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Luciano Nosetto

Luciano Nosetto Autoridad y poder


Arquelogía del Estado

Autoridad y poder Primera edición en noviembre de 2022

Publicado por Las cuarenta


Arqueología del Estado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Argentina.

Colección Pampa Aru

Edición: Las cuarenta


Diseño de tapa y diagramación interior de Las cuarenta

Páginas: 208
Formato: 21 x 13,5 cm.

CDD 320.101
ISBN: 978-987-4936-97-4
1. Estado. 2. Poderes del Estado. I. Título.
Colección Pampa Aru
Esta publicación no puede ser reproducida en todo ni en parte, ni
registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de in-
formación, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico,
fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia,
o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito del editor.
Hecho el depósito que previene la Ley 11.723
Editorial Las cuarenta Derechos reservados
18. El liberalismo natural (119)
19. El liberalismo posible (126)
20. Sociedad y Estado (130)
21. La socialización del Estado (139)
Capítulo 4: La humanidad (147)
22. Estado y nación (147)
Índice 23. El nacionalismo (153)
24. El internacionalismo (158)
25. Los grandes espacios (169)
Prefacio (9) 26. El nuevo liberalismo (174)
Introducción (11) 27. Los derechos humanos (185)
1. Poder (11) Conclusión (193)
2. Autoridad (18) 28. Potentia et potestas (193)
3. Arqueología (24) 29. Sacerdotium et imperium (197)
Capítulo 1: Los estamentos (29) 30. Status (201)
4. El maquiavelismo (29)
5. La razón de Estado (36)
6. Los matarreyes (40)
7. El pactismo (46)
8. La servidumbre voluntaria (50)
9. Los políticos (56)
Capítulo 2: El individuo (65)
10. La era del individuo (65)
11. La ciencia política (69)
12. Individuals that Matter (79)
13. La cuestión de la igualdad (89)
14. Individuo y nación (95)
15. Individuo y cultura liberal (99)
Capítulo 3: La sociedad (105)
16. El espíritu del capitalismo (105)
17. La sociedad de mercado (109)
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suponer que el lucro obtenido es anticipación divina de una


predestinación auspiciosa. En virtud de esta reconstrucción de
la ética protestante, Weber identifica la habilitación moral del
afán de lucro con el espíritu del capitalismo.221
Hay quienes consideran que no es a Juan Calvino sino a John
Locke a quien debe atribuirse el relajamiento de las restriccio-
nes morales que habilitaron el despliegue del capitalismo. De
Capítulo 3: La sociedad esta opinión son autores como Crawford Macpherson y Leo
Strauss. Si bien ambos reconocen en Hobbes un antecedente
fundamental del individualismo moderno, identifican en la
16. El espíritu del capitalismo doctrina lockeana de la propiedad la consumación del indivi-
dualismo posesivo. Conforme la piadosa doctrina de Locke,
Es algo habitual identificar el fundamento de la socie- Dios ha puesto la creación en manos de los hombres, para que
dad capitalista con la sacralización del individuo y su inte- se sirvan de ella mediante su trabajo. Impelidos a satisfacer sus
rés. Conforme esta interpretación corriente, el espíritu del necesidades vitales, los hombres transforman la tierra median-
capitalismo consistiría en el fomento de un individualismo te su propio esfuerzo y de esa elaboración de la naturaleza re-
sin restricciones morales o en la promoción de un egoísmo sultan los bienes que conforman la propiedad de cada quien.
desembozado. Así, mediante su propio trabajo, los hombres laboriosos logran
En este sentido discurren las reflexiones de Max Weber so- satisfacer sus necesidades inmediatas, aprovisionarse para las
bre la ética protestante y, en particular, sobre la difusión de las necesidades futuras y garantizarse una vida de relativas como-
ideas de Juan Calvino a lo largo del siglo xvii. Conforme la didades. Haciendo así, los individuos aumentan sus posesiones
doctrina calvinista, la suerte de nuestra vida postrera está ya al tiempo que multiplican los frutos de la creación. Ahora bien,
predestinada y nada podemos hacer para cambiar el destino el límite natural a la apropiación está dado por el carácter pere-
que Dios ha dispuesto para cada uno de nosotros. Por ende, se- cedero de las cosas apropiadas. Pues es contrario a la creación
ría no solo una impiedad, sino también una pérdida de tiempo divina apropiarse de cosas que se echen a perder: al mermar los
intentar sobornar a Dios con muestras de devoción o con bue- frutos de la creación, la apropiación humana excesiva resulta
nas obras. Conviene más bien desentenderse de todo expedien- lesiva del derecho natural. Sin embargo, este límite natural al
te ultramundano y ocupar la mente en las cosas de este mundo. afán posesivo queda obsoleto desde el momento en que la in-
Ahora bien, a efectos de despejar la mente de toda especulación vención del dinero permite atesorar tanto como se pueda, sin
postrera, conviene asumir una ocupación mundana de manera que el paso del tiempo eche a perder lo amarrocado. A resultas
metódica, ordenando la conducta individual en torno a una de esta doctrina, Locke concluye que el verdadero benefactor
profesión u oficio. Al trabajar con disciplina y denuedo, el in- de la humanidad no es quien se apropia de lo mínimo indis-
dividuo responde al llamado divino a desempeñar una profe- Weber, Max. La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Barcelona,
221

