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EN TEORIA La literatura juvenil, jun género para adolescentes? por Emili Teixidor* Emili Teixidor da otra vuelta de tuerca al tema de Ia literatura juvenil, un fenomeno reciente, con corta historia y poca tradicién de género y, con frecuencia, «con pocos escripulos». En este sentido, el autor reclama para este nuevo género unas reglas, al igual que las tiene la ciencia-ficci6n 0 la novela policiaca. Ast, aboga por una literatura juvenil sin nostalgia, transgresora; que refleje el genio o el mundo personal del autor, que proporcione felicidad; que enseite a sonar, a huir, en vez de mostrar a los jévenes los caminos seguros de la vida; que no utilice la fantasia de manera gratuita y, sobre todo, en la que haya un buen uso del lenguaje. 7 — CLIJ133 i hay quien afirma que «la in- fancia es un producto social, no una necesidad biolégica, y asi la infancia en la Edad Media, terminaba a los 7 afios porque era la edad en que Jos infantes dominaban la lengua (y to- davia la Iglesia actual permite que a e ta edad hagan su Primera Comunién porque los considera con suficiente ca- pacidad para entender el sacramento), imaginemos qué podria decirse de la jus ventud. Neil Postman, en La desapari- cidn de ta infancia, dice, ademas, que la gran culpable de esa miquina de igualar ‘edades e infantilizar cerebros de manera que la humanidad se compone de infan- ia prematuramente adulta y adultos in- fantilizados, con s6lo las excepciones de Jas guarderias y los geritricos, es la te- levision. La misma culpable de la aver- ién a la lectura, segin los pesimistas. Un fenémeno reciente La literatura infantil es reciente la jue venil de ayer mismo, y el habito gencra- lizado de la lectura en la poblacién, de ocos minutos. Y justo cuando nos enor- gullecemos de la escolarizacién total, ya tenemos que hablar de analfabetos fun- cionales o secundarios, que son aquellos que se han beneficiado como ninguna generacién en la historia de los esiuer- 208 de la sociedad para mantenerlos el mayor tiempo posible en Ia escuela, pa- ra que al salir abandonen los libros y se pasen el dia mirando la television, Has- {a hace poco, el chico se consideraba plenamente adulto a la vuelta del servi- cio militar y la chica asi que formaliza- ba su noviazgo. ¥ esti a punto de desa- parecer el servicio militar obligatorio y las formalidades del noviazgo y aun del ‘matrimonio no se sabe en que acabarin, Podriamos hablar también de lo que en épocas pasadas se consideraban libros para nifios y j6venes que, cuando no con- fundian el arte de la infaneia con la in- fancia del arte, producfan unos textos ‘moralizantes, didacticos 0 procedentes de otros géneros como el de aventuras, po ciaco 0 sentimental, que no tenfan nada de género especifico, Todavia hoy, a litera- tura blanca de todos los géneros deforma este nuevo género, ;0 ni género, ni nuc- vo?, Hamad literatara infantil y juvenil EN TEORIA EI mito de Ia adolescencia tiene una . historia muy corta. Dicen que la inventé un psicdlogo, Stanley Hall, en 1904, y reafirmé, en 1950, Erik Erikson, al lla- mar la atencidn sobre el papel crucial que tenia en la maduracién de los jéve- nes, entre los 12 y los 18 alos, la cris de identidad que suftian y las dificulta- des con que podian encoatrarse. Una de esas dificultades era y es la de escoger entre los modelos problemiticos que offece a los jévenes la sociedad adulta. La literatura juvenil, pues, es un fend- ‘meno reciente, Con poca historia, poca tradicién de género, y con frecuencia ‘con pocos escripulos. ¥ sin reglas. Por €80 nos encontramos con colecciones que mezelan clisicos como Jack Lon- don o Vida privada, de J.M de Segarra, ‘con obras recientes es- critas con voluntad de di- rigirse exclusivamente a un pablico joven. Asi contribuyen a borrar los limites de la edad y del género. ;Entendimonos! Noestoy diciendo que un joven no pueda leer a Tolstoi o a Dostoiewski, 10s Maa PONCE. LEK RO TOM SHITE EME LOS NODS, ANA, 90 = CLIJ133 ‘oaquien quiera, si le apetece. Digo que, fn general, esos autores no eseribieron especificamente para jévenes, que este ‘muevo mercado juvenil antes no existia y que ahora si porque responde alas nece- sidades de unos lectores