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LA BIBLIOTECA, Tnadgenes ea la cluded {> (mont Una ciudad, como su mentor, el hom- bre, también est hecha ~aunque en primera instancia no lo parezca~ de algo tan ingrivido como la materia de los suefios. Basta volver al barrio donde crecimos o visitar las calles y plazas que recortimos en otro tiempo para constatar que una ciudad es me- nos la desgastada o colorida argamasa sobre la que se levanca que el pufiado de secretos, recuerdos y utopias que cobijé y cobija, Por ello, quien tiene esta impresién al llegar a una ciudad que realmente quiere conocer més bien rehuye el paseo ceremonial, el dos que con sélo un gesco nos revelan la frialdad de los habicantes del lugar. La ciudad se enarega, si se sabe esperar. ‘© bien sentados en un café sospechan- do la génesis en cada gesto fugitivo de los rransedintes, 0 bien recostados en un parque curloseando una conver sacién ajena 0 continuando en la imaginacién el ramalazo de una discusién — escu- chada, o incluso sin movernos de casa, del hotel 0 El caminante sabe que el ver- dadero espiritu de una ciudad -todo viajero lo ha presentido, haya recorrido el mundo 0 tan solo las zonas linderas de su te- rrufio— se encuentra en un re- codo insospechado del trazado prefijado recorride que supone un city pensidnenlaque urbano: puede estar presente sour. Bl que seaprestaala caminata'sin estemos hospe- tanto en un afiche ajado por el Virgilios ni lazarillos sabe que los hi- “ dados, simple tiempo como en un graffiti que, tos 0 highlights que las guias turfsticas mente espiando _silencioso, a los cuatro vientos nos sefialan como el corazén citadino por la ventana grita una declaracién que ay son slo na fachada, ¢ nos aparecen metiéadonos en fue promesa y hoy nostalgia como una mamposterfa mejor o peor la intimidad més. de un amor perdido, asi como preservada por el intendente de turno, secreta. Si adop- también reposar en la ca- si es que no'sabemos superponerlos 2 tamos una atenta alferosidad de un hombre que Jas reverberaciones que suscitan en el espera, la ciudad en un cruce de calles le cede el habirante autctono, ya sea en forma nos tevela su his- paso a una dama o en el saludo de olvido, indiferencia, respeto 0 ve- toria de pasiones distante de dos que con slo un. neracién. Recién ahi, como en el caso y desvelos sin se- sto nos revelan la frialdad de que analizaremos, podriamos verlos cretosninombres Jos habitantes del lugar. como la cristalizacién de ciertos valo- res que modelan la ciudad. El caminante sabe que el verdadero es- plrita de una ciudad todo viajero lo ha presentido, haya recorrido el mun- doo tan solo las zonas linderas de su termufio~ se encuentra en un recodo in- sospechado del trazado urbano: puede ‘star presente tanto en un afiche ajado por el tiempo como en un graffiti que, silencioso, a los cuatro vienwos grita una declaracién qiif’ajer fe promesa ¥ hoy nostalgia de un amor perdido, asf como también puede reposar en Ja caballerosidad de un hombre que en uti cruce dé calles le cede el paso a.una dama o en el saludo distance de célebres, Estos tl- timos aparecerdn encarnados detris de los sinsabores y alegsias de cualquier ciudadano, trétese de un laborioso al- basil o de una autoridad resperada. Esa escucha y esa mirada tomé Néstor Frenkel en su pelicula Construccién de una ciudad (2007), documental cen- trado en la demoliciéa, el posterior traslado, la fantasmal sobrevida du- rante las sucesivas crisis del pais y el auge actuat de Ja ciudad entrerriana de Federacién, convertida hoy, gracias, a sus aguas termales, en polo turisti- co para propios y extrafios, Este film, que obtuvo una mencién especial en el Festival de Cine Independiente de LA BIBLIOTECA Inlgencr en ln cludad Buenos Aires de 2008 nos muestra que Ja historia de una ciudad, del pafs del aque forma parte y del mundo que los contiene y condiciona bien puede co- nocerse prestando atencién a los silen- cios cémplices, las ldgrimas de alegria las risas negras que acompafian a un puftado de anéedotas, documentos y recuerdos que, comparte quien desin- teresadamente nos abre las puertas de su casa para contatnos lo vivido en la vieja y la nueva'cludad de Federacién. “Muerte y resurreccién de la ciudad de Federacion Como en la dltima edicién, hace unos afos el director espafiol José Luis Guerin fe invitado al Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, Nunca calzé tan bien el titulo del evento Rejtman mantiene esa frialdad que es consustancial al rela- to en sus filmes de ficcién y en este caso con planos fijos de los preparativos que pasan al ritmo mecinico de las diapositivas, con tomas de los ensayos de las comparsas que cuidadosamente nos muestran la situacién des- de afuera (la cémara siempre austira a reso y st salida ic la locacién de turno, y nunca seintegra ala siscacion Almada) adopta a rajatabla una distancia aséptica con su objeto. que nos convo- oS aquella tarde. Presenciamos su master class con sum arencién, incluso disla que algunos lo escur chamos hasta con verieracién. En cesta clase, revisen- do el retrato de personajes on las obras de Charles Chaplin, Carl Dreyer y David W. Griffith, entre otras, el director de it construcciin (1991) y Em la ciudad de Sylvia (2007) nos daba una verdade- ta leccién