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El homicidio en México entre 1990 y 2007 Aproximacion estadistica Fernando Escalante il cele con la colaboracién de Erick E. Aranda Garcia 364 .15230972 B742h ej.2 EL COLEGIO. DE MEXICO Secretaria de Seguridad Ptiblica federal ‘Aproximacién estadistica 5 8 & > g 3 8 z o g & = ia At 2 e 2 364.5301 a Erb ‘364.35230972 Ere2h Escalante Gonzaibo, Fernando Bl homicidio en Mexico entre 1090 y 2007 : aproximacion stad Bacalante: Gonzalbo ; con la colaboracién de Bick F. at DLR: EL Colegio de México, Seguridad Piblica federal, 2009, 125 p, iea / Fernando randa Garcia ~ México ntro de Estudios Internacionales ; Socretaria de ISHN 978-607-462-060-3 1. Ascsinato ~ Moxlco ~ Estadisticas — 1990-2007. 2. Victimas de asesinato ‘México ~ Bstadisticas - 1990-2007. 3, Violencia ~ Mexico ~ Estadisticas ~ 1990- 2007. 1, Aranda Garcia, Brick E. 1. Primera edicion, 2009 D.R.©EI Colegio de México, A.¢. Camino al Ajusco 20 Podregal de Santa Teresa 10740 México, D.F wowe.colmex ims D.R. © Scorotaria de Seguridad Publica federal Av. Constituyentes 917 Edificio "A", Pe Belén de 1s Flores DINO México, DF worw.ssp.gob.mx ISBN 978-607-462.0003 Limpreso en sésico indice Presentacién 9 Prefacio n 1 La ffalta de] estadistica delictiva en México 13 2 La tendencia nacional 25 3 Primer apunte geografico 35 4 BI perfil de la violencia urbana 51 5 Las ciudades de la frontera norte 85 6 Perfiles basicos: género 77 7 Perfiles basicos: edad ot 8 Perfiles bisicos: lugar dé residencia, ocupacion y escolaridad 105 Algunas conclusiones 17 Bibliografia 123 7 Presentacion Uno de los mayores retos que enfrenta México en nuestros tiempos ¢s ¢l de con- solidar 1 Estado de derecho y garantizar la seguridad que sus ciudadanos requie- ren para desarrollarse plenamente. Hacer frente a este desafio presenta enormes complejidades: en las tltimas décadas, mientras la sociedad mexicana evolucionaba y el fendmeno delictivo mutaba, el modelo de prevencién y combate al orimen se rezagé, y las institucio- nes encargadas de garantizar la seguridad publica se fueron deteriorando, Ante esta situacién, el gobierno mexicano ha iniciado un proceso de transfor. macién sustancial y de fortalecimiento de su sistema de seguridad pablica, en el cual resulta fundamental una mejor comprensién del comportamiento de la ctimi- nalidad para emprender acciones decisivas que contribuyan a su abatimiento. Por ello, la Secretaria de Seguridad Pablica federal y El Colegio de Méxieo firmaron un convenio de colaboracion con el objeto de realizar investigaciones y publicaciones conjuntas en materia de seguridad. El resultado de estos estudios, ademas de con. tribuir a la difusién de informacion objetiva sobre el fenémeno delictivo, permitira a la Secretaria desarrollar mejores politicas pitblicas sobre la prevencién del delita yel combate a la delincuencia Es en el marco de este convenio de colaboracion que ambas instituciones unicron esfuerzos para realizar la investigacién y publicacién del presente andli- sis estadistico del homicidio en México. Este estudio pretende ser el primero de una serie de voltimenes sobre distintos temas relacionados con la seguridad pui- blica. Se eligié el tema inaugural del homicidio porque es, sin duda, uno de los principales indicadores sobre los niveles de violencia y de inseguridad en cual- quier pais, En él se ofrece a la sociedad mexicana una serie de ejeroicios estadis- ticos y de georreferenciaci6n sobre este fenémeno. La perspectiva es novedosa en la produccién académica mexicana, y permitira confrontar las percepciones sobre la inseguridad con la realidad Asi, este estudio nace de la necesidad de poner en la mesa del debate priblico informacién confiable sobre temas relacionados con la seguridad public insumo esencial para construir un pafs que progrese por la via de Ja legalidad, el orden y la paz social. ‘como ING. Gewano Gancta Luna ‘Dr. davine Garcrapteco Danan Secretavio de Seguridad Publica Federal Presidente de El Colegio de México Prefacio En las paginas que siguen hay un analisis estadistico del homicidio en México Entre 1990 y 2007. Concretamente, un andlisis del perfil sociodemografico de Jas victimas de homicidio y una primera aproximaci6n al problema de su distri- bucion territorial, Es la primera parte de un estudio que tiene que continuarse con un andlisis territorial mucho mas detallado, que incluya a todos los estados del pais, No hay en Jo que signe una explicacién general del homicidio en México. Entre atras razones, porque la informacion que tenemos dice que no hay un per- fil nico ni un perfil general del homicidio en el pais; segiin pueden reconstrut 0, a partir de Ja informacion que tenemos de: las victimas, parece haber al me- nos dos patrones claramente distintos: uno que corresponde sobre todo a los estados del centro y sur del pais, con un fuerte componente rural, y otro que co- rresponde a las grandes ciudades y a las ciudades de la frontera norte. Aparte de eso, est cl hecho de que no hay otros estudios estadisticos que.sifvan de orien- tacién o que permitan un contraste : He procurado explorar las hipétesis que se manejan con mas frecuencia en el estudio de cifias agregadas de homicidio y que sugieren correlaciones entre tasa de homicidio y urbanizacion, densidad de poblacién, crecimiento demogré- fico, etoétera, Ninguna de ellas parece ser suficiente para explicar lo que sucede en México. Ninguna permite conclusiones inequivocas, vigentes para el conjun- to del tertitorio, Los resultados sugieren que hace falta combinar varios indicado- ros, tomar en cuenta factores distintos. Es decir: hace falta una sociologia y segu- ramente varias etnografias del homicidio en México. Es un primer panorama, necesario porque no existia, Pero este minimo es- tudio habra cumplido con su objetivo s6lo si consigue inspirar a otros investiga- dores preguntas concretas, hipdtesis contrastables, que permitan que la discu- sidn vaya més allé de la retdrica y las especulaciones sin fundamento. Para ese propésito, dado que la informacién no circula habitualmente en el espacio piblico ni en los circuitos académicos, he incluido todos los cuadros y grificas que hacen falta para tener una imagen completa del fenémeno. Procuro, en cada uno de los aspectos que reviso, ofrecer el panorama para el conjunto del periodo y mostrar las diferencias entre estados y regiones del pais. Extraigo con- clusiones, en cada caso, més o menos sélidas, que podrian resumirse en ocasio- nes en uma sola gréfica, y se ahorraria tiempo; no obstante, he preferido mostrar {1 12 homicidio en Mexico entre 1980 y 2007 el proceso de mi razonamiento, con toda la informacién que podria ser ttil para sustentar una interpretacion alternativa. El capitulo de agradecimientos no es un tramite en este caso. Este libro no hubiese sido posible sin la colaboracién entusiasta y puntual de Erick E, Aranda Garcia en cada uno de los pasos, desde la recopilacién de informacion hasta las decisiones sobre el formato de las gréficas; agradezco también el apoyo del equi- Po que trabajé con él en la Secretaria de Seguridad Piiblica federal, en la forma- cion y arreglo de las bases de datos: Francisco Salvador Camacho Nares, Ricardo Marquez. Blas, Fernando Ramirez Hernandez, Alejandro Romero Herrera y Héc- tor Ivannov Vazquez. Martinez, y particularmente a quienes apoyaton en la ela. boracién de los mapas: Dante Barrera Aguilar, José Luis Gallegos Hernandez, Is tael Molina Espinosa. También agradezco la siempre amable y generosa ayuda de Daniel Garcia Puente, en la Biblioteca Emilio Alanis Patifio, del ivect, y do Juan Enrique Garcia Lépez y Carlos Anzaldo Gémez, en el Consejo Nacional de Poblacién, Agradezco la cuidadosa, exigente lectura y los comentarios de Antonio Amela y Maria del Carmen Pardo. Finalmente, tengo que dar las gracias también, de un modo muy especial, a Leticia Escalante Martinez de Murgufa, que me ayud6 a disoftar los ejercicios estadisticos y me ensefié a manejat los programas necesa: ios; sin su ayuda, a estas alturas estaria todavia haciendo las primeras sumas en. mi cuaderno, 1 la [falta de] estadistica delictiva en México ‘Todos sabemos que México es un pais violento. Es uno de los rasgos més noto- rios, de los que aparecen con mas frecuencia cuando se trata de definir el cardc- ter nacional: una actitud que se supone fatalista, de una rara familiaridad con ta muerte, que se traduce en representaciones jocosas de esqueletos y calaveras, En particular, la presunta indiferencia de los mexicanos hacia la muerte es, como dice Roger Bartra, “uno de los lugares comunes mas socorridos del pensamiento mexicano moderno®! Aparece en Ja literatura en Rulfo, Fuentes, Revueltas—y también, més o menos caricaturizada, en el cine, y especialmente en el cine es- donde la representacién tipica del mexicano ha sido, sucesiva- mente, la del *bandido" vagamente romantico y primitivo, el "pachuco" penden: ciero, incivil, y el narcotraficante feroz, de crucldad inhumana, de pelidias como Traffic 0 Man on fire? : ‘También podemos saber —a partir del andlisis de Claudio Lomnitz— que esa fascinacién que ha hecho de la muerie una especie de totem nacional es un fendmeno muy complejo: en parte, una condensacién fle las actitudes populares hacia la muerte, en la “alta cultura’; en parte, una apropiacion distorsionada de la cultura popular en el lenguaje del navionatismo,? ¥ en sus versiones recientes, un producto de la contemporénea cultura del consumo, que ha hecho del tema un motivo folclérico de identidad.! Comoquiera que sea: estilizada, deformada, mas o menos pintoresoa, la ima- gen de la muerte se asocia a la imagen del pais, como uno de sus rasgos mas ca- racteristicos, Llama mucho la atencién por eso que, siendo algo tan sabido y tan caracteristico, no haya mas estudios empfricos sobre el fenémeno, dedicados ladounides * Indiferencia, por eupuesto, imaginaria *La ‘indiferencia ante la muerte! del mexicano es um ‘mito que tiene dos fuentes: la fatalided religioss que auspicia la vida miserable asf como el despre. «io de los poderovos por la vida de los trabajadores." Roger Barta, La jaula de la melancota, Ident dad y metamorfoes del mexicano, México: Debolailio, 2005, pp. 84 y 87 2 Véase Ramiro Martinez. Jt, Latiny Homicide. Immigration, Violence, anu Community, Nueva York: Routledge, 2002, pp. 114 y 9. S Claudio Lommitz, Death and the Idea of Mexico, Nueva York: Zone Books, 2005, p. 405. * La cultura de consumo mexicana ha sido tan voray, y tan eunférica en su adopcion de la ‘modernizacion, que ba sido capaz incluso de consumir la obsesion mexicana con la muerte, pre sontada ya no come wna revuelta popular dionisiaca, ni como la ciega y sorda brutalidad de Ia his toria, sino como una curiosidad, un icono de identidad.