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ALLENDE habla con DEBRAY Esta edicion UNTO FINAL publica en Poke Shek she vista que hizo al Presi= dente Salvador Allende el es- Stor frances, Regis. Debray, Sulor de" gitevelucion en ia Revolucion? y ‘otros bros de gran divulgdeion dnternaeio- oa {los derechos atinoameri- canos dev Allende habia. eon Bebray. fueron contratados por BP eatimamos que ta dic Pasion de esta entrevista pue= Ge contribulr de manera posi= tiva al conocimiento del pro- eso ‘chi-eno, Diversos. meca- fismos de propaganda, Inter Racional Bel imperialismo Roteamerieano, comenzando por la Sociedad Interameri- fana de Prensa (SIP), estan empefades en una campana fialgvola, contra el gobierno de ia Unidad Popular’ ta en- revista que Deoray’ hizo a Allende yet proogo en que ar fitexéetualrevoluctonario halla ia altuaeion chien, jograran sin duda,"que. Tau” thos. lectores ‘en. ef mundo comprendan’ mejor. as. eit= cunstanelas que vive Chile, "A. partir de noviembre de toto, nuestro. pus entre. en im proceso de grandes trans Forrhacioites- dentro de marcos Geterminadds por una realidad especifica. Al frente de ese Ens INA ARO V No 126 Martes 18 do marzo de 1971 Precio del elemplar en todo el pels en Amé (Derechos exctustvos, lea latins) Revista quincenal de aguntos po- Hticos, Informativos "y-cultura- Tes quid publica. Baiclones Punto Final Ltda, Union central 10 Orne ih, Sastags ae cht CONERIO DE EDACCION: 1 SONSIIO Aussie Olivares; le Batvorie, Catios Joraier fo z so Patina ria Sande Buel” cafes Broujoe "Bdiarde de ne Baret Glechs). Secretar ‘det "oomteye Sforafa Admintoensta’ tayo Siseeno. APresentacian’, grafen telérone 6300 Buel” Cableses, Donoso, Jatme sto Carmona Acevedo ‘ee Ajandro ‘Perez “Arancibia. Ge'Redacclén: Tes Moreno. So: ‘Earique Cornejo (Penixe). proceso —que puede alcanzar proporefones revolucionarlas y, por ende, traer justicia, Progreso y libertad a Chile—, se encuenitran diferentes par” REGIS DEBRAY tidos politicos que forman la Unidad Popular. Todos ellos reconocen en ¢l Presidente Allende al conductor que ha podido unir a organizaciones politicas que son distintas en ideologia _y composiclon de Colaboradores nactonsles: Jat me Barrios, Jullo. Husst, “Mario Gerda, Cioiario Blest,” Meitton Herreta (cilek), Pernaiido sures, Victor Soot Garrases Truveses. Golaboradores extranjeros: Regis Bebrar, dean ain Sartre, Nic las, io, Roberto Pernanded tor Bejaz, Marlo V. Guzmin Ga. area, Berviclos_Bspeciaies Xo Prensa Latina, Representactones ezelusivas. editorial Maspero (Paria), Kditorial Peitrinellt (Ita Ua), Instituto. det Libro (a Havana), Pensamiento, “Critica ‘ia Habana), Hevista “Casa de s. Auéricus* (La Habana), Re ita "Por Qué (México) Suseripetones dentro del pats: m4 6 mesa , EP 168 Editorial clase, Es por eso que la figu- ra del Presidente Allende ad- guiere, un. particular retieve, fmportantes decisiones _ de~ penden de él en forma direc fa. Si bien es cierto que las masas trabajadoras del cam- po y la ciudad se han puesto en marcha rumbo a la con- quista del Poder, el papel de Allende resulta ' determinan- te. De ahi que tanto las fuer vas reaceionarias internas, ¢0- moe] imperialismo norteame- ricano, cuyos intereses re- sulta hecesario iiquidar para que Chile pueda ser indepen- Siente, pongan especial em- pefio én destrulr no sélo la Imagen de Allende, sino que, ademas, conspiren’ para de- rroear ‘st Gobierno’ 0 para entrabarlo de tal _modo que no lieve adelante e} programa de la Unidad Popular. Por todas estas razones, 1a entrevista efectuada por De- bray justifica sobradamente que PF dedique este numero especial a ese trabajo, Espe- ramos que en nuestros Jecto- res del extranjero desplerte los sentimientos de solidaridad y apoyo que tan necesarios re~ sultan hoy para la profundi- zacion del proceso en Chile, cuyos trabajadores —de mas esti decirlo— se encuentran Gispuestos a enfrentar todas las acechanzas de sus enemi- 0s, que son los mismos ene- migos de toda América lati- ha. PF. Suseripclonea on ot extranjero [ntinoamérica y EE. UU: 6 moses .. = 18 détaren Tao ices 28 délares Europa, Asta y Africa: 6 moses. 17 ddtares iano. 34 delnres Las_suseripctones deben sitet. Tare adjuaiando cheque cruz 0.0 girg a nombre de Bateiones Pinto: Puta. bide. 9, persoual oe articulos firmados, por, PE Teprosentan ta Ines editorial Is'revista. PF ea una tribune del Densamiento “rovalucionarlo « ¥ Scepte, por ends, colaboraciones ue a0 dolncidan necesariamente Gon ‘la “posicion ‘de is. revista, T-PRESORES: Prensa Latino. americana 8. A. — Root N9 831, Santiago-Chile. Prélogo o) Copyrignt 1071 Tnseripolon NP 20115. Diseno Portas a Ponte Mis agradecimientos a Claudio Jimeno y Augusto Olivares, sin cuya colaboracién esta entrevista no habria sido posible, asi como a los militantes y dirigentes revolucionarios chilenos, que me ayudaron a conocer la verdadera cara de este pais. RD. Derechos exclusives de esta, publicacion en Américe latina: Ediciones Punto Final Ltda. Unién Central 1010; Ofleina 1108, Santiago de Chile Prélogo los aficionados a las epopeyas se les ruega A ir a tomar sus vacaciones a otra parte: la “ilusién lirica” no. tiene cabida en Chile. En un continente donde cualquier coro- nel hace tres discursos por dia sobre la Revo- lucién Nacional, los chilenos deben contentarse con un gobierno que se llama modestamente a si mismo “popular”. El lenguaje puntilloso de los discursos, de los articulos editoriales en los grandes diarios, de los foros televisados, de los debates parlamentarios y de las grandes polé- micas en boga s6lo da escalofrios a los licencia. dos en Derecho Constitucional. Ahi se discute principalmente si este proyecto de ley es legal, siaquel decreto es parte de las atribuciones del Ejecutivo, o si los trabajadores no hubieran, quizas, mal interpretado tal articulo de la Cons- titucién al poner fuera de su fabrica a un pa- tron en quicbra. De arriba a abajo de la jerar- quia administrativa, de un extremo a otro del pais, una interminable discusién de leguleyos, Cédigos en mano, veredictos en primera instan- cia, apelaciones en base a contra-requisitorias y recursos de casacién, ocupa el primer plano del escenario. La palabra clave de todos estos deba- tes, complacientemente inflados por la burgue- sia y sus medios de comunicacion a la altura de un drama nacional, no es Revolucién 0 Jus- ticia, o Liberacién o Proletariado, sino Legali- dad, palabra tabii, leitmotiv obsesivo, manzana PROLOGO de la discordia visible, Como la jurisprudencia sobre estos temas es limitada, como nadie sabe todavia con exactitud quién tiene el papel de frbitro 0 a quién pertenece Ja iiltima palabra —al gobierno popular, a la Corte Suprema de Justicia, al Parlamento © quizé algin dia a los mismos interesados— la confusién es grande y la atencién va decayendo rapidamente. Se des- cubre entonces que todo ese espectaculo era una falsa imagen y que la realidad detras de esa cortina no se asemeja ni a una sala de audiencia, nia un tribunal, ni a un foro, sino a un campo cerrado donde se enfrentan crudamente, en to- dos los rincones del pais, explotados y explota- dores, campesinos y grandes latifundistas, tra- Dajadores y trusts, patriotas e imperialistas. Una partida sutil y peligrosa esta jugiindose en estos momentos en Chile, cuya dureza se dis- fraza cada vez peor bajo las apariencias de esa urbanidad cordial que pasa por ser el rasgo dis- tintivo del chileno. Al menos hasta ahora, fuera de algunas zancadillas, se mantiene el “fair play” en esta “partida”. Cada uno de los ban- los observa las reglas fijadas de antemano (por uno de los dos adversarios y a su beneficio), de buen o mal grado, respetadas de un lado y otro: las reglas del libre juego de las “instituciones demoeraticas”, en vigor en las repiblicas libe- rales. En el campo burgués, si bien esté probado que no se juega limpio, por lo menos ain se 3 Px 0-—$zm a juega el juego. Los golpes bajos son permiti dos, pero no entran oficialmente en la cuent se cierran los ojos. ;Hasta cuindo? “La cracia formal burguesa puede quizas durar tres meses mas, decia hace poco un dirigente revo- lucionario, después vendri el enfrentamiento”. El pronéstico es le, el plazo puede alar- garse. Lo que es seguro es que del odio cortés a las hostilidades abiertas, el camino es mas corto de lo que se habia pensado por ambos lados, y prevalece hoy dia un extrafio estado de tregua, frégil y tenso, que ahora no es exacta. mente la paz sin que sea todavia Ia guerra, y que se puede romper de un momento a otro. curso de los acontecimientos se acelera a medida que los antagonismos de clase se agudizan, sin que se pueda prever la forma concreta y el mo- mento del desenlace. Todo sucede como si uno se encontrara en presencia de un proceso con: tradictorio cuya solucién y término no se halla- ran en el marco de las condiciones en las cuales se ha desarrollado hasta ahora. La crisis de definicién todavia no ha estallado. Ni siquiera se ha producido, en el nivel politico mas super- ficial, ningtin “corte” revolucionario, Es impo- sible a primera vista reparar dénde se encuentra un “antes” y un “después”: ni en el uniforme de los carabineros, ni en la mirada de los peato- nes, ni en la nomenclatura de las. reparticiones piblicas, ni en el flujo sabatino de vehiculos a la playa, nada donde encontrar el indice de un nuevo mundo que estuviera naciendo. Y si embargo, a partir de las condiciones anterior- mente dadas, dificiles de manejar pero imposi- bles de eludir, se ha iniciado una gestacién com- pleja que nadie esté en condiciones de asegu: rar, en este momento preciso, que no terminaré por dar a luz una sociedad efectivamente nue- va, liberada de la explotacién y de la domina- cién extranjera. Por sutil que haya sido el paso, Chile aparece ya en el camino de una experien- cia historiea tal, que sino llegara a su término resulta dificil comprender cémo podria volver a su punto de partida. El pais no esta lejos de entrar en esa zona peligrosa donde el pueblo esti condenado a ganar o a perderlo todo (al menos en un plazo dado), donde ninguna me- dida a medias, ningin pretexto falso le permi: tira cludir la ‘alternativa historia: Revolucion o Contrarrevolucién. Lo que esta realmente en juego es, evidente- mente de partida, el futuro de la nacion y del pueblo chileno, la emancipacién de sus trabaja- dores, su acceso a condiciones de vida humanas. Que el pueblo chileno sc constituya en protago- nista de su propia historia —es el fin y es tam- bién Ja condicién requerida para alcanzar el fin, cfreulo aparentemente vicioso y del cual de- pende todo. Es necesario para él, desde hoy, co- menzar a tomar su porvenir en sus manos si no 4 quiere que los enemigos se lo roben mafiana por la fuerza bruta o se lo escamoteen como de costumbre —por ejemplo en unos afios més, con una voltereta electoral. El gobi segin la Constitucion, plazo._aparentemente largo, pero en realidad todo indica que es mu cho mis corto y que el tiempo apura. Pero lo que estd en juego es, también, en este momento preciso, el porvenir de los paises ve- cinos a causa de los lazos dialécticos que obje- tivamente, se quiera o no, amarran unas a otras a las naciones latinoamericanas; un nuevo