You are on page 1of 18
‘vit DEL ORDEN OLIGARQUICO A LA DEMOCRATIZACION EI control institucional, que se desenvolvié durante tres décadas, cubrié una) superficie bajo la cual yacfan relaciones de poder més profundas. Control institu- cional, hemos visto, desdoblado en multiples sistemas que califican modalidades especificas, jerarquizadas en su significado de acuerdo con la importancia atribuida a cada aspecto del régimen; control de la sucesién a pésito_del poder president gobemnadores-que ‘se “insertaban en el cigiones “nacionales} control _del_poder_central sobre las | (/ provincias mediante la intervencion federal y el predo. & ires en el gabineté dé ministros; con. trol “electoral, “por “fin, “sobre_el~“ciudadano “a traves_del fraude,.la_manipulacion. del sufragio_y la escala de lo: vieron una salud institucional que, en algunos casos, ha- bria de trascender los limites temporales de estas re- flexiones. Tras ellos se agitaron realidades cambiantes: relaciones de mando y de obediencia que tocaron la constitucién de una clase gobernante; movimientos de impugnacién de carécter revolucionario y conflictos in- traoligérquicos; apertura a la postre, como lo veremos de inmediato, hacia un horizonte reformista que se des- plegara, pletérico de optimismo, ante los gobernantes del centenario. 218 NATALIO R. BOTANA Como se legé hasta esta suerte de punto terminal de] régimen? ¢Qué contradicciones vieron la luz en un régimen que la sociedad termind calificando como oli- girquico? “éPor qué'Ia derrota de aquéllos empefiados ch conservar una formula erosionada desde dentro por una accién que percibia nuevas exigencias pol —— La thontradiccién de una formula politica ——— Ss La oligarquia, decfamos, tenia raices econdmicas y sociales y una traduccién politica que se expresaba me- diante el control institucional. Una oligarquia, por cier- to, en gran medida inédita,que poco tenia que ver con imagenes estereotipadas 0 aun con modelos de inter- pretacién derivados de otras experiencias histéricas.' En el universo de principios deseables que hizo suyos esta oligarquia coexistieron, en efecto, valores contradicto- tios. Retornemos, por iiltima vez, al pensamiento de Alberdi y a la formula que persiguié la sintesis de la reput restrictiva, cuya sede estaba en la politica, con la republica abierta, cuya ambicién de cambio residia en la sociedad. Antes de que el plan constituyente se ex- Congreso de 1853, los hombres que partie- en la época de Rosas —Alberdi entre ellos— descubrieron, sobre la vertiente occidental de los Andes, un pais gobernado por una repiiblica fuerte, consolidada sobre principios institucionales y rigurosos frenos lega- la com- Paracién dé esta experiencia con To que se propuso al- { canzar la f6rmula alberdiana puede alumbrar el iicleo { de una contradiccién, voluntariamente persegui que ante, fe la repablica portaliania, como sub- flea _| Yowlo | EL ORDEN CONSERVADOR 219 raya A Edwards, “‘era nueva de puro vieja: lo que hizo fue restaurar material y moralmente la monarquia, no en su pfincipio dindstico, que ello habria sido ridiculo o imposible, sino en sus fundamentos e fuerza ¢onservadora del orden y de las instituciones”. El resultado que se buscaba era legitimar un poder fuerte, no despético ni arbitrario, “custodio de todos los gran- des me de la sociedad que reposara en la sum y el respeto de esos mismo: chos aitos, hasta la derrota de Rosas en Monte Caseros. Alli déscubrieron un ciclo de estabilidad pol arrancd con la presidencia de Joaquin Prieto én 1831 y culming con la terminacién de la de Manuel Montt en 1861. Portales habia muerto asesinado con motivo del motin de Quillota en 1837. Hecho dramatico, que hace el afio que calificard la generacién de los exi- liados argentinos con la sibita desaparicién de un hom- bre cuyo prestigio perduré a través de la regular reel cién y/sucesién de tres presidentes bajo el amparo de la Constitucion de 1883. En suma: treinta afos de orden institu¢ional, ‘una circunstancia inédita para las balbu- ceantes naciones de la América del Sur que, ante los hacia realidad la profecfa de Bolivar cuando a los chilenos las virtudes necesarias para fun- aquellas comarcas, una repiiblica conservadora. Alberdi sirvié en Chile a los presidentes Bulnes y Montt|en miltiples oportunidades. Con todo aquello, su actividad profesional, sus testimonios como publicista, Alberdi alimenté un campo de experiencias que luego serfa punto de referencia y realidad vivida para proyec- sién del orden y de la constitucion politica. No hay, como vulgarmente se afirma, un itinerario abs- tracto|en cl pensamiento de aquellos legisladores. Exis- te, mas bien, conciencia critica (ya veremos por qué) de eye heh 220 NATALIO R. BOTANA una experiencia en parte exitosa, ademds sudamericana, y proxima en el tiempo y en la geografia. ‘La_repiblica portaliana era conservadora en su_esen- cia, tanto (control_del_sufragio, fuerte impronta_unitaria, liberta- des_piiblicas restringidas por el estado de