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% Hine, H.: Lutéce, ed. cit, pg. 16. % Marx, H. y Engels, F: Correspondance, 1, ed. cit., pég. 287 * Tid, pig. 298, ™ Lukécs, G.: op. cit., pag. 116. » Tbid., pg. 102. © Ibid. pag. 103. ™ Thid., pag. 13. Heine, H.1 Sobre Polonia, recogido en Los diases en el exilio, Barce- Jona, Bruguera, 1983, pig. 15 © Tbid., pag. 16. © Ibid., pag. 27. © Ibid., pg. 28. "+ Heine, H.; El rabino de Bacherach, recogido en Relatos, Madrid, CS- tedra, 1992, pég. 249. % Ibid., pg. 285. Funactoutos lp Tuvakyicoun Meher prladid, (994, LA IMAGINACION TRANSCENDENTAL Y EL PROYECTO DE TRANSFORMACION ROMANTICA Jacinto RIVERA DE ROSALES* 1. PRESENTACION " propiamente de la realidad Social, en pro de una liberacién 0 rompimiento de las cadenas econdmico-politicas con las que unos pocos someten a la mayoria. Para ello, se parte de un anilisis de las condiciones materiales y se disefian estrategias revolucionarias. De Ia praxis parte no s6lo fa transformacién de Ia realidad, sino también so recta comprensi6n. En realidad, esta orientacién préctica la comparte con no pocas filosofias, aunque difieran tanto en los presupuestos y en los andlisis, como en las estrategias u objetivos. Recuérdese el proyecto politico por cl que Plat6n fund6 su Academia, a fin de que el Bien fuera ‘n0 s6lo el Sol de las ideas sino que también iluminara el mundo sensible. O el proyecto de transformaciGn mistica de Plotino y demés neoplaténicos. O el afin de construir la casa del hombre en la tierra que animé gran parte del Renacimiento y la Hustracion. En’Kant Sciopiconteclotsncs iene bergiaiss pee ‘Profesor de Filosofia de la UNED. Rowautsiemuo 4 Witrznne 1» Cod. Fea doe Madu, ein no como objeto sino como accién,? 1a acciGn subjetiva de la libertad. Esta ha de configurar desde sf no sélo su propia accién (autonomta, imperativo categ6rico), sino también el mundo en la medida de lo posible. . Me refiero a los rimeros roménticos alemanes, a la llamada Frithromantik, y a su proyecto de “romantizar™ toda la realidad. De entre estos'primeros tan cercano al grupo que bien puede considerarse en esos aiios finales del siglo xvm como uno de ellos. Su proyecto parte del andlisis de la subjetividad que Kant y el primer Fichte han llevado a cabo ¥ que ellos extienden a la naturaleza consideréndola como un sujeto aunque inconsciente y dormido. Frente a una revolucién exterior, ‘como la francesa, que corria el riesgo del Terror y de ser un simple cambio de amo, ellos pretenden una transformacién desde el inte- rior hacia el exterior, una que parta de esa revolucién en el énimo y enel modo de pensar que Kant ponia como divisa de la ilustracién ¥ como acto (moral) donde se establecia la verdadera libertad.? Esta libertad (como respeto y amor) es, por tanto,la piedra angular teano. Siguiendo la metéfora podemos decir quel sentimiento serfa y la imaginaci6n trans- Mi propésito aqui es Hamar la atenciGn sobre este elemento tan importante, y no ficilmen- te comprendido, que constituye una de las mejores atalayas desde donde divisar gran parte de! paisaje. Por tanto no pretendo trazar luna panorémica general, ni siquiera de Io que se llama primer roman- ticismo o romanticismo temprano, Por otra parte, enestas paginas Con el término de “imaginacién transcendental” entra en la escena filoséfica de la mano de Kant una actividad subjetiva y sub- Jetivizante que revoluciona, sin duda, el Pregunta filoséfic que traducimos por “imaginacién”: Einbildungskraf, resulta para cello especialmente afortunada. Kraft significa ‘fuerza’, lo que la 146 7 cconecta de modo activo con la realidad, y no s6lo con la mera re- resentacién, Bildung es formacién, configuracién, organizacién, € incluso