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El (ren especial ‘ expres0 desaparecido # Sir Arthur Conan Doyle Proyecto y direccién editorial: Raul A, Gonzalez Subdirectora editorial: Cecilia Gonzalez Coordinadora editorial: Vanina Rojas Directora de arte: Jessica Erizalde Edicién: Jezabel Koch El tren especial expreso desaparecido es una obrade produccion oolectiva creaday diseniada por el Departamento Fattoral y de Arte yGratica de & -stecion Mandioca deediowones $8.3) proyecto ydireccionde Raul A Gonzalez. Edici6n grafica: Florencia Cortelletti llustracién de tapa e interiores: Fernando Falcone Correccién: Samuel Zaidman Diagramacion: Laura Martin Tratamiento de imagenes, archivo y preimpresion: Liana Agrasar Secretaria y produccién industrial: Lidia Chico gen 978-9871995 598 © Copyright Estaelon Mandiaca de ediciones 52 roc Bonifacio 2524 - CADEGYD - Buenos Aes Argentina Tel ra (154) 1 4697-9001 Doyle. 1a ed Ciuidge Aut 80 sieece / Arthur Conan a do Buenos Aires Se. PeSacin 208.5 Suits igcerlotaresver) Bia anions AT ea nacho el depdsto que dspane I ey Th fe gescwn a argentina Printed in Brae. jeden ecb 2018, Pe more mg 06 es 5 ste tht puede ser rebtaxeo tote ni parcialment rmecianta¥dprorati oto fetocuimicarigagnstico, ifort ects pr iacos s logal ytinstiue un dalle erofimacion © mined ctroeatice. Cualeul epreduct oe ernie atari oposite craters mecinicn os. ss onuafa porn eters aa INDICE Primera parte: | Capitulo 1: Un suceso sin precedentes Capitulo 2: La necesidad de monsieur Caratal Capitulo 3: Una extrafia coincidencia . capes Bs La desaparicion del expreso... pitulo 5: Los r¢ istit Capitulo 6: El meer oars ene Capitulo 7: Muchas hipatesis, ninguna respuest: Capitulo 8: Un nuevo dato desconcertante. ‘ L Segunda parte: Capitulo 9: Noticias sobre la muerte de monsieur Caratal nese Capitulo 10: Las medidas para ejecutar la tarea encomendada. Capitulo 11: El plan Capitulo 12: El fin fe Sir Arthur Conan Doyle ie M4 ¥% El tren especial expreso desaparecida 4 5 a Secs SIR ARTHUR CONAN DOYLE Nacié en 1859 en Escocia. Trabajé durante muchos afios como médico. No obstante, era un apasionado de la literatura y escribié cuentos de ciencia ficcidn, novelas, teatro y poesia. Se hizo conocido principalmente por sus ingeniosos cuentos policiales. Algunos de ellos son “La liga de los pelirrojos”, “La aventura de la inquilina del velo’, “El misterio de Copper Beeches” y “Los tres estudiantes” (publicado en esta coleccién). Su famoso personaje, el detective Sherlock Holmi esta inspirado en un profesor de la carrera de Medicina de la Universidad de Edimburgo, donde estudio Conan Doyle. Publicé mas de sesenta y ocho relatos protagonizacos por este personaje » Sh « Who ad we a eee e 7 Su * PRU a re Soars aed oS. f wa - ca ‘ ae * my xe 8 Me Sir Arthur Conan Doyle fe ce Capitulo 1 co Un suceso sin pretedentes penado con sentencia de muerte en Marsella— ha venido a arrojar luz sobre uno de los crimenes mas inexplicables del siglo. A mi juicio, un suceso sin precedentes en los anales delictivos de cualquier pais. Aunque los medios oficiales son reacios a tratar el asunto —los informes entregados a la prensa son muy pocos—, existen indicaciones de que la confesion de este archicriminal esta corroborada por los hechos y de que hemos encontrado, al fin, la soluci6n del mas asombroso de los casos. El suceso ocurrié hace ocho afios, cuando una crisis politica que tenia absorta la atencidn del publico vino a restarle importancia. Convendra, entonces, que yo ex- ponga los hechos tal como los conoci. Los he examinado comparando los periddicos de Liverpool de aquella fecha, las actas de lainvestigacién realizada acerca del maquinista del tren, John Slater, y los archivos de la Compafiia de Ferrocarril de Londres y la Costa Occidental, que amablemente han sido puestos ami disposici6n. L a confesién hecha por Herbert de Lernac —hoy wt Fe ¥e El tren especial expreso desaparecida ¥ 9 Bit ce Capitulo 2 co La necesidad de monsieur Caratal llamarse monsieur Louis Caratal, pidid una entrevista con el sefior James Bland, superin- tendente de la estacion central de dicho ferrocarril en Liverpool. Era un hombre de baja estatura, edad media- nay pelo negro, cargado de espaldas hasta el punto de producir casi la impresion de una forma de joroba. Iba acompafiado por un amigo, hombre de aspecto fisico intimidante, cuyas maneras respetuosas y atenciones constantes daban a entender que dependia del otro. Este amigo o acompafiante —cuyo nombre no se dio aconocer— sin duda era extranjero y quizds espafiol o sudamericano, por lo moreno de su tez. Se observ6 en él una particularidad. Llevaba enla mano izquierda un portafolios negro de cuero y un escribiente muy perspicaz de las oficinas centrales noté que lo llevaba atado ala mufieca con una correa. Ninguna importancia se dio en aquel entonces a este hecho, pero los acon- tecimientos que siguieron demostrarian que la tenia. Se hizo pasar a monsieur Caratal al despacho del sefor Bland, quedando afuera su acompafante, esperdndolo. E | dia 3 de junio de 1890, un caballero, quien dijo 10 i Sir Arthur Conan Doyle fy El negocio de monsieur Caratal fue solucionado rapidamente. Aquella tarde habia llegaclo de un pais de Centroamérica y ciertos asuntos de maxima importancia exigian su presencia en Paris, sin perder un minuto. Habla perdido el expreso de Londres y necesitaba solicitar un tren especial. El dinero no tenia importancia, porque era un problema de tiempo. Si la Compania le permitfa ganar tiempo asigndandole un tren, él aceptaba cualquier condicion. El sefor Bland tocé el timbre, mand6é llamar al director de trafico, el sefior Potter Hood, y dejé todo arreglado en cinco minutos. El tren saldria tres cuartos de hora mas tarde, Se requeria tiempo para asegurarse de que la via estuviera libre. Se engancharon dos coches —con un furg6on atras para un guarda— a una poderosa locomotora conocida con el nombre de Rochdale, con el numero 247 en el registro de la Compania. El primer vagon solo tenfa por finalidad disminuir las molestias producidas por la oscilacién. El segundo —como de costumbre— estaba dividido en cuatro com- partimentos: uno de primera y otro de primera para fumadores, uno de