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‘Traduccion de ‘Mariana Sate FRANGOISE DAVOINE JEAN-MAX GAUDILLIERE HISTORIA Y TRAUMA La locura de las guerras FONDO DE CULTURA ECONOMICA ‘Miixico - AxGeni ~ Brasil - CovomtAa - CHILE - Espaa Estapos UN1D0s DE Asifinica - GUATEMALA ~ PERU - VENEZUELA Primera edicién en inglés, 2004 Primer dicen fines 2006 os Gutie ee ie Buceos Aes: Fowdo de Calara Boonies, dem. Tei) “Tadueido por: Mariana Sail ISBN 978.950.557 876.4 Gault, Jean-Max, I. Sui, Mariana, lo original tery iyond Troma reste 3781 59051-1114 Feangse Devoine y Jean Max Guise Fn blicada por acuerdo con Other Pres LIC cece presente volumen se lis desde I dick francesa forma a edt gue, Pat's, Stock, 200), His D.R © 2011, Fonoo px Costuea Econowaca pe Anczirrca S.A, ISBN: 978.950.557-876-4 Comentais y sugeenca:editoril@feecomat Forceps libros est penado por la ey. tmodiheada en efatel oen cualquier ove wom, sn la {torinacin expresa del editorial Iwpasso ex Ancenrina - PRIVTED IN ARGENTINA Heche el depésio que matca la ley 11.723 Prélogo, por Gerard Fromm. Adverten ch oven UL Indice wens 18 2 Primera parte LECCIONES DE La LocuRA Del kundimiento de un mundo a la locura como bisqueda.. “Fs la locura quien habl Es el analista quien habl Salir de la locura: una exigencia de verda Del principio de objetivacion a Ia genesis enel otro? Laguerrayla Mostrar lo que no puede decirse.. De las revoluciones fees 4 las revoluciones terapéuticas...... Los peligros del encuentro con fo Rea 151 151 7 8 HISTORIA Y TRAUMA Segunda parte LECCIONES DEL FRENTE IV. “On the Road’... ‘Transferencias geogré a quign hablar.... V. Prommroan, Construccién del espacio en un espacio sin limites. Entrar en contacto... Espejo de la Historia Los hijos de la guer VI. InMspuarez, Las coordenadas del tiempo cuando eb tiempo $6 deHO0 curnnvnenuonennnnnnnss 269 Mis allé del principio de causalidad / 269 Un tiempo que no pasa. 284 El combate contra los fantasmas... 299 FI nifio de los cabellos blancos 315 wwe 209 236 von 250 VIL. EXPECTANCY. Sf. Una afirmacién inaugural... No se elige la boca que dice: “ Suefios que dicen N 331 331 350 362 El sujeto de la “verdad 375 EF Ta siphon ne Una conclusion simple: tiempos congelados, palabras congeladas. 387 Bibliografia.. 399 Indice de nom! 431 Lo que no se puede decir, no se puede callar. asiponrs: El lecior advert pronto que est libro hha debido pasar por Estados Unidos para llegar «a Francia. Los autores quisicran agradecer aqui a Judith Gurewich (Other Press) 3 a Anne Dufour- ‘mantelle (Stace) por comprender el sentido de esta ravesa y asumir los resgos. Francoise Davoine y Jean-Max Gaudilitre Prélogo Gerard Fromm* EN 1979, FRANGOISE DAVOINE ¥ JEAN-MAX GAUDILLIERE egaron a Stockbridge, Massachusetts, para visita: por primera vez el ‘Austen Riggs Center. Riggs es un pequefio hospital psiquistrico, bastante original, donde pacientes muy perturbados se curan a partir de una psicoterapia psicoanalitica intensiva, en un ém- bito terapéutico completamente abierto, Este marco de trata- miento fue establecido a fines de los afios cuarenta por Robert Knight, David Rapaport y muchos otros jévenes psicoanalistas apasionados que habian salido de la clinica Menninger. Fnse- ‘guida se sumé al grupo Erik Erikson, que realiz6 importantes contribuciones a la escuela psicoanalttica de la ego psychology, tanto en el plano teorico como en el de la prictica clinica. Bajo la direccién de Otto Will, que se convirtié en director médico de Riggs @ fines de los afios sesenta, el hospital ter~ ‘min6 recibiendo pacientes més evidentemente psicdticos, An- tes, Otto Will se habfa formado a lo largo de numerosos afios de experiencia en Chestnut Lodge. Dotado de un claro ca- risma, mostraba una especie de genio clinico en su trabajo con Jos pacientes esquizofrénicos. Los abordaba con una intrepi- ddez hosca; como Sullivan, estaba convencido dle que “todos so- + Director de Brkson In ‘Austen Riggs Center, agosto de 2003. 3 4 HISTORIA Y TRAUMA mos més humanos que otra cosa’, y daba la impresién de co- nocer de primera mano el sufrimiento de ellos. Sin embargo, progresivamente fue saliendo a la luz una tensién en Riggs, con efectos a veces estimulantes y a veces probleméticos: tensién entre la ego psychology, que ponia el acento en la adaptacion de los pacientes a su comunidad (in- luida la comunidad del hospital, contexto social del trata- miento), y otro enfoque, que insistia en lo interpersonal, en el encuentro con el paciente a lo largo de la fase regresiva que éste atravesaba en determinado momento. Esas eran las perspectivas terapéuticas que estaban viva- mente enfrentadas cuando Frangoise Davoine y Jean-Max Gaudillidre llegaron a Riggs, Esa primera ver, cada uno de ellos present6 un caso clinico que daba cuenta de su trabajo con un paciente psic6tico; atravesando la barrera de la lengua, esa his toria les habl6 a todas las tendencias representadas en los ana- listas de Riggs. Sin la menor duda, ellos dos se habian encon= frado de verdad con sus pacientes. Afirmaban que la consiste solamente en un ataque contra el orden social; en un nivel més profundo, es un esfuerzo intenso para llevar a la existencia un lazo social forcluido, Desde ese encuentro, Frangoise Davoine y Jean-Max Gau- dillitre tuvieron numerosas ocasiones de hablar en el Austen Riggs Center y de trabajar con los clinicos del plantel, Estos liltimos tuvieron la impresién no s6lo de comprender mejor a sus pacientes y de abordarlos de un modo distinto sino, ade- mis, de comprenderse a si mismos de otra manera en su rela- ci6n con ellos. Los médicos se sienten liberados de cualquier posicién doctrinaria que hayan podido asumir durante su for- maci6n, Trabajando con Frangoise Davoine y Jean-Max Gaudi- Iligre, descubren una dimensién hist6rica més amplia, en la que se ubican tanto el paciente como el analisia. Si se acepta PROLOGO 15 ese hecho, los sintomas de los pacientes y el uso que ellos ha- cen del analista adquieren una dimensi6n que hasta entonces habia sido descuidada. Muchos miembros del equipo de Riggs también tuvieron la oportunidad de presentar su trabajo en el seminario que Frangoise Davoine y Jean-Max Gaudillitre dirigen desde hace varios aflos en la Ecole des Hautes Ftudes en Sciences Sociales de Paris, Desde el principio, conservan el mismo titulo gené- rico: “Locura y Lazo social’. Los temas abordados cambian cada aflo: Harry Stack Sullivan, Wittgenstein, Bion, la Madre Loca del teatro medieval, Don Quijote, etc. En cada ocasiéa, buscan lo que la gran locura intenta realizar, la significacién social que intenta levar (o traer) a la existencia. A través de esas buisque- das, sus pacientes se convierten realmente en miembros activos de su seminario: lo que ellos tienen para decir, asf como los ca- :minos que llevaron a Frangoise Davoine y Jean-Max Gaudillitre entrar en contacto con ellos, constituyen el tema de este libro, Historia y trauma no es un libro que trate del desarrollo individual y 1a historia psicodinamica anteriores al trauma y la crisis. Cuenta historias de linajes ubicados del otro lado, mas alld del trauma que los devast6, y habla de las fuerzas que, en 1 interior mismo de toda comunidad humana, contribuyen a cercenar esta historia de la transmisién socialmente autori- ada, Se trata de una historia real, la del lazo social, que debe ser descubierta, quizd incluso representada por primera vez en la transferencia, como algo que se puede pensar realmente a partir de los vestigios de un trauma llevacios al primer plano por el paciente: momento crucial para salir de la locura, de 2001, Frangoise Davoine y Jean-Max Gaudillitre organizaron una reuni6n de trabajo titulada “Casus belli. Los 16 HISTORIA Y TRAUMA casi veinte invitados venfan de toda Europa y de las dos Amé- ricas. Se les habfa pedido que cada uno a su turno expresara tun momento clave de la transferencia, en relacién con un traumatismo sociohistérico més amplio, Hubo un punto que me parecié extremadamente importante: no era a partir de Auestros titulos oficiales o de nuestras atribuciones profesio- nales como debiamos presentaros unos a otros, sino a partir de un punto mucho més especifico, que mostraba la relacién con el paciente que cada uno de nosotros habfa elegido para su presentacién, Las historias se desarrollaban en una especie de légica del inconsciente: cada wna podria aclarar los puntos que se encuentran en este libro, dado