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ere (OGENEOS: enfoques interdisciplinarios en las Ciencias Sociales Magda Concepcién Morales Barrera Leese ties (Coordinadores) Espacios heterogéneos: enfoques interdisciplinarios en las Ciencias Sociales Coordinadores: ‘Magda Coneepeién Morales Barrera y Rigoberto Martinez Sanchez. Primera edieién 2015 DR. © 2015 Universidad Auténoma de Chiapas Colina Universitaria Boulevard Belisario Dominguez km. 1081 Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. México ISBN: 978-607-8363-71-1 Edicion ‘Unidad de Divulgacién Ciemtifica-UNACH Cuidado editorial Jorge Ponce de Leén Albarrin Formacién Editorial / Disefio y diagramacién ‘Claudia Hernandez de Ponce de Len Correccién de estilo Juan Carlos Cabrera Pons Disefto de portada Jorge Champo Martinez Coordin: Fortal snto de los Cuerpos Académicos Mitra. Rocio Aguilar Sanchez General de la Coleccién de Textos Universitarios para el, La presente publicacién, editada por la Direccién General de Investigacién y Posgrado de la UNACH, ha sido evaluada y aprobada por pares académicos extemnos a la institucién. La publicacién de este libro es financiada por la Universidad Auténoma de Chiapas ccon recursos del PROFOCIE 2014: OP/PROFOCIE-2014-07MSU0001H-01-01 Impreso y hecho en México / Made and printed in Mexico. Introduccién Posmodernismo: aproximaciones conceptuales a las perspectivas filoséficas de la educacién Rigoberto Martinez Sanchez ‘Habitar: accién formativa de cerca Angel Cabrera Baz Juventud y politica: notas para observar las nuevas formas de ppatticipacién de las juventudes en Ia globalizacién Juan Pablo Zebadiia Carbonell Educacién laica y religiGn en México: los jovenes entre la tolerancia y el didlogo interreligioso Luis Ernesto Cruz Oca La investigacién educativa en Chiapas, una lectura desde los lugares de sujeto, Magda Concepeién Morales Barrera La epigrafia como nuevo método para estudiar Ia historia de Mesoamérica Maria Eugenia Gutiérrez Gonzalez 19 43 6 107 119 Educacién laica y religién en México: los jévenes entre la tolerancia y el Salogo interreligioso Luis Emesto Cruz Ocafia! Introduccién La laicidad constituye un elemento cardinal del Estado y el sistema educativo mexicano; sin embargo, el proyecto politico laico, vinculado con un conjunto cambiante de discursos y practicas nacionalistas, se ha convertido en una ideologia con caracter defensivo, anticlerical y exclusivista (Arias, 2012). A pesar de esto, persiste entre el Estado y la Iglesia, en este caso catélica, una relacién solapada que regularmente trata de ocultar la multiciplicidad crecien- te y versétil de formas de vida basadas en la diferencia tanto religiosa como no religiosa. De acuerdo con de la Torre (2006, p. 34), “México es un pais alta- mente laicizado en sus instituciones y a la vez profundamente catélico”. México ha experimentado un progresivo proceso de diversificacién y pluralizacién religiosa que nos incita a repensar su condicién laica, De este modo, en este capitulo se realizan algunas reflexiones acerca de la educacién, asi como su potencial para promover la tolerancia y/o un auténtico diélogo alrededor de motivos religiosos. En un pais constitucionalmente laico, hablar sobre religién u otras formas de ver el mundo sigue siendo objeto de discrimi- naciones, polémicas, contiendas y hasta actos violentos (Rivera ef al., 2011). En este contexto complejo, se intenta centrar la discusién en las acti- tudes de los jdvenes estudiantes acerca de la diversidad religiosa, la tolerancia y la posibilidad de un didlogo interreligioso. Para aproximarse a esas actitu- des, se realiza un cruce entre las observaciones de investigadores preocupados por la problematica de la Iaicidad educativa y la progresiva diversidad reli- giosa con algunos resultados obtenidos en 2012 tras la aplicacién del Cuestio- * Maestro en Antropologia Social por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropologia Social (CHESAS-Sureste). Actualmente desarrolla doceacia e investigacién como parte de la Macstria en Estudios Culturates de la Universidad Auténoma de Chiapas. Ha {rabajado los temas de movimientos religiosos, éica, cultura y poder. liscruocaG@ yahoo com.mx 83, alucain tea y religion em México: tos Jovenes ene la okeancia yo didloge iterretigiown nario sobre Religion y Escuela propuesto por la REDCO Network, que ofrecié formacién cuantitativa relevante (Bertram-Troost, Schihalejev y Neill, 2014). Estos cuestionarios fueron distribuidos principalmente en la ciudad de ‘Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el estado con la poblacién religiosa més diversa. Nuestro propésito fue observar, desde la perspectiva de los jévenes estudian- tes en edad de 13 a 17 aftos, qué tan relevante es y como se vive la religion en nuestro contexto Taico, Para esto, se pretenden resolver las siguientes interro- gantes: {e6mo se relacionan cotidianamente los jvenes con la diversidad religiosa?, existe alguna posibilidad de incluir en las escuelas un tipo de edu- cacién religiosa, como se ha propuesto en paises europeos?, y, finalmente, ,es posible transitar en nuestro contexto desde La tolerancia como “virtud” liberal hacia el didlogo interreligioso como actitud vital? En el contexto mexicano y chiapaneco la laicidad pose un caricter ambiguo. Por un lado, intenta confinar la religion a la vida privada de las per- sonas, pero, por otro lado, intenta negar u ocultar una de las principales dife- rencias sociales, con lo que promueve la ignorancia y el desconocimiento en asuntos de cardcter religioso. Esta ambigtledad es evidente no sélo en la mira- da de los jévenes estudiantes, sino entre la opinién piblica, los profesionales de Ia educacién y los hacedores de politicas piblicas. Es por ello que pensar la laicidad en nuestro pais incluyendo la mirada de los jévenes es una tarea yun reto esencial. Para