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Teoría Egológica Del Derecho Au Problena y Sus Problemas
Teoría Egológica Del Derecho Au Problena y Sus Problemas
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Y hemos tenido que hablar de un conocimiento de protagonista —diverso del conoci- miento de espectador que es el tinico conocimento comin- mente admitido—, por estar hablando precisamente de semejante fenomenalizacién del ser juridico como con- ducta. Esta terminologia permite tematizar los aspectos sub- jetivos de la experiencia juridica o el juego de la persona- lidad en ella, sin despertar gramaticalmente la sospecha del subjetivismo o del personalismo, que el uso liga hoy a los derivados de estas palabras. Las cinco tesis que subsiguen contienen las bases de todo el desarrollo sistemtico de la teoria egolégica del Derecho. p= PRIMERA TESIS EL DERECHO COMO OBJETO ES CONDUCTA HUMANA Se rechazan las ideas de que el Derecho sea norma, © de que sea la voluntad de un legislador, o de que sea la voluntad o el pensamiento de un Dios, o de que sea el precedente, o de que sea una transposicién de los inte- reses humanos a un plano de interés colectivo 0 social, © de que sea una conformidad racional con la naturaleza humana; es decir, se rechaza todo cuanto se ha especulado sobre el Derecho, porque en todas estas premisas como punto de partida de la especulacién se verifica un cons- truccionismo antifenomenolégico. En efecto: cada una de estas hipétesis consiente —por definicién 0 por gene- ralizacién—, una afirmacién referente a la experiencia juridica que no deriva con necesidad de esa experiencia, ni es inmanente a ella. La afirmacién asi consentida es, en mayor o menor medida, gratuita y arbitraria; filoséfi- camente carece de fundamento para servir de fundamento. La concepcién egoldgica abona su propio aserto a par- tir de la doctrina de las personas como sujetos del Derecho: s6lo el hombre es persona porque la hay en él; lo con- firma la propia situacién personal desigualitaria de los esclavos, con su lote de deberes juridicos acentuado y con su necesaria facultad jurfdica para cumplir esos dcberes. A pesar de lo que dice Kelsen, en el hombre juridico hay ontolégicamente una persona y no meramente una perso- nificacién artificial como ocurre en las asociaciones. Y a pesar de To que dicen Ferrara y Ross, no pueden tener =derechos subjetivos ni los animales, ni las cosas, ni los néimeros. La experiencia frustra esta bizarra asercién con evidencia ontolégica; Aristételes diria, acaso, que “el ente se niega a ser mal administrado” (Metaphysica, 1076 a, Book A. 10, trad. Ross: “but the world refuses to be governed badly"). Incitato, el caballo de Caligula, no se convirtié en cénsul ni en sacerdote, a pesar del famoso rescripto imperial que lo exaltaba a esas funciones, por la sencilla razén de que no le era ontolégicamente posible semejante conversion. EI argumento egolégico prosigue destacando que si, en cambio, un parvulo tiene esa posibilidad personalista de que carece el animal, pudiendo ser cénsul, cardenal 0 rey desde su mds tierna infancia, es porque su tiempo existencial lo tiene proyectado o estampado en el consu- lado, ¢l cardenalato 0 el trono como un programa o pro- yecto que anticipa el futuro; por lo cual el presente del parvulo, a diferencia del del animal, es anticipacién y no instante, con lo que el parvulo Iegard a término cargando como pasado aquello que emergié como el futuro de toda la trayectoria vital en la modelacién de esta trayectoria. Y tan pronto como la existencia personal sea calibrada como coexistencia, resulta obvio que la sobrecarga del pasado contenida en la temporalidad del pirvulo, es muy anterior, en gran medida, a su propia vida individual. En la teoria del Derecho aparece asi el problema del tiempo juridico como