adolescentes y 4que la escolarizacién obligatoria hasta edades cada vez mas altas hace que la lectura no sea ya cosa de pocos: lai ‘mensa minoria que puede leerlo todo en- seguida, y la mayoria de jovenes lectores que no podra acceder plenamente a Dos- Aoiewski o a Defoe (jel tnico autor que Rousseau permitia leer a su Emilio!) si no es de la mano de un buen profesor © de lecturas que le proporcionen satis- facciones més inmediatas que le com- pensen del esfuerzo y las dificultades graduales que una seleccién bien esta- blecida debe presentari Ya sé que hay quien opina que s6lo cuenta la buena literatura, de cualquier ‘género, y el resto son monsergas. Pero las selecciones, como la pedagogia 0 la medicina, se ha hecho para ayudar @ los que las necesitan. Los sanos pueden pa- sar con Ia preventiva y ni eso, Auden de- cia que un buen libro para nifios no es —= CLIJ133 nunca sélo para nifios. El acento esté en lacalidad, ¥ creo también que dos de las dificultades que impiden 2 los escolares de hoy una buena aproximacién a la lec- tura son, en primer lugar, la falta de hi- bito de la lectura en voz alta en la escue- la (Steiner tiene palabras muy duras sobre esa carencia, asi como sobre la po- cao nula ejercitacién de la memoria ) y las lstas de recomendaciones que, a pai~ tir de cierta edad, producen el efecto contrario al que pretenden. {Qué caso vvan a hacer los adolescentes de la reco- mendacién de un libro por parte de una autoridad contra la que empiezan a re- belarse? {Con qué interés. apasionado aceptaran una Jectura que debe suponer tun descubrimiento personal, original, inédito, cuando se les ofreven los libros que les eonvienen»? Para que una literatura sea considera- da un género, son necesarias unas reglas. La novela policiaca y la de ciencia-fic- cidn, las tienen, Y muchas otras. Una obra’ policiaca es buena no sélo si es buena literatura, sino que también debe ccumplir los requisitos que reclama el gé- nero: debe haber una progresién 0 inno- vacién constante en los métodos emplea- dos por detectives y criminales, y el método de investigacién del comisario Maigret 0 de Hércules Poirot debe ser superado, mejorado o cambiado en otros detectives y no puede reaparecer en ‘otras obras sin consecuencias graves de rechazo de los lectores y garrotazos de Ia critica, Aparte de las convenciones que el lector espera hallar en ese tipo de novelas: en general, no se puede dejar un crimen sin solucionar, por ejemplo. Eso no ocurre generalmente en las obras dedicadas a los jovenes. El incre- ‘mento de la lectura, el interés de profe- sores y autoridades educativas, la trans- formacién de la familia en institucion educativa, la conciencia de que solo en los libros se halla la verdadera cultura y Ja fuente del progreso y el éxito en los estudios, la satisfaccion personal, entre otros factores, han hecho que la indus- tria editorial se haya fijado en este sec- tor como en una golosina,Un caramelo con frecuencia demasiado edulcorado ‘que puede disolver el gusto por Ia lectu- rm en Jos buenos sentimientos, la moral mas convencional y eémoda y los tépi «cos més manidos. A veces, los tinicos criterios que mmu- ‘chos padres y algunos profesionales tie- nen sobre el tema son los del catecismo cristiano, Intentan mds hacer buenos ciu- dadanos y buenas personas que buenos lectores. No es que sean objetivos incom- patibles, pero no son necesariamente los mismos, De hecho, los grandes autores y los grandes clasicos de estas edades son subversivos en algin modo. De Tolkien Lewis Carrol, muchos han dramatizado problemas personales, todos revientan un oco o tn mucho las convenciones de los adultos, todos abren la puerta de los sue- fios ala rebeldia y a las genialidades po- co educadas de! genial Guillermo o Ma- nolito Gafotas. La pregunta es: gqué 3 lo que hace que algunas obras. interesen especial- ‘mente a los j6venes? Todo el mundo pa- rece estar de acuerdo en que una litera~ ‘ura para jévenes les tiene que gustar sobre todo a ellos. Pero, més alld de es- ta evidencia, intuimos que debieran existir otros rasgos que permitieran dis- tinguir entre lo que gusta a los jovenes, yy separar las obras genuinas de las fa- ilidas, aquellas que pueden ayudaries a llegar mis