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Este libro indaga entre las obras mas embleméticas del recorrido eee eee ee et oe Cee Ne et nea ee ee ee ecu etary Pe ee ecae e oe ea | eos oe se eeu ures es Cee aoe ee eee Se Neca ee eet Se eee eee eo Ce ee eee ay ‘caminos del mundo: desde la nueva mecanica del imperialismo, las crisis de los mercados financieros o la eficacia de las huelgas en el Secu a ae eC ony er Re Ree ecu ea ut ay Cee ae kee) Cee ene Tate a tie eee ns ee et eee Cee en eee ee DN eee ee ee CO ee ey rebeldes, Del derecho de la oludad a la revolucién urbana (2013), El casmopoiiis- ee Re ter Et ae) re] opunu! jap sosepues Be eeu ue Pee eu te eos eee Sere ee eas ‘Owen Jones, autor de Chavs y The Establishment. Coe retest ee ieee oe a rennet tener yee ear a Naomi Klein, autora de La doctrina del shock y No Logo. Pre ii i fe) cer ee ee eee Pn eee ea persistentemente espantosas del proceso urbano en Estados Unidos para las poblaciones de bajos ingresos y marginadas. Es asombroso lo relevante que fue el texto escrito por Engels en 1872 para el mio, escrito un siglo después, y cémo los temas discutidos en ellos encuentran un reflejo instantineo en Estambul, So Paulo, Londres y Shanghsi, como en Manchester entonces y ‘en Baltimore en la actualidad. Il La geografia de la acumulaci6n capitalista Una reconstrucci6n de la teoria marxiana Lanccesidad de un mercado en permanente expansién para sus productos espolea ala burguesia a extenderse por todo el planeta, Debe anidar en todas partes, estblecerse en todas partes, crear relaciones por doguier [...] Las antiguas industrias nacionales se han derrumbado o se derrumben diariamen- tc, arrolladas por otras nuevas, cuyainsteuracién se ha convertido en un pro- blema vital para todas las naciones eivilizadas; por ind.stias que ya no em- plean materias primas indigenas, sino traidas de las regiones mas alejadas, y cuyos productos son consumidos, no sélo en el propio Fas, sino en todos los rincones del mundo, En lugar de las antiguas necesichdes, satisfechas con productos nacionsles, nacen necesidedes nuevas, que reclaman para su sats- faccién productos de los lugares mas alejados de los clinas més diversos. En Jugar dela antigua autosuficiencia y dl sislariento local y nacional, aparece ‘un tnifico universal, una interdependeneia mutua ce todas las naciones! La dimensién geogréfica de la teoria marxiana de la acumulacién de capi- tal ha sido ignorada durante demasiado tiempo, en parte por culpa del propio Marx, ya que, a pesar de su descripcién dramética de las zonquistas globales de la burguesia en el Manifesto comunista, sus escritos sobre el tema son fragmentarios, atropelladamente esbozados y no sistematicos. Al parecer te- na la intencién de no dejar las cosas en un estado tan castico; plane6 libros sobre el Estado, el mercado mundial y el desencadenamiento de las crisis, " K Marx F Engels, Manifesto comunista, p26. 52 33 pero esas obras nunca se materializaron. Un examen cuidadoso de sus traba- jas inconclusos revela, sin embargo, un andamiaje de pensamientos sobre el tema capaz de soportar el peso de la teorizacién sustantiva y de la interpreta cin hist6rica. Mi propésito es dar una forma y una sustancia mas explicita a ese andamiaje y establecer asi la base para una teoria de la dinémica espacial de la acumulacién. Eso nos ayudaré, espero, a dilucidar e interpretar la geo- srafia histrica real del capitalismo. La importancia de tal proyecto no necesita énfasis. Fenémenos tan diversos como la urbanizacién, el desarrollo geogréfico desigual, la interdependencia ¥y competencia interregional, las reestructuraciones de la divisién regional e internacional del trabajo, la terrtorialidad de las funciones comunitarias y estatales, el imperialism y las luchas geopoliticas que se desprenden de todo ello se deben dilucidlar e incorporar al gran corpus de la teoria que Marx nos Jeg6. Delo que se trata es de desentrafiar la relacin entre la dinémica tempo: ral de la acumulacién de capital y la produccién de nuevas configuraciones espaciales de produccién, intercambio y consumo. La via hacia tal comprensién esté plagada de todo tipo de obstaculos. La teoria que Marx completé trata en general al capitalismo como un sistema cerrado. Las relaciones espaciales externas y la organizacién espacial interna aparentemente no desempefian ningiin papel en la configuracién de la dnd rica temporal. La mayoria de los marxistas han seguido en eso a Marx; el resultado ha sido un sesgo extraordinario en contra de cualquier teorizacién explicita del espacio y as relaciones espaciales dentro dela tradicién marxis- ta, ', Visto desde el punto de vista de la produccién en general, por tanto, «la reduccién de los costes de Ia circulacién real (en el espacio) forma parte del desarrollo de as fuerzas productivas por el capitaly!. En el contexto de la proposicién general de Marx de la tendencia capita lista a revolucionar incesantemente las fuerzas productivas, eso implica una tendencia inevitable hacia constantes mejoras en el transporte y las comuni- caciones. Marx proporciona algunas indicaciones sobre la presién que se ejerce para lograr tales mejoras. «La revolucién en los modos de produccién de la industria y la agricultura hizo necesaria una revolucién (...] er los me- dios de comunicacin y transporter, de modo que «un sistema de vapores flu- vials, ferrocarriles, vapores oceénicos y telégrafos fue adaptando paulatina- mente el régimen de las comunicaciones y los transportes al modo de produecién de la gran industria»™ En otro lugar, plantea la siguiente proposicién general: «Cuanto més se funda la produccién en el valor de cambio, y por lo tanto en el intercambio, iis importantes se vuclven para ella las condiciones fisicas de intercambio: os medios de comunicacién y transporte. El capital, por su naturaleza, tiende a superar toda barrera espacial. Por consiguiente, la creacién de las condicio- nes fisicas de intercambio (...] se convierte para él en una necesidad extraor- dinavia: la aniquilacién del espacio por el tiempo». La consiguiente reduc- cin en los costos de