*,Ibidera, p. 408, hal 14 homieidioen Mexico ente 1980 y 2007 aunque fuese solo a medi la inveterada violencia nacional: ;Qué tan violento es ‘México? ¢Es mas o menos violento hoy que hace diez, veinte 0 cincuenta afios? Bsa carencia resulta mas extrafia todavia porque en la tiltima década la se- guridad publica se ha convertido en uno de los temas centrales para la vida pi- blica mexicana: él cambio de siglo se ha vivido en México bajo el espectro de una crisis de seguridad que parece ser més grave cada dia que pasa, No sucede solo en México, por cierto; on todo ¢l mundo, los miedos de la Guerra Fria han sido sus- tituides por un miedo mas o menos difitso hacia la “delincuencia organizada’’ Pero en México, violento de por si, se sentido conmtin, el fenémeno parece haber aleanzado proporciones cpidémicas, y hace afios que preocupa especialmente a los expertos en seguridad de los Estados Unidos." No falta informacién. Al contrario, la prensa mexicana y la del resto del mundo esti hace tiempo saturada de historias, crénicas, reportajes sobre la vio- Jencia de los tiltimos aftos.” Hay mucho periodismo y hay también algunos traba- jos académicos serios, en particular dedicados al narcotrafico.* No falta informa- cién o, mejor dicho, no faltan explicaciones, opiniones, pero si se echan de menos los mimeros para apreciar la dimension del fendmeno. En 1999, Peter Smith —por ejemplo— hablaba de un *incremento* e incluso "una escalada de violen- cia” en la década anterior, es decir, a partir de 1990; mencionaba media docena de asesinatos mas 0 menos importantes y s¢ referia a un aumento en la escala y el alcance de los asesinatos “gangsteriles", pero no aventuraba ninguna cifia.? John Bailey y Roy Godson, otro ejemplo, editaron un volumen al ano siguiente dedicado a explicar el “incremento del crimen y la corrupcién" en México en ese mismo periodo: “Lo que comenzé como un problema de aplicaci6n de la ley con respecto al trafico de drogas a mediados de los ochenta ha venido a ser visto xin la que nos dice wa un andtisis distanciado del fendmeno vale Ia pena mirar los trabajos de Peter Renter Margaret Beare, Michac] Woodiwiss 0 R.T. Naylor, Una buena compilacidn: Margaret &. Beste (ed), Gritical Reflections on Trarsnotional Organized Crime, Money Laundering, and Corruption, Toronto: University of Toronto Press, 2003, © principios de 2008 se hablaba ya de varios aos de creclente violenets, en sin proceso que podria hacer de México un “Estado fallido®(véase George Friedman, “Mexico: On the read toa failed State, en srxatroR, 13 de mayo de 2008 ), En enero de 2009, un informe del Pentigono compraba a México con Pakistin, como Es tado al borde del colapso (Joc! Kurtzman, "Mexico's instability Isa veal problem. Dott discount the possibility of a failed State nest door’, The Wall Sir en ningun de ogos analisis hay cifras, ? Hay bastantes libros con recopilacién de crinicas y anilisis peridistico del tendxteno; solo por ejemplo: Ricardo Ravelo, Herencia meldita. El veto de Calderdn y e! nen mapa del narcotrco, México: Debolaillo, 2008; Alcjandro Gutiétrez, Narcabrdfizo: el gram desafia de Calderon, México: Te ‘mas de Hoy, 2007; Jonge Fernindez Menéndez y na Maria Salazar, BI enerigo en casa, Drogas i arcomenudeo en Mévico, México: Taras, 2008, Luis Astorga, Seguridad, toficartes y militares. Bf poder y la samibra, México: Tusquets, 2007 * Peter Hi, Smith, “Semiorganized International Crime: Drug Thafficking in Mexico", en Tom Farer (ed.}, Taansnational Crome ir the Americas, Nueva York: Routledge, 1999, p. 205 eet Journal, 6 de enexe de 2009), Extrafamente, La [falta del estoistca delet en México 18, como una amenaza creciente para la seguridad nacional y la gobernabilidad en ambos lados de a frontera’.® Tampoco hay en su ensayo ni en el resto del libro mimeros que permitan apreciar con claridad la magnitud de la amenaza." ja Asam. Bailey y Godson citan —de pasada~ como fuentes un informe de blea Legislativa del Distrito Federal, de 1997, y declaraciones del Seoretario de Gobernacién; dedican un pérrafo a explicar la dificultad de contar con estadisti- cas confiables, dicen que no las hay, pero sf afirman, con plena seguridad, que “e] Area metropolitana de la Ciudad de México es de lejos la subregion més afec- tada por el crimen"!? Las explicaciones del volumen, como las que s¢ encuen- tran en otros similares, son interesantes, complejas, pero siempre dejan la sensa- clon de que el problema es inasible, irremediablemente vago: zqué tan violento es México? Los periodistas, como es logico, suelen ser mas estridentes. La comparacton con Colombia parece ser irresistible, y siempre hay algtin experto que permite el titular que hace falta. Sola dos o tres ejemplos. A mediados de 2005 La Jornada anunciaba: "México, peor que Colombia’; era una entrevista con un acadérico colomibiano, Jorge Restrepo: "El especialista en narcotrafico en América Latina no se anda con rodeos: hace rato que la violencia en nuestro pais rebas6 los es- tandares que el trasiego de drogas dejé en Colombia.” En ese mismo aio un reportaje de Univision Online de titular bastante previsible, "La vida no vale nada en Nuevo Laredo’, decia basicamente lo mismo: *México se ha convertido en el pais con més muertes violentas este afio, gandndole el primer lugar a Colom- bia’ A fines de 2008, Milenio: “La violencia en México supera ala de Colombia hace 20 afios'; se atribuye la idea al general retirado colombiano Luis Enrique Montenegro." En ninguno de los textos hay oifras, salvo —en algiin caso— las cuentas que han Ievado los propios periédicos sobre asesinatos vinculados al narcotrafico en 2007 y 2008, pero todos transmiten una sensaci6n de seguridad, de quien ha vis. to los ntimeros y los ha comparado con otros. ¥ si uno se remite al término de comparacin que proponen, es posible conjeturar una cifra aproximada, aunque John Railey y Roy Godson, Organized Crime and Democratic Gavernabilty. Mevicn and the inal, Pitsburg: University of Plitsbargh Press, 2000, p. solo Rati Benitez Manaut, que se ocupa del papel del ejército, maneja algunas ciftas de ‘una Carpeta Tnformativa del Sisterna Nacional de Seguridad Publica, dé 3997, relativa al conjunto de delitos denunciados. 1 bid, pp. 123. ' alberto Naja, "México, peor qu a, 28 de egosta de 2008. 4 Fernando del Rincdn, “La vida no vale nada en Nuevo Laredo*, Univision Ondine ' tgnacio Airaga, “La violencia en México supera a la de Colombia hace 20 aftos*,ailenio, de diciembre de 2008. Colombia’, Masiasare, suplemento del perlédiea La Jon 16 Elhomicdioen Méxeo enive 1890 y 2007 no se mencione de modo explicito en los textos: en Colombia, en los afios a que remiten casi todos, entre 1990 y 1993, la tasa de homicidios se situaba entre 75 y 78 victimas por cada 100 000 habitantes,"° de modo que —de ser cicrta la idea que maneja la prensa— la tasa mexicana deberia ser al menos de 80 homicidios por cada 100 000 habitantes. Si calculamos a partir de la poblacién del pais eso equivaldria a unos 82 400 homicidios s6lo en 2005, unos 84 000 en 2008.7 La idea ha pasado a formar parte del sentido comim: todas sabemos que es asi, México es ya mas violento de lo que fure Colombia en sus peores momentos. Y se repite con entera naturalidad, En una audiencia del Comité de Asuntos Ju- diciales del Senado de Estados Unidos, el 17 de marzo de 2009, una académica mexicana insistia en la comparacién en los mismos términos que la prensa: *Du- rante la administracion deft Presidente] Fox, México se convirtié en un pais mas violento que Colombia’ Tampoco ofrecia ninguna cifra como apoyo de su afi macion, Nadie se la pidié, por lo visto, en el Senado estadounidense. El equiva- Iente en México para las tasas colombianas de esos afios, de principios del nuevo siglo, ya muy inferiores a las de la crisis de fines de los ochenta, estaria entre 45 000 y 60 000 homicidios anuales. Estamos acostumbrados, en este tema como en muchos otros, a que no haya datos ni informacién oficial digna de crédito. Y armamos explicaciones sobre lo que sucede en el pais a partir de notas de prensa, editoriales, conjeturas mas 0 menos bien informadas, A nadie se le ocurrirfa eseribir un articulo sobre el in- cremento del crimen en Francia o en Estados Unidos sin tener como apoyo una serie estadistica mas 0 menos seria, aceptada. En México se hace asi habitual- mente en muchos campos, y entre los académicos especializados en temas mexi- canos parece ser también la regla. Como si no hubiese mas remedio que fiarse de 1a intuicion. En 2008 se publicaron por primera vez, con algin orden, cifras de homici- dios atribuidos a la delincuencia organizada: cuenta de cuerpos mutilados, con mensajes escritos, secuestros masivos (levantones). A la vista de los nuimeros y sobre todo de la crueldad en muchos de los casos, parecerian estar justificadas las 8 Francisco Gutiérrez Sanin, "Tendencias del homicidio politico en Colombia: tna discusidn preliminar’, en Francisco Gutiérrez, Maria Emma Wills y Gonzalo Sanchez Gémez, Nuestra guerra sin nombre. Dansformaciones del conficto en Colombia, Bogota: Norma-trens, 2008, La afirmacién de Fernando del Rincon, en el reportaje de Univision Online es més confisa, Habla del mimero de homicidios: en 2005 fueron alrededor de 15 000 en Colombia, pero casi 17 000, fen Estados Unidos; hay que imaginar que se refiere a la tasa de homicidios, que on ese aio er para Colombia, de 39 vietimas por cada 100 000 habitantes, Para México serian sobre 42 000 hom Cidios en ese aio, "© testimony of Denise Dresser, Senate Judiciary Committee, Subcommittee ont Grime and Drugs and Senate Caucus on International Narcotics Control Law Enforcement Responses to Mexi- can Drug Cartels, March 17h, 2009 La fata del estadisticn dlictva en México 17 conjeturas més alarmantes: "Expertos internacionales estiman que México ocupa el sexto lugar en el mundo en cuanto al poder del crimen organizado dentro de la sociedad. La mitad de su territorio est en control de los traficantes de drogas."