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ictorde fr eoiccba Delfin Rodeguez Ruiz Disein de cutie Sergio Ramirez Tito capi La progenazione urbana an Europa, 1750-1960 tn ogi de et ob ea ee ela, ems toda, ep recur alas abit oo pace sac te pretend alr cam ts dee apc de er, el uno. Pee l = ARQUITECTURA E INGENIERTA EN, CORDOBA Historia DEL URBANISMO EN EUROPA 1750-1960 Benedetto Gravagnuolo Tradueciony Juan Calatrava se Ami madre ~All INTRODUCCION Ei tema de este ensayo podsia parecer excesivamente amplio en compara- cién con el actual predominio de tas “microhistorias" Me he visto impulsa- do a sfrontario, sin embargo, por la conviccién de que, después de Ios n= erosos estudios monogrdficos que, en los afios recientes, han indagado aspectos inexploracos poniendo de relieve datos inéditos de indudable in- tetés, ea ya el momento oportuno de intentar una revisin erica de la cues- ti6n en su conjunto. No hay ni que éecir que es imposible escribir la “histo- sia” de esa ismensa Cantidad de ideas, de proyectos y de realizaciones producida en el arco de dos siglos en torno a fa cuestin urbana si noes Feconduciendo tales avatares a una sinfsisinevitablemente “reductiva, susceptible, en sum, de “establecer una seleccion’ en la pluralidad de los acontecimientos a la luz de las que parecen se as lineas de fuerza culturalmente hegem@nicas. Se po- dria objetar que ya han sido publicacos discursos de sintes sobre tal objeto, yello es unnegable; sin embargo, las épticas de anilisis de las bistonas de la arquitectura 0 det urbanismo contemporineos han sido diversas en finalidad yen métodes, La seleccién critica operada en esta investigaci6n esté fundada, sobre todo, en 10s “puncipios, esto es, los sistemas de valores que nan sosteni- do, de manera mis 0 menos explicit, las praxis operatvas sobre lo urb~ no onientando sus intenciones proyectuales. En la conciencia de que no siempre los logros alcanzadas en las realzaciones concretas se han corres- pondido con los temas teéricos dectarados, he tatado de documentar la dialéctica entre las “palabras” y las *cosas", revelando, cuando era necesa- no, la ncongruencia entre teoria y praxis, incongnencia, por otra parte, en casiones no nociva para la calidad del resultado Gitano verifieable En cuanto al término “proyectacién urbana", que he adoptado en lugar el mis convencional de "urbanismo", vale ia pena precisar que esta nueva expresi6n, a pesar de haberse impuesto en el debate internacional s6lo desde hace pocos decenios, denota una actitud proyectual mucho ‘ds antigua que fa que viene implica en la segunda expresign, Se trata, st ros detenemos 9 pensar en ello, de ese Ampito diseiplinar que, desde Tiempos remotes, ha marcado el disefio de Ia forma “fisica” det espacio urbano como desarrollo de fas teorins arquitecrémicas, No hay que olvichir que, ya en el primer libro det De avebitectura de Viteuvio, las indicaciones sobre los prineipios de asentamiento de las ent dades de fundacion siguen, a pocas paginas de distancia, a los relativos a los fundamenias de fa arqustectura, sin forzadas barreras doctrnales. ¥ es también como cuestion eminentemente arquitectomica como es trata~ dda [a ciudad en el De Re Aedificatoner de Leon Battista Albert ¥ en casi toda Ia tratadistica histériea hastt el umbral del siglo 30X. Si quisiéramos, podriamos remontarnos a los celebémmos ertenos de planificacién serie buidos « fipodamo de Mileto (siglo v a.C.) 0, mucho mas atris, a las cw dades prehustarnicas del Proxima Onente. Como han demostradlo fos estu= dios arquealégicos, desde las remotas fundaciones de las primeras ccucades en los tereitorios anos de la Baja Mesopotamm, que se remontan al 3500 a.C,, es posible hallar ka formulaci6n de planes rudimentarios que marcaban él suelo con trazados envuel(os en una aureols mitica y prefigu- aban el espacio urbano tridimensional, indicando una erarquia composi ‘entre sus partes, El mismo hecho de que en las leyendas arcarcas a fun~ dacion de kis cnidades se atribuyese frecuentemente a una divinidad demuestra Ia umportancia *sueral” atribuida por los antiguos a los princi ios de asentamiento de los aticleos urbanos originarios La ciudad es, en suma, la mis extraordinaria ideacion humana, y su origen ¥ su desarrollo comnerden con ft histor musma de Ia cwilizaci6n: cchutas y cwilitas tienen una etimologis comin. Por tanto, la fenomenaio gia urbana se presta a diversos enfoques de anilisis, antes ancluso que 3 diversos métodos de proyecto, que van desde los mis estriclamente arqui= reeténicos a los ecanémicos, politicos, legistativos, saciologicos, simb6li- cos, filoséficos, ete. Pero, sin negar su legitimidad a las diferentes técnices de aproximacidn a lo urbano, sigue siendo innegable que {1 conformacion tridimensional del ambiente construido representa un dato primario de evaluacién crinea. Es en la fornia urbis donde encuentran evidencia tangi- ble las soluciones tlumas y verificables dadas a ese conjunto de cuestiones lanes mencionadas. Aun rentendo en cuents la ineludible imibricacion entce los aspecios formales del espacio construido y los aspectos ideolégicos, sociales y de cualquier otra aatursieza que lo sostienen y que en él se sedimentan, en las paginas que siguen resultars prwvilegiado camo enfoque de andlisis el de la arguitectra de la ciudad. Por ello me ha parecido mis apropiado adoptar el termino de “provectaci6n urbana" E] urbanusmo ~cuyo “origen” en sentido cientifico (0, st se prefiers, moderne") se hia localizacio en el siglo NIX como tentatva ética, antes aun que técnica, de correyir los males de la ciudad muustisil~ let sufhide en et transcurso de nuestro siglo un progresive deslizamiento