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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTORICAS Serie Historia General / 16 ALFRED W. CROSBY EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO CONSECUENCIAS BIOLOGICAS YY CULTURALES A PARTIR DE 1492 | | PROLOGO DE OTTO vox MERING Traduccién de CRISTINA CARBO UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO. MEXICO 1991 Edicién original en inglés: Alfred W. Crosby Jr. The Columbian Exchonge. Biological and Cultural Consequences of 1492. Publicada por Greemscod Press, Westport, Connecticut, 1977 Primera edicién: 1991 DR© 1991, Universidad Nacional Auténoma de México ‘Ciudad Universitaria, 04510 México, D F, Insnrruto ne INvisnoaconEs Histémcas Impreso y hecho en México ISBN 968-36-2005-1 A Barbara 3 PLANZAS Y ANIMALES px Vinyo Muxno xn xt, Nuzvo Asi como los agentes patdgenos pudieron trasladarse con toda libertad del Viejo Mundo al Nuevo, por fortuna también pu- dieron hacerlo otras formas de vida, aquellas que proven al hombre de alimentos, fibras, pieles y fuerza de trabajo, esto e las plantas cultivadas y los animales domesticados. Toda Ia mi- sgraciGn de espafioles, portugueses y quienes los siguicron a través del Atlntico, y el éxito que obtuvieron en la explota- cién del Nuevo Mundo dependieron, en buena medida, de su habilidad para “curopeizat” Ia flora y la fauna del nuevo con- tinente, Hacia el afio 1500 es transformacién ya estaba bien encaminada y para 1550 era irreversible en ambas Américas, Ja del norte y Ia del sur. En esta materia, como sucedié con las enfermedades, el ypacto del Viejo Mundo sobre el Nuevo fue tan enorme que nosotros, hombres del siglo veinte, apenas si_podemos imaginar cl aspecto que debe haber tenido la América precolombina. Bernabé Cobo, historiador y naturalista del siglo diecisicte, tuvo tuna visién optimista de los efectos del hemisferio oriental sobre \ eecidental: ‘Todas las regiones del globo han contribuide con sus frutos y abundancia a adomar y enriquecer esta cuarta parte del mun- 4o, que los espaioles encontraron tan pobre y despojada de las plantas y animales més necesarios para sustentar y_ dar servicio a la humanidad, y sin embargo tan prosper y abun- dante en recursos minerales de oro y plata.’ + Bernabé Cobe, Obras, 1:420, 7 EL INTERCAMMIO TRANSOCEANICO Pero cuando examinames en detalle esta afirmacién debe- mos admitir que América no fue conquistada por ejércitos y partidas de colonizadores que marchaban con sus estémagos Hlenos de pan de trigo, carne de puerco y otros elementos de la cocina europea. Es obvio que las plantas y los animales del Viejo Mundo no siempre precedieron a los exploradores y conquistadores (aunque algunas veces haya sucedido asi), y existen dilatadas extensiones de América donde la flora y la fauna curopeas no prosperaron ni prosperan, Los coloniza- dores, especialmente los primeras y aquellos que Hegaron a re- giones célidas y IxGmedas, tuvieron que aceptar muchos de los ingredientes de la dieta indigena, Para los europeos, probable- mente el pan de trigo era el arfculo més indispensable, pero Jos cereales europeas no crecian en climas en donde incluso las tortillas, antes de ser cocinadas, “se torcian como papel mojado a causa de Ia humedad y el calor intensos”. Nicolés Durand de Villegagnon, refiriéndose a Rio de Janeiro, escribié que era ne- cesario comer “alimentos completamente diferentes de los de nuestra Europa”.? En las Indias Occidentales y en las célidas y himedas tie- ras bajas, los espafioles tuvieron que importar su trigo 0 comer tuna especie de pan hecho con harina de mandioca —“‘una torta delgada y extendida, casi como rodela escudo moro”.* Tam- bién cl litoral brasilefio es poco apto para el trigo, y la mandioca © yuca, como se la denomina a menudo, llegé a ser rapida- mente el elemento principal de la dieta, EI historiador brasi- lefio Caio Prado la considera “el neccsario acompafiante del hombre” en Brasil 2 Jean de Léry, Journal de Bord de Jean de Léry, ed. M. R. Mayeux, S299; Joseph de Acosta, Phe Netural and Moral thory ofthe Indies, 1238, } Acosta, The Natural and Moral History, p. 169, 252; Juan Liper de Velasco, Ceografia y deseipeiin universal de lar Indies, p. $9, 40, 47, 98; Gonzalo Fernindex Oviedo y Valdés, Natural History of the West Indies, trans. Sterling A, Stoudemire, p. 15, 17. * Caio Prado, Jr, The Colonial Background of Modern Brasil, trans. Suzette Macedo, p. 191; Samuel Purchas, ed, Hatluytus Posthumus or Purchas His Pilgrims, 145503 Lépez de Velaico, Geografia, p. 566; Pero PLANTAS Y ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL wuFVO 71 El maiz también resulté de importancia en las himedas tierras bajas, pero no tanto como en las partes mas altas, secas y frescas de la tierra firme. Los espaiioles siempre prefirieron el pan de trigo al de maiz, pero no siempre pudieron obtenerlo © costedirsclo, y las clases mAs bajas, entre los colonizadores, enudo el siltimo.* Los ibéricos comian otros diversos alimentos americanos —ealabazas, frijoles, patatas y demés— pero ninguno fue tan importante en sus dietas como la mandioca y el maiz. Los ‘curopeos residentes en América, al igual que los de la penin- sula, se acostumbraron muy lentamente a aceptar la papa como alimento basico, Incluso en los Andes, Ia. tierra nativa de Ja papa blanca, los europeos 1a consideraban como una semi comida a lo sumo, aunque algunos de ellos desearan hacer for- tuna cultivando papas para alimentar a los mineros indigenas de Potosi.* Los euiropeos incrementaron ampliamente su capacidad para sobrevivir en América, en cifras siempre crecientes, mediante la distribucién de semillas y plantas indigenas en reas en donde no se habfan conocido en tiempos precolombinos. Para citar un ejemplo, 1a papa blanca era desconocida en Norteamérica antes del siglo diecisicte. Fue trafda por primera vez a Nueva Ingla- terra, desde Europa, en 1718, por los escoceses ¢ irlandeses.” ‘También resulta evidente que los curopeos lograron grandes beneficios y modelaron la tierra y Ia historia de regiones com- dhe Magalhies, The Histories of Brasil, ans, John B, Stetson, 2:150-159; ‘André ‘Thevet, The New Founde Worlde, or Anterctike, tras, Thomas Hacket, 92 8 Richard Hakluyt, ed, The Principal Navigations, Voyages, Tvafiques land Discoveries of the English Nation, 9:391; Jorge’ Juan ¥ Antonio de loa, A Voyege to South Americe, trans. John Adass, p39. Los expae Foles nunca aprendieron a gustar el maiz tanto como lo hicieron los ingle Ses de las trececolonias: véase Peter Kalm, “Peter Kaln's Description of Mais, How itis Planted and Cultivated in North America, Together with the Many Uses of this Grop Plant”, trans. Esther L. Larsen, p. 5, © Marcos Timénes de Ia Espada, ed, Relaciones geogrdfcas de Indice Peri, 1:882; Pedro de Cieza de Leén, ‘The Incas of Pedro de Cieza de Leén, p. 271. : * Perey W. Bidwell y John 1. Falconer, History of Agriculture in the Northern United State, 1620-1060, p. 97-9. R EL TNTERGAMRIO TRANSOCEANICO pletas del Nuevo Mundo cultivando en forma extensiva plan- tas americanas como el tabaco, cacao, pimiento, algodén ameri- ceano, y cesechando guayaco, sasafrés y otros productos nativos para exportarlos a través del Atlintico. Pero el que los euro- eos utilizaran las plantas originarias de América no es tan relevante como la importacién que realizaron de plantas y animales alimenticios del hemisferio oriental, El hombre curo- peo se dedicé a convertir el Nuevo Mundo a semejanza del Viejo tanto como le fue posible. Este intento resulté tan exi- toso que Ilevé a cabo lo que probablemente fue la mayor re- volucién biol6gica desde el fin de la era plestocena Los pianeras curopeos son recordados por su coraje y resis- tencia, pero no por su habilidad para cultivar plantas, Sia embargo eran agricultores (aunque poco entusiastas en él caso de los espafioles) que esparcieron las semillas desde el norte hasta el sur. Quién trajo determinada planta a deter- minado lugar es. algo dificil de ser respondido con certeza A finales del siglo diecistis, José de Acosta pregunt6 quién habia plantado las “lorestas 'y bosques enteros de naranjos” que 4 recorrié, y le respondieron que “las naranjas suelo y se pudrian y sus semillas germinaban, y de aq que el agua arrastraba a diversas partes crecian estos bosq tan expesos...”