? Desde luego, no esté claro en qué consiste ni cémo se mide el poder del crimen organizado en una sociedad, ni qué quiere decir que el territorio esté en control de los traficantes de drogas, pero la imagen cuadra muy bien con lo que estamos ha- bituados a leer en la prensa. Hay otros problemas, En particular, tomar el 2008 como término de referencia parece un poco arriesgado: s6lo con las cifras aproxi- madas que se conocen, para los dos afios anteriores, resulta ser un afio anémalo, con un nivel de violencia incompatablemente mayor, Parece por eso mas razona- ble evaluar los indices, tendencias y distribucién territorial del homicidio de 2008 a partir de los de Ja década anterior o las dos décadas anteriores. Pero es precisa- mente la informacién que no existe en el espacio piblico mexicano. Vayamos por partes. La estadistica delictiva es problemética siempre, en México y en cualquier otro lugar, por muchas razones: los registros suelen estar incompletos, las categorias son ambiguas, las ciftas son parte del debate politico y hay siempre una cantidad indeterminada de delitos que no se denuncian. En el caso mexicano, ademds, hay que tomar en cuenta que esa “cifra negra", de deli- tos no denunciados, podria ser particularmente elevada.” Ahora bien: todo eso dice que ¢s dificil disponer de cifras seguras, pero no significa que sea imposible tener al menos una estimacién razonable, mas allA de las deolaraciones politicas y las notas de prensa. Y no parece muy logico prescindir completamente de los. niimeros si se trata precisamente de explicar un aumento,(o un descenso) de la violencia o la criminalidad. Algo, sin duda, puede saberse sobre la magnitud del problema, incluso sin ntar con estadisticas oficiales. Esta, por ejemplo, la Encuesta de victimizacién y eficacia institucional elaborada por Marcelo Bergman, Rodolfo Sarsfield y Gustavo Fondevila, del cing, o la encuesta de poblacion en reclusion de Bergman, Elena Azaola, Ana Laura Magaloni y Layda Negrete.” Esta también la Encuesta Nacio nal sobre Inseguridad que levanta anualmente, desde el afio 2002, el Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad (1cEst).” En todos los casos s¢ trata songio Gonzile Rodriguez, I hombre sin eabeza, Barcelona: Anagrama, 2009, p. 135. ® Conviene ser cautelosos en esto: las encuestas que conocemas dicen que se queda sin de- unciar un porcentaje apreciable de delitos, pero sucede algo similar en otros paises, ent todo el mndo, ¥ €8 especialmente dificil determinas, sin un estudio detallado, la gravedad y el tipo de delitos no denunciados, 0 los motives por los que no se denuncia. 2 Marcelo Bergan, Rodolf Sarsfield y Gustavo Fondevila, Encuesta de vicrizactim y efi cc sstituctonal 2006, México: c1be, 2007; Bergman et cl, Encuesta de vietimizacién y efcacta instru ional 2007, México: Cibe, 2008; Marcelo Bergman, Elena Azaola, Ana Laura Magaloni y Layda Ne- rete, Delincuencia, marginalided y desempero institucional, México: c1DE, 2003. 2 jon, Encuestas Nacionales sobre Inseguridad (ews), en < https //ww'v does org.max/estadisticas/ costadisticas_ encuestasNacionales.asp> 18 ELhomicidia en Mésico entre 1990 y 2007 de estimaciones estadisticas a partir de encuestas, es decir, que conviene mane- Jarlas con precaucién, poro pueden ofrecer una aproximacion bastante razona- ble. Sobre todo sirven para ver tendencias y patrones. Vale la pena hacer una acotacién, La imagen que ofrecen esas fuentes es muy distinta de la que se hace la opini6n publica a partir de las noticias y comen- tarios de prensa, En ninguna de las encuestas aparece un panorama alarmante, ni indices excesivos de delitos, ni uma escalada de la violencia. Otro tanto suced con la Encuesta Internacional sobre Criminalidad y Victimizaci6n,® que cs mu- cho més problemética como fuente, por su metodologia, pero permite al menos algunos términos de comparacién; de nuevo, las cifras para México contradi- cen la idea que nos hemos hecho en los tiltimos tiempos. En casi todos los cua- dros, en comparacién con los paises industrializados, los indices m Jen estar cerca del promedio: considerablemente mas altos en robo de vehiculos ¥ asalto con violencia, algo mas bajos en robo simple, agresiones, amenazas y delitos sexuales, y en la tabla de resumen, con un nivel inferior a los de Inlanda, Inglaterra, Nueva Zelanda, Islandia y Holanda 10s resultados no s6lo son contraintuitivos, sino que a primera vista pare- cen directamente absurdos. Comoquiera, con todos los errores que pueda tener, el ejercicio sugiete que los paises de la Union Europea y Estados Unidos son un término de comparacién adecuado para México. Sugiere también que los este- reotipos con que nos representamos al pais pueden estar descaminados. No hace falta darle muchas mds vueltas. Necesitamos informacion estadisti- ca confiable, tan completa como sea posible, para empezar a entender el fendme- no de la delincuencia en México, Para saber, al menos, de qué estamos hablando. Y haré falta trabajar las cifras que haya sobre robos, asaltos bancarios, secuestros, lesiones, la informacién sobre detenidos, consignados y sentenciados. Parece conveniente comenzar por él homicidio, porque las cifras son mas seguras. En lo que sigue hay un primer perfil sociodemografico y un ejercicio de ubicacion googrifica de las victimas de los iiltimos veinte afios. No es una expli- cacidn ni del homicidio ni mucho menos de la evolucién de la delincuencia. Los niimeros no tienen respuestas! ayudan a plantear las preguntas, nada més. La primera fuente de informacién, la que se antoja mas obvia, es el Ministe- rio Puiblico, Tiene varias dificultades, con independencia de la desconfianza con que se quietan mirar sus cifras. La mas seria es que el homicidio es un delito del fuero comtin y, poro tanto, el registro se hace en las procuradurias de justicia de icanos sue- * snneuesta Internacional sobre Criminatidad y Vietimizacién 2004-2008 < http://www consulta, ‘ora mx/interiores/98_pdfs/14_entorno_i_peif/20080423_BNICRIV20D8, ICESL paf> is un ejercicio que compara promedios nacionales, a partir de vn uiverso relativamente reducido, de modo que no resulta muy wil para ver ¢l perfil de la delincuensia en México. $i e# Interesante, aunque s6lo sea una medida aproximativa, la comparacién, sobre todo porque los de ‘mas paises son tos mas cesarrollados: Europa. Estados Unidos, Japon, Nueva Zelanda, Laffata de estacstcedelicta en México 19 Jos estados, y no hay una metodologia comin para capturar y evaluar la informa cién. Aparte esta el hecho de que las procuradurias dan cuenta de los presuntos homicidios denunciados ante. las agencias del ministerio puiblico, y eso significa que puede haber registros duplicados, si hay més de una denuncia en un mismo caso, puede haber también registros equivooos, si hay aocidentes denunciados 0 registrados en primera instancia como homicidios, o bien homicidios culposos registrados como dolosos, y puede haber también omisiones importantes, en to- dos los casos en que no se haya presentado denuncia. Algo més: lo que puede ofrecer el Secretariado Fjecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pablica, que retine la informacién de las distintas procuradurias, son cifras agregadas, por es- tado, con muy escasa o nula informacién sobre las victimas, y eso pata una serie temporal relativamente corta, de 1997 en adelante. Dicho en breve, la informacién capturada por las procuradurias y registrada en las bases de datos del Sistema Nacional de Seguridad Péblica puede ser muy ttil para andlisis de desempefio institucional, por ejemplo, si se comparan las cifras de de- nuncias reeibidas, investigaciones abiertas, consignaciones, procesos y sentencias. Pero como fuente para un estudio del homicidio en el pais resulta muy insuficiente, También se podria buscar informacién, hay quien lo ha hecho, en los infor- mes de gobierno, pero lo que se encuentra no es muy aprovechable. De hecho, las cifras que ocasionalmente aparecen en los anexos pueden incluso desorientar aun lector poco atento o que desconozca el lenguaje juridico mexicano: en un. cuadro del anexo estadistico del informe de 2008 figura el ntimero total de homi- cidios entre 1997 y 2007, y en nota al pie se aclara que se trata de presuntos ho- micidios dolosos y culposos. La fuente es, obviamente, el Sistema Nacional de Seguridad Piiblica. El problema mayor en ese ¢aso estriba en que la mezcla inclu- ye no s6lo los presuntos homicidios voluntarios denunciados ante el Ministerio Pablico, sino también los accidentes en que pudiera haber habido alguna respon- sabilidad por negligencia. Eso significa que, aparte de los problemas que tiene en general la informacion que proviene de las denuncias presentadas ante el minis- terio piblico, la cifra incluye accidentes de tréfico, laborales y de todo tipo, en una mezcla imposible de utilizar para un anélisis de estadistica delictiva, La alternativa es emplear las bases de datos de defunciones del Instituto Na- cional de Estadistica, Geogtafia e Informatica (INBCI), elaboradas con la informa. cion del Registro Civil, a partir de los certificados de defuncién, convalidada por la Secretaria de Salud. Tienen la ventaja de oftecer informacién homogénea pata el conjunto del tervitorio y para un buen nimero de afios, aparte de que registran bastantes datos de las victimas: género, edad, escolaridad, ocupacion, lugar do residencia. is mas que suficiente para elaborar un peril sociodemografico.”* Es 2 pn adelante, mientras no se indique otra cosa, 1os datos sobre homicidios en México pro- vienen todos de esa misma fuente: ls base de datos de defunciones, del Nec 20 Ehhomicidio en Mxes ene 1980 y 2007 Ja fuente de informacién mas confiable y més completa, mucho mas «til para nuestros propésitos que las bases de datos que hasta la fecha tiene el Secretaria~ do Bjecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pablica ‘Seguramente sobra decirlo: aunque précticamente no se haya empleado has- tala fecha para este propésito, es informacion piiblica, accesible para cualquiera. Digamos, de paso, que esas diferencias entre bases de datos son perfect mente normales. En Estados Unidos, por ejemplo, la alternativa se da entre las bases de datos de la Oficina de Estadistica del Departamento de Justicia (Uni- form Crime Reporting Program, uc) y las de de la Divisién de Bstadisticas Vitales del Centro Nacional de Estadisticas de la Salud (Now). En el primer caso la informacién proviene de los informes de la policia y en el segundo, de los certi- ficados de defuncién, La eleccion depende siempre del tipo de andllisis que se quiere hacer. La delimitacion del periodo que trabajamos en las paginas que siguen es mds 0 menos arbitraria, pero no injustificable. Nos coneentramos en e} anlisis de las tiltimas dos décadas —concretamente el periodo entre 1990 y 2007— por- que sélo a partir de 1990 hay un registro completo y uniforme en iNEci, en bases de datos que permitan un andlisis desagregado a nivel municipal; algo es posible apuntar para afios anteriores, pero tmicamente con datos agregados, tal como aparecen en los anuarios estadisticos del mvect. Ahora bien: dos décadas es un periodo suficiente para apreciar tendencias y cambios con claridad. Son, adicio- nalmente, las dos décadas en que ha ido aumentando la preocupacién por la se- guridad publica en México. Es decir: sabemos que en ese periodo, si no otra cosa, si cambi6 la percepcién de 1a violencia en el pats. El andlisis Nlega hasta 2007 por una tinica raz6n: el proceso de validacién de la informacién en el INEGI toma tiempo, y los datos completos para 2008 estaxdn dis- ponibles s6lo a partir del Ultimo trimestre de 2009. Es muy probable que haya ha- ‘bido en el 2008 un aumento mas o menos significativo en el nimero de homicidios, eso parecen indicar todas las fuentes disponibles hasta él momento; en particular, es muy probable que se registre un aumento importante en Tijuana, Ciudad Jué- 10a, Culiacén, Sin embargo, s6lo podemos afirmarlo de manera tentativa. ‘Yeamos. Tenemos los datos que ha difiindido la Proouraduria General de la Reptiblica y la cuenta que han Nevado diversos periédicos de asesinatos vincula- dos con el crimen organizado para 2007 y 2008, y en todos los casos se registra un inoremento muy considerable en 2008, en particular en esas ciudades.” De he- % para tn andlisis de osas fuentes de informactén y las dificultades que presenta cada una, ‘Mate Riedel, “Sources of Homicide Data. A Review and Comparison’, en Dwayne Smith y Marga ret A. Zahn (eds.