desde la esfera de lo "sible" a la de lo “invisible*. Y por “invisible” ha de entenderse aqui la voluntad consciente de fundar fas bases de ta nueva disciplina a lo largo de la linea sutil de limite ¥ de interrelacion entre el ciclo edilicio y et 6 campo de la economia, de la legislacion, del cilculo estadistico de pre sién y de otras discipliaas afines, presuntamente “cientificas’ Asi, gradu: mente, las propias técnicas de representacin (tanto grificas como verb: les) de la “planificacion urbanistica” se han visto aplanadas en la bidimensionalidad de las mallas del zomg y en la jerga algebraica de ios standards. En esta adecuacién de ly manera de “pensat el urbanismo" a los dispositwos absteactos de Ins ciencias nomotéticas, lo que involuntaria- mente se ha perdido de vista ha sido precisamente el fin ditimo de la discr- plina, 0 sea, el proyecto de la forma urbana Sélo en los Witimos decenias se ha comenzado a invocar con insistencia lu necesidad de una recomposicién de la unidad entre arguitectura y tirbanismo. Si este objetivo, anhelado desde el punto de vista teénico, hubiera de mostrarse provechoso también en el campo operativo, debe ‘mos revisar entonces muchos jutcios histoniogrificos. Lo que con frecuen- 11 ha sido sefalado como el tmicio de un giro técnico “progresivo" debe- ria ser redefindo como el comienzo de una crisis que ha llevado a la uptura provisional de la secular conexién entre dos diversas escalas apli- cativas de una actitud proyectual unitana Cicrtamente, sabemos que “una de ins caracterisueas esenciales del es rntu europeo parece ser el modo en que desteuve las cosas y después las reintegra sobre buses nuevas, rompiendo con la tradici6n para despues recornar a ella desde un punto de vista completamente nuevo" (E. Panofsky y F. Sax). A Ia luz de esta consideraci6n es razonable suponer ‘que ¢s cuando menos improbable la hipétesis de una recomposicién de lo Fracturado entendida como ingenuo retorno a los presupuestos teéricos sdénticos del pasado, El tempo no se repite, implica la dindmica incesante el devernr. Muy probablemente la arquitectura no podri va prescindir de las autéanicas adquisiciones de [a planificacién urbana. Por otra parte, desde los origenes lejinos, podernos clasificar las fenome- nologias uebanas en dos categorias fundamentales: las “cuudades planifica- dias", surgidas y crecidas sobre la base de un discfio predeterminado, y las Giudades “espontineas", derivadas de aideas y evolucionadas de manera por asi decirlo “casual” ‘Esta distincién vale para todas las épocas, incluida fa medieval, a la que un reiterado habito simplificativo ha caraererizado con frecuencia como paradigm del espontaneismo en el terreno urbano. Es un hecho, en todo caso, que el Ambito pertnente a las teorias y alas praxis de la provectacién urbana es, por anfonomasia, el de la construccién pilanifica- dda del espacio anttopizado, mientras que los fenmenos de degeneracion del desarrollo urbano que distinguen a la actual ensis de ia cndad ~desde el abustvismo a la fallida programacién de los servicios colectivos~ derwvan predaminantemente de In ineficiencia cle las planes v ce las carencias (no raramente macrocéspicas) en la gestion v en el control de la expansién Ia evidenca de la actual cnsis de la wdeologia cet pare no debe, sin eribas- 0, mducnos al pesimismo hasta el punto de levamos 2 considerar que, después de alrededor de cinco milenios de histona urbana, los fenomenos de 7 egeneracién patolégica que tenemos ante nuestios ojos deban interpretarse ‘como los sintomas de una incipiente y apacaliptica agonia de las grandes ciu- dades. No creo que estemos entrando en una era post-urbana (A. Toffles), Al ‘menos en Europa, el armazén complejo y articulado ~que conecta con una sed invisible de sedimentadas relaciones de equilibrio la dinmica entre ciu- des grandes, pequetas y medias muestra aim, a pesar de algunas innega- bles disfunciones de gestién, todos los signos de una entusiasmante vitalidad. Seria, con todo, un error minusvalorar el aicance de la ensis 0 atibuir sus ccausas exclusivamente a factores politicos o heterénomos de cualquier ipo. Exssten también razones internas a la propia disciplina, y es precisamente sobre éstas sobre las que merece la pena teflexionar mis atentamente, No tiene ningun sentido, en mi opinidn, alinearse de manera abstracta a favor 0 en contra del instrumento del plan, El problema no es si adoptarlo © no, sino cémo entenderio, cémo hacerlo eficiente, cémo reconducirlo 2 su sentido auténtico de proyecto del espacio urbano fisica, sin dar por des. contados ~como si fueran datos ureversibles y no conceptos historicamen. te databies y criticamente evaluables~ los principios y las técaicas hoy cornientemente adoptadas en la prictica profesional. Deriva de ello la necesidad de un reconocimiento de los principales “teoremas” formulados én los Gos Gltimos siglos en los campos diseiplinares de la arquitectura y det urbanismo. Es desde la ventana del presente desde donde observamos cl pasado, Por eso el trabajo de anilisis y de reescntura hist6nica es inter. ‘minable. La reflexién eritica sobre todo lo relevante que haya sido pensado © practicado en el ambito dei fendmeno urbano a partir de la Segunda ‘mutad del siglo xvitt se vuelve a plantear bajo el impulso de las preguntas que actualmente nos hacemos sobre el futuro de la ciudad. El hstonadbor esti en el uempo, no por encim de él. Ha perdido el pedestal de ta teridad |. Pasido, presente, futuro Son un proceso indivisible. Sin emoarge, nose. (00s no vives welts hacia el pasado sino hacia el fluro | Nos parece que hor la {area del histonados es precisimente [1 exrer dela