sitio), cuanto por el programa que sustentaba la clase gobernante. Pa- ra los testigos argentinos el nuevo orden podia represen- tar Ja imagen de un sistema en equilibrio, con una po- blacién pequefia que se implantaba sobre una estrecha geografia. Chile recibia contingentes inmigratorios que no alteraban de modo substancial su composicién demo- grifica. Ese orden institucional, que controlaba un espa- cio ocupado sobre todo en el valle central, poco con- decia con la realidad de un régimen popular: su princi pio_fundante no era-Ja jj i is i propésito no consistfa en alentar el cambi en consolidar, mediante el imperio-de la ley, lo ses establecidos. Y aunque ‘la educacién publica jugara en aquel momento un papel de capital importancia, la difusién masiva de la instruccién no cobraba el ritmo acelerado que, después, habria de imponerse en otro momento y en otros paises.’ Habfa mds: la lucha de facciones, mediatizada por un severo sistema de control electoral, no se extendia sobre los clivajes regionales —esquema tipico, previo a la constitucién de una uni- dad politica— sino que traducia ya otra etapa del desa- rrollo, donde las diferencias ideolégicas entre conser- vadores y liberales imponian un conflicto diferente Cuando Alberdi disefié su plan, no hizo obra d tacién servil. De la repiiblica portaliana adopt. dios politicos e institucionales: orden, jerarquia y dis. Jl plina; respeto sacral por el principio de autoridad. Pero este universo de ordenamientos debia imponerse sobre q) un espacio inmenso, vacfo e incomunicado; con centros NIGMS PSRtaave = uno 7 | | EL ORDEN CONSERVADOR aon de poder auténomos y desequilibrados con respecto los recursos disponibles. ¢Qué hacer con el espacio? éCémo circunscribir, las relaciones de poder dentro de las fronteras establecidas y hacer de la autoridad publica un sistema imperativo' de validez universal? Viejo ar- gumento “hobbesiano”, las marchas y contramarchas de las guerras civiles habfan ahuyentado la virtud de la pax y hacian presentir el fantasma de la anarquia. Por eso, el cardcter federativo del régimen desempeftaba el papel de un principio unificador, mds que el clisico rol de descentralizacién que le asignaba la teorfa. Era, valga la paradoja, un ordenamiento unitario posible, adecuado a tun espacio disgregado donde las provincias custodiaban una celosa tradicién de gobierno prop’ Este pacto fundante, |lo.sabemos, no agotaba los con- tenidos de la formula. El principio de legitimidad era mds ambicioso pues no sélo se contentaba con dar res- puesta al porqué del. mando y de la obediencia. La for- mula avanzaba sobre argumentos complementarios y afirmaba, también, la n¢cesidad de alcanzar un proyecto de sociedad. Al marco Je yuxtapuso el programa, acosa- da por Ia restriccién casi insalvable de la extension, por el peso inerte del espacio vacfos por el desierto y la ausencia de comunicaciones, Entonces se puso en mar: cha la respuesta: al, desiertg resolvieron inyectarl bas al espacio indomrunicndss i aparteN tos A Rdrfa desde fuera, con capitales e inmigracién, tras- plantando una cultura y cambiando de raiz una ‘socie- Por un lado una repiiblica conservadora, celosa del rango y del poder de las clases nativas superiores; por el otro, el vertiginoso proceso de la poblacién nueva, de una economia que permitiera la acumulacién del capital en el Ambito de la sociedad civil. Orden y disciplina en ¢ Estado; promesa de igualdad, ‘de enniqiiecimiento y-de SIA AHL A Sat HEREC 2 ee ee Fro NATALIO R. BOTANA EL ORDEN CONSERVADOR 223 ascenso social en la sociedad civil. Como deciamos: re- \ f menaza de desborde. Al principi : amo, deciamos: y - , fos fundadores piblicrYéstrictiva y fepublica™abierta, implantadas, “ain- (uvigrolrque-tidieecorr-un-es Principio, A nub va_Y_republica “aBlerta, ty an pacio disgregado; después, | ba en -Terditoria comin, no. "tanto como resultado cuanflo el espacio adoptaba una fisonomia mas urdlica, de procesos acumulativos que la historia haya gestado da, vieron crecer valores antagénicos —los de la sociedad alii mismo cuanto por la obra de la voluntad del legis- lador: que incitaba al cambio. A los futuros gobernantes, Alberdi les dio por misién dos”cosas: Conservar Tas iiiu- allay que pratey i y log de la politica— sin puentes de comunicacién que ji¢ran vincularlos. pee eee s Corio iio extraiiarse; entonces, que la definicion del men como oligarquia establecida naciera de los mo- ntos contradictorios que se habian puesto en mar- éCémo no reconocer que la ambicién progra- a de la férmula arrastraba consigo los fermtentos abrian de democratizar el poder politico? ? égian el ejercicio de la al Tiiismo tiempo, transformar la vieja sociedad. Décadas més tarde; Ta cludadéladel-poter: tradi deada por un mar de recién venidos, por wna sociedad civil eh ebulliGion que Wabajaba, ¥en a ba peFo-GUG,"en todo. ca86, ‘ho prestal . cién’a Ia politica, carecia de organizacionés ‘mediadoras,” 7 initiifa”“quiza— que existian y, no obstant baba que no siempre funcionaban