} Homicide, A Sourcebook of Social Research, Londres: SAGE Publications, 1999, yp, 75y a8. En términos generales, coinciden las cifras que mnanelan los diferentes pexiédicos: Refor- ‘ma, El Universal, Milenio. La [feta del estadisticn delctva en México 21 cho, el niimero se duplica: son alrededor de 3 000 casos en 2007 y mas de 6 000 en 2008, en cualquiera de las fuentes. No obstante, no podemos saber con segu- ridad oul sea su impacto sobre la tasa nacional porque se trata tan s6lo de los homividios atribuibles a la delincuencia organizada, que son una fraccién del to- tal, Bn cuanto haya la informacién, de la misma fuente que hemos empleado para el resto del periodo, podremos incluir el 2008, Un titimo apunte, para wbicar el andlisis que sigue. La investigacién judicial de los homicidios se pregunta en primer lugar quién y secundariamente por qué, y Se preocupa exclusivamente casos individuales. Bl andlisis sociolégico utiliza datos agregados y busca pautas, causas genéricas, se pregunta cudntos, déinde, de qué edades, con qué perfil; sapone siempre, de algtin modo, una motivacién o una serie de motivaciones tipicas, pero que remiten no a la conciencia o la voluntad individuales, sino a la estructura social. En lo que sigue no hay una explicacién del homicidio en México sino un and lisis un primer andlisis— del perfil de las victimas. Bs decir, hay el material basico para elaborar conjetutas y orientar investigaciones coneretas, en busca de ‘una explicaoién, Pero acaso no sobra un mfnimo panorama de las explicaciones més frecuentes. La estadistica de homicidios puede estudiarse en varios planos, con recur- 805 conceptuales y metodol6gicos distintos. Bl plano mas general, el nivel de violencia para un periodo relativamente largo, corresponde a la historia social o la soviologia histérica, Es dificil tener datos medianamente ciertos para siglos anteriores al veinte; sin embargo, la mayor parte de las investigaciones hasta Ja fecha coinciden en una tesis general: entre el siglo xvi y el xx el indice de homicidios en las sociedades occidentales sigue una curva con forma de U, con un doscenso paulatino a lo largo del siglo xix y hasta bien entrado el xx, con niveles minimos en los afios cincuenta, y un incremento relativamente rapido a partir de los sesenta, con méximos a fines de los setenta y principios de los noventa La sostenida disminucién de la violencia en ese muy largo plazo suele expli carse como consecuencia de lo que Norbert Elias Hama el *proceso de la civiliz cién’: la incorporacién progresiva de un sistema de autocontroles cada vex. mas exigentes, sobre todo con respecto a la agresividad, para hacer posible. la conv vencia en espacios urbanos, en sociedades de creciente complejidad.” Parece verosimil que las altas tasas de homicidio y violencia de principios del siglo xix hayan sido, en parte, producto de las primeras fases —las més disruptivas— del proceso de urbanizacion, tanto por la aglomeracién en las ciudades como por la ruptura de vinculos, la despoblacién y la transicion del sistema productive en el ™ Vease Notbert Blas, AI proceso de ta civiltzacién, Investigaciones sociogendicas y psteogent (as, México: res, 1987, passim, W hh 22 ELhamiciio en México entre 1990 y 2007 campo.” Igualmente, es razonable la idea de que los imperativos de 1a sociedad industrial, los nuevos recursos de disciplina: la escolarizacién, la organizacion del mercado laboral, los sistemas pablicos de salud y poticia, hayan reducido los niveles de violencia en general Es més dificil explicar el cambio de tendencia a partir de los afios sesenta, El argumento de Roger Lane para Estados Unidos es muy convincente. El indice de homicidio comenzé a subir en los sesenta y se ha mantenido, con movimien- tos mas o menos significativos, en los mismos niveles desde 1974; y eso significa que las explicaciones habituales, que atribuyen la criminalidad a las drogas y pandillas de adolescentes, son por lo menos insuficientes.* Se puede pensar, en cambio, qué la misma clase de factores que ocasion6 la disminucién de la violen- cia on ol siglo anterior explicaria el incremento reciente, es decir, que si la socie- dad industrial redujo la agresividad y contribuyé a reforzar los autocontroles, el advenimiento de la sociedad posindustrial podria tener el efecto contrario: las al- tas tasas de desempleo y empleo precario, la desindustrializacién, el progresivo debilitamiento de las formas tradicionales de autoridad familiar, laboral, politica, todo ello podria tener como consecuencia una merma de las capacidades de au- tocontrol de los individuos. Para México tenemos ya estudios importantes sobre eriminalidad y violen- cia en siglos pasados, comenzando por el clasico de ‘Taylor 0 los mas recientes de Pablo Piccato y Elisa Speckman. EI analisis de las pautas del fin de siglo podria permitir, acaso, un primer ensayo de interpretacién de nuestro proceso de civili- zaci6n. ‘También es posible situarse en otro plano y estudiar las pautas para un po- riodo mas breve, de veinte o treinta afios, en que el nivel general de violencia se mantiene mas 0 menos estable, pero en que hay diferencias significativas entre regiones o grupos sociales. En ese plano es en el que resulta més util la estadisti- ca para descubrir patrones de mayor 0 menor violencia para ciudades, espacios regionales, grupos de edad, etcétera. Imagino que es obvio, pero no sobra decir que las regularidades estadisticas no ofrecen por si mismas una explicacién, sino que tan s6lo ayudan a plantear preguntas. En general, en ese plano de analisis, las correlaciones que se buscan se deri- van de una teoria general de la criminalidad o la violencia, que hace significativas ™ Ted Robert Gurr, “Historical Trends in Violent Crime: Europe and the United States", en Gurr (ed.) Violence in America. The History of Crime, Londves: SAGE, 1989, pp. 42.y ss. % Roger Lane, Murder th America, A History, Columbus: Ohio Stale University Press, 1997, pp. 308 y ss 3) Williim 1 Taylor, Bmbriagues, homicio y rebeliim en las poblaciancs coloniates mexicanas, ‘México: Foe, 1987; Pablo Piccata, City of Suspects: Crime in Mexico City, 1900-2931, Dutham: Duke University Press, 2001; Flisa Speckman, Guerra, crinen y castigo, hegislacion penal, interpretaciones de ta criminatidad y adreinistracicn de justia (Ciudad de México, 1872-1910), México: El Colegio de México, 2002. La ffalta del estadistica celica en México 23, las pautas porque remis sgos de la estructura social. Son fundamentalmente dos grandes lineas de investigacién: una que subraya la importancia del control social, ¥ la otra que se concentra en los motivos de tensidn. En el primer caso, las explicaciones tienen su origen remoto en la sociologia de William 1. 'Thomas y Robert Ezra Park: suponen que en determinadas situaciones fallan los mecanis- mos de control social, que notmalmente aseguran la reproduccion del orden; ‘puede suceder por una catastrofe natural, una grave crisis econémica, fenémenos de migracién masiva o transformaciones drasticas de Ia estructura productiva también puede deberse a formas estructurales de marginaci6n, incluso espacial, de minorias.” Bl resultado es que hay grupos importantes de la poblacién que no pueden integrarse con facilidad al orden, que no incorporan los valores vigentes ni las formas establecidas de autoridad y que, por todo ello, tienden a manifestar con mas frecuencia comportamientos violentos 0 criminales, Las explicaciones que suibrayan los factores de tension son en general deri- vaciones de las ideas de Durkheim y Merton sobre 1a anomia. Resumida en una frase, su tesis basica es que la violencia es producto de la ira y Ja frustracion que resultan de plantearse objetivos imposibles de alcanzar. Puede ser porque el sis- tema cultural no puede poner limites claros, razonables, legitimos, a las aspira- ciones individuales, 0 puede ser porque los objetivos socialmente sancionados —y asequibles para la mayoria— resultan imposibles de alcanzar para determina- dos grupos sociales que desarrollan un sentimiento de *privacion relativa’s" Puede haber, en cualquiera de las dos lineas, explicaciones sunamente so- fisticadas. En ambos casos, lo que se busca son correlaciones estadisticamente signiticativas entre los indices de homicidio y urbanizacién, por ejemplo, tasas de crecimiento demografico, estructura de edades de la poblacién, indicadores de desigualdad, oportunidades de empleo, etcétera. Finalmente, es posible también analizar los cambios que se producen en plazos mucho més cortos: sibitas variaciones en el nimero de homicidios, que repentinamenie, en periodos de dos o tres afios, por ejemplo, aumentan o dismi- mayen de un modo desproporcionado, para recuperar después la tendencia ante- riot. Lo mas razonable es buscar explicaciones en factores de coyuntura: cambios politicos 0 administrativos, cambios en la legislacion o en politicas piblicas, en el sistema de procuraci6n de justicia, o bien cambios en el horizonte de oportu- nidades ¢ incentivos para la delincuencia Lo mas conocido, nos sirve como ejemplo, son las “escaladas* de violencia que se producen cuando se rompe el equilibrio en los mercados ilegales. Normal- ™ Steven E Messner y Richard Rosenfeld, "Social Structure and Homicide: Theory and Re- search", on Dwayno Smith y Margaret A. Zahn (ed), Homicide. A Sourcabook of Social Research, Londres: SAGE, 1990. 