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Toes 266 Auvano Yunque trabajo es s6lo el campo de batalla, En él no hay paz ni hay dicha, como no la habfa en los campos guerreros que cantaran Esteban de Luca o Juan Cruz Varela, cuando se pugnaba por conquistar Ia independencia ame- ricana, ni en los campos de la guerra civil que cantaran ‘Marmol o Ascasubi, cuando se intentaba derrocar un despotismo, Los poetas patriotas cantan la riqueza argentina; pero desde su Angulo de clase. La Argentina es rica, sf, es rica y grande, es “el granero del mundo”; pero sus trabajadores sufren miseria y estan agobiados por la ig- norancla. Esta es la verdad, y s6lo la verdad merece el canto épico, La poesia épica puede repetir con Dante, que en el Paraiso, XVI-124, anuncia: “Diré cosas ineretbles, y verdaderas.” ppt 5 Pee hae CAPITULO Ix EL IMPULSO PROLETARIO “Para Uegar a ta verdad histérica preciso ex -querer descubrirla en toda su desnudez, y militar det lado donde no hay privilegtos que disimutar ni de~ fender: Juan B, Justo, El afio 1880 queda sefialado en 1a historia argentina por un hecho importante: la capltalizacion de la clu- dad de Buenos Aires, y con ella 1a realizacion de 1a unt- dad nacional. El afio 1890 queda sefialado también por otro hecho historico: 1a gran crisis financiera que trajo Ja revolucion politica cuya fuerza moral fué tanta que, atin vencida por las armas, logré su fruto aparente: cafda del mandatario sobre quien se amontonaban culpas proplas y ajenas. Pero tanto el afio 1880 como el 1890 son notables por otros dos hechos, aparentemente no historicos: De 1880 datan los primeros grandes establecimientos industriales en la Argentina y con ellos 1a aparicin de un proleta~ jerto a las corrientes ideold- gicas y a Jas relvindicaciones obreras de Europa, Y en 1890, recordando a los martires de la lucha social —Lingg, Fischer, Engel, Parsons y Spics— sacrificados en Chicago, un grupo de obreros, por primera yez en la Argentina, celebra el 1° de Mayo, dia internacional. ‘La inquietud no era desde este momento solamente critica. Las fuerzas del mundo por venir, afirmadas en su derecho, se disponian también @ construir.. . Bn 1810 aparece en la Argentina el impulso de la ee 3 228 ALvaRo YUNQUE urguesia revolucionaria; en 1890 reclbe el impulso pro- Jeter ae los primeros instantes, apareci6 este impulso pifureado en dos corrientes que, aunque ambas empuja- das contra el Estado burgués, no cejaron de hostilizarse. fa eseision ocurrida en 1a Primera Internacional (1864), proudonianos contra marxistas, luego, desde 1868, baku- Hinistas contra marxistas, repercute en la Argentina, al igual de los demas paises donde el proletariado se orga- niza para la lucha. Una y otra corriente, politicos y apo- liticos, no son sélo dos teorias; son, més que nada, la ex- presién de dos temperamentos humanos, y hacia una u otra polarizan las fuerzas populares e intelectuales pues- tas en movimiento por el impulso proletario. ‘Antes de recorrer, répidamente, la obra que anar- quistas y socialistas realizaron en el Plata, mas répida- mente alin, recorramos la érbita de su clase laboriosa, artesanado, paisanaje pastor o agricultor, desde la co- Ionia hasta 1890, 0 sea hasta el momento en que un pro- letariado industrial yergue su verbo propio. Los conquistadores hispanicos no encontraron en la Argentina grandes multitudes domesticadas bajo la co- yunda de imperios teocratico-militares, como en otras regiones de América, El aborigen de la Argentina, el de su litoral particularmente, era nomade e indémito. Hubo que luchar contra él, exterminarlo, ya que no se podia emplearle, décil bestia, en los extenuadores trabajos de minas. Para el blanco, era desdoroso trabajar en faenas manuales, Ademas, los reglamentos prohibian la inmi- gracién de artesanos a las colonias, En 1702 se comen- zaron a traer negros. Inglaterra tuvo este monopolio. Introducia negros y, de vuelta, sus naves volvian abarro- ‘adas con productos dal pais, cueros principalmente. Por esto los hacendados de Buenos Aires influfan para acelerar el importe de negros. Y el trabajo qued6 al fin en manos de los hombres de color, Llegd un instante que pube doble cantidad de esclavos que de hombres Ibres. ro sus hijos —o mas bien—, los hijos de sus mujeres La Liveravura Soctat 229 con blancos —mulatos, pardos, cuarterones, etcétera— ya eran lbertos. Tal el artesanado, analfabeto, vicioso, degradado por la miseria, hacinado en inmundos ran. chos de las orillas hasta mucho después de 1810. No eran mejor los trabajadores del campo. Holgaza- nes —por falta de trabajo—, se empleaban a dos reales diarios, durante la cosecha; otros preferian unirse a los indios, y errar... Y¥ si esto era en el litoral, Buenos Aires, Santa Fe, Uruguay, mucho peor en las provincias mediterrdneas. Los indios de razas sometidas, calchaquies, trabajaban en Ja agobiadora faena de las minas, a cambio de coca, papas y maiz, En cuanto a los trabajos manuales, pon- chos, bayetas y demas tejidos, se hallaban tan ceftida- mente recompensados que, al fin de afio, las tejedoras se vefan desnudas, hambrientas y empefadas. Lo dice el Den Funes: “La miseria es el patrimonio de nuestras artesanas de tejidos”... Aquel conglomerado hibrido, hambriento, ignorante inconsciente, no entrd en la Revoluctn de 1810, por su- puesto, sino'a la zaga de su burguesia, Y peled para el entronizamiento de ella, que supo agitar sugestionadoras palabras sobre los miserables, segiin ocurriera en las revoluciones inglesa, yanqui o francesa. Pero no tba a serle totalmente inutil su esfuerzo y su sacrificlo, La Revolucién de Mayo era un gran paso hacia adelante, no sdlo para su clase directora y beneficiaria, sino para Jos pobres, los del “bajo pueblo”, como se los Hamaba. En 1812 se suprimié 1a eselavitud, se decreto ta libertad de vientres, se terminé con el empleo de mitayos y yana- conas, y el pueblo se vid actor en el torrente de agita- cién provocado por los burgueses, hombres de hacienda y de letras, contra los feudales espafioles. Y hasta hay tun momento en que hombres del pueblo, conseientes de su fuerza, se insurreccionaron e hicieron valer —y atin primar— sus propios derechos: Un Artigas, un Quiroga, tin Gilemes, un Lépez, un Ramirez, son potencias demo- craticas, vou de los oprimidos, Guerra civil, rivadavismo, 230 Atvaro Yunque tirania: el artesanado que siguié sobre sus telares 0 sobre su platerfa, no mejoré su situacién, la empeoré si cabe, incapaz de competir con Ja gran industria inglesa. El cam_ pesinado, cada vez peor, mas sometido por la fuerza de las armas y por la exigilidad de los salarios, ¥ Mega la hora de la reconstruccién civil, Los hombres de color —in- fanteria de los ejércitos, ya que el gaucho sélo sabia pelear bien a caballo— habian ido dejando sus osamen- tas al través de casi medio siglo de batallas. Comenzaron a llegar inmigrantes, los artesanos habiles y laboriosos de que el pais se vefa necesitado. A esos inmigrantes se Jes exigia que trabajaran, nada mds. ¥ al principio asi lo hicieron. Trabajaron como negros... 0 como indios de en- comiendas. “El inmigrante es una simple mercanefa en el donde entra”...—afirma el historiador Lépez—. Su la de su clase. El pais crecfa, y se civilizaba: menos luciones, intentos de depuracion democrdtica, con- quista del desierto pampeano, extension de ferrocarriles, educacién popular, fundacién de pueblos, aumento de poblacion inmigratoria, acrecentamiento del comercio y Ja agricultura y, en las ciudades, aparicién de industrias que transforman al artesano en obrero, La Argentina —su litoral, para ser mas preciso— comienza a correr al ritmo de los paises de Europa —Inglaterra, Francia— mas adelantados. Hacia 1890, més de un millén de inmigrantes habian entrado al pais. Gentes voluntariosas y aptas, que cons- su nuevo proletariado y desalojaban, por holga- zan e inepto, al pobreri Otro conflicto para éste, sultaria beneficiado al adaptarse a la existen- ¢ los nuevos tiempos imponfan. Que si antes se rporé a la Revolucion de 1810 y aprendié a manejar s armas y fué a la guerra, civil, ahora se incorpora al lustrialismo de 1890, aprende a manejar las herra- va, a la lucha social... dos 0 de mala fe, muchos aspirantes a s0- presentaron los conflictos del trabajo y el capi- como un problema exético, arbitrario para la vida La Lrrerarura Soctat, 231 social de la Argentina. El motivo —la explotacién del po- bre— para el conflicto existié siempre, ya lo pudimos ver; pero el obrero criollo, artesano o peén de estancia, aislado, sin conciencia de clase, no pudo plantear con- flictos a sus explotadores. La lucha politica de la que fué héroe y mértir sin usufructo, era la nica en que pudo