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IG una lengua a = Cosi ‘a dea * relampagos © = fhe os UNA LENGUA COSIDA DE RELAMPAGOS Ciudad de Neuquén, una majiana de invierno de 1976 en un barrio periférico. Recién nos habiamos mudado desde Capital Federal, hacia muy poco tiempo del golpe militar. Ese dia, a los 3 afios, me corté la lengua. En la casa que alquilabamos, una de las tantas que nos cobijaron apenas migramos, habia un Arbol en el centro del patio de tierra. Yo me queria trepar a ese arbol, exhalando ya mis ai- res de chonguita. Hice una pila de tarros de pin- tura para subirme y se desmoroné junto con mi cuerpo. En la caida, mis dientes se incrustaron en el medio de mi lengua, provocando un enorme y hondo tajo del que la sangre afloraba a borboto- nes. Mi madre, asustada pero ejecutiva, me llevé UNA LENGUA COSIDA DE RELAMPAGOS } val flores en colectivo al hospital publico junto con mi her- mano. Mi padre estaba trabajando. Era un dia fe- riado y casi no circulaba gente por las calles. Ya en el hospital, como mi lengua no paraba de san- grar y era una herida profunda, me cosieron sin anestesia mientras mi madre me sostenia en sus brazos. Dice ella, mi adorada proveedora de re- cuerdos, que los médicos me felicitaron por valiente porque no lloré. Por la tarde, los puntos se me salieron pero ya habia dejado de sangrar. Y asi aprendi a andar con la lengua remendada, he- rida, cortajeada, cosida por un deseo fracasado pero probado. Siempre fue un problema la lengua para mi. Un problema, una obsesion y una posibilidad vital. Ha- cerle frente a mi timidez y a mi ritmo silencioso, UNA LENGUA COSIDA DE RELAMPAGOS + val flores no hizo mas que situarme involuntariamente en el escenario de una guerra que no habia elegido. Ese dicho tan disciplinante como una sentencia punitiva, “te comieron la lengua los ratones”, co- mo si fuera a activar un habla compulsiva y automatica, fue una marca que me acompafié du- rante toda mi nifiez, y paradéjicamente a lo que Se esperaba, sellaba atin mas una pedagogia del silencio que se incrustaba como un aguijon en mi cuerpo. Este rigor mutis hacia de mi lengua una asonada para los imperativos del decir, de eso que se debia decir. Claro, nunca tuvieron oportunidad de asolar- me con el proverbio sexista y miségino que se les adjudica a las mujeres, de tener la “lengua larga", UNA LENGUA COSIDA DE RELAMPAGOS val flores porque poco hacia para parecerme a una mujer. Por el contrario, mujer era una identidad que me desconocia. Y cuando empecé a politizar esa len- gua que hablaba de mi cuerpo, esa lengua binaria y heteronormativa, también se abrieron otras he- ridas, otras costuras, otros tajos, una contusién epistémica (Basile, 2008). Esa lengua que aprende- mos en la escuela, en la familia, en la televisién, en las revistas, en el club, en las bibliotecas, era recta, seca, blanca, vertical, ligubre, con pocos recove- cos para el palpitar de la imaginaci6n. Desde que era nifia, una nifia masculina, me da- ban miedo las tormentas. Mi madre dice que naci un dia portefio de lluvia fuerte, con truenos y re- lampagos. Y algo de ese resplandor fugaz y de ese UNA LENGUA COSIDA DE RELAMPAGos t val flo; temblor atronador se me debe haber instalado en el cuerpo, mas certeramente en la lengua. Prime- ro venia el relampago a descubrir mi temor en las grietas de mi cuerpo, mi soledad ensortijada a la piel de las palabras, y luego el trueno me hacia entrecerrar los ojos y apretar la lengua, con el co- razon latiendo a la velocidad de la luz o de una sombra que se escapaba entre las persianas rotas de la casa. Tal vez, desde esos tiempos primigenios se incubé ese estremecimiento para mi lengua por venir. La lengua como obsesién, asi es mi existencia en- tre las palabras, entre los silencios. La lengua se hizo vértebra textual y sexual, incandescente y crepuscular, de mi propia vida. Asi advierto que UNA LENGUA COSIDA DE RELAMPAGOS { val flores mis escritos ficcionales, pedagdgicos, politicos, poéticos, estan plagados de figuraciones sobre la lengua: la lengua