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BROWN, R.E. “Unidad y composicién del cuarto evangelio” en EJ evangelio segtin Juan, Madrid: Cristiandad (1999) 27-48. 0 UNIDAD ¥ COMPOSICION DEL CUARTO EVANGELIO I. EL PROBLEMA gs obra de ain solo autor el cuarto Evangelio tal como hoy apa- rece? (Prescindimos aquf del relato de la adiiltera de 7,53-8,11, ausente de los més antiguos manuscritos griegos; f. § 30.) La solucién comiinmente aceptada antes de la eritica bfbica era que este evangelio habia sido escrito por Juan hijo de Zebedeo poco-antes de su muerte. Discutitemos la identidad del autor en la séptima parte, infra, pero incluso dejando aparte esta cucsti6n, hay en el evangelio ciertos rasgos, ‘que plantean dificultades a cualquier teorfa de un autor timico. Muchas ‘veces —como Teeple, art. cit, ha sefialado— las dificultades han sur- Sido por no respetar la intencién del autor, montindose complicadas hipétesis donde sélo eran precisas sencillas explicaciones. ‘Sin embargo, una vez concedido todo esto, encontramos estas importantes Gificultades: Primera: El griego de este evangelio presenta diferencias estilisti- cas, Remitimos al lector ala exposici6n del cap. 21 (en el segundo volu- men), que se diferencia del resto del evangelio en pequefios detalles de estilo que delatan un autor distinto. El prélogo va escrito siguiendo.un esquema poético cuidadosamente construido y trabado que rara vex vuelve a aparecer en el resto del libro. Ademés, el prdlogo utiliza importantes términos teol6gicos que no se encuentran en el cuerpo del evangelio, por ejemplo, logos («palabra» personificada), charis (agra- ciay 0 «amor de alianzan), plaroma («plenitud»). Segunda: Hay cortes y fallos en cuanto a la continuidad, Se ha hablado mucho de los «saltos» geogréficos y cronolégicos de Juan: sin indicacién alguna que sefiale un cambio, un capttulo se localiza en sitio distinto que el anterior. Estos esaltos» tendrfan importanéia en el cas0 de que el evangelio tuviera la intencién de ofrecernos un relato com- 28 UNIDAD Y COMPOSICION DEL CUARTO EVANGELIO pleto del ministerio de Jestis, pero en 20,30 y 21,25 se afirma explici- tamente que el relato del evangelio es incompleto, Sin embargo, y aun- que no tratemos de imponer al evangelista nuestra moderna pasi6n por la eronologie, hay aparentes contradicciones en el orden actual del libro, En 14,31, Jestis concluye sus observaciones de la cltima cena y dala orden de ponerse en marcha, a la que, sin embargo, siguen otros tres capitulos ocupados por un discurso, y la partida no parece tener lugar hasta 18,1. En 20,30-31 tenemos una clara conclusién del evan- gelio: el autor resume su narracién y explica las intenciones que le ani- maron a eseribirla; sin embargo, sigue otro capitulo, al parecer inde- pendiente, con otra conclusién. También parece que hay otra conelusién doble al ministerio piblico en 10,40-42 y 12,97-43 (cf: exposici6n, en § 37, p. 753), aunque en este caso no es tan claro el hecho. Los discfpulos de Juan Bautista que se hallaban presentes cuando aquél identificé a Jess y explicé su propia misién en 1,20-34 parecen no saber nada acerca de éste en 3,26-30. Después de su primer signo en Cand (2,11), Jestis realiza signos en Jerusalén (2,25); sin embargo, ou siguiente milagro en Cané es designado al parecer como su segundo signo (4,54), como si entre tanto no.se hubieran producido otros signos. En 7,3-5, los hermanos de Jestis hablan como si éste nunca hubiera realizado signos en Judea, a pesar de los signos de Jeru- salén ya mencionados y otro milagro-en el cap. 5. En la tltima cena, Pedro pregunta a Jeatis a donde va (13,36; también 14,5); sin embargo, en esta misma situacién (16,5) se quejaJeata de que nadie le pregunta ‘tga dénde vas», Durante todo el eap. 5 permanece Jestis en Jerusalén, en territorio de Judea; a pesar de ello, a medio cap. (3,22) se dice de pronto que marché a Judea. Bs posible explicar una u otra de estas difi- cultades por separado, pero no todas ala vez. Se tiene la impresién de que en Juan encontramos, por una parte, los elementos de.un esquema coherente y bien trazado (décima parte, infra), y, por otra, ciertos.cle- mentos que parecen indicar alteraciones, inserciones o redacciones sucesivas. Hay ademas escenas draméticas en que se advierte una cui dada y minuciosa redaccién (cap.9 y el juicio ante Pilato de los caps. 18-19); al lado de éstas, hay otras escenas sin perfilar y carentes de organizacién (caps. 7-8). . Tercera: En los discursos hay repeticiones, ast como pasajes que evidentemente se encuentran fuera de contexto. A veces resulta verda- deramente llamativa la parquedad estilistica del autor, mientras que otras parece que lo anteriormente dicho se repite con términos s6lo POSIBLES SOLUCIONES 29) ligeramente distintos, Esta repeticién no es pedagégica, sino que parece ser el resultado de dos tradiciones distintas referentes a unas mismas palabras (un fendmeno parecido al de las distintas tradiciones del Pentateuco), Por ejemplo, las palabras de 5,19-25, en que se carga el acento sobre la escatologia realizada (octava parte, infra), vuelven'a parecer, en parte casi al pie dela letra, en-5,26-30, pero insistiendo en Is eseatologfa final. Lo dicho y acaecido en 6,35-50, donde Jestis pre- senta su revelacién como-pen de vida, es casi lo mismo gue se dice y acaece en 6,51-58, donde Jestis presenta su cuerpo como pan de vida (p-566). Las palabras del iltimo discurso (en I4,1-91) vuelven a repe- tirse en gran parte (16,4-33). Ademés de estos duplicados, hay partes de discurso que no estén en su correspondiente contexto. gQuién habla en 3,31-36, Juan Bautista o Jests? Por el contexto se dirfa que Juan Bautista, peto las palabras son més propias de Jestis. Otro dis- ‘curso seguramente fuera de contexto es el de 12,44-50, donde encon- tramos a Jesis haciendo unas manifestaciones en pablico cuando se nos acaba de decir que se retir6 a lugar oculto (12,36). II, Postpt.ss sonucrowss Dificultades como las que acabamos de exponer han hecho que numerosos investigadores abandonasen Ia imagen tradicional de la compasicién de eate evangelio por un solo individuo que consignaba sus recuerdos. Simplificando mucho las cosas, expondremos a conti- ruacién las modernas explicaciones agrupéndolas bajo tres titulos Hemos de insistir, sin embargo, en que estas soluciones no se excluyen hnecesariamente entre si; al contrario, pueden combinarse y asf se ha hhecho a veces. 