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RANUC 0 BIANCHI BANDINELLI ROMA EL FIN DEL ARTE ANTIGUO JOSE ANTONIO MIGUEZ 1, EL DOLOR DE VIVIR (5 historiadores de Ia época contempordnea estin de acuerdo en admitir que el I siglo XIx se prolong, en su modo de vida y en su cultura, hasta agosto de 1914, cuando el estallido de la primera guerra mundial puso al descubierto las con- tradiceiones y los contrastes que lo habian agitado en profundidad y en secreto, y bors casi todo vestigio del siglo pasado, De igual manera, el siglo 111, reconocide por todos los historiadores como el siglo de la gran crisis del mundo antiguo, comienza en realidad el 31 de diciembre del ato 192, cuando Comodo, a la edad de treinta y un aiios, fue estrangulado después de doce afios de gobierno. EL historiador Didn Casio, miembro del Senado, hacia remontar la ruptura ya al tiempo de Marco Aurelio: sDespues de la muerte de Marco, la historia paso de un imperio de oro a un imperio de hierro mohoso.» Pertinax, prefecto de Roma, sucesor de Cémodo, fue muerto después de tres meses de reinado. Lucio Septimio Severo, nacido en Leptis, en la Tripolitania, gobernador de la Panonia inferior (1a actual Hungria), sostenido por las legiones del Danubio y del Rhin, después de haber derrotado al candidato de las tropas pretoria~ ras, Didio Juliano, senador rico y generoso, y al de las legiones de Oriente, Pescenio Niger, conguista el poder asociindose al candidato de las Iegiones britinicas, Clodio ‘Albino, nacido también en la provincia de Africa. El 9 de junio del aito 193, Septimio ‘Severo entra en Roma con el pretexto de vengar a Pertinax, y el Senado le aclama. Su primera medida fue la de licenciar a la guardia pretoriana y luego reconstruirla con cfectivos cuadruplicados, compuestos preferentemente con clementos tomados de los cjercitos provinciales de Iliria y de Siria. El reinado de Septimio Severo sefala el fin del poder de las grandes familias, que desde la época republicana se habian sucedido tn la direccin del Estado romano, asi como el de la preeminencia de Roma (y de Talia) como centro del poder. Se advierte entonees el comienzo de una organizacién autoritaria del Estado, rigida y centralizada, que encuentra luego su realizacién en la ‘gran reforma de Diocleciano, casi un siglo mas tarde. Es el final de la concepcién del Estado romano continuador del Imperio de Alejandro y del helenismo. No es, pues, solamente en los dominios del arte donde se produce el abandono de la tradicion helenistica. La crisis estaba ya latente y, como hemos indicado en el volumen Roma, centro del poder, hay que situar en este momento un giro importante en la forma artistic, {que abandona, incluso en sus manifestaciones oficiales, ciertos elementos fundamen- les de la cultura artistica de tradicién helenistica. El equilibrio de la forma helenistica se rompe y en el arte del Occidente aparece, por primera vez, la primacia del elemento iracional, que no desaparecera ya de el durante siglos. Se trata, por tanto, de una crisis que tiene una influencia profunda y determinante en la historia de la civilizacién mediterrinea y occidental, Tan profunda que, durante mucho tiempo, se creyé poder colocar en esta epoca el comienzo de un periodo de decadencia de la civili- zacion y del arte El problema es, en realidad, mucho mis complejo, puesto que en este momento aparecen las formas de una sociedad civil y de un arte que se desenvuelven segin los tismos principios—incluso aunque estos parezcan tener en su origen una importancia secundaria—durante casi un milenio, La historiografia moderna encontro mas justo hablar del comienzo de una nueva edad antes que de decadencia, aunque se hubiesen pentido entonees, en efecto, muchas conquistas de la inteligencia humana que dificil~ mente podrin ser reencontradas mis tarde. En cuanto a Ja cultura artistica, la crisis estaba tambien latente desde hacia algun tiempo, Hemos indicado que la época de Comodo sefala un giro, un abandono de los principios fundamentales de la escultura y del arte helenistico. De ahi se Hega, en el curso del siglo tt, a una verdadera ruptura de la