aleanzar este objetivo, se divide el texto en cuatro secciones. Pri- ‘mero, se ofrece una caracterizacién del nacionalismo y Ia laicidad, asi como sus turbulentas y contradictorias relaciones en México y Chiapas. Después, se introducen las diferentes miradas de los jévenes sobre sus vinculos con la religiOn, sus relaciones con los “otros” y sus creencias religiosas diferentes, ademas de sus posicionamientos acerca de la posibilidad de una educacion religiosa en las escuelas. En tercer lugar, se expone un debate sobre la inclu- sién de una educacién religiosa como oportunidad para transitar de Ia toleran- cia hacia el diélogo interreligioso a través del reconocimiento y acercamiento, regularmente conflictivo, hacia los “otros”. Por tltimo, se brindan algunas reflexiones acerca de la situacién particular y controversial de la religién en 84 Eaducactin lca yreligin en Mésice: os jvenes entre a tlerancia yl dlegeIntrreligos) México, asi como la necesidad de repensar la forma en que este pais ha vivido su laicidad, El contexto mexicano y chiapaneco: nacionalismo, laicidad y sus contradicciones La religin ha jugado un papel fundamental en el desarrollo de la nacién mexicana desde el proceso de colonizacién espafiola del siglo XVI. La reli- gidn de los conquistadores fue més bien un apoyo para la conquista politico- militar de los territorios descubiertos, a la que justified de multiples maneras. Aunque la evangelizacién no fue ni completa ni uniforme en Ia regién, logrd establecerse dentro del imaginario sociopolitico como un elemento dificil de trascender. El catolicismo mareé la mayor parte de las practicas y actitudes sociales (Bastian, 1997). Después de tres siglos, se gesté un descontento entre criollos y mes- tizos contra la dependencia social, politica y econémica de Espatia. Esta inconformidad inspiré una lucha por Ia independencia politica que no implicé una independencia con respecto a la forma religiosa instaurada como legitima, a pesar de la multiplicidad de “amarres”, convivencias o apropiaciones com- plejas experimentadas entre las nuevas formas religiosas y las que ya forma ban parte de ta regién (Ruz, 2002). Con esto, el instrumento ideoldgico que acompaié el proceso de colonizacién permanecié intacto. La religién incluso apoyé la lucha como un estandarte itil, puesto que, a los ojos de las personas, “la [imagen de la] Virgen [de Guadalupe, asociada con Tonantzin 0 diosa ma- re] se complacia en prestar proteccién a la comunidad” (Martinez, 2000, p. 23). Tras el logro de la Independencia, la Constitucién Politica de 1824 establecié la repiblica federal como el régimen exclusive de gobierno y rati- fic que “Ia religion de la nacién mexicana es y sera perpetuamente la catdlica apost6lica romana” (Blancarte, 2004, p. 48). Este consenso, que cruzaba lo re~ Publicano y lo religioso, fue necesario para la construccién de un incipiente nacionalismo religioso que alentaba una serie de conexiones entre la Iglesia, el Estado y la sociedad (Rosas, 2012). Aqui, el catolicismo aparecia como la religion inica, el garante de la identidad nacional y, por tanto, la posibilidad 85 Ealeacion Inca y reign en Mérico Tos Jivenes entre ta toerancia yo ddlog interelighse de una unidad no s6lo politica sino primordialmente cultural. La nevesidad de una emancipacién politica no transité por el filtro de una emancipacion religiosa. La religién acompaiié la primera etapa de formacién del Estado mexi- ano; pero, unos cuantos afios después, Ia nacién comenzé a enfrentar, en didlogo con las posturas liberales ligadas a la Ilustracién curopea, un paula- tino proceso de secularizacién —social— y laicidad — institucional y politica— Este proceso desembocé en Ia instauracién de las Leyes de Reforma en 1855, que colocaron a la religin Catélica en un estatus diferente dentro de Ta socie~ dad y la organizacién estatal, a través de una separacién radical entre la vida piblica y la privada Pena (en Morales, 2009, p. 497) expresa que la laicidad apunta hacia “una unidad primera del pueblo soberano, fundada en la estricta igualdad de derechos de sus miembros. Se subraya asi la referencia al bien comin, a la reptblica, como fundamento y horizonte de la democracia”. Aqui se lleva a cabo la emergencia de un nacionalismo secular pero, sobre todo, laico, con caracteristicas distintas al anterior, y que busca establecer una visién y un Proyecto de organizacién de la sociedad, al crear una identidad colectiva, aunque, en este caso, basada en fa premisa de una ciudadania disponible para Ja poblacién entera a través de la igualdad legal. El elemento unificador ya no ¢s la adscripcién a una misma religién, sino la igualdad formal de un estatus de ciudadania adquirido por la pertenencia a un territorio nacional. Sin embargo, los proyectos nacionalistas no son més que un conjunto de discursos y pricticas que “dan sentido a los objetos, acontecimientos y relaciones sociales y humanas” (Mallon, 2003, p. 84) que intentan ordenar. Estos discursos y pricticas, tanto intelectuales como politicas, estén inmersas en una continua creacidn, negociacién y competencia con otros. Son una produccién de caricter histérico fundada en invenciones y construcciones de “nuevas” historias que responden a luchas de poder en contextos especificos, entre sec- tores sociales y segtin intereses especificos (Martinez, 2000). 