El campo y la ciudad: dos linajes en Borges
El Evangelio segun Marcos
Jorge Luis Borges
El hecho sucedié en la estancia La Colorada,
en el partido de Junin, hacia el sur, en los
tltimos dias del mes de marzo de 1928. Su
protagonista fue un estudiante de medicina,
Baltasar Espinosa. Podemos definirlo por
ahora como tno de tantos muchachos por-
tefios, sin otros rasgos dignos de nota que
esa facultad oratoria que le habia hecho
merecer mas de un premio en el co-
legio inglés de Ramos Mejia y que
una casi ilimitada bondad. No le
gustaba discutir; preferla que ff
el interlocutor tuviera razon
yno él, Aunque los azares del
juego le interesaban, era un
mal jugador, porque le desa-
gradaba ganar. Su abierta in-
teligencia era perezosa; a los
treinta y tres aios le faltaba
rendir una materia para gra-
duarse, a que mis lo atraia.
Su padre, que era librepensa-
dor, como todos los seviores
de su época, lo habia instrui-
do en la doctrina de Herbert
Spencer, pero su madre, antes de
un viaje a Montevideo, le pidié que
todas las noches rezara el Padrenues-
tro e hiciera la sefal de la cruz, A lo
largo de los afios no habia quebrado
nunca esa promesa, No carecia de
coraje; una mafiana habia cambiado, con mas
indiferencia que ira, dos o tres pufietazos con
un grupo de compafieros que querian forzar-
Jo a participar en una huelga universitaria,
Abundaba, por espiritu de aquiescencia, en
eeBio
Jorge Luis Borges
Nacié en Buenos Aires én 1899 y muri en Ginebra,
Suiza, en 1986. Crecid en Buenos Aires, fue alfa
betizado en inglés y en espafiol y de adolescente se
instal en Suiza unto con su familia, Una enfermedad
en sus ojos lo dej6 casi completamente cieno. A los
veinte afis, viajé a Espafia y se puso en contacto
con el movimiento utrasta. De regreso en Buenos
Aires, fund6 la revista Proay comenz6 a publica sus
libros. Los mas importantes son Historia universal de
Ia infamia (1938), Fcciones (1944), E/aleph (1948)
Al hacedor (1960). Entre ls premias recibidos,
‘obtuvo el Cervantes en 1980. Traté el tema de la
poesia gauchesca en muchos de sus cventos, poe:
‘mas, ensayos y conferencias. Tanto su obra coma
su biografta fueron levadas al cin y algunos de sus
poomas fueron convertidos en canciones. Borges
alcanaé fam a nivel interacional y es considered
cl mejor esritor dela literatura argentina.
opiniones o hibitos discutibles: el pais le im-
portaba menos que el riesgo de que en otras
partes creyeran que usamos plumas; veneraba
a Francia pero menospreciaba a los franceses;
tenia en poco a los americanos, pero aprobaba
eLhecho de que hubiera rascacielos en Buenos
Aires; crefa que los gauchos de la Hanura son
‘mejores jinetes que los de las cuchillas 0 los
cerros. Cuando Daniel, su primo, le propuso
veranear en La Colorada, dijo inmediatamen-
te que si, no porque Ie gustara el campo sino
por natural complacencia y porque no buscé
razones vilidas para decir que no.
El casco de la estancia era grande y un
poco abandonado; las dependencias del
capataz, que se llamaba Gutre, estaban muy
cerca, Los Gutres eran tres: el padre, el hijo,
que era singularmente tosco, y una muchacha
de incierta paternidad. Eran altos, fuertes,
hhuesudos, de pelo que tiraba a rojizo y de
caras aindiadas, Casi no hablaban. La mujer
del capataz habia muerto hace afios.
Espinosa, en el campo, fue aprendiendo
cosas que no sabia y que no sospechaba, Por
ejemplo, que no hay que galopar cuando uno
se est acercando a las casas y que nadie sale
a andar a caballo sino para cumplir con una
tarea, Con el tiempo llegarfa a distinguir los
péjaros por el grito
A los pocos dias, Daniel tuvo que ausen-
tarse a la capital para cerrar una operacion
de animales. A lo sumo, el negocio le tomaria
‘una semana. Espinosa, que ya estaba un poco
harto de las bonnes fortunes de su primo y de
su infatigable interés por las variaciones de
Ia sastreria, prefirié quedarse en la estancia,
con sus libros de texto. El calor apretaba y ni
siquiera la noche trafa un alivio. En el alba, los
truenos lo despertaron. El viento zamarreaba
Jas casuarinas, Espinosa oyé las primeras gotas
y dio gracias a Dios. El aire frio vino de golpe.
