argo, ha ido abriéndose camino poco @ poco
hacia un piblico cada vee mayor, no es algo
que podamos leer con condiciones ni hactendo
las trampas que él nos hace, Debemos aceptarfo
o rechacaria como to que es, xm difteil y des.
garrado texto de vocacién intensamente subs
versiva, qué se alimenta de ta mitologia de
nuestra infancia y de refinadas experiencias es
tétioas a a ver que de un esfuerzo trdgico para
sacar de st, a la luz, esas verdades horrendas
due, para usar una comparacién que sin duda
no hubiera molestado a Bataille, los catdlicos
solo se atreven a musitar con esfuerzo en Ia
seguridad oscura del confesionario,
Mario Vargas Llosa
Lima, octubre de 1978.
Historia del ojoEl ojo del gato
Fui educado solo y, hasta donde recuerdo,
siempre me apasionaron las cosas sexuales. Cer
ca de dieciséis aos tenfa yo cuando eonoci a
tuna joven de mi edad, Simone, en la playa de
X... Nuestras familias Se encontraron un paren-
tesco lejano, cosa que precipité muestras rela-
ciones. Tres dias después de conocernos estébs-
mos Simone y yo solos en su casa, vestida ella
con un delantal negro y un cuello alimidonado.
Empecé a adivinar que compartia mi angustia,
tanto més fuerte cuanto que ese dia estaba des.
nuda bajo el delantal.
Llevaba medias negras de seda sujetas por
encima de Ia rodilla, Todavia no habla podido
verla hasta el culo (ese nombre que empleaba
con Simone me parecia el més bonito de los
nombres del sexo). Me limitaba a imaginar que,
levantando el delantal, le veria el trasero des.
nude.
En el pasillo habia un plato de leche destina
do al gato.
1—Los platos estén hechos para sentarse
dijo Simone—, gQuieres apostar? Me siento
en el plato.
—Apuesto a que no te atreves —-respondi yo,
sin aliento.
Hacia calor. Simone colocé el plato en un pe-
quefio banco, se instalé ante mi y, sin desviar
Ios ojos de los mios, se senté mojando el trase-
ro en la leche. Me quedé algtin tiempo inmévil,
temblando, con la sangre en la cabeza, mientras
ella observaba mi verga dilatando el pantalén.
‘Me acosté a sus pies. Ella ya no se movia; por
primera vez vi su «carne rosa y negras bafiada
en leche blanca. Permanecimos largo tiempo
inméviles, tan ruborizados el uno como la otra.
Ella se levanté bruscamente: la leche resbalé
or sus muslos hasta las medias. De pie por en-
cima de mi cabeza, se secé con un pafiuelo,
poniendo un pie sobre el pequefio banco. Yo me
frotaba la verga, agitandome en el suelo. Goza
‘mos al mismo tiempo, sin habernos tocado el
uno al otro, Sin embargo, cuando entré su
madre, me senté en un sillén bajo y aproveché
un momento en que Ia joven se acurrucé en
Jos brazos maternos: levanté sin ser visto el de-
antal, pasando una mano entre sus célidos
muslos.
Volvi a casa corriendo, avido de menearme-
Ja atin mis. Al dia siguiente, tenia ojeras. Si
‘mone me mir, escondié la cabeza contra mi es-
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palda y dijo: «No quiero que en adelante te la
‘menees sin mi.
Asf empezaron entre nosotros relaciones de”
amor tan estrechas y necesarias que rara vez
estabamos una semana sin vernos. En realidad,
nunea hemos hablado de ello. Comprendo que
ella experimente en mi presencia sentimientos
cercanos a lo mios, dificiles de describir. Re-
cuerdo el dia en que sbamos en coche muy apri-
sa. Atropellé a una joven y hermosa ciclista,
cuyo cuello quedé casi partido en dos por las
ruedas. La contemplamos muerta largo tiempo.
El horror y Ia desesperacién que se despren-
dian de aquellas carnes, en parte repugnantes
y en parte delicadas, recuerdan el sentimiento
ue experimentamos al conocernos, Simone es
simple habitualmente. Es alta y guapa; nada
hay desesperante en su mirada ni en su voz.
Pero es tan dvida de lo que perturba los senti-
dos que la menor llamada confiere a su rostro
tun cardcter evocador de sangre, de terror subi-
toy de crimen, de todo cuanto destruye irreme-
diablemente la beatitud y la buena conciencia,
‘Vi por primera vez esa muda y absoluta crisp.
cidn —que yo compartia— cuando puso su tra-
sero en el plato, Rara vez nos miramos con
atencién sino en esos momentos. No estamos
tranquilos y no jugamos més que durante bre-
‘ves minutos de relajacién, tras el orgasmo.
Deba decir aqui que estuvimos largo tiempo
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