86 cducacin lake yeeligion en México: ls jovenes entre I tolerant y el dilogo interreigioso EI proyecto nacionalista tiende a ocultar su cardcter histérico y dis- cursivo para establecerse como una tradicién inamovible e inquebrantable. Cuando esto sucede, el nacionalismo procura convertir lo politico en una nuc- va religion. Como indica Ginzburg (2002, p. 68) en didlogo con Hobbes: Tanto las religiones reveladas como las no reveladas, que forman parte res- pectivamente de la “politica divina” y la “politica humana”, buscan {...] hacer del hombre que cree en ellas “més receptivo a la obediencia, a las leyes, a la paz, a la caridad y a la sociedad civil. La nacién toma el lugar de la politica, pues “es creada como un objeto de devocién y las presiones politicas que se hacen centradas en ella son inten- sificadas en su energia y pasién” (Kapferer, 1988, p. 1). Se inviste de un cardc- ter sagrado y un propésito “superior”. La nacién se inviste de un cardcter sagrado y un propésito “superior”. La legitimacién de su poder requiere de una serie de leyendas y mitos fundacionales, costumbres y tradiciones, con el fin de consolidar sue tencia, crecimiento y continuidad. Al interior de esta transformacién en una entidad sagrada, la cultura “se convierte en un objeto, una reificacién, algo que puede ser separado o abstraido de su enraizamiento en el flujo de la vida social. Convertida en un objeto religioso, la cultura viene a ser un foco de devocién” (Kapferer, 1988, p. 2). Aparece como una entidad estitica y homo- génea ubicada sobre los agentes sociales. Estos rasgos hacen de ella un objeto incuestionable. ‘Como objetos de devocién, el nacionalismo y la cultura —incluyendo aqui la religion “tradicional”— generan una diversidad de discursos y préc- ticas rituales oficialmente aceptadas. Dichos discursos y practicas tienden a excluir a los localizados en los mérgenes o fuera de la cultura legitima y, en ocasiones, a perpetuar crueldades, crimenes o acciones violentas en su nom- bre. Como indica Ginzburg (2000, p. 68), a veces “el patriotismo, no la religién, fue lo que moviliz6 a las masas” hacia la violencia en aras de su propésito “superior”. Las instituciones educativas —escuelas de formacién primera mas que universidades—, se constituyen en uno de los lugares privilegiados donde los 87 aucacn aka y rth en Mésieo: lot javones entre ln toleranla nifios adquieren una conciencia nacional(ista) y aprenden la cultura oficial. En ellas se establecen las fronteras de lo que es y no es admitido cultural- mente. Las ceremonias escolares son las maneras de adherir a la nifiez a una pricctica tradicional. Estas ceremonias reiterativas, al menos en México, son conservadoras, en la medida que tratan de “preservar ciertos simbolos y mitos que se han sedimentado a través de Ia historia de la nacién mexicana” (Que- sada, en Montiel, 2009, p. 485). Asi, la educacién laica esta aliada con una idea delimitada de identidad nacional, memoria colectiva y valores culturales. Esta educacién constituye una defensa y apologia de una “religién politica nacio- nalista” (Homobono, 2013) que, aunque se pretende laica, no deja de estar cer- cana a otra religién visualizada también como “tradicional” Segiin de la Torre (2006, p. 31): México es un pais de contrastes: por un lado esti regido constitucionalmente por un Estado laico —uno de los més rigidos del mundo moderno—, y, por otro, la cultura de los mexicanos esti muy permeada por la religiosidad y cul- tura catélicas. Esta situacién leva al nacionalismo mexicano a manifestar dos dile- mas cada vez mas nototios ante el crecimiento de grupos con creencias reli- giosas diferentes. Primero, persiste una relacién enmascarada pero tensional entre el Estado y a Iglesia catélica. Por ejemplo, algunos contenidos y préc- ticas escolares estén ligadas con el calendario y la moralidad catélica, a veces mezclados con rituales juzgados prehispénicos, como el Dia de Muertos (1 de Noviembre) y el Dia de la Virgen de Guadalupe (12 de diciembre), ademas de que, como religién tradicional, el Catolicismo todavia mantiene conexiones privilegiadas con el gobierno y los medios de comunicacién EI segundo dilema se esboza a través de los conflictos vividos en algunas escuelas alrededor de las pricticas sociales y sobre todo cfvicas, li- gadas a rituales nacionalistas como las ceremonias de honores a la bandera y entonacién del himno nacional, la celebracién de fechas especiales y el re~ conocimiento de los héroes de la historia nacional, por un lado; y, por otro, de algunos temas tratados en los libros de texto de educacién bisica tales como “la educacién sexual, la reproduccién humana, métodos de control de la 88. Eduencién lalcayrelighin en Mérice: os jivencs entre la toeraneia ye natalidad, el aborto, ef origen de la vida y el origen del hombre” (Pérez, 2002, p. 15). Como muestran Pérez (2002; 2009) y Montiel (2009), algunos protago- nistas de estas tensiones son los creyentes de grupos religiosos, como testigos de Jehovd y pentecostales. Estos “otros” religiosos, que pueden estar ligados a otras formas de diferencia, como el caso étnico, demuestran una multiplicidad de tensiones en la medida que su estatus como diferentes no es verdaderamente reconocido, situacién que no puede continuar siendo ignorada por el Estado y la educa- ion, puesto que la igualdad legal de las religiones, protegida por la Reforma Constitucional de 1992, no se traduce en una igualdad cotidiana y efectiva en- tre ellas (Arias, 2012). La capacidad de interlocucién con las esferas de gobier~ no mantiene aiin ciertos privilegios, pero, como en el caso chiapaneco, presenta coyunturas politicas y mediaticas importantes (Cruz, 2012, p. 212 ss) Con todo esto, podemos formular un par de preguntas importantes para el caso de México: {qué tanto 1a laicidad y el Catolicismo tienden a ocultar otras expresiones religiosas que estén tratando de establecer formas diferentes de relaciones sociales?, y, ligado a ésta, ,cwinto Ingar es dado a la diferencia, religiosa en la escuela y la sociedad? La vision de los jovenes sobre la religién y Ia educacién en México y Chiapas El campo religioso en México ha cambiado en las iiltimas décadas. Durante este period nuestro pais ha experimentado un proceso de diversificacién y pluralizacién de las ofertas religiosas. El predominio del catolicismo como la religién primero oficial y luego tradicional ha descendido gradualmente. Segin el Censo de Poblacién y Vivienda, la media nacional de personas adscritas al catolicismo ha bajado de 89.7%, en 1990, a 83.4%, en 2010 (INEGI, 2011). El periodo de cambio que comenz6 como un fenémeno reli- gioso marginal con la entrada del protestantismo en México en Ia segunda mitad del siglo XIX se ha intensificado en los iiltimos 20 afios (Bastian, 1991). 