Esa tarde, el Salado se desbordé.
Al otro dia, Baltasar Espinosa, mirando
desde la galerfa los campos anegados, pens6
que la metafora que equipara la pampa con
el mar no era, por lo menos esa mafiana, del
todo falsa, aunque Hudson habia dejado escri-
to que el mar nos parece mis grande, porque
Jo vernos desde la cubierta del barco y no
desde el caballo o desde nuestra altura, La Ilu-
via no cejaba; los Gutres, ayudados o incomo-
dados por el pueblero, salvaron buena parte
de la hacienda, aunque hubo muchos anima-
les ahogados. Los caminos para llegar a La
Colorada eran cuatro: a todos los cubrieron
Jas aguas, Al tercer dia, una gotera amenazb la
casa del capataz; Espinosa les dio una habi-
tacion que quedaba en el fondo, al lado del
galpon de las herramientas. La mudanza losContexto
fue acercando; comian juntos en el gran co- Elafio 1970 marca el inicio de la década més violenta
medor. El diilogo resultaba dificil; los Gutres, de la historia argentina del siglo xx. Los setenta
que sabian tantas cosas en materia de campo, comenzaban con el general Juan Carlos Ongania @
no sabjan explicarlas. Una noche, Espinosa les cargo de a Presidenca de a Nain; haba iderado
preguntd sila gente guardaba algin recuerdo ol golpe de Estado -autodenominado “Revolucin
de los malones, cuando la comandancia estaba Argentina” (1966-1973)- que en 1966 habia
en Junin, Le dijeron que si, pero lo mismo errocado al presidente consttucional Arturo tia,
hubieran contestado a una pregunta sobre la A fines de los afos sesenta, dos de los principales
ejecucién de Carlos Primero, Espinosa recor- acontecimientos ocuridas durante el gobiemo de
dé que su padre solfa decir que casi todos los la Revolucén Argentina habian sido la represin de
casos de longevidad que se dan en el campo estudiantes y dacentes unverstarios conocida como
son casos de mala memoria o de un concepto La Noche de los Bastones Largos (julio de 1966) y
vago de las fechas. Los gauchos suelen ignorar la insurreccién popular denominada el Cordobazo
por igual el afio en que nacieron y el nombre (mayo de 1969) contra a dictadura de Ongania, Por
de quien los engendré. otra parte, en 1870 leva a cabo su primera accién
En toda la casa no habia otros libros que pblca a organizacién armada Montoneros, qu
una serie de la revista La Chacra, un manual de junio comunica su paticipacin en el secuestro y
de veterinaria, un ejemplar de lujo del Tabaré, asesinato dl general Pedro Eugenio Aramburu, lider
‘una Historia del Shorthorn en la Argentina, unos el goipe de Estado contra general Pern en 1955.
cuantos relatos erdticos o policiales y una ‘A diferencia de muchos escritores que por esos
novela reciente: Don Segundo Sombra. Espino- afios abogaban por un compromiso del escritar con
sa, para distraer de algiin modo la sobremesa su contexto socal, la obra de Borges se mantuvo
inevitable, ley6 un par de capitulos a los Gu- jena al realidad del momento, aun en medio de a
tres, que eran analfabetos. Desgraciadamente, fuerte poitizacin de los intelectual y artistas en
el capataz habia sido tropero y no le podian los ais sotenta.
importar las andanzas de otro. Dijo que ese
trabajo era liviano, que llevaban siempre un
carguero con todo lo que se precisa y que,
de no haber sido tropero, no habria ilegado
nunca hasta la Laguna de Gomez, hasta el
Bragado y hasta los campos de los Nufiez, en
Chacabuco. En la cocina habia una guitarra;
los peones, antes de los hechos que narro,
se sentaban en rueda; alguien la templaba y
no Tlegaba nunca a tocar. Esto se llamaba una
guitarreada.