enorme complelided cet pasedo los elementos que se coavirien en los estilo del futuro Asi se expresa Sigftied Giedion en una bella pagina introductoria 2 Bauen in Frankreich (1928), planteando a propésito de una cuestion odal de metodologia una tesis que personalmente comparto. Al margen de metiforas, el sondeo analitico de las técnicas y las formas depositadas en el gran archivo de la herencia hist6rica europea tiene en este ensayo tuna implicita tensién operatwa. La misma eleccion de Europa como terreno de investigucién privilegia- do no viene dictada por obsoletas e inaceptables visiones “eurocéntricas” sino, mas sunpleiente, por una Voluntad de evitar una dilatacion temitica ‘an amplia que habria de resultar genérica, En efecto, si por una parte es cierto que, como principio, no se pueden trazar fronteras geogriticas para ‘a validez de una metodologia proyectual y que el intereamino entre cult ras diversas ha sido desde siempre un indicio de civilizaci6n, por otra es @ innegable que el sector mas avisado de Ia inteligeneia critica internacional reconoce hoy lo oportuno de calibrar los proyectos a la “cultura del habe tar’ dei fugaren el que se va a construit. No existen -o, al menos, en mi opini6n, no tiene sentido concebirlos- modelos proyectuaies aprioristicos, vilides en si mismos por encima de las especificas condiciones histGricas y geageéficas en las que se va 2 interve- nit. Se sigue de ello que no tiene sentido proponer prescripciones de manual que dicten las regias abstractas de la proyectacién urbana Interrogarse sobre ia histona reciente de la propia disciplina ~vaiorando en ella ia dialéctica entre la permanencia de algunos caracteres de “larga dura. ci6a” y ia innovacién de tos momentos de *ruptura’= implica una intima, en cuanto que indirecta, tensién proyectual, Es sin duda una gimnasia ‘mental, saludable también para el fin de aprender a proyectar, el e\ezcicio Gel autoandiiss sobre los dispositivos que regulan el propio saber espect. Fico, desde el mismo lenguaje hasta las técnicas, Ante un proyecto, siempre es oportuno plantearse interrogantes sobre las motivaciones que han Ilevado a esa forma dada y sobre los Vinculos que han condicionado su ideograma. La profundizacin cognoscitiva sobre Jo mejor que se haya ideado, planteado ¥ verificado sobre un determinado problema puede evitarnos ei riesgo de volver a comenzar siempre desde cero recorriendo senderos fallidos ya trillados, y, en cualquier caso, puede ayudarnos a encontrar las innovaciones que aportar a las lineas de investi. Bacion a las que conscientemente pretendemos atenernos para retomar el camino hacia una nueva arquitectura a paruir del punto en el que se detu- ‘vo el trabajo intelectual de quien nos precedié, En este sentido, las paginas que siguen tratarin de oftecer un cuadro ‘onentativo dgil para quien se disponga a adentrarse en ia selva de papel dedicada a la cuestiOn, enriquecida en Jos dltimos aiios por el florecer de ‘numerosas investigaciones monogrificas. Para obviar el inevitable esque. matismo que la sntencién divulgativa de la obra ha comportado, he tratado de proporcionar a través de las notas las referencias bibliograficas esencia. les para Ia profundizacién de los temas de mayor interés. Restan, sin embargo, lagunas inevitables, ciertas ‘reas teméticas inexploradas. Pero, aserd necesario voiver a decir que “esta investigacion no es exhaustive’? ws dun omar 1 No ya Capa ad 0, nein Se sets enCreniah Sn yon ramos ev landes Gene yds sae Sl poy emi ns See sep prc era denn ot eee aco race ne, er Satna Connor ads Ss ard bps ch on ea mann a org ene eae (eat copa cs de oanen eat foe Shaner aia techs prs lege dr Chel en Caro Sgeze ‘Sr a ecard clea Eee 1k pore consi dey rere en aren tat aunge see secon opens foto im aw de wit ol eons ue dbs ere ss ot conddranbn: Be sues Ustass teals d Quen gine dere tinmene desu cquoaes pane, qe Wo conte tne Semcon ge El planteamiento morfologico de Queen Square evoca, como ha demos- trado Summerson, algunas soluciones ya experimentadas (y otras s6lo pen- sadas) por Edward Shepherd para dos grandes plazas londinenses, Cavendish Sauare y Grosvenor Square. En cualquier cas9, el aspecto mas Significativo dei proyecto de Wood es fa unificacién de ocho viviendas en lun Gnico bioque edilicio, un bloque monolitico que adquiere la imporzan- cia y la “magnificencia” de un palacio pablico, con su fachada mareada por el ntmo de las pilastras corintias y domunada por el virtual encastramiento con el frontén de un tempio. Al margen de la investigacién Filologiea sobre la primogenitura ce la idea, seri precisamente sobre la fusién de los ele- mentos residenciales en composiciones monumentales sobre lo que se basard Ia técnica constructiva ~y diria incluso que 1a fascnacién indiscreta— de Ia Bath de los Wood. Gay Street (1750-1755) esti compuesta, a su vez, por dos hileras de casas que trepan sobre las pendientes del valle y forman ‘con sus compactas cortinas una especie de camyan que concluye en et envoivente espacio circular del King’s Circus. Las obras para la edifiencién de esta singular plaza en forma de tambor se inician en febrero de 1754, pocas meses antes de lx muerte de John Wood, y mazcan, junto con la par cial realizacién del foro con la cortina de la South Parade (a partir de 1739), la consecucién de dos de tos objetivos nodales de la estrategia urbana que se habia prefijado, el Royal Forum y el Grane Circus En diversas ocasiones se ha sefalado ~a veces con malévola insistencia— que el origen ideativo de! King's Circus deriva de un equivoco nisténico, esto es, In erronea concepcién que Wood tenia del Coliseo, identificado por él mismo como fuente