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Memonta ¥ Sociepap - ENeno pe 2001 LA TERTULIA EN BOGOTA, 1885-1910! Social Gatherings in Bogotd, 1885-1910 Grace Burbano Arias? At the end of the 19th century, traditional music was one of the few diversions in Colombian social life. The Bogoté Social Gatherings, therefore, incorporated the use of traditional music to develop strong relationships between those in attendance. The gatherings constituted one of the most important practices of communication and human interaction in Colombia, These gatherings promoted social life through conversation, the appreciation of aesthetic beauty and the performance of live folkloric music. Nevertheless, the influx of new technologies transformed Colombian traditional ‘music. As a result, the cultural purpose of the gatherings changed. e la tertulia, aquella préctica tan cotidiana que vivieron nuestros ante- pasados, sélo se conocen los indicios que viajeros y cronistas dejaron en sus -anecd6ticos- relatos de lo que era la vida cotidiana de las personas, cuando atin no existfan medios como la radio y la televisi6n. Por esto, nuestra investigacién aprovech6 tales relatos para demostrar que las tertulias, acompatiadas de misica tradicional, constituyeron una prictica comunicativa de gran importancia en Bogoté entre 1885 y 1910. Se hizo énfasis en la tertulia con mtisica tra- dicional en Bogot4, porque los cronistas coinci- den en mencionar que esa reunién, ademas de tener un gran encanto por la sociabilidad entre sus participantes, tenia una caracteristica adi- cional, la mdsica. Masica que no era un simple acompafiante de fondo o un pretexto para bai- lar, era en realidad parte activa de la tertulia porque los participantes la vivian como una con- versacién mas. En estricto, se intent6 reconstruir a partir de la bibliografia conocida una forma de comunica- ci6n que por su referente cronol6gicoy geogréfi- co tiene pocos estudiosos. Y para lograrlo, prime- ro, identificamos las caracteristicas de la préctica de comunicaci6n célida, propia de la tertulia, y de su funcién estética, para luego aproximarnos ahacer el relato de la tertulia bogotana con mé- sica tradicional como préctica comunicativa den- tro del contexto general en que se dio: Bogota entre los afios 1885 y 1910, resaltando la impor- tancia comunicativa que tuvo para la capital. 1 Fragmento de la monografia de grado de Comunicadora Social - Periodista, Pontificia Universidad Javeriana, 1999. 2. Profesora del Departamento de Lingiistica y Semiotica, Pontificia Universidad Javeriana 89 Memonia y Socigpa - Enero De 2001 LA COMUNICACION ENLA TERTULIA La comunicacién ha sido siempre un acto ele- mental del hombre. Segéin la Real Academia, comunicar viene del latin commumicare y signifi- ca hacer a otro participe de lo que uno tiene, es decir, poner en comin. /Y qué es poner en co- min? Pues compartir, intercambiar, unirse me- diante algo con otros, algo que hacemos a diario, en nuestras practicas sociales. Para nosotros, la tertulia con misica tradicio- nal en Ja Bogoté de finales del siglo XIX fue una préctica social de comunicaci6n. Desde la teo- rfa, siguiendo a Martin-Barbero?, podemos aproxi- ‘marnos a esta tertulia con el fin de entender no s6lo los modos de comunicacién de determinada €poca y ciudad, sino esa misma comunicacin como apropiacién cultural, como experiencia creativa y, desde luego, ligada a la cultura en general de esa sociedad. Por ejemplo, en la diver- sin se encuentran précticas sociales en las que la comunicacién es el motor de la interrelacién. Dicha tertulia es un acto de comunicacién personal cara a cara, y por consiguiente tiene la calidez de una reunion social placentera, en la que no participan medios tecnolégicos. Dentro de esta prdctica se da un intercambio de ideas, de sentimientos, le recuerdos, de tradiciones, entre otros, "...donde los objetos son un lugar de encuentro y de constitucién de los sujeto: cripci6n por tanto en otra ldgica, la de la ambivalencia y el deseo". Las comunicaciones calidas, al contrario de las frias, apuntan a la espontaneidad, al cara a cara, ya recrear la presencia humana en toda su imponencia y en todo su calor, con errores y con- notaciones. Este conjunto de sensaciones es "lo magico" en el proceso de comunicacién huma- na. Y lo magico esté constituido porlo estético, lo kidico, el contexto, la impredecibilidad, el en- canto que cada una de las personas participan- tes pone en el acto comunicativo, entre otros aspectos. LA FUNCION ESTETICA DE LA TERTULIA CON MUSICA TRADICIONAL La funci6n estética no es algo aparente en Ia su- perficie de los objetos y del mundo. Por exten- sin, y por ser una ciencia de lo sensible, la estéti- ca intenta identificar en los objetos los factores capaces de estimular la sensibilidad o la satisfac- cin particular que desembocan en el placer es- tético’. En este sentido, surge la funci6n estética por- que ella nos explica el placer y el ingrediente mégico en una comunicaci6n célida cara a cara, como la que se daba en la tertulia. Examinando la manera en que vivian ciertas personas pertenecientes a una cultura, incluyen- do época, condiciones de vida, etc., se puede saber cules de sus précticas posefan una funcién estética, ya que ésta se manifiesta sélo en cir- cunstancias y en contextos sociales determina- dos: "el fendmeno que fue portador privilegiado de la funci6n estética en una época o en un pais determinado, puede perder esta funci6n en otra poca u otro pais", De esta manera nos alejamos de la tentacién de juzgar tan subjetivamente al decir que todo era estético o qué nada lo era. Por ejemplo en la sociedad bogotana de las dos iltimas décadas del siglo XIX, la funci6n es- tética de las reuniones sociales caseras se encon- traba en los ingredientes de los que estaban cons- tituidas dichas reuniones, como el ritual, la miisica en vivo, y su cardcter de ser una diversién tan importante por las condiciones de vida de la épo- ca, entre otras, Pas6 el tiempo y el ritual de las MARTIN-BARBERO, Jess. S/, Procesos de comunicaciin y matrices de cultura. Gustavo Gili, S.A. México. p. 43 MARTIN-BARBERO, Procesos de comunicacién..., p. 98 ‘THINES, Georges y LEMPEREUR, Agnes. 