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ALBERTOCARRERO

Publicado por

ALBERTO CARRERO

Drechos Reservados ©

© 2021 ALBERTO CARRERO

Primera Edición 2021

Por ALBERTO CARRERO

Título originalmente publicado en Español: CÓDIGOS ESPIRITUALES


DEL REINO

Ninguna parte de esta publicación podrá ser reproducida, procesada en


algún sistema que la pueda reproducir, o transmitida en alguna forma o por
algún medio electrónico, mecánico, fotocopia, cinta magnetofónica u otro
excepto para breves citas en reseñas, sin el permiso previo de los editores.

Citas Bíblicas tomadas de la Santa Biblia, Versión Reina-Valera de 1960. ©


Sociedades Bíblicas Unidas.

Clasificación: Religioso

ISBN - 978-1-7923-7994-9

Para más información:


PROFETA ALBERTO CARRERO
Teléfono: (816) 420-7615

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Instagram: Profeta Alberto Carrero

Youtube: Profeta Alberto Carrero

Producido en USA por:


www.HolySpiritPub.net
Tel .: (214) 881-1367

DE: ALBERTO CARRERO

PARA:

DEDICATORIA

Quiero dedicar este libro a los miles de personas que, alrededor del mundo,
están hambrientas por una revelación fresca del Espíritu Santo.

También, a mis hijos espirituales: Ariel Vargas, Enyer Emilio Carrero,


Breslem Lemus, Dinora López, Ger-som Ríos, Arllett Vergara, Teresa y
Oswaldo Tirado, Berenice y Cesar Mejía, Dailyn y Andy Araújo, Ismael
Harrigan, Carlos Chávez, Jonathan Hernández, Alex y Gisselle del Real,
Edwin Gutiérrez, Julissa Aponte, Alex Reyes y Clara Almonte; y a todas las
personas que están bajo nuestra mentoría. Además, a todos los que han
apoyado financieramente este proyecto.

AGRADECIMIENTOS
En primer lugar, quiero dar las gracias al Espíritu Santo por la revelación de
los misterios en los cuales serás edificado, al igual que lo fui yo.

Quiero bendecir a todos aquellos que han sido colab-oradores y cercanos a


mi persona en todo momento: a mis pastores Juan Carlos y Diana Harrigan,
por apo-yar siempre esta iniciativa. A mi esposa, Sara Morán, por estar
siempre a mi lado, apoyándome en cada proyecto que Dios nos ha revelado
para la gloria de Su nombre y la edificación de Su pueblo. A mis hijos:
Fabián, Josué, Daniel, Rosimar, Samuel y Esther.

También quiero agradecer a todo el staff de trabajo del programa A través


de la Biblia, el cual está bendi-ciendo a cientos de personas alrededor del
mundo; y a todos los que nos apoyan en dicho programa sem-analmente.
Espero que sigamos siendo de bendición y edificación para muchos, hoy,
mañana y siempre.

Bendiciones.

ÍNDICE

Prólogos 11

Introducción 13
Capítulo I
El código del principio 15
Capítulo II
Los misterios del bautismo 23
Capítulo III
Los misterios de la muerte 35
Capítulo IV
Del futuro hacia el pasado 47
Capítulo V
El código de las ventanas 57
Capítulo VI
El código Eva 63

Capítulo VII

El código Isaías 6 71
Capítulo VIII
El código de la muerte 81
Capítulo IX
El código trino: Para Él, con Él y en Él 89
Capítulo X
El Espíritu Santo 97

Acerca del Autor 57

PRÓLOGOS

Dios siempre nos regala conexiones que bendi-cen nuestras vidas, y el


profeta Alberto Carrero ha sido una de esas conexiones divinas que, como
pastores, hemos tenido. Por muchos años, el profeta Alberto ha bendecido
nuestra ciudad llegan-do a ministrar a nuestra congregación. Damos
testimonio de su integridad y del poder de Dios en su vida, Dios le ha dado
una poderosa unción profética de la que tenemos grandes testimonios,
porque las profecías que hemos recibido de Dios a través del profeta
Alberto se han cumplido.

Sin duda alguna, podemos decir que este libro será de bendición para
nosotros y para usted también, querido lector. Códigos del reino es una joya
de libro que ampliará nuestro conocimiento.

Pastores Marcos y Rosibel Polanco


11
La palabra de Dios está llena de tesoros escondi-dos, y para abrir el lugar
donde están esos tesoros, necesitamos CÓDIGOS, y es por eso por lo que el
profeta Alberto Carrero profundiza y nos regala poderosas revelaciones,
con la finalidad de enriquecernos con verdades bíblicas que nos llevan a
vivir una vida con un mayor conocimiento del reino de los cielos.

El profeta Alberto Carrero, autor de este libro, es un siervo de Dios que ama
a Dios y ama el servir a los demás. He sido testigo de grandes promesas que
Dios le ha entregado, que son y serán de bendición para todos nosotros.
Puedo testificar de su pasión por la palabra y por la obra de Dios, siempre
dispuesto a ir donde su Señor le mande. Sé que este libro va a despertar en
usted un deseo mayor por conocer al Dios a quien le sirve y su reino.

Pastora Virginia Brito


12
INTRODUCCIÓN

Desde muy temprana edad comencé a experimentar fuertes experiencias y


revelaciones sobrenaturales que han ido en aumento a través de los años.
Debido a estas experiencias, mi vida cristiana fue impactada profundamente
y me convencí de que hay algo más allá de ser un simple cristiano.

Por eso, con el tiempo comencé a compartir mis experiencias sobrenaturales


con mis hijos espirituales y descubrí que, al compartirlas, despertaba en
ellos un hambre por lo sobrenatural de Dios. Por lo cual oro al Señor para
que tú también puedas ser desper-tado a lo sobrenatural que viene de Él.

En este libro podrás encontrar respuestas a preguntas de la Biblia que solo


pueden ser contestadas por la revelación del Espíritu Santo. Preguntas que
tú, como lector y estudioso de la Palabra a lo largo de los años, te has
planteado personalmente y también en medio de experiencias colectivas.
Además, encontrarás respuestas a preguntas que quizás en el pasado te has
planteado y que, con el paso de los años, no has podido ver contestadas.

En este libro también vislumbrarás una gran varie-dad de dimensiones


espirituales a las cuales hemos sido llamados como hijos de Dios y
herederos del Reino de los cielos. Es importante que sepas que, si 13
no tienes el conocimiento de quién eres en el Reino, si desconoces las
oportunidades, las bendiciones, las dimensiones y el poder a los cuales Dios
ya te dio acceso a través de la sangre de su Hijo Jesucristo, no podrás operar
plenamente en el llamado que Dios ha hecho sobre tu vida y todo lo que te
rodea.

Vamos a comenzar, entonces, el libro Códigos del Reino, donde encontrarás


revelaciones muy profundas.

Este libro será de bendición para muchas vidas; sé que numerosas personas
lo van a compartir, a an-helar y a buscar.
14
CAPÍTULOI

EL CÓDIGO DEL PRINCIPIO

«En el principio creó Dios los cielos y la tierra.

2Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz


del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.

3Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. 4Y vio Dios que la luz era buena; y
separó Dios la luz de las tinieblas. 5Y llamó Dios a la luz Día, y a las
tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día»

(Génesis 1:1-5. RVR1960).


15
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16
CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

En este primer capítulo, vamos a hablar desde el principio, cuando era el


Verbo, y el Verbo era con Dios y era Dios. Es común observar, ya sea en
estudios bíblicos, en predicaciones o en otros ámbitos, que hay algo en los
primeros versos del Génesis que no ha sido bien entendido. La luz a la que
hace referencia el verso 3, esa luz que Dios vio que era buena, ha sido
muchas veces mal interpreta-da, pues cuando examinamos el mismo
capítulo, un poco más adelante, podemos leer:

«Y dijo Dios: —¡Que haya lumbreras en el firmamento para separar el día


de la noche, para distinguir las estaciones, y señalar los días y los años;
15para que luzcan en el firmamento y así alumbrar la tierra! Y

sucedió así. 16Hizo Dios los dos grandes astros: el astro mayor para regir
el día, y el menor para regir la noche. También hizo las estrellas» ( Génesis
1:14-16.

BLP).

Estos versos narran el nacimiento de los dos astros reyes que hasta el día de
hoy conocemos: el Sol y la Luna. Uno, señor del día; y el otro, señor de la
noche, según Génesis. Entonces, la pregunta obligada es la siguiente: ¿de
qué luz está hablando Génesis 1:3-5?

Porque los versos posteriores del mismo capítulo demuestran que no se está
haciendo referencia al Sol ni mucho menos a la Luna, ya que ambos
cuerpos celestes no son creados hasta el verso 14. Entonces, repetimos la
pregunta: ¿de qué luz nos está hablando Génesis 1:3-5?
17
ALBERTOCARRERO

Por años se ha discutido sobre este pasaje bíblico.

Cientos de interpretaciones, de conclusiones, con-jeturas y hasta libros


completos se han sacado sobre este verso. Pero es necesario comprender
que únicamente bajo revelación podemos entender la temática espiritual de
este verso, porque en él no se hace alusión a nada físico, sino a un campo
espiritual, a un terreno en el cual solo habita o puede entrar aquél que
camina en el Espíritu. Pablo habló mucho de andar y caminar en el Espíritu,
para tener acceso a estos misterios profundos de la Palabra, misterios que
han sido vedados a los hombres de esta tierra. En ese sentido, la Escritura
dice que Jesús pronunció estas palabras: «… Te alabo, Padre, Señor del
cielo y de la tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que
escondiste de los sabios y entendidos»

( Mateo 11:25. DHH).

Este gran misterio de la luz ha sido ocultado a la

sapiencia de los sabios, porque fueron vanidosos

y orgullosos, y ha sido abierto a los oídos y al

entendimiento de los humildes y sencillos de


corazón.
Ahora bien, esta luz misteriosa es la luz más grande que puede alumbrar el
horizonte intelectual de un ser humano; y enfatizo esto, que es clave: el
horizonte intelectual y no el espiritual, pues la luz más alta que ha podido
iluminar el horizonte del espíritu y del alma del hombre se llama Jesucristo,
la luz del mundo. Él mismo lo dijo: «… Yo soy la Luz del mundo; el que me
sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá 18

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la Luz de la vida» (Juan 8:12. NBLA). Entonces, la luz de la que hablan los
primeros versos del Génesis es la luz del conocimiento. Sí, del
conocimiento; porque Dios no habita en el desorden, este le disgusta; así
que antes de descender a organizar la tierra —una tierra que ya había sido
creada en un principio an-terior—, Dios creó la luz del conocimiento,
previa-mente a la creación de cualquier ser humano; hizo la luz del
entendimiento y conocimiento de por qué o para qué fuimos creados.

El caos que imperaba en la creación antes de la primera luz era el caos de la


ignorancia. Lo que había sido creado hasta entonces no conocía por qué o
para qué había sido creado y, por ende, se encontraba en caos; pues la luz
del conocimiento le otorga a cada ser creado, a cada animal, planta o
humano, una identidad correcta y perfecta delante de Dios, para dos cosas:
para tener un carácter firme en las decisiones tomadas de acuerdo con el
llamado de Dios para cada uno; y para saber y entender con total placidez
por qué o para qué fuimos creados o llamados.

Por eso, el profeta dijo que el pueblo perece no por falta de unción, ni de
milagros, ni de Palabra; sino, como lo revela Dios, por falta de
conocimiento (Oseas 4:6). Hoy en día y en otras edades hemos tenido
excelentes exponentes de la Palabra, grandes manifestadores de la gloria de
Dios; entonces,

¿por qué sigue el pueblo cayendo en desvaríos emocionales y espirituales?


Porque, simplemente, no está en luz, está en caos, y el caos produce
tinieblas; y las tinieblas de la ignorancia son la base fundamental para toda
ideología que quiera 19

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corromper o mancillar las buenas costumbres. La ignorancia es aquel túnel


oscuro en el cual muchas personas entran, siendo llevadas o atrapadas por
ilusiones baratas y pasajeras, que a mitad del túnel desaparecen. Por eso,
hoy en día vemos a cientos de personas desvariando en religiones y a
cientos de cristianos desvariando en una identidad espiritual incorrecta,
porque la luz no les ha alumbrado. Por ende, están en tinieblas, están en
desorden.

Necesitamos entender, mi querido y amado lector, que lo primero que


debemos tener en nuestras vidas es una identidad clara y definida en Dios; y
para eso necesitamos acceder a la luz, al conocimiento de quiénes somos,
para qué fuimos llamados y quién nos llamó. Requerimos saber quiénes
somos para conocer el camino que debemos transitar; quién nos llamó para
saber a quién clamar en el momento en que llegue la prueba en el camino; y
para qué fuimos llamados a fin de que llevemos luz, de que seamos
portadores de la misma luz del conocimiento que una vez nos alumbró.

Debemos comprender que, separados de Su luz,

no podemos ser portadores de luz.

El Apóstol Pablo dijo muy claro: «¿Cómo, pues, invocarán a aquel en


quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y
cómo oirán sin haber quien les predique?» (Romanos 10:14.

LBLA). Jamás podrás dar lo que no tienes; si no tienes luz, no podrás ser
portador de luz. Lastimo-samente, por falta de luz sobre por qué y para qué
20

CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

fuimos creados, esta Palabra se cumple una y otra vez en nuestros días; por
generaciones se ha ido cumpliendo: el pan nuestro de cada día son hogares
e iglesias que han permanecido en tinieblas, sin la luz del conocimiento, por
falta de una interpretación del Espíritu. Si tuviéramos luz, podríamos
iluminar; en este sentido, Jesús dijo: « Nadie enciende una lám-para para
esconderla bajo un cajón, sino que la pone en alto para que alumbre a
todos los que están en la casa» (Mateo 5:15. NBV). Pero si no sabemos
para qué fuimos creados, por qué fuimos creados, y quién nos creó; si no
sabemos para qué fuimos llamados, quién nos ha llamado y por qué nos
llamó, nos será imposible entender nuestro propósito y nuestro plan en esta
tierra. No podremos ser luz ni para nosotros ni para otros.