desempefiar su combatividad innata. La lucha social era “cosa de gringos”, es cierto; pero ella no apa- recia porque si, por capricho de agitadores en la Ar- gentina, sino como una consecuencia del establecimiento de industrias, también “cosas de gringos”. La raiz del Arbol es la misma; trasplantado dié los mismos frutos agridulces. El criollo no era un obrero idéneo para manejar mé- quinas, se lo trajo de Europa y para esto se realiz6 por Ja clase gobernante una intensa propaganda. Y también se trajeron agricultores idéneos. En el campo, precisa- mente, no hay quién sufra mas que el criollo por culpa de la transformacién del pais: Los ferrocarriles y te- Iégratos terminan con el sistema de carretas, galeras y chasques, donde tanta peonada criolla trabajaba. Au- menta el valor de la tierra y el pobre criollo, que no tiene papeles, o si los tiene, con artimafias de juzga- do, se le expropia, se le expulsa. Qué hacer para vi- vir?: Los yerbales, los ingenios, la tala de arboles, donde Je aguarda una explotacién que alcanza los grados del crimen y de la esclavitud. Buenos Aires se metamorfosea —y otras cludades, aunque més lentamente—. Ya no es “La Gran Aldea’ que vernos pintada por Lucio Lopez, Toma aspecto ¥ ebullicion de urbe. Las chimeneas, atalayas del mundo moderno, sustituyen a los campanarios coloniales. La primera sociedad gremlal que se fundé lo fué et afio 1857, 1a Sociedad ‘Tipogratica Bonaerense, y el gremlo de tipografos, también el més ilustrado, realiza fr primera huelga, en 1878, ¥ la gana. En 1888, huelga de ferroviarlos, y sangrienta, pues la policia disuelve fsablazos un mitin de huelgulstas, En 1889, otras huel- 232 Auvaro YuNQqUE gas; pero ya existen sociedades de resistencia y los obrerog no obran, como hasta entonces, sin plan, s6lo a impulsos de su indignacién. El golpe de Estado que “Napoledn le Petit” realizara en 1851 y el aplastamiento de la Comuna de 1871 y otros movimientos reaccionarios de la Europa Central, hacen legar hombres liberales a la Argentina, Los franceses Bartolomé Victory, Esteban Calet, Amadeo Jacques, Ale- jo Peyret, (que la representa en el Congreso Obrero de Pa- ris, el afio 1889), el chileno Francisco Bilbao, fundador de la “Sociedad de la Igualdad”, que legé hasta la revo- lucién en Chile. En el afio 1878 se funda la Asociacion Internacional del Trabajo (Seccién Francesa), la cual edita un periddico: “EI Trabajador”. Todos antecedentes aislados; los extranjeros alemanes y franceses, son socialistas; los espafioles e italianos, anar- quistas, En diciembre de 1881 se funda el club aleman Vor- warts; en 1891, el grupo francés Les Egaux, y en 1892, la Agrupacién Socialista —que andando el tiempo se con- vertira en el Partido Socialista— y donde ya podemos encontrar elementos nativos como Juan B, Justo y Es- teban Jiménez, Los italianos, en 1894, forman el Fascio dei Lavoratori, Y micleos semejantes se forman en Tu-. cuman, Cérdoba, Bahia Blanca, Rosario, Tolosa, Junin, Parand, Tigre... La semilla de la redencién obrera podia ser exética; pero como la vifia o el trigo, también exéticos, halla en la gleba americana un medio propicio: erece y se pro- paga. Se fundan periédicos socialistas: El “Vorwarts”, en 1886; “El Obrero”, en 1890; “El Socialista”, en 1892; “L’Avenir Social”, en 1894; “La Vanguardia”, el 7 de abril, de 1804, semanario que fué eonvertido en diario en 19 El movimiento socialista hubo de luchar contra 1a po- licia, bravo de Ja Incomprensién y de la inereia. Ya iranca, ya como elemento de corrupeién y confusionismo, La Lrreratura Socrat 233 mediante espias y provocadores, la policfa le opone sus armas —a veces secundadas por las del ejército— y la argucia de sus comisarios. (Pronto se funda una depen- dencia, “Orden Social”, para esta lucha, que luego se ramificarfa en Ja “Seccion Especial”. Las leyes de Re- sidencia —1902— y de Defensa Social —1909— le darfan poderes “cosaquisticas”), ‘También es cruenta la lucha entre socialistas, parti- darios de intervenir en 1a disputa politica, y los apoliti- cos anarquistas y sindicalistas. (Los anarcos subdividi- dos frecuentemente: primero en individualistas a lo Max Stirner, luego proudhonianos o bakuninistas, ya so- cietarios, después adherentes del Quinto Congreso y an- torchistas...). Pintorescas son las controversias ptiblicas, no pocas veces epilogadas a puiietazos por los oyentes. En ellas, Nicolés Repetto o Adriin Patroni o Enrique Dickmann o Angel Jiménez, socialistas, contienden con Alfredo Lé- pez 0 Pascual Guaglianone o Ragazzini o Félix Basterra u Orsini Bertani, Razones y gritos de una y otra parte; ‘pero las almas se encienden. “Todo buena cosecha””: en- tusiasmo e injurias, razonamientos y palos.. . La tranqui- lidad y la indiferencia ya no pueden dormir sus siestas seculares, “Y la verdad, una vez despierta, no vuelve a dormirse”, proclama Manuel GonzAlez Prada, el gran sembrador de ideas peruano. ie El 1° de Mayo de 1890, en el Prado Espafiol, jardin, hoy desaparecido, situado frente a la Recoleta, se con~ memora el “dia de los trabajadores”. El hecho es insélito para Buenos Aires. Insélito y trascendental, aunque no Jo parezca. Es un “momento estelar” de su vida, En torno a la tribuna desde 1a que hablan un alemén, un francés, un espafiol y tres italianos, se agrupa un pu- findo de obreros y otro de curiosos. Sobre las cabezas flotan banderas extrafias, rojas, y se cantan canciones no menos extrafias, “Habia en ia reunién poquisimos fargentinos, de 1o que nos alegramos mucho” — comenta 234 Atvaro Yunque en un breve suelto “La Nacién” del dia siguiente. Vale Es sugerente: josotros el hecho —Ia celebracién del 1° de Mayo— ner gran importancla, porque ni hay cuestién obrera, sas principales que le han dado importancia Estados Unidos, ni la clase obrera, en la acepeién mas genuina de la palabra, es todavia muy numerosa,” Otro hecho importante, aunque, como el anterior, no podria parecerlo a los periodistas de su hora; tiene lugar fe marzo de 1896: El Partido Socialista se presenta no se Dermitié votar a los 3 6 4 electores socia- as que se presentaron. ¢Causa?: Ser socialista, 0 sea: argentino. El Partido fué derrotado, naturalmente. © 132 votos; pero en Buenos Aires, entonces ciudad jal Argentina, en su tas extranjeros, se al Gobierno pidiéndole que “destierre a los per- dores del orden social”. Y en la misma peticién sa, que el trabajador criollo no era , levantisco. Ya hay, sin embargo, muchos criollos incorporados a la inquietud ideolégica del proletariado. Otras son las circunstancias sociales: “La clase trabajadora —escribe Jacinto Oddone, histo- niador del socialismo en la Argentina— vivia aprisiona- a los que la ataban al yugo patronal. Horarios de hora: in excluir a los nifios. ‘ida en el trabajo, desprecio total por su condicion de seres humanos, pesaban brutalmente so- bre ella, Regimenes autocraticos, represiones violentas, ‘La LiTeratura Socran 235, deportaciones en masa, la sujetaban a la voluntad pa- tronal”... Los obreros se debaten. Llevados y traidos por los vaivenes de una democracia inestable, luchan a su vez por sus propias reivindicaciones: huelgas, mitines, prensa, libros... En 1904, otro hecho importante para la evolucién del socialismo: el doctor Alfredo L. Palacios, abogado joven, fogoso y popular orador, aleanza una banca en ei Con- greso de Diputados... Pero la burguesia terrateniente € industrial se defiende. ‘El afio 1902, presidencia de Ro- ca, ministerio de Joaquin V. Gonzalez, solo en horas ob- tiene de ambas cémaras la sancién de la Ley de Residen- cia —proyecto del senador Miguel Cané, el autor de la sentimental “Juvenilia”—. Mediante esa ley, la policia puede apresar a un obrero y en tres dias expulsarlo del pais. Se proyecta una ley de represidn a la vagancia con el fin de expulsar a los obreros en huelga. (Como en la Europa medieval, so pretexto de vagancia, se ponia a remar en las galeras a los desocupados.) Pero el orden no se cristaliza: huelgas y estados de sitios, a los aten- tados anarquistas responde la policia con destierros, tor- turas y fusilamientos en las calles. Zozobra, lucha cruen- ta, incendio de locales obreros, empastelamiento de im- prentas, pero la inquietud, latente, no calla. Propaganda oral y escrita, y a veces, atentando contra los presidentes, a Quintana, a Figueroa Alcorta, 0 muerte del coronel Fale6n, jefe de Policia, o del coronel Varela que masacré a los campesinos de la Patagonia... El partido socialista, disputando con el anarco-sindi- calismo 1a direccién del movimiento obrero, sobrevive a peligrosas contingencias. Escuchemos a Jacinto Oddone, su historiador: “Mon- tada la maquina estatal para oponerse al avance del so- cialismo, se ha