tanto cinematogréfica como ica, Palabras més, palabras menos, decla que para él Jo importante en el cra-ebréconociniento-fiemano, y espectador debia centir que en ia pantalla hay una relacién intima entre Jos personajes y un vinculo no menos {ntenso coa el director, Con sum. mildad rio hizo referencia a su cine, que bien podria ser un ejemplo acabado de estas ideas, y como ilustracién nos re- cond escenas de Nanuk elexquimal de Robers Flaherty y las imagenes famnilia~ res de los hermanos Lumitre. Afirmaba que el director no es un antropélogo en busca de lo exético, sino més bien un hhumanista, un artista que tan solo con unos mesos de celuloide permite que nos reconozcamos entre nosotros. Con clafa que en sx opinién, hecho que ha probado en cada una de sus pelfculas; la ‘moral del cine estd en poder reconocer al hombre’en la pantalla y no 2 meros esteteotipos como suele mostramos la television o el cine industrial ‘Acereéndonos en tiempo y lugar a la pelicula que nos ocupa, y antes de abo- carme @ ella quisiera hacer una men- cién més, la tiltima, un contraejemplo: de estas ideas que Guerin encontraba como esencia del .géneto documen- tal, a las que algunos tacharin de ana- cibnicas y otros, como e5'el caso de Néstor Frenkel, mostrarin en vigen- cia. Hace unos afios Martin Rejtman acepté la invitacién del canal cultural de Buenos Aires Ciudad Abiena para documenta’ una festividad en uno de los bartios portefios. El resultado fae Copacabana (2007), docamental centiado en la eelebracién con la que anualmente la comunidad boliviana del Bajo Flores rinde tributo ala Virgen de Copacabana. En este filme que el pro- pio director se ha negido a estrénar en cines hasta el dla de hoy, Rejtinan man- tiene esa ftialdad que es consustancial al relato en sus filmes de ficci6n y en este caso con planos fijos de los preparativos que pasan arti mecca dé his dta- posiivas, con romas de los ensayos de las comparsas que cuidadosamente nos smuestran la Situacién desde afuera (la cémnara siempre muestra su ingreso y su salida de la locacién de tumo, y nunca se integra a la situaci6n flmada) adopta a rajatabla una distancia aséptica con su objeto. Un ejemplo de ese imperativo de no fasionarse con la vida ¢s una es- cena en la cual un ciudadano bolivia- no nos muestra un dlbum de fotos de Bolivia, Veremos el Lago Titicaca, La Paz, la lor nacional, el Himani, el anti- guo y el actual estadio de fitbol, la sede del gobierno, la Virgen de Copacabana y otras tantas imagenes que tan solo son ‘acompafiadas por algdin comentario de este hombre sin rostro, alguien que por su tonada podrlamos suponer que es boliviano, pero que para nosotros es tuna voz sin cuerpo. En Copacabana, a diferencia deo que vemos por ejemplo en Esprllas (Federico Leén y Marcos ‘Martinez, 2007) y en Construcciém de ‘una ciudad, Rejtman busca esta exte- riocidad extrema que algunos ven como garantia deun cine “no populista” y que aqui, més por descreimiento en quicnes rechazan al populismo con el cemor alo desconocido (seré por eso que nunca lo definen, o més bien lo hacen en térmi- nos siempre vagos), la tomamos como el modo mds perfecto de disecar la rea- lidad, de volvedla abstracra, El camino opuesto, mds cercano al humanismo de Guerin y a esa intimi- dad con los protagonistas de un do- cumental pregonada y llevada a cabo en los inicios del género por Robert Blaherty, transita Néstor Frenkel en Construccién de una ciudad, filme que, ‘entre otras situaciones que ahora ana- lizaremos;' tos lleva a pensar en una central: a qué distancia se pone un director para relecionarse (y relacio- narnos) con los personajes retratados, para captar tanto los momentos dé Imégenes en lz cid verdad de un testimonio o documento como las impreviscas epifanias que la realidad nos oftece a cada instante. Frenkel toma un pusado de persona- jes representatives (y subrayemos que, viendo el resultado, la eleccién de es t0s personajes no es un acierto menor) - para investigar las capas histéricas y simbélicas que deja ver 0, esconde la nueva ciudad de Federacién, fruto tan- to de la demolicién de la vieja ciudad durante la tltitna dictadura y del dolor que supone todo éxodo como del auge turfsticn que alegremence festeja en la actualidad, y para demostrar en tono farsesco y con mucho cinismo que esta nueva ciudad no es la experiencia més venturosa para este pueblo, Escucha mos, entre otros, los comentarios del archivista de imdgenes de la ciudad, de tun locutor impresentable, de un par de parejas mayores que nos cuentan avata- res de la demolicién de la vieja ciudad, de una coleccionista de documentos perdidos y olvidados, de un padre de familia que al encontraise en la niieva ciudad desierta y sin entretenimiento alguno para sus hijos se transforma en un cineasta de videos caseros, y también al “loco lindo” del pueblo que entre re- zongos y dislates dice unas cuantas ver~ dades, Las entrevistas, 0 mejor dicho, por el grado de intimidad que logta ef ditector, las charlas entre éste y una decena de personas serin sdlo uno de los tantos materiales con los que tx baja Frenkel, quien con inteligencia y ‘igor manipula planos,folletos, un cro- quis dibujado en un cuaderno, tarjeras personales, foros familiares 0 de un museo, objetos conservadlos de la vieja ciudad, fragmentos