Es necesario que hoy la luz de Cristo te alumbre el conocimiento para que


operes en las dimensiones a las que Dios te ha llamado, en las que se
supone que ya deberías estar operando, por causa del llamado que portas en
tu interior. Pero ¿cómo vas a operar en algo que no conoces? « Así que
sométanse a Dios.

Resistan al diablo, y él huirá de ustedes» (Santiago

4:7. NVI), porque este sometimiento trae luz. Si no te sometes, las tinieblas
de la ignorancia seguirán cu-briendo las dimensiones espirituales a las que
Dios desde hace tiempo te llamó; seguirán cegando tu vis-ta espiritual,
aunque Dios hable y te diga, aunque te mande profetas y pastores, aunque te
envíe predicadores y videntes; y tú seguirás creando una burbuja a tu
alrededor; creyendo que no hay una razón para vivir, para existir, que no
hay un propósito. Eso es lo que el enemigo quiere.
21
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En el Libro de Génesis se habla del principio. Por eso, en este capítulo te


estoy mostrando el principio del principio de tu nueva vida con Dios, te
estoy señalan-do la luz del conocimiento; pues, recuérdalo, el pueblo perece
por falta de conocimiento, conocimiento de quién es, de para qué fue creado
y llamado, de quién lo hizo, lo llamó y lo creó...

Te bendigo.
22
CAPÍTULO II
LOS MISTERIOS DEL BAUTISMO

«Jesús fue de Galilea al Jordán, donde estaba Juan, para ser bautizado por
él. 14Pero Juan se le oponía, diciendo: “Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y
tú vienes a mí?” 15Jesús le respondió:

“Por ahora, déjalo así, porque conviene que cumplamos toda justicia.”
Entonces Juan aceptó»

(Mateo 3:13-15. RVC).


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CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

El acontecimiento del bautismo de Jesucristo en las aguas, por su primo y


amigo Juan el Bautista, genera preguntas importantes. Pero, antes de
formularlas, necesitamos repasar la Palabra cuando dice que Jesús, Hijo de
Dios, no tenía contaminación alguna. Las profecías sobre Cristo hablan de
un ser que nacería de una mujer virgen, que no había conocido varón; un ser
totalmente apartado del pecado, separado para Dios; engendrado ciento por
ciento por el Espíritu. En concordancia con esto, en Lucas

1:26-38, la Palabra dice que Gabriel visitó a María en la humilde aldea de


Belén y la saludó diciendo:

«María, llena eres de gracia, Dios está contigo. Bendi-ta eres tú entre todas
las mujeres, porque Dios te ha separado para traer al mundo al Salvador». Y
cuando ella le preguntó cómo sería eso, pues ella no conocía varón, el ángel
le respondió: «… El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo
te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será
llamado Hijo de Dios» (Lucas 1:35. RVR1960).

Gabriel también dijo a María que el nombre del que nacería era Jesús,
porque sería llamado Hijo de Dios, apartado de todo pecado; el anunciado
por todo profeta, el profetizado por todo ministro profético antiguo. Se
trataba de un ser al cual el pecado no lo contaminaría, antes bien, él
vencería al pecado. Entonces, diferentes libros de la Biblia nos cuentan de
un Jesús que nació, creció y se desarrolló en el anoni-mato casi total; pero
tomó las riendas de su vida a los 25

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treinta años —edad en la que, según las costumbres judaicas, los hombres
iniciaban el ministerio al cual habían sido llamados, ya fuera profético,
sacerdotal, levítico o cualquier otro—, dejando sus herramien-tas de trabajo
como carpintero, oficio que su padre José le había enseñado, y se dirigió al
río Jordán, porque allí Juan el Bautista estaba bautizando.

En este punto vienen las preguntas claves de las que te hablé, mi amado
lector; interrogantes que sé que tocarán tu espíritu de una manera
sobrenatural y abrirán un paréntesis en tu corazón: si Juan estaba en el río
Jordán bautizando a la gente en el arrepentimiento del pecado y Jesús fue a
recibir el bautismo,

¿quiere decir esto que Jesús portaba algún pecado, cuando, según sabemos,
Él no tenía pecado? ¿Qué relevancia hay en este asunto del bautismo de
Jesús?

¿Por qué pide ser bautizado por Juan? ¿Qué pasó allí, qué metamorfosis
ocurrió?

Como ya vimos, Jesús era un ser santo y apartado de todo mal desde su
propia concepción, así que el bautismo de Jesús no era para el perdón de sus
pecados.

Como ministro y maestro de la Palabra, una de las opiniones más


elementales respecto a la incógnita del bautismo de Jesús que he podido
escuchar de boca de muchas personas es que esto Jesús lo hizo para dar
ejemplo a la gente, para que se bautizasen.

Sin embargo, reflexionemos un poco: cuando damos ejemplo es para que


otras personas hagan lo que nosotros estamos haciendo, pero dice la Palabra
que, cuando Jesús llegó al Jordán, ya Juan estaba bautizando. Entonces,
Jesús no lo hizo para dar ejemplo.

De modo que, si no se bautizó para ejemplificar, ni 26

CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

mucho menos para que sus pecados fueran limpi-ados —lo cual respondía
al simbolismo del bautismo—, ¿para qué o por qué lo hizo? La respuesta
está relacionada con otro código del Reino que vamos a desatar ahora
mismo: la metamorfosis de un Dios encarnado a un Dios hecho carne.
Por revelaciones de Su Espíritu en oraciones y med-itaciones nocturnas en
Dios, el Señor me ha revelado y conferido —por Su gracia, no porque yo lo
merez-ca— el favor de entender por qué Jesús decidió bau-tizarse. Cuando
Él llegó a la tierra, cuando fue conce-bido, a María le fue dicho: « …el
Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios» (Lucas 1:35. RVR1960).

Todos sabemos que aquí se nos está hablando del Cristo de la gloria,
naciendo en un cuerpo mortal, al cual se le pondría el nombre de Jesús; el
mismo ser del que se dice: « En el principio era el Verbo, y el Verbo era con
Dios, y el Verbo era Dios» (Juan 1:1.

RVR1960). El mismo que, « aunque él era igual a Dios, no consideró esa


igualdad como algo a qué afer-rarse. 7Al contrario, por su propia voluntad
se rebajó, tomó la naturaleza de esclavo y de esa manera se hizo semejante
a los seres humanos. 8Al hacerse hombre, se humilló a sí mismo y se hizo
obediente hasta la muerte,

¡y muerte en la cruz!» (Filipenses 2:6-8. NBV).

Jesús o el Verbo. Vamos a hablar primero del Verbo, pues, para poder
operar en este mundo natural y poder justificar al hombre frente al Padre, el
Verbo necesitaba un cuerpo mortal. Tú no puedes justificar a alguien si no
has pasado por lo mismo que esa persona. Por eso, las leyes espirituales
gritaban que el ser que vendría a salvar la humanidad tenía que vivir como
humano.
27
ALBERTOCARRERO

La naturaleza adámica caída fue reducida a

humana mortalidad, por eso el Verbo tenía que

venir como hombre, para poder justificar al

hombre; y tenía que ser tentado como hombre, no

como Dios, porque Él no puede ser tentado.

Todo esto es prueba inequívoca de que tenemos un Dios que toma un


cuerpo; es decir, un Dios encarnado, un Dios que, para poder habitar en
nuestra dimensión material o carnal, necesitaba un cuerpo humano. Pero
esta condición todavía lo limitaba: desde su nacimiento hasta los treinta
años, tenemos a un Dios encarnado, que podía habitar en la dimensión a la
cual fue enviado y en donde nació como humano, pero aún no podía operar;
porque no es lo mismo ser un Dios encarnado que un Dios hecho carne.

Cuando Él cumplió treinta años, ajustándose a las leyes del judaísmo de


esos días, tomó la decisión de dejar su poder como Dios, su idiosincrasia o
su gracia de Dios; así que dejó todo aquello en las aguas, como en el
principio, cuando «… el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las
aguas» (Génesis 1:2. RVR1960).

En el momento del bautismo de Juan, cuando Él se acercó a las aguas, dijo


al Bautista: «Bautízame». Y

Juan le respondió: «… “Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a


mí?” 15Jesús le respondió: “Por ahora, déjalo así, porque conviene que
cumplamos toda justicia.” Entonces Juan aceptó» (Mateo 3:14-15. RVC).
¿De qué justicia nos estaba hablando el Maestro en ese entonces? La
justicia según la cual no se puede justificar al hombre desde la condición de
Dios, por 28

CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

lo que Él tiene que bajar a la condición de hombre para poder justificar al


hombre. Aunque Él tuviera semejanza con el hombre antes del bautismo, no
era cien por ciento hombre: necesitaba ser bautizado.

El bautismo es una liturgia simbólica. Cuando nos sumergen, el simbolismo


del bautismo indica que en el fondo del agua estamos dejando a la vieja
criatura, al viejo hombre, y que de las aguas emerge un nuevo ser, limpio,
hecho a imagen y semejanza de Dios, sin el pecado adámico. Pero en el
caso de Jesús fue diferente. Como Él no tenía pecado, lo único que lo podía
transformar cien por ciento en humano era descender a las aguas y dejar allí
el Espíritu, como en el principio, cuando el Espíritu se paseaba sobre las
aguas, aún en el caos; para emerger luego como Jesús el humano y dejar en
el agua a Cristo, al Verbo.

En este punto, quizás muchas preguntas y conjetu-ras lleguen a tu cabeza,


pero fíjate en las señales que siguen en adelante, según la luz de la Palabra,
y que dan a entender la veracidad de lo que acabo de ilus-trar. Una vez
Jesús emergió de las aguas, «… los cielos se abrieron y vio que el Espíritu
de Dios descendía sobre él en forma de paloma; 17y una voz de los cielos
dijo: “Este es mi Hijo amado, y en él me complazco”»

(Mateo 3:16-17. NBV).

¿Por qué se complacía Dios? Porque se estaba cumpliendo la justicia; Jesús


se estaba transformando, estaba tomando relevancia humana para poder
justificar; el Hijo estaba haciendo la voluntad del Padre; «p orque de tal
manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna»
29
ALBERTOCARRERO

( Juan 3:16. LBLA). Fue Dios quien amó al mundo, quien lo ha enviado.
Cristo no vino al mundo porque te amaba, Él vino a la tierra porque Dios lo
envió y lo dio; y la complacencia de Dios es el indicativo de que Él estaba
cumpliendo la voluntad del Padre.

Jesús obedeció, como hijo obediente, pero el Padre fue quien lo envió,
quien lo regaló. Y para completar este escenario del Padre y el Hijo, la
Escritura dice que el Espíritu Santo descendió sobre Jesús en forma de
paloma, de modo que se reunieron en el bautismo los tres seres.

La siguiente señal es que, después del bautismo, «e l Espíritu Santo condujo


a Jesús al desierto para que el diablo lo tentara» (Mateo 4:1. NBV). Si
Jesús hubiese estado en su condición de Dios, no hubiera necesit-ado
ayunar, pues Dios no puede ser tentado. Pero como Él abandonó todo poder,
se despojó de todo peso de gloria y lo dejó en las aguas para un evento
posterior, ahora podía ser tentado. Si Él hubiese estado en su condición de
Dios, Satanás no hubiera podido tentarlo. Pero dice claramente la Palabra
que Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado.

«Luego de pasar cuarenta días y cuarenta noches sin probar bocado, Jesús
sintió hambre 3y el diablo se le acercó» (Mateo 4:2. NBV). Ve notando las
señales que evidencian que, quien se sumerge en las aguas es un Dios
encarnado y quien emerge de ellas es un Dios hecho carne, reducido a
humana mortalidad: Satanás tiene ahora el poder de tentar a Jesús; así que
quiere llevarlo a probar que en realidad es el Llamado, el Ungido, y le
habla: «… Si eres Hijo de Dios, di 30

CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

que estas piedras se conviertan en pan. 4Él respondió y dijo: Escrito está:
No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca
de Dios» (Mateo
4:3-4. RVR1960). ¿Y qué Palabra salió de la boca de Dios? Recordemos
que, cuarenta días atrás, una voz venida del cielo había dicho: « “…Este es
mi Hijo amado, y en él me complazco”» (Mateo 3:17. NBV).

Jesús le dijo a Satanás: «Yo no vivo por un pedazo

de pan, yo vivo por la Palabra que ya Dios dijo

sobre mí, la Palabra que pronunció frente a

todos: que soy Su Hijo amado. Yo no tengo que

demostrarte quién soy, porque ya lo soy».

Después, dice la Palabra: « Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, y


lo puso sobre el pináculo del templo» (Mateo 4:5. NBLA). Intenta imaginar
por un momento que la creación puede atacar al Creador o estar por encima
de Él. No, es imposible. Pero Satanás tomó a Jesús y lo levantó, poniéndolo
en lo más alto del templo. Esta es una señal clara, pues mientras Jesús
mantenía su condición de Dios, para Satanás era imposible tocarlo; pero Él
dejó su idiosincrasia en las aguas y así emergió un ser llamado Jesús, el
Cristo en condición de hombre, para poder ser tentado igual que tú y yo, y
así poder justificarnos frente al Padre, y demostrarnos —a ti, a mí y a
Satanás—

que, siendo humanos, sí podemos ser fieles a Dios y gozar de los beneficios
de dicha unción.

En la tercera tentación, el enemigo le mostró a Jesús todos los reinos del


mundo, que le habían sido dados, y « le dijo: —Yo te daré todo esto, si te
arrodillas 31

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y me adoras» (Mateo 4:9. DHH). Pero Satanás tenía en frente suyo a un ser
majestuoso en condición de hombre, el cual había decidido no pecar y que,
por tanto, le respondió sin dudar: « …Vete, Satanás, porque escrito está: Al
Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás» (Mateo 4:10. RVR1960). Y
Satanás se fue, cumpliéndose así la Palabra del Apóstol Pablo:

«S ometeos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros» (Santiago


4:7. RVR1960). Finalmente, dice la Biblia, « …los ángeles llegaron y le
servían»

(Mateo 4:11. RVA), pues Dios va a enviar ángeles a servirte solo cuando
puedas vencer o no dejes que la tentación te atrape.

