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LA PIRAMIDE OBSESIVA lgrano de este libro habita en el hueco real entre la practica analitica actual y el torbellino que llamamos la ultima ensefianza de Lacan. También habita en el hueco real entre la direccién de la cura y el horizonte de la identificacién al sintoma. Por eso se intenta escribir las conexiones de diversos aspectos de las neurosis obsesivas con el nucleo sintomatico en tanto tal, por sus bordes donde lo real se inscribe como imposible. Aprender de lo que el sintoma ensefia, de lo que tiene de inventivo, de los recorridos que traza, y de las soluciones que ha construido para suplir la ausencia de relacion sexual, es el camino que se propone. Habiendo comprobado que la clinica de la neutosis obsesiva de orientacién lacaniana se habia detenido en su pensar en el Ambito de los Escritos de J. Lacan, y hasta el libro 11 en cuanto | a El Seminario, decidi tomat una pocas referencias postetiores que permitieran volver a otdenar lo ya sabido, repasar la leccidn, y volcar el resultado en el torbellino antes mencionado, para que tenga la oportunidad de hacer su camino. En este intento, lo mas importante, me parece, fue reintroducir en la cuestion tanto el significante falico, B, como el. amor "eroto-maniaco", asi tipicado por Lacan para la neurosis obsesiva. Juan Carlos Indart LS.B.N. 987-9318-15-3 LA PIRAMIDE OBSESIVA Otros libros publicados por EDITORIAL TRES HACHES Jacques-Alain Miller e El hueso de un andlisis ° El establecimiento de "El Seminario" de Jacques Lacan e La transferencia negativa e Lakant e Seis fragmentos clinicos de psicosis ° La erética del tiempo y otros textos Eric Laurent ° Posiciones femeninas del ser ° Psicoandlisis y Salud Mental Barbara Johnson ¢ La carta robada. Poe, Lacan, Derrida Mario E. Teruggi e El "Finnegans Wake" por dentro Jean Paulhan e El guerrero aplicado Friedrich Nietzsche e El caso Wagner Jacques Derrida e Ulises graméfono. Dos palabras para Foyce Autores varios e Psicoandlisis y Derechos de las Personas Javier Aramburu e El deseo del analista Nieves Soria ° Psicoandlisis de la anorexia y la bulimia Roberto Mazzuca, Fabian Schejtman y Manuel Zlotnik ° Las dos clinicas de Lacan. Introducci6n a la clinica de los nudos Juan Carlos Indart, German Garcia, Florencia Dassen, Jorge Chamorro y otros e Las formulas del deseo Juan Carlos Indart La piramide obsesiva TRES HACHES Ilustraci6n de tapa (modificada): Anselm Kiefer, 1997 Disefio: J.S.P. IS.B.N, 987-9318-15-3 © 2001, Editorial Tres Haches Junin 558, piso 9°, of. 905 (1026) Buenos Aires Argentina Impreso en Argentina - Printed in Argentina Queda hecho el depésito que marca la ley 11.723 Presentacion Este libro es la publicacién del curso que dicté en la Escuela de la Orientacién Lacaniana, durante 1999. Sostengo una ensefianza en esa Escuela desde que se fundé, en el noventa y dos del siglo pasado. La sostengo segiin su reglamento. Quiero decir que la sostengo corriendo con el riesgo, y pesa en mi propia cuenta. La Escuela ni me autoriza ni me disuade. No la sostengo como portavoz de nadie, pero el lector se aburrird de comprobar que, en la medida de lo posible, muestro todas mis cartas en lo tocante a los textos de aquellos de quienes aprendi, a mi manera, lo que me transmitieron. Sostengo esos cursos de viva voz, en un modo y un estilo que hacen, del registro de lo que digo, algo muy distante de la publicacién. No sélo porque rigen para lo escrito normas minimas que seria deseable cumplir, sino porque al publicar, los enunciados se van més alla de las condiciones de una transferencia de trabajo siempre fundante. Esto ultimo es una responsabilidad grande en psicoanilisis, que no habia pensado asumir. : Sin embargo... unos colegas me empujaron a editar este curso, cuando se ofrecieron a corregir las desgrabaciones que efectuara Paula Pineles, hasta obtener algo suficiente- mente lefble... para un lector de libros interesado en el psicoanilisis... Son ellos Eduardo Benito, Viviana Camilli, Ratil Carmona, Alberto Grunfeld, Alicia Pico y Alicia Yacoy, y a ellos se deben casi todos los titulos de las dieciséis clases que ahora son capitulos. . Les agradezco mucho lo que hicieron, y se los agradezco también en el sentido de que, con el trabajo que se dieron, consiguieron que tuviese que trabajar mucho més de lo que habia pensado. En efecto, he revisado el libfo linea por linea varias veces, cuidando lo maximo posible ese borde en el que las ideas que se avanzan crean también la pendiente por la que se descarrilan. Volvi a escribir bastantes parrafos, y escribi algunas cosas nuevas, pero siempre a partir de la idea preexistente. También disefié cierto nimero de esquemas, de un modo que me parece bastante preciso, contra la nebulosa de mis improvisaciones con la tiza y el pizarrén. Puse muy pocas referencias bibliograficas, porque la mayorfa son explicitas en el texto, o hay que suponer que eran de facil acceso para los asistentes, practicantes del psicoandlisis en su mayoria. Debo advertir al lector que se encontrara con muchas reiteraciones, y que decidi mantenerlas. También decidi dejar una prosa que es de varios, y que no solo navega con dificultades entre lo escrito y lo oral, sino que hincha sus velas con brisas mezcladas del francés que me imagino, con el rioplatense, que me sale aqui o alld por los poros. En verdad, hay cosas que