documentales de un canal de cable de Concordia, videos institucionales y familiares. Y en este trabajo con los materiales ~aunque no s6fo en elld= vemos que Consiruccién 17 LA BIBLIOTECA | ne Poet Imagenes ex a ctudad de wna ciudad no sigue en linea a un profitso subgénero del documental az- gentino, me zefiero al documental en primera persona cuyos exponentes cu- bren un arco que va desde Yo no sé qué ‘me han hecho tus ojos (Lorena Mufiony Sergio Wolf, 2003) y la obra de‘Andiés Di Tella a Un pogrom en Buenos Aires (Herman Szwarcbart, 2007), para to- ‘mar tan sola algunos ejemplos. La voz del director, salvando alguna repregun- ta frente a un entrevistado, no la escu- chamos nunca, La clave del filme estard mas bien en el montaje, El critico francés André Bazin, en opo- sicién a Sergei Eisenstein, para recordar el exponente méximo de la formaliza- cin dei montaje, considerabz que el montaje era un dador abstracto de sen- tido, Tenfa para s{ que la realidad toda vy hasta la singuls- arina materiales de distinto origen, ten- derfamos a pensar que su mentor esté mis bien en Ja “vereda de enfrente”. Es decit, que el montaje “baje lined”, ditecciona la pluralidad significance de tuna imagen hacia un sentido explici tando la voz autoral del documental, como es usual en el género, como su- code en Bialet Mast, sn-siglo después ‘Gezgio Iglesias, 2006) y en los docu- mentales de Pino Solanas Memoria del sagueo (2003); La dignidad de los nadies (2005) y Argentina latense (2006). Pero esto no ocurte ya que la perticularidad del montaje de Construccién de una ciudad radica en Ia libertad que ofrece alespectador para construir sentido. La pelicula bien, puede ser un museo en imagenes de historias de vida (historias ‘inimas en serio, y no el chantaje sen- timental del mundo’ de Carlos Sorin; asia ridad deua rostro eran un misterio a descubsir y que el cine bien podla tener esa pere- grina idea como meta, Para hae cerlo, entre otras precauciones, el ~ Pero tratandose, como se trata, de un documental estructura- do fundamentalmente en un montaje que atina materiales de distinto origen, tenderia- mos a pensar que su mentor estd mls bien en Ja “vereda de enfrente”. Es decir, que el montaje “baja linea”, direccio- sinimas y extraordinatias como las del ‘timo filme de Llinds, la antfeesis mas cabal del pintoresquismo minimo), un vivo recortido por una cludad que tras pasar por dl infierno hoy se ve en la glo- ria una muestra de cbmo la edificacién devuna ciudad modela las conducras de quienes Ia integran‘o viceversa; cémo los discursos sobre'una ciudad edifican na la pluralidad significante de director tenfa que _y restringen conductas; el encuentro 4 una imagen hacia un sentido cestringir el mon- con el aspecto mis ridiculo y frivolo 4 explicitando Ja voz autoral del taje_al_minimo de una ciudad, con su costado més documental, como es usual... posible, ©. mejor _corpéreo y sensible; o bien puede leer- aun, Jo tenia pro- hibido. Frenkel cumple con esta prerto- gativa tan sélo en unos pocos instantes y ah{ lo irreperible surge cuando deja la chmara encendida ante una excena que en teorfa se dio por terminada yen la cual se revela una verdad, pueda ser ésta el talén de Aquiles de un guardavidas o Ia infidencia de una pareja guardada durante afios. Pero Giaténdose, como se ata, dé'un documental escructurado findamentalmente en un montaje que se, tomando a Federacién como una muestra. homeopitica de Argentina, como una reflexién sobre los 90 y la transformacion del pais en el reino de os servicios; 0, pot supuesto, como tun agudo tratado sobre el desarraigo. © como todos estos caminos juntos porgue, aunque nos lieve de paseo en tino, Construcciin de una ciudad no es un city tour, y por su montaje uno més bien puede hacer un recorrido propio por esta pelicula que pendula del rigor arqueolégico ala busla cémplice, de la tragedia 2 la comedia, en muchos ca- sos, sin solucién de continuidad. Tomo otro camino posible y propon- go ver en Construcciin de una cindad, ¥ gracias a su montaje, la continuidad de ciertos discursos sobre la cludad en tiempos tan dis{miles y semejantes como los 70 y los 90. Aclaremos pre- viamente que la consttuctién de esta ciudad bajo la dictadura, segin mis de uno de los discursos de la época que escuchamos en el filme, ilustra el sue- fio de una sociedad donde reinen el orden y la paz. Esa nueva ciudad con apenas 27 afios de edad fue planificada de modo tal que queden anulados los espacios de reunién (no construyeron bates, plazas, ni centzos culturales); fue edificada con “predominio de, las It- neas rectas y una arquitectura que res ponde al estilo racionalista, al disefio minimalistz”, con casas tan idénticas que en un primer momento llevaron al desconcierto a los nuevos habitan- tes, quienes se confundian y no sabfan si bablanentrado a su casa o a la del vecino;.o como dice uno de los entre- vistados refiriéndose al tiempo en que ain era una ciudad fantasma, Federa- cidn “patecfa un campo de concentra- cin”, Ahora bien, la guia del city tour del que somos parte los espectadores en varios pasajes del film subraya a los visitantes, entre otras cualidades de la ciudad, que recorrerdn un lugar “limapio, prolijo, seguro y tranquilo”. En un fragmento del informe “Ener- fa para dos naciones” que