* Los primeros datos sobre cl attibo de los curopeos de los que podemes estar seguros son aquellos referidos a la Espafiola, exe vestibulo de América donde, segiin parece, todo ecurrié por primera vez, Empecemos por rastrear alli los intentos iniciales de cultivar plantas europeas, tracemos la propagacién de esas plantas en el continente y retornemos a Ia Espaiiola para hacer Jo mismo con tos animales domésticos, Colén dejé semillas a los habitantes de la frustrada colonia de Navidad en 1493, pero, incluso si Tegaron a ser sembra- das, es dudoso que se haya cosechado algo porque estos habi- tantes fueron masacrados por los arawakos. La historia de 1a horticultura europea en América comenz6 realmente com et se- © Acosta, Natural and Moral History, 1:265, decsier 2 PLANTAS Y ANIMALES BEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 73 gundo viaje de Golén, cuando regress a la Espafiola con dieci siete barcos, 1200 hombres y semillas y vastagos de trigo, gar= banzos, melones, cebollas, rabanitos, hortalizas verdes, vides, cafia de azticar y fratales para iniciar huertos. Los primeros resultados fueron sumamente alentadores, 0 asi lo afirmaban los entusiastas colonos. “Todas las semillas que sembraron, han brotado en tres dias y han estado en saz6n para ser comidas més 0 menos a los veinticinco dias. Los carozos de freéas bro- taron en site dias, Jos vastagos de vid echaron hojas al final diel mismo periodo y para cl dia vigésimo quinto las uvas esta- ban listas para ser recolectadas.” Los deseos espafioles afec- taban su visién, En 1494, comenzé6 en la Espafiola la tradici6n de una “época de cosecha”, suceso singular si, en efecto, las semillas curopeas brincaban’ de la tierra como plantas hechas y derechas en tiempos extraordinariamente cortos.? Las Antillas fueron algo asi como una base casi perfecta en América para los horticultores europeos, aunque el. trigo y otros granos fracasaron, y lo mismo pas6 con las uvas y los olives: no hubo pan, ni vino, ni aceite, ;Un castellano podia morirse de hambre en estas regiones! Muchas de las cosechas coliflores, coles, rabanitos, lechugas y mefones— prosperaron, y sé Jos cofonizadores pudieron tolerar Ia dicta de los indios americanos, también disfrutaron. siempre al tener de_postre frutas tan conocidas como naranjas, Timones, granadas, toron- Jas, higos, que se daban bien en las Indias Occidentales.* Hacia los primeros afios, otro agregado importante a la flora de las Antillas fue el plétano, trafdo de las Canarias en 1516. Oviedo describié esta fruta inmigrante diciendo que tenia uma cfseara que se quitaba con facilidad y “adentro es toda carne, muy parecida a la médula del hueso de pata de vaca”. En Ia década de 1520 escribi6 que los platanares ‘se han mul- tiplicado tanto, que es maravilloso ver su gran abundancia en ® Christopher Columbus, Journals and Other Documents on t oper Columbus, wens, Samuel Eliot Morriton, p. 143; Ferdinand The Life of the Admiral Christopher Columbus by Hie Som Ferdinand, trans. Benjamin Keen, p- 127. 10’ Purchas, Hetluytur Pothumus, 14:440; Girolamo Rensoni, History of the New World, trans, W. HL, Smith, p. 90: ” EL INTERCAMMIO TRANSOCEANICO las islas y en la Tierra Firme {costa sur del Caribe] donde los cristianos se han ubicado”."" En la mayorfa de los asentamientos europeos de cierta im- portancia en las zonas tropicales y semitropicales de América, Ia base del desarrollo econémico ha sido, histéricamente, reco- ger unas cuantas cosechas seguras en grandes plantaciones y exportarlas a Europa, Estos plantios de cafia de aziicar, algo- én, arroz, afl, se extendicron cada vex. més por todas partes, desde los tabacales de Virginia hasta los cafetales de Brasil. La minerfa produjo las ganancias més espectaculares del Nuevo ‘Mundo colonial, pero las plantaciones emplearon a més gente ys a la larga, produjeron més riqueza. ‘Todo comenz6 en la Espaiiola con el anicar, que ya era tun cultivo tucrativo en las Canarias y en las islas atlanticas de Portugal durante el siglo quince. Colén mismo habia trans: portado azticar de Madeira a Génova en cl afio 1478, y la madre de si primera esposa era propietaria de una hacienda azucarera en dicha isla. En 1493 Colén trajo a la Espafiola cafia de azticar, la que se dio bien en suelo americano. Pero el desenvolvimiento de la industria azucarera fue muy lento hhasta que intervino Carlos V, ordenando que se contrataran cn las Canarias expertes azucareros y técnicos molineros, auto- ndo préstamos para construir ingenios azucareros en la Es pafiola, Hacia finales de la década de 1530 existian ya treinta y cuatro ingenios en Ia isla y el azicar legé a ser uno de los dos pilares de su economia, Los ranchos ganaderos fueron el otro, hasta finales del siglo diecistis.* Una de las causas de la declinacién de la industria ani carera en las Antillas espaftolas, para fines del siglo diecisi fue Ia competencia del continente, En cualquier parte donde el sol pegara fuerte y la luvia fuera suficiente, los espafioles plantaban cafia, Inmediatamente después de la conquista de México y Pend, el azticar s¢ convirtié en una cosecha comin ¢n las tierras bajas y en. los valles mas profundos de estas re- % Oviedo, Natural History, p. 100, 102; Cobo, Obras, 1:421 Noel Deerr, The History of Sugar, 1:115-138; Mervyn ‘Ratckin, “The Barly Sugar Industry in Fspafola", p. 1-14 PLANTAS Y ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 75 giones. La cafia de azticar sacé a la luz sus provechosos vés- tagos por todo el imperio espafiol, desde el Golfo de México hasta el Rio de Plata. A principios del siglo diccisiete, Asuncién, por ejemplo, se vanagloriaba de sus doscientos ingenios azuca- reros. El imperio tenfa una superabundancia de azticar. Bernabé Cobo dijo que “no debe haber regién en todo el universo donde se consuma tanta y, a pesar de ello, muchos barcos la trans: portan a Espafia”."* Sin embargo, aunque americano, el mayor productor de anicar del mundo atléntico durante el siglo dieciséis, no fue posesidn espafiola, Cuando este siglo se iniciaba, Portugal era ya, gracias a sus colonias de Madeira y Santo Tomas en la costa africana, el mayor productor de azticar, y poco tiempo des- pués la cafia de azicar fue enviada al Brasil. Alrededor de 1526, el azticar brasileiio pagaba impuestos en la aduai de Lisboa. El siglo siguiente fue la época del azticar brasilefio y Brasil el mayor proveedor del mismo en el mundo atlintico. En 1585, en la colonia de Olinda solamente, habia sesenta y seis ingenios azucareros. Segiin el experto del que se tomen los datos, para 1610 Brasil tenia ya cuatrocientos ingenios que producfan 57 000 toneladas anuales de azticar, 0 apenas trein- ta, con un rendimiento anual de 14.000 La riqueza qu obtenia de la venta de tales cantidades de azticar en Europa persuadi6 a los ingleses y franceses que vivian en las Antillas Menores en el siglo diccisiete de la conveniencia de plantar eafia, Jo que —con el correr del tiempo— proclujo la dectinacién eco- némica de las plantaciones de Brasil El azicar, aunque de inmenso valor comercial, no ¢s el sostén de la vida. Como otras cosechas futuras —tabaco, algo- dén, café— dio riquezas a sus productores, pero fue un ali- mento insuficiente para los trabajadores. A menos que en América pudieran cultivarse en cantidades las plantas euro- 38 Cobo, Obras, 1:405-406; Francois Chevalier, Land and Society in Colonial Mesico, trans. Alvin Busts p. 74: Virquer de Espinoza, Compendivon and Deseription of the West Indies, trans, Charles ‘Upson Glark, p. 41, 42, 173, 221, 320-921, 325, 888, 90, 455, 471, 497,558. 597, 601, 613, 621, 643, 688, 668, 731 M4 Deer, History of Sugar, 1:10 04 76 EL INTEREAMIO TRANSOCEANICO peas alimenticias més comunes, el crecimiento de las colonias europeas en el Nuevo Mundo serfa muy lento. La temperatura era el aspecto critico del problema, Mien- tras Espafia se encuentra en zona templada, la mayor parte del imperio espaftot estaba ubicada entre los trépicos de Cancer y de Gapricornio. Ningtin granjero jamés podria cultivar los productos bisicos de Ia dieta ibérica en las latitudes tropicales a nivel del mar. Tendria que seguir los pasos de Cortés y de Pizarro hacia las montafias, para encontrar un sustituto aun altura mayor. En aras de la brevedad, consideremos solamente las plantas alimenticias més importantes para Ia cocina espafiola mayor parte de los primeros gran ras altas de la Nueva Espafia (México) culti varon trigo, de acuerdo con la politica de los virreyes. El go- ierno tenia que vigilar constantemente para garantizar que la Nueva Espaiia produjera suficiente abastecimiento de trigo y de ottos alimentos para su propio consumo, puesto que el gusto por Ia agricultura no se encontraba entre las. virtudes castellanas; sin embargo, alrededor del afio de 1535, México exportaba ya trigo a las Antillas y Tierra Firme; a mediados del siglo, el pan en la ciudad de México era “tan bueno y barato como en Espafia” y, para el tltimo cuarto del siglo, cexclusivamente en el valle de Atlixco se producfan 100000 fanegas (156 200 toneladas) de este cereal al afio."* La topografia_y el clima del Peri son casi tan diversos como los de México y Je permiten producir una gran varie- dad de plantas. A una generacién de la conquista ya se cose~ haba arroz, cafia de azticar y plétano en sus hiimedas tierras Dajas y valles templados cercanos a Lima, y en sus tierras altas, se producia trigo en grandes cantidades para Ia década de 1540. Segim el conquistador Gieza de Leén, en el Area al- rededor de Arequipa habia “excelente trigo... con e que 35. Arthur P. Whitaker, “The Spanish Conteibusion to American Agti- culture”, p. 45 Habluyt, Navigations, 9:357; Chevalier, Land and Society, . 50, 31, 59, 60, 61; Charles Gibsos, The Aztecs Under Spanish Rule, p. 928, 324 3 PLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO hacen excelente pan”. A su debido tiempo Pert se convirti ‘en uno de los principales proveedores de trigo para las regio- nes mAs calientes y htimedas del imperio, especialmente para Panamé y Tierra Firme.