forma helenistica, aunque sut fen sentido lato en ciertos sectores elementos de la forma y de la iconografia antiguas. Pero, al mismo tiempo, se constituye un nuevo estilo, que manifestari su continuidad desde el siglo 1v al siglo xr Limitando, como debemos hacer aqui, nuestra investigacién a las formas artisti- ‘eas, hemos de afirmar, ante todo, que el historiador del arte—de cualquier época o de Cualquier lugar que sea—debe, a nuestro juicio, poner de relieve los elementos nuevos, originales, de un artista o de un periodo, y explicar cémo y por qué se afirmaron. Esto significa buscar, de una parte, su génesis, tan solo desde el punto de vista de las y de otra parte, su valor semantico. De hecho, la forma artista ¢s siempre signo y, en cierto modo, simbolo de una situacién particular de la condicién humana ‘Si observamos la escultura en los principales centros del Imperio romano del slo ttt de nuestra era, nos vemos a menudo sorprendiidos por la expresion de dolor que Se manifiesta entonces en los rosteos y por la modificacién de la forma artistica helenis- ‘en sus concepciones tradicionales, al objeto de conseguir esta expresién, No se trata de una expresién de dolor fisico ya representada, con diversas tendencias, en la epoca helenistica. Basta con recordar aqui el célebre grupo del Laocoonte. En cambio, el dolor ‘moral, la afliccién, se traducia plasticamente por gestos y no en la expresién del rostzo. Se trata de algo nuevo: no el dolor fisico, sino la angustia moral. La vemos expresarse cen Jos retratos e incluso en las cabezas de canicter ornamental—retrato tanto de mu- cchachos (Roma, joven principe) como de ancianos, ¢ incluso en el del emperador (Ro- ma, Claudio el Getico)—. Antes, el emperador era representado en una idealizacion heroica,o en wna viril afiemacién de la conciencia de su poder; mis tarde, en la majestad dlivina que se supone descendida sobre dl. Pero angustia e incertidumbre moral no se ‘manifiestan en el retrato del soberano mas que en esta época, Se distinguen ficilmente los medios de esta nueva expresién, Las ojos, formal- ‘mente agrandados mis allt de lo normal, son su principal elemento; y, en 10s ojosy la pupila y a1 iris, desde la época de Adriano, estin marcados incluso en el marmol por tuna incisién (como se habia hecho siempre en el barro cocido y el bronce) y no solamente por el color. Con frecuencia, ademas, Ia inclinacion de la cabeza acompaiia la expresion patética, como se ve en un retrato de nino que data todavia del comienzo de la época antonina (hacia 160 de J.C.), ahora desaparecide en cl comercio de antigiedades (antes en la coleccién Howell, Florencia). En este retrato patético y amable, las formas plasticas son todavia firmes y sélidas. Pero en el siglo 111 se acentit la primacia del color sobre la solider de la forma plastica, y se verifica una descompo- sicién de la estructura correcta de Ia anatomia facial, con lo que el escultor obtiene la acentuacién de la expresién querida, que echa por tierra el respeto hacia 1a impertur- ble correceidin clisica, Algunos historiadores del arte romano (G. Rodenwaldt) han Llegado, en este sentido, a emplear el término moderno de vexpresionismor. A condi ion de tener siempre presente en el espiritu la diferencia de sustancia entre la forma antigua y la del expresionismo moderno de los afios 1920 y siguientes, podria tambi emplearse el término sexpresionismos como signo diacritico, sino se hubiese ya abusado de é1 hasta el punto de hacerle perder su significacion en la biisqueda de una mis exacta definicién, La forma plistica helenistica estaba compuesta de planos definidos y de delicados enlaces en clarescuro, sostenida interiormente por esa estructura s6lida y cuadrada que remontaba, en ef fondo, a la gran escuela del arcaismo griego. Se cambia entonces con frecuencia por una superficie mévil en la que la mirada no se detiene nunca, sino que ndo el débil claroscuro del rosteo, interrumpido a veces por profundos se desliza sigu surcos de sombra y circunscrito de manera brusca, brutal incluso, por la masa de los ceabellos y de la barba, modelada a golpes répidos de buril