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3: a COLECCION «ACTAS» ACTAS DEL CONGRESO «Jaime Gil de Biedma y su generacion poética» ACTAS DEL CONGRESO «Jaime Gil de Biedma y su generacion poetica» < 2 Vol. I Companferos de viaje a) COLECCION «ACTAS» 35 Actas del Congreso «JAIME GIL DE BIEDMA Y SU GENERACION POETICA» COMPANEROS DE VIAJE Vol. I Editor: Antonio Pérez Lasheras Coordinadores del volumen: Luis Beltrén Almeria y Juan Carlos Pueo == GOBIERNO === DE ARAGON esrene sane FICHA CATALOGRAFICA ime Gilde Bicéma y ca generiién poftien : Actas de canara Zaragora" Depaanent de Etcion ¥ Cul, Di. 1986 2:2 em, — (Acs 351 ISBN a4.7153401-5002) ‘Vol 1: nel nombre de hime Gi de Bima / ear Tis ‘Bee cooanorer dl volnen, Aledo Stiga y Mara Pilar Cel, "5 peo SBN 84.7753000°3 “Volt: Companero de vid editor, Antonio Plex Lashes: ooninadoes tel volen, Las Helv Almere am Crt Peo. aus p.— ISBN 84-7738-008-1 1. Gilde Bled, sime-Criea« Iterpretacin Consresos 9 asambles. 2 Poss espiol'. XX:Hisorny erln-Cangreos $asanles L Blesa Tua, Péce Lasers, Ancol I Sala, Aledo. IV. Celms, Mane Pia V. Bal Almera {ule Vi, Pe, duan Caos {21,134.21 Gil de Bede 63) R21 1342-10919 (050) © Diputcisn Gener de Aragén ‘Deprtameoo de ave y Cure ita: Diputacion General de Aragon ‘epurtsmento de Eaaeit y Cultus Imprime: COMETA. . A Ges Cann, Hm, 3.800 — Zaria 1S..N: $4-7753-60-5 obra compet) LSB: 36.7753 408-1 (voluen Depo Legal 7.232396 PRESENTACION Antonio Pérez Lasheras Todo poeta cscribe desde su soledad, pero no esté solo. Arropamas auf el cconjunto de estudios que sobre Jaime Gil de Biedma ha constituide el slide primer volumen que, bajo la direccién de Téa Bless, precede al que ahora pro- sento y que completan las Actas del Congreso que sobre el posta barcelonés y su generaci6n pottica se realizé en Zaragoza del 22 al 26 de actubre de 1991 Aqui se ofrece un ramillete de estudios que recone con mirada aviesa a ppoctas encuadrados en esa llamada generacién del 50, o del medio siglo, o de los nitos de Ia guerra, o perdida, o... No soy muy proclive al parcelamiento ge- neravional por las miltiples injusicias que necesariamente implica al marcar el acento precisamente en lo comtin y general y obviar lo personal y diferenciador, pero, aun siendo consciente de las incoherencias en las que incurtimos, tatare- mos de ofrecer estudios particularizados de casi todas las figuras no s6lo del HHamado «Grupo de Barcelona», sina do ottos poetas que escribfan y publicaben poesia por Ia misma época En un momento en que comienza a relegarse muchos de los prejuicios que han sobrevolado sobre la llamada generaci6n del medio siglo —sobre todo a Patti de Ia revisiOn de una de sus figuras més importantes en sazrativa: Ignacio Aldecoa— es interesante comenzar el estudio sistematizado y concienzudo de ccuda uno de los esctitores que la componen; también de su proceso de forma- ida, de sus lecturas e influencias —algunas de ellas comunes, recordemos, por ejemplo, que es ésta Ia primera generacién que pudo leer Ins poesias completas de Luis Cernuda—, de sus temas y de sus estilos, eon el objeto de ir desbro- zando ese panorama todavia improciso y bastante confuso. Los nombres y las ‘obras debersn ir perfilindose hasta escribir la verdadera historia de este periodo, En fin, aqué estén, é5t08 son los compafteros de viaje. En In cola de la Quimera, como Argos de los colures, también navegaron Esther y Mari Carmen, ‘M: Angeles y Rosa, José Luis, Antonio, Pepe y Jess. Todos ellos impidieron la desolacion de la Quimera, ox PEDRO SORIANO, de las arts, asf las ates como fa pimtura y la arquitectura se nen a la poesia por medio de la musica, Fata es la inerpretee inclu tt misma pintura dentro de la poesia de Crespo. Los cuadtos son intepretados como ejecuciones musica: les, las manos del platorcreador eantan mienras pintan, y a su ver ln pintura en 3f misma es musica que se diluye. La manifestacin musical més clara que aparece en Ex medio det canine es el canto: el eanto de lox vis, de las plans, de Dios, de la pintura, del feralistaen la forjay en fin del propio poet dems, debemos afadir antes de terminar que en la obra que acabamos de analizar aparecen instrumentos musicales como el piano, la guitarra, l tambor y ‘1 acordesn, Por iltimo, debemes resaltar gue el cas0 de Angel Crespo, en particular Ia sparciin de motivos y elementos musicales en su obra, es un caso Unico en su generin {NDICE, Antonio