vemos en el televisor de una de las casas en que se celebran las bondades del progreso gtacias a la mancomunién de Azgenti- nay Uruguay en el proyecto de la cen- ual hidroeléctrica de Salto Grande, es- ccuchamos que el locutor habla de una “guerra por la paz y por un mundo Iimigencs en a ciudad mejor (..) en donde se esté asegurando el bienestar de las generaciones por ve- nit”. Estas palabras de ayer y de hoy, a Jas que debemos sumar otras en el mis- mo sentido, que escuchamos en boca de un cura en el acto oficial de inau- guracién dela nueva ciudad en 1979 en el que particip6 Videla, muestran a Jas claras cémo todo disefio de ciudad supone matrizar conductas, Estos eran 10s ideales, lavoz de orden sobre la que se edificaba la nueva Federaciéa, que atin estdn presentes tanto en una paré- tica guia turistica como en ua hombre que alquila departamentos, quien sin dejar de atender a porenciales clien- tes nos cuenta que huyé de la Capical Federal luego de haber sido asaleado tres veces, sostiene que los perros con sus ladridos jncesantes molestan a'los curistas, y deja entréver que habsfa que hacer una “limpieza”, no sin cedoblar la apuesta diciendo que hay que “sacar a los carritos”, refiriéndose a las carre- tas de los cartoneros que afean la ciu- ded y espancan a los turistas, Federacién, una posta, un villorsio en los tiempos de la independencia, luego Ja Atlintida argentina, se convierte en una ciudad modelada bajo la dictadura ¥ s¢ transforma en estos \iltimos afios en el mayor zentro termal del Lisoral. La planificacién de la ciudad en esta iilima oportunidad agregaré otto ideal de-sociedad, Ba esta ocasiSn primaré la rentabilidad. por sobre cualquier valor LA BIBLIOTECA 7 nna 8 mgenes ea In dad y toda actividad en Ia ciudad deberé — ciudad recorreremos la nueva ciudad contribuir al atractivo turistico ganado por las aguas, eses que ayer fueron su cruz ¥ condena no por la crecida na- tural, sino por el mismo progreso, eras ‘aguas que hoy son su mand, su gallina participando de uno en un “trencito de ‘a alegea” y, en una de las escenas mas Dizarras, en una lancha. Para el city tour yy para todos aquellos que se vanaglorian dela prospetidad de la ciudad el solita- de los huevos de oro, En un horizonte tan promisotio, que se muestra a todas luces como tio anciano de 93 afios que resistié la demolicién y cligié quedarse en su casa antes de ser trasladado, no es un em- blema de resistencia, sino un atractivo Los recuerdos _encatnados, aquellos que duclen como los refieren a familias dis- que Ja panacea de més. Yel pasado, salvo lo que escucha- persas y amigos que tras la la _rentabiidad, mos en alganos restimonios, deviene reubicacién dejaron de verse, podsin hacer su _pieza de museo. Ademés del Museo de smuestran que “la avanzada del TO} 0”, segiin estigmatiza- Pee Saslade'un documental institucional sobre la nueva Federacién, ha profundiza- de el desarraigo, sentimiento cristalizado en el film en un imprevisto y feliz giro en el aporte tanto un hombre que tiene tun terreno y no ve decide si instalar all “muy probe- blemente un co- medor; capaz. un hotel, unos de- los Asentamientos que ha sido fuente de consulta para este documenta, esta- dn presentes el Museo de la Imagen, ened que vemos fotos de a vieja chudad, el Museo Mévil, que guarda objeros de Ia vieja ciudad y recorre la nueva exhi- bigndolos, y un proyecto independiente de un museo subscudtico que sucum- uso de la lengua. partamentos, un bowling, wn tear to, un cing, tna sala de juegos grandes o una playa de estacionamiento”, comio tun grupo empresario que planea un megaproyecto de un parque acudticn. La misma mattiz se hard visible cambién en otros testimonios, por ejemplo al del Tibano, un artesano que ahora vende cosas “tipicas” y pasé de las alpargacas, cachillos, botes, tortas fritas y pan ca- sero a sumar a su galeria de productos “tipicos", entze otros, los ponchos del Gauchito Gil y los pafuelos kitsch de “el Che”. El mismo, acompaiando sus palabras con una sonrisa picara un tan- to cémplice, nos dice: “Hicieron plata con cualquier recuerdo hasta que no hhubo més, y por eso no tenemos mu- chos recuerdos”. ‘A propésico de los recuerdos, Federacién, como todo polo de atrac- didn turbtica, ofiece el. paseo por Ja ciudad conocido como city totir. Por momentos en Contiruccién de una bi6 ante el nuevo y glamoroso parque acuético dentro de las terms. Los recuerdos encatnados, aquellos que duelen como los que referen 2 familias dispersas y amigos que tras la reubicacién dejaron de verse, mues- tran que “la avanzada del progreso”, segiin estiginatizaba el traslado un do- camental institucional sobre Jarnueva Federacién, ha profundizido el des- arraigo, sentimiento cristalizedo en el fl ex un imprevisto y feliz giro-en el ‘uso’ de la lengua. El viejo de los perros 0 “el perto verde”, como se lo conoce: en la ciudad, no dice que se siente des- arraigado, sino “desenchufado”. Bea expresién resume el merchito pesir por fa inadaptacign a esta tierra lena de promesas, hecho que padecieron dece- nas de ancianos que tampoco pudieron adaptarse y fueron mutiendo con el paso del tiempo; y expresa sobre todo 1b desazén de sentrse intl, Pero tem- bien “desenchufado”, meramorfoscado por una nueva generacién en “ir a un lugar (en este caso, las