transporte abre nuevos dmbitor para la cieculacién de mercancias, y por lo tanto para el capital. «El producto directo se puede materializar en mercados distantes en cantidades masivas» y se pueden abrir nuevas «esferas donde se valoriza el trabajo puesto en marcha por el capitab»'*, bid © K, Mars Bl capital, vol. 2, cap. VI, IIL, p. 172 [MEW 24, p. 153] ™K, Marx, EFCER vo. 2, p.24 [MEW 42, p. 440] ® K. Marx, Fl ciel, vol 1, eap. XIII, p. 461 (MEW 23, p. 405] °K, Marx, EFCER vo. 2, p. D [MEW 42, p. 430], bid 38 Pero el movimiento de productos a distancias mayores, aunque con un costo menor, tiende a aumentar el tiempo empleado durarte a circulacién. El resultado es aumentar el tiempo de rotacién del capital ~definido como el tiempo de produccién més el tiempo de circulacién'-, a menos que haya mejoras compensatorias en la velocidad de circulacién. Dado que cuanto ma- yor es el tiempo de rotacién de un capital dado, meno: es el rendimiento anual de plusvalor, la velocidad de circulacién de las mercancias es tan im- portante para la circulacién del capital como el coste. Marx hace suya esa idea explicitamente. Acelerat la «velocidad de circulacién del capitab» en las esferas de la produccién y del intercambio contribuye a la acumulacién de capital. Desde el punto de vista de la circulacién de mercancias, eso significa ue «incluso la distancia espacial se reduce a tiempo: lo importante no es la distancia del mercado en el espacio, sino la velocidad [...] con la que se alcanza»**, Hay, por lo tanto, todo tipo de incentivos para reducir al minimo cltiempo de circulacién de las mercancias!”, Una doble necesidad, para redu- cit tanto el coste como el tiempo de movimiento, surge de los imperativos de la acumulacién de capital: «Mientras que el capital debe, por un lado, tender a derribar toda barrera espacial opuesta al trifico, id est al intercambio, y a conquistar toda la Tierra para su mercado, por otro lado tiende a aniquilar ese espacio por medio del tiempo [...] Cuanto mas desarrollado ¢) capital (..-] més tiende al mismo tiempo a extender el mercedo y a una mayor ani- quilacién del espacio por el tiempo»'®, La frase «aniquilacién del espacio por el tiempo» [Vernichtung des Rawms durch die Zeit] es de gran importancia en el pensamiento d= Marx. Sugiere que la circulacién del capital hace que el tiempo sea la dimensién fundamental de los asuntas humanos. En el capitalismo, después de todo, es el tiempo de tra- bajo socialmente necesario lo que constituye le sustancia del valor, el tiempo de trabajo excedente lo que se encueutia en el origeu Ue! Lewelivio y la tela ign entre el tiempo de trabajo excedente y el tiempo de rotacién socialmente necesario la que define la tasa de ganancia y, en timo témino, el tipo medio de interés. Bajo el capitaismo, por tanto el significado del espacio y el impul- so para crear nuevas configuraciones espaciales de los asuntos humanos sélo °K, Mare El cpital, vo. 2, cap. XIV, p. 284 [MEW 24, p, 251] 2% K, Mare, EFCEP vo. 2, p.29 [MEW 42, p. 443] » K Mars, El espa, vol. 2, cap- XIV, p. 285 [MEW 24, pp. 251252] °K. Marx, EPCEP vol.2, p. 31 [MEW 42, p. 485] 59 se pueden entender en relaci6n con tales requisites temporales, La frase «ani- quilacién del espacio por el tiempo» no significa que la dimensién espacial se ‘vuelve ireelevante, sino que plantea, mas bien, la cuestién de cémo y con qué medios se puede usar, organizar, crear y dominar el espacio para cumplir los requisitos temporales bastante estrictas de la circulaci6n del capita. La consideracién de esta cuestién lleva a Marx por una serie de sendas interesantes. Sostiene, por ejemplo, que la continuidad del flujo en el espacio y la regularidad de la entrega desempefian papeles importantes en relacién con el tiempo de rotacién: la reduccién de las reservas y los almacenamientos de todo tipo reduce la cantidad de capital que se mantiene necesariamente inactive durante el proceso global de rotacién. De ello se deduce una gran necesidad de organizarel sistema de transporte y comunicaciones para garan- tizar la regularidad de la entrega, asi como la velocidad y el bajo coste®. Pero los requisitos temporales de la circulacién del capital inducen otros ajustes importantes en la organizacién del capitalismo para hacer frente a las barreras espaciales que encuentra. El comercio a larga distancia, al separar la produecién y el consumo por un lapso temporal relativamente largo, plan- tea serios problemas para la continuidad del fujo de capital. Ahi reside, en opinién de Marx, «una de las bases materiales» del sistema de crédito. En ‘otro lugar Marx desarrolla este argumento con mayor detalle en un lenguaje que hace explicitas as relaciones entre el tiempo, el espacio y el sistema de crédito bajo el capitalismo: eso total, se produzea 0 no se produzca. La supresién, por el capital mismo, de este caricter contingente es el erédt [..] De abt qte el crédito, en cua uiera de sus formas desarvolladas, no se presente en ninguno de los modos de producein anteriores. Se prestabay se tomaba en préstamo, también, en fases anteriores, yla usura es incluso la més entigua de as formas antediluvia- nas del capital. Pero dar y tomer con préstamo no es en modo alguno sinéni- smo de eréito, del mismo modo que trabaiar nolo es de rabaio industrial 0 de ‘trabajo asalariado libre. Como relacién de producci6n desarrollade, esencial, clrédito se presenta histéricantente s6lo en la cieculaci6n basada en el capital ‘el trabajo asalariado®. El sistema de crédito permite que el dinero circule en I espacio indepen- dientemente de las mercancias de las que ese dinero es equivalente. La circula cién de crédito en el mercado mundial se convierte as{en uno de los principales rmecanismos para la aniquilaci6n del espacio por el tiempo y aumenta espec tacularmente la capacidad de hacer circular productos (y ror lo tanto, capital) en el espacio. En ese proceso se desarrolla cierto poder de los capitalistas mo- netarios frente a los industriales, mientras que las contradicciones inherentes al sistema de crédito también cobran una expresién geogrfica especifica®. Laeficiencia