estrellado, impotente, como contra una roca. En el afio 1896, el socialismo apenas era conocido en el pais y constaba sélo con ocho agrupaciones; en 1912 éstas legaron a sesenta. En 1896, sélo “La Vanguar- dia” era portayoz de los ideales socialistas en el pais, es- o Yunque 236 ALY crita en castellano; en 1911, ademds de “La Vanguardia”, que ya era diario desde el 1° de septiembre de 1905, el Partido contaba con una docena o més de hojas perié- dicas en varias localidades de la Repu Agréguese a ello, con el correr de los afios, otros pro- diputados, senadores, concejales, triunfos en las la 2* Internacional, se hizo colaboracionista. ‘0, afio en que intervino en la dltima huelga m adelante, fué abandonando su tradieién re- quist6 posiciones y masas de la peque- electoral, pero su internacionalismo se tor- mo y, caido bajo el capitalismo inglés, abo- afio 1920, ¥ el nuevo Par- motin del délar contra Ia 1 general Uriburu, es quien orien- La Lireratura Soctat 237 se logta si se la sabe despertar. Ensefié también que esa capacidad no debe derrochérsela. Improvisador, impul- sivo, voleé la energia revolucionaria sin darle rumbo y sin saber aprovechar tampoco las grietas que el edifi- cio social burgués le presentaba. Se notaré que hablo del anarquismo como de algo histérico. En verdad, pese a nobles individualidades y a abnegados grupos sobrevivientes, su accién pertenece al ayer. Sus hombres més capaces han desaparecido, muerto o claudicado; otros, inteligentes, comprobando 238 Arvaro YUNQUE pequefios talleres son absorbidos 0 liquidados. El capi- falismo tritura Ja vida con sus potentes mandibulas ge animal joven y voraz. Mata y come, despiadado. De- be vigorizarse y cumplir su destino: Europa, plet6- rica, escribe Juan Balestra, derramaba sus ahorros en ja Argentina, el paraiso de las ganancias féciles. El ul- timo afio se habian inscripto en la matricula de comer- cio, 134 sociedades anénimas con un capital de 400 mi- Hones de pesos papel, 13 millones de libras esterlinas, 20 millones de pesos oro, 7 y medio de francos, seis de mar- cos y dos de florin “En la Bolsa de Comercio las transacciones habian ascendido a 1.500 millones de pe- sos por mes”... “Las transacciones sobre bienes raices que el afio 1886 habian sido de 40 millones, el 87 de 85 y el 88 de 125, alcanzaban en 1889 a 300 millones”... “a fines de 1889 se hallaban en explotacién y construc- dn 27 lineas de ferrocartiles con una extension de 11,688 kilémetros, por valor de 127.682.867 pesos oro. ¥ estaban concedidos para construirse 92 lineas mas”... El general Roca, arquetipo de oligarca, que habia impuesto a su patiente el barbirrubio, insignificante al parecer, Judrez Celman, gera un visionario, y éste un brujo de Ja felicidad? No habia oposicién politica. El pais progresaba. Se jugaba a la ilusin... De subito, jla crisis! La Europa fué barrida por un ciclén econémi- co y la Argentina, como Australia, Canadé, la India y otras colonias o semicolonias del capitalismo inglés, su- fre la conmocién. “Cree, dice Balestra, todavia encan- dilada por su independencia politica, haber dejado de ser econémicamente un pais colonial, tener ‘un merca- do monetario propio, cuando en realidad depende de Jos mercados extranjeros que antes le han prestado, pe- To hoy no sélo no le prestan sino que le roban”. Y¥.con la crisis llega Ja revolucién politica. Se vuelve @ pelear como en 1874 y en 1880, como se pelearé en 1893 y en 1904. La caida ha sido vertical y violenta. Los Politicos mis integros —Alem— se ven otra vez defrau- dados por la oligarguia, y se matan o se retiran, Otros La Lrrerarura Socrat _susto— y los més jévenes, buscan no holladas set Gas. Y van al socialismo. En un pais tan violentament por una reciente crisis econémica y por una vol popular burlada, aparece el anarquismo, da) por sf violento como teoria y accion. Llega con inmi- grantes espafioles e 08, trae libros de Francia ¥ Se proyecta sobre él la gran sombra de un rebeld continental, terror de déspotas, respaldado a su por la tradicién terrifica y fabulosa del nihilismo Miguel Bakounine. El trueno y el rayo hechos h Entra el anarquismo desafiando a los pacificos get nos social evolucionistas del “Vorwarts” y pronto d afia a los “chinotes” de la policia y del ejército que mi por llevar capote y lata a Ja cintura son menos mazo1 queros que los emponchados degolladores del afio sus papas y sus abuelitos. Imposible seria hacer una bibliografia total del. riodismo anérquico. Diego Abad de Santillan lo ha tentado. Nada mas movedizo y turbulento. ¢Pertene é1a la literatura? Salvo “La Montafia”, aun cuando dactada por Ingenieros y Lugones, militantes a la zon en él socialismo, agresiva y céustica y con todos | caracteres de una publicacién anarquista, poco de aqi lla tromba de papel impreso sobrepasa a su instante. accién escrita, tan accién como los discursos de los dores, los tiros y las bombas con que el a violentamente, repele a la violencia del Estado. recié el anarquismo de la colaboracién de intele —Florencio Sanchez, Alberto Ghiraldo, Rafael Juan Pedro Calou, Federico Gutiérrez, Edmundo ne, Rodolfo Gonzalez Pacheco, Julio R. Barcos, El telnuovo. .., por citar s6lo a los que han dejado teraria atin viviente— como no carecié el Payr6, Ingenieros, Lugones, Bravo, Ugarte..—j fuerza del anarquismo como fenémeno social se la realizacién de sus “activistas” como hoy se d ta los tiltimos afios —escribe Santillén— se a historia social argentina con algunos prop La LrreRarurs Social 240 Anvaro YuNQUE talento que estuvieron de paso —Malatesta, Gori— 0 se semanales; nifios, 3.50; peones, 1.80 diarios. Hay’ retiraron después de una cierta actuacién —Pellicer Pa- jo nocturno con el mismo horario y la misma § raire—; pero con muy pocas personalidades locales 0 re- v El anarquismo siente impaciencia por te gionales de relieve intelectual. Las personas cuyo re- esto. Y pasan hechos y nombres con rapidez ci cuerdo se conserva con carifio son mas que todo volun- grafica, Es casi imposible recordarlos. Hechos tades admirables, caracteres morales abnegados, como ¥ magnificos, hombres apostélicos o canallas, Tod el doctor Juan Creaghe”. apresurado. Los hombres aparecen, brillan y all ¢ ‘Mal escritas, con faltas de ortografia, pero calientes Ja gran mayoria de los anarquistas de Is de pasién al rojo vivo, inundaban Jos suburbios y las gentina —escribe su historiador, Santillén— quedi campifias las publicaciones del anarquismo. Desde “Le el movimiento solo temporariamente; son aves d Reyolutionaire”, aparecido en 1875, hasta “La Protes- que dejan mas o menos rastro de su actuacion de ta” que aun subsiste, apareciendo “como, cuando y dén- tro a cinco altos y luego se retiran de la lucha’ de puede”, Iuego de haber tenido una época de esplen- explicable. Se queman en aquel torbellino de fue dor, diario con miles de ejemplares por tirada y rico su- matan o son muertos en la calle; otros, i plemento literario al que servian lépices y piumas so- Ushuaia o expulsados de! pais; otros se hacen bresalientes, De la vasta produccién escrita en varios : tas y hasta burécratas, y no callan, son fas Giarios, revistas, folletos, libros, cabe recordar : se sobreviven, silenciosos, como sombras de otros, son policias, después de haber sido p entre 1890-97, “La Protesta Humana”, Protesta”— fundado el 13 de junio de Alberto Ghiraldo, “La Antorcha”, { los tibios se adapta “Bandera Roja’ Y entre las revistas literarias que é fueron numerosas, “La Montafia”, de Ingenieros y Lu- Montafha”, publicacién juvenil en donde gones, “Ideas y Figuras” de Alberto Ghiraldo, “La Obra” firma, la de Lugones, la de Malagarriga 0 de Gonzalez Pacheco y Teodoro Antilli... ): “La Montafia cumplié holgadamente el Sélo la enumeracién de periddicos, revistas y folletos, gue se impusiera en su primer niimero. Sus ¢ traducciones de Malatesta, Gori, Grave, Kropotkine, Ba- . a la vez que centro de meditaciones, fueron. Kounine, Hamon, Faure, Reclus..., lenaria paginas. rarios esgrimidos por férreas manos juver Esta literatura es el mejor indice de la potencia de i su eficaz mision de propaganda y familiariz aquel movimiento ideolégico, fuertemente enraizado en la redactaron a pensar con osadia en voz alte Ja carne del proletariado argentino. Para que fuese tan ros, que fué su numen y su nervio, pudo pon Vigoroso debia tener una causa que lo justificara. No mera persona del plural esta expresi6n que era ésta la obra de la agitacién “realizada por los ex- uno de sus muchos articulos: “Decir Ja tranjeros”, pues, si ésta prendia, por ello s6lo quedaba tempos equivale a desentonar, y pocos justificada. La causa hallabase en la explotacion inicua reconocen suficientemente fuertes para lh del