educacién y cultura; serfa por tanto una fuerza que da lugar a todo ello, Ein hace alusin a dentro y a uno, 0 sea, a una Esa actividad toma también los nombres de “imaginacin productiva” o “‘creadora’, “fuerza con- figuradora” (bildende Kraft), “impulso de juego” (Spieltrieb), fan- tasia, intuicién productiva, etc, y se manifiesta en diversos dmbitos «que habremos de ir analizando: el te6rico u objetivante, el préctico- Pragmético, el de la naturaleza organizada y el estético. A todo Jo mAs que podemos aspirar aquf es a trazar las Iineas maestras, a esbozar el mapa, a situar la cuestiGn en sus diversos aspectos. 2. LA IMAGINACION OBJETLVANTE, 2.1. Planteamiento ‘Comencemos analizanio nuestra conciencia cotidiana a fin de trazar un puente y ayudar a la comprensién. Llamo “conciencia cotidiana”” a aquella que tenemos cuando estamos despiertos y : vestimos, comer, ir al trabajo, bailar, asistir a una conferencia, etc. Es una conciencia sostenida por la intercomunicacién y el lenguaje, que posibilita cluso el diflogo interno que podemos mantener con nosotros mismos, nuestros mondlogos y reflexiones. Es una/concienicia reflexivallEn ella {fantasfas de la realidad del: mundo, No hacerlo significaria para ella confundir lo real con lo imaginario o fantaseado, yconduciria al error, a la falsa ién e incluso a la locura. Ella se apoya en on toma conciencia de sf y coloca a éste como estando enfrente (ob-jectum, Gegen-stand). En realidad toda concienea es ditincién, de modo que el animal, aun quedindose en una conciencia prerreflexiva, distingue entre su cuerpo, el otro animal que caza y las crias que cuida. Pero en ki s, 10 ‘cual permite pensar, es decir, una actividad subjetiva no ligada de modo inmediato y absorbente al caso concreto, por ejemplo, hacer ciencia, descubrir y formular leyes generales. El/hombre es capa. Esta a vidad ideal liberada es lo que da lugar también a Ia imaginacién (@ la que Kant llama reproductiva) y/o fantasia, tal y como la vive {a conciencia cotidiana o reflexiva, 0 sea, contraponiéndola a una ‘realidad objetiva ¢ independiente de toda subjetividad, a una rea- lidad en sf; muy lejos, por tanto, de configurarla. Todo lo més nos ayudarfa a encontrar soluciones técnicas que llamamos imaginativas, © para fabular arte, por ejemplo historias inventadas, que habriamos de distinguir cuidadosamente de la historia real. Y visto desde ahi, la cosa es asf, y la conciencia cotidiana esté en lo cierto. Pero esto no ocurre cuando hacemos filosofia y nos preguntamos por la sotalidad de lo real, y aqui en concreto por la objetividad ‘en general. Si permanecemos entonces en el punto de vista de la i a, s6lo encontraremos la diferencia entre lo sub- etivo y lo objetivo (distincién que la hizo posible y que 1a funda- ™enta) y no podremos responder por qué nuestras representaciones han de ser acordes con una realidad en sie independiente de nuestra conciencia (Hume), acuerdo en el que precisamente habiamos ido la verdad y por el que habfamos rechazado lo meramente imaginado. El mismo criterio de verdad se nos desfonda. La con- ciencia cotidiana ain puede iftentar comprobar si la idea o repre- ‘sentacién que tiene por ejer corresponde con Iarealidads vista, Poola eli fees ‘ese nivel, al totalzary pensar como originara la diferencia entre ‘objetory representaci6n, lo echa fuera de toda conciencia (no sdlo de ‘una en concreto que después pudiera corregir) y lovhace:por cuando voy a contrastar mi representacién con objeto en si, descubro que es imposible, pues de ese objeto slo podré alcanzar otra representacin que habré de serle asimismo 148 contrapuesta, y asf hasta el infinito. Lo subjetivo esté pensado