que cada una se cons- truia a partir de la enunciaci6n del orador anterior. Para mi enorme sorpresa ~pues no conocia muchas reu- niones en las que los participantes no se presentaran cada uno su tumno-, fueron sus pacientes los que hicieron las presen- taciones. Este fenémeno es central en lo que Francoise Da- ine y Jean-Max Gaudillitre tratan de tansmitimos: cual- quiera sea el sufrimiento, cualquiera sea el silencio, hay una necesidad que conduce las historias forcluidas hasta el decir, Si por alguna razén esas historias no pueden ser transmitidas, entonces serén dichas por boca de otro. $i son impensables, entonces sus huellas y sus restos se llevarén por generaciones, vividos como locura por alguien que esta (en)cargado ~en el doble senticio de la energia y de un deber que hay que llevar a cabo- de representar lo que Freud llama la herencia arcaica del linaje. En la transferencia psicética que esta en juego con estos pacientes, los analistas responden a partir de su propia herencia arcaica, y ¢s esta confluencia la que crea el campo en cl cual el analista puede encontrarse encargado de representar algo en el lugar de ellos, PROLOGO 7 Fran¢oise Davoine y Jean-Max Gaudillidre nos proponen un Ii- bro personal, exigente y original. Es personal en el sentido de que nos permite acceder a su experiencia con grandes maes- 10s y colegas del mundo entero, y més atin con sus pacientes, todos los cuales han podido apelar, en momentos cruciales del trabajo terapéutico, a la existencia de aspectos cercenados de Ja historia del analista o de su linaje, De hecho, eso es lo que los autores nos piden como terapeutas, en el marco del trabajo analitico, y ése es uno de los puntos que hacen de éste un li- bro exigente, Pero éno es acaso la misma exigencia que nos dirigen los pacientes, la exigencia de estar ahi, en persona, en esos momentos en que buscan en nosotros y en nuestra histo- ria zonas que ellos pondrén en marcha? Martin Cooper tuno de los grandes maestros que encontramos en este dijo alguna vez que al andlisis el paciente llega con sus sint mas y el terapeuta con su técnica, y que, si las cosas no van demasiado mal, ambos terminan saliendo de sus escondites, Por cierto, Frangoise Davoine y Jean-Max Gaudillidre esta- rian de acuerdo: como Martin Cooperman, no estén dispuestos a descuidar la verdadera apuesta del tratamiento por no sé qué slorificacién del supuesto poder terapéutico de la relacion did- ica. Antes bien, ellos dirian que la locura tiene que ver con una dislocaci6n radical del lazo social. Condicionado de un modo un tanto incomprensible por un trauma que atraviesa las generacio- nes, el paciente busca activamente anudar ese lazo social por medio del analista, cuyos propios vinculos y desvinculaciones respecto del campo social van a ser utilizados por el paciente en. esta dinamica. Ast, el psicoandlisis no es un medio de tratamiento, aplicado por una persona a otra persona, sino un proceso puesto ‘en marcha por una de ellas en nombre de la otra -y en nombre de todos los miembros del linaje y de los antepasados representa dos por ella, cualquiera sea el momento transferencial—. 18 HISTORIA Y TRAUMA Este libro sin duda es también exigente, particularmente para el lector estadounidense. El inglés no es la lengua ma- terna de los autores, y su estilo es verdaderamente ‘francés’ ‘con este término quiero expresar la elegancia, la libertad y el giro un poco eliptico. Hl lector se sumerge en un bafio de expe- riencia y de cultura mds que frente a una demostraci6n lineal y deductiva; y sin duda todo ello se articula con referencias histéricas, inmediatas 0 eruditas. Los europeos cultos conocen y Viven esa dimensién de la historia mucho més que nosotros, los estadounidenses. Tienen una aprehensiGn mAs extendida ~y més profunda~ del sentido del tiempo, de su curso y de las, intersecciones entre la gran Historia y los pequefios aconteci- mientos. Las grandes guerras del siglo xx tuvieron Iugar en su suelo, rez6a por la cual posiblemente tengan una intuicién ‘més inmediata de la relacién entre las catastrofes sociales y las ‘crisis que golpean a los linajes y los individuos. ‘Sin embargo, es para los estadounidenses que Francoise Davoine y Jean-Max Gaudillitre escribieron este libro. Lo pu- blicaron primero en Estados Unidos y en inglés: una manera de devolver algo de lo que aprendieron al compartir historias clinicas con colegas estadounidens¢s durante tantos afios. (De alguna manera, su libro representa un acto de gratitud hacia viejos maestros como Orto Will, Ess White 0 Martin Cooper- man, a quienes el lector tendrt el placer de encontrar alo largo de todo este volumen) Se ha acusado de abstrusa la escritura lacaniana, pero Francoise Davoine y Jean-Max Gaudilliére qui- sieron producir un libro comprensible, que pueda resultar de ayuda. Yo aliento vivamente a los lectores del “Nuevo Mundor, a menudo tan poco informados sobre la historia y, hasta hace poco, tan proclives a sentirse fuera del alcance de cualquier catéstrofe social, para que se abran a esta sensibilidad europea ¥ a estos modos de conocimiento. Frangoise Davoine y Jean- PROLOGO 19 Max Gaudillitre escuchan la Historia: sus personajes, como los, de la tragedia griega, trabajan para representar algo que debe ccurar a la comunidad. Estos personajes de la Historia son tam- bign maestros, tienen los mas diversos origenes, pero apelan a ‘un aspecto critico de la condicién humana, cualquiera sea su Angulo de enfoque. Por tilimo, este libro es un trabajo original. Es innovador, atrevido y auténtico, La experiencia clinica aqui suena cierta, No conozco nada parecido en la literatura analitica. Sin em- bargo, tiene en comin con las buenas obras de psicoandlisis que fue esencialmente concebido a partit de historias de pa- cientes y momentos clinicos verdaderos. Es el diario del apren- dizaje mismo de los autores (de sus viajes, de sus encuentros con colegas que comparten el mismo interés por Io cura quiere decir) y, por supuesto, el diario de lo ‘encuentros analiticos adonde los llevan sus pacientes en los lu- ¢gares donde los reciben. Francoise Davoine y Jean-Max Gaudi- Tigre son, como ellos mismos dicen, ‘coinvestigadlores” con sus ientes, ‘segundos en el combate” que llevan a cabo junto a ellos para restaurar el lazo social cercenado, que sin embargo es esencial y vital Advertencia LA PRIMERA REDACCION de este libro fue terminada el 11 de oc tubre de 2001. La habfamos empezado en septiembre de 2000 y se la llevamos al editor, en Nueva York, a fines de agosto de 2 Fra un da muy lindo. Para mostrarles el panorama a los j6- vvenes que nos acompatiaban, subimos hasta lo alto del World ‘Trade Center. Una semana después, cuando volvimos a Paris, la noticia nos llegé a mesiia tarde. No era posible, no era cierto. ‘Todos esos muertos, todos esos desaparecidos, De pronto nos dimos cuenta de que estébamos en guerra. Habia legado la guerra. El derrumbe de las torres y de las vidas detenia el tiempo. Pocos meses después, la vida retomé su curso. Parecia que Ia guerra se habia alejado de nosotros. Otros, en Afganistan, experimentaban esos derrumbes del tiempo. Como sigue ocu- rriendo hoy, o hasta hace muy poco, en Iraq, en Ruanda, en los Balcanes, en Camboya, en Argelia... Por un instante nos pare- i6 revivir momentos de la Segunda Guerra Mundial, 0 incluso dela Primera. ¥, como en el siglo pasado, empezaban a resonar en un tono conocido esléganes totalitarios, banalizados. En pocos meses experimentamos aquello de lo cual habla- mos en este libro. La negacién: Io que pas6 no pas6. 2 2 HISTORIA Y TRAUMA La culpa del sobreviviente: épor qué ellos y no nosotros? 