hasta evapo-
rarse la agua, añadiendo un poco de derretido después y poniendo de ello al
estómago y vientre buena cantidad; es admirable dispositivo en las fiebres
ventrales, para que el purgante haga la última obra; pero ha de beberse una
libra de agua caliente con azúcar, que haya hervido, una hora después. Aplí-
case en la segura declinación de las fiebres de aumento, o sean continuas o
intermitentes, y se dexa en la parte muchas horas. Es arto sabido su uso y

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 731

no me detengo más en él.


El emplastro de vino tinto, dos partes de éste, una de agraz y un poco de
sal de ajenjos, amasando con esta mezcla la harina de trigo sin cerner y aña-
diendo al vino un poco de flor de azufre, es gran curativo de fiebres ustivas
y de cualesquiera otras (fuera de las lentas), aplicado al estómago y riñones.
Las 80/ tercianas especialmente las cura, si han precedido un purgante y el
emplastro de la camamila, y, para estar en el uso menudo de ambos, puede
verse el libro de el licenciado Vidós.
La corteza de una raíz grande de malva, lavándola mucho entre las
manos en agua fría y cociéndola en escudilla y media de agua, hasta que se
esmere la tercer parte, es medicina de quartanas, dando al enfermo la escu-
dilla de cocimiento que queda, fresco y con una onza de azúcar candí. Lo
he experimentado una vez en principio de quartanas, después de purgar al
enfermo, y curó luego firmemente, pero yo añadía a cada dosis unas gotas
de el oro de Adriano.
R. Pólvora y sal común fundida, todo en polvos, â. (z). j.; telas de araña,
nuez moscada o líbano electo, â. ij.; ajenjos, bursapastoris, ortiga menor,
ruda, â. m. j.; trementina blanca q. s. para formar cataplasma, que se apli-
cará a los pulsos de las muñecas dos horas antes de el paroxismo. Siste cua-
lesquiera fiebres de muchachos, especialmente la terciana nota o expúrea.
81
/ R. Un buen aguardiente caliente, unge con friega el espinazo, dexán-
dole bien mojado, pulveriza por toda la espina, desde el pescuezo a la codi-
lla con polvos de sangre de drago electa y cubre con una tira de estopa que
alcance de arriba a abaxo, mojada en el aguardiente muy caliente; pégase
como bizma y quita los residuos de las tercianas rebeldes en la convalecen-
cia.
R. De semilla de cedoaria, (z). ij.; ollín limpio y brillante, (e). iiij.; cina-
bre vulgar, (e). ij.; cánfora, (z). j.; trementina de abeto, (z). j. B.; misce,
aplícase a los pulsos de las manos en las fiebres intermitentes.
R. De tabaco quod volueris, funde de vino s. q., cueze por media hora,
cuela; añade de miel, cera y azeyte de taparas lo suficiente para emplastro;
aplícase tibio al bazo en las quartanas.

Antiécticos.

R. De cánfora, (e). B.; dissuélvela en mortero con (z). ij. de derretido de


lechón; después añade de azeyte violado, (z). iij.; mucílago 82/ de membri-
llo y de zargatona extraídos con agua rosada fina, y de leche de muger, â.
ij.; de sal prunela, (z). j.; misce y, agitando, se incorpore todo. Su uso es
ungir mañana y tarde todo el espinazo.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


732 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

R. Alún de roca en polvo y precipato en una lexía fuerte de xaboneros, y


mejor de cenizas de ligno visco corcino y de tártaro calcinado, partes igua-
les. La precipitación se haze en un instante y queda en el fondo el alún
como un maná. Ay quien le da a los tísicos de (e). B. hasta (e). j., pero yo le
tengo para el magisterio siguiente de sangre de drago de Adriano.
Este autor toma de alún crudo, (z). j. y de magisterio de sangre de drago,
(z). B. y quiere que se dissuelvan en agua de cardo santo y se coagulen para
su lumen tinctum, pero ni la agua ni otro menstruo diddolverá las dos cosas.
Yo lo he intentado y sólo he conseguido que después de la consumpción de
la agua se incorporen y en seco se haga la tintura de el alún, por lo qual
aconsejo que se mezclen en polvo ambas cosas y después se unan en calor
83
/ suave. Este es febrífugo de quartanas y antiéctico, restringe la sangre de
los tísicos y disentéricos y otros flujos. Dosis de (e). B. hasta (e). j. en vehí-
culo propio.
R. Algunas mañanas una escudilla de leche de asna negra con azúcar y,
de allí a dos horas, el caldo seco que saliere de quatro dineros de pierna de
carnero, y de un corazón también de carnero, puestos juntos con todas espe-
cias y cortado con tigera el azafrán.

Capítulo V
De anodinos.

Sección I.

De antinefríticos.

R. De limas cortadas a ruedecillas, hortigas, hojas de rábanos y parieta-


ria, algo menos de las limas y lo demás iguales partes.; macera y destila.
Dosis de la agua destilada, 84/ (z). iiij.; es muy eficaz en el dolor de hijada.
R. De tártaro blanco calcinado hasta negrura quod volueris, haz lexía
con agua de lluvia destilada, en la qual lexía se pongan unas cortezas de
naranja y cuezcan con el tártaro; filtra muchas veces hasta que passe el licor
claro y teñido. Éste resuelve y expele el cálculo y insensiblemente mundi-
fica de el mucílago los renes y vejiga. Dosis, una cucharada, y sirve para
precaver y para curar. Es más cómodo el espesar esta lexía para tener la
medicina hecha, que en lexía no puede conservarse igualmente.
R. De xaraves de jinjoles y de cinco raízes sin vinagre, â. (z). vj.; de

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 733

aguas de chicorias y melones, â. iiij.; de cremor de tártaro, (e). j.; de agua


láctea de canela, (z). j.; misce. Es famoso.
R. De oro potable gut. Vj.; héchalas en un bizcocho y dalo al paciente o
en agua de chicorias o de epática con azúcar o en cualquier austo especial.

85
/ Sección II.

Remedios de muelas.

R. De espíritu de vino, (z). j.; de opio crudo, (z). ij.; de espíritu de vitrio-
lo y de el azufre, â. (z). Iij.; de azafrán gut., xv.; misce y saca tintura y, con
el estremo de una pluma mojada en ella, tocarás la muela que te doliere,
alguna vez.
Si es decausa caliente, el dolor se socorre con eficacia tocando de el
mismo modo la muela con nuestro dissolviente de oro y, si es de causa fría,
con el elixir astringente de el Capítulo tercero.
De cualquier causa socorre al dolor de muelas un parche hecho de pez
negra e incienso macho, quatro partes de ella y una de éste, aplicado al
pulso de la parte de el dolor que late junto a la oreja. Y, si estas cosas no
bastaren, bastará un purgante, porque señala copia de humor que por mucho
ni puede absorverse ni resolverse, o sacarse la 86/ muela, que estará muy
perdida.
R. Rasuras de palo santo, (z). iiij.; almástiga, (z). j.; leño aloes resinoso,
(z). j.; flor de claveles exsicada, (z). B.; misce y, con espíritu de vino q. s.,
sacarás tintura; filtra y guarda. Unas gotas de ella llevadas por la boca
curan el dolor de muelas, el hedor de el aliento, siste el fluxo de cabeza,
libra de catarros, quita la podredumbre de la boca y muelas y purifica el
aliento. Después de la salivación que induce esta tintura, ha de enjuagarse
la boca con cocimiento de anís y, si es tenaz la fluxión, convendrá aplicar
al pulso o pulsos nuestro pegado de pez e incienso.

Sección III.

De antipleuríticos.

El azeyte azerado de calabaza larga es anodino y resolutivo en este acci-


dente, haziendo primero friega. Después untura con segunda friega y
poniendo al fin un pañito delgado mojado en el azeyte sobre la 87/ parte
muy caliente y sobre él una servilleta quatro doblada, también muy calien-
te, y assí socorre con gran brevedad el dolor y cura el efecto; también cura

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


734 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

todo flato. Hallárase en el Capítulo de los bálsamos.


La siguiente receta es igualmente eficaz.
R. Ungüento simple de altea, (z). j.; manteca reciente de baca, (z). B.;
hisopo húmedo (que es el espisamento de lana sucia, cocida en agua, filtra-
da y traída a espesez), (z). iij.; kázese untura como con el azeyte de arriba.
R. Raíz de lampaza, cogida en la primavera, acrescente Luna, y en el
otoño, luna decrescente, (e). j.; de flores de azufre y de ababol en polvos, â.
(e). B.; de antimonio diaforético gr. xv.; de jarabe de ababol, (z). j. B.; de
agua de cardo santo, (z). iiij.; misce; tómese para sudar o transpirar.
R. Rasura de diente de jabalí, quijada de luz catalán, â. (e). B.; flor de
azufre gr. v.; antimonio diaforético y polvos de raíz de lampaza, â. gr. xv.;
xarave de ababol, (z). B. y de agua de cardo santo o lampaza, (z). iiij.;
misce.
R. De la tintura común de flor de ababol, 88/ lib. B.; de extracto de aba-
bol, hecho de toda la planta, (z). j.; misce.
R. De sal fija de ababol de (e). j. hasta (e). ij.; es medicina grande dada
en agua común, caldo o a sólas.
R. De flor de azufre, (z). B.; quijada de luz catalán, (z). ij.; flor de aba-
bol tostada para polvos, (z). j.; de aguas de flor de camamila y ababol, â.
(z). ij.
R. Extracto de flor de ababol espesado en baño y concluido con azúcar,
(z). ij.; en un poco de su agua.
Si el dolor de lado no se atajare al principio con los medios dichos, apé-
lese a nuestro Arcano pasivo, dándolo como en el Capítulo primero se
advierte, y espérese en él la curación segura si el enfermo no estuviere per-
dido ya.

Sección IV.

Antidopágricos y ciáticos.

El azeyte de calabaza larga, que se hallará entre los bálsamos, es untura


especial 89/ en ambos afectos. Y también la siguiente.
R. De ungüento simple de altea, (z). j.; manteca reciente de baca, (z). B.;
hisopo húmedo, (z). iij.; misce.
R. De pulpa de casia reciente, (z). ij.; azeyte rosado q. s. para linimento.
Es especial en la gota y dolores artéticos, por untura.
R. De agraz, lib. B.; de agua rosada fina, (z). iiij.; polvos de bolo arme-
no, (z). iiij.; miel, (z). ij.; ponlo todo al fuego y, en comenzando a hervir, lo

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 735

apartarás, y con â. de harina de habas y de cevada formarás emplastro y lo


aplicarás sobre el dolor, caliente, en la gota.

Purga.

R. De la massa de píldoras alefanginas, (e). j.; de láudano opiato gr. j. Es


admirable, pero ha de repetirse porque obra lentamente.
Leche de burra y viono blanco, â.; baña con ello caliente y aplica paños
trepados.
R. De zumos de raízes y de cogollos de 90/ yelgos, â. (z). iiij.; de azeyte
de camamila, (z). vj.; misce; evapora la humedad, cuela el azeyte y con cera
q. s. dale punto de bálsamo. Es una untura eficaz pero el zumo de la raíz ha
de ser de la corteza de ella.
R. Azeyte de ladrillos para untura, que es gran remedio, y cualesquiera
espíritus sulfúreos aplicados después de socorrer la primera inflamación y
rubor con los usuales y con temperantes, bien que ha de cuidarse de usar de
estos al principio, sin endurecer la parte.

Sección V.

De colirios.

R. De aguas de hinojo, rosada y de eufrasia, â. (z). ij.; de verdete, gr. iij.;


de tutia, (z). j. B.; mezcla y dé un hervor. Y. con esta mixtión de aguas y
polvos, irás lavando un poco de manteca de puerco, derribando las aguas y
quedando en la manteca la tintura y polvos. Socorre eficazmente esta untu-
ra los ojos inflamados.
91
/ R. Un clavillo de especia de los mayores, pícalo con (z). B. de tutia y
agítalo con (z). ij. de vino blanco generoso. Dosis, unas gotas dentro de el
ojo, y polvos.
R. De vino blanco y agua rosada fina, â. (z).. j. B.; de azúcar candí en
polvo sutil, (e). B.; de tutia pp. (Z). j. B.; misce; agita los polvos con el licor
y usa de él como de el antecedente.
R. De vino blanco generoso, lib. j.; hierva a quedar en la mitad; añade
entonces de agua rosada fina (z). vj., continúe hirviendo hasta quedar otra
vez en la mitad, que será lib. B.; añádanse dos claras de huevos frescos
(hechas duras asando los huevos) a pedacitos y dé 30. hervores. Cuela des-
pués y agita con el licor (z). iij. de tutia pp. para colirio. Es suave y eficaz.

Sección VI. y última.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


736 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

De otros anodinos.

Para el dolor y ardor grande de hígado y riñones.