Estas son, pues, las señales inequívocas de que quien emergió de las aguas
fue un humano al cien por ciento. En las cátedras de enseñanza sobre este
asunto, he escuchado siempre la interpretación que dice que Jesús en la
tierra fue cien por ciento humano y cien por ciento Dios, cosa que es
errónea. Jesús jamás operó en la idiosincrasia de un ser divino. Jesús
siempre operó en la tierra como humano, por dos razones: número uno, si
Él operaba como Dios, el primero que se quejaría sería el diablo, quien
diría:

«Claro, por tu condición de Dios has podido hacer todas estas cosas». Pero
Jesús operó en condición cien por ciento humana. Y, por otra parte, lo que
le daba la ventaja a Él sobre toda su generación, lo que le daba la potestad
sobre todo lo creado, sobre todo ser, visible o invisible, era un principio
básico pero muy poderoso: Él no pecaba, no pecó. Jesús caminó sobre las
aguas no porque era Dios, sino porque no pecaba. Jesús se transfiguró no
por ser Dios, sino porque no pecaba. De hecho, Él mismo dijo que no 32

CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

lo matarían, sino que Él se entregaría ( Juan 10:18).

¿Por qué? Esto lo hablaremos en el próximo capítulo: Los misterios de la


muerte.

Jesús, Hijo de Dios, nunca operó como el Cristo o el Verbo. En la tierra


operó bajo dos principios: ser cien por ciento humano, pero, a la vez, ser
consciente y estar muy identificado con su personalidad de Hijo del Dios
Altísimo, enseñándonos a nosotros que, si operamos bajo estos dos
principios, tendremos su misma capacidad y aun iremos más allá, como Él
dijo: « Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo
hago; y hará otras todavía más grandes, porque yo voy a donde está el
Padre» ( Juan

14:12. DHH).

Dios te bendiga.
33
ALBERTOCARRERO
34
CAPÍTULOIII

LOS MISTERIOS DE LA MUERTE

«Pero ahora, libres del pecado y hechos siervos de Dios, tienen como su
recompensa la santificación y, al fin, la vida eterna. 23Porque la paga del
pecado es muerte; pero el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor
nuestro»

(Romanos 6:22-23. RVA-2015).


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CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

Podemos entender la muerte como el pago recibido por una desobediencia,


pues cuando Adán fue instalado en el huerto del Edén, se le dijo
claramente: «… De todo árbol del huerto podrás comer; 17mas del árbol
de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él
comieres, ciertamente morirás» (Génesis 2:16-17. BLP). Así, la muerte es
un espíritu que ya existía antes de la fundación del mundo, antes de la
formación de todo ser vivo en la tierra. La muerte es un personaje o un ser
también creado por Dios, que habita en lugares celestes o espirituales y que
tiene la capacidad, dada por su formación como ser, de separar la estructura
corporal o la materia de un ser creado o formado. Esta concepción se basa
en lo que dijo el Señor Jesucristo, como veremos más adelante.

Podemos comprender, entonces, que la muerte tiene la capacidad también


de tocar espíritus y llevarlos a la degradación, dependiendo de cuál sea la
condición del espíritu. Sé que ahora mismo debes estar pensando: ¿cómo es
que la muerte, siendo un espíritu, tiene la capacidad de tocar un espíritu?
Según la Palabra, Jesús dijo: « No temáis a los que matan el cuerpo, pero
no pueden matar el alma. Temed más bien al que puede destruir alma y
cuerpo en el infierno»

(Mateo 10:28. CST). Aquí se está hablando de un ser superior, de Dios, que
tiene la capacidad de utilizar la muerte en sus propósitos y para sus
propósitos, si encuentra desobediencia. La muerte no actúa a su 37

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arbitrio, porque no tiene esa capacidad: es el único espíritu que no puede


caminar conforme a lo que cree o entiende. La muerte necesita encontrar
una autorización para entrar y diluir o deformar el ser o la creación, y
llevarle al estado de la degradación.
Digo diluir o deformar porque, cuando la muerte entra a cualquier ser vivo,
a un animal, por ejemplo, el espíritu de vida sale de este, mientras la carne
entra en una etapa de degradación.

Pero la muerte no termina su trabajo cuando el ser creado o formado es


dividido, no. Su trabajo acaba en la degradación de los elementos
resultantes de la división, los cuales dieron pie a la creación o formación del
ser. Por ejemplo, cuando la muerte toca a un ser humano, el espíritu va al
que lo dio: a Dios.

Pero el alma va a otra parte: la muerte la entrega o la pone en la puerta del


lugar a donde le corresponde ir según la forma como la persona vivió y se
com-portó. Y, por su parte, el cuerpo entra en fase de degradación,
automáticamente la persona muere. Así, el espíritu de la muerte puede
atacar, pero no puede finalizar sin que le sea permitido.

El espíritu de la muerte puede ser enviado, pero

no puede tomar el rol de juez y señor sin tener la


autoridad y legitimidad para hacerlo.
En la Biblia, la muerte aparece por primera vez en el Libro de Génesis,
cuando Dios la instituye como castigo a la desobediencia del hombre. Hay
muchas hipótesis sobre lo que Dios le quiso decir a Adán cuando le
advirtió: «P ero del árbol del conocimiento 38

CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente
morirás» ( Génesis 2:17. LBLA); pero la interpretación más formal
conforme a la Palabra es que la muerte que Dios instituyó en ese momento
era una muerte espiritual, que llevaba al hombre a un grado de carnalidad
menor al que tenía, pues el hombre ya era carne.

Se ha hablado de Adán en términos superlativos, entendiéndolo como un


ser espiritual que habitaba en un cuerpo espiritual o glorificado. Pero esto
no es así, porque si Adán hubiera pecado estando en un cuerpo glorificado,
Jesucristo también habría tenido que venir en un cuerpo glorificado a
justificar al hombre y a morir como tal; además, si Adán hubiese presentado
un estado de glorificación cuando pecó, la muerte no habría podido tocarlo.
Adán era cien por ciento humano, con el conocimiento de quién era su Dios
y Señor; del mismo modo que Jesucristo, que tenía forma de hombre, forma
de siervo.

¿Qué pasó en Adán? Adán habitaba un cuerpo natural normal, como el de


Jesucristo cuando vino a la tierra, cuando se hizo hombre, adquiriendo el
estado exacto y único en que Él podía justificar a la raza humana. Jesús no
podía venir en otro estado, tenía que llegar tal y como se encontraba Adán
cuando cayó, porque Él es el segundo Adán. Solo si el estado de Adán
hubiese sido siempre espiritual, incluso cuando pecó, Jesucristo habría
tenido que venir y morir en un estado espiritual, porque habría sido ese el
estado en el cual Adán pecó y por el cual la muerte entró en el hombre.
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ALBERTOCARRERO

La muerte de la cual se habla aquí es entendible en términos de tiempo: el


hombre, cuando fue creado, no era eterno, solo era inmortal; y lo uno y lo
otro son dos cosas muy distintas, pero su significado se ha tergiversado en
la enseñanza, asumiendo que aluden a lo mismo. Un inmortal es una
persona que no puede morir en el plano existencial donde se encuentra.
Pero una persona o ser eterno es aquel que puede estar en cualquier plano,
ya sea físico o espiritual, y siempre vivirá o, mejor dicho, existirá, porque la
cualidad de vivir se les adjudica a seres de menor nivel.

Entendiendo esta distinción entre inmortalidad y eternidad, y sabiendo que


Jesucristo vino a justificar al hombre en un cuerpo terrenal porque Adán
tenía también un cuerpo terrenal, la pregunta es:

¿en qué se convirtió Adán cuando pecó? Cuando la muerte fue instituida
por causa de la desobediencia de Adán, sucedieron dos cosas: número uno,
la vida de Adán empezó a entrar en el tiempo, en la cuenta de los días, pues
le fue quitada la inmortalidad, no la eternidad, ya que su alma es eterna,
igual que la tuya o la mía. Y ¿por qué Adán era inmortal? Porque se
encontraba en una esfera espiritual superior, en un lugar donde la eternidad
tocaba todos los días, pues cada día Dios visitaba a Adán. Así, una vez que
Adán pecó y la muerte fue instituida, al perder su inmortalidad, se le hizo
descender de la esfera espiritual en que estaba y tuvo que salir del Edén.

¿Por qué se vio obligado Adán a salir del Jardín? Por dos árboles o un árbol
con dos ramas que había allí.

Muchos eruditos dicen que eran dos árboles, otros 40

CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

dicen que era uno con dos ramas; pero la Palabra habla claro y afirma que
eran dos árboles: el Árbol de la Sabiduría, del bien y del mal, y el Árbol de
la Vida eterna. Por causa de ese árbol en particular, Adán fue echado fuera
del jardín del Edén:

«Entonces el Señor Dios dijo: He aquí, el hombre ha venido a ser como


uno de nosotros, conociendo el bien y el mal; cuidado ahora no vaya a
extender su mano y tomar también del árbol de la vida, y coma y viva para
siempre. 23Y el Señor Dios lo echó del huerto del Edén, para que labrara
la tierra de la cual fue toma-do» (Génesis 3:22-23. LBLA).

Tras cometer la falta, si comía del Árbol de la Vida, Adán sería un ser, ya
no inmortal, sino eterno pero pecaminoso, eterno pero desobediente. Dios lo
sacó del jardín porque ya la consciencia de la bondad y la virtud de Dios no
existía en él, sino que el pecado había corrompido su interior. Así, lo más
relevante de la metamorfosis de Adán no fue su entrada en la mortalidad,
pues esta fue más bien la consecuencia de la transformación mayor: haberse
corrompido in-teriormente.

De hecho, la muerte que entró en Adán no trajo solamente la culminación


de la vida física en el plano terrenal, trajo también el proceso de
degradación que constituye el envejecimiento; la vejez entró al hombre y su
tiempo de vida sobre la tierra empezó a ser contado en días. La Palabra es
clara y dice: « Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios
es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor» (Romanos

6:23. RVC). Este verso bíblico nos remite, primero, a la entrada de la


muerte en el Edén, pero después 41

ALBERTOCARRERO

nos lleva a Cristo Jesús y nos muestra en dónde la muerte no tiene poder, en
dónde puede tener freno; en dónde se detienen la muerte y sus secuaces: la
enfermedad, la depresión, el envejecimiento, etc.

¿Dónde tienen un freno? En el Edén, en la ausencia de pecado. Por eso


Jesucristo nunca pecó y, así, nunca se hizo emisario de la muerte, sino
portador y rey de la vida.

La muerte solamente tiene poder sobre el que


peca, el que desobedece, el que decide vivir su

vida conforme a los rudimentos de su propio

espíritu y a lo que le dictan sus sentimientos


humanos y terrenales.
Uno de los problemas claves que tenía la muerte en los días de Jesús era
que no podía estar en todo sitio, porque dondequiera que Él llegaba, tenía
ella que salir corriendo, pues Él es la vida. Por eso la muerte no se lo pudo
llevar en un naufragio, ni tampoco por los latigazos. Cuando estudiamos el
sistema de flagelación romano de aquellos días, nos damos cuenta de que
pocas personas pueden llegar al límite al que llegó el Maestro. Primero, por
el tipo de látigo con el que fue golpeado, que se conoce como el látigo de
siete lenguas: tenía forma de vara, pero de la punta salían siete cuerdas de
cuero de animal, que remataban en una especie de garfio o anzuelo que se
enganchaba en la piel con cada golpe y, cuando el verdugo halaba para atrás
el látigo, arrancaba la carne. Segundo, por la cantidad de golpes que le
dieron a Jesús en la flagelación, en el patio de la casa de 42

CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

Caifás: cuarenta menos uno, treinta y nueve latigazos, multiplicados por


siete. Según científicos y doctores que estudiaron la flagelación e incluso la
practicaron en el cuerpo de animales muertos, hacia el latigazo número
veinte ya la carne se había despegado del cuerpo y había costillas y órganos
expuestos. Pero la muerte no podía tocar a Jesús porque Él no pecaba.

Solo el pecado le da autorización a la muerte para poderte tocar, sin


importar la condición física en la que te encuentres.

Tercero, según varios científicos, era imposible cargar una cruz tan pesada
después de una flagelación tan fuerte. Era imposible quedar vivo por tanto
tiempo en una cruz. Esto es un fuerte indicio de que la muerte no tenía
poder sobre Jesús. Por eso, Él dijo en varias ocasiones: « ustedes no me van
a matar, yo me voy a entregar» (Juan 10:18); la muerte no tenía poder
sobre Él, pues no pecaba, y tras el pecado viene la muerte, pero, si no pecas,
la muerte no tiene principado sobre tu vida. Tanto es así que, al final del
camino, Él tuvo que entregarse por sí mismo, como la Vida; y ya que la
muerte no lo podía tocar, cuando fue consumado el sacrificio, dijo: « Padre,
como la muerte no me puede tocar, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Tú eres el único con una autoridad mayor que me puede dividir. Y
automáticamente exhaló»

(Lucas 23:46).

Si leemos con detenimiento, veremos que Aarón solo pudo morir cuando
Moisés le quitó las ropas sacerdotales, en las cuales estaba impregnada la
eternidad de Dios, quien dijo a Moisés:
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ALBERTOCARRERO

«… Ahora toma a Aarón y a su hijo Eleazar y llévalos al monte Hor. 26Allí


le quitarás a Aarón las ropas sacerdotales y se las pondrás a Eleazar su
hijo, y Aarón morirá allí. 27Moisés hizo como el Señor le había mandado.

Los tres subieron juntos al monte Hor mientras todo el pueblo miraba.
28Cuando llegaron a la cima, Moisés le quitó a Aarón sus ropas
sacerdotales y las puso sobre su hijo Eleazar. Y Aarón murió en la cima de
la mon-taña» (Números 20:25-28. NBV).