89. saci laden yreligin on Mésis: bs Gove str El cambio religioso ha sido mas fuerte en los estados fronterizos del norte —Baja California, Chihuahua y Nuevo Leén— y del sur —Chiapas, Tabasco y Quintana Roo—, que han transitado de lo monolitico a la diver- sidad (Hernéndez y Rivera, 2009). De estos estados, Chiapas es el que ha mos- trado la dindmica mas alta de cambio religioso, pues solamente el 59.5% de su poblacién dice seguir la religién Catélica, muy por debajo de la media na- cional, Este descenso ha sido histéricamente vinculado con una pobre cober- tura de la Iglesia y el sacerdocio catélico, la resistencia de las poblaciones de la regidn y su situaci6n fronteriza y de amplia interaccién con Guatemala, el pais con los mds altos indices de poblacién protestante en América Latina (Rivera et al, 2011). En este escenario de cambio, se analizan las actitudes de los jévenes estudiantes hacia la diversidad religiosa en su vida escolar, con el fin de vi- sualizar cémo los discursos y practicas catélicas y laicas sobre la diversidad influyen en sus interacciones cotidianas. Para esto, se utilizan algunas de las respuestas ofrecidas por los jévenes estudiantes a tres situaciones dentro del Cuestionario sobre Religién y Escuela: 1) el rol de la religién en la sociedad y en su propia vida; 2) la tolerancia y apertura al diélogo sobre asuntos Teligiosos; y 3) su posicionamiento acerca de 1a educacién religiosa en las escuelas. En contraste con las propuestas que muestran a la juventud, sobre todo en edad universitaria, como uno de los sectores mas secularizados y, por lo mismo, distanciados de trasfondos religiosos fuertes por Ia dificultad para creer en cosas sagradas dentro de un mundo focalizado en aspectos téenico- cientificos (Luengo, 1993), encontramos entre los jévenes estudiantes de 13 a 17 afios —periodo anterior a la vida universitaria—, un creciente interés por y una comprensién distinta de la religién, asi como una creencia mas 0 menos ‘compartida en Ia existencia de un dios. Predomina la idea de que existe un creador del sistema de las cosas del mundo que, sin embargo, no esta relacio- nado con una religion ni es propiedad de ella. La religién sigue siendo relevante porque guia, ensefia valores, ayuda a sobrellevar dificultades, ademas de que da significado y sentido a la vida en 90, aweacion Inca y relighn en Meso: los jovenes entre Ia tolerancia yl dlogeinerrligiose contextos y situaciones de crisis. La religién es importante puesto que el mun- do y la vida humana seria un caos sin el concepto de un ser supremo. Esto hace notar cémo la religién esté ligada al necesario orden y armonia social que, en nuestros dias, parecen quebrarse con la proliferacién de “modos de vida alternativos” que cuestionan los “tradicionalmente” aceptados (Vazquez, 2007, p. 299). En medio de la complejidad de nuestra condicién actual, uno puede ser una persona religiosa sin formar parte de una fe © comunidad particular. La religion, concebida como una institucién con un conjunto de reglas y rituales, no es relevante, sino la creencia personal en Dios. Incluso, en la sociedad no habria que hablar sobre religiones, sino de maneras diferentes de creer, ya que, al menos en una tradici6n cristiano-catélica, se piensa que todos creemos en o hablamos del mismo Dios, pero éste se nombra y se adora de formas diversas. En suma, tener una religién es adquirir un estilo de vida especifico. Este proceso de deslegitimacién de Ia institucionalidad religiosa trae consigo a gestacién de formas altemnativas de religion. En medio de la pét dida de control de las instituciones religiosas sobre sus creyentes, aunado a la ctisis de sentido en un contexto de relativizacién de los sistemas de valores y ‘esquemas modemos, se produce una religiosidad més personalizada, desinsti- tucionalizada, innovadora y préctica (Vazquez, 2007, p. 316). Paradéjicamente, estas caracteristicas hacen esa religiosidad més abierta al ambito piiblico, puesto que no pretende encerrarse en una creencia intema, sino que busca tener un impacto en lo social (Vazquez, 2007; Cruz, 2012). Aunque se crea que Dios existe, el bienestar del mundo depende de las decisiones humanas. Con esto, lo religioso se enfoca en la accién humana, no en Ia divina La religion, entendida mas alld de lo institucional, posee un rol sig- nificativo tanto en las vidas personales de los jévenes como en Ia sociedad. Aunque se observa un notable distanciamiento de las instituciones religiosas principales y, en algunos casos, de las creencias de sus padres, los jévenes contintian utilizando tales instituciones como una referencia al menos nominal de pertenencia (Sota, 2010), Como asevera Najera (2007, p. 145): 1 ‘duct Taeay relgiin en Meio: tos Jovenes entre la toleransa el diiloge nterrcligino cl contexto cultural cristiano en el que nos hallamos inmersos, debido a una ‘radicién heredada [...], ha generado en la juventud [...] un elima de insatis- faccién en lo que respecta a su biisqueda espiritual y de sentido, pues ya no oftece una experiencia religiosa plena. Por ello /os jévenes se dan a la explo- racién de simbolos y rituales que hablen de la forma en que hoy en dia viven ‘su espiritualidad, lo cual, apoyado por la oferta de los medios masivos de comunicacién (mass-media) y los valores de una sociedad global, los pone en contacto con otros simbolos, imagenes y formas rituales. Estas transformaciones en los conceptos sociales sugieren