sión. Y, si ese trabajo redunda en un provecho económico, cabe Península, 1998, pp. 115-122, 138, 223-226.
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pensable. Tampoco es quien asiste con su caridad a los menes- pero y feliz que, visto en detalle, estaba plagado de conductas
terosos, al tiempo que los exonera de todo trabajo. El verdadero reprobables pero benéficas. Ahora bien, relata Mandeville que,
benefactor de la humanidad es aquel que da libre curso a su hartas de las canalladas de los demás, un día las abejas pasaron
deseo de adquisición, llevando una vida industriosa que acre- a abrazar la honestidad. A partir de entonces, todo se arruinó:
cienta sus posesiones al tiempo que promueve la prosperidad abogados y jueces, albañiles y herreros, costureros y orfebres
del conjunto.222 perdieron sus trabajos. Masas ingentes abandonaron la col-
Si la prudente doctrina de John Locke marca el cierre del mena, que se volvió honrada, sí, pero carente de todo esplen-
siglo xvii inglés, principia el siglo xviii la escandalosa mora- dor. El encumbramiento de la honestidad redundó en la ruina
leja de Bernard Mandeville. El contraste entre la prudencia de del panal. La frugal satisfacción con lo mínimo indispensable
uno y el escándalo de otro no debería impedirnos observar las arruinó la industria y malogró la prosperidad del conjunto.
afinidades que guardan ambas enseñanzas. En su Fábula de las Concluye Mandeville que “solo los tontos se molestan / por
abejas relata Mandeville la historia de un panal poblado y prós- hacer una colmena grande y honesta”.223
pero, en que cada abeja se afanaba en obtener su propio benefi- Al liberar el afán de lucro de todo mandato de caridad cris-
cio, movida no más que por su codicia y vanidad. Había quie- tiana, de todo límite natural a la apropiación y de toda reserva
nes se dedicaban a trabajos rutinarios y penosos, había quienes moral, Calvino, Locke y Mandeville parecieran haber propor-
se lanzaban a negocios arriesgados y lucrativos, y había quienes cionado la disposición ética adecuada al desarrollo del capita-
vivían de estafar al resto. Pero, a fin de cuentas, los serios e in- lismo. Así, la ética capitalista parece cifrarse en el cultivo des-
dustriosos eran tan bribones como los bribones: ninguna pro- inhibido del autointerés. Sin embargo, una cosa es la ética del
fesión carecía de engaños, no había quien no se empeñara en individuo capitalista y otra cosa es la lógica de la sociedad ca-
sacar provecho del prójimo. Pero, al constatar la prosperidad pitalista.224 La primera apunta a responder cómo el individuo
general de la colmena, no cabía sino concluir que los vicios de hace las paces consigo mismo; la segunda apunta a comprender
cada quien resultaban en el beneficio del conjunto. Las estafas cómo el individuo hace las paces con los demás. Con esto en
y falsedades daban trabajo a abogados y magistrados. El orgullo mente, deberíamos preguntarnos si la comprensión de la socie-
y la vanidad sostenían a millones de personas, encargadas del dad capitalista exige no tanto describir el principio espiritual
esplendor de los palacios y del fausto de los vestidos. Hasta los del tipo humano que le es propio, sino más bien comprender
ladrones contribuían al bien común, al dar trabajo a herreros el lazo social específico que vincula a esos individuos entre sí.
y cerrajeros. Salvo la avaricia, raíz de todos los males, no había A esta tarea de comprensión del tipo de lazo que es específico
vicio privado que no contribuyera a alimentar el ingenio y la de la sociedad capitalista, han sido los exponentes de la ilustra-
industria. De este modo describe Mandeville un panal prós- ción escocesa quienes han contribuido de manera más decidida
222
Locke, John. Ensayo sobre el gobierno civil. Bernal, UNQUI Prometeo,
e influyente.
2005, §§ 25-51; Macpherson, Crawford Burrows. La teoría política del 223
Mandeville, Bernand. The Fable of Bees. Middlesex, Pelican, 1970, pp.
individualismo posesivo. Barcelona, Fontanela, 1970, pp. 176-177, 190, 63-76.
202; Strauss, Leo. Derecho natural e historia. Buenos Aires, Prometeo, 224
Rosanvallon, Pierre. El capitalismo utópico. Buenos Aires, Nueva
2014, pp. 268-283. Visión, 2006, p. 48.
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17. La sociedad de mercado do Smith postulando que “por más egoísta que se pueda supo-
ner al hombre, existen evidentemente en su naturaleza algunos
En la primera mitad del siglo xviii se vive en Escocia un principios que le hacen interesarse por la suerte de otros”.226
clima de renovación intelectual. Entre los pensadores que con- Esta relativización del autointerés abre paso a una considera-
tribuyen a ese clima, es sin dudas Adam Smith quien ejercerá ción de la simpatía como sentimiento innato y como vehícu-
la influencia más duradera y determinante. Así y todo, la ex- lo de todo juicio moral. La simpatía, esto es, la capacidad de
cepcionalidad de su obra queda matizada cuando se la inscribe acompañar el sentimiento de nuestros semejantes, nos lleva a
en el movimiento de la ilustración escocesa, del que forman imaginarnos en el lugar de los otros e interesarnos por su suer-
parte otras notables figuras, como las de David Hume, Adam te. Así, experimentamos alivio, regocijo o admiración cuando
Ferguson o James Steuart. Con vistas a compendiar sus ense- la dicha acompaña a los demás, pero también aflicción, con-
ñanzas sobre la sociedad y el Estado, propongo concentrarnos dolencia o indignación cuando la desdicha los alcanza. Claro
en tres tesis. que esa compasión no es la única disposición sentimental en el
La primera tesis que es posible colegir de las enseñanzas es- hombre: el natural humano implica pasiones sociales y antiso-
cocesas es la de la socialidad natural. Esta tesis contraviene la ciales por igual.227
oposición entre un estado natural y un estado social, que era También Adam Ferguron observa que, por naturaleza, el
propia de las doctrinas contractualistas en curso por ese enton- hombre sabe amar tanto como odiar, sabe de amigos tanto
ces. Que el hombre sea por naturaleza sociable implica que sus como de enemigos. Al reflexionar sobre la naturaleza humana,
pasiones antisociales o egoístas no son tan preeminentes como imagina Ferguson una colonia de niños aislados desde peque-
podría pensarse. Esto equivale a un destronamiento o relati- ños del mundo de los adultos: “los miembros de esa pequeña
vización del autointerés como pasión dominante o absoluta. sociedad experimental se alimentarían y dormirían juntos, se
David Hume, por caso, identifica que el amor propio, natural agruparían y jugarían, elaborarían un lenguaje propio, se pelea-
en el hombre, coexiste con la benevolencia y la simpatía. Así, rían y formarían bandos; cada miembro sería para los otros el
el egoísmo innato en el hombre se combina con otros senti- primer objeto de sus preocupaciones”. Este sencillo experimen-
mientos igualmente innatos, como el amor a la familia, la gra- to mental le permite a Ferguson identificar que el autointerés
titud hacia quienes nos benefician y la compasión ante quienes se reparte el corazón del hombre con otras tantas pasiones des-
sufren. Señala Hume que, por más que insistan los escritores interesadas, como la benevolencia y la hostilidad. Sobre esto úl-
políticos en que todo hombre es egoísta o que todo hombre timo sentencia Ferguson que “el hombre que nunca ha luchado
debe ser tenido por un bribón, el sentido común y la experien- contra sus semejantes desconoce la mitad de los sentimientos
cia registrada nos llaman a relativizar esa enseñanza.225 226
Smith, Adam. Teoría de los sentimientos morales. Madrid, Alianza,
De innegable afinidad son las ideas que principian la Teoría 2019, libro I, sección I, capítulo 1, p. 49.
de los sentimientos morales de Adam Smith. Comienza su trata- 227
Smith, Teoría de los sentimientos morales, op. cit., I.I.1-5, pp. 52, 95;
Borisonik, Hernán. “De la simpatía como imaginación” en Borisonik,
Hume, David. Ensayos políticos. Buenos Aires, Claridad, 2011, pp. 101,
225
Hernán; Ludueña Romandini, Fabián; Acerbi, Juan (eds.) Detrás del es-
24, 31-33. pectador imparcial. Buenos Aires, CLACSO IIGG, 2019, pp. 53-69.
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de la humanidad”.228 Poco más tarde escribirá Smith que “un serie de pasiones sociales y antisociales, y que el egoísmo ocupa
hombre incapaz de defenderse y vengarse evidentemente care- un lugar eminente pero no exclusivo.
ce de una de las partes más fundamentales de la personalidad La segunda tesis con la que propongo compendiar la ense-
humana”.229 ñanza escocesa es la de la espontaneidad del lazo social. Esta te-
Ahora bien, en este concierto de pasiones sociales y anti- sis contraviene el postulado de que la sociedad civil es un artifi-
sociales ¿qué lugar cabe al autointerés? Sostiene Smith que el cio que resulta del acuerdo voluntario entre individuos. Contra
egoísmo ocupa una posición intermedia entre las pasiones so- el relato contractualista sobre el origen artificial y voluntario de
ciales y las antisociales. Al definir al egoísmo como el pesar o la vida social, los exponentes de la ilustración escocesa insisten
gozo que experimentamos respecto de nuestra propia fortuna, en el carácter natural e involuntario de una sociedad cuya his-
Smith parece concebir al autointerés como una especie de sim- toria es la de una gradual evolución hasta su configuración pre-
patía del individuo consigo mismo. Precisa Smith que la parte sente. Hume es primero en cuestionar la idea de que el orden
principal de la felicidad humana estriba en la conciencia de ser civil tenga origen en un contrato perfeccionado por individuos
querido y en la gratificación que reporta que los demás simpa- conscientes. Bien al contrario, él describe el origen como una
ticen con uno. Ahora bien, esa natural búsqueda de la simpatía situación caracterizada por un consentimiento ocasional a un
de los otros nos lleva a morigerar nuestro afán de comodidades jefe militar surgido en la contingencia de una batalla ganada o
y placeres. La búsqueda de riquezas contribuye a la felicidad una conquista sufrida. Tal vez por miedo y necesidad al princi-
siempre que concite la simpatía de los demás, mientras que un pio, pero finalmente por utilidad y conveniencia, el pueblo se
enriquecimiento súbito o excesivo está más presto a generar va habituando a obedecer a ese jefe, que interviene cada vez con
antipatía y resentimiento. Compendia Smith que “el gran pre- mayor frecuencia en los asuntos comunes, al punto de terminar
cepto de la naturaleza es amarnos a nosotros mismos solo como concitando la aquiescencia habitual de parte de los individuos.
amamos a nuestro prójimo o, lo que es equivalente, como nues- Este origen casual e imperfecto nada tiene en común con el ori-
tro prójimo es capaz de amarnos”.230 De seguir por este camino, gen voluntario y perfecto mentado por los contractualistas.231
nos veremos obligados a concluir que el autointerés equivale al En similar sentido discurren Ferguson y Steuart al conce-
interés que sentimos en que los demás se interesen por noso- bir la evolución de los regímenes políticos. En su historia de
tros. Por lo pronto, queda claro para los exponentes de la ilus- la sociedad civil, Ferguson identifica cuatro estadios, definidos
tración escocesa que, por naturaleza, asiste al hombre toda una a partir de la actividad económica predominante, a saber: la
caza, el pastoreo, la agricultura y el comercio. Esta evolución
228
Ferguson, Adam. Ensayo sobre la historia de la sociedad civil. Madrid, económica, que implica la progresiva división del trabajo y la
Akal, 2010, libro I, secciones 1-2, 4; pp. 44, 56-57, 66. extensión espacial y poblacional de las sociedades, exige una
229
Smith, Adam. La riqueza de las naciones. Madrid, Alianza, 2019, libro
V, sección I, p. 720.
paralela evolución en la organización política, que pasa de las
230
Smith, Teoría de los sentimientos morales, op. cit., I.I.5, II.II.2, pp. sencillas asambleas populares del comienzo hacia los modernos
75, 123. Cropsey, Joseph. “Adam Smith” en Strauss, Leo y Cropsey, principados con cuerpos intermedios. Steuart también identi-
Joseph. Historia de la filosofía política. Buenos Aires, Fondo de Cultura
Económica, 2004, pp. 606-607. 231
Hume, op. cit., p. 29, 93-98.
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fica cuatro estadios, donde las formas de dependencia econó- hacer cuatro mil ochocientos alfileres diarios. Desplegada esta
mica determinan las formas de la subordinación política. Allí prosaica fenomenología del alfiler, postula Smith que la causa
donde se depende del otro para preservar la vida, la subordina- de la división del trabajo es “consecuencia necesaria, aunque
ción adquiere la forma de la esclavitud; allí donde se depende lenta y gradual, de la propensión natural a trocar, permutar y
del otro a fin de obtener lo necesario para la subsistencia, la cambiar una cosa por otra”. Esto es decir que forma parte de
subordinación es de tipo patriarcal; donde la dependencia de- las disposiciones naturales del hombre el intercambiar cosas
fine la obtención de los medios para procurarse la subsistencia, con los demás. Esta disposición natural al intercambio, graba-
se da una subordinación de tipo feudal; y, finalmente, allí don- da en el corazón del hombre, va encontrando su camino a lo
de dependo de los demás para vender los frutos de mi propia largo de los siglos, hasta desembocar en sociedades como las
industriosidad, la subordinación se vuelve liberal.232 nuestras, caracterizadas por una alta división y especialización
Un ritmo igualmente acompasado y gradual caracteriza los del trabajo. Entonces, cada trabajador se dedica al oficio que
relatos de Smith respecto de temas tan diversos como la divi- más beneficio le reporta y resuelve sus restantes necesidades
sión del trabajo, la diversificación de los factores productivos, mediante el intercambio con otros. “Cada hombre vive así gra-
la generalización de la moneda, la emergencia de los ejércitos cias al intercambio, o se transforma en alguna medida en un
permanentes o el establecimiento del gobierno civil. Nos de- comerciante, y la sociedad misma llega a ser una verdadera so-
tengamos en el relato smithiano sobre la división del trabajo. ciedad mercantil”. Fruto de un desarrollo espontáneo y gradual,