1a identificacién con el agresor: nosotros nos lo buscamos. La perversi6n del juicio: las victimas son las culpables, y La fascinacion por los criminales y la destrucct6n de ma- tectada por Hannah Arendt en “Alianza entre populacho en 1940 (la Blitzkrieg), estamos en 1941 (Pearl Harbor). Ya nada volverd a ser como antes? Por iiltimo, la trivializaci6n: la sofisticacién de los comen- tarios va de la mano de la anestesia de las sensaciones. Alf reconociamos las escansiones de nuestro trabajo de psicoa- nalistas, en el hospital psiquidtrico, en el dispensario o en el con- sultorio, con pacientes cuya locura, pasajera o duradera, explora sin descanso esos traumatismos del lazo social y sus consecuen- cias polticas. La experiencia de atravesar esos momentos, por parte del analista y del paciente, y no su simple denuncia, es un paso obligado en el psicoanalisis que lidia con la locura. Lacan, la guerra, la locura En 1945, Jacques Lacan, cuyos seminarios nosotros cursamos durante nuestros aftos de formaci6n, viajé a Inglaterra para en- contrarse con W. R. Bion, En ese momento, observé el campo ‘Arend, “Une socité sans classe en Les Origines dt ttalitarismc, fr doJ-L Bourget, R Davrea yP. Lévy, Pais, Gallimard, 2002, p. 637, esp: Los origenes dl toalilarismo, trad de Guilermno Solana, Madd, 005). ADVERTENCIA, 23 de investigacién que habia abierto la guerra y dio cuenta de 61 en su articulo “La psiquiatria inglesa y la guerra’? Alli, Lacan citaba al pasar el trabajo precursor del doctor Thomas W. Salmon, e indicaba ya la importancia que iba a adquirir la im- plicacién del lazo social en su teoria: Cuando, en septiembre de 1945, estuve en Londres, acababan apenas de apagarse las luces del V-Day, el dia en que la ciu- dad habia celebrado su victoria. La guerra me habia dejado un vivo sentimiento del modo de irrealidad en que la colecti- vidad de Ios franceses la habia vivido de principio a fin, No me refiero a esas ideologias fordneas que nos habian mecido con fantasmagorias sobre nuestra grandeza, Me refiero mas bien al desconocimiento sistemético del mundo en cada uno, Jos refugios imaginarios en que, como psicoanalista, no po- dia menos que identificar para ¢l grupo, presa entonces de una disolucién verdaderamente terrorifica de su estatuto mo- ral, e805 mismos modos de defensa que el individuo utiliza en la neurosis contra su angustia, y con un éxito no menos am- biguo, también paraddjicamente eficaz, y que sella de! mismo modo, iay!, un destino que se transmite por generaciones. Este tema serd desarrollado sobre todo en los seminarios que siguieron a los acontecimientos de 1968, en particular en EI 2}. Lacan “La psyehiatse anglaise et la guerre’ en Autres Herts Pats, Seuil, 2001, pp. 101-120 [tead. esp: “La psiquiatia inglesa y la guerra’ tea. de Vicente Palomera disponible en tinea en: Corntelserinariocom >) A principios dels alos stentatuvimos acceso a una copia de este aniculo ~que no habta welo a publicase desde 1947— gracias a Edmond Sanquer,psquiatra y psicoanalsta jefe de médicos de diferentes hospi- tales psigudticos dl servicio publco donde nosouos tabalariamos como analisas durante mis de 25 anos * Did, p. 108 a HISTORIA Y TRAUMA revés del psicoandlisis precisamente en la época en que noso- ‘ros habjamos empezado a asistit a su seminario. Alo largo de toda su obra, Lacan propone conceptos para la exploracién psicoanalitica del campo de la locura, Pero en su seminario sobre Las psicesis® se detiene voluntatiamente més acd de la cuestiGn del manejo de la transferencia en la psicosis¢ En cuanto a la psiquiatria en Francia, luego de la Segunda, Guerra Mundial se habia orientado hacia reformas esencial- mente institucionales, La institucién del encierro bajo todas or otra parte, habian sido el ie, en. 1977 se tradujeron unos articulos de Harold Searles que describian su trabajo clinico con la locura, con el titulo El esfuerzo por volver loco al ofra? Alli reconoci- mos inmediatamente una de Las modalidades de la transferen- ia a1a cual nos habiamos visto enfrentados en la préctica. Locura sin fronteras Esta lectura nos comprometi6 a franquear el paso que separa el ‘océano de ambas trediciones, la anglosajona y la francesa, En sobre esquizafrena, wad. de N. Rosemblat, ADVERTENCIA 1979, fuimos invitados por Jim Gorney, John Richardson a presentar en el Austen Riggs dicado a la psicoterapia analitica de las psicosis, nuestro trabajo clinico a la luz de los conceptos lacanianos. Este primer contacto ‘sult6 de lo mas saludable, Tras nuestra exposici6i uyos elementos se ericuentran en este libro-, 5, nos pregunté simplemente: “Todo eso est ‘muy bien, pero ahora digannos cémo lo hacen’. En nuestro inglés vacilante, sin pensar, de pronto nos en- ‘coztramos contando historias de sesiones, dirigiéndonos a pre- decesores cuyas respectivas referencias teéricas en ese mo- mento ignorébamos por completo. En esa época, las obras de Sullivan y de Frieda Fromm-Reichmann nos eran ampliamente desconocidas, sobre todo por falta de traducciones. Nos sor- prendfa estar disfrutando de ese verdadero intercambio impre- visto. En efecto, los clinicos de Austen Riggs nos contaban a cambio momentos de sesiones, con la intencién principal de exponer los callejones sin salida en que los pacientes a menudo arrinconan a sus analistas. Bran pacientes que venian a vernos, as{como tban a Riggs, al final de la carrera, sin aliento, luego de agotar las teorias y las ideologfas de los terapeuitas anteriores. Encontramos esa forma de intercamibio clinico unos meses después, cuando nos reunimos con los medicine men sioux de Dakota del Sur, gracias a la mediacién de Gerald Mohatt* Este liltimo Hlegé el verano siguiente para dictar una conferencia en el Austen Riggs Center, y encontré que muestro Lacan parecia tun pariente cercano de los indios de la anura, Los juegos de ‘Mobatt y J. Eagle Blk, The Price of a Gift. A Lakota Healer’ Story, ‘Universiy of Nebraska Press, 2000. 26 HISTORIA Y TRAUMA palabras, as como la teoria de la falta y de la pérdida como fun- amento del deseo, le recordaban a los give au, los rituales de poilatch. En realidad, en Lacan esa concepci6n se anclaba en el Ensayo sobre el don de Marcel Mauss? que a su vez la habia ob- tenido de los amerindios. Asi pues, nosotros nos transferimos a una de las fuentes de su teorfa, Ast fue como en Rosebud, Dakota del Sur, y luego en Manitoulin Island, Ontario, pasamos varios veranos consecutivos intercambiando historias clinicas con medicine men y analistas. Fn el marco ceremonial, uno no es recibido solamente come individuo, sino en nombre de todos aquellos con quie- nes uno esté relacionado (all my relatives) ste Izzo pasa por la palabra, y por la palabra dada, Por eso fue que nos sorprendis experimentar una teoria de la palabra y del lenguaje que nos cra familiar. Hasta el uso cémico de las ocurrencias y de las bromas de doble sentido durante la comida que seguta ala ceremonia. Como antafio, en la época medieval, la risa for- aba parte del rito. Tan lejos habiamos tenido que llegar para buscar la huella cercana y Iejana de juegos de lenguaje que se hhabian usado en nuestrastierras? En cualquier caso, 65a fue la {nterpretacién de Stanley Red Bird, uno de los lideres de la re- serva de Rosebud, durante uno de esos encuentros: “Ustedes vienen a encontrar aquf‘lo que también est en su casa’ Peco en Francia, en esa época, el arte de narrar historias clinicas no estaba bien visto, En las clencias humanas en gene- ral, la seriedad de la conceptualizacion las relegaba al rango de anécdotas. Con la distancia, el placer de ese tipo de intercambio 2M Max "Essai sur le don’ en Sontologt et anthropologte, Pais, esp: Ensayo sobre ef don, trad. de Julia Bucci, Buenos , 2008), ® Stanley Red Bird junto de 19 ‘verano de Cross-Cultural Studies, U icacion oral en el instituto de sd de Alaska, Faisbanks, ADVERTENCIA 7 ~en el Austen Riggs Center de Massachusetts, en la Universi- dad Sinte Gleska de la reserva de Rosebud, en Ia isla de Mani- toulin en el lago Huron, en la Universidad de Alaska en Fair- banks- se arraigaba en un detalle fundamental y 2 menudo olvidado: los terapeutas confesaban no lucirse siempre, ni tener la interpretaci6n precisa, y debfan trabajar precisamente a par- tir de sus propias fallas. Ese trabajo formaba parte del camino por el cual habjan tenido que pasar en la transferencia con un otto clegido, analista 0 medicine man, Semejante calificacién, por cierto, no se aciquirta escalando simplemente los grados de formacién didacticos oficiales. Jacques Lacan ya ironizaba so- bre el “sello Lacan’ (‘la bella Lacan ~decia~ s6lo puede dar lo que ella misma tiene’); que tiene los Iimites de todos los con- formismos y otras marcas registradas, y que obviamente no ga- rantizan ningiin pasaporte definitivo para la experiencia clinica, Las historias de la Historia Ocurre que las historias que empezdbamos a contar toda libertad, aparecian de entrada como historias de la Historia, a la cual estos pacientes nos conducian incansablemente. Fl ti- tulo de este libro sigue insistiendo en ello, aun treinta aftos des- pués. Como hace poco sefialé la historiadora de la Revolucién Frencesa Lynn Hunt!” al confrontar psicoandlisis ¢ historia, am- bas disciplinas estaban destinadas a encontrarse. Pero e] encuen- tro fue dificil. La taba se explica, segiin ella, por la inconmensu- “Juego depaibasintadacile. En ances label Lacan (slo Lacan) se nn denied ue bell tao il aa dele) TT Hun, -Why Peychosnalys,comniezin oa Ra for advanced Suds, ene cologlo “History and Pyehoanaly fabrro de 2002, 28 HISTORIA Y TRAUMA rabilidad entre el quehacer hist6rico fundado en el andlisis de las fuerzas sociales y el enfoque clinico tan répidamente redu- ido al individuo, Entre la “tiranfa de lo social y la del individuo", ‘Como siempre, la salida no puede hallarse en la dicotomta. La salida se perfila en la brecha abierta por esos pacientes que se quejan justamente de no tener self de no tener yo, de no tener individualidad. Nos enseiian que a esa carencia de- ben ciertos limites en su capacidad de contar historias enmar- cadas en la gran Historia, ciertos desmoronamientos del lazo social, cuyo desastre muestran aun al precio de su propia iden- tidad, Nos permiten ver, “en situaciones simplificadas de la vida ordinaria, manifestaciones de lo que constituye el sujeto de las ciencias sociales’,” asf como ejemplos concretos de la confrontacién detectada por Lynn Hunt, De hecho, alli donde analistas e historiadores tienen dificultades para articularse ‘unos con otros, la experiencia analitica recupera otra de sus raices, mas sepultada todavia: la de la funcion épica, que se enftenta a decir lo inaudito y halla una ver. mAs, para hacerlo, Jos ritmos y las referencias analizados desde La ilada por el hhelenista Gregory Nagy..? Las epopeyas cuentan siempre historias de guerra y de combates. En nuestra experiencia de psicoanalistas, guerra y Jocura mantienen relaciones extraiias. Pero, como Sdcrates al principio del Gorgias, los analistas a menudo legan después de la batalla." Sin embargo, nosotros volvemos siempre alli, La fabrique di héros dans la poésie Loraux, Paris, Seuil, 1994, Paris, Les Beles Lettres, 1960, tad. de J. Calonge, Madrid, “ Platén, Gorgias tad. ft. de A. Cro} 4674 [trad. esp. Gorgias, en Didlogos, vo. Gredos, 1983). ‘ADVERTENCIA 29 48s s6lo nuestro “caballito” /dada), nuestro hobby horse’ que nos convirtié en los herederos del Don Quijote de Cervantes! 0 del tio Toby del Tristram Shandy de Laurence Sterne,*6 para entrar en contacto con pacientes dificiles? En condiciones extremas, un lazo social por fuera de la norma Es dificil, en todo caso, atrapar a estos tltimos sin descalificar- Jos. Los eufemismos, como este adjetivo “dificil, ano resultan esclarececores. Por eso hablaremos deliberadamente de Jocuri, Es necesario aclarar desde ahora que con esta palabra nunca designamos la estructura de un individuo sino una forma de lazo social en una situaci6n extrema. Ahora bien: las guerras, ‘cualquiera sea su envergadura ~guerras mundiales, civiles, 6ini- cas, de descolonizacién, ete, son esas circunstancias extremas en las que el desmoronamiento de todas las referencias hace surgir lazos por fuera de la norma. Esa gente a la que lamamos locos, en el sentido trivial del término, antes que nada nos dan la medida de lo que ha debido hacerse para sobrevivir. + tos téminos dada, en anc, y hob kore, en ngs, desenan un cabalo,un jugucte fant que consist enn plo‘con ina eabera de ther enn de Sos entre Anos trios se nn abi pace iniiar una acapaci6n favorita tera predictors especticamen- te una idea recumente. A lo largo de exe Hiro se a aduedo dada de Giirentestndos de acuesdo al ences pero sea conserva el 10 en ances ene orehetes[N-ce la T} : SE \tde Cervantes Don Onkol f de | Canavagao, Pacis Gal rac cL “bibotheque dela Pleiae" 2001 [ed exp Dow Qual de ta “Mancha San Pao, nay Alfaguara, 2 i trsteme, Vie et epinion de Tstram Shandy ade. dC. Mason, ar, Garner Pammagon, 982 tad esp: day opiniones del callers ‘ram Shandy ad de. Uipe de Letona Mad, Akal, 185) 30 HISTORIA Y TRAUMA Es as{ como, en nuestra experiencia, los sucesivos choques que constituyen el ritmo de un andlisis de locura nos llevan siempre al mismo campo: el de los traumatismos de la historia y las soctedades. En efecto, a través de sus sintomas, pacientes que no padecieron directamente los traumas de los combates persisten, en el perfodo de entreguerras, en testimoniar esos, derrumbes del tiempo y de las garantias de la palabra, a partir de su propia experiencia Pero apenas percibidas y reconocidas, esas zonas catastr6- ficas se actualizan de inmediato en el trabajo transferencial. Es Ja guerra en el andlisis, sin metafora. La experiencia analitica nos ha mostrado que las guerras de antafio se precipitan en las sesiones, a partir de resonancias con puntos de la historia del analista o de su linaje. Tales interferencias, extrahamente fami- liares, uncanny, como dice Sullivan, ponen de relieve esas z0- has catastroficas borradas, y las devuelven a la sensibilidad. Su historizacién produce efectos a escala singular, que se expan- den en el tejido social, por medio de diferentes juegos de len- uaje que son otras tantas formas de vida, para tetomar la ex- presién de Wittgenstein.17 Una memoria que no olvida Pero entonces, Jy los que viven hoy en patses 0 en continentes que no han sido teritorialmente golpeados por las guerras mun~ diales? eY sus terapeutas, también demasiado jévenes como para haber sido afectados por esos sismos histéricos? Cuando unos u 71, Wittgenstein, Investigations phitosophique, tad. fr. de P. Klossows- 1, Paris, Gallimard, 1961, p. 19 (tad. esp. Investigaciones flosificas rad de A. Garcia Sudrez y U. Moulines, Barcelona, Cftca, 2008). ADVERTENCIA 3 ottos, a través de los océanos, nos plantean estos interrogantes, simplemente les preguntamos: “LY sus abuelos? LY sus antepasa- dos de hace tres o cuatro generaciones?” Los mismos comenta- rios, las mismas preguntas valen para los antepasados de los analistas Para no hablar més que de América, tendida hacia el futuro y €l porvenir en construccién, esos sintomas resistentes pre ‘guntan sin cesar; “LY sus familias inmigrantes? {De dénde ve- nian? {Cuando abandonaron su tierra? tEn qué circunstancias catastr6ficas? ZY la frontera, las guerras indigenas, hispénicas, Jas guerras civiles, la de Secesion? LY los cementerios afticanos, estadounidenses, australianos, canadienses, ingleses en suclo francés? LY las guerras de Asia, de Aftica, las catéstrofes socia~ les, econémicas, pero también naturales, a cualquier escala”. Seria demasiado largo enumerar todos los paises de donde hu- yen los refugiados para intentar comenzar una nueva vida y ‘olvidar, como ellos tratan de decir. A pesar de Ia legitima voluntad de olvidar el pasado, nos alcanzaba con evocar ese vinculo del psicoandlisis con la 1o- cura de las guerras para que, en el piblico de los seminarios donde exponiamos nuestra experiencia, surgieran, timida~ mente pero con mucha facilidad, los derrumbes del mundo del que se habian escapado los antepasados de sus pacientes. Pero también los de los analistas! “Mi padre fue herido en Ita- lia y mi suegro estuvo cautivo cinco afios en Alemania; votvie- ron muy cambiados’, nos confiaron hace poco durante una conferencia en Vermont. ‘Una vez habiamos sido invitados a Knoxville, Tennessee, por la Appalachian Psychoanalytical Association."