Espinosa, que se habfa dejado crecer la
barba, solfa demorarse ante el espejo para
mirar su cara cambiada y sonrefa al pensar
{que en Buenos Aires aburriria a los mucha-
chos con el relato de la inundacién del Salado.
Curiosamente, extraiiaba lugares a los que no
iba nunca y no irfa: una esquina de la calle Ca-
brera en la que hay un buzén, unos leones de
mamposteria en un portén de la calle Jujuy, a
unas cuadras del Once, un almacén con pisode baldosa que no sabia muy bien dénde es-
taba. En cuanto a sus hermanos y a su padre,
ya sabrian por Daniel que estaba aislado la
palabra, etimoldgicamente, cra justa~ por la
creciente,
Explorando la casa, siempre cercada por
las aguas, dio con una Biblia en inglés. En las
paginas finales los Guthrie tal era su nombre
genuino~habian dejado escrita su historia.
Eran oriundos de Inverness, habjan arribado
a este continente, sin duda como peones, a
principios del siglo diecinueve, y se habjan
cruzado con indios, La crénica cesaba hacia
mil ochocientos setenta y tantos; ya no sabian
escribir. Al cabo de unas pocas generacio-
nes habian olvidado el inglés; el castellano,
cuando Espinosa los conocid, les daba trabajo.
Carecian de fe, pero en su sangre perdura-
ban, como rastros oscuros, el duro fanatismo
del calvinista y las supersticiones del pampa.
Espinosa les habl6 de su hallazgo y casi no
escucharon,
Hoje6 el volumen y sus dedos lo abrieron
en el comienzo del Evangelio segiin Marcos.
Para ejercitarse en la traduccion y acaso para
ver si entendian algo, decidié leerles ese texto
xprendié que lo
con callado
después de
escucharan cor
interés. Acaso la presencia de las letras de oro
en la tapa le diera mas ad. Lo llevan en.
la sangre, penso. También se le ocurrié que
los hombres, alo largo del tiempo, han repe- par 2
tido siempre dos historias: la de un baj per-
dido que busca por los mares mediterraneos
una isla querida, y la de,un dios que se hace
crucificar en el Gélgota. Recordo las clases de
clocucién en Ramos Mejia y se ponia de pie
para predicar las pardbolas.
Los Gutres despachaban la carne asada y
las sardinas para no demorar el Evangelio.
Una corderita que la muchacha mimaba
y adornaba con una cintita celeste se lastimd
con un alambrado de pia. Para parar la san-
gre, querian ponerle una telarafia; Espinosa”
Ta curé con unas pastillas. La gratitud que esa
curacién desperto no dejé de asombrarlo. Al
principio, habia desconfiado de los Gutres y
habia escondido en uno de sus libros los dos-
cientos cuarenta pesos que levaba consigo;
ahora, ausente el patron, él habia tomado su
lugar y daba drdenes timidas, que eran inme-
diatamente acatadas. Los Gutres lo segu/an
por las piezas y por el corredor, como si an-
duvieran perdidos. Mientras leia, noté que le
retiraban las migas que él habia dejado sobre
Ja mesa, Una tarde los sorprendié hablando
de él con respeto y pocas palabras. Concluido
el Evangelio segiin Marcos, quiso leer otro
de los tres que faltaban; el padre le pidié que
repitiera el que ya habia leido, para entender-
Jo bien, Espinosa sintié que eran como nifios
a quienes la repeticion les agrada més que
Ja variacién o la novedad. Una noche soi6
con el Diluvio, lo cual no es de extrafiar; los
martillazos de la fabricacién del arca lo des-
pertaron y pensé que acaso eran truenos. En
efecto, la Tluvia, que habia amainado, volvi6 a
recrudecer. El fio era intenso, Le dijeron que
el temporal habia roto el techo del galpén
de las herramientas y que iban a mostrarselo
cuando estuvieran arregladas las vigas. Ya no
era un forastero y todos lo trataban con aten-cién y casi lo mimaban. A ninguno le gustaba
el café, pero habia siempre una tacita para él,
que colmaban de azficar.
El temporal ocurrié un martes. El jueves
a lanoche lo recordé un golpecito suave en la
puerta que, por las dudas, él siempre cerraba
con Ilave. Se levanté y abrié: era la muchacha.