Ia necesidad de ligar los estudios de juventud y de religién como un tema particular y relativamente inexplorado, La ambigtiedad de nuestro contexto laico, puede notarse en las respuestas de los jévenes, quienes reconocen que la religién ocupa, aunque se intente ocultar, un lugar significativo en la vida publica. La religién ha perdido su centralidad en lo social, pero no ha desaparecido por completo, como esperaban algunos discursos secularizantes. Todavia tiene una influencia social y paulatinamente vuelve a recobrar un espacio en el debate piiblico (Arias, 2012). Frente a la diversidad religiosa vivida en los contextos mexicano y chiapaneco, permeados pot valores laicos y virtudes liberales (Morales, 2009), el respeto aparece como el valor moral fundamental que constituye la base de la tolerancia. La coexistencia entre personas de diferentes religiones y formas de ver el mundo requiere de la capacidad de respetar a quienes tienen alguna creencia religiosa (diferente). Solo a través del respeto a la religién de otros se pueden superar las diferencias y ver que todos somos iguales. Ademés, hablar sobre las religiones ayuda a entender a los otros, aunque, en la cotidianidad, hablar de cllas —como de politica segiin el dicho popular— casi siempre ter- mina en discusiones. El reconocimiento de los otros a través del respeto implica pensar que la religién puede no ser un tema trascendente para todas las personas, pero cada uno debe dejar que el otro sea como desee, en tanto que es un igual en términos formales de derechos y obligaciones. Dicho respeto y reconoci- miento de un estatus de ciudadania —y atin de racionalidad propiamente 92. ‘saueacin nea yrolgén en Mésioo: las ovens entre I toerancia ye loge interretigisa humana— es aprendido en las escuelas. Es en ellas donde se aprende a tes petar a las personas sin importar su religién, por eso es un error ligarla con la educacién, porque puede causar conflictos y disputas. La religién tiene que permanecer fuera de las instituciones educativas, sobre todo las de caracter Piiblico, puesto que lo religioso es vivido y ensefiado en casa. La laicidad en las escuelas es una forma de ensefiar respeto por otras religiones sin anali- zarlas directamente y sin profundizar en ellas. Segiin los jévenes, la desaparicién absoluta de la religién tampoco es una opeién para mejorar el mundo, pero faltan mecanismos para relacionarse con quienes profesan religiones diferentes. En nuestro contexto prevalece el respeto mientras los otros mantengan sus creencias y convicciones religiosas en privado, pues cuando se hacen tema ptiblico, causan discriminaciones conflicts. Aqui se hace necesaria la tolerancia hacia los otros y sus actos, ya que se tiende a juzgar que los intolerantes son los “otros”, excluyendo a los creyentes de la religién tradicional y/o de los discursos nacionalistas. En ‘ocasiones, los garantes de la tolerancia “Ie imputan la culpa de lo que cada vez sucede a otros grupos 0 actores sociales, cuya conducta tachan de into- lerante” (Gutiérrez, 2006, p. 222). Los intolerantes son, al parecer, los “otros”, no el “nosotros” establecido, Sin embargo, las diferencias religiosas cada vez mas notables no se ven como obsticulo para la coexistencia y el didlogo si se comparten intereses comunes, si se aprende acerca de las religiones de otros, si se conoce direc- tamente a personas con creencias distintas y si se hace algo en conjunto. Todo esto implica, en una perspectiva laica mas © menos afirmada, la bisqueda del consenso social, antes de los deseos personales. El principio de igualdad ba- sado en la racionalidad y los derechos humanos es puesto sobre el principio de diferencia de raza, color, género, religién u otra manifestacién. Aunque el principio liberal de igualdad y de separacién radical entre lo plblico y lo privado predomina, paraddjicamente, los jévenes niegan 0 se muestran confusos ante la idea de que la religin pertenezea s6lo a la vida pri vada. Algunos reconocen que a veces es utilizada como un objeto de control con “propésitos politicos” no explicitos. El Estado, por ejemplo, tiene un papel aucactn laeay religion en Mésico: ls Jovencs entre a toleranci y ldtog interreligiovo relevante en lo religioso a través de las leyes, pero no debe imponer ni privi- Jegiar ninguna religién. Necesita aceptar la diferencia, pero también regularla En lo cotidiano, los jévenes interactéan con la diversidad religiosa e intentan dialogar con personas que tienen otras religiones, pero reconocen que no saben cémo reaccionar frente a las diferencias, Si una persona trata de persuadirlas sobre su religién, ellos pueden mostrar reacciones disimiles: Pueden optar por ignorar a esa persona, por intentar convencerla de que esta equivocada, por presentarle su religién como (la) mejor... En este contexto, el didlogo esta limitado. Los jévenes concuerdan en que es preciso mostrar respeto y ser tole- rante, Se muestran un tanto abiertos al didlogo sobre temas religiosos pero, sobre todo, intentan evitar conflictos. La neutralidad aparece como una opcién mas 0 menos viable para muchos, mientras que otros reconocen que no debe haber discriminacién religiosa ni molestarse a otros para convencerlos. Por ello es mejor optar por una actitud de indiferencia “respetuosa” entre las personas. La religiGn es visualizada como una forma de militancia, un campo de batalla a veces pasivo y a veces activo. Aunque es un ambito importante de la vida, requiere permanecer fuera de espacios piiblicos como la escuela si se quiere evitar conflictos. Aqui es donde el modelo de educacién laica ha sido fectivo en nuestro contexto: religién y educacién subsisten como dos campos sociales incompatibles. Incluir la religién en las escuelas constituye una pér- dida de libertad ante la rigidez y opresién “inherente” a cualquier religion, sobre todo las que han sido