Da capo
La ilusién y la «illusioy
Dat la sensaciéa de realidad consiste en conseguir la
ilusién completa de la realidad, siguiendo la légica co-
rriente de los hechos, y no en transeribitios servilmente
en su sucesién sin orden ni concierto. T
duzco que los Realistas de talento deberian mis bien
lamarse ilusionistas [..] Con lo que cada cual sencilla-
n del mundo, ilusion poétic
Jo que de
mente se hace un
, alegre, melancélice, sucia 0 ligubre segiin
sa naturalezs, Y la Unica misién del eseritor consiste en
ceptodueir fielmente esta ilusién
imientos de arte que ha apeendido y de los que puede
dispones,
on todos los procedi
Guy DE MAUPASSANTAst pues hay que admitir que el anilisis historico es lo que
permite comprender las condiciones de la «comprensin», apro-
piacién simbélica, real o ficticia, de un objeto simbélico que
puede ir parejo a esa forma particular de goce que llamamos esté
tico, ¥ ello sin convertir ef conocimiento de la verdad historica
en la condicién y la medida del placer estético (lo que equival-
drfa a condenar los goces literatios 0 artisticos que, como en Ia
leyenda de Anfitrién, son feuto del malentendido).
El «detmonts
misma como fingida y ficticia, como la ficeién literaria (por lo
menos cuando ha aleanzado la conciencia de s{), 0 que, como ob-
serva Searle, se tome en serio lo que dice y acepte responder de
ello, por lo tanto, si se da el caso, ser culpalbe de error, como la
cidn cientifica~ lleva a descubrit, con Mallarmé, que el funda
mento de la creencia (y del deleite que, en el caso de la ficcién li-
teraria, proporciona) reside en la illusio, en Ia adhesién al juego
como tal, en la aceptacién del presupuesto fandamental de que,
literatio o cientifico, vale la pena jugar el juego, tomarlo en serio.
La illusio literaria, esa adhesién originaria al juego literario que
fandamenta la creencia en la importancia y en el interés de las
ficciones literarias, es Ia condicidn, casi siempre desapercibida,
del placer estético que siempre es, en parte, placer de jugar el
juego, de participar en la fiecién, de estar en acuerdo total con
los presupuestos del juego; la condicién también de la ilduso lite-
raria y del efecto de ereencia (mis que wefecto de realidads) que
cl texto puede producir.
impto de la ficeidns —que se plantee a si
483Para comprender este efecto de creencia en si, diferencién-
dolo del que también produce el texto cientifico, siguiendo aqui
el andlisis de la obra de Faulkner, hay que destacar que se basa
en cl acuerdo entre los presupuestos 0, con mayor precisién, en
los esquemas de construceién que el nazrado: y el lector (o, en cl
caso analizado por Baxandall, el pintor y el espectador) involu
eran en Ia produccién y en la recepcién de la obra y que, por
compartidos, sirven para construir el mundo del sentido comin
(Al ser el acuerdo mas o menos universal sobre estas estructuras,
cspaciales y temporales en particular, el fundamento de la illusio
fundamental, la creencia en Ia realidad del mundo)
Flaubert prolonga, profundizindolas, la interrogacién de Ma-
llarmé sobre los fundamentos de la creencia que cabe llamar es-
coldstica, puesto que esta vinculada a la existencia de campos
gue comparten el suponer la skholé, y la interrogacién de Faulk-
ner sobre los fundamentos de la creencia en lo que expresa el
texto, ¥ ello en unas ficciones que utilizan el efecto de ercencia
para plantear Ia cuestién de los fundamentos del efecto de creen-
cia. No se da por satisfecho con sacar a escena a personajes que,
como Frédéric 0 Mme Arnoux, viven literariamente una aven.
tra literaria, el mito de una gean pasién imposible, que Tlevan la
crcencia en la literatura, es decir en Ia ficcién, en lo irreal, hasta
vivir realmente los tépicos mas trillados de la ficcién, como el
mito de la pureza amorosa (ame parece que 0s veo cuando leo
los fragmentos de amor en los libros»). Vincula esta propensién a
tomar en serio las ilusiones del arte y del amor y a enffentarse a
la realidad inicamente a través de una anticipacién literaria con-
denada al desencanto a una especie de patologia de Ia exeencia
primordial en la realidad de los juegos sociales, a una incapaci
dad para entrar en la illusio como ilusién de realidad colectiv:
‘mente compartida y aprobada. Asocia explicitamente esta incli-
nacién irresistible a huis en la ficcién, que comparte con
Frédéric, y que cfectia activamente a través de la escritura de
una obra en la que la objetiva, a una especie de impotencia de
tomarse en serio los juegos de sociedad mis reales, el mundo de!
seatido comtin, de Ia experiencia déxica del mundo comin que
proporciona una socializaeién realizada con éxito, es decir capaz
de garantizar la incorporacién de las estructusas compartidas quc
434,
fandamentan lo que Durkheim lama el «conformismo légico», y,
1 través de ello, el consenso sobre el sentido del mundo.