En la oscuridad no la vio, pero por los pasos
noté que estaba descalza y después, en el
lecho, que habia venido desde el fondo, des-
nuda, No lo abraz6, no dijo una sola palabra;
se tendié junto a él y estaba temblando. Era la
primera vez que conocéa a un hombre. Cuan-
do se fue, no le dio un beso; Espinosa pens6
que ni siquiera sabfa cémo se llamaba. Urgido
por una intima raz6n que no trato de averi-
guar, jur6 que en Buenos Aires no le contaria
anadie esa historia.
El dia siguiente comenzb como los ante~
riores, salvo que el padre hablé con Espinosa
y le pregunt6 si Cristo se dejé matar para
salvar a todos los hombres. Espinosa, que era
librepensador pero que se vio obligado a justi-
ficar lo que les habia lefdo, le contest:
Si. Para salvar a todos del infierno.
Gutre le dijo entonces:
TAs
Don ta
escritores y critic
Da eee eae
su eae
Parrett
oy
ernecuees craton!
especialmente en las primera
eee cater
literatura gauche
propi eee peek
~:Qué es el infierno?
—Un lugar bajo tierra donde las énimas
arderdn y arderén.
—2Y también se salvaron los que clavaron
los clavos?
—S{-replicé Espinosa cuya teologia era
incierta.
Habia temido que el capataz le exigiera
cuentas de lo ocurrido anoche con su hija.
Después del almuerzo, le pidieron que re-
leyera los tltimos capitulos. Espinosa durmié
una siesta larga, un leve suefio interrumpido
por persistentes martillos y por vagas premo-
niciones. Hacia el atardecer se levanté y salié
al corredor. Dijo como si pensara en voz alta:
—Las aguas estén bajas. Ya falta poco.
~Ya falta poco -repitié Gutre, como
un eco.
Los tres lo habjan seguido, Hincados en el
piso de piedra le pidieron la bendicién. Des-
pués lo maldijeron, lo escupieron y lo em-
pujaron hasta el fondo. La muchacha lloraba.
Cuando abrieron la puerta, vio el firmamen-
to. Un pijaro grité; pens®: es un jilguero. El
galpon estaba sin techo; habfan arrancado las
vvigas para construir la Cruz.
Jorge Luis Borges, 1970
TCR Cee
STR ues Dao te
Sears
que la literatura argentina debia bu:
sa idea: jamas le interes6 escribir literatura
erin Ctcy
Pec) elac Pere ener cee yettecent
Closets.
es el siguiente: en el Corn, libro
cere en near cremencionan camellos; sin embargo, no por eso es menos arabe: no hace falta que el Coran los
mencione porque da por supuesta la existencia de los camellos. Por lo tanto, el escritor argenti-
no no necesita hablar del gaucho ni del campo en su literatura.
Esta posicién de Borges se relaciona con su idea sobre el placer del lector. La ensayista
Beatriz Sarlo (1995) sefiala que, para Borges, un lector no siente placer cuando lee historias
relacionadas con su realidad, es decir, cercanas a su propio mundo, Por el contrario, para Borges,
ey eerarc nor ener tn nn ec uton oo
el placer se produce cua
Pete mine mena
munica con una cultura distante. Sarlo sostiene que esto
eer ee en ease Ne eee ect a
En efecto, Baltasar Espinosa trata de tener algin tipo de comunicacién con los Gutres, quie-
Peer m er rue ter ogc
sf: primero, la novela Don Segundo Sombra, de Ricardo Giiiraldes, y luego, un libro de la Biblia. La
Pe cre er earner sont nc aun oe ata
domador y resero, con quien recorre la pampa y de quien aprende las tareas del campo. A los
Gutres, esa novela no les provoca interés alguno; por el contrario, se aburren con ella. Como
Paneer cence ete enter ae ace ne no oa ta
Ape een eon econ
Espinosa, para distraer de algin modo la sobremesa inevitable, leyd un par de eapitulos a los
reenter etme ct neon cu Ck cna LL
Pe ee tie oe ne nea Te
0 con todo lo que se precisa y que, de no haber sido tropero, no habria llegado munca hasta la
Laguna cle Gamez, hasta el Bragado y hasta los campos de los Nufiez, en Chacabuco.