R. De vinagre tinto muy fuerte, lib. vj.; de huevos frescos (nu) xij.; estén
tres 92/ días enteros y en frío en el vinagre, en puchero cubierto; después se
saquen, se abran y por un paño delgado se cuelen sobre el mismo vinagre
sin romper las yemas ni exprimir. Hecho esto se añadan al vinagre (z). iiij.
de azufre en polvo, dentro de una muñeca floxa con una piedrecita en ella,
para que colgada de la asa se mantenga en medio de el licor, y estarás otros
tres días, también en frío, y volverá a colarse. Su uso es poner paños moja-
dos en él, tibia, sobre la parte, por media hora, volviendo a mojarlos antes
que acaben de enjugarse, y después enjugar la parte y hazer untura con
ungüento rosado sandalado, también caliente, y passada otra media hora
limpiar la untura todo antes de comer y cenar, mientras no se socorriere el
paciente, bien que obra presto. Sobre la untura de el sándalo no se ponga
cosa fresca, sino papel de estraza caliente.

Otro.

Toma el azeyte de calabaza azerado de el Capítulo de los bálsamos. Es


grande medicina 93/ para el ardor y dolor de hígado y riñones.

Otro.

Assí mismo lo son los emplastro de el vino, compuesto con agraz, sal de
ajenjos y flor de azufre, que se hallará entre los febrífugos.

Para el dolor y ardor de almorranas.

R. Un pañito, poco mayor que la parte, mojado en agua rosada fina; pul-
verízalo con iguales partes de cenizas de paño de grana, quemado con una
vela hasta negrura, y cuerno de ciervo molido, y aplica este paño y polvos
a la parte.

Otro.

R. De judías caretas lo que quieras; haz harina de ellas, tostándolas hasta

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 737

poder molerlas y hazer harina de ellas, y, después de untar la parte con un


poco de enjundia de lechón, pulverizarás bien con esta harina; 94/ pero no ha
de tener sal la enjundia. Los dos medios son muy específicos y este último
muy experimentado.

Para dolor de oídos.

R. De zumo de perejil, partes iij.; de azeyte de laurel, parte j.; misce y


aplica a la oreja un algodón mojado en la mezcla.
La leche de muger reciente y, mejor si se recibe en la oreja de el mismo
pecho, es muy anodino.
La orina de baca socorre el mismo dolor si se mezcla con vino y se ins-
tila en la oreja.

Ardor.

R. Manteca de puerco sin sal, unge la parte en frío y pon sobre ella un
paño trepado mojado en aguardiente. Sirve en el hígado y riñones como los
de atrás y en cualesquiera inflamaciones por ardientas que sean. Para el
ardor de orina será la aplicación en las ingles.

95
/ Quemaduras.

R. Zumo de tocino blanco, asándolo y recibiéndolo en alguna vasija, y


sea el asador de madera; déxese elar, añádase de agua rosada fina y leche de
muger que críe varón q. s. para a levísimo fuego; hazer ungüento, el qual se
aplicará en frío con una pluma.

Otro.

R. De claras de huevos frescos bien batidas, partes ij.; de azeyte común


antiguo parte j.; vuelve a batir hasta que se mezclen y haz untura con pluma
sin cubrir la parte y repitiéndola. Ambos son singularíssimos.

Otro.

Mete la parte quemada (si es posible) en cantidad de orina reciente y


tenla assí hasta que se enfríe la orina.

96
/ Otro.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


738 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

Haz lo mismo en aguardiente o pon estopadas de él, que es buen medio.

Callos.

R. De miel y cal que aya recibido humedad bastantemente, â.; misce y


aplica todo en frío.

Otro.

R. De emplastro guillencerben, (z). j.; de vidrio en polvo passado por


tamiz, gr. x.; misce calentando un poco el emplastro para la perfecta mix-
tión y aplícalo al callo cortado, caliente.

Quemaduras.

R. De agua de cal, (z). j.; de azeyte rosado, (z). B.; de azúcar de Satur-
no, (z). j.; misce para linimento.

97
/ Bolbulo.

R. De agua de las mil flores destilada en el mes de mayo, (z). iiij.; (la
materia es boñiga de bacas) y darásla con azúcar.

Somnífero externo y Capital máximo para sedar todo dolor de cabeza


y dormir.

R. De espíritu de vino, (z). ij. B.; de canfora, (z). B.; de opio (e). ij.; de
azmilcle, gr. iiij.; misce, disuelve y decanta. Aplícanse a las sienes y nari-
ces algunas gotas.

Emicranea.

R. De acíbar hepático, (z). j.; de sena, (z). B.; de maste, mirra y canela,
â. (z). j.; de resina de escamonea, (z). B.; misce en polvos y con agua de
hinojo haz píldoras. Dosis, (z). B. por la mañana en ayunas.

Ciática.

Fomenta la parte con aguardiente caliente y pulveriza con â. de sangre

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 739

de drago, 98/ encienso macho, pez negra, cal viva sin mezclar los polvos,
sino poniendo los unos y después los otros por el orden dicho y, sobre
todos, una estopada de aguardiente caliente.

Capítulo VI
De sudoríficos, aperitivos y diuréticos.

Sección I.

De los marciales.

Nicolás Lemery trae algunos muy seguros, sin ser pesadamente artifi-
ciosos; azafranes, extractos, tinturas, vitriolos que podrán buscarse en él, de
quien sólo pondremos aquí dos obras especiales.

Tintura.

R. Y mezcla en polvos, lib. j. de limadura antigua y roja de Marte, y de


tártaro 99/ blanco, muy limpio, 32 onzas; hiervan por doze horas en doze
libras de agua de lluvia, removiendo la materia de tiempo en tiempo con
espátula de hierro, y añadiendo tanta agua caliente quanta mermare en el
cocimiento. Al fin se dexe reposar y se verá en el fondo un licor negro, que
se ha de filtrar y evaporar hasta consistencia de xarave, Es aperitivo radical.
Dosis de (e). B. hasta uno.

Diaforético.

Pulveriza y mezcla de la misma especie de limadura de hierro y de sal


ammoníaco, â.; sublima sobre un pequeño hornillo de fuego graduable en
cucúrbita de tierra; aumenta el fuego poco a poco hasta inflamar el suelo de
el vaso; recibe el destilado que será espíritu de sal ammoníaco y continúa
en este grado hasta que ya no levante humos la materia. Después de frío el
vaso, recogerás las flores sublimadas, las dissolverás en sóla la agua que
bastare precisamente para la disolución; filtra y precipita con azeyte de tár-
taro 100/ o espíritu de sal ammoníaco; separa el precipitado de el licor super-
natante, seca y guarda. Es sudorífico, conviene en todas las enfermedades
de corrupción de humores; alguna vez obra por orina, según la disposición
de el sugeto; es singular en la melancolía hipocondríaca y fiebres quarta-
nas. Dosis de gr. x. hasta xx. En píldoras o licores especiales.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


740 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

Aperitivo de Adriano.

Su preparación es arto sabida, por lo qual pudiera dexarla; pero le devo


tan buenos desempeños, que procuro tenerle siempre (aunque enfadoso) y
le traeré a mi modo por la misma razón de su utilidad.
R. De zumo de azederas reciente, pero purificado por sí mismo en agra-
cera unos días, lib. iiij., esto es 48. (z).; desata en él, de pulpa de tamarin-
dos, (z). viij y dé dos hervores para que se dissuelvan; dexa insolar por una
noche, cuela a la mañana por un paño de lana. Pon en lo colado (z). iiij. de
limadura de hierro reciente y limpia, digiere por tres 101/ días en matrazo
cerrado, removiéndolo algunas veces, sin jamás hervir. Al fin se hallará el
licor muy dulce, que es la segura señal de bastante digestión; cuela otra vez
por paño de lana y evapora lo colado hasta quedar en tres o quatro onzas,
quando tendrá punto de extracto líquido, que esta ha de ser su consistencia,
sea la que fuere la cantidad. Dosis de (z). B. hasta (z). j. en vehículo propio
aperiente, si no tienes necesidad de regir el cuerpo, pero, si la tuvieres, ha
de acompañarse con (z). j. de el cocimiento siguiente y, en este caso, no se
necesita de hazer ejercicio.
R. De sena y sumaria, â. (z). j.; crezcan en tres escudillas de agua, no
poniendo la sena hasta lo último, y dexarla en infusión. La limadura de esta
obra no se desprecie, sino lávese y se enjugue y guarde.

Vino azerado.

R. De vino salvático generoso, lib. iij.; de el polvo de Marte residuo de


la obra antecedente, (z). j.; de raízes de escorzonera, 102/ cremor de tárta-
ro, galanga menor, casia lignea, clavillos, (z). j.; macera, digiere por dos
días removiendo algunas veces y cuela por manga de ipocras. Es para efec-
tos de hígado, bazo, mesenterio, cachexia, humores pravos, ictericia negra,
detención de menstruos, hidropesía, flatos y para la sal nimiamente disuel-
ta. Dosis de (z). j. hasta dos y tres, mañana y tarde, y se toma algunos días,
promediando algunos lenitivos quando los humores se señalaren movidos
en alguna desgana, como universal.

Pectorales y écticos.

R. Una cebolla blanca, asala no de el todo, quitándole lo duro de enme-

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 741

dio acia las barbas, capólala mucho y cuécela en iguales partes de miel y
agua q. s. para cocerle bien y ha de quedar hecha conserva. Dosis una
cucharada.

Otro.

Haz sudar un cavallo; recoge el sudor de los testículos con un naype y lo


darás al 103/ asmático en (z). iiij. de agua de buglosa. Obra eficacíssima-
mente por salivación.

Otro.

R. De espíritu de vino iuniperino, lib. ij.; de azúcar limpio molido, lib.


B.; mezcla en cazuela vidriada, enciende el espíritu con unos hilos de azu-
fre o azufrados, los cuales se incorporen en la materia y, ya encendida, se
agite con espátula de madera hasta dissolverse el azúcar y azufre; cuela al
fin y pon a lo colado en una muñequita (e). ij. de azafrán, de modo que se
mantenga en medio de el licor. Helo experimentado eficacíssimo en un
pecho encrudecido de intento desde algunos años antes y con grande rauce-
do, que le curó perfectamente. Su autor lo estima para en el asma, apretura
de pecho, tos, imbecilidad de el ventrículo, extorsiones de el vientre, para
remover la orina y el cálculo y para la quebradura, combustión y estrangu-
lación de el útero. Dosis de una cucharada a dos por cada vez, repitiendo
con discreción.
104
/ R. Azúcar candi, ponlo en polvo en los vacios de los huevos duros,
después de quitarles las yemas, aviéndolos cortado a lo largo, y acomoda
las dos mitades de clara de cada huevo, puesto el azúcar, atravesando unos
palitos. Assí estando pendientes destilan un julepe muy pectoral. Tomando
de él muy poco cada vez y dexando que transcole, se socorre el pecho duro
de causa ardiente.
R. Las claras de seis huevos frescos duras, medio pícalas, añade (z). iij.
de agua rosada fina y (z). ij. B. de azúcar candi en polvo; mezcla y dédalo
por dos horas, después filtra en una beatilla clara con expresión. Dosis de el
licor colado, una cucharada algunas veces al día. Es como el passado y más
fácil de hazerse, para sequedad y calor de el pecho.

Cafee.

La leche cafeada restituye a los tísicos con grande eficacia. Su bebida

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


742 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

vulgar ha curado muchas tercianas y quartanas; los que le usan ni padecen


de cálculo ni de gota; 105/ es contra las cólicas pituitosas, vapores uterinos,
obstrucciones. En el último Capítulo pondré el modo de guisarle y algo de
sus efectos.

Antiéctico especial.

R. De regaliz, lib. B.; contúndelo y lo infundirás en doze escudillas de


agua clara por doze oras, aviendo puesto también docientos caracoles
negros, cogidos antes que salga el sol, treinta huevos, claras y yemas de
mechoacán, (z). ij.; de azúcar de panecillo, lib. j.; de azúcar rosado otra
libra y las flores cordiales; destila después de la infusión por baño. Dosis de
el destilado, (z). iiij., mañana y tarde, y antes de el quarto día se verá gran
provecho.
R. De miel virgen, tres partes; de polvo de azufre de cañutillo, una; mez-
cla en frío. Dosis media cucharada alguna vez, resolviendo la miel y pol-
vos. Es contra el asma.

Aperientes varios.

R. de zumo de ortigas picantes reposado, lib. B. y de azeyte la misma


cantidad; 106/ evapora hasta consumpción de la humedad, cuela y con cera
nueva q. s. forma ungüento. Cura in instanti la sufocación de la matriz por
untura al ombligo. Socorre en el cálculo y provoca los meses eficazmente
ungiendo en la parte dicha en los días de la costumbre.
Lo mismo haze el licor de la mirra untando el ombligo, extrayéndolo
como de el azúcar candi he dicho, con las claras de los huevos duros.