es- calén alcanzado en el vueleo progresivo de la correlacién de fuerzas a nivel continental, y por lo mismo, un peldaiio mas que han franqueado los pueblos del mundo para poner en su tumba al imperialismo; es el fracaso, después de doce afios del bloqueo por el cual el imperio yanqui queria asfixiar a Cuba y, mas que todo, aislarla del continente latinoamericano; es una expe: riencia histérica nueva con un poder de incita- cién considerable ya que pone @ prucba la cons. truccién del socialismo en una sociedad que por sus condiciones muy particulares escapa de he- cho al subdesarrollo politico; es también —ven- taja subalterna, pero no despreciable— un lugar de acogida para los revolucionarios exiliados 0 perseguidos. Aun si los chilenos no se dieren cuen- ta, lo que pasa —o lo que no pasard— en Chile interesa fundamentalmente a toda América la- tina. El desenlace de esta partida peligrosa mar- caré —para bien o para mal— una nueva etapa en la lucha de clases internacional, un hito en la Revolucién Continental armada. De la suerte que correra finalmente esta “revolucion sin fusiles”, como se la ha llamado provisoriamente y no sin algén optimismo, depende la suerte de muchos otros fusiles. Este desenlace a su vez esté supeditado, en gran parte, a la direccién politica que se ha dado el movimiento popular. El depende de su imaginacin y de su realismo, de su prudencia y de su audacia, de su patriotismo y de su in- iernacionalismo, es decir, de la manera como ella combinara lo uno y lo otro para funditlos en una practica politica justa, Esta direccién le coresponde a un Frente Unido de diversos par- tidos. Pero se reencuentra bajo una forma con- centrada, como una mezcla sorprendente y muy eficaz de resolucién y serenidad, de flexibilidad tactica y de decision estratégica, en la persona del “Compaiiero Presidente”, Salvador Allende. De ahi el interés propiamente politico de la con- versacién sin protocolo que se leeré mas ade- lante. El viajero extranjero, que ha podido conser- var en su memoria algunas briznas de materia- lismo histérico y al que un azar imprevisto dej6 una bella mafiana de verano en el Norte de Chile con una visa turistica de quince dias, se expone a mas de un chasco si se obstina en que- rer apresar lo inapresable. Traducida directa- mente al lenguaje canénico —o sea en “mar- xista-leninista de base”— esta situacién Mega a ser inconcebible, molesta, inquietante quizés. Es como para perder la cabeza entre tantas per- plejidades. Para comenzar por el princi adesde cuando la burguesia entrega el poder en bandeja de plata a su adversario de clase? ;Des- de cuando una clase dominante acepta se1 pedida en Ia puerta de la Historia, sin arries garlo todo para no perder su sitio? Desde el exterior y de lejos, es de esta manera que la Unidad Popular ha legado al poder, respetando paso a paso el protocolo de los relevos presi- denciales en la cispide del sistema establecido. En la realidad este escandalo teérico se disipa ripidamente cuando se descubre en el lugar mis- mo que la pregunta no tenia sentido, Es decir, primeramente, que la burguesia de turno —el aparato gubernamental, la reaccién militar, los gtandes intereses monopélicos nacionales y ex- tranjeros y sus representantes politicos— ha he- cho todo lo posible y lo imposible para barrer del camino de la presidencia a Salvador Allende y ala Unidad Popular: historia odiosa y gro- tesca que sera sin duda revelada algiin dia to- talmente por quien corresponde, y de la cual el asesinato del Comandante en Jefe del Ejéreito no constituye més que un episodio. Y, en se- gundo lugar, que las fuerzas populares no han ‘istado el poder sino algunas lineas de icién avanzadas hacia el poder. En este sentido el aprendiz de teérico mejor informado no tiene ya motivo para escandalizarse; sin poder tampoco volver a la tranquilidad, por otras razones que se dirén més adelante. Sin embargo, queda el hecho de que las fuer- zas populares tal cual existen en Chile han tenido acceso al gobierno dentro de la legalidad y sin hacer un disparo. Antes de preguntarse lo que ellas podrén hacer en esta situacién en el futuro, nos podemos interrogar como en lo in- mediato han podido legar alli. Esta coyuntura muy particular —el periodo de las elecciones y la “transmisién del mando”— debe ser apre: hendida en su nivel propio, al nivel de una lucha politica muy precisa, susceptible de eufrir un andlisis mas detenido en el que se deberia ha- blar més de fracciones de clases y de estratos intermedios que de dos campos antagénicos. Hay que ir, sin embargo, més alld de las luchas en: tre formaciones politicas concurrentes y de las rivalidades personales entre dirigentes para comprender cémo el juego de los reagrupamien: tos légicos de clases y de las solidaridades de intereses fundamentales ha podido encontrarse falseado en el periodo electoral. Si frente al as- Prologo Frei y Tomic; el reformismo burgués. censo de las fuerzas populares conscientes Ia burguesia chilena no ha podido sellar a tiempo la unién sagrada, es porque ella no constituye una entidad abstracta, un bloque de intereses slobalmente compatible y susceptible de refle- jarse tal cual al nivel de la lucha por el poder politico, En 1964, la clase dominante chilena se hizo representar en el poder por su fraccién de- mécrata cristiana, y sélo por ella, contra el representante de las fuerzas socialistas cons- cientes. En 1970, contra el mismo representante, no logré rehacer su unidad ni ideolégica ni po- litica. ;Qué es lo que ocurrié entre estas dos fechas? Promovida al puesto de mando por la bur- guesfa, la democracia cristiana en el poder pre- paré, muy a pesar suyo, durante seis afios las condiciones de un proceso revolucionario: des- pejando el terreno, a través de su populismo verbal, para reales conquistas populares; subra- yando’y legitimando, por sus torcidas veleida- des, la necesidad de adoptar medidas franca- mente radicales y elevando el nivel de las tole- rancias ideoldgicas en las capas medias, que constituyen la parte esencial de su clientela, A pesar de que si en los hechos la Reforma Agra- ria se convirtié, después de un tibio comienzo de aplicacién, en una simple transaecién con la ‘ua burguesia agraria: a pesar de que si la “chilenizacién” de la riqueza fundamental del pais, las minas de cobre, se transformé en la prdctica en un pacto negociade segiin los inte- reses y a heneficio de los trusts norteamerica- nos, quedan los grandes slogans de agitacién y propaganda que esgrimié a todos los niveles, eon la petulancia del aprendiz de brujo, una direc- n pequefio burguesa, modernista pero teme- Prélogo: rosa, moralizante pero demasiado astuta para ser honesta. Las contradicciones de esta sociedad capitalista independiente tan insolubles, que la fraceién mis ilustrada de esta burguesia se encontré forzada, para salvar los intereses fundamentales de In clase domi- nante, a aventurarlos en un juego arrieszado que termin6 por perder. La democracia cristiana fue la primera victima de su propio instrumento de dominacién ideoldgica, En efecto, desde el interior de su proyecto reformista tendiente a itegrar las clases subalternas inorganizadas en el sistema de explotacién reinante, con el fin de modernizar sus engranajes y de asegurar su mejor rentabilidad, se desarrolld en la base un movimiento de masas espontineo de naturaleza revolucionaria, que desbordaba inevitablemente los diques del proyecto mismo. Por ejemplo, le- galizando y fomentando en el campo los sin catos de campesinos pobres y de obreros agrico- las (contrabalanceados, es cierto, por la forma- cién paralela de gremios de grandes propicta- rios) 0 autorizando en los sectores urhanos formas embrionarias de organizacién comunal, ella aceleré el desarrollo de una conciencia de clase en los explotados, tanto trabajadores como desocupados, y elevé el nivel de sus aspiracion sociales sin poder por lo tanto satisfacerlas, El cristianismo social edifica generosos planes de “promocién popular” pero el pueblo no tarda en sobrepasar a sus promotores ¢ ineluso pe- dirles cuentas, porque es evidentemente impo- sible cuestionar las formas autoritarias y yerti- cales de la dominacién burguesa sin cuestionar a la vez los fundamentos econémicos de esta dominacién, es decir, la explotacién misma de Ja fuerza de trabajo, Ia propiedad privada de los medios de produccién y finalmente todo el sistema de una economia de lucro. Es una uto- ja peligrosa el ofrecer a las masas alguna par- facion en el poder politico sin aceptar que toque a las bases de su propio poder econé- mico. Asi es como los predecesores del gobierno popular liberaron a sus propias espaldas un mo- vimiento que amenazaba con hundirlos, por lo que muchos de ellos terminaron por asustarse. En los iiltimos afios del gobierno pequeiio bur- gués, el micleo represivo que se esconde en todo proyecto reformista, el niicleo antipopular que entrafia todo proyecto populista, estallaba ya a la luz del dia. Incapaz de llevar a cabo, en Ia practica social, la ejecucién de las tareas que se propone a si mismo en su programa politico, el intento reformista se escinde tarde o temprano para abrir paso de un lado a los que aceptan asumir hasta el final el intento politico sin re- troceder ante sus consecuencias sociales, es de- cir, sin retroceder ante la lucha de clases, y de otro lado a aquellos que arrojan por la borda el programa politico con el fin de salvar sus 6 intereses de clase. Los primeros avanzan hacia las posiciones de clase del proletariado y los segundos se desenmascaran quitindole el velo de una vez por todas a su verdadera naturaleza de clase. Cuando el ser social de un grupo po- litico comienza a entrar en contradiccién con su conciencia social, cuando los intereses econémi- cos empiezan a chocar con los intereses espi luales, se abre un période de crisis interna, y ésa es la que sacudié y quebré a la democracia ‘stiana en su ocaso, revelando ast su natura- leza de conglomerado heterogénco atravesado en el medio por la linea de demarcacion de los campos. A su propia manera, més refinada y mds mediatizada que en otras partes, pero tam- hién mas clara debido a los privilegios de su desarrollo politico, Chile hizo la experiencia de esta ley imperiosa, segiin Ia cual es imposible iniciar hoy en América latina una revolucién democratico burguesa sin desencadenar a corto plazo un proceso de revolucién socialista, impo- sible de eludir aun agitando las banderas de la primera, En 1970, al aproximarse Jas elecciones que debian darle el gobierno a la izquierda socia- lista, una locomotora que habia sido echada andar sobre los rieles de la institucionalidad burguesa, adquiria gran velocidad y corria el riesgo a corto plazo, de arrasar con todas las barreras establecidas. Frente a este fendmeno, la clase dominante y sus estados mayores poli- ticos se dividen en dos: los partidarios de una vuelta répida al sistema jerdrquico y autorita- rio de dominacién tradicional, enloquecidos por el proceso desencadenado seis afios antes y de- dos, cueste To que cueste, a frenar a fondo -la derecha legitima, representada por Ales- sandri—; y aquellos que quieren seguir al mando de la maquina, sea para mantenerla