lejos sin rebajar el nivel de calidad, de aquellas oportunistas, hala- gadoras 0 que, simplemente, son una ‘mala imitacién, una earieatura de obras adultas, y por tanto innecesarias. ‘Una buena delimitaci6n del género no solamente facilitaria la clasificacién de tuna obra en plenamente juvenil o en un susedaneo de otro género que no ha al- ccanzado el nivel adecuado, sino que ayu- daria a prescrvar y ati “ln adolescencia— cada vez mis difu- sa. Recordemos que, asi como la etique- ta de novela negra 0 rosa no significa {que sélo este tipo de novelas tengan la exclusiva de los asesinatos o los enamo- ramientos, un género juvenil no signifi- ca que éste sea el tinico que puedan leer Tos jévenes. Cuanto antes pasen a los ‘grandes autores, mejor. Pero el nuevo ‘mercado adolescente ha creado un nue~ vo y amplisimo piblico lector que nece- sita ayuda para llegar a las cimas litera- rias. Y también ha ereado nuevos temas, nuevos lenguajes, nuevas identidades, y EN TEORIA ‘nuevos tépicos que, como en el caso de los asesinatos resueltos a la perfeccién 0 de los amores etemos, es necesario re- solver bien paso a paso, para garantizar la satisfaccion de los lectores y hacerlos progresar en el dificil arte de matar y morir y de amar, es decir, de crecer y adaptarse plenamente a la vida, —s CLIJ133 cA cASUS, €ATASA DE CANTENEY OOS CENTOS, ENS ES, 16 Una literatura peligrosa ‘Una literatura que no presenta en toda su realidad el sexo ni la muerte tiene que ser necesariamente una literatura dife- Tente, Eso que es cierto en la literatura infantil, lo es también en la juvenil, in- cluso en aquella que pretende hacerse pasar por «literatura para adultos que pueden leer los jOvenes», En esta ilti- ma, la muerte y el sexo no acostumbran a presentarse en toda su realidad, en su universalidad y erudeza, Por eso las me- jores obras del gnero nos presentan ca- 508 particulares psicolégicamente ac- cesibles al lector joven, que puedan integrar plenamente en sti maduracién Y sino lo hacen asi, caen en el moral mo aberrante o en la predictabilidad mas aburrida. El lector adulto suele protegerse de la literatura exigente para salvaguardar la seguridad de las propias convicciones, y se refugia en best-sellers de accién, es- pionaje o aventura. Eligen esas obras porque necesitan eseapar, no s6lo de los problemas sino del tratamiento proble- tnatico de ciertos temas. No todos los adultos tienen el coraje moral o civieo de enfrentarse a los devastados persona~ jes de, por ejemplo, Raymond Carver, 0 4 la valentia politica de Nadine Gordi- ‘mer, que cuestiona nuestra comodidad, y no digamos a la desolacién de Samuel Beckett y otros grandes, Se necesita una gran fuerza interior para enfrentarse a 30s textos, {Por qué razén no permit ramos a los jévenes unas lecturas que, como la mayoria que leen los adultos, pretenden ‘inicamente interesarles, di- vertirles 0 informarles? En sentido general, gran parte de la li- teratura es subyersiva, ya que su sola cexistencia implica que 10 nico que im porta en cl mundo es el art, la imagina- cidn, la verdad artistica. O'sea, la otra cara de aquello que importa en el mun- do real. Grandes obras, aclamadas hoy ‘como clisicos para jdvenes, fueron re- chazadas en su tiempo por las autorida- des. educativas, empezando por Tom Savwyer, que Mark Twain escribié como reaecidn contra alos buenos libros reco- mendados en las escuelas», hasta Alicia enelel Pais de las Mareviias, en el cual Lewis Carroll presenta a los adultos, y especialmente a los profesores, como crueles. y arbitrarios, pasando por las obras de Maurice Sendak, que fueron prohibidas por reconocer ios impulsos agresivos y violentos de los menores contra ciertos padres. Charles Perrault llegé a reeseribir sus cuentos para ha- cerlos menos terribles y més aceptables. Y los hermanos Grimm transformaron cen madrastra la madre de Blancanieves porque presentar una madre mala era in- soportable para su aceptacién social Huckleberry Finn fue prohibido en las escuela por considerarlo vulgar. Tom Sawyer roba, fuma, miente y obtiene un premio en la escuela dominical de ma- hera fraudulenta. Alicia parodia los exi- menes y el curriculo educativo, y en el ccurso de instruccidn de Ia Falsa Tortuga de Mar