se machacan hasta el cansancio. Por un lado, puedo decir que se trata de la publicacién de un curso, quincenal, con sus interrupciones, con algunos participantes de mas constancia, pero también con muchos que van y vienen, y sobre un tema del que no ten{an tantos antecedentes. Pero eso es secundario, porque, por otro lado, es asf cuando se improvisa. Seria lindo poder hacer invenciones de largo aliento, que no hagan sentir demasiado la repeticién. No es mi caso, y debo volver proato al tema para inspirarme, porque del tema mismo no o7e estoy seguro, y cuando lo repito siempre me suena diferente. Si el lector soporta un poco las cantilenas, vera que hay pequefias variaciones, que no son triviales, porque las cuestiones tratadas son dificiles de pensar. Lo dificil de pensar es aquello que nos llama a pensarlo una y otra vez. Ahora vayamos al grano, porque todo lo anterior son excusas. En primer lugar, el grano de este curso, del que el lector juzgard su riego en las paginas del libro, habita en el hueco real existente entre la practica analitica actual y el torbellino que Ilamamos “a tiltima ensefianza de Lacan”. Habiendo comprobado que la clinica de la neurosis obsesiva de orientaci6n lacaniana se habja detenido en su pensar en el dmbito de los Escritos de J. Lacan, y hasta el libro 11 en cuanto a £/ Seminario, decid{ tomar unas pocas referencias posteriores que permitieran volver a ordenar lo ya sabido, tepasar la lecci6n, y volcar el resultado en el torbellino antes mencionado, para que tenga la oportunidad de hacer su camino. En este intento, lo mas importante, me parece, fue reintroducir en la cuestién tanto el significante falico, ®, como el amor “erotomanfaco”, asi tipificado por Lacan para la neurosis obsesiva. En segundo lugar, el grano de este curso, del que el lector apreciaré el abono personal que le he puesto, habita en el hueco real existente entre la direccién de la cura y el horizonte de la identificacién al sintoma. : Desde este punto de vista, la intencién ha sido la de no agregar mas desciframientos a los muchos ya existentes sobre los diversos modos de presentacién de las neurosis obsesivas, sino, por el contrario, tratar de escribir cada una de sus conexiones con el nticleo sintomatico en tanto tal, por sus bordes donde lo real se inscribe como imposible. Ninguna mirada pardédica exterior, desde donde comentar los deleites y los sufrimientos de la obsesién, sino, mas bien, aprender de lo que el sintoma ensefia, de lo que tiene de inventivo, de los recorridos que traza, de las soluciones que ha construido para suplir la ausencia de relacién sexual. Durante el dictado del curso, con otros colegas, y en una de las Noches de la EOL, pusimos en discusién casos clinicos como prueba de la pertinencia actual de las caras del sintoma obsesivo que explordbamos. De esto hay publicaci6n, el lector encontraré la referencia bibliografica en el capitulo noveno, que es el complemento justo de esta otra que termino de presentar, siendo ambas testimonio del trabajo desarrollado aquel afio. J. C. Indart El caleidoscopio Muy buenos dias a todos. Les agradezco encontrarlos en este nuevo ciclo 1999, tan dispuestos y tan numerosos. Serd un estimulo y un desaffo. Hoy quiero trazarles un ordenamiento minimo de puntos, alrededor de los cuales proseguiremos trabajando cuestiones tedricas y clinicas referidas a la neurosis obsesiva. Pero, como prdlogo a esta primera reunion se me ha ocurrido decirles que, desde hace un tiempo, me queda cada vez més claro que el psicoandlisis, su practica, y el esfuerzo por encontrar sus fundamentos, lo que llamamos la teorfa psicoanalitica, funcionan como un caleidoscopio. Espero que todos, al menos de nifios, hayan tenido en sus manos alguno, y se hayan entretenido un poco con ese juguete. Caleidoscopio quiere decir “observar figuras bellas”. Esa observacién de figuras bellas la ericontramos en psicoandlisis cuando los hechos se ajustan al saber del que disponemos y al que recurrimos durante cierto tiempo; los hechos se van ajustando a un cierto ordenamiento, y es como cuando vefamos esas maravillosas figuritas que, aunque limitadas al plano geométrico, ya nos indicaban una alta estructuracién, con sus juegos de oposiciones y simetrias, tanto en las formas como en los colores. : j Pero en psicoanilisis, trabajando con esas configuraciones, a veces mucho tiempo, algo no cierra. Siempre algo no cierra. Es asi que nos esforzamos, a partir de una configuracién, por resolver lo que no cierra, una y otra vez, trazando diversos recorridos, porque tal vez se deba a que uno no ha logrado todavia entenderla suficientemente bien, Hasta que a cierta altura (y es la diferencia con el juego, Porque no es tanto que uno le dé un movimiento, sino a fuerza de chocar con eso que no cierra) pasamos por la experiencia de ese ruido, ese chasquido, por el que todos los pequefios vidrios se caen. Asf, de pronto, hay que empezar a ver todo desde un nuevo punto de vista, y tenemos esa suerte de pequefias 0 grandes crisis en nuestro modo de entender y conducir la practica. Pueden producir entusiasmo, porque es mucho lo que puede verse durante un tiempo de una manera distinta, que nos parece mds rica, mas amplia, mds precisa, segin una nueva configuracién; tenemos, ademas, la expectativa de que a través de ella resolveremos ese punto que no cerraba. Luego de un cierto tiempo de