Smith explica que la causa de la riqueza de las naciones es la di- el lazo social adquiere la forma de una sociedad de mercado.
visión del trabajo, que permite aumentar las destrezas específi- En ella, nadie depende de la benevolencia de los demás, sino
cas de cada trabajador, ahorrar los tiempos muertos implicados de los beneficios que cada quien procura para sí. En un célebre
en el desplazamiento de una tarea a otra y mecanizar las tareas pasaje, explica Smith que “no es la benevolencia del carnicero,
con la introducción de maquinarias. Su pormenorizado relato el cervecero o el panadero lo que nos procura nuestra cena, sino
de la fabricación de alfileres, que se vuelve un concierto prodi- el cuidado que ponen ellos en su propio beneficio” y concluye
gioso de cooperación social, da cuenta de cuánto se multiplican que “no nos dirigimos a su humanidad sino a su propio inte-
los frutos de los esfuerzos humanos cuando el trabajo se divide rés, y jamás les hablamos de nuestras necesidades sino de sus
en una miríada de tareas discretas y coordinadas. Si cada traba- ventajas”.233 De este modo, cada quien busca aumentar su poder
jador tuviera que estirar el alambre, enderezarlo, cortarlo, afilar de compra y con ello contribuye, aun sin quererlo, al interés del
y limar los extremos, colocar la cabeza y empaquetarlo, difícil- conjunto. Siendo así, el verdadero benefactor de la humanidad
mente una decena de hombres podría hacer más de doscientos no es aquel que hace obras de caridad, sino quien, contribuyen-
alfileres por día. En cambio, allí donde las tareas se distribuyen, do a la división del trabajo, contribuye al enriquecimiento de
calcula Smith esa misma provisión de hombres podría llegar a las naciones. El verdadero benefactor es el hombre industrioso
y frugal, que destina sus ingresos a la inversión productiva.234
232
Steuart, James. An Inquiry into the Principles of Political Economy.
Londres, Millard, 1767, libro II, capítulo 13. Al caracterizar el último
estadio de “liberal” y no de “democrático”, me alejo de Rosanvallon, op.
233
Smith, La riqueza de las naciones, op. cit., I.1-4, pp. 37, 44, 55, 46.
cit., p. 53-54.
234
Smith, La riqueza de las naciones, op. cit., II.3, p. 437.
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Fruto de una historia gradual e involuntaria, el lazo social las grandes propiedades. Fue a partir de entonces que tanto la
se vuelve equivalente al vínculo comercial y la sociedad civil avaricia de los ricos como el resentimiento de los pobres dieron
se vuelve sociedad de mercado. Es de notarse que, a partir del lugar a litigios crecientes. Lector como es de Rousseau, Smith
siglo xviii, la vida comercial se expande y consolida, y la pala- conjetura que el Estado “es originalmente instituido para pro-
bra “comercio” se convierte en la metáfora con que se alude a teger a los ricos contra los pobres”. Pero, a pesar de este origen
toda relación pacífica y equilibrada entre los hombres.235 Esto afrentoso y tremendo, el gobierno debería aspirar a ser justo,
no hubiera sido posible si la vida mercantil hubiese quedado dedicándose a “proteger a cada miembro contra la injusticia y
asociada al afán de lucro desenfrenado, sin visos de moralidad opresión de cualquier otro”. Esta es una función ineludible del
ni de virtud. A esto contribuye Smith, al colocar el fundamen- Estado, que secunda a otra: la de garantizar la defensa común
to de la sociedad de mercado no en el egoísmo sino en el in- ante amenazas exteriores. Defensa exterior y administración de
tercambio. Al asentar su proyecto político sobre una supuesta justicia se conjugan con un tercer deber del Estado: “construir
propensión natural a cambiar cosas, Smith evita hacer el elogio y mantener esas instituciones y obras públicas que, aunque
del autointerés, siempre presto a la censura moral. Haciendo sean enormemente ventajosas para una gran sociedad, son sin
así, ofrece una justificación del capitalismo en ciernes que re- embargo de tal naturaleza que el beneficio jamás reembolsaría
sulta menos afrentosa que la de sus antecesores y, por ello, mu- el coste”. Cabe así al Estado que quiera promover la sociedad
cho más sensata y tanto más aceptable para los proponentes del de mercado construir y mantener caminos, puentes, canales y
libre comercio. Solo por esto merece Adam Smith el título de puertos; acuñar moneda de curso legal; garantizar un sistema
padre espiritual del capitalismo. de correos; y disponer fuertes y guarniciones en las colonias.
La tercera tesis con que me permito compendiar la enseñan- De especial provecho para el comercio resulta también la
za escocesa es la de la frugalidad política. Este modo de presen- educación popular, pues ella despliega las destrezas de los tra-
tar la tercera de nuestras tesis supone una definición y una in- bajadores al tiempo que apaga la superstición y el fanatismo.
definición. Veamos. Los proponentes de la ilustración escocesa Así, Smith considera del interés del Estado garantizar la educa-
definen que el ejercicio del gobierno debe acompañar el curso ción popular, que con justicia puede ser obligatoria y gratuita.
espontáneo de los intercambios sociales, evitando generar in- En esta línea, Smith también se pregunta por la conveniencia
terferencias artificiales que bloqueen el despliegue natural de de promover desde el Estado la ciencia y la filosofía tanto como
las cosas.236 Así conciben la función del Estado Hume y Steuart, las artes escénicas y los entretenimientos públicos. Y llega in-
que insisten sobre la importancia del imperio de una ley común cluso a sostener que es impropio que una nación próspera sea
a todos y centran el ejercicio del gobierno en la administración gobernada por un soberano que parezca un pordiosero y que,
de justicia.237 Sobre este punto, especula Smith que la adminis- por ende, corresponde que los ingresos públicos sostengan
tración de justicia solo se volvió necesaria cuando emergieron también la dignidad del supremo magistrado. Al leer estas con-
sideraciones, es inevitable comparar el diseño del Estado pro-
235
Rosanvallon, op. cit., p. 68.
236
Baqués Quesada, Josep. “La ilustración escocesa” en Revista de Estudios visto por Smith, tanto más robusto y matizado, con la carica-
Políticos, 118 (oct-dic 2002): p. 166. tura escuálida y elemental que han garabateado sus prosélitos.
237
Steuart, op. cit., II, 13; Hume, op. cit., pp. 25, 102.
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Cualquiera sea el caso, en la definición estricta de las tareas que la sanción de la antigüedad es uno de los fundamentos de todo
corresponde desplegar a cada Estado, nunca debe perderse de gobierno y que todo cambio brusco está más presto a generar
vista que el único trabajo productivo es el que agrega valor a trastornos que a reportar ganancias.242 A fin de cuentas, el li-
las cosas y que toda función que desempeñe el Estado, por más bre comercio no parece exigir una constitución determinada,
necesaria que resulte, no deja de ser una carga que pesa sobre las pues se despliega por igual en gobiernos libres y en absolutos,
espaldas de la clase productiva.238 en monarquías tanto como en democracias.243 La clave aquí no
Si bien los proponentes de la ilustración escocesa definen está en la definición del tipo de régimen, sino en la promoción
que la intervención del Estado debe orientarse a lo necesario de gobiernos que garanticen la libertad de comercio.
para garantizar el libre comercio, lo cierto es que los Estados Si bien la frugalidad política es lo que define la medida de la
existentes dan muestras de gravosas intervenciones que im- intervención estatal, lo que queda indefinido es en qué medi-
piden esa libertad de mercado. Ahora bien, la pregunta sobre da debe actuarse ante los Estados existentes. Pues, por un lado,
cómo reformar los Estados existentes concita indefinición y el principio de sencillez conduce a exigir reformas profundas,
da lugar a respuestas divergentes. Steuart considera que “con que desmonten el viejo y pesado armatoste del Estado y que
los gobiernos es como con las máquinas: cuanto más simples, coloquen en su lugar una máquina simple. Pero, por otro lado,
más sólidas y duraderas; cuanto más ingeniosa es su composi- el principio de prescripción conduce a mantener el Estado he-
ción, más útil se vuelven pero más prestas están a quedar fuera redado, reconociendo la sabiduría depositada en él por el paso
de servicio”.239 Este principio de sencillez y frugalidad política del tiempo. El primer principio lleva a instaurar Estados fru-
debe conjugarse sin embargo con el hecho de que las institucio- gales mediante grandes reformas. El segundo principio lleva a
nes sociales son fruto de una lenta y gradual evolución históri- proponer reformas frugales, conservando grandes Estados. Esta
ca. Ferguson observa que “ninguna constitución se ha formado oscilación o indefinición, reconocible en los proponentes de la
por un plan deliberado, ningún gobierno es la copia de un plan ilustración escocesa, dará lugar a miradas divergentes cuando,
preestablecido”240. Las instituciones son fruto de respuestas co- poco después, irrumpan las revoluciones en América y Francia.
yunturales ante contingencias y accidentes, que luego resultan Si Thomas Paine postulará la sencillez como principio para
ratificadas por el paso del tiempo. El hecho de que haya leyes e inspirar las innovaciones de la revolución estadounidense,244
instituciones cuyo origen se remonte en el tiempo da cuenta de Edmund Burke postulará la prescripción como principio para
que generaciones y generaciones han ratificado su convenien- denunciar los excesos de la Revolución francesa.245
cia y utilidad. Que una institución gane fuerza normativa por el
mero transcurso del tiempo hace a lo que puede referirse con la
noción de prescripción. 241 En esta línea, Hume considera que
238
Smith, La riqueza de las naciones, op. cit., V.1, pp. 681, 674, 685, 721, 242
Hume, op. cit., pp. 23-24, 99.
728-729, 742, 740-741; I.II.3, pp. 424-440. 243
Ibid., pp. 66-67; Steuart, op. cit., II, 13.
239
Steuart, op. cit., II, 13. 244
Paine, Thomas. El instinto común. Lima, 1821, p. 4.
240
Ferguson, op. cit., p. 175. 245
Burke, Edmund. “Reflexiones sobre la revolución de Francia” en Textos
241
Strauss, Derecho natural e historia, op. cit., p. 326. políticos. México D.F., Fondo de Cultura Económica, 1996, p. 94.
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más probable es que, por un buen tiempo, la hegemonía nor- ció un informe secreto que daba cuentas de su colaboración
teamericana siga haciéndose sentir en el continente.361 No me- con la central de inteligencia soviética. La revelación de su
nos cierto es que, en muchas ocasiones, los Estados america- afiliación a la KGB no permitió quebrar su singular discre-
nos se articulan en bloques regionales, como el Mercosur o la ción, pues hacía ya tres décadas que Kojève se había llevado
CELAC, que apuntan a hacer valer el peso del “gran espacio” sus explicaciones a la tumba.
suramericano o latinoamericano. Y es verdad también que, en Carl Schmitt, en cambio, tuvo la suerte de la longevidad.
no pocas ocasiones, los Estados americanos han buscado refor- Tras la caída de Hitler, Schmitt vivió cuatro décadas para dar
zar sus posiciones, apelando a la comunidad cultural y la soli- explicaciones. Conforme sus notas autobiográficas, pareciera
daridad de intereses con países mediterráneos como España, que, en un primer momento, Schmitt creyó que podría condu-
Grecia, Italia o Portugal, cuando no con el Vaticano. Estos di- cir el régimen nacionalsocialista, constituyéndose en una espe-
ferentes escenarios dan cuenta de que el Estado nación del siglo cie de jurista de la corona. Sin embargo, a poco de andar, tomó
xxi sobrevive como magnitud política gracias a una multipli- nota de que se había embarcado en un navío lleno de desquicia-
cidad de adscripciones, que habilitan márgenes de autonomía dos.364 Fue demasiado soberbio hasta que fue demasiado tarde.
en un contexto mundial de tremendos condicionamientos.362 Los regímenes de Hitler y Stalin concitaron también otras
formas de responsabilidad y compromiso. En lo sucesivo, ga-
26. El nuevo liberalismo narán influencia creciente las reflexiones de quienes entienden
que estos regímenes políticos no deben tenerse como casos
Alexandre Kojève solía bromear ante quienes remarcaban su aislados o derivas extremas, sino como anticipaciones del des-
origen ruso, sosteniendo que, en el fondo, él respondía al régi- tino funesto al que se dirige la civilización occidental. Si este
men de Stalin.363 Carl Schmitt solía penar ante quienes remar- destino no es ineluctable, cabe a quienes vivieron de cerca es-
caban su pasado nacionalsocialista, lamentando el destino trá- tos regímenes asumir el compromiso y la responsabilidad de
gico que lo había llevado a colaborar con el régimen de Hitler. proponer políticas tendientes a evitar que se repitan. A esta
Ni las bromas de Kojève ni las excusas de Schmitt resultaron tarea se dedicaron los austríacos Ludwig von Mises y Friedrich
ser completamente infundadas. Hayek, quienes con ello dieron lugar a una revitalización del
En el caso de Kojève, las insinuaciones sobre su lealtad re- liberalismo.365 Me permito compendiar el “nuevo liberalismo”
partida entre la madre Rusia y la Francia adoptiva fueron co- de la escuela austríaca a partir de tres postulados.
rroboradas cuando, hacia fines de la década de 1990, se cono-
361
Tzeiman, Andrés. La fobia al Estado en América Latina. Buenos Aires, 364
Schmitt, Carl. Ex captivitate salus. Experiencias de la época 1945-1947.
CLACSO-IIGG, 2021, pp. 111-113; Actis, Esteban y Creus, Nicolás. La Madrid, Trotta, 2010, p. 67.
disputa por el poder global. Buenos Aires, Capital Intelectual, 2020. 365
Tomamos aquí a los dos autores que, conforme la clasificación de Paula
362
Para una actualización sobre la multiplicidad de ejes de inserción de Büren, fueron los principales responsables de la expansión de las ideas
internacional, García Delgado, Estado, sociedad y pandemia, op. cit., pp. de la escuela austríaca. Cf. De Büren, Paula. Contraofensiva neoliberal. La
55 y ss. Escuela Austríaca de economía en el centro estratégico de la disputa, Buenos
363
Auffret, Kojève, op. cit., pp. 346, 419. Aires, IIGG Clacso, 2020.
176 Luciano Nosetto Autoridad y poder 177