1978. Diccionario general de las ciencias humanas. Cétedra. Madrid. p. 168, MUKAROVSKL, Jan. 1997. Bscritos de estética y semistica del arte. Gustavo Gili, Barcelona. p. 48 ‘Memoria ¥ Sociepap - ENERO De 2001 reuniones cambi6, la miisica que se escuchaba en aquel entonces fue desplazada por otros rit- ‘mos, sin contar con los avances tecnol6gicos y, ademés, pas6 a ser una diversién mas entre dece- nas de opciones, ocasionando todo esto que la funcién estética de las reuniones variara y hasta se perdiera en algunos casos. LA ESTETICA DE LA MUSICA EN LA TERTULIA Como ya se mencioné, en la miisica en vivo se encontraba parte dela funcién estética de la ter- tulia, Sin embargo, respecto a esta funcién estéti- case deben aclarar dos cosas: primero, que en este caso no tomamos la mtisica como ingredien- te estético por ser un arte, yel arte tiene la fun- cién estética implicita. Tomamos la misica como tuna prdctica social en la que todos los invitados podian participar, no s6lo el dotado miisico, y di- cha prdctica trafa implicito el reforzar la interrelaci6n entre las personas. Ademés, porque era miisica propia de la region, con la cual se compartia una tradicién oral. En la reunién donde se canta una cancién tradicional importa tanto el sentimiento que se transmite con ella como aquel que la interpreta, yno tanto la perfeccién de la ejecucién. La can- ci6n escuchada se sittia por encima del contacto casi fisico de los individuos con el intérprete, y con el hecho de escucharlo y cantar con él la cancién, no solo se manifiesta una funcién esté- tica sino una funci6n factica, al mantener ésta el contacto en la comunicacién interpersonal. LA TERTULIA BOGOTANA. COMO PRACTICA COMUNICATIVA Ahora, luego de haber aclarado los parémetros teGricos de nuestro estudio, trataremos ala tertu- lia como préctica vital de comunicacién en la Bogot de finales del siglo XIX. Aqui, hablaremos de manera general de la tertulia en Bogoté entre 1885-1910 y, luego, nos aproximaremos a hacer el relato de esta préctica tratando de entenderla mediante sus principales elementos. No obstante, se debe aclarar que los bogotanos a quienes nos referimos son los de las clases acomodadas, y que para realizar dicho re- Tato, tuvimos que atenernos a los escritos de los cronistas de la época, y en la mayoria de ellos no se encontraron descripciones exactas. Por tanto, tuvimos que aprovechar elementos de uno y otto, ¢ intentar armar "el rompecabezas" de di- cha tertulia. ar LAS REUNIONES SOCIALES EN BOGOTA Para ciertos visitantes fordneos, la manera de di- vertirse de los bogotanos a finales del siglo XIX - menos los muy adinerados- hasta comienzos de los veintes (siglo XX) eran tinicamente pastoriles yturales, como la frecuentaci6n de la taberna parroquiana o los paseos por la sabana, Tal vez para algunos de los cronistas extranje- 105, la ciudad era bastante tediosa por las pocas actividades divertidas que oftecta, pero para los bogotanos primaba, quiaé sin darse cuenta, la co- municacién interpersonal, sus relaciones cara a cara con los demés en reuniones sociales como las tertulias. En 1929, un nGmero especial de la revista Universidad, dedicado a Bogot, corrobora lo an- terior: "No creo que ciudad alguna haya sido peor, mas deficientemente juzgada por viajeros y observadores, por carecer de ciertas ventajas materiales y de algunas pompas exteriores". Pue- de que no gozaran de grandes espectéculos de teatro extranjero o de la agitada vida cultural que vivian por aquella época en ciudades como New York o Paris, pero siles sobraba la interre- lacién con sus familiares y amigos, las amistades y las ocasiones para reunirse y gozar de una autentica comunicaci6n humana. Para la mayoria de habitantes, las fiestas, la Semana Santa ylas otras celebraciones eran abun- dantes. Sin embargo, la crisis provocada en aquel periodo, por la Guerra de los Mil Dias, afect6 los jolgorios y las celebraciones, ya que por falta de dinero no podfan contratar mésicos, ni siquiera, para los funerales, como era a costumbre, ni para los otfos eventos donde los artistas encontraban cocupacién. Porel contrario, entre las clases altas proliferaban las fiestas a beneficio de niftos po- Mesionia ¥ Soctepap - ENeRo DE 2001 bres, indigentes y locas, organizadas por socieda- des caritativas, cumpliendo asf con las obligacio- nes cristianas y de paso socializar un poco® Las familias organizaban paseos al Salto del Tequendama, llevaban el almuerzo y despedian Ia jomada con un buen chocolate. El teatro des- pertaba interés aunque no se podian apreciar compaiifas extranjeras muy a menudo. Las vela- das literatias eran concurridas por sefioras,sefio- ritas y caballeros de buena clase y los anfitriones preparaban todos los detalles para que sus invita- dose sintieran de lo mejor’. Menos elegantes pero igual de formales eran las tertulias caseras; el dia de la reunién, la due- fia de casa enviaba una nota asus invitadas con una ctiada, mas o menos de este estilo: "Mi que- rida Adela: como ta sabes, hoy es el santo de Pepita: no hay baile sino una reunién muy de confianza, pero las aguardamos precisamente. Si no vienen, no esperen que nesotras volvamos alla. ‘Tuya, Mercedes."