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=" Ciudad | abierta y sustentable Marina Robles Garcia 08 Eugenio Fernandez Vazquez ccmsooss edicon original de os texto compa en eta obra: tnueduecin’ de cvdades, lucha sober y alegeas DR 02018, «susie admin pba de ncudad de mésico las ciudades continuas 1 ie : DIR 1904, earl crate Ja naturaezay las cudades: limperativ eeoldgico en el disc y la planificacién urbana DRO 2016, incoln instisue cites are the center of our cenironsmental future D.R © 2005, surveys and perspectives integrating environment andl society du bon usage de la consultation national DR ©2019. aoe ‘iudades para un pequerio planeta DR 2000, editorial gustav git she open ety DR.©2019, cullen stanley iteenational developing Gties i DR. 2014, island press ‘una mirada hacia are para ver hac adelante DRE 2008, esequiel excarra the lands with which we shall struggle: land reclamation, revolution, and development in mexico's lke texcoco basin 1910-1950 D.R.@ 2012, hispanic american historical review naturalzing modernity: urban parks, public gardens and drainage projects in poriian D.R-© 2007, mexican studies Porgué convocar a sofia una mejor ciudad. antes de Ia estratega y la planeaciéns una ‘leacoleed de lo que noes DR. © 2017, claudia sheinbaum er ise de ponds: ledn muioesantini derechos de portada: escuela de adminintracion pbliea taduccion de textos engenio ferndndes viequee ‘derechos de taduecién’ escuela de administracion pablica ciudad de méxieo, 2019 primera edeion, 2019 D.R.D escuela de ariministracion piblica de la ciudad de méxico ‘cuba 4, centr historic, cumutemoe (95010, ciudad de mexico Isho 978-6o7-8328-59-9 (obra completa) isbn 978-607-8228-70.8 (tomo 8} © siglo xx eduores, sa de isbn 978-607-09-0804-8 (obra completa) labo 978-Bo7-05-104972 (tomo 8) derechos reservados conforma laey Impreso y hecho en méiica se prohibe la reproduccién total o parcial de esta obra, por cualquier medio, sit la sutorizacién por eserito del Unslar de los derechos 27. fNDICE, PROLOGO INFRODUCCION: DE CIUDADES, LUCHAS, SOBERBIAS Y AL por Marina Robles Garefa y Eugenio Fernandez Vazquez LAS CIUDADES YEL PLANETA 1. LAS CIUDADES CONTINUAS por Kalo Calvino ‘2, LA NATURALEZA ¥ LAS CIUDADES: EL IMPERATIVO ECOLGCICO EN EI, DISERO Y LA PLANIFIGACION URBANA por George F. Thompson, Frederick R, Steiner y ‘Armando Carbonell 43, TAS CIUDADES STAN EN EL CENTRO DE NUESTRO FUTURO AMBIENTAL por Saskia Sassen, 4 DEL BUEN USO DE LA CONSULTA NACIONAL por Bruno Latour LAS CIUDADES YLA GENTE 5, CIUDADES PARA UN PEQUERO PLANETA por Richard Rogers 6.14 CIUDAD ABIERTA por Richard Sennett 7. CIUDADES EN DESARROLLO por Jan Gehl LA CIUDAD DE MEXICO YLA NATURALEZA_ 8. UNA MIRADA HACIA ATRAS PARA VER AGIA ADELANTE por Exequie! Ezcurra (9. “LAS THERRAS CON LAS QUE HEMOS DE LUCHAR™: RUCUPERACION DE THERRAS, REVOLUCION Y DESARROLLO EN 1910- 1950 LA CUENCA DEL LAGO DE TEXCOCO EN MEXIC ‘porMatthew 3 47 ra 81 141 152 10, NATURALIZANDO IAA MODERNIDAD: PARQUES URBANOS, JARDINES POBLICOS ¥ PROYECTOS DE DRENAJE EN LA CIUDAD DE MEXICO PORFIRIANA, ‘por Emily Wakild 198 CONCLUSION: SONAR UNA CIUDAD MEJOR 11, PORQUE CONVOGAK 4 SONAR UNA MEJOR CIUDAD, ANTES DE LA ESTRATEGIA Y LA PLANEACION: UNA IDEA COLECTIVA DE £0 QUE NOS ES IMPORTANTE por Claudia Sheinbaum Pardo 235 PROLOGO, Giudad de México se ha constituido como una metrépoli di- versa, dindmica e incluyente, punto de encuentro de personas de distintas regiones, nacionalidades y cultaras, donde el dia- Jogo, la convivencia y el debate son pilares fundamentales para Ja construccién de una ciudad de innovacién y de derechos. La heterogeneidad de sus habitantes y visitantes que conviven en un espacio de libertades con amplia oferta cultural y recreativa, hace