Lo primero que postulan los nuevos liberales austríacos es dológico es acompañado por una moral individualista. Es que
el individualismo. Postular el individualismo equivale a soste- Mises entiende que, mientras la economía, como ciencia de la
ner que el individuo tiene supremo valor o que asiste a todo acción, puede indicar los medios idóneos para alcanzar metas
ser humano una dignidad propia, que no debe ser mancillada determinadas, los fines constituyen en cambio datos irreducti-
ni desatendida. Precisamente, Hayek define al individualismo bles, puramente subjetivos, que hacen a la decisión arbitraria
como el respeto al hombre individual en tanto que hombre y la de cada individuo. A resultas de esto, quien cuestiona los fines
creencia de que es deseable que los hombres desarrollen libre- que cada individuo se da para sí no hace más que proyectar sus
mente sus propias dotes e inclinaciones. De allí se deriva la con- propios fines individuales, intentando imponerse en el ámbito
vicción liberal de que, en el ordenamiento de los asuntos comu- de determinación de los demás.368
nes, debe promoverse el desenvolvimiento de la individualidad Ahora bien, tanto Mises como Hayek entienden que este
de cada quien, restringiendo todo lo que se pueda el uso de la individualismo es fruto o resultado de una larga evolución de
coacción.366 Al poner la autonomía individual por encima de la civilización occidental. El individualismo no comienza con
toda determinación heterónoma, Hayek vuelve al camino re- Richard Cobden, Adam Smith ni John Locke, sino que se re-
corrido por Immanuel Kant. Precisamente, en una de sus for- monta a la tradición humanista que tiene origen en la filosofía
mulaciones del imperativo categórico, Kant insta a “obra[r] de griega y en el cristianismo. Conforme este relato, el credo libe-
tal modo que uses la humanidad tanto en tu persona como en ral del individualismo se fue abriendo paso a lo largo de la his-
la persona de cualquier otro siempre a la vez como fin, nunca toria de occidente, dando lugar a la economía de mercado, que
meramente como medio”.367 Conforme este imperativo, nin- permitiría finalmente la cooperación libre entre los individuos,
guna persona debe ser tomada como un mero instrumento o sin la imposición de fines heterónomos. A resultas de esta sin-
medio para otra cosa. Esta exigencia solo se cumple cuando los gular comprensión de la civilización occidental, el cuestiona-
talentos y esfuerzos individuales son puestos al servicio de los miento moderno del individualismo aparece como síntoma de
fines que cada persona elige para sí. Allí donde alguien es pues- una crisis civilizatoria, que involucra a toda nuestra tradición.
to al servicio de fines establecidos por otros, su persona se vuel- Que “individualismo” haya terminado por resultar equivalente
ve un mero instrumento y su dignidad individual se malogra. a “egoísmo” habla para estos autores de la decadencia de occi-
Por su parte, explica Mises que la acción humana consiste dente. De allí que el nuevo liberalismo austríaco pueda asumir
en la articulación individual de medios escasos para alcanzar una disposición conservadora o restauradora de la tradición.369
fines definidos. Toda la realidad social está hecha no más que La necesidad de conservar o restaurar la tradición se vuelve
de esas acciones individuales y, por ende, el estudio de los entes más apremiante, a medida que tomamos nota del segundo pos-
colectivos debe reducirse a la comprensión de las acciones de tulado del nuevo liberalismo austríaco, al que puede aludirse
los individuos que los conforman. Este individualismo meto- con la idea de un destino totalitario.370 Veamos a qué referimos
368
Von Mises, op. cit., pp. 71, 130, 133, 135, 835.
366
Hayek, Camino de servidumbre, op. cit., pp. 42, 45. 369
Hayek, Camino de servidumbre, op. cit., p. 41.
367
Kant, Immanuel. Fundamentación de la metafísica de las costumbres. 370
Foucault, Michel. Nacimiento de la biopolítica. Buenos Aires, Fondo
Ariel, Barcelona, 1999, p. 189. de Cultura Económica, 2007, 135-148.
178 Luciano Nosetto Autoridad y poder 179