segunda y otro de segunda para fumadores. El primer compartimento, el delantero, fue reservado para los viajeros. Los otros tres quedaron vacios. El guar- da del tren fue James McPherson, con varios afios al servicio de la Compania. El fogonero, William Smith, era nuevo en el oficio. Al salir del despacho del superintendente, monsieur Caratal fue a reunirse con su acompafiante y ambos dieron claras sefiales de la gran impaciencia que tenfan por ponerse en marcha. Pagaronlasuma quese les pidié —cincuenta libras y cinco chelines—, tarifa correspon- diente para los trenes especiales y equivalente a cinco chelines por milla. A continuacién, pidieron que se los condujera hasta el vagon, donde se instalaron inmedia- tamente, aunque se les asegur6 que pasaria una hora hasta que la via se encontrara libre. ae 12 fe Sir Arthur Conan Doyle fe #% co Capitulo 3 co Una extrafia coincidencia de salir monsieur Caratal ocurrid una extrafa coincidencia. El hecho de que en un febril centro comercial alguien solicite un tren especial no es inusual. Pero que la misma tarde se soliciten dos de esos trenes ya era cosa fuera de lo comtn. Sin embargo, eso fue lo que ocurrid. Apenas el sefior Bland hubo despachado el asunto del primer viajero, se presenté en su despacho otro viajero con la misma pretension. Este segundo viajero se llamaba Horace Moore —hombre de aspecto militar y porte caballeresco—, que alego una enfermedad grave y repentina de su esposa —que se ha- llaba en Londres— como una razén imperiosa para ponerse en viaje al instante. Era tan elocuente su angustia y su preocupacién que el sefior Bland hizo todo lo posible para complacer sus deseos. M ientras tanto, en el despacho del que acababa it. te El tren especial expreso desaparecido 4 13 $y No habia ni que pensar en un segundo tren especial, porque el ya comprometido perturbaba el servicio corriente local. Sin embargo, quedaba la siguiente alternativa: que el sefior Moore afrontara una parte de los gastos del tren de monsieur Caratal e hiciera el viaje en el otro compartimento vacio de primera clase, si monsieur Caratal pusiera reparos a que lo hiciese en el mismo que ocupaban él y su compafiero. El sefior Bland supuso que no habria ninguna obje- cién a ese arreglo. Sin embargo, cuando el director de trafico, el sefior Potter Hood, le hizo esta sugerencia, se nego rotundamente a tomarla —ni siquiera— en consi- deracion. El tren era suyo, dijo, e insistirfa en utilizarlo para su uso exclusivo. Cuando el sefior Horace Moore se enteré de que no podia hacer otra cosa que esperar el tren ordinario que sale de Liverpool a las seis, abandono la estacién muy afligido. ag 4% 14 Me Sir Arthur Conan Doyle co Capitulo 4 co La desaparicion del expreso y su gigantesco acompafiante dio su silbo de salida de la estaci6n de Liverpool a las 4:31 a.m. segun el reloj de la estacin. La via ya estaba libre y el tren no habria de detenerse hasta Manchester. Los trenes del Ferrocarril de Londres y la Costa Occi- dental ruedan por vias pertenecientes a otra compafifa hasta la ciudad de Manchester, a la que el tren expreso especial deber‘a llegar antes de las 6 a.m. Alas 6:15 a. m. se produjo entre los funcionarios de Liverpooluna gran consternacidn al recibir untelegrama de Manchester en el que se anunciaba que el tren no habia llegado todavia. Se pregunto a St. Helens, que se E | tren en que viajaban el deforme monsieur Caratal . encuentra a un tercio de distancia entre ambas ciuda- des, y contestaron lo siguiente: A James Bland, superintendente, Central L. y C. 0., Liverpool. -Especial pas6é por aqui a las 4:52, de acuerdo con su horario. —Dowster, St. Helens. Este telegrama se recibié a las 6:40. A las 6:50 llego desde Manchester un segundo telegrama: Sin noticias del especial anunciado por usted. a El tren especial expreso desaparecido 4 15 xe Y diez minutos mas tarde un tercer telegrama, todavia mas desconcertante: Bi Suponemos alguna equivocacién en horario indicado para el especial. El tren local procedente de St. Helens, que debia seguir al especial, acaba de llegar y no sabe nada de este Gltimo. Sirvase telegrafiar. —Manchester. El caso estaba asumiendo un aspecto por demas asombroso. Si bien el ultimo telegrama aporto en cierto sentido un alivio a los directores de Liverpool, parecia diffcil que, si al especial le hubiera ocurrido algun accidente, pudiera pasar el tren local por la misma via sin haber advertido nada. Pero équé otra alternativa quedaba? éDénde podia encontrarse el tren en cuestién? éLo habfan desviado a algun apartadero, por alguna razon desconocida, para permitir el paso del tren mas lento? Esa explicacién cabia dentro de lo posible, en el caso de que hubieran tenido que llevar a cabo la reparacién de alguna pequefia averia. Se enviaron sendos telegramas a todas las estacio- nes intermedias entre St. Helens y Manchester, y tanto el superintendente como el director de trafico perma- necieron junto al transmisor, atrapados con la maxima expectaci6n, en espera de que fueran llegando las res- puestas que habrian de informarles con exactitud qué le habia ocurrido al tren desaparecido. ~¥er $% 16 & Sir Arthur Conan Doyle “¥e * ov Capitulo 5 co Los reportes de las distintas estaciones as respuestas fueron llegando en el mismo orden que las preguntas: Especial paso por aqui a las 5. -Collins Green. Especial paso por aqui 5:06. —Earlstown. Especial pasd por aqui 5:10. —Newton. Especial pas6 por aqui 5:20. —Empalme de Kenyon. Ningtin especial paso por aqui. -Barton Moss. Los dos funcionarios se miraron atonitos. —No me ha ocurrido cosa igual en treinta ahos de servicio —dijo el sefior Bland. —Es algo absolutamente sin precedentes e inexpli- cable, sefior. Algo le ha ocurrido al especial entre el Empalme de Kenyon y Barton Moss. —Sin embargo, si la memoria no me falla, no existe apartadero entre ambas estaciones. El especial se ha fugado de los rieles... —Pero écémo es posible que el tren ordinario de las 4:50 haya pasado por la misma via sin verlo? . ¥ El tren especial expreso desaparecido 4 17 we —No queda otra alternativa, sefior Hood. Tiene por fuerza que haber descarrilado. Quizds el tren local haya observado algo que arroje alguna luz al problema. Telegrafiaremos