del mandato y la lengua del de- sacato, la lengua bifida de la lesbiana, la lengua sexual del presente, la lengua cimarrona, la len- gua interdicta, la deslenguada, el sacar la lengua como gesto feminista, la lengua que escribe con- tra si misma, la lengua de la normalizaci6n, la lengua del sur, la lengua del pdjaro que no sabe si puede nombrar el ojo de su verdugo, cada mudan- za que me hizo perder un pedazo de mi lengua... todas heridas que perturban una lengua legal y preceptiva, con sus mucosas profilacticas y sus técnicas asépticas de produccién del yo, del mundo, del cuerpo. UNA LENGUA COSIDA DE RELAMPAGOS t val flores Una lengua, mi lengua, como un acto colectivo y no posesivo, para ensayar un modo sensible de decir y de pensar desencajado de los ideales nor- mativos y programaticos del género y la sexua- lidad, y dar forma singular e inédita a la nifia masculina, a la activista lesbiana, a la pensadora feminista, a la maestra proletaria, a la poeta sure- fia,alaamante promiscua, a la teérica sexual, ala trabajadora precaria, a la migrante provinciana. Una lengua que se hace esfinter de esos relampa- 80s que fui acopiando en cada tormenta, devota y fervorosamente, Para jugar al destello efimero de Otras vidas posibles. Una lengua extrafia y pen- denciera que rechaza el estatuto de lo inmacu- lado asi como la pregunta siempre tramposa por UNA LENGUA COSIDA DE RELAMPAGOS } val flores el origen, que no es mas que umbral de movi- miento e hibridez. Esta lengua, obscena e imptdica para la higiénica y normalizada lengua colonialista y racista de la corona académica y empresarial de Espafia, que ha chupado clitoris, anos, dedos, vulvas, bocas, axi- las, tetas, pezones y pieles, atesora el éxtasis de la carne, deletrea una identidad como pasajera del deseo y besa una politica del saber perverso. Una lengua que ha lamido la rareza como estigma y co- mo condicién del saber, una poética del lengiietazo sexual para sacudir el mundo. Una lengua para sentir, para tocar, para rozar, insaciablemente curiosa y de apetito erético. Una lengua acustica en la que resuena una proliferacién inadecuada de lecturas, que afiebrada se enreda y acaricia UNA LENGUA COSIDA DE RELAMPaGos tval 4 lores con otras lenguas, y se vuelve eco singular de una escucha demorada en los afiicos de las palabras. Una lengua de la dificultad y la opacidad refracta- ria, que hace colapsar un sistema de inteligibilidad del cuerpo, un régimen de lectura que aplana hori- zontes y texturas del decir, que fagocita los mati- ces, los detalles y accidentes, y demanda sentidos aptos para el consumo rapido y sin contrariedades, para una deglucién amansadora y domesticadora del trance poético. Una lengua remendada por los derroteros de la luz, que instiga a la friccién con otras lenguas, ardiendo en palpitaciones oniricas, trastornada por nuestras materialidades precarias. Porque la huella del despojo y la destrucci6n la forjan como una lengua cruda, sin alivio, donde habita una UNA LENGUA COSIDA DE RELAMPAGOS + val flores amistad funeraria enclavada en el memorial de cadaveres que nos recuerdan el terror del poder asi como la vulnerabilidad de la vida. Lengua de sefias, de gestos, de tropismos de la di- sidencia, del disturbio somatico y del sabotaje epistémico, de las interferencias a escala celular, esas que afectan la fisiologia de las palabras en su constituci6n organica, y practican el arte del des- tronamiento y de la irreverencia para desacralizar incluso nuestra propia experiencia del activismo politico y lingiiistico. Una lengua feminista y de la disidencia sexual, de amor por la mintscula y por el merodeo del pensamiento, que no se queda quieta ni fija, que se agita y zigzaguea entre la luminosidad y lo inadvertido de su impostura, que sabe detenerse UNA LENGUA COSIDA DE RELAMPAGOS # val flores en la minima entrafia de las cosas calladas que esperan su ocasién de decir/se. Una lengua que se saca al aire ptitrido heterosexual, al exterminio capitalista, a la blanca hostilidad de los suefios, que se exhibe en su esplendor