®, No ir a la reuni6n era un acto de muy mal gusto, y hasta cuando no se devolviera la atencién, el organizador de la re- unién no ibaa la casa de aquel que le fallare. La animacién aumentaba en ciertas épocas, como en los dias de aguinaldo. En aquellas no- ches frias y estrelladas, al calor del hogar, se cele- braba sin falta la novena del Nifio Dios donde se cantaban goz0s y villancicos al compas de guita- rras y bandolas, de dulzainas y panderetas" Al terminar la novena, se daba inicio a una alegre tertulia donde los ritmos preferidos eran los valses y las contradanzas, "bailados con aquel primor y aquella sujecién estricta a los preceptos del arte, de que nos habla en uno de sus articulos de costumbres don Manuel Pombo, héroe de muchos de estos torneos coreogtificos y cuya casa paterna era un centro de la més refinada cultura social". 7 SOLANO, Armando. 1929. Universidad, No. 124, matzo 1929. Bogoté. p. 231 8 BANCO DE LA REPUBLICA. 1886. Colombia, Bogots. 1986. p. 66 9 BANCO... 1886. Bogoté. p. 66 10 BANCO... 1886. Bogoté. p. 68 11 GOMEZ, Antonio. 1938. Bogotd. ABC. Bogota. p. 106 12 BANCO... 1886. Bogoté. p. 107 92 Memoria ¥ SocteDab - ENERO DE 2001 Ademis de los pesebres caseros, se hacfan también grandes pesebres como los de Antonio Ospina en 1881, 1882 y 1896 y "el santaferefio" deRafael Neira, en 1900-1904, en la antigua Casa delos Virreyes, en la esquina de la carrera sépti- ‘ma con veinte. Estos pesebres constitufan un gran acontecimiento en Bogoté, ya que la gente que los visitaba sabfa que iba a gozar de una sana alegrta al escuchar la novena del Nifio Dios can- tada al compas de chuchos, panderetas, tiples, bandolas y guitarras. En ellos llegaron a presen- tarse grandes exponentes de la cancién tradicio- nal, como la Estudiantina Morales Pino, antes de viajaral exterior en 1899”. LA TERTULIA DE FINES DEL SIGLO XIX Segiin el Diccionario de la Real Academia, la tertulia es una reuni6n de personas que se juntan habitualmente para discurtir sobre alguna mate- ria, para conversar amigablemente o para algéin pasatiempo honesto. De esta manera, como vi- mos ms arriba, la tertulia permitfa un contacto cara a cara entre las personas dentro de un con- texto determinado En la historia de Bogota se han dado diferen- tes tipos de tertulias, y algunas de las més popula- res han sido las literarias. Sin embargo, en algu- nas de ellas se conjugaba la mésica con la literatura y con otros temas relacionados con el cotidiano vivir de Bogot4, como lo fue la tertulia El Mosaico, la cual dio pie para que se realizaran posteriormente otras similares, aunque no tan populares: La literatura hallaba también ambiente hos- Pitalario en los salones; y a su calor vivié quella inotvidable tertulia que se llam6 El Mosaico,allé por los medios de la pasada cen- turia, Componianta unos cuantos literatos de distinias opiniones politicas pero unidos por intima amistad y por andlogas aficiones en punto a letras, El alma de la asociacion era Vergara y Vergara... El Mosaico no te- nia local propio sino que se instalaba cual- quier dia de Ia semana, en la casa de uno de los socios; y alli se charlabd, se improvisaban versos, se planeaban articulos de costum- bres y se tomaba el refresco en compaiita de las sefioras' Sin embargo, la tertulia més popular en el periodo de nuestro estudio fue La Gruta Simbéli- ca, que ademas de ser literaria, era musical, yla amistad era su vinculo principal. La Gruta Simbélica se formé durante la Gue- trade los Mil Dias (1899-1902), cuando las auto- ridades suspendieron los escasos espectéculos nocturnos que habia en Bogota y ademés era necesario proveerse de un salvoconducto, muy dificil de conseguir, para transitar por las calles después de las siete de la noche. Entonces, unos cuantos bohemios de clase acomodada, para ale- grar la monotonia del ambiente y tener un refu- gio intelectual donde poder pasar el tenso tiempo que en estos dias se vivia, fundaron la Gruta Sim- bolica, "aquelarre attistico que no ha tenido pat en las paginas colombianas en cuanto a ingenio se refiere y que de manera magistral describiera Ia pluma de uno de sus miembros, Luis Marfa Mora, Moratin"® De la Gruta Simbélica nacieron muchos ver- sos que se convirtieron en canciones para la di- versién de sus integrantes, Sin embargo, bastan- tes de ellas se volvieron populares y pasaron a formar parte del patrimonio musical tradicional bogotano. Por ejemplo, la cancién Mis flores ne- gras, del poeta Julio Florez naci6 de las reuniones en la Gruta, y se convirtié Iuego en una de los més famosos pasillos en el 4mbito internacional. RELATO DE LA TERTULIA CON MUSICA TRADICIONAL La Bogota del periodo entre.1885-1910 era atin bastante tradicional. Sus habitantes segufan con sus costumbres arraigadas y con unos lazos 13 ANEZ, Jorge. 1968. Canciones y recuerdos. 