a Ciudad de México un referente nacional ¢ internacional como una metrépoli en continue movimiento. ‘La capital mexicana forma parte de una de las aglomeracio- nes metropolitanas més grandes del mundo, genera una gran concentracién de actividades econémicas, una importante provision de empleos y una variada oferta socio-cultural. Esto provoca grandes procesos de migracién, tanto nacional como internacional, y da paso a Ja expansién urbana de Ia capital y sus municipios conurbados, oficialmente conocida como la Zona Metropolitana del Valle de México (zmva1). Esta zona metropolitana actualmente retine a més de 20 millones de ha- bitantes y aporta poco mas de 15% del producto interno bruto nacional. La diversidad de su poblaci6n, ‘geogrificas, demogrificas y urbanas de Ciudad de México taen consigo enormes desafios en temas vitales, como el ordena- miento territorial, la planeacién del desarrollo, Ia expansién y ¢l funcionamiento de infraestructuras, el uso del espacio publ co, la sustentabilidad ambiental, el sistema hidrico, la gestion integral del riesgo, Ia movilidad, Ia vivienda, entre otros, Los retos de vivir en una gran metropoli implican la necesi- dad de una coordinacién interinstitucional, pero también de { como las (9 INTRODUCGION: : DE CIUDADES, LUCHAS, SOBERBIAS YALEGRIAS MARINA ROBLES GARCIA? EUGENIO FERNANDEZ VAZQUEZ? Las calles, los edificios, las plazas y las casas estén mucho mas vivas de lo que suele pensarse. Como los corales en un arrecife Jos arboles en un bosque, son a un tiempo actor y escenario para la vida que las envuelve y habita, y esa vida las moldea y transfor- ma, les da sentido y color. Fsas ciudades que conforman al arti- cularse son un espacio compartido que configura nuestras vidas, y nuestras relaciones con los demas y al que podemos transfor Cong. tarlas para todos, garantizar su futuro, hacerlo mas abierto, mas democritico, mas alegre es una de las grandes tareas de nuestro tiempo, No es cosa facil. Las ciudades de todo el globo pagan hoy los platos rotes de aiios de una planificacién marcada por la soberbia que, durante casi todo el siglo xx, hizo pensar a in- versores, alcaldes y gobernantes que existia una ciudad ideal mucho mejor que la que tenian a sus pies; que ellos podian construirla empezando desde arriba, y que en esa ciudad era mas importante el orden que la belleza, la inclusién, la justici y la convivencia, mar con nuestros andares, suefios, luchas y alegr Doctora en Medio Ambiente y Desarrollo por la Universidad de Baja California, Sceretaria de Medio Ambiente del Gobierno de la Ciudad de Mexico, * Maestro en Medio Ambicute y Desarrollo por la London School of Eco nomics and Political Science. Consultor ambiental en el Centro de Especial tasy Gest An 18 MARINA ROBLES / EUGENIO HERNANDEZ Uno de los resultados fue que nuestras ciudades se hicieron muy excluyentes, La historia rebas6 muy pronto aquellos planes ‘urbanos tan rigidos y el clientelismo, el abandono del campo y ‘el impulso a la industrializaci6n vaciaron los pueblos y las aldeas, saturando los entornos urbanos. Atrincherados en las zonas re sidenciales de las urbes, los mas privilegiados de sus habitantes viven de puertas para adentro, en una burbuja de cristal y acero que los aisla del resto de Ia ciudad. En contraste, las grandes ma: yorias viven en las periferias, los asentamientos irregulares y los cinturones de pobreza, donde padecen la falta de servicios, el hacinamiento en viviendas precarias y un ambiente construido que pareceria disefiado para destruir el tejido social. EJ énfasis en el orden Hev6 también a imaginar las chuclades como un conjunto de compartimientos univocos, de forma que en una zona habitacional no puede haber un restaurante y las oficinas