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SEGUNDA LECCION El comienzo de la critica del conocimiento: la pues- ta en cuestién de todo saber [p. 29]—La obtencién del suelo absolutamente seguro, en conexién con la meditacién cartesiana sobre la duda [p, 30].—La esfera de los datos absolutos [p. 31] —Recapitulacién y c plemento. Refutacién del argumento contra la posibili- dad de la critica del conocimiento (p. 32]—El enigma del conocimiento natural: la transcendencia [p, 4).— Deslinde de dos conceptos de inmanencia y de trans- cendencia [p. 35].—EI problema primero de la critica del conocimiento; la posibilidad del conocimiento transcendente [p. 36]—El principio de la reduccién gnoseoldgica [p. 39}. Al comenzar la critica del conocimiento hay, pues, que adjudicar el indice de «problemdtico» al mundo en- tero, a la naturaleza —tanto fisica como psiquica— y, en fin, también al propio yo humano, a una con todas las ciencias que se refieren a estos objetos. La existencia de ellos, su validez quedan en tela de juicio. La cuestién ahora es: ¢cémo puede instaurarse la cri- tica del conocimiento? Como autocomprensién cientifica del conocimiento, quiere averiguar (conociendo cientifi- camente y, por tanto, objetivando *) qué es en esencia el conocimiento; qué se halla en el sentido de la referen- cia a un objeto, que a él se atribuye; y qué en el de la validez objetiva, o certero alcanzar su objeto, que el co- nocimiento debe poseer cuando se trata de auténticamen- te tal, La éxeyy que ha de practicar la critica del cono- * Esto es: mentando objetos (Objekte), 0 sea, objetos cons- tituidos intersubjetivamente, capaces de ser temas de investiga- ciones cientificas. 37 [27] [29] [30] 38 LA IDEA DE LA FENOMENOLOGIA cimiento no puede tener el sentido de que la critica no sélo comience por, sino que se quede en poner en cues- tién todos los conocimientos —luego también los suyos propios— y no dejar en vigencia dato alguno —luego tampoco los que ella misma comprueba—. Si no le es licito suponer nada como ya previantente dado, entonces ha de partir de algiin conocimiento que no toma sin mas de otro sitio, sino que, mas bien, se da ella a si misma, que ella misma pone como conocimiento pri- mero, A este primer conocimiento no le esta permitido con- tener absolutamente nada de la oscuridad e incertidum- bre que prestan a los conocimientos, en otros casos, ese caracter de cosa enigmatica, problematica, que al fin nos sumié en tal perplejidad, que nos vimos movidos a decir que el conccimiento en general es un problema, que es una cosa incomprensible, necesitada de aclaracién, du- dosa en cuanto a lo que pretende, Expresado correlati- vamente: si no nos es licito aceptar como ya dado ningtin ser, porque la oscuridad gnoseolégica trae consigo que no comprendamos qué sentido puede tener un ser que sea en si y que, sin embargo, sea conocido en el conoci- miento, entonces tiene que poder mostrarse un ser que tengamos que reconocer como dado absolutamente y como indudable /en tanto que esté dado precisamen- te de tal modo que haya en él una claridad perfecta, en la cual encuentre y haya de encontrar toda pregunta su respuesta inmediata. Y, ahora, recordemos la meditaci6n cartesiana sobre la duda. Al considerar las miltiples posibilidades de error e ilusi6n, podria yo caer en tal desesperacién escéptica, que terminara por decir: «Para mi no hay nada seguro; todo me es dudoso», Pero, al instante, es evidente que no pue- de serme todo dudoso, pues, al juzgar yo asi —que todo es dudoso para mi—, es indudable esto: que juzgo ast; SEGUNDA LECCION 39 y, por tanto, seria absurdo querer mantener una duda universal. Y en cada caso de una duda determinada es indudablemente cierto que dudo tal cosa determinada. E igualmente para toda cogitatio. Perciba, me represente, juzgue, razone yo comoquiera que sea; sea lo que quiera de la seguridad o inseguridad, de la objetividad o falta de objeto * de estos actos: en lo que concierne a la per- cepcién, es absolutamente claro y cierto que yo percibo esto y aquello; en lo que hace al juicio, que yo juzgo esto y lo otro, etc. Descartes hacia esta consideracién en vista de otros fines; a pesar de ello, convenientemente modificada, nos- otros podemos utilizarla aqui. Si preguntamos por la esencia del conocimiento, al principio el conocimiento mismo —sea lo que sea de la duda acerca de si alcanza certeramente su objeto y sea Jo que quiera de esta su adecuacién misma—, es enton- cés el titulo de una multiforme esfera del ser, que puede estarnos dada absolutamente y que cada vez puede darse absolutamente en casos singulares. En efecto, las confi- guraciones intelectuales que llevo realmente a cabo se me dan, con tal que reflexione sobre ellas, con tal que las reciba y ponga puramente como las veo, Puedo ha- blar de un modo vago de conocimiento, percepcién, re- presentacion, experiencia, juicio, raciocinio, etc.; enton- ces, cuando reflexiono, ciertamente esta sdlo dado —aun- que dado absolutamente— este fendmeno del vago «men- tar y hablar del conocimiento, la experiencia, el juicio, etcétera». Ya este fendmeno de la vaguedad es uno de los que caen bajo la ribrica de conocimiento en e] mas amplio sentido, Pero también puedo llevar a cabo actual- * Esto es, el hecho de que cl objeto mentado por el acto exista o no. El acto que «carece de objetos (Gegenstandslosigkeit) no deja de ser, naturalmente, por esencia, referencia intencional @ un objeto; sélo que el objeto que él mienta no existe.

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