1. Teorfar de los desplazamientos accidentales Quiné la solucién més sencilla alas dificultades que surgen a pro- sito de Juan consista en reordenar ciertas partes de este evangelio. Desde la época de Taciano (ca. 175) hasta nuestros dias, lgunos inves- tigadores han pensado que cambiando el orden de ciertos pasajes podrfa obtenerse una mejor ilaci6n en Juan, Habitualmente suponen que el orden original se perdié al desplazarse accidentalmente deter- minados pasajes, creéndose de esta forma el desorden que encontra- 30. UNIDAD ¥ COMPOSICION DEL CUARTO EVANGELIO ‘mos ahora en Juan. Como en los testimonios textuales quie poseemos actualmente no hay ni una sola prueba de un orden distinto del que conocemos, es preciso suponer que el desplazamiento accidental se produjo antes de que empezara a difundirse este evangelio. General- mente se sipone que ello ocurri6 después de la muerte o en ausencia del evangelista; de haber sido posible consultarle, no hubiera resultado dificil restablecer el orden original. El némero de reajustes propuestos es muy variado. Muchos inves- tigadores que, por otra parte, no son favorables a la reordesiaci6n, por sjeimplo, Wikenhauser, admiten al menos una inversi6n de los eapftas los 5 y 6 fin de obtener una mejor ilacién geografica. (Desafortunada- mente, nada nos indica que el evangelista compartiera este interés por Je geografla.) Bernard apoya en su conientario una atplia reordent. cién no s6lo de los capftulos 5 y 6, sino también de la totalidad de los. capitulos 15 y 16 en el discurso final, asf como partes de los capitulos 3,7, 10 y 12, Bultmann Ileva las cosas todavia més lejos, hasta ordenar de nuevo versfculos aislados y partes de ellos; por ejemplo, en uno de estos reajustes el orden de los versiculos ¢s 9,41; 8,12; 12,44. También Wilkens y Boismard proponen frecuentes reordenamientos. No cabe duda de que este procedimiento resuelve ciertos proble- ras de este evangelio, pero el hecho de que no los resuelva todos sig- nica que éste ha de combinarse con otra explicaci6a sobre la conipo- sicién del evangelio, bor ejemplo, las teorfas de* las ‘fichtes 0 tedacciones de que més adelante nos ocuparemos. Iiporta, sin embargo, sefialar que a cualquier teorfa del desplazaniiento'y'la reor- denacién se oponen serias objeciones: Primera: se da el peligro de que los redjustes reflejen los puntos de vista interesados del mismo comentarista, que quizd no ¢oineidan con las intenciones del evangelista. Es posible quc los reajustes rompan und secuencia intencionada, al menos por parte del redactor final del evan- gelig. Por ejemplo, si bien la secci6n sobre Juan Bautista en 3,22-30 (§ 11) parece interrumpir la que se dirfa mejor ilacién entre 3,1-21 y 31- 36 (ast, Bernard), gno se podria responder que el pasaje fue insertado en su actual emplazamiento precisamente para tecordar al lector el alcance bautiamal de las palabras de 3,1-21, que de otra manera podefa pasar desapercibido? Desde un punto de vista geogréfico, el capitulo 6 queda mejor antes del capftulo 5, pero es posible que el evangelista prefiriese que el tema del agua en 7,37-98 siguiera inmediatamente al del pan del capitulo 6, con idea de evocar el relato del éxodo, cuando soe nase tsps sree i POSIBLES SOLUGIONES 31 ‘Dios dio a Israel pan del cielo y agua de la roca. Limitindonos a comen- tar el evangelio tal como ahora lo tenemos, estamos seguros de referir- rnos a un antiguo evangelio tal como aparecié en el momento de su redacci6n definitiva, Pero si admitimos unos extensos reajustes corre- mos el riesgo de comentar un hfbrido que jamés existié hasta surgit como parto mental del reordenador. También cabe exagerar ab hacer esta objeci6n; por ejemplo, Bultmann ha sido injustamente acusado de comentar el «Bvangelio segiin Bultmanns en ver del Evangelio segiin san Juan. Hasta el mismo titulo de su comentario, Das Evangelium des Johannes (en vex del més usado nach Johannes 0 Jehannesevangelium) ha sido interpretado por algunos como inditio dé que Bultmann estaba convencido de haber dado con el auténtico evangelio dé Juan oculto tras el que nos ha sido transmitido. Pero esto supone leer demasiado en un tftulo perfectamente aceptable. Segunda: los reajustes se basan en la tesis de que el evangelio no hace suficiente sentido tal como ahora aparece; sin embargo, son muchos los autores, como Hoskyns, Barrett y Dodd, convencidos de que el orden actual hace sentido. Generalimente, si respetamos la inten- cign restringida del evangelista, el evangelio constituye un documento inteligible en su forma actual. Es razonable suponer que esta forma del clio tenfa también sentido para quienquiera que fuese el respon- sable final de la publicacién de Juan. Pero también hemos de admitir la posibilidad de que si bien aquel redactor dio al evangelio el orden que le parecia mas conveniente, quiz4 no estaba en condiciones de conocer el orden original del manuscrito, viéndose obligado a darle un orden ‘que es el que tiene en la actualidad, El problema real consiste en saber si con nuestro moderno bagaje cientifico estamos, casi 1900 afios des- pués, en mejores condiciones que elredactor contemporéneo para.esta- blecerun orden més concorde con el del original. Que esta tarea es muy arriesgada se demuestra claramente por las enormes diferencias que se, dan entre los distintos y claborados reordenamientos propuestos. Tercera: las teorfas del desplazamiento no siempre explican satis- factoriamente cémo se produjeron aquellas alteraciones. $i el evange- Tio se escribi6 en un rollo, cualquier teorfa de los desplazamientos se ‘vuelve muy diffcil de admitir Los rollos pueden perder las hojas de los extremos, pero no es verosimil que las hojas interiores se mezclen unas con otras. Se ha sugerido que el rollo pudo deshacerse, quedando separadas las hojas que lo formaban al despegarse las junturas. Pero hemos de tener en cuenta que, con mucha frecuencia, en los rollos la 32, UNIDAD ¥ COMPOSICION DEL. CUARTO EVANCELIO eseritura recubre las junturas, y si una de éstas se despega no resulta dificil volverla a unir, , a ‘Mas recientemnente, los investigadores han sugerido que el formato original del evangelio