Mientras Aarón tenía las ropas sacerdotales encima, la muerte no podía


venir sobre él; pero una vez que Moisés se las quitó como autoridad mayor,
pudo morir, representando el sacrificio de Cristo en la cruz: el acto del
Padre, como autoridad mayor, de quitar, dividir, tomar el espíritu o sacarlo
del cuerpo. Aarón estaba a punto de morir, pero no moría; y nadie más que
la autoridad mayor, Moisés, podía desvestirlo, porque solo él podía tocar la
eternidad que habitaba en la ropa sacerdotal. Y así como Aarón murió una
vez que Moisés le retiró las ropas sacerdotales, la carne de Jesús murió una
vez que el Padre le retiró el espíritu de la carne.

La muerte no tiene autoridad sobre el que no peca, solo tiene autoridad


sobre el pecado, porque por causa del pecado ella entró en el hombre. Por
eso vemos a un apóstol Pablo al que azotan, apedrean y sacan como muerto
de una ciudad, y él se levanta, se sacude el polvo y sigue predicando
(Hechos

14). ¿Por qué? Porque no pecaba. Y al no pecar, la muerte no podía venir


cuando le placiese. Pablo vio la muerte cuando se cumplió su tiempo, y él
lo sabía:

« Porque yo ya estoy para ser ofrecido, y el tiempo de 44

CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO
mi partida está cercano. 7He peleado la buena batalla, he acabado la
carrera, he guardado la fe» (2 Timoteo

4:6-7. SRV-BRG).

La muerte tendrá un hábitat en tu vida, tu casa, tu familia, o los secuaces de


la muerte tendrán poder y autoridad sobre lo tuyo y los tuyos mientras el
pecado siga habitando entre ustedes. Pero una vez que el pecado sea
retirado, ni la muerte ni sus secuaces tendrán la legalidad espiritual para
posarse en tu casa o postrar a cualquiera de los tuyos o a ti mismo. Vivamos
una vida sin pecar, pidiéndole a Dios que nos dé la sabiduría y el
entendimiento para hacerlo así, con el fin de que la muerte no tenga poder
ni autoridad sobre nosotros y lo nuestro.

Te bendigo.
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CAPÍTULOIV

DEL FUTURO HACIA EL PASADO

« …―Señor, no sabemos a dónde vas, así que ¿cómo podemos conocer el


camino? 6Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie
llega al Padre sino por mí. 7Si realmente me con-ocierais, conoceríais
también a mi Padre. Y ya desde este momento lo conocéis y lo habéis visto.

8―Señor —dijo Felipe—, muéstranos al Padre y con eso nos basta.


9―¡Pero, Felipe! ¿Tanto tiempo llevo ya entre vosotros, y todavía no me
conoces? El que me ha visto a mí ha visto al Padre»

(Juan 14:5-9. CST).


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CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

Este capítulo habla de una petición contestada al pasado desde el futuro.


Una petición de Moisés, quien tenía cercanía a Dios, quien era amigo de
Dios. Moisés estaba en disposición de trabajar para el Señor en todos los
aspectos de su vida, y Él lo llamó a un ministerio muy poderoso, con la
misión clara y definida de libertar al pueblo de Israel: « El clamor, pues, de
los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión
con que los egipcios los oprimen. 10Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a
Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel» (Éxodo
3:9-10. RVR1960).

Moisés fue criado en casa del Faraón, a pesar de ser de ascendencia hebrea
esclava. No importando la ad-versidad de las circunstancias de aquellos
días, Dios las tomó para moverlas a favor de Moisés y de su Ungido en el
futuro; Dios tomó a Moisés de en medio de una gran crisis que vivía el
pueblo esclavo que habitaba en Egipto: los niños hebreos estaban siendo
ejecutados por causa del miedo que sobrevino sobre los egipcios; pero
cuenta la Biblia en Éxodo 2:1-10

que, después de algunos meses de nacido, Moisés fue puesto por su madre
en una barquilla en el río Nilo y una hermana suya se quedó vigilándolo de
lejos, pudiendo ver cómo la hija del Faraón, que había ido al río con sus
doncellas para bañarse, vio la barquilla y tomó al niño.

«Entonces la hermana del bebé se acercó a la princesa. —¿Quiere que


vaya a buscar a una mujer hebrea 49

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para que le amamante al bebé? —le preguntó. 8—¡Sí, consigue a una! —


contestó la princesa. Entonces la muchacha fue y llamó a la madre del
bebé. 9“Toma a este niño y dale el pecho por mí —le dijo la princesa a la
madre del niño—. Te pagaré por tu ayuda”. Así que la mujer se fue con el
bebé a su casa y lo amamantó.

10Años más tarde, cuando el niño creció, ella se lo de-volvió a la hija del
faraón, quien lo adoptó como su propio hijo y lo llamó Moisés, pues
explicó: “Lo saqué del agua”» (Éxodo 2:7-10. NTV).

En el palacio, Moisés fue criado como un príncipe egipcio y aprendió todo


lo relativo al arte de reinar, todo lo que se enseñaba a los príncipes, como
futuros reyes; esa era la meta al final del camino. Moisés aprendió de
armas, de combate, de sistemas de go-bierno, de idiomas y de cosas
necesarias para gober-nar. Aquí hay una gran enseñanza y un gran código.

En esta ocasión, vamos a hablar de dos códigos en uno: Moisés, siendo hijo
de esclavos, fue criado en el palacio como todo un rey, porque un día no
muy le-jano dos reinos se iban a encontrar: el Reino de Dios y el reinado
del faraón. Y, además, Dios necesitaba a alguien que, aunque tuviera
aspecto y ascendencia de esclavo, hablase un lenguaje de rey. Este es uno
de los primeros códigos de los cuales hablamos en la vida de Moisés.

Mucha gente se preguntará: ¿por qué Moisés fue criado en el palacio siendo
hebreo? o ¿por qué Dios no tomó un libertador del grupo de los hebreos y lo
mandó a casa del faraón? Porque un libertador de ese tipo le hablaría al
faraón con lenguaje de esclavo, un lenguaje de odio, de rencor; un lenguaje
en el cual 50

CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

no iba a existir la más mínima pizca de respeto y autoridad para hablar


frente al faraón; un lenguaje sin respeto a la figura a la cual se estaba
hablando y sin respeto a la figura a la cual se estaba representando.

Por esto, Moisés fue criado en casa del faraón.

Moisés tenía acceso directo para hablar con el Dios de dioses, el Rey de
reyes, el Señor de señores, lo cual fue testificado por el mismo Dios, quien
testificó que Moisés era su amigo: « ―Está bien, haré lo que me pides —le
dijo el Señor a Moisés—, pues cuentas con mi favor y te considero mi
amigo» (Éxodo 33:17. CST).

Así que, tras recibir esta Palabra de Dios, Moisés le hizo una petición muy,
pero muy personal: « —¡Dé-jame ver tu gloria! » (Éxodo 33:18. BLP). En
otros términos, Moisés le dijo a Dios: «Permíteme ver tu rostro. He
caminado contigo, he visto múltiples man-ifestaciones tuyas; te he visto en
el fuego, te he visto abrir el mar, te he visto alimentar a tu pueblo; te he
visto en diferentes facetas, pero lo único que no he podido ver es tu
verdadera cara, tu verdadero rostro».

En respuesta, Dios le dijo a Moisés:

«Yo haré pasar toda Mi bondad delante de ti, y proc-lamaré el nombre del
Señor delante de ti. Tendré misericordia del que tendré misericordia, y
tendré compasión de quien tendré compasión». 20Y añadió: «No puedes
ver Mi rostro; porque nadie me puede ver, y vivir». 21Entonces el Señor
dijo: «Hay un lugar junto a Mí, y tú estarás sobre la peña; 22y sucederá
que al pasar Mi gloria, te pondré en una hendidura de la peña y te cubriré
con Mi mano hasta que Yo haya pasa-51

ALBERTOCARRERO

do. 23Después apartaré Mi mano y verás Mis espaldas; pero Mi rostro no


se verá» (Éxodo 33:19-23. NBLA).

Lo más extraño es que Dios nunca le negó la petición a Moisés. En otros


tiempos yo pensaba que dicha petición le había sido negada, porque él
pidió ver el rostro del Señor, no su espalda. Pero observando con
detenimiento el desarrollo de este código, podemos notar que miles de años
después apareció en escena un personaje llamado Jesús de Nazaret,
diciendo ser el Hijo de Dios, haciendo obras y maravillas, cumpliendo con
profecías dadas por todos los profetas y aun por el mismo Moisés.

Al llegar, Jesús proclamó el evangelio del Reino, la convivencia pacífica


entre los hombres, el cum-plimiento de las profecías antiguas en su persona
y se proclamó Hijo de Dios; e hizo esto ante un pueblo hambriento por una
Palabra, más aún salida de la boca de alguien que se estaba
autoproclamando Hijo de Dios, Salvador y libertador; ante un pueblo como
el de Israel, que estaba viviendo los padecimientos provocados por la
esclavitud bajo el yugo de los romanos; un pueblo que tenía en su historia
una mar-ca: que cada vez que sufrían la esclavitud, tras un tiempo de
arrepentimiento y de oración, Dios les en-viaba a un libertador.

Llegó entonces, de repente, Jesús de Nazaret a este pueblo, proclamándose


el Hijo de Dios, y el pueblo de Israel, en boca de Felipe, le hizo una
petición: «…

muéstranos al Padre y con eso nos basta. 9―¡Pero, Felipe! ¿Tanto tiempo
llevo ya entre vosotros, y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí
ha visto al Padre» (Juan 14:5-9. CST).
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CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

Si examinamos este código, vemos que la Palabra de Jesús es clara: «Yo


soy el rostro del Padre. ¿Quieres ver al Padre? Mírame a mí, que soy el
Hijo. Yo soy el rostro visible del Dios invisible que nos ama como nuestro
Padre». Jesús de Nazaret, el Cristo de la gloria, está diciéndole a todo un
pueblo que Él es la imagen visible del Dios invisible, viviente por todas las
generaciones.

Tomando como punto de referencia la proclamación de que el Hijo es el


rostro del Padre, tenemos que entrar a movernos a través de una amplia
línea de tiempo y examinar algunos acontecimientos. Moisés pidió ver el
rostro de Dios, pero, para preservarle la vida, Él no se lo mostró. Sin
embargo, para cum-plirle a ese siervo llamado Moisés aquella petición
realizada en el pasado —y para establecer otros precedentes—, el Maestro
tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, los llevó a lo alto de un monte; « y se
transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus
vestidos se hicieron blancos como la luz. 3Y he aquí les aparecieron Moisés
y Elías, hablando con él»

(Mateo 17:2-3. RVR1960).

La transfiguración fue un suceso en donde

el Cristo se manifestó como Señor de las dos

dimensiones: la del tiempo y la del Kairós. En

la transfiguración, Jesús entró al Kairós, una

dimensión donde el tiempo y el espacio no


existen.
En cierto modo, puede decirse que hay dos tiempos: el tiempo Cronos y el
tiempo Kairós. El tiempo Cronos 53

ALBERTOCARRERO

es el de la cronología, el del reloj; es decir, es el tiempo que pasa: presente,


pasado, futuro, obras, etc.

Pero en el Kairós de Dios, el tiempo no reside; se trata de un hábitat donde


el tiempo no tiene punto de referencia, donde todo está en un sí y un amén
completos, en presente perpetuo. ¿Y qué vieron allí, en aquel Kairós,
Pedro, Jacobo y Juan? Que, de repente, Jesús se fue transfigurando y
aparecieron dos personajes: Moisés y Elías.

Moisés pidió: «Muéstrame tu rostro y me basta», el Cristo de la gloria dijo:


«Yo soy el rostro del Padre».

El Padre nunca le negó la petición a Moisés; simplemente, aún no era el


tiempo de mostrarle su rostro; pero nunca se la negó. Y en el tiempo en que
el rostro del Padre se manifestó, en Jesús, en el Cristo de la gloria, Dios
permitió la transfiguración y la llegada de Moisés. La Palabra dice que
Moisés, Elías y Jesús conversaban; y yo casi puedo ver a Jesús diciéndole a
Moisés: «Mira, este es el rostro del Padre. Yo soy el rostro del Padre».

La transfiguración también fue un medio para establecer ante los judíos de


la época la culminación de varias dispensaciones, las cuales eran: la
dispensación de la ley, la dispensación de los profetas y el inicio en el
Cristo de la dispensación de la gracia. Si el pecado no hubiese entrado por
las arcas adámicas, también en la transfiguración hubiésemos tenido a
Adán representando la dispensación de la inocencia.

Moisés, entonces, recibió un regalo en el futuro, en otra dimensión, viendo


al Cristo de la gloria, viendo el rostro del Padre. Por eso, amiga o amigo
lector, no importa el tiempo en el que hagas una petición, cree 54
CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

firmemente que el Padre te va a contestar, aunque sea en otro tiempo o en


otra dimensión. Este código no es más que la manifestación omnipotente de
un Dios Todopoderoso, amador de su creación; la manifestación del Padre
contestándole a su siervo Moisés una de sus más grandes peticiones.
Aunque este no pudo ver cumplida su petición en el tiempo en que la pidió,
el Padre sí le dio el privilegio de verla en un tiempo que ni siquiera Moisés
imaginaba.

Querido amigo, este código llévalo a tu espíritu. Jesús dijo: « En verdad, en


verdad os digo: el que cree en mí, las obras que yo hago, él las hará
también; y aun mayores que estas hará, porque yo voy al Padre. 13Y todo
lo que pidáis en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el
Hijo. 14Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré» ( Juan 14:12-14.
LBLA). Moisés pidió creyendo, y aunque no le fue dado en sus días
terrenales, desde el mundo de los espíritus pudo venir a ver, en tiempos
futuros, el rostro que él quería ver.

Te bendigo.
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CAPÍTULOV

EL CÓDIGO DE LAS VENTANAS

«Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme


ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de
los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.
11Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto
de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los
ejércitos»

(Malaquías 3:10-11. RVR1960).