con esto. En el nacionalsocialismo, identifica Hayek un régi- Hay quienes piensan que es posible combinar la economía de
men tremendo de planificación centralizada que vuelve a todos mercado con una intervención estatal limitada, que solo actúe
los individuos instrumentos de la dirección coactiva impues- allí donde el capitalismo produzca efectos socialmente inde-
ta por una supuesta elite racial. Ahora bien, mientras los fines seables. Haciendo así, el mercado termina quedando a merced
del nazismo concitan una extendida condena, Hayek llama a de lo que cada gobernante considere deseable o indeseable. A
prestar atención a los medios desplegados por este régimen. Es resultas de esto, todo principio de dirección o planificación
que, al disponer una planificación centralizada, el régimen nazi económica centralizada termina conduciendo a una dictadura
convierte a todos los individuos en instrumentos al servicio de totalitaria.372
un fin tenido por superior. Y, en esto, el nazismo no se diferen- Tanto Hayek como Mises toman nota de la extendida po-
cia de cualquier otro régimen que despliega una planificación pularidad de la idea de planificación. Es que nadie puede estar
centralizada para alcanzar un fin social que se considera desea- en contra de la conveniencia de ordenar los medios a disposi-
ble. Razonando así, Hayek coloca al nazismo dentro del géne- ción de la manera más racional y eficiente, con vistas a obtener
ro de los colectivismos, esto es, de todas aquellas expresiones el fin perseguido. Incluso Hayek entiende que, en situaciones
políticas que postulan un fin social explícito y que, con vistas a excepcionales, como guerras o epidemias, resulta imprescindi-
alcanzar ese fin, disponen una planificación centralizada de la ble que la autoridad central tome a su cargo la planificación de
economía que termina por instrumentalizar a los individuos. la producción y distribución de insumos bélicos o sanitarios.
Al género de los colectivismos pertenecen el nacionalsocialis- El problema es que, una vez superada la situación excepcional,
mo alemán y el comunismo soviético, tanto como toda otra los individuos pueden haberse acostumbrado a resignar su li-
expresión política que se proponga dirigir la economía desde el bertad de elegir. Este es el problema que Hayek advierte como
poder central. En cuanto el Estado comienza a intervenir en el efecto de las prolongadas guerras mundiales.373 Ahora bien,
mercado, las decisiones económicas de los individuos comien- tanto para Hayek como para Mises, el dilema no consiste en
zan a ser reemplazadas por las decisiones de quienes están en el decidir si debe o no planificarse, sino que consiste en definir en
gobierno. En ese mismo instante, se asume sin saberlo el cami- qué manos debe quedar la planificación. Mises remarca que “el
no de servidumbre que, tarde o temprano, termina llevando a dilema no consiste en optar entre automatismo u ordenación
repetir la experiencia alemana.371 consciente, sino entre el actuar libre e independiente del indi-
Igual intransigencia muestra Mises al reconocer solo dos viduo o la sumisión a las decisiones inapelables del jerarca. Se
sistemas económicos: el capitalista, caracterizado por la eco- trata en definitiva de elegir entre la libertad y la dictadura”.374
nomía de mercado y la propiedad privada de los medios de Si, conforme el diagnóstico de los nuevos liberales austría-
producción, y el socialista, caracterizado por una economía cos, vivimos un tiempo en que el pilar individualista de nuestra
planificada, donde los medios de producción quedan bajo con- civilización es corroído por el ascenso de los colectivismos, re-
trol estatal. Para Mises, todo intento de explorar una vía inter-
media o una tercera posición está llamado a devenir socialista. 372
Von Mises, La acción humana, op. cit., pp. 863-865, 871, 833.
373
Hayek, Camino de servidumbre, op. cit., pp. 63-64.
371
Hayek, Camino de servidumbre, op. cit., pp. 60-62. 374
Von Mises, La acción humana, op. cit., p. 878.
180 Luciano Nosetto Autoridad y poder 181