catalogadas como “sectarias” en una estrategia de deslegitimacién de “pricticas que compiten por el dominio del campo [socio- religioso}” (Cantén, 2002, p. 97). A pesar de esto, los jévenes no rechazan completamente la posibilidad de incluir una educacién religiosa en las escuelas. La educacién laica no Provee respuestas a las preguntas acerca de la religion y su actual plurali- zaci6n. Este proceso de diversificacién religiosa interesa a muchos jévenes Pero, al mismo tiempo, les produce temor de ser conveneidos y “cambiarse” de religion para adoptar una distinta de aquella que viven “a su manera” En este sentido, se podria ineluir una forma de educacién religiosa que fuera opcional y que se estudiara en conjunto, més alla de Ins diferencias ‘eligiosas. Este tipo de edueacién abrirfa una oportunidad para conocer a y deen arse C08 los “otros” religiosos y, en la linea de una educacién laica, a desarrollar un pensamiento critico orientado a combatir la ignorancia, el fana- smo ¥ el prejuicio que, como la intolerancia, se considera como propiedad ayoritaria de los “otros” religiosos e “irracionales”. Esta mirada mina la Posibilidad de un didlogo genuino, ‘México y Chiapas muestran una fuerte tensidn entre sus politicas (edu cativas) y la experiencia de su poblacién. Los jévenes reconocen las diferen. cias religiosas porque viven diariamente con ellas. No pueden rechazar a luralidad, pero tampoco saben como interactuar con los “otros” religiosos mds alld de los patrones Iaicos. Mientras el sistema educativo mexican etd moldeado por la Revolucién de 1917 y sus principios de educacién piibliea, estatalmente centrada, libre y Inica, dirigida hacia la asimilacién de lo dife. rent, los j6venes invitan a pensar en la posibilidad de una educacién religiosa que motive el didlogo entre las diferentes creencias y convieciones religiosas, Desde su perspectiva, la actual necesidad de conocer a los otros y a cellos mismos implica la oportunidad de incluir una educacién religiosa que Permita aproximarse a las diferentes religiones. Esta no es una asignatura confesional de religién, como la que se ha defendido desde algunas esferss catdlicas, sino una asignatura no confesional sobre el “hecho religioso” o una Introduccion a la historia de las religiones. Esta inclusion no esta relacionada con un rechazo de la laicidad establecida en Ia Constitucién Mexicana, sino con una forma de laicidad mas abierta (Latapi, 1999), Como muestra Dietz (2008, p. 14 y ss. para el caso de la Unién Euro- Pea, existen hoy cuatro modelos de educacién religiosa. El primero esta basado en pricticas mono-confesionales donde la religién de la mayoria ocupa uun Tugar primario y exclusivo en la educaciGn. El segundo esti ligado a pa- 95 — ee Educacln Inia y religion en México: los Jovenes entre a toleranca y ldidlge interrsigiose frones multi-confesionales donde cada comunidad religiosa, sea mayoria 0 minoria, imparte sus ensefianzas a sus creyentes en clases separadas. El ter- cero esti relacionado con una ensefianza inter-confesional para prevenir la segregaciGn de estudiantes por las diferencias religiosas y promover el cono- cimiento comprehensivo de la diversidad religiosa que prevalece en Ia sociedad. El Giltimo se refiere al ideal enteramente laico en que la educacién religiosa no tiene lugar alguno, siendo reemplazada por clases de educacién civiea 0 de educacién en valores. Las posiciones acerca de la educacién (religiosa) en México se en- cuentran entre la enseflanza inter-confesional que aparece como opeién desde los jévenes y el ideal laico mantenido por las esferas de poder estatal. Sin embargo, el rol solapado de la religién “tradicional” en la sociedad y en la escuela estd siendo cada vez mas reconocido y cuestionado. De acuerdo con Arias (2012, p. 488), “histéricamente el debate mexi- cano en materia religiosa ha sido dominado por las actitudes y posiciones dogmiticas, tanto las religiosas como las laicas”. La situacién mexicana y, en ella, la chiapaneca, es compleja, y apunta hacia la necesaria revisién de sus fundamentos politicos y educativos. Asi como la educacién pretende ser un instrumento ‘itil para combatir la ignorancia y el fanatismo religioso, puede también ser una fuerza poderosa para fomentar el didlogo con y entre las reli- giones y sus diferencias (Schihalejev, 2010). Dela tolerancia al didlogo interreligioso: una posibili educacién jad desde Ia Ante la creciente diversidad religiosa, México y, particularmente, Chiapas se encuentran en el punto limite para transitar de la toleraneia hacia un diélogo interreligioso dentro de un contexto ampliamente plural. Nuestra experiencia cotidiana y la mirada de los jévenes nos invitan a revisar nuestros supuestos acerca de lo laico y lo religioso. Aiin notamos que ni la diversidad ni la inte- raccién con ella son explicitamente incluidas en las curricula escolares; aun- que los temas de Ia tolerancia y los valores culturales son incluidos en la tradicional asignatura de educacién civiea (y ética) 0 educacién en valores. 