han de estar en una zona distinta que las viviendas y los parques. Esto ha levado a que los habitantes de las ciudades pa- semos largas horas en vias y medios de transporte saturados, que nos Hevan de un mismo origen a un mismo destino al mismo ticmpo. En ver de cindades abiertas, descentralizadas y diversas, heredamos urbes en las que no convivimos con los demas en Ios espacios que habitamos, y en los que la economia esti a muchas horas de distancia de nuestros hogares Los habitantes urbanos del mundo sufrimos también las con- secuencias de haber construido una relacién de enemistad con la naturaleza, con el entorno que es, en realidad, nuestro sos- tén y sustento fundamental, Domesticar Ia biodiversidad lev a quedarnos con apenas unas pocas especies y poner riendas al alegre caos de Ios ecosistemas nos dejé una vegetacién escasa ¥ precaria, que apenas puede prestar los servicios ambientales (que tanto necesitamos, Entubamos los rfos y desecamos los lagos; pusimos diques al mar y expulsamos el agua que nos deja la Huvia como si fuera una amenaza. Con ello conseguimos que sea cada vez mas dificil saciar la sed de millones de personas que viven entre el asfalto aw TRODUGCION ‘9 yel concreto, pero que tanto necesitan de las nubes, los glacia- res y los humedales, Si a eso sumamos el constante proceso de desinversion y reduccién de presupuestos que han padecido los gobiernos de todo el mundo en todos Jos niveles, el panorama se vuelve atin menos halagiietio. Ademis, el orden y los compartimentos heredados de los pla- nificadores, junto con el énfasis puesto en el transporte automo- tory en el uso de combustibles fésiles como principal fuente de energia, han hecho del aire de las ciudades uno de los mayores enemigos de la salud de sus habitantes, Mintisculas particulas anidan en uestros corazones y nos hacen mas proclives a pa- decer enfermedades cardiovasculares, mientras que el humo mismo que respiramos oscurece nuestros pulmones y sabotea nuestros cerebros. Entre el autoritarismo y el abandono, hicieron que Tas ciuda- des se volvieran contra sus habitantes. “Tras esta historia, las urbes han engendrado, segiin algunos, sociedades mas homogéneas, menos brillantes, menos Hitcidas. En su monografia sobre la intelectualidad francesa de los afios ureintay cuarenta, Herbert Lottman notaba que la decadencia y la pérdida de influencia del mundo cultural francés coincidie- ron con el inicio de una nueva etapa urbana. Fue “en los afios Gincuenta’, afirmé, “cuando los urbanistas dieron priotidad al crecimiento econémico sobre las instituciones culturales en el paisaje urbano”, Segiin él, cuando “el automévil conquist6 una parte de las aceras, se apoder6 del espacio en que se habian ex: tendido las terrazasy los cafés, porlas que daba gusto deambular” (Lottman, 1994:421-422). La vida y el pensamiento perdieron entonces él espacio en que se asentaban. Justo en la época que Lottiman describié esto, el filésofo aleman Walter Benjamin de- nuncié que la deshumanizacién de las ciudades y la expulsion de sus habitantes fuera de sus calles habian dejado sin lugar ni posi- bilidad al jléneur, a esa persona que se dedica a callejear, que se mueve a través de la mmultitud y que asf, andnimo y desvanecido, es su mayor testigo y fuente de gran parte de su brillo. El flaneur 20 [MARINA ROBLES / EUGENIO FERNANDES necesita “espacio para sus evoluciones” (Benjamin, 2018:286). escribi6, y ese espacio lo perdié ante el transito y el automévil, ‘en esa nueva ciudad en la que lo privado, lo personal, dejaron de caber si no era en el aislamiento -si salen a las calles, se ahogan en las multitudes y con los escapes de los coches Mis recientemente, Paul Auster advirtié de que en muchas ciudades -y sin duda