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Joseph Campbell ha sido uno de los grandes divulgadores dela Tomes ree Seen ote Sean oor enact ets EN BUSCA DBR W LA ACO Nae nian Mth Finalmente, quiero dar las gracias a mi esposa, Maura ‘Vaughn, con la que recorro el camino y hace que este merezea epene Davin Kuper 16 de julio de 2004 Introduccién' Recientemente estaba hablando, en el Instituto Esalen de fornia, un grupo, fundamentalmente femenino, que mostraba ‘mucho interés en saber si las mujeres que deciden dedicarse ‘al mundo militar, empresatial o similar pueden encontrar, en tun mundo despojado de mitos como el nuestro, modelos de rol en 10s mitos elasicos. Y de abf pasamos a la euestién de si las figuras miticas podfan servir también como adecuudos ‘modelos de rol ‘Tuve que responder que, tengan o no esa utilidad, los mitos 4e una sociedad solo proporcionan modelos de ol aptos para la sociedad en la que nacen. Las imagenes miticas evidencian el modo en el que la energfa césmica se manifiesta en el tiempo y, cuando cambian los tiempos, también lo hacen, en conse- ‘cuenecia, las formas en que esa energfa se manificsta, Los dioses les dije~ representan los patrones de poder que nos sirven de apoyo en nuestro campo de accién. Contando con las deidades nos es dada un tipo de fuerza que afirma y nos ppone en el rol representado por esa divinidad, Nuestra tradi- ign clisica incluye dioses tutelares de la agricultura, la guerra, ie enbutca de a ftcldoe ctestera, pero no de la mujeren el mbito de 10s negocios, 18 faccién o la guerra, por ejemplo. ¥ es que, aunque Atenes sea patrona de los guerreros, no es, en sf misma, una guerrera. tArtemisa, por més cazadora que sea, no representa 1a acciGn en, {a esfera social, sino el poder transformador de Ia naturaleza. {{Qué podria ensefiar Artemisa, pues, una mujer de negocios? ‘Las imégenes mitol6gicas nos proporcionan modelos por~ {que se han visto acrisoladas por Ia experiencia de décadas, siglos hasta milenios. No es fieil, en ausencia de modelos, onsinuir una vida. Ignoto cules son, en este mismo instante, Ios modelos cuando, ante nosotros, se abren tantas posibilida~ ides nuevas. El modelo siempre ha sido, a mi entender, el que tnos indica el camino a seguir y 1a forma de enfrentamos a los problemas y oportunidades que la vids nos Jepara. ‘Mito e historia son dos cosas difercutes. Los mitos no son relatos ejemplares de personas que vivieron vidas inspiradoras, No, los mitos son 10 trascendente en relacién al presente. Por ‘me queen alsin mornento,el héroe popular haya sido alguna ‘Vez una persona real (como John Henry o George Washington), iho es ef sujeto de una biografia, El héroe popular representa tn rasgo transformador en el mito. Las tradiciones miticas rales estén actualizadas. En los relatos populares de los in~ dios americanos aparecen bicicletas, que tienen Ia forma de la ciipula del Capitotio de Weshington. Todo se ve,en ese tipo de nitologfas, incorporado de inmediato. En tna sociedad, como Ia nuestra, de textos y palabras escrtas, corresponde al poets seftalar el valor vital que tienen Ios hechos que nos rodean y woduccisn 9 ivinizarlos, proporcionsadonos ast imagenes que vineulan lo cotidiano @ lo etemo. [No es imprescindible, pura relacionamos con la wascen- ddencia, que nos apoyemos en imagenes. Siempre podemos ‘lvidamos de los mitosy seguir el camino del zen. Pero, como aqui estamos hablando det camino mitico, debemos deci que el ‘mito n0s proporciona un campo en el que podemos ubiearnos Bie es el sentido del mandala, del eculo sagrado, ya se trate de un monje zen ode un paciente de un analistajunguiano..Los simbolos yacen alrededor del circulo y uno tiene que ubicarse en el centro.* El laberinto, por su part, es un mandala en el ave ignoramos dénde estamos. Ast es, precisamente, como Vie ‘en quienes se hallan despojados de mitologia, perdidos en un Inberinto y esforzéndose como si nadie hubiese hollado antes ¢l camino por el que transitan Uitimamente he conocido la obra de un extraordinario psi- ‘quiatra alomén llamado Karlfried Graf Dikheim (a quien no hay que confundir con el socidlogo francés Emile Durkheim) Siguiendo a Carl Gustav Jung y Erich Neumann, este psiquiatra ‘nos ha ofrecido una visin mitica de la salud tanto fisica como psicol6gica Segin Durkheim, los mitos activan en nosotros la sabiduria de la vida. Todos somos manifestaciones de un poder mistico, el poder que ha configurado toda vide y que, en el ttero de nuestra madre, también nos ha configurado @ = “Campo” ce alusisn al campo de fuerza el marco de referencia es un proveuoitloctaal. Vd 7) Finalmente, quiero dar Jas gracias a mi esposs, Maura ‘Vaughn, con la que recorro el camino y hace que este merezca gta Davi Kupuer, 16 de julio de 2004 Introduccién' Recientemente estaba hablando, en el Instituto Esalen de Cali fora, un grupo, fundamentalmente femenino, que mostaba smuucho interés en saber si las mujeres que deciden dedicarse mundo militar, empresarilo similar pucden encontar, en un mundo despojado de iitos como el nuestro, modclos de role los mitos elésicos.