de inspiracion pero ai que creia de Forma cire lar y no eliptica debido a su falta de conocimiento directo y a lo tosco de algunas representaciones divulgacivas de la época®, Hay que reconocer, sin embargo, que en este caso el error result6 prolifico desde e! punto y hora fen que la tpologia del circus voiveri a ser propuesta en muchos de los ‘AUeVos conjuntos residenciales, difudigndose por toda Europa desde Inglaterra hasta convertuse en un paradigma de la conformacién urbana setecentista y ochocentist, Es probable, en todo caso, que el mismo John Wood tomara ei Coliseo como referente para la construccién del Crescent (1761-1772), ateniéndose ‘sin embazgo con mayor precisién 2 la morfologia y a las dimensiones rea- les dei anfiteatro romano, aunque limitandose a edificar s6lo fa mitad de la elipse. Tampaco se puede excluir que el complejo pueda epresentar el ter- cer objetivo de Ia estrategia urbana impulsada por su padre, en una ideal contintudad de obra, Andlogamente al King’s Circus. el Roval Crescent muestra un significant vo cambio arquitectOnico con respecto al modelo referencial 9 spas oo lees ects cont compra seo ngs Che Clic ‘Ebest ersenan sums scat cine: ora fa on rane somes Lael) Encontramos, en efecto, en el nitertor de la cavidad espacial esa articula- clon plistic de la superficie de faichads, marcada por el smo de las columnas, que en el Coliseo es adopiada en el extorior. Los tres érclenes superpuestos del Circus son sustituidas por John Wood el joven ~que se desvinculz en este punto del simulacro histofico~ por la elegante parutura de Un tinico orden de dos pisos de altura que se apova sobre et basamen- to pétreo del piso bxyo (inspurindose en el disefio de la Lindsay House de Inigo Jones), Resultado de cllo es un aligeramento Sptico de la amplia cortini eliptica, que, por Io demas, utiliza el propio declive dal terteno como componente escenico del conjunto. Nos encontramos ance una especie de “Versailles domestico", un edificio que, aun respondiendo a la logiet especulativa de una inversion empresarial, muestra smpreso el sello fulico de un monumento residencial. 4 lu teatralidad de Is conformacion externa se asocia un avanzaide principio de estandarizacion de las residen- cuts, ademas de I no desdefiable imnovacién tipolégica de I forma abierta, con sus ldos largos abiertos hacia amplios horizontes panorim: co: Quizits sea la suma de estas cualidces intrinsecas lo que hace gue el Royal Crescent se imponga como un auténtico paradigaia de la edilicat residencial y que todavia hoy dee entrever interesantes perspectvas d= readopcidn actwalizada" En cualquier caso, es sorprendente constatar ia rapicez ¥ la extensia de la reproduccién de tal tipo en la praxis construc tuva de los nuevos barnos ingleses. Entre sus primeras declinaciones emblemiticas merecen especial menci6n el Crescent construido por Joha Care en, Buxton (1779-1781), con la interesante variaate del basamento porticado, ¥ el Landsdown Crescent, de John Palmer (1789-1792), que domina con su larga y senal serpentina las alturas de la propia Bath, Sin ‘embargo, los crescents se dejan ver tambiga en las transformaciones urba- has de lus grandes ciudades: baste pensar en el célebre Park Crescent, construido por John Nash en Londres (1812), 0 en el imponente College Crescent proyectado por James Crag en Edlimburgo (1786) y realizado sdlo parciilmente pero euyo eco se depict sentir en lis construcciones de Principios del sigio XIX con tal reuteracién que llegar a convertizse en marca del nuevo Edimburgo. En poco tiempo, en suma, el crescent prerde lus connotaciones estilisucas especificas del prototipo original ¥ se con- viene en un esquema upologico mampulable en numerosas varantes dimensionales y formales Otro tanto puede decuse del circus. ya reutiizado por George Dance el joven con énfisis monumental en sus proyectos pars Ia sistematizacién del oar ado el pe Wi a i aed lene doa oka obs 26 be winded come caestion seecree entre tes segtes vit § Ets 4irea comprendida entre el puente y fa torre de Londres (1786-1791), v asu- ico postenormente como solucion formal en aumerosos cruces viari0s londinenses, desde Oxford Circus a Piccadilly Cireus, La amplia difusién de ‘este médulo urbano circular por gran parte de los barrios decimonénicos de toda Europa se ve acompafiada de Ia gradual extuncién de la tension estética propa de los iniciales proyectos residenciales, hasta transformarse en un sistema corriente de distribucién vara anular. A los Wood se debe, en todo caso, si no la propia invencién de dos tipos urbanisticos, si cierta: mente la puesta a punto de prototipos residenciales de amplia difusion: un fesultado cast inechentaro, debico a ta sabia manipulacidn profesional de soluciones ya en gran parte expentmentadss, mas que uaa opcién intencio- nal de onginalidad weatwa Un dlscurso diferente se impone para el sqware, ua tipo surbantstico ya definido antes de la experiencia de Bath y que encuentra su lejano ascen- dente en los grandes patios con prado de los colleges de Oxford y de Cambridge. ™ Destie los primeros afos del siglo xvi se abren en el tefido urbane lon- dinense clegantes plazas ~como el Covent Garden (1630) y e! Lincoln Inn’s Field (1640) de Inigo Jones~ donde las reminiscencias del Renacimiento italiano, y de Pallsdio en particular, se mezclan con las sugestiones de las places royales parisinas. Pero es sobre todo en Bloomsbury Square (1661) ¥ en St. James Square (1665) donde se dibuys ta tupologia urbanistica que carnererizari a edificacién de tos barrios ingleses de los siglas xvi y x1 Lo que distingue 4 los squares es ia doble clandad de la forma planimé trica, generalmente