trabajador. Un ‘solo ejemplo. Afio 1899, en la Re- : Después de-12 nuimeros, el 15 de seti finerfa Argentina de Azicar, Rosario, Se trabaja 12 ho- : dejé de aparecer “La Montafia”, luego de yes diarias, Consiga: silencio absoluto. ‘Trabajo con. oe una condena. Este periddico “socialista revo Mmultas. Local antihigiénico. Sueldo: mujeres: 6 pesos —segin su epigrafe, causa por la cual no ¢ 242” Atvaro Yunque entre la prensa del reformismo— aparecié fechado e] “12 Vendimiario del afio XXVI de la Comuna”. (1° de abril de 1897). ‘ Fué una piedra en el charco de Jas letras; los 4na- des literarios dieron un corto volido. Un intendente mu- nicipal se escandaliz6. Y eso fué todo. Algo fué; pero no tampoco el anarquismo, segin se le ha pretendido presentar mas tarde. EI anarquismo en letras de molde esta en “La Pro- testa humana”, que dirige Inglan Lafarga, y redacta- ron Mariano Cortés y Eduardo Gilimén. Esta no es una publicacién de jévenes para intelectuales. “La Protes- ta Humana” tiene calor y nervio de pueblo trabajador. Es la voz de 1a Federacién libertaria, a la que estén afi- liados numerosos grupos (‘‘Los dispersos” patrone”, “Luz y Progreso”, “Desertores’ se halla en “El Sol”, semanario donde escriben Alberto Ghiraldo, Florencio Sanchez, Félix Basterra y otros. La presencia de dos anarquistas italianos, en realidad dos hombres de extraordinaria envergadura, fué fundamen- tal para la propaganda anarquista. Son ellos Enrico Ma- latesta y Pietro Gori. Malatesta llegé al Plata dispuesto América”, por supuesto que en un hombre de su grandeza moral el afan de “hacer I’América” tenia n de aportar rapidamente medios materiales a la Iu- @ ideolégica: Anduvo buscando oro en la Patagonia. Fracas6, Did conferencias, polemizé y se volvié a Italia. Prieto Gori, hombre de lucha y de pensamiento, era tam- bien un orador sugestionante. En su libro “Hechos y Co- mentarios”, el anarguista espafiol Eduardo Gilimén, pin- ta 2 Gori: “En no pequefia parte débese el incremento y hombre carifioso y bueno, sin pose, que s¢ edro Gori. Gori dié un impulso extraordinario 1 anarquismo en la Argentina, cuyo territorio recorrié en todas direcciones, dando conferencias y capténdose s simpatias por su caracter y su talento”. Elocuente ¥ sabio, pero también organizador, Gori dié impulso al La Lrrerarura Soctat, 243, movimiento anarquista a tal punto, que en Buenos Ai- res, en 1900, se editan tantos folletos y libros de propa~ ganda como en Barcelona. La partida de Gori para Ita- lia, en 1902, ya enfermo de muerte, fué una apoteosis. La fundacién de Escuelas Modernas, como la “Liga de Educacién Racionalista”, en diversas partes del pais, fué otra forma de propaganda. ¥ los atentados: en 1905, Salvador Planes balea al presidente Quintana sin re. sultado; igualmente falla el atentado de Solano Regis en 1908, contra el presidente Figueroa Alcorta; pero Simon Radovisky, en 1909, mata con una bomba al coronel Ra- mén Falcén, jefe de policia, como represalia a la masacre de obreros realizada por aquél contra una manifestacién del 1° de Mayo, Frente a estos actos, la burguesia reac- cionaba también violentamente: prisiones, torturas, des- tierros, muertes, clausura de diarios, cierre de sindica- tos, empastelamiento de imprentas, quemazén de libre- rias, y sociedades de resistencia, leyes extraordinari tado de sitio... (“Barbaros, las ideas no se matan”, es- cribié Sarmiento.) En 1910 estalla un petardo en el Tea- tro Colén. ¥ esto da pretexto a que se promulgue la “Ley de Defensa Social”, hermana de la de Residencia, Por la nueva ley, la libertad de imprenta, los derechos de reunién y asociacién quedan sometidos al criterio po- licial, o sea: suprimidos. La Constitucién del 53, de hecho, ha terminado. Llega en seguida la celebracién del Cen- tenario de la Independencia, en 1910, la que se realiza con estado de sitio, bajo aquellas dos leyes y en medio de la reaccién més brutal. Todo ello esta sintetizado yigorosamente en el folleto “El Terror Argentino” de Rafael Barrett. En adelante, la burguesia no gobierna sino es vio~ Jando la Constitucién que Je sirviera para organizarse en Patria. A las huelgas, a los intentos de pensar y ha- lar libremente, responde con Ja deportacién para el ex- tranjero y la prisién para el nativo. La policia secreta se torna la més importante rama de su gobierno, tal como ocurre en todos los paises presionados por una clase que oad Auvaro YUNQUE Jo usufructita en desmedro de los trabajadores, Luego la guerra del 14, Ja revolucion rusa, otras revoluciones, el fasci-nazismo, nuevas guerras, el imperialismo perturba- dor. La Argentina se halla involucrada en el movimiento que inestabiliza al mundo y lo leva a la transformacién Ge la sociedad, Ya impotente para seguir administrando- Jo, el capitalismo —y sus superestructuras Londres y Roma, Banca y Vaticano— comienza a ceder... ‘Tanto el socialismo como el anarquismo —como més tarde el comunismo— tienen una intima conexién con 1a literatura. El anarquismo, particularmente, en deter- minado momento, subyuga a la juyentud, y lo mejor de ella simpatiza con él. “La Protesta” es el cauce de sus expansiones artistico-sociales. Juan Bautista Justo, animador del socialismo desde sus primeros instantes, constituye una figura extraordi- naria, No s6lo como hombre de accin, orador incisivo, mente equilibrada, sino como publicista. En la coleccién del diario “La Vanguardia” yace una montafia de papel escrito donde el pensamiento vigoroso de Justo corre, Agil, luchador, inquieto, edustico, persuasivo, al través tumultuosa vida que-le tocé desarrollar desde antes de 1890 hasta 1928, afio de su muerte, Tradujo parte de “El Capital” de Marx, reuni6 algunos ensayos —como el notable “Socialismo Argentino”— en un libro llama- “Teoria cientifica de la historia y la poli- ‘Relaciones del Partido Obrero con los Pero su obra fundamental, organica, la ‘Teoria y Practica de la Historia”, libro den- fuerte. En una época, cuando el floripon- ratio tenia patente de filosofia, Justo, en 1909, publica su meditada obra, Su mayor mérito, lo que hace de Justo el mas fuerte escritor de su hora, consiste en que sabe lo que dice. Si escribe es porque ha La Liverarura Socian 245 No es lo que se lama en los paises am rico”, elogio que resulta ya un insulto, ia de galas re- téricas, la torre de naipes, el abigarramiento de colo- rinches, no caben en Ia prosa maciza de Justo. Cada capitulo, sélidamente, esté unido a los otros por las vértebras de un pensamiento vertical. Discutible o ne- gable, pero existente como pensamiento. ¥ algunos son de una sintesis ejemplar. Si de al marse que el estilo es el hombre, aqui esté Justo: sen- cillo, fuerte, serio, hondo, incisivo, implacable. Si su mano izquierda derrumba es porque en su derecha ti prestos el ladrillo y la argamasa, o el cemento y el hie- Tro con que va a sustituir al adobe de paja y barro de las construcciones antiguas, feas y sucias, Es un hombre de ciencia y de se se la cambia con epitet discutirse la trayectoria de su evolucién pol timos tiempos, y negarselo como un desvirtuador del so- cialismo, Hombre de su medio, tal vez como los construc- tores de 1a nacionalidad, saintsimonianos en su juventud, en su afan de hacer algo, aqui y en su hora, perdié la vi- sin del socialismo internacional. Pero no deja de ser Justo una gran figura politica a la que contribuyé a nim- bar su obra de publicista meduloso, su recia prosa sin guirnaldas. Hay en su libro un capitulo, el tiltimo, dedica- igidn, la ciencia y el arte”. De buena gana lo reproduciria. Temas sobre los que tanto se ha macaneado por los expendedores de baratijas, é1 los afronta con espi- ritu popular, seriamente, en su utilidad para la vida de to- dos 0, por lo menos, de la mayoria que son los hombres de trabajo. Ya lo ‘practicamente el hombre es el cen- tro del mundo y nada tanto como el hombre mismo debe preocupar al hombre”. El hombre es para él la unidad de todo y si religion, © arte, en vez de servirlo, in- tentan servirse de él, religién, ciencia y arte han falsea- do su propio destino: parasitan, Auvaro YuNquE =e ee La Liverarura Social De Ja lectura de pacos libros se sale con la sensacién de haber estado en contacto con un hombre de talento como de éste “Teoria y Practica de la Historia”, de Juan B, Justo. - an Porque el montén de bribones Azuzados en la noche Por impiidicos sayones, ‘Te ha arrojado su reproche, iMadre! a Porque ignara muchedumbre f De lacayos y rufianes : Pretende apagar Ja lumbre que emerge de tus volcanes. iCanto! (gVejarte? {No! No pudieron i¥a lo sé! Mas te amargaron: aca Alberto Ghiraldo, José de Maturana y Federico Gutié- rez, son los poetas del anarquismo. También milité en — sus periédicos