con la que las mercancias pueden circula: por el espacio de- pende también de las actividades de los capitaistas mercantiles. Marx con- trasta a este respecto el papel histérico del comerciante—comprat barato para vender caro; mediar entre productores geogrificamente dispers0s con bajos niveles de desarrollo; acurular capital mediante la especulaci6n, el robo y la violencia; y dar forma al mercado mundial®— con la posicién del comerciante en un modo de produccién puramente capitalsta. En est tltimo caso, agu- ‘menta Mars, el papel del comerciante es reducir el coste y acelerar la circula ‘cién de mereancias (y por tanto, de capital) capecializdndose en la funcién ‘mercantil' de a que obtendri beneficios con un rendimiento eficiente. Pero al igual que en el caso de los capitalstas monetarios, la posici6n de los comer ciantes en el proceso general de circulacién de capital les da cierto poder frente alos capitalistasindustriales yles ofrece con frecuencia oportunidades La circulacin se presenta como proceso esencial del capital. No es posible recomenzar el proceso de produccién antes de la transformac én de la mer- cancia en dinero, La ininterrumpida continuidad del proceso, la transicin li- bre y fluida en que el valor pass de una forma a la otra, o de una fase del proceso ali our, upareee como eundicién fundamental de la produecion sada en el capital, y ello en un grado enteramente diferente del de todas las formas anteriores de la produccién, Por otra parte, una vez puesta la necesi- dad de esta continuidad, las fases divergen temporal y espacilmente, como procesos particulares, reefprocamente indiferentes. De este modo, para la produccién fundada en el capital, aparece como contingente el que su condi- cin esencial, la continuidad de los diversos procesos constitutives de su pro. 21K. Mars, EFCEP, vol 2, pp. 25-26 [MEW 42, p. 441]. 2 K Marx, Eeapital, vol 3, seein V. ® bid, cap. XX. 2 Ibid, caps. XVI-XIX © K. Mars, El capita, vol. 2, cap. VI, IL, p. 462 [MEW 24, p. 1431 ® bid, cap. XIN, p.287 [MEW 24, pp. 254-255] 60 6 mano’. Ademés, la ventaja del acceso, por ejemplo, a una cascada como fuente de energia, puede perderse de la noche a la mafiana con la instalacién de una maquina de vapor. Marx esta interesado principalmente en la forma cen que transformaciones de ese tipo liberan la produccién capitalista de las Jimitaciones naturales y producen una «segunda naturaleza» creada artifi- cialmente como escenario para la accién humana. Y si surgen circunstancias {y Marx admite que eso sucedia con frecuencia en el caso de la agricultura de su época) gracias a las cuales la fertiidad natural y la ubicacién continéan brindando ventajas permanentes a los productores privilegiados, entonces el beneficio podria ser gravado como renta de la tierra Laubicacién de la produccién no puede, por tanto, interpretarse como una ‘mera respuesta a las condiciones naturales, sino como el resultado de un pro- ‘eso social en el que las modificaciones de la naturaleza, dela ventaja de ubica- cién y del proceso de trabajo estén vinculadas. La persistencia de las limitacio- nes de dotacién espacial y de recursos debe interpretarse pues como un efecto interno dela légica del desarrollo capitalista mas que como algo que reside en la naturaleza extema, ¥ eso nos devuelve la idea de que uno de los principios internos de la légica de la organizacién capitalista de la producci6n es la ani uilacién del espacio por el tiempo y la reduccién de las barreras espaciales. Por ejemplo, cuando los capitalstas que buscan un plusvalor relativo se esfuerzan por movilizar y apropiarse de los poderes de cooperaciéri del tra- bajo, lo hacen concentrando la actividad en un espacio relativamente mas pequetio”. La reorganizacién de la divisién del trabajo en el taller para el mismo propésito exige que «le una sucesién temporal, los diversos procesos escalonados pasen a convertise en una yuxtaposicién espaciab»™. La aplica- cién de la maquinaria y el auge del sistema fabril consolidan esa tendencia a Ia concentracién espacial del trabajo y las fuerzas productivas en un espacio restringido, Ese mismo principio se aplica alos winculos entre indstrias den. tro de la divisién social del trabajo. La aglomeracién de la produccién en ‘unos pocos grandes centros urbanos, los talleres de la preduccién capitalista, es una tendencia inherente al modo de produccién capitaliste”’. En todos para cl libre ejercicio de su inclinacién por la especulacin, la usura el enga- fio y la sobreacumulacién. Sin embargo, en la medida en que el nicleo de la forma moderna del capitalismo esta configurado por la necesidad de produ- ira una escala cada vez mayor®, la formacién del mercado mundial ya no se puede atribuir a las actividades de los comerciantes, sino que hay que situar sus orfgenes en Ia propia produccién capitalista Larrelajacién directa de las restricciones espaciales, mediante revoluciones «que reducen el coste y el tiempo de movimiento y mejoran su continuidad y eficiencia, puede por tanto complementarse con la creciente eficacia de la organizacién de los sistemas de crédito y comercializacién. Estos tiltimos ayu dan a aniquilar el espacio con el tiempo y a aumentar asi la capacidad de in- tegracién espacial de productores geogréficamente dispersos. Los capitalistas industriales, sin embargo, pueden lograr ese mismo efecto mediante su orge- nizacién de la produccién, sus decisiones de ubicacién y sus elecciones tecno- lgicas. Veamos cémo trata Marx esa posibilidad. La capacidad de obtener plusvalor esté vinculade a la productividad fisi- adel trabajo empleado. Los capitalistas pueden ahi explotar las diferencias que se dan en la naturaleza#. Las ubicaciones mejores también pueden ex- plotarse en el comercio, Bajo las leyes coercitivas de la competencia, por tanto, podrfamos esperar razonablemente que la ubicacién de la produccién sea cada vez mas sensible a Jas diferencias naturales y a las ventajas relativas. Marx rechaza tal idea sin negar, no obstante, la base de la actividad humana en la naturaleza y la ubicacién. Insiste ante todo en que la fertilidad, la pro- ductividad y la ubicacién son determinaciones sociales, sujetas a la modifi- cacién directa mediante la accién humana e igualmente sometidas a una re- evaluacién mediante tecnologias de produccién cambiantes: «la relacién capitalista, pot lo demés, brota en un terreno econémico que es el producto de un largo proceso de desarrollo, La productividad alcanzada por ef trabajo, cen la que se furda aquella relacién, no es un don de la naturaleza, sino de tuna historia que abarca miles de siglos»*". La fertilidad puede acumularse en cl suelo, las ventajas relativas alterarse por las mejoras del transporte y las, ‘nuevas fuer2as productivas incrustarse en la tierra misma por el trabajo hu- 2 K. Mars, capital, vol.3, cap. XLVILIY, pp. 905-911 [MEW25, pp. 805-810], ® K Marx, Elcapital, vol. cap. XTLL, p.412 [MEW 23, p. 357 % Ibid, cap. XIL3, p. 420 [MEW 23, p, 365). 