incluye asignaturas como las cuatro reglas de aritmética que lama «Ambicion, Distraceién, Hortipilacion y Derisidn» y nos presenta el mundo ab- Surdo de los adultos, odiado por su autor. ‘cLos placeres de la bondad se centran en si mismos, mientras que los de la maldad son muchos y mas variados», se ha escrito para explicar la fascinacion que despicrtan desde edades tempranas cl terror y el mister. Fn una época pasada en que la fronte~ ra entre literatura para adultos y jovenes cra mis fluida de lo que es ahora, auto- res como Dickens, Ford Madox Ford, Oscar Wilde, Ferman Caballero, Verda- ger, o incluso Juan Valera, con su Es- pejo de Matsuyama, y muchos otros se ‘acercaban al gran piiblico empezando por los jovenes. Sirva lo precedente para recordar que por mas reglas que establezeamos para Uefinir el género y evitar que caigan en el género juvenil obras que no merecen consideracién en ningin apartado, no hay que aspirara limpiara sus autores de Ja grasa personal con la cual coeinarén sus mejores guisados. Antes de Peter Pan, existian muchas versiones medio- ces del tema del nifio que no puede con- Vertis en adulto, La genialidad de 1M. Barrie consiste en hacer que el chico no quiera convertirse en adulto y en el abandono del sentimiento de pena, de pérdida, de decepcién para transformar- To en satisfacci6n, placer y orgullo por la nueva condicién, aunque sea a costa de ser completamente asexual y de descar a ‘Wendy como una made, Sélo con esa ‘grasa, con ese fango, ese genio o ese de- onio personal del autor, legaremos a aprender que negar el futuro para asceu~ rar el presente es una fantasia que a la larga destruye a quien Ia desea ‘Aqui podemos aftadir que muchas de estas obras consideradas para nifios 0 j6- venes que encantan a los adultos —de =e CLIJ133 vt foc Alicia a Platero y yo—no suelen gustar nada a los pequefios. Muchas, ni siquie- ra las entienden. Precisamente porque se ‘rata de grandes obras dirigidas a todo el mundo y porque desbordan los limites de cualquier género. La nostalgia de la infancia que tene- ‘mos los adultos, y que muchos libros de~ dicados a la infancia cultivan, los jéve~ nes no la tienen porque estan instalados cen ella y no se puede sentir nostalgia de Jo que no se ha perdido. Razén de mis para insist en un género sin nostalgias y-que enganche desde la primera linea si {queremos hacer lectores Ensefiar a sofiar EL genio o el mundo personal del au- tor seria, pues, uno de los requisites Otro podria set una cierta transgresién Nadie lee para repasar lo que ya conoce. La lectura es una aventura persona, in- tima, Una coleccién italiana para nifias se lamaba jA Favor de las Nifias! Era cuando se precisaban protagonistas y ‘modelos literarios femeninos. ues bien, ja favor dela infancia, 0 de la juventua! Lejos de la propaganda. ‘Otra de las funciones de esa literatura es proporcionar @ los jvenes su parte —que sera una reserva— de felicidad. Los escritores tienen el poder de crear tun mundo paralelo o secundario, tan consistente como el mundo real, 0 in- cluso més, porque es menos absurdo y tiene més sentido y por lo mismo mas comprensivo y total, La narrativa es un elemento esencial en nuestra compren- sidn de la realidad, ya que «no podemos pensar o actuar 0 desear excepto en for~ ima de narracidm,y asi todos «vivimos mas en la ficcién que en a realidad. Para vivir, los humanos forjamos histo- Fias sobre nosotros mismos y sobre los demas, y de esta manera imaginamos el pasado y el futuro. Damos sentido a lo que nos ocurre transformndolo en na- rraciones con un principio y un final, ‘buscando causas y efectos, establecien- do similitudes y distinciones, ordendn- dolo todo en capitulos, secuencias 0 fragmentos, en definitiva, haciendo lite- ratura. Y por esa raz6n los libros que tie- nen que leer los nifios y adolescentes, ‘no importan por la moral que contienen, EN TEORIA sino por las palabras y Ia estructura que forman y que les ayudarin a descubrir su identidad y un lugar estable en el mundo de inseguridades en el gue cre~ cen. Por esta tazin, muchos psicdlogos cereen que Ia salud mental depende en buena parte del grado de con- gruencia con que nuestro yo inte~ rior se adapte al mundo éxterno. La literatura ayuda a