Bólbulo y cólica.

Darás un servicial común, otro con un cuartillo de vino blanco y una


onza de manteca de azahar, y, después, aplicarás al vientre una cataplasma
caliente, hecha de una libra de excremento de mula que coma cebada, y de
azeyte de almendras dulces lo que fuere menester para freir e incorporar el
excremento a fuego suave. Obra en tres horas.

107
/ Pleurítico grande.

R. De xabón blanco raspado, (z). vj.; azeyte de licosa, (z) ij.; dos cebo-

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 743

llas asadas, harina de licosa, (z) j.; dos yemas duras, miel común, (z) iij.;
espíritu de sal ammoníaco, lib. B.; pístense las cebollas con las yemas,
yendo añadiendo los demás ingredientes y la harina, y, al fin, el espíritu,
dexándolo todo mezclado para cataplasma, que ha de aplicarse a la parte
fría. Dissuelve la inflamación y se va arrojando en esputo sangriento.

Ciático especial.

Píquense menudíssimas en frío las raízes de el pepino amargo, que es el


silvestre; macérense con un poco de miel y harina de trigo sin cerner, y
aplíquese a la parte, assí fría. Dissuelve eficazmente el humor y lo saca y
absorbe, manteniéndose pegada y firme en la parte mientras haze la obra.

118
/ [108]/ Arcano diaforético.

Este es el bezoar potable de el Capítulo primero; es contra veneno, sud-


orífico y sirve en las fiebres violentas y engañosas, pleura, epidemias,
morbo ungárico, erisipelas y todas aquellas en que se necesita de expeler la
malignidad y purificar la sangre. Dosis de (e).j. hasta (z).j. en vehículo pro-
pio.
Estos quatros medicamentos últimos pongo aquí por aperientes, avién-
dome olvidado de ellos donde devieran estar como específicos.
Capítulo VII.

Medicinas de varias especies.

Supurativo.

R. De cebollas blancas, levadura, manteca de puerco y azeite de manza-


nilla 109/ y yemas de huevos, â.; ásense las cebollas, píquense mucho y, en
mortero, se incorporen prolijamente con los demás ingredientes. Aplícase
como cataplasma, repitiéndolo cada día, y supura todo género de apostemas
viscidas, buones, &c.

Otro.

R. De tocino blanco sin quitarle la sal, quod volueris; corta y muele

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


744 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

aparte â. de hojas de ortigas y de celidonia; mezcla con el tocino capolado


y pícalo otra vez todo junto en mortero en frío y aplícalo a la parte también
en frío. Es para buones muy rebeldes, &c.

Lombrizes.

R. De ajenjos picados en crudo y de levadura, igual peso; mezcla bien y


cuéceles en vinagre fuerte, q. s.; remueve a lo último porque no se queme y
quede como ungüento. Aplícase tibio al estómago hasta todo el ombligo en
un paño, pulverizándole con un poco de sal de ajenjos.

110/ Para que las viruelas no dexen señales.

Úntense los ojos y cara de los que tienen viruelas, quando ya estén en el
estado, con un poco de derretido caliente, el qual en sartén ha de averso
tenido al fuego hasta bolverse negro.

Febrífugos de muchachos.

R. De ollín, telas de arañas limpias, parietaria y ortigas, â.; pícalas de


por sí, después mezcla y vuelve a picar; al fin las rociarás con un poco de
vinagre y, en frío, aplicarás unos emplastricos a los pulsos de las muñecas
y pies, debajo de los tobillos.

Gota.

R. Excremento de palomas limpio y molido y con leche, si puede ser, y,


si no, con agua rosada fina, haz cataplasma y aplícala a la parte sin calen-
tarla.

111
/ Sabañones.

Para los no reventados desatarás en agua común un poco de piedra lipis,


entíviala y báñate los pies o manos, guardando el baño para otras veces.

Para el fluxo espermático.

R. De raíz de china raspada y marfil limado, â. (z). B.; sándalos blancos,

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 745

(z). ij.; cuece en agua común suficiente, que lo será una ollita de las peque-
ñas y, quando ya estuviere láctea, o poco menos, añadirás de flor de violas
p. ij. Dosis (z). vj. con (z). j. B. de xarave de adormideras.

Barnizes para pinturas.

El de la China se haze de goma laca (z). j. B.; de sarcocola, (z) ij.; azey-
te de trementina de abeto, (z). iij.; de espíritu de vino, lib. j.; mezcla y
disuelve.

112
/ Otro.

R. De espíritu de vino, (z). iij.; de azeyte esencial de espliego o laván-


dula, (z). j. B.; de glasa en polvo, (z). vj.; disuelve y decanta. Es muy deli-
cado y naturalíssimo para pinturas ricas.

Otro.

R. De espíritu de vino, (z). iiij.; de glasa, almástiga y trementina fina, â.


(z). j.; disuelve, dexa reposar y decanta. Este es el cristalino.

Piedras de Águila.

Pendientes a mitad de el vientre, detienen el fluxo de sangre de los


meses. Atadas al muslo de la pierna derecha, cerca de la voz, facilitan el
parto. Al braço izquierdo cerca del hombro, detienen el aborto, y siempre
han de tocar en las carnes. Pero en los partos luego que salgan las secundi-
nas, han de quitarse, porque no hagan atracción inmoderada de sangre.

113
/ Para úlceras de la vida y vejiga.

R. De agua rosada alexandrina, (z). iiij.; de sal de Saturno, (z). B.; misce
para jeringación. Y, por la boca, tomarás (z). iiij. de caldo con gr. vj. de
vitriolo blanco.

Berrugas e higos.
R. Zumo de berdolagas y lavarlas con él, y pon después la yerba picada
de que sacaste el zumo y verás que las cura sin dolor.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


746 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

Sauco.

Coagula el zumo de su fruto maduro al sol, poniéndolo en platos llanos


y en poca cantidad. Dosis gr. xv es milagroso en la sufocación uterina. Y
concibo que será remedio en la gota, dolores artéticos y fiebres de pituita la
misma dosis desatada en un poco de agua de su flor.

114
/ Gran Supurativo.

R. De escabiosa q. s. saca su zumo y desprécialo; pica bien el residuo y,


con levadura, trementina común y una yema de huevo cruda, picando y
mezclando bien harás emplastro y lo aplicarás caliente; es para los más
rebeldes tumores y buones.

Tiña.

R. De ungüento rosado, (z). j.; de polvos de Juanes, (z). j., misce y aplí-
calo a la cabeza.

Herpes.

Ungüento blanco, (z). j.; precipitado blanco, (z). j.si de el rubro, (z). b.;
misce y unge para matar el herpes.

Otro.

Ungüento blanco, (z). j.; bermellón, (z). j.; para untura.

115
/ Otro.

Quemarás un poco de lana sucia hasta quedar bien quemada toda, pero
negra; hazla polvo y, con agua rosada fina, haz linimento frío. Es famoso.

Otro.

R. De la primera agua de la cal, lib. B.; de Mercurio dulce, (z). j. B.; de


azúcar de Saturno, (z). B.; misce y la aplicarás sobre el herpes en paños
mojados fría.
Angina.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 747

R. Tierra de el nido de golondrinas muy molida y con â. de azeytes de


almendras dulces y de azucenas blancas, haz cataplasma para la garganta.
Harásla con lento fuego y la aplicarás algo caliente.

Sarna.

R. De estoraque líquido, un poco, y, con unas gotas de azeite lo deslei-


rás algo más para untura.

116
/ Otro.

R. De azufre y sal común en polvo, â. (z). j.; de solimán, (z). B.; misce.
Su uso es poner en la palma de la mano como tres polvos de tabaco de ello,
humedecerlos con unas gotas de azeite y friegar la una palma con la otra un
rato, estando ya en la cama y quedarse con las manos juntas y abrigadas.

Otro.

R. Un real de azogue y algo más de derretido que una nuez; disuelve en


almirez con algunas salivas hasta averle muerto y añade dos dineros de ver-
dete, volviendo a macerar. Su uso es, en la palma, poner tanto como una
abellana, y friegas, &c.

Ciática.

R. De raíz de brionia verde, si puede ser, y rallada, (z). ij.; cuécela en


ocho de vino blanco y otras ocho de agua, hasta quedar en la mitad, o en
diez onzas; exprime y 117/ con una onza de miel rosada de azúcar haz servi-
cial, para darlo por la mañana algunos días, según el efecto.

Quebrados.

R. Quatro caracoles picados y, de incienso macho, bulto de ocho gar-


banzos, y otra tanta trementina de abeto; mezcla macerando y aplícala a la
parte con braguero; quita la materia después de nueve días y dexa el bra-
guero otros quarenta.
Modo de reducir las barrigas.

R. De licosa, alolbas, semilla de flores de camamila y meliloto, de

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


748 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

ungüento de ambas alteas y de azeyte de camamila, â. (z). j.; crezcan las


semillas en una ollita de agua, pónganse a su tiempo las flores y, en este
cocimiento, se moje una madeja para aplicarla bien caliente sobre la parte.
Pero antes se hará untura con azeite de azucenas blancas y violado, â.
118
/ Lo primero es dar un servicial común y, después, otro con una
libra de el cocimiento de arriba; (z). j. de miel rosada de azúcar y el azeite
de camamila y ungüento de las alteas dichos. Después, repetir la madexa y
assí por sí mismas se reducen las varrigas, cessando el dolor y laxándose la
parte. Y al fin se ponga cintero.

Cáncer.

R. De arsénico cristalino, una parte; de salitre refinado, tres; mezcla


exactamente y, en un crisol, muy seguro se calcine y fixe por fundición y
detonaciones, de cucharada en cucharada, como el antimonio diaforético.
Lávese la materia muchas veces con agua caliente para dulcificar el polvo
y después en deliquio se liquide, que sucederá con facilidad. Dissuélvase,
para aplicarle, en agua de plantaina o llantén, y se pondrán paños mojados
en ello, después de lavar el cáncer ulcerado con la misma mezcla. Algún
autor le quiere dar interiormente en algunos casos, pero no se tiene por con-
sejo cuerdo.
119
/ Los hombres, quando començamos a abrir los ojos acia las Faculta-
des, estamos ya casi en la sepultura. Yo, en medio de mi cortedad, me pare-
ce que dulcificaría y fixaría el arsénico enteramente, calcinándole con
nuestro Arcano pasivo, en vez de el salitre de esta obra, y, assí, no quedaría
sal en la materia ni se malograría porción alguna de el arsénico en las lava-
ciones, que no avían de hazerse aquí. Y siendo tan fixo el Arcano y tan con-
tra veneno, vencería lo volátil, aunque álcalis ambos de el arsénico, hazien-
do la calcinación solo con iguales partes. No estoy para trabajar para dar la
experiencia, pero dexo la especie para quien quiera buscar todo auxilio a
tan horrible enfermedad.

Carbunclos.

R. De solimán, (z). j.; de oropimente y sandáraca, â. (z). B.; de verdete,


alún quemado y cal en piedra, â. (e). ij.; pulveriza y mezcla bien. Escorifi-
ca y aplica los polvos necesarios; dentro de dos horas limpia y buelve 120/ a
poner y a las otras dos horas ya hallarás muerto el grano y, si no, prosigue.
Cura al fin como úlcera. Si huviere inflamación, unge con manteca de aza-
har y no sangres por el grano si no notares plenitud o otra causa. Observa

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 749

este método en los siguientes cáusticos.

Otro.

Toma un pañito delgado, hazle un agujero en medio, igual a la póstula,


cárgalo de ungüento de bolo y aplícalo a la parte, dexando descubierto por
el agugero el grano ya escorificado; aplica a él un cáustico hecho de soli-
mán y pimienta blanca mezclados en polvo e incorporados en un poco de
jabón blando. Cubierta con él la póstula, pondrás sobre todo otro paño sin
agugero, cubierto con ungüento también de bolo y procede en lo demás
como en el antecedente.
Otro.

De polvos de juanes, de cantáridas, de sal gema, de solimán, de oropi-


mente, 121/ tanto de cada uno como un polvo de tabaco; mézclalos bien y
después los incorporarás en una yema de huevo y aplicarás un parche como
un real de a quatro o según el grano.

Otro.

La Cataplasma de Bidos, que trae especial para estos granos, es muy


segura y sé muchas experiencias de ella.

El mejor.