como instituciones reconocidas y . Esta es la Contradiccién\que de manera explicita pro- ponia_la férmula alberdiana: “la tradicion. y~ét orden \ quedaban reservados a la politica; el progreso y la de- mocratizacién social, a venir en la sociedad civil. Los hombres del régimen del ochenta marcharon por este camino. Conservaron las instituciones de la repiiblica restrictiva; abrieron con pa- sién las puertas a la inmigracién, al capital y a la cul- tura universal. Defendieron un orden politico conserva- 4 fe fertnctas-igiiali- Nuetos conflictos en la clase gobernante y ir cierto, las crisis de participacién ya habian acae- cido len la clase gobernante sin que modificaran la regla vigette de la hegemonfa gubernamental. Pese a cllo,a medida que la sociedad crecia en tamafio_y compleji- el_orden politico permanecia para los de fuera (ese indimero de Tos que no intervenian en la eleccién de jobernantes), como un sistema cristalizado_y poco Ie. Para muchos observadores, era este el resultado fracaso de los revolucionarios del noventa que con- dujo|a la clausura politica del novecientos. Quizd, para los recién dlegados, esta somera descripcién podria valer como testimonio del drastico corte que separaba la so- ead civil de la sociedad politica. quietud que en la clase gobemante podian per i bir los marginados no condecia, sin embargo, con el i desatrollo de nuevos conflictos poco proclives al acuer- do 6 a la concertacién de intereses entre las fracciones. La cfénica de los sucesos se remonta hasta principios = nota- ® ig..Todavia_reforzaron este propésito y pusieron en sn comin, de formidable fab caba micvas oportuni- dides“de"ascenso wocial. ‘Afirmaron el poder ‘dé! Estado, al"ttiismo”Tieiapo-qué ii establecieron la legitimidad de las, instituciones. Montaron una maquina productora de el me Se Voli dyTncgy, "en contra dé aquélla, Porfando siglo, Relata la ruptura de una alianza entre dos 224 NATALIO R. BOTANA bles: juntos superaron las crisis que se abrieron en cl noventa, ejercieron influencia decisiva sobre los gobier- nos de Luis Séenz Pefia y José E. Uriburu, y aseguraron la Gnica reeleccién que en la historia nacional logré completar un segundo periodo presidencial. Durante ~ _veinte afios fueron jefes de Estado y conductores, como \MP| sugiere una critica poco benevolente, de esa “‘vasta aso- ciacién sin contrato ni reglamento, sin estatutos y sin programa de todos los gobernantes, legisladores, jueces y demés funcionarios nacionales y provinciales™, que se denominé Partido Autonomista Nacional. Parece re- dundante citar sus nombres: se Hamaban Julio A. Roca y Carlos Pellegrini. eelecto_en 1898, Roca retomé el control de la pre- 7 sidencia. EI defensor piblico del candidato y eficaz co- \" laborador desde el Congreso durante los primeros afios de la presidencia fue Carlos Pellegrini. La prucba de la alianza sobrevino cuando Roca solicit6 el concurso de Pellegrini para gestionar en Londres un plan de unifica- cién de la deuda piblica. Pellegrini afronté una gestion que despertaria reacciones inesperadas y asumié su de- fensa en el Senado. Roca, para remediar una siibita cri- sis, retiré el proyecto. Pellegrini quedé aislado y trocé su papel por el de opositor que no abandonard hasta su muerte.5 Esto ocurria en 1901. En las elecciones legislativas que tuvieron lugar un afio después, despunté en la Capi- tal la oposicién antirroquista. Lajlista “Demécrata”, en- cabezada por R. Sdenz Pefia y E. Cantén no alcanzé, por cierto, apoyo suficiente para enfrentar con éxito a la faccion’ oficialista. Pero la resistencia interna ya se habia puesto en marcha y presagiaba nuevas divisioncs que se cristalizarfan en la “Conferencia_de Notables’ convocada para designar la formula que en 1904 habria de suceder al Gral. Roca. COMPRA OM) NeIGHAY SC Se LE Qqou a 4 v BI4 EL ORDEN CONSERVADOR 228 La iniciativa para realizar la Convencion —de cuya composicién dimos cuenta en el capitulo anterior pro- vino del vicepresidente, N. Quirno Costa. Pellegrini y R. Séenz Pefia firmaron el Manifiesto de Convocatoria e integraron la Comisién Bjecutiva de la Convencién. Pe- legrini pugné por obtener el apoyo de los convencio- nales y ganar la presidencia. Vanos esfuerzos: en pocos dias su estrategia cay6 derrotada por la accién combina- da de Roca y M. Ugarte que, a la postre, impusieron la candidatura de M. Quintana, un antiguo antirroquista en ese entonces alejado de la escena piblica. Fue una transaccién que, en aquella circunstancia, de- notaba como el peso del presidente, cuando defendia el control de Ia sucesion, imponia su _capacidad de veto an- te candidaturas no queridas. Pellegrini reaccioné con una severa renuncia: “...la condicién fundamental de mi acep- tacién y concurso tenfa que ser y fue la absoluta inde- pendencia de la convencién, libre de toda coaccién o presion oficial, y esta condicién me era garantida por las pitblicas y solemnes declaraciones del sefior presiden- te de la Republica, que estaba en el deber de aceptar, a pesar de todas las dudas, porque como hombre y argen- tino debia ese acatamiento a la palabra de honor de un soldado y del primer magistrado de mi pais. Desgracia- damente, hechos piiblicos recientes me han demostrado el error en que he incurrido, y ante ellos sélo me resta renunciar al cargo de miembro de la comisién ejecutiva y retirar mi adhesién a la convencién”.