podia ser el de un cédice o libro; en este caso, el riesgo de que se desprendan algunas hojas es mayor. Pero aun en el easo de que algunas hojas se desprendieran, no hubiera sido dificil res- tituir el orden anterior en lo que respecta a las hojas que no empezaran con una nueva frase y ala ver terminaran justamente con la conclusién de otra (pues las frases cortadas serfan una buena clave para determi- nar el orden de las hojes). Solo se planteariaalgtin problema con aque- las hojas que constituyeran una unidad en af mismas. Ante esta obser- vaci6n, algunos partidarios de a teorfa del desplazamiento han tratado de calcular el ntimero de letras que cabrian en las dos caras de una misma hoja de cédice. Las unidades que resultaron desplazadas hhabrian tenido que ser de la extensién calculada o un miltiplo de la nisma, Bernard, I, xxvitiss, hace un verdadero eafuerzo de céleulo en relacién con los desplazamientos que propone en Juan; por su parte, F. R. Hoare ha dofendido enérgicamente las posibilidades de este recurs. Sin embargo, podrfamos preguntarnos hasta qué punto serfe mateméticamente verosimil hallar en un manuserito de Juan un ndmero tan elevado de unidades que no legaron a ocupar parte de la hhoja siguiente, También podrfamos preguntarnos en ewantos easos de obras antiguas se ha probado que antes de la publicacién ocurrieran desplazamientos accidentales de tal magaitud ; Si bien es verdad que una teorfa del desplazamiento de unidades regulares tiene ciertas razones a su favor, no'puede decirse lo mismo acerca de una teorfs del'desplazamiento de las lineas. Un punto muy débil de la teor‘a de Bultmann como ha observado Easton, art, cit consiste en que aquél nuncs ha explicado eémo pudieron producirse los desplazamientos que da por supuestos, Se supone que su reajuste 2 evidentemente tan superior al orden actual del evangelio como para afirmar que los desplazamientos han quedado exegéticamente proba- dos. Pero no faltardn muchos que se nieguen a clejarse convencer tan ficilmente. gSe escribié el evangelio en pequetios fagmentos de papiro que frecuentemente no contenfan més que una sentencia? Esta parece ser la tnica explicacién de los desajustes que supone Bultmann. Cusl- quier teor‘a que parta del supuesto de que un rollo o cédice sultis des- perfectos nos daria como resultado una serie de frasés incompletas, pero en la teorfa de Bultmann los desplazamientos afectan siempre t sentencias completas. POSIBLES SOLUCIONES 93 En resumen, la teorfa del desplazamiento accidental parece crear tantos problemas como los que resuelve. La soluei6n a nuestro pro- blema parece situarse en la direccién de un procedimiento més delibe- nado. 2. Teortas de las fuentes miltiples Siel cuarto evangelista combiné varias fuentes independientes, ello cexplicaria algunas de las divergencias catiisticas, as{ como la falta de ilacién y los duplicados. En las recientes formas de la teoria de las fuen- tes se supone Kabitualmente que el evangelista no compugo ninguna de ellas, sino que las recibié de otros. Tambiénse afirma normalmente que se tataba de fuentes eseritas, pues de haber sido orales el autor les habrfa dado su propio estilo, siendo de esta forma menos reconocibles. (Notemos, sin embargo, que Noack ha apoyado decididamente una tcorfa segin la cual todo el evangelio se habrfa compuesto a partir de una tradicién oral.) La teorfa que concibe este evangelio como un com puesto resultante de combinar varias fuentes se une frecuentemente & otra que lo ve como fruto de diversas redacciones. Por ejemplo, a prin- cipios de este siglo, un investigador alemén propuso seis combinacio- nes de fuentes y redacciones. En la bibliografia josniea consignida al final de la primera parte de la Introducci6n se hailaré una historia com pleta de la teorfa de las fuentes, com las que se asocian los nombres de Wendt, Spitta, Faure y Hirsch, Uninteresante ejemplo moderno es el de Macgregor y Morton, Par- tiendo de un andlisis estadistico, han tratado de demostrar que el evan gelio de Juan se compuso combinando dos fuentes, J} y J2. La primera, I més iarga de las dos, sc caracteriza por sus pérrafos cortos: Ia segunda los tiene mas extensos. Si bien ambas fuentes pertenecen a Ik ‘misma esfera general de convicciones teolégicas, hay ciertas pruebas estlisticas de que se deben a distintas manos (op. ci, 71).J® abarca el capitulo 4 y casi todo el material de los capttulos 6; 9-11; 14-16; 24 y 17, Esta diferenciacién de materiales no resuelve de por sf los princi- pales problemas antes mencionados, por lo que Macgregor introduce también Is teoria de las redacciones miliples. Se ha puesto en tela de Juicio la validea de este procedimiento de separar las fuentes sobre la ‘base de la longitud de los pérrafos. Quizé todo lo que ha conseguido el anélisis estadistico ha sido diferenciar las secciones mejor redactadas de este evangelio. 34 UNIDAD ¥ COMPOSICION DEL, GUARTO EVANGELIO La forma en que mayor influencia ha tenido la teorfa de las fuentes ha sido I de Bultmann, y habremos de examinarla detenidamente. Bultmann distingue tres fuentes principales a) La fuente de los Signos (Semeia-Quelle): Juan narra un néimero escogido de milagros realizados por Jestis, que constituyen las princi- pales secciones narrativas de la primera parte del evangelio (caps. 1- 12). Bultmann sugiere que fueron seleccionados de una coleccién més amplia de signos atribuidos a Jests. El indicio de que ha habido prés- tamos de otra fuente aparece en la enumeracién de signos de 2,11 y 4,54, asf como en la mencién de varios signos en 12,37 y 20,80. El ‘timo pasae afirma que Jestis realiz6 otros muchos signos que no han sido consignados en este evangelio, Bultmana cree que el relato de la ‘yosacién de los discfpulos en 1,35-49 podia ser la introduccién de la fuente de los Signos. Esta fuente estaba escrita en un griego que delata fuertes afinidades semifticas (verbo antes del sujeto, falta de particulas de conexién, ete.), Dado que Bultmann no cree en los milagros, y como encuentra que esta fuente esté algo més desarrollada que el material narrativo sinéptico, atribuye a esta fuente escaso yalor hist6rice feal para reconstruir la actividad de Jestis de Nazaret. El texto griego de la fuente de los Signos reconstruida puede hallarse en Smith, 38-44. b) La fuente de los