trabajo, pueden ser afios, con la nueva configuracién algo tampoco cierra. Nos empecinamos por tratar de que cierre a partir de esa configuracién y de pronto algo se mueve, estalla, y otra vez hay que construir todo de vuelta desde un nuevo punto de vista. No sabemos todavia si nuestro juego, aunque sea de muchas configuraciones, pudiese volverse circular, a cierta altura. Seria divertido si después de muchas de esas mutaciones, cuando pensamos que ahora si, que ahora vamos a entender de manera definitiva cémo cerrar la cuestién analitica, ocurre que con el ultimo ruido de los vidrios vemos surgir como configuracién adecuada el modelo Optico de Lacan, la nocién de ideal del yo, la teoria del narcisismo... Pensarfamos: “este caleidoscopio tendra muchas figuras, pero al final gira en redondo”, Cuando Ieguemos a esa habria que hacer un retorno a Freud. volvee adele ores lo simbélico. Pero tal vez no gira en redondo. O tal vez alguna vez cierre. Por el momento digamos que perseveramos, junto con S(A), y que hacemos el camino segtin sus obstdculos. eQeo & Si he hecho este prélogo es porque hoy intentaré precisar algunos temas tendientes a pensar las cosas de otro modo. Esas crisis “a lo caleidoscopio”, en la alegoria que he elegido, tienen toda su validez para cada uno de nosotros sélo si Ilevamos al maximo un compromiso con la propia practica, y con el saber que se puede extraer de la misma. Es distinto si a uno le pasan un caleidoscopio mientras le dicen: “mira qué lindo se ve ahora, cuan diferente, es la ultima moda”. Uno ve un rato, uno se aburre, y uno espera que le traigan otro donde se vean m4s novedades. Asi no se pasa nunca por el estallido de la configuracién, y uno no se confronta con ese corte donde ya nada de la manera supuesta de entender el psicoanilisis sirve. Debo decir esto, para diferenciar, como diria Nietzsche, la manera parpadeante de seguir desde afuera los cambios de perspectiva, de lo que es partir del tiempo real relativo ala propia practica. En.mi caso, la consigna de trabajo que repito en este curso, Clinica de la no relacién sexual, intenta, como conjetura, ubicarme en una configuracién nueva, para ver las cosas desde otro punto de vista. Cuando, poco a poco, a ese intento se lo puede articular de un modo més consistente, por supuesto que uno se da cuenta de que habia habido ruido de vidrios antes. Y Por una vez, un poco de casualidad, porque algunas de las clases que he dado acé fueron editadas en un pequefio libro que se llama Metonimia y goce, quiero leerles unos parrafos que hacen de manera esencial a este giro repentino en el que tratamos de ordenar nuestros saberes. Fueron unas clases dadas aqui, cuando este curso se Ilamaba Sobre la légica de la cura, en 1994. Lleva tiempo el caleidoscopio de un psicoanalista. En ese entonces yo habia llegado a este tema extremando la discusién acerca del estatuto metonimico del significante, y porque sabiamos las referencias de Lacan sobre la importancia del mismo con relacién al goce. Leo un poco, entonces, para darles esta referencia inicial donde, siguiendo una suerte de combinatoria légica, yo trataba de indicar en esos afios que siguiendo a Lacan no habia una, sino al menos tres maneras de pensar la cuestién de las relaciones entre el significante y el goce. “Hay una manera —decia— que quiero mencionar, pero para ir descartandola. Surgié la vez pasada y es inevitable que surja cuando hacemos por lo menos un esfuerzo por imagi i dolor, 0 ese afe i como 1a entrada en el cuerpo de un escalofrio, una suerte de temblor eléctrico”. Eran mis figuraciones del ’94 sobre el goce. “... pero que es la juntura como tal de la red significante con ese campo de goce. Eso habia Ilevado a temas del estilo: ‘el significante mata al goce’ en todo el trayecto en el cual funciona, porque lo desplaza. Podriamos decir que en ese ‘pase y no vuelva’, donde quedé ‘por aqui no vuelve’, quedard un significante, pero muerto de toda articulacién con un goce, que se ha ido en deriva a otro lado”. Es una buena manera de pensar la cuestion, para meditar después cémo podria quedar algo, para que esta especie de busqueda y matanza por desplazamiento del goce no prosiga hasta la muerte, y pensar cé6mo hay una recuperaci6n posible de un goce para el sistema. Es una buena vertiente a considerar. Est4 tesumida en esa frase de Lacan, retomada de Hegel, en la primera parte de su ensefianza: el significante es la muerte de la cosa; la cosa en el sentido de das Ding: con el significante muere el goce. S6lo habfamos precisado entonces que, a partir de la metonimia del significante, no es tanto que lo mate sino que lo excluye de su dominio, lo desplaza. Y decia, en mis términos: “ jones, que lo simbélico y la red significante quede un poco como el malo de la pelicula”. En esta configuracién del caleidoscopio todo lo que se entiende por lo simbélico, la ley, la subjetivacion de sus efectos, tiene esa caracteristi goce: lo prohibe, lo castra, lo desplaza, etc. E: id ‘ moco transgresivo respecto de lo simbélico y la ley. ° 10° SH ppg gg Mencionaba también que es toda una vertiente que se puede estudiar y tratar de verificar, y aludfa a que tenemos una cierta idea de ella por la enorme extensidén de cierto tipo de simbolismo en la cultura a partir de los efectos de la ciencia; tenemos esa idea de que por donde pasa esa simbolizacién extrema hay algo del orden del goce de la vida que se retira. Sin embargo, también sefialaba: “Pero quiero aclarar sobre este asunto que hay puntos muy enigmaticos donde es facil caer en mitos de origen mas o menos especulativos. Y conviene, por lo menos, tener también la versién contraria: aceptar que en Lacan puede haberse puesto énfasis en una vertiente y de pronto en otra. ¢Cual podria ser una ficcién vinculada a pensar esto exactamente al revés? Si hubiese una hiancia, una brecha, una rajadura en un cuerpo animal que trotara por la llanura africana... (esos eran mis ejemplos en el ’94...)