bajo con- trol e impedir que vaya demasiado lejos, sea simplemente, porque no le tienen miedo a Ia velocidad, la Democracia Cristiana, nieta ile- gitima de la derecha ancestral (por la Falange y el Partido Conservador), vastago bastardo, con una bizea mirada hacia Ia izquierda, unifi- cada en Ia persona de Radomiro Tomic, su. can- didato abiertamente “izquierdista”, hasta las diltimas consecuencias de la moral cristiana, Este Ultimo elige su enemigo principal en la derecha, transformandose asi cn un aliado objetivo y personal del candidato de la Unidad Popular, por encima, y aun en contra, de su propio apa: rato gubernamental. Aberracién por la cual la burguesia aim no termina de mesarse los cabe- los y que no esta dispuesto a perdonar su re- presentante oficioso, el ex-Presidente Frei, que se lamenta de ello piblicamente. Aberracién que deja de serlo, si se recuerda que una ideologia (como la “comunitaria y personalista” que ex- ibe la D.C.) no es simplemente un ardid de propaganda, un instrumento de engaii mente manejado desde fuera y que se pud abandonar desde el momento que la herramienta no sirve més a su fin; si se recuerda que una forma organizada de conciencia social, por ima- ja que sea, engloba a sus adherentes como su mundo propio, espontaneamente vivido como un mundo real. Ocurre que el propagandista se convence a si mismo de buena fe, porque lo: sostenedores de la ideologia son también objetos y @ veces sus victimas, situacién actual chilena no desmiente de n modo. los. principios de interpretaci6n marxista: desmiente solamente a sus deforma ciones dogmaticas. Quedan por aplicar en la ac: cién cotidiana los principios universales del mar- xismo-leninismo a esta realidad concreta, tarea que es de la competencia exclusiva de las van xuardias chilenas. Queda también por reencon: irar una racionalidad histérica en esta coyun- ura singular, en la lucha politica presente, ta- rea de andlisis colectivo, en que cada cual, cual- quiera que sea, puede adelantar hipdtesis. Para dar cuenta del “momento actual”, producto de No debe sorprender si hoy como ayer Chile parte a explorar las posibilidades de la época, como franco tirador, con alguna ventaja sobre sus vecinos. Cualquier historiador de América latina sabe que es en este Laboratorio de expe- rimentacjén social que han aparecido, antici- pindose a Ia evolucién del Continente, la pri- mera mutual obrera (“Sociedad de Artesanos”, 1847, sin el menor asomo de una conciencia de clase. hay que reconocerlo) : el primer ferroca- mil (1851); la legislacién civil més adelantada dle su tiempo (Andrés Bello, 1855); la primera ley de sufragio universal que haya entrado en vigor (1884); la primera legislacién social efec- tivamente aplicada (ley de reposo dominical, 1907, simulténeamente a Ia del Uruguay de Bat- lle); una de las mejores de ensefianza laica_y obligatoria (1909); la primera Repiblica So- cialista de América (1932, bautizada asi_por decreto ley, después del golpe de Estado de Mar- maduque Grove) ; el primero, si no el tinico go: bierno de Frente Popular del Continente (1938), tc... Seria dificil encontrar en otro pais de esta parte del mundo una burguesia més precozmente constituida, segura de clla misma y expansionis- ta, asi como hallar un movimiento obrero tan sdlidamente instalado, desde comienzos de en sus posiciones de clase. Todo pasa como si el liberalismo y el socialismo nacientes, como si las formas del desarrollo burzués y las formas el desarrollo proletario, las unas y las otras, un pasado complejo, es necesario volver 1a mi- rada hacia una historia de Chile desde su inde- pendencia, 0 al menos hacia un esquema de his- toria. las unas contra las otras, al mismo tiempo, hu- bicran escogido este pais capitalista dependiente para intentar sus primeras apariciones latino- americans, para poner pie en el Continente. No es pues un azar si la primera nacién Ia tinoamericana, después de Cuba, ante Ia cual se haya entreabierto una via, Ia suya propia, al alismo, sea precisamente ésta. Sin embargo sta de Io que pasa aqui, coneluir que Ia cadena imperialista se estuviera rompiendo (o pudiera romperse en un futuro préximo) por su eslabon mas débil. La_meta- fora leninista hay que manejarla con prudencia. porque precisamente en virtud de la agilidad y de los. cimientos antiguos que aprovechan en Chile las formas de dominacién politica bur- suesa, este pais puede aparecer por el contrario como el més apto de los eslabones de la cadena continental para resistir las presiones mas fuer- tes como el eslahén mis flexible y no como el ins fragil, el més eléstico y por lo mismo el més resistente, Y si la cadena de los regimenes de explotacién acaba de sufrir en este punto del Continente y no en otra parte, un rudo golpe, es tal vez porque aqut ee encontraba el eslabén mis ceptible de doblarse sin romperse. Paradoja Departamento de Estado, por boca de es- cbservadores bien informados” que ponen en escena en sus cables provenientes de Washing- ton las agencias de propaganda yanquis (AP 0 UPI). ha traducido a su propio lenguaje, al dia a ri ar ee siguiente de la victoria allendista: “Después de todo, no tomemos “al marxista Allende” dema- siado a lo tragico porque no es la primera vez que vemos ministros comunistas en el gobierno. Chile ha pasado por otras en 1938 y 1946, y a pesar de todo no ha abandonado el redil de las democracias”. Pero el mismo Departamento de Estado envié también, después de la victoria po- pular en Chile, instrucciones a todas las misio- nes diplomaticas yanquis en América Latina a in de que ellas endurezcan su actitud y no per- mitan la menor tolerancia hacia las tendencias iberales: Chile se ha convertido en el enemigo principal del momento. Para el imperialismo ésta es la hora de la firmeza, los gorilas deben sen- tirse con las espaldas cubiertas por el patron. Y jamés habia llegado a Santiago en tan poco tiem- po tan gran mimero de turistas, asesores y con- sejeros provistos de pasaportes diplomaticos, periodistas y encuestadores de toda clase. En otros términos, el enemigo ha encontrado rai nes para tranquilizarse y razones para inquic- tarse. Estas son las mismas, pero en sentido con- trario, que deben impulsar a los revolucionarios a mostrarse vigilantes y mantener la cabeza fria —Ia partida no se ha ganado todavia— pero mirando al porvenir con confianea —tampoco est perdida de antemano—: todo depende, ex tando dadas las condiciones objetivas, de la cali- dad de las opciones que se elijan. El enemigo, que no sabe bien a qué santo encomendarse ni sobre qué pie danzat, se mantiene en una expec- tativa hostil, pero todavia reservada. Los revo- lucionarios chilenos, la clase obrera consciente, base y vanguardia de la lucha antimperialista, pueden aprovecharse de esta demora, que es va- liosa, para tomar y mantener la iniciativa. _ Cualquiera que aceptara mirar a vuelo de pix jaro el pasado chileno — y formacién del Chile contemporaneo—, cualquiera que se diera el lujo de mirar las cosas desde arriba (privile- gio de los observadores de paso que se limitan, faltos de tiempo, a eserutar por una ventanilla de avién la carta histérica del pais que sobre- vuelan) veria destacarse con bastants nitidez s0- bre el fondo latinoamericano esta franja de tierra geograficamente loca pera histéricamente razonable porque alli las instituciones de la de- mocracia formal y las formas avanzadas del mo- vimiento obrero han tenido un desarrollo casi tan fuerte las unas como las otras. Alli, proleta- riado y burguesia han conseguido juntos un nivel de conciencia y organizacién mas elevado que en otras partes, Es en la combinacion de es- 5 dos elementos, a Ia vez solidarios y antago- nistas, que se podria buscar el raszo distintivo, la originalidad de la historia chilena, algo asi como la tonalidad general, Ia atmésfera, que le dan su color propio a esta larga y dura lucha de clases, Solamente el Uruguay ofrece, bajo una forma muy tenue, un euadro casi similar, hoy medio borrado por la dindmica de la lucha revolucionaria y Ia descomposicién del Estado Iiberal. Y para circunscribirse a un pais limi trofe donde se ha tenido la oportunidad de re- sidir durante algiin tiempo, si hay en Bolivia un contraste acentuado entre los platillos de Ia ba: lanza de elases, es aquel que opone, desde un punto de vista cualitativo, a un super proleta: riado una sub-burguesfa que hace tan poco el peso, como se dice, que ella debe sin cesar res- tablecer el equilibrio por la fuerza represiva de las armas o bien ceder el lugar a este sucedaneo de burguesia moderna que constituye una bu- rocracia militar, desgarrada entre vertiginosas ve- leidades reformistas y sus reflejos de miedo reac- Gionario frente al ascenso del poder obrero. No es que la historia chilena se asemeje a este suave idilio democratico con el cual se la con- funde a menudo. Es cierlamente, pero de una manera un poco subterrénea, una de las més violentas, una de las mas sanguinarias tal vez de América Latina, tanto por sus guerras civiles del siglo pasado que enfrentan a patriotas y realistas, a conservadores y liberales, a clericales y anticlericales, a nacionalistas y proimperia- listas (reflejos a menudo deformados de inte- reses de clases divergentes en el seno de la clase dominante), como por la frecuencia desde el comienzo de este siglo de grandes csimpaiias ase- sinas condiicidas por el aparato represivo contra los campesinos y los obreros, que culminaron en feroces episodios. Queda por explicar entonces cémo la imagen de un Chile pacifico y liberal ha podido imponerse en el interior mismo del pais y ser recibida como indiscutible por la ma- yorfa, coercién burguesa traspuesta al nivel de mito persuasive. Queda por explicar cémo la jolencia esporddica y endémica de los enfren- tamientos de clase jamis ha egado a alterar seriamente la estabilidad de las instituciones re- presentativas, 0 més todavia cémo Chile ha po- dido durante tan largo tiempo ahorrarse estas nterminables dictaduras militares que fueron y siguen siendo en otras partes la reala, sin cesar, sin embargo, de seguir siendo un pais sometido una oligarquia voraz. Mas alld de sus alteraciones momenténeas —las ha tenido, pero breves—, la democracia liberal burguesa que ha marcado hasta hoy dia con su sello todo el tejido social chileno, ha demostrado una exeepcional capacidad de amor- tisuamiento, de recuperacién y de conciliacién, Ella ha proporcionado y continiia proporcio- nando la ideologia dominante, el legalismo y la juridicidad, que permanecen en el ambiente; las estructuras politicas de encauzamiento, es decir, un cuadro institucional estable; y todo un sis- tema de representaciones vividas al nivel més prosaico, mitos de la Libertad y de la Ley con maytiscula difundidos hasta en los comporta- mientos de los explotados. No desaparecerén con un simple guifio, porque incluso si el Estado actual fuera derribado mafiana, toda “la socie- dad civil” esta impregnada de ella. Chile en este sentido, pertenece a esas sociedades “occidenta- les” de las que hablaba Gramsci, en las euales, detris de In fortaleza principal del Estado, que puede siempre ser tomada por un golpe de mano afortunado, se escalona en profundidad toda una red de