esclarecimiento del ser juridico: la verifi- cacién de que el presente humano no es instante sino anticipacién —que es ontolégica porque da cuenta de lo que a esa existencia la hace ser lo que es—, no sdlo explica Ia naturaleza histérica de la experiencia juridica, sino que contiene la posibilidad misma de esta experiencia con absoluta generalidad. Por ultimo, el argumento egolégico concluye sefia lando que jamés ningdin legislador crea “el” Derecho. ni puede crearlo; que puede sdlo modificarlo, es decir, que =e s6lo puede crear la modificacién, forzosamente parcial, del Derecho, pues haga el legislador lo que hiciere, siem- pre encuentra, ya, funcionando un Derecho dado con anterioridad en la experiencia. Y esto es asi aunque el legislador asuma sus funciones como un legislador origi- . La posibilidad del legislador no pasa de la modi- ficacién de aquel dato, ni de alli puede pasar; no esta en sus posibilidades comenzar sobre «in vacio juridico. Este Derecho que preexiste siempre a toda modifica- iényque en él introdujere un legislador, esté, con todo, ‘en alguna parte y es forzoso que en alguna parte esté. Esté en Ia conducta de la gente y es obvio que sélo allf puede estarlo, Pero la tinica plena necesidad que hay para que el Derecho esté en la conducta, es que él mismo sea esa conducta. La necesidad de que hablamos es, pues, Ta necesidad ontolégica. También alli se radica y allf subsiste, por, la misma raz6n, el Derecho que la legislacion hubiere modificado, En la medida en que con el Derecho tenemos una experiencia de realidades y en que esta realidad es, sin un tercer término, o bien la mecénica de la Naturaleza 0 bien la libre del hombre, ya se justifica, con necesidad légica, decir que el Derecho esta en Ia conducta en cuanto que no se lo encontrare en la Naturaleza, Pero la nece- lad ontoldgica va més lejos al decir que el Derecho est en Ia conducta porque es conducta él mismo, dando ast cuenta también de esa radicacién del Derecho en la con ducta como un estar, en virtud de su ser. Ast decimos que el perro est4 en cl campo del mamffero porque es mamt- fero & mismo; y asi hemos dicho que el ser humano —asociado 0 aislado, que es lo mismo al final de cuen- tas—, tiene personalidad porque es persona él mismo en su realidad ultima. Como se advierte, la necesidad ontoldgica contenida en Ia tesis de que el Derecho es conducta humana, nos revierte a esta intuicién de Ie persona con que comenzd perio Oe eemmestro discurso y la despliega a la vex que sin agregarle nada, sin privarla de nada. La tesis se autentica por su total fidelidad al dato que tematiza. La tesis no construye tuna coherencia, sino encuentra una necesidad. Y ha de sefialarse que Ia conducta como un hacer ¢s, en rigor, un deber hacer, pues nada seria promovido al ser por la libertad, si ella no lo vive como debiendo ser. La libertad ‘como fenémeno es un deber ser existencial. Poe SEGUNDA TESIS LA CONDUCTA JURIDICA ES PERCEPTIBLE La conducta, claro est4, es la propia vida humana; para hablar del Derecho como conducta, se requiere en ésta una especificacién. El Derecho siempre es vida hu- mana, ni mis ni menos; pero no toda la vida humana es Derecho. Cuando nos referimos al Derecho como con- ducta no se trata de una conducta cualquiera, sino de Ia ‘conducta humana en su interferencia intersubjetiva 0 con- ducta compartida. Como se trata de una experiencia de realidades, la ‘especificacién que se busca ha de ser, en primer término, una especificacién sensible, es decir, que ha de correspon dlerse con una percepcién del mundo externo. El Derecho, pues, ha de aparecer como un fenémeno en el mundo; lo cual quiere decir que una percepcién sensible entrega a la intuicidn esencial lo que. hay en él de conducta como ser genérico y lo que hay en él de Derecho como ser es- pecifico, La conducta es intuible para la