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Recuperemos el Culto Familiar

[Parte 1]
julio 15, 2020 / Presbiteriano Confesional

Escrito por Pablo Flores Figueroa

¿Te gustaría mantener la autoridad en tu familia? No podrías hacerlo


mejor que manteniendo la adoración a Dios en el seno la misma. Si
alguna vez, un cabeza de familia ha tenido un aspecto estupendo,
realmente extraordinario, es cuando dirige su hogar en el servicio de
Dios y preside entre los suyos en las cosas santas. Entonces se muestra
digno de doble honra porque les enseña el buen conocimiento del Señor,
es la boca de ellos ante Dios en la oración y los bendice en su Nombre.
— Matthew Henry

Aproximadamente hace unos 15 años atrás jamás en mi vida había oído


sobre el “culto familiar”. Todo esto era algo desconocido para mí. Llegué
al evangelio entre mis 19 y 20 años de edad, sin embargo, desde que fui
pequeño recibí, en cierto sentido, algo de enseñanza bíblica por parte de
mi abuela materna, pero jamás visualicé ni oí sobre un culto que se
practicara dentro de familias cristianas. Para ser sincero, existían
reuniones de hermanos ciertas veces en la semana, pero algo como un
culto familiar donde se enseñara sistemáticamente el evangelio, fue
desconocido para mí. La enseñanza dentro de círculos más carismáticos,
debo decir, no es muy rigurosa y mucho menos doctrinal. Fue cuando,
por la gracia de Dios, llegué a la Reforma Protestante, comencé a
comprender una gran cantidad de cosas que son muy importantes para
el fortalecimiento y crecimiento espiritual del creyente, ahí entendí lo
urgente que es volver a recuperar los cultos familiares. Por lo cual, es mi
intención traer a ustedes un mandato bíblico que ordena a todo hombre
cabeza de hogar, enseñar a su esposa e hijos la Palabra de Dios.

En círculos carismáticos el reunirse con lleva ciertas actividades tales


como: Reuniones de oración una o dos veces por semana con breves
devocionales que en su mayoría son sacados de contexto. Por experiencia
propia no fui testigo de cultos doctrinales que se efectuaran en familias.
No es mi intención mofarme de los hermanos pentecostales, sin
embargo, veo una gran necesidad de que puedan entender la
importancia del estudio teológico y la praxis que debería producir.

Intentaré en este capítulo hablar un poco de la historia de esta piadosa y


bíblica práctica, como también sus argumentos teológicos.
LA HISTORIA DEL CULTO FAMILIAR

La adoración en familia, como el nombre lo indica, es la adoración


conjunta que se rinde a Dios por parte de todos los miembros de una
familia. Existe un impulso irresistible a orar por aquellos a quienes
amamos y, no sólo a orar por ellos, sino con ellos. Existe una incitación
natural, a la vez que benévola, de orar con aquellos que están cerca de
nosotros. La oración es un ejercicio social. La oración que nuestro Señor
les enseñó a sus discípulos lleva este sello en cada petición. Es este
principio el que conduce a las devociones unidas de las asambleas de
iglesias y que se manifiesta de inmediato en las familias cristianas. El
culto familiar debería ser una expresión natural del cristianismo. Todo
aquel que ha conocido verdaderamente a Dios comprende que tiene una
labor que ejercer, en este caso, enseñar a su familia en toda doctrina y
disciplina del Señor:

“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; las


repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por
el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una
señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás
en los postes de tu casa, y en tus puertas.”(Deutoronomio 6: 6-9)

Ahora veremos bajo la guía del Antiguo testamento como se practicaba


el culto familiar:

1. “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón


y hembra los creó” (Génesis 1:27). Aunque sólo hubiera dos seres
humanos sobre la tierra, si tuvieran un corazón santificado, se verían
atraídos a orar el uno con el otro. Aquí tenemos la fuente de la
adoración doméstica. Hubo un tiempo en el que sólo había dos seres
humanos sobre la tierra y podemos estar seguros de que ofrecieron
adoración en común. Fue la adoración familiar en el Paraíso. “Por tanto,
dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán
una sola carne” (Génesis 2: 24). Gary North comenta: “La familia es una
unidad diseñada especialmente por Dios. Él la diseñó para extender Su
soberanía visibe sobre la faz de la tierra. La familia es la principal
agencia de dominio. El dominio es su tarea principal”La única manera
que la familias cristianas provoquen una transformación cultural es a
través de la práctica de los cultos familiares. Es allí donde estamos
dando la batalla contra todas las ideas contrarias a la Palabra de Dios. En
un tiempo donde la tecnología nos absorve, y somos bombardeados
constantemente por un tipo de conocimiento ageno a los parametros
bíblicos, es urgente que volvamos a practicar en nuestros hogares los
cultos familiares llenos de adoración y doctrina.

2. Por todas partes en el Antiguo Testamento, los hombres santos tenían


en cuenta el culto o adoración familiar en su religión. “Yo y mi casa
serviremos a Jehová” (Jos. 24:15). David, tras su servicio público en el
tabernáculo, donde “bendijo al pueblo en el nombre de Jehová de los
ejércitos” regresa “para bendecir su casa” (2 S. 6:20). Había aprendido a
relacionar el servicio a Dios con los lazos domésticos en la casa de su
padre Isaí “porque todos los de su familia celebran allá el sacrificio
anual” (1 S. 20:6). Y, en las predicciones de la humillación penitencial
que tendrá lugar cuando Dios derrame sobre la casa de David y los
habitantes de Jerusalén el espíritu de gracia y de súplicas, la idoneidad
de tales ejercicios para la familia como tal no se pasan por alto: “Y la
tierra lamentará, cada linaje aparte; los descendientes de la casa de
David por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Natán
por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Leví por sí, y
sus mujeres por sí; los descendientes de Simei por sí, y sus mujeres por
sí; todos los otros linajes, cada uno por sí, y sus mujeres por sí” (Zac.
12:12-14). Y así sucecibamente existen muchos mas versículos que nos
pueden ayudar a ver la adoración familiar ya desde el Antiguo
Testamento (Gn. 8:29; 12:7; 26:25; 35:1-2; Job 1:5). “He aquí, herencia
de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre.Como saetas en
mano del valiente, Así son los hijos habidos en la juventud.Bienaventurado
el hombre que llenó su aljaba de ellos; No será avergonzado Cuando
hablare con los enemigos en la puerta” (Salmo 127:5-5)

En el próximo artículo abordaré otros temas. SDG.

Textos de referencia.

-James W. Alexander, Portavoz de la Gracia

-Gary North, Entrega Incondicional

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