31 K. Marx, ERCEP, vl, 2, p. 92 [MEW 42, p. 492]; K. Marx yF. Engels, Et manifesto Comunisa, p21 ® Ibid, cap. XX, p.384 [MEW25, p. 343) % K. Marx, El epitat, vol. 1, cap. XILA, pp. 427-428 (MEW 25, p. 372], eap. XIV, pp, 593-595 [MEW 23, pp. 335-538] Ibid, cap. XIN, p. 53 (MEW 23, p. 535]. 0 6 50s casos, vemos que la organizacién racional de la produecién en el espacio trial o comercial, més veloz es la afluencia del material hursano explotable»*, es fundamental para la reduccién del tiempo y los costes de rotacién dentro Ese flujo puede surgir de «la constante absorcién de elementos vitales del del proceso de circulacién del capital, campos, lo que presupone la existencia en el mismo de «una superpoblacién La tendencia a la aglomeracién de la poblaciéa y las fuereas productivas constantemente latente» que puede ser desalojada por la scumulacién primi- en grandes centros urbanos se ve reforzada por otros procesos de considera- tiva, cercamientos u otros medios violentos de expropiscién de la tierra”. ble importancia. Las innovaciones tecnol6gicas que liberan la industria de Marx se interes6 particularmente por la importacién de trabajadores irlande- una estrecha dependencia de una fuente de enerafa o una materia prima par. ses alos centros industriales y comerciales de Inglaterra, va que no sélo pro- ticular y localizada permiten una mayor concentraci6n de la produccién en porcionaba un flujo necesario de trabajadores excedentes, sino que lo hacia los centros urbanos. Esta era precisamente la importancia de la méquina de de un modo que dividia al movimiento obrero™. En ausencia de tales migea- ‘vapor, que «permitia concentrar la produccién en las ciudades» porque era ciones, la expansién de la fuerza de trabajo dependia de la «répida renova- ««de universal aplicacién y se veia relativamente poco condicionada, en cuan- cién» y «aumento absoluto» de la poblacién trabajadora mediante transfor. toa su ubicaci6n geogrifica, por circunstancias locales»?2, Las mejoras en los ‘aciones fundamentales tipicamente urbanas de las condiciones sociales de medios de transporte también van en direccién del mercado ya existente, ¢s reproduccién de la fuerza de trabajo: matrimonios més precoce, oportunida- decir, chacia los principales centros de produccién y poblacién, hacia los des de empleo infantil que fomentaban la «acumulacién» de hijos por parte de puertos de exportacién, etc. [...] La particular facilidad del tréfico y de la los trabajadores como su tinica fuente de riqueza, etc. ¥ en caso de escasez rotacién del capital acelerada por la misma (...] promueve, ala inverse, una de mana de obra, el cambio tecnolégico tendia a producie un ejército de reser- concentracion acelerada del centro de produccién, por una parte, ¥, por otra, va industrial «luctuante> concentrado «en los centros de la industria moder. de su mercado» ray? Tncluso en condiciones de alto desempleo inducide tecnolégicamente, «La concentracién, acelerada de esa manera, de masas de hombres y de Jos capitalistas podtfan dejar la reproduccién de la fuerza de trabajo a «los ins- capitales en detetminados puntos» se refuerza atin mis porque «todas las tintos de autoconservacin y reproduccién de los trabajedores»*. Laacumu- ramas de la produceién que, por la naturaleza de sus productos, dependen lacién de capital en el espacio iba de la mano con la acumulacién de miseria, principalmente del mercado local, como las cervecerfas, alcanzan sus dimen- cltormento del trabajo, la esclavitud, Ia ignorancia, el embrutecimiento y la de- siones méximas en los grandes centros de poblaciény. Lo que Marx descri- sradaci6n moral», mientras que los nifios crecian en «condiciones infames>* bbe de hecho son las poderosas fuerzas acumulativas que promueven Ia urba- Obviamente, existen limites para la concentracién progresiva de fuerzas nizaci6n bajo el capitalismo, Y nos ayuda a ver estas fuerzas como parte productivas y de trabajadores en unos pocos grandes centros urbanos, por integrante de los procesos generales que tienden ala eliminacién de las barre és que la aglomeracién pueda ayudar a reduc los tiempos de rotacién y los tas espaciales y la aniquilacién del espacio por el tiempo. «El desarrollo de los costes de circulacién. Tales concentraciones de miseria humana son el caldo medios de transporte [...] acelera la velociciad del desplazamicnto, reducién. de cultivo para la concicncia y organizacion de clase, y el Lacinauicuty, unite dose con ello la distancia espacial»? en la fabrica como en el espacio vital, puede convertirse en un foco especifico Pero este proceso también requiere la aglomeracién de trabajadores, la de protesta social". Pero el capital no espera el surgimiento de tales proble concentracién de poblacién, dentro del espacio restringido de los centros ur- banos. «Cuanto mis rpidamente se acumula el capital en una ciudad indus- % K. Mare, El capital vol 1, cap. XXIILSb,p. 753 [MEW'23,p. 90 Ibid, cap. VIILS, p. 336; cap. XXIIL4,p. 733 [MEW 23, pp. 234, 672. ™ Caria de Marea Engels 30 de nov. de 1867, en MEW 31, pp. 398-400. » K, Marx, Efapial, vol. 1, eap. XII, p. 434 [MEW 23, pp. 387-398). » K. Marx, Ef eapia, vl 1, cap XXIIL4, pp. 731-752 [MEW 23, p. 670] > K. Marx, El cpia, vl 