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CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

El Libro de Malaquías, capítulo 3, nos trae una reflexión sobre la


necesidad de ubicar al Señor como prioridad y punta de lanza en lo finan-
ciero. Ponemos un punto y aparte en nuestra condición financiera cuando
practicamos un acto que es criticado por muchos y aclamado por otros,
malin-terpretado por muchos e interpretado bajo correcta actitud espiritual
por otros. Se trata de una acción o un ritual que debemos realizar para
conseguir determinados objetivos y ser protegidos de ciertos espíritus que
atacan cuando no se practica dicha acción en corrección.

Malaquías 3:7-12 habla claramente sobre el diezmo.

Pero, primero que nada, ¿qué es el diezmo? Y ¿por qué hablamos del
diezmo al abordar el código de las ventanas? El diezmo es la acción de
sacar el diez por ciento del cien por ciento que recibimos en ganan-cias. En
la antigüedad, era muy difícil tener dinero físico. Si bien el dinero y el
intercambio de monedas han existido desde el siglo VI antes de Cristo,
tener monedas era muy difícil. Entonces, ¿qué hacía la gente? Practicaban
el trueque o intercambio; por ejemplo, si una persona tenía cabras y otra
tenía tierras, y ambas necesitaban lo que el otro tenía, cambiaban
determinado número de cabras por una cierta ex-tensión de tierra: yo te
doy mi tierra y tú me das tus cabras.

Quiero establecer algo primero que nada: el diezmo no tiene dispensación.


Nada nos exime de él, ni nadie 59

ALBERTOCARRERO

es eximido de él; ni la ley, ni los profetas, ni los pa-triarcas, ni la inocencia,


ni la gracia. El diezmo es un ritual que hay que practicar en todo tiempo,
porque no tiene dispensación. ¿Cómo lo sé? Abraham le dio los diezmos a
Melquisedec, rey de Salem, un reinado sin fin. Abraham le dio los diezmos
al mismo Dios, representado en la figura del Cristo, no a Jesús, pues Jesús
es el que nació en el vientre de María, es el cuerpo que fue utilizado para
portar el Espíritu del Dios visible, que venía del Dios invisible. Y, además,
Abraham diezmó antes de que existiera la institución del diezmo como ley.
Por ende, se entiende que los diezmos, en realidad, no son de la ley ni de la
gracia o son tanto de la ley como de la gracia.

Ya aclarado este punto, lo siguiente que quiero tratar es algo que dice el
verso 10 del mismo capítulo de Malaquías: « Traed todos los diezmos al
alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová
de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré
sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde» (Malaquías 3:10.
RVR1960). ¿Por qué habla Dios de las ventanas de los cielos y no de las
puertas? Las puertas son más grandes que las ventanas, ¿verdad? Y se
entiende que las puertas del cielo tienen que ser excesivamente grandes,
mucho más que las ventanas, aunque sean las del cielo.

¿Pero, por qué Dios afirma con exactitud que Su bendición para nosotros
no sale por una puerta sino por las ventanas? Sencillo. El Espíritu trajo la
revelación de este código a mi espíritu y me dijo: examina cuántas ventanas
hay en una casa y cuántas puertas tiene.

Entonces me di cuenta de que todas las casas tienen más ventanas que
puertas. De hecho, casi siempre 60

CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

las casas tienen una o dos puertas, para dar acceso y salida, pero
normalmente tienen múltiples ventanas. Por ende, tu bendición es mucho
más abundante cuando sale por las ventanas, porque la existencia de
muchas ventanas genera la salida de más bendición.

Pero hay algo aún más fuerte o profundo en este código: examinemos una
puerta y una ventana. Todas las puertas tienen cerrojos o cerraduras, las
cuales pueden ser activadas desde el interior o desde el exterior; pero las
ventanas no, ellas solamente pueden ser operadas desde adentro. ¿Qué
significa esto? Que Dios tiene todo el control de la bendición que cae sobre
ti, que solo Dios la puede controlar: Él es quien abre y Él es quien cierra.
Hay un poder tan grande en el acto de diezmar

que, si lo realizas, las ventanas de los cielos te

serán abiertas sin que el enemigo pueda tener

control alguno sobre lo que saldrá de allí para ti.

Nadie controla lo que ya Dios tiene preparado para ti. Te insto, pues, a
darle prioridad a la práctica del diezmo. ¿Para qué? Para que veas tres
cosas sucedi-endo en tu vida: número uno, una bendición abundante.
Número dos, la reprensión de Dios al devorador, pues tú no vas a tener que
reprenderlo, ya que la Escritura dice: « Reprenderé también por vosotros al
devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo
será estéril, dice Jehová de los ejércitos» (Malaquías 3:11. RVR1960).
61
ALBERTOCARRERO

Y número tres, verás que es más abundante tu bendición porque es


controlada de adentro hacia afuera, por eso sale por ventanas y no por
puertas. Las puertas son controladas desde el interior y el exterior, pero las
ventanas las controla Dios directamente desde adentro; de ese modo, nadie
más puede tocar lo tuyo. El Señor nos insta a practicar el acto de diezmar
para cosechar las bendiciones infinitas que Él nos ha prometido si lo
realizamos. ¿Quieres ver las ventanas de los cielos abiertas y que
solamente Dios tenga control sobre tu vida? Es tiempo de que entiendas
que la hora de practicar este código ha llegado a tu vida.

Dios te bendiga.
62
CAPÍTULOVI

EL CÓDIGO EVA

«El hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves
y a todos los animales salvajes. Sin embargo, no encontró entre ellos la
ayuda adecuada para sí. 21Entonces Dios, el Señor, hizo caer al hombre en
un profundo sueño y, mientras dormía, le sacó una de sus costillas y rellenó
con carne el hueco dejado. 22De la costilla que le había sacado al hombre,
Dios, el Señor, formó una mujer, y se la presentó al hombre 23que, al verla,
exclamó:

—¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Se llamará

varona, porque del varón fue sacada»

(Génesis 2:20-23. BLP).


63
ALBERTOCARRERO
64
CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

En muchas ocasiones, hemos visto al personaje bíblico de Eva como una


referencia a la caída, como la persona que gestó la caída del hombre en el
pecado, cuando no es así. En el código Eva descubriremos cuál fue la
motivación del primer ser femenino para obedecer las órdenes de un ser
inferior, lo que desembocó en la caída.

En el Libro de Génesis, nos damos cuenta de que Eva fue un ser creado a
partir de una necesidad; de hecho, fue el primer ser creado partiendo de
una necesidad. Antes de Eva, primero fue creada la producción y después
la persona que iba a trabajarla. Dios creó todo lo que existe y después puso
a Adán a que lo labrase; Dios creó primero el sustento y luego, al ser que
sería sustentado. Pero en el caso de Eva, ella nació o fue creada por una
necesidad, pues vio Dios al hombre solo y dijo: «…No es bueno que el
hombre esté solo; le haré ayuda que esté delante de él» (Géne-

sis 2:18. JBS). Pero después de crear a los animales de la tierra y los
cielos, y no encontrar entre ellos la ayuda idónea para Adán, Dios decidió
crear a la mujer. «Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre
Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en
su lugar. 22Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una
mujer, y la trajo al hombre» (Génesis 2:21-22. RVR1960).

Así, Dios tomó una de las costillas de Adán y la llevó a un lugar


desconocido: la Biblia contemporánea no nos da una referencia, un lugar
del que vuelve a 65

ALBERTOCARRERO

Adán con un ser llamado mujer, la compañera ide-al que este necesitaba.
Cuando Adán ve a la mujer, dice: «…—¡Esta sí que es hueso de mis huesos
y carne de mi carne! Se llamará varona, porque del varón fue sacada» (
Génesis 2:20-23. BLP). Andando el tiempo, narra la Biblia que la
serpiente habla con Eva y le dice:

«…¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? 2Y la


mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos
comer; 3pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No
comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. 4Entonces la serpiente
dijo a la mujer: No moriréis; 5sino que sabe Dios que el día que comáis de
él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el
mal. 6Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era
agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó
de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como
ella» (Génesis 3:1-6. RVR1960).

Aquí está el primer código Eva: ella tomó el fruto del árbol y comió, pero
nada sucedió, no se dio transformación ni metamorfosis alguna. ¿Por qué?
Porque el contrato no se había establecido con Eva, sino con el hombre.
Por ende, el hombre era responsable a perpetuidad, no solo de la creación,
sino también de aquel ser llamado mujer o varona. Él tenía la
responsabilidad de mantenerla a ella a salvo de cualquier asechanza o
peligro, que es evidente que ya existía, pues el enemigo estaba colado en un
lugar donde no tenía que estar.
66
CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

Así, Eva comió del fruto, a continuación, le dio al hombre y este comió.
Quizás el hombre vio que a Eva no le había pasado nada y por eso comió.
Sin embargo, al comer Adán, sus ojos y los de Eva fueron abiertos; una
explosión cósmica fue detonada en el ser llamado hombre y mujer, y de
inmediato se dieron cuenta de que ya no eran iguales. Nuevos niveles de
consciencia empezaron a invadir sus cuerpos « …y los dos se dieron cuenta
de que estaban desnudos. Entonces cosieron hojas de higuera y se
cubrieron con ellas» (Génesis 3:7. DHH).

Después de este suceso, Dios visitó el huerto y llamó a Adán:

«¿Dónde estás tú? 10Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo,


porque estaba desnudo; y me escondí.

11Y le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol
de que yo te mandé no comieras? 12Y

el hombre respondió: La mujer que me diste, ella me dio del árbol, y comí.
13Entonces el SEÑOR Dios dijo a la mujer: ¿Qué es esto que hiciste? Y
dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí» ( Génesis 3:9-13. JBS).

Y una vez que Dios juzgó la falta y anunció sus consecuencias, Adán sacó
un as de debajo de la manga, el cual despertó mi entendimiento en cuanto a
este código y me llevó a comprender por qué la mujer accedió a la petición
de ofender a Dios. El Señor dictó las sentencias a los seres que
participaron en el asunto y, tan pronto Adán oyó la sentencia dictada
contra la tierra, la serpiente y la mujer, « el hombre le puso por nombre
Eva a su mujer, porque ella era la madre de todos los vivientes» (Génesis
3:20. NBLA).
67
ALBERTOCARRERO

Dejó de llamarla Varona y le dio el nombre de Eva, como madre de todo,


dándole así una identidad.

¿Por qué Adán, en medio de la sentencia divina, le está dando un nombre a


la mujer? Lamentablemente, Satanás logró engañar al ser llamado mujer
porque esta no tenía una identidad definida. El trabajo de Adán, por
mandato de Dios, había sido dar nombre a todo lo existente, por dos
razones: una, para que fuera señor sobre todo ello; y dos, para darle a
cada ser nombrado una identidad existencial. Pero a la mujer, Adán la
llamó Varona, porque del varón fue tomada. Así que ella no sucumbió a la
tentación del enemigo porque fuera un ser débil, sino porque no tenía una
identidad definida. Después de esto, en un desespero frenético, Adán le dio
a la mujer el nombre de Eva, pero ya era demasiado tarde para remediar la
situación.

Si Eva hubiera tenido un nombre que la caracteri-zase y la definiese desde


el principio, cuando Satanás llegó contra ella con argumentos, queriendo
así em-pañar su identidad, hubiese pasado lo mismo que pasó en el
desierto, cuando el enemigo, con la misma estratagema maliciosa, intentó
tentar al Maestro con su identidad, diciéndole: « Si eres Hijo de Dios, di
que estas piedras se conviertan en pan. 4El respondió y dijo: Escrito está:
No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca
de Dios» ( Mateo

4:3-4. RVR1960). Jesús estaba diciéndole a Satanás:

«Yo tengo identidad, porque tú oíste, cuarenta días atrás, que la voz del
Dios viviente rugió en los cielos y dijo: “Ese es mi Hijo amado”. Tú no vas
a derrotar mi identidad como lo hiciste con la mujer, porque yo 68

CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO
sí la tengo, yo estoy definido. El Padre lo dice: “Este es mi Hijo amado”».

En el código Eva nos damos cuenta de que,

como hombres de Dios, estamos llamados a

dar identidad a nuestras esposas, a que ellas

tengan una parte en el ministerio, a que tengan

responsabilidades y caminen en justicia con


nosotros.
Todo hombre de Dios debe tener al lado a su ser amado, a su esposa, con
una responsabilidad definida, para que cuando el enemigo intente atacar
su identidad, su intelecto, su mente, encuentre barreras y fortalezas firmes,
las cuales no pueda traspasar. La mujer sucumbió por falta de identidad,
por una definición que no tenía. El enemigo le dijo: «Dios sabe que tú serás
igual a Él, que no vas a morir. Dios sabe que el día que comas del fruto,
serás igual a Él». Si la mujer hubiese tenido su nombre, el cual le daba
definición y caracterización existencial, automáticamente le hubiera
contestado a la serpiente: «Yo me llamo Eva, madre de todo. Yo no necesito
otra identidad, no necesito ser igual a mi Señor, porque ya Él me dio una
identidad».

Toda mujer y hombre de Dios están llamados a darle al ser que Dios puso a
su lado, como ayuda idónea, un carácter definido, para así evitar que el
enemigo, en diferentes temporadas, intente mancillar el espíritu, el alma, el
intelecto, la existencia y hasta la cordura emocional de ese ser. Define a tu
esposa, defínela en el ministerio, dale una identidad; que no 69

ALBERTOCARRERO

se sienta sola, que no se sienta inútil; defínela, ponla a trabajar, dale la


posición que le corresponde como edificadora, para que no tengas una
pelea de tronos en tu casa y puedas evitar una guerra fatal en tu iglesia por
demostrar quién tiene un mayor rango, más poder, más autoridad. En los
caminos de Dios, las parejas no debemos pelear por tronos, pues todos
tenemos una definición en el Señor: por eso Él junta a una edificadora y a
un sacerdote, para que ella, con plena identidad de edificadora, sepa poner
el altar exactamente al nivel, a la altura, con la anchura, la longitud y la
estatura que sirvan para un sacrificio perfecto de parte de ese sacerdote
que llegará a trabajar lo espiritual.