trincheras, de fortines y de bastiones cuya conquista no puede ser tan simple. Explicar este hecho objetivo por la tradicién, el carécter na- cional, las particularidades de la raza araucana 0 los manes de Diego Portales no contribuiria més que a replantear el problema: lo mismo que atribuir la aceién del suefio a su virtud adorme- cedora o los sentimientos de inferioridad a un complejo de inferioridad, Escolisticas 0 misti- ticas, estas tautologias nos ayudan muy poco. 2Seria entonces que el predominio de la vida y de las reglas “democriticas” en Chile corres- ponden a un desarrollo econémico privilegiado? Eso no es nad indices. econémicos actuales, todas las referencias estadisticas colo- can a Chile entre los paises mas subdesarrollados (es decir entre los paises capitalistas subordina- dos a las metropolis imperialistas mundiales), delante de Guatemala y Paraguay pero detrés de Venezuela 0 México. El paso a fines del siglo pasado, de las grandes produeciones mineras de salitre o de cobre bajo control extranjero, la lad de incorporar en el cuadro de una economia nacional Jas adquisiciones de Ia re- volucién industrial limitadas a los enclaves ex- portadores de materias primas, el progresivo re- tardo tecnolégico del aparato productivo bajo la férula de los monopolios extranjeros han deter- minado una relativa estagnacién del sistema de produccién capitalista cuyo desarrollo se en- cuentra disminuido 2 medio camino. Esta diso- ciacién entre una base econdmica, hoy relati- vamente retardada, en comparacién con la de los grandes paises vecinos, y una organizacién politica avanzada constituye juntamente el nudo del problema, lo extraiio de la cosa chilena, En realidad, para hallar la razén, nos es necesario mirar para atrés, a la formacién historica de Ia nacién chilena, Todo un abanico de factores puede explicar Ia constitucién y el mantenimien- to de esta constante super estructural, con su au- tonomfa relativa y su tenacidad. Tratemos de encontrar los principales de ellos, del_més simple al més complejo: los conflictos de influencia, notables a lo largo del siglo XIX entre los imperialismos britanico y norteameri- cano, después el alemin al fin del siglo, se neu- Prélogo GENEKAL RENE SCHNEIDER: vietima de la Derecha. tralizan de alguna manera el uno al otro; el ale,amiento geogrifico de los centros mundiales de poder: un crecimiento econémico precoz que sigue inmediatamente a la proclamacién de la independencia y que contrasta con Ia larga de- presién por la cual debieron atravesar las jove- nes repiblicas latinoamericanas al dia siguiente de las guerras de la independencia, reflejada en el caudillismo barroco, la anarquia generalizada y finalmente en la incapacidad de estas olizar- aufas agrarias para fundar algo asi como un Estado Nacional. Chile, por el contrario, conocié un “transcrecimiento” relativamente armonioso y sin las sacudidas graves de una economia co- lonial mencantilista, principalmente agro-expor. tadora (trigo, cuero), en una economia princi. palmente extractiva (Ia riqueza fundamental pasé de las minas de plata al comienzo del iiltimo siglo a las minas de carbén, de fierro y de eobre, después a los yacimientas de salitre en el norte del pais y finalmente. al otro dia de Ia primera fuera mundial, a un retorno fortalecido de la explotacién de las minas de cobre). hase sobre la cual ha podido edificarse a su vez, desde los com 3s del siglo XX y aun autofinanciarse al un aparato productive de industrias janas y de transformacién. La clasticidad de esta estructura econémica, el caricter progresivo de su ampliacién han favorecido asi, por amal amas y absorciones sucesivas, los compromisos politicos entre las clases y Ias fracciones de las clases dominantes. mediante una Ienta asimila cién de los intereses respectives de los grupos 9 Prélogo- latifundistas, mineros, financieros ¢ industria. les. El pedigree econémico, més que centenario del clan Edwards, simbolo y punta de lanza de la oligarquia chilena, ofrece un ejemplo tipico de estas transferencias de capitales, de esta red de ramificaciones y de alianzas que se extienden desde la imina a los grandes latifundios, desde la tierra ala usura, desde la banca a la indus tria y de alli, finalmente, al control del poder de los medios de informacién (la fa wards es propietaria de “El Mercurio”, grande y el més “prestigioso” de los dia- rios chilenos, institucién nacional a opinién de la burguesia y enemiga mortal del gobierno po- pular). A pesar de las fricciones y de los cho- ques, de las rupturas momenténeas de las alian- zas, de las guerras civiles espasmédicas que opu: sieron a lo largo de todo el siglo XIX a Conser. vadores y Liberales especialmente sobre la cues tién religiosa; a pesar de la “revolucién” oli- xarquica que levé al Presidente Balmaceda al suicidio en 1891 y donde una burguesia indus- trial de formacién reciente se vio obligada a ab- dicar frente a una oligarquia agraria y comer cial con asientos més sélidos, las concesiones mutuas terminaron regularmente por hacerlo prevalecer sobre las disensiones internas. A par- tir de los afios 1895, ellas tienden a pasar a se- zundo plano frente a la aparicién de un movi miento obrero amenazante. Ademas es necesario aqui resaltar el caracter nacional del gran latifun- dio, base histérica de la piramide oligarquica, que se parece poco a la estructura agraria de las repi- blicas centroamericanas por ejemplo, o a Ia del México de antes de la revolucion. No han habido jamés en Chile inversiones extranjeras masivas en el sector agrario (fuera de algunos enclaves gran importancia, en Ma- xallanes, en el Sur), y los gobiernos burgueses —ineluido el de Frei— han manifestado siem- pre una singular resistencia a las ofertas norte- americanas de compras de tierras. Es solamente en el sector azro industrial (equipo téenico, re- des de distribucién comercial, etc.), de origen reciente, que se encuentra concentrada la pe- netracién extranjera. Asi es como a partir de esta infraestructura nacional agraria ha podido desarrollarse una alta burguesia de industriales y de banqueros que no desdefian el mercado in- terior, dotada de una bastante fuerte autonomia nacional, al menos en su origen: los primeros bancos que surgieron en Chile por ejemplo, a partir de 1860, evan todos nombres chilenos. Fl capitalismo moderno no ha aparecido en Chile como capitalismo extranjero, en los furgones del invasor o sobre los despojos de la independencia politica: él ha sido progresivamente penetrado. alienado por el imperialismo briténico y después por el norteamericano en una fase ulterior y re- 0 rrollo. Si se agregan lativamente tardia de su des a estos diferentes factores Ia creacion répida de un potente instrumento militar —ejército y ma- rina— téenicamente més avanzado que el de los paises vecinos, la victoria sobre el Perd y Bo- livia en la guerra del Pacifico (1879), las ane- ones territoriales y la expansién econémica que 's siguieron, se comprenderé mejor por qué la clase dominante chilena pudo constituirse desde su perfodo de formacién como “clase nacional” susceptible de hacer pasar sus intereses particu- lares, por los intereses de la nacién entera a los ojos de las clases subalternas, porqué ella pudo dar a sus formas de dominacién politica una legitimidad moral, una solidez, una arrogancia por largo tiempo indiscutida. Se comprende también cémo, poco menos que ica en su especie en esta época, la oligarquia chilena pudo constituir desde el siglo pasado un aparato de Estado centralizado, y desarrollar hajo todas sus formas la ideologia juridico-po- litica adaptada para su buen funcionamiento. Las rentas del Fisco, derivadas del comercio exte- rior permitieron muy tempranamente mantener una burocracia de Estado, junto a una capa com- pleja y bastante bien organizada de funcionarios. Esta tradicién de servicio del Estado y esta fun cién pablica de formacién profesional no tuvie- ron otro simil en América latina, hasta una fe- cha reciente. El ejército mismo se encontré trans- formado en un cuerpo burocratico, sometido a la autoridad civil central asi como a la ideolo- ia juridico-politica dominante, simple instru- mento y no fuente de la dominacién burguesa. su auxiliary no su paliativo, impropio pues para sustituir de manera durable a la burguesfa en el ejercicio del poder politico por la simple ra- xin de que no habia necesidad del ejército para ello: en el conjunto, la burguesia se mostré a: paz de mantener personalmente su propio rol, es decir, de cumplir su tarea histérica de recolector del excedente econémico y de arquitecto del Es. tado Nacional. Durante largo tiempo ella no tuvo necesidad del sustituto militar. Esta estruc- tura_politico-administrativa pre-existente debia por otra parte permitir y acelerar a partir de los afios 1930, el nacimiento de los primeros 6r- zanos de un capitalismo de Estado y més tarde, on la ascensién al poder de la DC, el adveni- fento de un proyecto de regulacién_ tecnocré- tica, por arriba, de los conflictos sociales, pro: yecto que todavia hoy dia deja “sentir su in- fluencia”. Si un tal aparato de Estado ha podido const. tuirse, con su rutina, sus mecanismos de control interno (por ejemplo, la Contraloria General de la Repiblica creada en 1927), sus escuclas de aprendizaje, sus normas de moralidad compa rativamente elevadas, e¢ en gran parte porque Prélogo Los campesinos chilenos nan despertado y luchan por In tierra y el socialismo. la oligarquia no tenia muchas nevesidades para vivir, porque la detencién o el usufructo de este aparato politico administrative no representaba para ella un medio de subsistencia. Estando ins critas las relaciones jerarquicas en “la natura. leza de las cosas” (en iiltima instancia en las relaciones de produecién), realizindose como cuestién previa el enriquecimiento individual en las actividades econémicas privadas, cl éxito personal o familiar encontraba su coronamiento y sti consagracién naturales en una carrera po- litica (Senador. Ministro, Presidente, Embaja- dor o aun jefe de servicio para comenzar) pero no se obtenia por su intermedio. De ahi la res petabilidad y la seriedad de lo que se Nama “la politica” en Chile. actividad socialmente re conocida a la cual puede y atin debe entregarse sin venir a menos la mejor sociedad, regulada por ciertas reglas del saber vivir y del respeto mutuo: en suma, asociacién de los “Club men” rivales, y no, como es tradicién en In mayoria de las dictaduras burguesas del Continente, que no son todas de operetas, lucha a cuchillo limpio por la vida, maffia piblica, estercolero u oficina de empleos para tarados con suerte, Otro rasgo sobresaliente del Chile oligarquico poco conforme al medio que lo rodea: los Ministros, los Pre- identes, no se enriquecian sisteméticamente en el cio de sus funciones. Digamos, y alli esta lo excepeional, que la corrupeién era la excep- cién y no la regla, De alli esta familiaridad de uena ley \ esta distineién patricia que hacian, ayer, que no se mataran entre “gente bien”, ineluso de bandos opuestos, a lo més, el exilio © algunas semanas de prisién para el opositor mas irreconciliable. El iiltimo asesinato antes del Comandante en Jefe del ex 1970, remonta a 