2, cap. XIV, p. 285 [MEW 24, p.253], © Ibid, cap. XXI,p. 661 (MEW 23, p. 598], Bid, p. 286 (254) 4" Ibid, cap. XXULA, p. 736 [MEW 23 p 67. id, p. 285 (253) Che K Marx y F Engels, Mensfiesto comunist, pp. 32-3, 4 6 mas para poner en marcha su propia estrategia de dispersin. La tendencia a crear el mercado mundial esti, después de todo, «inscrta en el propio concep: to del capital». La creacién de plusvalor «en un punto requiere la creacin de plusvalor en otro puntos, lo que implica «la produccién de una esfera de circulacién en constante expansién» mediante tendencias complementarias a crear nuevos puntos de produccién ¢ intercambio, La exploracién de «la naturaleza entera para descubrir nuevas propiedades itiles de las cosas», ast como para acceder a las materias primas, implica el «intercambio universal de los productos de todos los climas y paises». La tendencia a la aglomeracién se ve parcialmente compensads, por tanto, por «una divisién territorial del ‘trabajo que asigna ramas particulares de la produccién a regiones particula- res de un pais», cada vex més especializada, junto con el surgimiento de una «nueva divisién internacional del trabajo» capaz de responder a las necesida- des de la industria moderna“, Y todo esto es posible por los nuevos sistemas de transporte y crédito que faciitan el movimiento a larga distancia, reducen las barreras espaciales y aniquilan el espacio por el tiempo. “La concepeién hacia la que Marx parece acercarse es la de un paisaje geo- srifico sometido a una tensién general entre las fuerzas que impulsan la ag: meracién en determinados lugares y las fuerzas que promueven la dispersién en el espacio, en la brega por reducir el tiempo de rotacién y obtener asi més plusvalor. Si existe una estructura general para todo esto -y Marx esta lejos de ser explicito a este respecto-, es la de una concentracién progresiva de las fueraas de produccién (incluida la fuerza de trabajo) en lugares especificos, junto con la répida expansi6n geografica de las oportunidades de mercado, Con la acumulacién de capital, comenta Marx, los «lujos en el espacio» au- ‘mentan notablemente; mientras «el mercado se expande espacialmente, la perferia esta en relacién con el centro, la esfera de produccién de las mercan- ‘ius, pecuutcuteuente Gicunscrita por un radio que se amplia constante- ‘mente»®, Parece asi asegurado el surgimiento de un tipo de relacién centro- periferia, tal vez un eco de la anttesis original entre la ciudad y el campo que ‘est en el origen de la divisién social de trabajo", © K. Marx, BFCEP vol. pp. 359-361 [MEW 42, pp. 321-322). + K/Macx, Elcapitel vol. 1, cap. XIL4, p.430;cap. XIIL7, p.531 [MEW 23, pp.374, 4731 © K. Marx, Theorion aber don Mebrwer, vol. 3, cap. XX, en MEW 42, p. 283. © K. Marx, El pital, vol. 1, cap. XIL4, p. 430 (MEW 23, p. 374]; K. Marx y F Engel, Die deutsche Idologie, en MEW Band 3, p. 22. 66 Pero esa estructura se remodela perpetuamente debido al inquieto afin de acumulacién. La creacién de plusvalor absoluto se basa en «la produccién de una esfera de circulacién en constante expansién», mientras que la pro- duccién del plusvalor relativo conlleva una ®. El empleo del capital fio e inmévil, en suma, eee una poderosa restricci6n sobre la circulacién futura del capital y el fururo despliegue de la fuerza de trabajo. Hasta que el capital invertido en tales ectivos se amortice mediante el uso, el capital y la fuerza de trabajo se ven restringidos geografi camente a patrones de circulacién que ayudan a realizar el valor incorporado en todas las «irzprovements sunt in the soil {mejoras incorporadss al suelo), ‘en resumen, cada una de las formas en que el producto de la industria es 56 lidamente fjado al suelo»™. El desarrollo capitalista debe seguir una ruta avanzada entre la preserva cién de los valores de las inversiones pasadas de capital incorporadas a la tierra y su destruccién para abrir un nuevo espacio geogrdfico de acumula cién. Se produce ast una pugna perpetua en la que los paisajes fisicgs apro: ppiados para los requerimientos del capitalismo son producidos en un mo- ‘mento particular, s6lo para verse alterados y destruidos, generalmente en el ccurso de una crisis, en un momento posterior. Esta contradiccién esconde una ironfa, que en ningéin sector es mis evi- dente que en el del transporte. La eliminacién de las barreras espacial y la aniquilacién del espacio por el tiempo requieren «un aumento de esa porcién de la riqueza social que, en lugar de servir como media éirecto de produc- cidn, ac invierte en medios de transporte y comunicacién yen el capital jo y circulante requerido para su funcionamiento»”. Con otras palabras, a pro- duccién de determinada configuracién espacial (por ejemplo, el ferrocarri, las carreteras y los sistemas portuarios) es el Ginico medio con que cuenta el 9) Thi, p. 255 [MEW 42, p. 623) % K Marx, Elcapital, vol. 2, cap. VI. > K. Marx, EFCEP vol 2, p. 226 [MEW 42, p. 599. % Thi, p. 269 [MEW 42, p. 638) > K. Marx, Elcapital ol. 2, cap. XIV, p.286 [MEW 24, p. 254] 69 capital para superar el espacio. En algiin momento el impulso para superar el espacio debe hacer que queden obsoletas y redundantes las inversiones ini ciales, tal vez mucho antes de que el valor incorporado en elas se haya real zado mediante su uso. ‘La teorfa de la ubicacién en Marx (si podemos llamarla asf) no es mucho sas especifica (aunque hay mucho interés periférico en sus andlisis de la renta yla formacién de capital fio). La virtud de sus observaciones fragmentarias no radica tanto en su sofisticacién sino en la visidn que proyectan del papel de la produccién e incansable reestructuracién de los paisajes geogrficos y las rela ciones espaciales como momentos activos dentro de la dindmica de acumula- cin de capital, Las revoluciones de las fuerzas productivas insertas en la tie- 1a, en a capacidad para superar el espacio yaniquilar el espacio con el tiempo, no son ideas secundarias para agregar al iltimo capitulo de algsin andlisis; son fundamentales porque s6lo mediante ellas podemos dar sustancia y sentido a a mis decisiva de las categorias marxianas, el