De cal viva, lib. iij.; de cenizas de sarmientos, de haberes y de hojas de


encina, â. lib. j.; sáquese la virtud de la cal con agua abundante y assí
mismo de las cenizas de cada una aparte; júntense después todas las aguas
o lexías y espésense a blando fuego, añadiendo a lo último un poco de almi-
dón para dar cuerpo. Suele bastar aplicar éste una sola vez a la póstula en
poca cantidad, pero, en todo caso, siga el cirujano la indicación en quanto a
esso y en quanto a escorificar 122/ y sangrar. Obsérvese que la agua para la
cal ha de ser abundante y fría y que las lexías han de filtrarse.
Nicolás Lemery trae para escrófulas un cáustico, en quien podrá verse,
que haze en ellas la obra en media hora. Es muy semejante al de arriba de
agua de cal y cenizas claveladas; dígolo porque puede substituirse el uno
con el otro.

Contusiones.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


750 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

De sepia y cerusa en polvo, â. y de jabón negro q. s. para hazer ungüen-


to.
Otro.

De vino, partes iij.; hierva; añade a proporción unas rosas finas secas y
buelva a dar o prosiga dando dos hervores; añade de aguardiente parte j. y
dé otro hervor y, con salvado tostado, haz cataplasma y la aplicarás calien-
te. Es famoso corroborante también para en las úlceras, puesto sobre la
cura, y es anodino.

123
/ Humectante externo.

Beleño, azeite rosado y harina de cevada, y haz cataplasma para la entra-


ña ofendida, que socorre mucho y suele alcanzar a las fiebres accidentales
que resultan de sequedad y adustión de alguna entraña.

Eleboro.

Ya en su lugar traigo su preparación, pero aquí añado de Bayo, citado de


Mangeto, que entre los modernos se apela a él in mortis magnis, como furia
y locura, en que es especial, y en la epilepsia, vértigo, manía, hidropesía,
ciática, compulsión y semejantes, a los cuales dize proporción su eficacia.

Elyxir vitae.

De nuez moscada, macis, canela, â. (z). j.; clavillos, (z). B.; corteza de
naranjas y limas o luquetes muy delgados de ellas, 124/ â. (z). iij.; azafrán,
(z). ij.; pyroeni, lib. iij.; digiere, filtra según arte. A este Elyxir he deseado
conocerle el dissolviente pyroeni, porque parece misterio que su autor le
traiga tan desconocido. Véase en ello el curioso, que a mí me parece será
espíritu de peras, siendo el término pyroeni latino y no distante de el de
pirus, con circunstancias de ser toda latina la receta. Pudiera hazerse esta
obra con espíritu de vino, pero el de este fruto sería más suave y conve-
niente en un elyxir corroborante, por estíptico no caliente en el grado que el
de vino.

Berrugas gálicas.

No sé si traigo en su lugar el siguiente medicamento y, por esso, lo

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 751

pongo aquí. R. De mercurio precipitado blanco, (z). ij.; ungüento de ceru-


sa, (z). B.; misce. Sirve también para las carnosidades de la vía, untando la
candela. Yo nunca començaría la curación poniendo más que (z). B. de el
precipitado, â. (z). B. de ungüento y, después, aumentarla 125/ con experien-
cia de el efecto.

Elyxir de azufre.

El azufre en polvo abstrae de él quatro veces el agua regia de abaxo, con


que le atrás humedecido otras tantas; tendrás a la última de color negro.
Afundirás en él agua común y la abstraerás por destilación hasta que salga
dulce de el todo, sin fetor alguno de el azufre; desécalo y, en reberveratorio
cerrado, le calcina hasta que mude de color, passando a estar blanco, citri-
no y rojo, como cinabre. Dosis de quatro hasta seis gotas. Y su autor quie-
re que sea restaurativo milagroso, que tenga universalidad que, continuado
algún tiempo, renueve la juventud.
La agua regia que pide para la obra la haze de iguales partes de vitriolo
y nitro y media parte de cinabre.
Yo en estos días he probado con el dissolviente de oro esta obra, en vez
de la agua regia, y sin reberverio, sino en fuego de limadura, 126/ la he traí-
do hasta la quarta vez al color negro, adquiriéndole antes dorado vivo y,
después, en el mismo fuego me ha mudado los colores hasta el rojo, y
entiendo que, afundiéndole algún azeite esencial, se purificará la materia de
el último agrio, mejor que en el reberverio, para después dissolverla en el
espíritu de vino y, aunque no la he traído a este estado, lo confiero a la apli-
cación. La facultad curativa de el autor no es de mi genio, pero concibo que
un azufre en esta pureza será especial antiéctico.

Essencia de hipocrás.

R. Canela, cubebas, galanga, clavillos, nuez moscada, jengibre, â. (z).


ij.; esencia o azeite de salvia (e). B.; macera, disuelve con (z). viij. de espí-
ritu de vino; destila o decanta, como quisieres, y, con esta esencia, podrás
dar gusto y sustancia de hipocrás al vino que tuviera dulce de azúcar sufi-
ciente.

127
/ Capítulo VIII
De bálsamos, emplastro y ungüentos.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


752 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

Sección I.

De bálsamos.

Azeite azerado de calabaza larga.

R. Calabazas largas, sazonadas o curadas, raspa ligeramente la cutis y,


después, toma de la corteza lo más exterior, no más recio que un real de a
ocho y desprecia todo lo demás; corta esta parte a pedazitos pequeños y con
â. de azeite común lo cocerás hasta la total consumpción de su humedad.
Después, sin quitar la calabaza, se azerará en una fragua tres veces, con seis
barritas de yerro nuevo, recias como las de azero y largas según la cantidad
de el azeite. Inflamaránse 128/ estas barritas; pondráse una en el azeite y,
cubriendo la vasija, se esperará a que cesse el hervor, y después se pondrá
otra, y assí todas seis. Sacaránse todas y volverán a inflamarse y ponerse en
el azeite esta segunda y la tercera vez; passadas las cuales se dejará enfriar
y reposar, y, al fin, se colará y estará hecho. No repito aquí su uso porque
ya en varias partes lo pido para muchos afectos. Bidos le trae de toda la
calabaza, pero esta es mejor obra de Hofman.

Bálsamo solutivo antimaligno.

R. Flores de romero, salvia, sagitaria, millefólium, poliúrico, trifolio,


tabaco verde, ajenjos, ruda, sanguinaria, lechuga, siempre vivas mayor y
menor, yedra, yelgos, sauco, lampaza, cardo santo, violas, balsamina, plan-
taina, blanca ursina, espica de nardo, madreselva, bledos, culantrillo,
cetrach, berbasco, malvas, bismalvas, lengua de perro, buglosa, angelica,
caléndula, ulmaria, raíz de altea, genciana, brusco, celidonia, 129/ citrangulo,
espárragos, â. (z). ij.; vino blanco, lib. j.; azeite común, lib. xviiij.; misce,
macera e infunde en calor proporcionado por tres días en olla de tierra
vidriada; cuece después hasta consumir la humedad, removiendo siempre,
cuela y exprime fuertemente; añade de litarge de oro, opopónaco, galbano
disuelto en vinagre y depurado, sarcocola, mirra, incienso, â. (z). ij., y de
cera q. s. para punto delgado de Ballamo. Al fin, no aun del todo frío, pon-
drás de agua de la Reyna de Ungría, (z). iij.; es anodino, vulnerario, balsá-
mico y antifebril, de suerte que hallará mucho en él quien tuviere Numen.
Especialmente se logra en el mayor peligro de las fiebres y enfermedades
muy violentas, de vicio qual y quanto, ungiendo con él muy caliente el
estómago, vientre y vértebras, dos o tres veces, promediando dos horas de

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 753

una a otra y eligiendo para ello el tiempo más libre de el enfermo, si pudie-
re ser. Assí mueve y expele lentamente la plenitud y malignidad. No pre-
vengo que han de aver precedido los remedios universales, especialmente
130
/ sangrías, por aver dicho que ya este remedio se ejecute muy a lo último.

Bálsamo de heridas.

R. De hojas de romero, salvia, ajenjos, â.. p. j.; quatro adormideras con-


tundidas, crezcan en lib. iij. de azeite de balsamina hasta dar toda su sus-
tancia; cuela, vuelve al fuego el azeyte, observa que aya consumido toda su
humedad y añade entonces de galvano, opopónaco, pez griega y pez negra,
â. (z). iij.; de cera virgen y cera amarilla, â.. (z). j. B.; todas estas cosas dis-
puestas según arte para la composición. Tenlo todo en calor congruo hasta
quedar exaustas las hezes, apártalas y en lo claro fuera de el fuego quando
quiera trabarse, añade de resina molida (z). iij. y resuelve hasta quedar tra-
bado y concluido. Es buena medicina para las heridas y úlceras, aviéndolas
lavado con vino blanco tibio.

131
/ Bálsamo de herbolarios para heridas, úlceras y afectos de útero.

R. Medio real de vino blanco, otra tanta cantidad de tinto, tres libras de
azeyte de olivas verdes, una docena de nuezes de aciprés macho, que es el
que sube recogido, de hojas de lentisco y frutos de yedra, â. lib. B.; de con-
sueldas mayor y menor, â. (z). iij.; júntese todo macerados los ingredientes
de solidez y se digiera por ocho días en fuego suave; después se expriman
estas cosas sobre el licor y se prensen fuertemente; buelva a colarse todo y
se evapore el licor hasta consumirse toda la humedad, quando quedará la
virtud en el azeite. A éste, los herbolarios dan punto de bálsamo, con cera y
alguna especie barata de las que diremos; pero para la receta entera y eficaz
se ha de poner en este estado lo siguiente.
R. De galvano, lib. B.; de mirra y incienso macho, â. (z). iiij.; de opopó-
naco, (z). iij.; de goma de enebro, lib. j.; píquese lo que se puede picar 132/ y
depúrese con vinagre fuerte lo que no; y con lib. iij. de colofonia picada y
dos de cera virgen se le dará punto de bálsamo, que es trabarle a modo de
liga. La última eficacia de esta medicina está en que se le añadan, estando
tibia, de los aceites esenciales de romero, salvia y espliego, â. (z). ij., remo-
viéndoles bien en la materia para que se mezclen. Aplícase a las heridas
recientes, sin calentarlo, aviéndolas lavado antes con vino blanco tibio.
Cura maravillosamente las úlceras de intemperie fría, pútrida, débil, &c. Es
bálsamo uterino que, aplicado al ombligo, llama los meses y siste los vapo-

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


754 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

res que llaman mal de madre. Todo esto tengo experimentado y más puede
buscarse.

Bálsamo para fuego, también de herbolarios.

R. De manteca de puerco, lib. iij.; de siempreviva mayor, lib. B.; de


siempreviva menor, lib. j.; rasura de la corteza interior de el sauco lib. ij.;
dos hojas de la col de hoja 133/ larga, de sanos de capón y gallina, â. lib. B.;
de azeite y vinagre rosados, â. lib. B.; píquense las yervas y se frían con las
enjundias el azeite y el vinagre hasta soltar toda su sustancia; cuélese por
una espumadera el licor, buélvase al fuego, añadiendo hasta seis dineros de
verdete y, sin hervir, esté como una hora. Después se ponga en un barreño
de talavera, mediado de agua fría con nieve y déxese hasta el día siguiente.
Entonces se hallará quaxada toda la materia medicinal y, abriendo por un
lado, se vaciará por el abugero el licor para recoger y guardar lo quaxado,
que es el bálsamo fresco, en vaso de vidrio o talavera. Aplícase sin calen-
tarlo en las quemaduras, escaldaduras y casos que piden refrigeración y
coagulación.

Sección II.

De emplastro.

Emplastro Manus Dei. Especial manipulación.

R. De ammoníaco, (z). x.; de opopónaco, (z). xxvij.; de vinagre blanco,


(z). iiij.; de azeite 134/ común, lib. ij. B.; de litarge de oro, (z). xiij.; de cera
nueva, (z). xx.; de almástiga, (z). j.; de olivano y bedelio, â. (z). ij.; de
mirra, (z). x.; de piedra imán oriental selecta, (z).. ij.; de incienso, (z). x.; de
aristoloquia redonda y verdete, â. (z). j.

Primera operación.

El galvano, ammoníaco y opopónaco se han de picar bien en mortero de


bronce con mano de hierro, calentando algunas veces la mano; póngase en
cazuela barnizada por dos o más días, resolviendo algunas veces con el
vinagre blanco hasta que se deslíen las gomas; y, después, en un perol
capaz se despumarán, colándolas por una estameña a mitad de la consump-
ción de el vinagre y, al fin, se les dará punto según arte.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 755

Segunda operación.

El litarge bien pulverizado póngase en el azeite, téngase algunos días en


frío, resolviendo muchas veces hasta que se pudra y tome 135/ mucho e igual
cuerpo; póngase entonces el verdete en polvo y crezcan a fuego suave,
resolviendo sin cessar con espátula de madera; auméntese el fuego, con cui-
dado de apartar el perol quando hinchare la materia, porque se derramará
toda, y quando tuviere color obscuro, estará a punto de poner la cera raspa-
da y se dejará hasta que se funda, y mezcle con los demás ingredientes a
poco fuego. Estando en este estado la operación segunda, se pondrá al
fuego el perol de la primera, moviéndola siempre con espátula; y, después
de fundidas las gomas, se irán echando e incorporando prolijamente en la
materia de esta segunda operación, que ha de estar fuera de el fuego y tibia,
siempre resolviendo.