en cuanto aislado y eternamente separado de lo objetivo. {Cémores ‘mdticas;,concuerden con ja realidad objetiva?, (o que lo subjetivo se haga objetivo en la accién? {No seré que el punto de vista de la con- ciencia comin, que se cree libre de actuar en la realidad mediante fines, es una ilusién, como piensa Spinoza? Més atin, zo6mo podemos hablar de una realidad independiente de nuestra subjetividad si por definicién es algo fuera del todo lo subjetivo, de toda conciencia? En este punto, la respuesta de la filosofia transcendental es que 1 objeto esté contrapuesio a ciertos elementos o momentos de la ‘subjetividad (la empirica), pero no a toda la subjetividad, no a la ‘0 sea, que en a anterior reflexién filosdfica se han olvidado las acciones subjetivas que hicieron posible la conciencia cotidiana, y la igualacién de la subjetividad con la conciencia re- flexiva (base de toda critica actual al sujeto) es estrecha, pues serfa ‘como reducir el iceberg a la parte que se alza sobre el mar. Podemos considerar a las filosoffas de Kant, del primer Fichte y de la Frith- romantik, a esa’ actividad filosdfica que va de Kénigsberg a Jena y ocupa los dos tiltimos decenios del siglo xvm, como un buceo de exploracién hacia el descubrimiento de la subjetividad desde su originariedad (y finitud), como un proceso de andmnesis de ‘nosotros mismos. Allf se encuentra la imaginacién transcendental productiva, una accién sintetizadora de opuestos. Pero para lle- varla a la conciencia reflexiva es necesario que ésta se alce hasta Ja reflexi6n transcendental. Después hacia-1800, cuando ta reflexiGn fllosofica alemana tienda a partir de lo absoluto y de la unidad ‘eligiosa, a poner en el centro de su atencién no tanto la subjetividad ‘humana cuanto sobre todo lo absoluto, la importancia de la imagi- ‘nacién transcendentaliiré declinado 2.2 La Critica de la razén pura La puerta de entrada a esa especie de explosi6n filoséfica alemana es sin duda la Critica de la razén pura, Pues bien, dos hallazgos 49 Liltimos, ligados entre sf, hicieron posible a Kant la redaccién de la Critica, después de diez aiios de calladas reflexiones. El primero fue lajsustituciémdel;noimeno)(de esa realidad transcendente y en sf —inalcanzable— en relaciGn a la cual se pretendfa conferir objetividad a nuestras intuiciones sensibles) por el concepto trans- a ao terios iltimos mediante los cuales interpretamos la experiencia y distinguimos lo objetivo de lo fantaseado no proceden de un objeto transcendente y desconocido, sino de la subjetividad transcendental. 'a introduccién de la imaginacién transcendental, mediante la cual el sujeto sintetiza la multiplicidad sensible; una’accién que esté 4 la realidad (empirica, sensible) sin tener que recurrir a objetos ttanscendentales. Con ello que es asf conocido, no en cuanto cosa en sf inalcanzable, sino como fenémeno, Esta accién, nos dice Kant en la Critica recordando sin duda sus propios esfuerzos, “es lun arte escondido en lo profundo del alma humana, cuyo verdadero manejo dificilmente podremos sacérselo algin dfa a la naturaleza ¥ ponerlo al descubierto ante los ojos”.* pues “rara vez. llegamos a ser conscientes de esa funcién”.* Pero sin ella no habria cono- cimiento, F esto, isis emi flr, hs, ean ii lo subjetivo, el objeto de la mera representaci6n. Pero sf se distin- ‘Buen, €s0 quiere decir que se comparan, y esa comparacién pre- ‘supone el conocimiento de fos dos términos. Si eso no fuera posible, si el objeto fuera transcendente y desconocido, ni siquiera podrfamos tener conciencia reflexiva de la representaci6n como mera repre- sentacién, como no siendo el objeto mismo.®

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