los primeros navegantes europeos, que fueron quienes dieron a conocer Rapa Nui ante el mundo. El siglo XIX, una serie de expediciones esclavistas y la llegada de europeos inescrupulosos, hicieron que la población se redujera al mínimo, víctima de la caza de esclavos y la viruela. Las jerarquías tradicionales se desmoronaron y la llegada de misioneros católicos a la isla reforzó la creciente aculturación. En 1888 el marino chileno Policarpo Toro, tomó posesión oficial de la isla, incorporándola al territorio chileno. El gobierno chileno arrendó la isla a una compañía que la convirtió en una gran estancia ovejera, reduciendo a los indígenas a meros empleados de ésta. En 1966, Rapa Nui volvió al Estado chileno tras el término del arrendamiento, y, desde entonces, el desarrollo del turismo y la revaloración de su patrimonio arqueológico, han marcado una nueva relación entre sus habitantes y el Estado chileno.