discursos de revelaci6n (Offenbarungsreden): de esta fuente tomé el evangelista los discursos atribuidos a Jeais en el evangelio. La fuente se iniciaba con el Prélogo y"contenfa discursos ppoéticos escritos en aramco. Las Odas de Salonnén sirfacas son in ejem- plo del tipo de escritos @ que corresponderfa esta fuente. Su teologia ‘12 un primitivo gnosticismo oriental profesado por un grupo como el de los discipulos de Juan Bautista o el que mas tarde aparece en la lite- ratura mandea (cf. cuarta parte, infra). La fuente fue traducidesal grego bien por el mismo evangelista, bien por otro, pero se mantuvo de forma poética. La tarea principal del evangolista consistié en cristianizar y desmitologizar los discursos; ademds, los puso en labios de Jess y de esta forma les atribuy6 una situacién existencial histérica. Lo que antes fuera dicho por la figura gnéstica del hombre primordial es dicho ahora por Jests el Revelador; lo que antes se referfa a cualquier hijo de perdicién se achaca ahora a Judas (17,12); 12,27 ya no alude a un con- {cto general con el mundo demonfaco inferior, sino a la pasién de ‘Jésis. Las adiciones y cambios introducidos en el material de la fuente se manifiestan por ausencia de forma poética. El texto griego de la fuente de los discursos de revelacién reconstruida se encuentra en Smith, 25-24; en Easton, 143-54 se halla el texto inglés. POSIBLES SOLUGIONES 35 ¢) El Relato de la Pasién y Resurreccién: aunque esta fuente tiene rmucho en comin con el relato de la pasién subyacente a los sinépticos, Bultmann insisteen que el autor del cuarto Evangelio utilizé un mate” rial distinto. El estilo de esta fuente no aparece claramente definido, pero se escribié en un griego semitizante. En cuanto al texto recons truido, cf. Smith, 48-51. Segrin la teoria de Bultmann, el evangelista combing estas tres fuen- tes ingeniosamente, haciendo de ellas el vehfculo de su‘propio pensa- miento. Bl mismo habia formado parte de un grupo gnéstico de discf- pulos de Juan Bautista y luego se convirtié al crstianismo. Su griego, ‘como lo evidencian las adiciones y los ‘pasajes de sutura, presenta ‘menos influencias semifticas que el de sus fuentes. (En ctianto a detalles de ou eatilo, ef. Smith, 9-10.) Sin embaigo, la obra del evangelista resulté en cierto modo desordenada; se entremezclaron los estilos de los discursos y se produjo un gran nimero de desplazamiento En consécuencia, Bultmann presupone una etapa final en la evolu- ign de este evangelio: concretamente, la obra del «redactor eclesi ticoo, Esta figura tuvo a la vex una tarea literaria y un cometido teolé- gico. En primer ugar, trat6 de restitur aa obra del evangelist el orden adecuado. En parte lo logré, pero todavia dej6 intactos muchos des- plazamientos. (E1 mismo Bultmann ha completado hasta cierto punto Ia tarea del redactor final cambiando algunos versfculos de lugar hasta conseguir el orden original.) La segunda tarea del redactor fue.de mayor alcance teol6gico. La obra del evangelista resultaba atin dema- siado gnéstica para que pudiera aceptarla toda la Iglesia en conjunto Por ejemplo, no mencionaban los sacramentos o la segunda yenida. Hl redactor eclesidstico, una especie de primitivo censor ibrorum, afiadi6 alusiones sacramentales; como la que se refiere al agua en 3,5, la de tipo eucaristico de 6,51-58, 0 la de 19,34b-35 que remite simbélicamente al bautismo y @ la eucaristfa conjuntamente. También afiadié alusiones a la escatologia final y al timo dia en pasajes como 5,28-29 y 12,48. En ciertos detalles hist6ricos, el redactor trat6 de armonizar Juan con la tradicién sinéptica. De esta manera logré que la Iglesia aceptara el cuarto Evangelio. Es dificil valorar la teorfa de Bultmann como representativa de las tcorfas de las fuentes. Hay puntos débiles exclusivos de la forma propia que esta teorfa adopta en Bultmann; otros fallos son comunes a todas las teorfas de las fuentes. Entre los primeros se encuentran las supues- tas influencias gnésticas, el hipotético cardcter no sacramental de la 36 UNIDAD ¥ COMPOSICION DEL. CUARTO EVANGELIO obra del evangelista y su interés exclusivo por una escatologia reali- ada; de estos presupuestos nos ocuparemos mis adelante, Ya hemos aludido alas difcultades con que tropieza la rebuscada hip6tesis de los, desplazamicntos propuesta por Bultmann. Especialmente dudosa es la imagen del redactor eclesisstico. A veces se tien: la impresién de que las adiciones a él atribuidas vienen determinadas por una especie de razonamiento circular en que se ha decidido, con cierta abitrariedad, qué encaja en la visién teolégica del evangelist, atribuyendo el resto al redactor. Pero aparte de estas dificultades periféricas, qué habremos' de decir acerca dele fuente de los signos y de la fuente de los discursos de Revelaci6n? Muchos han aceptado que los discursos de Juan tienen forma cuasi-postica (cf novena parte, infra), pero no es preciso supo- ner que estén caleados sobre una coleccién de poemas gnésticas, ya aque su estilo se asemeja al de los discursos de la Sabiduria personifi- cada en el AT. La numeracién de los signos en diversos pasajes de este ‘evangelio es un argumento de mucha fuerza. Ahora bien, lo mismo si esa numeraci6n reflgja unz etapa anterior y més simple (oral?) del contenido del evangelio, en que 4;54 era el segundo signo después del signo de Cand de 2,1-11, que si realmente existié una fuente de ls sig- nos independiente, no es cosa que pueda decidirse sin otras prucbas. Cuatro dificultades capitales se oponen a una teorfa de las fuentes como la que Bultmann ha propuesto 4) Signos y discursos van fntimamente conectados en Juait. Dodd, Interpretacién, ha demostrado de manera impresionante que los dis- cursos interpretan los signos a que acompafian. Ejemplo perfecto de llo.es el capitulo 6, pues el discurso del pan de vidi interpreta el mila- gro de la multiplicaci6n de los panes. Este es un rasgo tan conatante en los eapstulos 2-12 que resulta increfble la idea de que signos y diseur- sos procedan de fuentes (otalmente independientes. Sin embargo, podrian aducirse como excepcién los dos signos de Cané, que no van acompafiados de los.correspondientes discursos (aunque ef. p. 450 sobre 4,46-54), En estos dos casos se apoya la mejor argumentacién favorable a la existencia de una especie de