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Fusión del concepto de Destino según el epicureísmo y el estoicismo para

interpretar la concepción del término desde el cristianismo.


Muchos nos hemos preguntado cual es la voluntad de Dios, que de lo que me
pasa es dictaminado por él y qué no, debo aceptar lo que me sucede o debo
cambiarlo, tratare de responder en este escrito a estas preguntas tomando
los aspectos que convengan con la doctrina cristiana, para entender más
claramente la idea del destino dentro del cristianismo.
Para los epicúreos el destino es azar, no se sabe cuál será porque todo lo que
existe está compuesto por átomos, también el cuerpo y el alma, y los átomos
se mueven al azar por lo tanto no se puede predecir el destino pero las
personas con sus decisiones pueden crear su destino. Esta definición del
destino es tomada por epicúreo con el afán de responder a uno de los
temores que según él nos impide llegar al estado de la ataraxia o a la
ausencia de preocupaciones, es un estado necesario para poder alcanzar la
felicidad.
Para los estoicos el destino esta predeterminado por una causa primera a la
que denominan logos, el azar para los estoicos no existe, es simplemente
desconocimiento causal de los acontecimientos. Si nuestra mente pudiera
captar la total conexión de las causas podría entender el pasado, conocer el
presente y predecir el futuro, por lo tanto para alcanzar el estado de la
ataraxia lo mejor que podemos hacer es aceptar nuestro destino en vez de
temerle.
Ahora bien vamos a comparar. Haciendo un breve sondeo entre las personas
que conozco, ellas al escuchar estos dos diferentes conceptos de destino han
llegado a la conclusión de que ambos tienen algo de cierto y si tuviesen que
elegir uno que los identificara plenamente no sabrían cual porque cualquiera
les parece que es verdadero. Podemos discernir filosóficamente y podríamos
llegar a escoger lo que más nos convenga, pero qué nos dicen estas
ideologías a la luz de la Palabra. En las Sagradas Escrituras a lo largo de su
espesor constantemente se habla de la Voluntad de Dios -“Porque yo he
descendido del cielo, no para hacer la voluntad mía, sino la voluntad del que
me envió” (Juan 6:38)- que en el estoicismo seria esa causa primera y en el
epicureísmo no existe, tus decisiones y el azar seria esa “voluntad” pero
también recordamos la propia libertad humana, no somos títeres de Dios
porque entonces podríamos adjudicarle el mal del mundo al Creador, y Jesús
nos ha mostrado en plenitud que Dios es amor. Por citar otro ejemplo vemos
en Jeremías 1:5 -“…yo te consagre, y te destine a ser profeta de las
naciones”- claramente que Dios nos tiene diseñado un plan y que es nuestra
decisión escoger si lo queremos desarrollar o no y se evidencia en la
respuesta del profeta Jeremías 1:6 -Yo exclame: << Ay, Señor, Yahvé, ¡cómo
podría hablar yo, que soy un muchacho!>>-, vemos como el muchacho
piensa en una excusa para rechazar el plan, pero si se sigue leyendo el texto,
Dios le da razones para superar sus excusas y esta el profeta en plena
libertad de escoger si hacerlo o no. Pero ¿Dios le dijo literalmente esto al
profeta o es una simple interpretación teológica que el muchacho hace de su
historia? No tengo las herramientas ni el conocimiento para responder a esta
pregunta, pero apliquémoslo a nuestra propia vida, ¿Cuándo sentimos que
Dios nos dice algo acerca de nuestro destino? Tal vez en las casualidades, en
los signos de nuestro pasado relacionando el presente y mirando el futuro,
en esos detalles únicos y especiales de nuestra personalidad que encajan
perfectamente con una situación única que parece imposible creer que ese
suceso no fuese predeterminado, que sea pura y simple casualidad. Me es
difícil responder a esta pregunta, pero algo si es seguro, el plan que Dios
tiene para cada uno de nosotros es por igual independientemente de la
propia historia y de los caminos que tenga, “Vosotros, pues, sed perfectos
como es perfecto vuestro Padre celestial.” La voluntad de Dios es que nos
parezcamos más a él siendo hijos a imagen y semejanza como lo fue Jesús.
Perfecto hombre, perfecto humano. Podemos decir que del epicureísmo
dentro del cristianismo algo es cierto, la propia libertad individual. Y dentro
del estoicismo podemos decir que dentro del cristianismo también algo es
cierto: hay una causa primera, el azar no existe, y si hay predestinación. Para
concluir vamos a explicar esta fusión. Dios nos dio el don del libre albedrio y
con nuestras acciones determinamos nuestro destino, punto a favor de los
epicúreos, pero somos creación de Dios, él fue la causa primera de la historia
y el azar efectivamente como ya habíamos dicho no es más que un simple
desconocimiento causal de los acontecimientos y hay predestinación en el
sentido de que Dios tiene el plan de que todos seamos Santos -humanos-
como lo es él y es nuestra libertad decidir si nuestra acciones van a favor de
esa voluntad o no –entraron de nuevo los epicúreos.

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