rectangular o cuadrada, v la coherencia compositiva de las cortinas ecifictas que 2 él muran, con una altura coastaate ¥ una itera cidn homogénea de los elementos esilisticos de fachada (sobnos, planos y, 51 no siempre idénticos, con frecuencia anilogos). Las calles desembocan cn ellos en los angulos ¥ mis raramente en ee con los lados del perimetro planimétrico, mientras que el resto de Ia superficie se dee a la vegetacion, dando lugar # parques 0 yardines bien trazados. Con esta tenica serin par celados fos terrenos privados (estates) en las nuevas ampliaciones, confian- do a los sguares el papel de centro dei barrio. Se incia asi ese proceso de formacién de las zonas residenciales por partes formaimente completas que caracteriza al desarrollo urbano de Londres. Los limites ce las partes vienen marcados, en la mayoria de las ocasiones, por los limites mismos de la pro- piedad de los terrenos (monopolios de un solo individuo 0 de un grupo familiag, ¥ mis raramente de un consorcio de propretacios) El caricter unsta- no de las intervenciones se ve reforeado ademas por el aparato de los regla- menios edilicios. Ca 1667, al adv siguicuie Wel CatustiGfleg meendio de Londres, se promulga la act for Rebuilding City, a cuys definicion conteibu- Ye el propio Chnstopher Wren, en calidad de arquitecto de la Corona, Dicha norma sanciona tres tipos edilicios normalizados a los cuales serd necesa- fio aienerse en In reconstruccién, y de ellos se definen, en relacion con la Beucorrre Gaavacnuota a7 anchura de las calles, no s6lo fa altura y el atimero de plantas sino incluso el espesor de los muros" La rigida definicién de estos criterios legislativos determina una consi- _guiente normalizacién de Ia produccién edilicia incluso en el Ambito ae la praxis empresarial de los bultlding leases que da ongen a los squares. En Un breve lapso de tiempo se alcanzan autEnticos standards de habita- cién que responden a los requisitos tipicos del comfort exigidos por los usuarios. La tendencia a la serialidad tipolégica no se vera comprometi- da, por lo demas, por la nueva Building Act de 1774, que, en Ia clasifi- cacion de los sipos, sustituye los criterios mis estrictamente edilicios por los eriterios del mercado. Los limites ce dimension y de valor de los inmuebles establecides por la nueva legislacion circunscriben un Ambito restringido de variabilidaa dentro del cual es convenience ope- rar, ratificando la tendencia 2 la tipificacién edilicia. Se configuca, asi, un standard difuso de calidad residencial ~digno, ordenado, aunque con raras puntas de excepcionalidad formal~ que representa un legado significativo de las técnicas de intervencién urbana puestas a punto en Inglacerra Linn ret modulo de los squares James Craig plantea el disefio det gran barno residencial atravesado por la Georges Street (1767), que da inicio al proceso de edificacién det nuevo Edimburgo. Se trata de una auténtica new town neockisica que se sitia junto al preexistente nicleo medieval y que en las sucesivas intervenciones, debidas a diversos arquitec- fos entre los cuales destacan fas figuras de Robert Adam y William Henry Playfair, se caracterizaré por una equilibrada composicién de crescents y de crrcuses,. ademas de squares, También en otros centros menores ~de Glasgow 2 Bristol, Buxton 0 Cheitenham= asistimos a iz edificacion de anilogos complejos residenciales, aunque en tono menor. Es reconoci- ble, en este sentido, un modus aedificandi del bamo inglés en la época georgiana” La transmision de este modelo de intervencién es evidente en Irianda Baste pensar en la Mereion Square (1762), en torno a la cual se construye tun amplio barrio, homogéneo no sélo por Ia unidad de altura de sus inmuebles (de cuatro plantas) sino también por Is extrema sobriedad de las fachadas de laarillo visto sobre las cuales resaltan los blancos portales columnados, los recuadros de las ventanas y otros minimos detalles fun- ciorales. uncut oe lesen loc stor! st bs awe re, nena inp ene ore mr de ane tama, rl Lets gan onde econeton, bleh ss poe erelonume Wren sbateaee por cd ur coppacone: get comport cals ica, ae espn a ‘ee a * nm 7 17.6 nay, con Slug Padre 19, LA DIFUSION EUROPEA DE LA NUEVA ESTETICA URBANA? TA OSCHLACION ENTRE RAZON Y NATURALEZA Por razones politicas y econ6micas bien conocidas, Francia ¢ Inglaterra asumen en el siglo xvit el papel de naciones-guia, En el terreno mas estric famente arquitecténico, el debate teGrico y Ia praxis construcuva de los nuevos barrios oscilan, en los demas paises europeos, entre la tendencia al enfasis ‘monumental y la sugestion por lo pintoresco; dos visiones det consinutr no identificables con culturss regionales concreias sino mas bien con actitu- des culturales inequivocamente supranacionales. Se trata, por otro lado, de concepciones no siempre antitéticas sino, las mis de las veces, coexis- tentes en el trabajo de un mismo arquitecto ¥ en ocasiones en una misma obra. Raz6n y Naturaleza son, por otra parte, los polos por antonomasia de lo que se ha definido como la “dialéctica de la llustraciGn" en los diversos dis- positives del saber cientifico, filasofica, econémico y amtistico. En el ambito especifico de In construccién urbana esta dialéctica se manifiesta con una _gestaciGn en muchos aspectos an mis prolongada y sintomatica En Francia, como se ha sefialado, el uso de la vegetacién como elemen- to determinante en la construccion de la ciudad se remonta a André Le Notre, que fue el primero en subordinar Ja arquiectura misma a la compo- sici6n paisajistica de sus “jardins de T'ntelligence”, y posteriormente a algu- ‘nos de sus prosélitos, como Claude y André Mollet, autores respectivamen- te