sulta necesario entonces disponer una intervención política a constantemente preocupado por garantizar las condiciones de
efectos de evitar ese destino totalitario. En este marco, el tercer la economía de mercado y la competencia de los individuos.376
postulado de los nuevos liberales austríacos es el de una política Hayek insiste en que, para que los individuos puedan elegir
negativa, esto es, una intervención política con vistas a acabar sus fines y planificar la disposición de sus medios disponibles,
con todo intervencionismo. En este punto, Mises y Hayek con- es necesario contar con reglas claras y previsibles. Este es el sen-
ciben el rol del Estado de manera algo diferente. Para Mises, la tido del Estado de derecho. Allí donde hay un Estado de dere-
característica eminente de todo poder público es que “quien lo cho, la fuerza pública está sometida a reglas fijas y conocidas de
detenta puede imponer su voluntad azotando, matando y en- antemano y los individuos pueden actuar previendo cuál será
carcelando”. La correlación es simple: cuanto más Estado, más la reacción de los poderes públicos en cada caso. Hayek señala
imposición violenta y menos libertad individual. Así y todo, un que, a efectos de garantizar esa previsibilidad, no importa tanto
mínimo de intervención estatal siempre es necesario, a efectos cuál es el contenido material de las normas, sino cuán esperable
de prevenir las actuaciones de los individuos antisociales. En es que esas normas se mantengan a lo largo del tiempo.
todo lo demás, considera Mises que debe primar el laissez faire, Así planteadas las cosas, Hayek y Mises parecieran reencar-
que no quiere decir otra cosa que: “dejad que el hombre común nar las posiciones divergentes sobre las innovaciones políticas
elija y actúe; no le obliguéis a doblegarse ante ningún tirano”.375 que fueron elaboradas durante la ilustración escocesa y expre-
Para Hayek, en cambio, lejos está el liberalismo de promo- sadas más tarde por Edmund Burke y Thomas Paine. Hayek
ver el laissez faire. Bien al contrario, son muchas las tareas que parece apoyarse en el principio de prescripción, al apostar por
debe desempeñar un Estado que quiera garantizar la libertad reformas graduales, atentas a la fuerza normativa de la tra-
de elección de sus individuos. En primer lugar, el Estado debe dición. Mises parece apoyarse en el principio de sencillez, al
“crear las condiciones en que la competencia actuará con toda apostar por reformas más cabales, que abran paso inmediato
la eficacia posible [y] complementarla allí donde no pueda ser al laissez faire.
eficaz”. Pero la cosa no queda ahí. Además, un Estado liberal La oscilación entre un neoliberalismo conservador y otro
debe suministrar, tal como indica Adam Smith, los bienes y revolucionario, entre uno que procura reformas graduales y
servicios públicos que son del beneficio de todos pero que no otro que apunta a políticas de shock, quedará superada tan
pueden ser costeados por ningún agente económico tomado pronto como las enseñanzas austríacas crucen el Atlántico.377
individualmente. En tercer lugar, un sistema de competencia Los economistas estadounidenses que, a partir de 1947, se en-
eficaz requiere “una estructura legal inteligentemente traza- cuentren anualmente con sus pares austríacos en la Sociedad de
da y ajustada continuamente”. Entre estos ajustes legislativos, Mont Pèlerin terminarán por proponer reformas promercado
recuerda Hayek que debe garantizarse de manera incesante la de un radicalismo incompatible con las moderadas previsiones
prevención del fraude y el abuso, y en particular de los abusos
derivados de la explotación de la ignorancia. Volviendo sobre
los pasos de Adam Smith, concibe Hayek un Estado activo,
376
Hayek, Camino de servidumbre, op. cit., p. 68.
375
Von Mises, La acción humana, op. cit., pp. 866-867, 881. 377
Foucault, Nacimiento de la biopolítica, pp. 280 y ss.
182 Luciano Nosetto Autoridad y poder 183