termas) a desen- chufarse”, Es otra gema lingiistica que permite comprender el cambio cultu- ral dado por Ja ciudad, precisamente, su ttansformacién en ese espacio buos- lico que llama al relay y al cuidado del cuerpo. Lejos de ser un fenémeno ais- lado, un dato de color, la ciudad se ha transformado hoy en un apéndice del ‘abajo donde empleados de la Capital ¥ otros centros urbanos escapan de su rutina laboral para ingresar a otra, en este caso, a una pieva aceitada de un emporio del curismo terapéutico doa- de rige un tiempo libre administrado con rutinas y rituales prefijados que terminan siendo, como vemos en el filmie, la parodia de sf rhismos. Como dice uno de los entrevistados en lapelfcula, “habria que hacer una pues- men valor de.qué perdimos y qué tene- moe", En tiempos en los que a expensas « de piquetes “del campo” y de la restau- racién de viejos discursos Argentina hace el balance de su presente, pasado y futuro, Construccién de una ciudad, metéfora deayer y de hoy, permite que hhagamos esa “puesta en valor” pregun- Tnmdgenes en la cindad Hl $7 Townace tandonos sobre los pilares que sostie- nen una ciudad volcada 2 los servicios ys en este caso, ver que los valores sobre dos que se levanta la ciudad nueva son més bien los opuestos a los de la vieja Federacién, fundada cn la confianza y Ja solidatidad, Sin ir més lejos, segiin cuenta un testimonio, all podia exten- derse un cheque a nombre de “cabeza de trapo”, y lo que nos parece més ilu- sorio y hasta irreal desde nuestro pre- sente tan distance és que “cabeza. de uuapo” bien podria cobra. Jorge Mario, el documentalista del pueblo, rieuld su pelicula de esta mar nera: “Federacién: fucusa Atlintida argentina”. Luego de ver Construccién de una ciudad no sin temor constata- ‘mos que para aquella ciudad que se ‘nos presenta como un Ave Fénix dicho titulo no pertencce sdlo a ella, y hasca a que modelan los chicos con juguetes enel moderno parque acuético segura- mente seré una séplica que se edificaré sobre los mnismos pilares que la nucva, Yyono nos extrafic que més temprano que tarde aunque por otras vias~ ten- gael mismno final. A Juan Molina y Vedia ‘Como sabemos, el lenguaje es traicio- nero, delator, casi lo peor que hay. Se forja.n la refutacién permanente de sus propios métitos, y para cada halleago nobiliatio mantiene una cuerda divina de-vitupetio, un clogio secreto a st pro- pio escainio, Pero esto es lo de menos. Lo sabemos todas y esté bien estudiado por los mayores lingiistas, Rousseau, Saussure o Borges. Pero si aceptamos ~por mera tentacién y desmesura~ que en los modos del’ fenguaje se hallan imagenes vivas del habitar comtin, po- dfamos devenemnos en fa forma en que en la lengua se halla la ciudad. La ciudad como topografia, como locus © como géopolitica cotidiana. Cuando. le decimos al taxista vamos por el Bajo, ‘ya estamos estipulando un régimen de distribucién de sentidos, cargado de significados implicitos. Podemos imaginar mil historias de nuestra des- avenencia con los taxistas -en. ese en- cuentro obligatorio y exasperante que en general son los viajes en coches de alquiler-, pero hay un acuerdo bdsico. Decimos “el Bajo” y sabemos profun- damente de qué se trata. Innegable- mente, un sentimiento de felicidad previo al lenguaje invade nuestro es- pirim, He allf la ciudad, antes de sus predicadios piiblicos. La vor, “el Bajo” Yiene de lejos. Todos vimos graba- dos de lavanderas en una costa con un Fueree, Nada que ver con lo que percibimos hoy, los famosos “terrenos ganados al rio”, y ademés, uy, uy, uy, Puerto Madero, El bajo,alude a la his- toria dela lengua. Hoy es un relicto del idioma, que sirve para entenderse en materia de afecto urbano, de identidad posible en el-habla. Esto quiere decir, una identidad oscura, que no tiene por ‘Vasiacones sobre la eudad qué gobernarnos, como postulan los te6ricos “identitarios”. Al coatrarlo, es la identidad artera, Ja nuestra, que se consigue en actos que se parecen aun intento de buir de ella, La identidad que no nos gobierna y que sin embar- go nos acecha en el acorde perdido de una conversacién. Sin émbargo, el “baj que la batranca del Parand. Se puede ir hasta Tigre, si se quisiera, por el “bajo”, evitando “el alto” San Isidro, Quizds esta manera de evitar siste- méticamente la palabra Parand deja liberadas tanto la palabra bajo es lo que estamos diciendo~ como la pala- bra barrancas. Es asi que rewomando la fuente Luis Alberto Spinetta ha can- tado “Bajo Belgrano, amor ascendente”, En cambio, Sarmiento fue implacable, En una visién tremenda de los intentos de Rosas por terraplenar los bajos de Palermo —esta expresién no existe lo muestra como autor de un imposible paisajistico y arquitecténico. “Palermo estd situado en Ja vega del rio; a tres cuadras de la casa al noree, son ci nagos los terzenos, ciénagos eran los cimientos del edificio”. Terquedad ¥ lodazal ‘en el rosismo, obstinado fen no usar Jas barrancas civilizadas y prefiriendo dejar su casa en el panta! no, en la poza del “bajo”, junto a los mosquitos y conchillas writuradas que impregnaban todo de una fina capa de cal insidiosa, Vamos por el Bajo, pues. Esta indefini- ble zonificacién abarca desde la Boca hhasta Retico. ;O me equivoco? Si, es difuso el bajo, ;Abajefios? zArribenos? {Cuéndo se hablé ast, en los cromos de las Invasiones Inglesas? El bajo no tiene Lfmites fjos, sus limites son su lenguaje. Es una SSrma de decirse habicantes de una cfudad, unorde los liltimos secretoé de la memoria urbana no €s otra cosa LA BIBLIOTECA i . 