8 Nikos Passas y Robest Agnew (eds.), The Fuure of Anomie Theory, Boston: Northeastern, University Press, 1997, passim 24 ELhomiciio en México entre 1990 y 2007 mente, tratese de la mercancia de que se trate, hay proveedores estables, rutas definidas, redes de distribucién y venta bien establecidas. Esa estabilidad puede desaparecer stibitamente, sin embargo, por la llegada de nuevos proveedores 0 distribuidores, o por la desaparicién de alguno de los jefes que controlan el mer- cado, La competencia que resulta facilmente deriva hacia la violencia, con una logica de escalada: periodos relativamente breves, de violencia muy intensa y muy concentrada, hasta que se establece un nuevo equilibrio. En Jas paginas que siguen no exploramos de modo sistematico ninguna de dichas teorias: no pretendemos dar una explicacién general, sino tan s6lo bos- quejar el perfil del homicidio en México entre 1990 y 2007. Desde luego, tratare- mos de mostrar pautas, pero basicamente para indicar posibles lineas de investi- gacion que habria que seguir en adelante, 2 La tendencia nacional Los ntimeros sitven, en primer lugar, para responder a unas cuantas preguntas muy basicas: ¢qué tan violento es México? ;Es mas 0 menos violento que hace diez afios, veinte afios? ¥ a partir de ahi, ademas, permiten hacer comparaciones con otros paises, que segtin el caso pueden ser mas 0 menos iitiles. Sin embargo, lo fundamental no es eso. El homicidio es un hecho social, y eso significa que sigue pautas. Cada ase- sinato es producto de una decisién individual y obedece a motivaciones més 0 menos accidentales ¢ improbables, cada uno tiene su propia explicaci6n; sin em argo, no es algo perfectamente azaroso. Si se mira el conjunto de casos periodo cualquiera, ¢s obvio que la distribuci6n de las victimas no ¢s aleatoria: es mucho mas probable para determinados grupos de edad, por ejemplo, es mucho mas frecuente en determinadas localidades. ¥ esa distribucién dice cosas acerca del orden social. enun Dicho en una frase, suponemos —eso dice la estadistica, lo mismo que ¢l sentido comtin— que algunos rasgos de la estructura de una sociedad: urhaniza- cion, escolaridad, densidad de poblaci6n, organizacién productiva, integracion econdmica, desigualdad, inoiden sobre la tasa de homicidios. Pero no podemos saber de antemano cudles de esos rasgos sean mas importantes ni en qué sentido influyan sobre la violencia; hay algunas tendencias que parecen ser més o me- nos constantes, casi universales, como ell hecho de que las victimas sean siempre desproporcionadamente jovenes y varones. Casi todo lo demés es dudoso." Es claro que esos rasgos estructurales no explican el homicidio, pero sirven de orientacién —una orientacién indispensable— para saber qué preguntas hay que hacer en cada caso para explicarlo, El hecho de que tienda a haber una ma- yor proporcién de homicidios en ciudades densamente pobladas o entre los me- nores de 25 alos, en localidades con indices mas altos 0 mas bajos de marginali- dad, puede ser mas 0 menos significativo segiin el caso, pero en si mismo no dice nada. El dato sirve para sefialar un problema, pero no lo resuelve. Una explica- cion tendria que decir por qué sucede asi, por qué hay esa correlacién entre las 1 Se discute mucho sobre ol peso relative de los diferentes factores: patece lo mas razonable pensar que, salvo la estructura general de género y edades, no es uniforme, varia de una region a otra, de un perioda a ot70, Para un buen panorama, Dwayne Smith y Margaret A. Zahn (eds), Ho ice, A Sourcabook of Socal Keecairsh, ‘Thousand Oaks, CA: SAGE Publications, 1999, [25] 26 Et homicisio ov Mexico entre 1990 y 200 | variables que sean. ¥ para eso la estructura social tal como puede hacerse visible RSlSPSTHSLPSSLARSRFRBSSSSrsSRss- mediante la estadistica no es suficiente, porque intervienen también factores culturales, interviene con un peso considerable la geografia, ¢ interviene de mu- PRSRZSTREREPSLFTSSRRTERETSES RSE” chas maneras la historia. i Bl cuadro 2.1 muestra el total de homicidios para cada uno de los estados de GetSRsleseRrgs Bee see ae la Reptblica entre 1990 y 2007, y el total nacional. Lo primero que salta a la vista, eee See eee eee y que lama la atenci6n, es que el nimero de victimas ha bajado sistematicamen- 2588 ERSERRRPEGR MRS RRSER RSS te, afio con afio. Concretamente, aumenta entre 1990 y 1992 y disminuye a partir Se ee de entonces de modo sostenido. Disminuye ademas, con apenas alguna excep- PRS GISTPERRRRHRSESRERSERSRER SES HS cién, en todos los estados. EI total nacional ha se reduce en mas de un tercio: ha Eee fee a aoe eee eee eee ‘ pasado de 14 520 en 1990 a 8 507 en 2007. POSSE SRR SS SRR RRS SSRKRSRESSRSSS : Senalemos, de nueva cuenta, que los nuimeros contradicen Io que estamos Be ree aa ene eC acostumbrados a pensar sobre el pais, lo que dice la prensa, lo que escriben al- BI SSSSSRESESATSSERLESZSSSRSRSR ARS SE gunos especialistas en los diltimos afios, De modo que lo primero que uno pien- a a sa —eso tienen las ideas preconcebidas— es que los niimeros tienen que estar EIS“ FRSSSSSRSRSSSSRRSESS STE SR BARR LSE : equivocados. Bien: hemos contrastado la base de datos con la del Sistema Na- 2). geese eee eae ag u cional de Seguridad Publica, que acusa los sesgos y deficiencias que anotamos Sie RESPSSRRGRRSS gsegggrgegsas iE antes, pero la unica alternativa con que contamos; hay las discrepancias que a eee Ceres fee ee I podrian esperarse por denuncias duplicadas, omisiones, etcétera, pero en con- g|B/s RTS RSSIRLR RSE 5 E5888 ZSesegegs t junto los nimeros son muy similares y sobre todo, Ia tondencia es la misma i | ea eres ae saa eee so Heres | Hemos hecho también una serie de ejercicios —aparecen en los capitulos que g|R/SASRBESOSRRESERSREES BSSRSERSRSRSSS ic siguen— y la informacién es consistente: sin ningin sesgo ni distorsién gue fe eee $ pueda identificarse. B(RPRSSSZEV RRR SRR SSSR ERTS SR SRSR® 4 ib El punto de partida puede resultar desconcertante, pero no ofrece dudas: en ee oe j Jos tiltimos veinte afios, concretamente a partir de 1992 y hasta el 2007, ha habi- ER SESRBRRTSLRRERRSRSLESS REE e988 do una disminuci6n general, continuada, del niimero de homicidios en el pais. a a ae aaa aa ee se es el contexto en que deben mirarse los datos para cada uno de los estados y SR RSRFESRPSRRSSRBEGESESSSRERRSSESES regiones del pafs, porque la tendencia nacional, cualquiera que sea la explica- S loloonn se eaRed enn One RARAeSBEnrEe | 46n, es i @. La a : : ee BS PRSR SSSR RS SRSRESGRSRRSSRRLES SS cién, es indudable. Las cifras, por supuesto, obligan a hacer otras preguntas; so- BP RAN SERN SS SROR SR ERES Ba eS bre todo, parece indispensable preguntarse por qué hay la percepcién pitblica de o| QoS bs RNASE SER ESE RAE SESRESESERIBS una violencia creciente, fuera de control, precisamente en un periodo en que el se Paste ee ee Mae LR Ee eee ee tte niimero de homicidios disminuye de modo tan consistente, slag BRS RRSEREERSESASRARBEZERRRGSRA| | Dicho en otros términos, el andlisis mas superficial de los datos sugiere al 8 eee eee eee aa i menos dos lineas de investigacion: habria que explicar por qué se produce esa g SRO SE SSSRRARERSER REA BSDAGRSATR STS disminucion general de 1a violencia en el conjunto del pais, y habria que explicar tree ces ee eee eget eee sere eet también por qué la pexcepcién social es precisamente Ia contraria 2 para algunos estados, la ase de datos det Sistema Nacional de Seguridad Piblica registra ges z 38 Cr econtrate ently, porque Ise! rslaton siren pore, 9H ot slessdedseceies 8 Sbeacotarg bili / mmoniipo, ta hase se puede consular en chutp//www cestory mx documentos/estadstican” B[ECCERR ZS S EES eS SSSR RSE TSR ea sea Sle estadistieas/ denunclas_homicidio dolose_1997_2007-pait> S| SSESESSE RASS zSSSL S28 SSHTRERARS ASE 2B. Ehhomicidio en Moco ene 1890 y 2007 Podria ser, lo exploramos mas adelante, que la alarma obedezca no al ntime- ro de homicidios (después de todo, rara vez se manejan cifras) sino a otros moti- vos: que sean mas notorios, concentrados en algunas ciudades o por algin moti- vo mas espectaculares, cuerpos mutilados, decapitados, con mensajes escritos, es decir, asesinatos dirigides a los medios de comunicacion, en un despliegue pensado para aterrorizar. Podria ser. En cualquier caso, un cambio de pautas en ese sentido, hacia homicidios de otro tipo, indica un problema muy distinto al que babria con un aumento permanente 0 exponencial en el néimero de homici- dios. El contzaste también podria ser indicio de un cambio en la sensibilidad de la opinién mexicana, més 0 menos acorde con la preocupacién global por el cri- men qué ha ido en aumento desde que termin6 la Guerra Fria Bs igualmente evidente en el cuadro, incluso para un vistazo muy superti- cial, que hay enormes diferencias entre los estados, tanto en el nlimeto de victi- ‘mas como en la tendencia, Sin duda, 1a densidad de poblacion explica en parte la diferencia entre las cifras del Estado de México y las de Baja California Sur, por ejemplo, pero no las que hay entre Oaxaca y Nuevo Leon, 0 entre Zacatecas y Morelos, cuya poblacién es similar. Eso quiere decir que el indice nacional ofre- ce solo una aproximacién muy inexacta, y que es indispensable buscar otras es- calas y mirar el fenémeno regionalmente, No obstante, si hay algunos rasgos in- teresantes en el cuadro nacional que vale la pena explorar, Como es logico, dado el crecimiento de la poblacién, el descenso de la tasa nacional (niimero de victimas por cada 100 000 habitantes) es todavia mas acu: sado, Bs util, para hacerse una idea del proceso, verlo graficamente (en la gré- fica 2.1) Para hacerse una idea mejor de lo que significan esa tasa y esa tendencia, tiene sentido compararlas con las de otros paises, aunque es una comparacién que conviene siempre tomar con cuidado’ En un estudio de 2003, patrocinado por Naciones Unidas, se propone una clasificacion de las distintas regiones del mundo a partir de la tasa de homici- dios. Con los indices mas bajos, por debajo de 5, estén la Unién Europea y los paises arabes; después Europa del Este, mas cerca del 10, y el Africa Subsaharia- na, rondando el 20; y con las tasas més altas América Latina, con un rogistro de entre 20 y 25 homicidios por cada 100 000 habitantes. Aparte de las dificultades obvias de registro y medicion, las comparaciones internacionales dlificilmente pueden hacerse cargo ce la dimensién histéria del fendmeno, ni de rasgos