PEREZ. LASHERAS, Presentacidn PONENCIAS Laureano BoNeT, Gil de Biedma, Tapies y el cubo de basura: 1a postica de la escuela de Barcelona Dionisio CaNas, La poesta como complicidad. Las polémieas paéticas de los atos 50 : Jaime FeRkAn, El ofro mar en la poesta de Alfonso Costafreda CCarme Rica, Las cuadernos inéditos de Carlos Barral Fanny Rusio, Claudio Redriguez, José Agustin Goytisolo y José Manuel Caballero Bonald en la ciudad ‘COMUNICACIONES La generacién de los cineuenta Clemente ALonso Crasro, De algunos silenclas y olvidos de esta genera cidn Maria Nieves PERNANDEZ Gancia, La sociedad espatola: hechos que in cidieron de forma singular en una generacion de poetas ‘Santiago ForruNo LuoRENS, Carlos Bowsofio y el grupo eatalén (Similita- der en s obra podtica) Me Pilar HERNANDEZ AGELET DE SARACIBAR, EI micleo poético cataldn de la segunda generacidn de posguerra en ta obra poética de Jaime Ferran Joaquin MATEO BLANCO, Rostna Marto, M Angeles MILLAN, La gene- racién rota en los albores de otro 98 Rafael MonaLss Banna, Unas notas sobre los poetas de la segunda pro- mocién del 50: el grupo de Zamora Angel L. Prmto be PAULA, Lue versus lucidez: una difluencia estétioa en los poetas det 50 Jess Siotancas Conés, El culturalismo de trer generaciones podicas @ través de la leyenda de Ulives Jordi ViRaLonca, El 50, unc leecién de poesta como persuades de la conciencia individual 3 45 35 o 85 101 107 19 19 bt ry 49 163 6st 1° Victoria Atencia Maria Pilar Cu.a VaLuto, Marta Victoria Atencia: mil voces, una mujer Rafael ALARCON StERRA, Marmol de carnal prodominio (Marfa Victoria ‘Atencia: ef aliler y la mariposa) Carlos Barval Daniel HOBNER, Oh cudn voraces maestros somes pata las cosas, La pre- stencia de Rilke en la poesia primera de Carles Barral Jordi Jovs Lamsnca, La primera novela de Carlos Barral: pentiltimos ceastigos Bduardo Lovez TRuco, Carlos Barral: el poeta figurada Alfonso NASARRE DE LETOSA LANGARITA, Los animales y las imdgenes ‘animales en la poesta de Carlos Barral Franciseo Javier Garcia Ropkicurz y Franciseo Javier RODRIGUEZ PE- QUESO, Proceso de desrealizacion y transreferente: «fraccién de sue- ow de Carlos Barral Francisco Brines ‘Marfa Rubio Martin, Ecos de Ja tradicién cldsiew en unos poemas de Francisco Brines ranciseo José Maris, Rosas rojas para el dngel negro. Ontologta, ética 1 estéiiea en la poesta de Francisco Brines . Alfonso Costafreda Maria Avanex, Aspect dela traci literara en ta poesia de Alfonso Comafieds Montserrat BACARDI, Alfonso Costafreda, tradncror de Carles Riba Muje Chola oe oun iin Coed 0H ant de ep labra Javier Gutinttz PaLacio, Lat rincones tle Costafeda: ser 0 no er Daniel Musa GanceDo, La imagen elemensal en la poeste de Alfonso Costareda - ‘Carmen Pua, La'cosmovisén simbdlica de Alfonso Costafreda Jsime Berri (M+ Pilar HERNANDEZ AGELET DE SARACIBAR, Diselo evolutivo del micleo podtico cataldn en ta segunda generacién de posguerra Angeles CARDONA, Presentacién y estudio de ta trilogia werdnica» de Jaume Ferrdn Montserrat PONT, Poesia y aarrativa infantil en la obra de Jaime Ferrén. 173 19 191 205 215 223 235 243 251 263 273 281 291 297 319 331 345 355 ‘tworce Angel Gonzalez Salvador Crusro MATELLAN, Bl destinatario plural en la poesia de Angel Gonzalez Luis GaRcia Montano, Historia y experiencia en la poesia de Angel Gonsdien Francisca Suanu. Coats visin desde la ironia Las voces silemes de Angel Gonaitet: wna Fe- José Agustin Goytisolo Carlos Husras, En torno a la evolucidn poética de José Agustin Goyti- solo Antonio IIMENEZ MILLAN, Arguitectura y wopta en ta obra de Jose Agus- tin Goytisolo : Juan José MANAU, José Agustin Goytisolo: rebeldias de un poeta. José Muso2 RIVAS, Presencia y difusidn de la literatura italiana en la obra de José Agustin Goytisolo Pere Pewa, La ciudad y el salvaje civilizado en la poesfa de José Agustin Goytisolo Josep Maria SALA VaLLDaUma, Los recursos apelativor de Bl retorno, de José Agustin Goytisolo Claudio Rodriguez Luis GaRcIa JAMBRINA, De Don de Ia ebriedad a «;Dénde la ebriedad?s ‘Casi una leyenda en Ia trayectoria postica de Claudio Rodriguez [Alfredo MaTEos PARAMIO, La poesia en Claudio Rodriguez o la luz wsa- da ‘Agustin MuScz-ALoNso LOrez, Casi una leyenda: La sinesis de Claudio Rodriguez Esther ORTAS DURAND, «ifiserable el momento si no e3 cantoy: Palabra, vo2 y silencio en la poesia de Claudio Rodriguez Sagrario Ruz BaRos, Hacia la densidad de la infancia (Iineraria poético