En cambio, el Evangelio cuenta una historia exética y absolutamente ajena a la vida de los
erento ren eens chars Nate ames
Neots nn cect ene ete eae
tinamente con la historia, deciden reproducir la escena de la crucifixion con Espinosa en el ugar
de Cristo. Borges parece decirnos que el campo (por lo menos el que se muestra en Don Segundo
Sombra) no es un lugar interesante para la ficcién; los escenarios mas productivos son aquellos en
eeerereeet rete tect eee
enero eee re carn the con acacia
PRO ete eter eR CMe Ce eee Keun eke Un
Pre eater sey cr enemies!
donde, primero, el calor se vuelve insoportable y, luego, ocurre el diluvio, Es entonces cuando el
campo se transforma como en tna pesadilla: deja de ser la pampa extensa para transformarse en
eee ee oem cee cre rece eee ar ns
encuentra atrapado en ese lugar (“los caminos para llegar a La Colorada eran cuatro: a todos los
cubrieron las aguas”) y comienza a sentir nostalgia por su lugar de origen:
Curiosamente, extraiiaba lugares a los que no iba nunca y no irfa: una esquina de la calle Cabrera
Pe eM eg ences eea tea Ces etter
del Once, un almacén con piso de baldosa que no sabia muy bien donde estaba
En el articulo “Ideologia y ficcién en Borges” (1979), el critico y escritor Ricardo Piglia sefia-
a que Borges, alo largo de sus ficciones, ha contado siempre de manera disimulada una historia;
ee eet ees tort anataRet rece cn Cha santo)
eye rete erect taerancs
Segiin Piglia, una de las caracteristicas funda-
Peron teeters
Grete tec cree ous
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Potente mecca titer)
Tees epee tara teers
Peeeteer care ene ceo ter lon
Peeet rer enecan rm cmuetan
historia de la patria: fundadores, conquistado-
Reece
‘muchas calles de la ciudad de Buenos Aires
eee ences
dos: Laprida, Cabrera y Soler, por ejemplo. El
cease voces
cos y gloriosos que participaron de los princi-
Pereeneet omc ncccns
a familia materna, entonces, tiene una larga
tradicién nacional y el orgullo del coraje, pero
no tiene el prestigio del saber ni de la cultura.
Site oetec tour
ce ee ene ena
Pee ae ee ee gency
familia del padre se caracterizé por sus incli-
naciones intelectuales y literarias, Pero hay
Ree eee eer rca
ee ee cod
con la Argentina, sino con la cultura inglesa
De su padre (y no de su madre) Borges here-
dé la vocacién de escritor, el conocimiento
del idioma inglés y una valiosa biblioteca
Iena de libros ingleses.
eee or ete ens
Peer toe ea el
Cece ares cnc sok econ
eer ne
Sarmiento, los escritores han establecido
Aeon teers ehay
Seen sae cone
ee cosa ne acne
oie Ser ret Roker at
ha elegido representar en su obra el conflicto
Cree thee tee
barbarie.
Broseric
Color local. Conjunto derasgos iterarios utiizados con
elfin de mostrar las partcuardades de una determinada
regién (un pas o una provincia). Pr ejemplo, literatura
‘gauchesca utiliza el colo local através de a imitacin
el habla del gaucho y la descripién pormenorizada da
‘sus costumbres y de su entorno.