trabajo concreto y abstracto. Esta Gltima cuestién es lo suficientemente importante como para justificar la teflexién. El gasto de fuerza de trabajo humano en una forma especial y con un objetivo definido» para producir valores de uso en un lugar y momen- to determinados es, como dice Marx, una «necesidad natural eterna de me- diar el metabolismo entre el hombre y la naturaleza, y por lo tanto la propia vida humana»®*, Las diferentes cualidades del trabajo concreto se relacionan centres através del intercambio y, en dltima instancia, mediante circulaci6n del capital. ¥ ese mecanismo de vincular en una relacién social general dife- rentes actividades laborales concretas le da a ese proceso de trabajo cualida- des abstractas ligadas al valor como tiempo de trabajo socialmente necesario, cltiempo de trabajo requerido para producir un articulo bajo las condiciones rnormales de produccién y con el grado promedio de habilidad e intensidad que prevalece en el momento»”. Sin embargo, no se pueden especificar las «condiciones normales» y el «promedio de habilidad intensidad> si no es con respecto a un espacio determinado de intercambio y circulacién de capi tal Los procesos de formacién del mercado mundial, de integracidn espacial, de division internacional y territorial del trabajo, de concentracién geogréfica de la produccién (fuerza de trabajo y fuerzas productivas), son por tanto fundamentales para comprender cémo adquiere cualidades abstractas y uni % K, Mars, El eqpitt, vo. 1, cap. 1, p. 91 [MEW 23, p. 571 ” bid, p. 87 [MEW 23, p. 53), 70 versales un proceso de trabajo concreto. Para el ge6erafo, esta debe de ser una de las ideas mas profundas de Marx, porque no slo sitda el estudio de las relaciones espaciales y la diferenciacién geogréfica en el corazén de Ia teorizaci6n marxiana, sino que también sefiala el camino hacia una solucién del problema que ha atormentado durante tanto tiempo la imaginacién geo- grifica: cémo hacer generalizaciones universales sobre las particularidades cevidentemente tinicas del espacio. La respuesta radica, porsupuesto, no en la cespeculacién floséfica, sino en el estudio de cémo los procesos de circulacién del capital aportan las cualidades tnicas de la accién humana, en determina- dos lugares y momentos, en un marco de generalidad universal. Y cabe pen- sar que eso fue exactamente lo que Marx quiso decir con esa impresionante concepcién que vale la pena repeti: «La riqueza abstracta el valor, el dinero, y porlo tanto el trabajo abstracto, se desarrollan en la mediila en que el traba- jo concreto se convierte en una totalidad de modos de trabajo diferentes que abarcan el mercado mundiaby* Comercio exterior ‘Aunque algunos de los comentarios dispersos de Marx sobre el cgmercio exterior (nunca completé un texto proyectado sobre el mercado mundial) pueden interpretarse como extensiones l6gicas de sus puntos de vista sobre la ubicacién y las relaciones espacial, su atencién se concentra sobre todo en cémo se expresaban y expresan la historia y la dinémicade la acumulaci6n de capital a través de las esteucturas geogréficas preexistentes -el Estado- nacién en particular-, mas que en los procesos que dan lugar a determinadas configuraciones espaciales. Al aceptar la ficcin de la acumulaci6n de capital como un asunto primordialmente nacional, Marx estaba haciendo concesio- nes, por supuesto, a una larga tradicién en el pensamiento que iba desde los ‘mercantilistas, pasando por los fisi6cratas, hasta Adam Smith y la doctrina ricardiana de la ventaja relativa. La fuerza de esa tendencia en la economia politica llevé a Marx inexorablemente a una critica de algunas de sus propo- siciones fundamentales ya una aceptacién parcial de otras. sila imagen que presenta parece algo distinta de la que hemos descrito anteriormente, es0 no lahace menos legitima; es, por decitlo asi, el mundo de lasinteracciones geo: 8K. Marx, Theoren ber den Mebrivertol. 3, cap. XI Le ,en MEW 263, p. 250 n atifices visto desde una ventana bastante diferente. Una comprensién com: pleta de las ideas de Marx debe basarse en una sintesis de esas dos perspecti vvas, algo dispares ~pero ambas igualmente legitimas-, de la geografia de la acumulacién capitalista Marx ve el desarrollo del comercio exterior, la formacién del mercado mundial y el surgimiento del capitalismo como partes integrales de un proce- so en el que las consecuencias de una etapa se convierten en condiciones para la siguiente. El impulso para superar las barreras espaciales, por ejemplo, presagia la absorci6n, disoluci6n o transformacién de todos los modos de produccién no capitalistas bajo la fuerza homogeneizadora de la citculacién del capital. La monetizacién, el intercambio de mercancias y, finalmente, la imposicién de las relaciones capitalistas de produccién representan varios pasos en dicho proceso. La mera penetracién de la forma dinero, declara, tiene una influencia «di- solvente» en la comunidad aislada y ehace entrar a lejanas zonas del mundo enc proceso del intercambio y del metabolismo material»®. El capital puede acumularse directamente desde ese «metabolismo de la circulacién» una vez ‘que se ha establecido, Las ciudades acumulan valores de uso, y por tanto los cextraidos del campo, mientras que el capital comercial, como forma de orga: nizacién hist6ricamente anterior al capital de los productores, ‘explota la diferencia entre los precios de produccién de diversos paises... y] se apropia de una parte abrumadora del excedente, en parte como interme- diario entre comunidades cuya produccién atin se halla fundamentalmente orientada hacia el valor de uso (...1y en parte porque en aquellos modos mis antiguos de produccién, los poseedores principales del excedente con los que negocia el comerciante, esto es, el propictario de esclavos, el seior feud, el Estado (por cjemplo, el déspota oriental) representan la riqueza fruitva «Ie cual tende sus trampas el comerciante [...] Cuando el capital comercial pre- Td, ee . © J, Baudrillard, Pour sine critique de l'économie politique du signe, 1972, 442 143 vistudes que pueden ser exploradas y