de Claudio Rodrfgues) Carlos GonzAtnz Sanz, Las verdades del trigo. Una reflexion sobre ta poesia a través de la poesia de Claudio Rodriguez... Carlos Sahagin Enrique BALMASEDA MazsTRO, Carlos Sahagin y los poetas del 50 Me Luisa BURGUERA NADAL, Un poema de Carlos Sakagin o la bitsque- ‘da de wna infancia y un dios perdido Santiago Navarro Pastor, Indagar en lo oscuro 685 369 a7 301 399 407 413 47 49 437 ar 459 465 a3 ass, 493 si 533 Sa 636 ‘vpice José Angel Valente Xelo Canoe, Las palabras se pudton: La alerta metapoéica de las 50 en José Angel Valente Vicente Cenvera Satins, César Valleo y José Lezama Lima en la lirica de José Angel Valente (un dualismo americano) 563 Juan GRacia ARMENDARIZ, Pasinovsimos y generacion del 30: José An 553 sel Valente y Antonie Gamoneda rns 315 Armando Lovez CastRo, La presencia de San Juan de la Cruz en la 583 Otros autores Barique BADosA, Jorge Folch 603 José Maria BaLceuts, Poéica del despojamient en la pocsia de José Co- rredor Matheas ou Javier itz, GALAN y Ceciia MERCADAL MOLINA, La mittica de Tas cosas (Desde Francisco Mena Caniero) a9 Olga Garcia-Casareusios Martin, La llamada de las islas as Jordi Gracia, Joan Ferraté 0 los compromisos de la critica literaria nn. 637 José Munoz Mittanes, Le impenetrable claridad de la vida: Gabriel Fe- ‘rater su inerpretacién onirica de la experiencia 645 ‘Antonio Pénaz: Lastseas, De Juventud del dolor a la Friaad de ta exis- tencia: La poética uniaria de Antonio Gamoneda 655 Alfredo SALDARA, Mo halo, sino rayo: Julio Antonio Gémez y la podiica de las eineuenta 665 Pedro SORIANO, Motivos y elementos musicales en la poesia de Angel Crespo. En medio del camino = os INDAGAR EN LO OSCURO (Notas sobre la postica de Carlos Sahagdn) Santiago Navarro Pastor ‘Conocer, penetra, indegar: una pasion que dura To que la vida (V. Alebsandre) En la nota correspondiente al 7 de febrero de 1956, se refiere José Luis Cano en Las cuadernos de Velintonia (su libeo de conversaciones con Vicente Aleixandre) a la brutal paliza que unos falangistas han dado al poeta Claudio Rodrfguez»’. Esta noticia podria destacar al lado del brindis final «a Tos ami- gos» de «En el nombre de hoy», la composicién inicial de Movalidades (1960): ‘aa vosotros pecadores / como yo, que me avergienzo J de los palos que no me han dado, / seforitos de nacimiento / por mala conciencia escritores / de poesta social». El contraste entre la anéedota de los sucesos madrilenos del 56 y esos versos de Jaime Gil de Biedma puede ponemnos en situacién para comprender un asunto sobre el que se ha hablado a menudo al debatir en torno a Ia genera cién poética del medio siglo, Se trata de Ia existencia de, cuando menos, dos ‘campos distintos, o dos sensbilidades diferentes, en su seno. En carta de 28 de Julio de 1960, ditigida también a José Luis Cano desde Miraflores, escribe lo siguiente Aleixandre a propésito de la publicacién de Veinte alos de poesia es- parila (1939-1959) (1960): «;Viste la Antologia de Castellet? La antologia es ‘endenciosa, ignara en cierto modo y toda enderezada hacia el grupito barcelo- gs (jouinta injusticia en los olvidos! jEsa ausencia de los jévenes de por acé! Sangra, por ejemplo, la de Sahagiin). Peor resulta cl prétogo, que es pintar como (querer Ia historia de’veinte afjos.. hacia su “desembocadura’ de nuevo en los bar- celoneses»?. Prosigue Aleixandre quejéndose del desafuero cometido con él mis- ‘mo, por su escasa presencia en la antologia, frente a Ia de Alberti, a quien cons: era poco influyente. En cuanto a Sahagtin, hay que decir que su ausencia se remedia en la segunda edicién de Ia obra, Un cuarto de siglo de la poesia espa fiola (1939-1964) (1965), En esas lineas de Aleixandre, encontramos una queja en su propia defensa y en la de algunos jévenes poctas, y asimismo una manifiesta ‘desconfianza con respecto a los integranles del grupo barcelonés en el que st fra- gu6 la antologia, Ios cuales se habrfan arrogado un excesivo protagonismo en el panorama postico de aquellas fechas. La suspicacia persste, y dos aos més tarde hallamos otro testimonio elocuente, de nuevo en las piginas de Lor cuadernas de Velitonia, EL 1 de abril de 1962 anota José Luis Cano el contenido de una de ‘sus charlas con Aleixandre y reproduce literalmente las palabras de éste: «Elogios TL relon, Sei Bal 1986p, 86. 