* Puede afirmarse con confianza que los espafioles produje- ron trigo en casi todas las regiones colonizadas de sus poscsio nes americanas donde el clima lo permitié. A pocos afios de esta colonizacién encontramos que se cosechaba trigo en el Rio de la Plata, Nueva Granada, Chile, ¢ incluso cn las tierras altas de América Central. Thomas Gage observé, en el siglo diecisiete, que se cultivaban tres clases de trigo en forma rota tiva en los valles montafiosos de Guatemala.." Un examen de ‘cualquiera de los informes geogrificos del imperio espafiol du- rante su primer siglo —Ias Relaciones geogréficas de las Indias, los trabajos de Juan Lépez de Velasco 0 de Antonio Véaquez de Espinosa, o el primer volumen de la monumental historia de Antonio de Herrera— nos muestra que alrededor del afio 1600 €l colonizador espafiol casi siempre podia obtener pan de trigo, ‘a menos que fuera muy pobre o viviera en las célidas tierras bajas; incluso este iltimo podia obtenerlo si tenia el dinero suficiente para importarlo, A diferencia del trigo, de ningtin modo es el vino uno de Ios pilares de la vida, pero pocos hidalgos han aceptado alguna vez la verdad de esta afirmacién. Si quiere comer, el espafiol debe tener pan de trigos si quiere beber, debe tener vino, Pero el imperio espafiol cn el Nuevo Mundo carecia de vifiedos para hacer bue vino, (Hay una historia acerea de un cura espafiol quien, con més légica que ortodoxia, lleg6 a la conchisién de que si Dios mismo no habia hecho posible que ios fabricaran el vino sacramental, era evidente que no la intencién de que se convirticran alguna vez al cristia- nismo.) Tos. primeros registros del imperio espafiol estén ¥ Cobo, Obrar, 1:407; Emilio Romero, Historia econdmica del Perd, 1p. 98; Cieza de Leén, Inces, p. 18, 42, 97, 317, 850; Purchas, Halluytus Posthumus, 14:31 3 "Thomas Gaze, A New Surcey of the West Indies, 1648, p, 219-220, o8 Henry Steele Commager y Elmo Giordaneti, eds, War America 12 Mitake? An Eighteenth Century Controversy, p. 30. 2B EL INTERCAMMIO TRANSOCEANICO Ienos de notas acerca de si la vid apropiada para la cién de vino crecerfa, si parecia promisoria en algéin sitio y si se daba plenamente en otro. Los viiledos no prosperaban en las Antillas 0 en las calientes y hémedas tierras bajas; México, aunque mas templado, producia poco vino y éte de baja cali dad, “porque con frecuencia las uvas no maduraban perfecta- mente”.” No fue sino hasta que arribaron al Peri, que los conquistadores espafioles Ilegaron a un area buena para los vi- fiedos, 1551 fue el afio de Ja primera vendimia peruana, Una centuria después ya producfan vino suficiente no sélo para cal- ‘mar su. propia enorme sed, sino también para exportar.*? Las vides para la claboracién de vino se daban bien, ade- més, en muchas regiones hacia el sur de lo que hoy ¢s Peri. En Chile, por ejemplo, con su ‘temperatura casi como la de Castilla, en cuyas cumbres opuestas casi todo se da...”, en ‘Tucumén y, en general, en el Area del Rio de la Plata, se cul- tivaban y producian bien, asi como todas las otras plantas ex pafiolas, En el aiio de 1614 la didcesix de Santiago de Chile producia 200 000 potijas de vino. “Potija”” es una medida bas- tante vaga pero, por lo menos, potlemos estar seguros de que 200 000 potijas son una buena cantidad de vino.** ‘Los espaiioles, como los demés habitantes del litoral mediite- rréneo, necesitaban pan, vino y aceite —aceite de oliva, Si tenian estos tres productos, los espafioles del Siglo de Oro, asi como los antiguos hebreos, posefan los alimentos. bésicos de origen vegetal que consideraban elementales dentro una dicta ivilizada. El olivo requiere de agua, pero no en Tas cantida- des en que Mueve en la mayor parte de las Antillas Mayores y la costa del Caribe. En México crectan pocos olivos y el ren: 29 Purchas, Hetluytus Posthumus, 14:489. 2 Romero; Historia econdmicg, 123-125; Acosta, Natural and Moral History, 1:168, 267; Cieza de Leb, Incas, p. 43; Jiménez. do la Espada, Relaciones geogrdficas, 1:176, 251, 348, 994, 2:48, 49, 57, 287, 294-295: Julian HL Steward, ed, Handbook of South American Indians, 2:356-957. S Visques de Espinosa, Compendium ond Description, p- 678, 733; Parchas, ‘Hakluytus Posthamas, 14:588, 546.547; Emilio A. Coni, “La agricultura, ganaderfa e industrias hasta el vireinate”, 4364-965, | alec al ae PLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 79 dimiento total de estos Arboles, y por lo tanto de accite, fue insignificante durante los siglos dieciséis y diecisite. Las regiones de América colonizadas por los espafioles du- rante el siglo diccistis més semejantes a las secas ticrras me« tcrréncas donde mejor crecen los olivos, son los valles costeros de Peri y Chile. La idea de que alli prosperatia su cultivo debe habérsele ocurrido a muchos de los. primeros coloniza- dores, pero hasta 1560 no se plantaron los primeros Arboles. Sin duda alguna, el largo retraso fue causado por cl hecho de que las plantas debian ser trafdas desde Europa: no habia, 0 habla muy pocas, en los lugares habituales a mitad de camino, la Espafiola 0 Tierra Firme, como para que sobraran para el Peri, Fue asi que en 1560, mucho después del inicio en el Pert del cultivo del trigo y de los vifiedos, que Antonio de Rivera, uno de los primeros colonizadores de Lima, regress de Espaiia con cierta cantidad de pequefias plantas de olive, Sin em- argo, s6lo dos 0 tres sobrevivieron al viaje. Su valor era tan grande que Rivera destind una buena cantidad de esclavos y perros para vigilarlos, Result6 indtil: una planta fue robada y desaparecié unas 500 Ieguas hacia el sur, rambo a Chile. Estas pequefias plantas, Iegitima o ilegitimamente adquiridas, fueron las que dlieron origen a lo que llegé a ser con rapidez, tuna industria considerable de aceite de oliva en los bien irriga- dos valles de la rida costa del Pacifico de América de! Sur.** Otras plantas alimenticias espafiolas —hortalizas y_fruta- les— fueron sembradas donde habia colonizadores asi como donde hubiera la mas pequeiia probabilidad de que fructifi- caran, Someros conocimientos acerca de la geografia latino- americana y acerca de qué tipo de clima es bueno para deter~ minada planta alimenticia permite, generalmente, adivinar con bastante aproximacién los lugares donde los espafioles las cul «ivaron, 22 Cobo, Obras, 1:393-895; Purchas, Hatluytus Posthumus, 14:464, 522; Vamuer de Fspinoia, Compendium and Description, p. 171, 390, 394, 426, 427, 454-455, 471, 495, 503, 512, 518, 520, 727; Léper de Velasco, Geografia p. 516. 6 80 EL INTERCAMMIO TRANSOCHANICO tas que se trajeron a América durante el siglo diecistis, fueron transportadas intencionalmente para el consumo humano. Algu- nos forrajes y tréboles tal vez fueron importados a propésito en este siglo —aunque ciertamente més tarde— pero la ma- yor parte de las plantas que llegaron a este continente entre 1492 y 1600 y que no producen alimentos para los seres hu- manos 0, al menos, flores para el disfrute sensorial, cruzaron 1 Atlintico de manera tan informal como lo hicicron los virus de la viruela, Sus semillas legaron en los pliegues de Jos texti- Ies, en los terrones de tierra, en el estiéicol y de mil maneras rentes. La difusién de estas humildes semillas fue, sin n= gar a dudas, bastante veloz, a medida que los europeos imita- ban y extendian las prcticas indigenas de quemar pastizales, y el ganado europeo pastaba en grandes Areas, abriendo asi ‘1 paso a las semillas y los pastos inmigrantes, El hecho de que el pasto azul de Kentucky, las margaritas y los dientes de leén, para nombrar s6lo tres entre cientos de especies, sean originarios del Viejo Mundo da una idea aproximada de la ‘magnitud del cambio que, habiendo comenzado cn 1492, con- tiniia hasta ahora, en pleno siglo veinte, En la actualidad un botnico americano se encuentra con praderas completas en las, cuales dificilmente puede sefialar algunas especies de plantas que hayan crecido en América en tiempos precolombinos.