1837, al asesinato de Por- es, el autor de la Constitucién de 1833. Hasta ova de Alessandri, hace algunos afios hasta qué punto ha pasado el tiempo—, se podia uno topar en la calle con el Presidente de la Repi- hlica cuando se dirigia a pie de su departamento al Palacio de la Moneda, Anécdodota banal pero sintomética de un equilibrio hoy dia abolido, Tal seria el primer elemento de un anélisis histor el més facil, para mostrar la cara mas lamativa de la medalla: el cardcter clasico. frente a las normas europeas (o aberrante s prefiere frente a las normas tenidas por tipica- mente latinoamericanas) con que se ha revestido en Chile la hegemonia burguesa. La compara- cién con Inglaterra o Francia —y es un hecho que la economia politica inglesa y el pensamien- to politico franeés han jugado un rol en la for- macién de Chile— representa un rito. un cliché ideolégico que no disgusta a Ja oligarquia local y no parece chocar, en todo caso con su orgullo nacional. Por lo demas, si se quiere recordar que la Constitneién de 1833 estuvo en vigor du: rante un siglo (y fue cn nombre del respeto a la Constitucién establecida que fue destituido el Presidente nacionalista Balmaceda a fines d: siglo pasado) y que la Constitucion de 1 un Prélogo que retomé fundamentalmente los preceptos de Ta primera, contintia regulando con minucia los detalles de la vida cotidiana del pais, se verd enseguida que las democracias liberales europeas, Francia por ejemplo, con sus cambios de xégi- ‘men y sus repiblicas arremolinadas toman fren- te a Chile, aires de repiblica bananera. Y sin embargo este elemento sdlo no puede explicar la idiosincrasia chilena, El no constituye mas que un polo de una relacién dialéctica, y es esta relacién la que es original, en América Latina, no cada uno de sus términos tomados separada- mente. Este cuadro hegeménico estaba en Chile cuan- do a fines del siglo pasado aparecié un movi- miento vigoroso pero todavia caético de pro- testas obreras, después de reheliones de masa esponténeas, que se convertira a partir de los afios yeinte en un movimiento obrer: mente hablando, organizado sobre posi clase independientes. La poblacién urbana, que representa desde 1895 el 38 por ciento de Ia po- blacién total, sube a 43 por ciento en 1907, decir, que antes mismo del fin del siglo pasado un proceso de industrializacién ya en camino provoca el aflujo en los centros mineros, en los campamentos del salitre, en la periferia de las cindades, de un niimero creciente de peones (“inquilinos”), obreros agricolas y campesinos pobres. Bajo la influencia de una élite de arte- sanos y obreros calificados, a veces de origen extranjero, de inspiracién anarquista o anarco- sindicalista, esta nueva clase obrera, antigua- mente agrupada en mutuales apoliticas, se or- ganiza desde los comienzos de este siglo, en “Mancomunales” o sindicatos de resistencia com. bativa. La lucha del proletariado contra las con- diciones de vida inhumana que le dan las com- paftias extranjeras, especialmente en los campos de trabajo de la “pampa salitrera”, iniciada des- de 1880, reviste formas brutales, Es una lucha por la supervivencia que enfrenta a una clase dominante implacable. El ejército interviene mas de una vez y abre el fuego, Es interminable la lista de las huelgas sangrientas, de las “matan- zas”, masacres que jalonan tanto la lucha del proletariado chileno como del_campesinado: desde la primera gran huelga de los obreros del puerto de Valparaiso en 1903 (30 muertos, 200 heridos); la “huelga de la carne” en Santiago en 1905 (200 muertos), la masacre de Santa Maria en Iquique, cuna del movimiento obrero (1907, més de dos mil victimas segadas a la ametralladora en la plaza de la ciudad), la ma- sacre de Punta Arenas en 1920, la de La Corufia (tres mil muertos en las minas del salitre, 1925), la masacre campesina de Ranquil en 1934 (60 muertos), hasta las hazaiias recientes de la de- mocracia cristiana en la mina El Salvador en 1 Parti sta, bajo la influencia y la égida is secbrero, Upberalo 5 sea , en 1921. Sin duda se han fundado, con 1966, pasando por los motines de Santiago en abril de 1957; otros tantos signos de una lucha de clases impulsiva, al estado salvaje, corren por bajo Ia historia de las luchas politicas propia- mente dichas, pero sin concesiones y cuya cruel- dad cuadra mal con la imagen de un Chile de Epinal, bonachén y afectuoso. Las reglas del juego civilizado no se aplican a las explotados, a los marginales, a lés sin-vor, porque éstos no escriben la historia oficial. Esta violencia espo- radia no tendria sin embargo més que una signil in politica limitada si ella no apun- tara a un acontecimiento propiamente politico, de muy largo alcance y de naturaleza excepci nal: la union de la teoria marxista y del movi- miento obrero nacional. Ella ha cristalizado al dia siguiente de la Revolueién soviética, por la fundacién de la Federacién Obrera Chilena (FOCH), afiliada a la Internacional Sindical Roja (Congreso de Concepcién, 1919) y por la transformacién del Partido Obrero Socialista en mas 0 menos retardo, partidos comunistas y or- ganizaciones revolucionarias en casi todos los paises de América Latina, Pero en Chile, es del interior mismo del movimiento obrero que elas han surgido, es de la clase misma, de sus luchas econémicas y sociales cotidianas que ellas han extraido su savia, es en estas profundidades que ellas hunden sus raices. Si el producto de esta unién ha conocido altos y bajos, si s6lo una minoria de obreros conscientes ha podido man- tenerse en posiciones de clase sin debilidades, no es menos cierto que Chile es el inico pais del Continente (con Bolivia, pero bajo otras formas y més antiguamente) en el que los partidos Ia- mados obreros por su ideologia sean también partidos orgdnicamente obreros por su extrac: cién y base social. El tinico pais en el cual la clase dominante, desde hace un medio siglo, hi tenido que responder al desafio de un movi miento de resistencia proletario, que no pudo reducir a Ia larga, si bien pudo momenténea- mente aislarlo o dividirlo. Cualesquiera que ha- yan sido las escisiones, los reflujos, las rivali- dades de este movimiento obrero en el curso de su historia, es un hecho que él jamés ha dejado de existir ‘como identidad propia, nutriéndose de las luchas proletarias mismas, y no por de- legacién ideoldgica, a través de las vanguardias Intelectuales o pequefio burguesas. Para dar una idea de su volumen politico, digamos que en las lecciones parlamentarias de 1941, los dos par- tidos explicitamente marxistas, el Comunista y el Socialista, aleanzaron el 32 por ciento de los sufragios, un tercio del cuerpo electoral del que estan excluidos los analfabetos. El Partido Co _ — munista, sin embargo, fue puesto fuera de Ia ley durante periodos prolongados (1925-1935, 1948-1958), bajo Alessandri y Inego con Gonzi lez Videla, y el sindicalismo independiente fue golpeado mas de una vez pero incluso en las fases de clandestinidad y persecusién, las orga- nizaciones obreras lograron subsistir, mante- nerse en pie y ganar terreno, a través por ejem- plo del Partido Socialista que siguié legalizado © con ayuda de la pequefia burguesia liberal (cuyos partidos politicos se unieron a un mo- vimiento de masas para derogar en el Parla- mento, en 1958, la “ley maldita”, Mamada de Defensa de la Democracia, producto macarthista de importacién que habia prohibido la existen- cia del PC). En resumen, la burguesia monopolista més reaccionaria, en los momentos de més tension represiva, nacional o internacional, jamas lego a “romper” definitivamente el movimiento pro- letario. En cambio, este dltimo tampoco ha lo- grado jamas “romper” ni tan siquiera poner en peligro seriamente, al menos hasta hoy, la do- minacién de clases, politica y econémica. El cuadro hegeménico se ha conservado bien, a ALLENDE: depositario de Ia fe del pueblo, Prélogo pesar de la dureza de los enfrentamientos y la insistencia de la presion obrera, Es bien evidente que se han producido, con brusquedad a veces, cambios y alteraciones en las relaciones y las alianzas de clases en la medida de las modifi- caciones del equilibrio econémico, pero en el es- pacio interior de este cuadro. Lo que se lama por ejemplo “la crisis de la oligarqua”, des- pués de 1920 con la Ilegada al poder de Arturo ‘Alessandri, puede interpretarse como un repli gue estratégico de la oligarquia agraria a posi- ciones de retaguardia, defensivas y su relevo por una nueva ola, la burguesia comercial, fi- nanciera e industrial. Por lo mismo ésta dltima deberd, més tarde, superar los efectos depresi- vos de la crisis mundial de 1929 dejando un lu- gar al lado suyo, a las capas medias urbanas (sin control sobre Jos grandes medios de pro- duccién) y a su expresin politica, el radica- Jismo, que pasan a jugar el primer rol en la nueva coalicién, Estas crisis corresponden mis @ mulaciones que a rupturas, a desplazamientos del centro de gravedad en el seno del disposi- tivo de las fuerzas sociales dominantes que a trastornos del dispositive mismo, Mejor dicho: 13 Prélogo no solamente el juego institucional de la demo: cracia liberal se ha mantenido intacto (fuera del periods 1924.25 y en el llamado “de la anar- ‘juia”, 1931-32, sin repercusiones durables) sino el movimiento obrero, a través y mas alla de las lensiones y de las crisis se ha convertido con el tiempo en uno de los polos necesarios alma tenimiento, es decir al reequilibrio periédico del sistema de dominacién. La burguesia chilen una de las menos brutas del mundo, se defiende entreabriéndole las puertas, antes que cerré1 selas, a su rival. Ella prefiere admitir la exis- tencia de su adversario para controlar mejor sus movimientos, para atraerlo a su terreno, antes que empujarlo a sus iltimas trincheras. Si se quiere explicar cémo la hostilidad de clase, al nivel de vida social, ha terminado por tradu- cirse y temperarse, al nivel de la vida politica, en esta coexistencia tensa, en el seno de un timen de democracia burguesa; si se quiere evi- tar los anatemas subjetivistas lanzados contra las direcciones politicas tradicionales, es nec sario tomar en cuenta, incluso alli, un cierto mi- mero de condiciones objetivas histéricamente determinadas, Primeramente, la clase obrera productiva se ha encontrado desde el comienzo de su existencia desparramada o compartimen- tada en los centros mineros periféricos, lejos de la ciudad centro del poder politico, en el Norte Iquique, Antofagasta, Calama, etc.) 0 en el lejano Sur (Concepcién, Lota, Magallanes), de manera que la coordinacién entre las luchas reivindicativas, y ademas insurreccionales, repar- jas entre centros tan alejados los unos de los otros, era practicamente imposible. La fuerza de choque que hubiera podido constituir esta van- iardia proletaria estaba como dislocada desde la partida: el eco de estas marchas de protesta, de estas huelgas, de estas masacres llegaba a la capital atenuado por la distancia. Luego, el mo- vimiento obrero, a pesar de los esfuerzos de Recabarren y de sus sucesores jamés lleg6, salvo muy recientemente, a concluir una alianza or- ginica con el proletariado agricola y el cam- pesinado pobre, ni a influirlos seriamente, salvo en la