fuente de los signos. Cr. P. 445, infra : }) ‘A los discursos se han incorporado palabras de Jestis que, por comparacién con las que consignan los sin6pticos, podemos conside- rar con toda razén como pertenecientes a una tradicién primitiva de las palabras de Jestis. Dodd, Tradition, ast lo ha demostrado, y en ello POSIBLES SOLUCIONES 37 insistiremos en los comentarios. Esto significa que; en parte al menos, los discursos consisten en formulaciones tradicionales y desarrollos explicativos, Ello hace que la supuesta colecci6n precristana de dis- ceursos de revelacién poéticos resulte un tanto superfua. ‘q) No son verifcables las diferencias estilisticas entre las diversas fuéntes. E. Schweizer, op. cit, aislé treinta y tres peculiaridades del estilo jofnico. Jeremias y Menoud siguieron con esta tarea, luego com- pletada por Ruckstubl, cuya enumeracién elcanza a cincuenta. Estas peculinridades jodnicas aparecen en los materiales correspondientes a Jas tres fuentes propuestss por Bultmann, asf como en los atribuidos al mismo evangelista,e incluso al redactor eclesistico (si bien es cierto que Ruckstubl ha Ilevado sus argumentos demasiado’ lejos). Ahora bien, hemos de suponer que el evangelists al incorporar las fuenies a su obra, intkoducitia elementos comunes de estilo. Pero sirecordamos, conforme ala hipétesis de Bultmann, que un de les fuentes originales iba en poesia aramea y otra en griego semitizante, y que el mismo evan- sg¢lista escribia en un griego menos semitizado, resulta inexplicable el hecho de que las peculiaridades josnicas aparezcan en las tres fuentes. Como P. Parker, 304, ha observado, si el autor del cuarto Evangelio uti- liz6 fuentes documentales, se dirfa que las escribié todas él mismon. Smith, en su estudio leno de simpatis hacia Bultmann (p. 108), con cluye que los argumentos de Schweizer y Ruckstuhl ponen de mani fiesto unos obstéculos que las respuestas de Bultmann no han podido Pi) Ba la Antguedad no encontramos paralelos realmente convin- centes del tipo de fuentes que Bultmann ha postulado, Nada tenemos que se parezca a la supuesta fuente de los signos, Se han propuesto como paralelo de la fuente de los discursos de Revelacién las Odas de Salomén, pero las semejantas de esta coleccién de himnos se refieren ‘més al Préloge que alos discursos. Por supuesto, Bultmann uné el Pr6= logo y los discursos como una sola fuente, pero el tipo de poesia que aparece en el Prélogo es muy distinto del que contienen los discursos. Hans Becker op. ei, ha tratado de hallar, para la fuente de los discur- 408, paralelos en un campo més amplio, el de la literatura gnéstica. Es ‘ierto que en pasajes aislados de la literatura mandea y hermética pue- den hallarse paralelos de distintos pasajes sueltos de Juan-(ef. cuarta parte, infra). Pero ello no significa que tengamos abf una buena colec- ‘ién de discutsos tal como Bultmana propone. Entre los mismos discipulos de Bultmann patece haberse produ cido una fuerte reacci6n contre la teoria de las fuentes en su formula- 38 UNIDAD ¥ COMPOSICION DEL GUARTO EVANGELIO cién més rigurosa. Ejemplo de ello es Kisemann. Nuestra propia opi- nin no puede ser sino que la teorfa adolece de dificultades casi insu- perables. 3. Teortas de las redacciones miltiples Bl esquema comin de estas teorfas consiste en suponer que un con- Junto bésico de materiales evangélicos suftié diversas redacciones hasta alcanzar la forma actual de Juan. No hay acuerdo en cuanto al rimero de redacciones 0 si éstas se debieron todas a la misma mano; en general, sin embargo, se supone la intervencién de al menos dos redactores, uno de los cuales se identifica frecuentemente con el autor elas epistolasjosnicas, E. Schwara y Wellhausen se contaron entre los primeros en proponer este punto de vista. Los modernoa partidarios del mismo pueden dividese en dos campos, unos que suponen una ree- laboracién casi completa del evangelio y otros que sélo admiten una menor interyenci6n redaccional. Primero: La teorfa que supone una redacci6n consistente en una ree- Jaboracién radical se aproxima mucho a una teotfa de las fuentes, ya que sibubo un documento original al que después se afiadi6 una gran canti- lad de materiales, hasta el punto de dar ala obra otiginal una orientacién totalmente nueva, no nos hallamos lejos de la combinacién de dos fuen- tes. (Lahipétesis de Macgregor y Morton acerca de]}! y }8 encajara real- mente en este apartado,) Sélo en el caso de que los materiales adiciona- les procediesen del mismo autor que la obra principal tendrfamos una teorla realmente distinta, quedando ademés libre de las objeciones de tipo estlistico que debilitan cualquier teorfa de as fuentes, Un buen ejemplo de la teoria de las redacciones, que atribuye la zeclaboracién al mismo autor (el disefpulo amado), es la de. W. Wil- Kens, que ha propuesto tres etapas: a) el Grundevangelium consiste en tuna narraci6n de cuatro signos en Galilea y tres en Jerusalén: equival- dria a un libro de los signos (20,30); b) el evangelista afiadié siete dis- cursos alos signos; estos discursos tienen su propia prehistoria dentro dela obra del autor; c) esta coleccién de signos y discursos se convir- 86 en un evangelio pascual mediante la.transposicién de tres relatos de Jasemana de Pascua aun escenario anterior (2,13-22; ¥.51-58; 12,1-7), con lo que el motive pascual se extendié a todo el evangelio. Entonces se produjo una considerable reordenaéién de versfculos y una frag- mentacién de discursos. El evangelista pas6 toda su vida haciendo POSIBLES SOLUCIONES, 39 estas sucesivas redacciones; un redactor final hizo algunas adiciones, ‘por ejemplo, en el cap. 21. a teorfa. de Wilkens hace algunas importantes aportaciones; de lla s6lo hemos dado un esquema sumario. La sugerencia (original- mente del padre de este autor) de la transposicién de escenas pascua les tiene cietta-validez, como sefialaremos en el comentario, Ademés, esta teorfa que acepta como autor al discfpulo amadp: (of. séptima parte, infra), un testigo presencial, responde mejor ala realidad de una tradicién hist6rica que la teorfa de Bultmann, Sin embargo, también en ‘ste caso vale una de las objeciones que se oponen ala teor‘a de Bult- mann: coneretamente, la dificultad de explicar la estrecha armonfa entre signo y discurso. Ademés, en la tepria de