Resumiendo, al ir y volver incansablemente, de Madame Bo-
vary a Bouvard et Pécuchet, pasando por La educacién sentimen:
tal, a unos personajes que viven la vida como una novela porque
se toman la ficcién demasiado en serio a falta de poder tomarse
cn setio la realidad y que cometen un «error de categorian, abso-
lutamente similar al del novelista realista y al de su lector, Flau-
bert recuerda que la propensin a conceder Ia realidad a las fic-
ciones (hasta el punto de pretender conformar la realidad de la
cexistencia a las ficciones, como don Quijote, Emma 0 Frédéric)
tal vez se fundamente en una especie de desapego, de indiferen-
cia, una variante pasiva de la ataraxia estoica, que impulsa a ver
la realidad como ilusién y a percibir Ia illusfo en su verdad de
cilusién bien fundamentada», recuperando Ia expresion que em-
pleaba Durkheim a propésito de la religién.
‘Tomarse en serio la ilusién literaria significa de hecho en
llusto reservada 2 los happy
feentar una illusio contra otra, una
‘few, Ia illusio literaria, creencia de sabios, privilegio de los que
‘viven de la literatura y que pueden, mediante la escritura, vivir
la vida como una aventura literaria, ca contea de la illusio més
comin y mas universalmente compartida, Ia illusto del sentido
comin. Sancho representa para don Quijote lo que la criada tra-
cia para Tales, un recordatorio permanente de la realidad de!
mundo del sentido comin, del mundo comiin, mas o menos uni-
versalmente compartido, a diferencia de los mundos especiales,
microcosmos fundamentados, como el universo de Ia literatura 0
la ciencia, sobre una ruptura con el sentido comin, con la adhe-
sin déxica al mundo corriente
Pero Flaubert lleva a cabo esta labor de andlisis de las formas
de la ilusién y de las formas de la illus, y de sus relaciones, me-
diante un modo de expresién propiamente literario, facilitando
con ello la ocasién de percibir la diferencia entre la expresién li-
teraria y la expresién cientifica. Si plantea el problema de la fic-
cin de la realidad y de la realidad como fiecién, lo hace en una
ficcién que, sin duda més que ninguna, es propia para producit
la ilusi6n de la realidad. Y ello porque, como Faulkner, utiliza
las estructuras més profundas del mundo social que son al mismo
485tiempo las estructuras mentales que el lector involucra en su lec
tura y que, al ser fruto de la incorporacién de la estructuras del
mundo real, estin en armonia con ese mundo y son propias para
fandamentar la creencia més completa en la ficcién que las
evoca, como fundamentan la ereencia de la experiencia corriente
del mundo, Pero estas estructuras no resultan despejadas como
tales, como en el anilisis cientifico: habitan una historia en la
que se realizan y se ocultan a la vez, La expresién literaria, como
Ja expresisn cientifica, se basa en unos cédigos convencionales,
tunos presupuestos fundamentados socialmente, unos esquemas
clasificatorios histéricamente constituidos, como la oposicién en:
tre el arte y el dinero, que organiza toda la composicién de La
educacion sentimental y Ia lectura de esta obra. Pero s6lo desvela
estas estructuras y las preguntas que plantea respecto a elas,
como las que acabo de examinar, en unas historias concretas,
tunas ejemplificaciones singulares, que son, por hablar como Nel-
son Goodman, como muestras del mundo real: estas muestras re
presentativas y representacionales, que ejemplifican muy concre-
tamente, como el pedazo de tela la pieza entera, la realidad
evocada, se presentan debido a ello con todas las apariencias del
mundo del sentido comin, que también estén habitadas por unas
estructuras, pero disimuladas bajo el aspecto de aventuzas contin-
gentes, de accidentes anccdéticos, de acontecimientos particula-
res, Fsta forma sugestiva, alusiva, eliptica, es lo que hace que,
como la realidad, el texto literario desvele la estructura, pero ve-
indola y hurtindola a la mirada. Por oposicién, Ia ciencia teata
de decir las cosas como son, sin cufemismos, y requiere ser to-
mada en serio, incluso cuando analiza los fundamentos de esta
forma tan singular de illusio que ¢s la illusio cientifica
486
Post-scriptum
Por un corporativismo de lo universal
[Antafo, los sofistas hablaban a un mimero muy re:
ducido de hombres, hoy en dia, la prensa periédica les
permite confundie a toda una nacién,
HONORE DE BALzac