periferia de las concentraciones obreras. El campesinado, aislado en los fundos, perso- nalmente dependiente del patrén, a menudo analfabeto, bajo dominio clerical, siguié siendo la clientela pasiva de la oligarquia latifundista hasta el tiltimo decenio y la clase dominante ha cuidado cclosamente de poner a los campesinos fuera del alcance de las influencias urbanas ne- fastas: hasta 1937, la sindicalizacién campesina era ilegal y severamente reprimida y en 1965. no existian oficialmente todavia més que 20 sindicatos campesinos con un total de 2.000 adherentes en todo el conjunto del territorio. Por otra parte, el caricter minoritario de la u clase obrera organizada (sindical y_ politica- mente) en relacién a la clase real —reforzada por una legislaci iva del derecho sin- ‘dical— favorecia, en periodo de reflujo, la cap: tacién electoral de una gran masa de marginales, con coneciencia de clase todavia amorfa o em- ‘ionaria, por las direcciones burguesas (por el centrismo de Alessandri, en los aiios 20, 0 el populismo autoritario a la Perén del segundo Ibaiiez, en los afios 50). Por iltimo, la ascen- sién de la clase obrera se efecttia en el mismo tiempo que le de las capas asalariadas medias, a partir de 1930, de tal manera que la alianza de clases implicada por la estrategia del Frente Popular, por lo demés inevitable, entremezcla y mitiga los intereses proletarios con los de la pe- queiia burguesia, a menudo en heneficio de la segunda. Tales son los principales factores de orden histérico, gracias a los cuales el cuadro hezeménico ha podido amortiguar el impacto y la fuerza de ruptura de un movimiento obrero tan poderoso. Muchos observadores se sorpren. den, al llegar a Chile, provenientes de otros pat ses latinoamericanos, del grado de_politiza de la clase obrera y de todo el pueblo en gene- ral. El hecho es real, pero no puede hacer olvi- dar que esa conciencia social histéricamente se ha expresado y canalizado en las formas de la dominacién politica burguesa — y notablemente en sus mecanismos y sus funciones representa- tivas. Las luchas electorales, como los debates par lamentarios, las rivalidades de los partidos cons- lituyen asi el punto de encuentro de los dos po- los antagonistas. El centro de gravedad de la lucha de clases es traspuesto y desplazado al nivel de Ia accién presidencial y_parlamentaria, en el cuadro juridico politico existente, desacti- vando y sublimando la accién directa de las fuerzas obreras. Que las divergencias o conflic tos se resuelvan o no, hay un acuerdo de hecho sobre el lugar del enfrentamiento: el terreno le- gal, delimitado por la Con: ny las c tumbres, de la lucha politica en la cumbre. Es en este lugar ascéplico, ideal, alejado de las lu- chas cotidianas, que vienen a concentrarse, a depurarse y a refractarse los intereses de las cla- ses antagonistas, La “politica” es lo que pasa en Ja Presidencia, en el Senado, en la Intendencia, en los Concejos Municipales, son las discusiones y los procedimientos de las asambleas. Todo el mundo hace pues “politica” on el momento de las elecciones presidenciales, parlamentarias y municipales (tasa de abstencién débil) pero la politica es asunto de los politicos todo el resto ‘lel tiempo. Los procedimientos parlamentarios hacen maravillas para avalar los golpes, amorti guar los choques. Se le ve incluso hoy en que la oposicién burguesa no le sobra toda su ex- LA ELECCION PRESIDENCIA} periencia ancestral en el arte de la fagocitosis (lo que se podria Hamar: la destruccién por asimilaciOn del cuerpo extrafio) para desviar el impacto de los proyectos de ley propuestos a la aprobacién del Parlamento por el Gobierno Po- pular. La burguesfa no dice no en principio a los proyectos de nacionalizacién de las compa- fiias norteamericanas del cobre 0 de formacién de los tribunales populares a escala local: la oposicién de derecha acepta la discusién en co- misién del proyecto de ley, su inspiracion_ge- neral, pero alli mediante observaciones de deta- Hes y con indicaciones en las discusiones plena- ogra suavizar insensiblemente las aristas ladas, pero sin egar a exponer el. flanc aun ataque frontal de las fuerzas populares, F: al, lo habitual es que los choques, los con- flictos de clase en el plano de las Iuchas cot dianas, sigan insolubles en tanto que la desig- nacién de una _comisién parlamentaria no ha ido decidida. La salida del enfrentamiento se encuentra suspendida hasta la aplicacién del re- glamento o de la disposicién correspondiente, el enfrentamiento mismo se convierte a la postre en discusién juridica o en negociacién de pasillo a propésito de un texto legislative. La violencia represiva, si es necesario, hace correr la tinta antes que la sangre. Pasa primero por el papel impreso del Diario Oficial de donde ella salta a Una sorpresa para Ia oligarquia y el imperialismo. la vida de todos Jos dias. “El Trujillo de nosotros iempre ha sido la ley”, dice Pablo Neruda, y con razén. Sin duda esta dictadura legal ha podido ser mellada accidentalmente (por frac- ura, luego de la Repiblica Socialista de los cien dias en 1932) © recortada sobre los bordes (por los costados, Iuego de una coalicién popular victoriosa, en 1938 0 en 46) ; sin duda ha podido ser infiltrada, en pleno régimen capitalista, por una legislacién social avanzada, sancionando 0 ituyendo numerosas conquistas obreras: en 1925, por ejemplo, después de 3 aiios de discu- el Senado termind por aprobar un Cédigo del Trabajo notable para la época, al igual que tuna serie de leyes sobre la jornada de 8 horas, los contratos, los accidentes del trabajo y el de- echo sindical. Pero eso no es mas que el “mo. lido” del billete, la contrapartida de la aliena. cidn histériea que aseguran a la perfeceién las instituciones lamadas representatives de “sobe- rania popular”, Se comprende entonces porqué la “carrera” politica, honorable para los representantes de la gran burguesia ha podido serlo también para los representantes de la clase obrera. No se trata alli de una degeneracién histérica sino de un estado de hecho que marca al movimiento obre- ro desde sus origenes. Casi todas las figuras di- rigentes de los partidos obreros lo han sido 15 Prélogo: también del Parlamento burgués. De alli ha na- ido un estilo de accién, una forma de espiritu, un cierto tipo de elocuencia (en general, el lider es el tribuno) que tendrian de qué sorprender a_un leninismo ortodoxo, que jamés ha testimo- jiado como se sabe, incluso si juzga necesario utilizar todas las tribunas que pongan a dispo- sicién de los trabajadores las libertades bur- guesas, una ternura excesiva por lo que se lla- maba antes “el cretinismo parlamentario”. Tal es sin embargo el terreno, en todas las otras par- tes estéril, que ha sabido utilizar, que ha debido fertilizar hasta hoy, la inteligencia politica de las fuerzas populares chilenas. Enfocados de esta manera, ciertos aconteci- mientos, ciertas anécdotas sorprenden mucho menos. Es asi como Luis Emilio Recabarren (1876-1925), primer animador del sindicalismo revolucionarioy fundador del Partido Comu- nista, figura heroica si la hubo del movimiento popular, clegido dos veces diputado por Anto- fagasta e invalidado por un Congreso oligét- quico por agitador y ateo, luché obstinadamente para hacer cambiar a sus “muy honorables” co- legas su decision y forzar las puertas de la C. mara de Diputados. En 1920 volvié de Moscit donde habia ido como delegado al Cuarto Con- greso de la Internacional para reasumir su man- dato parlamentario. En 1906, luego de eu pri- mera invalidacién, denuncié con fuerza el ca- récter de clase del Parlamento oligarquico pero no puso jamés en duda la legitimidad o la utili- dad de la institucién misma, “No es que nosotros traigamos aqui esta di- vision de clases para acentuarla en la Camara, dijo entonces; es la Camara la que marca esta divisién cuando al pobre, por el solo hecho‘ de ser pobre, se le sefiala la puerta. Puede ser que me equivoque; pero tengo el presentimiento que no se hara justicia a mi causa. Ojala estuviera en un error, porque sila Camara se inspirara en estricta justicia al fallar esta eleccién, tenderia con ese solo hecho un puente salvador entre los que nosotros Mamaremos los oprimidos y los que constituyen una clase aparte y que nosotros nos atreveremos a calificar de opresores... Yo no quiero ver confundirse en un abismo de san- gre a los hermanos de una misma nacién, pero si eso llegara a suceder no seriamos nosotros los culpables”. Tomar la iniciativa en materia de accién directa no es una hipétesis plausible, ni aun legitima en Chile. “Por la Razén o la Fuer- 2a” reza la divisa del escudo nacional; la fuerza, recurso desesperado, no puede mas que suplir a las flaquezas de la razin. “Es el pueblo que me ha elegido el que tendr que convencerse que aqui, pasando sobre la Constitucion y las Leyes, se ha violado su voluntad claramente expresada Cuando Recabarren reclamaba asi la aplicacién 16 de la Ley se entregaba tal vez menos a una ma- niobra tactica —cazar al adversario en sus pro- pias redes— que a expresar una fe nostilgica en el reino auténtico del derecho, su conviccién fntima de tener a su favor el buen sentido y la justicia. Mas tarde, el partido chileno en un periodo de repliegue y de sectarismo, continua ré reivindicando como suyo a Recabarren pero tratard de superar su herencia ideolégica. En 1933, el Buré Sudamericano de la Internacional le envié una carta publica sobre este particular, insistiendo en la necesidad de liberarse “del las- tue ideoligico de Recabarren, que forma un obs- taculo muy serio ideolégico, politico y organico para la penetracién por el PC del marxismo le- ninismo, para su transformacion en verdadero partido de combate del proletariado.” Y la carta ile: “sin disminuir los grandes méritos ad- quiridos por Recabarren en el movimiento obre- ro chileno, sin olvidar que su honestidad y sin- ceridad revolucionaria lo condujeron hasta las filas de la LC. es preciso tener bien en cuenta que su ideologia y politica no fueron més lejos que las de la “democracia burguesa”. Sus rei- vindicaciones democriticas, su fe en el sufragio universal, su patriotismo burgués, la fundacién de nuestro partido como partido de tipo soc reformista, por su estructura y su formacién como una “federacion” de organizaciones con fines puraraente electorales, su. desconocimiento e incomprension absoluta de la revolucién obre- ro-campesina Como una etapa dictada por todo el desarrollo, su planteamiento abstracto de “re- volucién social” como un ideal remoto y, en fin, su colaboracién con la burguesia explicada como una politica “real”, todo este bagaje ideolégico legado por Recabarren le ha pesado mucho al PC chileno en su desarrollo...”