® Estébamos co- Wiliam M y, que entonces era presidente de esta asociacion, sos hizo conocer Ia tilogia de Pat Barker: Régénération, tad. fe de}. Gou- 32 HISTORIA Y TRAUMA mentando iAésalén, Absalénl, de Faulkner}? que estuvo en la vanguardia de nuestro Seminario, Esa misma noche, mientras to- mabamos una copa, uno de los p yendo para nosotros, con lujo de detalles, tal batalla de la guerra de Secesién en la cual dos de sus antepasados habian partici pado de un lado y del otro de la linea de fuego: por aqua escar- padura, la pendiente abrupta ~y nosotros mirabamos, fascina- dos, las manos del sobrino nieto-, por acd la proteccién del refugio, por alla lo més seguro era terminar muerto, Como si hu- biera sido ayer, més intenso que en el cine, este analista -bigote, chaqueta militar, gran sombrero 0 casco- parecia haber salido directamente del humo y el polvo de la ba también sus pacientes, en una temporalidad exterior al tiempo. Durante esas conferencias, nos ha ocurtido que algunos es- tadounidenses a su vez nos lamen al orden de una memoria que no olvida. En un pow wew de Manitoulin Island, donde vi- ven los indios Ojibwe de Ontario, durante una danza en tomo a Ta pluma que cae por cada uno de los guerreros muertos en combate, se nos present6 el recuerdo de aquellos que descansan, en Francia bajo las cruces de madera o de cemento. En Alaska, un ex piloto de la Segunda Guerra Mundial nos lev aparte, evocando el destino de su amigo cafdo en el cielo de Francia Por tiltimo, en Washington en 1995, tras una conferencia por invitacion de la Washington School of Psychiatry sobre la relacién de las guerras con el psicoandlisis de las psicosis, Nancy Bakalar, por entonces psiquiatra en la Marina de Est dos Unidos, se nos acereé para hablamos de la psiquiatria del ADVERTENCIA 33 frente (forward psychiatry) y de los “principios de Salmon’, de cuya existencia no teniamos ni ideaSin embargo, CORIO he- mos visto, este nombre habfa pasado por delante de nosotros veinte atios antes, en el articulo de Lacan, sin que nosotros mi- digramos su importancia, Bakalar nos remitié luego a otras obras que presentamos en 1997 en nuestro seminario en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales (git3s9), titulado “a folie des guerres’ [La locura de las guerras). De paso por Paris, en 2005, Homer Meade, apodado Skip, descendiente de un soldado negro estadounidense que luché en la Segunda Guerra Mundial, estaba encargado de un dis- curso oficial en honor de Martin Luther King, Vino a presentar a nuestzo seminario extractos de los Dubois Papers, sobre el rol de los soldados negros estadounidenses durante la Primera Guerra Mundial. EI nos inform6 del papel heroico de la Red Hand Division, que se distingui6 bajo comand francés, ¢ hizo una exposici6n a partir de un ensayo de W.E.B. Dubois, The Seventh Son All cit la carta fechada el 15 de diciembre de 1918 en la que el general francés Goybet que comandé durante ocho me- ses la “Divisién de a Mano Roja” compuesta por soldados afroamericanos, enfrentados al racismo de sus propios oficia Tes ponia la division a disposicién del American Command twas al fin de las hostilidades, y la felicitaba luego de la batalla de Champagne en septiembre de 1918: La Red Hand Division, durante los nueve dias de una batalla dificil, estuvo al frente de la avanzada victoriosa del Cuarto Fjércto Francés, [..] nos con= dujo a la victoria, Empapacios en la sangre de los valientes, est lazos seran por siempre indestructibles" LAcaso habiamos olvi- dado nosotos también, cercenados en qué insensibilidad? 2©W.E.B. Dubols, The Seventh Son The Black Man in tie Revolution of 1918, 04, de Jester, Nueva York, Random House, 1986, 4 HISTORIA Y TRAUMA Traumas sin lesion Es precisamente en el dlgido punto de la insensibilidad donde nosotros empezamos este libro, discutiendo, en la primera parte, las tesis del neurdlogo Antonio Damasio. Las relaciones entre locura y neurologia tienen una historia que nos lleva al menos hasta la lejana guerra de 1914. El libro del historiador Ben Shephard llamado A War of Nerves?! da cuenta de ella con sucha precision. El psicoandlisis de las psicosis en parte naci6 ni este frente, exponiendo a psiquiatras y neur6logos, desde un inicio, a la confusién entre locura, trauma psiquico y lesio- nes cerebrales, 4Cémo se presenta la cuestiOn? A menudo se ven pacientes que claramente padecen ciertas lesiones cerebrales y que con- servan una inteligencia intacta, Pero, desconectada de sus emo- L Wittgenstein, ineestigations phlosophigues, op. eit, pp. 41 y 133, ‘DEL HUNDIMIENTO DE UN MUNDO. 6 ‘ijadas de la busqueda a la que nos arrastran los pacientes, pues centramos con ellos en un émbito en que las representaciones, las {garantias, los ideales, las legitimidades estan reducidas a nada. Jacques Lacan llama a ese ambito, de manera convencio- nal, lo “Real”: lo que no conoce nombre ni imagen y “siempre retorna al mismo lugar’, por fuera de la simbolizaci6n, “lo que no cesa de no escribirse”. Més crudamente, “lo Real es lo impo- sible? Irrumpe allf donde ya no funcionan las oposiciones que estructuran muestra realidad comtin, el dentro y el afuera, elantes y el después; alli donde son burladas las garantias que fundan el lazo social. La irrupci6n de esta instancia de lo Real tomna asi imposi- ble, por definicién, cualquier alteridad. Ya se trate del otro, “mi semejante, mi hermano”! con el cual nos identificamos, y con quien rivalizamos -en el registro que Lacan llama lo Imagina- rlo-, ya se trate del Otro invocado para garantizar la alianza, la promesa y la buena fe, en el registro de lo Simbolico. Asi pues, se define el registro de lo Real por un cercenamiento, una for- clust6n del orden de la simbolizaci6n: “Lo que no ha legado a la luz de lo Simbélico aparece en lo Real’. Este registro vale también, sin duda, para todo aquello que en la naturaleza no ha llegado a la luz de la simbolizacion —por ejemplo, las formulas mateméticas de la ciencia~ y que se pro- et, Buenos Aires, Paidés, 1992}. lecteur, en Les Fens du mal, Pars, Gallimard, col a LECCIONES DELLA LOCURA aga sin limites con una fuerza ciega y sin nombre. Pero el mismo registro de lo Real sirve también para localizar entre los hombres lo que aparece cuando algunos lazos sociales, a veces en el nombre de la ciencia misma, se ven condenadios al ani- quilamiento. Cuando se destruyen las garantias de la palabra, 4como construir un otro al cual hablarle? Adam, Holzminden: el retorno de lo Real Hace algunos afios apareci6 una novela que el a escribir al otro extremo del mundo, luego d andlisis. La intriga giraba en tomo al trdgico fin de un perso- naje que habia h tuna en los comienzos del cine. Un critico despedaz6 el libro en unas pocas lineas sin firma que aparecieron en un periSdico, Pocas semanas después, el mismo eriédico publicé el panegirico ~esta ver. firmacio- de las obras del mismo autor, en forma de elogio fiinebre: se habia titado por la ventana, amaremos a esta persona Adam, Un suicidio de honor como el de su propio padre, militar de carrera, que se habia pegado un tiro en el corazn mucho ‘tiempo antes? EI hijo, que entonces estaba de vacaciones, se en- ter6 mucho més tarde de las circunstancias de su desaparicién. Habia quedado esa pistola, que no dejaba de intrigarlo, pues su padre le haba hablado de ella como de un recuerdo de infancia que lo perseguia: todos los dfas, los oficiales alermanes que ha- ‘ian ocupado su casa duramte la Primera Guerra Mundial apoya- ban el arma sobre la mesa familiar Su padre decfa que, cuando ‘era nif, todo el tiempo esperaba que la pistola se disparara. Luego ese padre, con sus hermanas y hermanos, todos ellos hijos de un oficial, habjan tenido que abandonar la casa. Vivian en los limites de Lorena, escenario de todas las guerras DEL HUNDIMIENTO DE UN MUNDO... 8 al menos desde 1870, y “fueron deportados a un campo de concentracion” durante la Primera Guerra Mundial junto a sus abuelos, mientras su padre (e] abuelo de Adam) estaba en el frente, Instigado por su tutor, el mayor de los nifios, el tfo de ‘Adam ~que més tarde dirigiria un gran hospital psiquiatrico- escribié justo después del fin de la guerra un pequeiio libro sobre su Déportation a Holzminden, donde los horrores eran relatados en el estilo de un cuento para nifios. Cuando la analista oy6 este relato por primera vez de la boca del novelista, 1o corrigi6: las palabras “deportacién” y “campo de concentracin’ pertenecian a la historia de la Se- gunda Guerra Mundial, Pero 6! insistia, argumentando que era cierto que en otras oportunidades habia delirado sobre el tema, pero que el texto de su tfo daba fe de lo dicho, La analista debi6 darse por convencida cuando otros pa~ cientes, originarios de la misma provincia, le hablaron d propios abuelos, “deportados’ en las mismas circum: apenas creibles, Algunos no habfan vuelto. Entre ellos, otra lo- renesa Ilev6 a cabo tenazmente su propia investigacién sobre ‘sus origenes y terminé encontrando un libro de historia local, Visages d'une terre lorraine oceupée, redactado recientemente por los alunos de un colegio secundario cercano a Verdin junto con su profesor de historia. Habfan entrevistado a los «il timos sobrevivientes de la Gran Guerra y habian restablecido la autenticidad del testimonio la foto de las “barracas de! campo de concentracién de Holzminden, donde haban sido deporta- dos muchos civiles loreneses’, ocupaba alli un lugar central. 