en la Nueva York en la que ha concentrade su vida literaria— lo importante ha quedado olvidado y desde- ado. La gente no es la tinica que sufre ese olvido, escribié en su Cuaderno de Ciudad Gética: “Las cosas también han sido aban- donadas. No me refiero solamente a las cosas grandes como los, puentes o las vias del Metro; me refiero a las cosas pequefias, que apenas se notan y que estan justo frente a nuestros ojos: trozos de banquetas, paredes, bancos en los parques. Mira de cerca y verds que practicamente todo se viene abajo” (Auster, 2008:285) Elarrecife urbano ha perdido asi su brillo y sus posibilidades de mantener su papel de hogar y ancla para la vida, la creatividad y Jos encuentros con el otro, con el ajeno y con Jo diferente. De este lado del rio Bravo, Efrain Huerta publieé a finales de 1930 una Declavacién de odio a la Ciudad de México, lamentando ‘que se hubiera hecho “negra 0 colérica 0 mansa o cruel, / 0 fas tidiosa nada mas: sencillamente tibia”, Elena Poniatowska, ubicé el punto en que la ciudad se nos hizo agreste un poco més tarde. Segiin ella, el punto de inflexién para la capital del pais fue la legada de Manuel Avila Camacho al poder, en 1940, Enton- ces, sostiene la esctitora y periodista, México se volvié ‘inferior a su pasado”, Con prosa dolorosa Poniatowska describi6, por ejemplo, lo que veia la pintora Leonora Carrington después de la salida del general Lazaro Cardenas del poder: “en las calles ya no hay Arboles, se talan los bosques en la falda del Popocatépetl y del Iztaccthuatl, la ¢ cemento Tolteca y maquinas traidas de Estaclos Unidos tiran los palacios de tezontle” (Poniatowska, 2011:375) José Emilio Pacheco, ya en los aiios sesenta, acusaria esa mis- ma desazén. En Alta traiciin, uno de sus poemas mas potentes, dad se cubre con una horrible capa de IxTRODUCCION a hablé de la capital del pais como de una “ciudad deshecha, gris, monstruosa’, Treinta afios més tarde, Carlos Monsivais, ¢l cro- nista chilango por antonomasia, lamentaba con sorna que, en cada viaje en Metro, como en cada paso que damos los capita- linos, “recibfimos] la herencia de corrupcién institucionaliza- da, devastacién ecolégica y supresién de los derechos bisicos” gue marcaron la segunda mitad del siglo xx en la enorme urbe (Monsivéis, 1995:111). Con todo, algo tienen las ciudades que sobreviven a todas estas debacles. Pacheco veia una ciudad monstruosa, pero en ese mismo poema se decia dispuesto a dar la vida por ella. Solo en una ciudad como Nueva York pudo Paul Auster encontrar los elementos para el realismo magico urbano que desarroll6 con tanta maestria y sin la escala y Ja fuerza gravitacional de ta capital mexicana, el Todo México con el que Poniatowska hablé se hubiera quedaco en n en sus entrevista Quizé el mejor resumen de esa otra cara de la ciudad esté en otro poema de Efrain Huerta, su Declaracién de amor, Abi, el gran cocodrilo, como Jo Hamaban propios y extrafios, reprochaba a quienes no querfan a la ciudad: Los hombres que te odian no comprenden cémo eres pura, amplia, rojiza, carifiosa, ciudad mia; cémo te entregas, lenta, alos nifios que rien, alos hombres que aman claras hembras de sonrisa despierta y fresco pensamiento Porque Ciudad de México, como todas las ciudades, también es eso -también sigue siendo eso-. Para empezar, es la ampli- tud de Io urbano lo que permite que aquf quepamos todos. No es cierto que los puros niimeros garanticen la diversidad, pero sin esa escala y ese volumen la diversidad no puede lograrse ~2 Jo sumo se consigue un cierto cosmopolitismo en el que todo 20 MARINA ROBLES / EUGENIO FERNANDEZ, necesita “espacio para sus evoluciones” (Benjamin, 2018:286), escribi6, y ese espacio lo perdié ante el transito y el automéuil, ‘en