No hay que pelear por definiciones, aquí todos tenemos una posición
definida. Tu casa y tu familia de-penden de ti, varón. Dales identidad
operacional, dales una identidad definida, para que el enemigo jamás
pueda usurpar la posición y posesión del gran galardón que tienes como
sacerdote. Si Adán hubiese sido diligente en ponerle nombre a la mujer,
dándole su definición, carácter e identidad, hubiese sido muy difícil, por no
decir imposible, que Satanás hubiera ganado la pelea en el Edén.

Este fue el código Eva, bendiciones.


70
CAPÍTULOVII

EL CÓDIGO ISAÍAS 6

« En el año que murió el rey Uzías, yo vi al Señor sentado sobre un trono


alto y sublime. El borde de su manto cubría el templo. 2Dos serafines
permanecían por encima de él, y cada uno de ellos tenía seis alas; con dos
se cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies, y con dos volaban. 3Uno
de ellos clamaba al otro y le decía: “¡Santo, santo, santo, es el Señor de los
ejércitos! ¡Toda la tierra está llena de su gloria!” »

(Isaías 6:1-3. RVC).


71
ALBERTOCARRERO
72
CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

Si leemos el inicio del capítulo 6 del Libro de Isaías, podemos ver a un


profeta que estaba aparentemente atado hasta la muerte del rey Uzías:
cuando vivía el rey, se mantenía el profeta aún desalineado, sin vivir a
plenitud el tiempo ni los propósitos de Dios. Pero cuando murió el rey
Uzías, Isaías pudo ver una de las visiones más profundas que, a mi
entender como hombre de Dios, puede tener un ser humano. De hecho, tras
estudiar y escu-driñar por mucho tiempo, no he encontrado todavía un
hombre que haya visto lo que vio Isaías.

Únicamente Isaías ha podido hacer esta proclamación:

«… yo vi al Señor sentado sobre un trono alto y sublime. El borde de su


manto cubría el templo» (Isaías

6:1. RVC). Pero esto sucedió solo cuando el rey Uzías murió. ¿Por qué
todo comienza después de que este rey muere? No tenemos una referencia
precisa sobre el grado de la cercanía del rey Uzías con Isaías. Se entiende
que había cierta familiaridad entre ellos dos según escatólogos bíblicos.
Así, no sabemos por qué, pero sí vemos una relación causal: mientras Uzías
vivía, Isaías no avanzaba, no llegaba su propósito, no podía ver la
manifestación de la gloria de Dios sobre su vida. Pero este profeta dice que
en el año de la muerte del rey, vio a Jehová; no antes ni después, sino en el
año exacto en el que murió Uzías.

A veces, no sabemos si tenemos al lado a un Uzías que nos está


entorpeciendo la visión o la llegada a la dimensión en la que Dios nos
quiere manifestar. Pero, 73

ALBERTOCARRERO

más allá de esto, también en los primeros versos de Isaías 6, podemos


hallar varios elementos muy emo-cionantes y poderosos en cuanto a la
Palabra, y muy reveladores en cuanto a este código, el Isaías 6.

En Isaías 6:2. RVC, la Escritura dice: « Dos serafines permanecían por


encima de él, y cada uno de ellos tenía seis alas; con dos se cubrían el
rostro, con dos se cubrían los pies, y con dos volaban». Mi pregunta
siempre ha sido, como estudioso de la Palabra y como profeta, ¿por qué
estos seres tienen seis alas y por qué se cubren el rostro y los pies; y, pese a
estar cubiertos, vuelan alrededor de la máxima expresión de Dios, de la
sublimidad de Dios, del concepto completo del ser de Dios? Pues bien,
frente a esta pregunta, pude entender algo revelado a mi espíritu desde el
Espíritu.

Estos seres que vuelan alrededor de Él con dos alas, mientras se cubren los
pies con dos más y el rostro con otras dos, se cubren porque la gloria que
desti-la la presencia de Dios, la sublimidad de Dios en su máxima
expresión —pues el objeto de la visión es Dios directamente— genera un
poder tal que ni aun esos seres que están frente a Su presencia pueden
resistirlo y, entonces, tienen que cubrirse. Y además, esa presencia y ese
poder crean un tipo de calor que hace que los ángeles tengan que volar
alrededor, para autorrefrigerarse ellos y refrigerar la misma gloria.

Satanás intentó infiltrarse en el cielo, diciendo en su corazón: «… Subiré al


cielo; por encima de las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte
de la Reunión me sentaré, en el extremo norte; 14sobre las alturas de las
nubes subiré, y seré semejante al Altísi-74

CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

mo» ( Isaías 14:13-14. RVR1977). Pero fue golpeado y derribado de esa


dimensión a donde él quería llegar con malicia intencionada en su
corazón; y lo que lo golpeó e hizo caer fue la gloria de Dios intrínseca, a la
que solamente el Espíritu y el Hijo, el Cristo, tienen acceso, porque son
esencia directa del Padre; ya que, recuérdalo, el Dios invisible nos hizo un
Dios visible y nos dio, no obstante, Su Espíritu.

Esa gloria de Dios golpeó a Luzbel y lo lanzó al abismo. Y mientras iba


cayendo, experimentaba una transfiguración conforme se iba alejando del
lugar donde había estado antes, un lugar de perfección, aunque menos
sublime que el lugar donde habitaba la gloria de Dios, ese espacio que
Isaías pudo ver. Es allí donde Luzbel recibió el impacto y fue sacado en
esencia como persona; y a la vez que iba cayendo iba experimentando la
metamorfosis por la cual hoy se conoce como Satanás.

Ahora bien, esa misma gloria fue recreada por Dios para poder visitar la
tierra. Dice la Biblia, bien claro:

« Dios el Señor plantó un jardín al oriente del Edén, y allí puso al hombre
que había formado» (Génesis 2:8.

NVI). Entonces, Dios hizo un huerto al oriente de un lugar llamado Edén;


creó una habitación en donde Él, con Su gloria sublime, podía visitar la
tierra y hablar con su creación: con Adán, con su imagen y semejanza.
Porque si Dios, en Su gloria sublime, se hubiera asomado directamente a la
tierra, la habría dejado destruida; pues no hay nada que pueda sostener Su
gloria, Su sublimidad, que fue lo que Isaías vio. Ni aun esos seres que están
tan cerca de esa sublimidad pueden estar quietos y de pie, tienen que
cubrirse 75

ALBERTOCARRERO

y volar alrededor para autorrefrigerarse. El movimiento de sus alas es


simplemente un batir para autorrefrescarse, porque pueden ser
desintegrados por la gloria sublime, por la gloria intrínseca del Dios
Todopoderoso.

Dios no llegaba de visita a cualquier lugar de la tierra. Solo llegaba al


jardín, todas las tardes, a hablar con Adán; pues Él sabe que Su gloria y Su
sublimidad como Señor del todo pueden destruir lo creado en un momento,
porque Su gloria intrínseca no es cualquier cosa. Dios necesita que tú y yo
entendamos, mi querido lector, que lo que vio Isaías y lo que Él creó en
Edén, ese espacio para poder habitar con el hombre, fueron más que
extraordinarios.

Dios hizo una sucursal de Su gloria al oriente del

Edén para poder visitar a Adán, en esencia, como


Señor y Creador del primer ser humano sobre la
faz de la tierra.
Por eso, dentro del tabernáculo existían el lugar santo y el lugar santísimo.
Al lugar santo había acceso todo el tiempo, pero al lugar santísimo
solamente podía ingresar el sacerdote una vez al año, tras haberse
purificado durante un año completo. Así se manifes-taba Dios, nuevamente,
Señor y Creador, creando un espacio en el cual Él pudiese habitar y hablar
con su creación, sin que esta fuera destruida por Su gloria intrínseca, por
la gloria sublime que vio Isaías.

Jesús es la gloria del Padre, por ende, cuando Él llegó a la región de


Gadara, los demonios corrieron a Él; 76

CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

Jesús no los mandó a buscar, sino que ellos vinieron, en el cuerpo de un


hombre al que tenían poseído, se inclinaron ante Jesús y le dijeron: Jesús,
hijo del Dios Altísimo, ¿qué haces aquí? ¿Has venido a atormen-tarnos?
Aún no es el tiempo (Marcos 5:1-7). Pero esta declaración es una
salutación con verdades absolutas incluidas. Número uno: los demonios
están haciéndole reverencia a la gloria visible del Padre; número dos: no
soportan el poder, la unción y la majestad que acaba de arribar a aquella
región donde ellos cohabitan en un cuerpo; y número tres: saben y dicen
quién es la persona que acaba de llegar, le hacen reverencia, se inclinan y
le recuerdan que todavía no es el tiempo de sus juicios. Ellos saben que va
a haber un juicio, saben quién está llegan-do y saben del poder que carga.

Entendiendo los demonios que iban a ser expulsados, le dijeron a Jesús:


como no ha llegado nuestro día, como no ha llegado nuestro juicio,
permítenos ir a los cerdos (Marcos 5:12). Esta petición siempre me había
llevado a preguntarme: ¿por qué estos demonios no se fueron al aire? ¿Por
qué quisieron salir de un cuerpo y esconderse en otros? Sencillo: porque la
gloria de Dios en esencia, el Cristo Jesús, estaba pisando la región, y ellos
sabían que tan pronto salieran al aire, esa gloria los iba a desintegrar; por
ende, pidieron que, por favor, los dejara ir a los cerdos, a un animal
inmundo.

Y dice la Escritura que había un hato de cerdos muy cerca de allí y que los
demonios entraron a esos cuerpos tan pronto salieron del gadareno
(Marcos 5:13),

¿por qué? Porque la exposición al aire, por causa de la 77

ALBERTOCARRERO

gloria de Dios manifestada en el Cristo, les iba a traer como resultado una
desintegración o una quemadura, un azotamiento o una flagelación que
todavía no les correspondía, porque su juicio no había llegado.

Por eso Jesús les dijo: «Vayan». Y tan pronto salieron del hombre en el que
estaban, en cuestión de segundos, se metieron a los cerdos; pero, qué cosa
más ex-traña, en vez de alejarse de donde estaba el Maestro, se
precipitaron al mar. ¿Sabes por qué se lanzaron al agua? Porque, en los
segundos que pasaron mientras salieron del gadareno y entraron a los
cerdos, sufrieron quemaduras en el mundo espiritual por el fuego
consumidor que carga la gloria, y tuvieron que ir al agua a refrigerarse,
escondiéndose también en uno de los dos testigos.

La Palabra dice: « Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el


Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan» (1 Juan 5:8.
RVR1960). Así que los demonios se escondieron en uno de los testigos: en
el agua, volviendo al estado de donde se supone que cayeron. Recordemos
que, cuando ellos fueron lanzados, estaba la tierra desordenada y vacía;
solamente había agua, pues lo seco fue descubierto por la orden de Dios
tiempo después del inicio de la creación : « Y dijo Dios: Júntense las aguas
que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco; y fue así» (
Génesis 1:9. JBS). Así, lo seco no existía cuando los demonios se
levantaron contra Dios allá arriba; de modo que, cuando fueron
expulsados, los que cayeron en nuestro planeta, cayeron en el agua. Por
esa razón digo que ellos volvieron al lugar de donde salieron y por eso los
espíritus del agua 78
CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

son muy peligrosos, más peligrosos que los que habitan en la tierra.

Es la gloria de Dios tan poderosa, y más aún cuando es manifestada en


Cristo Jesús, que los demonios volvieron al lugar de donde salieron.
Entendamos, hermanos, que la gloria de Isaías 6, la gloria sublime del
Dios Todopoderoso que vio Isaías no es cualquier cosa. Cuando puedas
comprender este código, entenderás muchas cosas más, que se te van a ir
revelando y el mismo Espíritu va a ir acomodando en tu espíritu, conforme
a la Escritura.

Dios te bendiga.
79
ALBERTOCARRERO
80
CAPÍTULOVIII

EL CÓDIGO DE LA MUERTE

« Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde, toda la tierra quedó en


oscuridad. 45El sol dejó de brillar, y el velo del templo se rasgó por la
mitad. 46Jesús gritó con fuerza y dijo: —¡Padre, en tus manos encomiendo
mi espíritu! Y al decir esto, murió»

(Lucas 23:44-46. DHH).


81
ALBERTOCARRERO
82
CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

Desde el principio de la creación, el hombre ha vivido y sufrido el embate


continuo del mal; y tal guerra ha producido realidades para las cuales el
hombre no estaba diseñado. El hombre fue diseñado por Dios para habitar
al lado de Él en un plano existencial, delineado también por el Señor.

Pero el enemigo logró introducir elementos para los que el hombre no


estaba preparado.

Este es el código de la muerte, que fue traída a escena por el enemigo, con
la caída de Adán y Eva en el huerto del Edén. Dios dijo: «Pero del árbol
del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él
comas, ciertamente morirás» ( Génesis

2:17. LBLA); y el hombre sucumbió a la tentación.

Por ende, a causa del pecado, entró la muerte en escena, y a ella le fue
entregado el dominio y la llave de la humanidad, reduciendo al hombre a
una humana mortalidad; a pesar de que, en el diseño original, Dios había
definido que tal espíritu no tendría koinonía1 con el ser humano, con su
creación, con la personalidad hecha a imagen y semejanza de Dios.

Por décadas y centurias, la muerte tuvo el control de todos los seres


vivientes, tanto animales como seres humanos, plantas y toda la creación.
La muerte visitaba cada casa, cada vida, cada rincón de la tierra,
arropándolos con su manto de desgarro y destruc-1. La palabra koinonía es
la transliteración de la expresión griega κοινωνία, que significa comunión.
83
ALBERTOCARRERO

ción. Pero el Cristo se hizo carne en forma humana, Jesús vino a la tierra y
tomó el dominio y el control, muriendo en la cruz. Sin embargo, en
incontables ocasiones, la muerte intentó cumplir su propósito, incluso en el
mismo Jesús, pero tenía un freno.