explotadas por los capitalistas para sus propios fines. Pero las imagenes deben desempefiar otras funciones. Las corporacione; los Gobicmon los gene pallico intclecroae, elo aloren un me, gen estable (aunque dindmica) como parte de su aura de autoridad y poder La: mediatizacién dela politica reina hoy por doquier. Se convierte, oe en ef medio huidizo, superficial e ilusorio en el que una sociedad individua. lista, de gente de paso, exhibe su nostalgia por los valores comunes. La pto- duccién y comercializacién de esas imagenes de permanencia y poder exigen un refinamiento considerable, porque la continuidad y [a estabilidad de la imagen deben ser conservadas a la vex que se acentéan la adecuacién, flexibi- lided y dinamismo de quienquiera o cualquier cosa que se plasme en imagen ‘Ademis, la imagen cobra una importancia insolita en la competencia, nosslo en el reconocimiento de la marca, sino también por diversas asociaciones de «cespetabilidads, «calidad», aprestigio», «fiabilidad» e «innovacién». La com. ppetencia en la creacidn de imagenes se vuelve un aspecto vital de la competen- cia entre empresas. El éxito es tan claramente sentable que la inversién en la creacién de imagenes (patrocinio de las artes, exposiciones, producciones _ nuevos edificios, comercializacién directa) resulta tan importante ‘como Ja inversién en nuevas instalaciones y maquinaria. La imagen sir establecer una identidad en el mercado. Esto: emia cs Gua es dos laborales. La adquisicién de una imagen (por la compra de un sistema de signos, como la ropa de disefio y el auto adecuado) se convierte en un elemen- . te single importancia en la presentacién de uno mismo en los mercados laborales », por extensién, constituye un componente integral de la bis dela identidad, la autorrealizaci6n y el significado individual, aaaote sefales divertidas pero tristes de este tipo de busqueda. Una empresa califor- niana fabrica imitaciones de teléfonos para automéviles, indistinguibles de los verdaderos, y los vende como el pan caliente a una poblacién desesperada por adquirir esos signos de prestigio. Las consultorias de imagen personal se han convertido en un gran negocio en la ciudad de Nueva York, informa el International Herald Tribune, ya que en esa regién urbana alrededor de wn millén de personas al afio se inscriben en cursos con firmas lamadas Image Assemblers, Image Builders, Image Crafters 0 Image Creators. «En la actua- lidad, la gente se hace una idea acerca de usted aproximadamente en uoa décima de segundo», dice un consultor de imagen, «Similela hasta que la consiga> es el eslogan de ott. 144 : Evidentemente, los simbolos de riqueza, estatus, prestigio y poder, asi ‘como de clase, han sido siempre importantes en la sociedad burguesa, pero ‘quiz nunca Jo hayan sido tanto como ahora. La opulencia material creciente ‘generada durante el boom: fordista de posguetra planted el problema de con- verti los crecientes ingresos en una demanda efectiva que dleva satisfacci6n a las crecientes aspiraciones de Ia juventud, las mujeres y los trabajadores. Dada la capacidad para producir mis o menos a voluntad tanco imagenes ‘como mercancias, resulta factible que la produccién se realice, al menos en parte, sobre la base de Ia pura produccién y comercializacién dle imagenes, Su fugacidad se puede interpretar en parte como una lucha de los grapos ‘optimidos de cualquier indole por establecer su propia identidad (en térmi- nos de cultura callejera, estos musicales, los usos y las mods que ellos mis ‘mos crean) y converticrapidamente esas innovaciones en ventajas comercia- les (a finales de la década de 1960 Carnaby Street demostid ser una excelente pionera). El efecto es hacer que parczca que vivimos en un mundo de efime- as imégenes creadas. Los impactos psicolégicos de la sobrecarga sensorial, ‘como los que sefalan Simmel y Toffler, funcionan con un efecto redobladbo. Los materiales para producis y reproducir esas imagenes, en los casos en que no se disponia ya de ellos, han sido objeto de innovacién: cuanto mejor es la réplica de la imagen, més puede crecer el mercado masivo para lp erea- ci6n de imagenes. Esto constituye un tema importante que nos eva a consi derar de forma més explicita e! papel del «simulacro» en el posmadernismo. Por simulactos se entiende un grado de imitacién tan perfecto que se hace casi imposible detectar la diferencia entre el original y a copia. La produc- cién de imagenes como simmulacros es relativamente facil gracias a las téenicas modernas. En la medida en que la identidad depende cada vez mis de las imaigenes, las réplicas seriales y seiteradas de las identidades (individuales, cempresatiales, institucionales y politicas) se convierten en una posibilidad y ‘un problema reales. Podemos constatar esto en el campo de la politica a me- dida que los creadores de imagen y los medios adguieren mas importancia en 1a configuracién de las identidades politicas. Pero hay muchos campos mis tangibles donde el simuluero tiene un papel ms importante. Con los materia- les de construccién moderos es posible reproducir edificios antiguos con tanta exacticud como para poner en dud la autenticidad o los origenes. La fabricacién de antigiiedades u otros objetos artisticos resulta absolutamente posible, de modo que las imitaciones muy bien realizadas se convierten en wn setio problema para el negocio de los coleccionistes de arte, Por lo tanto, no 145 sélo tenemos la capacidad de acumular imagenes del pasado 0 de otros luga- res ecléctica y simulténeamente con la pantalla de la televisi6n, sino que hasta poclemos transformar esas imagenes en simulaceos materiales bajo la forma de entornos, acontecimieatos y especticulos construides que, en muchos as. pectos, resulan casi indistinguibles de los originales. Una cuestién que reto- ‘maremos mis adelante es fo que ocurre con las formas culeurales cuando las imitaciones se vuelven reales y las formas reales asurnen muchas de las cuali dades de una imitacién, También es un tema muy especial la organizacién y ls condiciones de los teabajadores en lo que podtfamos lamar en general la «industria