muy bas os de Ia estructura soclal. La advercencia de Rosenfeld y Messner es para tenterse en cuenta: es ‘muy difeil generalizar los hallazgos de la sociologia delictiva para saciedades de complejidad y estmctmra muy diferentes (véase Richard Rosenfeld y Steven Messner, “The Social Sources of Ho: 'micide in Different Types of Societies", Socielogical Forum, Vol. 6, n. 1, marzo 1991). * Mark Shaw, Jan van Dijk y Wolfgang Rhomberg, "Determining Trends in Global Crioe and ‘Justice: n Overview of Results From the United Nations Sucvey of Crime Trends and Operations bf Criminal Justice Systems", Forunt on Grime and Society, Vol. 3, n. 1-2, diciembre, 2003, lencia raciorsl 29 Grafica 2.1. Evolucion de la tasa de homicidios en México, 1977-2007 Fucne: ne Es obvio que hay diferencias entre paises en todas las regiones, y a veces muy marcadas. Bn América Latina, en particular, hay al menos tres dreas olara- mente distintas: el Cono Sur —Argentina, Chile y Uruguay— con tasas cercanas alas de Europa, de entre 2. y 5 homicidios por cada 100 000 habitantes; la region andina y amazénica, cuyas tasas oscilan mucho, pero que én Colombia, Vene- zuela y Brasil s¢ sitian entre el 20 y el 40 y mas; y la region de Centroameérica donde los indices en El Salvador y Guatemala llegan a estar cerca del 50, No es facil ubicar a México en ese cuadro: esta siempre por debajo de las cifras de Cen- troamérica y de la region andina, siempre por arriba del Cono Sut. Si prestamos atencién no s6lo a la tasa, sino a la tendencia, hay cosas intere- santes, que vale la pena anotar. En todo el mundo, segiin el informe de Naciones Unidas, hubo un incremento mas 0 menos acentuado de la violencia en los afios ochenta, seguido de un descenso general en los noventa (si se mira bien, el au- mento comienza a mediados de los afios sesenta: llega a un maximo a fines de Jos ochenta y dismninuye a partir de entonces). Bs decir, que México podria estar siguiendo una tendencia global, aunque sea muy dificil explicar por qué. El mo- vimiento ha sido analizado oon especial atencién en Estados Unidos, donde el cambio fue muy notorio. Numerosos articulos, libros, han intentado explicar la “cpidemia" de homicidios de fines de los ochenta y el descenso sistemétioo de los, afios noventa, pero no se ha llegado a una conclusion suficientemente sélida, La explicacion mas aceptada, hasta la fecha, para la “epidemia® de fines de los ochenia sigue siendo la de Alfred Blumstein, que asocia el incremento de la violencia a los conflictos por cl control del mercado de droga tras la introducoion del crack en las grandes ciudades y, en particular, en las zonas deprimidas y gue. tos negros de las grandes ciudades de Estados Unidos.’ Es una explicacion muy ® Su explicacion se funda en el incremento desproporcionaclo de homicidios cometidos por jovenes negros, en grandes ciudades, con armas de fuogo, Véase Alfred Blumstein, "Youth Violen- ‘ce, Guns, and the HlicitDrug Industry", Journal of Criminal Law and Criminology, m, 88, 1995. 30 Blhom d'o en Mexico entre 1990 y 2007 simple, que parece ser consistente con los datos disponibles, y que resulta per- suasiva sobre todo porate coincide con las percepeiones generales sobre la ame- naza que representa el mercado de drogas. Estudios mas recientes, sin embargo, indican que el argumento es bastante mas dudoso: hay en algunas ciudades esa coincidencia de jévenes, armas y droga, y altos indices de homicidio, pero no la hay en otras y, en general, no parece haber correlaciones s6lidas, uniformes, en- tre las variables. Me interesa detenerme un poco en los estudios sobre el caso estadouniden- se porque muestran muy claramente que los cambios en el indice de homicidios son siempre diflciles de explicar y que los rasgos basicos de la estructura social permiten dibujar un panorama, pero no bastan para una explicaci6n, Diez afios después de la "epidemia’ de homicidios el problema para la crimi- nologia estadounidense eta ol contrario: explicar una disminucién sistemdtica y sostenida de la violencia (grafica 2.2). ‘Tampoco en este caso se ha dado con una explicacién del todo convincente. Se han explorado muchos factores: el crecimiento econémico, los indices de des- empleo, los cambios en la estructura de edades, la densidad de poblacién, el au- mento de efectivos de las policias o del indice de encarcelamientos.’ Es probable que todo eso haya intervenido, de un modo u otro, pero la verdad es que la ten- dencia general sigue resultando problemética. Més todavia si se toma en cuenta que Canada experiment6 en el mismo periodo un descenso muy similar de la tasa de homicidios, habiendo reducido en el periodo tanto el ntimero de policias coms el indice de encarcelamientos* No esta claro lo que todo eso signifique para México, salvo que sugiere la idea, de entrada un poco desconcertante, de que haya habido, al menos durante las Ultimas dos décadas, una tendencia especificamente norteamericana: con los niveles mas altos de violencia en México y los mas bajos en Canada, pero con una » x tun magnifico estudio Benjamin Pearson-Nelson pone a prucba sistomsticamente las hips- ‘esis derivadas del argumonto de Blumstein, y no encuentra correlaciones significativas entre la asa {de homicidios ¥ los ottes fuctores: tamano de las ciudades, densidad de poblacién, proporcién de jé- ‘venes, coreania con centros de distribucion de drogas, etcétera. Véase Benjamin Pearson-Nelsom, Understanding Hamicide trends, The Social Contet of a Homicide Bpidemic, Nueva York: LFB Scholarly Publishing LLC, 2008. ” Hay un muy buen panorama de las diferentes explicaciones en Alfred Blumstein y Joel Wallan (eds), The Crime Drop in America, Nueva York: Cambridge University Press, 2000, Williams Spelman sugiere que hasta una cuarta parte de la disminucion se debe al aumento de indices de ‘ncarcolamiento; Jeff Groger atribuye el cambio al crecimiento del mercado de trabajo; Johnson, Golub y Dunlap sefialan los cambios en el tipo de drogas con mayor demanda; slumstein y James ‘Alan Fox se concentran en la estructura demogrifica. Todo ello verosimil y todo discutible ® igntre 1991 y 1999 en Canada se sedijo la tana de policias en 11% y la tasa de encarcelamientos ‘on 3%, mientras Estados Unidos aumentaba su tasa de policis en 11% y la de encarcelamiientos en 42%, Véose Mare Ouimet, «Explaining the American and Canadian Crime Drop in the 1900's», Champ nai, en Kinea el 9 de diciernbre de 2005 la tendencia nacional 31 Gréfica 2.2. Evolucion de la tase de homicidios en Estados Unidas, 1977-2007 EERSTE SERS AGRERE Fuente Bateau of isie Stasis evolucién general muy similar en los tres paises: aumento a fines de los ochenta, maximo entre 1991 y 1992, descenso continuado a partir de entonces, con un Ti- gero repunte hacia el final del periodo. Es una conjetura muy aventurada y que, de nuevo, no explica nada, No tie- he mas fundamento que la coincidencia en la forma de las gréficas para los tres paises (que en sus rasgos generales se mantiene desde 1977), pero esa coinciden- cia es real, y acaso no insignificante. Seguramente el cambio obedecerd a facto- tes distintos en cada caso, pero también es posible que incidan factores comunes, es decir, que haya tendencias demogréficas, productivas, decisiones politica’ que afectan al conjunto de la regi6n y tienen algin efecto sobre la criminalidad y Ta violencia. Comoquiera que fitese, me interesa anotarla sobre todo para sefialar de nuevo, desde otro éngulo, el problema de la pervepcién de la violencia. Las imagenes que se tienen habitualmente de ta delincuencia en México y en Esta- dos Unidos no podrian ser mas distintas; en los hechos, en cambio, parece haber al menos algunas pautas similares, una tendencia muy parecida y tasas no tan alejadas. De nuevo, para poner los datos en perspectiva tiene sentido un ailtimo apun- te, El término de comparacién para la violencia en México en las tiltimas déca- das, el que se usa con més frecuencia en la prensa, lo hemos visto, es Colombia; se habla de una posible o inminente *colombianizacion’ de México con una lige. reza sorprendente, Marco Palacios ha propuesto una definicién operativa del tér- imino, la brecha entre la norma juridica y las précticas institucionales y sociales, y ha tratado de establecer cuidadosamente Tineas y términos de comparacién entre Colombia y México: su conclusion es muy matizada y pone de manifiesto sobre todo las diferencias entre ambos paises.” La idea, sin embargo, tal como se * Marco Palacios, "Bl espejo colombiano", Letras Libres, México, mayo de 1999 la teridenca nacional 33 32. @ homicio en Mexico entre 1990 2007 | a Grifica 2.3 Evolucién de a tasa de homcidis en Estados Unidos, : piilica disponible, 6 290 personas murieron en 2008 como consecuencia de la f olombiay Mexico, 1977-2007 . violencia relacionada con el narcotréfico, En privado, algunos funcionarios mex i. canos dan una cifra de hasta 9000 muertos..." Y a partir de esas cifras —las : piblicas y las privadas— afirma: *En el niimero de victimas, si no en el tipo de To objetivos o en los medios, la violencia en México es mayor incluso que la que | ga asol6 a Colombia en los afios ochenta y principios de los noventa...""> Veamos: | bs segiin la estadistica de homicidios de la Policia Nacional hubo en Colombia, en | 4 . 1990, 24 304 victimas; en 1991 1 némero lleg6 a 28 260 y en 1992 fueron 28 228 | A . ras todas ellas que estén muy, muy lejos de los 6 290 homicidios atribuibles al | 3 2 crimen organizado que se registraron en México en 2008, | t . El contraste no dice ni que sean muchas ni pocas las victimas de homicidio - en México: dice para empezar que la comparacién en esos términos no tiene | ee 7 sentido, ¥ see también que conviene tomar con mucha precanién tos informes ] nt: reas sic tts Fos Nocona de Clontise HE i. mpertos, porque no es infrecuente que utilicen cifras incompletas o arre- | . gladas de modo que cnadren con explicaciones preconeebidas. i mancja habitualmente en la prensa, revela un desconocimiento absoluto de Ta . | complejidad del proceso histérico colombiano y no vale la pena insistir mucho oa | en ello.” Pero si tiene sentido aclarar un poco Tas cosas. i En la grdfica 2.3 se muestra la tendencia en la tasa de homicidios de Estados . 