La Palabra es clara cuando dice que por causa del pecado entró la muerte:
«…e l día que de él comas, ciertamente morirás» ( Génesis 2:17. LBLA).
Tenemos, pues, una causa y un efecto muy definidos y evidentes: el hombre
estaba condenado, porque todos pecaron y, por lo tanto, todos estaban
destituidos de la gloria de Dios; el hombre automáticamente estaba
subyugado, cautivo, esclavizado por la muerte; poniendo así una pared, un
velo, entre él y Dios. Pero Jesús llegó y rompió ese parámetro, demostrán-
donos a ti y a mí que la muerte solamente tiene entrada en el que peca. Con
su sangre, Él nos demostró que podía cambiar o transformar aquella regla,
pues si la muerte entró en el hombre por causa del pecado, el freno de la
muerte es la ausencia de pecado.

En este punto, seguramente te dirás: «Pero Jesucristo también murió». La


realidad es que a Jesucristo nunca lo mataron, nunca lo visitó la muerte.
¿Cómo que no lo visitó la muerte, si la Biblia dice que murió en la cruz
para el perdón de nuestros pecados?

Jesús dejó varios códigos enclavados en el código de la muerte, varios


misterios que vamos a definir en este capítulo, en este código. Jesucristo
dijo, según el Evangelio: « Nadie me quita la vida, sino que la doy
libremente…» ( Juan 10:18. PDT).
84
CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

¿Por qué Jesucristo dijo que Él se iba a entregar,

que iba a dar su vida? Porque, al no pecar, la

muerte no tenía cabida en Él; era imposible que

la muerte pudiese tocar la vida.

Si la muerte tocara la vida, ya no existiría la muerte.

Por eso, Jesús dejó pasar cuatro días después de saber que su amigo
Lázaro estaba enfermo, porque si llegaba en el mismo momento en que la
muerte tom-aba a Lázaro, automáticamente la vida y la muerte se iban a
encontrar de frente, ya que Él dijo: «… Yo soy el camino, la verdad y la
vida…» ( Juan 14:6. BLP).

Y en un encuentro entre la vida y la muerte, la vida ganaría.

Jesucristo se entregó por nuestros pecados a una muerte en la que el mismo


Dios tuvo que ser pro-tagonista, porque aun en el Calvario, la muerte no lo
podía visitar, pues a quien estaban crucificando era a un ser que no había
pecado. Por eso en este código vemos cómo Él mismo entrega su espíritu al
Padre, diciendo: Padre, todo está cumplido, en tus manos encomiendo mi
espíritu (Juan 19:30. Lucas 23:46).

¿Por qué Jesús encomienda la separación del cuerpo y el espíritu al


Padre? Porque la muerte no lo podía tocar, porque Él no había pecado. Si
Jesucristo no hubiese hecho esta exclamación, habría permanecido en la
cruz mucho más tiempo: horas, días, semanas, pero el lapso en el que
estuvo crucificado fue suficiente para cargar con todas las culpas de
generaciones completas, de las centurias pasadas, de su presente y del
futuro. Al decir Padre, todo está cumplido, en tus 85
ALBERTOCARRERO

manos encomiendo mi espíritu, Jesús estaba diciendo: «La muerte no me


puede tocar. Ya yo cumplí, ahora tengo que morir; pero la muerte no puede
venir a mí porque yo no he pecado».

Por eso tenemos a un Pablo que define también el día y la hora de su


muerte: « Porque yo ya estoy para ser ofrecido, y el tiempo de mi partida
está cercano.

7He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe» (2


Timoteo 4:6-7. SRV-BRG). Un Pablo que antes había sido mordido por
una serpiente venenosa, en la isla a donde llegó después de naufragar, pero
no murió (Hechos 28:1-6). Un Pablo que fue apedreado y dado por muerto
(Hechos 14); y téngase en cuenta que el proceso de la lapidación tenía
estatutos que ordenaban que no podían dejar con vida a la persona
lapidada antes de sacar el cuerpo de la ciudad, porque si la dejaban viva,
eso era calificado como martirio, lo cual era penado. Había que matar a la
persona, declarar la muerte, y después sacar el cuerpo fuera de la ciudad,
para que las aves del cielo y los carroñeros de la tierra se lo comiesen.

Pero dice la Palabra que «…a pedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de


la ciudad, creyendo que estaba muerto. 20Pero, cuando lo rodearon los
discípulos, él se levantó y volvió a entrar en la ciudad» (Hechos 14:19-

20. NVI).

Cuando el hombre vive para Dios sin pecar, es muy difícil que la muerte lo
visite. La muerte solamente llegará en el momento que Dios decida. Por
eso, Pedro también dijo: « Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su
gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de
tiempo, él mismo os perfec-86

CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

cione, afirme, fortalezca y establezca» (1 Pedro 5:10.


RVR1960); y días después de escribir esto, fue crucificado de cabeza, por
causa de Cristo. Por eso también, Juan no murió como lo planeó el
emperador Do-miciano, bajo el escarnio de una muerte pública, en una
olla de aceite hirviendo. Aunque Juan fue intro-ducido en el aceite, no
sufrió ni siquiera una quemadura; salió de ahí como si hubiera estado en
un sauna.

Al verlo sobrevivir a semejante prueba, sus verdugos se atemorizaron y


dijeron: «Es un dios, mejor vamos a desterrarlo». Y lo desterraron a la isla
de Patmos, no sabiendo que allí estaban poniendo al hombre que recibiría
la visión más profunda, el Apocalipsis.

El código de la muerte revela esto: la muerte no puede tocarte si no pecas,


porque por causa del pecado entró la muerte en el hombre. Hoy en día
existen cientos de cristianos muertos espiritual y físicamente por causa del
pecado. Cuando pecamos, la muerte se acerca. Cuando nos santificamos, la
muerte se aleja. Es necesario, pues, que hoy comprendamos que debemos
vivir en santidad; pero no en esa santidad religiosa que consiste en llevar
ciertas vestimentas y realizar determinadas liturgias personales. Eso no es
santidad, la santidad es vivir apartado para Dios.

Y en ese estado, recuérdalo, el pecado vendrá a ten-tarte, porque hasta del


mismo Jesús, que vivió santo, se dice: « Nuestro Sumo Sacerdote
comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las
pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo, él nunca pecó» (Hebreos
4:15. NTV).

Me parece ver a Satanás y a la muerte discutiendo.

Él diciéndole a ella: «Te lo he puesto en la barca, he 87

ALBERTOCARRERO

agitado las olas; llévatelo». Y ella respondiendo: «No puedo. Él no peca».


O, tal vez: «Te lo puse en la barca, hasta se durmió; llévatelo». Y ella: «No
puedo. ¿Por qué? Porque no peca. Recuerde, Satán, que yo puedo entrar
cuando hay pecado; si no hay pecado, no puedo entrar. Mi llave de entrada
es el pecado; si el pecado llega, yo entro, pero si no hay pecado, nada
tengo yo que ver. Recuerde también que Él es la Vida, y si Él me toca a mí o
yo lo toco a Él, que no tiene pecado y que es la Vida misma, me convertiré
en Vida, y ya no existiré más como la Muerte».

Dios nos está llamando a todos nosotros a vivir una vida en santidad para
tener una vida en el Espíritu, completa, diáfana, limpia; una vida que nos
dé el poder y la autoridad para acceder a las dimensiones y misterios a los
que Jesús accedió como Hijo de Dios y como hombre en la tierra. Algo que
quiero señalarte es que Jesús no operó en las dimensiones en que operó por
ser el Hijo de Dios; Jesús accedió a dichas dimensiones porque
simplemente no pecaba.

El pecado es una barrera que nos separa de Dios. Lo vimos evidenciado en


lo que pasó con Adán cuando pecó en el huerto: expulsión total, exclusión
de los misterios y gozos propios de una vida llena de la santidad de Dios.
Hay gente que ha argumentado que la muerte puede visitarte cuando
quiera, y eso no es así.

La muerte tiene un solo pase de acceso en la vida, que le es concedido por


medio de una palabra o de una acción humana que le da la capacidad de
operar en completa libertad. Vivamos, pues, la vida en santidad y así
tendremos la muerte a raya.

Que Dios te bendiga.


88
CAPÍTULOIX

EL CÓDIGO TRINO: PARA ÉL,

CON ÉL Y EN ÉL

«Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar


fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no
per-manecéis en mí. 5Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que
permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de mí
nada podéis hacer»

(Juan 15:4-5. LBLA).


89
ALBERTOCARRERO
90
CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

Sé que este código va a sorprender a muchos de los lectores que han


llegado hasta este capítulo del libro. Aquí veremos algo con claridad: tres
tipos de hábitat de Dios, que aparentemente son lo mismo, pero en esencia
no son iguales. ¿Por qué este código se llama para Él, con Él y en Él? A
veces, como ministros, como cristianos, tenemos la firme con-vicción en
nuestros espíritus de que, cuando traba-jamos para Dios, estamos ya
realizados totalmente como hombres de Dios.

Trabajar para Dios es estar enfocados en lo que Él ha dicho que hay que
hacer, en poner manos a la obra en lo que haya que realizar sin mirar
hacia atrás, sin ningún pero y sin discusión alguna. Trabajar para Dios es
una bendición que muchos hombres han re-chazado; pero otros han
aceptado el compromiso y algunos han sido vivificados en el mismo.
Trabajar para Dios nos da la capacidad de comprender cómo funciona el
Señor o cuál es la funcionalidad del Reino en nuestras vidas y en las vidas
de los que nos rodean. Trabajar para Dios es obtener ese comple-mento de
vida llamado dirección, que nos hace sentir la plenitud de una existencia en
paz, sabiendo que vamos por el camino correcto, encarrilados en el
propósito, en lo que Él dijo de nosotros.

Pero te tengo una noticia: trabajar para Él no es suficiente. En múltiples


ocasiones hemos visto en la Biblia a hombres que han trabajado para Dios,
pero sin estar con Dios. Así le sucedía a Marta, que 91

ALBERTOCARRERO

cuestionó a Jesús: « —Señor, ¿no te preocupa nada que mi hermana me


deje sola con todo el trabajo?

Dile que me ayude. 41Pero Jesús le contestó: —Marta, Marta, estás


preocupada y te inquietas por demasi-adas cosas, 42pero sólo una cosa es
necesaria. María ha escogido la mejor parte, y nadie se la va a quitar»
(Lucas 10:40-42. DHH). Marta dijo bien claro: «Maestro, estoy aquí
sirviéndote, estoy trabajando para ti, siguiendo a los hombres que andan
contigo, al ministerio; estoy trabajando para el ministerio. Dile a mi
hermana María que venga a ayudarme». Pero Jesús fue más claro aún:
«Marta, estás muy afanada. María ha escogido la mejor parte». Y ¿cuál
era esa mejor parte? Estar con Él. Porque no es lo mismo trabajar para Él
que estar con Él.

Tenemos a cientos de ministros hoy en día que trabajan para Dios, pero
hace tiempo que no están con Él, que no se reúnen con Él, que no se toman
el tiempo para escuchar el consejo sabio del Espíritu en oración. Tenemos
gente tan afanada en la obra de Dios que hace mucho no sacan tiempo
para sentarse con el Señor de la obra, para encontrarse con Él; el afán
extremo en la obra de Dios les está consumien-do el tiempo.

El peligro en este asunto es, al entender de los hombres espirituales, este:


¿cómo es posible que puedas trabajar para Dios sin estar con Dios?
Porque, ¿cómo puedes recibir así las instrucciones que necesitas?

¿A dónde vas a acudir para encontrar el camino que necesitas de acuerdo


con la voluntad santa, agradable y perfecta de Dios? ¿Cómo vas a trabajar
en la obra sin contar con el consejo del dueño de la obra o 92

CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

el Señor de la obra? Es algo contraproducente, hermano, e irónico a la


vez: ¿cómo puedo trabajar en la obra de alguien sin conocer a ese alguien?
¿Cómo ese alguien me comunica lo que quiere si no estoy con él? ¿Cómo
puedo pasar tiempo en la obra de Dios si hace tiempo que no voy a mi
lugar secreto de oración a hablar con el Señor de la obra?

Esta ha sido, lamentablemente, la debacle espiritual de muchos ministerios


que tienen una buena formación teológica, pero son ambiguos,
esqueléticos, desnutridos espiritualmente. Por ende, las malfor-maciones
llegan, las impaciencias, la intolerancia, porque mucha gente hoy en día
trabaja para Dios, pero hace tiempo que no están con Dios. Pero este tema
tiene un aspecto más elevado aún: trabajar para Dios es bueno, estar con
Dios es bueno, pero para que estos dos estados se puedan fusionar, hay que
estar en Dios: para Él, con Él y en Él.

¿Quieres que lo que hagas para Dios tenga las

directrices completas y concretas de cómo lo vas

a hacer? Primero tienes que estar en Él.

Por eso el Apóstol Pablo decía: « Pero el que se une al Señor, es un espíritu
con Él» ( 1 Corintios 6:17. DHH); y también: «… Andad en el Espíritu, y
no satisfagáis los deseos de la carne» ( Gálatas 5:16. JBS), porque Dios es
Espíritu, y el que se une a Él, un espíritu es con Él. ¿Cómo quieres predicar
o trabajar en la obra de un Dios que es Espíritu, rechazando al Espíritu
Santo que fue dejado por Cristo, cuando Él dijo: no los voy a dejar
huérfanos (Juan 14:18); tranquilos, yo les voy a 93

ALBERTOCARRERO

enviar al Espíritu Santo, Él los guiará a toda verdad y a toda justicia (Juan
16:13)?

La pregunta que tengo para ti es muy irónica, pero pesa toneladas,


hablando espiritualmente: ¿cómo puedes trabajar para un Dios que es
Espíritu y no creer en el Espíritu Santo, ni en la reprensión de espíritus, ni
en los ángeles que trabajan con el Espíritu Santo a favor de nosotros, que
son también espíritus? Que alguien me explique cómo trabajar en la obra
de Dios, estar con Dios y ni siquiera creer en la posibilidad de estar en
Dios.

Ahora, vámonos al otro lado de la moneda. Cuando un cristiano logra estar


en Dios, de Dios vienen todos los recursos que necesita para hacer la obra
de aquel con quien está. Cuando logres, como hombre o mujer de Dios,
entrar a la dimensión de estar en Él, te garantizo que eso será la puerta de
entrada a la unción y a movimientos sobrenaturales, porque no es lo mismo
trabajar con Él y estar con Él que estar en Él.
Pablo experimentó este nivel de gloria, por eso decía: « Con Cristo he sido
crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí…»
(Gálatas 2:20.