de dos tratados sobre el arte de los jardines” Sin embargo, habe que esperar al Hisar de Laugier para encontrar una explicita y sistemética tear zacién de Ia referencia naturalista como técnica, antes abn que como ale- gotia, del dise’io de Ia ciudad, teorizacin que abre paso a ia concepcion “ilustrada” de ta dialéctica urbana. Conviene subrayar, en cualquier caso, que, a partir de Le Nétre, el disefo de parques y yardines se libera de su twadicionai sumision a la arquitectura (como mero instremento de “embelle- ‘eumiento” de los edificics) y llega a asumir el papel de técnica-piloto de la fenovacion del paisaje urbano © de geometiia generadora de los nuevos trazados morfologicos de las grandes ciudades. Con andloga evicencia, Ia estética del pintoresco se ensaiza en el buemus cultural anglosajon desde que sir William Temple, en el ensayo Upon the Garden of Epicurus (1685) alude 2 "la condicion moderadamente selvatica de los jardines chinos como medio para evutar ta anificiosidad cel jard formal a la francesa” Se dibuya asi ia alternauiva inglesa en el disefio de argues, aparentemente mais empirica y fiel a la naturaleza pero, en el fondo, controlada con un rigor eimilar, Como aclara Wittkower. i Jb de ton, 15. Moe, Tie lan rg. Pa 6 ee SE Sec a atm og oe ee el es cower pd p88 Ep cp. Beneoerre Gaavacnuote Los prandes pines ngleseseilends en ef petioda 1730-1760 eran Bises cui dtastetette proyectos, conentan temples ygeutas steals, urs bons, cassis ‘ris sepenteintes, eemenios geaerlmente tevestdos den significa pei, est ‘inde pars waumalar un aria numero de siceriones Herma peesentaad tambien ‘sce une porto de vis Una peolueds ain con los jardin cine, Si ema, ‘or os ines pasate dante ere deceminY gram parte del custo prcdonnae “Grerevluivamente fs coneirocerones cscs” Asi, puss, gradualmente In sugestion exéuuca de Onente cede su lugar 3 le amtologia de ls Hélude, dando lugar a esa hibria tendencia aquitecton- ca que se ha ddo en llamar el “clasiismo rominuico" y que informa gran ante de la produccion arquitectnica curopea en los afos a caballo entre el siglo svt y ef xs" 1s improntas sobre el terreno de la concepein urbana de la estéuic dol pintoresco vienen testmonisdas, mis atin que por ki abundante tate dlstica sobre los new prunciples of gardenmg, por algunas realizaciones entre lis cuales se cuenta Ia escenagtitica Acrépolis de Carlton Hill en Edimburgo, constelada de falsas y aleg6ricas ruins” Por otro lado, st empliamos nuestro campa de vision se puede constatar que | bypolanclid artificio-naturaleza, monumento-passa alidad-organe- “cicad, distingue en toda Europa el nticleo hegemonico de las tecnicis de disco urbano, nto en ka edifiacin de "Is como en ld fontucion de lis existentes. Lo demuestra tanto br fundscion Ue San Petersbuigo, provectads por Jean-Baptiste Le Blond como una auténtica ctudad-pargue, como los namerosos burgos reales descentrades que, en kt esteli de Versalles, se difunden desde Alemania (Charlowtenburg cerca de Berlin, Ludwigsburg en las proxumudades de Stutgart, Nymphenurg en los cercanits de Munich, ete) Austria Gchanbruna, junio 4 Viena) 0 tala Stupinigt y Rivoli en las cercanias de Turin, el compleyo real de Monz proximo a Milin o los de Capodimonte y Caserta cerea de Napotes). La voluntad de nsertar amplios putmones verdes en ef interior de los telcos. lurbanos esti atestiguadh ademas en Espata por el sistema integrado de ppaseos y parques ntroducido en Madrid con Is formacion det Prado de las Delicnas ¥ el Jardin Borinico, sistema exendido después a otras crudces con la apertura de numerosos paseos* y jardines (de Barcelona a Sevilln, 30 Cordoba, ete). La manifestaciOn mis lamativa del binomio artificio-natura- leza, que roza cast los limites de demostracién diciascdlica cle la cuestiOn, se encuentra en Karlsruhe y en Aranjuez, dos ciudades de nueva funda clon que muestran una extraordinaria y acaso snvoluntaria anatogia en su plantearmento. En 1739 Jacob Friedrich von Betzedorf traza el plano de la aueva Karisrueé, concebida como una gran estrella que tiene su perao en una casa pancipesca preexistente y treinta y dos ejes radiales, algunos de los cuales se provectan en un parque edénico, disolviéndose después en el puisaje boscoso, mientras que otros sirven de trazado urbano adicandose en I ciudad de piedra. No muchos aftos después, en 1750, un esquema similar es adoptado en Espaiia en Aranjuez, una ciudad para veinte mil habitantes fundads por Fernando VI. Por encima de las inevitables diferen- cias, estas dos experienciis limite tienen en comtin, precsamente, su anhe- lo de sintesis entre antficio y naturaleza, exhibido en toda su espectacular euidenci. asuncién de la Naturaleza como magisira vitae se ve acompafada en la €poca de las Luces por una fe igualmente fuerte en el “catecismo de ta Razoa". Y es justamente hacia este otro polo hacia el que se orientan con mayor decisién Ia reconstrucci6n de Lisboa por obra de Dos Santos ¥ Mardel, 1as modificaciones de Berlin por Andreas Schidtter y von Knobelsdorif, el nguroso damero de El Ferrol y de los barrios maritimos de Barcelona, ia sistematizacién de Amalienborg y ix ampliacién del barrio Nyborder en Copeahague, iz expansion programada de Turin provectada por Juvarra, ia palazzaia de Messina de Minutoti y las grandes obras piibli- ‘cas realizadas en Napoles por Vanvitelliy Fuga. Una descnpcién detallada de estos diversos episodios nos apartaria del hilo det discurso hasta aqui desarrollado. Es necesario, mis bien, fijar nues- tra atenciGn en algunos principios estructurales de las diversas experien- ‘cas. El rasgo comin mas significanwo a analizar es la regularidad de tos