96 Educacién lacay reign om México: los Jovenes entre la talerancia yo dlogoInterrsliiono Estas asignaturas tratan de promover primordialmente los discursos naciona- listas y laicos. Dejan de lado la diversidad religiosa y el didlogo entre religio- nes y creencias diferentes. Educar en nuestro contexto de cambio requiere el reconocimiento del pluralismo “no como un obstéculo [a franquear], sino como un recurso [po- tencial]” (Dietz, 2008, p. 42). Dicho recurso posee un eardeter paradéjico: abre la posibilidad de generar nuevos diélogos entre modos de vida alternativos y, a la vez, revela la aparicién de nuevos conflictos sociales. Didlogos y con- flictos fructiferos, ya que hacen referencia a agentes sociales que habian per- ‘manecido anénimos y a demandas inéditas que hasta el momento habian sido ocultadas, Como hemos observado, en la sociedad mexicana y chiapaneca es vi- sible un cteciente desafio hacia el monopolio de la Iglesia catélica, que Ia ha obligado “a asegurar su permanencia introduciendo cambios intemos, a mo- demizarse para resguardar la tradicién, a democratizarse a fin de mantener su estructura de poder interna” (de la Torre, 2006, p. 16); ademas de un prevale- ciente distanciamiento de las religiones entendidas como instituciones, lo cual incluye en algunos casos la disminucién del poder de sus representantes y lineamientos morales. Existe incluso un incipiente cuestionamiento hacia el ideal laico que confina 1a religién a la vida privada, y que ignora los efectos que tiene en el espacio y el debate piblico. En un contexto pluralista es esencial trascender la negacién 0 camu- flaje de las creencias y valores propios detrs de una “personalidad publica” y de los “roles sociales”; esto es, ir més allé de la separacién radical o la com- partimentacién vital entre “las partes de la propia vida en las que uno no complace a nadie més que a si mismo y las partes en las que uno se implica en Proyectos cooperatives con otros seres humanos” (Rorty, 2002, p. 118). Esta distineién, cara al liberalismo y apoyada por los discursos pragmatistas norte- americanos, implica que las “tradiciones y pertenencias comunitarias” se ‘opongan a “las leyes de la razén” (Gutiérrez, 2009, p, 210). 7 En un escenario donde prevalece la compartimentacién de lo piiblico y lo privado en aras de una “buena ciudadania” para las sociedades pluralistas y, sobre todo, democréticas, el respeto y la tolcrancia se entremezclan y ge- neran una actitud pasiva frente a la diferencia. Segin la Declaracién de Prin- cipios sobre la Tolerancia esbozada por la UNESCO en 1995, a tolerancia implica autonomfa en la medida que “toda persona es libre de adherirse a sus propias convicciones y acepta que todos los demas se adhieran a las suyas [sin intentar] imponer sus opiniones a los demas” (en Rivera et al., 2011, p. 379). La tolerancia no promueve un rechazo explicito de los otros, pero tampoco un reconocimiento positive. El didlogo y la interaccién con las di ferencias son evitadas porque cada quien trata de proteger las ereencias y convicciones propias, asi como dejar que los otros sean como quieran ser. Es una manera de vivir y dejar vivir. En este tipo de relacién impera cierto temor y rechazo a cualquiera que cuestione lo que cada quien cree 0 aquello que “tradicionalmente” ha sido establecido y considerado como el modo “correc- to” de vivir, de pensar y de comportarse en la sociedad. Respeto y tolerancia son usadas histéricamente como herramientas politicas para prevenir y/o eludir los conflictos (Gutiérrez, 2009; Rivera et al. 2011, p. 367 y ss.) Son intentos de enmascarar la diferencia detrés de los dis- cursos de libertad ¢ igualdad. La negacién u ocultamiento de las diferencias conducen a una forma de indiferencia hacia los otros mientras no interfieran con la vida y conviceiones propias. Como hemos notado, existe una posicién ambigua sobre el hecho de acercarse a otras religiones para conocerlas: hay curiosidad frente a otras expresiones religiosas, pero también temor a estar demasiado cerca de ellas. Dicha indiferencia lleva a la ignorancia y ésta, a su vez, se convierte en una forma disfrazada de intolerancia (Gutiérrez, 2009), La indiferencia, ele- vada a un grado de aparente neutralidad por parte del Estado, permite a los otros ser como ellos desean, siempre y cuando no cometan alguna infraccién a las maneras convencionales de ser. Asi, la tolerancia contribuye activamente a la conservacién de los mecanismos de control politicos cuyo propésito es que el orden social y sus valores culturales —incluidas sus practicas y rituales 98. Jovenes entre la tolerancay el dilogeinterreigloo Racionalistas— contintien como Virtud” liberal. son. He aqi Perspeetiva laica, no son recursos para la inclusion, sine instrumentos aparen- ‘emente menos agresivos para la exclusién, Ademés, son obsticulos para el didlogo, al estar basados en un sentido de compasién y caridad hacia los otros considerados como una minoria en desventaja, De acuerdo con Gutiérrez (2009, p. 215), “la tolerancia presupone una apreciacién negativa de aquello mismo que se tolera, ya que soporta o suite lo que a su vez reprueba; en sen- ‘ido estricto se tolera s6lo aquello que de antemene €s objeto de rechazo” ‘otros’ tienen derechos [..}; aroha pas im tos, cartosidad, ioponicie pay easuahue Y aprender; ‘probacién entusiasta dela diferencia; reconocimniente de que Ia existencia de Giferencias es una condicién necesaria para que lov oso, cisiones y sentir su autonomia como significativa 99 re La tolerancia tiende a eliminar los desacuerdos. Aun en su versién activa, la tolerancia habla sobre apertura y reconocimiento de las diferencias siempre y cuando estas situaciones no causen conflictos, es decir, cuando culminan en consensos para el bien comin. En nuestro contexto no podemos evadir los conflictos esperando que sean resueltos con el paso del tiempo 0 ignordndolos mientras no nos involucren personalmente, sino aprender a canalizarlos a través de estrategias dialégicas que incluyan a amplios sectores de la sociedad, y reconozcan la dimensién multidimensional —politica, eco- némica, religiosa, ete — de los conflictos (Rivera et ai., 2011). De acuerdo con Gutiérrez (2009, p. 223), ereemos que “sélo en Ia perspectiva de conflictos re- sulta imposible reprimir las diferencias, asi como sélo en toro de conflictos se pueden percibir y movilizar realmente los potenciales de solidaridad”. La interaccién con y el reconocimiento de las diferencias religiosas implican conflicto. Todo didlogo genuino est rodeado de situaciones conflic- tivas, pero esto no significa que termine en alguna forma de violencia, sim- bolica 0 practica, Como seiiala Gutiérrez (2009, p. 