Wilkens, el proceso redaccional consiate en afiadir materiales y reordenatlos, pero no en una reelsboracién completa de lo ya escrito; sta parece una curiosa manera de redactar la propia obra Segundo: hay otras teorias de la redaccién menos radicales. Parker, por ejempld, sugiere dos redacciones de Juan. La segunda habria implicado la adicién de pasajes como 2,1-12; 4; 6 y 21, en gran parte relacionados con Galilea. Asf, Parker llega a una primera redacci6n que consistira en un evangelio judaita, de acuerdo con su teorfa de que el autor era un discipulo oriundo de Judea. También Boismard tiene su propia variante de atconia dele redaction Juana Zeb ie Zebedeohan de atribuirse el plan basic: liny su tradicién, mismo escr big o supervisé la composicién del evangelio fundamental y eutorizé aso mis reclaboracines que lalrodueioa igeron cambioconcl olan 1 dstnas formulacionst-de anos isnot matavaler Dei ae tuna redacei6n final a cargo de Lucas, que junt6 todos los eabos del _ matefial jofnico para formar el evangelio que nosotros eonocemo; Pome ta de pea exe enuienign del redactor a base dee ‘caracterfsticas Jucanas que encuentra en el estilo del cap. 2Ly enlas adiciones al Psblogo, Daremov una muestra dela corde Tara le Taredaccién segin Bofemard al comentar 1,19-34 (pp. 278-284), camparéndola conla de Bultmann. ‘Al juzgar las teorfas de las redacciones miiltiples hemos de prescin- dir de las peculidridades de cada una, por ejemplo, de la divisién de Parker conforme a unas lineas geogréficas, dela identificacién del redactor final como Lucas propuesta por Boismard. Por sf misma, una teorfa de la redaccién puede explicar los cortes visibles en la forma actual del evangelio, debidos a que el redactor insert6 nuevos materia- 40 UNIDAD Y COMPOSICION DEI, CUARTO EVANGELIO les encel esquema original. También puede explicar las repeticiones, ya aque el redactor pudo incluir formas variantes de unas mismas palabras, [Las porciones de discurso desligadas del contexto pueden explicarse también por el deseo de preservar fragmentos de la tradicién que-no se vela dénde podstan encajar bien. Las objeciones estilisticas alas teor‘as de Jas fuentes no son aplicables en el caso de que los materiales uiizados en las distintas redacciones procedieran del mismo autor. Aquellos pastjes del evangelio en que el estilo del griego delata la intervencién de otra ‘mano, por ejemplo, el cap. 21, pueden explicarse suponiendo una redac- cin final a cargo de persona distinta del autor. El mayor defecto de la teorias de léredaccién miltiple quizé consista cena tentacin de reconstruir con demasiada exactitud la historia de las redacciones, Los problemas que plantea Juan son notorios, y es posible que sean el resultado de distintas redacciones; pero hemos de mante- nnernos escépticos cuando un comentarista trata de explicarnos a cual de las redacciones pertenece hasta cada mitad de un mismo versieulo, TIL ‘Teoria ADOPTADA EN ESTE COMENTARIO Nosotros comentaremos este evangelio segiin su orden actual, sin imponer reordenaciones. Algunos objetan a esta manera de proceder que semejante postura s6lo alcanza al sentido de los pasajes segzin la redaccién final del evangelio, y por ello quied solamente al sentido del redactor subordinado y no al del evangelist. Sin embargo, admitiendo que el redactor final fue fel al pensamiento del evangelista, pocos serén Jos casos en que la labor cedaccional llegara a alterar por completo el sentido original de un pasaje, Preferimos correr este riesgo mejor que otro atin mayor el de imponer a determinados pasajes, en virtnd de un ingenioso reordenamiento, un sentido que nunca tuvieron. Natural- mente, donde haya motivos para sospechar que en el proceso formativo del evangelio un determinado pasaje tenfa otra situacin y significado, lo tendremos en cuenta, matizando nuestro juicio conforme al grado de certeza con que sea posible reconstruir la situacién origial, Pero siem- pre sbordaremos cada pasaje-primariamente segtin su actual posicién, Suponemos que hubo cinco etapas en la composicién del evange- lio, un mfnimo de etapas realmente, pues sospechamos que la prehis toria de este evangelio es demasiado complicada y no puede recons- truirse en todos sus detalles. Nos limitaremos simplemente a decribir ‘THORIA ADOPTADA EN £5TE COMENTARIO a las etapas; ls razones en que se apoya esta propuesta se pondrin de ‘manifiesto en las siguientes partes de esta introducei6n; las consecuen- cias précticas de las diferentes etapas ae verén en el comentario al texto evangélico. Como es natural, las dificultades mencionadas al principio de esta parte nos han orientado en lo que ahora proponemos; también hhemos tenido en cuenta las soluciones anteriormente mencionadas al proponer la nuestra . exdstencia de un cuerpo de materiales tradicio- ales sobre los hechos y dichos de Jest, semejante al que fue incorpo- ade los ainfpcos, pero cuyos oigencs eran independieates dela tradicin sinéptica, (Sabemos, por otra parte, que los sinépticos dependfan de varias tradiciones, pero utilizaremos el singular, etradi- ion sinéptican, cuando se wate de estblecer una comparacion general centre estos evangelios y Juan.) Nos ocuparemos de esta primera ctapa fava terera parte deena introducein; dela evestin dea exto mate- riales procedian 0 no de un testigo presencial trataremos en la séptima pete (CEiaa spun desacollo de este material conforme a esquems |jodnicos, Durante un perfodo que quizé duré varias décadas,los mate- riales tradicionales fueron objeto de desplazamientos, selecci6n, medi- tacién y reajustes hasta revestir la forma y l estilo de cada uno de los relatos y discursos que entraron a formar parte del cuarto Evangelio Esie proceso se realiz6 probablemente a través de la predicacién y la censefianza orales, si es que en este caso podemos establecer cierta ana logfa con lo que sabemos acerca dela formacién de los otras evange- lios. B. Noack ha prestado un buen servicio a los estudios joanicos al subrayar el influjo dela tradicién oral en este evangelio, si bien es cierto que sus conclusiones pueden parecer un tanto exageradas. C. Good- win, JBL 73 (1954) 61-75, ha observado interesantes indicios de que algunas citas veterotestamentarias de Juan estin hechas de memoria, dato que también apunta hacia la tranamisién oral. Sin