a Manchester pidiendo mayores informes, y al Empalme de Kenyon le daremos instruc- ciones para que salgan inmediatamente a revisar la via hasta Barton Moss. La respuesta de Manchester no se hizo esperar: a2 Sin noticias del especial desaparecido. Maquinista y guarda del tren local afirman de manera terminante gue ningun descarrilamiento ha ocurrido entre el Empalme de Kenyon y Barton Moss. La via, completamente libre, sin ningfn detalle fuera de lo corriente. —Manchester. *% 18 4% Sir Arthur Conan Doyle -¥e —Habra que despedir aese maquinista y a ese guarda —dijo, cefiudo, el sefior Bland—. Ha ocurrido un des- carrilamiento y ni siquiera se han fijado. No cabe duda de que el especial se salié de los rieles sin estropear la via, aunque cémo haya sucedido eso va mas alla de mi conocimiento. Pero asi fue, y ya vera usted cOmo no tardamos en recibir telegrama de Kenyon o de Barton Moss anunciandonos que han encontrado el especial en el fondo de un barranco... Aunque la profecfa del sefior Bland no estaba llamada acumplirse. Transcurrié media hora y llego, por fin, el siguiente mensaje enviaco por el jefe de estacion del Empalme de Kenyon: sin ningin rastro del especial desaparecido. Con seguridad absoluta que pas6 por aqui y que no llegé a Barton Moss. Desenganchamos locomotora de tren de mercancias y yo mismo he recorrido la via, que esta completamente libre, sin sefial alguna de que haya ocurrido un accidente. El sefior Bland, lleno de perplejidad, exclamé: —iEsto raya con la locura, Hood! éEs que puede en Inglaterra esfumarse un tren en el aire a plena luz del dia? Esto es absurdo. Locomotora, ténder, dos coches, un furgén, cinco personas... y todo desaparecido en la via despejada de un ferrocarril. Sino recibimos alguna noticia concreta, iré yo personalmente a recorrer la via dentro de una hora, en companiia del inspector Collins. a El tren especial expreso desaparetido -¥¢ 19 % Al fin ocurrié algo concreto, que tom la forma de otro telegrama procedente del Empalme de Kenyon: Lamento informar que el cadaver de John Slater, maquinista tren especial, acaba de ser encontrado entre matorrales a dos millas y cuarto de este empalme. Cay6 de locomotora, rod6 barranco abajo y fue a parar entre los arbustos. Parece muerte debida a heridas en la cabeza que se produjeron al caer. He examinado cuidadosamente el terreno y alrededores, sin encontrar rastro de tren desaparecido. 20 Sir Arthur Conan Doyle cy Capilulo 6 co e dicho ya que el pais se encontraba en el hervor de una crisis politica, contribuyendo todavia mas a desviar la atencion del publico las noticias acer- ca de sucesos importantes y sensacionales que ocu- rrfan en Paris, donde un escandalo colosal amenazaba con derribar al Gobierno y desacreditar a muchos de los dirigentes de Francia. Esta clase de noticias llenaban las paginas de los periddicos y la extrafia desaparicion del tren despert6 una atencion mucho menor que la que se le habria dedicado en momentos de mayor tranquilidad. pees el suceso presentaba un oo grotesco, ¥e El tren especial expreso desaparecido a 21 * desconfiaban de la realidad de los hechos tal como ventan relatados. Mas de uno de los diarios londinen- ses traté el asunto como una ingeniosa noticia falsa, hasta que la investigacion del juez acerca de la muerte del desdichado maquinista —investigacién que no des- cubriéd nada importante— convencid a todos de que era un incidente tragico. E| senor Bland, acompafiado del inspector Collins, decano de los detectives al servicio de la Compania, marché aquella misma tarde al Empalme de Kenyon. Dedicaron todo el siguiente dia a investigaciones que obtuvieron solo un resultado completamente negativo. No solo no existia rastro del tren desaparecido, sino que resultaba imposible formular una hipdtesis que pudiera explicar lo ocurrido. Sir Arthur Conan Doyle ai Por otro lado, el informe oficial del inspector Collins —que tengo ante mis ojos en el momento de escribir estas Iineas— sirvid para demostrar que las posibili- dades eran mucho mas numerosas de lo que habria podido esperarse. Decia el informe: En el trecho de via comaprendido entre estas dos estaciones, la region estd llena de fundiciones de hierro y de explotaciones de carbén. Algunas de estas se hallan en funcionamiento, pero otras han sido abandonadas. No menos de una docena cuentan con pequenas vias por las que citculan vagonetas hasta la via principal. Desde (nego, hay que descartarlas. Sin embargo, existen otras siete que disponen, 0 que han dispuesta, de vias propias que llegan hasta la principal g enlazan con esta, lo que les permite transportar los productos desde la bocamina hasta los grandes centros de distribucion. Todas esas vias tienen solo algunas millas de longitud. De las siete, cuatro pertenecen a explotaciones carboniferas abandonadas 0, por lo menos, a pozos de mina que ya no sé explotan. Son las de Redgauntlet, Hero. Slough of Despond y Heartsease, mina esta dltima que era hace diez afos una de las mds importantes del Lancashire. ¥e El tren especial expreso desaparecido ¥¢ 25 * 24 Ae Sir Arthur Conan Doyle fe i 4 # €s posible también eliminar de nuestra investigacion estas cuatro vias, puesto que sus rieles han sido levantados enel trecho inmediato a la va principal para evitar accidentes, de modo que én realidad no tienen ya conexion con ella. Quedan otras tres vias laterales, que son las que conducen a los siguientes lugares: a) alas fandiciones Camstock; 6) ala explotacion carbvonitera Big Ben; 0) ala explotacion carbonitera Perseverance. La de Big Ben es una via que no tiene rads de un cuarto de milla de trayecto y que muere en un gran depésito de carbin que espera ser retirado de la bocamina. Alli nadie habia visto ni odo hablar de ningin tren especial. Las vias de las fundiciones de hierro Camstock estuvieron bloqueadas, durante él dia 3 de junio, por diecistis vagones cargados de hematites. Se trata de una va tinica y nada pudo pasar por alla. En cuanto a las vias de Perseverance, sé trata de una doble via por la que tiene lugar un trdfico importante, debido a que la producciin de la mina es muy grande. Ese trdfico se llevd a cabo durante el dia de junio como de costumbre; centenares de