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—— que no puede ejercitarel entencimiento sin cansar mucho la imaginacién; y,en la ulti- I se esti sometido a ciertas reglas ya ciertasciffas de tal modo que se ha hecho de ellas un fe confuso y oscuro que entorpece el espiritu en lugar de ser una ciencia que lo cultive, Lo al fue La causa de que yo pensara que era preciso buscar otro método que, abarcando las tajas de esos tres, estuvicra exento de sus defectos. Y como la multitud de leyes sirvea me snudo de excusa para los vicios, de suerte que un Estado esti mejor regido cuando, teniendo Jocas, se observan estrictamente, asf,en lugar de ese gran nuimero de preceptos de que se componela logica,crei que me bastarian los cuatro siguientes, a condicién de que tomara na firme y constante resolucién de no dejar de observarlos ni una sola vez, Vida obras: ver texto de Descartes,en esta Antologia DISCURSO DEL METODO Los preceptos del método Elprimero consistia en no admitir jams nada por verdadero que yo no conociera que evl- dentemente cra tal; es decir, evitar minuciosamente la precipitacién y la prevencién, y no labarcar en mis juicios nada mas que lo que se presentara tan clara y distintamente en mi eg itu que no tuviera ocasién de ponerlo en dude Bien es verdad que no vemos que se echen abajo todas las casas de una ciudad con el sola propésito de rehacerlas de otro modo y de hacer las calles mis hermosas; pero sise ve qué uichos hacen derribar las suyas para reconstruirlas y que aun a veces se ven obligados «hae serlo cuando estin en peligro de cacrse por sf mismas y cuando los cimientos no son muy firmes. A ejemplo de eso, me convenc{ de que realmente no tendria justificacién que un pats ticular concibiera el propésito de reformar un Estado cambiandolo todo desde los fund. ‘mentos y derribndolo para volverlo a levantar; ni aun tampoco reformar el cuerpo de las cieneias o el orden establecido en las escuelas para ensenarlas; pero que, respecto de todas __ las opiniones que yo habia recibido hasta entonces en mi creencia, yo no podia hacer mejop ‘que acometer de una vez la tarea de climinarlas, a fin de poner en su lugar después, 0 biel mejores, o bien las mismas, cuando yo las hubiera ajustado al nivel de la razén. ¥ cre jemente que, por este medio, lograria conducir miyida mucho mejor que limitandomew jos cimientos y a apoyarme solamente en principios que yo me habia de= inculear en mi juventud sin haber examinado nunca si eran verdaderos. ..] Mas cual Hombre que camina solo y en ls tinieblas,resolvi andar tan lentamente y usar tanta ‘Peecion en todas las cosas que, aunque avanzara muy poco, me guardarfa bien por lo meno de caer. [...] Siendo més joven habia estudiado, entre las artes de la filosofia, un poco la logica y entre las matemsticas, un poco el aniliss de los geémetras y el algebra, tres artes o ciencias que pa fecian tener que contribuir en algo a mi propésito. Pero examindndolas, adverti que respec: to de la logica, sus silogismos yla mayor parte de sus otras instrucciones sirven més bien pe a explicar a otro as cosas que uno sabe, o aun, como el arte de Lulio, para hablar sin juicio deaquellas que uno ignora, que para aprenderlas. ¥ aunque realmente contenga muchos Preceptos muy verdaderos y muy buenos, estan mezclados con tantos otros que son nocivos: ‘© superfluos que separarlos es casi tan incémodo como sacar una Diana o una Minerva de tun bloque de marmol todavia sin esbozar, Luego, respecto del anilisis de los antiguos y del algebra de los modernos, sobre no extenderse sino a materias muy abstractas y que no pare- ‘cen de utilidad alguna, la primera esté siempre tan -— de las figue El segundo, en dividir cada una de las dificultades que examinara en tantas partes fuera posible y necesario para mejor resolveras Eltercero, en conducir por orden mis pensamientos comenzando por los objetos mis ples yficiles de conocer, para subir poco a poco, como por grados, hasta el conocimieh ls mas compuestos, y aun suponiendo un orden entre aquellos que no se preceden mat ante unos a otros. i Yeelltimo,en hacer en todo enumeraciones tan completas y revisiones tan generale laviese la seguridad de no omitir nada. Estas largascadlenas de razones, todas simples yficilesy de que los gedmetras suelen Se para sus demostraciones mis files, me habjan dado ocasién de imaginarme que fas cosas que pueden cacs eu el conocimiento de los hombres, se deducen unas de otras gual modo, y que a condicién solamente de abstenerse de admitir por verdadera ningulii ue no lo sea, y de que se guarde siempre el orden debido, para deducirlas unas de otra NO Puede haber ninguna tan Iejana que no se pueda alcanzar ni tan escondida que no pueda Aescubrisse. Yno me costo mucho esfuerzo buscar por cules conventa comenzat, pues ya Sabia que era por las mas simples y mas ficiles de conocer; y considerando que entre todos Jos que antes han buscado la verdad en la ciencia, solo los matemiticos pudieron hallar de- mostraciones, es decir, zones ciertas y evidentes, no dudé de que eta por las mismas que ellos examinaron, a pesar de que no esperara de elas otra utilidad que la de que acostumbra- Fan mi espititua saciarse de verdades y a no contentarse con razones falsas DESCARTES, R., Discurso del métado, Buenos Aires, Losada, 1959, 2» parte pp. 2130,

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