sensibilidads los fenémenos de conducta se perciben en lo que concierne a la exteriorizacién de elly Pero no se trata, para el ju- rista, de la intuicién din4mica de la condueta en su perte- nencia a la Naturaleza; cosa también posible en alguna medida, que concluye en su medicién como esfuerzo o en su trazado como movimiento. *Aqu{ se trata de la intui- cién biografica de Ia existencia humana como fenémeno de conductasprecisamente, y sobre cuyo miicleo perceptivo seisba originatio —la intuicién del ego como alter ego on la presencia somatica del prdjimo—, Husserl ha efectuado ‘un andlisis concluyente en la V# de sus Meditaciones Car- tesianas, sea que se lo confirme empiricamente como pro- blema de la psicologia infantil (Charlotte Biibler), sca que se lo desarrolle analiticamente como problema de la hermenéutica existencial (Heidegger, Ortega y Gasset, Sartre, Merlau-Ponty, Kwant, etc.) . La teoria egoldgica, que comparte esta conviccién Désica acerca de Ja intuicién primaria del alter ego en la conducta que le pertenece, recurre a ella para dirigir de jnmediato su percepcién sobre lo que alguien hace en cuanto que forzosamente él viene a estar impedido 0 no impedido por otro. La conducta percibida queda ast definida por su impedibilidad; ésta es nuestra especifi- cacién y se trata, claro est, del hacer conjunto resultante de Ia actuacién que cabe a ambos sujetos que participan en el trance. Si hubiéramos recurrido a otra intuicién biografica para atender tan sélo a la conducta aisladamente personal del titular del comportamiento, habrlamos percibido lo que alguien hace en contraposicién a lo que él mismo comite; y el fenémeno de conducta, ast definido por su omisibilidad, aparecerfa como una interferencia subjetiva de acciones posibles. Esta es la percepcién sensible que entrega a la intuicién intelectual la esencia de la Moral, que también es conducta. _-sPero la percepcidn juridica es diferente de la percep- cién moral; aquélla intuye Ia conducta en su impedibi- lidad y por eso el Derecho como fenémeno resulta ser una interferencia intersubjetiva de acciones posibles. Lo que como ser juridico se nos aparece —sea que el acto esté impedido, sea que no lo esté—, es una conducta compar- tida, es decir, el hacer conjunto resultante de la actuacién que cabe a ambos sujetos que participan en el trance. Y si decimos ambos sujetos, s6lo es por referirnos a su posi- pees bilidad minima, pues la coexistencia es, en rigor, una pluralidad abierta. Esta conducta considerada en su im- pedibilidad, es un hecho de experiencia que la percepcién sensible percibe como fenémeno biografico; es el primer hecho que al estudiante de Derecho le concierne ver y en. el adiestramiento de lo cual radica la clave de toda su educacién técnica. Quien no logre advertir Ia simplicidad coexistencial de la conducta compartida como actuacién conjunta resultante, obnubilado por la pluralidad exis- tencial de las conductas individuales que moralmente también puede contemplar en Ia misma experiencia, ée no puede aprender, ni ensefiar, ni investigar nada acerca del Derecho; tinicamente podré repetir opiniones ajenas © construir como opinién propia un puro pensamiento meramente coherente. Pero el que por si mismo aspire a ser un tratadista, un juez o un abogado, requiere aquella visidn, para no quedarse en el aire. La realidad del Derecho toda entera, se radica en este dato fenoménico bajo la garantia de esta percepcién sensible. Pues cabe destacar que en este acceso intuitive a la experiencia, no hay un mero punto de vista categorial que aportarfa el sujeto cognoscente como creador de un ‘objeto que existirfa tmicamente en cl conocimiento y ‘como conocimiento; por el contrario, hay un perfil de la conducta que ella en si misma exhibe como objeto feno- ménico. Se trata del perfil coexistencial del _comporta- miento mismo como pura y bruta actuacién que se apre~ hende énticamente mediante una percepcién sensible. Cualquier acto social del ser humano nos permite veri- ficar esta exhibicién éntica y percibir la dimensién jurt dica de la vida humana: pensad en el vecino que toma asiento en Ia plaza municipal de su barrio o en el parro- quiano que fuma dentro de una confiterfa, El jurista no atiende, en un caso, a la pluralidad de conductas indivi- duales por lo que hacen,y al propio tiempo omiten, el vecino que toma asiento én Ia plaza y los transetintes que = 88 =arena Re ET TT pasan por su vera; ni atiende, en : vera; ni atiende, en el otro caso, a I i oe individuales por lo que en Wai x pi ee omiten, el parroquiano que fuma eee porch los otros parroguianos que beben aa pees jurista atiende a la conducta ahd a a conjunto pero tinic aetuacion indivisible rela que a See are eee ane en la plazaymunicipal, ni el parr Ae et aes de fumar en la confiteri Fe mae BSE codaccine i ae ceeria etnias ] d sre la base dl sii Socxienil jr snte a elses dee specifica intencionali: Gee “To defi ae a oe cionz lidad de conciencia que lo eta S eal S Sa a se comprueba porque respecto 10 chos caben la pene nbos la pregunta y Ia an _ i licitud 0 Ia ilicitud de lo ate ss mae een ares a averiguar si el vecino tiene dere: re de sentarseen Ia plaza y si el parroquiano tiene fersttaee fo cabe plantear nin; a sana de esta Sere reais ee individuales ereridas era omisib F cabe plantearlas ct individuales estén referi edibilidad, Io gue indivi feridas a su. impedibilid: Sieve bablar ya de ona condaca ee e ete Ror ora resultante de Reine € istencial vivencialmente sim eee orice a Se pena ido de tomar sn asento por Ia. oposicién de ls oe aes ae cl parroquiano fucre impedido de fum: oer Scie ceeieaceaes ieee ated woblema por su reverso y da card st a as ferso y da cardcter definitive a nuestro La conduct: i : 4 fa compartida en cuanto i i intersubjetiva de acciones So ae enh iones posibles, esclarece tambié ee begun alteridad juridica, que aparece es Ba focemo de Ta tec asset EE a Ecco cocoldsticn, Pa) Geen en mee eee fo tea ® si fuera — Me ‘una relacién teleoldgica de 1a conducta donde el destina- vane de esta relaciOn seria un alter 260, Pere a alteridad juridica no se radica en Ia fntencién del sujeto actuante no se jsién que le brinda Ja presencia del pro- frente a fimo; si asi fuese, serfa una alteridad psicoldgica que s6lo Rimpromete a la conducta en su omisibilidad. En cam- Carte teridad juridica es ontol6gica porave Sf ser el irremediable comportamiento conjunto resultante, al Garnos un co-hacer, en la medida en 406 Ja mera presen ‘Gia del projimo, por impedir 0 no impedir, es el compor~ ca iento que € desenvuelve en a situacién. Para la persona humana, su presencia ractuacion y su actuacion es presencia, en la medida, de su libertad. Por eso la in- © Pip renejble decide si el fendmeno de condnee impide figo 0 no lo impide, precisamente Porat ambas posibi- +e sce integran por igual 1a impedibilidad qos Ia con- Tats viene como dimension cocxistencial; ¥ decide tam- dincta ey Mega a ser el caso ni de lo uno Ai de lo otro. Gualquier espectador puede percibir lo uno o Jo otro, en To que le ocurre con los transetintes al veel que ocupa Jo aero en un parque municipals pero ni Je 100 ni lo Ta conducta de quien. en el otro puede set percibido en Stem momento, estuviere pescando er Alaska, porque Zon esta conducta no adviene a la experiencia ni siquiera Serine impedimento como telacion de alteridad, respecto wo que se fenomenaliza en el paraue smunicipal del ‘ejemplo. En la medida en que Ja existencia humana ¢s coexis- cencia deta es-la formula candnica de Heideger® la A no ha de ser encontrada por doguicr jstencia personal. Y asi laYou might also like
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