hombres, entre los que hay que incluir una cuadrilla de peones del ferrocarril. trabajaron a lo largo de las dos millas y cuarto del trayecto de esa via y es inconcebible que un tren inesperado haya podido pasar por ella sin llamar la atencion de todos. fara terminar, se puede hacer constar el detalle de que esta via ramiticada sé encuentra mds proxima a St. Helens que el lugar en que fue hallado el cadaver del maquinista, por lo que existen toda clase de razones para creer que el tren habia dgado atrds ese lugar antes que le ocurriese un accidente. En cuanto a John Slater, ninguna pista se puede sacar del aspecto ni de las heridas que presenta su caddver. Lo dinico que podemos afirmar, con los datos que poseemos, es que halld la muerte al caer de su locomotora, aunque no NOs Creemos autorizados para emitir una opinion acerca del motivo de su catda ni de lo que le ocurrid a su mdquina con posterioridad. En conclusién, el inspector presentaba la dimisién a su Cargo, pues se encontraba muy irritado por la acusaci6n de incompetencia que se le hacia en los periddicos londinenses. 26 fe Sir Arthur Conan Doyle -¥t 4% co Capitulo 7 co Muchas hipdlesis, ninguna respuesta como la compafia ferroviaria prosiguieron con sus investigaciones sin el menor éxito. T ranscurrio un mes durante el cual tanto la policfa ¥e El tren especial expreso desaparecido Ye 27 By Se ofrecié una recompensa y se prometié el perdon en caso de no tratarse de un crimen; pero nadie aspiré a una cosa ni a otra. Los lectores de los periddicos abrfan estos diariamente con la seguridad de que estarfa por fin aclarado aquel enigma tan grotesco; pero fueron pasando las semanas y la solucién segula tan lejana como siempre. 28 Ye Sir Arthur Conan Doyle He En la zona mas poblada de Inglaterra, en pleno dia, en una tarde de junio, habia desaparecido con sus ocupantes un tren, como si alguin mago poseedor de una quimica sutil lo hubiera volatilizado y converti- do en gas. Desde luego, entre las distintas hipdtesis que aparecieron en los periddicos, hubo algunas que afirmaban en serio la intervencién de potencias so- brenaturales o, por lo menos, preternaturales, y que el deforme monsieur Caratal era en realidad una persona ala que se conoce mejor con otro nombre menos fino. Otros atribuian el maleficio a su moreno acompanante, aunque nadie era capaz de formular claramente en palabras de qué recurso se habia valido. Entre las muchas conjeturas publicadas por distintos periddicos o por individuos particulares, hubo una o dos que eran lo suficientemente viables como para atraer la atencion de los lectores. Una de ellas, la aparecida en The Times, con la firma de un aficionado a la logica que por aquel entonces gozaba de cierta fama, abordaba el problema de una manera analitica y semicientifica. Bastard dar aqui un extracto, pero los curiosos pueden leer la carta completa en la edicién correspondiente al dia 3 de julio. Decia: % El tren especial expreso desaparecido ¥ 29 a Tne Lasse e de Uno de los principios elementals Oo a ie una es es que, vez qui oe ie Cee , en lo ave a Sete Ee cierto or improbable qu ie a . galio del Empalme te ed oer que no lego a Barton Moss. nie : robable, pero cabe dentro Die ae el tren haya sido desviado por Siete vias laterales existentes. bt Aer = Es evidentemente imposible que ee, ‘un trecho de via sin rieles; por . ee eae peducir los casos See a ae ace ae vias en actividad, es decir, 1a ae anne oes de hierro Carnstock, 12 de erance. a ee alguna sociedad ae ce e i a, in} ‘ jguna camorre. C : = oie eh oe y a sus viajeros? Es a Ee ero no imposible. Confieso que Ee ed tela erir ni otra solucion. Dest oe - eae a la Gorepet TE as es ia energias en estul no ros trabajadores del ee ee e iza ame: inan. Quizas el ex Sos eens del distrito sacar. a ja luz algun hhechos significativos. Hit Sir Arthur Conan Doyle Tal sugerencia despertd considerable interés por proceder de una reconocida autoridad en esa clase de asuntos y levanté también una furiosa oposicidn de los que la calificaban de libelo absurdo en perjuicio de una categorfa de hombres honrados y dignos. La Unicares- puesta que se dio a estas criticas fue un reto a quienes las formulaban para que expusieran ellos publicamente otra hipétesis mas verosimil. ft * tae Esto provocé efectivamente otras dos, que aparecieron en las ediciones del Times correspondientes a los dias 7 y 9 de julio. Apuntaba la primera de ellas la idea de que quizas el tren hubiera descarrilado y se hubiese hundido en el canal de Lancashire y Staffordshire, que corre paralelo al ferrocarril en un trecho de algunos centenares de yardas. Esta sugerencia qued6 desacreditada al publicarse la profundidad que tiene el canal, que no podia, ni mucho menos, ocultar un objeto de semejante volumen. El segundo corresponsal llamaba la atencién sobre el portafolios que constituia el Unico equipaje que los viajeros llevaban consigo, apuntando la posibilidad de que llevaran oculto en su interior alguin nuevo explosivo de una fuerza inmensa y pulverizadora. Sin embargo, el absurdo evidente de suponer que todo el tren hubiera podido quedar pulverizado y la via del ferro- carril no hubiese sufrido el menor dafio colocaba jante hipstesis en el terreno de las burlas. 32 aie Sir Arthur Conan Doyle >e cy Capitulo 8 eo Un nuevo dato desconcertante investigaciones, cuando ocurrid un nuevo episodio, completamente inesperado. El hecho es —ni mas ni menos— que la sefiora McPherson recibié una carta de su marido, James McPherson, el mismo guarda del especial desaparecido. Lacarta, con fecha 5 de julio de 1890, habia sido pues- i ta en el correo de Nueva York y llego a destino el 14 del mismo mes. Se expresaron dudas acerca de su autenticidad, pero la sefiora McPherson ratificd terminantemente la letra de su esposo. Ademas, venia en ella la cantidad de cien ddlares en billetes de cinco. Eso bastaba para descartar que se tratara de un truco. El remi- tente no daba direccion alguna y la carta era como sigue: E. n esa situacién sin salida se encontraban las oe El tren especial expreso desaparecido 4 33 a Bi Mi guerida esposa: lo he meditado muchisimo y me resulta insoportable renunciar a ti. ¥ también a Lizzie. for mds gue luche contra