... Supongamos que de acuerdo con los mejores especialistas en genética y en la teoria de la evolucién desde Darwin, todo parece indicar que, salvo que crean que Dios nos puso en el mundo de manera muy diferente, derivamos en cierto modo de un animal que sufrié de algdn fracaso. Y esa hendidura puede ser pensada como causa de la irrupcién de goce en un organismo. Esta irrupcién de goce, en tanto es real, es lo que conduce a la muerte rapidamente por destrucci6n de todo equilibrio imaginario, porque lo imaginario nuestro no da para resolverlo, a diferencia del imaginario animal, que se las arregla muy bien para mantener a raya ese real. Si por razones artificiales u otras el imaginario animal no puede parar la induccién de un real de goce, perece, o da lugar a trastornos psicosomaticos severos conducentes a lo mismo”. : Si se piensa asf, que por cualquier raz6n, en esa rajadura es lo real de un goce lo que se introduce, entonces la aparicién de la red significante, de la lengua, del lenguaje, podria ser considerada al revés. Al poder crear redes donde desplaza su exceso, y crear zonas en donde lo detiene moderadamente (y si ya no tenemos una idea tan romAntica del goce y lo podemos pensar como algo real que lleva a un desarreglo organico hasta la _muerte) podemos decir que el significante es lo que aparece como un recurso. Podemos dejarlo acé como el bueno de la pelicula. “Esto cambia un poco —decia yo- el sentido que le habiamos dado a ese: ‘el significante mata al goce’”. Y es en esta segunda configuracién del caleidoscopio que tiltimamente hemos trabajado més, en la linea de cémo el lenguaje puede tramitar el goce, lo que ya no es lo mismo que colocar al sujeto estrictamente bajo el orden de la ley y la castraci6n, en el sentido de la prohibicion de su goce. Es porque ahora el malo de la pelicula es el goce. En la primera configuracién el goce es paraiso perdido por las exigencias culturales, sdlo recuperable por transgresién. Pero decfa, entonces, que hay una tercera versin posible: “Podemos considerar estas versiones como antinomias, sea que pongan un primer paso en la irrupcién del significante, sea que pongan un primer paso en la irrupcién de un goce. Pero en versiones menos antinémicas tal vez no se le pueda echar tanto la culpa a uno como al otro, y podemos imaginar una especie de danza donde quién sabe si se llevan tan mal el uno con el otro. Hay constantemente una cierta articulacién de esa red significante con un goce, que puede explorarse de manera no tan contradictoria”. Luego sefialaba: “Una vertiente como esta tiltima que les indico ya no estaria representada en una formula como la del cuaternario metaférico”, donde en cambio se podrian todavia discutir las otras dos, las que he llamado antindémicas. Saben que esta ltima vertiente, de la manera ms decidida, ha sido indicada por Jacques-Alain Miller, y con ella explora ahora una configuraci6n nueva relativa a la tltima ensefianza de Lacan. Este punto de vista lo tienen en su seminario ya editado aca en castellano como El hueso de un andlisis?. Se trata de reconsiderar muchas cosas a partir de otra idea, la idea segiin la cual el significante produce goce. Tendremos, poco a poco, que verificar qué alcance tiene. °]le El goce, en la primera concepcién, siempre es alcanzado por cierta idealizacién. La de un goce que hubiese sido posible si no fuera por ese malo de la ley, de la castracién, de la funcion paterna, de las exigencias simbdlicas. Y en la segunda siempre es alcanzado por cierta defensa, pues sea lo que fuese siempre es malo y mortifero. En ambas significante y goce se oponen, y se les supone origen diverso. Por supuesto, no me parece sencillo ubicarnos rapidamente en las consecuencias clinicas de la tercera alternativa, pero me parece indiscutible que es una puntuacién decisiva de Miller para situarse en lo que conduce a la tiltima ensefianza de Lacan. Ni mas ni menos que un cambio en el modo de articular significante y goce. Un cainbio que se produce porque las ideas anteriores, verdades de tantas cosas, en algtin punto no cierran. No voy a tomar una decisién tajante sobre este problema apenas expuesto. Pero les voy a plantear un esquema que podemos seguir, a las puertas de eso, para avanzar sobre cémo, siguiendo la ensefianza de Lacan, leemos sobre distintos modos de articular el significante y el goce. No creo que ese nexo pueda ser pensado de una tinica manera. Hay modalidades diversas de goce, con ldgicas diferentes respecto del significante, y eso nos conduciré a discutir nuevamente la clinica de la neurosis obsesiva. Para eso tomaré como punto de partida una ensefianza de Lacan que esta en la leccién del 12 de enero de 1972, en El Seminario, libro 19, “...ou pire”. En ese momento creo que Lacan establece una escisién, un corte definitivo