2 pleased J. Cano, Mads Allan Earl, 1986, p. 170. sa SANTIAGO NAVARRO PASTOR 44 Paco Brines y a Carlos SahagGn. Este Je parece un chico puro, y un poeta au ‘entico. {Palabras textuales de Aleixandre:] ‘Aunque de ideas comunistas, su inde- ppendencia de eriterio se muestra al no estar dispuesto a soguir al grupo eatalin ni 4 acalar su poesfa como buena. Incluso tiene el proyecto de haver una revista —con Brines y Claudio y otros— para poner los puntos sobre las fes acerea del realismo postico y el grupo catalin’s. El proyecto de dicha revista no lleg a ma- teralizarse, que Sepamos. Pero estas observaciones nos permiten verficar que, en 1962, Aleixandre entiende que los barceloneses promotores de la discuida antolo ‘fa Son partdarios sin mas del socialrealismo. Sin eattar en la exactitud de esa apreciaci6n, en el texto anterior se palpa un claro antagonismo entre el grupo cata- lin y los poetas del mas cercano entomno de Aleixandre, en este caso ues poets incados en ese momento en Madrid y a los que Aleixandre parece excluir del a de inflvencia del realismo histético propugnado desde Barcelona. Las suspica- as mutuas enise los eseritres barceloneses y madrilefis son un capitulo bastante conocido en Ia historia de las letras de esos aos, gracias a la abundancia de datos al respecto contenidos en memorias, entrevista, actos piblicos, estudios, etc. Me~ recerfa la pena reparar en una circunstancia paradéjica, y es que lo que en su dia surgi6 desde ef dmbito catalén como un témino peyorative para referirse & algu- nos novelisas como Armando L6pez Salinas, Antonio Ferres © Juan Garcia Hort lano, y por extensién a los poetas de la capital del Estado y a la ranciedad y au- ‘arqufa de su ambiente cultural, esto es la etiquota tradicionalista «Escuela de Madrid», andando el tiempo se ha vuelto contra los propios miembros del. grupo barcelonés, a los que con tcda naturatidad se les nombra ahora como «Escuela de Barcelon> Aqui, al margen de esas cuestiones nominalistas, quisiora examinar los do- fcumentos que contienen las ideas poéticas que han ‘guiado el quchacer de un autor como Carlos Sahagin, quien debido sin duda a su independencia de erite- rio como sostuvo on su dia Aleixandre— no se ha beneficiado tanto come ‘otros de las operaciones publicitarias, que explican buena parte do los rasgos extemos del grupo poético de los aos cincuenta, Sahagdn forma part, junto a figuras como Claudio Rodriguez, Francisco Brines o Eladio Cabafero, de esa ‘otra cara de la generaciGn ajena al boato propazandistico. No es, claro est, este problema de la mayor 0 menor notoriedad cosechada lo que distingue a un con= Junto del otro. Son diferencias més esenciales las que los separan. Sin embargo, {tanto un sector como el otr> de esta promocién tienen en comin el haber com- ppaginado la creacién con ta reflexiOn sobre la naturaleza de la misma y, dentro e Ia diversidad de voces, taber definido doctrinas y méviles posticos parecidos en algunos aspectos. A continuaciGn se verdn, en ol caso de Sahagin, las con- vergencias y posibles divergencias con respecto a los mismos, Empecemos con el texto titulado «Notas sobre poesta». Se trata de los tpuntes de postiea que encebezan Ia seleccién de poemas de Sahapin espigados ‘para Ia antologia de Francisco Ribes Paesta sitima?. Estas «Notas» estén divi das en dos partes. En la primera de ellas se zeflexiona sobre el fenémeno posti- 3. Madi, Tass, 1963 Cie come Pu INDAGAR EN LO OSCURO 543 0. Se aborda el dilema comunicacién o expresiGn, para poner de relieve que en poesta Ia comunicacién, si Hoga a conseguirse, sOlo es un efecto derivado del acto de In ereacién, cuya esencia no radica en una fécil transmisién de conteni- ddos preestablecidas sino en la indagecién en areas desconocidas del sujeto, en cl examen de sus sentimiontos personales. El meollo del fenémeno postico re- presenta, segin esos planteamientos, una forma de conocimiento. El pocta se ‘propone eexplorar en el pooma un trozo de su vidas (PU, p. 122), de In que de antemano desconoce su verdadero sentido. A este propdsito manifiesta Sahagdn: ‘eel poeta eseribe para expresarse, es docit, para afirmarse a sus ojos analizando sus propios sentimientes, sin ceuparse con exceso de las reacciones de los audi- tores eventuales,(..] En el fondo, al poeta no le importa Ia comunicacién 0, al ‘menos, no le preoeupa de una manera consciente, Lo verdaderamente importa {c, para él, es esa afirmacién de sf mismo, esa indagacisn en lo oscuro median te la cual, una voz terminado ol pooma, conoceré Ia