jugoso y hiimedo de la perversién, como una mueca pornografica que desorganiza la topografia somatica de la decen- cia y la moral, un ademan burlesco para los escri- bas del régimen. Una lengua dubitativa pero no por ello menos decidida a la virulencia ficcional y a la efusiva (in)sociabilidad, excedida en su den- sidad metaforica, que la arranca de los lugares cémodos y habitables para hacerla transitar por la espesura y la curvatura de unas Preguntas que no acallan su tonalidad batallante. Una lengua UNALE NGUA COSIDA DE RELAMPAGOS } val flores como acrobacia festiva, burla de si y para si, como gesto de des-educarnos de la promesa de cual- quier radicalidad tutelada que osemos encarnar. Una lengua del titubeo, del tartamudeo, que ba- bea, que se desborda y tropieza, desobediente a los mandatos reglamentarios y rutinarios de las es- crituras de la militancia y de la gestion técnica de la subjetividad con su lenguaje masivo, transpa- rente, sin vaguedades anatémicas ni beligeran- cias semidticas. Una lengua amante de una erética del conflicto, melancélica y aguerrida, cuya eco- nomia libidinal se mueve entre los murmullos de las palabras y los cuerpos, como el insomne desa- fio estético e improductivo de hacer politica con Poesia. UNA LENGUA COSIDA DE RELAMPAGos t val flore Ss Una lengua de una comunidad de extraviadas que habitamos espacios intersticiales y territorios imprevistos, en la que se pulveriza toda ilusién de unidad. Una comunidad escritural que no cesa de sacar la lengua, de desvariar en la insolencia de escribir como no se debe, como una diaspora del parloteo balbuciente y la gesticulacién orgiastica de un pensamiento poético embriagado de penum- bras, fantasmas, magia, ironia y alteraciones césmicas. Una lengua de la amistad como episte- mologia politica, acurrucada en una pasion y una ternura inusitadas, calibrando el efecto fisico de cada palabra, su aspecto material, su disposicién visual, su estructuracién deseante, todas tacticas que nos abisman a la exposicién delac ; ; ontingen- cia y ala intemperie conceptual, JNA LENGUA COSIDA DE RELAMPAGOS | val flores Una lengua que no busca entender ni ser enten- dida, que persigue el alboroto y el desorden de esas voces que organizan los protocolos de la nor- malidad, contrariando el imperativo tiranico de un llamado a “entender” que supone la supresién de toda curiosidad y disconformidad. Cuanto de esa pretensién por “entender” nos conmina a la violencia de tener que abandonar una lengua pa- ra que se entienda lo que ya se entiende, a hablar una lengua que castiga cualquier excepcién o desvio que no consienta el estandar mayoritario de clase, racismo, heteronormatividad, binarismo de género, estandar corporal, adultocentrismo. Una lengua del riesgo, mas de abandono que de amparo, mas de desercién que de afiliacién alo ya conocido, la que se lanza a la experiencia sismica UNA LENGUA COSIDA DE RELAMPAGos tval f, ‘Ores del estremecimiento de una (contra)memoria yde un (des)olvido que arrecia la inventiva de ficciones fallidas, equivocas, erraticas y disruptivas de nor- malizacién. Una lengua dispuesta a exponerse al limite, con una disposicion agonistica que no te- me a la traicién para interpelar las narrativas de identidad (sexuales, genéricas, disciplinarias) demasiado seguras de si mismas, que asfixian Posibilidades vitales y clausuran imaginarios experienciales, JA LENGUA COSIDA DE RELAMPAGOS ¢ val flores complicidad relacional como creaci6n inaudita y multiforme que acontece en las periferias de la metrépoli. Una lengua de la disonancia, que tuerce cual- quier representacién sedimentada, y forcejea en los campos residuales del sentido, en esos espa- cios liminares que combaten la liturgia de la armonia y el discurso liberal de la igualdad y la diversidad. Una lengua de un aqui y ahora, que escarba en el presente y no enmudece los gritos del pasado inconcluso, que no persigue la excep- cionalidad nila propiedad privada de la creaci6n. Una lengua interespecie, habitada y desbordada de otras vidas, tangibles y