tazadas urbanos combinada con ia senalidad de los procedimientos cons- tructivos. Es bien cierto que no siempre la tencencia a ki repeticion modu- lay alcanza la evidences inequivoca de los edificios-tipo de Lisboa, Turin 0 Messina. Por lo demuis, la tension no resuelta hacia las antinomias concep- tuales de repetitio e intentio, senalidad y vaniedad, regia y excepcion, rigu- roso y sublime, atraviesa en diagonal toda a produccién teérica de ta epoca, como demuestrin de maners emblemicen tanto la exaitacién del extusis ideativo presente en el tratado de Boullée como los refinados estu- ios marematico-musicales de Francesco Mani Pret sobre ln componibilidad de In altura de los edificios en las cortnas varias y, mas en general, en las conformaciones urbunss" Es indudable que la exgencia Ue wii ipi/cuidne 1795, ee de A Bowe at, Tt hes om xo tc se ates amare, Bens Ga le Bt hanes, Pe, nm arcs re TB a FS emerge con fuers dela consiiccon de fas cvéedes en el Siglo de Ins Mee. gebe buscar variedad! en fs cosas que tienen un mismo destin, eae Hees Reign es Unica y debe ofrecer en tod partes 105 mismos 1a es tas nercoades, see em un forme sedecade rns 9S Tes adele ees Stences®Y eg sntormtico que as pr Fae ee ipiicncion sera de as inferrencronesurbanas sean er ee ena por sectors sjenos al adiconal mbt dscp are a arqutecure ; argo ae ibn urbana va siendo sustatda @ fz hegemon'a Far cscplinn aquterica pa converse en trend de provera eres gpostavos del saber ccentfico™ de [a medicina 8 encuentra police, i topouafa ana, fe wgenseti, as 1B Semaneas, Es dificil definir con exactifud una fecha que indique el puate ae ee el embeliscement clsico yi fiemacin de esa acttud Fe ge od que conduc 2 Is dence corpus discp far dl urbanisio conemporineo [DE LA CIUDAD-MONUMENTO A 1A CTUDAD-SERVICK LA TRANSICION EN EL UMBRAL DEL STGLO XIX uo ya hstoncamenteinevestonado est enstenca de una concae- a et liea ene adil innovacion de fs eos de PO Me ea i yeouuion tere onsen el Urbano Suen era Pot meafogic dea avevadscipina mies, en efecto, a er feaces, vanauasy comple ene ns cuales unplug proauceion ee vert como determinant, peo modtcalén 0 ose o> Buran al pop slo xX sguenexstendo 2 aon casera if canoe, de natusiem exticamente cana eas ecentes ers latan ene ence ¥ cut | Sepunsecien cscplnarceleproyeacion bana, coe ere un error far los cracteres de pera eee sr eee pgices de Ia onstuccion de Ia edad, Pero eo es Pe naga los degorona poducdos en el eo de igualent er or acones exeros como por momentos de repan ‘cer mrernass propa sci comet ree et SR i ae eee ae, oa a STR el eect ere se le arts aye ene a sol ee ee ck sor om a a ral fin, ie Goel ese ce ee he es rt ne co Soe erg eins a ear mem SSeS precast Hisronra cet Uneawiswo en EUROFS Es cierto, por ejemplo, que desde mediacios del siglo x¥mn, de la codif- ‘eacion sistemética de los auevos saberes intentads por Ia Encyclopédie G751) de Diderat ¥ D'Alembert, det nuevo papel del técnico proyectsta instinldo por Ia Ecole des Ponts er Chaussées (1747), de las elaboraciones algebraico-geométricas sobre la exacta representacion cartogrifica del ter- {otto introducidas por Johann leinnich Lambert (1728-1777), de las invest- aciones higiénieas sobre Ia salubridad de los espacios construidos llevadas 4 cabo por la Société Royale de Médecine y por la Académie des Sciences, fen summa, de un heterogéneo acervo de diversos fermentos, se alimentan los gérmenes que conducirin a una inevitable revision Ge los instrurnentos, de las técnieas y de los métados de la proyectacién urbana, Desde muestra Optica, es importante fijar la mirada sobre todo en un fendmeno inédito que afiora en Paris 2 finales del siglo xv para converur- se, después, en una prictica que se difunde por toda Europa en la época nnapoléonica: Ia recalificacién de ios planes de expansi6n controlaca del crecimiento urbano a través de la individualizaci6n y la cuantificacién de los equipamientos colectivas considerads indispensables para cada barcio, Ala edilicra residencial se alade un programa de intervenciones publics, dictado indudablemente por una estrategia de control sobre ia poblacién resideate y de cafatizacién de los simbolos del poder, pero que, 2 su modo, introduce una innovacién sustancial en la concepcién misma dei barrio. La diferencia entre los monumentos tcicionales del ancien régime Cglesias, palacios, estatuas, fuentes) los batiments cwils dela ciudad bur guesa (escuelas, hospinies, circeles, ayuntamientos, museos, bibliotecas, rercados, aduanas, cementerios) es cualquier cosa menos desdefiable y va mucho mis alli de la evidente diferencia de destino funcional. Al contranio aque el monumenco, e edificio de servicio cwvil no es concebicio, en efecto, ‘como un tua:cttm, sino programado en sente mediante un plan de distribu. cin tertoral de las insutuetones, eazonabiemente similares en su plantea~ rmiento tipologico y en sus reqursitos esenciales. Resultado de elloves esa apremiante exigencia de fpiicacién logiea de los edifcios pablicos que encontrar, en los umbrales del siglo XIX, una sistemauzaci6n teérica ejem- plar en los tratados de Jean-Nicoles-Louts Durand, Louis-Ambroise Dubut ¥ Jean-Baptiste Rondelet™ Pero, como se ha sefalado, ia idea ce una progra- mada distbucion de las nsttuciones cwviles sobre el teritorio ciudadano se smpone en Paris ya antes de la propia revolucién de 1789 En 1773, la Ecole des Ponts et Chausséss inicia un levantamiento siste- itico de los barrios de Paris y, al afto siguiente, el arquitecto Verniquet comienza, con su Atlas, la primera representacion cienifica de todo el te 2 che JW Oo, At pare es anc made reared, et, 80 I, Pee hp us a 1) cnet stat ea, a ese {ccm