realidad desde otras pers pectivas» (PU, p. 120). Esta idea de ln «indagaciGn en lo oscuro» consuena con lag argidas en ese mismo volumen por Claudio Rodriguez y José Angel Valen {e cuando definen la rafz de su modelo poético como un «sondeo en lo oscuro», tun «movimiento de indagacién y tanteo», como «conocimiento *haciéndose’», cen expresiones del dltimo (PU, pp. 157-158). En cuanto a la génesis del pocma, estas «Notas» aconsejan el equilibrio en te un elemento de inspiracién y Ia adecuada reconduccién del mismo a terreno firme, donde es el oficio del pocta el que actia. El proceso esti descrto del si- fuionte modo: 1) tras experimentar un sentimiento, el poeta puede hallar inopi rnadamente una difusa intuicién sitmica y un estado emotivo especial, en el que se percibe de forma fugaz «una primera sensacién de tiempo detenido, que se entrega a nuestra contemplacién» (PU, p. 122); 2) a partir de ello, se legs gra- ddualmente & ln configuracién verbal de esas vagas impresiones, en un acto regi- do ya en todo momento por el mayor rigor estético posible, Esta segunda exi- gencia es impreseindible, ya que sun poema sélo es vilido cuando el sentimionto que le ha dado crigen, ademas de ser auténtico, va unido a una ex presiéa Unica e insusttuible» (PU, p. 123). Bsa forma de expresién decantada ‘80 est rela con la polisemia de Ia lengua pottica: no obliga. pues. a cefirse ‘1 ala mezquindad significativa de las palabras» del lenguaje comin (PU, p. 121). La semejanza de estos argumentos acerca de la génesis del poema con las ideas poéticas vigentes en ese momento es innegable. Tsmese, a tulo de eet plo, fa siguiente observacién de Gil de Biedma: «EI poema aparece en principio como la posibilidad de una cierta fluencia verbal, no definida todavia —unas pocas palabras irradiantes, una atmdsfera y un tono nada més que presentidos— pero ya poscedora de signo afectivo, y va cuajando @ compas de la faena crea dora: las vieisitudes de ésta le dan contorno y contenido». Las palabras de Var EL ple de te ler, Barcelona, Cie, 1990, p27 primero «Pilogor 4. S. Bl, Fan cine le psa y anion de a src, ta eI Gi de Dds, Baclons, See Baral 1985, % 344 SANTIAGO NAVARRO PASTOR lente que vienen a continuacién inciden en asuntos parejos: «El poeta no tiene hingin material previo al poema, sino meras intuiciones ritmicas y la aparicién de cicrtas palabras con tas que vas [sic] tanteando un material que es funda ‘entalmente oscuro. El poema se plantea come una especie de ser orgénico Ese ritmo, esa apariciGn de ciertas palabras tienen una funcién seminal, y a par lir de esa somilla se va formando el poema Simplemente, hay que asegurar esa formacién espontinea del poema, que se gesta como se gesta un no, y hay ‘que respetar esa gestacign Con arreglo a un estado de opinién mayoritario entre los poetas de la se- ‘sunda generacién de postguerra, Sahagiin admite un necesariv deslinde erftre Conducta social y préctiea artistica. Se exime en cuanto poeta, no cn cuanto hombre, de cualquier tipo de responsabilidad social o compromiso militante. EI Unico compromiso exigible es el estético, y éste consiste en Ix conformidad afectiva con to que se dice y en una convincente plasmacién verbal de esa ma- feria. Lo demés son tentaciones descartables: «No ereo que al posta, como tal, se le pueda exigir ninguna clase de compromiso, si no es el de su autenticidad Tentarle con vagas promesas de mayoritarismo para hacerle incutrit —sélo en apariencia— en una temitica social, me parece absurd. A la hora de la verdad, Jo que cuenta en el terreno de las valoraciones éticas es la conducta publica de cada individuo. En poesia, lo eseacial no es s6lo lo que se dice, sino ol cémo se dice. En la vida, lo esencial no es ni lo uno ni fo otro, sino nuestros actos» (PU, pp. 123-124). No obstante, peso a mantener clara esa divisoria, manifes. tindose ahora desde Ia vertiente de la conducta ciudadana, Sahagun confiesa ‘que ha ido gandndole «ls convieciGn de la necesidad de la revolucién» (PU, p. 126). Como individuo comprometida con unas ideas y no en tanto que poeta, tiene una responsabilidad cfvica y 1a afronta desde la perspectiva ideoldgien que considera justa, Ahora bien: la forma de acometer ese compromiso ao debe ‘equivaler a «adecuar mi poesia a las exigencias del momento histrico, haciendo de ella un arma para la lucha de clases» —como habian catequizado alos atris Jos poeias socialrealistas—, ya que «de