de produc. cién de imagenes». Una industria de este tipo tiene que confiar, después de todo, en Ia capacidad de innovacion de los productores directos. Estos tt ‘mos llevan una existencia incierta, mitigada por recompensas may altas para los triunfadores y por un apatente control sobre sus propios procesos labo- rales y poderes creatives. El crecimiento de la produccién cultural ha sido cfectivamente impresionante. Taylor” compara las condiciones del mercado del arte en Nueva York en 1945, cuando s6lo habia un puitado de galerias y una veintena de artistas que exponian de una manera regular, con los dos mil artistas, aproximadamente, que trabajaban en Paris o en sus ulrededores a mediaclos del siglo xix y con los 150 mil artistas de la regién de Nueva York que reclaman ahora un estatus profesional, exponen en unas 680 galerias y producen més de 15 millones de obras de arte en una década (comparadas con Jas 200 mil de finales del siglo X1X en Paris). Y esto es s6lo la punta del iceberg de la produccién cultural, que incluye entretenimientos locales y iseitadores grificos, mtsicos callejeros y de pubs, fotégrafos, asi como es- ccuclas establecidas y reconocidas para ensefar arte, misica, teatro y simila- res, Alrededor de todo eso se mueve lo que Daniel Bell lama «la masa cul- tural, definida como: No los ereadores de cultura, sino los transmisores: los que trabajan en la ensefianza superior las publicaciones, ls revistas, los medios de comunica dn, los teatros y museos, que procesan e inflayen en la recepcién de produe- tos culturalesserios. Se trata de una masa lo suficientemente grande como para cconstiuir un mercado de la cultura: compra de libros, de publicaciones y de srabaciones de msi seta, etc. ¥ es también el grupo que, como escritores, To Taylor, Maderniom, Past-Modernism, Reaiom, 1987, p77. 46 t 1 { | te redactores de revista, realizadores cinematogréficas, miisicos, ete, produce los matetiales populares para el piblico més amplio de la cultura de masa. “Toda esta industria se especializa en la aceleracién del tiempo de rotacién a través de la produccién y comercializacién de imagenes. Se trata de una industria donde las reputaciones se hacen y se pierden de un dia para otro, donde el dinero habla en términos tajantes, y donde hay un fermento cle crea tividad intensa, a menudo individual, que se derrama en el gran recipiente de Ja cultura de masas serial y repetida, Es la que organiza las novedades y mo- das y siempre ha sido fundamental para la experiencia de la modemidad. Se convierte en un medio social para product esa sensacién ee tem- 0% lapsan, de los que a su vez se alimenta tan évidamente. ’ eas “len ib como el de Alvin Toller, Future shock, radia precisamente en su apreciacién profética de Ja velocidad con la que el futuro se descuenta en el presente. De ahi surge también tn colapso de las distincio- res culturales entze la wciencia» y ln ficeién «comin» (por ejemplo, en las obras de Thomas Pynchon y Doris Lessing), asi como una fusién del cine de entretenimiento con el de los universos futuristas. Podemos vincular la di- mensién esquizolrénica de la posmodernidad, en la que insiste Jameson, con las aceleraciones en cl tiempo de rotacidn de la produecién, el intercagnbio y cel consumo, que causan, por decirlo asi, la pérdida de la sensacién de futuro, ‘excepto cuando el futuro puede descontarse en el presente. La volatilidad y Ja fugacidad también hacen dificil mantener cualquier sentido firme de con- tinuidad. La experiencia pasada se comprime en un presente sobrecogedor. Talo Calvino registra de esta forma el efecto en su propio oficio de escribir novelas: ‘Las novelas larga escitas hoy acaso sean un contrasentido: la dimensiGn del tempo se ha hecho pedazos, no podemos vivir 0 pensar sino fragments ‘de metralla del tiempo que se alejan cada cual alo largo de su trayectoria y al punto desaparecen, La continuidad del tempo podemos encontrara slo en las novelas de aguella época en la cual emnpo no apareeia ya como inmévil pero ain no habia estallado, una époea que duré més o menos cien ais, ¥ Juego se acabs>. © Bell, The Cultural Contradictions of Capitalism, 1978, p. 20. © 1. Calvino, Se una notte dimen wn viaggiatore, cap. 1, 1981. 147 Baudrillard, que no teme a la exageracién, considera Estados Unidos como una sociedad tan entregada a la velocidad, el movimiento, las imigenes inematognifices y los ajustes tecnolégicos, que ha generado una crisis de la logica explicativa. Representa, sugiere, «cl triunfo del efecto sobre la causa, de la instantaneidad sobre el tiempo como profundidad, el triunfo de la su. perfcie y de la pura objetivacién sobre la profundidad del deseo». Este es, por supuesto, el tipo de entorno en el que puede florecer el deconstruccionis- mo, Si no ¢s posible decit nada sélido y permanente en medio de ese mundo effmero y fragmentado, épor qué no sumarse al juego (de lenguaje)? Todo, desde escribir novelas y filosofar hasta la experiencia de trabajar o de hacerse tun hogar, debe afrontar el desafio de la aceleracién del tiempo de rotacién y Ja veloz desaparicién de los valores tradicionales e histéricamente adquitidos. E] contrato temporal en todo, tal como observa Lyotard, se convierte en el sello distintivo de la vida posmoderna. Pero, como sucede a menudo, la inmersin en la vorsgine de lo efimero ha ptovocado una explosién de sentimientos y tendencias opuestas. Para empe- zat, surgen todo tipo de mediios técnicos para protegerse de futuros impactos, Las firmas subcontratan o recurren « pricticas de empleo flexibles para des- contar los costes potenciales del desempleo por eventuales cambios en el mer. ‘ado, Los diferentes mercados de futuros, desde cereales 0 tripas de cerdo hasta monedas y deuda piblica, junto con el «aseguramiento» de todo tipo de deudas temporales y flotantes, ilustran las técnicas para descontar el futuro en el presente, Hay una amplia variedad de compensaciones del sistema de seguros contra la volatilidad futura, ‘También surgen dudas mis profundas sobre el significado y la interpreta-

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