. Cualquiera que sea Ia justeza tedrica de Ia critica, es evidente que las consignas de “bolchevizacién de los PC” lanzadas en el curso del “tercer perfodo de la 1.C.” no tuvieron en Chile ningin éxito, condu- ciendo al partido a un aislamiento prolongado y estéril y del cual no podra salir sino hasta el vuelco de las alianzas y de la linea que repre- sent6 el Frente Popular. Esta breve mirada atras era tal vez necesa- ia para poder introducirse en el momento ac- tual chileno. En efecto, de este desarrollo com- binado, anico en América latina, de las formas politicas de la democracia burguesa y de un amplio movimiento social proletario y mante- nido a pesar de todo hasta ahora, el gobierno popular nacido el 4 de noviembre de 1970 es la expresién y el producto historico, Mejor to- davia: de esta combinacién inserita en Ia dia- etic misma de la historia chilena, el compa- ero Presidente, Salvador Allende, es él mismo el ejemplo viviente y como su encarnacién: -Prélogo doctor” y “compafero”; masén y marxista; expresidente del Senado de la Republica y mi- litante socialista sin tacha; de formacién_bur- guesa y de conviecién revolucionaria; enraizado en la realidad provincial de su pais (més to- davia que en la capital) ¢ internacionalista consecuente; él es efectivamente como le gusta decirlo, “criollo”, chileno hasta la médula, Y i no fuera este condensado de historia chilena, con todos sus contrastes a veces desconcertan- tes, él no habria estado ciertamente en condi- EL 4 de septiembre de 1970 por la tarde, sin poder atin creerlo, la clase dominante y el im- perialismo descubren que acaban de sufrir un revés capital. De hecho, el resultado electoral no ¢s sino otro episodio de un fenémeno mucho més vasto: la crisis general del sistema capita- lista dependiente y de su expresién, el. sistema de dominacion politica. La incapacidad cre- ciente de los grupos dominantes para mantener a fachada de legitimidad, para formalizar los tradicionales compromisos de interés, la acu- mulacién en los centros urbanos de una fuerza de trabajo, sin trabajo y sin calificacién, que la produccién industrial no puede absorber; la desnacionalizacién progresiva de la economia y del Estado mismo. la inflacién continua, la ce- santia, la escasez de vivienda generalizada, la accién directa de los campesinos pobres en los campos, el impulso revolucionario. de la juven- tud universitaria, el impacto de las luchas de liberacién en los paises vecinos, el rechazo de las masas, puestas en movimiento por los pro- gtamas de “promocién popular”, a dejarse ma- nipular por los promotores gubernamentales; desembocan en un reenjuiciamiento a todos los niveles del cuadro hegeménico liberal, cuyas arietas hacen aparecer cada ver mis y mis su armaz6n autoritaria y vertical. El status-quo esti ya sin aliento y. a pesar de la formidable campaiia sicolégica de la derecha, con recursos finaneieros inauditos y la casi totalidad de los grandes medios de comunicacién a su disposi- Sn, los dos tercios del electorado expresan la necesidad de reemplazarla, de entrar en una via revolucionaria “personalista y comunitaria” para los demécratacristianos, “popular y socia- lista” para la izquierda. El candidato demécrata- cristiano sefiala en su programa, y no cesa de repetirlo en su. campafia, “el agotamiento del viejo sistema institucional y de la economia capitalista y neocapitalista, incapaz de producir riquezas, ofrecer trabajo y asegurar la inde- pendencia de la nacién. El mantenimiento del orden establecido es imposible. El cambio ine: ciones de reunir en torno a su nombre la pri- mera mayoria en las elecciones presidenciales y de jugar este rol determinante que es el suyo en la hora presente. No es por un azar que Salvador Allende haya sido amado por sus atriotas como Jefe de Estado y de un go- erno legalmente constituido para lanzar un puente entze la sociedad del pasado y la socie- dad del futuro, por encima, y en alguna medida con la ayuda de las contradicciones de Ia so- iedad presente Mit titucional no sélo es inevitable, sino deseable”. Por programaticas 0 demagégicas que ellas ean, estas afirmaciones no reflejan mas que un nivel de conciencia mayoritario en el pais. Por su parte. la UP y su candidate conducen la campaiia electoral sin estridencias abusivas, pero tampoco sin plegar su bandera para me- térsela en el bolsillo, distinguiéndose asi neta- mente de la campafia de 1964, conducida a la defensive, de una manera bastante electoralista, mediante una cierta baja de combatividad re- volucionaria de las masas populares. En 1970, la campaiia y la vietoria electoral tuvieron co- mo marco en el campo tomas de fundos y la invasién de las tierras desocupadas por los sin- dicatos campesinos y en la periferia de las gran- des ciudades la ocupacién por la fuerza de te- rrenos sin construir, la constitucién de grupos de autodefensa o de organizaciones comunita- rias auténomas en las poblaciones callampas, las expropiaciones de hancos por algunos co- mandos revolucionarios que pasan progresiva- mente ala accién directa, el auge de las huelgas y luchas reivindicativas, una represion policial generalizada que no se detiene ante la tortura © ante el empleo de armas de fuego. Para mu- ches era la eleceién de la altima chance. Una victoria electoral de la derecha autoritaria, por muy mal oblenida que hubiera sido, no habria hecho mis que exacerbar las contradicciones hasta el punto de ruptura y liberar un proceso irreversible de lucha revolucionaria armada, desde ese momento convertido en proceso ine- luctable. Es entonces que interviene uno de esos accidentes aparentemente irracionales de la His- toria 4 que le sirven de ingredientes: la clase dominante se da el lujo costoso, como se ha dicho ya, de exhibir a la liz del dia sus con- tradicciones y sus dramas ideoldgicos dejando subsistir, al lado del representante del Orden, la Ley y Ja Paz en el hogar, a un vocero con: vencido de la via no-capitalista de desarrollo y de Ia sociedad comunitaria, nutrido en_encicli- cas de Juan XXTH, en Maritain y en Emanuel nv Prélo; Mounier. al dia en el resto del pensamiento contemporaneo, Son esta brecha abierta, la fortaleza dejaba de ser inexpugnable, una incursion al interior de los muros era ahora posible. “Si Paris bien valia una misa, una campaiia electoral no era precio excesivo para elevarse a las alturas do- minantes del poder del Estado y poner pie so- bre algunas posiciones estratégicas a partir de las cuales continuar el combate en las mejores condiciones. El fracaso relativo de la zafra cu: hana —esa de los 10 millones— habia apor tado un arma terrible a la propaganda contra- ria, Poco antes del desenlace, Fidel Castro com- prometido muy a su pesar en la batalla en cur- so. puiso las cosas en su lugar en una impor- tante entrevista televisada y pasando a la con traofensiva, manifests su opinién de que esas circunstancias particulares la participacin en la campafia electoral era necesaria y Ia v toria plausible. Lo que no constituia sino una lectura yealista de la coyuntura chilena. En los cincuenta dias “més largos” que si- guieron al 4 de septiembre, la contrarrevolueién nacional y extranjera, como lo explica més adelante el Presidente Allende, juega en todos los tableros y a todos los niveles; sabotaje eco- némico, panico financiero organizado, terroris- mo. asesinato individual, maniobras y negocia- cién politica, asesinato selective y preparacién del _golpe de Estado. El lapso es breve; no se cambian decenios de historia en dos meses, no se improvisan de un dia para otro golpistas o terroristas, La gran burguesia y una buena par- te del mando militar, tomadas de sorpresa, en: loquecen. a pesar de la ayuda de la CIA, y ocurre cl terrible paso en falso de la ejecucion del Comandante en Jefe del Ejército, el General Schneider. Finalmente, la fuerza de las buenas costumbres y el peso de la juridicidad normal se revelan més fuertes que las voluntades y: los intereses de la burguesia monopolista. De bu © mal grado, el gobierno de entonces juega ofi- mente el juego “democratico” en el cual se encuentra, por asi decirlo, prisionero. ;Acaso no han escogido de los dos males el menor? éNo estaban conscientes de que una téctica de rechazo habria desencadenado una guerra civil Y provocaria, esta vez con seguridad y cualqui ra que fuera el desenlace, el estallido del cuadro institucional y de los mecanismos estatales de conciliacién? ;No era acaso porque el partido en el poder, con su candidato todavia en la palestra que personalmente habia Hamado a Ja revolucion antimperialista y anticapitalista, no podia sin renegar —-o sin desenmascararse- jugar a fondo y claramente In carta de la con- trarrevolucién? Como quiera que sea, el paseo al borde del precipicio termina provisoriamente bien, puesto que el 24 de octubre de 1970 me. 18 diante la firma por la Unidad Popular de un “Estatuto de Garantias Demoeriticas” el Con greso en sesién plenaria confirma la decisién de las urnas y el Presidente Allende puede en- trar en funciones 4 de noviembre de 1970. Criticada por ciertos camaradas como inttil vy peligrosa (MIR, Juventud del Partido Socia lista}, aprobada por la casi totalidad de la UP como inevitable y sin incidencia mayor sobre la proyectada movilizacién politica de las ma- sas, la firma de este Estatuto de Garantias, in- corporado a la Constitucién en vista a asegurar la permanencia de los principios de organiza- cién de la democracia liberal —permanencia que no pone de partida en tela de juicio la UP en la presente etapa— representa con toda evi- dencia un compron ctico, Fs gracias a ese documento que la izquierda cristiana, entonces representada por Radomiro Tomic, pudo neu- tralizar a la derecha del partido en el poder y desbaratar asi las maniobras de un aparato gubernamental més que reticente, forzado a pronunciarse entonces por una alianza de he. cho con la I2quierda Popular. Pero, se dird, y no solamente a propésito de este compromiso. porque hubo y habra otros de la mi cie, zquién finalmente neutralizé a quién? {quien amarré las manos a quién? Cuando se tuiliza el sistema juridico del Estado. burgués jno se esta en los hechos siendo simultanea- mente utilizado por é? Esto no es ain mis que una pregunta y se vera con qué decidido optimismo responde a ella el compafiero Alle dde en esta entrevista, dedicada explicitamente a la publicacion, in duda, una apreciacidn pero ella no quiere ser una critica irresponsable: el militante que escribe estas Ii. neas en calidad de observador extranjero re- cuerda haber leido algin capitulo de la Enjer- medad injantil del comunismo a propésito de los compromisos y no comparte la opinion de aquellos que los tienen en general por inadmisi- bles, independientemente de la correlacién de fuerzas y de las condiciones particulares que prevalecen en un momento dado; y tampoco es de la idea de aquellos que juzzan, cualquiera que sean las circunstancias y el pais, indigno de un revolucionario de participar en las elec: Ciones, y més alin sospechoso el ganarlas, ‘Tales la ambigiiedad chilena, inevitable en la etapa actual, quizés transitoria, Se en- cuentra aqui eristalizado y puesto de relieve en una coyuntura erucial, el condicionamiento re- ciproco de los térmirtos de la contradiccién en la cual desemboca la larga coexistencia de I institueiones democrtico-burguesas y del mov’ miento popular en ascenso. Cada uno de los términos en presencia, acuiiado uno en el otro. juega a la vez como limitacién y castigo el uno del otro. El Estado burgués se ha encon: trado preso en la trampa de su discurso ideo: légico: Soherania popular —expresada en los sufragios libremente emitidos en secreto por todos los ciudadanos que