con los datos que nos provee la biologia, datos que nos deben interesar como psicoanalistas, esos datos sobre cémo piensa la biologia el sexo y la reproduccién sexuada. Es por fin el momento en que Lacan realmente encuentra una construccién més consistente y precisa, como para dejar de lado cosas que le habian servido a Freud, y a él mismo siguiendo a Freud. Como la teorfa de Weismann. Recuerdan la base que podia suministrar la distincién, en el orden biolégico, entre las determinaciones puramente somaticas y aquellas vinculadas al plasma germinal. Sabemos del apoyo que le dio a Freud para pensar una distincién entre las “pulsiones” de autoconservaci6n y las pulsiones sexuales. Distincién y oposicién suficiente como para intentar explicar por qué la sexualidad, en el ser parlante, esta tan ligada a la muerte, segiin los datos clinicos que se le imponen a Freud, desde su olvido del nombre Signorelli hasta tantas referencias a la obsesién, pasando por su complejo de Edipo. Esa distinci6n en lo real biolégico, para la vida con reproducci6n sexual, permitia sostener que el desencadenamiento de la programacién sexual iba de la mano con el destino de muerte del individuo de la especie, el que sdlo estaria ahi como envase desechable del pull genético. Lacan recorrié ese argumento mas de una vez, sin decir ni que sf nique no de un modo rotundo. Lo piensa de distintos modos a lo largo de su ensefianza. Al principio hasta se le ocurre que por via del lenguaje y su efecto sujeto, el problema de la diferencia con el animal radicaria en que al ser parlante se le impone saber sobre esa dura ley de la vida. Pero en El Seminario, libro 11, construye su mito sobre la libido, sobre el goce, su mito sobre la laminilla, relaciondndola con lo perdido de la vida por la aparici6n de la reproducci6n sexuada, ya que ya hay vida de antes de la misma. Y de eso se trataria en lo que el objeto a representa para el sujeto con el que se articula. Ambas ideas son extraordinarias. Pero en esta versién de El Seminario, libro 19, me parece que realiza definitivamente un corte respecto de esas referencias. Tiene un criterio por el que deslinda claramente el campo del psicoandlisis de todas esas elucubraciones que nos.pueden venir de la biologfa. El corte esta dado porque cualquier empleo del término sexualidad, sexo, reproduccién sexual, en el orden biolégico, queda descartado en tanto el campo propio de estos seres parlantes que somos queda definido de entrada y solamente por la induccién, la aparicion, la inyeccién en el cuerpo del significante y el goce. Pero eso no entra por e]2° cualquier lado; entra por el agujero de lo que es ya su nitida proposicién: “no hay relaci6n sexual”. Se puede representar asi este primer paso: 1) /noR.S./ | 2) Sgte. / goce La linea continua en el punto 1) se justifica por lo que sigue. La proposicién de Lacan “no hay relacién sexual” creo que tiene dos sentidos que vale la pena distinguir; son dos sentidos que a uno también se le ocurren leyendo las muchas maneras en que Lacan fue plantedndolo. Por ejemplo, cuando lo planteaba como “no hay etapa genital”, o cuando lo planteaba como “no hay pulsién genital”. O cuando lo planteaba demostrando que no hay y por eso slo hay acto sexual, en El Seminario, libro 14, “La logica del fantasma”. Hasta que queda dicho de manera definitiva con el enunciado “no hay relacién sexual”. Al leer ese tema vemos que Lacan usa la idea con dos sentidos. No estoy diciendo ni que sean equivocos ni contradictorios, sino que vale la pena distinguirlos. Hay un sentido, suele ser el que mas se difunde por su empleo en psicoanilisis, donde lo que la expresién quiere decir es que no hay unién sexual; que no se puede hacer de dos uno. Para toda esa fantasia ideal, pero de fuerza tan grande en las culturas, tan cantada por los poetas, por los artistas, y tan buscada y prometida por la dicha de los enamorados en cada esquina, no sélo en primavera, sino también en verano, otofio e invierno, la de fundir las almas y los cuerpos, la de conseguir en la relacién sexual, al menos un instante, por fugitivo que sea, que dos se hagan uno, el enunciado “no hay relacién sexual” indica lo contrario. Denuncia que se trata de fantasia, de idealizacién, de defensa. Y Lacan utiliza mucho el enunciado “no hay relacién sexual” para advertir a los analistas y ensefiarles que esa fantasia de hacer de dos uno, es fantasia de gran alcance, y que de un modo u otro nos habita constantemente, aunque ya no tengamos versiones tan roménticas como en la juventud. Y la vemos aparecer en la clinica una y otra vez, porque el que un sujeto esté desengafiado aqui o alla respecto a hacer de dos uno, no quiere decir que haya podido ir més alld de ese ideal. Para el otro sentido, el que nos interesa més estrictamente desde el punto de vista tedrico, el que se aclaré cuando Lacan también aclaré que el enunciado debe entenderse como “no hay relacién sexual escrita”, me parece el mejor comentario utilizar el término sugerido por Miller para situar qué quiere decir Lacan con. esa frase. Podemos entenderla como el fracaso de una “programacién” en el sentido informatico actual. Hagamos una ficcién que me parece itil. Vamos a hacer de una maquina una maquina con vida, un organismo, y para eso hay que cargarle muchos programas como lo hacemos en una computadora. Seria muy lindo porque saldrian leyendas