2. ed. Mundial, Bogoté: p. 67 14 GOMEZ, Bogotd. p. 108 15 ANEZ, Canciones y recuerdos. p. 75 93 Memoria y SocieDab - ENERO be 2001 comunicativos fuertes. Estas caracterfsticas dela sociedad bogotana de fines del siglo XIX, coinci- den con las de una comunidad aldeana, la cual sobresale por su pequetio tamafio y por su aisla- miento'®. Dichas caracterfsticas hacfan mas es- trecha la sociabilidad entre los bogotanos, refor- zando los factores para que se hicieran las tertulias, factores que son: la motivacién, los nt- cleos sociales las formas sociales Los ntcleos sociales constitufan el todo de la sociedad bogotana, y estaban agrupados en tor- no a una posibilidad de comunicacién, por moti- vaciones comunes, o por formas sociales, Dentro de estos nécleos se establecian relaciones vigoro- sas, y era por intermedio suyo como normalmen- te se desarrollaba dicha sociedad. Seria dificil enumeratlos porque no son algo encasillado; sin embargo, se puede hablar de dos tipos de rela- ci6n social que predominaban en aquella socie- dad bogotana para que se realizaran las terculias: la relaci6n familiar y la relacion de amistad. En cuanto al tiempo familiar, ste era real- mente importante para los bogotanos, y en las tertulias primaba el compartir momentos con los familiares, lo que llevaba a una mayor interaccién. Al respecto, Zonabend dice: "el tiempo familiar es ese tiempoa partir del cual el hombre se piensa social, un hombre que es antes que todo un pa- riente. El patentesco funda la sociedad...engendra la solidatidad. De abt que el tiempo familiar se reencuentre en el tiempo de la colectividad"”. Por eso Martin-Barbero afirma que la familia erala gran mediacién a través de la cual se vivia Iasocialidad, es decir, "la presencia ineludible y constante de la colectividad en la vida. De ello da cuenta todo, desde la organizacién espacial del habitat hasta las formas de intercambio de bienes y saberes, y las maneras de iniciar un no- viazgo y el sentido y los ritos de la muerte"®. Por consiguiente, y conociendo ya el contex- toen que se daba la tertulia, podemos identificar los elementos, desde la comunicaci6n, més influ- yentes dentro de la préctica como los prelimina- res, los actores, el espacio, la mésica, los cédigos; ylos describimos de acuerdo con los relatos de los cronistas de la época. Es asf, como veremos acon- tinuacién, el espacio configurado por las sefiales de la mattiz cultural que rodea la tertulia, sefia- les que al ser rastreadas se transforman en sefias de identidad de la sociedad bogotana. LOS PRELIMINARES Para la tertulia, era de gran importancia la serie de actos anteriores, ya que éstos auguraban el éxito de dicha reunién. El argentino Cané, regis- 16 en sus cr6nicas que la vida social de Bogota era muy activa y que se daba por réfagas. Cuenta sorprendido cémo sin motivo aparente, cinco 0 seis familias fjaban un dia para reunirse para con- versa, bailar, divertirse y pasar noches deliciosas. También relata la forma pcara en que se organi- zaban para incentivar la reunién: "La intriga se arma en la calle del Florién, preguntando a éste y a aquel, si estén invitados a la tertulia en casa de X... y cuando llega la hora del altozano toda la cachaqueria no habla de otra cosa. Al fin, la es- pecie llega a ofdos de la victima elegida, que, sies hombre de buen gusto, sonrfe e invita". Cuando este tipo de artimafias no resultaba, algunos bogotanos decidian organizar un asalto en una de las casas de confianza. De esta forma se ponfan de acuerdoy més diez familias lecafan de visita a dicha victima: Mientras Ia duetia de casa se tom la cabeza entre las manos, éste ha abierto el piano, aquellos lan apartado Ia mesa del centro, uno, trepado en una silla, se ocupa en en- cender las velas de la arafia superior, bien pronto suena un valse, Ia animacién cunde 16 YOUNG, Kimbal y MACK, Raymond W. 1967. Sociologia y vida socal. 2. ed. Uteha. México. p. 205 17 ZONABEND, citado por Martin-Barbero, Procesos de comunicacién... p. 118 18 MARTIN-BARBERO, Procesos de Comunicaci6n..., p. 118 19 CANE, Miguel. 1990. Notas de Viaje sobre Venezuela y Colombia 1882. En: ROMERO, Mario. Bogoté en los viajeros extranjeros del siglo XIX. Villegas. Bogotd. p. 190 94 | Memoria y Sociepap - ENERO pe 2001 y cuando el duerto de casa vuelve de su par- tida de tresilloen casa de Sitva ol Jockey, se le sale al encuentro agradeciéndole la ama- ble fiesta que ha dado sin saberlo, En los 1iltimos tiempos se ha introducido una lige- ra reforma al sistema de asaltos: se avisa un par de horas antes al propietario 0 a la seito- rade la casa designada, no para darle tiempo de defenderse, sino por pura cuestin de sibaritismo: es para que el champaita esté hielado y los sandwoichs frescos”. En las ocasiones en las que se realizaban di- chos asaltos alas casas, a los duefios de ésta no les quedaba mas que resignarse y abrir sus puertas y brindar su hospitalidad a aquellos que conforma- ban su cfrculo social. Cordovez Moure menciona que a mediados del siglo XIX todo sarao, baile o tertulia tenfa lo mismo que en las comedias, tres partes: Prepara- tivos, ejecucién y consecuencias"!, Esto no se modificé en su esencia en las décadas siguientes. Sino se hacia un asalto y la reuni6n era pla- neada, se mandaba un recado invitando a la ter- tulia casera poniendo como condicién que sino egasen a asistir, no esperaran que se les devol- vviera la visita, Era casi que obligatorio aceptar las, invitaciones, ya que si nose hacfa, era un acto de profunda groseria entre la sociedad. LOS ACTORES En el anélisis de la tertulia, debemos conocer las caracteristicas expresivas que posefan los bogo- tanos para aproximarnos asu comportamiento en las reuniones, Aclaramos que los bogotanos a los que nos referimos son los de las clases acomo- dada Los cachacos, de acuerdo con su educacién y su formacién, eran el alma de las reuniones 20 CANE, Notas de viaje... p. 190 y ss sociales. Por supuesto que su cardcter se lo de- bfana su crianza, au formaci6n y al contextoen que se desenvolvian