sepan leer y escri- bir— culto de la majestad de la ley, respeto lel Orden Constitucional establecido hasta. por los militares més reaccionarios, garantias indi- viduales, divisién de los poderes: conjunto de armas que se le escapa de las manos y viene como un boomerang a golpear a la clase do- minante, Se puede ver algo mis que una con- ducta individual de hipocresia en el hecho, por ejemplo, que las cabezas del complot antipopu- lar hayan sido igualmente las responsables del mantenimiento del Orden y de la Ley, inclusive los responsables directos de la investigacién so- bre el complot, tal como el General Valenzuela, Jefe de la Guarnicién de Santiago y encargado de hacer respetar el estado de sitio proclamado en Santiago a la mafiana siguiente del asesinato del Comandante en Jefe del Ejército, quien es- taba directamente implicado, asi como tres je- fes de alto rango. En este increible embrollo donde el ladrén jugaba al gendarme ¢ incluso actuaba como tal, donde el terrorista clamaba por el orden y la tranquilidad piblica y el golpista por el res peto a la autoridad civil, se puede leer el home- naje rendido por el vicio a la virtud, por el instinto de clase burgués a la ideologia bur- xuesa, por el impulso inconseiente de una clase acorralada a las censuras incorporadas a la lar- ga al “yo colectivo” de la clase. Un doble juezo, el del jugador atrapado en las reglas ‘de su juego: aquellas que @ mismo habia dictado. Pero —con una carambola diferida y tal vez todavia desconocida— tropezando en su propia trampa, la Democracia Burguesa no cayé alli la, arrastré consigo a su antagonista. No. lo porque puede reclamar al vencedor prov sorio que le pague en la misma moneda, por- que puede erguirse como el acreedor frente a su deudor, sino mas sutilmente por un efecto de impregnacién y de inhibicién ideolégica que afecta desde el interior al movimiento popular ¥ a sus responsables politicos, Lo que se levan- del camino, no es va Ia IV Desde noviembre del 70 hasta hoy, febrero del 71, el gobierno popular no estuvo ausente. En cl espacio de tres meses, mientras en numero- sos puntos del territorio, obreros agricolas y trabajadores tomaban libremente Ia iniciativa, € mismo pasaba a la ofensiva en diferentes frentes: econémico, social y diplomitico. A la maiana siguiente del traspaso de pode- Prélogo Democracia Burguesa en persona, en carne y hueso, sino algo peor: su espectro y su obse- sion, Esta fuera de dudas que los métodos em- pleados, la via emprendida, han probado en Chile hasta el momento, su eficacia téctica, i el principio leninista de la jad de utilizar hasta el fin Jos instru- tos limitados puestos a disposicién de las masas explotadas por las repiblicas democré- ticas burzuesas. Queda por saber en qué me- dida el desarrollo ulterior de la lucha de cla- ses, la libre expresin de la inieiativa de las masas, la ofensiva proletaria no se encuentran hipotecados en el origen, castrados en el naci- miento Lo que ha permitido la victoria electoral es también lo que esta frenando su transformacién en victoria a secas. zLo que ha permitido el acceso al gobierno, acaso no sera lo que prohibe 0 al poder? ZAcaso las condiciones de del proceso no son también las condi- ones de su bloqueo? Tales son, brevemente condensadas, algunas de las preguntas de orden estratégico que se plantean ya numerosos mi- litantes y dirigentes de los movimientos de la UP. A su manera, realista y circunspecta, el Presidente Allende se las plantea también y esta previsién es de buen augurio, De todas mane- ras, las adquisiciones conquistadas hasta ahora son considerables, los intereses inmediatos de las masas trabajadoras han podido en gran me- dida satisfacerse 0 consolidarse, las tareas del momento son de otro orden y seria insensato impugnar el valor de la actual marcha en ade- lante bajo el pretexto de que nadie puede, a fin de cuentas, todavia decir dénde ella termi- nara, Pero asi como no hay buena tactica sin buena estrategia ni practica revolucionaria sin teoria revolucionaria, se puede tener estos plan- teamientos por movilizadores. Llamados a la Vigilancia que no tienen la oportunidad de ser escuchados —todo el mundo Io sabe— a menos que aquellos que los formulan no olviden a su ver, que no hay buena estrategia revolucionaria sin buena tictica ni teoria sin préectica adap- tada a las condiciones realmente existentes. res, la gran burguesia, por boca de “El Mer- curio” resolvi6 resignarse. a lo inevitable. Aban- donando una parte para no perderlo todo, de- claraha suscribirse a todas las “medidas de jus- ticia social” y se dio mafia durante un mes, mezclando la adulacién con la amenaza, para separar a Allende de los partidos obreros por- que “un Presidente de la Repiblica no puede 19 Prélogo: ser sectario”, es decir, porque un socialista en el poder tiene Ja obligacién de olvidarse de su condicion de socialista. Mal les fue. dente se reveld como el EL compaiiero Pre inés “irrecuperable” de todos, inflexible en la ejecucién del programa, inyectando al_ movi miento popular dinamismo y audacia, pivote de sus diversos componentes y motor del con- junto. A fin de aio ofrecié al pais un regalo de Navidad inesperado: la estatizacin de los hancos por encima del Congreso, mediante la compra de sus acciones a los pequefios accio- uistas, Esta medida aparentemente anodina re viste una importancia capital para Chile puesto que ella golpea en su fuente, rio arriba, la po- tenia economica de la burguesia monopolista, quitindole su poder de arbitraje en materia de créditos _y de préstamos, privindola a largo plazo de su control sobre los medios de pro: duecién, de litie formacion y de propaganda po- Esto signifies la ruptura del armisticio ienzo de las hostilidades abiertas: uni amados piiblicos a la subver movilizacién y acosamiento al Ejecutive de todos los poderes en manos de Ia burguesia (Legislative, Judicial, capas medias de a ad- ministracién, ‘sin hablar evidentemente de las grandes cadenas de periddicos), absolucién mediata de los sediciosos politicos. inculpados por los tribunales ordinarios pero absueltos por la Gorte Suprema, resistencia armada de los latifundistas afectados por la reforma agraria © por Ja ocupacién ilegal de sus tierras, aten ‘tados y proyectos de atentados, sin mencionar los preparativos de golpe de Estado planeados conjuntamente con el extranjero y que por de- finicién se mantienen en la clandestinidad. La conspiracién tampoco se encuentra ausente. Este ritmo dado a la accién gubernamental ‘sorpresay rapidez son por lo demas una ne- cesidad politica y téenica en materia de nacio- nalizaciones) casi tomé desprevenidas a las masas populares, que se encontraban_peligro- samente a la zaza de su gobierno. Este avance, pido al principio, no hubiera sido posible st el aparato de Estado que heredaban el Presi- dente Allende y la Unidad Popular no se hu: biera mostrado mas manejable que lo previsto. Es un corset, por supuesto, pero asombrosa- mente eldstice y hasta ciesto punto extensible. Habia fisuras en la armazén juridico-politica existente, que daban al nuevo gobierno una la- titud de interpretacién de Tos textos, un mar: gen de libertad de accién que supo utilizar sin demora. En efecto. la corta Repiblica Socia- lista de 1932, habia tenido tiempo de promu sar cierlas leyes en el campo econémico y fi hanciero que nunea fueron aplicadas. porque los regimenes siguientes lisa y Hanamente las sin. 20 habian olvidado, ignorado y puesto de lado, EI gobierno las saco de un olvido tan profundo que las mejores oficinas de abogados al servi. cio de los grandes intereses industriales demo- raron varios dias antes de comprender Io que psa en virtud de qué disposicién legal se podia expropiar los negocios y las fé- bricas existentes. Se trata en realidad de un antiguo decretoey de inspiracién abiertamente sta que autoriza, a través de un orga- nismo del Estado, la intervencién del poder central en todaslas industrias productoras de articulos de primera necesidad que infringen normas de fun miento, libremente por la autoridad administrativa. El arsenal le- rislative pudo de esta manera ser volteado, hasta cierto punto. contra los antiguos legisla dores. Asimismo la presencia de un cierto mi. mero de organismos estatales o semiestatales tradicionales. —herencia del eapitalismo de Es- tado— previamente desempolvados y_ puestos en marcha, permitié un comienzo de control y de planificacién econémica. Por dltimo es siempre posible reformar la Constitucién, in. clusive cambiar de Constitucién respetndola. mediante un plebiscito propuesto por el Presi- dente al pueblo soberano, procedimiento ex- cepeional que no ha sido utilizado desde hace cuarenta altos. Ningiin problema fundamental se resuelve asi, el problema fundamental de una revolu- nn, como se sabe, es aquel del poder. El De- recho Constitucional tiene sus limites. El plazo verdadero es silo diferide. Por el momento, el aparato de Estado existente no responde eviden- temente —o muy pareialmente— al control popular. De ahi la aparicién de una nueva es pecie de doble poder en el geno y en los dife- rentes niveles de poder pol Fsa_ falta de control, es obvio, ereaba una particularmente delicada en Ik alafie alos aparatos de seguridad polit ompafiero Allende y su equipo han tomado la iniciativa en cuanto a la seguridad personal del Ejecutivo, constituyendo desde el 5 de septiembre en la mafiana su propio grupo de proteccién, piblico pero sin existencia off cial, compuesto de militantes revolucionarios experimentados, ajenos a la “izquierda tradi cional”, alsunos de los cuales se encontraban atin en ese momento en la ilegalidad 0 con pro- cesos legales pendientes por sus actividades mi- litantes. Frente a los peligros evidentes a los cuales el Presidente efecto se encontraba ex puesto y a la careneia invitante de los orga nismos de seguridad gubernamentales. ésa era tuna necesidad imperiosa. Los voceros de la derecha, con su consal fariseismo, alegando “las tradiciones chilenas de convivencia pacifiea”. fingen asombro e in- Prélogo a LA MASACRE DE PUERTO MONTT ensangrenté a Ia Democracia Cristiana, dignacién, provocan, pero sin éxito, campatias de prensa. El descaro de los sectores. reaccio narios, que con una mano preparan directa 0 indirectamente una serie de atentados contra la vida del Presidente y protestan con la otra contra las medidas de seguridad que éste ilti- mo se ve obligado a adoptar, es demasiado hurdo para pasar inadvertido. Vale la pena se jialar que el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) ha puesto también a_ disposi cién del gobierno popular y del compafiero Pre. sidente —quien le ha rendido piblico home- naje— su propio aparato de inteligencia, nota hhlemente eficiente puesto que contribuyé a descubrir y al mismo tiempo preve diversas operaciones subversivas de la reaccion, conducidas con la ayuda del extranjero. Debe arse que si bi lan de asesinato del ante en Jefe del Ejéreito no pudo ser etectado a tiempo, al menos los preparativos ‘lel golpe de Estado habian sido pablicamente denunciados, en base a pruebas y evidencias, yor el MIR en los dias posteriores al 4 de eptiembre Tactico

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