o con pequetios hoyos hechos en un plano ligeramente en relieve, El retrato del emperador Decio (249-251 en Roma, Museo Capitolino, es un ejemplo de los mis tipicas de esta nueva forma plistica, en un modelo que conserva todavia entera, sustancialmente, la correccién naturalista. Pero no podemos menos de sorprendernos de la expresién de incertidum: bre ansiosa que caracteriza el rostro de este principe. Menos correcta y mucho mais relajada es la forma de las cabezas de los directores de los juegos atléticos del capitel de las Termas, construidas por Alejandro Severo (222-235) a partir del 227, aumen. tando las de Nerén, en el Campo de Marte (donde hoy se levanta el palacio Madame sede del Senado). El hecho de que Ia busqueda de la expresion de angustia, que se manifiesta por la disolucién de la forma anatomica, aparezca en una obra ornamental, 6 cual es el caso de las figuras de un capitel, antes que en el retrato oficial e imperial muestra a las claras que esta evolucién eonstituye una tendencia artistica vital, problematica formal auténtica, seguida por varias generaciones de artistas a través diversos equipos, En efecto, es wracteristica de todas las nuevas problematicas forma les de la Antigiiedad manifestarse primero en las obras ornamentales, © en las partes secundaria de las obras oficiales, antes de ser admitidas y aceptadas como vilidas en las obras mas importantes, Los primeros signos de una disminucién del rigor formal (en el sentido de la tradicin), de un relajamiento de la cohesion de las partes que constituyen una representacién, se advierten, en la plastica, en las monedas de Antonino Pio (entre 150 ' VOo), yeto Yon Lodaia Signos que aparecen tan Yolo SA ve TeoURKE al aM del agrandamiento. Son ya mucho mas evidentes en las monedas de Septimio Severo das entre 193 y 196. Este relajamiento de la cohesion organica y estructural de la forma pli responde a una concepeidn de la expresion artistica diferente de Ia tradicién. Se trata de una concepeién fundamentalmente antinaturalista, porque se sustituye la forma nnaturalista por una ilusion de Optica sugestiva, que se vuelve ficilmente arbitraria y puramente simbolica, Se manifiesta mis precozmente en la pintura, donde, partiendo del simpresionismo» helenistico, se Mega a la pintura stachistav*, que destruye Ia intenciéa primera, naturalista, de la visién impresionista, En la escultura en alto relieve, en Roma, podemos ver la introduccién, en el arte oficial, de esta nueva expresién de la forma con los relieves que representan los grandes hechos de Marco Aurelio, que son de nuevo colocados en el arco de Constantino y que datan probable mente de la época de Comodo, Hemos sefalado ya estos relieves en el volumen Roma, centro det poder, sugitiendo la hipétesis de una influencia de los talleres artisticos que se habian desarrollado en Efeso en la época de Adriano y de Antonino. He aqui, pues, una indicacién suficiente, por el momento, para advertir In cons- titucion de este lenguaje formal, Se trata de medios estilisticos que sirven para traducir la expresin de angustia que hemos hecho notar y que busca el arte de este tiempos pero el empleo de estos medios estilisticos no esti limitado a esta expresion y a este tiempo. Debemos, por tanto, investigar donde y cuando comienza la tendencia a ‘manifestar una expresién de dolor moral y no fisico. ‘Sus origenes se encuentran, una vez mis, en el arte helenistico de Pérgamo, donde los escultores de Ia época romana han ido siempre a beber. Y, en el arte de Pergamo, cn las figuras de los barbaros galatas: el Galo moribundo (Roma, Museo Capitolino), el Galo dndose muerte (Roma, Museo Nacional Romano), son sus principales ejemplos; ‘pero una importancia particular se concede a las representaciones de las guetras entre griegos y barbaros, en las que se inspiraron ampliamente los escultores de sarcofagos de la epoca romana, bien reproduciendo fielmente una composicion anterior, bien adaptando el tipo de birbaro gilata al de los otros pueblos barbaros contra los que lucharon los romanos. He aqui el punto de partida, pero no hay que olvidar que las imitaciones