17 | Pienerone fa) Varincfones sobre fe ciudad compartidos. La cuestién es que cxiste sea) una expresién proveniente de la eLAlto. Si hay Bajo hay Alto, Lo dicta- especulacién inmobiliaria, surgida mina el cuadrante. Sélo que no existla de una contraposicién con Puerto en el lenguaje realmente hablado en Madero, que estaria... en ef Bajo. En Buenos Aires, Erauna expresién delos La Paz, El Alto arroja otros resultados tiempos de la colonia, de tafos nobi- notoriamente diferentes. Las palabras Iiatios. Estaba en del cuadrante son sociales, histéricas, Veo en el uso.de la palabra Los desuso, hasta que . designan posiciones y trincheras urba- Altos de... (Palermo, lo que sea) 2 redescubiieron nas. La distancia, la geografia, supo- una expresién proveniente de las empresas in- nen un pathos de lucha simbélica. En Ja especulacién inmobiliaria, mobiliarias, los nuestro lenguaje se hallan suscriptas. ida de wna contraposi- constructores de Mejor dicho, nuestro lenguaje es el cién con Puerto Madero, que shopping centers, efecto del modo en que se suscriben estaria.., en el Bajo. En LaPaz, Quieren signifi- entre sf esas geodesias de la ciudad. EI Alto arroja otros resultados car con esa pala Pero el verdadero cuadrante de la ciu- notoriamente diferentes. Las braunsentidode dad se hallaen lalengua que menciona palabras del cuadrante son so- alcumia, linaje, Jos cuatro puntos cardinales super- ciales, histéricas, designan po= aristocracia. “Ele- puestos a una zonificacién simbélica. siciones y trincheras urbanas. vacién”. Es un Norte, Sur, Bite, Oeste. ‘Vedmoslos en La distancia, la seoprafi, su- vocablo-embra- Buenos Aires. Para ser bien antiguos, pene un pathos de lucha sim- gue. Con élsein- consideremos a estos nombres. con ica. En nuestro lenguaje se uroduce el pasaje efectos que lamaremos conniotativos. hallan suscriptas. Mejor dicho, hacia una ilusién Esc claro que el Norse es zona bien auestro lenguaje es el efecto del urbana basada en abastecida, lo que en la conversacién modo en quese suscriben entre cl prestigio. Una _ habitual llamamos pudiente, incluso sf esas geodesias dela ciudad. ciudad produce copetuda 0 paqueta. Cuando con- cultas sefiales versamos probamos todas las notas de prestigio, aureolas de celebridad, disponibles. “Garqueras”, también cuadrfculas y distinciones incesantes decimos. Pero se sigue sosteniendo entre lo bajo y Io alto, todo en ella esté la leyenda, del “Barrio Norte”? Esta en fancidn de una fascinacién por el el edificio Estrugamow:y tantos otros, honor habitacional en cada uno de sus’ joyas del bello extilo ‘metros cuadrados, Los tangos, a veces, Sin embargo, Ja expresién lo sigue se dedican a captar esto. Luego los es- diciendo todo, en cuanto a la coinci- udiosos también. dencia de une notaciéa urbana y un En La cabeza de Golias, todo lo que _signo social. No decimos nada nuevo. Martinez Estrada llama inauténtico La geografia es una ciencia de la de- 6 desvitalizado, es en verdad-un uso signacién de valotes sociales en tiltima del prestigio como acto de le sazén _instancia, un saber sobre el territorio abstract, La urbe no puede volver considerado como una sensibilidad por [a razén de sus miinas, fracasa de fuerzes histéricas en implicico cho- en su pobre memotia racionalista si que. Todo el Norte connota bienestar, quiere ir a buscarlas para zeponer el distincién social, qiiéa sabe hasta vinculo entre las varias generaciones cudndo. De ahi que Puerto Madero, de urbanieas. Veo en el uso de la fa- que hereda esas sefiales, es s6lo Puerto labra Lor Altes de. (Palermo, lo que Madero, porque esté en el Este y no ‘Vaciaciones sobrela ciudad Bll 7 | mmm 204 | puededecislo, Nohay nada en Buenos Peredo o la de la familia Par ~ahora, Aires que apunte el Este en el nomen- _respectivamente, la Embajada del Brasil clador sentimental y honorifico de lay el Clreulo Militar-, sespiran un “aire \ ciudad. No hay un East River o una Louvre” que alcanzan para mantener | Ciudad del Este, como en el Paraguay’ enbiesto el buen nombre nortefo, atin fronterizo, nombre que reemplaza por solicitado por empresas inmobiliatias, apelacién al cuadvante el sorerrado como Nordelta, y otras que no cuesta apellido stroessnerista. aera colacién. En las créntcas resabidas figura el tras- En el Sur, en cambio, esté la ciudad lado de los surefios de la ciudad en los vieja, la calle Defensa, que se llamé 3 afios de la peste amarilla: 1871. Losque —Liniers, hasta que éste fue proscripto, |B pueden huir de una epidemia o una y también Reconquista, hasta que ésta i guetta, poco a poco descubren que los debié ceder su extensiéa al sur por | nombres del cuadrante pueden servir. el nombre anteriormente mentado, ! de apostadeto significativo, de distin- . Defensa, pues, como una variacién de goy gtacia. En parte gracias a aquelle Ja Reconquista. Uno, modesto, el otto gran mudanza, el, Sur pasa a ser un. ampuloso. Vienen de Clausewitz. An- talisman propiciatorio del limite con ticipaban al peronismo. Militarmente Ja pampa, el pintoresquismo, el obre- “son complementarios, pero