® Los indios consideraban que la mayor parte de las plantas alimenticias de origen curopeo eran poco més apetecibles que sus hierbas. En los informes de las diferentes colonias, tanto in- glesas como latinas, Jeemos una y otra vez que los indios no aprovechaban la oportunidad que tenfan de cultivar las espe- cies del Viejo Mundo. En la América espafiola, donde Ia poblacién blanca a menudo no podfa obtener el alimento sufi- ciente para sus necesidades, se obligaba a los indios a cultivar 1 trigo y otros cereales europeos ya fuera bajo Ia supervision © Rdgar Anderton, Plants, Man and Life, p. 8 12; Bidwell y Ralooner, History of Agriculture, p. 19-20, 159-160; Hlenty N. Ridley, The Dispersal of Plants Throughout the World, p. 638; William L, Thomas, Jr, ed, Man's Role in Changing the Pace of the Earth, p, 730-731. PLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 8 ‘europea directa 0 exigiéndelo en los tributos en especies que debfan pagar. A pesir de esto, los indios rara vex los agrega- ban a sus propias dietas. Aunque los europeos destrozaron las vilizaciones indigenas ¢ incluso transformaron sus dioses me~ jante vestimentas cristianas, en muchos de Jos aspectos funda- mentales de la vida los indios continuaron siendo indios. Como se verd de inmediato, una gran excepcién a esta regla fue la entusiasta aceptacién del ganado proveniente del Viejo Mundo. Como dejamos asentado en el capitulo 1, contraste entre Ia fauna del Viejo Mundo y del Nuevo asom- bré a la Europa renacentista. La diferencia entre los dos grupos de animales domesticados que existian a ambos lados del ‘Antico era incluso més asombrosa que el contraste en ge- neral. El indio, como agricultor, era tan habil como cualquiera, pero no lo era, 0 muy poco, para domesticar animales, En 1492 tenfa apenas unos pocos animales a su servicio: el perro, dos especies de camello sudamericano (Ia Mama y la alpaca), el conejillo de indias y varias clases de aves de corral (el guajolote, 1 pato americano y, posiblemente, algiin otro tipo de gallinacea ) No tenfa animales de cabalgadhra; obtenfa Ia mayor parte de Ja carne y Ias pieles que consumia de la caza; no tenia bestias de carga comparables al caballo, al asno 0 al buey. Con excep- cién de las freas donde habia amas y de la ayuda pequetia {que proporcionaban los perros que arrastraban los trineos, los indios, cuando querfan mover cualquier carga, Io hacfan ellos inismos, sin que importara cuin pesada fuera o cudn lejos hu- biera que trasladarla. Como caso tipico a sefialar esti el de los habitantes precolombinos de Mesoamérica, que construye- ron grandes templos y acarrearon enormes bloques a lo largo de cientos de millas a pesar de que el tiiico animal fuerte y rapido con que contaban para hacerlo era él mismo." 24 Kalm, “Description of Maiz”, p. 102: Alonso de Zorita, Life and Labor in Ancient Mexico, trans. Benjamin Keen, p. 2513 Charles Gibson, ‘Spain in Ameries, p. 119; Steward, Handbook, 2:554, 957, 958; imfnez ide ln Expada, Relaciones geogrdficas, 2:277; Homer Aschmann, ‘The Head of the Colorado Delta", 251 2 Frederick E, Zeuner, A History of Domesticated Animals, p, 496 439: Carl O. Sauer, The Barly Spanish Mein, p. 59, 71, 115. EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO Un anticipo sensacional del impacto que el ganado del Viejo Mundo ejerceria sobre la tierra americana tuvo lugar en la Espafiola y, poco después, en las otras Antillas. Alguien que observara las. islas caribefias desde afuera, durante los. aiios de 1492 a 1550, més © menos, podria haber conjeturado que el objetivo de lo que alli se hacia era recmplazar a la gente por cerdos, perros y reses. La enfermedad y la cruel explota- cién habian destruido a los aborigenes de la Espafiola, para todo propésito practico, ya en la década de los afios 1520. Poco después, los arawakos, sus hermanos de Cuba, Puerto Rico y Jamaica, los siguieron hacia el olvido. Aunque las Bahamas y las Antillas Menores estaban ocupadan atin por los espaiioles, a medida que desaparecian los indios de las islas mas grandes, Jos traficantes de esclavos navegaron hacia las menores, des- parramando enfermedades y tomando a multitudes de arawakos y caribes para alimentar los campos de muerte en que se ha- ian convertido la Espafiola, Cuba, Puerto Rico y Jamaica. De este modo, los aborigenes antillans fueron eliminados casi por completo en unos pocos afios, 2 partir del primer viaje de Goléne* Mientras a la cantidad de seres humanos, crecia la de animales domesticados importados. El primer contingente de caballos, perros, cerdas, reses, gallinas, ovejas y gansos Tleg6 con Golén en su segundo viaje realizado en 1493, Los anima- les, devorados 0 no por los escasos predadores americanos, ‘molestadlos © no por las pocas enfermedades americanas y abandonados a sus propias fuerzas para que se alimentaran libremente con los ricos pastos, rafces y frutes silvestres, produjeron con rapidez. De hecho, su nimero aument6 con tal velocidad que no caben dudas de que fucron ellos los respon- sables, en buena medida, de la extincién de ciertas plantas, ¢ incluso de los indios mismos, de cuyas huertas abusaban De los animales importados, los primeros en adaptarse al ambiente caribefio fueron Ios cerdos. Para fines del aio 1498, &* Sauer, The Borly Spanish Main, p. 193-194. 8 Tbidem, p. 59 F. Columbus, Life of the Admiral, p. 1093 C. Colum bus, Journals, 217. PLANTAS Y ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL. NUEVO 83 Roldan, el rebelde de la Espafiola poseia, él solo, 120 puercos grandes y 230 pequefios. Muy pronto los cerdos corrian sal~ vajemente en cantidades inereibles, En abril de 1514, Diego Velézquez de Cuéllar eseribié al rey que los cerdes que habia traido de Cuba habjan Iegado a ser 30 000. (Teniendo en cuenta el espafiol del siglo dieciséis, tal vez Ta traduccion ds correcta de lo que quiso decir sea “més cerdos de los que yo haya visto jams en toda mi vida”.) La multiplicacién del ganado vacuno fue igualmente espec- tacular, Cuando Roldin se rebel6, en 1498, él y sus seguidores “encontraron rebafios de reses pastando; mataron todos los novillos que quisicron para alimentarse, y se apoderaron de todas las bestias de carga que necesitaron para cl camino”. ‘Alonso de Zuazo, al informar a su rey en 1518, le conté de las grandes cantidades de reses que habfa en la Espafiola, ganado que se reproducia dos y tres veces al afio en el salu dable medio ambiente del Nuevo Mundo: si treinta 0 cua- renta reses se extraviaban —dijo— aumentaban a trescientas 6 cuatrocientas en tres 0 cuatro afios.” La proliferacién del ganado era tan grande que, para el final de la centuria, una gran cantidad de marineros abandonados en castigo en Ta parte norte de la Espafiola, regién inhéspita sin colonizar, asi como otros seres humanos descarriados, podian vivir alli del ganado salvaje, La historia continiia diciendo que estas gentes ahuma- ban la carne de tales animales en una especie de brascro de ‘madera lamado boucan y fue asi que, cuando se dedicaron ala pirateria, en el siglo diecisiete, fueron Ilamados bucancros.”? Si bien los caballos resultaron més lentes para adaptarse a los trépicos y su promedio de reproduccién fue menos es- pectacular que el de Jos puercos o Tas vacas, también aumen- taron de niimero y con el tiempo también ellos corrian libre~ % GC. Columbus, Journals. p. 217; F. Columbus, Life of the Admiral, 1. 209-2105 Sauer, Barly Spanish Main, p. 189 28 F, Columbus, Life of the Admiral, p. 194; Jiménez de Ia Espada, ed,, Relaciones geosrdfics, Gr Alan Burns, History of the British West Indies, p. 292; Clarence H. Haring, Tbe Bucconcers in the West Indies in the aout Century, p. 57. a BL INTERGAMNIO TRANSOCEANICO mente, en estado salvaje, por las praderas de Ia Espaiiola, Casi todos Jos otros animales domésticos curopeos reaccionaron de manera similar al medio ambiente caribefio: gansos, perros, gatos, pollos, asnos, crecieron més répidamente y con més carne, se reprodujeron en porcentajes nunca oidos hasta enton- es, y a menudo retornaron a la vida salvaje. Esta asombrosa y exitosa invasién por parte de los anima- les domésticos del Viejo Mundo tuyo lugar no sélo en la Es fiola, sino también en Cuba, Puerto Rico, Jamaica y, un poco més tarde, en cicrtas islas costeras, especialmente Margarita, la isla venezolana que resulté la fuente original de los grandes re- baafios de tos Manos. Por la época de la invasién de Cortés al continente, los espafioles ya habjan creado una base per- fecta para dicha acometida en el Caribe, Cuando los conquis- tadores avanzaron hacia México, Honduras, Perd, Florida y otros sitios, transportaron consigo la viruela, asf como muchas otras enfermedades, remozadas por su reciente pasaje por los cuerpos de los arawakos; cabalgaban en caballos.alimentados en Jas Antillas y trotaban a su vera perros guardianes prove- nientes de las mismas islas; sus alforjas estaban repletas de tortillas de harina de mandioca caribefia, Detras de los espafioles, ¥ escoltados por sirvientes indigenas, venfan hatos de puercos, vacas y gansos —un ejército de pemifias—, todos nacidos en las islas, Los conquistadores habfan creado en el Caribe el modo de conguistar medio mundo en el breve lapso de una generacién —la primera postcolombina, Los tres animales que jugaron papeles fundamentales en esta conquista fueron el hidalgo (el noble espafiol), el cerdo y el caballo, Por supuesto, el hidalgo era quien conducia, pero «s dificil afirmar cul de los otros dos fue el més importante, EI historiador Carlos Pereyra juzg6 que “si el caballo fue de 81 Cobo, Obras, 1:282; Jiménez de la Espada, Relaciones geogrdficas, Oviedo, Natural History, p. 10-11 Hiakluyt, “Navigations, 11:28; Purchas, Hakluytur Posthumus, Viagucx de Rspinosa, Compendium and Detcription, p. 119: John J. Johnson, “The Introduction of the Horse Into the Western Hemnsphere”, . 