222): “violencia y tolerancia tienen en comin su oposicién al despliegue abierto y piiblico de conflictos, ya que ambas desconocen a funcién produetiva de los conflictos”. Si nos con- centramos en los consensos, negamos el papel de los disensos y desacuerdos que pueden ayudar a explorar otros modos alternativos de vivir, de pensar y de comportarse en el mundo. Incluir una forma de educacién religiosa en nuestro sistema educativo podria ser un primer paso hacia la interaccién, reconocimiento y conocimiento de las diferencias religiosas. Este hecho seguramente traer consigo una serie de confficios en la sociedad y, posiblemente, al interior de las aulas, pero s6lo cuando los aceptemos y los confrontemos abiertamente es que aprenderemos ‘cémo habitar con y en medio de ellos. Asi, el didlogo interreligioso, mas que apertura hacia la interaccién y reconocimiento de los otros, implica lidiar con los conflictos para construir juntos otras formas de relacionarnos con el mundo. ucaclon lea yrelighn en Mésico: los jovenes entre I tolerauca yl didago nterrsigoso Reflexiones finales En México, y especialmente en Chiapas, se vive un cambio religioso signifi- cativo que impone serios cuestionamientos hacia nuestra condicisn laica. Las miradas de los jévenes muestran elementos importantes alrededor de tres si- tuaciones: los cambiantes conceptos sociales sobre la religion, las transforma- ciones incipientes relacionadas con la educacién y las posibilidades de esta- blecer un didlogo interreligioso mds all4 de la tolerancia. La laicidad sigue teniendo un rol fundamental en el Estado y el sistema edu- cativo mexicano, pero requiere ser repensada para permitir integrar en la escuc= la algunos t6picos sobre religién, Nos encontramos en un contexto complejo en el que ésta posee un rol controversial y confrontativo. Predomina una im- parable pluralizacin y diversificacién de ofertas religiosas y un creciente proceso de desmonopolizacién o, en ciertos casos, diferenciacién interna del catolicismo. La religion tendria que ser un tépico importante en los debates sociales, poli- ticos y medidticos, ademas de los propiamente educativos. El presente y el futuro de nuestra educacién requieren inctuir 1a religién, entre otros factores sociales, como una forma de manifestar la diferencia, esto es, como un modo diferente de querer constituirse como diferente. Attn es posible encontrar un énfasis en la idea de que la educacién en México, especialmente la del sector piblico, es y debe seguir siendo laiea, como esti establecido en a Constitucién; raz6n por la cual las religiones no deberian relacionarse con la educacién y las escuelas, pues eso causaria mas conflictos y disputas por el poder y control religioso de la poblacién. A pesar de estas visiones que afirman y apoyan la naturaleza laica de la educacién mexicana, otras personas indican que la religién es un tépico que ha sido ocultado inten- cionalmente. Existen grupos religiosos que han sido privilegiados mientras que otros han sido discriminados a pesar de los esfuerzos constitucionales por Ja igualdad formal. Aunque las religiones no han sido consideradas para su conocimiento en las escuelas, algunos j6venes estudiantes, y otros sectores sociales, consideran 101 Eueaelon aia y religion on Mésico los Jovenes entre la tlerancia yo dislogs inerrtigioso que seria bueno aprender sobre las diferentes religiones en el mundo —educa- cién religiosa interconfesional— con los conflictos que esto implique, y no sélo acerca de la religién considerada legitima y tradicional cn un contexto nacional —educacién religiosa confesional—. La situacién de México y, especialmente de Chiapas, con su intensa dinémica de cambio religioso, es bastante particular. Atin es posible encontrar situacio- nes de discriminacién y de violencia por motivos de orden religioso —aunque cruzados con otras causas que mezclan lo politico y lo econémico— (Rivera er al,, 2011). Nos parece esencial continuar analizando la visién acerca de la libertad y la tolerancia religiosa que tienen los jévenes estudiantes, pero, sobre todo, las posibilidades que ellos observan acerca de establecer un didlogo genuino —aiin en medio de conflictos que no culminen en actos violentos— con aquellas personas que expresan diferencias en sus creencias religiosas. La educacién es y continuard siendo, a pesar de sus crisis actuales, un factor esencial en la formacién de los jévenes; sin embargo, incluir tépicos reli- giosos en la educacién sigue siendo una opcién que no ocupa un espacio tangible en los debates educativos ante una especie de temor solapado a las diferencias. En un marco en que las diferencias son cada vez mas notorias, los conflicts se incrementarén, de modo que la educacién puede convertirse en un campo de batalla en que la diversidad religiosa, entre otras formas de ser diferentes, pueda ser reconocida. Esto a través de la inclusién de una educacién que busque promover el didlogo interreligioso con la aceptacién de los “otros” como interlocutores con algo que ofrecer, y no como “parias” a los que se necesita soportar. Referencias Arias Marin, A. (2012). “Laicidad en México. Las reformas en materia religiosa” en M. Moreno-Bonett y R. M. Alvarez de Lara (eds.), El Estado laico y los derechos humanos en México: 1810-2010. Tomo I (477-494), México: Uni- versidad Nacional Autnoma de México. 102 taueasin aia y religion en México: lox jovenes entre I oleranclay el dilogointerrsigioso Bastian, J. P. (1991). Los disidentes. Sociedades protestantes y revolucién en México, 1872-1911. México: Fondo de Cultura Econémica / El Colegio de México, (1997). La mutacién religiosa de América Latina. Para una sociologia del cam- bio social en la modernidad periférica. México: Fondo de Cultura Eeonémica. Bertram-Troost, G., Schihalejev, O. y Neill, 8. 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