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witos graces 5 SD Perseo y Medusa en la plaza publica y escuché a Perseo presumir de que era capaz de traerle la cabeza de Medusa. Esta horripilante criatura tenfa dientes como cuchillos, piel de reptil y cabellera de serpientes, y podia convertir en piedra a todo aquel que se atreviera a mirarla. Polidectes le tomé la palabra, ya que deseaba des- hacerse de aquel muchacho entrometido. éLa raz6én? Perseo y su madre Danae habian sido rescatados del mar por unos pescadores y Polidectes les hab/a dado refugio en su palacio. Al principio todo marchaba muy bien, pero ahora el rey querfa casarse con Danae, aun- que ella se negara, y para ello necesitaba sacar del medio a su hijo. CY qué mejor que usando sus propias palabras? Los dioses, aburridos en las alturas celestiales, en aquellos momentos se entretenfan espiando la vida de las personas desde los balcones del Olimpo. —Me apena un poco la situacién de aquel joven —dijo Hermes, el protector de los viajeros—. Lo conocen? —iEs Perseo! —exclam6 Atenea, la diosa guerrera, mien- tras corria un mechén de pelo que cala sobre sus ojos—. Hace tiempo que esta teniendo problemas con el rey... éComo se llama? —Ese sinvergilenza se llama Polidectes... y miren...iEl.ca- nalla lo esta enviando a una misi6n de la que dificilmente salga con vida! —contesté Hermes alarmado. C ierto dfa Polidectes, rey de la isla de Serifos, estaba Escaneado con CamScanner Co 16 Pablo Gauna —AI parecer Perseo necesitara que lo ayudemos un poco —sugirié Hefesto, el dios herrero. Las tres divinidades estuvieron de acuerdo. Al dia si- guiente descendieron a la Tierra y encontraron a Perseo deambulando entre las columnas de un templo, cabiz- bajo. Su preocupacién era evidente. Cuando los dioses aparecieron frente a él, Perseo casi se desmaya de la impresion... —Joven Perseo, conocemos tu preocupacién y decidi- mos ayudarte —dijo Hermes. —Asi es, Polidectes no se saldra con la suya —agreg6 Atenea. —Te prestaremos unos objetos que necesitards para cumplir tu misién —explicé Hefesto. Hermes le entregé sus sandalias aladas y un morral magi- co; Hefesto, un casco de invisibilidad. En tanto, Atenea le dio una hoz de filo irresistible y un escudo de plata pulido como un espejo. También, una advertencia muy importante: —Por nada del mundo debes mirar a Medusa a los ojos. Intenta caminar de espaldas a ella y observa el re- flejo del escudo. Luego le desearon suerte: Perseo ya estaba preparado para emprender su riesgoso encargo. atl | ineado con CamScanner Mitos grioges 7 QOD Gracias a las sandalias aladas, pudo cruzar el mar, el de- sierto, las montafias, y llegar hasta las cavernas que eran dominio de Medusa. El héroe junto coraje y lentamente comenzé a adentrar- se en la cueva. Tenfa mucho miedo. Habfa escuchado de innumerables guerreros que también habian intentado matar a Medusa y acabaron convertidos en estatuas de piedra. No obstante, la suerte estaba de su lado: Medusa dormia profundamente cuando la encontré. Se acercé en silencio y, con un solo golpe de la hoz, consiguié cortar la cabeza de la criatura. Luego I la meti6 en la bolsa de Hermes. Todo parecia bajo control, sin embargo, algo sorpren- dente ocurrid: de la sangre derramada de Medusa surgieron el poderoso guerrero Escaneado con CamScanner CG 18 Posie cauns Perseo no tenia tiempo de enfrentarlos porque necesi- taba regresar junto a su madre. Se puso el casco magico de Hefesto y se volvid invisible antes de que Crisaor y Pe- gaso pudieran atraparlo. Cuando volaba sobre el mar, Perseo distinguié en la costa a una muchacha encadenada a unas rocas. Un grupo de hombres y mujeres del pueblo la observaban desde cierta distancia. El héroe quiso saber qué pasaba y se acercé. —éQué ocurre? —pregunto. —El rey Cefeo enfurecié a Poseidén y él envid un mons- truo marino para destruirnos —respondié un soldado. —¢Y por qué esta joven esté encadenada? —Los sacerdotes le dijeron al rey que la unica manera de aplacar la furia del dios de los océanos era sacrificar a su hija Andrémeda —explic6 una mujer. Perseo miré a la hermosa muchacha que lloraba deses- perada y lamenté su destino. —iDe ninguna manera! iYo impediré que eso suceda! —exclamé. Nadie se atrevio a contradecirlo: no todos los dias un joven y fuerte guerrero descendia del cielo y ofrecfa su ayuda. De hecho, algunos opinaban que se parecia a Apolo, por su valor y su belleza. Entonces emergié del mar un monstruo gigantesco, mitad pez, mitad serpiente, con la boca llena de dientes afilados. Perseo volé con sus sandalias divinas y lo ataco por la espalda. A pesar de sus heridas, el monstruo continuaba acercandose a Andrémedaa. Sin perder un momento, Per- seo se interpuso y le ordené ala muchacha que cerrara los ojos. Luego, tapando los suyos, sacé la cabeza de Medusa Escaneado con CamScanner uites griogos 19 QOD de la bolsa. El monstruo se convirtié entonces en piedra y se sumergié en el océano para siempre. Libre del sacrificio y de las cadenas, Andrémeda pensa- ba huir con Perseo. Sin embargo, el rey Cefeo mandé a su ejército para impedirlo. El héroe combatid valerosamente contra decenas de soldados, pero al verse superado en numero recurrié nuevamente ala cabeza de Medusa para convertir a sus atacantes en piedra. Perseo hab/a liberado a Andrémeda, pero no olvidaba que su madre continuaba en peligro. Con su amada en brazos, volé de regreso a Serifos para ajustar cuentas con Polidectes. Grande fue la sorpresa del rey cuando Perseo irrum- pid en medio de un banquete que habfa organizado en su palacio. —Bienvenido, Perseo. Conque ya has vuelto —saludé Polidectes con inocultable desagrado. —Asfes. Aqui te traigo la cabeza de Medusa tal como lo habfa prometido —respondid Perseo y alzé la bolsa. Pero Polidectes no estaba dispuesto a asumir la derrota y dijo: —Nadie es capaz de enfrentar a Medusa y sobrevivir. Tu- viste tu oportunidad para huir y salvarte, pero regresaste. Ahora deberas sufrir por tu orgullo y tus engafios. iGuar- dias, maten al mentiroso! —Te mostraré que no estoy mintiendo. iPresta mucha atencién! Con un rapido movimiento, extrajo la cabeza de Medusa y petrificd al rey junto a todos sus guerreros. Luego busc6 asu madre, que se encontraba prisionera en el templo, y laliberd. Escaneado con CamScanner CO 20 Parvo cauns Los dioses, que habfan observado toda la aventura del héroe, volvieron a presentarse. Perseo agradecié su ayuda y devolvié a cada uno el objeto que le habfan prestado. Y aAtenea, que siempre lo habia protegido, le entreg6 como trofeo la cabeza de Medusa. Ella la incrust6é en su escudo y la dejo allf para siempre. ji Escaneado con CamScanner

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