esa idea, no puedo apartarla de mi cabeza. Te envio dinero gue podras cambiar por veinte libras inglesas, que serin suficientes para gue ta y Lizzie crucen el Atlantico. Los barcos de Hamburgo gue hacen escala en Southampton son muy buenos y mas baratos gue los de Liverpool. Si vinteran y se hospedaran en la Johnston House, yo les avisaria de que forma podriamos reunirnos. De momento me encuentro con grandes dificultades y no soy muy feliz. Me resulta duro renunciar a las dos. Nada mas. Te amante esposo, James McPherson 4% 34 Ae Sir Arthur Conan Doyle aie Se penso durante alguin tiempo —y con total seguridad— que esta carta conducirfa al escla- recimiento total del caso, sobre todo porque se consiguidé el dato de que en el buque de pasajeros Vistula, propiedad de la Hamburg and New York, que habia zarpado el dia7 de junio, figuraba como pasajero un hombre de gran parecido fisico con el guarda del tren desaparecido. La sefiora McPherson y su hermana, Lizzie Dolton, embarcaron para Nueva York segun las instrucciones recibidas y se alojaron durante tres semanas en la Johnston House, sin recibir noticia alguna del sefior McPherson. Es probable que ciertos comentarios indiscretos aparecidos en la prensa le advirtieran que la policia las empleaba como sefiuelo. Sea como sea, lo cierto es que nadie les escribid ni se acercé aellas y las mujeres terminaron por regresar a Liverpool. * KK Asf quedaron las cosas, sin nueva alteraci6n hasta el afio actual de 1898. Por increfble que parezca, durante los uiltimos ocho afios nada ha trascendido que arrojara lamas pequefia luz sobre la extraordinaria desaparicién del tren especial en el que viajaban monsieur Caratal y su acompafiante Las minuciosas investigaciones que se realizaron sobre los antecedentes de los dos viajeros pudieron ve] a ¥e El tren especial expreso desaparecido ¥¢ 35 By Unicamente comprobar el hecho de que monsieur Caratal era muy conocido en América Central como agente politico y financiero, y que en el transcurso de su viaje a Europa exterioriz6 una ansiedad extraordinaria por llegar a Paris. Su acompafiante, que figuraba en el registro de pasajeros con el nombre de Eduardo Gémez, era un hombre que tenfa un historial violento, con fama de bravucén y peleador. Sin embargo, existian pruebas de que servia con honradez y abnegacién a los intereses de monsieur Caratal y de que este ultimo, hombre de cuerpo desmedrado, se servia de aquel como guardian y protector. ; Puede agregarse a esto que de Paris no llegaron informes acerca de los objetivos que monsieur Caratal persegu/a probablemente en su precipitado viaje. Pe ee eee ue a ESIGN RPE TTA rete ort. QAR: BR ie BREE IS Bp es 38 MMP Sir Arthur Conan Doyle ie #% * cy Capitulo 9 co Noticias sobre la muerte de monsieur Caratal eX hechos que se conocian sobre este caso hasta que los diarios de Marsella publicaron la reciente confesién de Herbert de Lernac, preso y condenado a muerte por el asesinato de un comerciante de apellido Bonvalot. E. nelanterior relato estan comprendidos todos los % El tren especial expreso desaparecido ¥ 39 tae * ws | He aqufla traduccién literal del documento: No hago publica esta informacion por simple orgullo o jactancia. Si quisiera darme ese gusto, podria relatar una docena de hazafias milas mas 0 menos espléndidas. Lo hago con el objeto de que ciertos | caballeros de Paris se den por enterados | de que yo, que puedo dar noticias sobre la muerte de monsieur Caratal, estoy tam- bién en condiciones de decir quién llevé acabo ese hecho, a menos que el indulto que estoy esperando me Ilegue muy rapidamente. iMediten, sefiores, antes de que sea demasiado tarde! Ya conocen ustedes a Herbert de Lernac y les consta que es tan presto para la accién como para la palabra. Aprestirense, porque de lo con- trario estan perdidos. No citaré nombres por ef momento. iQué escdndalo si los diera a conocer! Me limitaré a exponer con qué habilidad llevé a cabo la hazafia. 2 4 ae ae 40 Me Sir Arthur Conan Doyle ie En aquel entonces fui leal a quienes se sirvieron de mf y no dudo de que también ellos lo seran conmigo ahora. Lo espero y, hasta que no me convenza de que me han traicionado, me reservaré esos nombres, que producirian una conmocion en Europa. Pero cuando llegue ese dia... Bien, no digo mas. Para no andar con rodeos diré que en el afio 1890 hubo en Parts un célebre proceso relacionado con un monstruoso escandalo de politicos y financistas. Hasta donde llegaba la monstruosidad del escandalo unicamente lo Supimos ciertos agentes confidenciales como yo. Estaban en juego el honor y.la carrera de. - muchos de los hombres mas destacados. de Francia. Mis lectores habran visto en el bowling. un: grupo de bolos en pie, todos muy rigidos y * muy firmes. De pronto llega rodando la bola desde lejos, y a este le doy y a este también, ze No los acuso a todos de tener clara conciencia de lo que ibaa ocurrir. Ya he dicho que estaban en juego grandes intereses financieros y politicos. Se form6 una organiza- cién para poner en marcha la empresa. Hubo algunos de los que se suscribieron que no llegaron a comprender cudl era su finalidad. Otros sila comprendfan claramente y pue- den estar Seguros de que yo no me he .olvidado de sus nombres. . ~« Mucho antes de que monsieur Caratal se _ embarcara en Sudamérica hacia Europa, a. Zt pie eee ellos tuvieron noticia de su viaje y Supieron ¥e El tren especial expreso desaparecido ¥¢ 21 sque las prt jebas que traia con él-equivalianja jf Bit pop, pop, pop, los bolos ruedan por el suelo...