Tercera operación.

El imán, bien pulverizado, échese en el perol de toda la materia; después


de tenerlo fuera de el fuego por lo que hincha y téngase toda esta flema;
póngase el imán en una 136/ papeleta que tenga abaxo un pequeñísimo agu-
gero por el qual vaya cayendo el polvo por estacio de tres Padre nuestros,
resolviendo siempre, y luego se proseguirá echando los demás ingredientes
pulverizados, también por papeleta como el imán, por donde caigan como
la arena de un relox, y se hará sin cessar sobre un poco de fuego, y resol-
viendo siempre, hasta que adquiera la materia un color negro que aun se
incline a rojo. Y estará cocido y concluido quando, echando un poco sobre
tabla de nogal lavada con vinagre, se endureciere al instante. Escudíllese
entonces sobre tal tabla y, con las manos mojadas en vinagre, se amassará,
mezclará y tirará bien, y después se harán los magdaleones y se enjugarán
al aire en tabla de nogal mojada en vinagre o azeite, sin que les dé el sol.

Modo de usar de él.

No se use de este emplastro hasta que ayan passado por lo menos seis
meses; durará su virtud cincuenta años; se aplica 137/ sobre tafetán o vanadi-
lla suave y delgada; no se ponga hilas, ni clavo, si no fuere en úlcera pro-
funda; para hazer los parches, se mojarán los dedos en vinagre o saliva; han
de limpiarse con cuidado; sirven dos para ocho días, poniendo el uno a la
una curación y el otro a la otra y refrescándolos y macerándolos alguna vez
con los dedos mojados en vinagre.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


756 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

Sus virtudes.

Son muchas y es preciso referirlas. Mundifica las llagas, resuelve,


encarna sin hazer corrupción en la llaga; deshaze las señales cárdenas de
los golpes en la cabeza, raido el cabello; madura y sana las apostemas, las
glándulas entumecidas, el cáncer y las fístola. Atrae el veneno de las mor-
deduras venenosas; cura las heridas de arcabuz y cualesquiera que aya
abierto el fuego; extrae el plomo, hierro y demás cosas estrañas de las heri-
das; saca los huesos rompidos; cura las heridas de flecha; une los nervios
cortados; es útil en los carbunclos pestilenciales; sana cualesquiera 138/ úlce-
ras; cura la tiña, rayendo primero el cabello, y de aquí pueden inferirse
otras virtudes.

Emplastro Álcali de Tequenio.

De azeite rosado, li. j.; caliéntese en un cazo rasuras de el jabón blanco


(z). iiij; derrítase en el azeite blanquete y minio, â. (z). iiij.; cuezca a fuego
lento, moviendo siempre con espátula de madera hasta consistencia más
alta que de emplastro. Apártese de el fuego y, casi frío, aviendo agítadolo
siempre, se le añada de cánfora desatada en almirez con espíritu de vino, a
modo de gachas (z). j.; ésta lo baxará mucho de punto irremediablemente y,
por esso, no acostumbro hazerle magdaleones, sino escudillarlo en vadanas
suaves y crecidas de a palmo, y por lo resoluble que es la cánfora, observo
no tenerle hecho sino hazerle quando lo he menester.
Su autor le celebra para en la gota, apostemas, tumores duros, callos,
dolor de hijada y 139/ cualesquiera otros de accididad en cualquier parte,
exceptuada la barriga; y le dexa sobre la parte tanto tiempo que baste a
absorver el áccido morbífico. Yo no lo he experimentado sino en la ciática,
pero en ella es prodigioso y se pega en breve tiempo a la parte, de modo que
no ha menester ligadura y hasta aver hecho la obra no se cae; quando no
pegare, créase que no es ciático el dolor y estímese mucho esta medicina
para en él.

Emplastro que usava su autor para resolver o supurar, mundificar,


encarnar y cicatrizar.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 757

De azeite común, lib. B.; de cerusa, litarge de oro, pez griega, mirra, â.
(z). ij.; de cera nueva, lib. B.; hierva el azeyte un poco para desflemarlo;
pon después la cerusa en polvo, resolviendo hasta color de ámbar obscuro,
que a fuego lento durará una hora; añade el litarge, resolviendo siempre
como un quarto de hora. Echa la pez en pedazos pequeños, resolviendo
como un credo 140/ a menor fuego, y después la cera raspada hasta traerle a
consistencia de emplastro. Aparta el cazo de el fuego, resolviendo siempre
hasta estar templado un poco el calor, para concluir la obra con la mirra,
observando que baste para dissolverla sin que passe a resolverla y háganse
magdaleones.

Emplastro mitigativo o anodino y emoliente.

De emplastro de oxicrocio, (z). ij.; de diaquilones simple, compuesto y


de meliloto â. (z). j.; misce, y con azeite de camila q. s. haz emplastro.
Resuelve las durezas y esquirros en hipocondrios, hígado, pecho, ventrícu-
lo, bazo y otras partes. Sólo lo he aplicado a un esquerro grande en el estó-
mago; hízosele algo insufrible al paciente, pero curó perfectamente ha siete
años y oy vive.

Otro para lo mismo y para lupias y callos.

De galvano disuelto en vinagre y depurado y de cera amarilla, â. lib. B.;


141
/ de trementina blanca, (z). iiij; haz emplastro.

Emplastro a quien su autor llama de milagros.

De azeite, lib. ij.; hierva en cazo de cobre a fuego manso; ponle enton-
ces lib. B. de jabón blanco raspado y, quando estuviere disuelto en el azei-
te, se añada lib. j. de minio en polvo sutil, y se resolverá siempre hasta con-
sistencia de emplastro; no toma punto hasta después de ponerse negro y
tarda mucho; hágase al fin la prueba. En este estado se escudillará la mitad
y se hará magdaleones. Y en la otra mitad, se pondrá (z). B. de alún que-
mado en polvo sutil, moviéndolo un rato antes de escudillarlo.
El que lleva alún es especial para en todo género de úlceras, gobernan-
do bien y con limpieza su curación. El otro sirve en tiempo de peste aplica-
do a la barriga. Es también para los niños que tienen dolor de tripas, apli-
cado de el mismo modo; para en todo dolor cólico, llevado algunos días;
para los pechos 142/ de las mugeres quando quieren apostemarse y se endu-

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


758 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

recen; para todo género de llagas recientes, mordeduras de perro, cáncer y


para la gota, puesto sobre ella.

Emplasto anodino.

De azeite de olivas reciente, li. j.; de minio en polvo, (z). ij.; crezcan
hasta la mitad de la consistencia de emplastro; añade entonces de cera ama-
rilla lib. j.; de semilla de hyosciamo en polvo sutil, colofonia, trementina
blanca, â. (z). iiij.; misce y cuezca para emplastro, resolviendo siempre. Es
anodino y, por esso, aviéndose atendido a la causa antecedente, es utilíssi-
ma en los artetipodágricos y otros dolores, porque los aplaca y seda con
admiración.

Para escrófulas y rijas.

Atendida la causa antecedente con purgantes de habilidad, se aplicará a


la parte un pegado de goma ammoníaco, disuelta 143/ en vinagre, depurada y
consistente; y al fin se perficionará la obra con unos buenos marciales, pro-
mediando algún purgante suave. Pero se supone que no aya caries en las
rijas.

Otro.

Haz untura en las escrófulas, algunas veces, con una dissolución, hecha
en el Marte, con el espíritu de el nitro.

Sección III.

De ungüentos.

Ungüento pusilo.

De azeite rosado, lib. B.; de cera blanca, (z).j.B.; de tutia y cerusa, â.


(z).j.; de cánfora, (z).i.j.B.; misce para ungüento, poniendo muy a lo último
la cánfora, desatada un poco de azeite de almendras dulces en el almirez, ya
fuera de el fuego. Cura las póstulas, ulzúsculas, ulcerillas corrosivas que
destilan veneno, aunque sean gálicas, y en las partes ocultas.

144
/ Para las escoriaciones de pechos.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 759

De azeite de almendras dulces, lib. j.; de azucenas blancas contundidas,


(z). iiij.; hierva hasta consumirse la humedad, cuela y con cera blanca q. s.
haz ungüento.

Otro famoso.

Haz ungüento con azeite de balsamina y cera para los pechos escoriados
y toda inflamación ulcerada y no ulcerada, aunque esté en las partes vené-
reas y sea de tal especie. Obra dulcificando.

Otro para los pechos, carbunclos y úlceras; es medicina secreta.

De litarge de oro, (z). j.; pónlo en polvo en lib. j. de azeite rosado y,


mejor, si es de balsamina; tenlo en frío muchos días, resolviendo muchas
veces con un cucharón hasta que se pudra; después cuezca a fuego manso
hasta color rojo subnigro, cuidando de 145/ apartarle de el fuego en sus subi-
das y removiendo siempre; al fin, se añada (z). j. B. de cera. Cura las grie-
tas de los pechos o pezones, mata los carbunclos brevissimamente y, para
toda herida y úlcera, desde que hazen materia es singular; todo lo digo de
mi experiencia.

Para la tiña.

De jengibre, (z). iiij.; cuézelo en vinagre fuerte hasta que se consuma


todo el vinagre; pon después de derretido, sin sal, li. B. y macera para
ungüento a poquíssimo fuego. Unge la cabeza raida mañana y tarde y, en
pocos días, harás la obra.
Cera, pez y oli.

Con este nombre (pronunciado sin distinción) pregonava cierto herbola-


rio un ungüento y le vendía por bálsamo. Hazíale de iguales partes de cera,
pez griega y azeite rosado, según arte. Y, con éste, conocí un cirujano de
buen crédito que socorría eficazmente 146/ toda úlcera y en todas sus indica-
ciones y tiempos, poniendo sobre la cura un emplastrillo de harina de trigo
sin cerner y vino tinto caliente para la corroboración.

Capítulo IX

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


760 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

De los aceites esenciales aromáticos.

Essencia, rigurosamente hablando, es toda la substancia o substancias


de el mixto, separadas de él con toda pureza y reunidas por digestiones.
Essencia quinta es esto mismo, pero añadiéndose nueva y prolixa obra de
circulación, de suerte que aquella que pareció pureza, aún haga separación
nueva de hezes y adquiera o se exalte a espirituosidad y suavidad grande.
De éstas tratan los autores antiguos con gran ponderación y mucha máqui-
na, pero ni es practicable su artificio, necessitándose de una vida para traer
al fin 147/ una medicina, ni extraen todos los principios para exaltarlos al ser
de essencias, no pudiendo constituirse tales faltando alguno; ni separados
de el mixto todos pudieran reunirse, sin que el áccido y alcali, que en todos
ay, se destruyeran, desembarazados de la tierra y excrementos de su mixto,
que los embotara; con que no devemos intentar un imposible, sino cono-
cerlo para evitarlo con cordura.
También llaman essencias a las tinturas, pero impropiamente, porque
extrae en ellas el menstruo una gran medicina, pero no disuelve todas las
substancias, sin lo qual no puede hazerse esencia. Ni aunque ésta fuera
extracción total de cuantos principios contiene un mixto la llamaría esencia
yo, sin verla perfectamente separada de el menstruo, que en muchas tintu-
ras no se logra, porque sobra él en ellas como substancia de otro cuerpo, y
es para la perfección de una esencia improprio lo que no es suyo, assí como
es defectuosa por cualquier cosa de su mixto que le falte.
148
/ Los aceites esenciales que he propuesto son los que significa su nom-
bre, porque su substancia es el azeite o azufre de la cosa de que abundan los
vejetables aromáticos. Estos aceites son arto conocidos y también los ins-
trumentos de su manipulación, pero apenas ay quien los aplique, siendo
cosa muy útil, ni quien los trabaje, siendo cosa muy fácil. Yo deseo que en
este Convento los aya siempre, para lo qual tenemos instrumento, y a este
fin trataré de su extracción en la Sección primera de este Capítulo y en otra
de las sales y espíritus oleosos de que son positivo estos aceites.