® R. Séenz Pefi F. Pinedo, I, Gémez, L. Ayarragaray, M. Cané y'J. M. Ramos Mexia, compartieron, fieles al liderazgo del ex presidente, la misma actitud de renuncia y censura mo- ral.7 Las querellas entre los notables arreciaron cuando, el mismo dia en que Quintana era proclamado por In Con- vencién, Pellegrini denunciaba ante sus amigos el siste- ad y 226 ma vigente que haba suprimido los 6 ten Snuttyendsle gor ®rst luna voluntad que resuelve, una voz que orders, uy ae tor que elige”. Y afiadfa: “el_pucblo,: desde el intelec- tual al analfabeto, desde el equefio ha desa- jueda_s6lo el presidente noe Séenz ae me a continuacién expuso sus ideas, fue més lejos y dio acta de fundacién al Partde Autononista: “lcamos Ajo autonomistas de verdad defendiendo 1a autonomia de los Estados, y articulando 7__— lealmente nuestro régimen republicano federline: REROUN mia en los poderes cuya division se ha confundido bajo 05 U.S la mano centralizadora del jefe de Estado; autonomfa en el sufragio, para que la voluntad nacional designe sus gobernantes y no.sean los gobernantes quienes se desig- nen sucesor”.® El‘ nuevo partido autonomista levanté la candidaturd. de Pellegrini como senador por la Capital que, en marzo de 1904, cayé derrotada por la de B. Villanueva. Segun- do traspié en una carrera electoral que Poco contribu- yeron a superar, dias después, los comicios legislativos donde los pellegrinistas lograron capitalizar Ia victoria en sélo tres de las once circunscripciones en disputa en la ciudad de Buenos Aires. El conflicto intraoligdrquico, regulado por la cap- tacién de caudillos en el mercado electoral, parecia ad- quirir perfiles definitivos. Mientras tanto, superadas las escaramuzas de ltimo momento, Quintana acordé con Roca, Ugarte y B. Villanueva la designacin de J. Figue- roa Alcorta como vicepresidente. Entonces comenab la revancha pellegrinista que culminaré dos afios més tarde. Desde Londres, Pellegei i hizo participe a M. Cané de su alegrfa por la designacién de F. Alcorta.? Luego, entre el reposo curopeo y su entusiasmo por las grandes movilizaciones electorales observadas durante un viaje a NATALIO R. BOTANA b=. Aen Vier or) SSS Rowan | EL ORDEN CONSERVADOR los Estados Unidos, Pellegr bas anttirroquistas, “e interpreto diferentes de los que esgrimiera en la décads de no- Nenta los motivos que condujeron a los radicalcs a", tentar lun nuevo y fallido movimiento revolucionario en 1905.1 Pellégrini regres a Buenos Aires cuando promediaha <1 ahO(T905; en los momentos previos a su legada rect bid en! Montevideo a una comitive. de bienvenida que presidfa Roque Séenz Pefia y entrevisté a los radicales iados en la otra banda. Todo presagiaba un vigoroso clima preelectoral. Los hechos posteriores confirnaron estas intenciones. Pellegrini present batalla en las elec. ciones |legislativas de 1906. Los votos opositores en la Capital estaban dispersos entre republicanos (mitristas) y autonomistas. Pellegrini pacté un acuerdo con Emilio Mitre, fe puso al frente de una lista conjunta integrada con los republicanos “Ia Coalicién Popular, hizo publi ca su impugnacién al régimen imperante, recorrié la cit dad, levanté la tribuna en més de veinte oportunidades y retomé el control de la maquinaria politica para la ont de votos.'! La participacién electoral trepd has- 227 ‘antuvo firmes sus diatri- con argumentos harto ta su pico més alto. Cuando se conocié el escrutinio, el triunfg correspondié a la Coalicién. Pellegrini retornaba al Congreso; por cruel coincidencia (la muerte rondaba a los notables en aquel afio de 1906), el presidente intana_morfa el mismo dfa de la victoria opositora. De inmediato sobrevino un brusco cambio de orienta- cién. Los pellegrinistas volvicron a la presidencia y prestaron concurso al ministerio de Figueroa Alcorta.' Pellegrini se incorporé a su banca “. “.. con menos ilu- Tor menos entusiasmo, con més experiencia i i ir de /...] gon la misma. fe ciega en el porvenir Confiaba en que se podia completar una obra: “Tene. mos - nacién independiente, libre, orgénica y 228 NATALIO R. BOTANA en paz; nos falta algo esencial: ignoramos las practicas y Jos habitos de un pueblo libre, y nuestras instituciones escritas son sélo una promesa o una esperanza”.!? Me- Ses después defendid y voté la ley de amnistfa para los revolucionarios del cinco. Peculiar convergencia de esti- los politicos en una persona: habilidad para derrotar a los adversarios con el tradicional método que imponia Ja venalidad clectoral; doctrina de reparacién ética en el parlamento; apertura y olvido para los opositores —civi- les y militares— que participaron en los