~ Pues bien: imaginen a algunos de los hom- bres mas destacados de Francia en una ~ situacion similar a estos bolos de pie, que ven llegar desde lejos a este monsieur Caratal, que hacia de bola. Si se le permitia Negara 5 Paris, todos ellos —pop, pop, pop rodarfal por el suelo. Se decidié que no llegara, $% 42 %e Sir Arthur Conan Doyle fe La organizaci6n disponia de una suma ilimitada de dinero; una suma ilimitada, en toda la extension de la palabra. Buscaron un agente capaz de manejar ese gigantesco poder. E/ hombre elegido tenia que ser fértil en recursos, decidido y adaptable; es decir, de los que se encuentran uno en un millon. Se decidieron por Herbert de Lernac, y reco- nozco que acertaron. Quedéamicargoelegiramis subordinados, manejar sin trabas de ninguna clase el poder queproporcionaeldineroyasegurarme de que monsieur Caratal no llegara jamas a Paris. A a» cy Capitulo 10 co Las medidas para ejecular la tarea encomendada Me puse a Ia tarea que se me habia encomendado con la energia que me es caracteristica antes de que transcurriera una hora de recibir las instrucciones que se me dieron, y las medidas que tomé fueron las mejores que era posible idear para con- Seguir el objetivo. Envié inmediatamente a Sudamérica a un hombre de mi absoluta confianza para que hiciera el viaje a Europa junto con monsieur Caratal. Si ese hombre hubiera Ilegado a tiempo a su destino, el barco en que este sefior navegaba no habria llegado jamas a Liverpool. Por desgracia, habla zarpado antes de que mi agente pudiera alcanzarlo. Fleté un pequefio bergantin armado para interceptar al buque; pero tampoco me acompani la suerte. Sin embargo, yo, como todos los grandes organizadores, admitia la posibilidad del fra- caso y preparaba una serie de alternativas con la seguridad de que alguna de ellas ten- dria éxito. Nadie subestime las dificultades de mi empresa, ni piense que en este caso era suficiente recurrir a un vulgar asesinato. ¥% El tren especial expreso desaparetido 4% 43 Bis 44 Mf Sir Arthur Conan Doyle % ite ae % & No solo era preciso destruir a monsieur Caratal; habfa que hacer desaparecer tam- bién sus documentos y a sus acompariantes, ; amMOS razones para creer que habia comunicado a estos sus secretos. Téngase ademas presente que ellos vivian alerta, sospechando vivamente lo que se les preparaba. Era una empresa digna de mi desde todo punto de vista, porque yo alcanzo la plenitud de mis facultades cuando se trata de empresas ante las cuales otros retroce- derjan asustados. Todo estaba preparado en Liverpool para la recepcion que habria de hacerse a monsieur Caratal, y mi ansiedad era todavia mayor porque tenia razones para creer que ese hombre habia tomado medidas para dis- poner de una guardia considerable desde el momento en que llegara a Londres. Todo habria de hacerse, pues, entre el momento en que él pusiera el pie en el muelle de Liverpool y el de su llegada a la estaci6n terminal en Londres del Ferrocarril de Londres y la Costa Occidental. Preparamos seis planes, cada uno mas complicado que el anterior; de los movimien- tos del viajero dependerfa cudl de esos planes pondriamos en funcionamiento. Lo tenfamos todo dispuesto, hiciera lo que hiciera. Tanto si viajaba en un tren comtin, en un expreso o contrataba un tren especial, le saldriamos al paso. Todo estaba previsto y a punto. Ya se supondra que me era imposible reali- Zarlo todo personalmente. éQué sabia yo del trazado de las vias inglesas de ferrocarriles? ¥ El tren especial expreso desaparecido 45 | 46 Me Sir Arthur Conan Doyle - & ¥ El tren especial expreso desaparecido ¥% 47 | | | * xt # & # * 4 Kea x | Pero con dinero es posible procurarse agentes activos en todo el mundo y encontré 1 muy pronto a uno de los cerebros mas agu- | dos de Inglaterra, que se puso a mi Servicio. ! No quiero citar nombres, pero seria injusto | que yo me atribuyera todo el mérito. James McPherson el mas importante de | todos, porque nos cercioramos de que, tra- i tandose de trenes especiales, era casi seguro que actuara como guarda del tren. También Smith, el fogonero, estaba a nues- tras ordenes. Se tanted asimismo a John Mialiado inglés era digno de la alianza que estableci con él. Conocia a fondo fa via del ferrocarril en cuestion y tenia bajo su mando una cuadrilla de trabajadores inteligentes y en los que podia confiar. La idea fue suya y yo solo tuve que con- tribuir en algunos detalles. Compramos a varios funcionarios del ferrocarril, siendo Slater, maquinista; pero resulté un hombre demasiado terco y peligroso, por lo que pres- cindimos de él. No teniamos la certeza absoluta de que monsieur Caratal contratara un tren espe- cial, pero nos parecié muy probable que lo hiciera, porque era sumamente importante para él llegar cuanto antes a Paris. a 48 le Sir Arthur Conan Doyle ie Realizamos, pues, preparativos especiales para hacer frente a esa eventualidad. Esos preparativos estaban a punto hasta en sus menores detalles mucho antes de que el vapor avistara las costas de Inglaterra. Quizds divierta al que lea esto saber que uno de mis agentes iba embarcado en lalancha del piloto que guid al vapor hasta el lugar en que tenia que anclar. Desde el instante de la llegada de Caratal a Liverpool, supimos que sospechaba peligro y estaba sobre aviso. Traia de escolta aun individuo peligroso, de apellido Gémez, que iba bien armado y dispuesto a servirse de sus armas. Este individuo llevaba encima los documentos confidenciales de Caratal y estaba preparado para protegerlos igual que a su amo. Existia, pues, la probabilidad de que Caratal se hubiera confiado a Gémez, y seria perder energias acabar con el primero dejando con vida al segundo. Forzosamente tenia que ser idéntico su final, y nuestros pla- nes a ese respecto se vieron favorecidos por la solicitud que hicieron de un tren especial. Esta claro que en ese tren especial dos de los tres empleados de la Compafiia estaban a nuestro servicio y que la suma que les pagamos por ello iba a permitirles gozar de independencia durante el resto de sus vidas. a Yo no llegaré hasta el punto de afirmar que los ingleses son més honrados que los naturales de cualquier otro pais, pero si afir- mo que su precio de venta me ha resultado siempre mas caro. He hablado ya de mi agente inglés. Es un hombre a quien espera un gran porvenir, a menos que algun mal de garganta se lo lleve antes de tiempo. A su cargo corrieron todas las medidas que hubo que tomar en Liverpool, mientras que yo me situé en el me- son del Empalme de Kenyon, donde aguardé un mensaje cifrado para entrar en accion. Cuando todo estuvo dispuesto para el tren especial, mi agente me telegrafid en el acto, advirtiéndome que debia tenerlo todo preparado inmediatamente. El, por su parte, Solicité, con el nombre y apellido de Horace Moore, otro tren especial, confiando en que lo enviarfan en el mismo en que viajaria monsieur Caratal. ¥e El tren