esta manera quedarfan al margen mu- chas experiencias intimas, innecesarias © inesenciales desde el punto de vista so- ial» (PU, p. 119), pero que por de pronto son inabdicables para un programa poetico como el que defiende. Asumiendo de manera inequivoca una neta, de- ‘mareacién entre ef plano de la conducta publica (en que el compromiso es para 1 includible) y el plano ce la préctica postica (en el que s6lo hay que perteguit [a autenticidad artistica y la eficacia expresiva), el caso de Sahagiin revela, en lo que ataie a sus textos téricos al menos, una notable tensidn argumencativa, surgida del conficto entr: la admitida nevesidad de ese deslinde y una fuerte Propensién personal hacia los problemas politicos del pais. Siguiendo de manera colateral con fa cuestisn del compromise y bablando hora de su obra realizada, en Ia segunda parte de estas «Notas sobre la poestan ‘expone Sahagiin cual puede ser a su juicio Ia Unica manera de emprender en Doesfa una tarea denunciaora, si es que pese a sus reparos se le continda reclu, 5. P. Goml Valen, pesado de vob, ABC Lira 1989, p. Vi INDAGAR BN Lo OSCURO 545 ‘mando tal exigencia: «Quiero pensar que mi poesfa ha sido una poesia negativa yy desoriemiada. [Se refiere a los libros que hasta 1963 llevaba publicados: un folleto escrito en su adolescencia titulada Hombre naciente (Alicante, Silbo, 1955); en segundo lugar, el poemario que obtuvo en 1957 ef Premio Adonais, Profectas de! agua (Madrid, Rialp, 1958); y el ttulado Como si hubiera muerto tux nino (Barcelona, Insitio de Estudios Hispanicos, 1961), con el que el autor zgand en 1960 el Premio Boscén.] Creo, sin embargo, que el hecho de habernos ‘manifestado como hombres tistemente abandonados, huérfanos incluso de noso- {ros mismos, constituye de por sf una denuncia social y, como tal, posee un va- lor de testimonio» (PU, p. 125). Sahagin tiene como cosa estimable, pues, que su obra posea un valor testimonial, ofrecido desde Ia esfera de lo individual, Jo que concuerda con el tipo de confesionalismo que por lo comtn distingue a los pootas de su misma promociGn, Et segundo texto en el que podemos leer ideas posticas expuestas por S: hhagdn es el ttulado «Poesta social» y figura en Ia antologia homénima prepara- tds por Leopoldo de Luis en 1965*. Mas que una postica (pues como tal Ia pre- Sentaba el editor de esa obra), este escueto texio representa un apunte acerca del \esarolio histérico de ta literatura social. Desde esa perspectiva, se alude en él, por sjemplo, a las Danzas de la muerte medievales. En realidad, en esas pocas lineas no existe una voluntad programa. Més que una declaracisn de princi- pios, encontramos en elas la brevisima deseripcién de un fendmeno literario ‘que en alls precedentes habia tenido alguna pujanza, [En Ia eépida definicién de la poesta social que da Sahagén, destacan los si- {guientes rasgos: es de base revolucionaria; virtualmente mayoritaria; de inten- cidn erftica y transformadora; de contenido moral; pretend influir en In conduc- tw colectiva; y aporta vivencias del hombre inmerso en la historia. A renglén seguido, advierte que «en la actualidad [..] se ha transformado en una simple eritica de la sociedad burguesa, hecha desde dentro y, por consiguiente, con las mismas contradicciones inherentes a esa sociedad» (PS, p. 424), Ademés, sostic~ re que, en rigor, [a auténtica poesia social tendria que haberse dado desde una ideologia genuinamente obrera, Io que obviamente nunca sucedi6. En lo que fale texto desalna es en I afin de que Is poesia aries unt cla histérica de transicién» (PS, p, 424) hacia la modalidad literaris deserita en las lineas precedentes. En ello Sahagin parece ir a la zaga de las ideas expuestas por José Marfa Castellet en los polémicas prdlogos de las dos ediciones de su antologia Veinte afos.. 0 Un euarto de siglo de poesia espafiola y en su ensa- yo Poesia, realisme, historia’. En esas obras Castllet confia en que por enton- ‘es se est abriendo un amplio perfodo cultural (que paradgjicamente duraria ‘s6lo cinco afios, justo hasta la publicacién de Nueve novisimos poetas espa Jes) en que cobrirfa completa vigencia el realismo histérico. Castellet constata, como también Sahagdn, 1a existeneia de poetas de transicién entre to que Ils {Cito por de Lai (8), Poesia see, Anil (1930-1968), Madi-Barestona, All uaa, 190%, Ati con PS “h.acelon,Eaiine 62, 1965, 546 [SANTIAGO NAVARRO PASTOR rma con enorme