22 Delmas, Visages d'une terre lornaine occupée. Le Jarasy, 191 Charlevile-Mézldres, Ardent’ Offset, 1988. Muchos aos despu‘ ‘otro libro que le hace justicia A. Becker, Qubliés de la Grande Guerre. Po~ ulations occupées,déportés civil, prsowuiers de guerre, Pati, Notsis, 1998. oa LECCIONES DELA LOCURA Pero el libro de los j6venes de Lorena, asi como el texto del tio de Adam, no pudo detener la repeticién ciega del destino. Una sucesién de muertes sangrientas habia golpeado a todo el linaje antes de levarse la novela junto con su autor. £Qué es lo que intenta inscribirse asf, al borde de lo imposible, a riesgo de perderla vida? El psicoanalisis no parecfa estar a la altura de la tarea. Des- calificada, la analista quiso interrumpir all su préctica. Aun hoy se reprocha el haberlo dejado ir tan lejos para escribir, a pesar de las buenas razones aducidas sobre la documentacién necesaria, De manera irrealista, ella sigue lamentando no haber estado ahi, con él, en los confines del espacio salvaj los golpes del critico malintei wovela no hubiera podido contener la ‘montifera violencia andnima que se retrataba en la intriga: el héroe, cuya aventura auténtica habia hecho sofiar a generacio- hes enteras, en realidad se habia dejado morir de hambre, abandonado. Como sila analista no hubicra sabido fetener la guerra, los campos y la deportaci6n en el marco de su trabajo comtin, el hambre de la que moria el héroe del libro se habia tragado todo: el libro, su autor y el psicoandlisis. - a analista no habia visto, justamente, que el héroe de la novela moria de hambre casi en directo, delante de los micr6- fonos y las cémaras de fotos. En espacios conocidos y sin em- bargo afectados de inexistencia, como el campo de Holaminden, donde la familia de Adam vivi6 mil muertes. La mezcla de los tiempos y los lugares contaba una historia compacta, como los bloques de nieve en una avalancha. La montafa de pronto parece derrumbarse, levindose y mezclando estratos muy di- ferentes de tierra, roca, hielo y nieve. {COmo explicar semejante ceguera de la analista, sino por un completo enceguecimiento sobre puntos de su propia his- RY Bone. DEL HUNDIMIENTO DB UN MUNDO. 6 toria? La guerra de 1914 todavia no habia vuelto a ponerse de moda, Las guerras de descolonizacién habian lanzado a la opi- ni6n publica a cierto desprecio, a fines del sigio xx, por todo lo que fuera militar. Asi la sospecha manchaba un Linaje como el de Adam: padres e hijos habfan servido como oficiales. La sos- pecha todavia pesaba sobre un ejército que se habia ensuciado con el caso Dreyfus (1894-1906) y que habia terminado en desbandada como consecuencia de Ja guerra en broma®? des- crita por Mare Bloch en La extrana derrota® Este wltimo fue, junto con el historiador Lucien Febvre, el cofundador de la re- vista Annales, que constituye el origen de la Ecole Pratique des Hautes Etudes, luego convertida en la Ecole des Hautes ftudes cen Sciences Sociales (ex59). Sf, Adam habia empezado delibe- radamente una investigacién sobre el frente de las guerras y sobre los silencios de la historia oficial Los traumas ponen en jaque al psicoandlisis tanto como la ocura. La salida préctica y te6rica, sin embargo, esta seftalada | por los analizados, pero en formulaciones enigmaticas, que en | principio resultan demasiado compactas para el analista. Su desarrollo en la transferencia conduce efectivamente a una primera inscripcién, donde el riesgo de suicidio existe. No obs- La “guerra en broma’ [dried quer ogosto 1939-mayo 1940) de- signa el pecodo de le Segunda Guerra que finalz6 con la derroca inmedie- 13:dl ere fancés y el amistciosoleitado a Hitler por Petain fms- do 122 de junio de 1940, {+E hstorador Mare Bloch (1886-1944) fue oficial durante la Primera 2003) Imego de ingresar 2 la Resistencia, fue torturado y asesinado en 1944, La Maison des sciences de Vhomme, sede de la Ex#55, fue construida cenel lugar donde se evaniaba la cArcel de Cherche-Midi, en la que estuvo preco Dreyfus luego de su primer juicio en 1894, Durante la Segunda Cue- Ha Mundial, la Gestapo torturé all numerosos prisioneros. EI hotel Lata, ubicado justo enfrente, recibid en 1945 2 los deportados que regresaban. Durante la Ocupacién, habia servido de lujosa residencia alos jerarcas nazis 66 LECCIONES DE LA LOCURA tante, el suicidio de Primo Levi mucho despues de la escritura | de su libro sigue indicando que la entrada en esos territorios \_contteva un riesgo inherente a su propia puesta en palabras © Desde hace muchos siglos, antiguas sabidurias han reflexio- nado sobte la cuestién y sobre sus posibles soluctones. Asf,tra- tados de la antigua India, alos cuales Charles Malamoud nos da acceso, dan cuenta de la funci6n creadora del sacrificio y de su Jazo con la palabra: “El sacrificio original propone como materia oblativa el cuerpo del hombre que ofrece ese sacrificio. Esa es, pues, la matriz de los que seguirdn’, Pero se sustituye el despe- dazamienio mitico del sacrificado por la unidad de medida tra- zada concretamente en el area ritual a partir de la informacion sobre el tamafio del sacrificado. “El sacrificado ofrece una vic- tima distinta de sf mismo, pero que justamente por esa raz6n es otro si mismo” Asi, este tltimo sigue vivo para recibir los frutos de la operacién simbélica, “Al ofrecer la victima, es él mismo, el sactificado, el que quiere ofrecer y evitar ofrecer"™> Lacan se inspiré en esta tradicién cuando cité las Upani- shad para teorizar el instinto de muerte y el automatismo de repeticién. “Asi, el simbolo se manifiesta en primer lugar como asesinato de la cosa y esa muerte constituye en el sujeto la eter- hizacién de su deseo"* Pero ese pasaje es peligroso. La muerte real esté muy cerca del asesinato de la Cosa cuando la Cosa se hace came con el sujeto al punto de abolirlo como sujeto, @ * Esta Cosa, das Ding es definida por Lacan como lo que, de lo Real, de lo innombrable y de lo imepresentable, puede al me- hos decirse e imaginarse. Lo mismo ocurre con los monstruos 3 C. Malamoud, Le mean solaie Pais, Seuil, 2002, _gemelo solar, México, Siglo x11, 2005}, y Cure le monde. Tinde ancienne, Pacis, La Décotverte, 1989, p.214 J. Lacan, Eorts op. ct, p-319. DEL HUNDIMIENTO DE UN MUNDO... o que pueblan el bosque, espacio maravilloso donde se pierde la nocién del tiempo. Aparecen también en los mapas, bordeando las terrae incognitae, poblando el espacio donde proliferan los cextraterrestres y otros aliens. En los aiios setenta, Gisela Pankow?” era una de las pocas, analistas de Parfs que se arriesgaban en el terreno de la trans- ferencia psicética, Podia afirmar en control: “Diganle al pa- ciente que hay algo en él que hay que matar, hay un monstruo que hay que sacrificar, pero que no es él" ¥ después, al pedir~ Tes figuras modeladas a los pacientes: “Trdiganme monstruos, yo soy vendedora de monstruos’, A uno de ellos, encaramado ala reja de su balcén del séptimo piso, le pregunté sin vueltas “LQué voy a hacer con su cadaver?” El volvi6 a entrar al cuarto para discutir este punto, Ella agreg6: ‘Si usted se muere, ya no estard ac para que recojamos juntos los frutos de su acto” Pero, igual que las lecciones de las Upanishad, las palabras de Gisela Pankow no funcionan como recetas simplistas para dominar la muerte, Pues si hay algo para sacrificar, eso tam- bign est del lado del analista. Gilda; la locura habla a los olvidados de la historia del analista Tras cinco afios de anélisis con usted ~dijo Gi hacer un descubrimiento. FI ob} veinte afios, apuntaba a encontrar un sentimiento para poder juntar las piezas dispersas de lo que he podido comprender a 8G. Pankow, LFlomme et sa psychos, Pais, Aubier-Montaigne, 1969 [tvad. esp. El hombre su psicasis, trad. de V. Goldstein, Buenos Aites, Amorroctu, 1974), 68 LECCIONES DE LA LOCURA lo largo de los afios. Un senti podia sentir, me habia vuel cara’, como dicen en francés, porque a los 20 afios habia transgredido un tabi mayor de la sociedad, de cualquier so- ciedad. Sin sentir nada, me habfa convertido en mi propio verdugo. Cierto perfume de la infancia en la psicosis me pro- puls6 esta semana hacia mis primeros afios. Mis padres no hhabjan podido ayudarme porque ellos también, después de la guerra, habian perdido todo sentimiento. Esta sensacién se desperté como a partic de un tomacorriente enchufado a us- ted, a la analista, Muy al principio usted me dijo: “Si, es posi- ble salir de la locura’, Afirmé que mi delirio era una biis- queda, ése acuerda? {Como habria podido olvidar nuestro primer encuentro en Ja gran sala del hospital, cinco afios antes? Al