cada tanto, que dirfan por ejemplo: “cédigo genético alfa”, “espere un momento”, “instalacién exitosa”, “cddigo de presiOn sanguinea,” “espere un momento”, “instalacién exitosa”, “cédigos perceptivos”, etc. Asi irfamos logrando que se cargara todo lo necesario para que funcione, por ejemplo, como un chimpancé. Los programas, en su pura sintaxis, nos darfan un buen ejemplo de lo que habita en un organismo como saber en lo real. Pero el caso es que 0 no disponemos de un software ° 13° con el programa sexual, 0 cualquiera que pongamos no se instala. Eso es esencialmente en Lacan su modo de pensar esa hiancia y lo que quiere decir por “no hay relacién sexual”. Y si dice que eso es un agujero en lo real, creo que conviene pensarlo de esta manera. No sabemds qué es lo real. No sé cémo se lo imaginan ustedes. Tal vez tenga la idea de que lo real es algo muy compacto, y no se entiende muy bien qué podria ser un agujero en lo real. Un agujero en lo simbélico, en el juego diferencial de un significante y su falta, es algo que podemos hacer inteligible. Un agujero en lo real se puede entender como un agujero de saber en lo real. No hay nada escrito para el apareamiento sexual en el ser parlante, y si hablamos de real en ese lugar, lo hacemos de una manera bien precisa. Es real porque es imposible que haya allf un saber escrito. Por eso la linea continua era una manera dé ‘indicarles todo lo que va bien en la programaci6n, y que puede seguir después con otras formas de programaciones. Pero para la sexual hay ese corte, esa discontinuidad por la que no se inscribe algo que permitiese, como en los animales, esos programas maravillosos que operan en determinado perfodo de la vida del organismo, con un buen reloj también dentro del ciclo anual de la especie, como un saber automatico por el cual el macho y la hembra saben exactamente qué danzas bailar para la cépula y la reproduccién. Es ese saber lo que est4 agujereado en nuestro caso, y cualquier expectativa de que estuviese, pero reprimido (una expectativa posible en los comienzos del psicoanilisis) resulté desmentida. La exploracién del inconsciente nos ensefia que hay saber en lo inconsciente, y que podemos hasta considerarlo un saber en lo real a nivel del goce, pero no sale de ningun anilisis, no sale ni saldrd jamas, la programaci6n escrita como saber de la relacién sexual. Es por ese hueco que Lacan tiene la idea de que se presenta ahi la rara entrada en el organismo de una cosa a la que Ilamamos goce, y la rara entrada de otra cosa a la que llamamos significante. Ademés, todo indica que el organismo en su programacién no est4 bien preparado para esas entradas; ninguna de las programaciones bioldgicas de las que disponemos, por supuesto, en tanto organismo, tiene idea sobre qué hacer con esa cuestién del goce y el significante. Conviene en este punto hacer un esfuerzo de imaginacién, para de pronto poder decirlo asi, porque sirve para esta nueva configuracién: que eso ha entrado en el mismo lugar del fracaso de la relacién sexual, y que a eso le llamamos nosotros “sexualidad”. Porque no hay ninguna razén, y podemos seguir haciendo ficciones para sugerirlo, por la que una relacién sexual tenga que ver con el goce. Sdlo para nosotros hay mucha sinonimia entre sexualidad y goce. Pero podemos imaginar perfectamente un saber escrito, de transmisiOn genética, que haga a los animales aparearse y reproducirse, sin que tengamos derecho alguno a decir que esos animales gozan. Y nosotros, que no tenemos sexualidad propiamente dicha, Ilamamos asi a otra cosa, a algo que es irrupcién de goce. Eso me parece importante cuando se critica al psicoandlisis porque ve sexo por todas partes, o se dice que el psicoanlisis quiere reducir todo a la sexualidad. Siguiendo a Lacan les respondemos que no, que mas bien en el campo del psicoandlisis la reduccién es una reducci6n a la cuestién del goce. Y como no tenemos sexo propiamente dicho, en el sentido de una programaci6n, es siempre en condiciones de goce que nos adviene “la sexualidad”. Alguno entre ustedes ya me ha dicho que puede imaginarse la relaci6n sexual escrita, como programa sin goce jy que eso serfa muy aburrido y poco interesante! Me contestan como corresponde, como seres parlantes, afectados por el goce, y con expec- tativas de goce. De todos modos, podria haber ocurrido una irrupcién de goce en otro ambito, y que el apareamiento fuese automatico, lo que hubiese ahorrado también algunos sufri- ° [46 | mientos... Tenemos, pues, esos dos sentidos del “no hay relacién sexual”, y la idea de Lacan, idea que él sabe limitar al psicoandlisis, la idea de que es exactamente por ese agujero circunscripto que ha entrado goce y significante en el cuerpo humano. Para el psicoanilisis, segtin todos sus datos, y siguiendo a Freud, eso ha entrado exactamente en el punto de la no relacién sexual. Comentemos ahora, en este paso 2), que el lenguaje, lo que ya definimos de un modo mis preciso diciendo el significante, la dimensién significante, como quieran llamarla, ha entrado por el mismo agujero. Porque uno puede preguntarse por dénde se inscribe el lenguaje en la cria humana. Si ustedes siguen una concepcién psicolégica, evolutiva, orientaciones por fuera del psicoanilisis, es mucho més razonable, y agradable inclusive, tal vez, pensar que el lenguaje, en el sentido de un manejo de sefiales sumamente sofisticado, con