reduccionismo la tradici6n simbolivta y la realista_y desestima la incongruencia del mantenimiento de hibitos elocutivos de raigambre simbotis- ta en una escritura de contenidos realistas’. Sahagin, en cambio, interpreta la ssupuesta encrucijadn a lr manera inversa: si en una elapa de tsansformacion de pitas elocutivas hallamos (P. 334, Asi, proguntado por «cual dobia sor In funcién do la poesia en In actual hora espafiolay (p. 307), contesta que sla do servir do ayuda 1 otros hombres, expresando la realidad colectiva en todos sus aspectos y dando testimonio, al mismo tienpo, de la realidad individual. cuando ésta posea en s ‘misma capacidad suficiente para guiar a los demés en la inevitable bisqueda de la verdad hist6rica que es Ia vida humana» (pp. 334-335). Las sucintas ideas ‘que en esas contestaciones expone Sahagin delatan cl influjo de cuestiones me- dulares de ta estética de Gybrgy Lukécs tales como las de totadidad y ripicidad, adapladas al contexto espafiol por Castellet. Aunque no resultan anténimas con respecto a las intenciones de indagaci6n y afin cognoscitivo que expresaban las Notas sobre la poesia» de 1963, estas declaraciones de 1968 se suscitan por Gi. Ue cua de spo de poesia expatola (193.1968, Barslona,Soix Baral, 1965, op 95.96, 3. Mid exe repecto ¥. Provera, Podicas axpafoen catemponinen. La generacn de 50, Made, Hips, IAB, p. 1981. Le, atl Mart. Lesa gone raion pode dep ‘or, Baijon Dipatcgn Provincial. 1986, pp. 123-12 1, Ct por la rar ein deen sb acon, Lumen, 1977. INDAGAR EN LO OSCURO a7 luna inguietud muy acendrada en torno a «los problemas que plantea la interrela- cid del tiempo histérieo y el tiempo personal» (p. 335), Diez ailos después, ante In encuesta que Antonio Hemindez propone en su antologia Una promocién desheredada: la postica del 50 (1978), todo son re- servas por parte de Sahagdn frente a las preguntas planteadas (desde eudndo siente Ia necesidad de eseribir, desde qué presupuestos eseribe, qué consecuen- tias encuentra en el cambio de intencionalidad de su poesfa n partir de Tn se- gunda mitad de los afios sesenta)'!. Por toda respuesta, declara lo siguiente: sProfiero no conlestar estas cuestiones. Con relacién a la poesia, considero ind- til y marginal el conocimiento de los datos previos subyacentes, biogréficos 0 ieol6gicos.» Si bien se mira, ello no representa sino la vuelta 1 convieciones ‘ya expresadas en las «Notas» de 1963: «Sé que los poomas se justifiean por sf mismos © no se justifiean de ninguna manera» (PU, p. 119). Las reticencias de 1978 pueden deherse a un repliegue programstico a las posturas de primera hora, tras aber sentido alain disgusto o cansancio con respecto a su. enorme atencién de diez aflos antes por los problemas poltticos, reflejada tanto en sus declaraciones de entances como en sw obra correspondiente a fines de fos sesen- ‘a, recogida en el volumen Estar contigo (Ledn, Insitucién Fray Bernardino de Sahagin, 1973). En el poema titlado «Arbol en Galdar», coetineo a la antolo- sia de Antonio Heméndez y perteneciente a su excelente poemario Primer y ile timo oficio (Leén, Insttucién Fray Bernardino de Sahagin, 1979), se encuentran indicios de una voluntad de renacimiento o de un replanteamiento radical des- ppucs de una erisis que habria afectado a los méviles tedricos de su escritura Sentido metapoético parecen tener desde luego Ios siguientes versos de esa composicién: La ‘gen buscé Ia palabra ‘gue acompana, quien hizo de su pasado lamévil tun ademén de entrega, hhoy no pie otra cose sino silencio, ¥ papa Ia pred ya, tos mares Impenetrable, hoscos, Y hacia Los cilos libres fence extrano, insomne, Proponiendo la vide these se props reinas, [Esa palabra que acompalia» {no alude acaso a las opiniones que Sahagin ma- nifestaba en sus respuestas de 1968 a José Batll6? Ese fragmento de «Arbol en Gldar» sugiere un deseo de reorientacién y vuelta a las premisas del programa trazado en 1963 en las «Notas sobre poesta Madd, Zar-Zy3. 