los adoles~ centes a observar desde una cier- ta distancia sus sentimientos y a 12 — CLIJ133 decidir de una manera inteligente sobre sus emociones. Las palabras les ayudan a expresarse, y Ia estructura a reconocer la forma que esti tomando su vida, con- figurada como la literatura en un princi- pio, una mitad y un inevitable final JM, Barrie, ef autor de Peter Pan. La obra de JR.R. Tolkien y el entu- siasmo que despierian sus hobbits, 0 el grito de «Frodo lives» que los estudian- tes eseriben en las paredes en sus pro- testas, no son miis —segtin estudios que el subproducto de una sociedad abjertamente materialista como la nucs~ tra, descaradamente comercial. El resul- tado de una infancia privada de la esca- patoria liberadora de la imaginacién. Es sabido que nada hay mis frustante que la imposibilidad de huida de una situacion ‘o.un lugar. Sobre todo para los jvenes. Y ésta es una de las funciones mas olvi- dadas de una literatura que pretende ‘eensefiar a vivir en vez de «ensefar a sofiar, a escaparse, a huis. Esta es una funcidn secundaria de la lectura, pero importante cuando buena parte de los li bros destinados a los j6venes pretende mostrarles los caminos seguros de la da, en vez de los caminos arriesgados del arte. Para aprender las cosas de la vi- da ya esté la calle o la television, que pueden hacerlo mucho mejor que Ios li- bros. No nos quejemos si los jévenes prefieren estas fuentes de informacion mas fiables y entretenidas en vez de la lectura que no puede, y quizis no debe, ‘competi con esos medios En la literatura infantil hay muchos los que juegan mas con la fantasia que con Ia imaginacién, pero demasia- das veces se trata de una fantasia gra~ ‘uita, sin fundamento, que confunde el puro disparate con la légica estricta, dungue contraria, que guia las mejores creaciones imaginativas. Los autores de mayor prestigio utilizan la magia como tun truco e6mico o como una metéifora del poder de la imaginaci6n, pero nun- ca sin sentido, Tiene que haber alguna raz6n convincente para que en una cla- se, por ejemplo, las sillas se pongan a volar y las mesas y los armarios no. Tiene que haber alguna explicacion pa- ra que los cosmonautas —en las pocas obras de ciencia-ficeion para esas eda- des que existen en el pais— lleguen a luna galaxia lejana y se entiendan de buenas a primeras en espaol con los seres que encuentran, Deberiamos pre- {guntarnos por qué en un mundo tan ma- ravilloso, variado y desconocido por los jjovenes, los lectores sienten la necesi- dad de leer sobre maravillas afadidas e irreales. Quiz porque una de las aflic~ 13 — CLIJI33 cciones mas terribles de la infancia y la adolescencia es la falta de poder. El valor de las palabras Entre las quejas que se oyen con fre- ccuencia sobre los bajos indices de lectu- ra, muy pocas recuerdan que los libros menos leidos, y los mas necesarios, son los de poesia, Confunden lectura con novela, informacién, distraccién, forma- cidn, placer... sin pensar que la literatura es en primer lugar cl Lenguaje. Que sin palabras no podemos vivir. Que cuantas mas palabras poseamos, mejor podremos expresarnos y, como recuerda Joseph Brodsky, menos necesidad tendremos de acudir al psicélogo o al psiquiatra. A los que se quejan del precio de los libros, Brodsky les recuerda que las facturas de los médicos son mas caras y menos pla- centeras, Hemos olvidado esa funcién ‘ordenadora, higiénica, terapéutica, equi- libradora del lenguaje. Por esa razén la poesia es esencial. Ningin pucblo, di: cen, cuyos jévenes no se hayan partido el corazén por el lenguaje, no puede presumir de haber alcanzado siquiera e1 primer peldatio de la civilizacion. ¥ por eso la primera cualidad que debemos cxigir a un libro es que esté bien escri- to. Porque las palabras son el material ccon que los lectores ordenaran su vida interior. Los intermediarios privilegiados que son los maestros bibliotecarios, de- ‘ben tener presente que son los guias pa- ra convertir a los jévenes en lectores ‘completos. El camino va desde el lector mas pequefo, cuando la lectura es un juego en el que més que leer, escucha, hasta las etapas siguientes en que ef lector simpatiza con los protagonistas —aleer no es solo imaginar el mundo cen forma de narracién