especial expreso desaparecido ¥e 29 Su presencia en el tren podria sernos util en determinadas circunstancias. Si, por ejemplo, nos fallaba nuestro golpe maximo, mi agente cuidaria de matarlos a los dos a tiros y de destruir los documentos; pero Caratal estaba sobre aviso y se nego a que viajara en su tren ninguna otra persona. Entonces, mi agente se retiré de la estacidn, volvid a entrar en ella por la otra puerta y se metio en el furgon por el lado contrario al del andén. Viajé, pues, con el guarda McPherson. ag * co Capitulo 11 co EI plan Voy a satisfacer la curiosidad del lector poniéndolo al corriente de lo que yo tenia planeado. Todo habia sido preparado con varios dias de antelacion, faltando solo los ultimos retoques. La via lateral que habiamos elegido habia estado anteriormente conectada con la via principal, pero esa conexion estaba ya cor- tada. Para volver a conectarla, solamente tenfamos que reponer unos pocos rieles. Estos habfan sido colocados con todo el sigilo posible para no llamar la atencién y solo quedaba completar la union con la via principal, disponiendo las agujas tal y como habian estado en otro tiempo. Los durmientes no habian sido quitados y los rieles, bridas y remaches estaban prepa- rados, porque nos habfamos apoderado de ellos en un apartadero que habia en el trecho abandonado de Ia via. Valiéndome de mi cuadrilla de trabajado- res, pocos en nuimero, pero competentes, lo tuvimos todo preparado mucho antes de que llegara el tren especial. Cuando este lleg6, se desvi6 hacia la via lateral tan suavemente que los dos viajeros no advirtieron, en modo alguno, el traqueteo de los ejes en el desvio. ¥e El tren especial expreso desaparecido -¥e 51 Nuestro planera que Smith, el fogonero, le aplicara cloroformo a John Slater, el / maquinista, a fin de que este desapare- ciera con los demas. En este punto, y solo en este punto, fallaron nuestros planes, porque dejo de lado la estupidez criminal de McPherson escribiendo a su mujer. Nuestro fogonero actuo con tal torpeza que Slater en sus forcejeos cay6 de la locomotora. Aun- que la suerte nos acompafié y ese hombre se desnuco al caer, no por eso deja de cons- tituir una mancha en Io que de otro modo habria sido una obra de absoluta maestria, de esas a las que es preciso contemplar con callada admiracion. El experto en crimenes descubriré en John Slater la unica grieta de todas nuestras admi- rables combinaciones. Quien como yo lleva obtenidos tantos éxitos puede permitirse ser #5 54 ae Sir Arthur Conan Doyle ie Pero ya tenemos a nuestro tren especial dentro de las vias de dos kilémetros 0, mas bien, de una milla de longitud, que solia con- ducir a la mina abandonada de Heartsease, que habia sido una de las minas de carb6n mas importantes de Inglaterra. Se me preguntara como pudo ocurrir que nadie viera circular el tren por la via abando- nada y contesto que esa via corre en todo su trayecto por una profunda trinchera. Nadie que no estuviera en el borde de esa trinchera podria verlo. Pero alguien estaba alli. Quien estaba era yo mismo y ahora diré lo que vi. Ver a o» Capitulo 12 co El fin Mi ayudante se habia quedado junto a las agujas para dirigir la maniobra de desvio del tren. Lo acompafiaban cuatro hombres armados. Si el tren hubiera descarrilado, cosa que nos pareci6 probable porque las agujas estaban muy oxidadas, tendriamos todavia medios a los que recurrir. Una vez que mi ayudante vio que el tren se habia desviado sin dificultad por la via la- teral, dejé a mi cargo la responsabilidad. Yo estaba esperando en un lugar desde el que se distinguia la boca de la mina y estaba armado, igual que mis dos acompaniantes. Como se ve, yo estaba siempre dispuesto para cualquier contingencia. Cuando el tren avanz6 lo suficiente por la via lateral, el fogonero Smith redujo la veloci- dad de la locomotora y luego volvié a ponerla en la velocidad maxima, pero él, McPherson y mi lugarteniente inglés saltaron a tierra antes de que fuera demasiado tarde. Quizas ese retraso del tren fue lo primero que Ilam6 la atencion de los viajeros, aunque, para cuando se asomaron a la ventanilla, ya el tren avanzaba de nuevo a toda velocidad. Si pienso en el desconcierto que debieron sentir, no puedo menos que sonreirme. ¥e El tren especial expreso desaparecida #e 55 | #24] Sir Arthur Conan Doyle fe Imaginese el lector cuales serfan sus propias sensaciones si, al sacar la cabeza por la ventanilla del lujoso coche, advirtie- ra de pronto que el tren corria por una via oxidada y carcomida, de un color encarna- do y amarillento por la falta de uso y por el abandono. iQué vuelco les debié dar el corazén cuando se dieron cuenta de que al final de aquella siniestra via de ferrocarril no se encontraba Manchester, sino la muerte! El tren ya habia tomado una velocidad increible, saltando y balancedndose sobre las vias podridas, en tanto que las ruedas chirriaban de manera espantosa sobre la superficie de los rieles. Pasaron a muy poca distancia de miy pude ver sus rostros. Caratal rezaba, segtin me pare- cid, 0 al menos tenia colgado de la mano algo parecido a un rosario. El otro bramaba como un toro bravo que ha llegado a oler la sangre del matadero. Nos vio en lo alto del talud y nos hizo sefias como un loco. Enseguida dio un tirén a su mufiecay arrojé por la ventana hacia nosotros su portafolios con los documentos. Estaba claro lo que querfa decirnos. Aque- llas eran las pruebas acusadoras y, si les perdonabamos Ia vida, ellos prometian no hablar jamas. Nos habrfa causado mucho placer poder hacerlo, pero negocios son negocios. #% 58 Me Sir Arthur Conan Doyle fe Ademas, eltren estaba ya tan fuera de nuestro control como del suyo. Aquel hombre ces6é en sus alaridos cuando el tren dobl6é entre retum- bos la curva y se presento ante ellos —con sus fauces abiertas— la negra boca de la mina. Nosotros habiamos quitado las tablas que la cerraban, dejando despejada la entrada. En los tiempos en que la mina trabajaba, los rieles de la via llegaban hasta muy cerca del montacargas, para mayor comodidad en el manejo del carboén; solo tuvimos, pues, que agregar dos o tres rieles para que alcanzaran hasta el borde mismo de! pozo de Ia mina. En realidad, como /a longitud