Juan Pedro Calou, muerto muy joven; pe- ro el libro de éste, “Humanamente”, cultiva la poesia fi- los6fiea mas que la anarquica. No aparece, como aqué- los, siendo un militante. En 1910, cuando ocurrié lo que se Hamara “la reac- cién del Centenario”, hordas policiales y chauvinistas, asaltando locales, quemando periddicos y bibliotecas, gol- peando a cuanto hombre barbado encontrasen a su paso —pues, si para los mazorqueros de Rozas, llevar barba era ser unitario, para los “centenaristas”, llevarla era ser ru- so y ser ruso, era. ser “hombre de ideas”, jel enemigol— _ Alberto Guiraldo, en su briosa revista “Ideas y Figuras”, publicé un poema. Constituye él la protesta de toda una clase contra aquellos actos. Y merece recordarselo, co- mo tipico: si iBbrios te desconocieron. Y¥ sicarios te insultaron!) mm Porque tu hermoso camino Hay quien quiere ensombrecer, iCual si una fuerza, un destino Se pudiera entorpecer! iMadre! Porque, barbaros, te niegan; Porque, cobardes, te ofenden; Claudicantes te reniegan Y, torpes, no te comprenden. iCanto! iCanto, madre, tu amargura! MADRE ANARQUIA a z Porque tu amor ofendieron; Porque tu albura mancharon Los que no te conocieron, YY porque te calumniaron, ‘ iMadre! * Porque estas en el martirio ¥ el adversario en acecho Ha clavado en su delirio _ Cien espadas en tu pecho, iCanto! iCanto, madre, tu amargura! ‘Yo soy tu poeta y canto. iBl fuego de mi loeura ‘Ha de abriliantar tu ilanto! v ¥ canto porque ests triste ¥ canto porque estas sola ¥ a tu alrededor subsiste La violencia de 1a ola. je odio, ola Inconselente, impura, ola sin luz, igual a In demente tué a quebrarse en la Cruz! 250 Auvaro Yunque rez... si se olvida de Diaz Mirén, Cuando es él, Gutié- rrez se nos presenta como un poeta irénico, humanista y original: -+No basta ser juez para ser justo. 2Quién ha visto una lave ganzta en la casaca de un marqués?... ¢En qué triste calabozo esta el capitalista que robara una bolsa de coles?... La justicla no es esa letra de la ley creada por unos hombres hartos y felices para unos hombres infelices, para unos hombres hambrientos. . En el lodo, alli del malecén junto a las aguas, hay muchas criaturas que no comen... Pero Dios no los ve, Dios no las ama iDios no les da polichinelas!... Viven entre degenerados y canallas, que también fueron nifios como ellos... ‘Tienen guedejas de color de &mbar Y¥ tlenen corazén... Yo las he visto cerca del caballete, con dos alas, sirviendo de modelos al artista que decoré el altar de tus plegarias, en ese templo en que se piden cobres en bandejas de plata.” El tono, por momentos, se hace discursivo, Diaz Mi- ron, el de la primer manera, tal vez Almafuerte o San- tos Chocano, estén presentes en el poeta. Pero cuando — se olvida de ellos, y atin de que es anarquista, adicto a un credo que debe propagar, Gutiérrez se torna burlén, sareéstico, despreciativo. ¥ es cuando més eficaz resul- ta como poeta de combate. Su intencién es un estilete; — penetra hondo: “En la Opera”, uno de sus mejores poemas, nos narra La LiverarvRA Soctat 251 que ha ido alli con Sareasmo —su hijo— y con su amada la Tristeza. Los tres ven, observan, y dialogan. La voz del chico nos resulta inimitable. El padre, obligado por el preguntén, va presentandole a algunos de los asistentes, interrumpido por la indisereta gracia del muchacho: “—Aguel gomoso de clac que, encantado, mira cémo tan recta, larga y a plomo le cae la cola del frac... é¥a me interrumpes?... =1¥ quién no te interrumpe tal bola, pero la oculta muy bien! ‘—Aquella joven... jencanta su fino porte de at ‘Con un sol en cada oreja y una aurora en le garganta. aSabes quién es? —iNI procuro ‘yo lo que sé, 10 que digo, es que el brillante es el trigo con que se hard el pan futuro!... —Aquel personaje que observa @ las gentes con ese aire de proteccién del que ha sorbldo rapé, buena y honorable alhaja, ‘in dice su sirvienta... 10 Teves en cuenta Jo que habla la gente daja. —Aquel grupo que comparte tan ajeno a la tragedia, iya puedes ver cudnto media desde sus vientres-al Arte! Habla de ganaderias, de cosechas, de terrenos... —1¥ pensar que hay tantos frenos en las talabarterias!... —Aquel, ministro y doctor, 252 ALVARO YUNQUE juzgado por cada cual sl como abogado, mal, como ministro... peor; Ia cartera, enfureeido, doj6 por una tontera... —Eso: dejé la cartera y se Nevé el contenido.” Es la vieja epigramé ica espaiiola, el ingenio clasico, pero no malgastado en el chiste, en reir por reir, sino pa- ra reir con un objeto .. profilactico. ss”, publicd Gutiérrez en la re- conjunto de composiciones Lo epigramatico en ellas la vida? Entonces, gpor qué no luchas? ;Ea! A vindicarla para dignificarnos, para que nuestros pobres hijos no oficien en el ara de tanto vicio malo, de tanta cosa fea...” Es él versificador subido a la tribuna quien habla, ol- lado ya del canto que ponia zumbona gracia estridula a su voz de poeta. Afios mas tarde, Gutiérrez, retirado de la lucha so- , periodista, publicé una novela corta, “La Bailanta”, donde pintaba costumbres de los mensties misionel y un tomo de poesfas liricas, “Escuchando el Silencio”, en el que hay composiciones valiosas. No ha vuelto a publicar libros. El anarguismo en América ha dado poetas tonantes y huecos —como el uruguayo Angel Falco, o el peruano Santos Chocano o el mismo Lugones de “Las Montafias del Oro”—; pero uno sobresaliente: el peruano Manuel GonzAlez Prada, prosador intenso y estricto versificador, @ quien se le deben muchas sugestiones y renovaciones del modernismo. Su influencia es més fuerte de lo que hasta ahora se ha crefdo, no sélo en su patria, sino en otras naciones de América. En la Argentina se le cono- ‘La Lrreratura Soctat 253 cié por la publicacién de sus versos que hiciera la revis- ta “Ideas y Figuras” de Ghiraldo, en 1915. Y desde en- tonces su influencia esta presente en el Rio de la Plata. Se afiebr6 en las redacciones de los diarios anarquis- tas, como todos los jévenes de su época, Florencio San- chez. Bohemia y acracia presidieron los dias de todos, en los tres 0 cuatro lustros de vida literaria que van des- de la aparicién de Dario en Buenos Aires hasta algo des- ppués de 1910, Los ha evocado con melancélico humoris- mo Roberto F. Giusti, al recordar, en 1927, el vigésimo aniversario de la revista “Nosotros” que codirige con “Veinte afios de vida litera- y Polémica” — cuarta ria”, y se halla en su libri serie. Es una pagina poética. eSénchez intenta llevar al teatro la fiebre libertaria que lo posee? Su gran instinto teatral lo empuja a las tablas, pero también es preciso comer. Se atempera y da “M'hijo el dotor”, nietzscheana, o “Barranca Abajo”, aguafuerte del dolor pobre, o “La Gringa”, plena de e: peranzado vigor, 0 “En Familia” y “Nuestros Hijos”, es- tridula critica de lo establecido, y otras muchas de di- -yerso valor, tanto artistico como social. Sanchez se bus- ca. Talento tiene y, lo que es valiosisimo para el arte, ‘posee la intuicién del teatro. Su filosofia es vacilante; su dramaturgia, firme. Por aquella época, protestando contra la ley de Resi- dencia, Payré escribe “Marcos Severi”. Nada mas avan- zado producira en adelante el teatro argentino, en cuan- to a ideas, Transformado cada vez mas en una enorme industria, “las ideas” son excluidas de él. ¥ los que ha- cen “teatro de ideas” —que puede ser de ideas sin ser ne- cesariamente de tesis—, lo hacen para guardarlo o para Publicario en libro. “La maquinaria burguesa tiene cer- Feros alertas en los empresarios, por lo comin dragonean- ‘idirectores artisticos”. es renes, plumearon libertariamente en tre los que, jov Faris anargulsta, abe apuntar a Julio Camba, 1 Humorista espafiol, después tan celebrado, y que su- 254 Atvaro YuNQUE friera deportacién en el afio 1902; a Félix B. Basterra, director de “Nuevos Rumbos” y de “El Cuento del tio” y autor de “El Crepusculo de los Gauchos” y “Leyendas de Humildad”; al critico Juan Mas y Pi, autor de varios tomos de estudios, entre ellos uno sobre Ghiraldo y otro sobre Almafuerte; a Alejandro Sux, a Julio Molina y Vedia, a Pedro Maino, a Arturo Montesano, a Orsini Ber- tani, a Leoncio Laso'de la Vega... La falange era nu- trida 7 entusiasta. Muchos nombres que hoy, en el pe- riodismo o en la magistratura 0 en las letras o en la educacin o en la politica, aparecen sobre un pedestal, a modo de dique contra las novedades de los jévenes, alld, no hace mucho mas de 30 afios, eran desmelenados y fe briclentes anarco-bohemios. La vida es una caja de sor- presas, Y un hombre viejo y con buena memoria resul- un perturbador peligroso. . . onces “La Protesta” era algo mds que un diario anar- quista —apunta Roberto Giusti en su libro “Florencio Sinches su vida y su