600, | | =| PLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN aL NUEVO 85 gran significacién para la conquista, el cerdo fue de la mayor importancia y contribuy6 a ésta de un modo tal que nada que afirmemos en. ese sentido resulta exageraclo”. Es necesario definir a este cerdo, No era el pecarf, el animal salvaje con colmillos, nativo de América, que Acosta describié como un cerdo pequefio con una inflamacién en la espalda, "Tampoco era el cerdo que siguié a los conquistadores, la cria tura gorda y de pies Ientos a la que estamos acostumbrados hoy en dia, Una vez desembarcado en América, se convirtié en. galgo-cerdo répido, fuerte, delgado, autosuficiente, mucho més cercano en apariencia y'caracteristicas a un verraco sal- vaje que a uno de nuestros cerdas del siglo veinte, Estos. pucr- cos espafioles prosperaron en las himedas y tropicales ticrras bajas como en Jas sccas montafias y se reprodujeron con una rapidez que hizo las delicias de los ibéricos, hambrientos de carne de. puerco."* Los cerdos necesitaban tan poco espacio a bordo, y eran tan autosuficientes y prolificos una vez en tierra, que muchos de los primeros exploradores los Mevaron consigo como carga de cubierta y los depositaron en las islas que tocaban para que se multiplicaran y sirvieran de alimento a futuros visitantes. Fue ast que en 1542, en el Rio de la Plata, Cabeza de Vaca encontré un mensaje de su predecesor, Irala, que decia: En una de Jas islas de San Gabriel se dejaron una marrana yun verraco para crianza. No los mate. Si hubiera muchos, tome los que necesite, pero deje algunos para que se reproduz- can y también, en sa camino, deje-una marrana y un verraco fn la isla de Martin Garcia y en las otras islas, donde quiera {que piense que sea conveniente, para que puedan reprodu- % Gitado en Richard J. Meesiey, “Colosial Agriculture in. Now Spain, p25 we ‘Sauer, Early Spanish Main, p. 189; Bidwell y Falconer, History of Aaa, Pde tw istic de clades Bx Na Tngaterr dat il >. Glade cn Madstie W. Nihol, “Te Spanih Horse of the Pam: "sp 1 86 EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO Alguna vez, durante la década de 1550, los portugueses abas- tecieron a Isla Sable, en el Atléntico noroeste, de cerdos y vacas, les cuales, para ln época en que Mleg6 Sir Humphrey Gilbert, treinta afios mas tarde, se habian ‘“multiplicado exce- sivamente”. En 1609, los ingleses que nanfragaron en las dl habitadas Bermudas pudieron sobrevivie gracias a las grandes piaras de cerdos. En la misma década, el Olive Blossom llegé a Barbados y no encontré habitantes, ni siquiera indios, pero tuna gran cantidad de cerdos salvajes. La tradicién adju la responsabilidad de su presencia alli a los portugueses del Brasil. Los cerdos de Barbados y de las otras Antillas Menores egaron a ser un recurso de vital importancia para la alimenta- in de los primeros colonizadores del siglo diecisiete."* Gran cantidad de cerdos acompafiaron a los conquista- dores en sus expediciones continentales. Eran tan adaptables al nuevo medio ambiente como, por lo menos, los conquista- dores mismos, y constitufan una reserva ambulante y exquisita de carne, A modo de ejemplos, De Soto trajo consigo a Florida en 1539 trece cerdos, los utilizé para alimento tmnicamente en ‘emergencias terribles y, a la fecha de su muerte, ocurrida tres afios més tarde, tenia setecientos; en 1540 Gonzalo Pizarro reco- lecté mas de das mil cerdos, ademas de caballes, amas y perros, para una expedicién en busca de la Tierra de la Canela en 1 Tado este de tos Andes.** De lo anterior se infiere que la carne de cerdo fue con fre- euencia la tinica carne conocida que tuvieron a su. aleance los primeros colonizadores en determinadas regiones. Estos anima- les requerian de pocos cuidados; ef tributo en maiz de los na- tivos constitufa un alimento ideal para ellos y —si esto fra saba— podian alimentarse por si mismos. A finales de la primera déeada después de la conquista de México, eran ya tan 8 Hakluyt, Navigations, 8:63: Purchas, Hakluytus Posthumus. 16:23 Bryan Edwards, The History, Civil and Commercial, of the Brit West Indies, p. 317; Burns, History of the British West Indies, p. 115. St Sauer, Barly Spanish Main, p. 189; Frederick W. Hodge y Theo- lore H. Lewis, eds, Spanish Explorers in the Southern United States, 1528- 1548, p. 171, 285; John J. Johnson, “The Spanish Horse in Peru Before 1550, p. 33, PLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 87 abundantes y baratos que los ganaderos no se interesaban por ellos, Los cerdos llegaron a Pert con Pizarro en 1931, y st carne fue la primera carne europea que se vendié en cantidad fen el mercado de Lima; en aquellos afios habia poca compe- tencia de otras carnes europeas.® ‘encontraban piaras de cerdos en todos los Iugares en donde los espafioles se hubieran asentado o simplemente pa- sado, Esto e3 cierto también para las regiones de los port gueses, A la mayoria de los animales domésticos curopeos no Ies resultaba saludable el medio ambiente en la costa de Brasil pero los cerdas se aclimataban y prosperaban con pastos més pobres de los que las vacas, por ejemplo, podian tolerar. “Los puercos sobreviven muy bien acé —escribi6 un visitador que Tlegé a Brasil en 1601—, comienzan a ser abundantes y su ‘came es la mejor de estos lugares.” ® En las capitanfas de la parte central de la regién sur, Rfo de Janeiro y San Pablo, Ta came de puerco se convirtié en el articulo principal de la dicta de la colonia. De hecho, parece que los cerdos encontraron tan agradables sus nucvos hogares en América, que en mu- cchas regiones se fugaron las piaras enteras y adoptaron una texistencia independiente, correteando con la misma libertad con que alguna vez lo hicieran sus antepasados.“° ‘Aunque es posible imaginarse a un conquistador sin sus cexdos, gquién puede imaginarlo sin su caballo? El espaiiol venia de Ia sociedad més ecuestre de Europa. La Iberia medie- val era el sector de la Europa occidental donde los caballos eran tan abundantes y tan baratos como para no ser propiedad exclusiva de la nobleza. Esto no significa que todo Sancho Panza tuviera su caballo, pero si que los ibéricos de todas las ‘lases estaban mis acostumbrados a observar el mundo desde Chevalier, Land and Society, p. 84-85; Cobo, Obras, 1:385; Be mi, History of the New World, p. 252; Romero, Historia econdmica, p. 98.99, © Purchas, Hakluytus Posthumus, 14:500. 40 Prado, Modern Brasil, p. 281-232; Cobo, Obras, 1:306; Véaquex de Espinosa, Compendium end Detcription, p. 20, 118, 746; Oviedo, Natural History,'p. 20; Ramnon Paer, Wild Scenes of South Americe or, Life in the Elanos of Venezuele, p. 1435 Acosta, Natural and Moral History, 1:16, 88 EL. INTERCAMBIO. TRANSOCEANICO el Jomo de un caballo, y que eran jinetes més habifidosos. que cualquier otro europe que tuviera acceso fécil al AtlAntico. Esto se confirma en los idiomas de la Europa occidental Caballero significa campedn, noble, jinete, cabalgador, genti hombre, don o seffor; del otro lado de los Pirineos, chevalier también sigifica campeén. o noble, pero el sentido del término no paede ampliarse tan fécilmente como para alcanzar el nificado de jinete 0 de sefior. La montura de un caballero era tan aristocratica, en Ja familia ecuestre, como habilidoso era su dueiio para montarlo. Este caballo era el resultado de la cruza del animal fuerte y veloz de Iberia con el delicado caballo arabe, que llevaron los moros® El producto de esta cruza fue el caballo mas fino de Buropa.* Los primeros caballos que existieron en América desde cl Pleistoceno fueron los que arribaron con Colén en”1493. Este viaje a través del Atléntico no fue facil para los animales. La region maritima ubicada entre Espafia y las islas Canarias, donde se detenia la mayor parte de las primeras expediciones en su viaje a América, fue denominada Golfo de las Yequas y los cinturones de calma chicha de los trépicos atlanticos Latitudes de los caballos, porque en estas dreas morian y tenfan que ser arrojados al mar muchos de ellos. Pero el esfucrzo de traer caballos a América fue recompensado con creces, y se cargaban cantidades de ellos en los veleros que s¢ dirigian a la Espafiola, En 1501, en esa isla ya habia veinte o treinta y para 1503 eran, por parte baja, alrededor de sesenta 0 setenta* Charles J, Bishko, “The Peninsular Background of Latin-American Cattle Ranching”, p. 507. “© Lins morot ensefiaron a los espafcles bastante acerca de caballos Garcilaso de In Vega revstré que Per janado a le jinta, lo que sg. nifiea: por hombres que cabalgan con esteibes cortos, al estilo de Tos mix ulmanes. Citado en RB, Cunningham Graham, The Horses of the Con quest, p. 18 “5 Tohnson, “Tntroduetion of the Horse”, p. 589, “4 Thidem, 'p. 589, 592, 593, 594, 507-509, YLANTAS y ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 89) El enorme valor de este animal no consistia ‘inicamente en prover a 10s conquistadores de los servicios de una excelente bestia de carga. Durante los primeros afios fue valioso, princi- palmente, como instrumento de guerra. La visién de un hombre a caballo atemorizaba sobremanera a los indios; podemos in- ferir que les resultaba tan terrorifica como podrian haber sido Jas repugnantes criaturas de Hieronymus Bosch parz fos espa- fioles, si &tas hubieran saltado repentinamente a la vida real, desde los lienzos donde estan pintadas, Los indios de Sudamérica nunca habfan visto un animal tan grande como el caballo, y ‘en ninguna parte los indios habfan visto jams un animal seme- jante, que fuera al mismo tiempo tan fuerte, tan répido y tan obediente a las rdenes del hombre. Los arawakos sospecharon que los caballos se alimentaban de carne humana, y un solo hombre a caballo podia aterrorizar, y en efecto lo, hacia, a grandes multitudes de estos indios. Si el miedo fracas en arrasar con la, resistencia indigena, entonces, de acuerdo con la macabra hipérbole de Las Casas, un solo hombre a caballo podia, en el lapso de una hora, acabar con dos mil indios.