esa nueva ciudad en la que lo privado, lo personal, dejaron de caber si no era en el aislamiento ~si salen a las calles, se ahogaa en las multitudes y con os escapes de los coches. is recientemente, Paul Auster advirtio de que en muchas ciudades ~y sin duda en la Nueva York en la que ha concentrad> su vida literaria~ lo importante ha quedado olvidado y desde- ado. La gente no es la tinica que sufre ese olvido, escribié ea ‘su Cuaderno de Ciudad Gética: “Las cosas también han sido abar- donadas. No me refiero solamente a las cosas grandes como los puentes o las vias del Metro; me refiero a las cosas pequefias, que apenas se notan y que estan justo frente a nuestros ojos: trozas de banquetas, paredes, bancos en los parques. Mira de cerca y verds que pricticamente todo se viene abajo” (Auster, 2003:285).. Elarrecife urbano ha perdido ast su brillo y sus posibilidades ds mantener su papel de hogar y anela para la vida, la creatividad y Jos encuentros con el otro, con el ajeno y con lo diferente. De este lado del rio Bravo, Efrain Huerta publicé a finales de 1930 una Declaracién de odio a la Ciudad de México, lamentando que se hubiera hecho “negra o colérica o mansa 0 cruel, / 0 fae tidiosa nada mas: sencillamente tibia”. Elena Poniatowska, ubicé el punto en que la ciudad se nos hizo agreste un poco més tarde. Segiin ella, el punto de inflexién para la capital del pais fue la Megada de Manuel Avila Camacho al poder, en 1940. Enton- ces, sostiene la eseritora y periodista, México se volvié “inferio: a su pasado”, Con prosa dolorosa Poniatowska describi6, po: ejemplo, lo que veia la pintora Leonora Carrington después de la salida del general Lazaro Cardenas del poder: “en las calles ya no hay arboles, se talan los bosques en la falda del Popocatépetl y del Iztaccshuatl, la ciudad se cubre con una horrible capa de cemento Tolteca y maquinas traidas de Estados Unidos tiran los palacios de tezontle” (Poniatowska, 2011:375). José Emilio Pacheco, ya en los aifos sesenta, acusaria esa mis- ma desazén. En Alta traicién, uno de sus poemas ms potentes, peropueciox a hablé de la capital del pais como de una “ciudad deshecha, gris, monstruosa”. Treinta aZios més tarde, Carlos Monsivais, el cro- nista chilango por antonomasia, lamentaba con soraa que, en cada viaje en Metro, como en cada paso que damos los capita- linos, “reciblimos] la herencia de corrupcién institucionaliza- da, devastacion ecolégica y supresién de los derechos basicos” que marcaron la segunda mitad del siglo xx ea la enorme urbe (Monsivais, 1995:111). Con todo, algo tienen las ciudades que sobreviven a todas estas debacles, Pacheco veia una ciudad monstruosa, pero en ese mismo poema se decia dispuesto a dar la vida por ella, Sélo en una ciudad como Nueva York pudo Paul Auster encontrar los elementos para el realismo magico urbano que desarrollé con tanta maestria y sin la escala y la fuerza gravitacional de la capital mexicana, el Todo México con el que Poniatowska hablé fen sus entrevistas se hubiera quedado en inuy poca cosa, Quiz el mejor resumen de esa otra cara de Ta ciudad esta en otro poema de Efrain Huerta, su Declaracién de amor. Abi, el gran cocodrilo, como To Tamahan propios y extraiios, reprochaba a quienes no querfan a la ciudad: Los hombres que te odian no comprenden. ‘cOmo eres pura, ampli rojiza, carifiosa, ciudad mia; cémo te entregas, lenta, a los nifios que rien, alos hombres que aman claras hembras de sonrisa despierta y fresco pensamiento Porque Ciudad de México, como todas las ciudades, también es eso ~también sigue siendo eso-. Para empezar, es Ia ampli- tud de lo urbano Jo que permite que aqui quepamos todos. No es cierto que los puros ntimeros garanticen la diversidad, pero sin esa escala y ese