¥ de ah passimos a la cuestia de sas figuras mftieas podian servic también como adecuados modelos de 10 ‘Tove que responder que, tengan ono se ullidad, los mitos <4euna sociedad solo proporcionan modelos deol aptes para la sociedad en la que nacen. Las imgenes micas evidencian el modo en el que la energiacésmica se manifesta en el tiempo y, cuando eambian los empos, también To hacen, en conse. | cucncia, las formas en que esa energia se manifiesta | Losdioses les dije- representa los ptrones de poder que nos sirven de apoyo en nuests campo de acca, Contando eon las deidades nos es dada un tipo de fuerza que aficma y nos | pone en stot presentdo prev vn, Nacsa tae cin elisienincluye dioses tutelares dela agricultura la guerra, etcétera, pero no de la mujer en el dmbito de los negocios, la ftcei6n o la guerra, por ejemplo. Y es que, aunque Atenea sea patzona de los guerreros, no es, en sf misma, una guerrera. Y 'Artemisa, por més cazadora que sea, no representa la accién en {a esfera social, sino el poder transformador de Ia naturaleza. ({Qué podria ensefiar Artemisa, pues, una mujer de negocios? ‘Las imdgenex mitol6gicas nos proporcionan modelos por- {que se han visto acrisoladas por la experiencia de décadas, ‘ausencia de modelos, siglos y hasta milenios. No es fécil, onstrair una vida. Tgnoro cudles son, en este mismo instante, os modelos cuando, ante nosotros, se abren tantas posibilida: ides nuevas. E] modelo siempre ha sido, a mi entender, el que nnos indica el camino a seguir y 1a forma de enfrentarnos & los problemas y oportunidades que la vids nos depars. ‘Mito e historia son dos cosas diferentes. Los mitos no son relatos ejemplares de personas que vivieron vidas inspiradoras INo, los mitos son lo trascendente en relacién al presente. Por ‘més que,en algxin momento, el héroe popular haya sido alguna ‘vez una persona real (como John Henry 0 George Washington), tno es cl sujeto de una biografia. El héroe popular representa tin rasgo transformador en el mito. Las tzadiciones mitices drales estn actuslizadas, En los relatos populares de 1os in- dios americanos aparecen bicicletas, que tienen Ta forma de la ciipula del Capitolio de Washington. Todo se ve, en ese tipo de nitologias, incorporado de inmediato. En una sociedad, como qn nuestra, de textos y palabras escritas, correspond al poeta seftalar el valor vital que tienen Jos hechos que nos rodean y Invoaucctin 19 divinizarlos, proporciondndonos asf imagenes que vinculan lo cotidiano a lo eterno, 'No es imprescindible, para relacionanes con la trascen- dencia, que nos apoyemos en imgenes. Siempre podemos ‘lvidarnos de los mitos y seguir el camino del zen. Pero, como, aguf estamos hablando del camino mitico, debemos decir que el ‘ito nos proporciona un campo en el que pademos ubicarnos. Este es el sentido del mandala, del circulo sagrado, ya se trate down monje zen o de un paciente de un analista junguiano. Los simbolos yacen alrededor del circulo y uno tiene que ubicarse en el centro.* El laberinto, por su parte, es un mandala en el aque ignoramos dénde estamos. Ast es, precisamente, como vi- vven quienes se hallan despojados de mitologfa, perdidos en un laberinto y esforzéndose como vi nadie hubiese hollado antes el camino por el que transitan, ‘Uitimamente he conocido la obra de un extraordinario psi- quiatra alemsn lamado Karlfried Graf Dirkheim (a quien no hay que confundir con et sociGloge francés Emile Durkheim). Siguiendo a Carl Gustav Jung y Erich Neumann, este psiquiatra nos ha ofrecido una visiGn mitica de la salud tanto fisica como psicol6gica? Segtin Durkheim, los mitos activan en nosotros la sabidurfa de la vida. Todos somos manifestaciones de un poder mistico, el poder que ha configurado toda vida y que, fen el titero de nuestra madre, también nos ha configurado a + “campo” nace alusion a campo de fuerza, el marco de referencia es un proc iteectaal (del T) sosowos. Ese io de sabia vive on ny re a foods er do chem ese om venga dlp Peo so td una nega ae seer ea ena qe procede dou domino ubcado mis sade nua enendimient. esa energies vind, acme demons en cada cep conereio- 9 Set , To que estén haciendo es desembarazarse del vocabulario que conecta manomaya-kosa con vijanamaya-kosa, es deci, 1a sabidurfa mental y orgénica con la sabidurfa de Ia vida corporal. ‘Los dioses de los mitos son modelos que, siempre y cuan- do no olvidemos que se refieren al aspecto de lo trascendente, ‘nos proporcionan modelos de vida. ;Acaso la nocién cristiana de imitatio Christi (imitacién de Cristo) significa que todos debamos morir crucificados? {En modo alguno! Lo tinico que Seen con'io we sigana quis conw oe nea ee Shquesiinsne drew ene ms sins intra gusnpenenseten nsdn ml omen om agrees ahccoinjnind ein csc eee Srosruputt es reratnsngpesacomave counted marcus naan ‘spr qu cma on af to ure Shan inert mayo ttecnnopr cctnin ote ei sie iy envtn ne

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