* Reiteradas veces la caballeria espafiola logré transformar na masacre de curopeos en masacre de indios. Bernal Diaz, al describir la conquista de México, décadas después de acon- tecida, mencion6 caballo tras caballo, recitando sus nombres, colores y caracteres con tanto afecto y cuidado como el que prodigé a sus camaradas humanos. En su apreciaci6n de las pérdidas de la Noche triste establecié una jerarquizacién, que sorprende a quien no esté familiarizado con la mentalidad del canquistador: “Era ia mayor de las penas pensar en los caba- Ios y valientes soldados que habjamos perdido.” Hernando Pizacro, cuando cabalg6 apresuradamente con el rescate que habia pedido por Atahualpa, supo deslindar lo importante de lo secundario: cuando sus caballos perdicron sus herraduras y no habia hicrro para reponerlas, ordené que los herraran con plata.** “© C. Columbus, Journals, p. 241: F. Columbus, Life of the Admiral, 1p. 129; Johnion, “Inteeduction of the Hore”, p, 599; Cabo, Obras, 1:379, #6 Graham, Horses, 351, 68; Johnson, Greater America, p. 27. 90 BL INTERCAMEIO TRANSOGHANICO Después de fa conquista, el caballo jugé un papel menos espectacular, pero no menos significativo, Los espafioles nunca habrian podido conservar bajo su control la vasta ¢ indémita poblacién indigena si hubieran carecido de tos caballos, que Ics permitian transmitir informacién y érdenes, y trasladar sol- dados de un punto a otro con rapidez. El caballo fue muy importante para el transporte de carga, aunque en este papel fuera reemplavaclo a menudo por los bueyes, mulas ¢ incluso las lamas autéctonas, El caballo posibilit6 también 1a gran industria ganadera de la América colonial, que fue, finalmente, Ja que incidié sobre las reglones més grandes del Nuevo Mundo y con mas fuerza que ninguno de los otros intentos espaiioles de ese periodo. Un cuidador de cerdos podia trabajar eficiente- mente a pie; un vaquero © cowboy necesitaba det caballo La sociedad de la América espaffola colonial fue una de Jas més ecuestres de toda la. historia y, en buena medida, su existencia misma dependié de la adaptabilidad del caballo a las condiciones dei Nuevo Mundo, Los caballos se reproducian mis lentamente que los cerdos en las zonas tropicales, pero in- ‘luso en. étas erecieron grandes cantidades, y algunos de cllos se volvieron tan salvajes como Ios cerdos.*” Pero no fue sino hasta que la frontera espafiola llegé a las grandes praderas, que irrumpieron en la historia del Nuevo Mundo las inmensas ma- ‘yadas de caballos de la famosa leyenda americana. ‘Las tyes regiones de pastos més grandes del imperio espaiiol fueron los lanos de Venezuela y Colombia, las praderas que se extienden desde muy adentro de México hasta Canada hhacia el norte y las pampas de Argentina y Uruguay. En los anos, el crecimiento de las manadas de caballos fue lento; el lima, terriblemente calureso, y os cambios anuales de una tstacién de lluvias a una de sequias disminuyeron las cifras de caballos y de otros animales domésticos, aunque egaria el dia en que Venezuela fuera famosa por sus manadas de caballos y de yacas salvajes.” 4 Goto, ra, 1:98 1S Grahaun, Conquest, p. 136; Taper de Velasco, Generate, p., 150 1 fe nana Ee ddan Mt race a TA PLANTAS ¥ ANIMALES DEL vizjo MUNDO EN EL NUEVO I ‘Lvs territorios del Nuevo Mundo que los espafioles coloni- zaron y explotaron en primer término fueron los de la costa y Tas tierras altas, estas sltimas de una altitud similar a Ia de la ciudad de México. Grandes sectores de esta zona ofrecen buc- has pasturas para los animales dornésticos, pero la regién no es, de ningtin modo, Ia mejor para los caballos. En el afio de 1531, fen Nueva Espafia se criaban menos de doscientos caballes al ‘i#e} entonces, mientras éstos completaban su adaptacién al cli- ima y al forraje, !a frontera espatiola avanz6 hacia el norte y al interior de las planicies, doade los caballos tenfan pocos ‘enemigos, y cl pasto era verde y abundamte. Para 1550 la cantidad de caballos apenas si valia A ce fucrzo de enlazarlos. En unos cuantos afios, a partir de esa fecha, diez mil caballos pastaban. ya en los campos entre Queré= taro y San Juan del Rio, Mientras el hallazgo de nuevas minas farrastraba. los curopeos y a sus animales cada vez més hacia al norte, e} aumento en Ya cantidad de caballos alcanz6 mag- hritudes de estampida, Para finales del siglo, cifras incontables de caballos salvajes corrian libremente por Durango. Con tales cantidades todos los mexicanas —cspafioles, mestizos ¢ incluso indios_- pudieron columpiarse sobre sus monturas y hasta el ‘Sancho Panza de Gervantes supo de la excelencia de la equita- ‘Los caballos cortinuaron avanzando hacia el norte, bien fuera urgides por los hombres que los cabalgaban o bien sin coro eatimulo que el olor del agua y de los pastor que los espe faben més adelante, Nada, con excepcién de fos desiertos més Secos, las nieves del Canada y los bosques orientales, detuvie- fon tu avance, En 1777 fray Morfi escribié que el Area entre Gt vio Grande y el rio Nueces estaba tan flena de caballos que sus huclas hacen que el pais, completamente despoblade de gente, parezca cl més popeloso del mundo”. Mas alla del castetiones en las Islas Tierra Firme del mar Océano, 1:42ff. La evidere cede tas dos Gltimas fuentes es estrictamente negati. as 'Ghevalien, Land. and Society, p. 85, 94; J. Frank Dobie, Munangs >. 965 Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quixote, 1 Samnvel Putian, p51 92 EL INTERCAMMIO TRANSOGEANICO Nueces, en donde se enctientran hoy Estados Unidos y Ca nada, Joe éaballos nunca aleanzaron cifras tan grandes, pero vagaron en libertad, precedieron a los pioneros anglosajones 7 kes proveyeron de cabalgadura. Fue el espatiol quien dio al vaquero norteamericano su caballo, Io mismo que, ‘como veremos més adelante, sus’ reses, las herramientas pata, su esocios¢ incluso el vocabulario para llevarlo adelante: mustang, bronco, lasio, roiteo, chaps, lariat, buckaroo.'# La saga del caballo en América del Sur también fue Jenta en sus principios, pero aleanz6 un climax incluso més espec. facular. Como ya dijimos, el clime tropical mantuvo bajo el niimero de cabatios en los Manos, tal como sucedié cn el Brasil, aunque durante el siglo diecistis este {timo tavo los ‘uficentes para cubtir sus propias necesdades y exportar slgin nos a Angola," El caballo legé al Perti con Pizarro, en 1532; los primeros emisarios que Atahualpa envi6 a los espafioles regresaron cone tandole acerca de animales gigantescos, que corrian como Viento y mataban a los hombres con sus patas y hocicos, Estos animales se reprodujeron Jeatamente en tas regiones més altes ¥ Frias del Peri, pero si medraron, en cambio, en las tierras de pastos abundantes de los alrededores de Cuzco y Quito. En unos afios los conquistadores y sus cabalgaduras avan. aron hacia Chile, al sur, paf que, para comienaos del siglo diecisiete, ya se habia hecho famoso por sus finos caballos, Durante el mismo periodo arribaban al Paraguay, del lado teste de los Andes, los primetos pobladores, y pronto, hubo no. ficias de manadas de caballas salvajes. en esa regién.® SocDobie, The Mustangs, p. 96, 100, 108; Gibson, Spain tn America, p. 1924193, % Purchas, Hakluytus Posthumus, 14:500; Magalkes, Braait, 2:180 & Johnson, “Spanish Hore ie Peru”, p. 25, 99; Cobo, Obras, 1.360 8 Lépes de Velasco, Geografia, p. 516, 831-532; Cobor Obras’ 1802 Nézauee de, Espinosa, Compendium and Description, p. €793, Conk, ea Agricultura”, 4:360; Julio V. Gonsdles, Hisoria argcatna, vol. kota oa, SGlonal, v.27; Haris Warren, Paraguay, An Informal Tito, SF 1a7-126. TANTAS Y ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN BL NUEVO 4, Si ef caballo enconteé un hogar en Pert, Chile y Paraguay, ‘en las pampas del Rio de la Plata hall6 un paraiso. La mejor forma de describir la que sucedié, cuando los caballos legaron 8 Jo que hoy son territories de Argentina y Uruguay, es decir gue foe nna explosién biolégica: los caballos, corrienda libre- mente en las inmensis pampas repletas de pasto se reprodu- jeron de wna manera semejante al virus de la viruela en el adecuado medio ambiente que le proporcionaron fos oranis- mos de los indios, La historia que se acepta con mis frecuencia sobre el oti- gen de los caballos y de otros animales domésticos curopeos en las pampas, a finales del siglo diecistis, dice que provenéan de un pufiado de animales que Pedro de Mendoza llev6 con- sigo a Buenos Aires cuando Ia fund6 en 1535. Pero esta pri mera fundacién de