por lo regular. Respectoa los bogotanos, dice el viajero francés Saffray: "En Bogoté se observa en los habitantes algunos de los rasgos caracteristicos de las capitales. Son so- ciables y corteses, y aunque muy afectuosos a su pais, interésanse en lo que sucede en los més lejanos"®, Recordemos que el corte intelectual del bo- gotano de fines del siglo XIX, a la hora conversar, era caracterfstico. Sobresalfa por su inteligencia y su rapidez en la percepci6n, sin contar con la gran capacidad de sdtira en su discurso. Razones que producfan una conversacién llena de creati- vidad y calidez, aunque con discrepancias, bien por afiliaciones polticas 0 por otro tipo de opinio- nes, pero esto le daba picante a la charla en lugar de alejar la sociabilidad. El argentino Cané, describe con claridad al bogotano y a la bogotana, teniendo en cuenta que su conocimiento por los demés latinoameri- canos es amplio, y su visién es en cierta forma comparativa y critica. Con relaciéna la conver- sacién entre bogotanos en tertulia, Cané afit- ma: "Una mesa es un fuego de artificio cons- tante; el chiste, Ia ocurrencia, la observacién fina, la cuarteta improvisada, la décima escrita al dorso del mend, el aplastamiento de un tipo en una frase, la maravillosa facilidad de pala- bra... no tienen igual en ninguna otra agrupa- cién americana™, Luego afiade: "El cachaco es un hombre de buen tono, alegre, decididor, con entusiasmoco- municativo, capaz de hacer bailar una ronda in- fernal adie: esfinges egipcias..". ¥en cuantoa la mujer, Cané hace su propia descripeién: 21 CORDOVEZ M., José. 1936, Reminiscencias de Santafé y Bogord. Minerva. Bogotd. p. 26 22 SAFFRAY, Charles. 1990. Viaje a Nueva Granada 1869. En: ROMERO, Mario. Bogoté en los viajeros extranjeros del siglo XIX. Villegas. Bogots. p. 167 23 CANI Villegas. Bogoté. p. 188 4 CANE, Los “cachacos", las mujeres... p. 189 Miguel. 1988. Los "cachacos", las mujeres y el altogano. En: BAYONA, Nicolés. El alma de Bogoté. 2. ed, a _atrayentes sobre todo, para uno de noso- os, por el encanto irresistible de la manera de hablar. Tienen una mmitsica cadenciosa en la v02, menos pronunciadas que In que se obseron en nuestras provincias del Norte (Argentina). El idioma, por otra parte, tan distinto del nuestro en sus giros y locucio- nes, produce en aquellos labios frescos una impresion indecible. Hay entre ellas tipos de belleza completos, pero en la colectividad, es la gracia la condicién primordial, el suave {fuego de los ojos, Ia elegante ondulacién de la cabeza, el movimiento, el entrain conti- nuo, que convierte una pequefia sala en un {foco de vida y animacién’®, Otros relatos de extranjeros como Saffray y escritores nacionales como Rueda Vargas, Sola- no, Cordovez, entre otros, coinciden en afirmar que las bogotanas posefan bastante graciay un don especial para la conversacién, y que esto Ilevaba al éxito de las tertulias y fiestas en la capital. EL CONTEXTO Enla tertulia, las casas, los hogares -y todo lo que la citcunda tanto material como situacional-, conformaban el contexto. Espectficamente el es- pacio cerrado en el que se tealizaba dicha tertu- lia era, la mayor parte de las veces, la sala de recepci6n de visitas (recorclemos que los bogota- nos de quienes hablamos por lo general posefan una casa con una sala cémoda para recibir visi- tas). Al llegar a una casa en la que habrfa tertu- lia, Cané comenta su impresi6n: ‘Mis primeras impresiones al aceptar invita- ciones de ese género o pagar visitas, fueron realmente curiosas. Llegaba al frente de una casa, de pobre y triste aspecto, en una calle ‘mal enspedrada, por cuyo centro corre el eter- no caito; salvado el umbral, ;qué transfor- ruacin! Mirabaaguel nobiiari jos, ls espesos tapices, el piano. 25 CANE, Los "cachacas’, las mujeres... p. 186 y ss 26 CANE, Los “cachacos", las mujeres... p. 189 Memonta ¥ Soctgpap - Enero pé 2001 José Marfa Vergara y Vergara, en uno de sus cuadros de costumbres hace la descripcisn de la sala de una casa que visit6 alguna ver: La sala es un curioso museo de todos los objetos que se puedan romper... Hay dos sofiis y doce taburetes con resorte forrados en terciopelo rojo, y disfrazado el vulgar pino fo chuguaca de que estan hechos, con un delicado y negro barniz de tap6n... De pata de gallo, pero initando madera de rosa, esa madera de que hactan escaleras nuestros padres, es In mesa redonda, que no es re- donda porque es ovalada...Encima de la bri- ante superficie de ta mesa hay wna bandeja de plata alemana lena de tarjetas, y debajo de Ia mesa hay una alfombra con una pintu- ra que representa un perro aluullando (sic) sobre una ropa ensangrentada...Sobre dos consolas de pata de gallo charolado hay dos espejos con marco dorado, y entre las dos ventanas en un gran marco dorado, hay un emblema de Ia felicidad doméstica, como se usa en las casas felices, 0 mejor dicho, un emblema nacional...1Por todas partes los més tiernos emblems de la paz doméstica! Los retratos estan suspendidos de cordones de seda que vienen desde el techo, y tienen que bajar, por supuesto, cuatro varas para Ile- gar al marco, Las ventanas y puertas estén abiertas a la moda actual: si los aposentos tienen de largo seis varas, los techos tienen de alto treinta y seis”. Desde luego no todas las salas eran iguales, y eneste perfodo se modificaron de acuerdo con la moda; sin embargo, guardaban la caracteristica de tener bastantes muebles, en ocasiones el tan mencionado piano, y muchos objetos fragiles como adorno. Luego, el mismo Cané comenta la forma en que se desarrollaba la reunion