embargo, hacia, el final de esta segunda etapa fueron tomando cuerpo las formas eseri- tas de la ensedtanaa y Ia predicacion, Esta etapa fue decisiva para lz formacién de los materiales que serfan finalmente incorporados al evangelio. Algunos relatos de los rilagros de Jestis, probablemente los ms utlizados en la predicaciérl, se desarrollaron como espléndidos dramas, por ejemplo, el cap. 9 (ck E.K, Lee, The Drama of the Fourth Gospel: ET 65 [1953-54] 173-76), Las expresiones de Jests se combinaron hasta formar extensos discut~ at 4 W th yal 42 UNIDAD ¥ COMPOSICION DEL CUARTO EVANGELIO sos de carécter poético y solemne, muy semejantes a los de la Sabidu- sia personificada del AT (cf. octava parte, infra). Todos los recursos Xéenicos de la narrativa josnica, como el malentendido y la ironfa (novena parte, infra), fucron introducidos o al menos desarrollados ahora tal como han llegado hasta nosotros en el evangelio. Varios fac- {ores influyeron en que se soldaran signo y discurso interpretativo. No se trataba necesariamente de una sutura artificial, pues incluso en la primera etapa era frecuente que un milagro fuese acompafiado de unas palabras de explicacién. Pero ahora, las exigencias de la predicacién y quizé, en algunos casos (cap. 6), las de una incipients liturgia pedian tuna explicacién més extensa y un reajuste més unitari. La existencia de unidades de material jofnico, como el cap. 21, diferentes por su estilo del conjunto principal que forman los restantes ‘materiales, sugiere que la predicacién y la ensefianza fueron obra de més de un individuo. Es posible que se formaran muchas otras unida- des de este tipo que no han logrado sobrevivir. Sin embargo, las que entraron finalmente a formar parte del evan- gelio parecen proceder, en la mayor parte de los casos, de una fuente predominante. Puesto que son tan notorios los rasgos del pensamiento Jjofnico, incluso en aquellas unidades que revelan diferencias menores de estilo, podemos pensar en una escuela estrechamente unida de pen- samiento y expresiGn. En esta escuela, el principal predicador era tam- bién el responsable del bloque principal de materiales evangélicos. Puede que en una escucla de este tipo tengamos también la respuesta al problema de las restantes obras joinicas, como las cartas y-el Apoca- lipsis, que comparten unas ideas y un voeabulario comunes, pero que delatan diferencias de estil Etapa torcera: la organizacién de estos materiales procedentes dela ctdpa anterior para formar un evangelio cons Esta serfala pei- mera redaccién del cuarto Evangelio como obra ya diferenciada. Como hhemos supuesto en la segunda etapa la presencia de un maestro o pre- dicador y te6logo principal que dio forma al bloque més importante de los materiales jodnicos, parece I6gica suponer que a él corresponderia organizar la primera redaccién del evangelio; en este comentario nos referimos a €l cuando usamos el término «evangelistan. Es imposible decir si l mismo, lsicamente, escribi6 el evangelio o utilin6 los servi- cios de un escriba. Lo més probable es que esta primera redacciGn se hriciera en griego, no en arameo (of. novena parte, infra). ‘Como demostraré el contenido del evangelio (dé i parte, infra), "THORIA ADOPTADA EN BSTE.COMENTARIO 43 el plan general de toda la obra, tal como ésta ha llegado a nosotros, es perfectamente coherente; nosotros sospechamos que la primera redac- ‘cidn del evangelio presentaba ya esta misma coherencia. En conse- ccuencia, diferimos de una teor‘a como la de Wilkens, que ve en la pri- mera redaccién tinicamente una recopilacién de signos. También nos apartamos de Parker, quien supone la existencia de una primera redac- ccién carente de ministerio én Galilea. Dudamos de que jina redaccién sustancial de ua evangelio basado en Gltima instancia en una tadicién de los hechos y dichos de Jesus pudiera haber ignorado el ministerio cen Galilea, que constitufa una parte tan importante de la vida de Jestis. Si el plan de la primera redaccién de este evangelio tenfa por tema a ‘Jesis reemplazando las distintas fiestas de los judfos, como indica el contenido del evangelio actual en los eaps. 5-10, a escena del exp. 6, que tiene lugar en Gallea,formarfa parte de la primera redaccion, ya que ese capftulo presenta a.un Jess que se pone en lugar del mani aso- ciado al éxodo y al tiempo dela Pascua, ‘Organiéar Ia primera redaccién del evangelio supondria una selec- cién; no todo el material jodnico procedente de la predicacién del evangelista serfa incluido. Si el evangelista predicé durante cierto néimero de afios, lo probable es que glosara la tradici6n de laa palabras de Jens de diferentes mancras en Iss diatinta ocasiones. De ahi que circularan versiones variantes de los discursos, adaptadas a las distin- tas necesidades y auditorios. En la quinta etapa veremos la importancia de este punto. Blab cute: edncion secundaria a cargo del evangelists Es posible que el evarigelista levara a cabo distintas reelaboraciones de su evangelio a lo largo de su vida, como ha sugerido Boismard; pero la mayor parte de los rasgos que parecen postular una redaccién secun- daria podrian explicarse en términos de wna sola reelaboracién redac- cional. Cuando estudiemos la intencién con que se compuso el cuarto Evangelio (quinta parte, infra), veremos que su propésito era respon- der a las objeciones o dificultades planteadas por diversos grupos, por ejemplo, los discipulos de Juan Bautista, los judeo-cristianos que toda- via no habjan abandonado la sinagoga, etc. Sugerimos que la adapta- cién del evangeio a distintos fines supone la intoduccién de nuevos materiales aptos para resolver nuevos problemas. Por ejemplo, el pasaje de 9,22-23 parece constituir un paréntesis que representarfa una adap- tacién del relato sobre el ciego a una situacién planteada entre la década de los afios 80 y la de los 90, que implicaba la excomunién por 44 UNIDAD ¥ COMPOSIGION DEL GUARTO EVANGELIO. = la sinagoga de aquellos judios que aceptaran a Jestis como Mesfas. En nuestra exposicin acres de 1,19-34 haremps ver los rastros de la labor redaccional en este pasaje (§ 2, § 3); sin embargo, admitimos con franqueza que no siempre es posible distinguir entre lo que corres- onde a la segunda redaccién del evangelio y lo que pertenece a la redaccién final, que correspond