volumen la diversidad no puede lograrse ~a Jo sumo se consigue un cierto cosmopolitismo en ef que todo 22 MARINA ROBLES / EUCENIO FERNANDEZ mundo se parece mas de lo que esta dispuesto a aceptar-. La ciudad no ha sido nunca como Londres, Paris o San Francisco— cl crisol del mundo, pero quien buscé refugio aqui, lo encon- tr, Desde los republicanos espaiioles que Hegaron en los aiios treinta a la calle de Lépez, en el centro, hasta las vietimas de las dictaduras suramericanas que llegaron en los afios setenta, el mundo ha encontrado una ciudad generosa en este valle. Esto no exculpa a la ciudad de ser participe del racismo nacional ni de haber condenado a los migrantes indigenas a la misma marginacién que viven en las serranias del sur del pais, pero al menos hay aqui un primer instinto al que asirse, un reflejo con el que empezar a corregir esa situacion, Giudad de México ha mostrado también, cada vez que pucde, que sabe amar a sus habitantes, Por eso cada 19 de septiembre se alza otra vez de entre sus ruinas, sabedora, como explicd Pax checo, de que sobre estas calles “el otro soy yo, yo soy cl otro, / y tu dolor, mi préjimo lejano, / es mi mas hondo sufrimiento”, Por eso también cada ver. que el suelo la traiciona, Ia ciudad se vyuelca a la calle a tapar sus heridas con manos y gasas, con tortas, que se regalan a montones frente a sus cicatrices y en todas las banquetas, con cafés calientitos de puros solidarios, entregados afuera de la morgue con una mirada que es como un abrazo, o al amanecer, en el hospital, para saborear mejor el alivio de haber vencido a la muerte, aunque sea por un rato. La capital del pais también sabe burlarse del poder y desa- flarse a si misma, lograr con el escarnio y la carcajada lo que no siempre logré con los votos y en las calles. Desde el “Sal al bak c6n, hocicén!” que los estudiantes chilangos gritaron al presi dente Diaz Ordaz en 1968, hasta la imagen impresionante de las 18000 personas desnudas en el Z6calo, ante la lente de Spencer ‘Tunick, los capitalinos hemos dado prueba de que sabemos en~ tregarnos a Ia risa, al pensamiento fresco, a los vientos nuevos. Dice la cancién que Ciudad de México “es chinampa en un ago escondido”, y quiz por eso la enorme urbe se busca como puede entre las aguas y Io que queda de sus acueductos. Cua myrKoDUCCION 25 tro siglos de guerra contra los lagos y los pantanos del Valle de México no pudieron con la memoria de la ciudad lacustre, y asi como el pasado acudtico vuelve a inundarlo todo cada tempo- rada de lluvias, hay una corriente soterrada pero muy presente que quiere cambiar su relacién con la naturaleza, Asi, como los arroyos van abriendo su cauce gota a gota, Cit dad de México ha ido erosionando la soberbia de los planifi- cadores del pasado, y ha buscado reimaginarse y reinventar su relaci6n con el agua, Abi estén para muestra la defensa de las chinampas y las chalupas de Xochimilco, o los esfuerzos por recuperar el rfo Magdalena o los canales y los humedales de Tlahuac y Xochimilco. Ahi esta también la red de sistemas de cosecha de Huvia, que hemos hecho crecer en las zonas més marginadas y de poco abasto, pero sin lograr llegar a todos los. illones de personas que quisiéramos, y lo mismo pasa con el transporte piiblico. Por ejemplo, la imagen de los ciclistas es cada vez 0 del Caminero hasta Indios Verdes. Desde los repartidores hasta quienes han encontrado en esas dos ruedas un medio accesible y eficaz para legar a la escuela y al trabajo, son muchos los que fen la ciudad se niegan a resignarse ante el auge del automotor. Annque esta opcién siga siendo preponderante —séa en autos particulares o en peseras y camiones de pasajeros-, peatones y

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