4 / Usiidos, Colombia y México entre 1990 y 2007. No hace falta mucho para ver que a 4 tanto en Ja magnitud como en la tendencia, el problema del homicidio en México c { ‘es mucho mas parecido al de Estados Unidos que al de Colombia. Desde Inego, - 4 ‘no son los ntimeros lo tinico que importa, pero los nGmeros importan. - | 'A fines de los ochenta y principios de los noventa Colombia padecié una { 1 guerra de mailtiples frentes: de las onganizaciones guerrilleras (PARC, ELN, ¥-19) ; 4 : contra el Estado, de las organizaciones dedicadas al narcotréfico contra el Estado, : | i de los grupos paramilitares contra las guerrillas y contra el Estado, y de todos 3 i cellos —segiin la expresion de Daniel Pécaut— en contra de Ia sociedad." No hay nada ni remotamente parecido on México en los afios recientes, La analogia se - impone sobre todo porque Colombia se ha convertide en un superlative dela vio~ ’ ~ lencia que sirve para llamar la atencién. ‘ pote” Sa ba rows, The Velo Drag Mare in eric Lessons rom Clon, Forsgn i te habitual entre los periodistas —lo seftalamos mas arriba— pero también | Poly a oem, Paley Paper 12, aro, 2009p. Eifel enter due wn cami ease emp, un report de Vanda Fiabe | Secon ae ees ne ees | motivos para suponer que hubo un incremento considerable de los homicidios co 1nos de paso qu I ia pubicada pore Sistem de Seguridad Publis, de homies atnbuibles i en el pais (y se publics, ademas, por primera vez, una cifra oficial de vietimas de 4 ec pec preter er | enlace ioe apne normacin ’ rege nem nie tha \ hrarcotaficn y Estado", Nueva Sociedad, m. 220, marao-abril, 2008. 2008. Acaso sea eso y ; 2 tid "Daniel Pécaut, Guerra contra la sociedad, Bogots: Planeta, 2001 Primer apunte geogréfico No es una sorpresa que varie mucho la tasa de homicidios entre unos estados y otros, dentro de la Republica, Dadas las desigualdades regionales del pais, las di- ferencias demograficas, de organizacién productiva, infraestructura, etcétera, se- ria muy extraiio que no hubiese también diferencias en los perfiles de criminali- dad y violencia, ¥ eso significa que es indispensable un andlisis territorial, que permita apreciar las diferencias entre regiones, estados y municipios. No obstan- te, es posible una primera aproximacion. En toda sociedad hay pautas territoriales caracteristicas del delito y del ho- micidio en particular, una geografia de la violencia més 0 menos reconocible, pero que no obedece a ningin principio general. En ocasiones hay una mayor violencia en ambitos rurales, de dificil acceso, con escasa presencia del Estado, pero en ocasiones también en las grandes ciudades, las de mayor densidad de poblacion, ¥ el fenémeno se repite a cualquier escala: también en las ciudades hay zonas mas y menos violentas, barrios en que se concentran los Tobos 0 los homicidios? Sabemos que sucede asi, que hay un patrén territorial del homicidio y de la delincuencia en general, pero es imposible saber de antemano qué factores ti nen mayor peso para definir esa geagrafia de la violencia. Y muy probablemente cambian de una sociedad a otra, de una época a otra. Seran a veces los desajustes provocados por un proceso de modernizacién o la tension que resulta de Jo que se suelé llamat ‘privacién relativa’, la ausencia del Estado, y a veces serain también factores estrictamente geogréficos: la cercanfa de una frontera muy transitada 0 muy poco transitada, la cercania de wn puerto o un centro industrial importante, la existencia de mejores 0 peores vias de comunicacion, un territorio mas aspero © més accesible, En cualquier caso, antes de explorar cualquiera de esas hipote- sis hace falta identificar las pautas territoriales concretas. Para nuestro caso, ¢8 interesante adelantar un primer bosquejo a partir de los indices de homicidio de los estados. " Las explicaciones "ecoldgicas' de la delincuencia varian sein se preste atenctén sobre todo a las caracteristicas del espacio, las pautas de: vida de las victienas, la racionalidad de quienes come. ten el delito; de nuevo, casi todos los argumentos son verosimiles y ninguno definitive. Para un repaso de las *teorias ecologicas’, véase Derek Paulsen y Matthew Robinson, Crime Mapping amd Spatial Aspects of Crime, Nueva Jersey: Prontice Hal, 2009, pp. 68 ys [35] / 36 (Thana en ic cnve 1090 2007 a Primer apunte geogetico 37 in el cuadro 3.1 aparecen los estados en orden, segiin st tsa de omic rt i dios, para tres momentos: en el inicio, a la mitad y al final del periodo, Para evi- Cuadro 3.1 Tasa promedio de hornicidios por estado tar las distorsiones que podria ocasionar un aio excepcionalmente violento Ni ctr geet Ee eeEC aE ere eee ( ; excepcionalmente pacifico en cualquiera de ellos, consideramos tasas promedio q eee st tae 180-200 | q para periodos de tres afios (concretamente: 1990-1992, 1998-2000, y 2005-2007).” _ Oaxaca phen Guerrero 32.05 == ~S*«Ceme>SS*C«B | : pechagmos tanibién la tasa promadio nacional para cada wuno de tos momentos , Michoacin aust cee 228 Michoaeén ee . Las diferencias eran esperables, pero no deja de Tamar la atencién la distan- Ss México panty ea oo 23.37 Chibuahua oe q cia que hay entre unos estados y otros; tasas de 2 y 3 homicidios por cada 100 000 a. Durango 3002 Chihuahua i - Sinaloa 1870 habitantes en algunos casos, ytasas de 20, 30 y 40 por 100 000 en otros. Hay otras 7 Moves 7083 Morelos 1307 tee 102 iy copas en el cuadro, Lo primero que se nota es que e! lugar que ocupan los estados } Naya “a0 Mexico a7 een mace heh centro del conjunto es rolativamente estable; bay wnos cuantos gue de manera rr Sinaloa 80 Chiapas ane hae wa eek Gotemética apasecen en el tercio inferior de la tabla, con tasas bastante menores 7, ues a Micreacin v.92 sone ‘28 1 Pei que la nacional: Yucatén, Querétaro, Tlaxcala, Hidalgo, Guanajuato, Aguascalien- . Sap caltons ber Durango 144 hee te iI & tes, Nuevo Lod; hay otros, igualmente, que en los tres momentos aparecen en la 4 Chihuahua e9 ne Tamaulipas 97 j Be vererrero, Michoacén, Nayarit, Durango, Sinaloa y el Estado de México | Tamaulipas 489 mee Nacional 219 i bol vAnetemos, de paso, que no parece haber caractcristicas comunes entre los a. Dito Feder 14.685 Sonora il cee 820 4 i estados en ninguno de los dos grupos, ni de ubicacién ni de estructura demogr: Campeche 1420 Covi ie oh 780 & te fica o productiva, que permitan explicar ficilmente las diferencias ‘ Veracruz 289 Campeche fg rine Hoe i : ‘hora pion: gon igualmente Tamativos ¢ importantes los cambios, el movie - apes 20 Tous 168 isco ae ih imiento de estados cuya ubicacién en Ja tabla cambia a 1o largo del periodo, ¥ . a 78 ‘uircana Roo ae Tebasco 7 Et tuya tasa promedio sube o baja en comparacion con la tasa nacional: lo veremos E eee ae 329 Son uisPotos! 91, ;, “Antes de soguit, para apreciar mejor Io que significan esas tasas de homici- - CCoahuita 1075 Tlaxcala oe Puebla 574 fi , dio en los diferentes estados, vale la peria usar otro indicador para ver sn peso Quintana Roo 100 Tabasco oa Campecne set { ‘| clativo on el conjunto de homicidios: el porcentaje de: victimas de cada estado a Guanajcto 915 Quertiao oa fase oe I | von respects al total de viotimas en el pats. Obviamente, para valorarlo hay due | «0 a Veracruz a Secs 499 | | tomar en cuenta también las diferencias de poblacion. El panorama es re relador, a ee ii 830 Baja Colif Sur 66 ee bait | ona ue de todo el poriodo el Estado de México concentra, con diferencia, él | 3 or 731 Coahula a pec eae ar : a cometidos en él pais (también es el que tiene mayor poblacion: alrededor del 13 1 : Baja Calif Sur 467 prota eee Tae 399 por ciento). Siguen el Distrito Federal (entre 7 y 9 por ciento de los homicidios), ; ‘ Yucatan 425 jai Se Aquascalientes 284 | | Guorrero ¥ Michoacén (alrededor del 8 por ciento cada uno) y Oaxaca (entte el 5 oe evo tes 297 server oe Hidalgo 265, y el 8 por ciento). q feetene, # ve an | 7 : Lo anterior, dado que Hi homicide a TOU 0, ents la poblacin total de ese aio, sumamos Ia tasa de os tes afc y - meno en ese pequiet noice eee ee i A chan ex ain, on movin me un in 4 1s ple ombienapreca oes cs q en recia asiva de et, las negoraciones de Lars, etcseta, Lo veremos mks 3 eee eee aie ee ee ‘ fee 7 gar a.un 70 por ciento del total, es evi- | q periodo ha habido cambios en la geografia de la violencia, Para | adelante. 38 El nomicisio en Mico entre 1980 y 2007 verlo mas graficamente (graficas 3.1 y 3.2) hemos formado cuatro regiones: No- roeste (Baja California, Sonora, Chihuahua y Sinaloa), Nordeste (Nuevo Leon y ‘amaulipas), Centro (Disivito Federal, Bstado de México y Morelos), y Pacifico (Michoacén, Guerrero, Oaxaca). Consideramos dos momentos, al principio y al final del periodo (1990-1992 y 2005-2007) y calculamos el porcentaje de viotimas de cada region con respecto al total de victimas en el pais en cada momento; lo Primer apunte geoarfico 39 Anotemos, de entrada, lo mas obvio: las que hemos llamado regiones Cen- tro y Pacifico concentran siempre el mayor porcentaje de victimas (algo mas del 55 por ciento en el primer momento, altededor del 47 por ciento en el segundo) y su peso en el total de homicidios del paises siempre superior a su peso demo- 10, Es igualmente claro que el porcentaje de victimas registradas en ambas rogiones, con respecto al total, disminuye en el periodo (pasa del 32 al 27 por ntro, del ciento en la Region Ce 3 al 20 por ciento en la Regién Pacifico). Para apteciar mejorlo que significa, recordemos que el niimero total de homicidios se | reduce mucho en el pats, es decir, que representan un porcentaje menor de una | eee . cifra bastante menor. Dentro de ese conjunto, la reduecién més notable se da en ; dette de homiiinen pals por eons, 1860-1052 ; el Estado de México, cuya participacion en el total de homicidios pasa del 22 al , Perera ere 17 por ciento, y en Oaxaca, que pasa del 8 a poco més del por ciento. ! aay En resumen, la disminucién en el nitmero de viotimas en esos seis estados «| del centro y sur del territorio es acaso el factor fundamental para explicar la dis- i minucién de la tasa nacional. Pero el hecho de que se reduzca tambien su parti- pacién porcentual en el conjunto significa obviamente que, al mismo tiempo, i ha aumentado proporcionalmente Ja violencia en otros estados, Es lo que se ‘, muesira en las otras barras de las gréficas: el peso relativo de las victimas regis- - tradas en las regiones Noroeste y Nordeste aumenta a lo largo del periodo. En el : primer momento, entre 1990 y 1992, la Region Noroeste (Baja California, Sonora, MT a Chihuahua y Sinaloa) registra el 9 par ciento de los homicidios del pais; en el | . segundo momento, entre 2005 y 2007, represejta mds del 17 por ciento. Y su 1 ponemos en comparacién con su peso demogréfico, es decir, con el porcentaje t que representa su poblacién con respecto al conjunto de la poblacién del pais. es peso con respecto al total de homicidios es superior a su peso demografico en el pais, En la Region Nordeste (Nuevo Leon y Tamaulipas) hay una evolucién pare- 4 - cida, de poco menos del 3 al 5 por ciento de las victimas. ee 3 x Miremos ahora la evolucién de la tasa de homicidios para algunos de esos Gafica 3.2 Porcentae de la pobleciin a : estados, en comparacion con Ja evolucién de la tasa nacional. 