ficcionales, de microor- ganismos que se escabullen y burlan la vigilancia UNA LENGUA COSIDA DE RELAMPAGos tal flore de lo humano, que contaminan los limites espe- cistas de los cuerpos, una lengua que se sustrae a las dinémicas jerarquizantes para operar su des- baratamiento en las tinieblas de la garganta del canon antropocéntrico. Una lengua que se mueve en los circuitos mas ca- Pilares y clandestinos de la institucionalidad, que intenta abrir el apetito de los insdélitos e inade- cuados modos de decir(nos), haciendo colapsar el monolingitismo sexual y cultural, y que apuesta, con sus fallas, anacronismos y equivocos, a la in- vencién de un futuro de justicia erética. No es la lengua del estado ni de las maquinarias épicas que con sus ficciones universales y aplanantes eliminan toda aspereza de la superficie demasia- do pulida y educada de SU gramatica ansiolitica. LENGUA COSIDA DE RELAMPAGOS } val flores UNA Una lengua que desorganiza las bases del contrato escritural heterosexual y rompe la conformidad politica apaciguada por los lugares comunes del ri- to institucional, de las tradiciones hegeménicas, del credo militante, de los saberes oficiales y las jerarquias disciplinarias. Una lengua que produce actos alquimicos para fantasear modos de existencia con los residuos de la maquina semiética heteropatriarcal que gobierna las palabras y las vidas, y también con los dese- chos de la institucionalizacién y normalizacién del feminismo de Pancartas y consignas aprisiona- das por el lenguaje liberal y de derechos, Una lengua de Sensibilidad espectral, transmisora calorica de energias de Tescate de nuestros sentidos de la rebeldia ydela emancipacién para subvertir UNA LENGUA COSIDA DE RELAMPAGos + val flore el alfabeto del poder, del destierro poético que nos recuerda en clave micropolitica y cromatica, con la astucia erizada y la voluntad impertinente, que el lenguaje no es una zona de conciliaci6n ni reposo ni armonia. Una lengua viajera hecha contra las fronteras del Saber, en la porosidad de la ambigtiedad, con el extrafio poder de electrizar el espacio entre dos pa- labras para provocar mutaciones imperceptibles, poblandola de diferencias sutiles o mintsculos extravios. Una lengua cosida de relampagos, con las punta- das de la impureza y la fragilidad, lacerada por el misterio y la insurgencia. Tengo un texto pen- diente, aplazado, sobre las innumerables cicatri- ces que habitan mi cuerpo. Un corte en Ja cabeza LENGUA COSIDA DE RELAMPAGOS { val flores UNA como trofeo de un juego infantil, una vesicula ex- tirpada de urgencia, una cirugia laparoscopica por una intervencién uterina, pero la displasia de mis lunares hace su mayor trabajo, silencioso y persistente, que amerita con frecuencia la sec- cion del bisturi. Asi se fue cosiendo mi piel. En esas cicatrices se celebra la memoria del dafio, con los ramalazos del dolor que persiste yconla Picazén que evoca “la tozuda persistencia de la Sangre seca” (Basile, 2008), armando un presente como un palimpsesto de cada sed que nos ha mor- disqueado en nuestra historia. Sin embargo, en ese calculo de 29 cicatrices que llevo hasta el dia de hoy y que constelan mi cuerpo lesbiano, quedé ausente la cicatriz invisible de la lengua de la in- fancia, esa que indujo una politica de la lengua UNA LENGUA COSIDA DE que no le teme a la herida porque la hace gesto in- solente del deseo, que hace de las cicatrices la ‘memoria viva del ensayo escritural, la experimen- 7 tacién sexual, la posibilidad colectiva, la creacién — pedagégica, la critica feminista. Una lengua cosida Telampagos para iluminar, fugaz y ardiente, nifia y esa experiencia poética que — ; e Pa) suturas politicas de la carne. JA LENGUA COSIDA DE RELAMPAGOS ¢ val flores Bibliografia Basile, E. (2008) “Cicatrices lingiiisticas que pican. Pensamientos sobre traduccién como una poética de curacién cultural”. En: DeSignis N° 12. Traduccién / Género / Poscolonialismo. Calefato, P. y Godayol, P. (Coords.). FELS - La crujia. Buenos Aires.

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