a nuestra siguiente etapa. taba quinta: recleboracién o redaccién final a cargo de persona isin evangelion, ala que lamaremo el redator Creenos que la suposici6n més verosimil es que este redactor serfa un amigo iatimo © discfpulo del evangelista, y que ciertamente formabe parte de la escuela general de pensamiento a ln que nos hemos referido en la etapa segunda. Una de las principales aportaciones del redactor al evangelio con- sistié en preservar todo el material josnico resultante de la etapa segunda que no habfa sido insertado previamente en las redacciones del evangelio. Este material procederfa en parte de las predicaciones del mismo evangelista, por lo que no discreparfa ni en estilo nien voca- bulario del resto del evangelio. El hecho de que estos materiales se afla- dieran durante la sltima etapa redaccional del evangelio no significa que fueran més tardios que los otros materiales insertados en anterio- res redacciones. Por consiguiente, la edad de los materiales no siempre seré un criterio para sefiaar cudles som las adiciones debidas al redac- tor; un criterio mAs seguro seré la falta de habilidad con que un deter- rminado pasaje aparezea incluido de forma que rompa Ia ilacién del evangelio. Otro criterio seré el hecho de que un pesaje sea duplicado de otros materiales ya incluidos en el evangelio; éste es también el motivo de que supongamos que el redactor final no fue el evangelista ‘en persona, El evangelista hubiera reelaborado sus materiales hasta ‘conseguir un todo coherente, pero el redactor, que no se sentiria auto- rinado para reelaborar el evangelio tal como éate habia llegedo a sus manos, se limité simplemente a insertar los discursos duplicados, a veces lado a lado de la forma del diseurso que aparecfa ya en Is redac- cin anterior, por ejemplo 6,51-58, que aparece al lado de 6,35-50.En el caso de algunos discursos cuyo contexto no estaba claro, el rédactor prefirié afadirlos al final de una escena apropiada, mejor que inte~ rrumpiéndola, por ejemplo, 3,31-36 y 12,44-50, La insercién del motivo de Lézaro en los caps. 11-12, dentro del marco de los dias anteriores a la Pascua, parece que indujo al redactor 1 transferir ol incidente de la purificacién del templo, que original- "THORIA ADOPTADA EN ESTE COMENTARIO 45 asociado ala entrada de Jestis en Jerusalén, a otra seccin del cevangelio (ahora en el cap. 2). El interés litirgico parece haber sido un factor influyente en que el material eucarfstico relacionado con las pala- bras de Jestis sobre el pan y el vino en le dltima cena pasara de esta situaci6n a 6,51-58. Al sugerir este cambio de marco de ciertos mate- riales ns aproximamos a Wilkens, aunque no nos parece convincente cl motivo que este autor atribuye a estas alteraciones, concretamente,¢] desco de hacer presente a lo largo de todo el evangelio el tema de la Pascua, Nos parece mas bien muy verosimil que en los caps. 2 y 6 se aludia ya a la Pascua, y que el redactor se limit6 a trapsferir simple- ‘mente materiales de una fiesta pascual a dtra. Puesto que comentare- ‘mos estos pasajes segsin su actual localizacién, tendremos también oct- sign de sefialar los temas teol6gicos que, en esta secuencia, motivaron csas transferencias. ‘Algunos de los materiales que el redactorincluy6 parecen tener una referencia sacramental mis fuerte que el resto del evangelio. Sin embargo, en contra de la opinién de Bultmann, no creemos que la intencién del redactor fuera precisamente insertar estas referencias sacramentales en un evangelio que prescindia de ella, sino més bien destacar con mayor claridad el sacramentalismo que ya contenia cl ‘evangelio (octava parte, infra). Creemos que el sacramentalismo puede advertirse ya en todas las etapas que hemos sugerido en la formacién del evangelio, pero es posible que las referencias stcramentales corres- pondan predominantemente ala redaccién final El redactor jele atadi6 también al evangelio otros materiales josni- ‘cos que no procedian directamente del evangelists. Ya hemos sefialado cl cap. 21 como un ejemplo. También fue probablemente el redactor quien afiadié el Pr6logo al evangelio, si es correcta nuestra interprets: cign de eate pasaje como un himno independiente y compuesto ante- riormente en cfrculos jofnicos. No estamos seguros.de que también haya de atribuirse al redactor final la introduecién de ciertos paralelos con la tradiciéa sin6ptica en Juan, Como veremos zn la tercera parte, creemos que la mayarfa de los ‘materiales jodnicos con paralelos en la tradici6n.sinéptica no procede directamente de los sinépticos o de sus fuentes, sino de una tradicion independiente de los hechos y dichos de Jestis que inevitablemente ha de presentar ciertas semejanzas con las tradiciones subyacentes a los sindpticos. Sin embargo, hay algunos pasajes en que, por ejemplo, Juan es tan semejante a Marcos (6,7; 12,3.5) que no podemos excluic la 46 UNIDAD ¥ CoMPOSICION DEL. CUARTO EVANGELIO posibilidad de que el redactor introdujera algunos elementos menores tomados directamente de los sinépticas (con Marcos como fuente més verosfmil). Pero insistimos en que esos paralelos esttechos pueden explicarse también en términos de dependencia de tradiciones seme- jantes, por lo que no hallamos razones tan.convincentes que nos obli- {guen a suponer una dependencia de Juan con respecto alos sinépticos ni siquiera en este sentido superficial de un préstamo de detalles acci- dentales. Hay observaciones redaccionales, como la de 3,24, que demuestran el conocimiento de ciertos detalles de Ia vida de Jess que ‘no han sido mencionados en el cuerpo del evangelio, pero tampoce ha de interpretarse esto como una prueba clara de dependencia con res- pecto alos sinépticos, En resumen, aunque nos hemos extendido en la exposicion deta: llada de esta teoria de las cinco etapas en la composicién de este ev selio, queremos subrayar que en sus rasgos Fundamentales esta teor‘a realmente no es complicada y que resulta més bien plausible y conso- nnante con las ideas cortientemente admitidas acerca de la compos delos otros evangelios. Una figura destacada de la primitiva Iglesia pre- did y ensefié acerca de Jest, sirviéndose de los materiales sin elabo- rar que le ofecfa una tradicién de los hechos y dichos de Jest, pero

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