Buenos Aires no prosperé y alli estos ani males alcanzaron un méimero pequefiisimo. Parcce dificil que las hordas gigantescas que existian en las pampas s6lo cua renta o cincuenta afios mis tarde, puedan haber tenido su origen en esa pequefia cantidad de equinos que Mendoza lev a Ia primera ciudad de Buenos Aires. Ya habia caballos en Paraguay, que pudieron avanzar hacia el sur, y también en Chi Ie, por Jo que es Keito pensar que encontraron una ruta a trae vvé de los pasos de los Andes, De donde quiera que vinieran, los caballos deseubrieron que los pastos eran de sw agrado. Los primeros colonizadores permanentes de Buenos Aires egaron en 1580 y encontraron que habfan sido precedidos en Jas pampas por gigantescas manadas de caballos salvajes. Bstos se habjan “multiplicado infinitamente” en las praderas del Rfo de la Plata, dando a luz una cantidad mayor de potrillos, robablemente con mas rapide de Yo que hubiera sucedido mds antes en Ia historia dé la tierra." A comienzos del iccisiete, Vazquez de Espinoza nos cuenta acerca de los ca ballos salvajes que habfa en Tucumén, “en ntimeros tales que cubrian Ja faz de la tierra y, cuando cruzaban ta carretera, 4 Herrera, Historia general, 1:188; Nichols, “Spanish Horse, p, 119.129, eo BL INTERCAMBIO. TRANSOCEANICO Jos viajeros se vefan en la necesidad de esperar que pasaran durante un dia completo o més, y de impedirles que arras- traran con ellos al ganado domesticado. ..” £1 habla con te- mor reverencial de las planicies de Buenos Aires, “cubiertas, de yequas y caballos profugos, en cantidades tales, que en cual- quier sitio parecian bosques vistos a la distancia”.** “Si bien Jos eerdos dieron sustento a 10s colonizadores, su importancia en ei desarrollo de la América colonial decaia de manera aguda después de ciestos altos de que sc colonizara un Iugar. En cambio, ninguno de los grandes pueblos con- quistadores que vinieron al Nuevo Mundo hubiera cbtenido sus logros sin el caballo, aunque éste slo representa uni medio para obtener un fin. Poca gente se ha ganado la vida alguna vez criando caballos para usar su came y st piel, pero mi Hones si lo han hecho utilizdndolos para custodiar a otros ani males domesticados y vendiendo la came y las picles de estos tines. ‘La imagen més tipicamente ibérica en la historia de la ‘América colonial es la da ranchero a caballo observando sus ebafios, Ia mayorfa de las veces de wanado vacuno, Cuando 1 inglés se enfrenté con las inmensas praderas americanas, se detuvo, las definié como desiertos y busc6 un camino para rodearlas. El espafiol, en cambio, acepté de buen grado las planicies, los lanos y las pampas, ev6 alli su ganado y lo dej6 que se multiplicara y le construyera su propio bienestar. El resultado fue que, en el siglo diecisiete, habfa en el Nuevo Mundo més reses que cualquiera de los otros animales int grantes veriebrados.* El ganado vacuno provey6 al espafiol de toda la carne que necesitaba. En a década de 1550, un inglés sefialé que en Ia ciudad de México podia adquirirse un “cwarto de buey completo, un trozo del tamafio que un esclavo podia cargar, por cinco tomines, es decir, cinco reales de plata, lo que equi- 5 Viaquer de Espinosa, Compendium and Description, p. 675, 694 Hakluyt, Navigations, 11:253. rs 8 Gabe, Obra, 1:38 PLANEAS ¥ ANIMALES BEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 95 vale exactamente a dos chelines y seis peniques. ..” "" El gran imero de espaftoles ¢ indios que se dedicé exclusivamente a la mineria nunca hubiera podido hacerlo de no tener a su alcance grandes reservas de comida, muy alimenticia, en forma dde enormes rebafios de reses ¥ otros animales. Esto es especial- mente cierto para quienes trabajaban en minas ubicadas en regiones dridas como las de Zacatecas y Potosi. ‘Pero los comedores de carne constituian apenas uno de les mercados de la res amet yy ni siquicra el més importante. La mayor parte de este ganado se sactificaba para obtener mas bien las pieles y el sebo que Ia carne. Era una época en la que con el cucro se fabricaban muchas objetos para los cuales, en. Ja actualidad, usamos fibras, plésticos y metales: armaduras, recipientes, buiiles, soga. La demanda de pieles era enorme, tanto en América como en Europa, y también el niimero de Gtas que s¢ exportaban del Nuevo Mundo al Viejo. En 1857, Ta flota que legd de América desembarcb en Sevilla alrede- dor de 100 000 picles. (Los “cueros” no eran todos de vaca, pero segiin parece sf Io fueron en st gran mayorfa.) Con canti- ‘dades tan grandes de ganado como las que se sacrificaban, el sebo llegé a ser tan abundante que las velas —un articulo de Jujo en Europa— fueron en América de uso corriente para ricos y pobres, ¢ incluso para los indios. Sin velas baratas y abundances la’ minerfa nunca habria podido extenderse tanto como lo hizo. El trabajo subterranco se ejecutaba con luz arti- ficial y, aunque el scbo era extremadamente barato, a principi del siglo diecisiete en las minas de Potoss se gastaron 300 000 pesos en velas en un afio."* ‘Muchos de los colonizadores ibéricos eran ya ganaderos cuando llegaron a América. En la época renacentista, Ia Theria del sur era la nica regién de Europa occidental en donde fra habitual Ia ganaderfa a campo abierto. Todas las técnicas {que caracterizarfan a las Jabores agricolas americanas —el uso ‘constante del caballo, los rodeos periédicos, marcar el ganado, Hakluyt, Nevigations, 9:357. S Chevalier, Land ond Society, y. 107; Cabo, Obras, 1:38: de Papinora, Compendium and Description, p. 625. 5 Vaagues 7 96 1a, INTERCAMIO TRANSOGEANICO los grandes arreos— fueron “invenciones” de los ibéricos me- dievales, Como sus descendientes americanos, estas gentes vi vvieron y velaron por sus rebafios en regiones fronterizas, afron- tando el problema de las constantes incursiones de enemigos a caballo. En Europa, los moros eran los nativos hostiles, en América fueron los indios. Todo permite suponer que no hubo grupo de curopcos mejor equipados —tecnolégica, social y psico- Togicamente— para enfrentar el medio ambiente americano, que Ios rancheros del sur de Espafia, En Espafia se desarrollaron no sé6lo los hombres mas aptos para Ia vida en las estepas americanas, sino también los ani- males destinados 2 estas nuevas regiones. El ganado vacuno se adapt6 mejor ain que los caballos espafioles, de los que ya hhablamos, Ligera, delgada, de grandes cuernos, esa res que no se Iuciria en una expasicién hoy en dia, resulté sin em- bbargo excelente para diversos climas y enfrem6 con éxito a Aistintos carnivoros, desde los pumas de la regidn superior del rio Missouri hasta las anacondas del Paraguay.” ‘Los ‘espafioles descubricron que las Antillas Mayores resul- taban bastante adecuadas para las actividades mis prestigiosas de tiempos de paz, como eran, en primer término, la extrac- cién de oro, y en segundo, cuando aquélla decayé, Ia gana- deria. Mientras en Espatia las mayores rebafios rara vez habian sobrepasadlo las ochocientas 0 mil eabezas, en a Espaviola, en la década de 1520, Oviedo mencion6 Ia existencia de muchos tebafios de alrededor de cinco mil reses y algunos que alcan- zaban la cifra de ocho wil, La exportacién de pieles Mleg6 a ser, junto con la del aziicar, el principal soporte econdmico de Ja Espafiola y, con mayor exclusividad atin, fue la fuente de viqueza més importante de las otras islas mayores, Tan s6lo la Espafiola envid 35.444 picles a Fspafia en el afio de 1587. ‘Tantas reses eran sacrificadas para obtener las picies que “en algunos sitios se ha corrompido el aire, por Ja abundancia de estas fétidas reses muertas”. En Ia década de 1560, los in- fgresos que sus exportaciones le producian a la Espafiola alcan- 8 Bishko, "Peninsular Background”, p. 494, 497-498, PUANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN BL NwENO 97 zaban, probablemente, las cifras de 640 000 pesos anuales por el aziicar y de 720 000 por las picles.* 1521 fue el aio en que por primera vez s¢ trajo a México ganado para la crianza. Al principio era tan excaso que se prohibié su camiceria, pero en el transcurso de wna décacla ya Pabla ranchos ganaderos. Entre 1532 y 1598 el precio de la carne de res baj6 un 75 por ciento en la ciudad de México. Segin parece, durante los primeros afios los cerdos y las ovejas “dejaron atrds al_ ganado vacuno, en lo que respecta a Ta rapidez de su propagacién, pero al cabo de algunas décadas este tilti- fno fue el mejor. Muy pronto las reses pastaban per todas partes en México, incluso en la célida costa del Golfo. En 1568 fin viajero relatS que todas las mafianas se arreaban mas de dos mil vacas fuera de Ia ciudad de Vera Cruz “para evitar los daifinos tufos de Ia tierra”.