obra”—, Era una “cueva” de literatos y bohemios; lun campo ablerto a todas Jas opiniones, una tribuna bre dé arte ¥ pensamiento. Aim aflos después, eambiada y decaida, Sanchez la queria, Recuerdo que en los dias terribles de mayo de 1909, en que todo el proletariado de Buenos Aires se habia levantado como un solo hombre contra el jefe de policia coronel Faleon, una noche Sanchez se separé de mi, en un café, con el propésito de ir hasta “La Protesta” —cuya aparielén habia sido prohibida, o estaba en vias de prohibirse— para publicar algo en sus columnas.” Nacer a las letras por aquellos afios, casi era como iniciarse en la anarquia, see Pero el anarquismo literario presenta una gran fi- ead Y merece parrafo aparte: Es Rafael Barrett, Nacid co Algeciras; pero Espafia se ha olvidado totalmente de cate gran escritor, y la Argentina o el Paraguay, cuya a anspit6 las calientes paginas de sus libros y en donde 1 vivio queméndose, tienen derecho a apropiérselo, Mu- ‘La Lrreratura Socta 255 en 1910, antes de los cuarenta ‘Ideas y criticas”, “Moralida- “Lo que son los yerbales”, “EI terror argentino’ gen”, “Cuentos breves” y “Dialogos y conversaciones” ‘A ellos se podria agregar un “Epistolario”, atin inédito. Empujado por un drama intimo, allé por los afios 1907 6 1908, se presenté Barret en Buenos Aires. Era un hom- Todo Io sabia, de todo era capaz de escribir, Poseia un estilo claro, bello, pene- trante, nervioso. Y ligero sélo en apariencia, capaz de decir lo mas profundo sin actitud de fildsofo. Comenz6 a escribir para ganarse la vida, en diarios de Buenos Aires y Montevideo. Crénicas rapidas, criticas punzantes. La sinceridad y el valor estaban en su espiritu, 1a curiosidad y el conocimiento en su inteligencia, José Enrique Rod6, admirado de este cronista, le escribe: “Ha enaltecido us- ted la cronica sin quitarle amenidad ni sencillez, La ha dignificado usted por el pensamiento, por la sensibilidad Y por el estilo”, ‘La hipocresia, la vulgaridad, crueles y brutas; tienen. en este cronista relampagueante un enemigo terrible- mente demoledor. Pero el que “cree crea”, nos dice él mismo. Y él-cree también. Y pone su pluma brava, su pluma de luz, para luchar en favor del obrero. Articu- lista, conferencista, panfletario, cuentista, polemizador, escribe o habla cotidianamente. Es un pensador, un ar- tista, un maestro y,"por sobre todo, el caballero andante de los pobres, un rebelde. Buenos Aires lo desecha. Se va al Paraguay. Alli ve lo que son yerbales, infiernos de explotacién para el indio; y escribe sobre los yerbales paginas de fuego. Su amor al desventurado mensti le atrae, logicamente, el odio de politicos, burdcratas y pa trioteros, todos cémplices en la criminal empresa. Se le apresa, se le ataca, se le acosa, se le calumnia, se le blo- guea con hambre y silencio, Se le destierra, por fin. En- fermo, casi moribundo, escupiendo los pulmones, pero sin dejar de escribir, de luchar; postrado, pero invencl- 256 Atvaro YunquE ble, sabiéndose condenado a no ver el triunfo, pero sin dejar de creer en él, afiebrado y canijo, pero fuerte y op- timista, pasa por Montevideo; se va a Francia... Su vida y su obra son meteéricas: luminosas y répi- das, Queda una estela de admiraciones y de ensefianzas, Y el ejemplo de lo que puede alcanzar él arte cuando es expresién de ideas. De lo que a lo social puede extraerse cuando existe en el escritor la aptitud de expresarlo. “Cuentos Breves”, nada ms artistico. estilo también! En un ensayo que acerca de él publiqué, yo decia: “z¥ el estilo? Lo primero que le hailamos eg la falta de énfasis, de grandilocuencia castellana. Ba- qrett es un hombre humilde, sabe demasiado para no serlo; y la sabiduria es el acido que devora la grandilo- cuencia, No es grandilocuente, pero es vigoroso y Agil. No hay que confundir estilo vigoroso con estilo hinchado. Vigor no es énfasis. No hay que confundir hombre ro. busto con hombre gordo. El vigor es musculo: ideas; el énfasis es crasitud: palabras. En el estilo hinchado, las fofas palabras ocupan mas lugar que las ideas, ricas en Sugestiones; en el hombre gordo la anémica grasa ocupa més sitio que el misculo, rico en sangre. Hay literatos que se parecen a esos nifios precoces que con énfasis de grandes, dicen cosas pueriles, La técnica de Barrett es Precisamente lo opuesto: pone el mayor ntimero de ideas en el menor miimero de palabras. Y de esta falta de énfasis, de grandilocuencia castellana, resultan dos cua idades de su estilo: a brevedad y Ta sencillez, Es-per- sonal. La casi inencontrable personalidad que es al estilo lo que el cardeter es al hombre, «quan Guijarro publicé un tomo Hamado “Barret Sin- tético” en el cual recoge pensamientos, imagenes, modo de expresién, pérrafos de su epigrafia’ burlesea; extral- os con amorosa fe de sus libros, A manera de mu Escojo los mas breves: Sus iQué ironia y qué estrario, cabe reproducir algunos. —No es lo importante trabajar, sino trabajarnos, La Lireratura Socal aT rr deane rea Sere Sees stad corti do Te corupeln. duis canbe sey alo i voir ne sake eal —éQué broma més terrible que la verdad? Sateen alma, vulgar és moctcasms, propordona See riittins iacren te xe exaity tha de As eal Fissaes, yosenca os demden, : Se jauscan aor mal dh reetlo- poovia elute Ee Si taae paciencla op ten Soon dh Se ee eee ate no crlcie co uh pron a ™etomoninteligencla, os dct, often ae ae grandes pose sat sn eX —Somos voluntad, es decir, se cient. 3 cee re evoluelnario smo el sentido eomén Tage fives’ guele Hamarge a oe que ee canstn de ‘witYia pueblo comlensn a delar de ser arena se euala en Toca. i puso camaninsn porque sus cusrdes son dengue x madres. THAD poten lon vientten de ins madres TPRAR Morse de Ia realidad no es nada; 1o heroico es des- Sia cuts renders, ocpopa interior y entregala para renovar e ), he aqui el altruismo. = mundo, he act ol Strada sobre aus sneos ¢ oro ganaos pot «a ne Hoe Ge sor tan hosptalaia SE eps saan uo Se jem ripeeno de pale ae cs ee sige, patigscon de muss nerves fee rts ‘clones de ingen ol amon temura, de compieree, stad por Téfages de concien- S Lean wise cnain’ ex Fo dad te sale de! CorSengraba a eada gealdo MUANO, & 258 Auvaro YUNQUE cada injusticia que vela cometer, aunque se cometiese en el fin del mundo. ¥ ademas de corazén, una inteli- gencia lucida, alerta, infatigable, como una antena al- yada a fin de captar las mds recénditas voces. Todo él registro del dolor humano, de lo més agudo hasta lo inconmensurable, de lo inmediato a lo universal. “No era un anarquista de partido —dice de él San- tillan— era un pensador libre, un escritor indepen- diente.”... Pensador libre, escritor independiente, si; pero mar- chando en las filas obreras, sintiéndose un obrero él tam- bien, y escritor de clase, y pensador movido por el im- pulso proletario, Tanto es su poder de sintesis que, por momentos, raya en la genialidad. He aqui algunas de sus pequefias obras maestras: La ComPasi6n El ave, feliz, cantaba en el Arbol. 6 culdadosamente, pero antes de apretar anidad no es tan mala. La Crencta ajes lejanos descubri una isla. visité a un célebre geégrafo. Me oyé, consulté 6 ¥ planos, y me dijo: La Mapre Je angustia suena, en medio de la noche. La madre amorosa desplerta sobresaltada. El grito se oye nuevamente més débil y més desesperado. —No es en casa — murmura la madre, y se vuelve a dormir. La civilizacién europea —a cuya economia ya esté plenamente incorporada la Argentina— halldbase acon- La Lrrerarura Soctat 259 dicionada para provocar y sufrir tuertes experiencias. ¥ Negaron: la guerra mundial de 1914; la Revolucién bol- chevique, 1917; otras guerras imperi Sudamérica, disturbios internos revelantes de la inesta~ bilidad social en las metrépolis; revoluciones como 1a de Espafia, que nos conmovieron hasta la medula; por fin, la nueva guerra mundial: incégnita y esperanza. . Los principales de estos hechos, hallaron eco vivo en la literatura argentina. Los poetas —generalmente ger- manéfobos en 1914— levantaron su voz contra el Kaiser © en pro de Bélgica y Francia; luego la Revolucién ru- sa lamé hacia si el canto de los mas jévenes, después la inicua guerra paraguayo-boliviana, campo donde las hegemonias yanqui e inglesa, disputandose el petroleo, hicieron derramar sangre americana. (Un perspicaz y valiente libro produjo esta guerra, en la Argentina’ “Se- cretos de Estado Mayor”, de Ricardo Setaro). Después, cuando la guerra civil espafiola, qué pluma de poeta no se levanté, airada, herida en el corazin por la bir- bara tragedia? Fué un descubrimiento para todos com- probar cuanto queriamos a Espafia, emo habjamos vuel- to a ella. Su dolor estremecié el espiritu americano, un espasmo de ira santa lo recorrié