1y de total de homiciios en el pais, por regines, 2008-2007 | Hay que tener presente en todo momento que el rasgo basico del periodo es a la sistematica disminucion del niimero de homicidios, y que es una pauta que se : observa, mas 0 menos acusada, en casi todo el tertitorio. Hs decir: importa no | 4 : sélo si sube 0 baja la tasa de homicidios en un estado, sino qué tan c est de la media nacional y en qué sentido se producen los cambios, . La evolucién en Ja que hemos llamado Region Centro (grafica 3.3) es suma- ; mente clara: en los primeros afios del periodo las tasas de Morelos y el Estado de | ‘México son muy superiotes a la tasa nacional; ambas disminuyen, salvo por un repunte en Morelos en 1993, de modo sostenido, lo mismo que la tasa nacional 4 #1 movimiento es distinto en el Distrito Federal: una tasa précticamente estable ¢ inferior a la nacional hasta 1997 o 1998, y a partir de ahi un descenso menos : promunciado que el de los otros dos estados de Ia regién. NTT . Tiene interés detenerse también en los ntimeros de Michoacan, Guerrero y ieee Oaxaca, en la vertiente del Pacifico (grafica 3.4). Los tres estados tienen en todo epinteomste Relate Ri Cen ein Pei erca 0 lejos es 40 omic en Mico entre 1990 y 2007 Géfica 3.3 Evolucion dela tasa de homicidios ene Distrito Federal, el Estado de Mexico y Morelos, 1990-2007 nies pr co 100 har |RSS eae amet a fuente: Gafiea 3.4 Eyolucion de la tasa de hnomicidios ‘en Guerrero, Michoacan y Oaxaca, 1990-2007 ents ni momento indices de homicidios superiores a la media nacional y representan wn porcontaje considerable de! total. ¥ los tres comparten también rasgos demogré- feos, productivos y geograficos. En la primera década, aproximadamente hasta ¢Lafto 2000, los tres siguen bésicamente la tendencia nacional; a partir de enton- tos gu tasa se mantiene estable en el caso de Oaxaca y tiene incluso un repunte en Guerrero y Michoacan. 1} perfil de la regidn ha cambbiado, sin duda: a principios de los afios mover ta sus tasas estaban entre 30 y 40 homicidios por cada 100 000 habitantes, las mas alias del pats con diferencia, y en 2007 estan por debajo de 20. Sigue teniendo wn peso decisivo para la cifra de homicidios del pais. El cambio mas notable, porque contrasta con la evolucién de las dems re- giones, ¢s el del conjunto de estados de} noroeste del pats: Baja California, Sono a, Chibuabua y Sinaloa, caya tendencia és claramente distinta¢ incluso en ag hos tramos opuesta a la nacional (gréfica 3.5). Casi todos ellos, con la excepcion Primer apunte geaqrafico 41 Gifica 3.5 Evolucion dela tasa de homiciios en Baja California, Chihuahua, Siraloa y Sonara, 1990-2007 Homiciaspr sada eo cz0 FES vances Fuente: ne seeaaee Gifica 3.6 Evolucién de la tasa de homicidios en Nuevo Leén, Quintana Roo y Tabasco, 1990-2007 Fetes de Sinaloa, tenian indices relativamente bajos en 1990, en algtin mamento sob pasaron Ja tasa nacional, y continaan al final del periodo en niveles aaa aa periores; no se apreci en ninguno de ellos esa tendencia constante ala tala que fee ia todo : pals. Parece: haber, en general, una pequefia disminucion en Intasa de homo, per el movinient es ms bin ein con cabo roy ee patria tienen, en este caso si, un rasgo fundamental en comun: la Acaso sea lo mas importante que puede apreciarse en este primer pano ma teritorial, porque es una regién bastante bien definida, que se ee sentido casi inverso al resto del pats. Es decir: segun lo mis probable, indica un cambio en el tipo de homicidios, en los factores que lo precipitan, fae ‘Afiadimos sélo uma gréfica mas (grafica 3.6), que sirve como contraste, E: un grupo de estados que Llama la atencién por un par de rasgos comunes: se Ui : ta de Nuevo Leén, Tabasco y Quintana Koo, Son estados con muy bajos indices de violencia, que en el conjunto del periodo tienden a estar sistematicamente 42. Ehomiidio.en Meco emire 1990 y 2007 por debajo de la tasa nacional, Sin embargo, en los tres casos os evidente que la tendencia es distinta a la del resto del pais: en Tabasco, después de un aumento hasta 1995, la tasa disminuye, pero se mantiene estable a partir del afio 2000; en Quintana Roo tiene movimientos muy erraticos, con episodios de muy alta vio- Tencia en 1994 y entre 2003 y 2005; en Nuevo Leén, finalmente, hay un lento pero sostenido incremento de la tasa que practicamente se duplica a lo largo del periodo. Bs tentador, porque parece légico, asociar ese movimiento al trafico de drogas del Caribe havia el mercado estadounidense: habré que verlo con perfiles mas detallados, mas adelante, y en comparaci6n con los indices de Veracruz y ‘tumaulipas, que estén en ese mismo “corredor" de la droga pero cuya tendencia, a primera vista, no es tan contrastante. Primer apunte geogrtica 43 escandalosa de casi 45 por 100 000 habitantes. Significa, sencillamente, que en 1997 hubo un homicidio en Bokabé, que teri! para ese atio 2 228 habitantes. La primera serie de mapas, elaborada’a partir de las tasas estatales, muestra con mucha claridad no s6lo el descenso general, sino el desplazamiento de la violencia que hemos sefialado, del centro hacia el noroeste. La segunda serie, como es légico, con unidades territoriales mucho menores, presenta un panora- ma mas matizado. bl contraste entre ambas es titil también porque muestra muy praficamente un problema metodolégico fundamental en el analisis estadistico del homicidio: cualquier caso, la unidad de registro espacial es discreta y mas © menos arbitraria, definida por una frontera politica; los fendmenos sociales i En resumen, ese primer panorama impone una conclusién bastante clara: solo en algunos aspectos pueden ceftirse a ese mares en los iiltimos veinte afios ha cambiado no s6lo el indice, sino el mapa de la vio- ] lo hemos visto, es engafiosa porque oculta una enorme complejidad; pero sucede Jencia en el pais. Las tasas mas altas de homicidio no se encuentran ya, como ‘ otro tanto con las tasas estatales: véase, por ejemplo, el contraste entre lo que sucedia en 1990, en el centro del pais, sino que aparecen en el norte y, concreta- 4 : dicen los mapas con tasa por estados sobre Sinaloa, Chihuahua y Durango, y lo mente, en Ia regién noroeste, aunque la incidencia sigue siendo alta en Tos tres ] que dicen sobre esos mismos estados los mapas con tasa por municipios | estados del litoral Pacifico sus: Michoacén, Guerrero y Oaxaca. ‘ ‘Todo lo anterior no significa que sean imitiles las tasas estatales, Sin duda, hay A continuaci6n hay dos series dle mapas de la repiblica elaborados a partir de : diferencias entre los estados en organizacion politica, gobiemo, procuracién de jus- las tasas de homicidios (mapas 3.1 a 3.6). Em los primeros tres se muestra la tasa q . icia, que muy seguramente inciden sobre los indices de homicidio, No tendria sen- | | | territorial. La tasa nacional, del periodo: consideramos Muy Baja una tasa de homicidios entre 0.1 y 4 por cada 100 000 haibitantes (aproximadamente, la tasa de los pafses de Fruropa Occidental); ‘ina tasa Baja, en nuestra clasificaci6n, esta entre 5 y 8 por cada 100 000 habitantes (una cifra cercana a la de Estados Unidos); la tasa Media esta entre Ie media y la minima nacional para el periodo, es decir, entre 9 y 12 homicidios por cada 100 000 habitantes; consideramos tasa Alta entre 13 y 16, y Muy Alta cuando es superior a 16 homicidios por cada 100 000 habitantes. En la clasificaci6n de los municipios, la escala nos permite afiadir un matiz: una Tasa Cero, pata los que no registran nin gin homicidio en el periodo, y una ‘asa Critica, para Jos municipios con una tasa superior a16 por 100 000 habitantes, y que ademés suman ms de 50 homicidios en esos tres afios. También se consideran como de violencia critica les que tavieron més de 100 homicidios en el perindo, independientemente de su tasa ‘Una aclaracién, entre paréntesis. En él caso de Jos municipios de muy baja poblacién es necesario siempre corregir la medida con el niimero absoluto de homicidios porque la tasa (por 100 000 habitantes) ofreco una imagen distorsio~ nada en las unidades muy pequefias. Sélo un ejemplo. El pacifico municipio de Bokob, en la region central de Yucatén, tiene tasa cero —ni un solo homici- i 4 aratal, en Tos siguientes la tasa municipal, Bl término de referencia en todos los Sido presindr de ese indicador. Por ota part, la tasa esata ofece un térnino de q 4 casos ¢s la tasa promedio para. un periodo de tres afios (1990-1992, 1998-2000, 2005- 4 comparacién mas cercano para interpretar lo que sucede en cualquier municipio. fed 2007), para evitar las distorsiones que podria introducir um afio anémalo en un ser- q a No hace falta un comentario muy extenso, Si miramos los mapas con tasas i : tido 1 otro, con muchos o muy pocos homicidios. Y el criterio de clasificacién es ] estatales, a transicion es inmediatamente visible y muy obvia. En el primer mo- ; \ i siempre el mismo, construido a partir de Ia tasa nacional promedio para el conjunto ] mento, entre 1990 y 1992 (vase mapa 3.1) tienen tasas alta y muy alta quince j estados: el centro y todo el occidente del pais, también Campeche y Tamaulipas; tienen tasa media, es decir, entre 9 y 12 homicidios por cada 100 000 habitantes, otros nueve: el centro norte mas Puebla, Veracruz, Chiapas y Quintana Roo. En el segundo momento, a la mitad del periodo, entre 1998 y 2000 (véase mapa 3.2) siguen con indices de violencia alta y muy alta once estados: de nuevo el centro y sur del pais, también el noroeste, donde se intensifica en particular en Chihua- hua y Baja California; lo que mas lama la atencién, sin embargo, es que hay trece estados con niveles bajo y muy bajo: todo el Bajio y la parte central de la frontera con Estados Unidos, 's muy distinta la imagen que presenta ¢l mapa del dltimo momento, entre 2005 y 2007 (véase mapa 3.3). Casi dos terceras partes del territorio, un total de d inueve estados tienen indices de homicidio bajo y muy bajo: toda la peninsula de Yucatén hasta Chiapas y Tabasco, casi todo el centro desde Veracruz, Puebla y Mo- relos hasta Jalisco y Colima, y el centro norte del pats, desde el Bajio hasta San Luis Potosi, Aguascalientes, Zacatecas, Coahuila y Nuevo Le6n. En cambio, quedan con tasas alta y muy alta s6lo seis estados: tres en el litoral Pacifico sur —Oaxaca, Gue- mero y Michoacan y tres en el noroeste: Baja California, Chihuahua y Sinaloa.

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