LBLA). Pablo estaba en Él. Las cosas viejas habían pasado. Estaba
juntamente crucificado con Cristo; es decir, estaba en Él, no solo por Él ni
para Él. Y en ese nivel de estar en Él, te vuelves uno, te fusionas con Él, ya
eres un espíritu con Él, ya no tomas las decisiones, sino que Él las toma en
ti.

El Apóstol Pablo nos dio cátedra en esto. Él quiso ir a Asia, pero el


Espíritu le dijo: «Devuélvete para 94

CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

Macedonia». ¿Cuántas veces Pablo no había ido a Macedonia? Pero el


Espíritu le decía: «Tú no eres el predicador de Asia». Él tenía el anhelo de
ir a Asia, de que los asiáticos conociesen la verdad. ¿Pero cómo iba a ir él
a Asia? Si Pablo se atrevía a moverse sin la dirección del Espíritu, estaba
garantizado que todos los resultados negativos que iba a obtener no serían
culpa de Dios, sino de su propia desobediencia. Si Pablo se hubiera ido
para Asia, el Espíritu de Dios no lo habría respaldado, porque ya le había
dicho: «Ve a Macedonia». A pesar de su deseo, Pablo tenía tan claro que se
había unido con Cristo en una sola fe, en un solo amor, en un mismo
espíritu, y por eso no titubeó en devolverse para Macedonia.

Con el ejemplo de Pablo, este código nos muestra la causa de tantos


fracasos acaecidos en los ámbitos eclesiásticos: aunque muchos hombres
son predicadores buenos de Dios, gente que ama al Señor, que quiere hacer
la voluntad de Él, se mueven fuera de la voluntad de Dios. Irónico,
¿verdad? Quiero hacer la voluntad de Dios fuera de la voluntad de Él.
Quiero predicar el evangelio, pero en lugares a los que el Señor no me ha
enviado. Quiero hacer ciertas cosas, pero Dios no me ha hablado de ellas,
las quiero hacer desde mi emoción. Los resultados que se obtengan de esto
no tienen nada que ver con Dios, porque Él no dio la orden para actuar.

Cuando vives en Él, aprendes a estar con Él y a trabajar para Él. Pablo
estaba tan fundido en Él, que pudo decir: «En cuanto a mí, no corro a
ciegas, ni lucho como quien da golpes al aire» ( 1 Corintios 9:26.

BLPH). Es decir, yo estoy seguro, tengo una meta, una 95

ALBERTOCARRERO

dirección; porque ya no vivo yo, ahora soy de Él, estoy fundido con Él, y lo
que Él dice para mí está en el sí y en el amén del Dios Todopoderoso. Yo no
necesito más nada, solo estar en Él, no únicamente con Él, ni tampoco para
Él. Entiende, entonces, que cuando estás en Él, automáticamente pasas más
tiempo con Él y tu trabajo para Él es mucho más eficaz.

Te bendigo.
96
CAPÍTULOX

EL ESPÍRITU SANTO

« Que Dios, que da esperanza, los llene de alegría y paz a ustedes que
tienen fe en él, y les dé abundante esperanza por el poder del Espíritu
Santo»

(Romanos 15:13. DHH).


97
ALBERTOCARRERO
98
CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

Para desarrollar este código voy a ser muy delicado, porque estamos
hablando de la persona más sublime con la que el hombre puede entrar en
contacto, como esencia de Dios: el Espíritu Santo.

Para empezar a hablar de un ser tan maravilloso, tes-tificaré dos


experiencias que he tenido con Él —por Su gracia, no por merecimiento—,
dos manifesta-ciones poderosas y gratificantes.

La primera fue en una ocasión en la que yo había pasado varios días


tendido en el piso de mi habitación, en oración, en cilicio; y mi esposa me
dijo: «Llevas varios días en el piso; sube a la cama y duerme, duérmete y
después te bajas de nuevo». Y yo le respondí: «Bueno, está bien. Me voy a
acostar contigo un ratito, mientras te duermes; y luego me bajo para el
suelo». Pero al llevar varios días ya en el suelo, mi cuerpo se sentía
agotado y, tan pronto percibió la suavidad de la cama, empezó a
adormecerse. Sin embargo, dije en mi mente: «Espíritu Santo, no per-mitas
que me duerma». Y así fue: solamente sentí la apacibilidad de la cama y mi
cuerpo se adormeció, pero no me dormí.

En la habitación en la que yo dormía en ese entonces con mi esposa, la


cama quedaba en el centro, y la puerta que daba acceso a la habitación
quedaba del lado en el que dormía ella. Y, hermanos amados, estando con
mi cuerpo adormecido, sentí que alguien atravesó la puerta —yo soy de
aquellas personas que se pueden despertar hasta con el sonido de una 99

ALBERTOCARRERO

aguja que cae al piso, mi sueño es muy liviano—; sentí sus pasos en el piso,
que era de madera. Quien entró, caminó hasta mi lado de la cama y sentí
cuando se inclinó y se sentó junto a mí, en el espacio que quedaba a la
altura de mi vientre, pues yo duermo en posición fetal, dándole la espalda a
mi esposa; pude percibir cómo el colchón de la cama se bajó por la presión
del peso de esa persona.

Yo sabía que era Él, porque algo propio del Espíritu Santo es que le dice a
tu espíritu quién es Él. Si sientes alguna presencia y no experimentas paz ni
esa comunicación de Espíritu a espíritu, no es el Espíritu Santo. Ten mucho
cuidado, examina bien, porque el Espíritu Santo no se revela si no es en
una condición de paz. Él no se revela para infundir terror, sino para
comunicarte lo que el Padre ha mandado a decir.

Además, cuando Él se revela, aunque estés afligido, primero te trae paz, su


paz inunda toda el área en donde estás y te llena a ti; entonces tu espíritu
tiene conocimiento de que es Él quien está allí.

Ahora bien, cuando sentí que Él se sentó del lado de mi cama, a la altura
de mi vientre, tomé una decisión muy atrevida: asirlo por la cintura.
Entonces, con los ojos cerrados, porque no me atrevía a abrirlos, lo tomé
por la cintura y, literalmente, lo sentí, lo palpé; y le dije: «Espíritu Santo,
no te vayas, no te vayas, no te vayas». Amados, Él me empujó un poco, me
rea-comodó en la posición en que yo dormía en la cama y me dijo:
«Tranquilo, que yo estoy contigo y en ti».

Y se acostó dentro de mí, en la misma posición en la que yo estaba


acostado. Mi cuerpo tembló y caí al 100

CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

piso. A partir de ahí, solo sé que amanecí en el suelo.

Esta fue la primera manifestación.

La segunda sucedió en otra ocasión en la que yo llevaba un tiempo largo en


oración; era de madru-gada y yo me encontraba totalmente despierto;
entonces, estando boca arriba, acostado en el piso y en posición de
crucifixión, empecé a hacer un clamor, con mi mente despierta y mis ojos
cerrados; y, de repente, vi una visión: junto a mi cabeza había tres seres
vestidos de blanco: el del medio brillaba más y era el único que hablaba.
Los otros dos seres eran un poco más bajos, y estaban en posición de
reverencia, con las dos manos al frente y la cabeza inclinada. El ser del
medio les hablaba y me señalaba, y ellos no se atrevían ni siquiera a
dirigirle la palabra ni a mirar-le, solamente movían la cabeza diciendo que
sí, que estaban de acuerdo; aunque no escuché la conver-sación, vi cómo le
hablaba al que estaba a su derecha mientras me señalaba a mí, como
indicándole lo que debía hacer conmigo.

Entonces, me atreví a cometer otra locura. Dije en mi mente: «Le voy a


coger los pies al que está a mi derecha». Tan pronto lo pensé, el del centro
le dijo:

«Muévete, que te va a coger los pies», y él brincó para atrás, porque yo


alargué mi mano para sujetarlo. En el mismo momento en que lancé mi
mano derecha para tomar el pie de aquel personaje, me senté en el suelo y
volteé hacia atrás: estaban los tres parados mirándome, pero en un
segundo retrocedieron, se elevaron del piso y salieron por el techo.
Entonces entendí que había estado allí el Espíritu Santo. Caí desmayado al
instante y no supe más de mí hasta 101

ALBERTOCARRERO

el otro día, por causa de mi atrevimiento, de mi in-madurez espiritual.


Después de esto, le pregunté si Él había sido mi visitante, y me respondió:
«Sí, soy yo. Y esos dos que viste a mi lado son los ángeles que te van a
asistir dondequiera que vayas. Yo les estaba dando instrucciones de cómo
tienen que operar contigo». Esas fueron sus palabras: «Dondequiera que
vayas».

Así pues, estas han sido las dos experiencias más fuertes que he tenido con
ese ser, que no es un vien-to, que no es un fuego, que no es un terremoto,
no; es una persona con esencia. De hecho, es el único espíritu del que sé,
hasta ahora, que tiene sentimientos. Los ángeles no tienen sentimientos, por
eso son enviados a hacer misiones profundas: uno pudo matar a 185.000
hombres sin dejar rastro de nada, sin remordimiento. Por eso los demonios
dejaron su morada para venir a habitar en cuerpos humanos, porque no
saben qué se siente sentir y quieren sa-berlo. Pero el Espíritu Santo es el
ser que se contrista (Efesios 4:30), es el ser que se alegra (Lucas 10:21).
La Biblia da muchas referencias de un ser muy hermoso y poderoso. El
Espíritu Santo tiene la capacidad, en esencia, de llenarte. Por su parte, los
judíos lo conocen como el terror del universo. Hablarle de este ser a un
judío es bastante delicado, porque ellos conocen el gran Yo soy, pues, según
las traducciones de la Biblia al español, « Dios dijo a Moisés: — Soy el que
soy. Y añadió: — Esto responderás a los israeli-tas: “Yo soy” me envía a
vosotros» (Éxodo 3:14. BLP).

Pero en las versiones originales del hebreo encon-tramos una revelación


más profunda a Moisés o de 102

CÓDIGOSESPIRITUALESDELREINO

Moisés a los ancianos; algo muchísimo más esencial, que da a entender


que verdaderamente Moisés estuvo hablando con Él.

El Espíritu Santo es un ser demasiado fuerte y delicado, puede destruir


todo y volverlo a armar de la nada. Y aun así, Dios decidió hacer de
nosotros su morada, pues dice la Escritura: « Mediante el poder del
Espíritu Santo, quien vive en nosotros, guarda con sumo cuidado la
preciosa verdad que se te confió»

(2 Timoteo 1:14. LBLA).

El Espíritu Santo es el único ser que ha decidido

estar con nosotros y en nosotros. Vivamos,

pues, para Él, caminemos con Él, creamos en Él,

busquémoslo a Él, llenémonos de Él. La llenura de

Su esencia nos dará el poder y la autoridad.

Pablo decía: « Mi predicación no tuvo oratoria y sabiduría humanas, sino


que el Espíritu la respaldaba con poder» ( 1 Corintios 2:4. NBV). Pablo
entendió que el poder solamente lo iba a encontrar en la llenura del
Espíritu, quien lo visitó, pues Pablo y también Bernabé fueron separados
por el propio Espíritu como persona: «Mientras ministraban al Señor y
ayunaban, el Espíritu Santo dijo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la
obra a la que los he llamado»

( Hechos 13:2. LBLA).

Llénate de Su presencia. En Su esencia encontrarás toda la plenitud que


necesitas para vivir bajo la gloria y el poder del Dios que te llamó a esta
bendición poderosa. Te doy las gracias a ti, que has leído este 103

ALBERTOCARRERO

libro; te doy las gracias a ti, que te lo has gozado de extremo a extremo.
Espero que estos códigos de autoridad, de poder, del Reino, te hayan
servido para vivir una vida conforme a la voluntad de Dios y al propósito
del llamado de Dios sobre tu vida. Declaro con denuedo que eres cabeza y
no cola, que estás al frente y no atrás, que prestas y jamás pides prestado, y
que la gloria de Dios cae sobre tu espíritu.

Preparémonos para el volumen II de Códigos del Reino.

Dios te bendiga.
104
ACERCADELAUTOR

Alberto Carrero nació en San Pedro de Macorís, República Dominicana. A


los dieciséis años conoció al Señor Jesucristo, en la Iglesia de Dios Mission
Board, pastoreada por el pastor Manuel René Aponte. A los diecinueve
años se trasladó a Puerto Rico y allí tuvo varias experiencias con el Señor
en su vida cristiana, bajo la guía de la enseñanza de otro gran hombre de
Dios, el pastor Saturno Figueroa. Durante unos años, vivió una cristiandad
en la simpleza de lo que se conoce como el evangelio, en un tiempo en el
cual no era tangible para él lo sobrenatural.

En el 2012, volvió a contactarse con un antiguo amigo y compañero de


milicia, el hoy pastor Juan Carlos Harrigan Martínez, quien lo invitó al
Congreso «7

horas en Su Presencia», en la ciudad de Kansas City, en Kansas, Estados


Unidos. En dicho evento, el pastor Carrero experimentó la activación de su
relación con lo sobrenatural, lo cual desembocó en un llamado profético
que marcó su vida hasta el sol de hoy.

Alberto Carrero en la actualidad tiene el privilegio hermoso de servir en la


Casa de Dios para las Na-ciones, como asistente personal del Pastor Juan
Carlos Harrigan y como encargado de la enseñanza en la Escuela de
bautismo de dicha comunidad de crey-105

entes. Además, tiene un privilegio mayor: el servicio a Dios en todo


momento.

Esperamos que este libro sea de múltiple bendición para tu vida, así como
el acercamiento a su autor, que ha tenido siempre la gracia y el favor de
Dios, y ha sido ejemplo de servicio y honra para los hombres y mujeres a
quienes ha tenido el privilegio de servir.
Actualmente, el profeta Alberto Carrero radica en Kansas City, Kansas,
junto a su esposa, Sara Morán e hijos.
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