desde México a Ia Ar- gentina, Una vez més, el pueblo de Espafia, dando su eterna leccién, la del heroismo, No podian, pues, los poetas, permanecer inconmovibles, y 10 cantaron. Fué un fmpetu undnime. A la voz de Antonio Machado, Gar- efa Lorca, Leén Felipe, Rafael Alberti, espafioles, res- pondia la de ciento y un poetas americanos, estremecidos Ge indignacién, encendidos de fe combativa. ¥ otra vez una guerra mundial, Y nada menos po- pular que esta guerra donde dos imperialismos, fria- jrente, lanzan sus pueblos a 1a disputa de mercados. In- titilmente, los discursos hacen vibrar el telégrafo. La poe- Sia de América permanece en silencio. Ni la Inglaterra, yampiro de colonias y-semi-colonias —la Argentina en- tre estas— ni la Alemania de los pogroms consiguen despertar la efusion épica. ¥ si ya los pueblos, recelosos, 260 ALvaRo YuNQuE no se acaloran hasta golpearse frente a las los diarios como cuando la contienda de 1914, los poe. tas, al diapason de tan justo recelo, callan...'O de ver en ves, la segura voz ritmica se yergue sélo para con, denar la masacre... Pizarras de Pero de subito, aquel coro poético que alenté desde - América a la Espafia leal, vuelve a encenderse, a vita lizarse, a conmover con su estremecida musica el ma- rasmo del ambiente. Ha ocurrido un hecho capaz de despertarlo: el nazismo atacé a la U. R. 8. 8. El alma del pueblo, intuicién genial, siente que esto es peli- groso y magnifico a la vez, que la civilizacion puede avanzar o retroceder siglos segin el resultado de esta lucha trascendente. Ahora si son dos mundos los que ncn pugna, ahora si el ayer y el hoy se disputan el ana, en la guerra mas desesperante y terrible que la humanidad ha visto. ¥ el espiritu de ios poetas que sienten la causa del pueblo, vuelve a vibrar al diapason de la U. R. S. S. agredida por las fuerzas oscuras que pre- tenden paralizar su obra constructiva. Son voces jove- nes, naturalmente: Alfredo Varela, Gonzdlez Tufién, Li- ja Guerrero, Abalos Noguera, Horacio Klapembach, Eduardo Calamaro, José Natiello. .. La poesia épica esta en ellos, entusiasta, viril, afir- mativa. ¥ entre tanto, cual es la posicion del escritor, y atm. del escritor realista, con preocupaciones sociales, en el medio creado por la angustia de la guerra? El estado burgués, se ve en peligro, siente miedo, y aprieta sus re~ sortes. Se habla de “arte dirigido” para los paises tota- litavios. Este “arte dirigido” existe también en los que se amparan bajo el nombre de democracias. La do- mesticidad del escritor es un hecho, El que no obedece, se ve arrinconado. Se habla de la libre creacién como posible en los paises seudo-demséeratas. Hipocresia. El ar= Usta, el escritor, en la Argentina, pais “democrético”, bese a que sus derechos de palabra, reunion y asociacién, muy restringidos, siguen directamente controlados por la ‘La Lrveratura SoctaL 261 Policia; el artista, el escritor de la Argentina, no rectbe, autoritariamente, una consigna para que escriba en pro 0 en contra de esto o aquello, Pero la maquinaria bur- guesa es lo suficientemente poderosa para poder atra- par al artista desde la escuela, imponerle una cultura dirigida, presionar luego sobre sus necesidades, ofrecer- le halagos o hacerle ver que, de resistirse, tendra en vez de ellos pobreza, silencio y olvido. En una palabra: do- mesticarlo. Si no a golpes, como en los paises tiranizados, gazmofiamente, El escritor que escribié su libro o su pieza teatral, li- bremente, sin tener en cuenta lo que la sociedad le exi- ge, se ve ambulando de redaccién en redaccién y de tea- tro en teatro con su libre pensamiento materiaiizado en paginas de las que nadie quiere transformarse en cém- plice, La cobardia es el denominador comin de 1a vida. a¥ qué publican los diarios 0 periédicos, qué vocean las Tadios?: Melaza sentimental o estridencias policia- les. El cursi lorisqueo o la sacudida nerviosa que se da bajo el nombre sagrado de emocién. En algiin diario rico se cultiva la historia; pero no la filosofia de la his-» toria, sino la historia menuda, la chismogratia de la his- toria. Los literatos domésticos, intuyen la “‘consigna” que nadie les ha dado y a cumplirla se entregan, igual que si estuviesen bajo la bota de Hitler o de Mussolini. Pero protestan contra el “arte dirigido” Como si el escribir “pane lucrando” no fuese una forma de hacer “arte di- rigido”... hacia Ja derecha. ‘Antén de Montoro, llamado el “Ropavejero”, natural de Cordoba, era un judio espaiiol, sasire de oficio y poe- ta de aficion, Viviendo por los afios de 1404 a 1480, puede aparecer como el precursor de los escritores prole- tarios del siglo XX. Una copla de él dice: “Pues non crexe mi caudal el trovar, ni da més puja; adorémoste, dedal, gracias fagdmoste, abuja.” 262 ALvaro YuNQUE La Lrrenarura Soctat No es ésta, generalmente, la actitud de los poetas que if = nacen proletarios. Por lo comin, intentan huir desu de algo indeciso. Por lo pronto, actiian en locales de la i en otras donde el yantar no se logre con Municipalidad. Esto s tans, tirar si es posible la herramien- ? por la pluma... de escritor proletario no puede ser un burguesa. ea a ‘ee oneing } y, naturalmente, de hallan excluidos los escrito- - bys 4 ra Tes que le llevan in id ideolégica. Torrentes de tru- voluntad tnica, se roba al descanso a ietllentia -bentiment se deja de escribir, sencillamente, joria. Yo he conocido escritores ° improvisacién cémica, tan rica en el criollo como que ron pintores de paredes, mayo- E 5 descendiente de espafiol. Mas que en ningiin género m literario, el capitalismo deja en el teatro la huella de su al, y hoy son empleados esta- E pezufia. Mil y una comedias o sainetes, quinientos y un circulo burgués, no pueden seguir y melodramas se amontonan afio tras afio en la clase proletaria. Esto los harfa del movimiento teatral. Ahi quedan: papel Especial” de la policia, El E Los poetas siguen clasicamente famélicc ido @ no criar cuervos... ¢Puede ES argentine pe - 4 de héroe, no es una actitud espiri- ; ine logranionty rm ecen. Feném« on excesiva abundancia entre la gente Pesatasace par, juspae ia eetcusture social que Jo ntos hacen literatura proletaria en la % E Se —cuentistas, novelistas, comedidgrafos, ci- 0 es infimo si se le compara cos, los que se dan a surtir 08 0 cines con melaza senti- 4 por el arte, del arte con princij policiaca, ___ @1 logro de belleza, ajeno a critores que, en la sociedad capita- de menores de edad mentale: 1 “Opendoor”, se creen. ‘te prostituye al dinero, prose : Como los locos encerrados en el "Opendoor”, se ereen bres 1 muro, horrorizarian de prostituir la mujer Pores pods el muro que los separa de la ibertad, estos es- guerido Vet be atl pce; | oritores dirigidos —dirigidos o castrados— se creen Ii- readores. €l teatro. No hay género lterario que Se oar clerto quienes, no temfendo permanecer in- entro de las exigencias del medio am- aitos, se resisten a dejarse dirigir. Su obra pertenece a venir teatro. Le es imprescindible la colabora- Thistoria literarla del futuro. Al historiador por ¥ ste le impone rumbo, He enc destinado estudiar qué hicieron quienes, contem- cLos teatros independientes? Son atin el comienzo 2 = taal 264 ALVARO YUNQUE del 14, de la Revol spafia y de esta otra aa la “Argentina, Son’ he- S inmediatos, y me veo en la ine n conjunto. Y menos avalo. ransformar este capitulo en to. Ni atin los movimientos 1i- aquél con su obrerismo y su no y su aristocratismo, ficar. No podria decir qué mn tuvieron sobre la vida li- (En la Nota IV* del Apéndice, cote- jones.) seedores si can con la nacién que go- ntereses lo presentan como 0 revolucionario, si quiere darsele sa denominacién, se va haciendo un oficio peligroso. Siempre lo fué. Diganlo los prime- , diganlo Ghiraldo, Barrett, Gonzalez Pa- °0 y otros escritores anarquistas, huéspedes de cér- 's. Pero hoy lo es mas. Un Florencio Sanchez, anar- ta, hallé protectores; un Anfbal Ponte, por su saber cta, honra de la ensefianza, se vid despojado 's catedras y obligado a salir del pais para poder ganarse la vida. El ultramontano ministro de Instruc- cion Publica Jorge de la Torre (también el nombre de ciertos cretinos debe perpetuarse), fué el autor de la proeza dictatorial. Ya Ponce lo habia dicho: “Frente a un pensador que surge, la sociedad ha seguido dos ca- minos: 0 traerlo para domesticarlo, o perseguirlo para coneluir con él”. Uno de los politicos mas astutos que ha tenido el pais —el general Roca, a quien se le caricatu- rizaba como zorro— frente a los desplantes juveniles de Lugones, dijo: “A este mozo lo hago callar yo”. ¥ asi fué. Lo atrajo a su érbita, mediante empleos y subven- ciones. Ya se sabe en lo que paré el ex anarquista Lugo- nes