de los carriles no coincidia exactamente, las vias sobresa- lfan unos tres pies de los bordes del pozo. Vimos asomadas a la ventana dos cabezas: la de Caratal abajo y la de Gomez arriba; pero tanto el uno como el otro hab/an queda- do mudos ante lo que vieron. Y, sin embargo, no podian retirar sus cabezas. Parecia que el espectaculo los hab/a paralizado. Yo me habia preguntado cémo el tren —a toda velocidad— caeria en el pozo hacia el que lo habia dirigido, y sentia vivo interés por contemplar el espectaculo. Uno de mis colaboradores opinaba que daria un verdadero salto saliendo por el otro lado, y la verdad es que estuvo a punto de ocurrir eso. a Sin embargo, para suerte nuestra, no llego a saltar todo el hueco y los parachoques de la locomotora golpearon el borde con- trario del pozo con un estrépito espantoso. La chimenea de la locomotora volé por los aires. El ténder, los coches y el furgon queda- ron destrozados y aplastados, formando un revoltijo que, junto con los restos de la loco- motora, cegé por un instante la boca del ozo. Enseguida, cedié alguna cosa en el centro del montén y toda la masa de hierros, carbon humeante, aplicaciones de metal, ruedas, car- pinteria y tapiceria se hundié con estrépito, como una masa informe, dentro de la mina. Escuchamos una sucesién de traqueteos, ruidos y golpes, producidos por el choque de todos aquellos restos contra las paredes del pozo; y al cabo de un largo rato nos llegé un estruendo atronador. El tren habla tocado fondo. Debi de estallar la caldera, porque después de aquel estruendo se produjo un estampido seco y subié desde las profun- didades, hasta salir al exterior formando torbellinos, una espesa nube de vapor y de humo, que luego cay6 sobre nosotros como un chaparrén de Iluvia. Después el vapor se deshilaché, formando nubecillas que se fue- ron esfumando poco a poco bajo los rayos del sol, y volvi6 a reinar un silencio absoluto dentro de la mina de Heartsease. ¥ El tren especial expreso desaparecido 60 4% Sir Arthur Conan Doyle | | Una vez realizados con tanto éxito nuestros planes, solo nos quedaba retirarnos sin dejar | rastros. Nuestra pequefia cuadrilla de | | trabajadores que habia quedado en la cabe- | | cera de la via ya habia levantado Ios rieles y 1] desconectado aquella, dejandolo todo como | habia estado antes. | No menos activamente trabajabamos no- sotros en la mina. Arrojamos la chimenea y | otros fragmentos dentro del pozo, cubrimos | la boca de este con las tablas y levantamos los carriles que llegaban hasta el pozo, sacan- | | dolos de aquel lugar. Después, sin apuro pero | sin demoras innecesarias, salimos del pais. La mayoria marchamos a Paris, mi colega inglés se dirigié a Manchester y McPherson se embarcé en Southampton hacia Estados Unidos. Léanse los periddicos ingleses de 1 aquellas fechas y se vera con qué perfeccion | realizamos nuestro trabajo y de qué manera | hicimos perder por completo nuestra pista a sus finos sabuesos. “% 62 We Sir Arthur Conan Doyle ft Se recordara que Gémez tird por la ventana su portafolios y no hard falta que diga que yo me apoderé de él y lo entregué a quienes me habian encomendado el trabajo. Quizas inte- rese hoy a mis empleadores saber que extraje del mismo un par de documentos sin impor- tancia como recuerdo de la hazafia. No tengo deseos de publicarlos; pero, sin embargo, en este mundo cada cual se cuida a si mismo. éQué me queda, pues, por hacer si mis amigos no acuden en mi ayuda cuando yo los necesito? Caballeros, crean ustedes que Herbert de Lernac es tan extraordinario de enemigo como lo fue de amigo suyo y que no es hombre que se deje llevar a la guillotina sin antes hacer que todos y cada uno de ustedes se vean en camino hacia el presidio de Nueva Caledonia. Dense prisa, por su propio interés, monsieur de..., general... y baron... (pongan sus nombres cada uno de ustedes en los espacios en blanco). Les prometo que en la proéxima edicién no quedara ningun espacio en blanco. P.D.: Al releer mi declaracion observo que he pasado por alto un solo detalle: el que se refiere al desdichado McPherson, que cometié la estupidez de escribirle a su mujer, citandose con ella en Nueva York. * at Pw the Cualquiera se imaginaré que, cuando intereses tan fuertes como los nuestros co- rren peligro, no podemos abandonarnos a la casualidad de que un hombre como aquel revelara —o no— a su mujer lo que sabia. No logramos tener confianza en McPherson después que él falté a su jura- mento escribiéndole a su mujer. Debimos tomar —naturalmente— las medidas nece- Sarias para que no llegara a entrevistarse con ella. A veces pienso que seria amable de mi parte escribirle a esa mujer y darle la plena seguridad de que no existe impedimento alguno para que contraiga nuevo matrimonio. « x * % ¥e El tren especial expreso desaparecido + 63 Ri projectes Este libro se lermind de imprimir —a todo vapor— en enero de 2016, en los lalleres graficos de Grafica Pinler S. A, Didgenes Taborda 48, Buenos Aires, Argentina. de vido, 10 anys de anys e 10 , de Frank Baum (versién de Florencia Esses). de Charles Perrault (versin de Sol Silvestre). wt En tonos verdes: a partir de los 9 afios a Casa en alquiler. de Sheridan Le Fanu (version de Maria Laura Dedé). Cinco semanas en @1Ob0, de Jules Verne (versién de Beatriz Actis). Los tres estudiantes. de Sir Arthur Conan Doyle (version de Raul A. Gonzalez). OTRA FORMA DE HACER LECTORES. AFICHE DEL DiA INTERNACIONAL DEL LIBRO INFANTIL Y JUVENIL, FUNDACION BROMERA, VALENCIA, ESPANA, 2 DE ABRIL DE 2012. oe Las cinco semillas de naranja, de Sir Arthur Conan Doyle. La nueva ealacumba, de Sir Arthur Conan Doyle. iEse defecto no lo he podido arreglar! contratapa y entres ala tapa la lectura seré normal.. de mil papel se da vuelta y cuando salgas de la Disculpd miescritura, aquisale al revés, pero dentro pero digamos a partir de los 9 afias.. éNivel lector...? Mmm, es solo una sugerencia, que narra la confesi6n de un ingenioso criminal. El tren especial expreso desaparetido, de Conan Doyle, En este momento estoy procesando el libro Los lectores, claro, se hacen con libros. Hola, yo soy LA MAQUINA DE HACER LECTORES. ISBN 978-98) 9 8

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