Sección I

Extracción de los azeites essenciales.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 761

No se busquen éstos sino en los vejetables aromáticos, porque muy difi-


cultosamente se extraerá de otros mixtos. El modo es cortar la materia si es
flor o es hojas; 149/ molerla, si es semilla o leño, y contundirla, si es fruto,
como el del enebro, las cortezas de el limón o naranja, &c. Téngase instru-
mento especial, que es un destilatorio de cobre, con refrigerante grande que
abrace la cabeza de él, el qual lleno de agua fría, quaxe los vapores de la
destilación para que se reciba en licor y no se desvanezca en humos la vir-
tud esencial de la materia.
Póngase ésta en el dicho instrumento, no en mucha cantidad y con bas-
tante agua para recebir toda su virtud aromática, de suerte que por lo menos
quede vacía la mitad de la olla. Esté una noche todo en el destilatorio ya
armado y unido, y el día siguiente se destila, observando que salga, no a
gotas, sino en un chorlito delgado, porque el azeite no sube que la veloci-
dad que un solo espíritu y ha menester impulso mayor; assí sale mezclado
con el agua y en el recipiente se va separando y subiendo a la superficie,
como azeite de olivas.
Si se pone un cántaro de agua en correspondiente cantidad de materia,
saldrá todo el 150/ azeite en la quarta parte de su humedad y, después de
separado él para tenerle sólo, puro y muy cerrado en vasos de vidrio, que-
dará la agua destilada, llena de virtud y de olor, para usarla en medicina
como agua esencial de la cosa. La mucha humedad que queda en la olla
sirve de que no se empirreume la materia residente, pudiendo de algunas
lograrse el extracto, como de las vayas de el enebro que llaman triaca de los
alemanes.
Házense estos extractos prensando los residuos y clarificando los zumos
con las aguas que quedaron en ellos y cociéndoles después hasta una con-
grua consistencia.
Las semillas y frutos se cogerán maduros para esta obra. El romero y
salvia de monte cogidos en el diciembre dan más azeite; el espliego en el
otoño, y da mucho si se dexa enjugar, se sacude y se derriba la caña que
ocupa el espacio, y no tiene virtud.
De la virtud de algunos pudiera yo decir alguna cosa con experiencia,
pero para mayor noticia (no sé si tan exacta) traeré en 151/ resumen las que
de un impresso antiguo copié años ha y da a la salvia y romero, y de otros
autores más públicos tocaré más brevemente lo que dicen de otros aceites
esenciales, con ansia de que se tenga en la estimación que merece esta
medicina.

Virtudes de los aceites esenciales de el romero y la salvia.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


762 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

Estos dos aceites son muy semejantes en la virtud, como sus mixtos. Su
uso conserva la vida de el hombre como medio opuesto a toda suerte de
corrupción y muy de el genio de nuestro calor natural, librándole de enfer-
medades contagiosas y peregrinas impresiones. Cura con virtud manifiesta
las enfermedades de especie fría y fortifica a la naturaleza en las que resul-
tan de calor para que pueda vencerlas.
Es capital grande y preserva especialmente de apoplejía, emicranea y
perlesía, y, si la necesidad fuere mucha, se tomarán unas gotas y se ungirán
las sienes o espinazos, según el efecto.
152
/ Detenido en la boca él sólo, quita las vexigas y el dolor de muelas,
fortificando los sientes y quixadas; haze expedita la lengua, habilita a los
tartamudos y quita la enfermedad de el gallillo, transcolando alguna gota.
Aviva la memoria retentiva y perceptiva, tomado antes de ponerse a
decorar. Antes de predicar tomado, abre el pecho, aclara la voz y da notable
esfuerzo. Haze desflemar y quita el hedor de el aliento; conserva el cabello
untando la cabeza, y lo haze nacer y crecer quando se ha caido por pituita
salada u otra enfermedad.
Es probadíssimo para la tiña, lubinillos y pupas de la cabeza, para que
no crezcan y se sequen, y las heridas de ella; aunque esté rompido el caso,
las suelda admirablemente de primera intención, limpiando la sangre y apli-
cándolo sólo en hilas o pañitos delgados y servidos.
Dos gotas de él con leche de muger o agua especial, instiladas en la
oreja, quitan todo ruido, cubriendo con un algodón flojo. Mezclado con
agua de guindas o hinojos sana las 153/ cataratas de los ojos, rectifica la vista
de los que la perdieron por enfermedad, quita la neguilla o sombra que
turba la vista de algunos quando leen o escriben, disipa las lagañas y lo
encarnizado de los ojos, mundificándolos enteramente, y fortifica el cora-
zón, quitando todo pasmo de él, tomado por adentro y ungiendo en la parte.
Desopila el bazo tomándole en azúcar y bebiendo quatro onzas de agua
de apio o perejil en ayunas, y haziendo luego ejercicio, especialmente las
mugeres; y obsérvese que, como no se mezcla sino que sobrenada en los
licores no espirituosos, es la mejor práctica tomarle en azúcar siempre y
beber inmediatamente el licor en que se ordena tomarlo.
Entiéndase que quiero decir esto quando diere que se tome en tal o tal
licor. También se mezclará en las aguas si primero se incorporare en azúcar
y después éste se agitare con ellas. Pero prosigamos sus virtudes.
Es antídoto de el dolor de estómago y de todo afecto de esta entraña,
perficionando las 154/ cocciones; expele toda ventosidad discutiendo las más
gruesas; alarga la cámara precipitando los excrementos y asistiendo los

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 763

vapores e induce sueño quieto tomando al acostarse.


Remedia en el dolor de renes, bebido y ungiéndolos con él; alarga el
menstruo a las mugeres y quita el mal de madre, tomándole de el mismo
modo y untándose con él el ombligo; rompe la piedra de los riñones y la
convierte en arenas y, si está en vejiga o en la vía, untando y geringueando
con él, echado o agitado con agua rosada de malvas o perejil, la quiebra y
desmorona y abre la vía; sana las llagas de el cuello de la vejiga y las car-
nosidades que están en el caño o vía y expele sus ventosidades, untando y
geringueando, como se ha dicho, o administrándolo con candela mezclada
en yema de huevo y sufriendo un poco hasta que cesse el escozor.
Sana las almorranas mezclada en alguna agua fresca y aplicando un
pañito mojado en ella a la parte, cuidando de repetirle antes que se seque;
assí quita el dolor y ablanda las 155/ cabezas de las venas para que puedan
sangrar, disponiendo y adelgazando también la sangre para su éxito; quita
el dolor de los callos y los cura, aplicada después de cortarlos.
Universalmente bebida con aguas o licores apropiados, cura las calentu-
ras cotidianas y quartanas y, en éstas, untándose en la nuca y celebro, no
dará el frío, continuando, y si en la declinación, en un gran refresco de agua
de lengua de buey, se tomaren quatro gotas, hará grande efecto.
Tomando en dos onzas de xarave violado, ocho gotas cada mañana,
ablanda el pecho crudo y la ronquera, y cura la asma, aunque sea antigua,
continuando un mes; aumenta la leche a las mugeres, tomado en caldo, y es
remedio de mordeduras ponzoñosas.
Cura la ictericia y crudezas de el hígado, tomando o en su agua o coci-
miento,en dos onzas cinco gotas; quita el dolor frío de las tripas, untando y
sobreponiendo paños calientes; cura la hidropesía, alarga la orina, quita los
vómitos y mata las lombrizes, especialmente con agua de ajenjos.
156
/ Seis gotas en dos onzas de agua de verdolagas, plantaina o membri-
llo, quitan las cámaras, aunque sean de sangre, y, en la misma forma admi-
nistrado, cura las llagas que se hazen en las tripas e intestinos; corrobora la
matriz y cura los menstruos blancos.
Finalmente, diez gotas en caldo o vino blanco, curan el dolor de fijadas
y, ungiendo la parte, haze lo mismo, sobreponiendo un paño caliente;
untándose por cualquier dolor frío, haze lo mismo, aunque sea causado de
buas; cura la epilepsia, tomando hasta quatro gotas y deteniéndolas en la
boca para que se comuniquen a la cabeza.
Algo de lo que refiero de estos azeites, he experimentado, creo que se
logrará mucho más en sus caso, y todo no lo creo; pero puede su noticia ser-
vir para passarla a experiencia qualquiera racional artífice, prevenido de
algún tiento.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


764 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

Azeite esencial de espliego.

Éste, en sus facultades, se parece a los passados, aunque es más fuerte al


gusto y 157/ más poderoso contra flatos; en las heridas de cabeza es eficacís-
simo, y en la resolución de las edemas y toda destemplanza fría, en la cura-
ción de los pechos endurecidos y doloridos, a riesgo de abrirlos por leche
cuajada y entumecida, lo he experimentado admirable; y, a falta de los de
arriba, usaría de éste en los mismos casos.

Azeite esencial de anís.

Es contra el dolor cólico frío y ventoso, en la inflamación de el vientre,


en la destemplanza fría de el estómago; tómase en caldo dos o tres gotas;
cura la epilepsia de los niños dando dos gotas en caldo de capón o en azei-
te de almendras dulces y continuando discretamente.

Azeite esencial de hinojo.

Sirve en los casos que el de anís, con menos eficacia y gratitud, y, demás
a más socorre la vista, como específico en colirios o 158/ aguas propias;
corrobora la memoria; aumenta la leche a las mugeres; asume las humeda-
des superfluas y resiste a los venenos.

Azeite de nuez moscada.

Ayuda a la cocción de el hígado ungiendo por afuera debajo de las cos-


tillas de aquel lado; quita el dolor cólico tomando dos gotas; socorre al bazo
endurecido ungiéndole, y tiene las virtudes que el de clavillos.

Azeite de clavillos.

Este es como un bálsamo; corrobora las partes internas y los espíritus;


prohíbe la putrefacción; deshaze las ventosidades; cuece los humores fríos;
disipa los melancólicos; cura las llagas recientes y las antiguas y la des-
templanza de el estómago, especialmente la fría; socorre los afectos de
útero untando el ombligo. Dosis, dos gotas por adentro.

Azeite de vaias de enebro.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 765

Es gran remedio para mover los meses, para deobstruir el hígado y riño-
nes, para 159/ evacuar los sábulos y arenas de ellos y de la vejiga, para mover
la orina; para en la peste. Aplicado exteriormente, fortifica los nervios y
resuelve las durezas. La dosis puede ser mayor porque es más suave y grato
que los otros; ya queda dicha la obra de el extracto que resulta de su resi-
duo, y se usa de él en los casos internos, que de su azeite, de una dragma
hasta tres.

Azeite de flor de maro.

Este es entre todos eficacíssimo contra flatos por untura; el cocimiento


de la flor es singular en la hijada, de que infiero que lo sea el azeite en
mayor grado, dado en (austos) especiales.
Las facultades que refiero de el romero y salvia, traídos a azeite esen-
cial, las hallé ponderadas de algunos médicos, especialmente romanos, de
mucho crédito; pero yo me detengo en éste, con práctica de Italia y lección
de autores de aquella nación. Las de estotros aceites son de Juan Armano,
Renodeo 160/ y otros autores de la primer classe y menos ponderativos.

Sección II.

De las sales y espíritus oleosos que se hazen con estos azeites.

Esta es una obra de Silvio de Eleboé, que la discurrió y executava, redu-


ciéndola a licor semejante al espíritu oleoso de abaxo, y yo copiaré ambas
operaciones de Lemery, que las trae menuda e ingeniosamente.
La primera es una sal volátil ammoníaco, impregnada de essencias aro-
máticas. Házese pulverizando y mezclando partes iguales de sal ammonía-
co y de sal de tártaro; échase la mitad en alambique de tierra o vidrio; se
pone sobre ello de espíritu de vino muy puro, hasta que sobrenade un dedo;
se mueve todo bien con espátula de madera, se cierra el alambique con su
cabeza y recipiente, uniéndole exactamente con bexiga mojada y se tiene en
arena a fuego lento por tres o 161/ quatro horas, quando subirá a la cabeza
una sal volátil, y después destilará el espíritu de vino al recipiente, el qual
se llevará una porción de sal volátil. En cessando, dexarás enfriar los vosos,
separa la sal volátil y pésala, métela en el alambique de vidrio, vacía sobre
cada onza de ella dragma y media de uno o muchos aceites esenciales aro-
máticos dichos, según huvieres menester la medicina; remuévelo todo con
espátula de madera, para que la esencia se incorpore bien con la sal volátil;
cierra y une el alambique y recipiente con vejiga y sobre arena dale fuego

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


766 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

suave; assí se elevará toda la sal volátil y se pegará a la cabeza; recógela y,


en vaso de vidrio muy cerrado, la guardarás. Es gran sudorífico, cordial y
cefálico; es propia contra el letargo, perlesía, escorbuto, fiebres malignas,
viruelas, peste; excita los meses y siste los vapores histéricos. Dosis de gr.
iiij. hasta gr. xv. en licores propios a la enfermedad.
Han de hazerse polvos las dos sales, cada una de por sí y mezclarlas en
el alambique, cerrando lo mejor que se pudiere el orificio 162/ de él, con un
papel y la mano mientras se haze la mezcla, para assí evitar la exalación de
las sales volátiles que se desprenden, según ambas se van mezclando. El
espíritu de vino ayuda mucho para hazerlas despegar y ha de ser muy sin
flema, porque si tuviere alguna, la sal volátil se dissolverá en él y se tendrá
no la sal volátil que se busca, sino una mezcla de espíritus de vino y de sal
ammoníaco.
La sal volátil es más ligera que el espíritu de vino porque sube antes. El
espíritu de vino se impregna siempre de alguna porción de ella y puede ser-
vir para la obra siguiente y para todas las que piden espíritu de vino acuido
con la sal ammoníaco.
Puede hazerse esta operación por sóla una destilación, mezclando las
essencias con las sales de ammoníaco y de tártaro y el espíritu de vino, y
dar el fuego como se ha dicho; pero el espíritu de vino se llevará la mayor
parte de las essencias, quedando en la sal volátil casi nada.
Pueden hazerse tantas diferencias de sales 163/ volátiles oleosas aromáti-
cas como essencias aromáticas ay, y todas obran mucho mejor quando están
ligadas a la sal volátil que a sólas, porque ella les sirve de vehículo y les da
mayor penetración.