hasta volver al seno de la Madre Iglesia, Otro presi- ‘La Lrreratura Soctat 265 dente, tan turbio como Roca en cuanto a pricticas elec- torales, pero sin su penetracién. el general Agustin P. Justo, permitié, en cambio, que un ministro innominable expulsara a Ponce. Bien es cierto que la contextura ideo- légica y moral de éste no era la de un posible doméstico. Nunca como en esta hora es mas decisivo el divorcio del escritor social y la clase gobernante. Nunca hubo un disentimiento mas agudo. Durante la gesta de Mayo y la rivadaviana, los mejores espiritus se hallaron a su servicio, Luego, después de su pugna con el rosismo, en- tran de pleno a servir la obra constructiva de la organi- zacién nacional. Mas adelante, cuando otra inquietud los Pose, atin colaboran. No asi ya cuando aparece el impulso proletario, Hama que el orden estatuido intenta apagar y que el arte alimenta. El arte se ve frente a lo Oficial y lo aceptado. Colaborar con él seria negarse ‘en su misma esencia, dejar de ser, como le ocurrié al so- Cialismo reformista y a la literatura que siguio tras de 1: Se ha diluido en lo existente. Hoy los escritores so- cialistas pueden colaborar en los diarios grandes, dar con- ferencias en las instituciones del Estado. No desentonan. Algunos de ellos pertenecen a la Academia Argentina de Letras, refugio de cuanto el pais tiene de “indeseable” en materia de pensamiento. La literatura revolucionaria, en este siglo XX, cuan- do ya la organizacién burguesa, corrompida, decae, lo es s6lo con ser realista. Las clases poseedoras, por la pluma de sus profesionales, tratan de ocultar, de embellecer la realidad, O huyen hacia el idealismo y hacia el pasado, religin historiografia. Pero la clase proletaria, me- diante 1a pluma de sus escritores, tiene necesiad de co- nocer la realidad en que vive. Conocerla para transfort maria, ¥ por ello, todo lo que es real, es negado por la critica burguesa como feo 0 antiartistico. % ‘Al movimiento juvenil de Boedo, se le llegé a califi- car de sub-literario. Los que tal dicen, aceptan el con- cepto burgués del arte. No lo ven como un instrumento de renovacién social, sino como una joya bonita o un 266 Auvano Yunque juguete ingenioso. El movimiento realis Boed exclusivamente literario, eomo ef ae Flores ‘oe 10.0 a Roberto Mariani o a Elias Castelnusy ‘La Casa por Dentro”, de “Cuentos de iy de “Tinieblas”, libros vitales, productos de ob. acion directa, en los que alienta un fuerte realismo, se les hubiese ocurrido pintar la dspera y explotada vida del resero pampeano, no lo hubiesen hecho, a buen set guro, como Ricardo Giliraldes, que no sélo la embellecio con sus primores de estilo sino que la deform6, Pin. t6 en ella lo externo y simpatico, no lo doloroso y terrible. Actitud de escritor burgués frente a la vida, mas atin en trance de escribir sobre la vida de un trabajador tan miserablemente esquilmado como el re- sero, Los jévenes agrupados en Boedo trafan un instinto realista —o sea revolucionario— de la literatura. ¥ no sélo sus narradores, también sus poetas. Florecié ast una poesia sintética y satirica, que hunde su inspira- n la tragedia de Ja colectividad, y mas atin de Ia co- lectividad suburbana. Los argentinos Federico Gutié- re 4uistico colombiano Luis C. Lopez (“De mi Villorrio”, “Posturas Dificiles", “Por el Atajo”), el gran peruano Gonzélez Prada, renovador esté- tico a la vez que nube de preccupaciones sociales (Ex6ti- cas); se podrian sefialar como antecedentes inmediatos a los poetas de ese grupo. Al mismo Fernandez Moreno, en sus momentos de “Ciudad” o de “Campo Argentino”, cuando capta lo irénico o lo triste, podria inclufrsele como indice de esta poesia realista, revolucionaria sin moraleja, sencillamente por presentar lo ridfculo 0 lo do- loroso de la vida que todos sufren. Citaré a uno solo de estos poetas: Gustavo Riccio, ya gue la muerte corté la armoniosa espiral de su lirica. En la autobiografia que eseribié para la “Exposicion de la Actual Poesia Argentina”, copilada por Pedro Juan Vig- nele y César Tiempo, se nos retrata: ‘He nacido en Bue- nos Aires, pero al revés de lo que ocurria a mi colega ‘La Lrreratura Sociat Carlos Guido Spano, los desaires con que me trata la suerte me preocupan bastante, tal vez porque me desaira vuelta a vuelta... ‘Todos los que me tratan dicen que soy un buen muchacho, y sin embargo, en la Policia se me tie- ne por un peligroso agitador. ¥ es porque un dia supe que los ricos viven del trabajo de los pobres, y que la vida, aunque mala, puede mejorarse. Entonces me junté con otros que lo venian haciendo d imitndoles, me largué a gritar la inj sobre unas mesas que se colocaban en las esquinas para atraer a la gente”. ‘Aqui estan Riccio y su estética. Espiritu zumbén y sentimental, observa y ensuefia. ¥ dice con sencillez, como despreocupadamente, con yoz cordial, “lo que su cora- z6n emocionado recoge de la brutalidad del cotidiano vi- vir. Publicé “Un poeta en la Ciudad” y sus amigos, el pés- tumo: “Gringo Puraghei”. En ambos, anda el poeta, bien abiertos los ojazos, descubriendo 1a vida que lo rodea, ‘hhundiendo en los hombres simples con quienes habla, el bisturi de su observacién. La tragedia minima o el pequefio burgués empleado, egoista y bobo, o cualquier androide que trabaja y se deja vivir, inconsciente, hallan en Riccio un descubridor com- prensivo: ‘Una Sievienta “Tiene los ojos claros y el alma ensombrecida, va y viene por la casa sin saber donde va; mira y no ve Ins cosas, 1a regafian; y ella ‘se repliega en el gesto mis heroico: callar. Llegé ha poco de Espaiia, vino en viaje de bodas, el mar Je dié el arrullo de ta marcha nupcial; ‘vino eon el esposo por el oro de América, 3s iy aqui encontré una escoba y un trapo de fregar! Obligado a hacer un viaje al tropico, hallé en Ia natu- ede del Paraguay y en las gentes distintas a jas de su habitual observacién, motivos originales, Sus 268 Atvano YUNQUE ee “cantos de gringo” (“gringo puraghei”, en guaran{) nos. dan un poeta en ascencién: ELOGIO DE LA MUJER PARAGUAYA “Mujer paraguaya, héroe todavia sin poema épico, mujer todavia sin poema lirico, cuya faz mordida por el sol y el viento no admite el afeite de los madrigales ni el perfume vano de los galanteos, crédula y medrosa, le ofrece cigarros al Pombero, y flores a la Virgen ‘a, como las manolas, flores en el pecho. Ensarta abalorios ¥, como las indias, con ellos se adorna, ‘Viste colorines de aguda estridencia igual que los pajaros policromos. Toca su cabeza un amplio rebozo que cae como el manto mismo de Maria. Sola, dilata sus ojos que alargan caminos _ mientras anda y anda... ¥ por las tortuosas sendas del esfuerzo, va sin rebeldias como el buey paciente de mirada absorta, con la cara desnuda de gestos mordiendo el cigarro que afea su boca. Amante sin suerte ni historia romantica ni un solo suicidio por su amor. Su vida fria de recuerdos no puede arroparse con el caloreito de las viejas dichas. Ella sabe sdlo de largas jornadas desde pequefiita, con un peso enorme sobre la cabeza iss camina, camina... No reeuerda besos ni palabras dulees, casl ni recuerdo cémo pasé aquello: un brazo impuleivo, 1a noche, el verano. ¥ al abrir los ojos se hallé cara el cielo, eel La Lrrerarona Soctat Un dia fué madre, Pero ella tuvo antes su arcéngel Gabriel: un Pajaro loco le Hev6 1a nueva y lo supo a gritos por el Pito-giié, Ella es madre y padre de sus hijos. Ella cantando Jos duerme y al clarear el alba, ya les sale a buscar el sustento, mojada en la fresea luz de la mafiana, ¥en tanto a la sombra del ocio se duerme su hombre, ella trabaja. Como el buey, 1a fuerza leva en la cabeza, como el buey es mansa, y tal como el buey soporta rigores, que él le retribuye con una patada... Pero ella es tan hembra que bendice 1a mano que dafia ¥ se bebe dos tragos de olvido ‘Murié Gustavo Riccio a los veintisiete afios. Su poe- sfa iba adquiriendo sobrio vigor y multanimidad imagi- nativa, Preciso era recordarlo, s ritos ni por ser un cabal representante de la poesia de su hora, sino también por el olvido en que lo tienen los an- tologistas. Riccio es un poeta de la call cuentra el principal motivo de sus vers tumultuoso y sonoro, sino tierno y recogido. cia de la calle, no la combate él con apéstrofes y bas, sino con pieglad irénica. '¥ cuando sale a mirar por esas calles repletas de rut- "dos, de monstruos mecanicos y de gentes convulsionadas, ‘Jo hace levando en la mano la flor de su intimidad La ‘ire 1a conservacién politico-econémica y as (hatavs que quieren romper el viejo molde de las Tels- ales, toma primero la forma de una lucha en- ‘pues, no sdlo por sus mé- en la calle en- pero no es

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