acontecimientos revolucionarios. Peli no alcanz6 a conducir este sibito realineamiento de fuerzas. Murié en_ese inyierno de 1906, con menos aiios que Bartolomé Mitre y nardo de Irigoyen, quienes, sin remedio, abandonaban también la escena. Segin el nuevo presidente, habfa caido el mas fuerte. Pero el vacio que dejaba Pellegrini pronto seria ocupado par aie Zoalicién cambiante-que har/a.uso.del-control institucional para desmantelar las_posiciones roquistas. Figueror-Alcorta ho titubeo en ejercer el dominio presi- dencial sobre el parlamento, al mismo tiempo que impu- so la intervencion federal sobre las provincias discolas. Los mismos métodos con diferentes propésitos. Lo que ocurria no era nuevo, pero los ptincipios que justificaban los actos habrfan de cambiar, primero en la retérica de las’ palabras, después por medio de la prictica que en- carnarfa la sucesién que se gestaba. Figueroa Alcorta_ggbernd_agobiado crisis ministeriales, claras ‘sefales de la fragilidad que ‘aquejaba la coalicién de 1906. El presidente rompié con los republicanos con motivo de una intervencién a Corrientes en 1907. Esa circunstancia dejé.en manos de algunos sectores pellegrinistas la conduccién del poder ejecutivo. La oposicién se afirmé en el Congreso: cl inevitable distanciamiento entre ambos poderes hizo EL ORDEN CONBERVADOR eclosin a fines de ese mismo afio. El presidente convo- 6 a sesiones extraordinarias para aprobar cl presu- 0 del préximo ¢jercicio. Roca habia retornado al est pals luego de una prolongada estadia en Europa El ‘conflicto institucional estaba planteado. Tres meses des- pués, el 25 de enero de 1908, Figueroa Alcorta respon- dié con una decision inédita, de cuya audacia y rapidez parecia depender el destino de la fiierza politica que procuraba reemplazar al roquismo. Por decreto se clau: suraron las sesiones extraordinarias, se declaré en vigen cia el presupuesto de 1907 y se procedié a ocupar Congreso por efectivos comandados por la Policia Fe |deral. j ‘Al dia siguiente de, tamafio acontecimiento, Estanis lao Zeballos le manifestaba a Roque Séenz Pefia su en tusiasmo por el nuevo cariz que tomaban las cosas. “Po el telégrafo ha sabido Ud. que hemos dado lo que aqu se llama ‘un golpe de estado’, es decir que hemos clau surado el Congreso, dando asi a Roca y a Ugarte unidos un golpe de catapulta, que los ha desconcertado, pucs no se nos crefa capaces de producitlo y tenian seguro cl triunfo de sus pretensiones ilegitimas, por medio de la imposicién al Presidente y de la renuncia de éste. He mos salvado la situacién, y puedo asegurarle que tenc- mos toda la energia necesaria para conscrvar nuestro triunfo y sacar de él e] mejor partido posible. . . No hay el menor temor de complicaciones, porque tenemos cl ejército bien cuidado y bien mandado. Bistele a usted saber que el comandante en jefe de su principal cuerpo, que es el de la Capital, es Ortega, hombre de una pieza, un modelo de fidelidad y de energia, y que su segundo jefe es el coronel Zeballos, mi hermano, hombre de acade- mias y de campamentos que no se dejaré dominar ni dirigit en manera alguna”.'* i Producido “el golpe de estado”, le restaba a Figueroa 230 NATALIO R. BOTANA Alcorta afrontar las clecciones legislativas de 1908. El presidente logré neutralizar la provincia de Buenos Ai- res, colocando a su favor al sucesor de Ugarte, el go- bernador I. Irigoyen. La oposicién vacilé, los republi- canos-mitristas se apartaron (no podfa ger de otro mo- do,:por el peso de una vieja tradicién) del bloque ro- quista-ugartista. También muchos caudillos, otrora inte- grantes de'las listas oficialistas entre 1898 y 1904, emi- graron hacia el nuevo centro de atraccién y buscaron el amparo presidencial. La piedra de toque del régimen, el presidente en tanto gran elector, conservaba una robusta solidez, pese al cambio de orientacién que impuso el estilo ideolégico del pellegrinismo. ‘Veamos, con este propésito, la composicién de la lis- ta de diputados nacionales por la Capital, adicta a Fi- gueroa Alcorta, que conquisté un triunfo canénico en abril de 1908. La lista la encabezaron Eliseo Cantan y Manuel Carlés, dos pellegrinistas que habian sido candi- datos, uno en 1902 y 1904; y el otro en 1904. Estos representantes de la oposicién antirroquista convivieron en 1908 con Pedro Luro y Pedro Cernadas, pivotes, ambos, del viejo oficialismo en la Capital ¢ integrantes de las listas ganadoras en 1902 y 1904 que sin duda reforzaron, con su clientela y su red de caudillos, al par- tido capitalino dependiente del presidente. Persistencia de lealtades y captacion de antiguos adversarios: el ejem- plo es caracteristico de la manera como se desplazaban los apoyos tacticos en el mercado electoral. La lista de 1908 se completaba con un grupo de ex legisladores, ins- talados en la Capital (L. Ayarragaray, diputado por Entre Rios entre 1891 y 1898; Nicolas Calvo, diputado por Bue- nos Aires y la Capital entre 1880 y 1888; y José M. Olme- do, diputado por Cérdoba entre 1876 y 