1978, 9, 308, $2627. Saag, como Vales, hala deeiado yl ‘avian simervonir op Is cna plano por Invi’ Caadera pare ilo, XIN toed (1969), como alse dee (6) en ella'erestheban opiniones de ls (es erat mis ieaivasr dol leas paola def posuere 548 SANTIAGO NAVARRO PASTOR El resto de fos erierios te6ticos expuesios por el autor desde entonces no hace otra cosa que confitmar tal suposicidn. Tenemos todavia un par de docu- mentos donde constatarlo. Son los textos de dos entrevistas con el autor (Ia pri- mera de 1981, en ocasién de habérsele concedido el Premio Nacional de Litera- tura el aio anterior, y Ia segunda de 1984), en las que tetera los fundamentos de su postica, tal como aparecfan en las piginas de Ia antologin de Francisco Ribes Poesia altima, y en las que asimismo hace algunos eomentarios sobre su trayectorialiteraria. Aqui se habla de nuevo de In primaefa de la exigencia esté= tica por encima de cualguier otro género de compromiso; se alude una vee mis al complejo mecanismo creador del poema y se insiste en Ia idea det ejercicio postico entendido como un medio de conocimiento” Del examen de todos estos testimonios de valor teérica, deduecimos que ta doctrina defendida por Carlos Sahagtin es acorde con argumentos imperantes en tre los poetas de su promocién, Una peculfaridad presenta, no obstante, Saha: 10n, y es su creciente interés por lo social conforme avanza la déceda de los sesenla —aunque a partir de los setenta ese interés va a diluirse poco a poco— abierto contraste con el itinerario seguido por ottos integrantes de su genera ‘cin, quienes 0 bien janis participaron de lo social, © bien, tas hacerlo al co- mienzo de sus respectivas carreras literarias, lo abandonaron al tiempo que desa- pparecfa la moda del socialrealismo. Sin embargo, Sahagén, al compartir inguietudes comunes @ ls que sintieron en su dia los poetas sociales de la pri= ‘mera generacion de pos.guerra, no asume ni una sola linea do los presupuestos {edricos en que aquélfos basaron su préctica posta, consciente como es de los efectos y limitaciones de la misma Para coneluir, adoptemos por un momento el punto de vista de su obra creative, en In que algunos ejemplos podefan ratificar pertectamente lo hasta aguf dicho. Al margen de la exposicién doctrinal explicta, Sahagéin ha utilizado cl poema en ocasiones, como sus compaferos de promocisn, para reflexionar ‘acerca de su concepto de Ia poesfa y de la naturaleza del acto creative. Un ‘muestreo en toda regia daria para otro trabajo, por lo que habré que limitarse a softalar s6lo un par de casos, Remitimes, con todo, a la lectura de poemas del autor como «Pais natal», «La palabra», «Menos mi propia vida», el ya mencio- nado «Arbol en Galdar», eFinal> o los més recientes «Silabas» y «Alamon , en Tos cuales se ponen de rslieve abundantes elementos caracteristicos de la poética dol autor, ‘Ya hemos visto qu: Sahagin es partidario de esa poosta que se practica 12, La primera fue pubes yor ts Revs de Bacher (Mad, 1 198), pp, 68-70, La segunda parialinne Calas de i antero fe emits por RNE- el 1984 ean programe eigdo por 3. Hrs Dabo In anscripeton de agullacoeversciin sls able te C, Soa, 1."Tanbida aloe a eo Suhugda en una chala que ee laren dcembre de 198 ch ‘euro de Int jomdas gnats de esto Soba ta posi yi nove dela geri de 0 trmseta en sCologul sobre foe, lidar de Granade 19 (entord) (1988). 9.120, "Eto doses pam posers a Primer) hime aft, an sto publics el ‘wimero en ls revisos flor de poste [Barclonal. 25 (983) p92, Agari 0 (Ales. 10 is) 9.5 yon P Prove, pcp. 208; el segundo en larva Taye Barcetoca). 7 (188), INDAGAR EN LO OSCURO 549 como una forma de conocimiento, como una manera de indagar en el material do In experioneia dada pero no del todo conocida, en busca de su significado cexacto. En esa busqueda desemperia un papel capital Ia delicada maquinaria de | memoria. Fundamento te6rico y al mismo tiempo tema reiterado en todos sus ppoemarios, el asunto de Ia memoria preside el desarrollo de la obra sahagunia- ‘ma, Prueba de ello es el pocma «lavierno y barros, con que se abro el volume Memorial de ta nocke (Barcelona, Lumen, 1976), que reine la produccién del autor realizada entre 1957 y 1975. La pieza en cuestin, dada su posicién proe- ‘ial en el libro, tiene un evidente significado metapostico, Abt se insinda que el éxito del poema tendefa que ver con la eficacia en la evacacién y en el exa- men de los recuerdos, en su fijacién e ialerpretacién por debajo de su velo més superfluo: «Pues fracasé Ia realidad de entonces, / no sucumba el poema, no haya olvido.» Esta ardua labor de reviviscencia encuentra abundantes cortapisas. De tal manera que el poeta no realiza un féeil ademin de evocacién que rinda inmediatos resultados satisfactorios. El conocimiento no puede resultae sino de un esfuetzo conflictivo cuando los recuerdos son

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