y el ambiente en que ésta se daba: Cuando llegbamos al salén, una joven esta- bba ya sentada al piano, los balcones abiertos 27 VERGARA Y VERGARA, José. 1931. Obras escogidas. T |. Minerva. Bogoté. Pp 200 y ss 96 Cf Memoria y Soctepap - ENERO DE 2001 nos invitaban a gozar de la caida de una de esas tardes frescas y serenas de la Sabana, los grupos se organizaban, legaba el mo- mento de Ins charlas intimas y deliciosas y cuando las sonsbras venian, comenzaba la sauterie improvisada, el bambuco en coro, la buena nuisica, todos los encantos socia- les, en una atmésfera delicada de cordialidad y buen tono*, ‘Tomés Rueda, porsu parte, complementa lo dicho por el argentino Can€ y describe cémo se iba formando la tertulia, y la importancia del pia- noenella: Y alrededor del piano se iba cerrando el cir- culo. Lo que ha sido la chintenea para la zona templada, lo fue al piano para nuestras alti- planicies. A Ia luz de la chimenen se desa- rrollaba la vida familiar y social dela Europa que nos llegé en las novelas del siglo pasado, Carecieron tos colonos de Santa Fe de ese elemento de cohesién. Lo hallamos enel pia- no cuando, perfeccionado este instrumento, principié a importarse con verdaderamente ‘frenest para nuestras casas de Bogold, Po- bre o rica, bueno 0 malo, muy pronto, muy pronto no falt6 en ninguna de ellas. No era un lujo, era una necesidad...2 Saffray confirma la importancia del piano, y describe las casas que observé de la siguiente manera: "El cuerpo principal del edificio se desa- rrolla alrededor de un patio central, adornado con una fuente y arbustos. En muchas casas hay muebles ala europea y parece que los pianos han invadido aquellas altura... Por otro lado, el ambiente que daba la media luzde las velas, por la falta de alumbrado, hacia que las personas estuvieran mas cercanas, por lo general en cfrculo para que todos participaran de la conversaci6n y de la mtisica. El servicio de luz eléctrica se establecié formalmente a partir de 1900, sin embargo la instalacién y la adaptaci6n, duté bastante tiempo, lo que hizo que las velas continuaran por muchos afios mas. Desde lue- 28 CANE, Notas de viaje... p. 192 29 RUEDA, ‘Tomés. 1963. Escritos. Villegas. Bogoté. p. 232 30 SAFERAY, Vigje a Nueua Granada... p. 166 go, el espacio en el que se realizaban las tertulias era.un elemento fundamental para el placer es- tético que se vivia en ellas, y para que éstas se desarrollaran como pricticas importantes de co- municacién. LOS CODIGOS Recordemos que el c6digo es el sistema de orga- nizaci6n de los signos. Por tanto, atafie a todas las clases de signos que existen en una sociedad o cultura, y no solamente a la lengua. Por este mo- tivo resaltaremos, con relacién a dicha tertulia, algunos cédigos en la sociedad bogotana de fines del siglo XIX y comienzos del XX. Las invitaciones eran un cédigo importante para la sociedad bogotana. Como ya vimos, sial- guien invitaba a su casa a X persona y ésta no asistia, el hecho no se tomaba como un simple desplante, era en realidad una falta de respeto que implicaba el no volver nia invitar nia ira la casa de la persona que cometfa la falta’. Dicha persona debia ir petsonalmente a disculparse para que el acto quedara saldado. Tal vez el rigor que se manejaba en situaciones como ésta, era uno de los causantes de que hubiera bastantes re- uniones con afluencia de invitados y una socia~ bilidad fuerte en la sociedad bogotana. Los convencionalismos iban muy acordes con la época que nos interesa. Aun la sociedad era muy recatada, por no decir pacata, en cuanto al comportamiento de mujeres y de hombres, por tanto no habia ingredientes como el exceso de licor, el contacto fisico directo entre mujeres y hombres, ni trajes sugestivos en las tertulias de hogar. En ese entonces la magia de aquellas re- uniones tenfa que set la creatividad de una bue- na conversaci6n, la mésica en coroy el encanto personal de cada persona asistente. Por estos mo- tivos primaba el respeto que se debia tener en las, relaciones interpersonales y todo lo que se hacia ysse decfa debfa estar dentro de ese marco. 31 LONDONO, Patricia. 1984. La mujer santafereia en el siglo XIX. En: Boletin culcural y bibliogefico, v XI, n. 1, p. 9 97 ‘Memoria y SOciEDAD - ENERO DE 2001 Desde luego en estas tertulias se manejaban otros cédigos:como la forma de conquistar, las buenas maneras, la comunicacién no verbal, pero Jos que hemos mencionado tienen la caracteris- tica de ser muy propios de la sociedad bogotana de fines del siglo XIX y principios del XX. Estos cédigos sirven para acercarnos alla tertulia entre 1885 y 1910, y comprender el desempefio de los signos que se manejaban en la sociedad bogota- na de aquel tiempo. LA MUSICA TRADICIONAL Esta miisica en la tertulia hacfa que hubiera més, interrelacién entre los asistentes. Lo que més se menciona en los relatos con respectoa la mtisica es el acto en el cual uno de los participantes co- menzaba a cantar una cancién tradicional y los dems lo acompafiaban, hasta finalizar la reuni6n, entre conversaciones, anécdotas, y canciones. El hecho de seguir en coro una cancién, mantenfa el contacto en la comunicacién, y el placer esté- tico se acrecentaba. Uno de los ritmos tradicio- 32 Citado por ANEZ, Canciones y recuerdos. p. 20 33 CANE, Notas de viaie... p- 193 98 nales m4s escuchados en las tertulias era el bambuco, sobre el cual dice Jos¢ Marfa Samper: Nada mas nacional y patriético que esta me- lodia que tiene por autores a todos los colom- bianos: ella vibra como el eco de millares de facentos, se queja con todas las