verla conversar con una paciente que se llamaba a sf misma la més loca del servicio, la analista la habia tomado por una practicante. ~EEs usted psicéloga? —le habia preguntado al presentarse como psicoanalista del servicio, =No, soy psicética habia contestado Gilda, sonriendo frente a la incomodidad de la analista~, Paso periodos aqui con bastante frecuencia. Pero cuando salga iré a verla al dispensario. Eso hizo pocos meses después. La analista supo entonces que Gilda efectivamente habfa sido psicbloga y que su tesis ha- bia tenido por tema “las calles de la vergtienza’, alas que ella se habia lanzado, sin afecto, bajo la presién de un director de tesis fascinado por los condenados de la tierra y por los métodos Ila- ‘mados de observaci6n participativa, En ese contexto, el delitioy ¢1 asilo habfan constituido para ella la ‘nica escapatoria posible. Como todas las personas habituadas a los hospitales, que primero observan con quién tienen que vérselas, ella habia preguntado: DELHUNDIMIENTO DE UN MUNDO... ° =8Y usted qué hace aqui? ~Soy analista y también investigo en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales. LY sobre qué trabaja? —Locura y lazo social a la habia hecho participe de ese trabajo desde el io, como para evitar la vergitenza que acababa de desli- zarse entre ellas y que Gilda parecia no sentir. Las dos eran ante todo investigadoras e iban a retomar juntas una investi- .gaci6n posdoctoral en el andlisis. De hecho, el trabajo analitico claramente consisti6 en una investigacién. Pero, sacada de su ‘marco universitario, dicha investigaciOn pudo utilizar los re- cursos poderosamente heuristicos del delirio, Cinco afios después, al salir del delirio, Gilda record6 a la analista ese “sf” sobre el cual ella se habia apoyado: era posible una salida de lo que ella més tarde Iam6 el infiemo. Gilda rei- vindicaré entonces su delirio como su instrumento més pre- ciado. El “sentimiento” reencontrado era el unico resultado tangible que ella sabia expresar, segin su estilo, con un tono, ‘un ritmo y una gestualidad dignas de la commedia dellarie. EI medio para salir del infierno de la desgracia, en lugar ) de la condena a uni rable repeticién, tiene que ver con una maxima medieval que podria constituir la divisa de este libro: "La locura es mas ingenio que destino’ El inge- nio fengin], ingeninm, designa aqut el genio, la ingenieria, la herramienta. / ~ La desaparicion de los sentimientos, la ausencia de emo- ci6n estan en el centro de las investigaciones neuroldgicas de 28M eit, Le Ditcours di fou au Meyer Age, op. i, p. 326. 7” LECCIONES DELA LOCURA Antonio Damasio? Justamente cuando se encontr6 con Gilda, la analista estaba leyendo El error de Descartes, que acababa de ser traducido al francés, Pero con cada ruptura, con cada nueva intemacién, la cuestiGn de las lesiones organicas se planteaba al equipo médico, estremeciendo a la analista: éy si sus entre- vvistas no sirvieran para nada? No es la primera vez que una obra cientifica se articula di- recta y transferencialmente con un trabajo con la locura, En ro daremos més ejemplos de ello, Es BL ANALISTA QUIEN HABLA Situacién del analista ‘Alo largo de todo el siglo xx hubo una verdadera “guerra de nervios" que constituys el campo de batalla entre neurélogos organicistas y terapeutas inspirados por el psicoandlisis, sobre todo cuando se vieron enfrentados a traumas de guerra. Racio- nalidad, racionalizaciones, raciocinaciones... hay muchos dis- cursos que cortejan a la raz6n. La racionalidad se da por sen- tada en las ciencias experimentales, més atin en las que wilizan el lenguaje matematico. Pero es precisamente la misma racio- nalidad la que esté en juego, como el corazén mismo del tra- bajo del delirio, en ef enfoque psicoanalitico de la locura, > a, Damasio, Ltrrenr de Descaries trad. fr. de M. Blanc, Pars, Odile trad. dP Jacomer, Santiago de Chile, Andrés Bello, 1995), B, Shephard, 4 War of Nerves Soldiers and Psychiatrists x the Twentieth Press, 2000. ste es también elt y HL Crichian Miller (eds), The Newrosis in War Londses, Macmillan, 1940, DEL HUNDIMIENTO DE UN MUNDO. n Desde hace unos treinta afios, nuestra biisqueda se lev6 a cabo en dos marcos. Uno, clinico, en el hospital psiquidtrico, el dispensario y la prictica privada, El otro, cientifico, en la EHESS. Vale decir que hubo un go between en el espacio sinéptico que tune y opone esos dos dominios. Como psicoanalistas no médi- cos, no tenemos que diagnosticar ni medicar cuando la locura se presenta frente a nosotros. Pase lo que pase, como dice el Bar tleby de Melville, ‘We prefer not to [Prefeririamos no hacerlo}'#! Ya en 1927, Harry Stack Sullivan ironizaba: Segiin los que saben, si el paciente se cura gracias a un psi- coaniliss, entonces no era esquizofrénico ni maniaco-depre- sivo; era un evidente error de diagnéstico.... Una vex. mds, las caracteristicas fundamentales del proceso esquizofiénico son dudosas. Apenas estamos empezando a liberarnos de muchas ‘ideas falsas sobre la demencia precoz ® Hoy en dia, la “liberacién” que entreveia Sullivan sigue es- tando en el horizonte. En cuanto a Jos cientificos de nuestra Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, en su mayoria historiadores, an- tropélogos, lingtistas, psicblogos experimentalistas, sociSlogos y economistas, fécilmente expresan reservas sobre la validez cientifica de la experiencia clinica. Peor aun: nuestra forma- cién analitica se lev6 a cabo en el marco de Ia Escuela Freu- diana de Jacques Lacan Aunque su seminario haya sido aco- “11 Melville, Barileby le scribe, rad. fr de Pierre Leyris, Paris, Gali- ‘mard, 1996 [tad esp. Bartleby el escribiene tad. de JL. Borges, Madrid, Alianza, 211 § Sullivan, La Schizophréni... op. cit, p. 180. © Lacan decici6 disolver su Escuela Freudiana de Parfs justo antes de su muerte, en 1981. Por nuestra parte, no hemos tenido el gusto de parti ciparen las batallas de clanes entre sus epigoros. eS n LECCIONES DE LA LOCURA gido durante afios como “conferencia complementaria” en la Exess, llamada por entonces Ecole Pratique des Hautes Etu- des, nuestros colegas cientificos hoy siguen juzgando su estilo como impenetrable. Pero esa posicién sobre Ja cuerda floja crea en sf misma una dindmica productiva ligada a su incomo- didad, e incluso a su incertidumbre. De todos modos, hemos aprendido por nuestra experiencia) cotidiana que el tinico camino de rigor que conduce a result com la condicién de que nos consideremos sus asistentes en la investigacién, y que actuemos en consecuencia. As, Ia rel Parad6jicamente, la investigacién psic6tica cubre apuestas ‘cognitivas,ligadas a reales sociohistOricos y emociones aferen- tes, alas que solo puede accederse mediante la transferencia. En este campo especifico, la oposicién clasica entre saber cognitivo y saber inconsciente se ve cuestionada. El cambio de escala de lo individual alo social ya no se sostiene, y su articulacién cons- tituye precisamente la apuesta teérica y prictica de la locura, No obstante, no se trata para nosotros de totalizar la suma de discursos que existen sobre la locura, sino de halla Io que ella tiene para decir. Fs por eso que no descuidaremos ninguna de las herramientas que ella utiliza a lo largo de su historia, y emplearemos indistintamente las palabras “locura’, “psicosis, tc, palabras de la lengua de todos los dias, surgidas de la tra- dicion oral, la literatura 0 la ciencia. En efecto, no se ve por qué deberiamos privamos de los descubrimientos de Shakespeare, Rabelais, Cervantes, Moliére, Erasmo, Faulkner, Feydeau, Piran- “HLS Sullivan, La Schizophrénte., op. cit, p. 204, DEL HUNDIMIENTO DE UN MUNDO. 