1894), a los que se sumé otro conjunto, sin antecedentes parlamentarios, compuesto por C. Meyer Pellegrini, C. Saavedra Lamas, FAlestby + AHAS: ~enanle ay ‘ IereK act ~aikawals love aie ro) Qsann YEW De TRIS INNS, lay soresiatned Fosse BS EL ORDEN CONSERVADOR 231 José M. de lriondo y Joaquin de Anchorena. Todos ellos jugaréh un papel preponderante, tres afios después, cuando se discuta en el Congreso la ley de reforma electofal. Figueroa Alcorta_controlaba la sede del jentés, pero Te faltaba evar a cabo la operacion defi- ‘érdoba, su provincia que mantuvo incdlume la facion roquista; alli donde el presidente ejercié la go- bernacion para marchar después hacia el Senado, fue intervenida en agosto de 1909. No quedaban en pie otras fuerzas capaces de resistir la légica de un sistema pronto a responder, con singular eficacia, alos estimulos de un| notable que hizo suyos los resorte: ituci de la |dominacién presidencial. Para Carl triunfo del presidente tiene una explicacién clara. Sus adversarios, Roca_y Ugarte, carecian_de apoyo popular, y_su_poder politico residia en los s_de las pro- , carentes también de arraigo publico, de manera jasté que el presidente subordinara a éstos, para el poder de aquéllos se derrumbara. En medio de espectacular caida, los circulos gobernantes provin- a atendieron a asegurarse la benevolencia pre- que c lencial, en la certidumbre de que, sin ella, sus dias cstaban contados, y para lograrlo realizaron evoluciones politicas sorprendentes”.'* : El Conflicto tocaba a su fin: y se aproximaba la suce- sién presidencial. Mientras tanto, ¢qué hacer con la oposi¢ién revolucionaria? El partido radical, derrotado en 1905, permanecia en la abstencién y en la semiclan- destinidad. Alli, también, habian terminado las luchas por e} liderazgo: Hipélito Yrigoyen aglutinaba las ener- s de un movimiento cuya popularidad presentida no | disputado, atin, ninguna contienda electoral. Per- BY ~ > 232 NATALIO R. BOTANA sistia el bloqueo politico: reformas clectorales fallidas, como las de 1902, habian sido reemplazadas por el sis- tema tradicional de la lista completa. No obstante, el proceso reformista mantenja su rumbo. Sin éxito —qui- 24 porque el mismo presidente no le otorgara valor prio- ritario— el Poder Bjecutivo habfa enviado al Congreso @ 8 proyecto de modificacién del registro clectoral, so- SY bre la base de padrén mi r obligatorio. Tras el caracter piiblico de los proyectos oficiales, otrés sticesos rompfan la distancia entre el gobierno y la oposicién: por vez primer: versaciones no habian madurado en 1908 para que los didlogos se- cretos culminaran incorporando el radicalismo a la lega- lidad.® As{ y todo, la brecha \abierta por el pellegri- nismo se habfa transformado en camino de victoria para la faccién que enfrenté a Roca’en el conflicto del no- vecientos, La década se cerraba y el pais franqueaba su centenario de vida independiente. Mil novecientos diez era el afio de la sucesin presidencial. El centenario: optimismo y amenazas La interpretacién habitual sostiene que el centenario constituyé un momento nico para manifestar ante el mundo el éxito alcanzado por una nacién confiada y satisfecha. Hay, en esto, mucho de cierto. Una sensa- cién de plenitud alimenté la retérica de aquellos dias y Buenos Aires festejé el siglo entre exposiciones, monu- mentos, desfiles y nobles visitantes. Sin embargo, mas alla ‘del aluvién de palabras que cantaban alabanzas a una Argentina feliz, segura de su progreso ilimitado, la clase gobernante hacia balance de lo acontecido y pro- curaba entender el pasado inmediato. Justificacién y EL ORDEN CONSERVADOR: critica: la ilustracién del centenario se lanzaba a la bis’ queda de nuevas respuestas en el ‘ensayo histérico o literario, la critica filoséfica, la especulacién moral y las reflexiones que proponian la economia o la sociolo- gia! ae De algin modo, el(centenario representé cl ascenso de una creencia politica que venfa erosionando las viejas convicciones y que, alla postre, terminarfa encarnada en una nueva formula de cardcter reformista, La vieja for- mula habia puesto en movimiento a la sociedad civil, en tanto el orden politico permanectfa’condicionado por los vicios’ de" una” oligarquizacién“ cada ‘vez menos ‘con- ‘sentida. No es de extrafiar, como advierte Romero, que el espirita del centenario resulte “del enfrentamicnto entre quicries consideraban legitima y quienes ‘conside- ban ilegitima ‘la situacién’ de predominio de, la vieja oligarquia”,"* z Mientras esta confrontacién perfilaba los conflictos intraoligérquicos, las nuevas creencias ensamblaban valo- res disimiles que instalaban a los dirigentes en un opti- mismo, por momentos avasallante, y al mismo tiempo los situaba ante una ‘realidad alterada por presagios de amenaza. Por una parte, la propensién compartida por la élite conductora a ver o a esperar lo mejor de las cosas; por la otra, la\percepcién de signos inquietantes que anunciaban un dafo a las posiciones de poder ad- quiridas, cuyos