procesos sintacticos complejos, que caracteriza al ser humano y le ha dado su potencialidad de comunicacién, surge como novedad en el campo neuronal, por alli por donde habitan sus cédigos més informaticos. En ese puchero, para no decir olla podrida, pueden agregar después unos ingredientes vinculados a la necesidad de adaptacién, a que la horda primero andaba a los gritos, hasta desarrollar con eso un-lenguaje comunicacional. Aqui el lenguaje se inserta muy bien como evolucién de supuestas capacidades cognitivas e inteligentes. Entonces, por supuesto, académicamente no nos van a escuchar ni hoy ni mafiana cuando decimos, desde el psicoanilisis, que el lenguaje no es ubicable en su inserci6n en el cuerpo humano por ningiin otro lugar sino por el mismo en que entra el goce, y sin ninguna finalidad comunicativa. Hablar, para el psicoanilisis, siempre conduce al sentido sexual, y a un anudamiento con el goce. Con cualquier palabra por la que se empiece... He dado tantas veces este ejemplo con el que se querria contrariar esa tesis... Digamos la palabra ‘espiritu’, tan noble, y para comunicarnos intelectual y conceptualmente con los demé4s. Ninguin psicoanalista pretendera que esa palabra en ese contexto mostrara un nexo con el goce y la “sexualidad”. No puede ser que ‘espiritu’ haya entrado por la hiancia de la relacin sexual. Tiene que provenir de una zona del cerebro especial, aquella en donde habitan las operaciones abstractas superiores. Pero ustedes saben que lo que da la aSociacin verbal, lo ejemplifica mejor la respuesta de los muchachos del secundario, quienes ante la palabra de comunicaci6n conceptual ‘espiritu’ monologan: ‘Espiritu Santo, San José, el cornudo, la palomita, soplido en la oreja y embarazo de la Virgen’. Podemos empezar con ‘Padre’, otra palabra nobilisima y tan esencial para la comunicacién de los sistemas de parentesco, y la “libre” asociacién de las palabras nos Ilevar4 también al fantasma sexual, a su nticleo de goce, al agujero en lo real de la “no relaci6n sexual”. En nuestra perspectiva, entonces, es razonable que se discuta si ha sido la insercién del lenguaje lo que anulé la relacién sexual escrita, 0 si ese programa ya habia fallado y el lenguaje vino a ofrecer una suplencia, un cierto arreglo mas o menos precario. Hay cosas que se explican mejor de un modo y otras del otro. Pero otra posibilidad, para comenzar a trabajar, serfa considerar al significante y al goce como dos caras de la misma moneda: hay la no programaci6n sexual, y por ahi entré el significante, pero hacer entrar por ahi el significante es lo mismo que hacer entrar por ahi goce. El significante mismo que entra por ese hueco es un significante que produce goce. De ese modo salimos un poco de esa historia sobre el bueno o el malo la pelicula. Nosotros avanzaremos ahora —paso 3)- en una divisién que les propongo para diferenciar modos de articulacién entre el significante y el goce, porque me parece que desde Freud y con Lacan, tal cuestién no tiene una respuesta nica. Podemos pensar, por ejemplo, que la lengua tiene mas de una manera de traernos goce al cuerpo. °15°¢ 1) / noR.S./ | 2) Sgte. / goce ao 3) Ldgica del Uno a Logica no todo A la izquierda, con la expresién “Légica del Uno” pongo lo que creo que Lacan, alo largo de su ensefianza, logré pulir al extremo para ubicar dénde, en las lenguas, hay algo que claramente introduce un modo de goce. Ese algo es teorizado en Lacan con la nocién - de Uno: hay el Uno en las lenguas. Y de todo el lenguaje es la funcién de ese Uno que habita en él lo que ha pasado por ese hueco, e introduciendo un modo de gozar en el cuerpo. Todas las indagaciones, en mi opinién, que lean y que relean en Lacan, y que indican su enorme interés por estudiar el Uno, estudiarlo en su formalizacién aritmética, estudiarlo en su fundamento ldgico, estudiarlo en su funcionamiento en la serie de los nimeros, estudiarlo incluso en los impases y paradojas que los propios légicos encontraron estudiando y manejando la légica del Uno, no son recursos cualesquiera para distraerse con juegos matemAticos. Es una y otra vez tratar de entender dénde en el significante hay articulacién de goce. Hay una probada, bien verificada. Una articulacién esencial se encuentra en el Uno que habita las lenguas, y cuya lgica determina el funcionamiento del genital masculino como Falo, en tanto es la légica por la que se accede al orgasmo por eyaculacién. Saben que Lacan puede apoyarse firme en el dato de que el Uno ha habitado y habita todas las lenguas que se conocen en el planeta. Es por él que luego ha habido aritmética, que alguien pudo escribirlo, que alguien pudo escribir su repetici6n, que pudo con eso iniciar una légica de la medida, de la mensurabilidad, la que incluso probé ser la légica de la ciencia (por lo menos de la ciencia mas efectiva, la conocida por todos sus alcances en lo real). Ese Uno de las matemiticas (las cuales son nada mas que miles de maneras de combinar ese elemento que Ilamamos Uno) no vino por un avance o retroceso de propiedades cognitivas. Viene en las lenguas tal como se transmiten, y ya estaba de antes de la escritura y aunque la gente no pasara respecto de su contabilidad a mas del cinco 0 el seis. Ese Uno introduce un goce que pide mas goce, como ensefia Lacan, pero con ese elemento y con su empleo hay siempre un modo de goce. En el centro, solamente