** "A medida que la poblacién europea de México se affanzaba y comenzaba a avanzar hacia el norte, lev6 consigo Ia gana- deria, La penetracién, en ch siglo diecistis, de este ganado en las fértiles regiones del norte de México dio comiento a uno de. los acontecimientos biolégicos més extravagantes de este Siglo, ya asombroso en tal sentido. Para 1579 se afismaba que fn ef norte algunos ranchos tenfan 150,000 cabezas de ganado, ¥ un rebafio de 20.000 era considerado pequeito. Bin 1886 dos Fanchos ubicados en lo que hoy es la frontera entre Zacatecs y Durango marcaron 33.000 y 42.000 novillos respectivamente. Beatin un testigo que escribié ox. 1594, Jos rebafios de ganado vacuno casi se duplicaban en quince meses. Durante wn reco- qrido por México que realiz6 por encatgo del rey francés @ ‘e Toidem, p. $05 Oviedo, NaSural History, p11; Acosta, Neturel and “Moret Hutory, 1:62.63, 271; Ratekin, “Barly Sugar Industry", p. 18 eet setbiea Henzoni History of the New World, p. 92; Maen de Ve~ Feanee e fies pr 90, 111, 120, 127, 137; Purchas, Haktuytus Posthamuss sae Sted Viequez de Fapinosn, Compendium and Deseription, p. Aly Ty; Magwys, Nevigetions, 11:259; Morrisey, “Colonial Agriculture”, p. 25¢ Te ee tinice Nadal y Hugo W. Alberts, “The Barly History of Livestock and Pastures in Puerto Rica”, p. 61-64. “a Donald D, Brand, “The Easly History of the Range Catle Busts in Northeos Morice? p. 132-1833 Chevalier, Land and Society, p. 85, 925 Hakiuge, Navigations, 91561-3602. 98 EL. INTERCABIBIO TRANSOCEANICO finales de esa centuria, Samuel de Champlain escribié con pavor acerca de las ‘grandes y lisas planicies, que se extienden interminablemente, cubiertas, por todas partes, de un niimero infinito de reses?. El ganado fue uno de los principales recursos econémicos de la Nueva Espafia y las picles figuraron entre sus exporta- ciones de manera significativa. En 1587 se enviaron 64350 pieles a Espafia, cifa que no incluye, por supuesto, la gran cantidad que quedé en México para us0 local. En cantidades inestimables, el ganado salvaje vagaba libre- mente més allé de los horizontes de los colonizadores. A. prin- Cipios del siglo dieciocho, cuando Jos espafioles comenzaron un intento serio de asentamientos en la regién sur de Texas, des- cubrieron que las resex habfan Megado antes que ellos. Estas fueron los antepasados hispfnicos de los famosos longhorns texanos. Muchos colonizadores de habla inglesa, que arribaron a Texas a principios del siglo diecinueve, creyeron que este ganado era originatio de ta regién (y, de paso, tan dificil y mas peligroso de capturar que los matztang)** EI ganado vacuno se dio bien en las sabanas y montafias de América Central y en ta Tierra Firme.** Pero a medida «que se avanza hacia el sur, a partir de México, no se encuentra tra regién ganadera comparable a sus planicies nortefias, hasta Megar a tos anos de Veneznela, de sciscientas millas en sen- tido este-oeste y doscientas de norte a sur, La temperatura promedio es bastante més elevada que en las planicies ibéricas y el clima se caracteriza por tener tin ciclo anual de sequia y lluvias; no pudo darse, por lo tanto, ent estos anos una “ex- plosién biolégica” de las animales domésticos europeos. De et hl get Se, at, oT Frank Doble, rhe Fine Cage fo Tera and the Southwest Deca eperaiat eam ele belated ler een pe) Range posits PLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL Nupvo 99 cualquier manera el espacio y Ios pastizales atrajeron a Jos espafioles y a sus animales. En 1548 un ganadero espafiol atra- vves6 estas regiones arreando un pequefio rebafio con desting ‘a Bogotd. Probablemente pertenecieron a este hato los prime: 70s novillos y vacas de los anos. Durante Ia segunda mitad del siglo, ya vencida Ja resistencia de los indios de estas prade- yas, en parte por las armas y en parte por la viruela y otras enfermedades, tuvo lugar la adaptacién de la tecnologia y los animales al dificil entorno. Para 1600 ya cxistian alrededor de cuarenta y cinco ranchos en las planicies venezolanas. Medio glo més tarde en los lanos pastaban cerca de 140 000 cabezas. ‘Al igual que en México, el ganado tendia a avanzar hacia el interior adelantindose a los europeos y era, asimismo, més ri- pido para adaptarse que sus propios duefios, Estos “desca dos” fueron a veces conducidos por cuidadores africanos, quie- nes habian sido traidos para reemplazar a los agonizantes indios ervicio de los espafioles; como las reses, estos africanos se jan hacia Ta frontera para escapar de sus amos. ‘La historia de los lanos sigue el mismo curso que la de las planicies mexicanas, s6lo que a un paso més lento. El siglo ieciséis fue tn periodo de simples comienzos pero Hegaria el ‘en que las vacas y fos caballos, tiempo, dos centurias més tarde, domésticos y salvajes, se contarfan por millones y los ranchos particulares marcarian diez mil y més cabezas por afio. La Exportacién de pieles a Espafia, que habia comenzado en las “iltimas décadas de 1600, a Ta vuelta del siglo aleanz6 un lugar prominente en la economia venezolana de la colonia. Durante Al periodo que abarca de 1620 a 1665, represent6 el 75 por lento 0 més del valor total de sus exportaciones."* te Taylor M. Harrell, “The Development of the Venemelan Llanos in the Siswenth Century”, p. 1-5, 59, 65, 72, 72, 162, 168, 172173, 1975 C. Landgon White, "Cattle Raising: A Way of Life in the Venemelan Lianos" p. 123 Paez, Wild Scenes, TA, 280; Alexander Walker, Columbia: Boing 4 Geographical, Statistical, Agricultural, Commercial and Political Account Sp thet Country, 2:154-156: Purchas, Hablustus Posthumus, 1434853, Véa~ ‘quer de Espinosa, Compendium end Deserigtion, p. 913 Bduardo ‘Arcila Farias, Economia colonial de Venezuela, p. 77-78. 100 BL INTERGAKMO TRANSOCRANTCO En el resto del continente, hacia el sur de Venezuela, Ja historia del ganado se divide, a grandes rasgos, en dos catego- ras; una, la de los asentamientos portugueses en Brasil, dongle el clima fue duro, tanto para el ganado como para los hom- bres, y el incremento de los rebatios lento; y otra, la de los ascntamientos espafioles, donde la vida era mas facil y la pro- agacién més veloz, La historia del ganado del sertdo brasilefio, “el pais de atrés”, ¢s semejante a la de sus parientes de los llanos, Durante el siglo diecistis, el sertén no produjo rebaiios que pudieran compararse con los de México 0, como veremos mas adelante, los de las pampas. El principal factor limitante fue, de nuevo, un clima dificil, verdaderamente tropical, Este siglo resulté de ajustes y adaptaciones para ambos, hombres y animales, Segin los registras (poco claros para las primeras décadas de fa his- toria del Brasil) las primeras reses legaron a la América por- tuguesa con Martim Alfonso de Sousa, entre 1331 y 1533, Su néimero crecia con tanta Ientitud que resultaba demasiado Valioso para ser utilizado como alimento y se destinaba, gene- ralmente, para el transporte y molienda de la cafia de aziear Las plantaciones azucareras se extendieron en forma tan veloz que el incremento natural del ganado no era suficiente para sus demandas, Fue asi, no a pesar sino a causa de la dedicacién de esa regién al azicar, que hubo un esfuetzo concentrado para favorecer la cria de ganado en las praderas costeras del noroeste. Para el afio de 1590 los pioneros que avanzaban desde Bahia hacia el norte ya habian vencido a la retaguardia de la resistencia indigena en Sergipe, y muy pronto las reses ramo- neaban en sus praderas. En la boca del rio San Francisco, cuyo valle Hlegaria a ser el gran corredor hacia el interior, los ganaderos bahianos se encontraron con los ganaderos de Per- nambuco que avanzaban hacia el sur; ambos grupos eran las vanguardias de las plantaciones azueareras que se extendfan a lo largo de Ia costa. ‘Tuvo también importancia el ganado en esa regién del Bra- sil del siglo dieciséis que no estuvo dedicada al azticar. Hacia PLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 101 ‘1 sureste, lejos de las principales reas de plantaciones, los rebafios aumentaban lentamente, en la regién de San Pablo, convirtiéndose en un elemento importante en la economia de sus habitantes. Fue de este modo que para 1600, en dos re- ggiones de Brasil nitidamente separadas y diferentes, los gana- deros estuvieron preparados para la primera penetracién real en ef pais. Por uno y otro lado, a lo largo del litoral, habia rebafios de quinientas € incluso mil cabezas. Estaban.listas una cria de ganado y una generacién de hombres Io suficiente- mente fuertes como para enfrentar el desafio de los indios y del sertén.®* El ganado se trajo a Tierra Firme y América Central a principios del siglo dieciséis; sus descendientes Hegaron a Lima no més tarde de 1539. Los rebafios se dispersaron por todas partes, en Ia regién montafiosa donde el pasto era abundante, y se adaptaron mas répidamente que los caballos a las grandes altitudes. EI curso que siguieron los acontecimientos fue seme- jante, una vez més, a lo ocurrido en la Nueva Espafia, aunque en una escala mucho menor: un crecimiento numérico acele- rado y la huida de muchas reses, que pronto se volvieron salvajes.” Dee nnra gue cu ete ee Cae pers6, partiendo de Pert con los espaiioles, hacia Chile, al sur, y desde alli en y a través de las montafias. Este ganado prosperé répidamente_en Ios verdes valles de Chile; en 1614 Jos residentes de Santiago poseian ya 39250 cabezas, con un incremento anual de 13 500.” : ‘Lépez de Velasco, Geografia, p. 516-533; Vazquez de Espinosa

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