efectos ‘posibles les hacia ser o estar peor. ] La plataforma optimista se habia construido sobre los resultados de la accién politica. Logros tangibles en la sociedad, que a los notables del centenario les hacia prever el futuro como la prolongacién de un pasado préximo, prédigo en realizaciones y conquistas materia: les. No es frecuente que el ciclo vital de un gobernante NATALIOR. BOTANA coincida con un ciclo histérico bios de notable magnitud. Cuando despuntaba el régi marchaba, todavia, al ritmo de los viejos tiempos. That ta afios después la dase gobernante contemplaba ug pafs que poco semejaba al que habia conocilo cn oe iiez y en répida sucesion cobraban realidad las prome: fas de los fundadores. En medio siglo las exportecionce habian crecido mas de diez veces, alcanzando una ta- sa de incremento del orden del 1.183%.” in 1B8a cl ‘érea cultivada era de 2.422.999 ‘ha y en 1914, de que haya gestado cam- men del ochenta, el pais cn 1914. La red ferroviaria alcanzaba, en 1880, los 2.318 km, representaba un capital de 62.964.486 pesos oro, transportaba una carga de 772.717 toneladas y ob- tenia ganancias por 3.488.232 pesos oro. En 1913 el ferrocarril se extendia desde Buenos Aires hacia todo el pais, trasladaba 42.916.636 toneladas de carga a través 2RCKRATO de una red-de 83.478 km que, junto con las maquina- tias y los bienes inmuebles significaba un capital de 1.358.849.967 pesos oro con ganancias que trepaban hasta los 52.742.416 pesos oro.?° A todo ello se sumaba el formidable esfuerzo para educar a una poblacién, que ctecfa vertiginosamente, mediante la instruccién pitblica, Jo cual trajo como consecuencia que la tasa de analfabe- tismo por 100 habitantes de 14 afios, 0 mayores, se redujera del 77,9% en 1869 al 35% en 1914.21 Después, la critica histérica comprobara fisuras y fa- Iencias en este plan de insercién de la Argentina en el mercado mundial. Mas tarde, cuando cl agotamiento de un impulso convoque al observador a inquirir las causas de una decadencia (para los nostilgicos) o de una cman- cipacién (segin los nuevos intérpretes), habran de adver- tirse errores y carencias. Pero en aquella circunstancia Datos DES | EL ORDEN CONSERVADOR 235 los actores no dudaban. En el terreno abonado por las realizationes de un programa, la clase gobemnante apenas disentijn; mds bien asentia, casi con la arrogancia que de. paraba| la fiel reproduccién de los modos de un mundo exter digno de imitarse y aun de superarse.™™ Y todo esto, don un fervor compartido por portefios y provin. cianos| se cristalizaba en Buenos Aires, la ciudad que proyectaba el pais hacia fuera, sede del poder, puerto de innhigrantes mosaico de formas de vida, que crecfa y se extendia como si su desmesurada dimension hiciera de testigo para robustecer la verdad de un éxito cole tivo. No lobstante el optimismo, lis amenazas cundfan has- ta_alcanzar_una_peligrosidad_inédita 0, por lo menos, distinta de Ta habitual. Entre el novecientos y el cente- nario |la clase gobemante disputé un tipico conflicto politico; la sociedad, por su parte, descubria otro con- icto |de caracteres bien diferentes. Durante el periodo jue _se_prolongé desde principio de siglo hasta el aio 10 =tecuerda Repetto—, estallaron mas de cien huel parciales, seis hue, se decretd cinco veces cl estado de sitio, se sancioné la ley de residencia, se lleva- ron al cabo cinco matanizas obreras, se perpetrd el ase- sinata del jefe de policfa Falcén y de su secretario Lat gau”.#? Movimientos tributarios de una conciencia de cla- se en|germen, que buscaba expresarse a través de las orga- nizaciones sindicales y las sociedades de resistencia, cuya irrupdién obedecfa a los cambios que modificaban la estructura de la poblacién activa, o bien corria paaiels con la recepcién de ideologias revolucionarias y con ¢ ‘pi je ismo libertario (por lo répid ascenso del viejo anarquism {por lo menos a corto plazo ya que, mds tarde, ese decrecerd en medida significativa).™ 7 Anite la sucesién de huelgas y hechos de gobi ne nacional reaccioné con decisiones tra violencia el \dicionales Wr NATALIO R. BOTANA do de sitio y robusteci6 su aparato de idad y defensa de la sociedad argentina que no ligadz a aceptar en su seno elementos de desor- Tepudian las dems naciones””.