Espíritu volátil oleoso aromático.

Esta obra es una disolución de las partes esenciales de los aromas, hecha
por los espíritus de sal ammoníaco y de vino. Toma canela, macías corteza
amarilla de naranja amarga y de cidra a media onza; mézclalo todo junto y
échalo en una redoma de vidrio; añádele quatro onzas de sal de tártaro,
rebuélvelo todo en la redoma y pon quatro onzas de flor de naranja y otras
quatro de el espíritu de vino acuido con la sal ammoníaco de la obra ante-
cedente, si le tuvieres, y, si no, de otro; cierra la redoma exactamente y dexa
la mixtión en digestión, sin fuego, por quinze días, removiendo muchas
veces la materia. Vacíala después en alambique de vidrio, poniéndole pron-
tamente la cabeza y 164/ recipiente, uniéndolos con vejiga, y en arena desti-
le a fuego lento todo el licor hasta que no ascienda más. Guárdese en redo-
ma capaz y muy cerrada, porque es un espíritu muy penetrante y resoluble:

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 767

tiene las virtudes de la sal oleosa dicha. Dosis de seis hasta veinte gotas, en
licor apropiado.
Pónense en esta obra las primeras cortezas o lo más exterior de las de la
naranja y cidra, como parte más olorosa y espirituosa; no se ha de mezclar
luego la sal de tártaro porque no se resuelvan las sales volátiles antes que la
mixtión se eche en la redoma; la digestión ha de hazerse en frío, porque en
calor traspassaría la sal la cerradura más firme, y se remueve la materia
para que las partes esenciales de los ingredientes se dissuelvan mejor en el
licor. Agitados.
La fermentación insensible que sucede en la desunión de la sal volátil
ammoníaco quando se le pone la sal de tártaro, contribuye mucho a esta
disolución. El espíritu de vino se pone aquí para disolver los aceites, como
menstruo sulfúreo. Este licor se conserva 165/ mejor que la sal volátil, por-
que las partes volátiles son detenidas por la flema de la flor de la naranja.
Assí, los espíritus, como las sales dichas, han de darse en licores fríos y
no en caldo, porque antes de poder tomarle el enfermo se resolvería mucho
lo volátil. Y se pueden poner otros aromáticos en vez de los dichos quando
se buscan espíritus volátiles oleosos de tales o tales virtudes.

Capítulo X y último
De la utilidad y uso de el thee, cafre y chocolate.

Sección I.

De el thee.

De estas tres bebidas, he visto algo (aunque de chocolate muy poco que
me contente) en Tenque y en un Comentario de Aminsicht, pero tengo noti-
cia segura de un Libro en quarto que trata sólo de ellas, donde el deseoso
podrá ver arto más que yo dezirle. Su título es Mappi, De potu calido Thee,
Caffee & Chocolata.
El thee y cafre son más dichosos por estrangeros, logrando que en sus
países se grite y ostente su virtud; pero el chocolate padece en nuestra des-
idia tener tan ignorada su utilidad como sabido su regalo. Y no es su mayor
desgracia que tantos como en España pudieran escribir de él con excelen-
cia, callen de ingratos, sino que mi ignorancia aya de decir algo de gratitud
por serme medicina peculiar. Pero bolvamos al thee de esta Sección.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


768 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

Tiene, pues, esta yerva una virtud o sustancia volátil, espirituosa y de


suave olor, y otra fixa y terrestre de sabor áspero y amargo astringente, por
lo qual moderadamente calienta, enjuga, abre, resuelve, atenua y es diuréti-
ca. Conviene a muchas enfermedades de cabeza, rectifica la memoria, sirve
para precaver y sanar la apoplejía, letargo, perlesía, 167/ vértigo y epilepsia,
las quales casi siempre se originan de una única efusión de la linfa.
También cura los males de ojos, susurro de orejas y dolores fuertes de
cabeza, de cualquier causa, usada esta bebida habitualmente. Con ella se
vela sin pesadumbre y se puede beber sin riesgo de embriaguez. Sana la
asma de cualquier grado, los afectos de corazón, vicios de útero, hipocon-
dría y laxaciones.
Aprovecha el estómago su amargura absolviendo la accididad exaltada
de él. Constriñe las fibras estípticas relajadas, de que resultan graves acci-
dentes, y de este beneficio se sigue el de curarse las malas cocciones y sus
efectos, el dolor de estómago, la cólica passio, que dimana de humores cru-
dos y flatos estancados, la diarrea indigesta, la corrupción de el chilo, por-
que tiene virtud de corroborar el estómago y entrañas y de absorver los áci-
dos, por lo qual conviene en las disenterías y diarreas crónicas no menos,
donde deven curarse los humores, corroborando 168/ las partes en que se
haze la nutrición y absolviendo el suco o suero acre.
Con su bebida se socorre el esputo sangriento de cualquier causa, astrin-
giendo los estremos de los vasos anastomosis, vel diagrosi abiertos. Cura
las enfermedades de el bazo, corrigiendo con su amargura el fermento ácci-
do de él. La artrítide y sus especies, reumatismo nefrítide, no sólo las cura,
sino que las preserva. Los indios de el Japón y de la China deven al uso de
esta bebida no padecer tales enfermedades, que apenas se conocen en aque-
llos países. El modo de guisarla y usarla es el siguiente.
Tenque da en sustancia de media dragma hasta una, reducida a polvo, en
lib. B. de agua caliente que aya hervido. Y en cocimiento pone 3. j. B. para
un austo, añadiendo azúcar a gusto. Pero el Comentador de Adriano pone
de una a dos dragmas de la yerva seca en lib. B. de agua hirviendo; inme-
diatamente aparta el vaso de el fuego, bien cubierto, y lo dexa en un res-
coldo en infusión de unas horas, si huviere tiempo; hundiránse 169/ las hojas
y se beberá a sordos, tan caliente que no pueda ser a tragos, porque si se da
fría haze poco efecto y las hojas de el fondo se pueden cocer segunda vez a
más hervores, hasta que dé toda su virtud. Suele ponerse a esta bebida un
poco de azúcar o anís o clavillos, pero yo la he tomado y visto tomar sin
azúcar, por el áccido oculto de éste, ya descubierto, que le castra su virtud
alcali.
Algunos destilan esta yerva en baño, añadiéndole para la destilación

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 769

aguas apropiadas. Otros la infunden en aguas cordiales hasta 3. j. B. de ella


o en vino generoso, y toman tres o quatro cucharadas, mezclando azúcar.
Otros exprimen de ella verde el zumo, de la qual y de la seca también hazen
extracto; y de ambos modos forman píldoras y dan hasta gr. x. Otros la usan
como tabaco en humo para las enfermedades frías del pecho, cabeza y obs-
trucción de las narices. Otros hazen conserva de su polvo con azúcar, xara-
ve y agua de betónica. Y ay muchos que opinan nunca apurarse la virtud de
el thee, aunque se hagan innumerables cocimientos, 170/ como cada vez se
enjugue y desequen luego.

Sección II.

De el cafee.

El cafre socorre al estómago enfermo y débil, mejor después de comer


que en ayunas. Es consejo que no se haga costumbre, bastando dos veces a
la semana, aunque fuera de España es desayuno usual. Consta de poco alca-
li fixo, el qual con la torrefacción se comunica y dispone a soltarse en el
agua, y de oleaginoso, azufre y sal volátil. Ayuda a la primera cocción, con
cuyo beneficio se engendra sangre laudable y se socorren y fortifican todos
los miembros.
Con su sal volátil mitiga el áccido de el estómago; su terrestridad le es
también favorable por detersiva y astringente. Es muy de la condición de el
thee: socorre en las cólicas pituitosas, crudezas, obstrucciones de toda
entraña y de la misma sangre. Disipa los 171/ vapores uterinos, expurga los
renes, y los que lo usan, ni padecen de cálculo ni de gota. Sirve en los cata-
rros, asma, raucedo de la voz, dilata el pecho. La leche cafeada con grande
eficacia restituye a los tísicos a perfecta sanidad.
La bebida usual y vulgar de el cafre ha curado muchas tercianas y quar-
tanas. Siste los vapores y humores acres que se subliman a la cabeza y los
impide y resuelve los ya impressionados en ella. Deobstruye la cabeza, con
beneficio de la vista y oído y la cefalgia antigua. Vence la narcosis, vértigo,
epilepsia, morbos soporosos y la embriaguez, tomada a postre.
Quiere el Autor que no convenga a los secos y cálidos, aviendo dicho
que es pingues, ni a los que digieren mucho, aviendo dicho que mitiga el
áccido fermentativo, de que resulta la hambre. A los valiosos lo prohíbe con
más causa, por su mucha sal volátil, y a los que tienen la sangre muy disuel-
ta y agitada, también, por la misma razón; y aún en estos casos tiene dado
el defensivo de infundirla en 172/ leche. Y la aconseja a los carnosos, pin-
gues, aguados, pituitosos, flacos de estómago, obstruidos y glutinosos.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


770 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

Muchas veces no obra a satisfacción por adulterarla con pan seco, habas,
lupinos tostados y pulverizados, cuyo engaño se conoce con dificultad.
Pero vamos a su manipulación.
Tenque toma de cafre tostado una cucharada, la pone en 3. x. de agua
hirviendo y la mantiene en hervor suave, resolviendo siempre hasta tintura,
y la da muy caliente con poco azúcar tres veces a la semana.
El modo que yo antes de pensar en medicina tuve y huve y he usado es
hazer hervir algo más que una xicara de agua, apartarla a un rescoldo en
puchero proporcionado, ponerle de una a dos dragmas de cafre tostado en
polvo con mucho tiento, esparcido en la superficie de la agua, sin que ya
hierva; cubrirlo y, sin entonces, ni nunca removerlo, tener assí la infusión
por ocho horas siempre caliente. Al fin se halla la tintura hecha, que ha de
apartarse de los polvos asolados, sin que passen ellos, y se tomará toda la
cantidad 173/ muy caliente, y sin azúcar, si se busca mucha medicina, porque
la destruye.
El comentador dicho pone un puchero a hervir con una libra de agua,
quedando algo vacío; quando empieza a hervir, le pone tres dragmas de
cafre en polvo, conserva el hervor suave, cuida de que no se derrame entu-
meciéndose en la ebullición, apartándole de el fuego y bolviéndole a él
hasta tintura congrua; pero, si se derramare algo, lo haze inútil. Después
pone el puchero en cenizas calientes y le conserva en este calor hasta que
se asuelen los polvos y quede el cocimiento e infusión limpia y subflava y
el polvo exhausto, que ha de cuidarse de que quede en el puchero; y quiere
también que se beba muy caliente y a sordos y, aunque es cosa amarga, sin
azúcar o con poca.

Sección III.

De el chocolate.

Con variedad han determinado las Escuelas Químicas los principios quí-
micos, 174/ porque desentrañando artificiosos, más y más los entes, unas tie-
nen motivos prácticos, para señalar unos, y otras les tienen para señalar
otros.
Entre todos los principados de tantas Escuelas, está bien admitido el
azufre, segunda sustancia de una de ellas y correctivo de los estremos mer-
curial y fixo de la misma, que conoce tres: mercurio, azufre y sal, y reco-
noce entre ellos al segundo por más homogéneo, como más templado, sin el
qual son nimiamente activos. Esto supuesto, entraremos en el asunto de

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 771

nuestra Sección y no obscuramente, aunque sin otras luces.