sino que también presenta la imagen del rol del lector en el mundo»—, hasta llegar al lector au- tosuficiente que piensa y se interroga y ya no encuentra el texto tan transparen- fe como antes, cuando Ieia como atravesara el texto, En un momento, to- dos descubren al autor detras del texto, como Holden Caufield, en £7 guardidin en el centeno, descubre aun tal Dic- kens y quiere llamarle por teléfono pa- radecirle cuanto le ha gustado el libro El lector joven acabarii convirtiéndose cn lector pragmatico, como todos, que sabe escoger y leer lo que le conviene, a veces con cierto esfuerzo a veces por puro placer, e incluso con el morbo de la curiosidad. Pero, ya adultos, sabe- ‘mos diferenciar claramente qué es lo ‘que exigimos de cada lectura. Sabemos {que leer no Hlens el tiempo, sino que lle- EN TEORIA na la vida y aade valor al tiempo. Y que un libro que no da respuestas es mejor que uno que proporciona sol ciones, pero una vez acabado no deja nada en que pensar. Me informan que incluso una artista tan aparentemente blanda como Beatrix Potter incluia liberadamente una palabra dificil en ea- da uno de sus libros ANGLAD4| — CLIJ133 La lectura: fuente de placer Decia un admirable profesor de Lite- ratura: «{Qué podemos esperar de la jjuventud actual si no lee poesia? Sino ‘se apasiona por el lenguaje, nunca con- seguira Hlevar una vida minimamente civilizada». Creo que algunas reglas ya quedan implicitas en los apartados anteriores: no engafar, no hacer demagogia (y se hace de mil maneras, por ejemplo cuan- do halagamos al lector al reafirmarle en sus topicos en temas escritos sin infor- racién seria, y otro a temas fuertes ba ados en moralina), la importancia pri- ‘mordial del lenguaje, el papel de la imaginacién, la eleccidn de una técnica narrativa que no suponga un esfuerzo superior a la capacidad de lectura de las cedades correspondientes, la revelacién —sin abaratarlas ni simplificarlas— de las verdades de la vida de modo que el lector pueda estructurarlas en su perso- nalidad. El género es, ya lo hemos dicho, rela- tivamente nuevo. Eso hace necesaria una critica més rigurosa, que sirva de orien- tacién a profesores, padres y biblioteca- rios y les evite pérdidas de tiempo entre el alud de publicaciones que ha conver- tido en industria esta actividad. El traba- jo de recensiones y comentarios que han realizado hasta hace poco algunos nombres que recordamos todos es im pagable, Pero In importancia social y el volumen del negocio reclaman una atencién mayor de los medios de comu- nicacién y una definicién mas estricta de la critica. Una critica que, como se- ria su obligacién, nos aclarara antes qué criterios —de todo tipo, sean pedagéei- 9s, lterarios..— aplicara Y las autoridades educativas debieran caer en la cuenta de que la tinica mate- ria de que disponen actualmente para ceducar las emociones es Ia literatura, ‘Todas las materias escolares se drigen a la raz6n, La Unica que se ocupa de las ‘emociones y su expresién adecuada es Ja lectora. Incluso una nueva funcidn, la biblioterapia, ha surgido de ese vacio.La biblioterapia seria la téenica por medio de la cual intentamos ayudar al lector a entender ¢ incluso a resolver sus pro- blemas por medio de la lectura de obras ue tratan esos mismos problemas y de ARR. Tolkien como los resuelven los personajes de fiecién, odriamos afiadir mas cosas, pero pa- ra acabar repetiremos que los autores y los prescriptores (horrible palabra que en algunos paises llaman —a la pres- cripeién— «el beso de la muerte» por- {que s6lo pensar en la obligatoriedad de la lectura el placer desaparece de inme- diato) pueden hacer o recomendar a los {jovenes por diferentes motivos, pero lo importante es que se guien por el crite- rio de proporcionar a los lectores una simple fuente de placer. Una sencilla manera de pasdrselo bien. Un placer que, como los auténticos placeres, no ahorre e| minimo esfuerzo compensado, como decia creo que JC. Onett por el inmenso placer de «ensan- char la casa de la vida». + mili Teixidor os eseritr 15 —= CLI133, BEASCOA TRES ‘eres Ediciones Beascoa, S.A. Comercio, 60 . 08003 Barcelona Tel. 93 319 65 17 - Fax 93 310 76 94 info@beascoa.com

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