dara cox peo tate! one, tad Pons Wall ch Dube renal Ps [Berke ts aes ce re Fr Psa ee eon Bewsoerro Gaavacnvoce a tono de fa ciudad-capital (que le supondna mas de nueve aftos de asiduo trabajo con |s ayuda de un centenat de gedmetras), ofrectendo una base fable a las previsiones programaticas del subsiguiente Plan dies arises de 1796, ademas de uaa mateiz perfeccronable para los suceswvos fevantamien- tos de fh ciudad-capital, tales como el extraordinano eiflas de Vasserot Bellanger de los primeros aitos del siglo XIX Estos andlisis, que pessiguen lun canocimiento no ya empinico de Is fenomenologia yrbana Cy en particu: luc de la periferia) son de por si siniomiticos de una voluntad de control de conjunto que supers la tradicional logica de lag intervenciones de “emibellecimiento” limutidos a partes intemnas de ia cuudad de forma cereada fo cast inmavil, En la senda del emergenre “neo-hypocratismo", se antenta facionalizar el espacio urbano descongestionando las zonas msalubres por exceso de densidad de habitacion y, al mismo tempo, programando areas e nuevo desarrollo, Es In idea de eveeimiento controlado, que representa tuna fase de transicién del modelo elisico de la ciudad-amurallada 2 Ia con- Cepcion de la cntdad de crecimiento iimitado que se afiemara a finales del siglo Nts. [Li otra modificacién, estrechamente ligada a ta idea del erecimiento controlado, que se registea en esta misma fase es la asuncién del prieipio Gels distibucion wotropa de los equipamientos sociales, que desarrollan ta Goble fancin de atalayas del poder y de polos de mncentwvacion v cualifice~ ign del desarrollo urbano. Con la subdivision del territono panisino en doce circunseripctones administrativas (arondissemients) inickada por el Directono y sancionada por el Imperio, se afirma defininvamente Ia ten- enc ater a los barrios un geado de relatva autonomia “ewil, pero no autosuficiencia, confiando a las msttuciones el papel de conexion de la ted centralizada de control. ‘i luz de (odo ello, os mismos proyectos de Ledoux para los Fermers Goneraus de Paris (con Is prevision de 35 aduanas distribuidas 2 una dis. taneis cast constante a lo largo del perimetro urbano) ¥ para su, mas conO- eda, ciclad-modelo de las Salinas de Chaux asumen el valor tansparente de prefiguracion de una nueva onienticion estrategica en el diseito urbano. Exe aspecto lntente es, en cigrtos aspectos, ain mas signifieatvo que el evidente caricter uropico que ha atraido en mayer medida Ia atencion de jos histonadores* $i la forma de las Salinas muesira aun enfiticamente iene re ‘noc nace ar a enone redo i, haga, ats a Shs een tr desire tls geo sr 9 een, ranma am. et {Eire eee a orc amend cnt ne ny ‘Sie hetoecte Sonsgomens, sons ccs, se, meta eso basi Ln. todos los signos de la magnificencia y todas las limutaciones de la extidad- ‘monumenta cel siglo vil, la concepcién del mecanismo urbano contiene ya, por contra, la semilla innovadora de la cmidad-serercio? No es casual Que el propio Ledoux definiera a este fragmento de utopia realizada como illo socicle” En las intenciones proyectuates explicitus, la cealizacién de los equipamientos civiles (desde los hospitales a los baftos pablicos 0 al cementerio descentiado) viene indicada como condicién esencial del per- fecto funcionamiento de Ia ciudad-ideal en mayor medida aun que la forma *pandpuca” que la earactervza, punto de llegada y no de parida de tn largo trabajo de ideacién® Sin embargo, no hay que detenerse en las panencias. Una prueba mas del papel de anticipacién jugado por las Salinas de Chaux nos la ofrece, de manera emblemsinca, el provecto no realizado de ‘Anrolint para el Foro Bonaparte (1801) en Milin: un gran cireulo monumental, tun grant collar de construcciones de servtcios podria decuse incluso, que fexplictamente tiende a trasplantar al eora26n antiguo de la ciudad lombar- «vel sentido Glimo del programa "social" de Ledoux. En el mismo siglo XIX, muchos gestos inéditos se funden con formas antiguas. Anacronismos yambivalencias son los signos més evidentes de festa delicada fase de transicién en la que los senderos dei provecto se bifurcan. Necesidades y deseos, util y bello, estructura y forma, se escinden ‘en mbitos conceptualmente distintos que encuentran respuestas en diver- ‘sas especiatizaciones, aunque reanudables en obras de sintesis, Por un lado, Ia nueva figura del tecnico engagé en el aparato estatal, constructor Ge las obras pablicas y garante del funcionamiento de ia maquina urbana; por otro ei arquitecto ligado a la gran clientela prvada, cl arquitecto det principe o del dandy, creador de formas eclécicamente “sublimes”, clisicas, poticas, exoricas. De manera paraddjica, es precisamente et engagement det primero lo que poteneia la libercad ideativa del segundo. En efecto, en los mismos afios en que se reorganiza y refuerza el apara- to del Estado moderno se afitma, como contrapunto, la refundacion romén- tuca de [a individualicad, Esta acentuada bipolanzacion se encuentra en la ‘musma disposici6n urbana de las grandes ciudades, donde mas consistentes aparecen los procesos de transformacién. fn el Berlin de Schinkel, ef Edimburgo de Adar, el Londres de Nash, el San Petersburgo de Rossi, el Paris de Percier y Fontaine, ta Roma de Valadier, el Nipoles de Niccoliny, la Atenas de Von Klenze, en suma, fen cast todas las grandes ciudades europeas, asistimos 2 la coactualidad de ed ne, ag i om pe a de a a glo a ‘ype een dtl panapeco pangs sins J Les en ean awl eae gt pie ni ne "amen! pcan Pe 7, pecs wisn cag Pra 9 Yo som Fay Sot Pu sme rin Pa, sn a, be Mayer ee. sh, AL Bengoerre Gaavacnuore 35

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