Castumbrismo, Corienteliteraria que busca retratar de
manera realist ls costumbres de una comunidad, sus
personajes y situaciones caracteristicas. Un ejemplo en
que puede observarse la inftuencia del costumbrismo
se encuentra en la primera parte de £1 matadero, de
Esteban Echeverria,eee ee ees eee ee eet Gs ee ere a
ra de Baltasar Espinosa, el protagonista de “El Evangelio segin Marcos”: la rama paterna de
Espinosa esté relacionada con la cultura inglesa y la rama materna representa las tradiciones
populares. El “doble linaje” implica una tensidn; en este caso, esa tensidn se relaciona con las
creencias religiosas:
Su padre, que era librepensador, como todos los sefiores de su época, lo habia instruido en la
doctrina de Herbert Spencer,’ pero su madre, antes de un viaje a Montevideo, le pidié que todas
las noches rezara el Padrenuestro e hiciera la sefial de la crwz, 5
RR Renee aCe Leconte aime MaTICy]
En las piginas finales los Guthrie ~tal era su nombre genuino~habian dejado escrita su historia,
Eran oriundos de Inverness,” habian arribado a este continente, sin duda como peones, a princi
pos del siglo diecinueve, y se habian cruzado con indios. La crénica cesaba hacia mil ochocientos
setenta y tantos; ya no sabian escribir. Al cabo de unas pocas generaciones habian olvidado el
inglés; el castellano, cuando Espinosa los conocié, les daba trabajo. Carecian de fe, pero en su
sangre perduraban, como rastros oscuros, el duro fanatismo del calvinista y las supersticiones
coon
Sin embargo, aunque en todos los personajes convivan dos linajes, hay una diferencia fun-
damental: Espinosa es el hombre letrado que proviene de la ciudad; los Gutres son iletrados
Personajes del émbito rural. Pero aun los Gutres, gauchos “de caras aindiadas” que “sabfan tantas
Cosas en materia de campo”, son el producto de una mezela cultural porque Hevan en su érbol
genealogico la presencia de lo extranjero. Nada menos que el campo argentino es el escenario de
eeeWN ctividades
1. Elcuento finaliza con laescena previa ala inesperada crucfiién de Espinosa. Sin embargo, en una electura es posible encontrar
algunas pistas que anticipan ese desenlace. Expliquen por qué puede afirmarse quelos siguientes fragmentos del cuento funcionan
como inci de la situacién fina: a —— ~
a. Espinosa, que se habia dejado crecer la barka, sola demorarse ante el espejo para mirar su cara cambiada.
b. Una corderita que la muchacha mimaba y adornaba con una cintta celeste se lastimé con un alambrado de pi. Para
‘paral sangre, querian ponere una telraa; Espinosa la curé con unas pastles. La gratitud que esa curacién desperté
no dejé de asombraro.
. Los Gutres lo seguian por las piezes y por el corredor, camo sianduvieran perdldos. Mientras lela, noté que le retiraban
Jas migas que él haba dejo sobre la mesa. Una tarde ls sorprendé hablendo de él can respeto y poces palabras. Con-
cdo el Evangelio seqin Marcos, quiso ler otro de los tres que fataban; el pad le pidié que repitioa of que ya habia
‘ei, para entendelo bien.
1.1. Subrayen en el texto otros dos fragmentos que anticipen el desenlace de la historia,
2. La siguionte afirmacién es falsa. Expliquen por qué. “E/Evangelio segvin Marcos” de Borges es un texto en el que predamina
1 color local.
3. Lean atentamente la siguiente afirmacién de la ensayista Beatriz Sarlo:
‘Don Segundo Sombra es una novela demasiado evdentemente crolla para Borges. Las marcas localistas no serian prueba sino
abstéculo desu “argentindad”, puesta tan de manifesto como para despertar todas las sospechas. La abundancia y seguridad
con que Gliraldes presenta el sabe, los valores la experiencia y el aprendzaje gauchos va en contra de o que Borges considera
cualidades bésicamente argentina... Hay demasiados caballos en Don Segundo para considera seriamente su pretension de
texto nacional. La rama de a teatura argentina se tej con oslo de todas las ultras; muestra situacién marginal es la
fuente de una originalidad verdadera, que no se basa en el color ‘local (que ata la imaginacién a un control empirico o la confina
‘una inica poética) sino en la aceptacgn bre dela inflencia ..) La distancia, afirmaria Borges, concebida como despaza
miento geografico, cultural, poético, y ejercida como derecho de latinoamericanos, no hace posible su ficcién, sino que funda el
placer del lector. Varias décadas después, Borges se permite ironizar nuevamente a propésito de Dan Segunda Sombra. En “El
evangelo ogi Marcas” da forma narratva a su hp6tess sobre a cstancia como condicién de placer que produce un relato.
3.1. ZA qué texto de Borges alude la autora cuando dice que, para ‘Borges, “hay demasiados caballos en Don Segundo
Sombra’? susttiquen su respuesta.
3.2. Qué significa que, pare Borges, a dstancia cultural y geogréfica “Tundael placer dl lector"?