** Roca se refe- , claro estd, a los dirigentes obreros, en su gran ma- ‘extranjeros, que lideraban las luchas sociales. én de defensa, por un lado, que se completé con @ apertura hacia la legislacién social y la organizacién ‘agencias especializadas en la materia como, por ejem- ‘el Departamento Nacional de Trabajo. luchas sociales no eran, por cierto, la iinica fuente ‘amenazas. Derrotados en 1905, los radicales mante- ion pol ca —el fiel cumplimiento de la constitucién— con un "estilo conspirativo no desmentido, por lo menos a través ‘de actos aparentes que, lo veremos de inmediato, jos, con indelicadezas, con perversiones morales, con delitos; pero lo exhibe tam! zas de reaccién, con la conci EL ORDEN CONSERVADOR 237 que asombra al mundo con manifestaciones de riquezas y cultura que, proporciones guardadas, no las ostenta superiores gin pais de la vieja Europa, con, una casi absoluta indiferencia cuando no desprecio, por todo lo atinente a la politica y los gobiernos”.?” Los testimonios podrian prolongarse en una larga lista que reproduciria signos o advertencias similares... y hasta los mismos ad- jetivos. Los publicistas, al fin de cuentas, sumaban sus denuncias a las que desde afios atras venia expresan do un grupo de notables dispuesto a no transar con la vieja politica. Mundo contradictorip, impregnado por actitudes que se confundian en la prédica de los, refi gptimistes, Tone cena. concn 0s Ta sol .casq_imponerse. ete ar que Sabian de fio_que reclamaba una inteligencia estratégica para conceder parte del_pri vilegio, salvar_asi_un modo de ida_o perdurar en el mando; y buscaban la reparacion ética mediante una reforma politi capaz de aventar fantasmas y liberarlos de la mala conciencia que los hostigaba. Inmerso en este clima, Roque Séenz Peta ascendera a la primera magis-_ tratura, Roque Séenz Pefia en lq Presidencia Figueroa Alcorta —escribe Miguel Angel “no tenia en el circulo de sus amigos una pers de tanta notoriedad y relieve como Sdenz Pefa”. sucesién estaba en marcha. ~adrede— el papel de Sdenz pellegrinista. Pero su antirroquismo v‘ ta. Se habia formado en su juventud en mo; defensor de Avellaneda, Ya habfamos subrayado Pefia en luego “Juarista 238 Jos dtimos ministros del presidente derrotado en el no- venta),'Sdenz Pefia' encabez6 el{movimient. i impulsado desde la provincia de Buenos Anes ee} gobernador Julio Costa, que lo hizo candidato fitme ca las elecciones presidenciales de 1892 y que sélo pudo desbaratar Roca, logrando la adhesion del P. A. N. y del mitrismo a la candidatura de su padre. Elegido senador por la provincia renuncié poco tiempo después. Retornd a Ia actividad publica para participar en la coalicién opositora que alenté la politica de las’ paralelas en 1898. Cuatro afios mas tarde, Séenz Pefia encabezé la lista “demécrata” de 1902; acompaiié a C. Pellegrini en la Convencién de Notables de 1904 y en 1906 fue elec- to diputado por la “Coalicién Popular”. No asumié la banca y acepté un cargo diplomético de ministro pleni- potenciario ante los gobiernos de Espafia, Portugal, Sui za ¢ Italia, prolongando as{ una exitosa carrera en el campo de las relaciones exteriores, que alcanzé momen- tos culminantes hacia fines de la década del ochenta con motivo de la Conferencia Panamericana en 1889. NATALIO R. BOTANA el fe la _fraccién roquista en la politica nacional: una actitud de distanciamiento y de intentos frustrados durante los veintis¢is afios que transcurrieron entre -1890 y 1916. Dentro de la clase gobernante, Séenz Pefia rompia lan- zas con la hegemonia gubernamental sin emigrar jamas hacia las fuerzas politicas que, al situarse fuera del cua- dro establecido, impugnaban la legitimidad del régimen desde la oposicién externa. Mds bien, su accién publica revela las reglas no escritas del control institucional que un grupo gobernante, percibido como oligarquico, ¢jer- cfa sobre aquéllos dispuestos a participar en un hipoté- tico juego competitivo. ‘Sdenz Pefia programé su candidatura desde Europa. OY 239 i se puso de acuerdo con Iiidalecio Gémez, viejo colega en el movimi estrategia del pré: consccuente antirroquista, Una fiel Estrada, a la cual no eran ajenas convicciones comunes, motivo su incorporacién, en 1889, a la Union Catélica, En 1892 Gémez fue electo diputado por Salta, su pro- vincia natal; obtuvo su reeleccion en 1896 y a caballo entre ambos perfodos leg a ocupar la vicepresidencia segunda de la Cémara entre 1894 y 1897. Permaneci pues, en el parlamento hasta el filo del siglo. En 190: 1. Gomez era ferviente pellegrinista; un afio después, M. Quintana, le confié la representacién diplomatica, con sede en Berlin, ante Alemania, Austria-Hungria y Rusia.?° Modernismo, politica de las paralelas, pellegrinismo: tres momentos opositores compartidos por un antiguo jvarista y un militante catélico. El-movimiento reformis- del centenario cobraba cuerpo en Roque Séenz Pefia € Indalecio Gémez: juntos en la ciudad de Lucerna, el futuro presidente y su ministro del Interior trazaron los mientos de la reforma politica de 1912. La campajia electoral se organizé en tomo de la “Unién Nacional”, un movimiento que en poco tiempo fodo el pais sin sufrir fisura alguna. Frente a esta coalicién de origen bonaerens ‘apoyada, de inme- diato, por los gobiernos de provincia® ; apenas despuntd mb6lica oposicién de los republicanos-mitristas que ‘taron la candidatura de E. Udaondo. EI clima de la campafia, los discursos y las propuestas que se \desgranaron en los actos piiblicos, poco aes tieron él sesgo optimista del centenario. La candidatu de Saenz Pefia nacfa.como un intento, de cuyo éxe nadie dudaba, que tenia el “sugestivo pode! ae ].. .[ Jas lineas divisorias que nos habian deja istad con J. M.

You might also like