de Hayek.378 El mismo Hayek dará muestras de una renova- desarrollo coloque a los organismos de Bretton Woods en la
da osadía, al trabar vínculo con la Revolución libertadora en posición de plataformas de intervención y disciplinamiento de
Argentina379 y al dar su apoyo, más tarde, a la dictadura de los Estados endeudados.381
Augusto Pinochet en Chile.380 Las aventureras adscripciones Desde su creación en Bretton Woods en 1944, tanto el
de Hayek en América del Sur parecen remedar el penoso des- Fondo Monetario Internacional como el Banco Mundial de-
tino de Carl Schmitt, no sin los ribetes farsescos implicados en sempeñaron un rol más bien marginal. Esto cambiará cuando,
la repetición de las cosas trágicas. Hayek estaba tan convencido en el último cuarto de siglo, tenga lugar una inédita expansión
de las derivas autoritarias de sus adversarios que, llegado el mo- de la economía financiera mundial. Tras el descalabro econó-
mento, terminó por perder de vista su propio autoritarismo. mico generado por la guerra de Vietnam, los Estados Unidos
Cualesquiera hayan sido las explicaciones de Hayek, lo cier- eliminarán la restricción de su emisión monetaria, que la ataba
to es que, sobre la base de las enseñanzas austríacas, los neo- a las reservas en oro disponibles. Esta liberalización del dólar
liberales norteamericanos concebirán reformas instituciona- en 1971 preludiará la crisis generada en 1973 por el aumento
les profundas con vistas a promover la economía de mercado del precio internacional del petróleo, concertado por los países
y la competitividad de los individuos. La doctrina neoliberal exportadores nucleados en la OPEP. Gran parte de los esos dó-
así acendrada encontrará una plataforma privilegiada de lan- lares obtenidos por los productores petroleros serán invertidos
zamiento cuando la crisis de la deuda de los países en vías de en la banca privada norteamericana, que ofrecerá elevadas tasas
de interés. En virtud de la enorme afluencia de petrodólares, los
378
Morresi, Sergio, La nueva derecha argentina. Los Polvorines, UNGS, bancos norteamericanos conseguirán eliminar las restricciones
2008, pp. 21-22. para otorgar préstamos internacionales. Así, varios Estados en
379
Haidar, Victoria, “¿‘Cumplimiento escrupuloso de la ley’? dificultades fiscales tomarán los préstamos norteamericanos,
Interpretaciones liberales de la ‘legalidad’ (Argentina 1955-1973)” en
Postdata, 21, 2016, pp. 129-169.
para muy pronto caer en la cuenta de que esas acreencias se les
380
En ocasión de una entrevista para el diario chileno El Mercurio, pu- vuelven insostenibles. Será entonces que intervendrá el Fondo
blicada el 12 de abril de 1981, sostuvo Hayek: “Bueno, yo diría que estoy Monetario Internacional, condicionando su asistencia econó-
totalmente en contra de las dictaduras, como instituciones a largo plazo. mica a la aplicación de una serie de medidas que profundizarán
Pero una dictadura puede ser un sistema necesario para un período de la liberalización financiera en marcha.382
transición. A veces es necesario que un país tenga, por un tiempo, una
u otra forma de poder dictatorial. Como usted comprenderá, es posible De este modo, la burocracia del FMI, alineada con el go-
que un dictador pueda gobernar de manera liberal. Y también es posible bierno de los Estados Unidos, exigirá a los países endeudados
para una democracia el gobernar con una total falta de liberalismo. Mi la aplicación de medidas de reducción del gasto público, libe-
preferencia personal se inclina a una dictadura liberal y no a un gobierno ralización comercial y financiera, privatización de empresas
democrático donde todo liberalismo esté ausente. Mi impresión personal
–y esto es válido para América del Sur– es que, en Chile, por ejemplo, se- 381
García Delgado, Daniel. Estado y sociedad. Buenos Aires, Norma,
remos testigos de una transición de un gobierno dictatorial a un gobierno 1994, pp. 79, 86-87; Corbalán, María Alejandra. El Banco Mundial.
liberal. Y durante esta transición puede ser necesario mantener ciertos Intervención y disciplinamiento. Buenos Aires, Biblos, 2002; Tzeiman,
poderes dictatoriales, no como algo permanente, sino como un arreglo Andrés. La fobia al Estado en América Latina, pp. 109-110.
temporal”. 382
Mazower, op. cit., pp. 437-449.
184 Luciano Nosetto Autoridad y poder 185

