XXXIV
DOS TESOROS
A ciertas personas, entusiastas de
las misiones, se las oye murmurar con
dejo de melancolia: “jsi yo fuera ri-
co!, jsi yo dispusiera de un capital
para poder contribuir a los cuantio-
sos gastos que la obra evangelizadora
lleva consigo!. Pero soy pobre, y el
Sueldo que entra en casa apenas si al-
canza a cubrir las necesidades de la
familia”,
Estas personas, en quienes posa Dios
*u mirada cargada de carifio y agra-
Gecimiento, deben saber que tienen a
“U disposicion dos tesoros inagotables:
* oracién y el sacrificio,
Solemos decir que el dinero abre to-
das lag
“S las puertas, De hecho, para el po-
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tentado no hay puerta cerrada, y ,
andadero cualquier camino.
Sin embargo, solamente el diners
dado por amor de Dios, franquea jas
puertas del cielo; porque “asi como
el] agua apaga el fuego ardiente, asi
la limosna expia los pecados —dlspo-
ne al alma para la expiacion y el per-
don” (1), y “no la dejara caer en las
tinieblas del infierno” (2).
Tu no puedes dar limosna para la
des orar.
obra misional; pero pue
La oracién abre las puertas en la
tierra y en el cielo. Recuerda aquel
pasaje de los Hechos de los Apéstoles:
Pedro estaba encarcelado, y 1os cris-
tianos, incesantemente, hacian ora-
cion por él (3). ¢Resultado?: que la
puerta de hierro de la prisién se abrio
por si misma (4), y el aherrojado en-
tre cadenas recobro la libertad.
La oracion abre también las puertas
del cielo, porque “penetra las nubes,
co) yp tlesidstico, 8, 33—(2) Tobias, 4, 11
chos, 12, 3-5.—(4) Hechos, a1
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acerca al Altisimo y hace que in-
ne sus ojoS hacia el que ora” (5),
ee ojos —dice el Sefior— estan
abiertos y mis oidos atentos al que
me invoca” (6), De ahi que nos Teco-
miende el apéstol Santiago: “oraq los
unos por los otros, para que Sedis sal-
vos”, pues mucho vale la oracién per-
severante del justo” (7),
El designio de Herodes, el apresar a
Pedro, era ajusticiarle después de la
Pascua (8),
El propésito de Satands es dar a
las almas Sin fe la muerte eterna,
Di
48ado el breve curso de la vida, En-
tre tanto, las
tiene encerradas en la
Mazmorra de la incredulidad, bien
Sujetas con las cadenas de los siete
Recados Capitales, y en constante ado-
3cion a los pies de su carcelero,
fro tu oracion es poderosa a de-
ideas
Eclesifistico, 35, 21,—(6) 3 Corin-
“ios, 1, 15—(1) Santiago, 5, 16—(8) He-
chos, 12, 4.
8
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las puertas de esa carcel her.
y las almas, “desenredadag
de los 1az0s del diablo, que las man-
tenia presas 2 su arbitrio” (9), sal-
dran a la luz del Evangelio, y logra-
ran, un dia, trasponer las de la Gloria,
pagano es como aquel
de cuyo cuerpo no fue-
capaces de arrojar
taronle a Jesus la
rribar
mética;
El alma del
joven poseso,
ron los apdéstoles
al demonio. Pregun
causa de su fracaso, Y E] les declar6:
“porque tenéis poca fe. Y ademas,
porque esta casta de demonios no sé
lanza sino mediante la oracién y el
ayuno” (10).
Ora mucho, pero con fe, y tu ora-
cion, unida a la de los misioneros,
haré milagros. “Todo lo que pidieres
con fe lo conseguirds” (11),
Cris
aif risto nos redimié orando y pade-
jendo, Pensemos en su oracién pro-
(g g : ¥
17-20-01) notes, 2, 26.~
»~G1) Mateo, 21, 29. -(10) Mateo, 17,
» 22,
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jongada en el monte de la cuarente-
na; en su oracién nocturna (12), en
su oracién del Huerto, en su oraci6n
gesde Ia cruz. Y pensemos en los su-
frimientos de su Pasion.
gQuieres salvar almas? Aparte la -
oracién, como queda dicho, dispones
de otro tesoro: el sacrificio. ;Qué mi-
nas se esconden en ti y fuera de ti,
tal vez sin explotar!
En ti: los cinco sentidos de tu cuer-
po pueden proporcionarte inmensas
tiguezas con destino a la obra de las
misiones. Si cierras los ojos a vanas
curiosidades, y los ofdos, a conversa-
clones inconvenientes; si refrenas tu
lengua; si moderas tu gusto y tu ol-
fato —mortificaciones hechas con es-
piritu misionero—, se manifestara en
t yen las almas la vida de Jesucris-
9 (12),
44g) Eucas, 6, 12,— (13) 28 Corintios,
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Fuera de ti: multiples ocasiones de
vencerte y sacrificarte te brindaran
la vida y cuantos te rodean... jRio
gue arrastra oro en cantidades fabu-
losas! Recégelo y depositalo en las
manos del Redentor, para rescate de
almas idolatras.
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