2 dello, Musil, Kenzaburo 06, Toni Morrison, grandes descubri- dores de esas regiones, asf como de investigaciores tentados por esa cercanfa, como Descartes, Witigenstein, Auguste Comte, Harry Stack Sullivan, Erwin Schrodinger, Cantor, Godel, Char- lotte Beradt, Hannah Arendt, John Nash.. Cada cual a su manera, todos respondieron a la imperiosa | necesidad de escribir, enfrentando las convulsiones sociales que tienden a eliminar el sujeto, Sucesivamente, nos guiaron con sus propias investigaciones, y escandieron, afio tras afl, la laboraci6n de nuestro serninario en la EHESS. = Por ejemplo, nuestro antiguo interés por la obra pionera de Harry Stack Sullivan se concentré en tres aspectos de su investigaci6n: la afirmacion de una transferencia posible con la la descripcién de esa transferencia en relacién con pricticas descritas por el antropdlogo Edward Sapir en los in- dios de las Llanuras en un coloquio de 1929 y, por titimo, su evidente convergencia con las tesis de Wittgenstein y de Lacan sobre el “campo de la palabra y del lenguaje’, en particular en tun texto titulado “La ilusion de la individualidad personal’ Presentada en mayo de 1944, esta conferencia no encontr6 quién la editara hasta 1950, pues ‘atacaba la dignidad de la per- sona', lo cual era dificilmente soportable en la posguerra inme- diata, Sullivan también exigfa que se recurriera a instrumentos tebricos nuevos, inspirados por la logica de la fisica moderna, SE Sapir, Le Langage, introduction a Vétude de ta parole, Pats, Payot, 1953 trad. esp: El lenguaie, ntroduccién al estudio del habla, México, Fon- et ttf fr nh wigan etl rr Cre ae ee eee aan Leal, Buenos Aires, Psique, 1968}. 4 ERCCIONES DELA LOCURA como nos fo ensefia su bidgrafa Helen Swick Perry.” Habiendo sido asistente de Sullivan, ella edité su obra ~en gran parte oral- elaborada a partir de su trabajo como analista de la esqui- zofrenia en el hospital Sheppard Pratt de Baltimore a principios de los afios veinte hasta su muerte en Parfs en 1949. Su libro y ‘su disponibilidad significaron para nosotros una ayuda excep- ‘ional en el campo interdisciplinario que exploré Sullivan Este tiltimo no era un fantico de los diagndsticos y preferta resaltar el potencial heutristico de la locura, Pequefia 0 grande, suave 0 furiosa, la locura da mAs cuenta de una psicopatologia ‘ms o menos violenta de la psicosis cotidiana que de los criterios inmovilizados e informatizados del DsM en sus versiones It, 1V, Wrevisado" y demss, donde Europa rivaliza comodamente con Estados Unidos. Entre nuestras pequefias locuras y Ia gran lo- ccura de Jos asilos, entre las locuras mas secretas y las locuras colectivas, como las que responden a las perversiones totalitarias (que analiza Hannah Arenct, no hay soluci6n de continuidad. “Cuanto mas se aprende del paciente ~escribe Sullivan en 1927 menos se cree en los llarnados tipos de reacci6n anorma- les, I campo de los des6rdenes mentales parece ser una grada- i6n continua en la cual hay muy pocas categorias discretas'4? Cualquiera sea su escala, doméstica, ptiblica o politica, la lo- cura marca el campo de lo Real, que rompe el contrato social en un punto no simbolizable, y al mismo tiempo nos ofrece herramientas para su exploracién y su nominacién. Evidentemente, nos referimos también al trabajo de los nu- ‘merosos analistas que dan cuenta con precisi6n de la evolu- © 1 Swick Perry, Pchatist of america. The Lif of Hany Stack Suli- ‘oan, Cambridge, Harvard University Press, 1982 v: Diagnostic and Satstical Manual of Mental Disorders pub- ‘American Paychiatic Association, 4* ed, Washington 9¢, 1994. LS Sullivan, La Schizophrenic. op. cit, p. 181. DEL HUNDIMIENTO DE UN MUNDO. 7s cin de sus pacientes diagnosticados como psicéticos o que atraviesan un momento psic6tico durante un andlisis clasico. Cada ve, el trabajo analitico se topa con un Real irreducible € impone un cambio tebrico y técnico. Asi, el trabajo psicoanalt- tico de Harold Searles, levado a cabo en una coinvestigacién con sus pacientes esquizofrénicos de Chestnut Lodge ~una clt- nica cercana a Washington que, como Austen Riggs, se dedicé al psicoandlisis de las psicosis sin recurrir a tratamientos de shock, desde 1935 hasta su cierre en 2001, nos confirmé desde su traducci6n al francés" que ‘sf’, la locura realmente puede salir de sus impasses. con el psicoanilisis, conservando toda su fuerza heuristica. Aunque haga falta tiempo, aunque el tratamiento se vea limitado a pocos pacientes en comparacién con las masas administradas por la salud pablica. Después de algunos otros Por supuesto, esta posicién despierta la duda, incluso la hosti- lidad de “muchos sillones’, como se burlaba Sullivan, “que siempre seguirdn filosofando sobre las ‘enfermedades del cere- ‘bro; tas lesiones"#" hoy el “gent, nuevo *pulmén" molieresco, yy declarando a la locura inanalizable, aunque hablar un poco les agregue un ‘suplemento de alma” a los tratamientos qui- mico-eléctricos, los tinicos que son verdaderamente serios, % LECCIONES DE LA LOCURA Fypur, si muove ~y sin embargo, se mueve-: muchos pa- cientes, ricos o pobres, salen de lo que médicamente se lama psicosis. Muchos libros, dedicados a su tratamiento psicoanalf- tico en el adulto y el nifio, describen desde los afios veinte los ‘momentos precisos en que una nueva creatividad germina a partir de sintomas catastréficos, en los que el sujeto emerge a pesar del diagnéstico y el prondstico psiquidtricos. En esos l- bros y articulos, el psicoanilisis de las psicosis se expresa bajo una gran variedad de estilos, segtin los autores, pero también con numerosos rasgos comunes que cualquier profesional del ubro puede reconocer y explicitar. iCudles son esos rasgos comunes? La ineficacia del re- ‘curso a la anamnesis, el fracaso de la neutralidad, la violencia de la negatividad, el horizonte de la hospitalizacién, marcas de los impasses de la técnica analitica clisica. Esos rasgos delinean situaciones en que los conceptos teéricos sobre el sujeto, el deseo y su represin deben ceder ante las caracteristicas de ‘o1ro campo: aquel donde Lacan ubica el retomo de lo Real; Sullivan, “the dreadful not-me’, “el aterrador not-me [...] aso- ciado a una emocién extraflamente inguietante, uncanny’ Bion, “the nameless dread’, “un horror particularmente aterra- dor porque no tiene nombre’ y que Freud connota como un inconsciente que no es del orden de la represion. © J.Lacan, Barty, op. cit, p. 388, 2H. Sullivan, Tte Fusion of Prychtaty.,.op. tt, 249. SSW.R Bi P, Antexy RM. Zeitlin, Paris, Gallmard, 1986, p. 190 rad. esp. 1) los suenos xia “Gradina” de W Jensen, en Obras completas, T.1. Eicheverry, Buenos Aires, Amorrort, 2000); “Linquigiante étrangeré” en Bais de psychanalyse appliquée, wad. ft. de M. Bonaparte, Yaris smard, 1985, p. 205 [tad. esp. Lo ominoso, en Obras completa, t xvi, tad. DBL. HUNDIMIENTO DE UN MUNDO. n En esas éreas donde el proceso de simbolizacién se revela imposible no tiene ningun sentido evocar el pasado, ni si- quiera como una “repeticién’ que haria huella. El futuro, tiempo gramatical del deseo, es igualmente imposible de enca- rar, El analista enfrenta un verdadero sintoma del tiempo. Puede volver a evocar recuerdos del paciente o hacer resonar significantes evidentes, a los que éste \iltimo respondera inva- riablemente: “No se moleste, todo es presente, Lo ‘inico que) ‘me importa es el aqui y el ahora’. En ese hic et nunc, nosottos | planteamos la existencia de una experiencia traumética real que volatilizé las referencias espacio-temporales, a veces desde hace varias generaciones. La suspensi6n del fluir del tiempo | no remite aquf a wna causalidad mecénica del sintoma, sino a | una técnica de investigacion sobre la temporalidad especifica } de esta drea de muerte’ salida de la historia. El analista como annaliste de historias inaudibles* a experiencia de Auguste ~pero también, como veremos mas adelante, la de’Gilda- nos ensefia que la tematica politica de la mayoria de las locuras expresadas en la plaza piiblica a menudo es pertinente desde el punto de vista de Ia historia de los linajes y las sociedades. Pedazos de historia hasta entonces cercenados de Ja transmisién surgen asia la luz del dia, en formas extravagantes ‘ominimalistas, pero siempre chocantes, hasta encontrar al avina- de}. 1 Bicheveny, Buenos Aires, Amorrortu, 2000] y LHomme Motte et la ‘eligion monothetste. op ct, p. 237. Benedetti, La Mord dans lens, op cit, p26. gut los autores se refleren al anaista arate, ya quien eseribe Tos anales la historia Jannalsie). Se ha conservado este dltimo término en francés ya que en espafol se liza la palabra ‘analista® para ambos sign- ficados.[N. de In} w LECCIONES DE LA LOCURA, ‘iste ol cronista responsable de los anales de una gesta silenciada, Lagesta medieval debe su nombre alas proezas las grandes haza- fas que cuenta, pero también a los gestos utilizados por los jugla- 185, los locos de antaio, los bufones, ancestros de los locos de hoy. teorema formulado por Winnicott en su tiltimo ar- do al derrumbe’, prucba su eficacia respecto de esos tieul Pacientes: “El inconsciente aqui no es exactamente el incons-_

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