en el ca rismo, las barracas y los descampados, tastro urbano, opuestos y mutuamen- i los basurales, la quema, y también el te accesorios. Por 7 después indefinible donde se hallarfa ella calle Defensa El Sur pasa a ser un talisman reborde perfumado de la alfalfa, anun- entraron los in- propiciatorio del limite con f ciadora de la frontera con el perfume gleses en 1806. la pampa, el pintoresquismo, rural, ;Carambal ¥ pasa a ser también En Defensa. y el obrerismo, las barracas y el lugar de una retirada hacia un des- México estaba los descampados, los- basu- tino nacional recubierto de enigmética el cuartel de la rales, la quema; y también el violencia, con la que los ajenos Juan Mazorca. Un despues indefinible donde se Dablmann—deben decidir quienes son edificio que debe. hallarfa el reborde perfuma- Yy qué son a un precio faridico. datas de 1870 do de Ja alfalfa, anunciadora El“barrio Norte” cargé supenasimbéli- ahora lo reem- de la frontera con el perfume ca por largas décadas, Martinez Estrada, plaza, construido rural, ;|Caramba! Y pasa a ser en su Qué es esto, le atribuyé alas enig- quizds unas dé- también el lugar de una reti- miéticas buestes del 45 la propensién 2 cadas después de rada hacia un destino nacio- realizar un “San Bartolomé del Barrio la caida de Rosas; nal recubierto de enigmatica Note”, Ahora, esas filas de timbrecitos es zhora un mu- violencia, con Ja que los aje- en los porteros eléctricos de la Avenida seo del cjército. nos —Juan Dahlmann— deben ‘J Santa Fe, dan una idea crepuscular, gru- Si_ quisiéramos decidir quienes son y qué son 4 mosa y abigarrada de la avenida cele- pulsar una tecla a un precio fatidico. brad, multihabitada en departamentos a lo Martinez que en su apiiamiento pueden.tener el Estrada =el suefio del pibe~ verfamos consuelo del anciguo nombre egregio, en ese reemplazo el testimonio de lo Es cierto que estén los palaceres de los que el Futuro de las ciudades fe debe afios 20, como el Estrugamou, que’ aun pasado ruinoso, Sobre un plano tiene una imitacién de Ja Victoria de soterrado impenitente se produce una is Samotracia en su entrada. La mansién —_negacién complementaria. LA BIBLIOTECA | 7 1 we clones sobre la ciudad Ala.vez, en la memoria, sélo se encuen- El sur de ia ciudad de Buenos Aires tran desechos, escombros. Una ciudad os el equivalence ideal ala arquitecténi- ca de la memoria, con sus planos rotos y_ sus excavaciones involuntarias. La “Roma de Freud”. Un espititu desolado ea la periferia como el norte le se- ria al centro, Véase lo que los diasios ponen en “centro” cuando dan el programa de los cines. Pero vearnos ahora el Oeste, El oeste, a diferencia estarla apilando del este, es también una nowacién de EL Oeste esta asi de detritus urbanos lugar que también implica un elenco dilemas ferroviarios. Esté el que llegan y se de cualtaciones colectivas, piiblicas, Mercado del Oeste, la Remiserfa Oeste y Oeste Estudio Teatral, de Graciela Caminos. Casi como en una resonancia de lo una continuidad o ‘No es un signo indiferente. Ferrocarril Oeste, se dice. Y sabemos que puede sex un grupo de bochas, un club de fitbol 0 ua almacén de barrio. En que significan los nombres de de unamaldicién. ‘Trenque Lauquen hay un club de Oriente y Occidente, quedecla- jlos sordos rui- fiiebol Ferrocarril Oeste. Por qué po- ves cardinales del tertitorio pla- dos delz Mazorca ner ese nombre si ya hay uno famoso netario pasaronaserformasdel Se —escucharfan en Buenos Aires? ;No podrfan ponerle frien, catego fas hegelianas, ahora como len- Catriel o Pampa braud? No, por allf flosofics de isc dela cultura yla gue- gua arqueolégica pase el ferrocartil oeste, antigua nomi- ira, nuestra modesta zona occi- de oma capa de nacién del cuadrante, pero que cobra dental se extiende alo largo del la vida’ miliar vida, revela destinos, genera hincha- ferrocarril problematico. argentina? Véase — das, provoca lenguajes y cofradias. Lor el edificio del _verdolagas: ;Se quiere algo més anodi- Banco Provincia en la calle San Marcin. no que el Ferrocarril Central? FECC, “Unna placa en ou fachada, que debe ser de 1930, da cuenta de todas las utilizacio- nes de ese predio, escuela de néutica, de dibujo, de mateméticas, casa de la mo- nda, banco, etc. Se apilan fiunciones def Estado nacional, historia covstante dela relaciin entre Buenos Aires, la ciudad y la provincia del mismo nombre. Un inceresante jeroglifico, desde Belgrano a Jauretche, Pero todo-esto est en el centro, 0 en el microcentro, Estas expre- siones del cuadrante, dela geomenfa de un plano espacial, son balizas correlati- vas ala pasi6n urbane. Geomentfa.es pa- si6n, ya lo sabemos. ¥lo que significa el centro en rods los sistemas lingiisticos, también lo sabemos: qué valores se pto- pugnan, qué modalidades del sentir se agitan. El concraste cenero-periferia ests sieitipre en la Fevigua, siempre en actividad no inventé nada. siempre al acecho, subterrinea. Mao segrin las viejas siglas de los ingleses. Y alli queda prendido icreversible- mente Resario Central o simplemente Censral. Los, nombres son finalmente fhuesos, quedan pelados en el olvido de su origen, una innovacién técnica, el dictamen de un teodolito, la distraida mencién del santo del dia, un acciden- te menor del terreno, el teceurus del nomenclador burocrético