estatales y control de emisión monetaria. Todo esto confor- desigualdad alcanzarán niveles desconocidos desde la crisis de
mará un decálogo de reformas neoliberales, concebido desde 1930.386 El secular ocaso norteamericano, tanto en su política
Washington para el resto del mundo, con independencia de sus interna como en su liderazgo global, pueda tal vez empezar a
tradiciones, instituciones y normativas previas.383 La recurren- comprenderse como el doble corolario de una misma enseñan-
cia creciente de crisis cambiarias, bancarias y fiscales dará cuen- za. El Imperio que empuje a sus provincias a la ruina correrá la
ta de la incapacidad de estas medidas de cumplir sus promesas misma suerte que el Estado que exponga a sus ciudadanos a la
de estabilización y crecimiento.384 Cuando, tras una década de desprotección: la de perder, tarde o temprano, toda capacidad
reformas promercado, la Argentina se enfrente en 2001 a la de concitar obediencia.
combinación imposible de recesión económica, crisis social y
endeudamiento externo, el secretario del tesoro norteamerica- 27. Los derechos humanos
no advertirá al FMI que las decisiones que se tomen respecto
de la deuda argentina no deberán limitarse a compaginar la Si, desde el siglo xvi, la protección de los súbditos es el
sustentabilidad argentina con los intereses de Wall Street sino fundamento o cimiento de la potestas estatal, la paradoja que
que también deberán atender a “los plomeros y carpinteros de preludia el siglo xxi es que es ese mismo fundamento el que
los Estados Unidos”.385 Diciendo así, el funcionario norteame- termina por justificar el sometimiento del Estado a interven-
ricano recordará el sempiterno fundamento de toda potestas: ciones internacionales.
que quien exige obediencia tiene la responsabilidad de brindar Expresión de esta doctrina es la renovada acogida que tie-
protección. Al preocuparse por proteger a los plomeros y car- nen los derechos humanos en la Organización de las Naciones
pinteros estadounidenses, el FMI dará a ver su espesor políti- Unidas. Si bien la Declaración Universal de los Derechos
co: el de ser un poder indirecto, que reclama obediencia sin Humanos fue adoptada por las Naciones Unidas en 1948, en
garantizar protección o, dicho de manera más altisonante, que las décadas sucesivas prevalece la convicción de que se trata de
reclama obediencia de los Estados endeudados para proteger ideales orientativos que en modo alguno pueden justificar la
los intereses de los estadounidenses. intervención en los asuntos interiores de los Estados. Ahora
Años más tarde, sin embargo, los mismos intereses de Wall bien, concluida la guerra fría, esta convicción comienza a ser
Street que condicionaban el acuerdo del FMI con los argen- contradicha, al postularse que la inobservancia estatal de los
tinos terminarán por volverse contra los propios estadouni- derechos humanos puede concitar la intervención de la co-
denses. Para entonces, miles de plomeros y carpinteros nor- munidad internacional. Así, a meses de concluir el siglo xx,
teamericanos perderán sus hogares, mientras el desempleo y la el secretario general, Kofi Annan, sostendrá que a la soberanía
estatal cabe anteponer la “soberanía individual, esto es, la liber-
383
Williamson, John. “What Washington Means by Policy Reform” en
Latin American Adjustment: How Much Has Happened? Washington, tad fundamental de cada individuo, consagrada por la Carta de
Institute for International Economics, 1990.
384
Mazower, op. cit., p. 445.
385
“O´Neill: Una situación muy resbaladiza” en La Nación, Buenos Aires, Argüello, Jorge. Historia urgente de los Estados Unidos. Buenos Aires,
386

18/08/2001. Capital Intelectual, 2016.

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