con la letra a que escribe un objeto, indico otro modo de goce respecto del cual la formalizacién ldgica ya no es tan brillante. No es como todo lo que sabemos sobre el Uno. Pero la propuesta de Lacan es que hay otro modo de gozar con el lenguaje, cuya légica es muy distinta a la logica del Uno y a sus series. Nos dejé sobre su funcionamiento un esbozo topolégico: una ida y vuelta en torno a un objeto no situable en el plano. Ahi se inscribe también un goce. Pero aca, para tener una idea de cémo con una lengua se introduce también ese modo de gozar, para Lacan es necesario tener en cuenta que una lengua siempre tiene una propiedad a lo Moebius. Es lo que permite definir un objeto que no tiene interior ni exterior, y la realizacién de su operacién satisface en el cuerpo, hace gozar. Es el planteo que nos dejé para el goce pulsional como tal, sin contaminacién con la ldgica del Uno, en El Seminario, libro 11. No hay absolutamente ninguna articulacién del Uno cuando Lacan quiere pensar el movimiento de goce pulsional, siguiendo al Freud de Las pulsiones y sus destinos, en ese Seminario. El movimiento como tal es un movimiento cuya caracteristica, para entender el goce ° 16° _-wertnrienen fre erie rer mt tr pulsional, la satisfaccion pulsional, radica en la presentacién de su objeto a, por ejemplo, como un cross-cap. Aunque vayamos poco a poco, y de manera muy rudimentaria, insisto en lo que mencioné el afio pasado. Aunque sean todavia figuraciones, es importante que piensen que el Uno permite un modo de goce que tiene ese estilo de linea recta, de ejercicio contable del Uno, y que mantiene Lacan cuando piensa la paradoja de Aquiles y la tortuga. Aquiles y la tortuga es un ejemplo vinculado a la légica del Uno. Y ese modo de goce, el del Uno, es un modo del que sf tenemos que pensar algo vinculado a una sexuacién, porque es el modo de goce propiamente masculino y del que seguiremos estudiando sus condiciones. Inclusive les mostré esto con ejemplos un poco groseros, pero para que pensemos algo concreto alguna vez al respecto: que la Logica del Uno es el nico modo posible de acceder al orgasmo eyaculatorio en la posicién masculina. Y seguiremos trabajando sobre la importancia crucial de esa cuestidn para la clinica de la obsesién, asi como en el privilegio por el que ese modo de goce hace creer en que algo cierra. Un buen orgasmo masculino, de los freudianos, de esos cuya satisfaccién determina un rapido efecto somnffero, hace creer que algo cierra. Tendremos que ver por qué deja para los hombres la marca de algo que es caleidoscopio que no se mueve. Eso no es algo que no anda, que no funciona. Seguramente es un sintoma, pero del lado de lo que funciona. Es un cierre, y asf lo piensan los hombres... hasta que deciden psicoanalizarse. Me basta, entonces, con ese minimo ordenamiento, para sostener que el significante introduce modos de gozar, pero diversos. Primero, hay la introduccién de un modo de gozar segiin la légica del Uno. Estudiaremos sus limites, sus angustias, pero siempre dentro de su légica. Segundo, hay la introduccién de un modo de gozar que es el modo de gozar pulsional, parcial. Lacan no entiende su légica de reversi6n circular no simétrica con la ldgica del Uno. Si me permiten podriamos llamar, a su ldgica, légica del objeto a. Pero el resultado sera confuso, porque Lacan ubica ese objeto en distintas légicas. Podrfamos especificarla, para reducir los equivocos, como légica moebiana del objeto a. Con el primer niodo se juega algo muy importante, a saber, si es un modo con el que puede inscribirse la relacién sexual, ya que con viento a favor incluye la penetraci6n. Por eso para nosotros discutir la cuestién del Uno no es pasearse por la filosofia, las matematicas, las logicas. Pese a las tonterfas que dice nuestro guardian epistemoldgico nacional Mario Bunge, quien nos cuida para que no nos vayamos a desviar por el tercermundismo psicoanalitico, la discusi6n del Uno, de la serie de unos, el infinito potencial, los irracionales, el nimero de oro, los transfinitos, todo eso nos interesa, siguiendo a Lacan, para probar que con la légica del Uno no puede inscribirse la relacién sexual. Todo eso est4 basado en algo para nosotros muy claro, y es que ese Uno esta antes de cualquier formalizacién matemitica “docta”. Ese Uno ya habita en cualquier nifio desde antes de aprender a contar, y da lugar a una modalidad de goce. Con relacién al segundo modo, que no hay metalenguaje, que cada lengua es una superficie de significantes que se puede penetrar a si misma, me parece que es para nosotros de maxima importancia, porque en ese paso se introduce goce. Es por ese modo de goce que el tema interesa tanto a Lacan, porque con esa ldgica no sirve para dar al primero una pareja de otro sexo, sino solamente un objeto, y ademas, inalcanzable. Su modo de goce en si, ademas, consiste en dar la vuelta por ese hueco, y es distinto al del Uno. Las lenguas “naturales”, las lenguas maternas, tienen una propiedad moebiana, y por eso si me refiero a ‘Parfs’ no se sabe si diré que es una ciudad o si es bisilabica. En esos dobleces se produce un goce. Un goce pulsional asexuado, y nadie ha pensado en edificar la relacién sexual a partir del objeto parcial. Por ultimo, en tercer lugar, un goce supuesto, el Otro goce, el goce femenino, del 17°

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