del Estado, etc. ¥ se convierten en gol. El Ocste estd cargadovasi de dilemas fe- rroviasios. Esté el Mercado del Oeste, la Remiserfa Oeste y Oeste Estudio Teatral, de Graciela Caminos, Cast como en una resonancia de lo que significan los nombres de Oriente y Occidente, que de claves cardinales del territorio planetatio pasaron a ser formas del espiritu, categorias hegelia- nas, Slosofias de la cultura y la guerra, auestra modesta zona occidental se extiende a lo largo del ferrocarril pro- blemitico. Todo lo queen nuestra len- gus ce halla alojado en la conjuncién de {a cartograffa con la antropologia urbana, apunta su flecha hacia remo- delamientos de la ciudad, las finanzas especulativas de la urbe, los proyectos dei Estado y su gestiéa democriti- ca, Respect a las “finanzas especu- lativas’, si es que algunas no lo son, debemos decir que Puerto Madero co- mienza por set una apuesta financiera que se traduce en una manifestacién arquitecténica y urbanistica, No es nueva Ja comparacién entre finanzas y urbs, propia del modernismo. Un Singin de factores relacionados por el azar, la ansiedad, Ia sensacién de vér- tigo, la expectativa del apostador y su quiebra, hacen a la esencia de la vida urbana, La ciudad tiene la hora pico y la bolsa la hora de cieste, pero las dos son formas del uso del tiempo segin la aglomeraci6ni de intereses y los e5- pasos de aflojamiento de la tensién. El aspecto incluctableménce volétil de Ja confianza -no la desconfianza~ es lo que las caractetiza. Sin embargo, la Bolia puede ser lo con- trario a la Ciudad —véase la novela de Julién Mariel, mediocre, cuestionable, ‘pero jugosa~ pues en lo que ésta tiene de matecialidad tecténica, de aspecto constructivo, somitico, queda como un testigo de la historia que pasa al- sededor. :Bs Ja misma Catedral dénde se coroné Napoleén en 1804 la. que ahora recorremos como impividos ‘turistas? Dénde y cudndo se evapo- zaron tales hechos? ;Los veo en el £2 moso cuadro de David? Como sea, la presencia de la ciudad atestigua que el hecho existi6. Y si no existiera el em- plazamiento del hecho, si no hubiera mis que ruinas, o.siquiera éstas, 0 en su lugar hubiera otra cosas, habré sin ‘Variaciones sobre la ciudad. ie duda documentos y memorias bajo formas diversas que digan que alld 0 alli ocuzrié lo que pensamos e ima- ginamos. Y sin aun no hubiera més nada, lo iio que desaparecerfa seria el saber tecténico, la existencia fictica dela ciudad, Dicho de otra manera, la historia no es otra cosa que ciudades desaparecidas. Aunque no conozco un escrito realmente conmovente y radi- cal sobre la desaparicién de Buenos ‘Aires —Borges la declaré eterna, pero comparindola con elementos a veces voltiles de la navuraleza~, abundan las utopfas posdatadas. Una de ellas, la del Eternausa, pos y predatada, detiene la LA BIBLIOTECA 3 ‘Vaviacones sobre la cludad ciudad a fines de los afios 50, pero la pone en estado de “everna como agua y el aire”, La eternidad no es mas que tan juego pasajero de la navuraleza. Pero volvamos a Puerto Madero. En cl futuro seré integrado, atraido por Ia ciudad, pero no puede ser ahora el baledn que juzgue la ciudad efectiva, Hace si operaciones al margen del cuadrante. Es otra ciudad. No es ain Buenos Aires. Ni siquiera es una ciu- dad, todavia es el rio, ef puerto. O la extincién del puerto. Es una ilusién lo aque vemos cuando pasamos con el co- Tecdivo, esas grandes gris los gigantes robots edilicios con elegantes cabézas truncadas y previsibles formas narra tivas, ;Qué nos dicen? Que los espe- remos, 0 que una ciudad los espera, que alguna ver van a dejar de recibir nomabres de pintores franceses del siglo XIX y vendrin con nosotros. ;Cémo serd esa situacién? ,Cudnto tardé Brasilia en ser Brasil? Bra y quizé sigue siendo sélo la capital, con el arrebato fourierista de Niemeyer: fracasado. Pero qué fracaso. Puerto Madero ya no es puerto ni ciu- dad, No la comprendemos. Podemos pasear por ella, admirar sus construc clones con un ligero aire posmodern Algo nos quieren decir esos rascaci los. Pero... Ja palabra rascacielos se ha detenido en el Kavanagh. A él le co- rresponde. Era of éxrasis de cuando éramos chicos y lefamos Superman. El Kavanagh es un rascacielos. Los de- mis no lo son, lo que hace Pelli son desaffos.a la nararaleza de otra indole, quizd mistica, de una mistica capita- lista, que ya puede corresponder tal ver al capitulo final de Jas ciudades. Solo habri Torces en “Kuala-lumpur”. pDénde queda? Por otra parte ;quiéa yaa hacerle ahora cosquillas al cielo? Es una ingenuidad de Flash Gordon. Ya no hay héroes espaciales. Solo hay espacios que conservamos en los cus- drantes de nuestra lengua. Buenos Aires todavia no tiene Este, Se conforma con el Sur, el Oeste y el Norte. Bllos luchan en Ja lengua car- gada de espacios, de calles y memorias ‘Vaslaciones sobre la cudad fl 7 nubladas, antagénicas. El espacio es el tiempo y el tiempo son los nombres parciales e incompletos de una ciudad. “Vamos por el Bajo”. Cada ver que se dice una tonterfa, esta estupides, revi- ve la ciudad inexistente en Ja ciudad realmente existente. Agradeaco a Ezequiel Grimson que me records Bajo Belgrano de Spincrta y as crénicas sarmientinas de la campata del Ejército Grande).

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