quejas y se rie com todas las risas de la patria. Es laevo- cacién de nuestras noches de luna y mues- tros dias de felicidad; es el compaiiero que ameniza nuestras bodas populares; el re- cuerdo de las travesuras de la nifiez..es la cancién de las canciones... Como lo mencionaba Cané, la tertulia co- menzaba con las amenas ¢ fntimas charlas de los participantes, acompafiadas por supuesto de un buen chocolate con colaciones y pastelillos. Des- pués de un rato, comenzaba alguno de los parti- cipantes a cantar alguna tonada tradicional, la cual era seguida en coro por los demés y de ah en adelante, parar la velada era bastante dificil. "He dicho ya la afici6n inmensa que hay en Bo- got4 por la masica", Memoria ¥ SociepaD - Enero ve 2001 El mismo Cané describié desde su 6ptica ex- tranjera los usos y costumbres de Bogoté, sobre todo en la sociedad acomodada, comolla aficién porla masica, y c6mo ella podia producir efectos en quienes la escuchaban ya fuera en tertuliaoa nivel més personal: ..e1 bogotano es hombre de buen gusto y conoce los maestros divinos que han trazado Jas rutas mais seguras para llegar al corazon de In mujer. Es el adids o Ia serenata de Schubert; el preludio de Ia Traviata, que surgiendo en el silencio con su acento te- nue y vago, produce un efecto admirable; son sobre todo los tristes, los desolados bambucos colombianos, con toda la poesia de la misica errante de nuestras panipas. Algunos relatos hablan del gusto inmenso por compositores de miisica clésica europea; sin em- bargo, no era la Gnica misica que se escuchaba en Bogoté, como algunos lo creen. La miisica tradicional se escuchaba y se interpretaba a me- nudo. Bastantes composiciones con melodias de aires andinos de bogotanos ilustres, junto a afir- maciones de escritores como Rafael Pombo, con- firman la aceptaci6n y gusto que los bambucos, pasillos, valses, entre otros, ten‘an entre toda la sociedad bogotana’’. Pombo le compuso al bambuco la siguiente estrofa que hace parte del poema El Bambuco: "...Hay en él més poesfa,/ riqueza, verdad, ternura,/ que en mucha docta obertura/y mfstica sinfonfa"®. Y en el mismo sen- tido, magnificando el bambuco, José M. Vergara y Vergara, dice: Las primeras tentativas del amor que sue- fia; las primeras tristezas; la alegria, el en- cuentro; el canto del hogar americano...en una noche de luna: todo eso se deletrea y se suspira con un bambuco...S1 interminable sucesiOn de notas se presta a una noche 34 CANE, Notas de viaje..., p. 181 35 ANEZ, p. 20 36 Citado por Afez, p. 20 37 Citado por ANEZ, Canciones y recuerdos. p. 21 38 CANE, Notas de viaje..., p. 193 y ss 39 CANE, Notas de viaje. p. 194 entera de alegria; se precipita unas veces en Tocos juegos, vacila y solloza otras veces y se ahoga en légrinsas”. Las anteriores descripcignes del bambuco, nos demuestran la aceptacién que ritmos como éste tenfan en a sociedad bogotana, especialmente a la hora de compartirlos en las tertulias, y como escritores y cronistas lo describen asociéndoloa situaciones de la vida en general, como si el bambuco fuera el toque estético de la vida senci- lay cotidiana de aquella gente. Cané ast lo ex- presa: El bambuco es el triste de nuestra campitia (Argentina), pero ms musical, més artisti- co. La misma melodia primitioa, el mismo acento de tristeza y queja, porque la muisica, en todas las regiones sociales, es el eterno consolador de las amarguras humanas. A ella acuden las sociedades cultas para alcan- zar unt reflejo de ese ideal que va mutriendo bajo el pie de hierro del positivo actual, aella el habitante de los campos y las morttafias para traducir las penas que turban su cora- z6n simple, pero corazén de hombre, La ntti sica que acompaiia al bambuco, laexpresion con que se dice, es lo que constituye todo su mérito. Tal triste, (..) wo resiste ala tentati- va de trasladarlo a una orquesta como moti- vo de sinfonia...Repito, una vez més, que el encanto esté en la musica y en la suavidad de la expresi6n al cantarla®*, Cané afirmaba cémo un ritmo tradicional como el bambuco no se presta para tocarse como miisica sinfonica y académica, porque es mtisica més personal y sentimental, mas para ser inter- pretado en una tertulia y no tanto en un teatro”. Retomando a Barthes, se podria decir que esta miisica es la que no se toca de memoria, ni leyen- do una partitura, y que en ella no participa anica- mente el sentido auditivo sino todo el cuerpo®. 40 BARTHES, Roland. 1986. Lo obvio y lo abtuso. Piados. Barcelona. p. 257 ce Memoria ¥ Soctepap - ENERO pe 2001 Asf es como al cantarla en una reunién, hacta que todos estuvieran en contacto permanente no slo con el sentido del ofdo, sino con todo su cuerpoala vez. Enla tertulia, cantar el estribillo de una can- cién tradicional, era reafirmar que se pertenecfa auna cultura particular, a una sociedad que vi- vfa en un pequefio territorio y que todavfa com- partia sentimientos comunes de forma relativa- mente pareja. Una sociedad a la que atin se le podfa identificar por una manera de ser, de ves- tis, de comportarse y de compartir gustos simila- res por elementos como la misica y cémo alre- dedor de ella reafirmaban sus vinculos sociales, poniendo en coméin sus formas de sentix. Esta funci6n de unira las personas de la miisica tradi- cional, es parte de la estética y de lo magico, en la préctica de comunicacién cara a cara, impl{- cita en la tertulia. Lamisica tradicional se escuchaba y se can- taba bastante en Bogoté, sin distincién de clase social, en el periodo que estudiamos. Eruditos escritores y poetas bogotanos de clases