En el cacao, que es el positivo, y aún el todo el chocolate, no solamente
campea esta segunda substancia o principio medio, azufre y bálsamo de los
mixtos, sino que parece no aver otra en él, puesto que no le percibe el sen-
tido ni espíritu, ni sal, y es materia de mucho aplauso suyo éste, como cui-
dado de la Naturaleza de hazerle extracto, quando le produce mixto.
No solamente es sustancia tal toda la de el 175/ cacao, sino que todo el
cacao es sustancia, de suerte que en lo puro parece también extracto, sien-
do ésta una sobreexcelencia de que podrán blasonar pocos mixtos. En la
torrefacción apenas muestra humedad superflua y en la xicara el depósito
que haze el chocolate es de el azúcar y de más ingredientes, como se cono-
ce en lo poco, quando no es adulterado, y tal sustancia y con tanta pureza
que reconoce el sentido, supone una grandíssima virtud, que siempre deja-
rá con sed al entendimiento.
Si se tuviere escrúpulo de que haga todo azufre al cacao, no pudiendo
ser entre natural, sin que contenga los tres principios activos, respondo con
todos los Autores que tampoco el azufre de los demás mixtos, después de
separado con la mayor habilidad, dexa de contener un algo de los otros
principios, ni de llamarse todo azufre por esso.
No sólo es singular en esto el chocolate, sino también en la universal
aceptación. Apenas se hallará quien no lo celebre y tenga entendimiento;
aún los niños más tiernos lo 176/ admiten y, cevados de él, le buscan como el
pecho. Contra él no disputan los gustos, pero esto es por el afecto especia-
líssimo de admitirlo todos. Yo, aunque no he visto anotomías de él, ni basto
para hazerlas, pienso dexarle bien ejecutoriada su noble sustancia y balsá-
mica virtud, poniendo a todos esta aceptación universal que ninguno igno-
ra, siendo como fama pública el término o el ápice de los aplausos.
Por esto de no aver visto cosa especial de él, no puedo descender a lo
particular de su virtud en medicina, bien que de lo dicho puede inferirse
mucho y, en mi cortedad, comprehender que un mixto celebre en el aprecio
de todos, después de exprimirle yo quanto he podido, aún se quedará lleno
de jugo.
Por experiencia sé, en mí mismo, que usándole (quando le tengo) de
orden de nuestros Médichos, corrijo una sequedad, siempre natural y ya
morbífica, para que no llegue a lo sumo. Bien que éste puede ser milagro de
el chocolate de por amor de Dios, que es el que tomo.
177
/ Sé quien lo ordena a los tabíficos con restauración suya, diluido o
guisado en dos partes de leche y una de agua. Es notorio que a los estípti-
cos alarga el vientre y a los laxados detiene el fluxo, lo uno y lo otro tem-
pladamente. No se duda que es auxilio para velar, tomado antes, y que

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


772 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

satisface por lo que no se ha dormido, tomado después. Finalmente, destie-


rra la pereza de los eclesiásticos. No pierde la estimación que tiene entre los
nobles por comunicarse a los plebeyos. Su suavidad e inclusiones le dan la
antonomasia de agasajo. Siendo tan familiar, no padece desprecio alguno.
No ay vianda que logre tan honrados cocineros. Ninguna medicina se toma
con tanto gusto. Ningún regalo se admite con menos embarazo. Y otros
muchos bienes tiene, aunque yo los ignore, pero en esto poco manifiesto mi
gratitud y él sabe mi buena voluntad.
Su composición, para salir rico, es poner iguales partes de el cacao de
Caracas y de el de Islas, y exaltarlo con un poco de el de Guajaca, y no ser
tan escasos en la canela, que 178/ es muy vivificante, balsámica y de olor y
gusto suaves. La torrefacción y maceración son arto sabidas. Su guisado
perfecto consiste en la disolución, más que en la espuma; hirviendo un poco
se disuelve bien y haze buen asiento. El escudillarlo sin hervir y darle frío,
trae dos daños de una especie, muy de el genio de las mugeres, que hazen
habilidad de la espuma y compran a todo gasto una opilación. Después de
hervir y escudillarle, se sazona en la xicara, dexándole reposar a poco
fuego.
Ya, gracias a Dios nuestro Señor, he llegado al fin de esta pequeña tarea,
para mi inutilidad y accidentes, grande. Quiera su Magestad que se logre,
según mi buen deseo.

FIN.

/Tabla de lo contenido en este Tratado.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ 773

Introducción brevísima. Folio I.

Cap. I. De un Tesoro Medicinal. Fol. 2.


Sección I. De el Archivo donde se oculta este Tesoro. Fol. 2.
Sección II. Con qué llave y cómo se abre este Archivo. Fol. 5.
Sección III. De la extracción de el Espíritu. Fol. 7.
Sección IV. Calcinación de la materia residente y conclusión de la Obra
en un Medicamento pasivo. Fol. 10.
Sección V. Virtud y uso de esta Medicina. Fol. 12.
Sección VI. Facultades de el /Espíritu. Fol. 16.
Sección VII. Dissoluciones de este Espíritu y primera de el Oro. Fol. 18.
Sección VIII. De otras disoluciones que se hazen con este Espíritu, Fol.
25.

Cap. II. De purgantes. Fol. 32.


Sec. I. De Purgantes Químicos. Fol. 32.
Sec. II. De Purgantes Galénicos. Fol. 42.
Sec. III. De Purgantes Químicos Antigálicos. Fol. 46.
Cítanse algunos Autores. Fol. 49.
Sec. IV. De Purgantes Antigálicos Galénicos. Fol. 52.

Cap. III. De Astringentes, corroborantes y resolutivos. Fol. 57.


Sec. I. De estos medios sin Opio. Fol. 57.
Sec. II. De Opiados. Fol. 62.

/Cap. IV. De Febrífugos. Fol. 70.


Sec. I. De los de Quina Quinae y modos de usarla. Fol. 70.
Sec. II. De Febrífugos sin Quina. Fol. 75.
Antiécticos. Fol. 81.

Cap. V. De Anodinos. Fol. 83.


Sec. I. De Antinefríticos. Fol. 83.
Sec. II. Remedios de muelas. Fol. 85.
Sec. III. De Antipleuríticos. Fol. 86.
Sec. IV. De Antipodágricos y Ciáticos. Fol. 88.
Sec. V. De Colirios. Fol. 90.
Sec. VI. De otros Anodinos. Fol. 91.

Cap. VI. De Sudoríficos, Aperitivos y Diuréticos. Fol. 98.


Sec. I. De Marciales. Fol. 98.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


774 HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LECTURA Y ESCRITURA...

Pectorales y Écticos. Fol. 102.


/Aperientes varios. Fol. 105.

Cap. VII. Medicinas de varias especies. Fol. 118.

Cap. VIII. De Bálsamos, Emplastros y Ungüentos. Fol. 127.


Sec. I. De Bálsamos. Fol. 127.
Sec. II. De Emplastros. Fol. 133.
Sec. III. De Ungüentos. Fol. 143.

Cap. IX. De Azeites esenciales aromáticos. Fol. 146.


Sec. I. Extracción de los Azeites esenciales. Fol. 148.
Virtudes de los Azeites de el Romero, Salvia y otros. Fol. 151.
Sec. II. De las Sales oleosas que se hazen con estos Azeites. Fol. 160.
/Espíritu volátil oleoso, de la misma especie. Fol. 163.

Cap. X. De la utilidad y uso de el Thee, Cafee y Chocolate. Fol. 165.


Se. I. De el Thee. Fol. 165.
Sec. II. De el Cafee. Fol. 170.
Sec. III. De el Chocolate. Fol. 173.

FIN.

Y no se pone Tabla particular de las cosas porque en ésta se señalan arto


y por no concluir con gran Tabla un corto Libro. Algún añadido podrá ser
que ponga si ocurrieren Medicinas o observaciones especiales y, de nuevo,
antes de mi muerte.

Híades. Revista de Historia de la Enfermería, núm. 9. Junio - 2004


Índice

EDITORIAL // METODOLOGÍA, EPISTEMOLOGÍA E INVESTIGACIÓN EN HISTORIA DE LA


ENFERMERÍA: ¿Es esto, mist Florence? Anotaciones al margen en Notas sobre enfermería (José Manuel de los
Santos). // HISTORIA DE LA ENFERMERÍA Y NUEVAS TECNOLOGÍAS (Antonio Claret García). //
FICHAS BIBLIOGRÁFICAS PARA LA HISTORIA DE LA ENFERMERÍA: Ficha n.º 15. “Preceptos
higiénicos que debe observar la mujer durante el embarazo, parto y puerperio. Manual de la comadre y del
estudiante en Medicina” (1900) (Manuel Jesús García). Ficha n.º 16: “Manual de partos ó maniobra de los partos
preternaturales, reducida a su mayor sencillez, precedida del mecanismo del parto natural. Dr. Julio Hatin. Madrid,
1829 (José Eugenio Guerra). Ficha n.º 17. “Instrucción del Practicante ó Resúmen de conocimientos útiles para la
buena asistencia inmediata de los enfermos; y compendio de las operaciones de cirugía menor, arte del dentista y del
callista” (1870) (Manuel Jesús García). Ficha n.º 18. “Curso Teórico de la Dama Enfermera” (1920) (Antonio
Galindo y cols.). Ficha n.º 19. “Carrera de Practicante” (1916) (Raúl Expósito). // ETNOHISTORIA E
HISTORIA DE LOS CUIDADOS: La muerte en el hospital: la ayuda a bien morir, una función de los enfermeros
Obregones (siglos XVI-XVII) (Manuel Jesús García). Fuentes documentales y etnográficas para la historia de los
hospitales (Juan Salvador López). Desarrollo histórico del turismo de salud (Manuel López). // INFORME.
ENFERMERÍA Y ALIMENTACIÓN. PERSPECTIVA HISTÓRICA: El aceite y otros productos del olivo en la
Grecia y Roma antiguas. Usos en los cuidados y la higiene del cuerpo (primera parte) (Francisco Javier Barbancho y
cols.). El aceite y otros productos del olivo en la Grecia y Roma antiguas. Usos alimenticios (segunda parte)
(Francisco Javier Barbancho y cols.). El aceite y otros productos del olivo en la Grecia y Roma antiguas. Usos
dietéticos y terapéuticos (tercera parte) (Francisco Javier Barbancho y cols.). // Historia de la alimentación. Algunas
consideraciones desde la Historia de la Enfermería (María Luz Fernández y José Luis Callejo). Un paseo histórico
por la lactancia materna (Rosario Gil) // MISCELÁNEA DE ESTUDIOS: Los baños árabes y la salud pública en
el Islam (Daniel Lerma y Marcelina Arrazola). Cuidados hospitalarios en la ciudad de Burgos (1085-1645) (María
Soledad Saiz). Enfermería vallisoletana. Siglo XVI, antes y después. Hospital “Río Hortega”. Valladolid (Cecilio
Esevarri). Una botica sevillana del primer tercio del siglo XVI (Silvia Pérez González). Una contribución española a
la enfermería y pedagogía en la América hispana del siglo XVII: el canario Pedro de Betancur (María Garbayo y
Manuel Ferraz ). Cuidados enfermeros en el Badajoz del XVII (Miguel Pérez y Francisco Martínez). Análisis de la
Enfermería en España desde finales del siglo XIX hasta su integración en la Universidad (Josefa Parrilla y
Concepción García). Evolución histórica de los cuidados desde el siglo XIX hasta nuestros días (Diego Feria
Lorenzo). E.U.E. Virgen del Rocío. Adaptación y cambio a las demandas sociales y de formación: tres décadas de
historia y una de proyectos (Amalia Pérez). Enfermería en la Filatelia (Salvador Luna). Sobre la definición de
“Enfermería” en el Diccionario de la Real Academia Española (Esperanza Cachón). // HISTORIA ABIERTA //
HOMENAJE A LAS VICTIMAS DEL 11-M: La Número 186. (Cecilio Eseverri). // LAS MATRONAS EN SU
HISTORIA: Las funciones asistencial y docente de la partera en los siglos XVI y XVII. Su reflejo en el tratado Libro
del parto humano (Antonio Claret García y Manuel Jesús García). Mujer y Asociacionismo profesional. El Colegio
de Matronas de Sevilla y su labor en la defensa del colectivo durante el primer tercio del siglo XX (Manuel Jesús
García y Antonio Claret García). Unidad Docente de Matronas. Perspectivas de futuro (Carmen Navarro; Rosa-
Blanca Avellaned y M.ª Dolores Espina). // HISTORIA DE LA CULTURA ESCRITA. LA ESCRITURA Y LA
LECTURA ENTRE LOS ENFERMEROS ESPAÑOLES (SS. XV-XVIII). UN PROYECTO DE
INVESTIGACIÓN. Presentación del Proyecto de Historia de la Cultura Escrita (Antonio Claret García). Recetario
Medicinal Espagírico. Fr. Diego Bercebal. Zaragoza, 1713 (Estudio y transcripción de Antonio Claret García). //
Colaboran en Híades 9 // Normas para la publicación en Híades.

Ambrosía

Eudora Coronis

Polías Disne

Feo
HíadeS Fesila

You might also like