de composiciones plisticas de tema guerrero que representan las luchas centre griegos y birbaros habian sido introducidas ya en el repertorio prerromano en Jos sarc6fagos y las urnas de la epoca etrusca, Pero la expresiOn, en estas representa ciones de barbaros, es de dolorosa arrogancia, ¥ no de angustia; los artistas del siglo 11t ‘no encontraron en ellas inspiracién mas que para las formas. E] contenido es mucvo y Ja intensidad de Ja expresién anuncia cl arte cristiano (Roma, sarcbfago Ludov Estos origenes explican bastante bien por qué las primeras manifestaciones de una cexpresidn de afliccién y de dolor se encuentran, en el arte romano, en las representa ciones de barbaros, especialmente de aquellos que son representados encadenados junto a un trofeo, Encontramos ya cjemplos caracteristicos de ello en ef arte de las provincias romanas de Oceidente en el siglo 1, sobre todo en la Narbonense (arco de Carpentras, arco de Orange), El hecho de que la Narbonense estuviese mis particu~ larmente abierta a la tradicion helenistica confirma la influencia sefialada, Podriamos quizii encontrar también algunas relaciones con las «cabezas cortadas’ del santuario galo de Entremont (cerca de Aix-en-Provence), conquistado por los romanos el aio 123 a. de J.C., motivo que no parece haberse realizado sin una aportacién de los griegos de la costa meridional, rai ern dei ten pra mad it ene No sé si podriamos suponer una relacién entre los monumentos romanos de las provincias occidentales, en los que estin representados biirbatos dolientes y encadena- dos, y la presencia de la expresion de angustia que, fuera de las representaciones de bbarbaros, se encuentra muy precozmente, en el arte de las provincias, en el retrato civil y fiuneratio, Este arte esta en la linea del rate plebeyor de Roma, donde el caricter individual y expresivo habia sido siempre un elemento fundamental en razon de ese enlace estrecho con las realidades de Ia vida, que pertenece propiamente a todo arte popular’. Lo veremos mejor en el capitulo que trata del arte de estas provincias. Pero podemos indicar desde ahora el ejemplo de los retrats de Aquilea o de Este—es det de la region de Italia situada al norte del Apenino—, anteriores al siglo 11 antes de J.C. Sareéfagos de Aquilea confirman y demuestran la difusién de un tipo de gran cofre funerario recubierto de un techo pesado, sin ornamentacién, aparecido en los meclios greco-asiaticos y adaptado, en el Occidente romano, con la insercién, en kas tht S es acroteras de angulos, del retrato de los difuntos en ellos depositados. Se reunian asi, en esta variante tipologica, la tradicion tuipicamente romana del retrato y el uso difuso de las antefijas figuradas que habian adornado los templos y lugares sagrados decora- ddos con terracotas. fendo en cuenta estas solicitaciones iconogrificas y estilisticas que ofrecen los medios, que podemos lamar stéenicos*, de la expansién de este tipo de retrato en el siglo 1, hemos de intentar comprender el medio en cl que pudo apareeer, insistiendo sobre todo en la expresién de la angustia y de la incertidumbre espirituales. No se trata lan solo de un fenomeno artistico, sino de la expresion de una actitud cultural y humana particular, En efecto, esta expresidn aparece no solo en escenas de batalla 0 funerales (Ostia y Museo Torlonia), sino tambien, como se ha dicho, en el relieve honorifico y en el retrato oficial Esta actitud sera claramente expresada por un autor cristiano hacia el ailo 251 En su Garta a Demetriano, Cipriano, obispo de Cartago, traza un cuadro bastante pesimista de la situacién de su época: «En las montafias excavadas y exploradas no se cextraen ya tantas losas de marmol; las minas se agotan y off lata; sus filones desaparecen poco a poco. El numero de campesinos disminuye y faltan en los campos, Io mismo que los marinos en el mar y los soldados en Ios ‘campamentos; en el mismo momento desaparecen la integridad en el Foro, a injusticia entre los jueces, la comprensién entre los amigos, la habilidad en las artes, a disciplina en las costumbres.

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