acomoda- das componfan canciones con ritmos tradiciona- Ies, las cuales compartian en las tertulias, y men- cionaban aires como el bambuco en sus escritos. Tales el caso de Rafael Pombo, Julio Florez, José Marfa Samper, José Marfa Vergara y Vergara, Luis Marfa Mora, entre otros" Las canciones y los ritmos tradicionales ha- fan parte de su tradici6n oral, y por muy euro- peizado que tuvieran el gusto algunos bogotanos, especialmente los de clase acomodada, no deja- ban de lado algunos de los aires populares que se prestaban para componer roménticas 0 satiricas letras que expresaban sus formas de vivir y de tomar el mundo. Deesta manera, gozaban y ala ver se comu- nicaban los bogotanos en las tertulias. En ellas expresaban todo lo que eran y lo hacfan s6lo con Toque posefan. Con el tiempose regularizaron los 41 ANEZ, Canciones y recuerdos. p. 20 patrones de ocio de acuerdo con los cambios, y de alguna manera se transformé esta manifesta- cin de cultura tradicional, es decir, de la vieja cultura popular, y con ella algunos de sus modos de comunicar. A MANERA DE REFLEXION El placer que generaba la tertulia, relacionado directamente con el ocio, era el que producia las relaciones estrechas y la facilidad para una ver- dadera comunicacién humana en la que no in- teresaba tinicamente el mensaje transmitido sino todos los elementos que participaban en ella. No obstante, para este punto se debe aclarar que el ocio es una parte vital para la vida de las personas yno un tiempo de vicio. Por esto repetimos lo que Martin-Barbero dice al respecto: "Aunque los "Clasicos" integraron explicitamente la dimen- sién ltidica en la cultura, somos més bien herede- ros de una concepcién ascética que ha condena- do el ocio como tiempo de vicio y de una critica ideol6gica que confunde la diversién con la eva- si6n alienante, especialmente a partir de su masificaci6n y mercantilizacién por la industria cultural". Gracias a la diversi6n y al ocio, las personas se comunican més estrechamente. A las formas de diversion de la gente, siempre est unida su manera de vivir de sentir, es el punto donde los humanos no estén preocupados por conseguir un objetivo especifico préctico para su vida y los elementos (personas o situaciones) que utilizan son importantes por ellos mismos y por el placer que les puedan proporcionar. Asf es como la ter- tulia bogotana mientras proporcionaba placer y diversin entre sus participantes, a la vez permi- tfa la sociabilidad e incentivaba la comunica- cién humana. Retomando la conversaci6n y el placer de socializar, Rueda Vargas criticaba en 1936 el de- caimiento de las visitas para reunirse en tertulia: 42 MARTIN-BARBERO. 1990. La comnicacién desde las précticas sociales, Universidad Iberoamericana, México. p. 16 100 Memoria y Sociepap - ENERO De 2001 Las gentes de hoy, por muchos aspectos mis afortunadas que nosotros, iguoran una cosa que los de otros tiempos conocintos y gusta- mos ampliamente. La visita, las visitas; la prictica del verbo visitar es algo tan extraiio ahoraen el orden social como puede serlo en Ja zo0logiael dinosaurio el mastodonte, Con el eclipse de la visita ha venido légicamente el de la conversacién, En el canipo y en la sala cuando no estorba, sobra. El golf impo- ne el silencio, el bridge es un juego de car- tujos. Antaiio quien posefa el don de la con- versaciin disponia de una superioridad efec- tiva. A la sombra de las tertulias se hicieron movimientos politicos y se cumplieron evo- luciones literarias®, Al criticar Rueda el cambio que vio en el nado de un calor hogarefio mas prowuncia- do que el actual; animadas las escenas por la ‘figura Inmana, tan variada, tan elocuente, dotada de un poder gomunicativo infinita- mente mayor en realidad que el del radio, medio moderno el més poderoso para la trans- isi6n de los acontecimientos y para la difu- sin de la cultura; instrumento este, como todos los de hoy, sorprendente en su origen, maravilloso en sus efectos, pero que no da tiempo al nitio de que en el interior de su ser se desarrolle el negativo de las imgenes que en sucesién vertiginosa le presenta... Nues- tra interpretacién de las cosas era mis difi- cil, més lenta, pero més humana, Por otra parte, en cuanto ala mtsica, la tradi- ci6n de escucharla en vivo en los hogares co- transcurso de su vida en la comunicacién dela maenz6su transformaciGn en parte debid princi. sociedad bogotana, se refiere también con nos- _palmente a que a partir de 1910, se populariz6 la CO ——————— —=$——s=_ para las comunicaciones. Por tal motivo, habla cial entre nosotros se conocié bajo la marca RCA con desdén della radio, medio de comunicacién fotos, y se convirtié en un mueble obligatorio, que se estrenaba por aquella época: como loes hay el equipo de sonido, desplazando EL mundo que venia a nosotros por caminos lentos y diversos, nos hallaba en un am- biente pobre en comodidades,... pero impreg- poco a poco la miisica en vivo por ritmos foréneos y novedosos, y lo que ella implicaba para la interacci6n entre las personas. 43 RUEDA, Eseritos. p. 231 y ss. 44 RUEDA, Escritos. p. 237 101 ‘Memonia y SOcIEDAD - Enero 0 2001 BIBLIOGRAFIA LIBROS ANEZ, Jorge. 1968. Canciones y recuerdos. 2. ed. Mundial. Bogoté. 495 p. ARGUELLO, Rodrigo. 1995. Estética y comunica- cidn, Unisur. Bogoté. 237 p. BANCO DE LA REPUBLICA. 1986. Colombia 1886. Bogot4, 124 p. BARTHES, Roland. 1986. Lo obvio y lo obtuso. Piados. Barcelona. 380. BAYONA, Nicolés. 1988. El alma de Bogotd. 2. ed. Villegas. Bogotd. 382 p. CANE, Miguel. 1988. 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